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Sófocles, Antígona, 891-928

¡ oh tumba, oh cámara nupcial, oh habitáculo bajo tierra que me


guardará para siempre, a donde me dirijo al encuentro con los míos, a un
gran número de los cuales, muertos, ha recibido ya Perséfones! De ellos
yo desciendo la última y de la peor manera con mucho, sin que se haya
cumplido mi destino en la vida.

Sin embargo, al irme, alimento grandes esperanzas de llegar querida para


mi padre y querida también para tí, madre, y para tí, hermano, porque
cuando vosotros estéis muertos, yo con mis manos os lave y os dispuse
todo y os ofrecí las libaciones sobre la tumba. Y ahora, Polinices, por
ocultar tu cuerpo, consigo semejante trato. Pero yo te honré debidamente
en opinión de los sensatos. Pues nunca, ni aunque huera sido madre de
hijos, ni aunque mi esposo muerto se estuviera corrompiendo, hubiera
tomado sobre mí esta tarea en contra de la voluntad de los ciudadanos.

¿En virtud de que principio hablo así? Si un esposo se muere, otro podría
tener, y un hijo de otro hombre se hubiera perdido uno, pero cuando el
padre y la madre están ocultos en el Hades, no podría jamás nacer un
hermano. Y así, según este principio, te he distinguido yo entre todos con
mis honras, que parecieron a Creonte una falta y un terrible
atrevimiento, oh hermano.

Y ahora me lleva, tras cogerme en sus manos, sin lecho nupcial, sin canto
de bodas, sin haber tomado parte en el matrimonio ni en la crianza de
hijos, sino que, de este modo, abandonada por los amigos, infeliz, me
dirijo viva hacia lo sepulcros de los muertos. ¿Qué derecho de los dioses
he transgredido? ¿Por qué tengo yo, desventurada, que dirigir mi mirada
ya hacia los dioses? ¿A quién de los aliados me es posible apelar? porque
con mi piedad he adquirido fama de impía. Pues bien, si esto es lo que
está bien entre los dioses, después de sufrir, reconoceré que estoy
equivocada. Pero si son estos los que están errados, ¡que no padezcan
sufrimientos peores que los que ellos me infligen injustamente a mí!.

DEFINICIÓN DEL GÉNERO: El texto comentado pertenece al género de


la tragedia griega, cuyas características generales paso a comentar:

Este género dramático nace a finales del siglo VI y alcanzó su máximo


esplendor durante la democracia ateniense. El teatro cuenta con una clara
función social y cívica y sus representaciones se hallaban vinculadas a
festividades religiosas; las obras conservadas atestiguan la profundidad del
pensamiento griego sobre el ser humano. El teatro griego era esencialmente
pedagógico, movía a la reflexión sobre las grandes interrogantes que se
plantea el ser humano. Mediante la asistencia a la representación, el
espectador alcanza la catarsis, una fuerte de purificación de sus pasiones
negativas que le llevan a mejorar sus cualidades de ciudadanos.

Pese a partir de argumentos mitológicos, suelen tratar de temas serios que


suelen centrarse en la lucha del hombre contra su destino. Los protagonistas
son héroes o personajes nobles, con lenguaje solemne propio de su condición
social.

La época de mayor esplendor de la tragedia griega tuvo lugar en el siglo V,


durante la democracia ateniense. El coro cumple una función primordial en
este género, comentando las peripecias de los protagonistas, dándoles réplicas
y afianzando las ideas centrales de la obra.

AUTOR: Sófocles (495-406 A.c), es el más clásico de sus dos coetáneos,


Esquilo y Eurípides. Lleva la tragedia a la perfección artística; introduce
modificaciones consistentes en el aumento de dos a tres el número de
personajes, añade más acción a las tramas y potencia la decoración y la
indumentaria de los actores. Sus personajes, pese a hallarse idealizados,
resultan más humanos que los de Esquilo. Se conservan siete obras completas
de Sófocles: Ayax, Antígona, Edipo Rey, Las Traquinias, Electra, Filoctetes y
Edipo en Colono. Frente al lenguaje solemne que en general caracterizan a los
personajes de la tragedia, los héroes de Sófocles, sin ser vulgares, son
inteligibles y se acercan al gran público de la época. Maestro de los diálogos,
en los que alcanza la perfección de la verosimilitud. Sus personajes, como
Antígona, son seres que, en el cumplimiento de su deber y en las obligaciones
de su conciencia, se resisten a la fuerza del destino. En Antígona, como en
otras tragedias, Sófocles apuesta por la coherencia del poder democrático
frente a las tiranías que se opone a la Justicia y a las leyes eternas.

COMENTARIO: Estamos ante una última intervención de la obra Antígona; es


apreciable que se trata de una especie de monólogo del que sólo participa
Antígona; no hay coros ni otros personajes que formulen preguntas ni
respondan a las cuestiones que enuncia la protagonista; es esta última la que
reflexiona y se lamenta, pese a aceptar su destino.
En el primer párrafo, mediante un lenguaje elevado, hace un “llamamiento a la
muerte”, (¡oh tumba, oh cámara nupcial, oh habitáculo que me guadará para
siempre...), aceptándola y resignándose a ella.

En el siguiente párrafo realiza una crítica a los fundamentos de su condena


(impuesta por Creonte); evoca el pasado y se sirve del siguiente ejemplo: ella
dio sepultura a su madre y a su padre (...”alimento grandes esperanzas de
llegar querida también para ti, madre y para ti, hermano, porque cuando
vosotros estabais muertos, yo con mis manos os lavé y os dispuse todo y os
ofrecí las libaciones sobre la tumba”...); de este modo, da a entender que todos
los humanos son dignos de dicho acto, y se ufana por haber honrado
debidamente a su hermano Polinices, a pesar de que, por ello, sea condenada a
muerte (“Y ahora, Polinices, por ocultar tu cuerpo, consigo semejante trato.
Pero yo te honré debidamente en opinión de los sensatos”).

En el tercer párrafo, Antígona hace evidente y vuelve a reivindicar su orgullo


por haberle dado sepultura a su hermano; una vez más, evoca el pasado y
expone que otro hermano, nacido de su padre y de su madre, ya jamás podría
tener (estos últimos, ya muertos, están en el Hades); éste es otro argumento
más del que Antígona se sirve para anteponer el derecho natural a la defensa
de la legalidad civil en la que está obstinado Creonte. (...”Si un esposo muere,
otro podría tener, y un hijo de otro hombre, si hubiera perdido uno, pero
cuando el padre y la madre están ocultos en el Hades, no podría jamás nacer
un hermano”.)

En las primeras líneas del último párrafo, su anterior tono, elevado y seguro,
se reduce levemente a una cierta resignación y a un sentimiento de tristeza;
parece como si la protagonista tomara conciencia, ya más claramente, de que
va a morir y no va a poder vivir aquellas cosas que desearía (“Y ahora me
lleva, tras cogerme de sus manos, sin lecho nupcial, sin canto de bodas, sin
haber tomado parte en el matrimonio ni en la crianza de hijos, sino que, de
este modo, abandonada por los amigos, infeliz, me dirijo viva hacia los
sepulcros de los muertos”); pero en la últimas líneas de éste, hay de nuevo una
recuperación de la seguridad, acompañada de un lenguaje claro y emotivo;
Antígona toma una actitud humilde y, afirma que, si está equivocada, lo
reconocerá; pero, de ser al contrario, exige igual castigo a aquellos que la
condenaron por impía.(...”Si esto es lo que está bien entre los dioses, después
de sufrir, reconoceré que estoy equivocada. Pero si son estos los que están
errados, ¡que no padezcan sufrimientos peores que los que ellos me infligen
injustamente a mí!”).

TEMA: El canto final de Antígona asumiendo la pena de muerte impuesta por


Creonte, en cuanto la protagonista entiende que las leyes eternas y las
obligaciones familiares son prevalentes sobre el derecho creado por los
hombres.

RESUMEN: Es el momento en el que Antígona, privada de celebrar su


matrimonio con Hemón, hijo de Creonte, se despide de la vida y está próxima
a reunirse con sus familiares ya muertos. Por cumplir con los principios de un
Derecho natural (que demanda dar sepultura a los muertos) afronta su
renuncia a la vida y a cualquier promesa de futuro.

ESTRUCTURA: Dentro de las tres partes clásicas de la tragedia (Prólogo,


Episodio y Éxodo) nos encontraríamos en un Episodio, ya que trata del canto
final de Antígona, despidiéndose de la vida. La técnica narrativa comparte las
características generales de la tragedia, si bien, se diferencia en cuanto a que
el lenguaje de Antígona, sin perder solemnidad, no deja de ser un lenguaje
comprensible y cercano para el espectador, circunstancia que facilita la
identificación del público con el protagonista.

OPINIÓN PERSONAL: La obra de Sófocles, Antígona, representa una


magistral defensa del derecho natural y de su prevalencia sobre cualquier
derecho positivo. A través del diálogo de Antígona con Creonte, Sófocles
sienta el precedente de que las normas humanas tienen unos límites; estos
límites hay que buscarlos en la existencia de unas leyes inmutables, eternas,
anteriores a la primera norma escrita a la que ésta necesariamente debe
ajustarse. La dignidad de la persona obliga a desobedecer cualquier ley de los
hombres, por muy reyes que sean, que pugne con aquellas otras leyes que
están ahí, desde el principio de los tiempos (“pues no son de hoy ni ayer sino
que siempre han estado en vigor y nadie sabe cuando aparecieron”).

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