Entre los años veinte y treinta Vallejo envió regularmente sus crónicas a la prensa hispanoamericana, en especial la peruana. Lujo de lectores que pudieron conocer inmediatamente lo que este testigo de excepción observaba en la vida de esos agitados años europeos entre las dos guerras. Vallejo habla lo mismo del cine que del arte cubista, del surrealismo que de la vanguardia musical, de los falsos nuevos poetas viciados por la retórica de la novelería, del verdadero nuevo teatro, al igual que de la política, mostrando, como pocos, una gran independencia de criterios propios y sólidos para abordar sin desméritos las conflictivas relaciones entre la estética y la ética. Vallejo veía en la animación y locura de las modas y las formas una especie de movimiento cinematográfico muy del siglo XX. Esta breve antología de sus crónicas es una renovada ocasión para volver al contacto con la enérgica escritura del poeta.
Entre los años veinte y treinta Vallejo envió regularmente sus crónicas a la prensa hispanoamericana, en especial la peruana. Lujo de lectores que pudieron conocer inmediatamente lo que este testigo de excepción observaba en la vida de esos agitados años europeos entre las dos guerras. Vallejo habla lo mismo del cine que del arte cubista, del surrealismo que de la vanguardia musical, de los falsos nuevos poetas viciados por la retórica de la novelería, del verdadero nuevo teatro, al igual que de la política, mostrando, como pocos, una gran independencia de criterios propios y sólidos para abordar sin desméritos las conflictivas relaciones entre la estética y la ética. Vallejo veía en la animación y locura de las modas y las formas una especie de movimiento cinematográfico muy del siglo XX. Esta breve antología de sus crónicas es una renovada ocasión para volver al contacto con la enérgica escritura del poeta.
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Entre los años veinte y treinta Vallejo envió regularmente sus crónicas a la prensa hispanoamericana, en especial la peruana. Lujo de lectores que pudieron conocer inmediatamente lo que este testigo de excepción observaba en la vida de esos agitados años europeos entre las dos guerras. Vallejo habla lo mismo del cine que del arte cubista, del surrealismo que de la vanguardia musical, de los falsos nuevos poetas viciados por la retórica de la novelería, del verdadero nuevo teatro, al igual que de la política, mostrando, como pocos, una gran independencia de criterios propios y sólidos para abordar sin desméritos las conflictivas relaciones entre la estética y la ética. Vallejo veía en la animación y locura de las modas y las formas una especie de movimiento cinematográfico muy del siglo XX. Esta breve antología de sus crónicas es una renovada ocasión para volver al contacto con la enérgica escritura del poeta.
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ANOTACIONES
(A manera de prélogo)
“Por delicadeza he perdido mi vida”
RIMBAUD
Si bien la poesia representd para César Va-
lejo “los nimeros del alma” (segtin se desprende
de una carta a su amigo Antenor Orrego), su pro-
sa, y en este caso las crénicas aparecidas entre
1915 y 1938, representaron alternativamente, aca-
so, con el resto de su obra narrativa, un algebra de
las ideas, es decir, un desideratum en el que el
tacto escribe, el oido selecciona y el espiritu orga-
niza el corpus de las ideas con recurrencia interior,
perspectiva deductora y aquella rigurosidad cues-
tionante que, no por casualidad, se pusiera de ma-
nifiesto en su obra poética. En una palabra, en un
concierto y en un desconcierto a la vez, que sinte-
tiza para el observador una lucidez penetrante.
Podria decirse que Vallejo se redescubre en
sus cronicas con un temperamento incisivo acorde
a su pensamiento critico, que de alguna manera
va a traslucirse en obras de diversa indole que,
también, escribiera por aquellos afios (Contra el
secreto profesional, tal vez aludiendo a la obra
del poeta Jean Cocteau, El arte y la Revolucion,
aparecido afios después de su muerte, etcétera),
incorporando, de una vez por todas, una corres-
pondencia y un sentido de anilisis en torno a la
vigencia estética y al valor de la poesia en si como
género cotidiano en la época moderna. “Mis vo-
tos son siempre por la sensibilidad”, dice, sinteti-
zando su credo en un articulo suyo aparecido en
Mundial en enero de 1926.
Un antecedente brillante del autor de Trilce
es el que habia iniciado ya con un célebre —aun-
que para muchos tempranamente realizado— es-
5tudio sobre “El romanticismo en la poesia caste-
Ilana”, publicado como tesis para optar al grado
de Bachiller en la Facultad de Filosofia y Letras en
la ciudad peruana de Trujillo en 1915. De alli que
aquella organizacién textual, pienso, evidencia ya
fuera de toda duda la fibra de un escritor al que le
Preocupa tanto el oficio en el camino de las letras
como las circunstancias de compenetracién con las
mismas, en una consustanciacién de “caos primi-
genio” que prevalecera durante toda su existencia.
En tanto que la escritura cobra en el cro-
nista, una vez en Europa, un tono y una afir-
macién correspondidos por una sensibilidad so-
brecogedora por lo reflexiva y reflexiva por lo
sobrecogedora. Algunos de esos conceptos llega a
desarrollarlos tardiamente en “La responsabilidad
del escritor”, sin agotar el tema (Revista E/ Mono
Azul, N° 4, Madrid, 1939).
De modo que aquella escritura, ahora evaluada
a través del tiempo de “jornada entera” a la que se
habia entregado, llega a cumplir la funcién de un
lenguaje de serena introspeccién ante los aconteci-
mientos de orden internacional que, con mayor ri-
gor, deberia Ilamarseles notas de pensamiento por
la importancia que, como “crénicas”, han ido to-
mando a medida que pasan los afios. Y en este
sentido, el poeta es un intelectual de hondura que
concibe Ja actitud de informar més allé del sentido
periodistico, en efecto, al elaborar y reelaborar el
texto en una conciencia de la verdad en toda su
dimensién. Asi, por ejemplo, argumenté sobre el
proceso del fascismo en “Un millén de palabras
pacifistas” (1927) y de la misma forma analizé la
situacién de su pais en la nota “;Qué pasa en el
Peri?”, aparecida en Germinal en junio de 1933.
En resumidas cuentas, en la década de los
treinta, la situacién en Espafia habia Ilegado a un
punto tal de agravamiento por la situacién interna,
que se precipitaba patéticamente en la Guerra Ci-
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