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El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 2
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Ebook82 pages1 hour

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 2

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El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra, segundo tomo. Este volumen contiene los capítulos I al VIII de la primera parte y un prólogo de Juan Gil-Albert.
LanguageEspañol
Release dateJan 23, 2018
ISBN9786071652904
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 2
Author

Miguel de Cervantes

Miguel de Cervantes was born on September 29, 1547, in Alcala de Henares, Spain. At twenty-three he enlisted in the Spanish militia and in 1571 fought against the Turks in the Battle of Lepanto, where a gunshot wound permanently crippled his left hand. He spent four more years at sea and then another five as a slave after being captured by Barbary pirates. Ransomed by his family, he returned to Madrid but his disability hampered him; it was in debtor's prison that he began to write Don Quixote. Cervantes wrote many other works, including poems and plays, but he remains best known as the author of Don Quixote. He died on April 23, 1616.

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    El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 2 - Miguel de Cervantes

    MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

    El ingenioso hidalgo

    Don Quijote de la Mancha

    2

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Primera edición FONDO 2000, 1999

    Primera edición electrónica, 2017

    Contiene los capítulos I al VIII de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Prólogo de Juan Gil-Albert, Aldonza Lorenzo, tomado de El Hijo Pródigo, núm. XIII, edición facsimilar del FCE, 1983.

    D. R. © 1999, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5290-4 (ePub)

    ISBN 978-607-16-5288-1 (ePub, obra completa)

    Hecho en México - Made in Mexico

    Por la manchega llanura

    se vuelve a ver la figura

    de Don Quijote pasar…

    va cargado de amargura…

    va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.

    Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura

    en horas de desaliento así te miro pasar…

    y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura

    y llévame a tu lugar;

    hazme un sitio en tu montura

    caballero derrotado,

    hazme un sitio en tu montura

    que yo también voy cargado

    de amargura

    y no puedo batallar.

    Ponme a la grupa contigo,

    caballero del honor,

    ponme a la grupa contigo

    y llévame a ser contigo

    pastor.

    Por la manchega llanura

    se vuelve a ver la figura

    de Don Qujote pasar…

    LEÓN FELIPE

    ÍNDICE

    PRÓLOGO. Juan Gil-Albert.

    CAP. I.—Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

    CAP. II.—Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote.

    CAP. III.—Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero.

    CAP. IV.—De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta.

    CAP. V.—Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero.

    CAP. VI.—Del donoso y grande escrutinio que el Cura y el Barbero hicieron en la librería de nuestro Ingenioso Hidalgo.

    CAP. VII.—De la segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de la Mancha.

    CAP. VIII.—Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás conocida aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.

    Plan de la obra.

    PRÓLOGO

    JUAN GIL-ALBERT

    Rara es en verdad la especie de enamorada que, a título distintivo y significativo si los hay, nos ha tocado en suerte a los españoles; una suerte que no sabemos hasta qué punto pueda serlo, pero que, como sucede con las imágenes religiosas, nos aprestamos a llevar procesionalmente sobre nuestros hombros luego de haberles dado vida instintiva en lo más recóndito de nuestro deseo. Es ella, como sabéis, Aldonza Lorenzo, la sin par Dulcinea del Toboso. E inmediatamente, los dos nombres se nos superponen o, más aún, se funden y evocan ese ser enigmático de claridad que los españoles entendemos tan bien, casi de una manera maquinal, pero que el resto de los hombres necesita desdoblar y superponer, para darse exacta cuenta del mecanismo psíquico capaz de engendrar la imagen famosa de tal principesca labradora. Y desmontado ese mecanismo, por muy sutil que lo entiendan, la sangre, naturalmente vivificadora, deja de circular por él, y el sentimiento entrañable que lo mueve queda paralizado, prestándose, eso sí, cuánto mejor, a los más exactos procedimientos inquisitoriales de la inteligencia.

    Creo que resulta aleccionador el que posemos momentáneamente nuestra mirada en otras imágenes femeninas que han encarnado en el arte y la literatura de sus pueblos, lo más puro y representativo de sus sentimientos, seres recreativos y sintéticos, a través de los cuales, sus enamorados, el alma de un país, nos revelan tanto como su historial, la modalidad de lo que buscan o el laberinto en que se hallan sumidas sus ilusiones. Criaturas astrales, en cuya luz titilante nos bañamos hoy aún, nostálgicos, ya en los linderos de otra época. ¿Quién no reconoce en sus nombres la excelsitud del amor y los símbolos de su gracia, Beatriz, Laura, Margarita, Julieta? ¿Quién no roza la sombra inmarcesible de Helena apenas intenta reproducir la seducción, el hechizo y las hecatombes que acompañan, como legado permanente, a la femenina belleza? Pues si dejamos caer junto a los suyos, en el grupo de esas radiantes criaturas amadas, el nuestro, el de nuestra Aldonza, veamos cómo algo sucede de extraño e inquietador, un desajuste, un como no poder estar allí, junto a los otros; un mundo distinto se nos revela y con él también la inquietud y extrañeza de lo nuestro, de nuestro sentir, de nuestra procedencia. Algunos, extranjeros en su mayoría, querrán explicarlo o explicárselo a sí mismos, a causa de ese humorcillo cervantesco que atraviesa sus páginas como el filo del aire y que envolviendo a la moza del Toboso en un salobre rosicler campero de villana condición, no la deja subir los peldaños sublimes por los que han ascendido las otras. Perdonémosles, por lo comprensible, la trivialidad de tal sugerencia. La verdad de que Aldonza Lorenzo choque en ese sereno grupo idealizado, es sobre todo y precisamente, ésa: el que ella, a través de tantas vicisitudes, y cambios, y catástrofes, y muertes y resurrecciones, sigue cerniendo el trigo con su cedazo, lo que quiere decir que, si no la mujer ideal, lo es, eso sí, pura, en su carne y huesos y por tanto la mujer viva y carnal de nuestros sueños. ¡Y qué sueño tan total, tan íntegro, tan sin engaño de lo que se sueña! ¡Qué sueño tan despierto, en el que nuestra Dulcinea ensarta perlas para una hipotética gargantilla de desposada, al tiempo en que los ojos la ven cumplir paciente su faena de princesa que cierne el trigo de nuestro posible amor conyugal! Realidad imperecedera y completa de los afanes humanos entre cuyas dos vertientes se afinca nuestra locura. ¿Quién es este enamorado tan falto de juicio, capaz de ceñir a una manchega zafia la real diadema amorosa de los españoles? Un español que siente como ellos la realidad patética de su sueño, tan verdadero, que todos lo entienden como propio. No hay mucho que pedir

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