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La Resolución para Hombres
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La Resolución para Hombres

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About this ebook

«Un hombre no puede ser indiferente a lo que las Escrituras le dicen que haga por su familia y esperar que, en definitiva, Dios lo considere fiel. Tiene que ver con ojos espirituales y reconocer que las generaciones futuras serán afectadas directamente por sus decisiones diarias». —La resolución para hombres

La resolución para hombres es el libro inspirador que surgió de Reto de valientes, una película de los productores de A prueba de fuego. Presenta un convincente relato de firme liderazgo masculino y constituye una emotiva advertencia a los padres cuya influencia en sus hijos y la sociedad es ilimitada.

Este libro se propone desafiar a hombres de toda edad para que asuman de manera audaz y deliberada su responsabilidad como líderes de su hogar, su matrimonio y sus hijos.
Escrito por Stephen y Alex Kendrick, guionistas de Reto de valientes y autores de El desafío del amor, que ha ocupado el primer puesto en la lista de títulos exitosos del New York Times (con cinco millones de ejemplares vendidos), inspira estratégicamente a los hombres a:
  • Reconciliarse con su pasado
  • Asumir plena responsabilidad por sus esposas e hijos para vincularse con el presente
  • Avanzar con una resolución audaz y clara por el futuro

Al tratarse de una obra escrita en cooperación con la película y el libro La resolución para mujeres, esta serie está diseñada para inspirar una revolución.

The Resolution for Men

"A man cannot be passive about what Scripture tells him to do for his family and expect to be found faithful to God in the end. He must see with spiritual eyes and realize that future generations are directly impacted by his daily decisions." - The Resolution for Men

The Resolution for Men is the inspiring book born out of Courageous, a film by the makers of Fireproof. The movie, which presents a powerful story of strong male leadership, is an emotionally charged wake-up call to fathers whose influence upon their children and society is immeasurable.

The Resolution for Men follows to challenge men of all ages to become as bold and intentional about embracing their responsibilities as leaders of their homes, marriages, and children. Written by Stephen and Alex Kendrick, screenwriters of Courageous and authors of New York Times No. 1 best seller The Love Dare (five million copies sold), this book strategically inspires men to:
  • Reconcile with their past
  • Re-engage in the present by taking full responsibility for their wives and children
  • Move forward with a bold and clear resolution for the future

Written in partnership with the movie and the book The Resolution for Women, it is designed to inspire a revolution.  
LanguageEspañol
Release dateOct 15, 2011
ISBN9781433675461
La Resolución para Hombres
Author

Stephen Kendrick

Stephen Kendrick is a speaker, screenwriter, and producer whose film credits include Flywheel, Facing the Giants, Fireproof, and Courageous.  Stephen co-authored the New York Times bestsellers The Love Dare and The Resolution for Men. He is an associate pastor of preaching and prayer at Sherwood Church and serves on the board of the Fatherhood CoMission. Stephen and his wife, Jill, have six children.

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    4/5
    Un Libro que no me cansaría de leerlo, para aprender y poner por obra la Resolución que me toca como hombre, solo pido al Todopoderoso que me ayude a ser fiel en el cumplimiento de mi compromiso y trascender estos principios a mi familia e iglesia.
  • Rating: 5 out of 5 stars
    5/5
    Es un libro que te guía a ser un hombre que actúa y no se queda viendo como alguien más hace lo que te toca, es una guía para asumir tu responsabilidad como hombre.

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La Resolución para Hombres - Stephen Kendrick

Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total.

Malaquías 4:6, nvi

Capítulo 1

Por qué necesitamos hombres decididos

Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

Efesios 5:14-16

Cuando Jack despertó ante los gritos, volvió enseguida a la realidad y le tomó apenas una décima de segundo comprender que no había sido un sueño. Su esposa Sarah se había estirado en un intento de llevar la camioneta de nuevo a la calzada. Sin embargo, exageró la maniobra y viró en forma brusca pasándose a la mano contraria con el tráfico de frente. Un camión hizo sonar la bocina y rápidamente maniobró esquivándolos apenas.

«¡Cuidado!», gritó Jack volviendo a apoderarse del volante. Sin embargo, las manos de Sarah seguían aferradas con firmeza, mientras hacía cruzar nuevamente el vehículo hacia la derecha de manera exagerada, por lo que volvieron a salirse del camino. El rápido golpeteo de los deflectores bajo los neumáticos fue reemplazado por el ruido de las barreras de metal que rozaban contra el costado de la camioneta. Jack se estremeció cuando una señal de tránsito arrancó el espejo retrovisor derecho. Sus tres hijos, que iban en el asiento trasero, comenzaron a llorar histéricamente mientras el auto se dirigía a toda velocidad hacia una curva cerrada donde la barrera de metal era lo único que podría evitar que cayeran en picada por el terraplén.

«¡Suéltalo, Sarah! ¡Yo lo tengo!»

Todo parecía suceder en cámara lenta. Jack, en estado de choque, miró a su esposa, pálida y aterrorizada. Las manos de ambos se aferraban firmemente al volante, como si lucharan entre sí para corregir el rumbo del auto. Luego, los ojos de Jack saltaron al espejo retrovisor para ver los rostros asustados de los niños que más amaba en el mundo. Comprendió que se había quedado dormido al volante, y que él había sido el causante de que todos estuvieran en riesgo de morir. Sin embargo, también sabía que la causa de la crisis actual era la clave para poder ser rescatados.

Él mismo.

De manera instintiva, Jack apretó los frenos y el auto comenzó a deslizarse sobre el pavimento, lo que provocó que todos fueran lanzados violentamente hacia adelante, mientras los cinturones de seguridad se trababan y los atornillaban con firmeza al asiento. Las gomas chirriaron contra el pavimento, mientras Jack detuvo bruscamente el auto a apenas centímetros de la baranda de contención que protegía de un profundo barranco. Cuando todos rebotaron contra sus asientos, Jack se quedó mirando petrificado el capó, ante la inminente catástrofe que su familia pudo haber experimentado.

Su esposa y sus hijos estaban mudos. Jack permaneció en silencio, mientras lo inundaba una mezcla de culpa y alivio. Sarah se desabrochó el cinturón de seguridad, lo abrazó y ocultó el rostro en su pecho, llorando aliviada. Los niños siguieron gritando mientras Jack musitaba: «Lo siento, lo siento» una y otra vez.

Temor. Gratitud. Trauma. Oración. Sarah pasó por todas las reacciones emocionales. Todavía estaba conmocionada y de a poco le volvía el alma al cuerpo. Por fin, mientras el corazón retomaba su ritmo normal y el color le volvía a las mejillas, miró a Jack con los ojos llenos de lágrimas y musitó unas palabras que él jamás olvidaría: «Por favor, no vuelvas a hacerlo».

Este relato grafica claramente la posición que innumerables hombres asumen hoy en día. Desconectados y a la deriva. Ocupan la posición de liderazgo en su familia y están en el asiento del conductor. Sin embargo, con el tiempo, se han adormecido por su propia pasividad y los engañosos y atractivos encantos de una cultura sombría y seductora.

En este mundo de ensueños, los hombres a menudo creen que tienen derecho de ser irresponsables, inmaduros y despreocupadamente negligentes en el rol de esposos y padres. Y en el ínterin, han puesto a su familia en peligro moral y espiritual, lo cual amenaza su matrimonio, sus hijos y su fe. No toman conciencia de que no pueden ser responsables e irresponsables a la vez.

En consecuencia, las madres se han convertido en las que, por defecto y por necesidad, llevan la carga de la familia sobre los hombros para poder sobrevivir. Son mujeres estresadas y deseosas de que el hombre de su vida despierte, las rescate y vuelva a tomar las riendas.

Y antes de que sea demasiado tarde, queremos encender el alerta y preguntarte si estás despierto al volante o, lo que es más importante aún, si siquiera te diste cuenta de que ocupas el asiento del conductor.

La Palabra de Dios manda que los esposos y padres lideren su hogar con amor. Como hombres, debemos caminar con honor e integridad, y asumir plenamente la responsabilidad como pastores de nuestra familia. Hemos sido llamados a ser ejemplo, un modelo de Cristo para nuestra esposa y nuestros hijos.

Por consiguiente, al ser un llamado de Dios, no es un misterio que esta cultura pagana se burle y procure socavar constantemente la paternidad, y ataque el diseño y los valores de Dios en un intento de revertirlos. A los hombres se les dice que no tienen permiso ni responsabilidad para liderar; pero la cultura no es tu autoridad. Dios lo es.

Tienes que formularte algunas preguntas difíciles y radicales:

• ¿Está tu esposa cansada, agotada y con la sensación de que tiene demasiado sobre los hombros?

• ¿Le falta a tu matrimonio un rumbo claro, romanticismo y verdadera intimidad?

• ¿Están tus hijos, sean pequeños o grandes, emocionalmente distantes de ti y espiritualmente apáticos hacia Dios?

• ¿Está tu propia fe débil y es tu condición espiritual mediocre?

Si tu esposa ha estado a cargo de todo en la familia, probablemente sea porque tú no lo has hecho. Fuera de lo que ella haga, Dios te ha colocado a ti de manera intencional en el asiento del conductor y quiere que seas el que lidere. Necesitas mucho a tu esposa; pero liderar a tu familia es la responsabilidad que Dios te ha dado a ti, no a ella.

Puede que no te agrade. Quizás te sientas absolutamente incompetente en el liderazgo de tu hogar. A lo mejor no ves de qué manera se podrían reestablecer las relaciones rotas y plagadas de desconfianza. Como infinidad de hombres, podrías tener enormes remordimientos y obstáculos válidos que parecen impedirte ser el hombre que deseas.

¡Ánimo! Queremos darte una esperanza real y orientación hacia el futuro éxito en tu camino. Ningún hombre ni familia son casos perdidos cuando se incluye a Dios. Y como tú eres el que conduce, Dios puede usarte para regresar a tu familia a la senda que los guiará a un lugar sólido, sano y seguro.

Todos deberíamos querer pasar al siguiente nivel. En definitiva, el éxito o el fracaso de la paternidad es el tema clave de nuestra generación. El liderazgo determina la dirección.

En lo profundo de nuestro ser, lo sabemos.

Y en realidad, todos queremos que las cosas mejoren.

El poder de un padre

Si quieres conocer a alguien de verdad, pídele que comience a hablar de su padre. Que te cuente lo que él le dijo y cómo lo trataba; las cosas que le enseñaba. Esto te dirá mucho sobre esa persona y por qué es como es. Y si es realmente auténtico y transparente, luchará por ocultar las lágrimas, ya sea porque amó y admiró a su padre o porque este lo hirió profundamente de alguna manera.

A cualquier edad, todos desean una buena respuesta al siguiente interrogante: «¿Qué piensa realmente mi padre de mí?». Todos anhelamos profundamente la aprobación de nuestro padre. Y cuando no la obtenemos, solemos pasar el resto de nuestra vida trabajando incansablemente para ganarnos la aprobación de los demás, en un intento de llenar el intenso vacío que nos ha dejado. A su vez, cuando alguien alberga amargura contra su progenitor, pasará su vida tratando de probar que estaba equivocado. Dirá: «No quiero ser como mi padre». Aun así, el padre consumirá mucha de su energía durante toda la vida.

Sin embargo, muchos padres no reconocen su rol vital y sus hijos están destinados a sufrir por ello. Si resumes muchas de las cuestiones asociadas a los papás separados, pasivos o ausentes, descubres que los padres han perdido su sentido de propósito.

Los papás solían tener la intención y el propósito de participar del desarrollo de sus hijos. Sabían que su influencia era decisiva. Sin embargo, como muchos hoy no saben quiénes son ni qué están haciendo, hacen muy poco. Y como no instruyen a sus hijos varones para ser hombres responsables, la presión cultural interviene y sutilmente los va castrando.

La generación actual de hombres jóvenes no sabe lo que significa la masculinidad ni cómo ser un líder maduro y responsable, ni cómo ser el día de mañana un padre fuerte y comprometido. Nuestra sociedad fomenta una permanente infantilidad en los muchachos (extiende la infancia hasta pasados los 30 años), mientras que obliga a las niñas a convertirse en mujeres antes de estar preparadas.

En vez de crecer, casarse y con valor levantar la siguiente generación, millones de jóvenes permanecen solteros, emocional y direccionalmente dependientes de sus madres y adictos al entretenimiento, la pornografía y los videojuegos. Desean los privilegios y las recompensas de la adultez pero solo las responsabilidades y los requisitos morales de los niños. Cuando finalmente se convierten en padres, no saben qué hacer y se sienten extremadamente mal equipados.

Las jovencitas, del mismo modo, ingresan a la vida sin un profundo sentido de valía. En vez de desplegar el encanto, la modestia y la gracia femenina, muchas se han convertido casi en seres tan rudos y desenfrenados como el típico joven actual. Se les dice que en lo posible, deben actuar igual que los hombres y superarlos. Coquetas, desvergonzadas y agresivas, buscan constantemente aceptación y atención, cosas que no les han sido libremente ofrecidas por el único hombre de su vida cuyo amor y aprobación realmente desean. Por eso, millones de adolescentes cada año subastan su invalorable virginidad a cambio de una pizza, una película y algunos halagos momentáneos. Todas ellas esperan que un muchacho adicto a la pornografía y con las hormonas enardecidas las haga suyas por unos minutos, y llene el oscuro y doloroso vacío de amor que un padre desconectado ha dejado en su corazón. Pero esto nunca pasa.

¿Cuál es la pieza faltante del rompecabezas? El padre.

La pieza faltante

Cuando un padre se desconecta, abandona el hogar o muere joven, sucede lo mismo con el corazón del niño. Se genera un vacío masivo de necesidades insatisfechas en todas las áreas importantes que son responsabilidad del padre.

Cada vez más niños se van a dormir sin que su padre esté en el hogar. La ausencia física paterna es hoy el problema social y familiar más importante que enfrentan los EE.UU.¹

Las investigaciones arrojan resultados asombrosos. Los presos, los drogadictos, los marginados, los delincuentes y los violadores tienen algo en común. La abrumadora mayoría proviene de hogares con ausencia de padre. Las familias sin padre son las responsables de mucho más de la mitad de los suicidios juveniles, así como de la mayoría de niños con problemas de conducta.Los niños tienen 20 veces más posibilidades de acabar en prisión si su padre no es parte activa de sus vidas.²

La ausencia del padre también afecta la salud física de los hijos. Los niños sin papá presentan un índice muy superior de incidencia de asma, dolores de cabeza, trastornos de ansiedad, depresión y problemas de conducta. Tienen más posibilidades de consumir drogas y de cometer suicidio.³

Tiene sentido, entonces, que las Escrituras declaren que Dios tiene un lugar especial en su corazón para dos grupos específicos de personas: los niños sin padre y las viudas. En Santiago 1:27, la Biblia describe «la religión pura y sin mancha» en términos de visitar y mostrar compasión a estas personas en sus «aflicciones». ¿Qué tienen en común los huérfanos y las viudas para que Dios les de un lugar especial en su corazón? Han perdido al hombre más importante en el rol del liderazgo en sus vidas.

Aun los padres que tienen serias intenciones de cumplir mejor su rol encuentran una infinidad de obstáculos que los apartan de su misión de liderazgo. Existen múltiples factores que socavan la paternidad. Estos son algunos de los más influyentes:

El divorcio. El matrimonio es un adhesivo que mantiene a los papás conectados con sus hijos. Los nacimientos ilegítimos y el divorcio son dos de los factores más importantes que separan a los hijos de los padres. Antes, las parejas permanecían juntas por el bien de los hijos. Pero la generación actual está convencida de que los hijos estarán mejor si sus infelices padres se divorcian. Las estadísticas revelan lo contrario. Sin duda, lo mejor para los hijos es ver a sus padres arrepentirse de su egoísmo, perdonarse y volver a comprometerse con su matrimonio. La conveniencia del divorcio de común acuerdo se ha hecho presente a un altísimo costo. Y millones de niños inocentes son forzados a pagar ese precio cada año.

El trabajo. Antes de la revolución industrial, los padres mayormente trabajaban en su casa y sus hijos muchas veces trabajaban con ellos, lo cual les daba a los padres oportunidades de transmitir su fe y sus valores a la siguiente generación de manera natural. En el siglo xix, el trabajo en las fábricas obligó al hombre a salir de su casa y los hijos quedaron con la madre, disminuyendo así la influencia paterna. Cuando el papá finalmente llegaba a su casa, estaba demasiado cansado como para participar de la vida de hogar, y la familia obtenía las sobras de su atención y energía. Hoy, el problema persiste. Si un hombre no pone límites ni aprende a decir «no», sus prioridades laborales lo apartarán sistemáticamente de su esposa y de sus hijos, que anhelan su presencia.

El esparcimiento. El hombre de hoy pasa más tiempo viendo televisión o navegando por Internet que manteniendo una conversación significativa con sus hijos. Si los niños están con su padre mientras él está entretenido, entonces la televisión se convierte en el elemento que influirá sobre ellos, y no es un padre recomendable.

La inclinación antipaternidad de los medios. Cuando la ética judeocristiana predominaba en los EE.UU., los padres en los programas de televisión y en las películas eran frecuentemente honorables y heroicos. En los años 50 y 60, las comedias Fathers Knows Best [El padre no se equivoca], The Andy Griffith Show [El programa de Andy Griffith], My Three Sons [Mis tres hijos]y Leave it to Beaver [Las travesuras de Beaver], personificaban a padres fuertes, inteligentes y responsables. En contraste, los padres de la TV de hoy son incompetentes y continuo objeto de burla por parte de su esposa e hijos irrespetuosos. Su perversión y pasividad sutilmente redefinen lo que se considera normal para un padre y pueden filtrarse con sigilo en las expectativas que tenemos para nosotros mismos.

La iglesia. Resulta doloroso incluir este elemento, pero con demasiada frecuencia los pastores guardan silencio y no les enseñan a los hombres lo que la Palabra de Dios dice en cuanto a su rol y sus responsabilidades. Al mismo tiempo, muchas actividades de la iglesia separan a las familias al punto de que los niños nunca ven a sus padres dirigiendo, leyendo la Biblia, adorando ni orando, porque no están con ellos cuando lo hacen.

Estas no son las únicas amenazas. Desde el constante ataque del movimiento feminista al liderazgo masculino, las leyes abortivas que legalmente identifican a las madres como las únicas responsables de la vida de su hijo, hasta las leyes sociales que les pagan a las mamás mientras el papá esté ausente de la casa, los hombres se enfrentan a una sociedad que quiere quitarlos del medio.

No debería sorprendernos.

El diablo jamás dejará de atacar lo que Dios prioriza. Y como sucede en el campo de batalla, el enemigo siempre intenta eliminar al líder. Si quieres que un equipo no llegue al Gran Tazón, solo debes dejar al mariscal de campo fuera de juego. ¿Cómo se gana al ajedrez? Poniendo al rey en jaque mate. Se ha declarado un acérrimo ataque contra ti como esposo y padre. Y por eso ahora, más que nunca, necesitamos hombres comprometidos que entiendan su propósito.

El invalorable propósito de la paternidad

Dios creó la paternidad con un propósito eterno: revelarse y representarse a sí mismo. No decidió llamarse Padre nuestro al darse cuenta de que los padres terrenales eran como Él. Al contrario, Él ha existido desde la eternidad como Dios el Padre en el cielo y, de manera intencional, creó el rol de la paternidad sobre la Tierra para revelar quién es y mostrarnos la naturaleza de la relación con Su Hijo.

Toda la paternidad proviene de Él (Efesios 3:14-15). Todo padre humano ha sido llamado a ser una diaria representación física de Dios para sus hijos, ha sido llamado a presentarlo a la generación siguiente. Cuando un niño mira a su padre terrenal, debería ser capaz de ver en él estas cualidades divinas:

• un amoroso Proveedor

• un fuerte Protector

• un Líder confiable

• una Autoridad respetable

• un íntimo Amigo

Esto afecta la manera de pensar del niño. «Si mi padre terrenal me ama y cuida de mí, entonces mi Padre celestial me ama y cuida de mí. Si mi padre dice la verdad, entonces Dios dice la verdad. Si mi padre daría su vida por mí, Dios daría su vida por mí». Por otro lado, si el padre terrenal de un niño es rudo o distante, ¿qué pensará cuando alguien le diga: «Dios es tu Padre»?

Por supuesto, como padres terrenales, somos inevitablemente imperfectos. Estamos muy lejos de ser como Dios. Y es parte de la naturaleza humana del niño juzgar lo que no puede ver en Dios a la luz de lo que puede ver en nosotros.

Esta generación no sabe cómo es la verdadera paternidad. Rara vez se ve representada en los medios o en el hogar. Y lamentablemente, el resultado es una generación que lucha profundamente por comprender cómo es realmente Dios.

Padre significa: «fundador, fuente, jefe o líder». El padre de una nación, de un invento, de una empresa o de un movimiento es aquel que ayudó en su creación. Como nuestro Padre celestial, Dios es la fuente de todas las cosas. En la Escritura, Dios el Padre es la primera Persona de la Trinidad. Cada vez que escuchas una descripción de la Deidad, siempre está Dios el Padre primero, luego el Hijo y después el Espíritu Santo. Jesús, el Hijo, sigue voluntariamente el liderazgo del Padre. Si estudias la vida de Jesucristo, descubrirás que siempre habla, hace y cumple la voluntad de Su Padre celestial. Como Hijo de Dios, vino a revelarnos al Padre. La Biblia dice que Jesús es la «plenitud» de la Deidad que habita en Él «corporalmente» (Colosenses 2:9, rvr60). Si deseas saber cómo es Dios, solo tienes que mirar a Jesús. Él representa al Padre a la perfección.

¿Cómo estás representando a tu Padre celestial ante tu hijo? Este es tu inestimable propósito.

Tanto las Escrituras como las estadísticas comunican claramente que no existe persona más influyente en la vida de un niño que su padre. Si bien las madres son valiosísimas, irreemplazables y extraordinariamente necesarias, no fueron diseñadas para ser hombres ni para cumplir el rol de un padre. Cuando la Biblia declara que «la gloria de los hijos son sus padres» (Proverbios 17:6), revela una dinámica importante de cómo Dios ha formado la mente y el corazón de los niños.

De ti descubren su identidad. Cuando tus hijos son pequeños, no saben quiénes son, qué es bueno o malo ni quién es Dios. No saben cómo vivir. Y naturalmente, acuden a sus papás en busca de respuestas a sus más grandes interrogantes: ¿Quién es Dios? ¿Soy amado? ¿Soy exitoso? ¿Tengo lo que hace falta? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Y si los padres no les enseñan a sus hijos la verdad sobre estas cuestiones, el mundo les enseñará sus mentiras.

De ti aprenden los valores. Los niños observan a sus padres para descubrir lo que es importante. Es tarea del padre cuidar que sus hijos no aprendan las lecciones de la vida de la manera difícil. Las palabras y las actitudes sabias refuerzan constantemente las más altas prioridades y las más profundas verdades de la vida. De modo que si él no está presente o si lo está pero no participa de la capacitación del niño ni de su liderazgo, sus hijos tomarán las decisiones más importantes de la vida sin contar con la única persona que más debería guiarlo y amarlo.

De ti descubren su valía. Cuando un niño tiene un padre que le dice: «Te amo, estoy orgulloso de ti, siempre estaré a tu lado y te apoyaré», eso cambia su vida para siempre. Los hijos que cuentan con sus padres rinden más en la escuela, tienen mejores habilidades sociales, mayor autoestima y es más probable que se aparten de la conducta delictiva.⁴ De igual modo, cuando una hija se mira al espejo, necesita escuchar la voz de su padre en su corazón recordándole que es hermosa y amada. En consecuencia, las niñas con padres presentes suelen sentirse más seguras, y son menos propensas a padecer desórdenes alimenticios, problemas de identidad o de iniciación sexual en la adolescencia.⁵ Sin embargo, en demasiadas familias no es esto lo que ocurre.

Necesitamos redescubrir la intención original de Dios para nuestros hogares. Las familias deberían ser refugios de amor y placer. Los hogares deberían ser espacios llenos de paz y de propósito. No obstante, los buenos hogares no son casuales. Son jardines que necesitan ser intencionalmente cultivados y cuidados. Un hombre debe permitir que la verdad, el amor y la sabia disciplina sean los ingredientes constantes de su paternidad. Debe sustentar con cuidado a su esposa, sus hijos y su propia actitud para que el matrimonio y la próxima generación puedan crecer y desarrollarse en su hogar.

Por eso necesitamos una Resolución innovadora, que cambie las reglas de juego.

Es lo que este tiempo necesita.

Es hora de que los hombres sean valientes

Nuestra generación necesita de manera urgente que se levanten hombres valientes. Necesitamos hombres que no se dejen influir por la cultura ni teman las críticas. Hombres decididos a liderar su familia a toda costa, que enseñen la pureza sexual a sus hijos para que no haya más niños que lleguen al mundo sin padres casados. Necesitamos hombres que se aferren a sus votos matrimoniales y clamen por la ayuda de Dios para amar a su esposa en vez de darse por vencidos en los momentos de dificultad.

Necesitamos hombres que se nieguen a sacrificar a su familia a costa de un ascenso en el trabajo. Hombres que no permitan que el esparcimiento consuma su tiempo e insensibilice su conciencia; que se manifiesten en contra

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