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En 1954 accedió al gobierno, mediante un golpe militar, el general Alfredo

Stroessner, figura que centraría la vida política del país por varias décadas.
Afiliado al partido colorado, Stroessner prolongó su gobierno claramente
dictatorial, encarcelando y desterrando a sus principales opositores, y a través de
sucesivas elecciones perfectamente digitadas que le dieron cierta fachada
democrática aunque poco creíble.
Stroessner se alineó con el famoso Plan Cóndor de los gobiernos totalitarios de
Sudamérica, que produjo miles de víctimas, especialmente entre las décadas del
70 y 80, bajo los dictados de la Doctrina de la Seguridad Nacional promovida por
los Estados Unidos.
Durante el gobierno de Stroessner se realizaron algunas importantes obras como
la construcción de la Represa de Itaipú, cuyos beneficios no equilibraron, sin
embargo, en opinión prácticamente unánime de los estudiosos de la época, el
saldo negativo de este régimen.
El golpe militar del 3 de febrero de 1989, encabezado por el general Andrés
Rodríguez, consuegro del general Stroessner, cerró una de las más largas y duras
dictaduras de América Latina, que se mantuvo durante 35 años.
HISTORIA
En 1954, con el apoyo del gobierno de EE.UU., un golpe de estado instaló en
Paraguay una de las dictaduras más prolongadas d historia del continente,
organizada en torno de la figura del general Alfredo Stroessner con la finalidad de
"mantener el orden". Dado el interés en revestir legalmente dicho acto, la Junta de
Gobierno del Partido Colorado, en su sesión del 5 al 8 de mayo, resolvió la
necesidad de informar al entonces Presidente de la República, Federico Chaves,
de la necesidad y conveniencia de presentar su renuncia (lo cual efectuó),
designar al General Stroessner como candidato del partido para el periodo
constitucional restante (1953-1958), y establecer el 15 de agosto como fecha de
asunción del cargo por parte del nuevo Presidente. En esta fecha, la Asamblea
Nacional, compuesta sólo por colorados, aceptó por unanimidad el nombramiento,
y Stroessner asumió formalmente la Presidencia. El 9 de febrero de 1958,
respaldado por el Partido Colorado y como candidato único, volvió a ser elegido
presidente constitucional.
En 1959, Stroessner disolvió la Cámara de Representantes, compuesta solamente
por colorados, y convocó elecciones generales. A partir de 1962 y hasta 1989 el
sistema pasó a ser de pluralismo restringido. En 1967, el General-Presidente
convocó una Convención Nacional para crear una nueva Constitución, permitiendo
a los partidos febrerista y liberal formar parte de dicha convención. En 1963,
Stroessner juró su tercer mandato. En 1968 se produjo la reelección de
Stroessner, que juró su cuarto mandato el 16 de agosto. El sistema electoral
vigente en las elecciones del 63 era el de mayoría con prima, consistente en la
adjudicación de 2/3 de los escaños al partido que hubiese ganado la mayoría
simple de votos. En 1977 fue necesario hacer una enmienda a la Constitución
para poder reelegir al presidente sucesivamente y de forma vitalicia. En 1983 se
celebraron elecciones generales, saldadas con un nuevo triunfo de Stroessner,
que fue reelegido con el 90% de los votos.
A lo largo de 1986, y en los primeros meses de 1987, los componentes del ala
radical del Partido Colorado se manifestaron varias veces como partidarios de que
el general Stroessner, con sus setenta y tres años, se presentara otra vez para un
nuevo mandato presidencial, que se iniciaría en 1988. Otra rama del partido
propuso la candidatura de su hijo Gustavo, de cuarenta y dos años, teniente
coronel del Ejército del Aire. El 14 de febrero de 1988, el general Stroessner fue
nuevamente reelegido, por séptima vez.
La clave del éxito del General Presidente fue la conformación, ya intentada por sus
antecesores militares (Franco, Estigarribia, Morínigo), de crear un estrecho vínculo
de poder entre la Asociación Nacional Republicana, las Fuerzas Armadas y el
Gobierno, quedando el general como eje de ese triángulo: Jefe del Ejecutivo,
Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Presidente Honorario del Partido
Colorado. Durante todo su mandato, Stroessner fue eliminando, tanto en las
Fuerzas Armadas como en el Partido Colorado, toda posible oposición a su
persona. El país entró en un periodo en el que la prebenda y el clientelismo eran
cotidianos.
El desarrollo económico se centró principalmente en la modernización de las
infraestructuras, para lo cual se pusieron en marcha obras colosales e
innecesarias, que dejaban un margen de ganancia personal muy elevado (la presa
de Itaipú); en la venta de tierras a extranjeros para mantener el modelo agro-
exportador, y en la ampliación del sector financiero en detrimento del industrial. En
el orden social, las consecuencias de la dictadura fueron especialmente graves: el
empobrecimiento campesino, la progresiva creación de focos marginales en
centros urbanos, la alarmante destrucción del medio ambiente y una fuerte
represión social y política.
Una economía agrícola
En la década de 1950, según los censos del periodo, más del 6 de la población
paraguaya estaba compuesta por peones rurales campesinos, mientras que sólo
1.500 propietarios eran los dueños del 85% de las tierras cultivables. Por su parte,
la industria paraguaya era casi inexistente, y sólo se elaboraban algunos bienes
derivados de la producción agropecuaria.
Por el desarrollo del sistema fluvial y porque el 90% del comercio exterior se
realizaba a través de los ríos, el Estado no había nececitado construir una red de
ferrocarriles o de caminos, como en otros países de América Latina.
La dictadura de Stroessner no intentó modificar esta situación; Durante su
vigencia, no llevó adelante ninguna medida tendiente a fomentar el desarrollo
industrial del país. Por otra parte, el reducido mercado interno —por entonces,
Paraguay contaba sólo con 1.500.000 habitantes— desalentó los negocios
industriales. Al mismo tiempo, las grandes facilidades otorgadas a los
importadores y contrabandistas, provocaron que la escasa producción se llevara,
adelante de un modo casi artesanal.
Buscando algún tipo de apoyo, que diera le legitimidad a su gobierno entre los
trabajadores rurales y campesinos, la dictadura llevó a cabo un plan basado en la
creación de colonias agrarias en las tierras menos productivas del país. El plan
significó el traslado de los campesinos más pobres hacia regiones distantes, y la
venta al Estado, por parte de los grandes propietarios, de tierras sin mayor valor, a
altos precios.
La reforma no mejoró las condiciones de vida de los campesinos. Éstos carecían
de recursos para poder cultivar sus tierras y muchos las vendieron
inmmediatamente. Otros comenzaron a organizarse para defender sus derechos,
en las denominadas “Ligas Agrarias”. La dictadura no toleró la actividad de estas
organizaciones, la que fue duramente reprimida mediante el secuestro de sus
dirigentes y la persecución de sus integrantes.
La represión bajo la máscara democrática
Si bien ¡a dictadura de Stroessner mantuvo formalmente algunas de las
instituciones democráticas (por ejemplo, las elecciones), apoyó su política
económica en una violenta represión. Se declaró el Estado de sitio permanente
(que sólo era suspendido algunos días antes de las elecciones), se multiplicaron
las torturas y las persecuciones policiales masivas y se organizó una red de
espionaje que vigilaba y denunciaba a todo individuo sospechoso de actividades
antigubernamentales.

El autoritarismo y el conjunto de medidas represivas aplicadas por la dictadura,


impidieron el desarrollo y organización de los opositores. Las dificultades para las
actividades de los partidos políticos y la persecución emprendida contra los
miembros de las Ligas Agrarias llevaron a que, a mediados de la década de 1960,
se crearan algunas organizaciones que consideraron que la vía armada era el
único camino para derrocar al dictador y llevar adelante los cambios necesarios
para el establecimiento de una sociedad más justa e igualitaria.
Estado de sitio: Suspensión de todos los derechos y garantías que otorga la
Constitución.
LA FARSA DEMDCRATICA: Hacia en 1962, en consonancia con el impulso que
recibieron las reformas democráticas en América Latina, por la política de la
Alianza para el Progreso, Stroessner buscó un candidato que le sirviera de
opositor en las elecciones. Levantó por algunas horas el estado de sitio, para
permitir algunos discursos del virtual oponente, y se hizo reelegir por otro período
de 5 años.
EL CAPITAL EXTRANJERO Y LA INFLUENCIA DE LOS EE.UU.: Apenas llegado
a! gobierno, el dictador paraguayo san‘cionó-en 1955— una ley que establecía un
trato aún más privilegiado al capital extranjero. Las empresas estadounidenses
fueron las principales beneficiadas por la medida y, en poco tiempo, comenzaron a
ejercer una fuerte influencia sobre las políticas de la dictadura. Un ejemplo de ello,
fue la imposición de una comisión que asesoró al gobierno en materia económica.
Al cabo de un tiempo de trabajo de esta comisión, las empresas estadounidenses
pasaron a controlar casi por completo la agricultura y las finanzas del país. La
explotación del Chaco paraguayo se realizaba por entero a través de compañías
extranjeras (entre ellas, argentinas) que estaban autorizadas, incluso, a organizar
su propia policía.
Y LA “ALIANZA PARA EL PROGRESO”
Antes de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones de América Latina estaban
vinculadas comercial y financieramente a Francia, Inglaterra y Alemania. Después
de 1945, la situación cambió profundamente, ya que los Estados europeos
quedaron en ruinas y tardaron varios años en recuperarse, mientras que EE.UU.
se convirtió en la primera potencia del mundo capitalista, a partir de su triunfo
político militar, su supremacía atómica, su creciente capacidad tecnológica y la
introducción constante, en el mercado, de nuevos productos con los que era muy
difícil competir. Así, pasó a ser el mayor inversor extranjero y accionista de
empresas industriales y el principal consumidor de la producción local, para
muchos países del continente.
A comienzos de los años 60, asumiendo su nuevo protagonismo como centro del
sistema capitalista mundial, EE. UU. propuso, a través de sus empresas, una
nueva política para América Latina, conocida como la Alianza Para El Progreso. El
objetivo principal de esta política era evitar estallidos revolucionarios como el de
Cuba, para lo cual se hacía necesario fomentar el crecimiento económico del
continente y favorecer la incorporación de los sectores excluidos de la
participación ciudadana, a través de garantizar el pleno funcionamiento del
sistema democrático.
El crecimiento económico debía alcanzarse aplicando una reforma en la propiedad
de las tierras, que sacara del estancamiento y el atraso a las zonas rurales y
profundizando el proceso industrializador. Estos objetivos debían lograrse
mediante la transferencia 20.000 millones de dólares a lo largo de diez años, mitad
de los cuales provendría de EE.UU. y el resto inversiones privadas, que debían
complementar los Estados latinoamericanos. Para llevar a cabo es reformas, los
Estados debían conseguir más recursos a través de una reforma impositiva que
permitiera mayor recaudación, cobrando más a los ricos y distribuir dichos
recursos, facilitando el desarrollo de los sectores excluidos.

Pronto, los objetivos de crecimiento económico y democratización pasaron a un


segundo plano, ocupando un lugar preeminente la seguridad y la defensa del
continente ante un posible avance del comunismo. Gran parte de los capitales
dirigidos a Latinoamérica para su desarrollo económico, fueron utilizados por los
ejércitos de los diferentes países, que se convirtieron en los garantes del orden
social.
LA HERENCIA DE STROESSNER

1989. Fin de 35 años de Dictadura ¿Llega La Democracia?


En 1989, el país entra en un proceso que muchos llaman “transición democrática”.
Un golpe de Estado había terminado con la dictadura del General Alfredo
Stroessner. El “Rubio” había establecido su régimen despótico en 1954, antes
que sus pares del Cono Sur, y continuaría hasta años después que esas
dictaduras, con excepción del caso chileno.
Comprender al régimen dictatorial y sus mecanismos de prolongación en el poder
es una de las tareas necesarias para poder dilucidar importantes aspectos del
proceso paraguayo post dictatorial.
El Golpe de Estado de 1989 terminó con una dictadura que –como todas las
dictaduras- sirvió para consolidar la dominación de las clases hegemónicas en la
sociedad, aplastando a las fuerzas transformadoras en base a la violencia del
terrorismo de Estado y del estado permanente de terrorismo ideológico.
Así, por 35 años, los sectores dominantes construyeron sus pilares en el terreno
económico en algunos puntos claves: los latifundios, la triangulación económica de
importación y exportación legal e ilegal, el tráfico de drogas y armas, la
penetración del capital transnacional en varios rubros estratégicos, y los negocios
dependientes del Estado.
El aparato estatal autoritario, excluyente, explotador y sumamente violento, fue el
“Estado perfecto” para las diversas formas de “fascismos sociales” presentes en la
sociedad, las cuales, para el intelectual Boaventura De Souza Santos, son las
diversas formas de dominación social expresadas políticamente y sostenidas con
complicidad estatal.1
La dictadura fusionó al Partido Colorado2 con el Estado y la figura del General
Stroessner. El partido propagó su radio de influencia a otras esferas de la
sociedad, como la familiar, cultural, laboral y otras, constituyéndose no solamente
en una maquinaria de control político y de apropiación del Estado, sino en un
formidable instrumento de penetración “capilar” en la sociedad , lo que sumado a
la fuerza bruta de la represión, resultaron claves para la larga hegemonía del
partido y las clases dominantes.
Otra de las características importantes del “complejo edilicio” dictatorial paraguayo
es que guardó las formas democráticas: división de poderes públicos, procesos
electorales regulares para elegir al presidente y a parlamentarios, participación de
ciertos partidos de oposición y otros. Como veremos, el “viejo Estado” y su base
económica y social, sobrevive en su esencia en el periodo pos 19894, a pesar de
los cambios importantes.

Los 90: Apertura política y continuación de la hegemonía colorada


Resulta un símbolo de lo que significó la apertura política, que el golpe de Estado
contra la dictadura haya sido dirigido por el General Andrés Rodríguez, amigo,
consuegro, correligionario de partido, camarada militar y, sobre todo, socio de
negocios del General Stroessner.
En las primeras elecciones presidenciales de 1989, Rodríguez resultó electo
presidente del país hasta 1993. Las FFAA seguían teniendo una importante
preponderancia dentro del espacio político. La convocatoria y deliberación de la
Asamblea Nacional Constituyente de 1992, que iba a decidir el nuevo marco
normativo de la democracia paraguaya –y, por supuesto, condicionarla-, se hizo en
un contexto en que el aparato estatal todavía movilizaba recursos al partido
mayoritario y las FFAA miraban desde cerca al actuar político.
La nueva Constitución, a pesar de los logros importantes en cuanto a libertades
públicas, demostraría con el tiempo la violenta contradicción entre la apariencia y
esencia de las cosas. Por ejemplo, se cerraron las posibilidades reales de un
cambio en la estructura desigual de la propiedad de la tierra5, no se crearon
instrumentos para la aplicación de la proclamada “democracia participativa”, y los
“fascismos sociales” continuaron predominando a pesar de los avances en materia
de derechos humanos.
Lo cierto es que, durante los 90, se dio una creciente violencia en el campo
resultante de la intensificación y concentración de la producción agropecuaria, la
represión policial y parapolicial6, el aumento del hambre, la pobreza y el abandono
público, que derivaron en el desplazamiento de centenas de miles de personas a
la vida periurbana, especialmente en torno a Asunción, cambiando la configuración
demográfica y social del país, con un aumento enorme de las condiciones de
hacinamiento, servicios básicos deficientes, hospitales desabastecidos, alta
deserción escolar, altísimos niveles de violencia en las calles y en las familias, y
una altísima precariedad laboral y desempleo, que hoy alcanzan juntas a 2/3 del
país.
Esta creciente emergencia social fue produciendo efectos que de tanto en tanto
alteraron el mapa político nacional, pues aumentaban las demandas populares a
los partidos tradicionales, especialmente la ANR (y también del Partido Liberal,
que ya iba teniendo gobiernos en los departamentos y municipios) por la solución
de problemas que debían ser resueltos por el Estado.
Esto no generó una crisis grave del sistema político dominante, aunque sí
fricciones e inestabilidades políticas internas entre personajes del ámbito colorado
como Rodríguez, Wasmosy, Argaña y Oviedo, en una historia que atravesó la
década y llegó a su punto más álgido con el “Marzo Paraguayo” de 1999, que
tumbó al gobierno y luego derivó en la fractura del partido hegemónico.
En efecto, tras el asesinato de Argaña, se generó una conmoción social ante la
posible instalación de un gobierno de carácter fascista bajo el mando de Oviedo.
Aumentó la presión política contra el presidente Cubas. Ocurren grandes
conflictos entre manifestantes y la policía, con varios jóvenes asesinados. El 28
de marzo renuncia Cubas Grau.
Post-Marzo Paraguayo: máxima corrupción política, liderazgo fuerte y breve crisis
de la hegemonía política
A pesar del resultado satisfactorio de un levantamiento popular que puso freno a
un gobierno autoritario, la resultante del Marzo Paraguayo fue el reacomodo del
poder político colorado, con participación de otros partidos, hecho básicamente
desde la lógica de la repartija de la torta estatal. No había un proyecto político
desde los sectores populares que pudiera superar las limitaciones impuestas por
los partidos políticos tradicionales, a pesar de la grandísima movilización social.
El gobierno que completó el periodo hasta el 2003 alcanzó los niveles de
corrupción más elevados, los niveles de desarrollo socioeconómico más bajos, los
cuales sumados a la crisis sudamericana del 2001-2002, llevaron al peor desastre
social en la historia reciente: un 48, 8% de la población era pobre para finales del
2002. Según un intelectual-bohemio comentara en esos días, “la debilidad de este
gobierno lo hace sentar armónicamente sobre las mafias que le sirven de soporte.
Este ´desorden´ que vemos, en verdad, expresa el funcionamiento real del orden,
como nunca antes”.
Esta situación abrió paso a una crisis en el consenso social, acentuada por
enormes movilizaciones campesinas que frenaron intentos de privatizar empresas
públicas y de aprobar leyes “antiterroristas”, que terminaron con grandes
represiones.7
El periodo posterior al Marzo Paraguayo se caracterizó por la crisis de liderazgo
en el Partido Colorado –y la oposición-, que fue resuelta con la emergencia de
Nicanor Duarte Frutos como líder colorado casi indiscutido, y que llegó al gobierno
en el periodo 2003-2008. Su discurso manifestaba la dinámica que vivían las
bases populares coloradas y la polarización social: era “firme”, “antioligarca” y
hasta “anticapitalista”, en contradicción total con la realidad. Con ropaje
“progresista” su gobierno fue el que desató la mayor represión al movimiento
campesino tras la dictadura, esta vez, utilizando el aparato judicial8 como arma
principal.
Usando frases tipo “El Estado soy yo”, Duarte Frutos se posicionó como el único
líder capaz de llevar al coloradismo por más décadas de gobierno. El crecimiento
de su liderazgo tapó la emergencia de otros. Lo llevó a forzar maneras de
continuar gobernando a pesar de los propios límites constitucionales que se
habían puesto en 1992, como la prohibición de la reelección. Generó abruptas
peleas con los sectores opositores en su partido y en los demás.
Aumentó el descontento general, que alcanzó su auge en el 2006, cuando se
candidatizóél mismo a la presidencia de su partido, siendo ya presidente de la
República, en abierta violación a la Constitución Nacional. El hecho terminó
siendo legitimado por la propia Corte Suprema de Justicia, generando un
escándalo ciudadano ante la aparición de un nuevo proyecto autoritario.
El 29 de marzo de 2006, 40 mil personas se reunieron en una plaza para gritar
“¡Dictadura Nunca Más!”, contra las intenciones de Duarte Frutos. En el palco
central de la concentración apareció Fernando Lugo como protagonista,
proyectándose con fuerza en el escenario político nacional.
La brecha hacia el Estado
La crisis socioeconómica que vive hace décadas la gran mayoría del país, el
descontento generalizado con las cúpulas de los partidos tradicionales, la
corrupción e inoperancia del Estado para satisfacer las demandas mínimas,
abrieron las chances a Fernando Lugo para consolidarse como alternativa para el
siguiente periodo de gobierno 2008-2013. Su figura religiosa -en un país católico-,
su discurso suave y abarcante, su llamado a la recuperación de la soberanía sobre
los recursos naturales, la institucionalización del Estado, la renovación del Poder
Judicial y la superación de la pobreza, conjugaron aspiraciones ampliamente
consensuadas por la mayoría del país.
Pero Lugo también levantó reivindicaciones históricas de los sectores populares,
como la Reforma Agraria y la democratización del Estado, lo que generó el apoyo
de organizaciones campesinas, sindicales y políticas de izquierda, confrontándole
con la oligarquía. Su trayectoria personal de apoyo a luchas sociales, de denuncia
a la desigualdad en el país, generó una credibilidad importante como obispo de
los pobres, que desató un proceso de trabajo de base –silencioso o abierto- que
atravesó diversos espacios de la sociedad, como los eclesiales, académicos,
profesionales, culturales y hasta en las bases de los partidos tradicionales, que
terminaron por proyectar la figura de Lugo al campo político.9
A pesar de este apoyo masivo, éste fue disperso, y no se puede afirmar que el 20
de abril fue el resultado directo de un proyecto contra hegemónico cohesionado10,
como el caso de Bolivia, de un liderazgo movilizante y con experiencia dentro del
aparato estatal, como Chávez o Correa, o de una larga construcción de un
proyecto político con una organización o alianza relativamente cohesionada, como
en Brasil o Uruguay.
El breve recuento histórico del escenario político-institucional, indica que para la
victoria de Lugo tuvo gran peso una brecha abierta entre el sistema político
tradicional, los grupos de poder y el Estado. Por eso, encarna realmente el
significado de “outsider” de la política. No es la prolongación de “una”
organización dentro del Estado. Es un “cuerpo extraño” que, mediante una
coyuntura dada y no calculada por los grupos de poder, logró posicionarse con un
respaldo masivo para meterse dentro del “Estado viejo”.
Lo que ocurra en su gobierno será, como siempre lo es, resultado de la correlación
de fuerzas entre las clases sociales antagónicas. Sin embargo, lo que está por
verse es hasta qué punto cambiarán las relaciones de poder, cuánto poder de
articulación tendrán los movimientos sociales y partidos de izquierda, cuán rápido
se rearticularán los sectores dominantes y qué estrategias utilizarán para englobar
o remover al “cuerpo extraño”.

El 20 de abril de 2008 ha acelerado la dinámica de estos procesos, en las calles y


en el Estado, y en esa administración de conflictos, el nuevo gobierno será
importante pero no determinante. No superará el rol de las organizaciones
sociales y políticas para construir un proyecto alternativo real, ni de la propia
conciencia colectiva de los sectores populares y mayoritarios que, con la caída del
poder colorado tras 61 años, puede desatar fuerzas que hasta ahora permanecían
invisibilizadasy potenciar otras que ya estaban desarrollándose. El corto plazo
histórico en Paraguay está, más que nunca, con pronóstico abierto.
ANEXO (fuente: ABC Digital)
Dr. Luis Alfonso Resk (83) fue preso 109 veces. Llevó una vida intensa, agitada,
en un marco dramático de lucha en la época de la dictadura. Actualmente es
presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y presidente de la
Comisión de Derechos Humanos de la Federación Latinoamericana de
Trabajadores de la Cultura y asesor en Derechos Humanos de la Central Nacional
de Trabajadores CNT, y de la Organización Nacional Campesina. Resk afirma que
en el Paraguay subsisten resabios de la dictadura porque los derechos de miles
de paraguayos siguen conculcados.
“Ejerzo la docencia desde hace 63 años y no puedo jubilarme porque durante la
época de la dictadura quemaron todos mis documentos relacionados a mi trabajo”,
nos dijo Luis Alfonso Resk uno de los principales referentes de defensa de los
derechos humanos del Paraguay, en su residencia ubicada en Lugano 1162, de
Asunción.

Dr. Luis Alfonso Resk.


Resk es actualmente profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Nacional de Asunción en la cátedra de Historia del Pensamiento Social de América
con énfasis en el caso de Paraguay, profesor de Etica en Psicología, de Seminario
sobre derechos Humanos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

Es licenciado en Filosofía y Ciencias del Hombre en la Universidad Católica de


Asunción. Es máster en Sociología. Hizo estudios de post grado en la Universidad
de Praga, Checoslovaquia, post Unión Soviética y concluyó en la Universidad de
Samora en Buenos Aires. Tiene títulos honoris causa en Ciencias de la Educación
donde presentó una tesis doctoral, en Ciencias de la Educación, en la Universidad
Metropolitana de Asunción; Politécnica y Artística de Asunción.

· El tenaz defensor de los derechos humanos en Paraguay afirma que desde que
era joven estudiante sintió la necesidad de defender el derecho ciudadano.

· Recuerda que

en 1942 vino de su Villarrica natal a Asunción para estudiar Medicina, y


paralelamente estudiaba en la Escuela Superior de Humanidades. Cuando se
desató la guerra civil de 1947 ya había concluído los estudios de Humanidades y
hacía el cuarto curso de Medicina le otorgaron una beca. Así en 1950 fue a
España a hacer un curso de post grado en el campo de las Humanidades. Luego
de un año en ese país por cuestiones políticas se trasladó a Francia, y otros
países. Volvió al Paraguay en 1951 y recien creada la Facultad de Filosofía de la
Universidad Nacional de Asunción, tras abandonar definitivamente Medicina,
ingresó a esa facultad como estudiante en la rama de Filosofía y como profesor
contratado en la rama de Letras. Ahí fue presidente del Centro de Filosofía dos
años y presidente de la Federación Universitaria del Paraguay y un año
representante por América Latina ante la Unión de Universitario a nivel
Internacional con sede en Holanda.

“Desde mi traslado a Asunción como dirigente universitario primero y después


como dirigente político fui permanente y cruelmente perseguido. Primero durante
la dictadura anteriores a Stroessner y a partir de 1954 hasta la caida del stronismo
fui perseguido, reprimido, confinado, encarcelado y exiliado constantemente”,
resaltó.

· En 1961, fue preso un año, ¿recuerda en qué circunstancias?


· Estuve 11 meses en la Penitenciaría Nacional. Presidía el Movimiento de
Salvación Nacional integrada por la Federación Universitaria del Paraguay, por
varias organizaciones políticas, civiles y culturales que protagonizaron un acto sin
precedentes en la historia del Paraguay. Fue en 1961 en el sequicentenario de la
Independencia Paraguaya en la Av. Quinta. Me tomaron preso. Estuve inconciente
por un día. La Policia me sometió a crueles sesiones de tortura por más de 20
días. Muchos jóvenes fuimos recluidos en la cárcel. Desde ese entonces fui
perseguido hasta quedarme sin trabajo como docente entonces comencé a
escribir artículos para el exterior y tenía alumnos particulares. Cuando eso ya
estaba casado y estaba en aprieto económico terrible. Mi esposa trabaja desde
aquel entonces, hasta la fecha en servicio de lunch haciendo empanadas,
croquetas y tortas.

· Fue uno de los fundadores del Movimiento Social Cristiana en 1960...

Sí, y en 1965 se convierte en Partido Demócrata Cristiano. Yo ocupé la


presidencia en 2 períodos.

· ¿Qué motivó su exilio en 1981?

· Cuando eso era presidente de la Junta Nacional del Partido Demócrata Cristiano.
Estuve 4 días de huelga de hambre y de sed estando preso y cuando estaba muy
grave por las constantes torturas el 27 de junio de 1981 en la madrugada me
arrojaron al otro lado del Pilcomayo, en Clorinda, donde fui internado de urgencia.
Estuve en el exilio 5 años. Los tres primeros años recorrí Europa, América Latina y
algunos países de Africa. En todas partes hablaba del drama que vivía nuestro
país y pedía solidaridad desde el punto de vista moral y cívico. En 1983 me instalé
en la Argentina. Mi esposa, Rosa Perla Bonin de Resk con quien tenemos tres
hijos, me visitaba cada vez que podía porque yo era controlado rigurosamente por
la policía stronista.

· ¿Cómo fue posible su vuelta al Paraguay en 1986?


· Regresé al país en 1986 muy enfermo. A raíz de las crueles torturas tuve que
operarme en los órganos nobles y fue un post operatorio muy doloroso y
traumático. Regresé al país con mi sonda en la mano. Fue gracias a la mediación
de la Embajada de Alemania Occidental ante el Gobierno paraguayo. Ni bien me
instalé en el Paraguay el 20 de abril de 1986, el 1 de mayo del mismo año, me
solidaricé con los trabajadores que manifestaron en la iglesia de Cristo Rey. Allí fui
brutalmente reprimido por los policías que tuve que ser operado por segunda vez
de urgencia de la misma afección. Por mis actividades cívicos culturales, en la
época de Stroessner tuve 109 apresamientos con crueles torturas, 102 antes de
mi exilio y al volver tuve 7 apresamientos más. Con las graves torturas al que me
sometieron sufrí deterioros físico y síquico con los que convivo hasta la fecha. Los
67 años de persecuciones y torturas antes y durante la dictadura stronista, no
amilana mi espíritu de lucha por los derechos humanos.

· ¿De qué le acusaron en la época de la dictadura?

· De ser comunista y subversivo. Las autoridades sabían que no era así. Lo que
hacía en aquel entonces y hasta la fecha es enseñar. La cátedra es una instancia
que forma actitudes ciudadanas dibujando en el alma del joven la imagen que en
el mañana van a ser sujetos de derechos como ciudadanos y responsables de
obligaciones. La educación pone al descubierto los ilícitos, las inmoralidades y
todo aquello que constituye un atentado contra la vida, el honor, y la dignididad de
las personas. Por eso es una herramienta válida contra toda dictadura. La
educación liberadora llamada por “Paulo Freire”, abre el pensamiento y es la que
enseño. Porque se requiere un mínimo de libertad para la educación. De eso
tienen miedo las autoridades hasta hoy día. Porque subsisten aún los oscuros
resabios del pasado como la injusticia social, el autoritarismo y la corrupción. El
aparato represivo no ha sido eliminado. Las represiones sobre todo en el interior
son violentas, hay desapariciones de personas. En lo que se ha avanzado es en el
campo político, pero aún así hay un déficit en los derechos sociales, culturales y
económicos que se traduce dramáticamente en la crisis que estamos viviendo de
desempleo, hambre y miseria.

· ¿Podemos decir que se vive en democracia en el Paraguay?

· No hay en el país libertad individual ni social. Los maestros, los empleados, los
campesinos salen a exigir su legítima demanda y muchas veces son repremidos,
por eso a mis 83 años, sigo en la lucha. Porque sin la vigencia de los derechos
humanos no se puede vivir en libertad ni tampoco puede haber justicia social. Sin
la justicia social y las libertades no pueden haber desarrollo y sin desarrollo, no
puede haber paz.

· ¿Qué aspectos de la dictadura no puede olvidar?

· El flagelo cruel de las represiones sobre todo la tortura antes como sistema y que
ahora subsisten en el campesino, el obrero, los profesionales en su lucha por un
sueldo digno.

· ¿Qué legado dejó la época de la dictadura en el pueblo paraguayo?

· Por un lado el temor que impide el desarrollo humano. La represión aún subsiste
en la sociedad y la corrupción es casi generalizada. En el país no hay justicia. Por
eso me ocupo de la maestra sin rubro, de los ciudadanos sin el debido respeto a
sus derechos humanos, las empleadas domésticas explotadas, voy a visitar a los
obreros en huelga y esa solidaridad no se traduce en metálico, lo hago de
corazón. Con orgullo puedo manifestar que yo mantengo el local de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos y cree el Instituto Superior de los Derechos
Humanos y la Maestría en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de
Asunción.

- ¿Qué le gustaría hacer realidad en el país?

· La herramienta válida para el cambio de un país es la educación porque gracias


a ella se forja la mentalidad y se crea una nueva personalidad. Hace falta que la
juventud y la gente honesta y capacitada tengan acceso al poder, en cargos de
decisiones, que haya mayor equidad en la distribución de la riqueza. Hace falta
una revolución mental que transforme al hombre que cree y promueva la libertad,
la justicia, la solidaridad. Paralelamente hay que terminar con la estructuras
autoritarias, corruptas e injustas. Hace falta crear una sociedad libre y justa,
democrática, comunitaria, fraterna y solidaria en libertad donde permanezcan los
valores sociales, culturales y económicos bajo el signo de los derechos humanos y
con profundo sentido ético y cívico.
CONCLUSIÓN
En conclusión de la investigación de Alfredo Stroessner las coordenadas y claves
de su largo y violento gobierno absolutista, quedan rasgos y puntos muy
importantes en las cuales fueron basadas nuestra historia hasta el día de hoy.
Podemos concluir diciendo que la muerte del dictador paraguayo Alfredo
Stroessner significó el fin de gobierno con puño de hierro, con mucho sufrimiento,
mucha tortura y mucha ignorancia en el pueblo, pero así mismo, significo el inicio
de una larga lucha por volver a ubicar al Paraguay donde se encontraba en sus
épocas de gloria años atrás.
BIBLIOGRAFÍA
• http://www.portalplanetasedna.com.ar
• http://www.es.wikipedia.org
• http://www.abc.com.py
• http://www.paraguay.com/

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