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Anecdotario
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Anecdotario

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About this ebook

Todo es cristalino en Alfonso Reyes, sus obras eruditas, su poesía, sus cuentos y ahora sus anécdotas, recogidas al gotear de la pluma y correr de los años, y en las que se confirma el humorismo que siempre lo caracterizó. Esta selección de anécdotas nos hace recordar su sonrisa, sus ojos pícaros y vivaces, su agudísimo sentido de la fonética y de la electricidad. Nada más qué añadir, nuestro “duende alfonsino” tiene la palabra.

LanguageEspañol
Release dateJan 5, 2014
ISBN9781940281599
Anecdotario
Author

Alfonso Reyes

ALFONSO REYES Ensayista, poeta y diplomático. Fue miembro del Ateneo de la Juventud. Dirigió La Casa de España en México, antecedente de El Colegio de México, desde 1939 hasta su muerte en 1959. Fue un prolífico escritor; su vasta obra está reunida en los veintiséis tomos de sus Obras completas, en las que aborda una gran variedad de temas. Entre sus libros destacan Cuestiones estéticas, Simpatías y diferencias y Visión de Anáhuac. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional. JAVIER GARCIADIEGO Historiador. Ha dedicado gran parte de su obra a la investigación de la Revolución mexicana, tema del que ha publicado importantes obras. Es miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, y de El Colegio de México, que presidió de 2005 a 2015. Actualmente dirige la Capilla Alfonsina. Reconocido especialista en la obra de Alfonso Reyes, publicó en 2015 la antología Alfonso Reyes, “un hijo menor de la palabra”. Ingresó a El Colegio Nacional el 25 de febrero de 2016.

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    Anecdotario - Alfonso Reyes

    Alicia Reyes

    auBKSotoZ: relato, narración, historieta, cuento, pormenor, cuadro, reseña y, la que más me gusta, chilindrina. De hoy en adelante ya no iremos a la panadería a comprar chilindrinas sino anécdotas... elevando al terreno intelectual el pan de cada día.

    .II [Despréauxj rn’a raconté (cea estpure anecdote) que le roi avait eu la bonté de lui dire: Nous avons bien perdu tous deux en perdant ¡e pauvre Raane} Y todos hemos perdido, al perder a Alfonso Reyes. Sin embargo, nos consuela su obra, lo inédito y lo ya publicado, en uno u otro aspecto sus facetas son múltiples y a cada paso que damos hacemos nuevos descubrimientos, que nos llenan de emoción. Por mi parte, esa emoción es tal vez parecida a la de Pasteur ante lo que él llamaba: Ces charmantes formes cristalines."

    Todo es cristalino en Alfonso leycs, sus obras eruditas, su poesía, sus cuentos y ahora sus anécdotas. Anécdotas recogidas al gotear de la pluma y correr de los años. En ellas se confirma el humorismo que siempre lo caracterizó. Humorismo en los títulos: Las burlas veras, La estrategia del Gaucho Aquiles, Árbol de pólvora, A campo traviesa y tantos otros que ustedes ya conocen.

    Con ese humorismo o chispa ameniza tal o cual texto por muy serio que sea. Justamente, entre sus inédilos está Ándrenio o Perfiles del hombre, páginas de la más pura filosofía, y no puedo dejar de ceder a la tentación de citar algunos fragmentos. Dice en Palabras sobre el humanismo: A muchas cosas se ha llamado humanismo [...] En el sentido más equívoco, se ha llegado a confundir el humanismo con el humanitarismo, especie filantrópica que nos lleva a terrenos muy diferentes. Cierto escritor, que precisamente acababa de publicar un libro sobre el humanismo, me dijo que él no era humanista porque, si en un viaje por mar, veía caerse por la borda a un pasajero insignificante, y a la vez, un cuadro de Velázquez, preferiría arrojarse al agua para salvar el cuadro y no al pasajero. Después de esto, yo ya no vi el objeto de leer su libro.

    En el capítulo siguiente, El mundo nuestro escenario, nos explica lo que es el mundo citando a Espronceda, a Miguel de los Santos Álvarez, a Gracián, etcétera. llegando a él mismo y, rematando con el modo popular: En fin, que nuestro mundo —el mundo de que ahora hablamos— podría definirse como la suma de todos los órdenes de cosas posibles: el orden real y el irreal, el natural y el sobrenatural, el material y el espiritual, el del conocimiento y el de la fantasía, el visible y el invisible, el humano y el extrahumano. Es decir: todo lo que existe, y de cualquier modo que exista: en la teoría o en la práctica, en la verdad o en la mentira, en el Bien o en el Mal, belleza o fealdad, pena o gozo. Esto se dice en un santiamén, pero se explica muy despacio. Maese Perogrullo ¿no nos habrá metido en camisa de once varas?. Ese modo popular es del que nos habla el doctor Robb en su El estilo de Alfonso Reyes: El modo popular es el arraigo del espíritu artístico refinado en la tradición común y terrígena, humorístico-folklórica de su pueblo.

    En cuanto a autoanécdotas ya recogidas, quién no recuerda su Al diablo con la homonimia, donde cuenta la confusión con Alfonso XIII, con el agente de publicidad, que tenía una importante oficina en Madrid y al que nunca pudo ver, porque, cuando concertaron una cita, ocurrió un corto circuito y tan sólo pudo oírlo y darle un apretón de manos. La de la dama que, confundiéndolo con el rejoneador Reyes, le manda una tarjeta, felicitando a Monsieur le Ministre et Toréador, o bien, la de La Parker-Duofold:

    Me alargaría yo demasiado si, en mi afán de identificarme, vaciara aquí toda mi biografía, que por suerte o por desgracia cubre ya una cantidad de años apreciable. Acaso mi biografía esté bien resumida en estos versos chapuceros que improvisé para un banquete de industriales y comerciantes de Monterrey, donde todos los concurrentes estábamos obligados a declarar la línea o ramo de nuestras actividades:

    Soy el industrial más pobre que vio el Cerro de la Silla: entre tanto taller, fábrica, fundición, cervecería, mi alquitara Parker-Duofoltl sólo palabras destila.

    Mas por algo, digo yo, suele perdurar quien fija la veleidad de su nombre en garabatos de tinta.

    Se me ocurrió sacar partido de esta miseria, vendiéndola como reclamo a la empresa do las plumas Parker-Duofoid, y explicando que yo era autor de tantos más cuantos kilómetros de palabras impresas, amén de otras que todavía me propongo imprimir si Gutemberg lo permite. Pero la adusta empresa parece que encontró el documento demasiado alegre para sus conocidos gustos dorios.

    "Y, sin embargo, yo creo que esta declaración de oficio tiene sus ventajas. Hay una hora en que el vecino se sienta a la puerta de su casa y se pregunta receloso, cómo se ganará el pan cada uno de los pasantes. Y aún no se ha inventado el uniforme de escritor, aunque no ha de tardar mucho al paso que vamos, y puede que sea la mortaja. Un día me compré un traje de deporte para salir al campo.

    —¿Y usted qué es, señor? —me preguntó un ranchero.

    —Soy literato —dije, procurando no darle mucha importancia al término.

    —¡Ah! —se me contestó—. Ese traje

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