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w w w . m e d i a c i o n e s .

n e t

Comunicación masiva:

discurso y poder

Introducción

Jesús Martín-Barbero

« Las preguntas son otras. Y son precisamente esas


preguntas las que, horadando el empirismo y la
seguridad que da la tautología, han puesto al
descubierto las trampas: la falsa autonomía de que se
dota a la problemática de la comunicación tanto en la
versión cibernética como en la culturalista; la falsa
eficacia desde la que se intenta explicar el subdesarrollo
por la falta de comunicación; la ilusión de igualdad, de
democracia, con que el esquema oficial envuelve las
relaciones emisor-receptor; y el escamoteo de las
condiciones de producción, es decir, de las condiciones
históricas de dominación. En últimas la trampa es sólo
una: la que supone el intento de explicar los procesos de
comunicación por fuera de los conflictos históricos que
los engendran los dinamizan y los cargan de sentido.»


La primera edición de esta obra (Ciespal, Quito, 1978) fue revisada y
corregida por el autor para la presente publicación en línea en 2009. Su
edición estuvo a cargo de María Villa.
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El lugar de partida

Este libro está hecho desde la práctica y las contradicciones


a partir de las cuales la problemática de la comunicación
masiva ha sido percibida, trabajada y enunciada por algu-
nos latinoamericanos que han tenido la audacia de alzarse
contra la pseudo explicación la inercia y el facilismo. Yo
venía de la filosofía y de pronto encontré en esa problemáti-
ca un “espacio” que a la vez la negaba y se ofrecía como un
concreto a pensar: la objetivación del sentido de un proceso
histórico, esto es, la práctica comunicativa como huella del
esquema global de dominación. El encuentro fue a la vez
con el acontecimiento y su lectura. Mejor dicho, fue la
reflexión, la lectura que unos pocos latinoamericanos co-
menzaban a hacer en los años sesenta de ese proceso, lo que
me posibilitó sentir y comprender el acontecimiento. Una
lectura bien particular porque, cercada, la reflexión crítica
latinoamericana oponía su provisionalidad y su impureza a
la pseudo madurez, la coherencia lógica y la pureza de la
teoría dominante; y su toma de posición a las proclamas de
neutralidad. Los textos que trabajan la ruptura son pocos
frente a la ingente cantidad de los otros, los que en forma
sofisticada o descarada traducen o simplemente cantan las
maravillas de la teoría oficial. La ruptura, es decir el recha-
zo y la búsqueda, da lugar a una escritura diferente: apa-
sionada, fragmentada; reflejo de la situación, la posición y
la urgencia. Algo que se hace al andar, mientras se marcha.

Comunicación masiva: discurso y poder. Introducción


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Porque si la reflexión no abre camino, obstaculiza, si no


abre brecha por donde avanzar, paraliza.

Partir de aquí significa empezar por contar, por narrar la


lucidez, la de esas pocas ideas-fuerza que han servido de
base para agrietar y empezar a desmontar el edificio desde
el que se vivía y se miraba, las que han posibilitado romper
las anteojeras y comenzar a ver, a extrañarse, a asombrarse,
a llamar a las cosas por su nombre. A comprender que las
teorías también tienen dueños y que, por tanto, hablan por
y trabajan para su amo. Moraleja: criticar la teoría domi-
nante es enfrentar aquello que racionaliza. Con todas las
consecuencias, empezando por esta impureza de que se
“carga” el trabajo teórico no como un añadido sino como
su entraña. El debate latinoamericano sobre la comunica-
ción masiva se ha puesto en eso, no tanto con la claridad de
su discurso, cuanto con la fuerza que le da la experiencia
histórica de la que emerge y la brutalidad del choque que
representa.

La otra cara es la imposibilidad de meter el acontecimien-


to en la estructura, en los esquemas del modelo oficial. Las
preguntas son otras. Y son precisamente esas preguntas las
que, horadando el empirismo y la seguridad que da la tauto-
logía, han puesto al descubierto las trampas: la falsa au-
tonomía de que se dota a la problemática de la comunica-
ción tanto en la versión cibernética como en la culturalista; la
falsa eficacia desde la que se intenta explicar el subdesarrollo
por la falta de comunicación; la ilusión de igualdad, de
democracia, con que el esquema oficial envuelve las rela-
ciones emisor-receptor; y el escamoteo de las condiciones
de producción, es decir, de las condiciones históricas de
dominación. En últimas la trampa es sólo una: la que supo-
ne el intento de explicar los procesos de comunicación por
fuera de los conflictos históricos que los engendran los di-
namizan y los cargan de sentido. Es evidente que la lucidez

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no ha estado en decir eso, sino en la forma como se ha


ligado al proceso de liberación: en decirlo desde el cerco y el
aplastamiento y desde el proyecto global en que se implica.
La originalidad no ha estado en las palabras sino en que
hablan. La teoría crítica que se ha ido esbozando no busca
competir con el mercado de las originalidades sino algo
muy distinto: denunciar y dar armas, despertar y trazar es-
trategias: que lo importante es no perder de vista el carácter
histórico y estructural de los procesos, que la dimensión
ideológica de los mensajes es únicamente legible desde
éstos, y que tanto esa dimensión como la trama mercantil
de los medios deben mirarse siempre articuladas a las condi-
ciones de producción de una existencia dominada.

Como toda teoría viva, la reflexión crítica latinoamerica-


na sobre la comunicación está atravesada por tensiones, por
contradicciones múltiples. Al no ser un juego de espejos
sino una práctica, su índice de verdad, su fuerza, no reside
tanto en su validez lógica como en su capacidad de cons-
truir lo real. Y las huellas que ese trabajo con lo real deja en
la reflexión, dan cuenta (en negativo) del esfuerzo por rom-
per el cerco y de la incidencia de las condiciones de pro-
ducción sobre el producto. Ello hace necesario indagar, tra-
tar de ver hasta qué punto la ruptura lo ha sido en efecto,
desde qué espacios y por qué mecanismos la teoría negada
sigue trabajando en su crítica, las complicidades que quizá
fueron ineludibles en un momento pero cuyo ocultamiento
lastra definitivamente el avance. Sin que ello signifique
colocarse por fuera o por encima de las tensiones que dina-
mizan el trabajo, sino que sea al contrario un esfuerzo por
desblocar, por desplazar algunos ejes, y por romper con
cierto esquematismo –técnica/ideología, base/superestruc-
tura, etc.– que tuvo su eficacia, pero que hoy puede estarse
convirtiendo en una forma de eludir el movimiento de la
historia; y un esfuerzo también por acallar la gritería de los
teóricos de la información y de los mass-mediólogos empi-

Comunicación masiva: discurso y poder. Introducción


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ristas y pragmáticos cuyo “ruido” nos está volviendo sordos


a la palabra que puja por abrirse camino desde el silencio de
los dominados.

Ese es el lugar de partida que traza y marca el sendero a


la búsqueda y al estilo de este libro, cuya introducción no
podía entonces preceder al relato del debate en que se gesta.
De ahí que sea entretejiéndose a él como se configura y
demarca mi propio esfuerzo, cuyo resumen aparece al final
del debate bajo el nombre de las nuevas preguntas. Sobre el
estilo, desear que ojala la pasión no emborrone demasiado
las páginas en las que estalla, pues serviría de excusa fácil a
los teóricos puros; y defender el esquema y el tono pedagógi-
co exigido por las condiciones tanto de producción como de
difusión.

Cali, noviembre de 1977.

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