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Amor, perversión y muerte: el vampirismo sin vampiros de Quiroga y

Poe

Colegio Paideia

Alumno: Federico Romero

Tutor/a: Soledad Quereilhac

Año: 2004
Índice

Introducción…………………………………………………...2

Variaciones sobre el Vampirismo…………………………… 2

El Vampirismo sin Vampiros de Poe y Quiroga…………… 5

Poe y los vampiros “invisibles”……………………………… 9

Quiroga y el terror del vampirismo posible…………………14

Conclusiones…………………………………………………. 21

1
Vampirismo

Sería casi imposible tratar de calcular a partir de qué momento el vampirismo


pasó a ser un elemento fundamental de las leyendas folclóricas europeas. Sin
demasiadas variaciones, las leyendas siempre muestran a los vampiros como seres
jóvenes y hermosos en apariencia, seductores, con un aire que emana sexualidad y con
una presencia inquietante. En un principio, la creencia popular anterior al vampirismo
hablaba de muerto vivos. Muertos que gozaban de una vida opulenta después de la
muerte, en sus tumbas, que eran grandes castillos con habitaciones, siendo conocido
esto como necrópolis: una ciudad de muertos.
Es casi un denominador común para cualquier historia sobre vampiros que se
trate de nobles o de hombres (o mujeres, en la minoría de los casos) con gran poder
económico y de gran influencia; cualquier tipo de característica que lo haga una persona
importante en el mundo mortal y muy intimidatorio. Los vampiros son seres que fueron
creados por otros o aparecieron por sí solos (cuando son creados se llama “sire” en
inglés al vampiro que crea a otro –siempre se transforma a un humano- y también es
utilizado como sustantivo, una forma de llamar al vampiro creador. En su forma verbal
se podría traducir como “engendro”, pero esto no sería del todo correcto, ya que al
usarlo en forma de sustantivo se lo usa para el vampiro “padre”, mientras que sería más
correcto denominar como “engendro” al vampiro hijo), pero siempre está presente la
necesidad de alimentarse de sangre y la imposibilidad de tener contacto con la luz solar.
La necesidad de alimentarse de sangre no pretende simplemente enunciar que beben
sangre sin ningún motivo, sin ningún significado. En la Europa medieval y pre-
iluminista se consideraba a la sangre como el lugar en el que se concentraba la vida
misma, la sede del alma. Es por eso que los vampiros requerían de ella para continuar
existiendo. Los vampiros pueden vivir para siempre, manteniéndose jóvenes y
hermosos, únicamente alimentándose de la vida de otros para permitir la prolongación
de su “no-vida” (se utiliza el término “no-vida” debido a que en las leyendas inglesas se
solía nombrar a los vampiros como Undead, siendo “no-muertos” la traducción más
apropiada).
Los vampiros representan una paradoja en todo sentido. En el exterior parecen
mostrarse como seres distinguidos, hermosos, poderosos; casi una versión
perfeccionada de los humanos comunes. Pero por otra parte, deben ocultarse de algo tan
cotidiano para los hombres como el sol, deben alimentarse de la vida de otros para

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mantener su grandeza, y son vulnerables a objetos comunes (hasta cierto punto) como
los crucifijos.
No sólo poseen todas las características atractivas anteriormente nombradas,
sino que también reciben gran poder junto con su inmortalidad, poderes sobrenaturales.
Los más comunes suelen ser la capacidad de convertirse en murciélago (o en lobo o en
niebla, en algunos casos), y el más común suele ser su influencia sobrenatural sobre
otras personas. A pesar de lo que pueda mostrar su aspecto, los vampiros son muertos
en vida. Se pueden hacer varias observaciones con respecto a esto. Dentro de las
leyendas vampíricas suele haber siempre un fuerte componente religioso, siendo muy
común en estas leyendas que los vampiros sean casi tan vulnerables a cruces, agua
bendita y otros objetos como al fuego y al sol mismo. Los vampiros son considerados
criaturas demoníacas que viven a expensas de los inocentes, y se pueden extraer varias
interpretaciones religiosas con respecto a esto.
La iglesia siempre ha dicho que el diablo se presenta ante los mortales con una
imagen amable y hermosa, llamativa y que ofrecerá tesoros a aquellos que estén
dispuestos a aceptar sus tratos. Podría considerarse demonios a los vampiros, debido a
que cumplen con la característica de embelezar a sus víctimas para lograr alimentarse.
Otra idea religiosa relacionada a la naturaleza demoníaca de los vampiros es el
hecho de que vivan de noche, el tiempo del día durante el cual se cometen los pecados,
en especial la lujuria (muy presente en los vampiros, ya que su alimentación suele estar
relacionada con lo sexual), y la luz del día, la purificación que el sol trae para lavar los
pecados de la noche, destruye a estos seres, lo que transmite un mensaje con una notable
carga moralista. Además, otro factor importante para analizar es la idea del súcubo o
íncubo. El súcubo es una clase de demonio particular que se aloja en cuerpos humanos,
y que logra, de este modo, tener la misma apariencia del cuerpo que lo aloja aunque sea
totalmente distinto en su interior. No solo este concepto, sino estos mismos términos
han sido utilizados para definir al vampiro: un demonio muerto que tiene la misma
apariencia que cuando estaba vivo, pero que ahora es algo más. Esta idea plantea el
problema del doble dentro del vampirismo popular.
Se suma a este problema la existencia de los hombres lobo. En las creencias
populares, los licántropos funcionaban como los criados de los vampiros, que los
cuidaban durante su sueño de día (y a veces durante la noche). La idea del doble aparece
aquí una vez más al ser el mismo licántropo un hombre que se convierte en algo más
cuando ve la luna llena, de la misma manera que el vampiro se convierte en un

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demonio luego de su muerte (además de sus habilidades para transformarse en otras
criaturas, incluyendo otros humanos en función de engañar a sus víctimas).
Sin embargo, ha habido narraciones en las cuáles los vampiros experimentaron
emociones humanas, como el amor. Las variaciones en cuanto a estas leyendas
comienzan a aparecer con los relatos escritos.
Cuando se habla de vampiros, la novela “Drácula”, de Bram Stoker es
considerada la “opera prima” de estos relatos. Esta obra mostraba al vampiro tal y como
se lo retrataba en los relatos originarios de Europa Oriental, pero no pasó mucho tiempo
hasta que la idea de vampiro fuera mutando, y es fundamental nombrar a esta obra al
tratar la idea del vampiro enamorado. La llegada del romanticismo trajo consigo nuevos
tipos de relatos, y más de los viejos. El holandés Gérad Van Swieten, profesor de la
Universidad de Viena y médico personal de la emperatriz María Teresa, escribió el
"Informe médico sobre los vampiros" en 1725. Johann Wolfgang Von Goethe escribió
en 1797, la balada titulada "La novia de Corinto". En "El Vampiro", Polidori creó a
Lord Ruthven, un vampiro aristocrático, enigmático y de gran éxito con las mujeres,
aunque en un principio el afamado Lord Byron se hubiera tomado crédito por este
relato. En 1840, James Malcom Rymer se inclina para el lado demoníaco de los
vampiros con "Varney The Vampire or The Feast of Blood" (Varney el Vampiro o el
Festín de Sangre), donde el vampiro Francis Varney se divierte de forma enfermiza en
medio de una ambiente repleto de sangre, gritos y muerte creado por él mismo. Charles
Baudelaire escribió en el año 1857 el poema titulado “La metamorfosis del vampiro”.
Por su parte, Joseph Sheridan LeFanu con "Carmilla", una novela corta con marcado
carácter gótico escrita en 1872, fue una de las fuentes del Drácula de Stoker. La
vampiresa Carmilla acosará a la joven dama que le dio alojamiento en su castillo,
configurando una curiosa historia de amor lésbico, donde lo que se insinúa resulta
mucho más inquietante que lo que se dice, un recurso muy utilizado en el género, al
igual que la idea distorsionada o perversa de erotismo o amor. Guy de Maupassant, en
"Le Horla" (1887), creó un vampiro invisible que cuando se manifiesta es una masa
informe que bebe la vida de los seres humanos, y Edgar Allan Poe generó un
vampirismo aún más implícito en “Berenice” y en “El Retrato Oval”. Incluso Sir Arthur
Conan Doyle, reconocido por crear al famoso personaje Sherlock Holmes, se aventuró

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al “nuevo” vampirismo con “El Parásito”. Entre estos autores se encuentra también
Lovecraft como uno de los más fundamentales del género.1
Ya a fines del siglo XX aparece Anne Rice con su serie de libros que presentan a
los vampiros desde un punto de vista más humano, pero sin dejar de volver a los relatos
clásicos.

Conclusiones

Luego del análisis de los cuentos de ambos autores, la similitud entre ambos
resulta casi irrefutable, sobre todo teniendo en cuenta la confesada admiración que
Quiroga sentía por el autor norteamericano. Sin embargo, las diferencias antes
planteadas son de igual o mayo importancia que las similitudes.
Ambos autores mostraban en casi todos sus relatos (incluso en aquellos no-
vampíricos) una concepción del amor casi opuesta a la del romanticismo. El amor es
una fuente de dolor y sufrimiento, que generalmente termina en la muerte. Eran muy
comunes en sus relatos las relaciones prohibidas, como entre Berenice y su primo Egaus
(en “Berenice” de Poe), una relación de incesto, o la que hay entre uno de los narradores
y Berenice en “La Llama”, de Quiroga. Las relaciones amorosas son perversas y
dolorosas de por sí, y es por eso que la pedofilia o el incesto son elementos comunes en
sus historias de amor.
Las historias de amor nunca tienen un desenlace feliz, y suelen estar condenadas
al fracaso desde el comienzo. El vampirismo clásico podría ser un tipo de relato
adecuado para ambos autores, ya que también son una forma trastornada de amor, en la
que uno funciona como parásito del otro, absorbiendo su vida. Se habla de las
relaciones vampíricas como amorosas porque estas no serían posibles sin la dominación
del vampiro sobre su víctima, ya que esta produce el deseo de ésta hacia el vampiro. Es
en este aspecto donde reside lo enfermizo del amor, ya que la víctima siente deseo como
producto de la dominación, y esto logra que se entregue a los deseos del vampiro
“voluntariamente” (aunque esa voluntad es producto de la dominación), aunque esa
entrega signifique su muerte.

1
Información extraída de la página web http://www.bibliotecaoscura.com.

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Todos estos elementos presentes en los cuentos de ambos autores podrían
lograrse mediante un cuento clásico de vampiros, pero el vampirismo sin vampiros
funciona aún mejor. El que no haya un vampiro clásico o presente permite una idea aún
más retorcida, ya que todos los sentimientos trastornado anteriormente no tienen un
receptor concreto o normal. Como Alicia se rehúsa a que le quiten su almohadón en “El
almohadón de plumas”, o como el narrador se ve totalmente cautivado por el retrato de
la joven en “El retrato oval”.
El vampirismo clásico significaría que la víctima sienta todas esas emociones
distorsionadas hacia un vampiro, un ser humano en apariencia y bastante cercano a uno.
Al ser el vampiro reducido a una simple relación similar al vampirismo, a un objeto o
desplazado de cierta forma a algo más permite que el amor sea aún más perverso, ya
que el objeto de amor no es una persona, sino un objeto inusual, o algo aún más
implícito.
Además, el vampirismo implícito no solamente ayuda a ambos autores a
expresar sus concepciones similares del amor, sino que también resulta útil para los
diferentes procedimientos de terror que ambos utilizan. Al no haber un vampiro
concreto, Poe logra crear el miedo de la incertidumbre en el lector, no pudiendo
especificar que es lo que lo atemoriza, ese “algo” termina siendo sobrenatural. Esto
sucede tanto en “El retrato oval” como en “Berenice”, ya que el vampirismo es
desplazado a cosas como el arte, o ciertas características de Berenice que enloquecen a
su primo. En cambio, Quiroga prefiere asustar, como se dijo al principio del trabajo, con
la explicación científica y realista que produce la sensación de que puede suceder algo
así. Al no haber un vampiro clásico, como en “El almohadón de plumas” o “El
Vampiro”, Quiroga puede explicar de manera casi científica porque los elementos que
reemplazan a ese personaje existen, creando el miedo a que esos eventos sucedan en la
vida real.
Se debe tener en cuenta que en el único texto en que Quiroga no realiza este tipo
de explicaciones es en “La Llama”, pero este texto es un claro homenaje o una
referencia a Poe (los nombres de los personajes, el arte como vampiro, la locación
geográfica, etc.), de modo que se puede interpretar que también decide emular sus
finales inconclusos con aire sobrenatural.

Bibliografía

6
Baudelaire, Charles. “Edgar Poe, su vida y sus obras”, en Edgar Allan Poe Madrid:
Visor, 1988
Clantz, Margo, “Poe en Quiroga”. En Angel, Flores (comp.). Aproximaciones a
Quiroga, Caracas: Monte Ávila, 1976.
Jackson, Rosemary, Fantasy: literatura y subversión, Buenos Aires, Catálogos, 1986.
Poe, Edgar, “Filosofía de la composición”, en Ensayos y Críticas, Madrid, Alianza,
1973.
Poe, Edgar Allan, “El retrato oval”, en La carta robada y otros cuentos, Barcelona,
Astri S.A., 2000.
Poe, Edgar Allan, “Berenice”, en Vampiria, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2002.
Quiroga, Horacio. “El almohadón de plumas”, en Todos los cuentos, Madrid, ALLCA
XX - Unesco - Fondo de Cultura Económica, 1993. Edición de Jorge Lafforgue
y Napoleón Baccino Ponce de León, Tomo 1.
Quiroga, Horacio. “El Vampiro”, en Todos los cuentos, Madrid, ALLCA XX - Unesco -
Fondo de Cultura Económica, 1993. Edición de Jorge Lafforgue y Napoleón
Baccino Ponce de León, Tomo 2.
Quiroga, Horacio. “La Llama”, en Todos los cuentos, Madrid, ALLCA XX - Unesco -
Fondo de Cultura Económica, 1993. Edición de Jorge Lafforgue y Napoleón
Baccino Ponce de León, Tomo 1.
http://www.bibliotecaoscura.com

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