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MALDITO APNDICE

El cirujano, despus de hurgar un buen rato en el abdomen del paciente, al que estaba operando de apendicitis, se dio por vencido. Despus de limpiarse los guantes de goma en su bata blanca, se puso a darle cachetitos en las mejillas para despertarle de la anestesia. - Qu ocurre? - se sobresalt el paciente abriendo los ojos -. - Perdone que le moleste!. Podra indicarme dnde tiene usted el apndice?. - Y me despierta para preguntarme esa bobada? - se indign el enfermo bostezando-. A lo que respondi el cirujano enfadado: - Para eso le despierto!, porque lleva un cuarto de hora buscndolo y no doy con l. - Caray!, pues no s decirle con exactitud, gru el paciente entornando los prpados para no desvelarse. Supongo que lo tendr como todo el mundo: en la tripa. - En la tripa! - remed el cirujano -. Como si la tripa fuese un bolsillo! - Mire doctor, lo que quiero es seguir durmiendo y que acabe de operarme. - Para eso tendra que encontrar su maldito apndice. Y si usted no me dice dnde lo ha escondido... - Cmo quiere que me acuerde? - contest el enfermo, incorporndose ligeramente de la cama de operaciones -. Uno no puede acordarse dnde tiene cada vscera. - Pues a mi, pln - se plant el cirujano, cruzndose de brazos -. Si no me ayuda peor para usted. - Espere - hizo memoria el paciente -. Ha mirado en el intestino grueso? - Pues claro - se ofendi el cirujano -. Cree usted que me chupo el bistur? Lo he recorrido de cabo a rabo. -Yo jurara que siempre lo tuve all, se extra el pachucho. Quiz se haya cado debajo del hgado. - Tampoco. Debajo del hgado slo encontr unas virutas de cirrosis. - Aqu est ese picaruelo!, exclam el operador apresando con una pinza el organillo perseguido, que se contorneaba como una lagartija.

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