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Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor.
Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor.
Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor.
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Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor.

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Una historia biográfica de las 10 mujeres más poderosas de la Edad Media

La idea de una mujer poderosa en la Edad Media parece una contradicción. Imaginamos que las mujeres en aquella época eran señoritas en apuros, atrapadas en una torre y esperando a que su caballero la rescatara mientras llevaba un cono de tráfico por sombrero. Una vez rescatadas, sus vidas comenzaban a mejorar aunque sus posibilidades de elección eran limitadas; ser una reina dócil, ama de casa o quemada en la hoguera por bruja. 

¿Pero qué pasaría si dijéramos que la imagen que tenemos de mujer medieval es pura ficción?

Resulta que lo es. La Edad Media está repleta de reinas poderosas. Lady Ethelfleda dirigió ejércitos en combate directo con los vikingos  y salvó a Inglaterra de la invasión extranjera. La emperatriz Teodora evitó la caída del Imperio Bizantino durante los grandes levantamientos y frenó la huida de su marido y del consejo de Constantinopla. Catalina de Siena restauró el papado en Roma prácticamente sin ayuda de nadie y fue una de las pocas personas que pudo negociar con todas las partes del divisivo y despiadado mundo de la política italiana. Juana de Arco cambió por completo la suerte de Francia en la Guerra de los Cien Años y lideró asaltos a las fortalezas inglesas aún siendo una campesina analfabeta de 17 años.

A lo largo de este libro echaremos un ojo a las vidas de diez de las mujeres más importantes de la Edad Media, ya sea la popular erudita Ana Comneno, Margarita I de Dinamarca, la unificadora de Escandinavia o la Reina Madre otomana Kösem Sultan, que dirigió el Imperio Islámico a través de tres de sus descendientes. Todas estas mujeres alcanzaron un nivel increíble de poder en un momento en el que las mujeres no tenían nada. 

Analizaremos cómo consiguieron alcanzar el poder, la importancia de los logros obtenidos y el impacto que causaron en sus respectivas sociedades incluso después de sus muertes. También describiremos sus historias personales, sus culturas y lo que impulsó y dificultó sus crecimientos.

LanguageEspañol
Release dateApr 4, 2016
ISBN9781507136959
Las mujeres más poderosas de la Edad Media: reinas, santas y asesinas. De Teodora a Isabel Tudor.

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    Las mujeres más poderosas de la Edad Media - Melissa Rank

    Tabla de contenidos

    ––––––––

    Introducción: ¿sexo débil en fase de reclusión?

    Emperatriz Teodora (500-548): la actriz de circo que reformó todo un Imperio.

    Lady Ethelfleda, Señora de los mercios (872-918): figura clave para Inglaterra y guerrera vikinga.

    Ana Comneno (1083-1153): erudita, historiadora y víctima real del complejo de Electra.

    Leonor de Aquitania (1122-1204): la reina más rica de Europa y fashionista extraoficial de la Segunda Cruzada.

    Santa Catalina de Siena (1347-1380): gran mística, alfabetizada consejera de papas y dirigente política italiana.

    Margarita I de Dinamarca (1353-1412): unificadora de Escandinavia.

    Juana de Arco (1412-1431): doncella de Orleans, la hereje más letal de la historia.

    Isabel I (1451-1504): reformadora, católica e inquisidora.

    Isabel I de Inglaterra (1533-1603): la reina virgen que proclamó la Edad de Oro inglesa.

    Kösem valide sultan, reina madre otomana (1590-1651): la esclava que abandonó el harén para reinar a través de tres sultanes.

    Conclusión: reinas de un mundo de hombres.

    Sobre los autores

    Introducción

    ¿El sexo débil en un momento de reclusión?

    A todos nos es familiar la historia de aquellas mujeres encargadas de realizar las labores de su marido tanto en la fábrica como en el hogar en tiempos de guerra. Mientras ellos eran enviados al extranjero para hacer frente las intenciones de algún dictador en su intento por conquistar el mundo, ellas se quedaban a cargo de su familia.

    En años anteriores, estas mujeres dependían del sueldo de su marido para satisfacer todas sus necesidades materiales pero por primera vez, una mujer se sitúa a la cabeza de la economía familiar. Asimismo, comienza a ser responsable de otras tareas, como sencillas reparaciones domésticas o la supervisión de proyectos para la mejora de las instalaciones. En aquellos tiempos el dinero escaseaba, por lo que no tardó en comenzar a alquilar las habitaciones vacías de su casa a inquilinos a los que también les ofrecía comida. Los modestos ingresos eran utilizados para arreglar los muebles o para acondicionar una nueva habitación. En poco tiempo, este negocio comenzó a crecer y para poder satisfacer la creciente demanda, tuvo que contratar trabajadores.

    Sin siquiera darse cuenta, se había convertido en jefa ya que su negocio se había convertido en una especie de pequeño hotel restaurante. Como el establecimiento se encontraba en una zona insegura, decidió comprarse una pistola para cuidar su capital y después de unas pocas clases en el campo de tiro local, se convirtió en una mujer con unas habilidades impecables. En una ocasión, se vio forzada a detener a un criminal que cometió la tontería de atravesar la jamba de su casa.

    Finalmente, su marido volvió de la guerra esperando encontrar a la esposa sumisa que siempre había estado ocupada con sus labores domésticas. Sin embargo, encontró a una emprendedora resuelta que había comenzado a disfrutar de todos los beneficios del lujo y la independencia. Tanto que ella misma comenzó a preguntarse por qué no había comenzado a vivir en esas condiciones anteriormente. Poco a poco fue conociendo a otras mujeres con las mismas ideas y las mismas ganas de reconocimiento social hasta que un día se organizaron y en muy pocos años, sus voces comenzaron a retumbar entre la sociedad.

    Parece la historia de una mujer movilizándose en algún punto de América o Europa entre la Segunda Guerra Mundial y 1960, ¿no? Tal vez. Sin embargo esta la descripción proviene de la Inglaterra del siglo XV. Su nombre era Margaret Paston, natural de Norwich y fue una rica heredera al mando del Castillo Caister en Norfolk. Su marido, conocido como Sir Juan Paston era abogado y pasaba varios meses al año en Londres trabajando en las Cortes. Margaret se encargaba de supervisar su extensa propiedad y organizaba la defensa del castillo, la fábrica de cerveza, la panadería y los establos. Hacía remedios para cuidar a los enfermos e incluso organizaba las bodas de sus propios inquilinos. En el año 1448, cuando su rival político Lord Moleyns intentó apropiarse a la fuerza de una casa en sus tierras, ella puso a los hombres en filas. Enseguida escribió a su marido solicitando ballestas, flechas y hachas ya que tenía que combatir con mil hombres armados que habían entrado en su residencia amurallada con arietes. Sacaron a Margaret de allí y posteriormente regresó cuando las disputas ya estaban resueltas, sin embargo había demostrado ser una mujer con una gran fortaleza.

    Esta no es la típica historia que se suele oír sobre las mujeres en la Edad Media, la imagen que se nos viene a la mente es la de una damisela en peligro sentada en lo alto de una torre llevando una especie de cono de tráfico por sombrero mientras espera la llegada de un caballero que la libere de sus raptores. Una vez libre gracias al caballero en cuestión, solía ser víctima de un matrimonio de conveniencia, criaba a sus hijos y permanecía con la boca cerrada en público. De lo contrario el pueblo la despreciaba, porque sentirse independiente siendo mujer era pecado. Si perseveraba en este pecado capital, los sacerdotes daban su consentimiento para quemarla en una estaca, cual bruja, porque esto es lo que sucedía en la Edad Oscura. Si la mujer de nuestra hipótesis fuera de una clase social baja o una campesina en este mundo medieval hipotético, ni siquiera tendría derechos legales. Los miembros de la comunidad la mirarían de la misma manera que miraban al ganado; como una propiedad material disponible para el comercio y si eran golpeadas, esclavizadas, torturadas o asesinadas, tanto los reyes como los líderes de la Iglesia mirarían hacia otro lado. En el mejor de los casos, consideraban a las mujeres como un componente fundamental para la procreación y en el peor una herramienta del diablo y un simple cartel indicativo hacia la carretera a la perdición. Estas ideas predominan en el concepto de Edad Media y serían convincentes si no fuera por el hecho de que son casi todas ficticias. Es cierto que en aquella época las mujeres solían tener menos derechos legales y sociales que los hombres, pero la creencia de que entre el año  500 y el 1500 a.C. se vivió un período de estancamiento se basa mayormente en la ideología de los historiadores actuales más que en una verdad del pasado. La Edad de las Tinieblas fue inventada durante el período de la Ilustración para justificar las investigaciones que los eruditos hacían sobre una civilización pasada menos desarrollada, en concreto, los intelectuales protestantes definieron el período con ese término debido a la corrupción existente en la Iglesia católica. Veían a los papas como reyes paganos que reinaban a través de la superstición y la hipocresía moral, eran seres bárbaros y poco racionales. Por otra parte, las descripciones más románticas de ciertos aspectos medievales tales como mujeres, caballeros, torneos de justa provienen del Romanticismo, que tiene origen en la Europa Occidental moderna. En el siglo XIX se pusieron de moda los atuendos y símbolos medievales y los emperadores alemanes los lucían en los bailes del pueblo. En el año 1868, Ludwig II de Baviera construyó su popular castillo de cuento de hadas en Neuschwanstein, en el que se inspira el simbólico castillo de Walt Disney World. Aún en la actualidad podemos seguir observando todos estos iconos de la vida medieval, en los eventos organizados por la Asociación para el Anacronismo Creativo. En la Inglaterra victoriana, la clase dominante hacía reconstrucciones de los torneos, vestían las mejores imitaciones de los trajes reales en los bailes reales y aristocráticos, ya fueran enmascarados o no y también se organizaban torneos de justa. Además, seguía presente la idea de una doncella a la espera, tranquila, que sobrevivió a la Edad Media solidificada en las conciencias públicas, incluso tratándose de un aspecto derivado de la ficción moderna. Este estereotipo de mujer llevaba un vestido medieval, pero mantenía todas las virtudes de una señorita victoriana, defensora del autocontrol sexual, con una vida basada en el lujo ocioso y obedeciendo a un estricto código social de conducta.

    Todo esto resultó, pues, en un concepto equivocado de lo que fue una mujer medieval en la realidad ya que la historia de esa época fue filtrada mayormente a través de los ideales victorianos. Fue una época en la que las mujeres británicas carecían del derecho al sufragio o de la posibilidad de tener propiedades a su nombre y de ahí surgió la imagen de una mujer con un cono de tráfico por sombrero esperando con melancolía junto a una ventana.

    Hay una segunda idea equivocada sobre las mujeres medievales que es igual de falsa que la anterior y proviene del error más simple que se comete al estudiar historia: dividir los personajes entre héroes y villanos, concibiendo a los buenos como personajes esencialmente modernos atrapados en el pasado. Se los considera visionarios capaces concebir el siglo XXI desde sus distintos puntos de vista de la historia; hacían lo posible para empujar a la sociedad en esa dirección y a menudo eran castigados por sus previsiones, soñaban con la igualdad de derechos, la democracia constitucional, el sufragio universal y un salario digno para las mujeres. Por otra parte, los villanos querían inhibir las reformas, los derechos humanos y la inevitable marcha del progreso. Sentados en sus castillos jugueteando con sus bigotes, planeaban mantener la sociedad en una mentalidad antigua y arrastrarla aún más hacia el pasado y guiados por su misoginia deseaban negar cualquier derecho posible a las mujeres. En la actualidad, ellos son los progenitores de los enemigos de la sociedad; como los yihadistas en Medio Oriente o los fundamentalistas en Estados Unidos de América.

    Los historiadores actuales, convirtieron a las mujeres más notables de esa época en feministas del siglo XXI, con la intención de dar fuerza a las voces femeninas de la Edad Media. A Juana de Arco se le atribuyó el mérito de desafiar las leyes de género de la época al ponerse una armadura y cortarse el pelo como un hombre para entrar en combate. Catalina de Siena, por su parte, desafió las leyes patriarcales de la Iglesia católica enviando cartas de reprimenda al papa. Ana Comneno fue la primera figura femenina en el mundo de la narración histórica y redactó su propia historia con el único propósito de dar fuerza a las voces femeninas. A estas mujeres se las considera protofeministas y predecesoras de defensoras como las sufragistas Susan B. Anthony y Carrie Chapman Catt. Estas mujeres son parte de una larga e interminable cadena que elevó a las mujeres de las posiciones más bajas en la Edad de las Tinieblas hasta su actual posición en el siglo XXI. Las descripciones de aquellas mujeres influencian las narrativas sobre ellas y evidencian el hecho de que todas las mujeres poderosas del pasado eran en realidad modernas vestidas de medievales que si hubieran tenido los medios necesarios, podrían haber eliminado tales distinciones legales y sociales de género.

    A pesar de todo esto, no apreciamos tales sentimientos en ninguno de los informes escritos sobre las vidas de estas mujeres. Ninguna de las mujeres a las que se hace referencia en este libro, o cualquier otra, desafiaron la idea de un mundo con una estructura patriarcal. Aunque Catalina de Siena se enfrentó a algunos papas, nunca les pidió que convirtiera a las mujeres

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