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El alegato final

Alfredo Milano Santiago, 5 de Agosto, 2013

Era el da del cierre del juicio. El pblico llenaba el tribunal. La prensa esperaba afuera y slo se oan los murmullos, que crecan y bajaban de intensidad. El ambiente adentro era denso. Las dos mesas, tanto de la Fiscala como la de la defensa, se preparaban para los alegatos finales. El seor Juez, di un martillazo preciso y sonoro para que toda la sala lo oyera. Cesaron los murmullos, el silencio era total.

Est preparada la defensa para sus alegatos finales? pregunt con voz
severa el magistrado. Parsimoniosamente se levant el Doctor Rosario. Se sobaba las manos y caminaba, volteaba, miraba para todos lados. Fij sus ojos en el acusado, luego volte hacia el jurado y empez a decir.

Este hombre sentado aqu, con esa cara de yo no fu, es inocente.

Y ya ustedes pudieron ver con toda claridad, cmo las supuestas pruebas presentadas por la Fiscala fueron rebatidas una por una. Lo ms claro de todo fue que, cuando el acusado lleg al sitio del suceso, ya Juan Prez, el occiso, se estaba muriendo.

Protesto grit el Fiscal.


El juez di un martillazo, le respondi al Fiscal que en los alegatos no haba lugar para la protesta, pero que hara una excepcin si fuera pertinente. El Fiscal, viendo al Juez , se levant de su silla, se arregl la corbata, carraspe, y dijo con voz solemne:

Seora, muriendo es un gerundio!.

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