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Comisión Permanente

 Comisión Permanente
del Congreso: número
de representantes
 Atribuciones
 Designar al Contralor


General
Ratificar al Presidente 101º. Los miembros de la Comisión
del BCR y al Permanente del Congreso son elegidos por éste. Su
Superintendente de la
SBSAFP número tiende a ser proporcional al de los
 Aprobación de créditos representantes de cada grupo parlamentario y no
suplementarios, excede del veinticinco por ciento del número total de
transferencias y
habilitaciones del
congresistas.
Presupuesto Son atribuciones de la Comisión Permanente:
 Ejercer las facultades 1. Designar al Contralor General, a propuesta del
delegadas por el
Congreso Presidente de la República.
 Materias indelegables 2. Ratificar la designación del Presidente del Banco
a la Comisión Central de Reserva y del Superintendente de Banca
Permanente
 Otras materias y Seguros.
conforme a la 3. Aprobar los créditos suplementarios y las
Constitución y transferencias y habilitaciones del Presupuesto,
Reglamento del
Congreso durante el receso parlamentario.
 4. Ejercitar la delegación de facultades legislativas que
el Congreso le otorgue.
No pueden delegarse a la Comisión Permanente
materias relativas a reforma constitucional, ni a la
aprobación de tratados internacionales, leyes
orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta
General de la República.
5. Las demás que le asigna la Constitución y las que le
señala el Reglamento del Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 57, 80, 81, 86, 94, 102, 134, 15ª DFT.
Reglamento del Congreso: Arts. 6, 81 inc. f.
Ley 27594: Art. 1 inc. 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 23.1.a y 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 25.a y 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 185.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1085 a 1130, 1131 a 1188, 1193 a 1203.
Tomo III: páginas 2517, 2562, 2564 a 2567, 2575 y 2576.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

No todo acto administrativo debe estar motivado


1. “[Es] necesario precisar que no todo acto administrativo expedido al amparo de una potestad
discrecional, siempre y en todos los casos, debe estar motivado. Así sucede, por ejemplo, con la
elección o designación de los funcionarios públicos (Defensores del Pueblo, miembros del Tribunal
Constitucional, Presidente y Directores del Banco Central de Reserva, Contralor de la República y
otros) cuya validez, como es obvio, no depende de que dichos actos sean motivados. En idéntica
situación se encuentran actualmente las ratificaciones judiciales que, como ya se ha manifestado,
cuando se introdujo esta institución en la Constitución de 1993, fue prevista como un mecanismo que,
únicamente, expresara el voto de confianza de la mayoría o de la totalidad de los miembros del
Consejo Nacional de la Magistratura acerca de la manera como se había ejercido la función
jurisdiccional...” (Expediente 0578-2003-AA/TC, Fundamento Jurídico 14).

Aprobación de leyes orgánicas no puede ser delegada a la Comisión Permanente del


Congreso de la República
2. “En efecto, de una interpretación sistemática de los artículos 104° y 101°, inciso 4 de la Constitución,
se concluye que la aprobación de leyes orgánicas no puede ser delegada a la Comisión Permanente
del Congreso de la República, ni tampoco al Poder Ejecutivo mediante decretos legislativos. Esta
limitación, que no opera para las materias de ley ordinaria, que sí pueden ser delegadas al Poder
Ejecutivo para que legisle sobre ellas, se constituye en el núcleo mínimo indisponible de las
competencias legislativas del Congreso de la República, para el caso de normas con rango de ley, ya
que la legislación de las materias de ley orgánica no puede ser delegada al Ejecutivo”.

(Exp. 00022-2004-AI FJ 35)

Atribuciones del Congreso


 Atribuciones del
Congreso
 Dar, interpretar,
modificar o derogar
leyes
102º. Son atribuciones del Congreso:
 Velar por el respeto de 1. Dar leyes y resoluciones legislativas, así como
la Constitución y las
leyes interpretar, modificar o derogar las existentes.
 Aprobar tratados 2. Velar por el respeto de la Constitución y de las
 Aprobar el leyes, y disponer lo conveniente para hacer efectiva
Presupuesto y la
Cuenta General la responsabilidad de los infractores.
 Autorizar empréstitos 3. Aprobar los tratados, de conformidad con la
 Ejercer la amnistía
Constitución.
 Aprobar la
demarcación territorial 4. Aprobar el Presupuesto y la Cuenta General.
 Autorizar el ingreso de
tropas extranjeras
5. Autorizar empréstitos, conforme a la Constitución.
 Autorizar al Presidente 6. Ejercer el derecho de amnistía.
de la República a salir
del país 7. Aprobar la demarcación territorial que proponga el
 Ejercer las Poder Ejecutivo.
atribuciones que
señala la Constitución
8. Prestar consentimiento para el ingreso de tropas
extranjeras en el territorio de la República, siempre
que no afecte, en forma alguna, la soberanía
nacional.
9. Autorizar al Presidente de la República para salir del
país.
10. Ejercer las demás señala la Constitución y las que son propias de la
atribuciones que le función legislativa.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 54, 56, 78, 79, 81, 92, 101, 107, 113 inc. 4, 118 inc. 15, 118 inc. 18, 139 inc. 13.
Código Penal: Arts. 78 inc. 1, 85 inc. 1, 89.
Ley 26656: Arts. 1, 2, 3, 4.
Código Procesal Penal: Art. 8 inc. 4.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 24.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 7.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 26.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 123.


Constitución de 1979: Art. 186.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2282 y 2291.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Amnistía no vulnera el deber del Estado de respetar la vigencia de los derechos humanos
1. “[La amnistía es un derecho que el Congreso ejerce en nombre de la sociedad, a fin de aplicar el
olvido a ciertos tipos de delito, los cuales se tienen como hechos no punibles, y se considera como
nunca perpetrados... El artículo 1º de la Ley Nº 26492 [Ley que precisa interpretación y alcances [sic]
de amnistía otorgada por la Ley Nº 26479 (2 de julio de 1995)], distorsiona el sentido y los límites de
la interpretación constitucional señalados en el artículo 102, inciso 1º, de la Constitución, por cuanto
declara que la Ley de Amnistía no constituye interferencia en el ejercicio de la función jurisdiccional ni
vulnera el deber del Estado de respetar y garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, lo
que implica imponer a priori la certeza de su constitucionalidad, soslayando la función del control de
la constitucionalidad que recae en el Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional...” (Expediente
0013-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 1).

Ejercicio del derecho de amnistía debe ser acordecon los Tratados de Derechos Humanos
2. “Si bien en el artículo 102, inciso 6º de la Constitución se determina que ‘ejercer el derecho de
amnistía’ es atribución exclusiva del Congreso, debe reconocerse, también, que cualquier atribución
de los poderes del Estado o de las instituciones públicas no son absolutas o ilimitadas, por cuanto la
discrecionalidad que puede pretender el Estado tiene como límite la vigencia de sus obligaciones
convencionales establecidas por los Tratados de Derechos Humanos, por los principios
constitucionales y, principalmente, por los derechos inalienables de las personas...” (Expediente 0013-
1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 2.f).

Omisión legislativa por parte del Congreso de la República


3. "... todo el proceso de eliminación del Régimen del CAS está supeditado al dictado de la legislación
que –a pesar de lo previsto en las disposiciones acotadas y a que nos encontramos en el año 2013–,
aún no se han emitido; al respecto, no se advierte que el Congreso de la República haya legislado en
relación al nuevo Régimen del Servicio Civil, por lo que la calificación que se ha hecho del CAS como
un régimen “transitorio” es poco más que lírica, dado que el régimen que lo debe reemplazar o
asumir, es jurídicamente inexistente. Poco importa si la Ley N.º 29951, Ley de Presupuesto del Sector
Público para el Año Fiscal 2013, ha regulado el porcentaje de trabajadores del régimen del CAS que
pueden trasladarse al nuevo Régimen del Servicio Civil, pues no pueden ingresar a un régimen laboral
que aún no ha sido creado.
Se advierte, en consecuencia, que el Congreso de la República ha incurrido en “ocio legislativo”, al
incumplir los plazos para emitir la legislación que se autoimpuso, pues de haberse respetado los
plazos, este año no sólo existiría el nuevo Régimen del Servicio Civil, sino que se estaría
implementando el proceso de ingreso al mismo, lo que a la fecha no es posible.
El Tribunal Constitucional, al momento de declarar la constitucionalidad del CAS, fijó su posición en
términos de su constitucionalidad, teniendo como parámetro el contenido y mandatos de la
Constitución; sin embargo, se advierte que la actuación del Congreso de la República, en relación al
contenido de la norma impugnada, es cuando menos deficiente. No basta decretar o declarar la
extinción de un régimen laboral; también resulta necesario determinar cuál va a ser el procedimiento
para tal efecto, el plazo en que ello se ejecutará, así como el destino de los trabajadores de dicho
régimen, cualquiera que sea el mismo, situaciones todas esas omitidas por el legislador ordinario.
Además, la creación del nuevo Régimen del Servicio Civil importa una reforma de la carrera
administrativa, por lo que resulta necesario que el nuevo régimen no solo en la forma sea compatible
con los presupuestos establecidos en el artículo 40º de la Constitución (ingreso, derechos, deberes y
responsabilidades de los servidores públicos), sino que su regulación responda a un sistema donde
prime el mérito como mecanismo de acceso y promoción, respetando los principios de igualdad e
imparcialidad, y garantizando que accedan o progresen en la función pública los funcionarios más
capaces.
Por ello, corresponde que el Tribunal Constitucional emita un recordatorio para tal efecto al Congreso
de la República, dado que la omisión legislativa advertida sobre esta materia continuará en tanto no
se implementen los mandatos contenidos en el Decreto Legislativo N.º 1057, modificado por la Ley
N.º 29849, salvo que tales disposiciones sean derogadas o modificadas, todo lo cual cae dentro del
marco de acción del Congreso de la República, en tanto órgano deliberante por excelencia en nuestro
ordenamiento constitucional". (Exp. 00013-2012-AI FJ De 19 a 22)

Participación del Poder Legislativo para la protección de los derechos fundamentales


4. "En el Estado democrático y social de derecho, la consecución de las condiciones materiales para
alcanzar sus presupuestos, así como el desarrollo y mayor protección de los derechos fundamentales,
ya sean estos civiles, políticos, sociales o colectivos, requieren de una decidida labor del poder
público, y en especial de una imprescindible participación del Poder Legislativo. En efecto, si se tiene
en cuenta: 1) la configuración de este poder del Estado (Pleno, Comisión Permanente, Comisiones
Parlamentarias, que pueden ser ordinarias, de investigación y especiales, entre otros órganos); 2)
que conforme se desprende de la Constitución, es uno de los principales órganos de representación
del pueblo; 3) que desempeña una amplia y trascendental función normativa en el desarrollo de la
Norma Fundamental; y 4) que la ley, principal producto normativo del Parlamento, desempeña un rol
trascendental en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico peruano; se puede concluir que la
materialización de los postulados constitucionales tiene en el Legislador a uno de sus principales
actores.
Lo antes expuesto no implica, ciertamente, excluir a aquellos otros órganos, como por ejemplo los
jurisdiccionales, que también tienen la obligación de proteger y hacer efectivos los derechos
fundamentales. Tales órganos jurisdiccionales coadyuvan en los mencionados, fines pero tienen
funciones y límites distintos a aquellos del Poder Legislativo". (Exp. 01761-2008-AA FJ 6,7)

Determinación de los límites territoriales es una función del Congreso


5. "No existen lagunas ni se admiten ambigüedades cuando se trata de interpretar el artículo 102º inciso
7) de la Constitución cuando establece claramente que son atribuciones del Congreso: “Aprobar la
demarcación territorial que proponga el Poder Ejecutivo”. Por tanto, no corresponde al Tribunal
Constitucional la competencia para determinar los límites territoriales entre los distritos de
Pachacámac y Lurín.
En efecto, conforme lo ha sostenido el Tribunal Constitucional en un proceso competencial anterior,
seguido entre las mismas municipalidades (Expediente Nº 0001-2001-CC/TC), “la demarcación
territorial es la división política del territorio en regiones, departamentos, provincias y distritos, y
tiene consecuencias en la vida social y política del país; por ello, tanto la Constitución Política de 1979
como la de 1993 han establecido que sean normas con rango de ley aprobadas por el Congreso las
que establezcan tal configuración del territorio nacional”. Por tanto, es éste el órgano que conforme a
sus respectivas competencias debe establecer la respectiva demarcación territorial". (Exp. 00005-
2007-CC FJ 12,13)

6. "... el Tribunal considera que el legislador está obligado a actuar en la próxima legislatura emitiendo
una ley que recoja las aspiraciones de los pueblos andinos y amazónicas que ven reflejada parte de su
identidad constitucionalmente reconocida, en el cultivo, uso y tratamiento en general de la planta de
la hoja de coca. Esto además en la necesidad de prevenir permanentes conflictos frente a la
frustración que general la inactividad de los poderes públicos con relación al reconocimiento de este
tipo de derechos tan profundamente arraigados en la cosmovisión de las diferentes nacionalidades y
culturas que habitan en nuestro territorio nacional". (Exp. 00006-2008-AI FJ 47)

7. "... el Congreso puede interpretar cualquier ley que forme parte del ordenamiento jurídico. Sin
embargo, estas normas interpretativas tienen que pasar por ciertos cánones que garanticen su
constitucionalidad o inconstitucionalidad.
Al respecto el Tribunal Constitucional ha señalado en la STC Nº 00002-2006-PI/TC que “Las normas
interpretativas son aquellas que declaran o fijan el sentido de una norma dictada con anterioridad y
se reconocen porque, al promulgarlas el Legislador, generalmente utiliza palabras como
“interprétese”, “aclárese” o “precísese”. El objetivo de una norma interpretativa es eliminar la
ambigüedad que produce una determinada norma en el ordenamiento jurídico. Así, ambas normas –la
interpretada (Ley Nº 27160) y la interpretativa (Ley Nº 28162) – están referidas a la misma
regulación; por consiguiente, la norma interpretativa debe regir desde la entrada en vigencia de la
norma interpretada”.
Asimismo, este Tribunal Constitucional en la sentencia citada recogió lo establecido por la Corte
Constitucional de Colombia respecto a los tres requisitos que deben satisfacer las normas
interpretativas:

- Primero: Deben referirse expresamente a una norma legal anterior.

- Segundo: Deben fijar el sentido de dicha norma anterior enunciando uno de los múltiples
significados plausibles de la norma interpretada, el cual pasa, por decisión del propio legislador, a ser
el significado auténtico que excluye las demás interpretaciones de la norma anterior.

- Tercero: No deben agregarle a la norma interpretada un contenido que no estuviera comprendido


dentro de su ámbito material". (Exp. 00018-2007-AI FJ De 1 a 3)

8. "... es necesario tomar en cuenta que este Colegiado ya se ha pronunciado con anterioridad respecto
a conflictos limítrofes entre diferentes jurisdicciones y las repercusiones de los mismos en el cobro de
tributos municipales (vid. STC 4164-2006-PA/TC). Así, siguiendo lo establecido por la Ley Orgánica de
Municipalidades, este Colegiado ha concluido que: Se desprende de dicho dispositivo que, en tanto
subsistan los problemas de imprecisión en la demarcación territorial, y estos no sean resueltos por la
autoridad competente, no es posible que dos municipios exijan el pago de tributos al mismo tiempo al
contribuyente, quien resulta, a todas luces, ajeno a dicha controversia. Por consiguiente, para fines
tributarios y administrativos, el recurrente que indefectiblemente debe cumplir su obligación tributaria
solo se encontrará obligado a hacerlo en una sola municipalidad –a la que corresponda el predio
según inscripción registral–, efectuando, de ser necesario, la consignación judicial respectiva y, en
defecto de ello, se reputarán válidos los pagos efectuados a cualquiera de las jurisdicciones distritales
en conflicto, a elección del contribuyente.
Que este criterio implica la existencia de dos supuestos: (i) imprecisión en la demarcación territorial;
y, (ii) que dos Municipios exijan el pago de tributos municipales". (Exp. 03444-2007-AA FJ 4,5)

9. "Las normas interpretativas son aquellas que declaran o fijan el sentido de una norma dictada con
anterioridad y se reconocen porque, al promulgarlas el Legislador, generalmente, utiliza palabras
como “interprétese”, “aclárese” o “precísese”. El objetivo de una norma interpretativa es eliminar la
ambigüedad que produce una determinada norma en el ordenamiento jurídico. Así, ambas normas –la
interpretada y la interpretativa– están referidas a la misma regulación; por consiguiente, la norma
interpretativa debe regir desde la entrada en vigencia de la norma interpretada.
El artículo 102.1 de la Constitución Política ha establecido como atribución del Congreso “Dar leyes y
resoluciones legislativas, así como interpretar, modificar o derogar las existentes”, por lo que
corresponde a este poder del Estado interpretar una norma anterior mediante una norma nueva, a
cuyo efecto debe seguir el procedimiento parlamentario exigido para la norma interpretada en materia
de iniciativa, quórum de votación, publicación, etc.
El problema que se plantea con este tipo de normas es que a veces el Legislador pretende atribuir un
efecto interpretativo a normas que, en el fondo, no lo son. Estas aparentes normas interpretativas
deberían entrar en vigencia a partir del día siguiente de su publicación, y no desde la entrada en
vigencia de la supuesta norma interpretada, ya que en estos casos no existe una unidad normativa
esencial entre ambas normas". (Exp. 00002-2006-AI FJ De 20 a 22)

10. "Una ley de amnistía se encuentra sujeta tanto a límites formales como materiales. Con respecto a la
primera cabe señalar que el dictado de una ley de amnistía es que ésta sólo puede formalizarse en
virtud de una ley ordinaria. Por tanto, además de respetar los principios constitucionales que informan
el procedimiento legislativo, debe observar los criterios de generalidad y abstracción exigidos por el
artículo 103 de la Constitución. Igualmente, las leyes de amnistía deben respetar el principio-derecho
de igualdad jurídica, lo que impide que, previsto el ámbito de aplicación de la ley de amnistía, el
legislador pueda brindar un tratamiento diferenciado que no satisfaga las exigencias que impone el
principio de proporcionalidad.
Estos dos primeros límites distinguen a la amnistía del indulto. A diferencia de este último, una ley de
amnistía no puede comprender en sus alcances a una persona o un grupo de personas en particular,
con exclusión de otras que se encuentren en los mismos supuestos que motivan su expedición.
Tampoco la amnistía puede fundarse en un motivo incompatible con la Constitución. La Ley
Fundamental es una norma lo suficientemente abierta para que dentro de ella el legislador pueda
elegir entre las diferentes opciones de política de persecución criminal". (Exp. 00679-2005-AA FJ
24,25)
11. "... siendo evidente la subsistencia de cuestiones controvertidas respecto a la demarcación territorial
entre ambos distritos, en el presente caso debe aplicarse la Decimotercera Disposición Final de la Ley
Orgánica de Municipalidades (Ley 27972), expedida el 27 de mayo de 2003, cuyo tenor en el
siguiente: “Tratándose de predios respecto de los cuales dos o más jurisdicciones reclamen para sí los
tributos municipales (...) se reputarán como válidos los pagos efectuados al municipio de la
jurisdicción a la que corresponda el predio según inscripción en el registro de propiedad inmueble
correspondiente (...) la validación de los pagos, conforme a lo anterior, tendrá vigencia hasta que se
defina el conflicto de límites existente, de manera tal que a partir del año siguiente a aquél en que se
defina el conflicto de límites, se deberá tributar al municipio a cuya jurisdicción se haya atribuido el
predio.
A partir del día de publicación de la presente norma, se dejará sin efecto todo proceso de cobranza
iniciado respecto de tributos municipales por los predios ubicados en zonas de conflicto de
jurisdicción, a la sola acreditación por el contribuyente de los pagos efectuados de acuerdo a los
párrafos precedentes [...]”.
Que se desprende de dicho dispositivo que en tanto subsistan los problemas de imprecisión en la
demarcación territorial y estos no sean resueltos por la autoridad competente, no es posible que los
municipios que alegan la cobranza la ejecuten al mismo tiempo, procesos coactivos contra el
contribuyente quien resulta a todas luces ajeno a dicha controversia. En ese sentido, para fines
tributarios y administrativos, el recurrente que indefectiblemente debe cumplir con su obligación
tributaria sólo se encontrará obligado a hacerlo en una sola municipalidad –a la que corresponda el
predio según inscripción registral–, efectuando, de ser necesario, la consignación judicial respectiva".
(Exp. 06673-2006-AA FJ 3,4)
12. "El Tribunal Constitucional observa que el referido artículo 1º de la Ordenanza impugnada tiene dos
propósitos; por un lado formalizar la definición de límites territoriales aprobada por la Dirección
Nacional Técnica de Demarcación Territorial de la Presidencia del Consejo de Ministros; y, por otro,
difundir esa misma definición de límites territoriales `a nivel del departamento de Junín y la Nación´.
En la medida que la segunda finalidad no constituye una aprobación de la definición de límites
territoriales, sino sólo su difusión, en lo que sigue este Tribunal se detendrá a analizar si la
formalización de la definición de límites territoriales constituye una aprobación de la demarcación
territorial que, de conformidad con el inciso 7) del artículo 102º de la Constitución, sólo la puede
realizar el Poder Legislativo.
Esta primera interrogante planteada ha de absolverse en términos negativos, no bien se repara en
que la `formalización´ que la Ordenanza Regional realiza no incide sobre la `demarcación territorial´,
que es la competencia que, de conformidad con el inciso 7) del artículo 102º de la Constitución
Política del Estado, corresponde al Congreso; sino que recae, como textualmente se precisa en el
artículo 1º de la Ordenanza Regional impugnada, sobre la `definición de límites territoriales´
aprobada por la Dirección Nacional Técnica de Delimitación Territorial". (Exp. 00013-2005-AI FJ De 5
a 7)
13. "Se trata de actos parlamentarios que generalmente regulan casos de manera particular y concreto.
Representan la excepción a la característica de generalidad de la ley. Tienen rango de ley porque el
inciso 1º del artículo 102º de la Constitución y el artículo 4º del Reglamento del Congreso le confieren
implícitamente una jerarquía homóloga a la ley.
En efecto, el artículo 102º, inciso 1 de la Constitución establece que son atribuciones del Congreso de
la República dar resoluciones legislativas. Conforme al artículo 72º del Reglamento del Congreso,
mediante el procedimiento legislativo, se aprueban `resoluciones legislativas´ y `resoluciones
legislativas de aprobación de las normas reglamentarias internas del Congreso´. Por tanto, existen
dos tipos de resoluciones legislativas, cuyas particularidades serán distinguidas en el presente
apartado.
El artículo 75º del mencionado reglamento establece que las proposiciones de resolución legislativa se
sujetarán a los mismos requisitos que los de ley, en lo que fuera aplicable. Conforme al artículo 76º
del mismo Reglamento, las reglas para la presentación de proposiciones de resoluciones legislativas
son las siguientes:

a) Las proposiciones de resolución legislativa presentadas por el Poder Ejecutivo estarán referidas a:
• Aprobación de tratados conforme al artículo 56º de la Constitución.

• Concesión de la prórroga del estado de sitio, la que deberá contener la nómina de los derechos
fundamentales cuyo ejercicio no se restringe o suspende, conforme al inciso 2º del artículo 137º de la
Constitución.

• Autorización del ingreso de tropas extranjeras al territorio de la República sin afectar la soberanía
nacional, conforme al inciso 8º del artículo 102º de la Constitución.

• Declaración de guerra y firma de la paz conforme al inciso 16º del artículo 118º de la Constitución.

• Autorización al Presidente de la República para salir del país, conforme al inciso 1º del artículo 102º
de la Constitución.

b) Las proposiciones de resolución legislativa presentadas por los Congresistas no podrán versar
sobre:
• Viajes al exterior del Presidente de la República, prórroga del estado de sitio, aprobación de tratados
internacionales, autorización del ingreso de tropas extranjeras ni declaración de guerra y firma de la
paz.

En términos generales, puede afirmarse que las materias citadas son las reguladas por las
resoluciones legislativas del primer tipo, mencionadas en el artículo 72º del Reglamento del Congreso,
cuya numeración es correlativa a la de las leyes y que en la actualidad consta de cinco dígitos.
Asimismo, mediante este tipo de resoluciones legislativas se conceden pensiones de gracia y se
nombra a los directores del Banco Central de Reserva y al Defensor del Pueblo.
Con relación a las resoluciones legislativas de aprobación de las normas reglamentarias internas del
Congreso, conviene anotar que una de sus características es que su numeración corresponde a cada
año y que se les denomina resoluciones legislativas del Congreso. Estas, además de aprobar las
normas reglamentarias internas, también se usan, debido a la práctica parlamentaria, para aprobar,
entre otras cuestiones, los siguientes:
• Modificaciones al Reglamento del Congreso.

• La agenda legislativa del período anual de sesiones.

• Delegación de facultades legislativas a la comisión permanente.

• Nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional.

• Declaración de la vacancia del Presidente de la República, del Defensor del Pueblo y del Contralor
General de la República.

• Declaración de la formación de causa conforme al artículo 100.º de la Constitución.

• Imposición de la sanción de inhabilitación para el ejercicio de la función pública.

• Autorización al Presidente del Congreso de la República para desempeñar comisiones extraordinarias


de carácter internacional.

Las resoluciones legislativas, de ambos tipos, son aprobadas por el pleno del Congreso, pero también
lo pueden ser por la comisión permanente". (Exp. 00047-2004-AI FJ 17)
14. “Con relación a la fuente normativa denominada ley, en sentido material, deben tenerse presentes
dos puntos. En primer lugar, su expedición corresponde al Congreso de la República conforme al
inciso 1 del artículo 102° de la Constitución, que establece que es atribución del Congreso dar leyes.
Atribución que descansa en los principios de soberanía política, consagrado en el artículo 45° de la
Constitución, que establece que el Poder emana del pueblo, y en el principio representativo
reconocido en el artículo 43° de la Constitución. Y en segundo lugar, que para la Constitución la
fuente normativa denominada ley comprende a las leyes ordinarias, las leyes orgánicas, las leyes de
desarrollo constitucional y las que tienen una denominación asignada directamente por la Constitución
y cuyas diferencias no radican en su jerarquía ni en el órgano que las expide, sino en su
procedimiento de aprobación y en las materias que regulan.
En efecto, en muchas disposiciones del texto constitucional se hace referencia a la ley con carácter
general y en otras se especifica una denominación particular relativa a la materia a regular, por
ejemplo la ley de presupuesto, la ley de endeudamiento y de equilibrio financiero (artículo 78° de la
Constitución) y la ley autoritativa para el caso de la delegación de facultades.
Igualmente, debe incluirse a las denominadas leyes orgánicas sujetas a los requisitos materiales y
formales establecidos por el artículo 106° de la Constitución” (Exp. 0008-2005-PI/TC, FJ 9).
(Exp. 00008-2005-AI FJ 9)
15. “Tomando en cuenta que existe una cuádruple obligación estatal para legislar (negocial o de
declaración de voluntad, aplicativo de la ley para solucionar conflictos, reglamentario y legislativo en
el sentido constitucional), este Colegiado considera que ‘el deber de legislar consiste en la atribución
de dictar normas que permitan hacer cumplir, respetar o ejecutar los alcances de otras de mayor
jerarquía’ (Exp. 0005-2003-AI/TC, fundamento jurídico 5)... Una ley para que tenga validez requiere
de dos condiciones: que sea accesible y previsible. Por la accesibilidad, el individuo debería conocer
que los supuestos de la norma le son aplicables. Por la previsibilidad, las normas legales deberán
estar prescritas con la conveniente precisión como para que se adopte una conducta adecuada a las
mismas y prever los efectos de su transgresión, pues ‘toda la legislación nacional y para todas las
normas jurídicas de cualquier naturaleza, incluyendo disposiciones constitucionales’.
Congruente con estos elementos, la ley había asumido la generalidad como atributo esencial. Sin
embargo, esta propiedad propia del Estado liberal, se ha visto transformado dentro de un Estado
social, según se analizará infra” (Exp. 0002-2005-AI/TC, FJ 77 y 80).
(Exp. 00002-2005-AI FJ 77,80)
16. “En un Estado social y democrático de Derecho, el diseño de la política tributaria es un ámbito
reservado al legislador, en el que goza, dentro de los límites establecidos en la Constitución, de un
amplio margen de libertad que deriva de su posición constitucional y, en última instancia, de su
específica legitimidad democrática.
Este margen de libertad debe someterse, por tanto, a un enjuiciamiento jurídico constitucional, en el
que no cabrá calificar políticamente las acciones que el legislador pudiese adoptar. Al respecto, el
Tribunal Constitucional español ha sostenido, en criterio compartido por este Colegiado, que: ‘(...) en
un plano hay que situar las decisiones políticas y el enjuiciamiento político que tales decisiones
merezcan, y en otro plano distinto la calificación de inconstitucionalidad, que tiene que hacerse con
arreglo a criterios estrictamente jurídicos. La Constitución es un marco de coincidencias
suficientemente amplio como para que dentro de él quepan opciones políticas de muy diferente signo.
La labor de interpretación de la Constitución no consiste necesariamente en cerrar el paso a las
opciones o variantes imponiendo autoritariamente una de ellas’ [STC N.° 11/1981, FJ. 7].
En criterio concordante, este Tribunal Constitucional ha sostenido que: ‘(...) la Constitución no ha
constitucionalizado (o, a su turno, prohibido) ningún impuesto. Tampoco ha determinado qué tipo de
actividades económicas puedan ser, o no, objeto de regulaciones fiscales’ (STC N.° 2727-2002-AA/TC,
FJ. 6)” (Exp. 0011-2004-AI/TC, FJ 25 a 27).
(Exp. 00011-2004-AI FJ De 25 a 27)

LEGISLACIÓN QUE PRECISA ESTE ARTÍCULO CONSTITUCIONAL

Ley 26656 (El Peruano, 17 de agosto de 1996), que establece las modalidades y plazos para las
autorizaciones de salida del país del Presidente de la República.

Artículo 1º.- Para los efectos de lo dispuesto en el inciso 9) del Artículo 102º de la Constitución
Política, el Poder Ejecutivo podrá solicitar y el Congreso de la República autorizar la salida del país del
Presidente de la República conforme a las modalidades y plazos establecidos en la presente Ley.
Artículo 2º.- Las solicitudes de autorización de salida del país deberán indicar el o los destinos, el
objetivo del viaje y el plazo en que deberá ejecutarse.
Artículo 3º.- Podrá solicitarse autorización de salida tanto por viajes a eventos determinados, como
por períodos en los que se tenga previsto atender eventos a determinarse, en cuyo caso deberá indicarse
únicamente el plazo durante el cual el Presidente de la República podrá efectuar viajes al exterior, debiendo
dar cuenta al Congreso de los objetivos y destinos cubiertos, inmediatamente a su retorno al país.
Artículo 4º.- En el caso de solicitudes de autorización de salida por períodos, éstos no podrán
exceder el plazo de tres meses.
Durante los períodos en que no se encuentre en funciones el Pleno del Congreso, las autorizaciones
de salida podrán ser concedidas por la Comisión Permanente.

CAPÍTULO II
DE LA FUNCIÓN LEGISLATIVA

Generalidad de las leyes


 Leyes especiales


Vigencia de la ley
Retroactividad de la
103º
. Pueden expedirse
ley penal
leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las
 Derogación de la ley cosas, pero no por razón de la diferencia de personas.
 Inconstitucionalidad Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivos, salvo
de la ley en materia penal, cuando favorece al reo.
 Abuso del Derecho
La ley se deroga sólo por otra ley. También queda
sin efecto por sentencia que declara su
inconstitucionalidad.
La Constitución no ampara el abuso del derecho.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN
En la Sesión del Pleno del Congreso de la República de fecha 26 de mayo de 2004 se aprobó una Ley
de reforma constitucional relativa a este artículo. De aprobarse nuevamente la reforma en la próxima
legislatura, su nuevo texto sería el siguiente:
“Artículo 103º.- La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que administra los regímenes
de pensiones a cargo del Estado”.
Pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón
de las diferencias de las personas. La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos
supuestos, en materia penal cuando favorece al reo. La ley se deroga sólo por otra ley. También queda sin
efecto por sentencia que declara su inconstitucionalidad.
La Constitución no ampara el abuso del derecho”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24a, 51, 74, 79, 109, 139 inc. 11, 200 inc. 4, 204.
Código Civil: Arts. I, II, III, 924, 2120, 2121.
Código Penal: Arts. 1, 2, 6, 7, 8, 10.
Código Procesal Civil: Art. 685.
Código Tributario: Art. VI.
Ley 27454: 1a DT.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 40.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 9.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 11.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 15.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 8, 23, 25.


Constitución de 1979: Art. 187.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2292 y 2299.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Proscripción de la retroactividad salvo cuando beneficie al reo.


1. "Este Tribunal ha recordado que, conforme a lo dispuesto por el artículo 103 de la Constitución, “la ley,
desde su entrada en vigor, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes
y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando favorece al
reo” (énfasis agregado). De esta forma, concluyó que la propia Constitución no sólo cierra la posibilidad de
nivelar las pensiones de los jubilados con las de los servidores en actividad a futuro, sino que además
determina que un pedido como el del demandante deba ser desestimado en tanto que no resulta posible, el
día de hoy, disponer el pago de dinero en atención a una supuesta disparidad pasada.
Por lo indicado, la nivelación pensionaria establecida para las pensiones de cesantía otorgadas conforme al
Decreto Ley 20530, en aplicación de lo establecido por la Ley 23495 y su norma reglamentaria, no
constituye, por razones de interés social, un derecho exigible, más aún cuando el abono de reintegros
derivados del sistema de reajuste creado por el instituto en cuestión no permitiría cumplir con la finalidad de
la reforma constitucional, esto es, mejorar el ahorro público para lograr el aumento de las pensiones más
bajas. A ello debe agregarse que en la STC 0050-2004-AI/TC y otros, este Colegiado ha señalado que `no
[se] puede ni [se] debe avalar intento alguno de abuso en el ejercicio del derecho a la pensión
´". (Expediente 05052-2011-PC/TC, Fundamento Jurídico 7,8).

Principio-derecho de igualdad.
2. "El principio-derecho de igualdad, distingue dos manifestaciones relevantes: la igualdad en la ley y la
igualdad en la aplicación de la ley (Expediente N.° 0004-2006-PI/TC, fundamentos jurídicos del 123). La
igualdad en la ley, o en el contenido de la ley, que es el que ahora interesa desarrollar, constituye un límite
para el Legislador, en tanto que la actividad legisferante está vedada de establecer discriminaciones entre
iguales, estándosele permitido diferenciar en cuanto existan razones objetivas que sustenten tal distingo.
Tal como este Tribunal lo afirmó en la STC 0018-2003-AI/TC, el artículo 103° de la Constitución prescribe
que pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas, pero no por razón de
la diferencia de personas. Este principio general del derecho afirma implícitamente que las normas jurídicas
protegen y obligan por igual a todos los habitantes de la República. La normas se caracterizan por tener un
mandato impersonal; ergo, no tienen en cuenta la singularidad de las personas obligadas a su
cumplimiento. La ley debe contener pautas de carácter general que sean de interés común y resultantes de
la convivencia social, cuyo cumplimiento sea obligatorio para todos, es decir, erga omnes. Dentro de ese
contexto, sólo por excepción es viable la creación de una regla especial, la misma que no se ampara en el
arbitrio caprichoso de quienes poseen el poder político, sino en la naturaleza o razón de los hechos, sucesos
o acontecimientos que ameriten una regulación particular o no genérica. Es decir, una ley especial –de por si
regla excepcional en el ordenamiento jurídico nacional– se ampara en las específicas características,
propiedades, exigencias o calidades de determinados asuntos no generales en el seno de la sociedad. Las
leyes especiales hacen referencia especifica a lo particular, singular o privativo de una materia. Su
denominación se ampara en lo sui géneris de su contenido y en su apartamiento de las reglas genéricas. En
puridad, surgen por la necesidad de establecer regulaciones jurídicas esencialmente distintas a aquellas que
contemplan las relaciones o situaciones indiferenciadas, comunes o genéricas.
También se ha indicado (STC 0001-2003-AI/TC, fundamento 7) que el término “cosa” previsto en el primer
párrafo del artículo 103° de la Constitución, no puede ser entendido en su sentido coloquial. La cosa no
puede ser vista como un objeto físico, sino como todo elemento vinculado a la juridicidad: inmanente pero
real; objetivo pero intrínsecamente vinculado a las relaciones interpersonales. “Cosa” es, pues, la materia
del Derecho y, por tanto, puede aludir a una relación jurídica, un instituto jurídico, una institución jurídica o
simplemente un derecho, un principio, un valor o un bien con relevancia jurídica” (resaltado agregado).
Asimismo, en la aludida sentencia, se menciona que “(….) Así pues, cuando el artículo 103° de la Carta
Fundamental estipula que pueden expedirse leyes especiales “porque así lo exige la naturaleza de las
cosas”, no hace sino reclamar la razonabilidad objetiva que debe fundamentar toda ley, incluso, desde
luego, las leyes especiales. Respetando el criterio de razonabilidad legal, el Estado queda facultado para
desvincular a la ley de su vocación por la generalidad y hacerla ingresar en una necesaria y razonable
singularidad. Necesaria, porque está llamada a recomponer un orden social que tiende a desvirtuarse, y
razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo, a saber, la naturaleza de las cosas” (fundamento
8)".(Expediente 00021-2011-AI/TC, Fundamento Jurídico 5 a 7).

Proscripción del abuso del derecho


3. "... debe recordar este Tribunal que la cláusula constitucional que proscribe el abuso del derecho, aplicada al
ámbito de los derechos fundamentales, supone la prohibición de desnaturalizar las finalidades u objetivos
que sustentan la existencia de cada atributo, facultad o libertad reconocida sobre las personas [Cfr.
Sentencia recaída en el Expediente N.º 05296-2007-PA/TC, fundamento 12 ]. Los derechos, pues, no
pueden utilizarse de una forma ilegítima o abusiva, como ocurre en el presente caso, en que la empresa
Telefónica S.A.A. pretenda obtener un doble beneficio por una misma causa, lo que a todas luces resulta
inconstitucional". (Expediente 00037-2012-AA /TC, Fundamento Jurídico 69).

Alcances del Derecho de Gracia.


4. "El artículo 2º de la Ley N.º 28704, también dispone que “[n]o procede (…) el derecho de gracia a los
sentenciados por los delitos [de violación sexual de menores de edad]”.
Aunque en la doctrina se hallan diversas definiciones de la denominada “gracia presidencial”, en el
ordenamiento constitucional peruano ésta alcanza una configuración concreta. En efecto, el artículo 118º,
inciso 21, de la Constitución, establece que “[c]orresponde al Presidente de la República (…) [e]jercer el
derecho de gracia en beneficio de los procesados en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido
el doble de su plazo más su ampliatoria”. De ahí que, en función del tipo de casos sobre los que puede
recaer y de otras exigencias constitucionales, esta atribución reviste una serie de límites formales
específicos: “1) Que se trate de procesados, no de condenados. 2) Que la etapa de instrucción haya
excedido el doble de su plazo más su ampliatoria. 3) Aparte de los requisitos ya mencionados, cabe señalar
la necesidad de refrendo ministerial (artículo 120 de la Constitución)” (STC 4053-2007-PHC/TC, fundamento
25).
A estas condiciones formales, cabe agregar que no puede ejercerse esta atribución si el proceso cuya etapa
investigativa superó el referido plazo, se encuentra ya en etapa de juzgamiento, es decir, si la etapa de
investigación ha precluido. Ello supondría una violación del artículo 103º de la Constitución que prohíbe,
salvo determinadas excepciones, la aplicación retroactiva de la ley, principio que, ciertamente, alcanza a la
Constitución misma, y que, por consiguiente, impide que una atribución constitucional pueda ser ejercida
con efecto retroactivo; máxime si, al incidir sobre un ámbito procesal, su aplicación se rige por el principio
tempusregitactum". (Exp. 00012-2010-AI FJ 53,54)

Retroactividad benigna.
5. "Si bien queda claro -conforme a lo señalado en los párrafos precedentes- que quien ha sido condenado en
virtud de una ley que ha sido reformada con una pena más benigna tiene el legítimo derecho de solicitar
tanto la adecuación al nuevo tipo penal como la sustitución de la pena sobre la base del mandato expresado
en el artículo 103º de la Constitución, ello no implica que la concesión de tales pedidos sea una atribución
conferida a la justicia constitucional. Y es que como ya lo ha señalado este Tribunal en reiterada
jurisprudencia, la determinación de la responsabilidad penal es competencia exclusiva de la justicia
ordinaria, aspecto que también involucra la graduación de la pena impuesta en sede penal. En este sentido
no cabe sino recalcar que la asignación de la pena obedece a una declaración previa de culpabilidad
realizada por el juez ordinario, quien en virtud de la actuación probatoria realizada al interior del proceso
penal llega a la convicción sobre la comisión de los hechos investigados, la autoría y el grado de
participación de los inculpados. El quántum de la pena obedece, pues, a un análisis del juez ordinario quien
sobre la base de los criterios mencionados fijará una pena proporcional a la conducta
sancionada". (Expediente 02100-2011-HC/ TC, Fundamento Jurídico 6 ).

Retroactividad cuando beneficie al reo.


6. ."Conforme lo consagra el artículo 103º de la Constitución Política, nuestro ordenamiento jurídico reconoce
como principio general que la ley no tiene efectos retroactivos, lo que a su vez se encuentra matizado por el
principio de retroactividad benigna de la ley penal en caso de que la nueva disposición penal posterior a la
comisión del hecho delictivo sea más favorable al reo.
Conforme a lo señalado en el considerando anterior y en reiterada jurisprudencia, quien ha sido condenado
en virtud de una ley que ha sido reformada con una pena más benigna tiene el legítimo derecho de solicitar
la sustitución de la pena sobre la base del mandato expresado en el artículo 103º de la Constitución; sin
embargo, ello no implica que su concesión sea una atribución conferida a la justicia constitucional. Y es que
como ya lo ha señalado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la determinación de la responsabilidad
penal es competencia exclusiva de la justicia ordinaria, aspecto que también involucra la graduación de la
pena impuesta en sede penal. En este sentido no cabe sino recalcar que la asignación de la pena obedece a
una declaración previa de culpabilidad realizada por el juez ordinario, quien en virtud de la actuación
probatoria realizada al interior del proceso penal llega a la convicción sobre la comisión de los hechos
investigados, la autoría y el grado de participación de los inculpados. El quántum de la pena obedece, pues,
a un análisis del juez ordinario, quien sobre la base de los criterios mencionados fijará una pena
proporcional a la conducta sancionada".Expediente 00633-2011-HC/TC, Fundamento Jurídico 4,5).

Obligatoriedad de la aplicación de la retroactividad benigna.


7. "... no puede acudirse ante la justicia constitucional para solicitar la sustitución de la pena ya que dicha
pretensión entrañaría que este Tribunal se constituya en una tercera instancia, lo que sin duda excedería el
objeto de los procesos constitucionales de la libertad y el contenido constitucionalmente protegido del
derecho a la libertad personal. Otra sería la situación si se advirtiese una negativa injustificada por parte del
órgano jurisdiccional de absolver la solicitud de sustitución de la pena pretendida por el condenado con
legítimo derecho, lo que implica un desconocimiento de la retroactividad benigna de las leyes penales
consagrada en el artículo 103° de la Constitución, o que se haya atendido la solicitud de adecuación de la
pena y ésta, sin embargo, hubiera sido graduada fuera del nuevo marco legal que atañe al ilícito por el que
se cumple la condena, en cuyo caso la justicia constitucional se encuentra habilitada para realizar el examen
de aquella resolución judicial [firme] con una sustentación del fondo de la controversia constitucional
planteada en la demanda; lo que no ha sucedido en el caso de autos pues al recurrente se le sustituyó la
pena conforme al nuevo marco legal. A mayor abundamiento cabe señalar que la resolución que le sustituyó
la pena al recurrente a 15 años de pena privativa de libertad, se justificó al señalar que en la sentencia
originaría de fecha 18 de febrero de 2000 no se advirtieron factores y circunstancias de carácter sustantivo
o procesal que hayan permitido al Colegiado que sentenció disminuir la pena a límites inferiores al límite
legal y que les permita atender la solicitud del interno recurrente (fojas 20)". (Expediente03914-2010-
HC/TC, Fundamento Jurídico 4)

Retroactividad Benigna.
8. . "Respecto del extremo referido a la alegada falta de proporcionalidad en la sustitución de pena aplicada
por la demandada, es preciso señalar que si bien queda claro que aquellos que han sido condenados en
virtud de una ley que ha sido reformada estableciéndose una pena más benigna tienen el legítimo derecho
de solicitar la sustitución de la pena sobre la base del mandato expresado en el artículo 103º de la
Constitución, ello no implica que la concesión del beneficio sea una atribución conferida a la justicia
constitucional. Es que, como ya lo ha señalado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la determinación
de la responsabilidad penal es competencia exclusiva de la justicia ordinaria, aspecto que también involucra
la graduación de la pena impuesta en sede penal. En este sentido, no cabe sino recalcar que la asignación
de la pena obedece a una declaración previa de culpabilidad realizada por el juez ordinario, el que en virtud
de la actuación probatoria realizada al interior del proceso penal llega a la convicción de la comisión de los
hechos investigados, la autoría, así como el grado de participación de los inculpados. El quántum de la pena
obedece, pues, a un análisis del juez ordinario, el cual, sobre la base de los criterios mencionados, fijará una
pena proporcional a la conducta sancionada". (Exp. 05783-2009-HC FJ 2)

Irretroactividad salvo cuando favorece al reo.


9. "... este Tribunal ha recordado que “conforme a lo dispuesto por el artículo 103 de la Constitución la
ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas
existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal
cuando favorece al reo “(énfasis agregado). De esta forma, la propia Constitución no sólo cierra la
posibilidad de nivelar las pensiones de los jubilados con las de los servidores en actividad a futuro,
sino que además determina que un pedido como el del demandante deba ser desestimado en tanto que
no resulta posible, el día de hoy, disponer el pago de dinero en atención a una supuesta disparidad
pasada". Expediente 00293-2009-AA/TC, Fundamento Jurídico 4).

Aplicación de la retroactividad benigna a las normas penales materiales.


10. ."... es también conocido que por mandato expreso de la Carta Fundamental del Estado una norma no
puede ser aplicada de modo retroactivo, salvo en materia penal cuando favorece al reo. Así, el artículo
103º ha precisado literalmente que: “…Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivos, salvo en
materia penal cuando favorece al reo…”. Esta excepción es aplicable a las normas del derecho penal
material, por ejemplo, en caso de que, posteriormente a la comisión del delito, entre en vigencia una
norma que establezca una pena más leve. Por su parte el artículo 6° del Código Penal prescribe que se
aplicará la norma vigente al momento de la comisión del delito y, en caso de conflicto de normas
penales en el tiempo, se aplicará la más favorable.
Respecto a la irretroactividad de la ley, este Colegiado Constitucional ha tenido la oportunidad de
afirmar que: “… La aplicación retroactiva de las normas se produce cuando a un hecho, relación o
situación jurídica se les aplica una norma que entró en vigencia después que éstos se produjeron.
Nuestro ordenamiento prohíbe la aplicación retroactiva de las normas. Como excepción a la regla se
permite la aplicación retroactiva en materia penal, cuando favorece al reo…” (STC Nº 1300-2002-
HC/TC). No obstante esta definición, no debe ser aplicada de modo literal, sino que debe existir una
interpretación activa, es decir, caso por caso. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional el cual ha
señalado en un proceso constitucional de hábeas corpus que: “…El alegato del recurrente para
cuestionar el proceso penal por el delito de corrupción de funcionarios en la modalidad cohecho pasivo
impropio, se basa en que al momento de la comisión del mismo no estaba tipificada la conducta
delictiva por la que se le condena y en que recién con la modificatoria del 6 de octubre de 2004 se
amplía el hecho típico. Sin embargo, la conducta delictiva sí se encontraba tipificada en el artículo 394
del Código Penal, con anterioridad a dicha modificatoria, lo que era suficiente para la configuración
del tipo penal...” Expediente 03509-2009-HC/TC, Fundamento Jurídico 14,15).

Primacía de las estipulaciones contractuales en materia Arbitral permitiendo la ultractividad de


las obligaciones entre las partes.
11. ."El tercer aspecto que ha originado cuestionamientos por parte de la demandante se circunscribe a
considerar que dentro del proceso arbitral se habría procedido a aplicar un Decreto Ley derogado.
Dicha objeción sin embargo y al igual que la precedente tampoco genera convicción. En efecto, más
allá de la discusión sobre el momento en que se inicia el proceso arbitral (sea que se contabilice desde
la instalación del Tribunal Arbitral o desde el momento de la suscripción del Convenio Arbitral), lo
real e indiscutible es que con sujeción estricta a lo previsto en el Tercer Apartado de la Cláusula
Décimo Octava del tantas veces citado Contrato de Compraventa, las partes convinieron que de
iniciase un proceso arbitral éste quedaría sujeto a las estipulaciones que los árbitros puedan considerar
conveniente o en su defecto, a lo previsto en la Ley General de Arbitraje Nº 25935, vigente al
momento de celebrarse dicho acuerdo.
La justificación del proceder descrito no resulta por lo demás irrazonable o arbitraria pues al
suscribirse un determinado contrato, las partes intervinientes juzgan pertinente someterse a
determinadas reglas de juego en el caso de que sea necesario someterse a un eventual arbitraje. Dichas
reglas son las que en el momento del contrato se conocen y se aceptan como fórmula de solución de
conflictos, resultando por el contrario absurdo pretender que tales reglas puedan alterarse so pretexto
de una futura modificación (como ocurrió en el presente caso con la Nueva Ley de Arbitraje Nº 26572)
y que las incidencias de la misma (de tal modificación) tengan que necesariamente aplicarse sobre
quienes suscribieron un contrato bajo otro tipo de criterios.
Los Magistrados que suscriben no consideran por tanto, que por haberse aplicado el Decreto Ley Nº
25935 (anterior Ley de Arbitraje) y no la Ley Nº 26572 (nueva Ley de arbitraje) puedan haberse visto
afectados los derechos fundamentales de la parte quejosa". (Exp. 05311-2007-AA FJ De 14 a 16)
Exclusividad de la determinación de responsabilidad penal por parte de la Justicia Ordinaria.
12. "Si bien queda claro -conforme a lo señalado en los párrafos precedentes- que quien ha sido
condenado en virtud de una ley que ha sido reformada con una pena más benigna tiene el legítimo
derecho de solicitar la sustitución de la pena sobre la base del mandato expresado en el artículo 103º
de la Constitución, ello no implica que la concesión de la referida sustitución de pena sea una
atribución conferida a la justicia constitucional. Y es que como ya lo ha señalado este Tribunal en
reiterada jurisprudencia, la determinación de la responsabilidad penal es competencia exclusiva de la
justicia ordinaria, aspecto que también involucra la graduación de la pena impuesta en sede penal. En
este sentido no cabe sino recalcar que la asignación de la pena obedece a una declaración previa de
culpabilidad realizada por el juez ordinario, quien en virtud de la actuación probatoria realizada al
interior del proceso penal llega a la convicción sobre la comisión de los hechos investigados, la autoría
y el grado de participación de los inculpados. El quántum de la pena obedece, pues, a un análisis del
juez ordinario quien sobre la base de los criterios mencionados fijará una pena proporcional a la
conducta sancionada". (Exp. 03398-2009-HC FJ 7)

Proscripción de la retroactividad salvo cuando beneficie al reo.


13. . "El demandante manifiesta que la ley cuestionada resulta inconstitucional porque desconoce y
disminuye derechos adquiridos, afectando de esta manera el derecho al trabajo “así como los derechos
reconocidos o que debían reconocerse por hechos cumplidos bajo las previsiones de la Ley del
Profesorado”.
En primer lugar, es necesario señalar que el demandante parte de la proposición errónea de considerar
que nuestro ordenamiento jurídico se rige bajo la teoría de los derechos adquiridos, cuando nuestra
propia Carta Magna en su artículo 103º dispone que “ (…) La ley, desde su entrada en vigencia, se
aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni
efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando favorece al reo (…)”.
En ese sentido, este Tribunal ha pronunciado en reiterada jurisprudencia que nuestro ordenamiento
jurídico se rige por la teoría de los hechos cumplidos, estableciendo que “(…) nuestro ordenamiento
adopta la teoría de los hechos cumplidos (excepto en materia penal cuando favorece al reo), de modo
que la norma se aplica a las consecuencias y situaciones jurídicas existentes’ (STC 0606-2004-AA/TC,
FJ 2). Por tanto, para aplicar una norma (…) en el tiempo debe considerarse la teoría de los hechos
cumplidos y, consecuentemente, el principio de aplicación inmediata de las normas”. (subrayado
agregado) (Cfr. STC Nº 0002-2006-PI/TC, fundamento Nº 12).
Por tanto, se colige que toda norma jurídica desde su entrada en vigencia es de aplicación a las
situaciones jurídicas existentes, siendo que la teoría de los derechos adquiridos tiene una aplicación
excepcional y restringida en nuestro ordenamiento jurídico, pues únicamente es aplicada a los casos
que de manera expresa señala la Constitución, tal como ya lo ha establecido el Tribunal Constitucional
cuando determinó que “(…) la aplicación ultractiva o retroactiva de una norma sólo es posible si el
ordenamiento lo reconoce expresamente –a un grupo determinado de personas- que mantendrán los
derechos nacidos al amparo de la ley anterior porque así lo dispuso el Constituyente –permitiendo que
la norma bajo la cual nació el derecho surta efectos, aunque en el trayecto la norma sea derogada o
sustituida-; no significando, en modo alguno, que se desconozca que por mandato constitucional las
leyes son obligatorias desde el día siguiente de su publicación en el Diario oficial (…)”. (subrayado
agregado) (Cfr. STC Nº 0008-1996-PI/TC, fundamento Nº 17).
Por ende, sólo es de aplicación la teoría de los derechos adquiridos a los casos expresamente señalados
en la Constitución. En ese sentido, en nuestra Carta Magna no se encuentra disposición alguna que
ordene la aplicación de la teoría de los derechos adquiridos a los casos referidos a la sucesión
normativa en materia laboral, por lo que no existe sustento constitucional alguno que ampare lo
alegado por el demandante respecto a la supuesta vulneración de sus derechos adquiridos, resultando
inconsistentes sus alegatos". (Expediente 00005-2008-AI/TC, Fundamento Jurídico 106 a 110)

Tribunal Constitucional no es una “instancia”.


14. "... si bien la retroactividad benigna de las normas penales (artículo 103º de la Constitución) permite al
condenado solicitar la sustitución de la pena cuando luego de la condena entra en vigencia un marco
normativo más favorable, ello no significa, desde luego, que si el condenado no se encuentra conforme con
lo resuelto respecto de su pedido de sustitución de pena, pueda solicitarlo nuevamente de manera
indefinida. En el presente caso, de manera previa a la solicitud que motivó la resolución cuestionada, la
recurrente ya había solicitado la sustitución de pena en relación a la modificación del marco penal operada
mediante Ley N.º 28002, lo que fue resuelto en su oportunidad (y no fue cuestionado por la actora), por lo
que no constituye arbitrariedad por parte de la Corte Suprema de Justicia el denegar una posterior revisión
del mismo asunto".(Expediente 00452-2009-HC/TC, Fundamento Jurídico 10)

Actuar con temeridad en el proceso como violación a la proscripción del abuso del derecho 15.
15. ."... se hace evidente la conducta litigiosa temeraria asumida por el accionante, quien en el presente caso
ha venido alegando de manera reiterada, al igual que en otros procesos, la afectación de su derecho
constitucional al debido proceso cuestionando el sentido del fallo en resoluciones del Poder Judicial,
pretendiendo un reexamen de sentencias expedidas y que se revoquen fallos emitidos vinculados a la
determinación del derecho de propiedad de la demandante respecto a un bien inmueble; desnaturalizando
los fines de este proceso constitucional, recurriendo a la utilización de argumentos carentes de sustento
fáctico y jurídico.
De hecho esta actuación no sería deleznable si fuera la primera vez en que este Colegiado conoce de este
tipo de alegaciones; sin embargo, ello no es así, pues tal como se ha hecho referencia supra, existen
diecinueve casos en los que se ha dado respuesta a dichas alegaciones desde la perspectiva estrictamente
constitucional. Y es que para este Tribunal Constitucional estos hechos acreditan no sólo la falta de
argumentos y fundamentos que sustentan sus afirmaciones en esta vía, sino también la temeridad con la
que ha venido actuando el recurrente en el trámite del presente proceso, obstaculizando así la labor de los
órganos jurisdiccionales encargados de administrar justicia por mandato del artículo 138º de la
Constitución.
No cabe duda que conductas de ese tipo constituyen una vulneración del artículo 103º de la Constitución,
que proscribe el abuso del derecho, en general, y de los procesos constitucionales, en particular. Y es que el
abuso de los procesos constitucionales no sólo constituye un grave daño al orden objetivo constitucional,
sino también a la tutela de los derechos fundamentales de los demás ciudadanos. Esto es así, por cuanto al
hacerse un uso abusivo de los procesos constitucionales, de un lado, se restringe prima facie la posibilidad
de que este Colegiado pueda resolver las causas de quienes legítimamente acuden a este tipo de procesos a
fin de que se tutele prontamente sus derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, y de otro lado,
constituye un gasto innecesario para el propio Estado que tiene que premunir de recursos humanos y
logísticos para resolver tales asuntos. En concreto, con este tipo de pretensiones, lo único que se consigue
es dilatar la atención oportuna de las auténticas demandas de justicia constitucional y a la vez frustrar la
administración de justicia en general". (Exp. 01911-2009-HC FJ De 12 a 14)

Principio “Tempus Regis Actum” rige en las normas procesales penales


16. "En cuanto a la supuesta afectación de los principios de irretroactividad de la ley y de la aplicación de la ley
más favorable al reo en materia penal (establecidos en el artículo 103° de la Constitución), este Supremo
Intérprete de la Constitución ha señalado en la sentencia recaída en el Expediente N° 4786-2004-HC/TC que
“pese a que existe un nexo entre la ley penal (que califica la conducta antijurídica y establece la pena) y la
penitenciaria (que regula las condiciones en las que se ejecutará la pena impuesta), esta última no tiene la
naturaleza de una ley penal, cuya duda sobre sus alcances o eventual colisión con otras leyes imponga al
juzgador la obligación de aplicar la ley más favorable. Desde esa perspectiva, atendiendo a que las normas
que regulan el acceso a los beneficios penitenciarios no son normas penales materiales sino normas de
derecho penitenciario, sus disposiciones deben ser consideradas como normas procedimentales, puesto que
ellas establecen los presupuestos que fijan su ámbito de aplicación, la prohibición de acceder a beneficios
penales y la recepción de beneficios penitenciarios aplicables a los condenados.
Es en este contexto que este Tribunal ha precisado, en la sentencia recaída en el STC 2196-2002-HC/TC,
caso Carlos Saldaña Saldaña, (Expediente N° 2196-2002-HC/TC, fundamentos 8 y 10) que ´[e]n el caso de
las normas procesales penales rige el principio tempusregisactum, que establece que la ley procesal
aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento de resolverse el acto. [No obstante, se
considera asimismo que] la legislación aplicable para resolver un determinado acto procedimental, como el
que atañe a los beneficios penitenciarios, está representado por la fecha en el cual se inicia el procedimiento
destinado a obtener el beneficio penitenciario, esto es, el momento de la presentación de la solicitud para
acogerse a éste´". (Exp. 02279-2009-HC FJ 5,6)

Ordenamiento Jurídico se rige por la Teoría de los hechos cumplidos.


17. ."... el demandante parte de la proposición errónea de considerar que nuestro ordenamiento jurídico se rige
bajo la teoría de los derechos adquiridos, cuando nuestra propia Carta Magna en su artículo 103º dispone
que “(…) La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal
cuando favorece al reo (…)”.
En ese sentido, este Tribunal ha pronunciado en reiterada jurisprudencia que nuestro ordenamiento jurídico
se rige por la teoría de los hechos cumplidos, estableciendo que “(…) nuestro ordenamiento adopta la teoría
de los hechos cumplidos (excepto en materia penal cuando favorece al reo), de modo que la norma se aplica
a las consecuencias y situaciones jurídicas existentes’ (STC 0606-2004-AA/TC, FJ 2). Por tanto, para aplicar
una norma (…) en el tiempo debe considerarse la teoría de los hechos cumplidos y, consecuentemente, el
principio de aplicación inmediata de las normas”.
Se colige de ello que toda norma jurídica desde su entrada en vigencia es de aplicación a las situaciones
jurídicas existentes, y que la teoría de los derechos adquiridos tiene una aplicación excepcional y restringida
en nuestro ordenamiento jurídico, pues únicamente se utiliza para los casos que de manera expresa señala
la Constitución, tal como ya lo ha establecido el Tribunal Constitucional cuando determinó que “(…) la
aplicación ultractiva o retroactiva de una norma sólo es posible si el ordenamiento lo reconoce
expresamente –a un grupo determinado de personas- que mantendrán los derechos nacidos al amparo de la
ley anterior porque así lo dispuso el Constituyente –permitiendo que la norma bajo la cual nació el derecho
surta efectos, aunque en el trayecto la norma sea derogada o sustituida-; no significando, en modo alguno,
que se desconozca que por mandato constitucional las leyes son obligatorias desde el día siguiente de su
publicación en el Diario oficial (…)”.
Por ende, sólo es de aplicación la teoría de los derechos adquiridos a los casos expresamente señalados en
la Constitución. En nuestra Carta Magna no se encuentra disposición alguna que ordene la aplicación de la
teoría de los derechos adquiridos a los casos referidos a la sucesión normativa en materia laboral, por lo que
no existe sustento constitucional alguno que ampare lo alegado por el demandante respecto a la supuesta
vulneración de sus derechos adquiridos, resultando inconsistentes sus alegatos". (Exp. 00025-2007-AI FJ De
71 a 74)

Se permite la modificación de regímenes de seguridades en concordancia con la teorías de los


hechos cumplidos.
18. ."... este Colegiado debe anotar que la concesión administrativa, aun reconociendo la posición privilegiada
del Estado, no significa que la injerencia del Estado sea o devenga en arbitraria. Por ello, si desde la
convocatoria se fijaron reglas de juego predeterminadas, es porque la observancia de éstas representa una
garantía tanto para el Estado como para los propios concesionarios, quienes se someten a un régimen de
seguridades; sin perjuicio que determinadas razones puedan justificar la modificación de dicho régimen, a
partir del reconocimiento expreso de la teoría de los hechos cumplidos consagrada en el artículo 103º de la
Constitución (por ejemplo, a las nuevas importaciones)". (Exp. 05503-2007-AA FJ 9)

Desnaturalización de los procesos constitucionales implica vulneración a la proscripción del


abuso del derecho.
19. ."... conductas de ese tipo [que desnaturalizan los procesos constitucionales] constituyen una vulneración
del artículo 103º de la Constitución –que proscribe el abuso del derecho– y del artículo 5º del Código de
Ética del Colegio de Abogados de Lima. El abuso de los procesos constitucionales no sólo constituye grave
daño al orden objetivo constitucional, sino también a la tutela de los derechos fundamentales de los demás
ciudadanos. Esto es así por cuanto, al hacerse un uso abusivo de los procesos constitucionales, se restringe
la posibilidad de que este Colegiado pueda resolver prontamente causas de quienes legítimamente recurren
a este tipo de procesos a fin de que se tutele los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución. En
efecto, con este tipo de pretensiones, lo único que se consigue es dilatar la atención oportuna de las
auténticas demandas de justicia constitucional". (Exp. 00047-2008-HC FJ 6)

Delegación de facultades al Poder Ejecutivo

Decretos legislativos

 Delegación de
facultades legislativas
al Poder Ejecutivo
. El 104º
 Características de la Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la
delegación facultad de legislar, mediante decretos legislativos,
 Materias indelegables sobre la materia específica y por elplazo determinado
 Regulación aplicable a establecidos en la ley autoritativa.
los decretos
legislativos No pueden delegarse las materias que son indelegables
 Obligación de dar a la Comisión Permanente.
cuenta al Congreso o
Comisión Permanente
Los decretos legislativos están sometidos, en cuanto a
su promulgación, publicación, vigencia y efectos, a las
mismas normas que rigen para la ley.
El Presidente de la Congreso o a la Comisión Permanente de cada decreto
República da cuenta al legislativo.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 74, 80, 81, 108, 123 inc. 3, 125 inc. 2, 135, 200 inc. 4.
Reglamento del Congreso: Arts. 81 inc. f, 90.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 32.2.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 188.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1203 a 1227, 1230 a 1232.


Tomo III: páginas 2517, 2576 a 2579.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Legislación ejecutiva delegada por el Congreso.


1. "La legislación ejecutiva delegada se encuentra institucionalizada en el artículo 104 de la Constitución. Su
dictado es consecuencia del ejercicio de 2 tipos de competencias que se confieren a 2 poderes del Estado
distintos. Por un lado, al titular de la política legislativa del Estado –el Congreso–, respecto al cual la Ley
Fundamental lo inviste de la competencia constitucional, de ejercicio discrecional, para delegar en el Poder
Ejecutivo la facultad de regular, mediante decretos legislativos, temas que se encuentran dentro de su
ámbito material de reserva. Por otro, confiere al Poder Ejecutivo de la competencia constitucional de dictar
decretos legislativos, con rango de ley, siempre que medie la autorización del Parlamento.
Encontrarse autorizado para legislar delegadamente no supone que el Ejecutivo legisle en representación del
Parlamento y, por tanto, como sucede en el Derecho Privado, que los actos legislativos que aquel expida
puedan considerarse como actos dictados por cuenta y en nombre del Congreso. El Tribunal recuerda que la
legislación ejecutiva delegada es el resultado institucional del ejercicio de la competencia de ejercer función
legislativa con que la Constitución ha investido al Poder Ejecutivo. En ese sentido, se tratan de normas
expedidas en ejercicio de una competencia que le es propia, dentro de las materias y plazos que establezca
la ley de habilitación.
Por otro lado, la delegación de facultades legislativas que el Legislativo realiza a favor del Ejecutivo tampoco
significa que durante el lapso que se prolonga la delegación, el Congreso carezca de la competencia para
ejercer la función legislativa. La delegación de facultades legislativas no comprende la potestas. No sólo
porque la habilitación para expedir legislación delegada está circunscrita a determinadas materias fijadas en
la ley autoritativa, sino porque en un modelo de Estado Constitucional y Democrático de Derecho, edificado
bajo el principio de separación de poderes y distribución de funciones, es inadmisible que un Poder del
Estado, o alguno de sus órganos constitucionales, pueda transferir a otro una competencia que la Ley
Fundamental le ha asignado.
Puesto que detrás de la legislación ejecutiva delegada subyacen 2 competencias constitucionales distintas,
son diversos igualmente los límites que al ejercicio de cada uno de ellas impone el artículo 104 de la
Constitución.

[A] Por lo que se refiere a las exigencias que han de observarse en la habilitación para dictarse decretos
legislativos delegados, el Tribunal recuerda que ésta:
(a) sólo puede tener como destinatario al Poder Ejecutivo, quedando excluido la posibilidad de que tal
habilitación pueda realizarse a favor de otros poderes del Estado u órganos constitucionales;
(b) tiene que ser aprobarse por una ley en sentido formal, es decir, a través de una ley ordinaria, aprobada
y sancionada por el Parlamento o, en su caso, por su Comisión Permanente;
(c) requiere de una ley que fije o determine la materia específica que se autoriza legislar, de manera que no
es admisible las delegaciones generales, indefinidas o imprecisas; y, a su vez, que ella precise con exactitud
el plazo dentro del cual podrá dictarse la legislación ejecutiva delegada.
(d) no comprende lo que atañe a la reforma constitucional, la aprobación de tratados que requieran de
habilitación legislativa, leyes orgánicas, la Ley del Presupuesto y la Ley de la Cuenta General de la
República.
[B] Por otro lado, el artículo 104 de la Constitución precisa los límites que, a su vez, el Poder Ejecutivo está
en la necesidad de observar con ocasión de la expedición de la legislación ejecutiva delegada. Estos límites,
además de los que vienen impuestos directamente por la Constitución, esencialmente están constituidos por
aquellos fijados en la ley habilitante. Se tratan, a saber, de: (a) límites temporales, de modo que la
legislación delegada habrá de dictarse dentro del plazo con que se cuenta con habilitación para legislar; (b)
límites materiales, por lo que la legislación delegada habrá de desarrollar cumplidamente las materias
identificadas en la ley autoritativa".(Expediente 00012-2011-AI/TC, Fundamento Jurídico 6 a 11).

Materias delegadas al Poder Ejecutivo por parte del Congreso.


2. "Respecto a las mencionadas facultades, y conforme ya ha sido establecido por este Tribunal Constitucional
en la sentencia recaída en el Expediente N.º 0002-2010-PI/TC, éstas se encuentran referidas a aspectos de
gestión, como su nombre lo señala; esto es, que abarcan conceptos tales como la falta de transparencia, el
exceso de trámites burocráticos, la desorganización existente dentro de las instituciones públicas para el
cumplimiento de fines y metas, entre otras.
En ese sentido, el proceso de modernización del Estado debe abarcar aspectos y deficiencias estructurales
advertidas en su funcionamiento, de modo que, resolviendo los problemas identificados, mejore la gestión
del Estado. Esta inconsistencia debe ser resuelta, de preferencia, tomando en cuenta la preponderancia que
tiene la competencia expresamente delegada respecto de la temática en la que se le pretende enmarcar.
De manera que, como ya ha sido establecido en la sentencia recaída en el Expediente N.º 0002-2010-PI/TC,
este Colegiado considera pertinente reiterar que corresponde interpretar el artículo 2.1.bº de la norma que
contiene las facultades delegadas, vinculadas a la “mejora del marco regulatorio, fortalecimiento
institucional y simplificación administrativa, y modernización del Estado”, con el artículo 2.2º el cual limita
las competencias delegadas al Poder Ejecutivo dentro de “los compromisos del Acuerdo de Promoción
Comercial Perú - Estados Unidos y de su Protocolo de Enmienda, y a las medidas necesarias para mejorar la
competitividad económica para su aprovechamiento”; en cumplimiento de las finalidades contenidas en el
artículo 1º de la norma en cuestión.
En tal orden de ideas, el Tribunal Constitucional estima que las materias delegadas al Poder Ejecutivo
mediante la Ley Nº 29157, para que legisle mediante Decretos Legislativos, si cumple con el requisito de
especificidad, ya que si bien el artículo 2.1.bº de la norma, al detallar las facultades delegadas, hace una
referencia genérica, es el artículo 2.2º de la ley el que delimita los alcances de dichas facultades, y que
concuerda con la finalidad señalada en el artículo 1º de la misma norma".(Expediente 00010-2010-AI/TC,
Fundamento Jurídico 5 a 8).

Amplitud del alcance de la materia específica delegada en los decretos legislativos.


3. "Resuelta pues necesario interpretar ambas disposiciones de la ley –la facultad delegada expresada y el
objetivo de ella-, ya que mientras el artículo 2.2º pretende limitar las competencias delegadas a la
implementación del ALC, el artículo 2.1.bº de la norma, al detallar las facultades delegadas, hace una
referencia genérica a la modernización del Estado, sin advertir que esa materia es mucho más amplia de lo
que pretende la parte demandante –como si únicamente estuviera referida al contenido de la Ley Nº 27658,
Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado, la que además está referida a aspectos de gestión,
como su nombre lo señala–; esto es, que abarca conceptos tales como la falta de transparencia, el exceso
de trámites burocráticos, la desorganización existente dentro de las instituciones públicas para el
cumplimiento de fines y metas, etc.
En ese sentido, el proceso de modernización del Estado debe abarcar aspectos y deficiencias estructurales
advertidas en su funcionamiento, de modo que, resolviendo los problemas identificados, mejore la gestión
del Estado. Esta inconsistencia debe ser resuelta, de preferencia, tomando en cuenta la preponderancia que
tiene la competencia expresamente delegada respecto de la temática en la que se le pretende enmarcar.
Un componente importante en este proceso de modernización resulta ser el funcionamiento del aparato
burocrático del Estado, en el que se advierte la coexistencia de dos regímenes laborales de distinta
naturaleza –conocidos como público y privado–; a ello debe agregarse que la posibilidad que tenía el Estado
de suscribir contratos de naturaleza civil, conocidos como de servicios no personales, en los que la parte
contratante privada carecía de cualquier derecho laboral, a pesar que en algunos casos realizaba labores de
naturaleza permanente, situación que podía llevar a la desnaturalización de este sistema de contratación.
Pretender que la legislación delegada únicamente permite regular y solucionar este problema en relación a
los trabajadores del sector privado, siempre que estén vinculados al sector comercial –como pretende la
parte demandante–, importa atribuir un significado que no abarca todo lo establecido en la ley delegatoria,
dado que una interpretación en ese sentido es limitada, pues requeriría legislaciones sectoriales que en nada
resuelven los problemas del Estado, tanto más cuando en el propio TLC, el Estado peruano se ha
comprometido a “PROTEGER, fortalecer y hacer efectivos los derechos fundamentales de sus trabajadores,
fortalecer su cooperación en materia laboral y desarrollar sus respectivos compromisos internacionales en
materia laboral” (Preámbulo del TLC), sin que ello se limite a los trabajadores del sector privado vinculados
a actividades comerciales". (Expediente 00002-2010-AI/TC, Fundamento Jurídico De 6 a 9 )

Delegación de funciones legislativas al Poder Ejecutivo.


4. "En lo que respecta a la potestad del Poder Legislativo de delegar la función legislativa al Poder Ejecutivo, el
artículo 104º de la Constitución dispone que “[e]l Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad
de legislar, mediante decretos legislativos, sobre la materia específica y por el plazo determinado
establecidos en la ley autoritativa. No pueden delegarse las materias que son indelegables a la Comisión
Permanente. Los decretos legislativos están sometidos, en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia y
efectos, a las mismas normas que rigen para la ley. El Presidente de la República da cuenta al Congreso o a
la Comisión Permanente de cada decreto legislativo”.
Dicho artículo contiene, como es evidente, una remisión directa al artículo 101° de la Constitución, que
dispone: “[n]o pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional, ni a
la aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General
de la República”. La interpretación aislada de esta disposición constitucional nos llevaría a la conclusión que
no pueden delegarse al Poder Ejecutivo, la facultad de legislar solamente en aquellas materias que no
pueden delegarse tampoco a la Comisión Permanente; esto es: reforma constitucional, aprobación de
tratados internacionales, leyes orgánicas, Leyes de Presupuesto y de la Cuenta General de la República.
Puede observarse que entre estas materias indelegables no figuran expresamente en el artículo 101º de la
Constitución, la materia tributaria.
No obstante, cabe recordar que las normas constitucionales deben ser interpretadas a la luz de los principios
de unidad de la Constitución, corrección funcional, concordancia práctica, fuerza integradora y normativa de
la Constitución (cfr. al respecto, entre otras, la STC 5854-2005-AA/TC). En ese sentido y precisamente en
aplicación de dichos principios cabe determinar si existen en la Constitución otras materias indelegables al
Poder Ejecutivo. El Tribunal Constitucional entiende que lo previsto en el último párrafo del artículo 79° de la
Constitución –el mismo que regula el establecimiento de un régimen o tratamiento tributario especial a
determinadas zonas del país– constituye también una materia que sólo puede ser regulada por una ley del
Congreso de la República; en otras palabras, una materia que no puede delegarse, a efectos de su
regulación, al Poder Ejecutivo".(Expediente 00016-2007-AI/TC, Fundamento Jurìdico 20 a 22).

Límites a la legislación de facultades.


5. "Esta forma normativa [Decretos Legislativos] de fuente con rango de ley está prevista en el artículo 104º
de la Constitución, que establece: El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar,
mediante decretos legislativos, sobre la materia específica y por el plazo determinado establecidos en la ley
autoritativa. No pueden delegarse las materias que son indelegables a la Comisión Permanente.Los decretos
legislativos están sometidos, en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia y efectos, a las mismas
normas que rigen para la ley. El Presidente de la República da cuenta al Congreso o a la Comisión
Permanente de cada decreto legislativo.
El decreto legislativo tiene al Poder Ejecutivo como órgano productor. Sin embargo, el Congreso de la
República también tiene una intervención indirecta, toda vez que fija la materia y el plazo de la delegación.
Como ya se precisó anteriormente, los artículos 104º y 101º, inciso 4, de la Constitución establecen que el
Congreso de la República no puede delegar al Poder Ejecutivo las materias relativas a reforma
constitucional, aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la
Cuenta General de la República.
Por ello, la regulación a través de este tipo normativo, el decreto legislativo, está limitada directamente por
la Constitución y también por la ley autoritativa. Podía darse el caso de que el Congreso de la República
delegue una materia prohibida, con lo cual no sólo será inconstitucional la ley autoritativa, sino también el
decreto legislativo que regula la materia en cuestión. De otro lado, también puede darse el caso de que la
ley autoritativa delegue una materia permitida por la Constitución y, sin embargo, el decreto legislativo se
exceda en la materia delegada, con lo cual, en este caso también se configurará un supuesto de
inconstitucionalidad por vulneración del artículo 104º de la Constitución".(Expediente 00047-2004-AI/TC,
Fundamento Jurídico 25)

Regulación de aspectos relativos a procesos constitucionales debe tener calidad de Ley Orgánica .
6. 6.“... tal como se expone en la STC N° 004-2001-AI/TC, que declaró inconstitucional el Decreto Legislativo
Nº 900, y con arreglo al artículo 200º de la Constitución, cualquier norma que pretenda regular los aspectos
relativos a los procesos constitucionales debe tener la calidad de Ley Orgánica, esto es, deberá haber sido
aprobada en los términos establecidos en el artículo 104º de la Norma Fundamental.” (Expediente 00053-
2004-AA/TC, Fundamento Jurídico 4)

Separación de Poderes no es absoluta


7. 7.“... la separación de poderes que configura nuestra Constitución no es absoluta, porque de la estructura y
funciones de los Poderes del Estado regulados por la Norma Suprema, también se desprende el principio de
colaboración de poderes. Al respecto, encontramos una colaboración de poderes cuando el artículo 104.° de
la Constitución establece que el Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar,
mediante decretos legislativos, sobre materia específica y por el plazo determinado establecidos en la ley
autoritativa.” (Expediente 00004-2004-CC/TC Fundamento Jurídico 24)

Excesos de la materia específica dada por ley autoritativa.


8. 8.“... la creación de una Sala Previsional como parte integrante del Tribunal de Administración Pública, no
supone el ejercicio excesivo de las facultades (legislativas) delegadas por el Congreso al Poder Ejecutivo,
pues ésta forma parte también del ámbito del régimen previsional a cargo del Estado. No sucede lo mismo,
sin embargo, con el caso específico de la Sala con facultad para conocer reclamaciones laborales, pues su
creación excede la materia específica de la ley autoritativa, y, por conexión, de conformidad con el artículo
38º de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, tal ejercicio inconstitucional de las facultades delegadas
ha de reputarse respecto del inciso b) del artículo 21º, el segundo parágrafo del artículo 22º, la segunda
parte del inciso a) del artículo 24º, que desarrollan las competencias, composición y recursos impugnativos
a interponerse en dicha Sala Laboral de carácter administrativo...” (Expediente 00008-1996-AI/TC
Fundamento Jurídico 5)

Proyectos de ley

 Trámite de los
proyectos de Ley
 Trámite preferente de
los proyectos del Poder
Ejecutivo 105º. Ningún proyecto de ley puede
sancionarse sin haber sido previamente aprobado por la
respectiva Comisión dictaminadora, salvo excepción
señalada en el Reglamento del Congreso. Tienen
preferencia del Congreso los proyectos enviados por el
Poder Ejecutivo con carácter de urgencia.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 106, 107, 125.1, 160, 162, 178.
Reglamento del Congreso: Arts. 29, 76 inc. 1a.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 189.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1203 a 1227, 1230 a 1232.


Tomo III: páginas 2517, 2576 a 2579.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. "Las objeciones del Poder Ejecutivo al Código de Protección y Defensa del Consumidor luego de
la promulgación presidencial, pueden ser canalizadas a través de un proyecto de ley
modificatorio enviado al Congreso de la República, que incluso el Poder Ejecutivo puede remitir
con carácter de urgencia (artículo 105º de la Constitución). También, el Poder Ejecutivo podría
modificar dicho Código mediante decreto legislativo, con ocasión de la delegación de facultades
legislativas que le haya hecho el Congreso, en los términos del artículo 104º de la
Constitución.
No declarar la inconstitucionalidad del Decreto de Urgencia Nº 061-2010, implicaría el riesgo
de sentar como antecedente que el Poder Ejecutivo pueda intentar el incumplimiento de una
ley vía decreto de urgencia, no obstante que, como en este caso, pudo formularle
observaciones antes de promulgarla o, posteriormente, pudo remitir un proyecto de ley al
Congreso a fin de que se debata su modificación o recibir facultades legislativas delegadas del
Congreso para tal efecto. De no realizarse el control de constitucionalidad por este Colegiado,
el ejercicio de las facultades legislativas del Poder Ejecutivo mediante decretos de urgencia
contravendría las reglas que al respecto contempla la Constitución, en clara vulneración del
equilibrio de poderes, según se ha sustentado en el fundamento 2, supra, y del deber del
Ejecutivo de cumplir y hacer cumplir las leyes, conforme al artículo 118º, inciso 1, de la
Constitución". (Exp. 00028-2010-AI FJ 8,9)
2. "Según el artículo 73º del Reglamento del Congreso, desde su modificación a través de la
Resolución Legislativa Nº 013-2001-CR, para aprobarse una ley es necesaria una doble
votación, quizás con la necesidad de suplir la inexistencia de bicameralidad en el país. A través
de esa norma modificatoria, dicha forma de votación se refería a leyes orgánicas, leyes de
desarrollo constitucional y leyes referidas al régimen económico. Posteriormente, a partir de la
Resolución Legislativa N° 025-2005-CR, vigente desde julio de 2006, todos los proyectos de
ley deben pasar por las siguientes etapas: (i) Iniciativa Legislativa; (ii) Estudio en comisiones;
(iii) Publicación de los dictámenes en el Portal del Congreso, o en la Gaceta del Congreso o en
el diario oficial El Peruano; (iv) Debate en el Pleno; (v) Aprobación por doble votación; y, (vi)
Promulgación.
Con relación a la segunda votación, el Tribunal Constitucional ha manifestado que la inclusión
de esta votación en el procedimiento de creación normativa “(...) constituye una opción
legislativa y no un requisito constitucional (...) dado que la Carta Magna no establece la
segunda votación como requisito para la aprobación de una ley (...)” [fundamento 9 de la
STC 0002-2005-PI/TC]". (Exp. 00003-2008-AI FJ 10,11)
3. “... el artículo 2° de la Ley N° 27600 no pretende plantear como problema si la reforma puede
tener alcances totales o parciales: dicho dispositivo no aprueba reforma constitucional alguna.
En puridad, sólo se limita a autorizar a la Comisión de Constitución, Reglamento y Acusaciones
Constitucionales del Congreso de la República a ‘proponer un proyecto’ de reforma total de la
Constitución. Como antes se ha anotado, la autorización para que una de las Comisiones del
Congreso de la República se dedique al estudio y diseño de un proyecto de ley, cualquiera sea
la materia sobre la que verse, no es un asunto vedado por la Constitución. Antes bien, según
señala el artículo 105° de la Constitución, ‘Ningún proyecto de ley puede sancionarse sin haber
sido previamente aprobado por la respectiva Comisión dictaminadora, salvo excepción
señalada en el Reglamento del Congreso de la República’...”. (Exp. 00014-2002-AI FJ 31)

Leyes orgánicas

 Objeto de las leyes


orgánicas
 Trámite de los
proyectos de ley
orgánica 106º. Mediante leyes orgánicas se regulan la
 Votación para aprobar estructura y el funcionamiento de las entidades del
o modificar leyes
orgánicas
Estado previstas en la Constitución, así como también
las otras materias cuya regulación por ley orgánica está
establecida en la Constitución.
Los proyectos de ley orgánica se tramitan como
cualquiera otra ley. Para su aprobación o modificación,
se requiere el voto de más de la mitad del número legal
de miembros del Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 31, 66, 82, 84, 101 inc. 4, 104, 143, 150, 161, 196 y 198, 200 inc. 4.
Ley 26303: Art. 1.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 21.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 32.2.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Art. 194.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1203 a 1227, 1230 a 1232.


Tomo III: páginas 2517, 2576 a 2579.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Remisión de proyectos de ley del Poder Ejecutivo con carácter de urgencia


1. "Las objeciones del Poder Ejecutivo al Código de Protección y Defensa del Consumidor luego de la
promulgación presidencial, pueden ser canalizadas a través de un proyecto de ley modificatorio enviado al
Congreso de la República, que incluso el Poder Ejecutivo puede remitir con carácter de urgencia (artículo
105º de la Constitución). También, el Poder Ejecutivo podría modificar dicho Código mediante decreto
legislativo, con ocasión de la delegación de facultades legislativas que le haya hecho el Congreso, en los
términos del artículo 104º de la Constitución.
No declarar la inconstitucionalidad del Decreto de Urgencia Nº 061-2010, implicaría el riesgo de sentar
como antecedente que el Poder Ejecutivo pueda intentar el incumplimiento de una ley vía decreto de
urgencia, no obstante que, como en este caso, pudo formularle observaciones antes de promulgarla o,
posteriormente, pudo remitir un proyecto de ley al Congreso a fin de que se debata su modificación o
recibir facultades legislativas delegadas del Congreso para tal efecto. De no realizarse el control de
constitucionalidad por este Colegiado, el ejercicio de las facultades legislativas del Poder Ejecutivo
mediante decretos de urgencia contravendría las reglas que al respecto contempla la Constitución, en clara
vulneración del equilibrio de poderes, según se ha sustentado en el fundamento 2, supra, y del deber del
Ejecutivo de cumplir y hacer cumplir las leyes, conforme al artículo 118º, inciso 1, de la Constitución".
(00028-2010-AI/TC, Fundamento Jurídico 8, 9).

Etapas de los proyectos de ley.


2. "Según el artículo 73º del Reglamento del Congreso, desde su modificación a través de la Resolución
Legislativa Nº 013-2001-CR, para aprobarse una ley es necesaria una doble votación, quizás con la
necesidad de suplir la inexistencia de bicameralidad en el país. A través de esa norma modificatoria, dicha
forma de votación se refería a leyes orgánicas, leyes de desarrollo constitucional y leyes referidas al
régimen económico. Posteriormente, a partir de la Resolución Legislativa N° 025-2005-CR, vigente desde
julio de 2006, todos los proyectos de ley deben pasar por las siguientes etapas: (i) Iniciativa Legislativa;
(ii) Estudio en comisiones; (iii) Publicación de los dictámenes en el Portal del Congreso, o en la Gaceta del
Congreso o en el diario oficial El Peruano; (iv) Debate en el Pleno; (v) Aprobación por doble votación; y,
(vi) Promulgación.
Con relación a la segunda votación, el Tribunal Constitucional ha manifestado que la inclusión de esta
votación en el procedimiento de creación normativa “(...) constituye una opción legislativa y no un
requisito constitucional (...) dado que la Carta Magna no establece la segunda votación como requisito
para la aprobación de una ley (...)” [fundamento 9 de la STC 0002-2005-PI/TC]". (Expediente 00003-
2008-AI/ TC, Fundamento Jurídico 10 y 11)

Aprobación de los proyectos de ley por parte de la comisión dictaminadora apropiada


3. “... el artículo 2° de la Ley N° 27600 no pretende plantear como problema si la reforma puede tener
alcances totales o parciales: dicho dispositivo no aprueba reforma constitucional alguna. En puridad, sólo
se limita a autorizar a la Comisión de Constitución, Reglamento y Acusaciones Constitucionales del
Congreso de la República a ‘proponer un proyecto’ de reforma total de la Constitución. Como antes se ha
anotado, la autorización para que una de las Comisiones del Congreso de la República se dedique al
estudio y diseño de un proyecto de ley, cualquiera sea la materia sobre la que verse, no es un asunto
vedado por la Constitución. Antes bien, según señala el artículo 105° de la Constitución, ‘Ningún proyecto
de ley puede sancionarse sin haber sido previamente aprobado por la respectiva Comisión dictaminadora,
salvo excepción señalada en el Reglamento del Congreso de la República’...”.(Expediente 00014-2002-
AI/TC, Fundamento Jurídico 31)

LEGISLACIÓN QUE PRECISA ESTE ARTÍCULO CONSTITUCIONAL

Ley 26303 (El Peruano, 05 de mayo de 1994). Dictan norma para la clasificación e identificación de las
Leyes Orgánicas en nuestro ordenamiento jurídico.
Artículo 1º.- Para los efectos de su clasificación e identificación en el ordenamiento jurídico
nacional, las Leyes Orgánicas a que se refiere el Artículo 106º de la Constitución Política del Estado, se
designan con la expresión “Ley Orgánica”, seguida del número ordinal que le corresponde.
Artículo 2º.- La presente ley entra en vigencia al siguiente día de su publicación.

CAPÍTULO III
DE LA FORMACIÓN Y
PROMULGACIÓN DE LAS LEYES

Iniciativa legislativa

 Iniciativa


Legislativa
Iniciativa
107º. El Presidente de la República y los
legislativa en congresistas tienen derecho de iniciativa en la
materias propias formación de las leyes.
de sus
competencias
También tienen el mismo derecho en las materias
que les son propias los otros poderes del Estado, las
instituciones públicas autónomas, los municipios y los
colegios profesionales. Asimismo lo tienen los
ciudadanos que ejercen el derecho de iniciativa
conforme a ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 20, 31, 79, 105, 159 inc. 7, 162, 178 inc. 6, 206.
Código Civil: Art. X.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 21, 80 inc. 1.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 4.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Art. 21 inc. 13.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.a.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.1.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.a.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 124.


Constitución de 1979: Art. 190.
DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1232 a 1273.


Tomo III: páginas 2563, 2564, 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Iniciativa legislativa por parte del Congreso


1. "... al margen de la consideración precedente, este Tribunal recuerda que en la sentencia recaída en el
Exp. N° 00014-2005-PI/TC sostuvo que “(...) la elaboración de un proyecto, cualquiera sea la materia que
se trate, es un tema que incumbe al Congreso de la República y, como es obvio, su tratamiento ya se
encuentra regulado en su Reglamento, que también es una fuente que tiene rango de ley”, en
concordancia con los artículos 102° y 107° de la Carta Magna que otorgan iniciativa legislativa, y los
artículos 72° y siguientes de la Reglamento del Congreso de la República, que estipulan el procedimiento
legislativo a observarse para la promulgación de las leyes. Desde tal perspectiva, conviene enfatizar que el
ejercicio de las facultades concebidas por la Constitución al Congreso de la República no vulneran, ni
amenazan, per se, derecho constitucional alguno".(Expediente 07778-2006-AAResolución/TC, Fundamento
Jurídico 2).

Función constitucional de los colegios profesionales en el procedimiento legislativo


2. "La función constitucional de los colegios profesionales en el procedimiento legislativo se produce desde
que la Constitución (artículo 107º) les reconoce el derecho a iniciativa en la formación de leyes. Para este
Tribunal, el hecho de que la Constitución les reconozca a los colegios profesionales iniciativa legislativa se
sustenta en que, por su especialidad y por los temas con los que normalmente aparecen vinculados,
pueden advertir vacíos o deficiencias normativas para prever una legislación adecuada. Esta función
constitucional adquiere mayor relevancia en aquellos ámbitos en los cuales el nivel de complejidad y
especialización de la materia a regular es tal, que la necesidad de una regulación frente a un vacío o la
impronta de una modificación de la ley que la regula, sólo pueden ser advertidos si es que se cuenta con el
mismo grado de conocimiento de dichas materias". (Expediente 00027-2005-AI/TC, Fundamento Jurídico
10).

Ejercicio del poder legislativo por parte del Estado.


3. “... el Estado hace uso de su poder legisferante y dicta medidas normativas destinadas al cumplimiento de
los objetivos económicos nacionales, concordantes con las expectativas de vida digna de su población.
Dicha política legislativa en materia económica es objeto de plurales formas de control, a saber: ... El
control ciudadano, encargado de evaluar, en su condición de destinatario, los resultados de las medidas
legislativas adoptadas. Por ende, en ese contexto reelige o sustituye a las autoridades gubernamentales,
protesta y hasta presenta iniciativas legislativas modificatorias...”.(Expediente 0018-2003-AI/TC,
Fundamento Jurídico 2).

Promulgación de las leyes

 Promulgación de
las leyes por el
Presidente de la
República
 Promulgación por
el Presidente del
Congreso o de la
Comisión
Permanente
 Observaciones a la
ley por el
108º. La ley aprobada según lo previsto por la
Presidente de la Constitución, se envía al Presidente de la República
República para su promulgación dentro de un plazo de quince
 Reconsideración y días. En caso de no promulgación por el Presidente de
promulgación de la
ley por el Congreso la República, la promulga el Presidente del Congreso, o
el de la Comisión Permanente, según corresponda.
Si el Presidente de aprobada en el Congreso, las presenta a éste en el
la República tiene mencionado término de quince días.
observaciones que Reconsiderada la ley por el Congreso, su Presidente
hacer sobre el todo o la promulga, con el voto de más de la mitad del número
una parte de la ley legal de miembros del Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 107, 109, 118 inc. 24, 206.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 128 y 129.


Constitución de 1979: Art. 193.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1232 a 1273.


Tomo III: páginas 2563, 2564, 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Efectividad de la ley aprobada por Referéndum.
1. "... a diferencia de las normas con rango de ley aprobadas por los poderes públicos o los órganos
constitucionales investidos con la competencia para expedirlas, cuya entrada en vigencia está supeditada a
la promulgación y publicación de la norma legal en el diario oficial; en el caso de las leyes aprobadas
mediante referéndum, éstas empiezan a surtir sus efectos “a partir del día siguiente de la publicación de
los resultados oficiales por el Jurado Nacional de Elecciones”. Es la publicación de los resultados oficiales
por el Jurado Nacional de Elecciones [realizado mediante la Resolución N° 4095-2010-JNE, de 3 de
diciembre de 2010, y publicada en el diario oficial El Peruano, con fecha 08 de diciembre de 2010] lo que
determina la entrada en vigencia de una Ley aprobada mediante referéndum.
Que la razón de que estas normas aprobadas directamente por el pueblo no se encuentren supeditadas al
procedimiento de promulgación y publicación de las leyes dictadas por el Parlamento, tiene el propósito de
evitar que la voluntad mayoritaria del pueblo expresada en el referéndum quede a merced de su
aceptación o aprobación ulterior por el Presidente de la República o, en su caso, por el Congreso de la
República, ex artículo 108 de la Constitución. Por ello, en opinión del Tribunal, más allá de determinar una
simple cuestión formal –de si se debe o no, en estos casos, acompañar copia de la ley-, en realidad se
esconde una cuestión fundamental para el modelo del Estado constitucional y democrático de Derecho
instituido: la efectividad, sin más, de la voluntad del pueblo en torno a un asunto que atañe a la res
publica, decidida directamente mediante el voto y con prescindencia de los mecanismos de la democracia
representativa.
Que, en ese sentido, y teniendo en consideración que es la publicación de los resultados oficiales por el
Jurado Nacional de Elecciones lo que determina la entrada en vigencia de una Ley aprobada mediante
referéndum, y no la publicación de la Ley siguiéndose el procedimiento contemplado en el artículo 108 de
la Constitución, el Tribunal es de la opinión que para el caso de la Ley N° 29625 no resultan aplicables los
artículos 101.6 y 103.1 del Código Procesal Constitucional ni, por consiguiente, los precedentes
jurisprudenciales a los que se ha hecho referencia en el Fundamento Nº 16 de esta Resolución".
(Expediente 00007-2012-AINulidad /TC, Fundamento Jurídico 22,23).

Facultad del Presidente de la República para objetar la ley aprobada presentando


observaciones.
2. "La Ley N° 29571, Código de Protección y Defensa del Consumidor, fue debatida y aprobada en el
Congreso de la República y luego remitida al Presidente de la República para su promulgación -como
ordena el procedimiento constitucional-, por lo que el Poder Ejecutivo tuvo pleno conocimiento de su
contenido y sus consecuencias antes de su promulgación. Previamente a promulgar tal Código, si el
Presidente de la República tenía objeciones sobre la ley aprobada -como las que le han llevado a dictar el
cuestionado Decreto de Urgencia Nº 061-2010- pudo presentar sus observaciones al Congreso, en
ejercicio de la facultad presidencial prevista en el artículo 108º de la Constitución. No obstante, el
Presidente de la República promulgó el Código de Protección y Defensa del Consumidor, para, tres días
después, dictar el Decreto de Urgencia cuestionado, conteniendo las medidas que, a juicio del Ejecutivo,
perfeccionan dicho Código.
Estas circunstancias hacen que las medidas adoptadas por el Decreto de Urgencia Nº 061-2010 no
cumplan con las características de excepcionalidad, imprevisibilidad y urgencia a las que se ha hecho
referencia.
En efecto, no pueden resultar excepcionales e imprevisibles las consecuencias de una ley debatida y
aprobada por el Congreso, que el Poder Ejecutivo conocía antes de su promulgación y estuvo en
posibilidad de observarla conforme al artículo 108º de la Constitución".(Expediente 00028-2010-AI/TC,
Fundamento Jurídico 7).

Control de la constitucionalidad en un nivel político-preventivo por parte del Congreso y el


Poder Ejecutivo .
3. .“... en nuestro ordenamiento no se encuentra previsto un control jurisdiccional-preventivo de
constitucionalidad de la leyes, existe, sin embargo, de conformidad con el artículo 108º de la Constitución,
la obligación del Congreso de la República y del Poder Ejecutivo de ejercer ese control en un nivel político-
preventivo, para cuyos efectos tienen la obligación de observar los criterios vinculantes sentados por la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional; máxime en aquellos asuntos relacionados con el diseño de la
política criminal y legislativa del Estado orientada a enfrentar aquellos hechos delictivos que, como los
actos de corrupción, afectan la estabilidad, la seguridad, la justicia y la paz ciudadanas en las que se
sustenta todo Estado social y democrático de derecho”.(Expediente 00019-2005-AI/TC, Fundamento
Jurídico 67).

Necesidad de la promulgación de la ley para su entrada en vigencia.


4. “... la promulgación forma parte del procedimiento legislativo, ya que pertenece a la fase integradora de
su eficacia, conjuntamente con la publicación. Quien lo hace, por ese mero hecho, no participa en el
ejercicio de la función legislativa, pues como dispone el mismo artículo 108° de la Constitución, el
Presidente de la República promulga ‘la ley aprobada según lo previsto por la Constitución’ [Cf. Serio
Galeotti, ContributoallaTeoria del procedimento legislativo, Giuffréeditore, Milano, 1985, Pág. 288 y ss.].
Esto es, la ley tiene la condición de tal una vez que ha quedado sancionada por el propio Congreso de la
República, y no porque ella haya sido promulgada por el Presidente de la República. Sin embargo, la sola
sanción de la misma no basta para que ella rija y, por consiguiente, sea obligatoria, ya que como lo
disponen los artículos 108° y 109° de la Constitución, es necesario que ésta sea promulgada y
publicada...”.(Expediente 0014-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico 21).

Vigencia y obligatoriedad de la ley


 Vigencia y
obligatoriedad de
109º. La ley es obligatoria desde el día
la Ley siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo
disposición contraria de la misma ley que posterga su
vigencia en todo o en parte.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 103, 107, 108, 204.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 9.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 11.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 15.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 132.


Constitución de 1979: Art. 195.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2293 y 2300.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Publicación de cláusulas vía portal web.
1. "En opinión del Tribunal, la publicación en un portal web de los anexos de un Tratado no afecta el principio
de publicidad de las normas, siempre que estos (anexos) no contengan reglas de naturaleza regulativa, es
decir, cláusulas mediante las cuales se establezcan permisiones, prohibiciones u obligaciones y la
publicación web satisfaga los siguientes requerimientos derivados del principio de publicidad dev las
normas:

a) Exista un link en la página web inicial, de la institución estatal correspondiente, que anuncie la
publicación del tratado y sus anexos.

b) Dicho anuncio sea lo suficientemente notorio y de fácil acceso, como para posibilitar que los ciudadanos
puedan informarse sin mayores dificultades sobre el contenido de dichos anexos;

c) La página web de la institución estatal donde se ha publicado el tratado y sus anexos, precise de
manera clara y notoria la fecha en que publicó en la web los anexos del tratado; y, además:

d) Que la resolución legislativa, o el decreto supremo, que incorpora el tratado en el derecho interno,
indique con toda precisión la fecha en que se efectuará la publicación de los anexos en la página web de la
institución estatal competente; sin perjuicio de los demás requisitos previstos en la Ley N° 26647, normas
que regulan el perfeccionamiento nacional de los tratados celebrados por el Estado peruano".(Expediente
00021-2010-AI/TC, Fundamento Jurídico 21).

Principio de publicidad de las normas en el ámbito de la potestad disciplinaria


2. "El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado con respecto al principio de publicidad de las normas en
el ámbito de la potestad disciplinaria, en los siguientes términos: A juicio del Tribunal, la omisión de
publicar el texto del Reglamento de Régimen Disciplinario de la Policía Nacional del Perú, constituye una
violación del artículo 109° de la Constitución Política del Estado, que establece que ‘La ley es obligatoria
desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que
posterga su vigencia en todo o en parte’.
Si bien dicho precepto constitucional establece que es la ‘ley’ la que tiene que ser publicada, el Tribunal
Constitucional considera que en dicha frase debe entenderse, prima facie, a cualquier fuente formal del
derecho y, en especial, aquellas que tienen una vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este
Colegiado, la publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito esencial de la eficacia
de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo que una norma no publicada no puede considerarse
obligatoria (ver STC N° 2050-2002-AA/TC, fundamento 24)".(Expediente 02098-2010-AA/TC, Fundamento
Jurídico 27).

Objeto del principio de publicidad de las normas y ámbito de aplicación de las leyes
3. "El requisito de la publicidad, tanto de las leyes como de las normas con rango de ley, tiene por objeto
tanto la difusión de su contenido como la publicidad de la misma de manera que todos tengan
conocimiento de aquella y pueda exigirse su cumplimiento obligatorio, dentro del ámbito territorial
correspondiente.
En el caso de las leyes así como de las normas con rango de ley expedidas por autoridades de
competencia nacional, su ámbito de aplicación es todo el territorio del Estado, mientras que en el caso de
las normas regionales y locales, su ámbito de aplicación se circunscribe al ámbito del gobierno regional o
local, según corresponda.
Esto ha llevado a que el artículo 109º de la Constitución, en relación con la publicidad de la ley en el diario
oficial, sea exigido también en el caso de las autoridades que emiten normas con este rango y cuyo
alcance es nacional, entiéndase, decretos legislativos y decretos de urgencia. Sin embargo, ello no ocurre
en el caso de las normas de alcance regional y local". (Expediente 00005-2010-AI/TC, Fundamento
Jurídico6 a 8).

Debido proceso y principio de publicidad de las normas.


4. "El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado, con respecto al principio de publicidad de las normas en
el ámbito de la potestad disciplinaria, en los siguientes términos: A juicio del Tribunal, la omisión de
publicar el texto del Reglamento de Régimen Disciplinario de la Policía Nacional del Perú, constituye una
violación del artículo 109° de la Constitución Política del Estado, que establece que ‘La ley es obligatoria
desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que
posterga su vigencia en todo o en parte’.
Si bien dicho precepto constitucional establece que es la ‘ley’ la que tiene que ser publicada, el Tribunal
Constitucional considera que en dicha frase debe entenderse, prima facie, a cualquier fuente formal del
derecho y, en especial, aquellas que tienen una vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este
Colegiado, la publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito esencial de la eficacia
de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo que una norma no publicada no puede considerarse
obligatoria.
Ahora bien, la infracción o inobservancia del principio de publicidad de la norma que se ha constatado en
el procedimiento disciplinario ha ocasionado una afectación al derecho al debido proceso de la recurrente.
En efecto, el derecho al debido proceso garantiza, entre otros aspectos, que el procedimiento se lleve a
cabo con estricta observancia de los principios constitucionales que constituyen base y límite de la
potestad disciplinaria, tales como el principio de legalidad, tipicidad, razonabilidad y, evidentemente, el
principio de publicidad de las normas. Estos principios garantizan presupuestos materiales que todo
procedimiento debe satisfacer plenamente, a efectos de ser reputado como justo y, en tal sentido, como
constitucional. Por ello, un procedimiento en el que se haya infringido alguno de estos principios prima
facie implica una lesión del derecho al debido proceso.
Tal es lo que acontece en el presente caso. La recurrente ha sido sancionada en el procedimiento
disciplinario en base a una norma no publicada, en consecuencia, ha sido afectada en el derecho
fundamental al debido proceso. La publicación de una norma constituye condición sine qua non de la
propia vigencia de la misma, de modo que la sanción en base a una norma no publicada equivale a una
sanción en base a una norma no vigente, esto es, en base a una norma que no existe en el ordenamiento
jurídico". (Expediente 03901-2007-AA/TC, Fundamento Jurídico 5 a 7).

Publicidad como requisito se extiende a cualquier fuente formal del derecho, especialmente
aquellas con vocación de impersonalidad y abstracción.
5. "El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado respecto al principio de publicidad de las normas en el
ámbito de la potestad disciplinaria, en los siguientes términos: “A juicio del Tribunal, la omisión de
publicar el texto del Reglamento de Régimen Disciplinario de la Policía Nacional del Perú, constituye una
violación del artículo 109° de la Constitución Política del Estado, que establece que "La ley es obligatoria
desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que
posterga su vigencia en todo o en parte".
Si bien dicho precepto constitucional establece que es la "ley" la que tiene que ser publicada, el Tribunal
Constitucional considera que en dicha frase debe entenderse, prima facie, a cualquier fuente formal del
derecho y, en especial, aquellas que tienen una vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este
Colegiado, la publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito esencial de la eficacia
de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo que, una norma no publicada, no puede considerarse
obligatoria” (STC Nº 2050-2002-AA/TC)".(Expediente 06402-2007-AA /TC, Fundamento Jurídico 16).

Vigencia de un Reglamento en nuestro Ordenamiento esta sujeto a su publicación.


6. "De conformidad con el artículo 44 de la Ley Orgánica de Municipalidades, Nº 27972; “No surten efecto
las normas de gobierno municipal que no hayan cumplido con el requisito de publicación o difusión”. En
consecuencia, condición de validez y existencia o vigencia de un Reglamento en nuestro ordenamiento es
que este haya sido publicado. Tal publicación debe ser entendida, específicamente, a la publicación en el
Diario Oficial que corresponda.
En el presente caso se pretende la inaplicación de una norma que no ha cumplido el requisito de su
publicación; por lo tanto, no se trata de una norma vigente, en consecuencia no puede ser cuestionada a
través del proceso de amparo ni ser objeto de inaplicación; sin embargo, este Tribunal sí puede
pronunciarse respecto a la prohibición que la municipalidad pueda realizar a futuro, a través de una norma
publicada, en tanto se trata de una amenaza.
Siendo así, el objeto del recurso de agravio solo puede circunscribirse a impedir que la Municipalidad, a
futuro, prohíba a los recurrentes ejercer el comercio ambulatorio".(Expediente 06762-2006-AA /TC,
Fundamento Jurídico 3 a 5).

Teoría de los hechos cumplidos y teoría de los derechos adquiridos.


7. "Conforme a la normativa expuesta, es posible inferir que, como regla, las normas rigen a partir del
momento de su entrada en vigencia y carecen de efectos retroactivos. Si bien esta regla resulta bastante
clara, es innegable que al momento de su aplicación podrían generarse ciertos conflictos; por ejemplo,
cuando una nueva norma entra a regular una relación o situación jurídica, derogando la norma reguladora
anterior, suele suceder que durante cierto período se produce una superposición parcial entre la antigua y
la nueva norma. Es decir, la nueva norma podría desplegar cierto grado de efectos retroactivos y, a su
vez, la norma derogada podría surtir efectos ultraactivos. A fin de resolver este problema, la doctrina
plantea dos posibles soluciones radicalmente diferentes: la teoría de los hechos cumplidos y la teoría de
los derechos adquiridos (denominadas también teoría del efecto inmediato y teoría de la ultraactividad o
de la supervivencia de la ley antigua, respectivamente).
Diez-Picazo, refiriéndose a la primera teoría, sostiene que “en el momento en que una ley entra en vigor,
despliega, por definición, sus efectos normativos y debe ser aplicada a toda situación subsumible en su
supuesto de hecho; luego no hay razón alguna por la que deba aplicarse la antigua ley a las situaciones,
aún no extinguidas, nacidas con anterioridad. Ello no entraría en colisión con la norma de conflicto de no
presunción de retroactividad, porque la aplicación de una ley a situaciones aún vivas y con efectos ex nunc
no implicaría, en puridad de conceptos retroactividad alguna”. Y, respecto a la segunda teoría, explica:
“(...) la eficacia normal de la ley se despliega únicamente pro futuro, es decir, con respecto a las
situaciones que nazcan con posterioridad a su entrada en vigor. La ley nueva, por consiguiente, no es de
aplicación –salvo que se prevea su propia retroactividad– a las situaciones todavía no extinguidas nacidas
al amparo de la ley antigua”.
En relación con lo anterior, este Tribunal ha dicho que “(...) nuestro ordenamiento adopta la teoría de los
hechos cumplidos (excepto en materia penal cuando favorece al reo), de modo que la norma se aplica a
las consecuencias y situaciones jurídicas existentes” (STC 0606-2004-AA/TC, FJ 2). Por tanto, para aplicar
una norma tributaria en el tiempo debe considerarse la teoría de los hechos cumplidos y,
consecuentemente, el principio de aplicación inmediata de las normas". (Expediente 00002-2006-AI
-AI/TC, Fundamento Jurídico 11,12).

Principio de la aplicación inmediata de la norma.


8. "... cabe señalar que el pronunciamiento del Tribunal Fiscal sólo se limita a reconocer que nuestro
ordenamiento jurídico ha recogido el principio de la aplicación inmediata de la norma (artículo 103 de la
Constitución Política), por lo tanto, una nueva norma no sólo se aplica a las consecuencias de las
relaciones o situaciones jurídicas futuras, sino también a las consecuencias de las relaciones o situaciones
jurídicas nacidas al amparo de la norma anterior, pero que aún se encuentran en proceso de desarrollo
(i.e. no consumadas) al entrar en vigencia esta nueva norma". (Expediente 00002-2006-AI /TC,
Fundamento Jurídico 16).

Las leyes no publicadas son ineficaces .


9. "El Tribunal ya ha establecido en anterior oportunidad que, aun cuando la publicación forma parte de la
eficacia integradora del procedimiento legislativo, la ley tiene la condición de tal (es decir, queda
constituida) una vez que ha sido aprobada y sancionada por el Congreso de la República. En efecto, tal y
como se desprende de una interpretación sistemática del artículo 51°, in fine, y del artículo 109° de la
Constitución, la publicación determina la eficacia, vigencia y obligatoriedad de la norma, pero no su
constitución, pues esta tiene lugar con la sanción del órgano que ejerce potestades legislativas.
Por lo tanto, los cuestionamientos que puedan surgir en torno a la publicación de una norma no deben
resolverse en clave de validez o invalidez, sino de eficacia o ineficacia. Una ley que no haya sido
publicada, sencillamente es ineficaz, pues no ha cobrado vigencia. Y sobre aquello que no ha cobrado
vigencia, no es posible ejercer un juicio de validez en un proceso de inconstitucionalidad, pues no será
posible expulsar del ordenamiento jurídico aquello que nunca perteneció a él".(Expediente 00017-2005-
AI /TC, Fundamento Jurídico 6 ,7).

Principio de Publicidad es condición sine qua non de la incorporación válida de las normas en el
ordenamiento jurídico.
10. "De conformidad con el artículo 44º de la Ley Orgánica de Municipalidades, Nº 27972, “No surte[n] efecto
las normas de gobierno municipal que no hayan cumplido con el requisito de publicación o difusión”. En
consecuencia, la condición de validez y existencia o vigencia de una ordenanza municipal en nuestro
ordenamiento es que ella haya sido publicada. Tal publicación debe ser entendida, como específicamente
referida a la publicación en el Diario Oficial que corresponda. En tal sentido, el hecho de que la
demandada haya difundido la Ordenanza municipal en su página web, no puede admitirse como un
procedimiento “válido” para que se considere como norma válidamente incorporada al ordenamiento
jurídico.
Debe considerarse que en el contexto de un Estado de Derecho como el que fundamenta nuestro
ordenamiento jurídico (art. 3, 43, de la Constitución), el requisito de publicidad de la normas constituye
un elemento constitutivo de su propia vigencia. Conforme a ello, se tiene que una norma “no publicada” es
por definición una norma “no vigente”, “no existente” y, por lo tanto, no genera ningún efecto".
(Expediente 10287-2005-AA /TC, Fundamento Jurídico 5, 6 ).

Principio de presunción de constitucionalidad de las leyes.


11. “Si, según el artículo 109 de la Constitución, “(...) la ley es obligatoria desde el día siguiente de su
publicación en el diario oficial”, es posible que el principio de la presunción de constitucionalidad de las
leyes aprobadas por el Congreso de la República pueda fundamentarse, siempre y cuando hayan sido
expedidas por un órgano democrático y de acuerdo al procedimiento establecido, en tanto expresión
directa del principio político de soberanía popular y del principio jurídico de la soberanía constitucional
antes enunciados.
Esta presunción cuenta con un grado superior o reforzado de legitimidad en caso que la ley aprobada sea
una de reforma constitucional, siempre que hubiese sido dictada por el poder constituyente instituido del
que goza el Congreso nacional, en este caso a través del poder de reforma constitucional establecido en el
artículo 206 de la Constitución”. (Expediente 00054-2004-AI /TC, Fundamento Jurídico 6).

Inconstitucionalidad podría presentarse no solo para normas vigentes.


12. “Una norma se encuentra vigente desde el día siguiente al de su publicación, salvo disposición contraria
de la misma norma que postergue su vigencia en todo o en parte (artículo 109° de la Constitución), y
pierde vigencia con su derogación; empero, cabe señalar que las normas derogadas, de conformidad con
la dogmática jurídica relativa a la aplicación de la ley en el tiempo, puede tener efectos ultractivos... De
ello se concluye que no toda norma vigente es una norma válida, y que no toda norma derogada se
encuentra impedida de ser sometida a un juicio de validez pues, aun en ese caso, existen dos supuestos
en los que procedería una demanda de inconstitucionalidad: a) cuando la norma continúe desplegando sus
efectos, y, b) cuando, a pesar de no continuar surtiendo efectos, la sentencia de inconstitucionalidad
puede alcanzar a los efectos que la norma cumplió en el pasado, esto es, si hubiese versado sobre materia
penal o tributaria”.(Expediente 00011-2004-AI /TC, Fundamento Jurídico 2).
Posibilidad de la ultraactividad para casos determinados.
13. “... el artículo 62° de la Constitución, al igual que en la Primera Disposición Final de la Ley Fundamental,
establece una nueva excepción a la regla general contenida en el artículo 109° de la Constitución, según la
cual ‘La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial...’. De allí que el
Tribunal considere superfluo, desde el punto de vista constitucional, que pese a no existir una ley o norma
con rango de ley que establezca la posibilidad de aplicar ultraactivamente la legislación a cuyo amparo se
suscribió un contrato-ley, éste contenido se haya formulado en el artículo 24° del Decreto Supremo N°
162-92-EF...”. (Expediente 0005-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 35).

CAPÍTULO IV
PODER EJECUTIVO

El Presidente es el Jefe del Estado

 El Presidente de la


República
Requisitos para ser
110º. El Presidente de la República es el Jefe
elegido Presidente del Estado y personifica a la Nación.
de la República Para ser elegido Presidente de la República se
requiere ser peruano por nacimiento, tener más de
treinta y cinco años de edad al momento de la
postulación y gozar del derecho de sufragio.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 37, 39, 51, 74, 80, 81, 82, 86, 87, 102 inc. 7, 103, 104, 111 a 118, 135, 139.18, 145,
160, 162, 172 y 178.
Código Penal: Arts. 1, 2.
Código Tributario: Art. X.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 1.
Código Procesal Penal: Art. IX.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.
Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes: Art. 6.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 134 y 136.


Constitución de 1979: Arts. 201 y 202.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2292 y 2299.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Imposibilidad de aplicación de una norma de una Constitución anterior a la vigente.
1. “No es parte de esta demanda de inconstitucionalidad, ni sería atribución del Tribunal Constitucional, la
aplicación del artículo 307º de la Constitución Política del Perú de 1979, para sancionar a quienes
participaron o se beneficiaron con el golpe de Estado del 5 de abril de 1992. La referida carta estuvo
vigente hasta el 31 de diciembre de 1993, fecha en que fue sustituida por la actual Constitución, conforme
a su Decimosexta Disposición Final y Transitoria. Sin embargo, ello no es óbice para que los agentes de los
actos de fuerza y los principales funcionarios del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional no
sean pasibles de ser juzgados por los ilícitos penales que hayan perpetrado, sin mengua de que el
Congreso de la República pueda decretar, mediante acuerdo aprobado por la mayoría absoluta de sus
miembros, la incautación de todos o de parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se
hayan enriquecido al amparo de la usurpación para resarcir a la República de los perjuicios que se le
hayan causado...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico 3).

Elecciones presidenciales
República se elige por sufragio directo. Es elegido el
candidato que obtiene más de la mitad de los votos. Los
 Elección del votos viciados o en blanco no se computan.
Presidente de la
República Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría
 Sufragio directo y absoluta, se procede a una segunda elección, dentro de
votación los treinta días siguientes a la proclamación de los
mayoritaria cómputos oficiales, entre los candidatos que han
 Segunda vuelta
electoral obtenido las dos más altas mayorías relativas.
 Elección de los
vicepresidente

Junto con el Presidente de la República son elegidos,


111º. El de la misma manera, con los mismos requisitos y por
igual término, dos vicepresidentes.
Presidente de la

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 90, 110, 112, 178 inc. 1, 182, 184, 185.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.
Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes: Art. 6.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 135 y 138.


Constitución de 1979: Art. 203.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2292 y 2300.


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Exigencia de la elección por mayoría absoluta de acuerdo a la relevancia de la votación.


1. “Hay que ser explícitos en precisar que si bien en materia de cuerpos extensos o masificados (como ocurre
con la población) el principio a regir es indiscutiblemente el mencionado y la toma de decisiones
normalmente se asume por mayoría simple (aun cuando existen excepciones como ocurre con el
Presidente de la República, que es elegido por mayoría absoluta conforme al artículo 111º de la
Constitución); cuando se trata de cuerpos reducidos y técnicos (como sucede con este Colegiado), a los
que se dotan de atribuciones trascendentales, el Principio Democrático no puede aplicarse aisladamente,
sino en concordancia con el Principio de Seguridad, lo que significa que si una decisión importante se
adopta por un grupo reducido de personas, lo óptimo es rodearla de las seguridades necesarias, siendo
una de ellas, la exigencia de mayorías absolutas y en algunos casos, hasta de mayorías calificadas...”
(Expediente 0005-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 5).

Período del mandato presidencial reelección

 Duración del mandato


presidencial
Prohibición de la
112º. El mandato presidencial es de cinco
reelección presidencial años, no hay reelección inmediata. Transcurrido otro
período constitucional, como mínimo, el ex presidente
puede volver a pos
tular, sujeto a las mismas condiciones.

(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo 1º de la Ley 27365 (05 de
noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000.
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 112º.- El mandato presidencial es de cinco años. El Presidente puede ser reelegido de
inmediato para un período adicional. Transcurrido otro período constitucional, como mínimo, el ex
presidente puede volver a postular, sujeto a las mismas condiciones”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 110, 111, 1a DTE.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 105.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 139, 142 y 143.


Constitución de 1979: Art. 205.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1517 a 1562, 1564 a 1625.


Tomo III: páginas 2292 a 2299, 2565 y 2566.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Ley de Interpretación Auténtica
1. “[La] norma impugnada (Ley Nº 26657 denominada de ‘Interpretación Auténtica’) no aclara, ni modifica,
ni toca el texto supuestamente interpretado del artículo 112º de la Constitución, sino que pretende dar a
dicho numeral una especialísima y harto sui generis vigencia temporal, de suerte: a) que una parte de él –
la que permitió la reelección del actual Jefe de Estado en 1995– sí rija desde que entró en vigencia la
Carta Magna de 1993; y, b) que otra parte de él –la que no permite sino una reelección inmediata– no rija
sino a partir de las Elecciones de 1995, no obstante que la vigente Carta de 1993 hace presente, en la
Decimocuarta de sus Disposiciones Finales y Transitorias, que ella misma, es decir, en el caso, todo el
artículo 112º, y no sólo una parte de él ‘...entra en vigencia conforme al resultado del referéndum...’ (o
sea desde el 31 de diciembre de 1993). Esta singularísima disección, no constituye, evidentemente, una
interpretación del tenor mismo de la norma, sino de un lado, una extraña división de ella en dos partes, y,
de otro, el establecimiento de un sorprendente régimen transitorio que es, ciertamente, totalmente ajeno
a su sentido original, que contradice, ostensiblemente, el preciso sentido de la Decimocuarta Disposición
Final y Transitoria glosada líneas arriba, y que, en todo caso, de haberse querido, habría tenido que
incorporarse, como tantas otras normas ‘transitorias’ lo han sido, en la parte correspondiente de la misma
carta magna, denominada, como se sabe ‘Disposiciones Finales y Transitorias’...” (Expediente 0002-1996-
AI/TC, Fundamento Jurídico 2).

Vacancia de la Presidencia

 Vacancia de la
Presidencia de la
República
113º. La Presidencia de la República vaca por:
 Muerte del Presidente 1. Muerte del Presidente de la República.
 Incapacidad moral o 2. Su permanente incapacidad moral o física,
física permanente
 Aceptación de su declarada por el Congreso.
renuncia 3. Aceptación de su renuncia por el Congreso.
 Salir del territorio
nacional sin permiso 4. Salir del territorio nacional sin permiso del
del Congreso o no Congreso o no regresar a él dentro del plazo fijado.
regresar dentro del Y
plazo fijado
 Destitución por las
razones establecidas
en el art. 117º de la
Constitución 5. Destitución, tras haber sido sancionado por alguna
de las infracciones mencionadas en el artículo 117º
de la Constitución.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 33 inc. 1, 110, 114, 115, 117, 118 inc. 2.
Reglamento del Congreso: Arts. 68 inc. f, 89-A, 89.i
Código Penal: Arts. 325 y ss., 354, 360.
Código de Justicia Militar: Art. 78.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 144 y 152.


Constitución de 1979: Art. 206.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Vacancia presidencial por la causal de permanente incapacidad moral o física


1. “Este Colegiado debe resaltar que no existe procedimiento ni votación calificada alguna para que
el Congreso de la República pueda declarar vacante el cargo de Primer Mandatario por la causal
prevista en el inciso 2) del artículo 113º de la Constitución, esto es, por ‘su permanente
incapacidad moral o física’. Ello, desde luego, no podría significar que el más alto cargo de la
Nación pueda quedar vacante como consecuencia de mayorías simples, pues ello sería
atentatorio del principio de razonabilidad, pudiéndose presentar supuestos absolutamente
inaceptables en un Estado social y democrático de derecho...” (Expediente 0006-2003-AI/TC,
Fundamento Jurídico 26).

Suspensión del ejercicio de la Presidencia

 Suspensión del
ejercicio de la
Presidencia
 Incapacidad temporal
 Estar sometido a 114º. El ejercicio de la Presidencia de la
proceso judicial República se suspende por:
conforme al art. 117º
de la Constitución 1. Incapacidad temporal del Presidente, declarada por
el Congreso, o
2. Hallarse éste sometido a proceso judicial, conforme
al artículo 117º de la Constitución.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 102 inc. 10, 110, 113 inc. 2, 115, 117.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 145.


Constitución de 1979: Art. 207.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Vacancia del Presidente de la República


1. “[La] Constitución de 1993 se dictó con el objeto de legitimar un golpe de Estado y ‘revestir’ de legalidad
al gobernante de facto, a través de un referéndum de muy dudosa legitimidad. Ella se expidió no tanto por
deseos del dictador, sino como consecuencia de la presión de la opinión pública y de los organismos
internacionales. Cancelado el régimen autoritario en noviembre del año 2000, en una muestra evidente de
madurez cívica y constitucional del pueblo y sus autoridades, no se ha seguido la opción de buscar una
salida informal, sino de utilizar los mecanismos que la Constitución de 1993 prevé para seguir regulando la
vida institucional del país. Como corolario de todo lo expuesto, es que se declaró la vacancia del cargo del
Presidente de la República, que precaria e infielmente venía ocupando el Ingeniero Alberto Fujimori
Fujimori, nombrándose como Presidente Constitucional a don Valentín Paniagua Corazao, quien se encargó
de iniciar la transición democrática...” (Expediente 0014-2002-AI/TC, Fundamento

Sucesión presidencial

 Impedimento
temporal o
permanente del
115º. Por impedimento temporal o permanente
ejercicio de la del Presidente de la República, asume sus funciones el
Presidencia Primer Vicepresidente. En defecto de éste, el Segundo
 Línea de sucesión Vicepresidente. Por impedimento de ambos, el
presidencial
Presidente del Congreso. Si el impedimento es
 Encargatura del
despacho presidencial permanente, el Presidente del Congreso convoca de
en caso de viaje inmediato a elecciones.
Cuando el Presidente de la República sale del territorio
nacional, el Primer Vicepresidente se encarga del
despacho. En su defecto, lo hace el Segundo
Vicepresidente.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 110, 111, 113, 114 y 117.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 1.
Ley 27375: Passim.
Código de Justicia Militar: Art. 78.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.
Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes: Art. 6.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 146 y 147.


Constitución de 1979: Art. 208.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Permanente incapacidad moral del Presidente de la República como causal de vacancia


1. “Que el petitorio de la demanda interpuesta se dirige a cuestionar la inscripción electoral de don Alberto
Fujimori Fujimori como candidato a las elecciones generales del año 2000; Que como resulta de
conocimiento público, si bien el citado don Alberto Fujimori Fujimori logró inscribirse como candidato y
posteriormente hacerse del poder en forma irregular, no es menos cierto que mediante Resolución
Legislativa del Congreso Nº 009-2000-CR del 21 de noviembre del 2000, publicada el 22 de noviembre del
año 2000 en el diario oficial El Peruano, el Congreso de la República en uso de sus facultades
constitucionales, declaró la permanente incapacidad moral del hasta entonces Presidente de la República y
por consiguiente procedió a declarar vacante el cargo presidencial.
[Se resolvió] revocar la recurrida que, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda.
Reformándola declara que carece de objeto pronunciarse sobre el fondo por haberse producido sustracción
de materia...” (Expediente 0906-2000-AA/TC, Considerandos 1 y 2).

LEGISLACIÓN QUE INTERPRETA ESTE ARTÍCULO CONSTITUCIONAL

[De conformidad con el artículo Unico de la Ley Nº 27375, publicada el 05 de diciembre de 2000,
se interpretó que el mandato conferido en este artículo al Presidente del Congreso de la República,
para que asuma las funciones de Presidente de la República por impedimento permanente de este
último y de los vicepresidentes, no implica su vacancia en el cargo de Presidente del Congreso ni
mucho menos de su condición de Congresista de la República. El texto de esta norma establece:

Artículo Único.- Interpretación del Artículo 115 de la Constitución


Interprétase que el mandato conferido por el Artículo 115 de la Constitución Política del Perú al
Presidente del Congreso de la República para que asuma las funciones de Presidente de la República por
impedimento permanente de este último y de los vicepresidentes no implica la vacancia de su cargo de
Presidente del Congreso ni de su condición de Congresista de la República].

Asunción del cargo presidencial

 Juramento y asunción
del cargo
Presidente
por
de
el
la
116º. El Presidente de la República presta
República juramento de ley y asume el cargo, ante el Congreso, el
28 de julio del año en que se realiza la elección.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 110, 111 y 112.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 140.


Constitución de 1979: Art. 209.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Derecho a no ser obligado a prestar juramento.


1. “[El] derecho presuntamente amenazado es el que se menciona en el artículo 12º de la Ley Nº 23506,
inciso 4), que reconoce el derecho de toda persona a no ser obligada a prestar juramento ni compelida a
declarar o reconocer su culpabilidad en causa penal contra sí misma, ni contra su cónyuge ni sus parientes
dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad...” (Expediente 1772-2003-HC/TC,
Fundamento Jurídico 3).

Viabilidad del Hábeas Corpus conexo cuando se obligue a alguien a prestar juramento.
2. “Cabe utilizarse [el Hábeas Corpus conexo] cuando se presentan situaciones no previstas en los tipos
anteriores. Tales como la restricción del derecho a ser asistido por un abogado defensor libremente elegido
desde que una persona es citada o detenida; o de ser obligado a prestar juramento; o compelido a
declarar o reconocer culpabilidad contra uno mismo, o contra el o la cónyuge, etc.
Es decir, si bien no hace referencia a la privación o restricción en sí de la libertad física o de la locomoción,
guarda, empero, un grado razonable de vínculo y enlace con éste. Adicionalmente, permite que los
derechos innominados –previstos en el artículo 3º de la Constitución– entroncados con la libertad física o
de locomoción, puedan ser resguardados...” (Expediente 2663-2003-HC/TC, Fundamento Jurídico 6.h).

Responsabilidad constitucional del Presidente

 Excepciones a la


inmunidad presidencial
Acusación contra el
117º. El Presidente de la República sólo puede
Presidente de la ser acusado, durante su período, por traición a la patria;
República por impedir las elecciones presidenciales,
parlamentarias, regionales o municipales; por disolver
el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo
134º de la Constitución, y por impedir su reunión o
funcionamiento, o los del Jurado Nacional de
Elecciones y otros organismos del sistema electoral.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 99, 113, 114, 118 inc. 5, 134, 140, 187, 191 y 198.
Código Penal: Arts. 10, 325, 354, 360.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 150.


Constitución de 1979: Art. 210.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Exigencia de la votación calificada para declarar la vacancia presidencial


1. “[Mientras] que el Congreso necesita de la votación de más de la mitad de su número legal de miembros
para remover a los ministros (responsables políticamente y no elegidos por el pueblo), mediante el voto de
censura, sin embargo, no necesita sino una mayoría simple para remover al Presidente de la República
(quien no tiene responsabilidad política y es elegido directamente por la voluntad popular). En ese sentido,
el Tribunal Constitucional exhorta al Congreso de la República a legislar un procedimiento y la necesidad
de una votación calificada para poder declarar la vacancia presidencial por la causal prevista en el inciso 2)
del artículo 113º de la Constitución, a efectos de no incurrir en aplicaciones irrazonables de la referida
disposición constitucional, para lo cual, al igual que en los casos de juicio político, debe estipularse una
votación calificada no menor a los 2/3 del número legal de miembros del Congreso...” (Expediente 0006-
2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 26).
Atribuciones del Presidente
 Conferir condecoraciones
 Autorizar para servir en un ejército extranjero
 Ejercer las demás funciones que la Constitución y leyes
 Atribuciones del establecen
Presidente de la
República
 Cumplir y hacer
cumplir la
Constitución y demás
disposiciones legales
 Representar al Estado
 Política general del
gobierno
 Orden interno y


seguridad exterior
Convocar a elecciones
118º. Corresponde al Presidente de la
 Convocar al Congreso República:
 Mensajes al Congreso:
contenido y 1. Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los
aprobación por el tratados, leyes y demás disposiciones legales.
Consejo de Ministros
 Potestad de 2. Representar al Estado, dentro y fuera de la
reglamentar las leyes
 Cumplir y hacer
República.
cumplir las
resoluciones 3. Dirigir la política general del Gobierno.
judiciales
 Cumplir y hacer 4. Velar por el orden interno y la seguridad exterior de
cumplir las la República.
resoluciones del JNE
 Dirigir la política 5. Convocar a elecciones para Presidente de la
exterior
República y para representantes a Congreso, así
 Celebrar y ratificar
tratados como para alcaldes y regidores y demás
 Nombrar embajadores funcionarios que señala la ley.
y ministros
plenipotenciarios 6. Convocar al Congreso a legislatura extraordinaria; y
 Recibir a agentes firmar, en ese caso, el decreto de convocatoria.
diplomáticos
extranjeros
 Autorizar a los
7. Dirigir mensajes al Congreso en cualquier época y
cónsules el ejercicio obligatoriamente, en forma personal y por escrito, al
de sus funciones instalarse la primera legislatura ordinaria anual. Los
 Presidir el Sistema de mensajes anuales contienen la exposición detallada
Defensa Nacional
de la situación de la República y las mejoras y
 Disponer el empleo de
la FFAA y PNP
reformas que el Presidente juzgue necesarias y
convenientes para su consideración por el
 Adoptar medidas para
la defensa de la Congreso. Los mensajes del Presidente de la
República República, salvo el primero de ellos, son aprobados
 Declarar la guerra y por el Consejo de Ministros.
firmar la paz
 Administrar la 8. Ejercer la potestad de reglamentar las leyes sin
hacienda pública transgredirlas ni desnaturalizarlas; y, dentro de
 Negociar empréstitos tales límites, dictar decretos y resoluciones.
 Dictar medidas
extraordinarias en 9. Cumplir y hacer cumplir las sentencias y
materia económica y
financiera resoluciones de los órganos jurisdiccionales.
 Decretos de urgencia
 Regular aranceles 10. Cumplir y hacer cumplir las resoluciones del Jurado
 Conceder indultos Nacional de Elecciones.
 Conmutar penas
 Ejercer el derecho de 11. Dirigir la política exterior y las relaciones
gracia internacionales; y celebrar y ratificar tratados.
12. Nombrar
embajadores y
ministros
plenipotenciarios,
con aprobación del
Consejo de
Ministros, con
cargo de dar
cuenta al
Congreso.
14.Presidir el Sistema de Defensa Nacional; y organizar,
13. Recibir a los distribuir y disponer el empleo de las Fuerzas Armadas
agentes y de la Policía Nacional.
diplomáticos
extranjeros, y 15. Adoptar las medidas necesarias para la defensa de
autorizar a los la República, de la integridad del territorio y de la
cónsules el soberanía del Estado.
ejercicio de sus
funciones. 16. Declarar la guerra y firmar la paz, con autorización
del Congreso.
17. Administrar la hacienda pública.

18. Negociar los empréstitos.


19. Dictar medidas extraordinarias, mediante decretos
de urgencia con fuerza de ley, en materia económica
y financiera, cuando así lo requiere el interés
nacional y con cargo de dar cuenta al Congreso. El
Congreso puede modificar o derogar los referidos
decretos de urgencia.

20. Regular las tarifas arancelarias.

21. Conceder indultos y conmutar penas. Ejercer el


derecho de gracia en beneficio de los procesados
en los casos en que la etapa de instrucción haya
excedido el doble de su plazo más su ampliatoria.

22. Conferir condecoraciones en nombre de la Nación,


con acuerdo del Consejo de Ministros.

23. Autorizar a los peruanos para servir en un ejército


extranjero. Y

24. Ejercer las demás funciones de gobierno y


administración que la Constitución y las leyes le
encomiendan.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Del inciso 1
Constitución: Arts. 38, 55-57.
Del inciso 2
Constitución: Arts. 39, 44, 110, 113 inc. 4, 115.
Del inciso 3
Constitución: Arts. 9, 56, 57, 74.
Del inciso 4
Constitución: Arts. 137, 163-175.
Del inciso 5
Constitución: Arts. 31, 117, 134, 176 y ss.
Del inciso 6
Reglamento del Congreso: Arts. 50.
Del inciso 7
Constitución: Art. 105.
Del inciso 8
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 3.
Del inciso 9
Constitución: Art. 139 incs. 18 y 19.
Del inciso 10
Constitución: Arts. 176 y ss.
Del inciso 11
Constitución: Arts. 55-57, 163-175.
Del inciso 12
Ley 27594: Art. 1 inc. 3.
Del inciso 14
Constitución: Arts. 137, 163-175.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 4.
Ley 27594: Art. 2.
Del inciso 17
Constitución: Art. 78.
Del inciso 18
Constitución: Arts. 75, 102 inc. 5.
Del inciso 19
Ley Orgánica de Municipalidades: 22a DC.
Reglamento del Congreso: Art. 91.
Del inciso 20
Constitución: Art. 74.
Del inciso 21
Constitución: Art. 139 incs. 2 y 13.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 149 y 154.


Constitución de 1979: Art. 211.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1273 a 1278.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Es competencia del Presidente de la República dirigir la política exterior del Estado.


1. "... de acuerdo con el artículo 118.10 de la Constitución, es competencia del Presidente de la República
dirigir la política exterior del Estado. Tal dirección de la política exterior del Estado comprende no sólo la
tarea de establecer sus lineamientos generales, sino también la de ejecutarlos del modo más adecuado
y conveniente para los intereses del país, lo que comprende el ejercicio de la competencia constitucional
de aprobar y ratificar acuerdos internacionales con otros Estados soberanos u organismos
internacionales". (Exp. 00021-2010-AI FJ 7)

Límites constitucionales de la amnistía, indulto y gracias presidenciales


2. "En consecuencia, el indulto y la conmutación de la pena, no solo inciden negativamente sobre la
relación de proporcionalidad que debe existir entre el quantum de la pena impuesta por el delito y el
derecho fundamental afectado por éste (lo cual ya ha quedado establecido), sino también sobre el
derecho fundamental a la protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, en este caso,
manifestado en el deber del Estado, derivado del artículo 1.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, de sancionar debidamente las violaciones a los derechos fundamentales. Lo cual, a su vez,
afecta el derecho fundamental sobre el que recayó la conducta típica en un sentido objetivo, pues la
población percibirá que las violaciones a dicho derecho no resultan debidamente sancionadas. A lo que
cabe agregar que limita la cabal concretización del principio de separación de poderes.
Desde luego, lo expuesto no debe ser interpretado en el sentido de que el ejercicio de la atribución de
indultar o conmutar penas es, per se, inconstitucional. Si así fuese, este Tribunal violaría
flagrantemente el principio de fuerza normativa de la Constitución (STC 5854-2005-PA/TC, fundamento
12, literal e.), pasando de ser su supremo intérprete a ser su contralor. Se trata tan solo de reconocer
que las instituciones del indulto y de la conmutación de la pena, en sí mismas, son representativas de
una limitación a determinados valores constitucionales, motivo por el cual, en abstracto, tienen un peso
axiológicamente leve en el sistema constitucional. En esa medida, no solo no es posible la dación de un
indulto o conmutación de forma inmotivada, sino que dicha motivación debe estar sustentada en
razones lo suficientemente poderosas como para contrarrestar la incidencia que la medida genera en los
antedichos valores iusfundamentales.
Es por ello que, mientras de mayor peso axiológico sea el derecho fundamental violado por la conducta
“perdonada”, y mientras mayor desprecio por el principio-derecho de dignidad humana (artículo 1º de
la Constitución) haya revelado la conducta típica, mayor será la carga argumentativa de la resolución
administrativa que concede el indulto o la conmutación, y además, en función de las circunstancias del
caso, mayor peso deberá revestir el derecho fundamental cuya protección se pretende alcanzar con la
concesión del perdón.
De hecho, existen ciertos actos delictivos que alcanzan tal nivel de violación de la dignidad del ser
humano, que, en abstracto, la posibilidad de adoptar medidas que impidan la efectiva sanción, se
encuentra proscrita. Es así que la Corte Interamericana ha enfatizado que “son inadmisibles las
disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de
responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones
graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o
arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables
reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos” (cfr. Caso Barrios Altos vs. Perú,
Sentencia del 14 de marzo de 2001, párrafo 41). El Tribunal Constitucional ha interpretado que esto
excluye la posibilidad de adoptar tales medidas ante un acto que constituya un crimen de lesa
humanidad, es decir, “a) cuando por su naturaleza y carácter denota una grave afectación de la
dignidad humana, violando la vida o produciendo un grave daño en el derecho a la integridad física o
mental de la víctima, en su derecho a la libertad personal o en su derecho a la igualdad; b) cuando se
realiza como parte de un ataque generalizado o sistemático; c) cuando responde a una política (no
necesariamente formalmente declarada) promovida o consentida por el Estado; y, d) cuando se dirige
contra población civil” (STC 0024-2010-PI/TC, fundamento 67).
¿Son solo los crímenes de lesa humanidad los que resultan, desde una perspectiva abstracta, no
indultables o conmutables? El legislador no lo considera así, pues por vía del artículo 2º de la Ley N.º
28704, ha considerado que estas instituciones no son aplicables a quienes incurren en el delito de
violación sexual de menores de edad.
Aunque el Tribunal Constitucional no considera que la interpretación adoptada por el legislador resulte
constitucionalmente obligatoria, sí resulta constitucionalmente posible. En efecto, tal como se ha
señalado, la violación sexual constituye un acto que solo puede ser ejecutado por quien revela un
particular menosprecio por la dignidad del ser humano, siendo gravemente atentatorio del derecho
fundamental a la integridad física, psíquica y moral, y del derecho fundamental al libre desarrollo de la
personalidad, ambos reconocidos en el artículo 2º, inciso 1, de la Constitución. Dicha gravedad,
evidentemente, se acentúa cuando el acto es realizado contra un menor de edad, quien en razón de su
menor desarrollo físico y mental, se encuentra en estado de mayor vulnerabilidad e indefensión; y
alcanza niveles de particular depravación cuando a la violación le sigue la muerte del menor, tal como
se encuentra tipificado en el artículo 173º-A del Código Penal". (Exp. 00012-2010-AI FJ De 43 a 48)
Exceso del plazo razonable del proceso como presupuesto para el otorgamiento de gracias
presidenciales.
3. "Así las cosas, en primer término, puede observarse un problema de técnica legislativa cuando el
artículo 2º de la Ley N.º 28704, refiere que no procede la gracia “a los sentenciados…”. Y es que ésta,
como se ha dicho, solo puede recaer sobre procesados penalmente. Acaso el error obedezca a que el
precepto legal busca dar un tratamiento prohibitivo conjunto a instituciones como el indulto y la gracia,
que ciertamente, cuando menos en nuestro sistema constitucional, revisten diferencias notorias.
Si la gracia solo recae sobre procesados, a diferencia del indulto, no supone el perdón de pena alguna,
sino el impedimento para la prosecución de la investigación penal por superar un determinado plazo de
ésta. Asimismo, ello permite advertir que tanto su fundamento como la tensión en la que ingresa con
ciertos valores constitucionales, son distintos que los que se presentan en el caso del indulto.
La primigenia razón constitucional subyacente al instituto de la gracia presidencial, es el derecho
fundamental a que el plazo de proceso penal no se extienda más allá de lo razonable. Este derecho
fundamental encuentra reconocimiento en el artículo 14°, inciso 3, literal c), de Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, en cuanto establece que “[d]urante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho (…) [a] ser juzgado sin dilaciones indebidas” (énfasis agregado); y en el artículo
8º, inciso 1, de la Convención Americana de Derechos Humanos, en cuanto dispone, en lo que ahora
resulta relevante, que “[t]oda persona tiene derecho a ser oída (…) dentro de un plazo razonable (…) en
la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella” (énfasis agregado). En el marco de
la Constitución, al amparo de su artículo 55º y Cuarta Disposición Final, este derecho es una
manifestación implícita del derecho fundamental al debido proceso, previsto en su artículo 139º, inciso
3 (SSTC 3509-2009-PHC/TC, fundamento 19; 0024-2010-PI/TC, fundamento 37).
Conforme a una interpretación literal y aislada del artículo 118º, inciso 21, de la Constitución, el
ejercicio de la atribución de la gracia presidencial estaría autorizada por el solo hecho de que “la etapa
de instrucción haya excedido el doble de su plazo más su ampliatoria”. ¿Es ello constitucionalmente
suficiente para que la atribución pueda ser ejercida? A juicio del Tribunal Constitucional, la respuesta es
negativa por las siguientes razones:

a) En primer lugar, porque la superación del plazo razonable del proceso penal no puede ser asociada
solamente a la superación de un plazo en particular instituido en abstracto. En efecto, tal como ha
sostenido este Tribunal, “es necesario establecer de forma categórica que el plazo razonable no es un
derecho que pueda ser ‘medido’ de manera objetiva, toda vez que resulta imposible asignar a los
procesos penales una uniformidad objetiva e incontrovertida” (SSTC 4931-2007-PHC/TC, fundamento
4; 0024-2010-PI/TC, fundamento 38). La esencia de este criterio es mantenida también por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, al sostener que “el plazo razonable (...) no puede traducirse en un
número fijo de días, semanas, meses o años, o en varios períodos dependiendo de la gravedad del
delito" (Caso Stogmuller. Sentencia del 10 de noviembre de 1969, párrafo 4). Por ello, la determinación
de la violación de la referida razonabilidad exige la consideración de una serie de factores estrecha e
indisolublemente ligados a las particularidades de cada caso. Tales factores son: a) la complejidad del
asunto; b) la actividad procesal del interesado, y c) la conducta de las autoridades judiciales (SSTC
0618-2005-PHC/TC, fundamento 11; 5291-2005-HC/TC; fundamento 6; 1640-2009-PHC/TC,
fundamento 3; 2047-2009-PHC/TC, fundamento 4; 3509-2009-PHC/TC, fundamento 20; 5377-2009-
PHC/TC, fundamento 6; entre otras). En consecuencia, la superación de un determinado plazo fijado
expresamente por el ordenamiento jurídico, aun cuando lo sea en la propia Constitución del Estado, es
solo un primer factor (muy relevante por cierto, pero primer factor al fin y al cabo), para determinar la
superación del plazo razonable del proceso penal.

b) En segundo lugar, porque el derecho fundamental a la razonabilidad de la duración del proceso


penal, como todo derecho fundamental, carece de un contenido absoluto o ilimitable, entre otras cosas,
en razón de que se encuentra en permanente tensión con otros derechos fundamentales, tales como el
derecho fundamental a la verdad, el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva (artículo 139º,
inciso 3, de la Constitución), y con la protección del bien constitucional afectado por la conducta
investigada. De ahí que la violación del plazo razonable solo puede verificarse en circunstancias
extraordinarias, en las que se evidencia con absoluta claridad que el procesado ha pasado a ser
“objeto” de un proceso penal con vocación de extenderse sine die y en el que se hace presumible la
carencia de imparcialidad de las autoridades judiciales, al extender los plazos con el único ánimo de
acreditar una supuesta vinculación del imputado con supuestos hechos delictivos que no han podido
acreditarse verosímilmente a través de las diligencias desarrolladas durante un tiempo altamente
prolongado (STC 0024-2010-PI/TC, fundamento 39).

c) En tercer término, porque tal como ha sostenido este Tribunal, “a la luz de la manera cómo
expresamente se encuentra regulado el contenido del derecho en los tratados internacionales citados, y
del sentido que se le ha atribuido, puede afirmarse que la razonabilidad del plazo se encuentra
relacionada con la duración del proceso penal en su totalidad, y no solamente con alguna de sus
etapas” (STC 0024-2010-PI/TC, fundamento 39). Desde luego, ello no quiere significar que por el solo
hecho de que el proceso se encuentre aún en etapa de investigación, no cabe concluir la violación de
este derecho fundamental. Significa tan solo que para tales efectos no basta la superación de los plazos
extraordinarios de determinadas etapas del proceso, sino, según quedó dicho, la valoración de
elementos relacionados con las particularidades de cada caso, a saber, a) la complejidad del asunto; b)
la actividad procesal del interesado, y c) la conducta de las autoridades judiciales, en función del
proceso como un todo.
d) En cuarto lugar, porque si de conformidad con el artículo 45º de la Constitución, “la potestad de
administrar justicia (…) se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a
la Constitución y a las leyes”, el ejercicio de la gracia presidencial representa una clara excepción a este
principio general que, a su vez, es fundamental para preservar el principio de separación de poderes
(artículo 43º de la Constitución). De ahí que deba ser interpretado de forma sumamente restrictiva,
siendo ella la razón por la que este Tribunal tiene expuesto que “la gracia presidencial deberá ser
concedida por motivos humanitarios, en aquellos casos en los que por la especial condición del
procesado (por ejemplo, portador de una enfermedad grave e incurable en estado terminal) tornarían
inútil una eventual condena, desde un punto de vista de prevención especial” (STC 4053-2007-PHC/TC,
fundamento 27). En efecto, si la gracia presidencial impide el desarrollo de una competencia que por
antonomasia compete al Poder Judicial, la sola superación del plazo razonable del proceso, por ser un
asunto que bien puede ser valorado por los propios órganos jurisdiccionales, no es mérito suficiente
para ejercerla, debiendo sustentarse, además, en la demostración de que, dadas las condiciones
subjetivas del procesado, más allá de su eventual responsabilidad, la ejecución de una futura pena sería
en sí misma representativa de un daño irreparable a su derecho fundamental a la integridad física o,
incluso, a su vida.

En consecuencia, la gracia es una atribución del Presidente de la República que limita los derechos a la
verdad, al debido proceso, a la tutela jurisdiccional efectiva y la protección del bien constitucional a
cuya afectación dio lugar la conducta que impide investigar. Por tal motivo, para ser ejercida no basta
el cumplimiento de las formalidades constitucionalmente previstas, sino además la acreditada violación
del plazo razonable del proceso penal (lo que exige una valoración de las características del caso) y que
la condición subjetiva del procesado revele la prognosis de un grave e irreversible daño a su derecho
fundamental a la integridad física o un incluso una amenaza a su derecho fundamental a la vida". (Exp.
00012-2010-AI FJ De 55 a 59)

Control político que ejerce el Parlamento de los actos normativos del Presidente de la
República.
4. El control parlamentario de los actos normativos del Presidente de la República es esencialmente un
mecanismo de control político. Un “procedimiento del control político”, como especifica la Sección
Segunda del Capítulo VI del Reglamento del Congreso de la República, mediante el cual el Parlamento
ejerce su función de control, fiscalización y dirección política, a través de la evaluación de la solución
gubernamental [de fines y medios empleados] adoptada para hacer frente a los efectos en la economía
nacional o en las finanzas públicas de las situaciones extraordinarias e imprevisibles que supusieron el
dictado de la legislación de urgencia.
Un control de esta naturaleza no se identifica con lo que es propio del control jurídico. Ello es
consecuencia de la naturaleza del órgano que realiza el control y de las tareas que la Constitución
asigna a éste. El Parlamento es un órgano político por naturaleza, basado en el mandato representativo,
en la elección directa de sus representantes y en el sufragio universal, igual, libre y secreto. Refleja en
su composición a todos los sectores (e intereses) de la sociedad [principio del pluralismo] y, en su seno,
quienes los representan debaten públicamente sobre las cuestiones más trascendentales que
conciernen a la res publica.
Precisamente por ello, aunque el derecho regule jurídicamente el ejercicio del control parlamentario,
éste no está en la capacidad de alcanzar a los criterios que se empleen para evaluar las medidas
gubernamentales que se adopten. La regulación jurídica del control político no se proyecta sobre el
contenido y la intensidad con que tal control pueda realizarse. Sólo representa el establecimiento de
reglas que disciplinan los procedimientos de desempeño de la función misma.
De ahí que, a diferencia del control jurídico, cuyo criterio de evaluación por antonomasia sea el de
validez/invalidez del objeto controlado, los criterios de simple oportunidad y de
conveniencia/inconveniencia sean los que se empleen en el control político. De simple oportunidad,
pues encontrándose facultados para realizar el control respecto de cualquier medida gubernamental,
depende de la decisión política del Parlamento y, en particular de las relaciones entre minoría y
mayorías políticas, el que lo quiera ejercer. Y se realiza bajo el criterio de conveniencia/inconveniencia
ya que, una vez que se ha decidido llevarlo a cabo, las críticas al Ejecutivo pueden tener al derecho
como fundamento, pero también sustentarse en razones económicas, financieras, sociales, de
orientación política o por puros argumentos de poder. Puesto que no existe un catálogo de criterios
limitados o delimitados para el escrutinio político, la subjetividad y disponibilidad de su parámetro son
algunos de los factores que singularizan al control político.
El carácter político del control parlamentario de los decretos de urgencia también se aprecia en el
objetivo de éste, que es el control del órgano del que emanan (el Poder Ejecutivo). Por contraposición,
el control jurídico se realiza siempre sobre una norma (ley, decreto de urgencia u ordenanza municipal,
por ejemplo) y no puede ser entendido como un control sobre el órgano que emite la norma, ya que se
encuentra orientado a garantizar la primacía de la Constitución (artículo II del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional)". (Exp. 00004-2011-AI FJ 4,5)

Presupuestos habilitantes del decreto de urgencia.


5. "[Se debe] determinar si las circunstancias fácticas que, aunque ajenas al contenido propio de la
norma, sirvieron de justificación a su promulgación, respondían a las exigencias previstas por el inciso
19 del artículo 118° de la Constitución, interpretado sistemáticamente con el inciso c) del artículo 91°
del Reglamento del Congreso. De dicha interpretación se desprende que el decreto de urgencia debe
responder a los siguientes presupuestos habilitantes, contenidos en la jurisprudencia de este Tribunal
[cfr. Exps. Nºs 0008-2003-AI/TC (fundamento 60), 00025-2008-PI/TC (fundamento 5), 00007-2009-
PI/TC (fundamento 9)]:

a) Excepcionalidad: La norma debe estar orientada a revertir situaciones extraordinarias e


imprevisibles, condiciones que deben ser evaluadas en atención al caso concreto y cuya existencia,
desde luego, no depende de la “voluntad” de la norma misma, sino de datos fácticos previos a su
promulgación y objetivamente identificables. Ello sin perjuicio de reconocer, tal como lo hiciera el
Tribunal Constitucional español, en criterio que este Colegiado sustancialmente comparte, que “en
principio, y con el razonable margen de discrecionalidad, es competencia de los órganos políticos
determinar cuándo la situación, por consideraciones de extraordinaria y urgente necesidad, requiere el
establecimiento de una norma” (STC N.° 29/1982, F.J. 3).

b) Necesidad: Las circunstancias, además, deberán ser de naturaleza tal que el tiempo que demande la
aplicación del procedimiento parlamentario para la expedición de leyes (iniciativa, debate, aprobación y
sanción), pudiera impedir la prevención de daños o, en su caso, que los mismos devengan en
irreparables.

c) Transitoriedad: Las medidas extraordinarias aplicadas no deben mantener vigencia por un tiempo
mayor al estrictamente necesario para revertir la coyuntura adversa.

d) Generalidad: El principio de generalidad de las leyes que, conforme se ha tenido oportunidad de


precisar en el Caso Colegio de Notarios de Lima (Expedientes Acumulados Nºs 0001-2003-AI/TC y
0003-2003-AI/TC, fundamento 6 y ss.), puede admitir excepciones, alcanza especial relevancia en el
caso de los Decretos de Urgencia, pues tal como lo prescribe el inciso 19 del artículo 118° de la
Constitución, debe ser el “interés nacional” el que justifique la aplicación de la medida concreta. Ello
quiere decir que los beneficios que depare la aplicación de la medida no pueden circunscribir sus efectos
en intereses determinados, sino por el contrario, deben alcanzar a toda la comunidad.

e) Conexidad: Debe existir una reconocible vinculación inmediata entre la medida aplicada y las
circunstancias extraordinarias existentes. En tal sentido, este Tribunal comparte el criterio de su
homólogo español cuando afirma que la facultad del Ejecutivo de expedir decretos de urgencia no le
autoriza a incluir en él “cualquier género de disposiciones: ni aquellas que por su contenido y de
manera evidente, no guarden relación alguna (...) con la situación que se trata de afrontar ni, muy
especialmente aquellas que, por su estructura misma, independientemente de su contenido, no
modifican de manera instantánea la situación jurídica existente, pues de ellas difícilmente podrá
predicarse la justificación de la extraordinaria y urgente necesidad” (STC N.° 29/1982, F.J. 3).

Las medidas extraordinarias y los beneficios que su aplicación produzcan deben pues surgir del
contenido mismo del decreto de urgencia y no de acciones diferidas en el tiempo, pues ello sería
incongruente con una supuesta situación excepcionalmente delicada".

"Como este Colegiado ha señalado, “es un lugar común reconocer, dentro de la teoría constitucional,
que el principio de la división de poderes (reconocido en el tercer párrafo del artículo 43° de la
Constitución) no se condice más con una tesis monovalente de las funciones correspondientes a cada
uno de los poderes del Estado, según la cual, a cada uno de ellos corresponde una función específica no
susceptible de ser ejercida por los demás, bajo cargo de quebrantar el principio de independencia y
autonomía de los poderes estaduales que sirve de garantía contra la instauración del Estado absoluto.
En efecto, hoy se reconoce que esta garantía no supone una férrea impenetrabilidad entre los poderes
estatales, sino un equilibrio entre los mismos, expresado en la mutua fiscalización y colaboración. De
ahí que el ejercicio de la función legislativa (por antonomasia, parlamentaria) por parte del ejecutivo,
no sea, per se, contraria al Estado social y democrático de derecho, siempre que sea llevada a cabo
conforme con las reglas que, para dicho efecto, contemple la propia Carta Fundamental” (Expediente
N° 0008-2003-AI/TC, fundamento 57). Así, tratándose de la impugnación de normas con rango legal
expedidas por el Ejecutivo, además de la evaluación de su constitucionalidad sustancial, esto es, de su
compatibilidad con los requisitos de orden material exigidos por la Ley Fundamental, resulta de
particular relevancia la evaluación de su constitucionalidad formal; es decir, de su adecuación a los
criterios de índole procedimental establecidos en la propia Constitución.
En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto previos como posteriores a su
promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el refrendo del Presidente del Consejo de
Ministros (inciso 3 del artículo 123° de la Constitución), mientras que el requisito ex post lo constituye
la obligación del Ejecutivo de dar cuenta al Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto por el
inciso 19 del artículo 118° de la Constitución, en concordancia con el procedimiento contralor a cargo
del Parlamento, contemplado en la norma de desarrollo constitucional contenida en el artículo 91° del
Reglamento del Congreso". (Exp. 00028-2010-AI FJ 6)

Presidente de la República tiene la potestad tributaria de fijar mediante decreto supremo


las tarifas arancelarias.
6. "Es decir, pueden existir en el caso de autos medios de prueba relevantes que no se tuvieron presentes
al momento de emitirse la Sentencia mencionada, teniendo en cuenta que la reducción de la tasa de los
derechos arancelarios de las partidas nacionales mencionadas no produce, per se, una manifiesta
afectación del derecho a la igualdad.
En cuanto a la constitucionalidad formal del Decreto Supremo Nº 007-2011-EF, este Tribunal debe
recordar que los artículos 74º y 118º, inciso 20), de la Constitución, le han asignado al Presidente de la
República la potestad tributaria de fijar mediante decreto supremo las tarifas arancelarias. Por esta
razón, este Tribunal considera que el decreto supremo mencionado no infringe por la forma la
Constitución.
Entrando en el análisis material de constitucionalidad del decreto mencionado, este Tribunal considera
que lo dispuesto en su artículo 1° no contraviene la Constitución y es conforme a la sentencia y la
resolución de aclaración recaída en el Exp. N° 03116-2009-PA/TC, pues en la exposición de motivos del
decreto supremo mencionado, obrante a fojas 140 del cuadernillo de este Tribunal, se consigna que
para su dación se ha evaluado que la reducción de las tasas arancelarias: a) facilita que las empresas
cementeras nacionales, debido al fuerte crecimiento de la demanda por cemento, importen cantidades
representativas de cemento clinker y cemento Portland no blanco, como ha venido sucediendo desde el
2008 al 2010; b) mejora la eficiencia de la producción y la continuidad del abastecimiento de las
empresas cementeras nacionales que enfrentan restricciones de capacidad y abastecimiento; y c)
favorece a los consumidores en términos de precio, oferta y calidad, teniendo en cuenta que durante el
2010 el sector Construcción ha evidenciado una fuerte y rápida recuperación al crecer cerca de 17%
durante los primeros diez meses del año, producto de la reactivación de la inversión privada y del
incremento de la inversión pública". (Exp. 05688-2009-AA FJ 7)

Interpretación restrictiva de las competencias y atribuciones del Estado.


7. "El Estado no tiene derechos fundamentales sino competencia y atribuciones [Cfr. Exp. Nº 0007-2003-
AI/TC, fundamento 4], de modo que si una determinada ley le manda hacer algo o no le establece una
prohibición, no puede interpretarse como que la inexistencia del mandato o de la prohibición le permite
hacer el más amplio uso del proceso constitucional tal como sí lo podrían hacer las personas naturales.
Por ello las competencias y atribuciones del Estado establecidas en la Constitución siempre deben
interpretarse en sentido restrictivo y, por el contrario, los derechos fundamentales deben ser siempre
interpretados en sentido extensivo, en el que se materialice la dignidad de la persona y se posibilite en
todos los casos el libre desarrollo de la personalidad". (Exp. 00898-2008-AA FJ 2)

Cumplimiento de las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales por parte del
Presidente de la República.
8. "... si bien conforme al artículo 118.9 de la Constitución corresponde al Presidente de la República:
“Cumplir y hacer cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales”; frente a la
renuencia reiterada de los órganos encargados de cumplir las decisiones jurisdiccionales, la ejecución
forzada se presenta como la única solución a la que este Colegiado no puede renunciar, llegado el caso,
a efectos de que, reivindicando el Estado de Derecho, se obligue al poder a someterse al Derecho. Estos
deben ser, sin embargo, casos excepcionales que siempre hay que tratar de evitar, apelando en primer
lugar a la coordinación y al diálogo interinstitucional, como mandato derivado del principio de
cooperación y colaboración de poderes". (Exp. 00023-2007-AI FJ 9)

Requisitos esenciales de los decretos de urgencia.


9. "Este Colegiado, a través del sentencia recaída en el Expediente Nº 0008-2003-AI/TC, y en particular,
en los fundamentos 59, 60 y 61, ha dejado claramente establecido que “[...] la legitimidad de los
decretos de urgencia debe ser determinada sobre la base de la evaluación de criterios endógenos y
exógenos a la norma, es decir, del análisis de la materia que regula y de las circunstancias externas
que justifiquen su dictado. En cuanto al primer tópico, el propio inciso 19) del artículo 118° de la
Constitución establece que los decretos de urgencia deben versar sobre “materia económica y
financiera”.
Este requisito, interpretado bajo el umbral del principio de separación de poderes, exige que dicha
materia sea el contenido y no el continente de la disposición, pues en sentido estricto pocas son las
cuestiones que, en última instancia, no sean reconducibles hacia el factor económico, quedando en todo
caso proscrita, por imperativo del propio parámetro de control constitucional, la materia tributaria
(párrafo tercero del artículo 74° de la Constitución). Escaparía a los criterios de razonabilidad, empero,
exigir que el tenor económico sea tanto el medio como el fin de la norma, pues en el común de los
casos la adopción de medidas económicas no es sino la vía que auspicia la consecución de metas de
otra índole, fundamentalmente sociales.
... se impone tomar en cuenta no sólo el contenido de ese dispositivo, sino también las circunstancias
fácticas y el objeto de la norma, las que deben responder a las exigencias previstas por el inciso 19) del
artículo 118° de la Constitución, interpretado sistemáticamente con el inciso c) del artículo 91° del
Reglamento del Congreso de la República. De dicha interpretación se desprende que el decreto de
urgencia debe responder a los siguientes criterios:

Excepcionalidad: La norma debe estar orientada a revertir situaciones extraordinarias e imprevisibles,


condiciones que deben ser evaluadas en atención al caso concreto y cuya existencia, desde luego, no
depende de la “voluntad” de la norma misma, sino de datos fácticos previos a su promulgación y
objetivamente identificables. Ello sin perjuicio de reconocer, tal como lo hiciera el Tribunal
Constitucional español, en criterio que este Colegiado sustancialmente comparte, que “en principio y
con el razonable margen de discrecionalidad, es competencia de los órganos políticos determinar
cuándo la situación, por consideraciones de extraordinaria y urgente necesidad, requiere el
establecimiento de una norma” (STC N° 29/1982, fundamento 3).

Necesidad: Las circunstancias, además, deberán ser de naturaleza tal que el tiempo que demande la
aplicación del procedimiento parlamentario para la expedición de leyes (iniciativa, debate, aprobación y
sanción), pueda impedir la prevención de daños o, en su caso, que los mismos devengan en
irreparables.

Transitoriedad: Las medidas extraordinarias aplicadas no deben mantener vigencia por un tiempo
mayor al estrictamente necesario para revertir la coyuntura adversa.

Generalidad: El principio de generalidad de las leyes que, conforme se ha tenido oportunidad de


precisar en el Caso Colegio de Notarios de Lima (Expedientes Acumulados Nos 0001-2003-AI/TC y
0003-2003-AI/TC, fundamento 6 y ss.), puede admitir excepciones, alcanza especial relevancia en el
caso de los decretos de urgencia, pues tal como lo prescribe el inciso 19) del artículo 118° de la
Constitución, debe ser el “interés nacional” el que justifique la aplicación de la medida concreta. Ello
quiere decir que los beneficios que depare la aplicación de la medida no pueden circunscribir sus efectos
en intereses determinados, sino por el contrario, deben alcanzar a toda la comunidad.

Conexidad: Debe existir una reconocible vinculación inmediata entre la medida aplicada y las
circunstancias extraordinarias existentes. En tal sentido este Tribunal comparte el criterio de su
homólogo español cuando afirma que la facultad del Ejecutivo de expedir decretos de urgencia no le
autoriza incluir en ellos “cualquier género de disposiciones: ni aquellas que, por su contenido y de
manera evidente, no guarden relación alguna (...) con la situación que se trata de afrontar ni, muy
especialmente aquellas que, por su estructura misma, independientemente de su contenido, no
modifican de manera instantánea la situación jurídica existente, pues de ellas difícilmente podrá
predicarse la justificación de la extraordinaria y urgente necesidad” (STC N° 29/1982, fundamento 3)".
(Exp. 00025-2008-AI FJ 3,4,6)

Regulación de las tarifas arancelarias por parte del Presidente de la República.


10. "Lleva razón el Procurador al sostener que, de conformidad con el inciso 20 del artículo 118º de la
Constitución, la regulación de las tarifas arancelarias, es una competencia que ha sido reservada al
Presidente de la República. Una verdad tan evidente como esa no podría ser cuestionada en modo
alguno por el Tribunal Constitucional, so pena de incurrir en una flagrante violación de la Norma
Fundamental.
Sin embargo, también es cierto que dicha competencia, como todas las reguladas por el texto
constitucional, debe ser ejercida sin afectar el cuadro material de valores reconocido por la misma
Constitución. Ahora bien, una cosa es advertir el inconstitucional ejercicio de una competencia y otra es
que, bajo dicha premisa, se pase a ejercerla en los términos que el órgano jurisdiccional juzgue
conveniente. Lo primero viene exigido por la Constitución. Lo segundo se encuentra prohibido.
Ocurre, no obstante, que entre estos dos extremos hay un marco de indeterminación que alcanza un
singular protagonismo cuando de controlar la inconstitucionalidad de omisiones se trata. En estos casos,
la inconstitucionalidad es generada por un “dejar de hacer” por parte del órgano controlado, y que,
consecuentemente, puede prolongarse sine die si el órgano jurisdiccional no adopta alguna medida (a
veces, cuasi legislativa) que exija al órgano controlado adoptar las medidas necesarias que permitan
cubrir la omisión inconstitucional advertida". (Exp. 03116-2009-AA FJ 5)

Facultad del Presidente de la República para regular tarifas arancelarias no puede ser en
contraposición de otros principios señalados en la Constitución.
11. "Ello no quiere decir que el Presidente de la República, se encuentre impedido de reducir las tarifas
arancelarias, por el contrario, constitucionalmente tiene la facultad de regular mediante decretos
supremos las tarifas arancelarias (artículo 118º, inciso 20) de la Constitución); sin embargo, dicha
regulación no puede afectar el principio de igualdad en materia económica ni desproteger a la inversión
e industria nacional para favorecer a la inversión e industria extranjera.
Teniendo presente ello, este Tribunal considera que la reducción de 12% a 0% de las tasas de los
derechos arancelarios ad valorem CIF de las sub-partidas nacionales mencionadas, si bien puede
constituir un acto de política arancelaria, resulta ser un acto desproporcionado, y por ende,
constitucionalmente prohibido por el principio de interdicción de la arbitrariedad, toda vez, que la
reducción a 0% de las tarifas arancelarias de las sub-partidas nacionales mencionadas, en realidad,
constituye un acto de exoneración o exención de tarifas y no una reducción que tenga una finalidad
constitucionalmente legítima". (Exp. 03116-2009-AA FJ 24)

Características a las que debe responder la situación causante de la expedición de los


decretos de urgencia.
12. "... la expedición de un Decreto de Urgencia, al ser extraordinario, debe responder: a) a una situación
de necesidad y urgencia; b) que no haya podido ser prevista oportunamente; c) debiendo tratarse de
una situación que de no actuar de modo inmediato puede ponerse en grave riesgo el interés nacional,
finalmente; d) la materia o contenido de los decretos de urgencia debe estar referida a situaciones
relacionadas con la economía o las finanzas públicas". (Exp. 00023-2007-AI FJ 11)

Requisitos formales y materiales para la emisión de los decretos de urgencia.


13. "Es menester indicar que el tratamiento extendido de incompatibilidad se origina en el Decreto de
Urgencia 020-2006, disposición expedida dentro de las facultades del Presidente de la República, de
conformidad con lo previsto en el inciso 19 del artículo 118 de la Constitución. Al respecto, el Tribunal
Constitucional se ha referido a los requisitos formales y materiales para la emisión de los decretos de
urgencia, estableciendo que: “En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto
previos como posteriores a su promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el refrendo
del Presidente del Consejo de Ministros (inciso 3 del artículo 123º de la Constitución), mientras que el
requisito ex post lo constituye la obligación del Ejecutivo de dar cuenta al Congreso de la República, de
acuerdo con lo previsto por el inciso 19) del artículo 118º de la Constitución, en concordancia con el
procedimiento contralor a cargo del Parlamento, contemplado en la norma de desarrollo constitucional
contenida en el artículo 91° del Reglamento del Congreso”.
Dichos requisitos comportan la forma de producción de los decretos de urgencia, pero además, como lo
ha señalado este Tribunal debe analizarse la configuración de determinados criterios para evaluar si las
circunstancias fácticas que sirvieron de justificación para la expedición del decreto de urgencia
responden a las exigencias previstas por el inciso 19 del artículo 118 de la Constitución y por el inciso c)
del artículo 91 del Reglamento del Congreso. Tales criterios son excepcionalidad, necesidad,
transitoriedad, generalidad y conexidad". (Exp. 03480-2007-AA FJ 12)

Requisitos de la potestad presidencial de conceder el derecho de gracia.


14. ."... parece haber un conflicto entre la potestad presidencial de conceder el derecho de gracia, (artículo
118 de la Constitución) y las razones esgrimidas por la sala emplazada para dejar de aplicar la misma
(todas ellas de orden constitucional). Al respecto, no puede soslayarse el hecho de que, tanto como las
razones humanitarias que inspiran la concesión de la gracia presidencial como los fines preventivo
generales de las penas que se pretende proteger a través de la persecución penal gozan de cobertura
constitucional...
para el caso de la gracia presidencial, es claro que constituyen límites formales de la misma, los
requisitos exigidos de manera expresa en el artículo 118, inciso 21 de la Constitución, a saber: 1) Que
se trate de procesados, no de condenados 2) Que la etapa de instrucción haya excedido el doble de su
plazo más su ampliatoria. 3) Aparte de los requisitos ya mencionados, cabe señalar la necesidad de
refrendo ministerial (artículo 120 de la Constitución).
En lo referente a los límites materiales de la gracia presidencial, es de señalarse que en tanto interviene
en la política criminal del Estado, tendrá como límites el respetar los fines constitucionalmente
protegidos de las penas, a saber fines preventivo especiales (artículo 139, inciso 22 de la Constitución)
y fines preventivo generales, derivados del artículo 44 de la Constitución y de la vertiente objetiva del
derecho a la libertad y seguridad personales. (Cfr. Exp. Nº 019-205-PI/TC). Asimismo, el derecho de
gracia, en tanto implica interceder ante alguno o algunos de los procesados en lugar de otros, debe ser
compatibilizado con el principio-derecho de igualdad. Así, será válida conforme al principio de igualdad
la gracia concedida sobre la base de las especiales condiciones del procesado.
En este sentido, la gracia presidencial deberá ser concedida por motivos humanitarios, en aquellos
casos en los que por la especial condición del procesado (por ejemplo, portador de una enfermedad
grave e incurable en estado terminal) tornarían inútil una eventual condena, desde un punto de vista de
prevención especial". (Exp. 04053-2007-HC FJ De 25 a 27, 16)

Concesión del indulto no implica supresión de la reparación civil.


15. "La concesión del indulto, como han sostenido las resoluciones cuestionadas mediante el amparo, no
suprime la reparación civil, sino sólo la pena. Determinar si en un caso dado debe (o no) ordenarse la
redención de la reparación civil, es competencia que corresponde a los jueces penales. Un asunto de
esa naturaleza sólo puede ventilarse por el juez de los derechos fundamentales si, al aplicarse las leyes
penales, los jueces ordinarios no han observado el significado constitucional de los derechos
fundamentales, o si no han efectuado una correcta ponderación entre los bienes constitucionales que
pudieran estar comprometidos.
Ninguno de aquellos supuestos se observa en el presente caso. La solicitud presentada por el abogado
del beneficiado, con la redención de la reparación civil, carece de pruebas que sustenten los motivos por
los cuales se pide la referida redención. En ese contexto, a los órganos judiciales emplazados no puede
imputársele error en la comprensión del significado de un derecho fundamental, tampoco en la
ponderación de bienes constitucionales protegidos. Por tanto el Tribunal considera que es de aplicación
el artículo 5.1 del Código Procesal constitucional". (Exp. 09513-2006-AA FJ 4)

Importación es manejada por políticas arancelarias provenientes del Gobierno Nacional


16. "... el artículo 118.3 de la Constitución reconoce la facultad del Presidente de la República para dirigir la
política general del Gobierno, política dentro de la cual está comprendida, como es evidente, la política
económica que atañe a la nación. El mismo artículo, en su inciso 11, también prevé la potestad del
Presidente de la República de dictar medidas extraordinarias, a través de decretos de urgencia, en
materia económica y financiera cuando lo requiere el interés nacional y con cargo a dar cuenta al
Congreso de la República. No obstante, es el inciso 20 de la disposición constitucional mencionada el
que expresamente reconoce que corresponde al Presidente de la República (...) regular las tarifas
arancelarias.
En consecuencia, en la medida en que la importación, entendida como régimen jurídico mediante el cual
se permite el ingreso legal de mercancías provenientes del exterior para ser destinadas al uso o
consumo, tiene una incidencia directa en la economía no sólo de una determinada región, sino más bien
en la política arancelaria del Estado, se constituye en un ámbito en el cual el Gobierno Nacional, y no el
Gobierno Regional de Tacna, ostenta competencia. La Constitución reconoce que el Poder Ejecutivo, de
acuerdo con el artículo 25º de la Ley de Bases de la Descentralización, ejerce el Gobierno Nacional y
dirige la economía nacional tanto en situaciones extraordinarias como extraordinarias". (Exp. 00031-
2005-AI FJ 28,29)

Inconstitucionalidad de los decretos de urgencia


17. "... este Colegiado declaró la inconstitucionalidad del artículo 1 del Decreto de Urgencia N° 140-2001,
por aspectos de inconstitucionalidad formal y material. En el primer caso, al igual que en la STC0008-
2003-AI/TC, se interpretó que de conformidad con el inciso 19) del artículo 118 de la Constitución y el
inciso c) del artículo 91 del Reglamento del Congreso, todo Decreto de Urgencia debe responder a
criterios de excepcionalidad, necesidad, transitoriedad, generalidad y conexidad; en tal sentido,
conforme a la aplicación de estos criterios, el Decreto de Urgencia N.° 140-2001, resultó
inconstitucional por los siguientes motivos:

a) Aun cuando este Colegiado reconozca que la situación del transporte público nacional requiere de
medidas orientadas a su formalización y a la mejora de la calidad y la seguridad del servicio brindado al
usuario, ella, en el particular caso que nos ocupa, dista mucho de ser una que ostente las
características de excepcionalidad, imprevisibilidad y urgencia a las que se ha hecho referencia.

b) Ello, a su vez, supone la irrazonabilidad de afirmar que, en este caso, constituía un eventual peligro
esperar la aplicación del procedimiento parlamentario para regular las medidas idóneas orientadas a
revertir la situación". (Exp. 00249-2005-AC FJ 9)

Atribución del Presidente de la República de cumplir y hacer cumplir las leyes no puede ser
afectada por el ejercicio de las funciones jurisdiccionales del Poder Judicial.
18. A juicio del Tribunal Constitucional, en el presente caso se configura un conflicto de atribuciones por
menoscabo, en el cual el Poder Judicial, a través del ejercicio de su función jurisdiccional, ilegítimo,
como habrá de verse, ha producido un detrimento en las atribuciones constitucionales del Poder
Ejecutivo, tales como la de cumplir y hacer cumplir las leyes (artículo 118º, inciso 1) y cumplir y hacer
cumplir las sentencias y resoluciones jurisdiccionales (artículo 118º, inciso 9); ello mediante el
pronunciamiento estimatorio de sendas demandas de amparo y de cumplimiento, tal como consta en
autos de fojas 27 a 302.
En el presente caso, dada la peculiar configuración de este tipo de conflicto, no cabe recurrir al test de
la competencia, pues no está en juego la determinación de la titularidad de atribuciones de un poder u
órgano constitucional del Estado. En todo caso, el principio de jerarquía (de las sentencias del Tribunal
Constitucional con respecto a las resoluciones del Poder Judicial en materia de los procesos
constitucionales) es el que se muestra como el más idóneo para determinar la legitimidad de los actos
jurisdiccionales que estarían menoscabando algunas de las atribuciones constitucionales del Poder
Ejecutivo". (Exp. 00006-2006-CC FJ 26,27)

Requisitos formales y materiales para la expedición de los decretos de urgencia y


circunstancia fácticas que motivaron lo motivaron
19. "Respecto de esta fuente normativa [Decretos de Urgencia], el inciso 19 del artículo 118º de la
Constitución establece que corresponde al Presidente de la República: Dictar medidas extraordinarias,
mediante decretos de urgencia con fuerza de ley, en materia económica y financiera, cuando así lo
requiere el interés nacional con cargo de dar cuenta al Congreso. El Congreso puede modificar o
derogar los referidos decretos de urgencia.
Al respecto, el Tribunal Constitucional se ha referido a los requisitos formales y materiales para la
expedición de los Decretos de Urgencia, estableciendo que: En el caso de los decretos de urgencia, los
requisitos formales son tanto previos como posteriores a su promulgación. Así, el requisito ex ante está
constituido por el refrendo del Presidente del Consejo de Ministros (inciso 3 del artículo 123° de la
Constitución), mientras que el requisito ex post lo constituye la obligación del Ejecutivo de dar cuenta al
Congreso de la República, de acuerdo con lo previsto por el inciso 19) del artículo 118° de la
Constitución, en concordancia con el procedimiento contralor a cargo del Parlamento, contemplado en la
norma de desarrollo constitucional contenida en el artículo 91° del Reglamento del Congreso.
Respecto a los requisitos materiales para la producción, deben tenerse en cuenta los siguientes: (...) la
legitimidad de los decretos de urgencia debe ser determinada sobre la base de la evaluación de criterios
endógenos y exógenos a la norma, es decir, del análisis de la materia que regula y de las circunstancias
externas que justifiquen su dictado. En cuanto al primer tópico, el propio inciso 19 del artículo 118° de
la Constitución establece que los decretos de urgencia deben versar sobre materia económica y
financiera.
Este requisito, interpretado bajo el umbral del principio de separación de poderes, exige que dicha
materia sea el contenido y no el continente de la disposición, pues, en sentido estricto, pocas son las
cuestiones que, en última instancia, no sean reconducibles hacia el factor económico, quedando, en
todo caso, proscrita, por imperativo del propio parámetro de control constitucional, la materia tributaria
(párrafo tercero del artículo 74° de la Constitución). Empero, escaparía a los criterios de razonabilidad
exigir que el tenor económico sea tanto el medio como el fin de la norma, pues en el común de los
casos la adopción de medidas económicas no es sino la vía que auspicia la consecución de metas de
otra índole, fundamentalmente sociales.
Si bien es cierto que los requisitos formales y materiales son indispensables para la producción de los
decretos de urgencia, no lo es menos que, como se señaló en el caso citado, el Tribunal Constitucional
ha reconocido las existencia de determinados criterios para evaluar, caso por caso, si las circunstancias
fácticas que sirvieron de justificación para la expedición del decreto de urgencia respondían a las
exigencias previstas por el inciso 19 del artículo 118.º de la Constitución y por el inciso c) del artículo
91º del Reglamento del Congreso. Tales criterios son:

a) Excepcionalidad: La norma debe estar orientada a revertir situaciones extraordinarias e


imprevisibles, condiciones que deben ser evaluadas en atención al caso concreto y cuya existencia,
desde luego, no depende de la `voluntad´ de la norma misma, sino de datos fácticos previos a su
promulgación y objetivamente identificables. Ello sin perjuicio de reconocer, tal como lo hiciera el
Tribunal Constitucional español -criterio que este Colegiado sustancialmente comparte- que `en
principio y con el razonable margen de discrecionalidad, es competencia de los órganos políticos
determinar cuándo la situación, por consideraciones de extraordinaria y urgente necesidad, requiere el
establecimiento de una norma´ (STC N.° 29/1982, F.J. N° 3).

b) Necesidad: Las circunstancias, además, deberán ser de naturaleza tal que el tiempo que demande la
aplicación del procedimiento parlamentario para la expedición de leyes (iniciativa, debate, aprobación y
sanción), pudiera impedir la prevención de daños o, en su caso, que los mismos devengan en
irreparables.

c) Transitoriedad: Las medidas extraordinarias aplicadas no deben mantener vigencia por un tiempo
mayor al estrictamente necesario para revertir la coyuntura adversa.

d) Generalidad: El principio de generalidad de las leyes que, conforme se ha tenido oportunidad de


precisar en el Caso Colegio de Notarios de Lima (Exps. Acums. Nros. 0001-2003-AI/TC y 0003-2003-
AI/TC, F.J. N° 6 y ss.), puede admitir excepciones, alcanza especial relevancia en el caso de los
decretos de urgencia, pues tal como lo prescribe el inciso 19) del artículo 118° de la Constitución, debe
ser el `interés nacional´ el que justifique la aplicación de la medida concreta. Ello quiere decir que los
beneficios que depare la aplicación de la medida no pueden circunscribir sus efectos en intereses
determinados, sino por el contrario, deben alcanzar a toda la comunidad.
Finalmente, el artículo 74º de la Constitución dispone que los decretos de urgencia no pueden contener
materia tributaria. Debe tenerse presente que, conforme al artículo 135º de la Constitución, esta forma
normativa con rango de ley será la que el Poder Ejecutivo use para legislar en el interregno
parlamentario, y de ella dará cuenta a la Comisión Permanente para que la examine y la eleve al
Congreso, una vez que éste se instale". (Exp. 00047-2004-AI FJ 26,27)

Poder Judicial no está sujeto a una determinada política general de un determinado gobierno
20. .“... conforme al inciso 3) del artículo 118° de la Constitución, corresponde al Presidente de la República
dirigir la política general del gobierno... el Tribunal Constitucional considera que la política general del
gobierno y la formulación del presupuesto están limitadas por los parámetros que fija la propia
Constitución... En tal sentido, debe quedar establecido que el Poder Judicial, como Poder del Estado, no
está sujeto a una determinada política general de un gobierno determinado, sino a las obligaciones que
la Constitución le asigna directamente. Por ello, corresponde al Poder Judicial, en cuanto a sus
funciones y con base en la independencia que le es consustancial, fijar autónomamente sus objetivos
institucionales que, obviamente, tienen un componente presupuestario. La garantía de la independencia
del Poder Judicial también se manifiesta a través del rol que debe cumplir en el proceso presupuestario
puesto que, de no ser así, se corre el riesgo de su sometimiento al gobierno que le toque dirigir el Poder
Ejecutivo”.
(Exp. 00004-2004-CC FJ 40)

Criterios endógenos y exógenos para determinar la legitimidad de los decretos de urgencia


21. “... la legitimidad de los decretos de urgencia debe ser determinada sobre la base de la
evaluación de criterios endógenos y exógenos a la norma, es decir, del análisis de la materia que regula
y de las circunstancias externas que justifiquen su dictado. En cuanto al primer tópico, el propio inciso
19 del artículo 118° de la Constitución establece que los decretos de urgencia deben versar sobre
‘materia económica y financiera’.
Este requisito, interpretado bajo el umbral del principio de separación de poderes, exige que dicha
materia sea el contenido y no el continente de la disposición, pues, en sentido estricto, pocas son las
cuestiones que, en última instancia, no sean reconducibles hacia el factor económico, quedando, en
todo caso, proscrita, por imperativo del propio parámetro de control constitucional, la materia tributaria
(párrafo tercero del artículo 74° de la Constitución). Empero, escaparía a los criterios de razonabilidad
exigir que el tenor económico sea tanto el medio como el fin de la norma, pues en el común de los
casos la adopción de medidas económicas no es sino la vía que auspicia la consecución de metas de
otra índole, fundamentalmente sociales...”

(Exp. 00008-2003-AI FJ 59)

Facultad de reglamentación de las leyes.


22. "Los accionantes ponen énfasis sobre la inconstitucionalidad del artículo 2º de la Ley 26457, en razón
de que dispone que mediante Resolución Suprema se designe la Comisión Reorganizadora de las dos
universidades. Debemos indicar al respecto, que no sólo la Ley 26457 permite al Poder Ejecutivo dictar
dicha resolución, también lo permite el inciso 8) del artículo 118º de la Carta Magna; además,
tratándose de universidades nacionales sostenidas por el Estado, resulta necesario que se cautele
también, la inversión que por la Ley del Presupuesto se ha autorizado y efectuado en favor de ellas".
(Exp. 00012-1996-AI FJ 7)

CAPÍTULO V
DEL CONSEJO DE MINISTROS

Ministros. Dirección y gestión de los servicios públicos


Competencia: Dirección y
gestión de los Servicios
Públicos
119º. La dirección y la gestión de los servicios
públicos están confiadas al Consejo de Ministros; y a
cada ministro en los asuntos que competen a la cartera
a su cargo.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 58, 76, 92, 119, 123, 127, 162, 192.6, 194, 197 y 8ª DFT.
Ley del Poder Ejecutivo: Arts. 14, 16.
Código Procesal Penal: Art. 208.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 157 y 178.


Constitución de 1979: Art. 212.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.
Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Poder Ejecutivo controla un eficaz funcionamiento de los servicios públicos.


1. "... el control de “su eficaz funcionamiento” respecto del sistema de prestaciones de salud y de pensiones,
corresponde al Poder Ejecutivo, conforme a lo que prevé el artículo 119º de la Constitución que establece
que: “La dirección y la gestión de los servicios públicos están confiadas al Consejo de Ministros; y a cada
ministro en los asuntos que competen a la cartera a su cargo”. No obstante ello, es claro también que en
la medida que los servicios públicos, en muchos casos, se relacionan con la prestación de derechos básicos
que la Constitución reconoce, el control del buen funcionamiento de dichos servicios públicos también
corresponde, llegado el caso, a los entes jurisdiccionales, y en especial a este Colegiado.
Con relación a la gestión de los sistemas de pensiones a cargo del Estado, la Oficina de Normalización
Previsional (ONP) tiene importantes funciones. Conforme a su Reglamento de Organización y Funciones,
aprobado mediante Decreto Supremo N° 027-2008-EF, la ONP tiene a su cargo la administración del SNP
del Decreto Ley Nº 19990, así como del régimen del Decreto Ley Nº 18846, referido a Accidentes de
Trabajo y Enfermedades Profesionales, y otros regímenes previsionales que le sean encargados conforme
a Ley. En esa línea, por disposición del artículo 9° del Decreto Ley Nº 25897, la ONP —al asumir las
competencias en materia de pensiones del IPSS— tiene también a su cargo el otorgamiento de los Bonos
de Reconocimiento en favor de los afiliados al Sistema Privado de Pensiones que hayan realizado aportes
previos al Sistema Nacional de Pensiones. Asimismo, a partir del 1º de julio del 2008, la ONP pasó a
administrar las pensiones derivadas del régimen del Decreto Ley Nº 20530, conforme a lo establecido en
el Decreto Supremo Nº 149-2007-EF modificado por el Decreto Supremo Nº 207-2007-EF". (Exp. 05561-
2007-AA FJ 10,11)

Ejercicio irregular de funciones por parte de un organismo del Estado está sometido a control
constitucional.
2. “... Como ya se ha enfatizando en otro momento, no pueden admitirse como razonables o coherentes
interpretaciones tendientes a convalidar ejercicios irregulares o arbitrarios de las funciones conferidas a los
órganos públicos, puesto que un Estado sólo puede predicarse como de Derecho cuando los poderes
constituidos no sólo se desenvuelvan con autonomía en el ejercicio de sus competencias, sino que, sobre
todo, respeten plenamente y en toda circunstancia los límites y restricciones funcionales que la misma
Carta establece, sea reconociendo derechos elementales, sea observando los principios esenciales que,
desde el Texto Fundamental, informan la totalidad del ordenamiento jurídico. Admitido entonces que
cuando se presenta un ejercicio irregular en una función conferida a un organismo del Estado, procede
(indiscutiblemente) el control constitucional...”.
(Exp. 02366-2003-AA FJ 5,6)

Refrendo ministerial

Refrendo Ministerial de los


actos del Presidente de la
República
120º. Son nulos los actos del Presidente de la
República que carecen de refrendación ministerial.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 118, 123 inc. 3, 128.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 166.


Constitución de 1979: Art. 213.
DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Necesidad de refrendación ministerial.


1. “[Procede] en primer término señalar que, en el caso de autos, la vía previa específicamente regulada para
el proceso de cumplimiento en el inciso c) del artículo 5º de la Ley Nº 26301, ha sido adecuadamente
tramitada por los demandantes con el sólo requerimiento por conducto notarial al Presidente de la
República, sin que por el contrario, y como lo han entendido los jueces de la jurisdicción común, deba
exigirse el mismo tipo de emplazamiento respecto de quien desempeña la cartera del Ministerio de Justicia
(encargada de refrendar, junto con el Presidente de la República, las normas que señala la Constitución
del Estado), habida cuenta que el titular del Poder Ejecutivo es el primero de los funcionarios en mención y
una de sus responsabilidades específicas es justamente la de cumplir y hacer cumplir la Constitución, los
tratados, las leyes y demás disposiciones legales conforme lo establece el inciso 1) del artículo 118º de la
Constitución Política del Estado, y que en todo caso, y ante la incertidumbre respecto del funcionario
obligado a cumplir con el mandato cuya exigibilidad se invoca, es la misma Ley Nº 26301 [ Ley de Hábeas
Data y Acción Popular], la que en su artículo 7º contempla de modo expreso, que la respectiva demanda
(por lógica consecuencia, el emplazamiento notarial) deberá entenderse con el superior jerárquico,
hipótesis precisamente acontecida en el caso de autos...” (Expediente 1277-1999-AC/TC, Fundamento
Jurídico 2).

Consejo de Ministros
 Consejo de Ministros
 Presidente del
Consejo de Ministros
121º. Los ministros, reunidos, forman el
Consejo de Ministros. La ley determina su organización
y funciones.
El Consejo de Ministros tiene su Presidente.
Corresponde al Presidente de la República presidir el
Consejo de Ministros cuando lo convoca o cuando
asiste a sus sesiones.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 71, 118 inc. 7, 118 inc. 12, 118 inc. 22, 126, 129, 130 a 137 y 206

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 156, 157 y 163.


Constitución de 1979: Arts. 214 y 215.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Leyes de organización y funciones de los órganos que componen el Poder Ejecutivo no son
exclusivamente reservadas a las leyes ordinarias.
1. "... debe tenerse en cuenta que en la sentencia recaída en el Exp. Nº 00022-2004-AI/TC, este Tribunal
señaló que la regulación particular de los órganos que comprenden al Poder Ejecutivo, como por ejemplo
los Ministerios, será a través de leyes de organización y funciones, que tienen el carácter de leyes
ordinarias, de acuerdo al artículo 121° de la Constitución.
Teniendo presente ello, este Tribunal considera que de la interpretación literal del artículo 121º de la
Constitución y de la Primera Disposición Transitoria de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo Nº 29158, no
puede concluirse que tales dispositivos determinen que la organización y funciones de los Ministerios sea
una materia exclusivamente reservada a la ley ordinaria, como lo plantean los demandantes". (Exp.
00028-2008-AI FJ 13,14)

Faltas políticas de los funcionarios que componen la estructura orgánica de la Constitución.


2. “... toda falta política en que incurran los funcionarios que componen la estructura orgánica prevista en la
Carta Política, compromete peligrosamente el adecuado desenvolvimiento del aparato estatal. En estos
casos, la razón del despojo del cargo no tiene origen en la comisión de un delito, sino en la comisión de
faltas que aminoran, en grado sumo, la confianza depositada en el funcionario, la que debe ir
indefectiblemente ligada al cargo que ostenta. De esta manera, en el juicio político el funcionario es
acusado, procesado y, de ser el caso, sancionado por el propio Congreso, por faltas única y estrictamente
políticas...". (Exp. 00006-2003-AI FJ 20,21)

Nombramiento y remoción del PCM y de cualquier ministro


 Nombramiento y
remoción del
Presidente del
Consejo de 122º. El Presidente de la República nombra y
Ministros remueve al Presidente del Consejo. Nombra y remueve
 Nombramiento y
remoción de los a los demás ministros, a propuesta y con acuerdo,
Ministros respectivamente, del Presidente del Consejo.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 121, 123, 129, 130, 132, 133, 135, 136.
Ley del Poder Ejecutivo: Arts. 14, 16.
Ley 27594: Art. 1 incs. 1 y 2.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 158.


Constitución de 1979: Art. 216.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.
Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Antejuicio Constitucional tiene carácter de Juicio Político.


1. “[Este] Colegiado entiende como premisa general, que nuestra Constitución Política vigente, a diferencia
de anteriores Constituciones, no ha consagrado única y exclusivamente la institución del llamado
‘Antejuicio Constitucional’, como un procedimiento destinado a determinar la procedencia de un
juzgamiento penal de funcionarios de alto rango por ante el Poder Judicial, previa habilitación del
Congreso de la República, sino que a su vez ha reconocido la existencia de un auténtico ‘Juicio Político’,
que supone la potestad de procesamiento y sanción de la que privativamente está investido el Congreso,
en los casos específicos de infracción de la Constitución por funcionarios de alto rango y en la que, en
principio, no interviene en lo absoluto el Poder Judicial...” (Expediente 0340-1998-AA/TC, Fundamento
Jurídico 6).

Atribuciones del PCM

 Atribuciones del
Presidente del
Consejo de Ministros


Portavoz del Gobierno
Coordinar las 123º. Al Presidente del Consejo de Ministros,
funciones de los quien puede ser ministro sin cartera, le corresponde:
ministros
 Refrendar los 1. Ser, después del Presidente de la República, el
decretos legislativos, portavoz autorizado del gobierno.
decretos de urgencia y
los que señala la 2. Coordinar las funciones de los demás ministros.
Constitución y la ley 3. Refrendar los decretos legislativos, los decretos de
urgencia y los demás decretos y resoluciones que
señalan la Constitución y la ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 118 inc. 19, 119, 120, 121, 122, 124, 125, 127, 128, 129, 130, 133, 135.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 159, 162 y 163.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


Refrendo del Presidente del Consejo de Ministros contituye un requisito ex ante de los
ecretos de urgencia.
1. “En el caso de los decretos de urgencia, los requisitos formales son tanto previos como
posteriores a su promulgación. Así, el requisito ex ante está constituido por el refrendo del
Presidente del Consejo de Ministros (inciso 3 del artículo 123º de la Constitución), mientras que
el requisito ex post lo constituye la obligación del Ejecutivo de dar cuenta al Congreso de la
República, de acuerdo con lo previsto por el inciso 19) del artículo 118º de la Constitución, en
concordancia con el procedimiento contralor a cargo del Parlamento, contemplado en la norma
de desarrollo constitucional contenida en el artículo 91º del Reglamento del Congreso...”
(Expediente 0008-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 58).

Requisitos para ser ministro

 Requisitos para ser


Ministro de Estado
Los miembros de las
124º. Para ser ministro de Estado, se requiere
FFAA y PNP pueden ser peruano por nacimiento, ciudadano en ejercicio y
ser ministros haber cumplido veinticinco años de edad. Los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional pueden ser ministros.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 80, 91 inc. 1, 92, 96, 99, 118 inc. 12, 119, 126 a 129 y 136.

TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 160.
Constitución de 1979: Art. 217.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Refrendación de las resoluciones supremas por parte del Ministro del sector
1. “[Es] función principal de la ONP la de ‘administrar’, tanto el régimen del D.L. Nº 19990, como los otros
sistemas de pensiones administrados por el Estado, estos últimos a condición de que expresamente sean
señalados por resolución suprema refrendada por el Ministro de Economía y Finanzas. Las funciones
administrativas de la ONP, respecto de los regímenes previsionales que se encuentran bajo el ámbito de
aplicación de su ley de creación, en ningún momento pueden lesionar los derechos adquiridos de los
pensionistas, haciendo nuevamente la salvedad, que ello no conlleva la desnaturalización de nuestro
ordenamiento jurídico, en cuanto a que las normas son de aplicación inmediata, puesto que se trata de
una situación de excepción, amparada expresamente por la Constitución del Estado...” (Expediente 0007-
1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 16).
Atribuciones del Consejo de Ministros

 Atribuciones del
Consejo de Ministros
 Aprobar proyectos de
ley que el Presidente
125º. Son atribuciones del Consejo de
de la República Ministros:
somete al Congreso 1. Aprobar los proyectos de ley que el Presidente de la
 Aprobar decretos
legislativos, decretos República somete al Congreso.
de urgencia y otros 2. Aprobar los decretos legislativos y los decretos de
que establece la ley
urgencia que dicta el Presidente de la República, así
 Deliberar sobre como los proyectos de ley y los decretos y
asuntos de interés resoluciones que dispone la ley.
público
 Las que le otorgan la 3. Deliberar sobre asuntos de interés público. Y
Constitución y leyes
4. Las demás que le otorgan la Constitución y la ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 60, 71, 104, 108, 118 inc. 19, 130 a 137 y 206.
Ley del Poder Ejecutivo: Arts. 15, 55-57.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 24.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 7.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 26.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 158 y 164.


Constitución de 1979: Art. 218.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Criterios esenciales de los decretos de urgencia.


1. “[El] decreto de urgencia debe responder a los siguientes criterios:
a) Excepcionalidad: La norma debe estar orientada a revertir situaciones extraordinarias e imprevisibles,
condiciones que deben ser evaluadas en atención al caso concreto y cuya existencia, desde luego, no
depende de la “voluntad” de la norma misma, sino de datos fácticos previos a su promulgación y
objetivamente identificables. Ello sin perjuicio de reconocer, tal como lo hiciera el Tribunal Constitucional
español –criterio que este Colegiado sustancialmente comparte– que “en principio y con el razonable
margen de discrecionalidad, es competencia de los órganos políticos determinar cuándo la situación, por
consideraciones de extraordinaria y urgente necesidad, requiere el establecimiento de una norma” (STC Nº
29/1982, F.J. Nº 3).
b) Necesidad: Las circunstancias, además, deberán ser de naturaleza tal que el tiempo que demande la
aplicación del procedimiento parlamentario para la expedición de leyes (iniciativa, debate, aprobación y
sanción), pudiera impedir la prevención de daños o, en su caso, que los mismos devengan en irreparables.
c) Transitoriedad: Las medidas extraordinarias aplicadas no deben mantener vigencia por un tiempo mayor al
estrictamente necesario para revertir la coyuntura adversa.
d) Generalidad: El principio de generalidad de las leyes que, conforme se ha tenido oportunidad de precisar
en el Caso Colegio de Notarios de Lima (Exps. Acums. Nros. 0001-2003-AI/TC y 0003-2003-AI/TC, F.J. Nº
6 y ss.), puede admitir excepciones, alcanza especial relevancia en el caso de los decretos de urgencia,
pues tal como lo prescribe el inciso 19) del artículo 118º de la Constitución, debe ser el ‘interés nacional’ el
que justifique la aplicación de la medida concreta. Ello quiere decir que los beneficios que depare la
aplicación de la medida no pueden circunscribir sus efectos en intereses determinados, sino por el
contrario, deben alcanzar a toda la comunidad.
e) Conexidad: Debe existir una reconocible vinculación inmediata entre la medida aplicada y las
circunstancias extraordinarias existentes. En tal sentido, este Tribunal comparte el criterio de su homólogo
español cuando afirma que la facultad del Ejecutivo de expedir decretos de urgencia no le autoriza a incluir
en él ‘cualquier género de disposiciones: ni aquellas que por su contenido y de manera evidente, no
guarden relación alguna (...) con la situación que se trata de afrontar ni, muy especialmente aquellas que,
por su estructura misma, independientemente de su contenido, no modifican de manera instantánea la
situación jurídica existente, pues de ellas difícilmente podrá predicarse la justificación de la extraordinaria y
urgente necesidad’ (STC Nº 29/1982, F.J. Nº 3).

Las medidas extraordinarias y los beneficios que su aplicación produzcan deben surgir del contenido
mismo del decreto de urgencia y no de acciones diferidas en el tiempo o, menos aún, de delegaciones
normativas, pues ello sería incongruente con una supuesta situación excepcionalmente delicada...”
(Expediente 0008-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 60).

El Poder Ejecutivo lo conforman el Consejo de Ministros y el Presidente de la República


2. “... la potestad tributaria la ejerce el Estado por atribución directa u originaria, a través del Congreso de la
República, los Gobiernos regionales, los Gobiernos locales (artículo 74 de la Constitución);
excepcionalmente, de forma derivada y previa delegación de facultades, el Poder Ejecutivo puede ejercer
dicha atribución a través de un decreto legislativo.
Es claro que sólo en estos niveles de Gobierno, por previsión constitucional, se puede ejercer la potestad
tributaria; por lo que no es jurídicamente posible que un órgano que no forme parte de este nivel de
Gobierno pueda arrogarse dichas facultades, ni que quepa la posibilidad de que éstas sean delegadas a un
organismo administrativo. El único supuesto de delegación de facultades tributarias que prevé nuestra
Constitución es aquel en el cual el Congreso habilita al Poder Ejecutivo para que legisle, dentro del plazo y
en las materias establecidas en la ley habilitante; debiendo entenderse por Poder Ejecutivo, únicamente, a
los órganos constitucionalmente encargados de aprobar un decreto legislativo, esto es, al Consejo de
Ministros y al Presidente de la República, de acuerdo con la Constitución (artículos 104 y 125, inciso 2) ”.
(Exp. 00042-2004-AI FJ 16)
Acuerdo del Consejo de Ministros

 Acuerdos y Actas del


Consejo de Ministros
 Función exclusiva,
salgo la función
legislativa 126º. Todo acuerdo del Consejo de Ministros
 Prohibición de ejercer requiere el voto aprobatorio de la mayoría de sus
actividad lucrativa, de
dirección o de gestión
miembros, y consta en acta.
Los ministros no pueden ejercer otra función pública,
excepto la legislativa.
Los ministros no pueden ser gestores de intereses
propios o de terceros ni ejercer actividad lucrativa, ni
intervenir en la dirección o gestión de empresas ni
asociaciones privadas.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 40, 41, 92 y 118 inc. 22.
Código Civil: Arts. 1366, 1368.
Código Penal: Art. 385.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 46.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 29.b.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.
ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 161, 163, 175 y 176.


Constitución de 1979: Arts. 218 y 219.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Leyes y reglamentos no son jurídicamente válidos si afectan derechos constitucionales


1. “[Como] ya se ha tenido oportunidad de señalar, en un ordenamiento jurídico donde los derechos
fundamentales representan concretamente el núcleo de valores básicos de la convivencia social y política,
éstos no se encuentran supeditados a lo que las leyes y reglamentos puedan disponer, sino a la inversa,
esto es, que las leyes y reglamentos sólo pueden considerarse como jurídicamente válidos en la medida
que no afecten derechos constitucionales...” (Expediente 0394-2000-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).

Reemplazos en la cartera ministerial

 Prohibición de


ministros interinos
Encargo de la función
127º. No hay ministros interinos. El Presidente
ministerial: plazo de la República puede encomendar a un ministro que,
con retención de su cartera, se encargue de otra por
impedimento del que la sirve, sin que este encargo
pueda prolongarse por más de treinta días ni trasmitirse
a otros ministros.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 119, 120, 122 y 124.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 38.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 162.


Constitución de 1979: Art. 220.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Legalidad presupuestaria debe estar en relación con el cumplimiento de las sentencias


judiciales
1. “[El] establecimiento de un procedimiento conforme al cual se deberán ejecutar las decisiones judiciales
que ordenen el pago de sumas de dinero del Estado no es, per se, inconstitucional, y tampoco lo es que en
la fijación de ese procedimiento, como lo han expresado los demandantes, se haya previsto una facultad
discrecional de los órganos de la administración para cumplir o no las decisiones judiciales. El principio de
legalidad presupuestaria debe armonizarse con el de efectividad de las sentencias judiciales. La
preservación del primero no justifica el desconocimiento o la demora irracional en el cumplimiento de las
sentencias judiciales. En consecuencia, debe darse preferencia al pago de las deudas más antiguas y
reconocerse los intereses devengados por demoras injustificadas del pago...” (Expediente 0015-2001-
AI/TC, Fundamentos Jurídicos 49 y 50).

Responsabilidad ministerial

 Responsabilidad de
los Ministros
 Responsabilidad
solidaria por delitos o
actos violatorios a la 128º. Los ministros son individualmente
Constitución o la ley responsables por sus propios actos y por los actos
en que incurra el
Presidente de la presidenciales que refrendan.
República o que Todos los ministros son solidariamente responsables
acuerde el Consejo de
Ministros por los actos delictivos o violatorios de la Constitución
 Excepción: renuncia o de las leyes en que incurra el Presidente de la
inmediata República o que se acuerden en Consejo, aunque
salven su voto, a no ser que renuncien inmediatamente.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 40, 41, 99, 120, 123 inc. 3, 132.
Ley del Poder Ejecutivo: Art. 37.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 85 inc. 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 29.b.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 5.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 179.


Constitución de 1979: Art. 221.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Destitución de altos funcionarios compete al Congreso de la República


1. “[El] ejercicio de la potestad de sanción, específicamente la de destitución de altos funcionarios, no puede
ser abiertamente evaluada en sede jurisdiccional, pues constituye un acto privativo del Congreso de la
República, equivalente a lo que en doctrina se denomina como ‘politicalcuestions’ o cuestiones políticas no
justiciables, también es cierto que tal potestad no es ilimitada o absolutamente discrecional, sino que se
encuentra sometida a ciertos parámetros, uno de ellos y quizás el principal, el de su ejercicio conforme al
principio de razonabilidad, pues no sería lógico ni menos justo, que la imposición de una medida de
sanción, se adopte tras una situación de total incertidumbre o carencia de motivación. De allí que cuando
existan casos en los que un acto de naturaleza política, como el que se cuestiona en la presente vía de
amparo, denote una manifiesta transgresión de dicho principio y por extensión de otros como el del Estado
Democrático de Derecho o el Debido Proceso Material, es un hecho inobjetable que este Colegiado sí
puede evaluar su coherencia a la luz de la norma constitucional...” (Expediente 0340-1998-AA/TC,
Fundamento Jurídico 11).

Concurrencia de los ministros al Congreso

 Concurrencia de
Ministros al Congreso:
participación en los


debates
Concurrencia al 129º. El Consejo de Ministros en pleno o los
Congreso para ministros por separado pueden concurrir a las sesiones
informar
 Estación de preguntas
del Congreso y participar en sus debates con las
mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo la
de votar si no son congresistas.
Concurren también cuando son invitados para informar.
El Presidente del Consejo o uno, por lo menos, de los
ministros concurre periódicamente a las sesiones
plenarias del Congreso para la estación de preguntas.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 96, 97, 118.7 y 130 a 136.
Reglamento del Congreso: Arts. 51, 54 inc. e.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 169.


Constitución de 1979: Art. 122.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1628 a 1638, 1641 a 1647.


Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Competencia Política de las normas que demandan creación de condiciones económicas


1. “[Si] bien es cierto que se puede tornar exigible una norma que solo requiera previa reglamentación y cuyo
incumplimiento se ha venido prolongando durante un periodo de tiempo notoriamente irrazonable, no se
puede aplicar el mismo criterio, esto es, el de demandar la exigibilidad de una norma, cuando aquella,
además de la reglamentación, demanda la creación de condiciones económicas, como ocurre en el presente
caso, ya que ello, no es ni podría ser, materia de evaluación conforme a criterios jurisdiccionales, sino de
exclusiva competencia política. Asumir una idea contraria, sería obligar a los jueces, ya sea ordinarios o
especializados a emitir fallos no precisamente ajustados a Derecho sino a la discrecionalidad
correspondiente sólo a los órganos políticos...” (Expediente 0083-1992-AA/TC, Fundamento Jurídico 4).

Asistencia de los Ministros a las sesiones del Congreso.


2. “... existe una colaboración de poderes cuando el artículo 129.° de la Constitución dispone que el Consejo de
Ministros en pleno, o los ministros por separado, pueden concurrir a las sesiones del Congreso y participar
en sus debates con las mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo la de votar si no son
congresistas. Ocurre lo mismo con las normas constitucionales relativas al proceso de elaboración de la Ley
de Presupuesto”. (Exp. 00004-2004-CC FJ 24)

CAPÍTULO VI
DE LAS RELACIONES CON EL
PODER LEGISLATIVO

Concurrencia del gabinete ministerial al Congreso


 Exposición de la
Política General del


Gobierno
Cuestión de Confianza 130º. Dentro de los treinta días de haber
 Convocatoria a asumido sus funciones, el Presidente del Consejo
legislatura
extraordinaria
concurre al Congreso, en compañía de los demás
ministros, para exponer y debatir la política general del
gobierno y las principales medidas que requiere su
gestión. Plantea al efecto cuestión de confianza.
Si el Congreso no está reunido, el Presidente de la
República convoca a legislatura extraordinaria.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 118 incs. 3 y 6, 131.
Reglamento del Congreso: Arts. 5, 50.

TRATADOS INTERNACIONALES
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 154.4 y 167.


Constitución de 1979: Art. 224.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En materia de derecho público la regla general es la transparencia


1. “[Lo] que verdaderamente caracteriza a un sistema democrático constitucional es su naturaleza de
‘gobierno del público en público’ (N. Bobbio), en el cual, por tanto, en materia de derecho público, la regla
es la transparencia, y no el secreto...” (Expediente 2050-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 24).

Interpelación de los ministros


 Señalamiento de día y hora para la interpelación
 Interpelación a los
Ministros
 Procedimiento y
requisitos para la
interpelación
de cualquiera de los ministros, cuando el Congreso los
llama para interpelarlos.
La interpelación se formula por escrito. Debe ser
presentada por no menos del quince por ciento del
número legal de congresistas. Para su admisión, se
requiere el voto del tercio del número de representantes
hábiles; la votación se efectúa indefectiblemente en la
siguiente sesión.
El Congreso señala día y hora para que los ministros
131º. Es contesten la interpelación. Esta no puede realizarse ni
obligatoria la votarse antes del tercer día de su admisión ni después
concurrencia del del décimo.
Consejo de Ministros, o
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 93, 96, 130, 132.
Reglamento del Congreso: Art. 5.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 19.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 19.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 169, 170 y 171.


Constitución de 1979: Art. 225.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Antejuicio Político es requisito previo para el procesamiento de funcionarios públicos por la


jurisdicción ordinaria.
1. “En virtud de dicho privilegio (de antejuicio político), los referidos funcionarios públicos tienen el derecho
de no ser procesados penalmente por la jurisdicción ordinaria, si no han sido sometidos previamente a un
procedimiento político jurisdiccional, debidamente regulado, ante el Congreso de la República, en el cual el
cuerpo legislativo debe haber determinado la verosimilitud de los hechos que son materia de acusación,
así como su subsunción en un(os) tipo(s) penal(es) de orden funcional, previa e inequívocamente
establecido(s) en la ley. En ese sentido, en el antejuicio sólo caben formularse acusaciones por las
supuestas responsabilidades jurídico-penales (y no políticas) de los funcionarios estatales citados en el
artículo 99º de la Constitución, ante los supuestos delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones. Una
vez que el Parlamento ha sometido a investigación la denuncia (que puede provenir de su propio seno) y
ha determinado la existencia de suficientes elementos de juicio que, desde su perspectiva, configuran la
comisión de un delito en el ejercicio de las funciones, actúa como entidad acusadora, dejando sin efecto la
prerrogativa funcional del dignatario, suspendiéndolo en el ejercicio de sus funciones, y poniéndolo a
disposición de la jurisdicción penal...” (Expediente 0006-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 3).

Voto de censura o cuestión de confianza

 Responsabilidad política del Consejo de Ministros o del


Ministro
 Voto de censura o rechazo de la cuestión de confianza
 Requisitos y procedimiento para la moción de censura
 Renuncia del ministro censurado
 Plazo para aceptar la


renuncia
Efectos de la
132º. El Congreso hace efectiva la
desaprobación de una responsabilidad política del Consejo de Ministros, o de
iniciativa ministerial los ministros por separado, mediante el voto de censura
o el rechazo de la cuestión de confianza. Esta última
sólo se plantea por iniciativa ministerial.
Toda moción de censura contra el Consejo de Ministros,
o contra cualquiera de los ministros, debe ser
presentada por no menos del veinticinco por ciento del
número legal de congresistas. Se debate y vota entre el
cuarto y el décimo día natural después de su
presentación. Su aprobación requiere del voto de más
de la mitad del número legal de miembros del Congreso.
El Consejo de Ministros, o el ministro censurado, debe
renunciar.
El Presidente de la República acepta la dimisión dentro
de las setenta y dos horas siguientes.
La desaprobación de una iniciativa ministerial no obliga
al ministro a dimitir, salvo que haya hecho cuestión de
confianza de la aprobación.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 122, 128, 133 a 135.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 19.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 19.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 172 a 174.


Constitución de 1979: Art. 226.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Congreso puede o no poner a disposición del Fiscal de la Nación al funcionario público una vez
realizado el Antejuicio Político
1. “Puede haber casos en los que el Congreso, sin estimar que hubo conductas de tipo penal por parte de los
altos funcionarios, quienes por tanto no se encuentran en condición de sometimiento a la vía penal, les
imponga empero, sanciones de suspensión, inhabilitación o destitución, tras haber infringido la Norma
Fundamental, y ... [puede] haber casos en los que el Congreso de la República, además de sancionar a
aquellos funcionarios de primer nivel, por infringir la Constitución, disponga concurrentemente y como
consecuencia de haberse determinado su responsabilidad penal, se les ponga a disposición del Fiscal de la
Nación a efectos de promover la denuncia correspondiente en la vía judicial penal...” (Expediente 0340-
1998-AA/TC, Fundamento Jurídico 8).

2. Funcionario públicos es sancionado por faltas estrictamente políticas


3. “ [Toda] falta política en que incurran los funcionarios que componen la estructura orgánica prevista en la
Carta Política, compromete peligrosamente el adecuado desenvolvimiento del aparato estatal. En estos
casos, la razón del despojo del cargo no tiene origen en la comisión de un delito, sino en la comisión de
faltas que aminoran, en grado sumo, la confianza depositada en el funcionario, la que debe ir
indefectiblemente ligada al cargo que ostenta. De esta manera, en el juicio político, el funcionario es
acusado, procesado y, de ser el caso, sancionado por el propio Congreso, por faltas única y estrictamente
políticas...” (Expediente 0006-2003-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 20 y 21).

Crisis total del gabinete


 Cuestión de Confianza
y crisis total del
133º. El Presidente del Consejo de Ministros
gabinete puede plantear ante el Congreso una cuestión de
confianza a nombre del Consejo. Si la confianza le es
rehusada, o si es censurado, o si renuncia o es
removido por el Presidente de la República, se produce
la crisis total del gabinete.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 122, 128, 132, 134 y 135.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 154.7 y 158.


Constitución de 1979: Art. 226.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Comisión de faltas por parte de funcionarios públicosdisminuye la confianza depositada en él


1. “[Toda] falta política en que incurran los funcionarios que componen la estructura orgánica prevista en la
Carta Política, compromete peligrosamente el adecuado desenvolvimiento del aparato estatal. En estos
casos, la razón del despojo del cargo no tiene origen en la comisión de un delito, sino en la comisión de
faltas que aminoran, en grado sumo, la confianza depositada en el funcionario, la que debe ir
indefectiblemente ligada al cargo que ostenta...” (Expediente 0006-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 20).

Disolución del Congreso

 Prohibición de disolución del Congreso


 Permanencia de la Comisión Permanente
 Prohibición de otras formas de revocatoria a los
 Disolución del
congresistas
Congreso por negar la
confianza a dos  Prohibición de disolución del Congreso, cuando se ha
Consejos de Ministros declarado el estado de sitio
 Convocatoria a
elecciones para nuevo
Congreso.
 Plazo para estas
elecciones
El decreto de disolución contiene la convocatoria a
elecciones para un nuevo Congreso. Dichas elecciones
134º. El
se realizan dentro de los cuatro meses de la fecha de
disolución, sin que pueda alterarse el sistema electoral
Presidente de la preexistente.
República está No puede disolverse el Congreso en el último año de su
facultado para disolver mandato. Disuelto el Congreso, se mantiene en
el Congreso si éste ha funciones la Comisión Permanente, la cual no puede ser
censurado o negado su disuelta.
confianza a dos No hay otras formas de revocatoria del mandato
Consejos de Ministros. parlamentario.
Bajo estado de sitio, el Congreso no puede ser disuelto.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 101, 117, 132, 135, 136, 137 inc. 2.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 134.
Reglamento del Congreso: Art. 45.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 27.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 4.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 227, 228 y 229.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Supuestos de acusación constitucional al Presidente de la República


1. “Tal como lo establece el artículo 117º de la Constitución, el Presidente de la República sólo puede ser
acusado por el delito de traición a la patria; impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias,
regionales o municipales; disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134º de la
Constitución, o impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones y otros
organismos del sistema electoral. Para que proceda la acusación constitucional por la supuesta comisión
de dichos delitos, como se ha manifestado, se requerirá la votación favorable de la mitad más uno del
número de miembros del Congreso, sin participación de la Comisión Permanente...” (Expediente 0006-
2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 13).

Potestad del nuevo Congreso


 Nuevo Congreso
puede censurar o
negar la cuestión de
confianza
 Legislación durante el
interregno
parlamentario
que el Presidente del Consejo haya expuesto ante el
135º. Reunido Congreso los actos del Poder Ejecutivo durante el
el nuevo Congreso, interregno parlamentario.
puede censurar al En ese interregno, el Poder Ejecutivo legisla mediante
Consejo de Ministros, o decretos de urgencia, de los que da cuenta a la
negarle la cuestión de Comisión Permanente para que los examine y los eleve
confianza, después de al Congreso, una vez que éste se instale.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 118 inc. 19, 123 inc. 3, 125 inc. 2, 132 a 134 y 136.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 24.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 7.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 26.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 211.20.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Decretos de urgencia son exclusivamente sobre materia económica y financiera


1. “Respecto de la inaplicación del Decreto de Urgencia Nº 079-2000 [de 20 de setiembre de 2000, por el
cual se suspende el ingreso a los CETICOS de ciertos vehículos de transporte], conforme lo establece el
artículo 118º, inciso 19), de la Constitución, el Presidente de la República puede expedir Decretos de
Urgencia con fuerza de ley, pero sólo en materia económica y financiera, cuando así lo requiera el interés
nacional, y con cargo a dar cuenta al Congreso; sin embargo, la motivación textual de la norma cuya
inaplicación se solicita, es proteger la vida y la salud de las personas, lo cual no concuerda con el supuesto
fáctico establecido por la Constitución...” (Expediente 0510-2001-AA/TC, Fundamento Jurídico 1).

Reunión de pleno derecho del Congreso disuelto

 Restitución de
facultades al
Congreso disuelto
 El nuevo Congreso
sustituye al anterior,
incluso a la Comisión
Permanente 136º. Si las elecciones no se efectúan dentro
 El nuevo Congreso del plazo señalado, el Congreso disuelto se reúne de
completa el periodo pleno derecho, recobra sus facultades, y destituye al
constitucional del
Congreso disuelto Consejo de Ministros. Ninguno de los miembros de éste
puede ser nombrado nuevamente ministro durante el
resto del período El Congreso extraordinariamente así elegido sustituye
presidencial. al anterior, incluida la Comisión Permanente, y completa
el período constitucional del Congreso disuelto.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 102, 122, 124 y 132 a 135.
Reglamento del Congreso: Art. 47.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 228.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1638 a 1641, 1647 a 1671, 1674 a 1677.


Tomo III: páginas 2579 y 2580.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Los derechos constitucionales no tienen carácter absoluto.


1. “[El] Tribunal Constitucional considera necesario volver a recordar que el ejercicio de los derechos
constitucionales y, entre ellos, el de participar en la vida política del país, no tiene el carácter de absoluto,
sino que está sujeto a límites o restricciones. Tales límites o condiciones en su ejercicio no sólo pueden
provenir de la ley, sino, incluso, de la misma Constitución...” (Expediente 2817-2002-AA/TC, Fundamentos
Jurídicos 3 y 4).

CAPÍTULO VII
RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN

Régimen de excepción
 Prohibición del destierro
 Estado de emergencia, en caso de perturbación de la paz o
 Estados de excepción: del orden
procedimiento  Plazo del estado de emergencia y prórroga
 Estado de emergencia:  FFAA y control del orden interno
supuestos y derechos  Estado de sitio: supuestos y plazo
que pueden restringirse  Congreso sesiona de pleno derecho
 Prórroga del plazo decretar, por plazo determinado, en todo el territorio
nacional, o en parte de él, y dando cuenta al Congreso o
a la Comisión Permanente, los estados de excepción
que en este artículo se contemplan:
1. Estado de emergencia, en caso de perturbación de
la paz o del orden interno, de catástrofe o de graves
circunstancias que afecten la vida de la Nación. En
esta eventualidad, puede restringirse o suspenderse
el ejercicio de los derechos constitucionales
relativos a la libertad y la seguridad personales, la
inviolabilidad del domicilio, y la libertad de reunión
y de tránsito en el territorio comprendidos en los
incisos 9, 11 y 12 del artículo 2º y en el inciso 24,
apartado f del mismo artículo. En ninguna
circunstancia se puede desterrar a nadie.
El plazo del estado de emergencia no excede de
sesenta días. Su prórroga requiere nuevo decreto.
En estado de emergencia las Fuerzas Armadas
asumen el control del orden interno si así lo
dispone el Presidente de la República.
2. Estado de sitio, en caso de invasión, guerra exterior,
guerra civil, o peligro inminente de que se
137º. El produzcan, con mención de los derechos
Presidente de la fundamentales cuyo ejercicio no se restringe o
República, con acuerdo suspende. El plazo correspondiente no excede de
del Consejo de cuarenta y cinco días. Al decretarse el estado de
Ministros, puede sitio, el Congreso se reúne de pleno derecho. La
prórroga requiere aprobación del Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 9, 2 inc. 11, 2 inc. 12, 2 inc. 24.f, 118 incs. 4, 14 y 15; 134, 165, 200.
Código Penal: Arts. 159, 160, 166, 167, 237, 376.
Ley Orgánica del Ministerio de Defensa: Art. 21 inc. c.
Ley Orgánica del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas: Art. 3 inc. c.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 12 incs. 5 y 6.
Ley 24150: Passim.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 8.
Ley 25398: Art. 29.
Código Procesal Penal: Art. 163.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 27.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 4, 5.1.
Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes: Art. 2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 70.


Constitución de 1979: Art. 231.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1677 a 1685.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Requisitos de legitimidad de los regímenes de excepción.


1. "... el establecimiento de un régimen de excepción está sujeto a determinados requisitos o parámetros.
Así, por ejemplo, en la STC Nº 0017-2003-PI/TC, se mencionó que existen dos condiciones para que los
regímenes de excepción cuenten con legitimidad: a) Que su otorgamiento se produzca cuando se acredite
que el orden institucional y la seguridad del Estado se encuentran en severo peligro. En ese contexto,
deben haberse presentado condiciones políticas, sociales y económicas o de fuerza mayor provenientes de
la naturaleza, que no pueden ser controladas a través de los medios ordinarios con que cuenta el Estado;
b) Que la aplicación de las medidas extraordinarias tenga carácter temporal, es decir, que no se extienda
más allá del tiempo estrictamente necesario para el restablecimiento de la normalidad constitucional y, por
tanto, de la vigencia rediviva de la normalidad ordinaria del Estado.”
Continuando con dicho razonamiento, debemos concluir que, ciertamente, y aunque la disposición
mencione que el Poder Ejecutivo deberá rendir cuentas solamente al Congreso de la República y que el
juez no podrá cuestionar la vigencia del régimen de excepción; existe un razonable y justificado interés
público por ejercer control social sobre las decisiones de la Administración Pública, más aún en aquellos
supuestos en los que dichas decisiones implican la restricción de derechos fundamentales, como
efectivamente ocurre en los regímenes de excepción.
Por ello, si tomamos en consideración que en el caso concreto, el estado de emergencia fue declarado en
todo el territorio nacional; existe por demás un interés en conocer si existieron, realmente, motivos
suficientes para adoptar una decisión de tal magnitud, o si, por el contrario, bajo pretexto de un clima de
inestabilidad y alteración del orden público en determinadas zonas del país; se optó por la medida
desproporcionada, es decir, por comprender dentro del régimen de excepción a aquellos lugares en los que
el grado de perturbación del orden interno no revestía de una gravedad que justificara su inclusión en
dicho régimen". (Exp. 01805-2007-HD FJ De 3 a 5)

Declaratoria de un estado de excepción está sujetaal cumplimiento de presupuestos de orden


constitucional.
2. "Los estados de excepción se encuentran regulados en el artículo 137º de la Constitución, el cual
comprende dos situaciones: (i) el estado de emergencia (artículo 137º, inciso 1); y (ii) el estado de sitio
(artículo 137º, inciso 2). El estado de sitio se decreta ante situaciones que atentan contra la integridad
territorial de la Nación, tales como casos de “invasión, guerra exterior o guerra civil”. En este último
postulado se aplica las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario, principalmente los cuatro
Convenios de Ginebra de 1949 (Aprobados mediante Resolución Legislativa N.º 12412 del 31 de octubre
de 1955 y promulgada el 5 de noviembre de 1955) y sus dos Protocolos Adicionales de 1977, (Aprobados
mediante Resolución Legislativa Nº 25029 del 31 de mayo de 1989 y promulgada el 1 de junio de 1989).
entre otras normas complementarias.
Como este Tribunal ya ha establecido en la sentencia Nº 00017-2003-AI/TC, “dado que los supuestos
fácticos que ameritan que se declare la vigencia de un estado de sitio son distintos y más graves que los
que corresponden a un estado de emergencia, es constitucionalmente lícito que el legislador establezca
una diferenciación en el diseño de las competencias que se puedan otorgar a las Fuerzas Armadas, para
repelerlos y contrarrestarlos. (Tribunal Constitucional. Expediente Nº 00017-2003-AI/TC. Sentencia del 16
de marzo de 2004, fundamento 105).
Sin embargo, el caso que nos ocupa no es la figura del estado de sitio sino la del estado de emergencia, la
cual se da “en el caso de perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de graves
circunstancias que afecten la vida de la Nación”.
Sobre la declaratoria del estado de emergencia (Ibídem, fundamento 69), este Tribunal la ha reconocido
como medio para contrarrestar los efectos negativos de una situación extraordinaria, que pone en peligro
la integridad y estabilidad estatal. Sin embargo, esto no significa que durante su vigencia, el poder militar
pueda subordinar al poder constitucional y, en particular, que asuma las atribuciones y competencias que
la Constitución otorga a las autoridades civiles. Es decir, no tiene como correlato la anulación de las
potestades y autonomía de los órganos constitucionales.
Cabe resaltar que de acuerdo con las facultades establecidas en el inciso 18) del artículo 118º y el artículo
164º de la Constitución, la dirección del Sistema de Defensa Nacional recae en el Presidente de la
República, quien tiene la facultad exclusiva de decretar cualquiera de los estados de excepción
contemplados en el artículo 137º, con el acuerdo del Consejo de Ministros y dando cuenta al Congreso o a
la Comisión Permanente. (Ibídem, fundamento 108).
De esta forma, la decisión para decretar un estado de excepción no solo radica sobre quién es el
competente para tomarla sino que esta figura ha ido evolucionando con el fin de respetar el principio de
equilibro de poderes. Por esta razón, la declaratoria exige una fundamentación (político-jurídica) y un
progresivo sistema de rendición de cuentas, tanto en el ámbito jurisdiccional como en el político. Si bien la
declaratoria de un estado de excepción conlleva a una temporal concentración de poder, ésta se encuentra
circunscrita al derecho.
El artículo 137º de la Constitución hace una lista general de situaciones que ameriten decretar los estados
de excepción refiriéndose a los casos de perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de
graves circunstancias que afecten la vida de la Nación. A su vez, el artículo 27º de la Convención
Americana de Derechos Humanos autoriza la suspensión de garantías en los casos de guerra, de peligro
público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado por el tiempo
estrictamente limitados a las exigencias de la situación y siempre que tales disposiciones no sean
incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen
discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.
Como se puede observar, la declaratoria de un estado de excepción depende del análisis de cada caso
concreto por parte de la autoridad competente. El estado de excepción es, por su propia naturaleza, una
decisión jurídico-política empleada como un mecanismo de último recurso, puesto que la función de un
régimen jurídico es prever las situaciones de conflicto social y dar respuesta a ello en un ambiente de
normalidad. Solamente en casos extremos es que este mecanismo debe ser empleado.
La restricción o suspensión del ejercicio de determinados derechos está fundamentada si es que ésta se
considera como el medio para hacer frente a situaciones de emergencia pública con el fin de salvaguardar
los principios democráticos y de un estado de derecho, siempre y cuando estén justificados a la luz de la
Constitución y tratados, especialmente el artículo 27º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos referido a la suspensión de derechos.
Tomando en cuenta la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que
el Estado peruano se encuentra vinculado por medio de los artículos 3º, 55º y la IV Disposición Final y
Transitoria de la Constitución, así como por el artículo V del título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, se debe subrayar que “dentro de los principios que informan el sistema interamericano, la
suspensión de derechos no puede desvincularse del ejercicio efectivo de la democracia representativa a
que alude el artículo 3º de la Carta de la OEA. Esta observación es especialmente válida en el contexto de
la Convención, cuyo Preámbulo reafirma el propósito de consolidar en este continente, dentro del cuadro
de las instituciones democráticas, un régimen de libertad personal y de justicia social, fundado en el
respeto de los derechos esenciales del hombre”. (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión
Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A Nº 8, fundamento 18).
Lo anterior es de suma relevancia puesto que es frente a la excepcionalidad que se pueda testar la
fortaleza de las instituciones y la autonomía de los entes encargados de administrar justicia, reconociendo
que aun en casos extremos el derecho no puede retroceder a fin de hacer prevalecer el Estado (o la razón
de Estado).
La suspensión del ejercicio de derechos regulada por el artículo 137º de la Constitución, “constituye una
situación excepcional, según la cual resulta lícito para el gobierno aplicar determinadas medidas
restrictivas a los derechos y libertades que, en condiciones normales, están prohibidas o sometidas a
requisitos más rigurosos. Esto no significa, sin embargo, que la suspensión de derechos comporte la
suspensión temporal del Estado de Derecho o que autorice a los gobernantes a apartar su conducta de la
legalidad a la que en todo momento deben ceñirse. Estando suspendidas los derechos, algunos de los
límites legales de la actuación del poder público pueden ser distintos de los vigentes en condiciones
normales, pero no deben considerarse inexistentes ni cabe, en consecuencia, entender que el gobierno
esté investido de poderes absolutos más allá de las condiciones en que tal legalidad excepcional está
autorizada. Como ya lo ha señalado la Corte en otra oportunidad, el principio de legalidad, las instituciones
democráticas y el Estado de Derecho son inseparables”. (Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Opinión Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986 Serie A Nº 6, fundamento 32)". (Exp. 00002-2008-AI
FJ De 18 a 26)

Hábeas corpus restringido ante la eventual afectación al derecho al libre tránsito.


3. "... no obstante que por medio del proceso de hábeas corpus restringido el órgano constitucional puede
pronunciarse respecto a una eventual afectación al derecho al libre tránsito en su acepción más amplia,
esto es, la libertad de tránsito de una persona, haciendo uso de un vehículo motorizado, de ingresar y salir
de su propio domicilio por una de las puertas destinadas para tal objeto (garaje), ello ha de ser posible
siempre y cuando prima facie se den los elementos constitutivos de tal acusada inconstitucionalidad, tales
como: i) el domicilio con la indicada puerta de ingreso para el vehículo y, ii) la acreditación del acto lesivo
en el modo y la forma en los que se denuncia (el acusado impedimento de ingreso o salida del domicilio en
un vehículo) o la descripción de los hechos lesivos que generen elementos de verosimilitud". (Exp. 02413-
2008-HC FJ 6)

No se puede desconocer el derecho a iniciar procesos constitucionales de amparo y hábeas


corpus durante los regímenes de excepción.
4. "... el Tribunal Constitucional estima que, tal como lo ha establecido la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, no cabe, en ninguna circunstancia (ni aun durante los estados de excepción), desconocer el
derecho de toda persona a recurrir a los procesos constitucionales de amparo y hábeas corpus frente a
toda vulneración de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución del Estado, como
manifestación concreta, a nivel interno, del derecho humano de toda persona “a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones
oficiales”, en los términos del artículo 25º de la Convención Americana de Derechos Humanos, tanto más,
cuando las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos vinculadas con la violación del
artículo 25º de la Convención –en particular, la expedida en el Caso Yatama vs. Nicaragua– y sus
opiniones consultivas sobre la misma materia, resultan vinculantes para el Estado peruano, y que al
formar parte del ordenamiento jurídico nacional, según el artículo 55º de la Constitución Política del Perú,
desconocer dichas resoluciones internacionales podría significar una infracción constitucional o, peor aún,
un delito de función, conforme al artículo 99º de la Norma Fundamental. Así también se han manifestado,
tanto el procurador del Congreso de la República, como el abogado del Jurado Nacional de Elecciones, en
el sentido de que el proceso de amparo constituye un recurso efectivo frente a una eventual violación de
los derechos fundamentales por parte del Jurado Nacional de Elecciones en los términos del artículo 25º de
la Convención Americana". (Exp. 00007-2007-AI FJ 41)

Restricción a la libertad de tránsito durante los regímenes de excepción.


5. “La libertad de tránsito o derecho de locomoción es, dentro del catálogo de atributos susceptibles de tutela
por mediante el hábeas corpus, de los más tradicionales. Con el mismo se busca reconocer que todo
nacional o extranjero con residencia establecida pueda circular libremente o sin restricciones por el ámbito
de nuestro territorio patrio, habida cuenta de que, en tanto sujeto con capacidad de autodeterminación,
tiene la libre opción de disponer cómo o por dónde decide desplazarse, sea que dicho desplazamiento
suponga facultad de ingreso hacia el territorio de nuestro Estado, circulación o tránsito dentro del mismo,
o simplemente salida o egreso del país. Dicho atributo, por otra parte, se encuentra también reconocido
en los artículos 12 ° y 13° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el artículo 22° de la
Convención Americana de Derechos Humanos, constituyendo uno de los derechos de mayor implicancia en
el ámbito de la libertad personal.
Siendo el derecho de tránsito o de locomoción un atributo con alcances bastante amplios, se encuentra,
sin embargo, por mandato expreso de la propia Constitución y conforme a los criterios recogidos por los
instrumentos internacionales antes referidos, sometido a una serie de límites o restricciones en su
ejercicio. Dichas restricciones, por de pronto, pueden ser de dos clases: explícitas o implícitas.
Las restricciones calificadas como explícitas se encuentran reconocidas de modo expreso y pueden estar
referidas tanto a supuestos de tipo ordinario, como los enunciados por el inciso 11) del artículo 2° de la
Constitución (mandato judicial, aplicación de la ley de extranjería o razones de sanidad), como a
supuestos de tipo extraordinario (los previstos en los incisos 1 y 2 del artículo 137° de la Constitución,
referidos a los estados de emergencia y de sitio, respectivamente).
El primer supuesto explícito implica que ninguna persona puede ser restringida en su libertad individual,
salvo que exista un mandato formal emitido por autoridad judicial. En dicho contexto, y aunque toda
persona tiene la opción de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para llevarlo a efecto,
queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus derechos, en buena medida, pueden verse
afectados a instancias de la autoridad judicial que lo dirige. Aunque tal restricción suele rodearse de un
cierto margen de discrecionalidad, tampoco puede o debe ser tomada como un exceso, ya que su
procedencia, por lo general, se encuentra sustentada en la ponderación efectuada por el juzgador de que,
con el libre tránsito de tal persona, no puede verse perjudicada o entorpecida la investigación o proceso de
la que tal juzgador tiene conocimiento. En tales circunstancias no es, pues, que el derecho se torne
restringido por un capricho del juzgador, sino por la necesidad de que el servicio de Justicia y los derechos
que ella está obligada a garantizar, no sufran menoscabo alguno y, por consiguiente, puedan verse
materializados sin desmedro de los diversos objetivos constitucionales.
El segundo supuesto, mucho más explicable, y en parte advertido desde la propia idea que el derecho de
locomoción solo le corresponde a los nacionales o extranjeros con residencia establecida, supone que
quien, sin pertenecer a nuestro Estado, pretende ingresar, transitar o salir libremente de su territorio, se
expone a ser expulsado bajo las consideraciones jurídicas que impone la Ley de Extranjería. La
justificación de dicho proceder se sustenta en que si bien los derechos fundamentales son reconocidos
universalmente, cuando se trata de aquellos cuyo ámbito de ejecución trastoca principios esenciales, como
la soberanía del Estado o la protección de sus nacionales, el ordenamiento jurídico, sobre la base de una
equilibrada ponderación, puede hacer distingos entre quienes forman parte del mismo (del Estado) y
aquellos otros que carecen de tal vínculo. En tales circunstancias, no es que se niegue la posibilidad de
poder gozar de un derecho a quienes no nacieron en nuestro territorio o no poseen nuestra nacionalidad,
sino que resulta posible o plenamente legítimo imponer ciertas reglas de obligatorio cumplimiento a
efectos de viabilizar el goce de dichos atributos. Supuesto similar ocurre, en el ámbito de loa derechos
políticos, donde el Estado se reserva el reconocimiento y la obligación de tutela de derechos
fundamentalmente para el caso específico o preferente de los nacionales, sin que con ello se vea
perturbada o desconocida la regla de igualdad.
El tercer supuesto explícito tiene que ver con otra situación perfectamente justificada. Como resulta
evidente, por razones de sanidad también puede verse restringido el derecho de tránsito, esencialmente
porque, en tal caso, de lo que se trata es de garantizar que el ejercicio de dicho atributo no ponga en
peligro derechos de terceros o, incluso, derechos distintos de los derechos de la persona que intenta el
desplazamiento. Tal contingencia, de suyo, podría ocurrir en el caso de una epidemia o grave enfermedad
que pudiese detectarse en determinada zona o sector del territorio del país. En tales circunstancias, la
restricción al derecho de tránsito se vuelve casi un imperativo que el ordenamiento, como es evidente,
está obligado a reconocer y, por supuesto, a convalidar.
Un cuarto supuesto explícito, aunque este último de naturaleza extraordinaria, se relaciona con las
situaciones excepcionales que la misma norma constitucional contempla bajo la forma de estados de
emergencia o de sitio y que suelen encontrarse asociados a causas de extrema necesidad o grave
alteración en la vida del Estado, circunstancias en las que es posible limitar en cierta medida el ejercicio de
determinados atributos personales, uno de los cuales es el derecho de tránsito o de locomoción. En dicho
contexto, lo que resulta limitable o restringible no es el ejercicio de la totalidad del derecho o los derechos
de todos los ciudadanos, sino de aquellos aspectos estrictamente indispensables para la consecución de los
objetivos de restablecimiento a los que propende el régimen excepcional, para cuyo efecto ha de estarse a
lo determinado por referentes tan importantes como la razonabilidad y la proporcionalidad.
Las restricciones implícitas, a diferencia de las explícitas, resultan mucho más complejas en cuanto a su
delimitación, aunque no, por ello, inexistentes o carentes de base constitucional. Se trata, en tales
supuestos, de vincular el derecho reconocido (en este caso, la libertad de tránsito) con otros derechos o
bienes constitucionalmente relevantes, a fin de poder determinar, dentro de una técnica de ponderación,
cuál de todos ellos es el que, en determinadas circunstancias, debe prevalecer. Un caso específico de tales
restricciones se da precisamente en los supuestos de preservación de la seguridad ciudadana, en los
cuales se admite que, bajo determinados parámetros de razonabilidad y proporcionalidad, es posible
limitar el derecho aquí comentado”. (Exp. 03482-2005-HC FJ De 5 a 12)

Otorgamiento de legitimidad y características de los regímenes de excepción


6. “El régimen de excepción conceptualmente hace referencia a aquellas ‘competencias de crisis’ que la
Constitución otorga al Estado con el carácter de extraordinarias, a efectos de que pueda afrontar hechos,
sucesos o acontecimientos que, por su naturaleza, ponen en peligro el normal funcionamiento de los
poderes públicos o amenazan la continuidad de las instituciones estatales y los principios básicos de
convivencia dentro de una comunidad política.
Según Bernardino Gonzáles [Cit. por Adolfo Rodríguez en: Consideraciones sobre el Estado y el Gobierno.
Punto, 1991], dicho régimen se traduce en competencias especiales que asume el jefe del Ejecutivo, para
poner fin, por medios jurídicos, a la situación de excepción que se ha producido, o para precaverse de ella
en caso de que sea inminente. Esto implica una regulación constitucional ad hoc destinada a ‘enmarcar’ la
anormalidad. El efecto inmediato de lo expuesto es el surgimiento de una concentración de competencias
o funciones.
Maruja Delfino de Palacios [El derecho de excepción en América Latina. Caracas: UC de Venezuela. F. de
Derecho, Cuadernos de I.E.P, 1967] señala que para otorgar legitimidad a las competencias de excepción,
existen dos condiciones: a) Que su otorgamiento se produzca cuando se acredite que el orden institucional
y la seguridad del Estado se encuentran en severo peligro. En ese contexto, deben haberse presentado
condiciones políticas, sociales, económicas o de fuerza mayor provenientes de la naturaleza, que no
pueden ser controladas a través de los medios ordinarios con que cuenta el Estado; y b) Que la aplicación
de las medidas extraordinarias tenga carácter temporal, es decir, que no se extienda más allá del tiempo
estrictamente necesario para el restablecimiento de la normalidad constitucional y, por tanto, de la
vigencia rediviva de la normalidad ordinaria del Estado.
Consideramos como características del régimen de excepción las siguientes:
a) Concentración del poder, con permisión constitucional, en un solo detentador
–normalmente el jefe del Ejecutivo–, mediante la concesión de un conjunto de competencias
extraordinarias, a efectos de que la acción estatal sea tan rápida y eficaz como lo exijan las graves
circunstancias de anormalidad que afronta la comunidad política. Fruto de ello es el acrecentamiento de
las atribuciones de las Fuerzas Armadas y de la Policía.
b) Existencia o peligro inminente de una grave circunstancia de anormalidad, cuyo origen puede ser de
naturaleza político-social, o deberse a situaciones de fuerza mayor o a crisis económicas. Tales los casos
de guerra exterior, guerra civil, revueltas, motines, revoluciones, cataclismos, maremotos, inflaciones,
deflaciones, etc.
c) Imposibilidad de resolver las situaciones de anormalidad a través del uso de los procedimientos legales
ordinarios.
d) Transitoriedad del régimen de excepción. Habitualmente, su duración se encuentra prevista en la
Constitución o en las leyes derivadas de esta; o en su defecto, regirá por el tiempo necesario para
conjurar la situación de anormalidad. La prolongación indebida e inexcusable del régimen de excepción,
además de desvirtuar su razón de ser, vulnera la propia autoridad política, ya que, como señala Carlos
Sánchez Viamonte [La libertad y sus problemas. Buenos Aires: Bibliográfica Argentina], “lo único que hace
tolerable la autoridad, más allá de su carácter representativo, es su carácter de servicio público y las
limitaciones que impiden desnaturalizarla”.
e) Determinación espacial del régimen de excepción. La acción del Estado, premunido de competencias
reforzadas, se focalizará en el lugar en donde se producen las situaciones de anormalidad. De allí que se
precise que la medida tiene carácter nacional, regional, departamental o local.
f) Restricción transitoria de determinados derechos constitucionales.
g) Aplicación, con criterio de proporcionalidad y razonabilidad, de aquellas medidas que se supone
permitirán el restablecimiento de la normalidad constitucional. Dichas medidas deben guardar relación con
las circunstancias existentes en el régimen de excepción.
h) Finalidad consistente en defender la perdurabilidad y cabal funcionamiento de la organización político-
jurídica.
i) Control jurisdiccional expresado en la verificación jurídica de la aplicación de los principios de
razonabilidad y proporcionalidad del acto restrictivo o suspensivo de los derechos fundamentales de la
persona, y en el cumplimiento del íter procedimental exigido por la Constitución para establecer su
decretamiento; así como en el uso del control político parlamentario para que se cumplan los principios de
rendición de cuentas y de responsabilidad política”. (Exp. 00017-2003-AI FJ De 14 a 18)

Limitaciones a la libertad de tránsito


7. “... El artículo 2º inciso 11 de la Constitución de mil novecientos noventa y tres regula expresamente de
manera indubitable que toda persona tiene derecho a transitar por el territorio nacional; sólo precisa tres
limitaciones: a) por razones de sanidad; b) por mandato judicial y c) por aplicación de ley de extranjería;
que, el derecho de libre tránsito según el artículo 137º inciso 1 puede ser suspendido en ‘Estado de
Emergencia’, y cualquier ley que afecte estas disposiciones constitucionales carece de eficacia frente al
orden jurídico anotado...”. (Exp. 00152-1996-AA FJ 1)

CAPÍTULO VIII
PODER JUDICIAL

Poder Judicial

 Potestad de


administrar justicia
Control difuso
138º. La potestad de administrar justicia emana
del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de
sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y
a las leyes.
En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces
prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma
legal sobre toda otra norma de rango inferior.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 51, 70, 91 inc. 2, 139, 143 a 145
Código Civil: Art. I.
Código Penal: Arts. V, VI.
Código Procesal Civil: Arts. VII, 1, 5.
Código Procesal Penal: Arts. I, 13.
Código Procesal Constitucional: Art. 100.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 133.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 1, 3, 14, 25, 26, 27, 82.
Ley que regula el Proceso Contencioso Administrativo: Art. 7.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Art. 2.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 24, 26.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 8, 27.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 2.3.b, 4, 14.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 12.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 10.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 220.


Constitución de 1979: Art. 232.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Aplicación del control difuso por parte de los jueces del Poder Judicial.
1. ."... cabe precisar que tanto las denominadas «sentencias interpretativas», «sentencias aditivas» o
«sentencias sustitutivas», entre otras, forman parte de una tipología de decisiones que no sólo pueden ser
adoptadas por el Tribunal Constitucional, sino también por los jueces del Poder Judicial en la medida en
que el artículo 138° de la Constitución establece que en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces deben preferir la primera. Dicho examen de
compatibilidad comprende la identificación de las opciones normativas que se desprendan de la respectiva
disposición legal y permitan su conservación conforme al marco constitucional.
Es importante destacar que si bien los jueces del Poder Judicial pueden adoptar dichas decisiones, ello no
excluye el seguimiento de los respectivos mecanismos procedimentales existentes dentro del Poder
Judicial para la aplicación del control difuso (artículo 14° de la Ley Orgánica del Poder Judicial y artículo 3°
del Código Procesal Constitucional, según sea el caso), así como la observancia de los criterios vinculantes
que en materia de interpretación constitucional penal realice el Tribunal Constitucional (artículo 201° de la
Constitución, artículo 1° y Primera Disposición Final de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, así
como el artículo VI del Título Preliminar del aludido Código)". (Exp. 00008-2012-AI FJ 61,62)

Motivación de las resoluciones judiciales.


2. |"La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que informa el ejercicio
de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, es un derecho constitucional de los justiciables. Mediante
la motivación, por un lado, se garantiza que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad
con la Constitución y las leyes (artículo 138° de la Constitución Política del Perú) y, por otro, que los
justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de defensa. Tratándose de la detención judicial
preventiva, la exigencia de la motivación en la adopción o el mantenimiento de la medida debe ser más
estricta, pues sólo de esa manera es posible despejar la ausencia de arbitrariedad en la decisión judicial, a
la vez que con ello se permite evaluar si el juez penal ha obrado de conformidad con la naturaleza
excepcional, subsidiaria y proporcional de la detención judicial preventiva.
El Tribunal Constitucional ha precisado en reiterada jurisprudencia que la detención judicial preventiva es
una medida provisional cuyo mantenimiento sólo debe persistir en tanto no desaparezcan las razones
objetivas que sirvieron para su dictado. En efecto, las medidas coercitivas, además de ser provisionales,
se encuentran sometidas a la cláusula rebus sic stantibus, lo que significa que su permanencia o
modificación a lo largo del proceso estará siempre subordinada a la estabilidad o cambio de los
presupuestos que posibilitaron su adopción inicial, por lo que es plenamente posible que, alterado el
estado sustancial de los presupuestos fácticos respecto de los cuales la medida se adoptó, pueda ésta ser
variada, criterio que guarda concordancia con la condición legal prevista el último párrafo del artículo
135.° del Código Procesal Penal.
Al respecto, se ha señalado en el caso Manuel Chapilliquén Vásquez, Expediente N.° 6209-2006-PHC/TC,
que la justicia constitucional podrá examinar si la resolución cuestionada cumple la exigencia
constitucional de una debida motivación, conforme al artículo 135° del Código Procesal Penal. Y es que,
eventualmente, y ante una acusada afectación del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales
contenida en la resolución que desestima la variación de la detención judicial impuesta, la justicia
constitucional es idónea para examinar el presunto agravio constitucional, pero no para determinar la
concurrencia de las circunstancias que legitiman el mantenimiento de dicha medida cautelar provisional;
criterio jurisprudencial establecido en la sentencia recaída en el caso Vicente Ignacio Silva Checa,
Expediente N° 1091-2002-HC/TC". (Exp. 02568-2012-HC FJ 2)

En un Estado Constitucional los conflictos e incertidumbres jurídicas son resueltos de modo


racional y objetivo.
3. "El presente caso representa justamente uno de aquellos en que la justicia constitucional ha orientado su
actividad en la búsqueda de mecanismos de protección de los derechos básicos de los ciudadanos de
Espinar y de Cusco, sin que para ello sea necesario la “toma de carreteras”, “cierre de vías”, daños a la
propiedad pública o privada, daños a los negocios y comercio ya establecidos, o daños a la integridad física
o, peor aún, a la vida de otros ciudadanos (policías o civiles), etc. El poder jurisdiccional del Estado está
concebido, diseñado, instituido e implementado, para resolver conflictos e incertidumbres jurídicas de
modo racional y objetivo, por ello, no es permitido que en el Estado Constitucional los conflictos sean
solucionados “con las propias manos” sino mediante los mecanismos institucionalizados para tal efecto.
Restringir arbitrariamente los derechos fundamentales de otros ciudadanos que no comparten nuestros
reclamos da lugar a las respectivas responsabilidades administrativas, civiles y de ser el caso, penales, a
que hubiera lugar". (Exp. 01939-2011-AA FJ 7)

Facultad de aplicación del control difuso en la Jurisdicción Arbitral.


4. "Líneas arriba hemos recordado que, conforme al artículo 139º inciso 1) de la Constitución, el arbitraje es
una jurisdicción independiente del Poder Judicial o jurisdicción común, que se explica no como un
mecanismo que desplaza al Poder Judicial, ni tampoco como su sustituto, sino como una alternativa que
complementa el sistema judicial, puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las
controversias, básicamente de orden patrimonial de libre disposición.
Esto no afecta el principio de unidad de la función jurisdiccional (que implica que el Estado, en conjunto,
posea un sistema jurisdiccional unitario, en el que sus órganos tengan idénticas garantías, así como reglas
básicas de organización y funcionamiento), ya que , como ha señalado este Tribunal, “de ello no se deduce
que el Poder Judicial sea el único encargado de la función jurisdiccional (pues tal función se le ha
encargado también al Tribunal Constitucional, al Jurado Nacional de Elecciones, a la jurisdicción
especializada en lo militar y, por extensión, al arbitraje), sino que no exista ningún órgano jurisdiccional
que no posea las garantías propias de todo órgano jurisdiccional. Como se ha mencionado, la función
jurisdiccional del Estado es una sola y debe ser ejercida con todas las garantías procesales establecidas
por la Constitución” (STC 0004-2006-PI/TC, fundamento 10).
Siendo el arbitraje una jurisdicción independiente, como expresamente señala la Constitución, y debiendo
toda jurisdicción poseer las garantías de todo órgano jurisdiccional (como las del Poder Judicial), es
consecuencia necesaria de ello que la garantía del control difuso de constitucionalidad, prevista en el
segundo párrafo del artículo 138º de la Constitución, pueda también ser ejercida por los árbitros en la
jurisdicción arbitral, pues el artículo 138° no puede ser objeto de una interpretación constitucional
restrictiva y literal, como exclusiva de la jurisdicción ordinaria o constitucional; “por el contrario, la
susodicha disposición constitucional debe ser interpretada de conformidad con el principio de unidad de la
Constitución, considerando el artículo 51º (…), más aún si ella misma (artículo 38.°) impone a todos –y no
solo al Poder Judicial– el deber de respetarla, cumplirla y defenderla” (STC 3741-2004-AA/TC, fundamento
9).
Esto resulta más evidente aún si se tiene en cuenta que, conforme ya ha destacado este Tribunal, “el
proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es fundamentalmente subjetivo ya que su fin es
proteger los intereses de las partes, también tiene una dimensión objetiva, definida por el respeto a la
supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la Carta Magna; ambas
dimensiones, (subjetiva y objetiva) son interdependientes y es necesario modularlas en la norma legal y/o
jurisprudencia” (STC 6167-2005-PHC/TC, fundamento 11). En tal sentido, de presentarse en un proceso
arbitral una incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los árbitros deben preferir
la primera.
No obstante, el ejercicio del control difuso de constitucionalidad en la jurisdicción arbitral debe ser objeto,
como se acaba de expresar, de modulación por este Supremo Intérprete de la Constitución, con el
propósito de que cumpla debidamente su finalidad de garantizar la primacía de la Constitución y evitar así
cualquier desviación en el uso de este control constitucional. Por ello, se instituye la siguiente regla:
El control difuso de la jurisdicción arbitral se rige por las disposiciones del artículo VI del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional y la jurisprudencia vinculante dictada por este Tribunal Constitucional
sobre el control difuso. Sólo podrá ejercerse el control difuso de constitucionalidad sobre una norma
aplicable al caso de la que dependa la validez del laudo arbitral, siempre que no sea posible obtener de
ella una interpretación conforme a la Constitución y además, se verifique la existencia de un perjuicio claro
y directo respecto al derecho de alguna de las partes". (Exp. 00142-2011-AA FJ De 22 a 26)

Fuerza vinculante de las interpretaciones del Tribunal Constitucional.


5. "Tribunal Constitucional aprecia que la búsqueda de una aclaración en este punto sería innecesaria si en
lugar de hacerse una referencia parcial al texto del F. J. 78 de la sentencia, se analizara con atención su
texto completo. En él se señala lo siguiente: “En consecuencia, aunque el Tribunal Constitucional no pueda
expulsar del orden jurídico el punto 1.1 del Artículo Único de la Resolución Legislativa N° 27998 —conexo
al mandato previsto en la Primera Disposición Complementaria Final del Decreto Legislativo Nº 1097—,
pues se encuentra fuera del plazo previsto en el artículo 100º del CPCo., habiéndose advertido su
inconstitucionalidad, y siendo este Colegiado el supremo intérprete de la Constitución, en virtud de los
artículos VI del Título Preliminar y 82º del CPCo., a partir del día siguiente de la publicación de esta
sentencia, todo poder público se encuentra impedido de aplicar el referido precepto jurídico”.
En otras palabras, i) el cumplimiento del plazo regulado en el artículo 100º del CPCo. impide al Tribunal
Constitucional expulsar del ordenamiento una norma conexa a la impugnada; ii) no obstante, ello no
impide controlar su constitucionalidad; iii) verificada su inconstitucionalidad, en razón de la fuerza
vinculante de las interpretaciones del Tribunal Constitucional, todo poder público está obligado a
inaplicarla.
Así las cosas, es evidente que el Tribunal Constitucional, tal como lo ha señalado en el punto resolutivo Nº
2 de la sentencia, en concordancia con lo expuesto en los FF. JJ. 72 a 78, sí ha declarado la
inconstitucionalidad del punto 1.1 del Artículo Único de la Resolución Legislativa N° 27998, motivo por el
cual todo poder público, a partir del día siguiente de la publicación de la sentencia, está obligado a
inaplicarlo". (Exp. 00024-2010-AI FJ 5)

Restricción de los derechos fundamentales debe ser efectuada por autoridad estatal.
6. "... la ponderación, limitación y/o intromisión a los derechos fundamentales de las personas no puede caer
en manos de particulares, sino que necesariamente debe ser efectuada o autorizada por autoridad estatal,
quien en dicha tarea se encargará de privilegiar la protección de intereses públicos relevantes. En razón de
ello, en el caso de autos, el mecanismo constitucionalmente válido para proceder al desalojo de la
recurrente no es precisamente el corte de los servicios de energía eléctrica y agua, sino el acudir al
proceso judicial correspondiente en donde por seguro se respetarán los derechos fundamentales de la
persona y la dignidad humana". (Exp. 03668-2009-AA FJ 12)
Jueces ordinarios asumen la protección de derechos fundamentales a través de los procesos
judiciales ordinarios
7. "... en la jurisdicción constitucional comparada es pacífico asumir que el primer nivel de protección de los
derechos fundamentales le corresponde a los jueces del Poder Judicial a través de los procesos judiciales
ordinarios. Conforme al artículo 138º de la Constitución, los jueces administran justicia con arreglo a la
Constitución y las leyes, puesto que ellos también garantizan una adecuada protección de los derechos y
libertades reconocidos por la Constitución. Sostener lo contrario significaría afirmar que el amparo es el
único medio para salvaguardar los derechos constitucionales, a pesar de que a través de otros procesos
judiciales también es posible obtener el mismo resultado. De igual modo, debe tenerse presente que todos
los jueces se encuentran vinculados por la Constitución y los tratados internacionales de derechos
humanos; más aún, la Constitución los habilita a efectuar el control difuso conforme a su artículo 138º".
(Exp. 05371-2009-AA FJ 6)

Potestad de impartir justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial.
8. "... cuando el artículo 138º de la Constitución Política del Perú establece que la potestad de impartir
justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo
a la Constitución y a las leyes, ello tiene como consecuencia inmediata que ningún órgano, organismo o
entidad que represente o que sea parte de algún poder estatal distinto al peruano y que, por ende, sea
ajeno a la estructura jerarquizada de órganos jurisdiccionales que conforman el Poder Judicial peruano,
pueda interferir en el ejercicio de sus funciones, o vincular o condicionar la actuación de estos. La única
excepción a dicho principio se encuentra establecida en el artículo 205º de nuestra Constitución que
faculta, a quien se considere lesionado en los derechos que la Constitución misma reconoce, a recurrir a
los tribunales u organismos internacionales constituidos según Tratados o Convenios de los que el Perú es
parte.
Al respecto, el Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de señalar que: “…conforme a los principios
de soberanía del pueblo (artículo 45° de la Constitución) y de forma republicana de gobierno, al carácter
social y democrático de nuestro Estado (artículo 43° de la Constitución), y al principio de jerarquía
normativa (artículo 51° de la Constitución), el respeto al sistema de fuentes de nuestro ordenamiento
jurídico, donde se incluyen las decisiones de este Tribunal Constitucional, constituye uno de los valores
preeminentes de todo sistema democrático por donde los poderes públicos y los ciudadanos deben guiar
su conducta por el derecho…” (STC 0168-2005-PC/TC). De modo consecuente con lo hasta aquí expuesto,
cabe afirmar que este Colegiado se encuentra obligado no sólo a ser el guardián de la Constitución, sino a
su vez a resguardar la eficacia del ordenamiento jurídico peruano en su conjunto.
Siendo ello así y conforme al mandato contenido en el artículo 38º de la Constitución, es obligación del
Tribunal Constitucional respetar, defender y hacer cumplir el ordenamiento jurídico nacional, su
organización jurisdiccional, y las normas que establecen o delimitan la competencia establecida por ley
para conocer procesos en las diferentes materias del derecho". (Exp. 05761-2009-HC FJ De 31 a 33)

El principio de separación de poderes se vincula al principio interpretativo de corrección


funcional.
9. "Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha sostenido en la sentencia recaída en el Expediente Nº
0023-2003-AA/TC que la doctrina de la separación de poderes tiene por esencia evitar, entre otros
aspectos, que quien ejerza funciones administrativas o legislativas realice la función jurisdiccional, y con
ello se desconozcan los derechos y las libertades fundamentales. Asimismo, busca evitar que quien ejerza
la función jurisdiccional desvirtúe las funciones legislativas atribuidas ordinariamente al Parlamento.
El principio de separación de poderes se encuentra vinculado con el principio interpretativo de corrección
funcional, el cual implica que al realizarse la labor de interpretación no se debe desvirtuar las funciones y
competencias que el Constituyente ha asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo tal
que el equilibrio inherente al Estado Constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos
fundamentales, se encuentre plenamente garantizado (Exp. Nº 05854-2005-PA/TC).
Tal división no implica una rígida separación entre poderes, sino que se limita a prevenir que un solo
órgano acumule en sí más poderes, no rechazándose a priori la posibilidad de que –en función de
moderación y freno– un órgano comparta el ejercicio de más poderes. El principio de separación de
poderes funciona también como regla de organización constitucional, la misma que se manifiesta, en una
primera aproximación, en la necesidad que exista una ponderación entre una pluralidad de centros de
poder, puestos en posición de independencia, pero también de recíproco control entre ellos, para así
impedir los abusos. Asimismo, exige que, pese a compartir determinadas funciones, los poderes del Estado
u órganos estatales se encuentren prohibidos de desnaturalizar las competencias de otros poderes u
órganos. Así, por ejemplo, si bien el Poder Ejecutivo puede expedir decretos legislativos, tal facultad de
legislar se encuentra enmarcada en determinados límites (legislar sobre la materia específica y por el
plazo determinado establecidos en la ley autoritativa, entre otros), encontrándose vetado a tal poder
invadir las competencias asignadas al Poder Legislativo y así legislar sobre otras materias que no fueron
materia de la delegación o hacerlo fuera del respectivo plazo". (Exp. 01761-2008-AA FJ 9,10)

Libertad de empresa tiene como marco de actuación el modelo económico social de mercado.
10. "... este Colegiado estimó en la sentencia referida que la Constitución garantiza en su artículo 59º la
libertad de empresa. Este derecho “se define como la facultad de poder elegir la organización y efectuar el
desarrollo de una unidad de producción de bienes o prestación de servicios para satisfacer la demanda de
los consumidores o usuarios. La libertad de empresa tiene como marco una actuación económica
autodeterminativa, lo cual implica que el modelo económico social de mercado será el fundamento de su
actuación y, simultáneamente, le impondrá límites a su accionar. Consecuentemente, dicha libertad debe
ser ejercida con sujeción a la ley –siendo sus limitaciones básicas aquellas que derivan de la seguridad, la
higiene, la moralidad o la preservación del medio ambiente-, y su ejercicio deberá respetar los diversos
derechos de carácter socio-económico que la Constitución reconoce” (fundamento 53 de la
sentencia 7320-2005-PA/TC)". (Exp. 00270-2010-AA FJ 6,7)
Juez tiene el deber de preferir a la constitución por sobre una norma cualquiera.
11. "... sobre la solicitud de inaplicación del artículo 294, inciso 10) del Decreto Supremo N° 084-2004-PCM,
Reglamento de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado, debe tenerse en consideración que de
conformidad con el artículo 138 de la Constitución, “en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal los jueces prefieren la primera”. Ello no es una mera facultad del
juez que puede omitir si lo estima conveniente, sino un deber ordenado por la propia Constitución. Por
consiguiente, el juez en lo contencioso administrativo está obligado a resolver de acuerdo a la
Constitución. Es decir, lo que solicita por medio del amparo ha de tramitarse también en el proceso
contencioso-administrativo". (Exp. 01984-2009-AA FJ 8)

Presupuestos requeridos en la aplicación del control difuso.


12. "Este Colegiado ha señalado que en virtud del artículo 138 de la Constitución y del artículo 3 del CPConst.
la facultad de controlar la constitucionalidad de las normas autoaplicativas constituye un poder-deber para
el juez; por ello las normas privadas que sean contrarias a los derechos constitucionales han de ser
inaplicadas en cada caso concreto, esto al margen del control abstracto de las normas legales en la vía
que corresponda.
El control difuso es un acto complejo y por ello requiere la verificación de los siguientes presupuestos: “a)
Que en el proceso constitucional, el objeto de impugnación sea un acto que constituya la aplicación de una
norma inconstitucional. b) Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa con la resolución del caso.
y c) Que la norma a inaplicarse resulte evidentemente incompatible con la Constitución, luego de haberse
acudido a interpretarla de conformidad con la misma”. Cfr. Exp Nº 2600-2008-AA". (Exp. 03843-2008-AA
FJ 4,5)

Ámbito de extensión de los efectos de un proceso de amparo.


13. ."... constituiría un absurdo entender que el efecto de la sentencia objeto de ejecución se agota en la
declaración de inaplicabilidad, ya que de esa forma el proceso de amparo se estaría convirtiendo
únicamente en un mecanismo de control de constitucionalidad de las leyes, sin ninguna incidencia en la
protección del derecho conculcado. Un argumento adicional que conduce a advertir el absurdo al que
conduciría aquella tesis es que en el “Fallo” o parte resolutiva de la sentencia se habría tenido que declarar
fundada “en parte” la demanda, ello en el entendido que se habría estimado el petitorio de inaplicación de
la Ley y desestimado la nivelación de pensiones solicitada". (Exp. 05902-2007-AA FJ 15)

Aplicación del control difuso ante normas que contravengan la Constitución


14. ."... queda claro que las normas de las entidades privadas como la emplazada, que sean contrarias a los
derechos constitucionales, pueden ser inaplicadas en ejercicio del control al que habilita el segundo párrafo
del artículo 138º de la Constitución". (Exp. 00537-2007-AA FJ 5)

Norma contraria a la Constitución está sujeta a control difuso


15. "cualquier norma que se ocupe de tipificar la maternidad como causal de infracción o falta en el ámbito
educativo debe ser inaplicada por los jueces en virtud de la facultad conferida por el artículo 138° de la
Constitución, por ser contraria a los derechos fundamentales a la educación, a la igualdad y al libre
desarrollo de la personalidad". (Exp. 05527-2008-HC FJ 22)

Presupuestos procesales son requeridos para el ejercicio de la tutela de los derechos


fundamentales
16. ."... la protección de los derechos fundamentales, en un Estado social y democrático de derecho implican
su tutela en cada nivel de la actuación estatal. En caso, se alegue la vulneración de algún derecho
fundamental, son los jueces los que actuarán como inmediatos defensores de tales derechos, lo que no
significa que estos puedan actuar de oficio. Los derechos fundamentales son tutelados en virtud de la
demanda interpuesta siendo los involucrados en el proceso constitucional los que deben brindar al juez
-bajo una ética y lealtad procesal- la información e interpretación pertinente a fin de que se convalide su
pretensión. Para ello, los demandantes, deben haber cumplido con los presupuestos procésales que
impone el Código Procesal Constitucional. Por ejemplo, el plazo máximo para acudir vía amparo presenta
un límite a dicha facultad, lo que no implica que el litigante se vea desprotegido, ya que puede acudir a la
vía ordinaria, que tiene plazos mayores para accionar". (Exp. 06269-2007-AA FJ 3)

Jueces ordinarios son los intérpretes especializados de la Constitución


17. "... todos interpretamos la Constitución (los ciudadanos cuando ejercitan sus derechos, el Poder Legislativo
cuando legisla, la Administración y el Poder Jurisdiccional en los diferentes casos concretos que deben
resolver, etc.). Sin embargo, tal norma suprema ha establecido que los intérpretes especializados de esta
sean los jueces ordinarios (artículo 138º: en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma
constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera), y que en definitiva, como Supremo
Intérprete de la Constitución se encuentre el Tribunal Constitucional (artículo 201º: el Tribunal
Constitucional es el órgano de control de la Constitución, artículo 204º: la sentencia del Tribunal que
declara la inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial y al día siguiente de la
publicación, dicha norma queda sin efecto, entre otros).
Al respecto, el Tribunal Constitucional ha sostenido que: ´la interpretación que realiza el Tribunal
Constitucional prevalece sobre cualquier otra; es decir, se impone a la interpretación que puedan realizar
otros poderes del Estado, órganos constitucionales e incluso los particulares, si se parte de la premisa
jurídica de la pluralidad de intérpretes de la Constitución´". (Exp. 00005-2007-AI FJ 25,26)

Control difuso es un poder-deber del Juez que debe cumplir presupuestos


18. ."El control difuso de la constitucionalidad de las normas constituye un poder-deber del Juez que el
artículo 138° de la Constitución Política del Perú habilita como mecanismo para preservar la supremacía de
la Constitución y, en general, el principio de jerarquía de las normas establecido en el artículo 51° de la
Norma Fundamental.
Asimismo es un acto complejo en la medida que significa preterir la aplicación de una norma cuya validez,
en principio, resulta beneficiada de la presunción de legitimidad de las normas del Estado. Por ello, su
ejercicio no es un acto simple, requiriéndose, para que sea válido, la verificación en cada caso de los
siguientes presupuestos:

a) Que en el proceso constitucional el objeto de impugnación sea un acto que constituya la aplicación de
una norma considerada inconstitucional.

b) Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble con la resolución del caso,
es decir, que ella sea relevante en la resolución de la controversia.

c) Que la norma a inaplicarse resulte evidentemente incompatible con la Constitución, aun luego de
haberse acudido a interpretarla de conformidad con ésta, en virtud del principio enunciado en la Segunda
Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional Nº 28301". (Exp. 06730-2006-AA FJ
15,16)

Jueces están vinculados por la Constitución y por los tratados internacionales de derechos
humanos.
19. ."... tal como fuera establecido en el fundamento 5 del referido precedente vinculante, el primer nivel de
protección de los derechos fundamentales le corresponde a los jueces del Poder Judicial a través de los
procesos judiciales ordinarios. Además, los jueces se encuentran vinculados por la Constitución y los
tratados internacionales de derechos humanos, encontrándose habilitados además a efectuar el control
difuso en caso de considerar que una norma no es compatible con la Constitución, de acuerdo al artículo
138º de la Carta Magna, y declararla inaplicable para el caso concreto. Por tanto, no es cierto lo que
afirma el demandante en su recurso de agravio constitucional, obrante a fojas 517, suponiendo que su
demanda en la vía ordinaria laboral no será amparada en vista de que los demandados se sustentan en
una norma reglamentaria que respalda su accionar, dado que no se considera que los jueces no sólo
tienen la facultad sino el deber de analizar tal caso, no solamente a la vista de las leyes y de los
reglamentos, sino y principalmente teniendo como parámetro de dilucidación la Constitución, siendo el
caso que, de detectar que una norma no se ajusta a ella, pueden declarar su inaplicabilidad para el caso
concreto". (Exp. 02942-2007-AA FJ 6)

Tribunal Constitucional y Jueces Constitucionales deben otorgar una dimensión constitucional


sustantiva a las instituciones procesales
20. "... si bien es cierto que el Derecho Procesal Constitucional recurre, con frecuencia, a categorías e
instituciones primigeniamente elaboradas como parte de la Teoría General del Proceso, es el Derecho
Constitucional el que las configura y llena de contenido constitucional. Esta posición, como es evidente,
trasciende la mera cuestión de opción académica o jurisprudencial; por el contrario, significa un
distanciamiento de aquellas posiciones positivistas del Derecho y el proceso que han llevado a
desnaturalizar la vigencia efectiva de los derechos fundamentales, al hacer depender la eficacia de estos a
la aplicación de normas procesales autónomas científicas y neutrales”. Ello implica que el Tribunal, pero
también los jueces constitucionales, deben interpretar y otorgar contenido a las instituciones procesales a
partir de una dimensión constitucional sustantiva –y no sólo adjetiva–, incluso de aquellas disposiciones
que establecen los presupuestos procesales para la interposición de una demanda". (Exp. 03727-2006-AC
FJ 2)

Poder-deber de control difuso de constitucionalidad puede ser ejercido por Tribunales


Administrativos
21. ."En este contexto, debe resaltarse que, además, en mérito al deber de protección de los derechos
fundamentales que tiene todo el poder público y, en este caso, en particular, los Tribunales
Administrativos, ellos deben ejercer el poder-deber de control difuso de constitucionalidad cuando en la
resolución de un procedimiento administrativo resulta relevante la aplicación de una norma y ella es
incompatible con derechos fundamentales o con principios constitucionales que los garantizan (v.gr.
legalidad, reserva de ley, entre otros). En tal sentido, la omisión del control de constitucionalidad en sede
administrativa, como en el supuesto antes mencionado, representa, a su vez, la omisión del deber de
protección de los derechos fundamentales. En consecuencia, dado que los Tribunales Administrativos y
órganos colegiados están vinculados por el deber de protección, ellos han de ejercer el control difuso
cuando el caso lo demande.
En consecuencia, el Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual debe tener
presente el ejercicio de esta potestad en la resolución de las controversias que conoce". (Exp. 06135-
2006-AA FJ 16,17)

Ejercicio del control difuso es un poder-deber


22. ."... se aprecia del escrito presentado que la solicitante no pretende la aclaración o subsanación de la
Sentencia de autos, que declaró fundada la demanda de conflicto de competencia presentada por el Poder
Ejectivo-Mincetur contra el Poder Judicial, sino que la resolución que ella expidió en el proceso de amparo
N° 2153-2004 no este comprendida conjuntamente con las resoluciones judiciales declaradas sin efecto
por el Tribunal Constitucional en su sentencia, argumentando que en su labor jurisdiccional en dicho
proceso de amparo nunca realizó control difuso de las normas consideradas constitucionales ni contravino
precedentes vinculantes establecidos por este Colegiado, limitándose a analizar la aplicación de leyes en el
tiempo de acuerdo a los actos propios de la administración derivados de la apertura del expediente
administrativo N° 01129-2000.
Que, de acuerdo a lo expresado, deberá ser evaluado por la Corte Suprema de Justicia de la República
conforme a las potestades que la Constitución y la Ley Orgánica le confieren, si existió control difuso por
parte de la recurrente e inobservancia de los efectos normativos y precedente vinculante establecidos en
las SSTC. 009-2001-AUTC y 4427-2005-AA/TC, toda vez que la Corte Suprema de Justicia de la República
debe aún pronunciarse como lo dispone la sentencia de este Tribunal y el artículo 14 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial". (Exp. 00006-2006-CC FJ 3,4)

Autonomía e independencia judicial no pueden ser sujetos a una interpretación formalista del
principio de separación de poderes.
23. ."... la posición constitucional de este Colegiado respecto al Poder Judicial, en tanto que es consecuencia
de lo que la propia Constitución y la ley establecen, no puede ser objeto de cuestionamiento alguno bajo
una interpretación formalista del principio de separación de poderes (artículo 43º) y de la autonomía e
independencia al que hacen referencia los artículos 138º y 139º de la Constitución. Autonomía que, según
jurisprudencia reiterada de este Colegiado (vid. por ejemplo STC0015-2005-AI, fundamento 7) no debe
confundirse con autarquía, pues desde el mismo momento en que aquella le viene atribuida por la
Constitución, su desarrollo debe realizarse con respeto pleno a ese ordenamiento jurídico. La posición
constitucional que ostenta el Tribunal no está ni puede estar, por tanto, librada a la voluntad de algunos
jueces de respetar o no el lugar que ocupa el supremo intérprete de la Constitución en nuestro
ordenamiento jurídico.
Que debe recordarse que el Poder Judicial, cuando ha visto afectada su autonomía presupuestaria frente al
Poder Ejecutivo, también ha recurrido al Tribunal Constitucional, en vía de proceso competencial. En esa
ocasión este Colegiado declaró fundada la demanda (STC 004-2004-CC/TC) y la sentencia no fue objeto
de impugnación alguna por parte del Poder Judicial. El respeto y cumplimiento de las sentencias del
Tribunal no pueden pues, condicionarse al sentido del fallo de las resoluciones de este Colegiado
(cumplirlas si favorecen la expectativa puesta en juego, e incumplirlas si no ocurre así), porque con ello se
generaría, evidentemente, no sólo una justicia parcializada, sino también inseguridad jurídica, y se
fomentaría el incumplimiento de las sentencias; lo que socavaría la vigencia plena de la Constitución y del
ordenamiento jurídico". (Exp. 00006-2006-CC FJ 5,6)

Principios y derechos de la función jurisdiccional


 Principios de la
Administración de
Justicia
 Unidad y exclusividad
de la función 139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional jurisdiccional:
 Excepciones:
jurisdicción militar y
arbitral
1. La unidad y exclusividad de la función
 Prohibición de jurisdiccional.
proceso por comisión No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna
o delegación
independiente, con excepción de la militar y la
arbitral.
No hay proceso judicial por comisión o delegación.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24.f, 62, 63, 138, 139 inc. 1, 141, 143, 146 inc. 1, 173.
Código Civil: Art. 2064.
Código Penal: Arts. V, VII.
Código Procesal Penal: Arts. VI, 14.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 1, 2.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 64.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 228, 229.


Constitución de 1979: Art. 233.1.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2300 a 2302, 2305, 2313, 2360 y 2361.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Jurisdicción arbitral es una alternativa complementaria al sistema judicial.


1. "De acuerdo con el Artículo 138º de la Constitución Política del Perú: “La potestad de administrar justicia
emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la
Constitución y a las leyes”. A su turno el artículo 139º inciso 1) de la misma norma fundamental, prevé
como un principio a la par que un derecho ante la función jurisdiccional, “La unidad y exclusividad de la
función jurisdiccional”, quedando claramente establecido que “No existe ni puede establecerse jurisdicción
alguna independiente, con excepción de la militar y arbitral”.
A partir de lo establecido por la norma fundamental, “el arbitraje no puede entenderse como un
mecanismo que desplaza al Poder Judicial, ni tampoco como su sustitutorio, sino como una alternativa que
complementa el sistema judicial puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las
controversias. Y que constituye una necesidad, básicamente para la solución de conflictos patrimoniales de
libre disposición y, sobre todo para la resolución para las controversias que se generen en la contratación
internacional” (STC 6167-2005-PHC/TC, fundamento 10). Desde esta perspectiva, “este Tribunal reconoce
la jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias
sometidas al fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible (…), con independencia jurisdiccional y,
por tanto, sin intervención de ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria” (STC 6167-2005-
PHC/TC, fundamento 14).
Sin embargo de la especial naturaleza del arbitraje, en tanto autonomía de la voluntad de las partes y, al
mismo tiempo, de la independencia de la jurisdicción arbitral, no supone en lo absoluto desvinculación del
esquema constitucional, ni mucho menos del cuadro de derechos y principios reconocidos por la
Constitución. Como ya ha señalado este Tribunal, “la naturaleza de jurisdicción independiente del
arbitraje, no significa que establezca el ejercicio de sus atribuciones con inobservancia de los principios
constitucionales que informan la actividad de todo órgano que administra justicia, tales como el de
independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, así como los principios y derechos de la función
jurisdiccional. En particular, en tanto jurisdicción, no se encuentra exceptuada de observar directamente
todas aquellas garantías que componen el derecho al debido proceso” (STC 6167-2005-PHC/TC,
fundamento 9).
Ello es así por cuanto la función jurisdiccional se sustenta y se debe a la norma fundamental, más allá de
la especialidad sobre la que pueda versar o de la investidura de quienes la puedan ejercer. De este modo y
aunque se dota a la Justicia arbitral de las adecuadas garantías de desenvolvimiento y se fomenta su
absoluta observancia, la misma se encuentra inevitablemente condicionada a que su ejercicio se desarrolle
en franco respeto al orden constitucional y a los derechos de la persona". (Exp. 00142-2011-AA FJ 19,20)

Legitimidad constitucional de la jurisdicción arbitral.


2. "La legitimidad constitucional del arbitraje se ha visto confirmada en la Ley de Arbitraje, Decreto
Legislativo Nº 1071, que regula el arbitraje nacional y el arbitraje internacional, sin perjuicio de lo
establecido en tratados o acuerdos internacionales sobre arbitraje, en cuyo caso el Decreto Legislativo
será de aplicación supletoria.
La determinación de la constitucionalidad y legalidad del arbitraje internacional es importante a efectos de
esclarecer si la renuncia a la jurisdicción del Poder Judicial según los demandantes ( sin entrar a
caracterizar el estado de la justicia, prevista en el Capítulo 16 del ACL PERÚ-CHILE) supone una renuncia a
la soberanía jurisdiccional del Estado peruano.
Al respecto, la clásica unidad y exclusividad del Poder Judicial para impartir justicia en nombre del pueblo,
en que se sustentó el Estado Liberal de Derecho; ha ido transformándose hacia nuevas formas centrífugas
y centrípetas de la justicia en el Perú. En efecto, el Estado democrático y social de Derecho, consagrado en
la Constitución de 1979, reconoció junto al Poder Judicial, la existencia a nivel externo de la jurisdicción
internacional de la Corte Interamericana de Derecho Humanos, y a nivel interno de la jurisdicción
constitucional, arbitral y militar.
La Constitución de 1993 no ha podido apartarse del constitucionalismo histórico y además de mantener la
justicia internacional de derechos humanos (artículo 205º) y una renovada, jurisdicción constitucional, en
este Tribunal Constitucional (artículos 200º-205º), al igual que la jurisdicción arbitral y militar (artículo
139º inciso 1), también ha reconocido a la justicia en materia electoral (artículo 178º inciso 4) y las
funciones jurisdiccionales de las Comunidades Campesinas y Nativas (artículo 149º)". (Exp. 00002-2009-
AI FJ De 30 a 33)

Jurisdicción militar y arbitral debe respetar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y el


debido proceso
3. "El principal problema del funcionamiento de la justicia militar ha sido la preservación de su independencia
e imparcialidad funcional en relación a las entidades a las que se encontraba adscrita y a cuyos efectivos
debía procesar. La Ley impugnada ha regulado la existencia del denominado FMP, por lo que corresponde
al Tribunal Constitucional evaluar si su contenido se adecua a los preceptos contenidos en la Constitución,
en relación a la existencia de la jurisdicción militar.
Ello porque todo órgano que posea naturaleza jurisdiccional (sea ordinario, constitucional y militar) debe
respetar las garantías que componen los derechos a la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso,
entre las que destacan los derechos al libre acceso a la jurisdicción, de defensa, a la prueba, a la
motivación de las resoluciones judiciales, a la obtención de una resolución fundada en Derecho, a la
pluralidad de instancias, al plazo razonable del proceso, a un juez competente, independiente e imparcial,
a la ejecución de resoluciones judiciales, entre otros derechos fundamentales. Esto, por cierto, también es
aplicable en los procesos arbitrales, por tratarse de garantías de la administración de justicia aplicables a
todo órgano que tenga la potestad de administrar justicia.
En ese contexto, si bien el FMP es entendido como una excepción al ejercicio de la función jurisdiccional
del Poder Judicial, ello no importa que la jurisdicción militar pierda su naturaleza jurisdiccional y, por ello,
esté desvinculada de los principios que rigen tal función. Debe tenerse en cuenta dos aspectos de vital
importancia: primero, que al ser una excepción en la Norma Fundamental, su interpretación debe
realizarse de modo restrictivo y no extensivo; segundo, que el legislador al organizar la jurisdicción militar
no puede desconocer los principios propios de la administración de justicia. De modo que la jurisdicción
militar debe poseer iguales o mayores garantías que las ofrecidas por la jurisdicción ordinaria, para el
juzgamiento o procesamiento de efectivos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú, en
actividad, única y exclusivamente por los delitos de función cometidos con ocasión del servicio". (Exp.
00001-2009-AI FJ De 22 a 24)

Todos los fueros especiales reconocidos por la Constitución deben de respetarlas garantías de
la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso.
4. ."... este Tribunal ha referido que el principio de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional está
reconocido en el artículo 139°, inciso 1 de la Constitución, cuando prescribe que: “No existe ni puede
establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la arbitral y la militar. No hay proceso
judicial por comisión o delegación”. La Constitución ha establecido, como regla general, que corresponde
al Poder Judicial el avocamiento único y singular del estudio y solución de los diversos tipos de conflictos
jurídicos (principio de unidad), prohibiéndose al legislador que atribuya la potestad jurisdiccional a órganos
no conformantes del Poder Judicial (principio de exclusividad).
Que sin embargo, el artículo 139º, inciso 1 de nuestro ordenamiento constitucional consagra la naturaleza
excepcional de la jurisdicción arbitral, lo que determina que, en el actual contexto, el justiciable tenga la
facultad de recurrir ante el órgano jurisdiccional del Estado para demandar justicia, pero también ante una
justicia privada. Es oportuno mencionar que el reconocimiento constitucional de fueros especiales, a saber,
militar y arbitral (inciso 1 del artículo 139°); constitucional (artículo 202°) y electoral (artículo 178º),
además de extenderse a las de comunidades Campesinas y Nativas (artículo 149°), no vulnera el principio
de igualdad ante la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución; siempre que dichos
ámbitos aseguren al justiciable todas las garantías vinculadas al debido proceso y a la tutela judicial
efectiva.
Que la naturaleza de jurisdicción independiente que posee el arbitraje, no significa que establezca el
ejercicio de sus atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales que informan la actividad
de todo órgano que administra justicia, tales como el de independencia e imparcialidad de la función
jurisdiccional, así como los principios y derechos de la función jurisdiccional.
Que nuestro ordenamiento jurídico prevé el proceso de ejecución de laudo arbitral como el mecanismo
cuyo fin es hacer cumplir los dispuesto en un laudo arbitral donde se han respetado los derechos
constitucionales inherentes al desarrollo de un proceso judicial". (Exp. 02129-2009-AA FJ De 6 a 9)

Derecho constitucionalmente reconocido a la jurisdicción predeterminada.


5. "En la doctrina jurisprudencial de este Tribunal se tiene expresado que no forma parte del contenido
constitucionalmente protegido del derecho a la jurisdicción predeterminada por ley los problemas
vinculados con la determinación de la competencia territorial, cuantía, turno, grado, etc., de un juez.
Así, por ejemplo, en la Resolución 5397-2005-PA/TC, este Tribunal declaró que (...) mediante el derecho a
la jurisdicción predeterminada por la ley se garantiza que el juzgamiento de una persona o la resolución de
una controversia determinada, cualquiera sea la materia, no sea realizada por "órganos jurisdiccionales de
excepción" o por "comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación", sino por "un
juez o un órgano que ejerza potestad jurisdiccional", cuya competencia haya sido previamente
determinada por la ley; es decir, que el caso judicial sea resuelto por un juez cuya competencia
necesariamente deba haberse establecido en virtud de una ley con anterioridad al inicio del proceso,
garantizándose de ese modo que nadie sea juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc (Cf.
STC 1076-2003-HC/TC, 0290-2002-HC/TC; 1013-2003-HC/TC, entre otras).
Posteriormente, se expresó: Que dentro del contenido esencial del derecho el juez natural
constitucionalmente protegido por el amparo, ciertamente no se encuentra la determinación de la
competencia territorial de un juez o en general los conflictos de competencia jurisdiccional en razón de
cualesquiera de los criterios legalmente contemplados por el ordenamiento procesal (cuantía, turno,
grado, etc). Ello es así por cuanto el derecho constitucional que se alega no es el derecho al juez
"determinado", sino como se expresa en el referido inciso 3), del artículo 139º de la Constitución, al juez
"predeterminado" es decir, aquel señalado en la ley. Por ello, el sufijo "pre" –de evidente connotación
temporal– tiene la propiedad de modular los alcances, la finalidad y el interés que mediante este derecho
se persigue proteger. De modo que la dilucidación de la competencia de un juez en función del domicilio
del demandado o por el lugar donde se encuentra el bien en controversia, (...) al no formar parte del
contenido esencial constitucionalmente garantizado, es una atribución que le corresponde determinar a la
jurisdicción ordinaria, sin posibilidad de que ésta se pueda cuestionar en sede de la justicia constitucional
de la libertad". (Exp. 06149-2006-AA FJ 4)

Sala Suprema Penal Militar se rige bajo el régimen disciplinario del Poder Judicial
6. "... si el Legislador ha optado por crear una Sala Suprema Penal Militar dentro de la Corte Suprema de
Justicia de la República, entonces esta Sala debe someterse al régimen disciplinario existente dentro del
Poder Judicial y no como han establecido las disposiciones cuestionadas al permitir la coexistencia dé dos
regímenes disciplinarios dentro del Poder Judicial: uno para los miembros de la Sala Suprema Penal Militar
Policial, y otro para el resto de órganos jurisdiccionales del Poder Judicial, fragmentando de este modo la
unidad de la función jurisdiccional de éste órgano constitucional. En suma, el Tribunal Constitucional
estima que el párrafo 77.1 es inconstitucional por vulnerar el principio de unidad de la función
jurisdiccional". (Exp. 00006-2006-AI FJ 38)

Constitución reconoce la existencia de la Jurisdicción especializada en lo militar.


7. ."... los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional constituyen elementos
indispensables en el funcionamiento de todo órgano jurisdiccional, siendo el Poder Judicial el órgano al que
por antonomasia se le ha encargado ejercer dicha función. No obstante, en reiterdos pronunciamientos,
entre los que destacan los recaídos en los mencionados Expedientes 0017-2003-AI/TC y 0023-2003-
AI/TC, el Tribunal Constitucional ha sostenido que, conforme se desprende del artículo 139, inciso 1, de la
Constitución, una de las excepciones a los principios de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional
está constituida por la existencia de la denominada `jurisdicción especializada en lo militar´". (Exp.
00004-2006-AI FJ 5)

Constitución reconoce la naturaleza excepcional de la jurisdicción arbitral


8. "El principio de unidad y la exclusividad de la función jurisdiccional reconocido en el artículo 139°, inciso 1
de la Constitución, prescribe que: `No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con
excepción de la arbitral y la militar. No hay proceso judicial por comisión o delegación´. En atención a ello,
la Constitución ha establecido, como regla general, que corresponde al Poder Judicial el avocamiento único
y singular del estudio y solución de los diversos tipos de conflictos jurídicos (principio de unidad),
prohibiéndose al legislador que atribuya la potestad jurisdiccional a órganos no conformantes del Poder
Judicial (principio de exclusividad).
De allí que, en sentido estricto, la función jurisdiccional, siendo evidente su íntima correspondencia con los
principios de división de poderes y control y balance entre los mismos, debe entenderse como el fin
primario del Estado consistente en dirimir los conflictos interindividuales, que se ejerce a través del órgano
jurisdiccional mediante la aplicación de las normas jurídicas. Por ello es que tradicionalmente se ha
reservado el término `jurisdicción´ para designar la atribución que ejercen los órganos estatales
encargados de impartir justicia y aplicar las disposiciones previstas en la ley para quien infringen sus
mandatos.
Sin embargo, el artículo 139º, inciso 1 de nuestro ordenamiento constitucional consagra la naturaleza
excepcional de la jurisdicción arbitral, lo que determina que, en el actual contexto, el justiciable tenga la
facultad de recurrir ante el órgano jurisdiccional del Estado para demandar justicia, pero también ante una
jurisdicción privada.
Al respecto, el reconocimiento constitucional de fueros especiales, a saber, militar y arbitral (inciso 1 del
artículo 139°); constitucional (artículo 202°) y de Comunidades Campesinas y Nativas (artículo 149°), no
vulnera el principio de igualdad ante la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución;
siempre que dichas jurisdicciones aseguren al justiciable todas las garantías vinculadas al debido proceso y
a la tutela judicial efectiva... el arbitraje no puede entenderse como un mecanismo que desplaza al Poder
Judicial, ni tampoco como su sustitutorio, sino como una alternativa que complementa el sistema judicial
puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las controversias. Y que constituye una
necesidad, básicamente para la solución de conflictos patrimoniales de libre disposición y, sobre todo para
la resolución para las controversias que se generen en la contratación internacional.
Es justamente, la naturaleza propia de la jurisdicción arbitral y las características que la definen, las cuales
permiten concluir a este Colegiado que no se trata del ejercicio de un poder sujeto exclusivamente al
derecho privado, sino que forma parte esencial del orden público constitucional.
La facultad de los árbitros para resolver un conflicto de intereses no se fundamenta en la autonomía de la
voluntad de las partes del conflicto, prevista en el artículo 2º inciso 24 literal a de la Constitución, sino que
tiene su origen y, en consecuencia, su límite, en el artículo 139º de la propia Constitución.
De allí que el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es fundamentalmente subjetivo ya
que su fin es proteger los intereses de las partes, también tiene una dimensión objetiva, definida por el
respeto a la supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la Carta Magna;
ambas dimensiones, (subjetiva y objetiva) son interdependientes y es necesario modularlas en la norma
legal y/o jurisprudencia. Tensión en la cual el árbitro o tribunal arbitral aparece en primera instancia como
un componedor jurisdiccional, sujeto, en consecuencia, a la jurisprudencia constitucional de este
Colegiado.
Así, la jurisdicción arbitral, que se configura con la instalación de un Tribunal Arbitral en virtud de la
expresión de la voluntad de los contratantes expresada en el convenio arbitral, no se agota con las
cláusulas contractuales ni con lo establecido por la Ley General de Arbitraje, sino que se convierte en sede
jurisdiccional constitucionalmente consagrada, con plenos derechos de autonomía y obligada a respetar los
derechos fundamentales. Todo ello hace necesario que este Tribunal efectùe una lectura iuspublicista de
esta jurisdicción, para comprender su carácter privado; ya que, de lo contrario, se podrían desdibujar sus
contornos constitucionales". (Exp. 06167-2005-HC FJ De 5 a 7, 10,11)

Principio de exclusividad de la función jurisdiccional ostenta un sentido positivo y un sentido


negativo.
9. “Conceptualmente, la unidad afirma la propiedad de todo ente, en virtud de lo cual no puede dividirse ni
separarse sin que su esencia se destruya o altere. En atención a ello, la Constitución ha establecido, como
regla general, que corresponde al Poder Judicial el avocamiento único y singular del estudio y solución de
los diversos tipos de conflictos jurídicos... De allí que, como veremos más adelante, genere las
manifestaciones de exclusividad y de asiento de la organización y funcionamiento de la administración de
justicia. La unidad ha de ser comprendida, en principio, como la negación de la idea de la fragmentación
jurisdiccional; y esto porque, por motivaciones derivadas de la esencia, carácter y calidad de la función de
dirimir en los conflictos interindividuales de contenido estrictamente jurídico, se hace patente la necesidad,
dentro de lo razonable, de asegurar la individualidad y unidad de dicho atributo soberano a favor del Poder
Judicial...
La exclusividad se concibe como la prohibición constitucional al legislador, de que atribuya la potestad
jurisdiccional a órganos no conformantes del Poder Judicial. Justicia Viva acota que el referido principio
ostenta un doble sentido: positivo y negativo. En el sentido positivo es el resultado de la confluencia de los
principios de separación de poderes (artículo 43° de la Constitución) y de tutela judicial efectiva (inciso 3
del artículo 139° de la Constitución). En el sentido negativo, excluye a la potestad jurisdiccional de otros
cometidos públicos distintos a la dirimencia de los conflictos jurídicos en sede judicial”.
(Exp. 00023-2003-AI FJ 15,16,22,23)

Jurisdicción especializada es distinta a la jurisdicción de excepción.


10. “... de conformidad con lo establecido en el segundo párrafo del inciso 1) del artículo 139° de la
Constitución, una de esas excepciones al principio de exclusividad y unidad, está representada por la
existencia de la denominada “jurisdicción militar”. Asimismo, debe advertirse que los principios de unidad
y exclusividad judicial tampoco niegan la existencia de “jurisdicciones especializadas”, como las confiadas
al Tribunal Constitucional o al Jurado Nacional de Elecciones.
En suma, las excepciones previstas a los principios de unidad y exclusividad, en el segundo párrafo del
inciso 1) del artículo 139° de la Constitución, no son las únicas constitucionalmente admisibles. Al lado de
la jurisdicción militar y arbitral, existen otras jurisdicciones especializadas, es decir organismos de
naturaleza jurisdiccional que administran un tipo de justicia especializada, como la constitucional y la
electoral.
Evidentemente, la existencia de jurisdicciones especializadas no debe ni puede entenderse como sinónimo
de lo que propiamente constituye una ‘jurisdicción de excepción’. Con este último concepto se alude a
órganos ad hoc, creados para realizar el juzgamiento de un determinado conjunto de conductas,
normalmente de naturaleza política, y que no pertenecen a la estructura del Poder Judicial, por lo que se
encuentran prohibidos por la Norma Suprema”.
(Exp. 00017-2003-AI FJ De 120 a 122)

Jurisdicción militar tiene un carácter esencialmente restringido.


11. “... este Supremo Intérprete de la Constitución debe precisar lo siguiente: a) de conformidad con el
artículo 139°, inciso 1), y el artículo 173° de la Constitución Política del Estado, el ámbito de la jurisdicción
militar únicamente se ha reservado para el caso de juzgamiento de los delitos de función que hubiesen
cometido los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú, y en el caso de los
civiles, para el juzgamiento de los delitos de traición a la patria y de terrorismo, previstos en la ley
correspondiente; b) por tanto, una interpretación sistemática de nuestro ordenamiento constitucional,
necesariamente, habrá de considerar, por un lado, que la justicia castrense no puede entenderse en otros
términos que no estén en franca armonía con su carácter esencialmente restringido, derivado de los
propios términos de su reconocimiento, y así como con su articulación con el principio de exclusividad
judicial...”. (Exp. 01154-2002-HC FJ 3)

 Independencia en el
ejercicio de la función
jurisdiccional


Avocamiento indebido
Respeto de la cosa 139º. Son principios y derechos de la función
juzgada jurisdiccional:
 Límites al derecho de
gracia
2. La independencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional.
Ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir
en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede
dejar sin efecto resoluciones que han pasado en
autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos
en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su
ejecución. Estas disposiciones no afectan el
derecho de gracia ni la facultad de investigación del
Congreso, cuyo ejercicio no debe, sin embargo,
interferir en el procedimiento jurisdiccional ni surte
efecto jurisdiccional alguno.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 43, 97, 118 inc. 21, 138, 139 inc. 1, 143, 146 inc. 1, 159 inc. 2.
Código Penal: Arts. 361, 400, 410.
Código Procesal Civil: Art. 123.
Código Procesal Penal: Arts. I, IV.
Ley que regula el Proceso Contencioso Administrativo: Art. 41.1.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 2, 4, 16, 186 inc.1.
TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 228.


Constitución de 1979: Art. 233.1.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2301, 2305 y 2313.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Garantía de la cosa juzgada.


1. "... este Colegiado ha considerado que mediante la garantía de la cosa juzgada se instituye el derecho de
todo justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan
ser recurridas mediante nuevos medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque
ha transcurrido el plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que
hayan adquirido tal condición no puedan ser dejadas sin efecto ni modificadas, sea por actos de otros
poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en
el que se dictó (fundamentos 36 al 45 de la STC N.º4587-2004-AA/TC).
Que en efecto, cuando se señala que un pronunciamiento adquiere la calidad de cosa juzgada, ello quiere
decir que éste debe ser ejecutado en sus propios términos, y no puede ser dejado sin efecto ni tampoco
ser objeto de alteraciones o modificaciones posteriores por parte de particulares, funcionarios públicos e
incluso jueces encargados de su ejecución.
Que este Tribunal, además, ha precisado que la cosa juzgada proscribe que las autoridades distorsionen el
contenido o realicen una interpretación parcializada de las resoluciones judiciales que hayan adquirido tal
cualidad. Cualquier práctica en ese sentido debe ser sancionada ejemplarmente, recayendo la sanción
respectiva no sólo en la institución de la que emana la decisión sino también en los que actúan en su
representación (fundamentos 14 y 15, STC N.º0054-2004-AI/TC)". (Exp. 04237-2011-AA FJ 7)

Garantía constitucional de la cosa juzgada


2. "En reiterada jurisprudencia el Tribunal Constitucional ha sostenido que “mediante el derecho a que se
respete una resolución que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo
justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser
recurridas a través de medios impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha
transcurrido el plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que
hayan adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros
poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en
el que se dictó”. [Exp. N° 04587-2004-AA/TC fundamento N° 38]
En consecuencia, y ratificando lo establecido en la sentencia recaída en el Expediente Nº 00054-2004-
AI/TC, la cosa juzgada proscribe que las autoridades distorsionen el contenido o realicen una
interpretación parcializada de las resoluciones judiciales que hayan adquirido tal cualidad. Cualquier
práctica en ese sentido debe ser sancionada ejemplarmente, debiendo comprenderse en la sanción no solo
a la institución de la que emana la decisión, sino precisamente a quienes actúan en su representación.
Sin embargo, el asunto no se agota en lo que hasta aquí se ha expuesto, pues la garantía constitucional
de la cosa juzgada guarda directa relación con otro tema de capital importancia, referido a la actuación
y/o ejecución de las sentencias constitucionales, la cual debe realizarse “en sus propios términos”, tal
como lo dispone el primer párrafo del artículo 22º del Código Procesal Constitucional al establecer que, La
sentencia que cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa conforme a sus propios términos
por el juez de la demanda (…)". (Exp. 01939-2011-AA FJ De 9 a 11)

Dimensión objetiva y dimensión subjetiva del derecho a ser juzgado por un juez imparcial.
3. "Por lo que se refiere al derecho a ser juzgado por un juez imparcial, el Tribunal ha precisado que éste
posee dos dimensiones; a saber: 1) Imparcialidad subjetiva. Se refiere a evitar cualquier tipo de
compromiso que pudiera tener el juez con las partes procesales o en el resultado del proceso, y, 2)
Imparcialidad objetiva. Referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la estructura del
sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para despejar
cualquier duda razonable (Exp. Nº 004-2006-PI/TC, fundamento 20).
En el caso de autos, el favorecido sostiene que no se ha respetado la garantía de imparcialidad del juez
que conoce la causa que se le sigue, por cuanto existen muchas denuncias en su contra. Sin embargo, del
texto de la demanda se advierte que el recurrente fundamenta su pretensión en una situación que él
mismo ha generado, pues en la demanda se observa que se trataría de procesos constitucionales que él
mismo propició a favor de sus patrocinados, recaídos en los Expedientes Nos 2008-0075-P y 2009-0025.C,
por lo que tal extremo debe desestimarse". (Exp. 00849-2011-HC FJ 7)

Principio de independencia judicial y su dimensión interna y externa.


4. El principio de independencia judicial se encuentra establecido en el inciso 2) del artículo 139 de la
Constitución, según el cual “(...) Ninguna autoridad puede (...) interferir en el ejercicio de sus funciones
(...)”. E igualmente, en el inciso 1) del artículo 146 de la Ley Fundamental, por cuya virtud “(...) El Estado
garantiza a los magistrados judiciales: 1. Su independencia. Sólo están sometidos a la Constitución y la
ley (...)”
En la STC 2465-2004-AA/TC el Tribunal precisó que el principio de independencia judicial “(...) supone un
mandato para que en todos los poderes públicos, los particulares, e incluso, al interior del propio órgano,
se garantice el respeto de la autonomía del Poder Judicial en el desarrollo de sus funciones (…)”.En tal
sentido, sostuvimos que “[l]a independencia judicial debe ser entendida como aquella capacidad
autodeterminativa para proceder a la declaración del derecho, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado,
dentro de los marcos que fijan la Constitución y la Ley” [STC 023-2003-AI/TC]. Por su parte, en la
STC 0004-2006-PI/TC, el Tribunal precisó las dos dimensiones de la independencia judicial: la externa
(frente a otros poderes, públicos o privados) y la interna, según la cual “(...) la independencia judicial
implica, entre otros aspectos, que, dentro de la organización judicial: 1) la autoridad judicial, en el
ejercicio de la función jurisdiccional, no puede sujetarse a la voluntad de otros órganos judiciales, salvo
que medie un medio impugnatorio; y, 2) que la autoridad judicial, en el desempeño de la función
jurisdiccional, no pueda sujetarse a los intereses de órganos administrativos de gobierno que existan
dentro de la organización judicial”.
No obstante ello, como sucede con toda garantía institucional, en diversas oportunidades, este Tribunal ha
recordado que su ámbito protegido y las condiciones de su ejercicio no pueden entenderse de manera
aislada, sino en armonía con la totalidad del ordenamiento constitucional. Uno de esos principios-derechos
que lo condicionan es, precisamente, la igualdad y, en particular, el derecho de igualdad en la aplicación
de la ley [artículo 2, inciso 2 de la Constitución], que no tolera que una misma disposición legislativa
pueda ser irrazonablemente interpretada y aplicada de modo diferente a casos sustancialmente análogos.
El Tribunal aprecia que, precisamente, la finalidad de una disposición como la que aquí se está analizando
radica en que ella busca alcanzar ciertos niveles de predictibilidad de las decisiones judiciales y, de esa
manera, garantizar los derechos de los justiciables, que requieren criterios resolutivos claros, pacíficos y
predictibles de la institución a la cual confían la solución de sus conflictos o controversias.
De ahí que al igual que lo que sucede con las sentencias de este Tribunal en materia de justicia
constitucional, consideremos que la Corte Suprema, como órgano de clausura de la jurisdicción ordinaria,
es la constitucionalmente llamada a garantizar la uniformidad de los criterios de interpretación de la ley y,
al mismo tiempo, a quien se encargue la promoción de la predictibilidad de la Administración de Justicia.
En ese contexto, es opinión de este Tribunal que la competencia legal para dictar precedentes obligatorios
no viola el principio de independencia judicial. Y, por las mismas razones, considera que la disposición
cuestionada tampoco impide irrazonablemente que los jueces puedan aplicar el control difuso". (Exp.
00019-2009-AI FJ De 20 a 23)

El derecho a ser juzgado por un juez imparcial debe ser también debe ser empleado en los
procedimientos arbitrales.
5. "El cuestionamiento acerca de si el derecho a ser juzgado por un juez imparcial también puede
titularizarse en el ámbito de un procedimiento arbitral ha sido resuelto afirmativamente por este
Colegiado. Así, en la STC Nº 3361-2004-AA/TC se afirmó que “el derecho a la tutela procesal efectiva no
sólo tiene un ámbito limitado de aplicación, que se reduce a sede judicial. Se emplea en todo
procedimiento en el que una persona tiene derecho al respeto de resguardos mínimos para que la
resolución final sea congruente con los hechos que la sustenten”.
En tanto que derecho fundamental, el derecho a un juez imparcial tiene un contenido constitucionalmente
protegido. Ese contenido, como ya se dijo, está relacionado con aquello que este Colegiado ha identificado
como las dos vertientes de la imparcialidad, a saber: la imparcialidad subjetiva y la imparcialidad
objetiva.
En lo que respecta a la imparcialidad subjetiva, ésta se refiere a cualquier compromiso que pudiera tener
el juez con las partes procesales o con el resultado del proceso. Desde esta perspectiva, el derecho a un
juez imparcial garantiza que una persona no sea sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez,
o quien está llamado a decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de compromiso con alguna de
las partes o con el resultado del mismo. (STC Nº 00197-2010-PA/TC, fundamento 16).
Al lado de la dimensión subjetiva, este Colegiado también ha destacado que el principio de imparcialidad
tiene una dimensión objetiva referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la estructura del
sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para desterrar
cualquier duda razonable (STC N.° 00197-2010-PA/TC, fundamento 17).
Asimismo este Tribunal, sobre la teoría apariencia y su relación con el principio de imparcialidad, ha
expuesto, siguiendo la línea jurisprudencial del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que “Un Tribunal
no podría, sin embargo, contentarse con las conclusiones obtenidas desde una óptica puramente
subjetiva; hay que tener igualmente en cuenta consideraciones de carácter funcional y orgánico
(perspectiva objetiva). En esta materia, incluso las apariencias pueden revestir importancia (...) debe
recusarse todo juicio del que se pueda legítimamente temer una falta de imparcialidad. Esto se deriva de
la confianza que los tribunales de una sociedad democrática deben inspirar a los justiciables (...)” (Caso
De Cubber contra Bélgica, del 26 de octubre de 1984; STC Nº 00023-2003-AI/TC y STC Nº 0004-2006-
PI/TC); Así, las garantías derivadas del derecho a ser juzgado por un juez arbitral imparcial son
plenamente aplicables, incluso bajo la teoría de la apariencia, cuando el nombramiento de los miembros
(alguno o algunos) del tribunal arbitral la efectúa una institución ajena a las partes del convenio que
permite su constitución (STC Nº 6149-2006-AA/TC, fundamento 62)". (Exp. 02851-2010-AA FJ De 19 a
23)

Principio de ne bis in ídem.


6. "Sobre el principio de ne bis in ídem este Tribunal ha declarado que si bien no se encuentra textualmente
reconocido en la Constitución como un derecho fundamental, al desprenderse del derecho reconocido en el
inciso 2 del artículo 139 de la Constitución (cosa juzgada), se trata de un derecho implícito que forma
parte de un derecho expreso (cf. STC N° 4587-2004-PHC/TC. FJ 46. Caso Santiago Martín Rivas).
Asimismo el ne bis in idem es un derecho que tiene un doble contenido. Por un lado ostenta un carácter
procesal y otro un carácter material. Entender a este principio desde su vertiente procesal implica “…
respetar de modo irrestricto el derecho de una persona de no ser enjuiciado dos veces por el mismo
hecho…” o no “…ser juzgado dos veces por los mismos hechos, es decir que un mismo supuesto fáctico no
puede ser objeto de dos procesos penales distintos o si se quiere que se inicien dos procesos penales con
el mismo objeto…” (STC N° 2050-2002-AA/TC). Mientras que desde su vertiente material “…expresa la
imposibilidad de que recaigan dos sanciones sobre el mismo sujeto por la misma infracción, puesto que tal
proceder constituiría un exceso del poder sancionador…” (STC N° 2050-2002-AA/TC)". (Exp. 03495-2011-
HC FJ 2)

Contenido formal y contenido material del principio de la cosa juzgada


7. "Si bien es cierto que la cosa juzgada constituye una de las expresiones básicas de todo Estado de
Derecho, también lo es que dicho atributo se caracteriza no sólo por su contenido formal, sino también por
poseer un contenido material, compatible con la vigencia plena y efectiva de los derechos que la Norma
Fundamental reconoce. De este modo, la cosa juzgada sólo es tal, en tanto se complementa con el cuadro
de valores materiales proclamado desde la Constitución.
En el presente caso, sin embargo, se aprecia que lo que se invoca como cosa juzgada, adolece de una
falta de visión integral en relación con el resto de derechos fundamentales; esto es: el derecho a la
identidad, que es el atributo específicamente involucrado, es asumido como un simple enunciado carente
de contenido a la par que de efectividad práctica. El órgano judicial ni se pronuncia respecto del mismo ni
respecto de la eventual implicancia que tendría en la controversia resuelta". (Exp. 00550-2008-AA FJ 11)

Inmutabilidad de la cosa juzgada.


8. "... las instancias judiciales precedentes consideraron manifiestamente improcedente la demanda y
procedieron a su rechazo liminar, pronunciamientos constitucionales sobre todo el expedido en segundo
grado, que este Tribunal no comparte, porque, como es sabido, el debido proceso y la tutela procesal
efectiva no solo son atributos reconocidos por la Constitución, sino que constituyen parámetros de control
que limitan el ejercicio de la función jurisdiccional.
Asimismo, porque la inmutabilidad de la cosa juzgada es un tema de relevancia constitucional, de
gravitante importancia en la seguridad jurídica y de manifiesta trascendencia dentro de un debido
proceso.
De otro lado, al igual que en anterior oportunidad -Cfr. 4587-2004-AA/TC-, es posible emitir
pronunciamiento de fondo en el amparo, aun cuando la demanda haya sido declarada improcedente de
plano, siempre que existan todos los recaudos necesarios para emitir un pronunciamiento sobre el fondo,
y que el rechazo liminar de la demanda no afecte el derecho de defensa de los emplazados, presupuestos
que se encuentran presentes en el caso de autos, toda vez que los anexos proporcionados por la
recurrente aportan los elementos de juicio necesarios para ello de una parte y de otra porque si bien los
magistrados emplazados no participaron directamente en el presente proceso, sí lo hicieron mediante el
Procurador Público encargado de los asuntos judiciales del Poder Judicial, quien en sede constitucional
evacuó el informe oral correspondiente, en ejercicio de los derechos de quienes representa, con lo que se
constata que la parte emplazada tuvo la posibilidad de conocer del proceso y ejerció su derecho de
defensa.
Más aún, es innegable la importancia y trascendencia del caso por las cuestiones que conlleva,
particularmente en lo relativo a la seguridad jurídica y predictibilidad de las decisiones, y respecto de la
vigencia efectiva de los principios y valores que informan la función jurisdiccional". (Exp. 03707-2009-AA
FJ De 2 a 4)

Principio de cosa Juzgada


9. "El hecho de que como consecuencia de la reparación del derecho de defensa de los recurrentes queden
insubsistentes la sentencia que declaró fundada la demanda de la Empresa y el auto que dispone la
inscripción registral, no infringe de ninguna manera el principio de cosa juzgada. En efecto, las
resoluciones judiciales ostentan el atributo de cosa juzgada si y sólo si constituyen resoluciones válidas. En
consecuencia, si una resolución no es válida carecerá, obviamente, del atributo de cosa juzgada; por
tanto, la declaración de su invalidez, por definición, no puede afectar la cosa juzgada simplemente porque
ésta no existe.
Ahora bien, una resolución judicial es válida cuando, entre otras exigencias, proviene de un proceso en el
que se ha observado plenamente el derecho al debido proceso y aquellos que lo componen, como el caso
del derecho de defensa. Dicho en otros términos, la observancia de estos derechos constituye condición de
validez del propio proceso y de los actos procesales que en él tienen lugar, es decir, es conditio sine
quanon de su validez. En consecuencia, si en un proceso no se ha observado el derecho de defensa o
alguno otro que forma parte o integra el continente llamado debido proceso, aquél y las resoluciones en él
expedidas devienen en actos nulos, en resoluciones inválidas. Tal situación es la que se ha configurado en
el presente caso habida cuenta que en el proceso de amparo instado por la empresa se ha afectado el
derecho de defensa de los recurrentes, generando que tanto la sentencia de fecha 20 de mayo de 1997
como también el auto de 13 de marzo de 2000, devengan en inválido por inconstitucionales. Ahora bien,
dado que ambos constituyen resoluciones inválidas, no poseen el carácter de cosa juzgada. En
consecuencia, la declaración de insubsistencia de la sentencia y el auto a causa de la nulidad del proceso
de amparo del que provienen no afecta en absoluto el principio de cosa juzgada, pues tales resoluciones,
al provenir de un proceso donde se ha afectado el derecho de defensa de los recurrentes, no tienen el
carácter de cosa juzgada". (Exp. 00431-2007-AA FJ 19,20)

Independencia judicial se determina por el status que les otorgue la ley en el desempeño de sus
10. "El Tribunal Constitucional de España ha señalado, en reiterada jurisprudencia, que la independencia
judicial de los magistrados no se determina por su origen o forma de nombramiento, sino por el estatuto
jurídico que les otorgue la ley en el desempeño de sus funciones: “El principio de independencia judicial no
viene, en efecto, determinado por el origen de los llamados a ejercer funciones jurisdiccionales, sino
precisamente por el status que les otorgue la ley en el desempeño de las mismas. Son precisamente las
alegaciones expuestas en relación con dicho estatuto jurídico las que deben ser, finalmente, objeto de
consideración.” (Subrayado agregado) [Tribunal Constitucional de España. Sentencia Nº 204/1994, FJ 8.].
En tal sentido, el Colegiado español considera que la garantía de independencia de los llamados a ejercer
funciones jurisdiccionales no está determinada por su origen, sino por las garantías que le brinde la ley
para el desempeño de dichas funciones.
Como se puede apreciar, no atenta per se contra el principio de independencia judicial el hecho de que los
jueces sean nombrados por órganos políticos. Al respecto, cabe recordar que este Tribunal Constitucional
es nombrado por el Congreso de la República y ello no es óbice para que desarrolle sus funciones con
pleno respeto de los principios de independencia e imparcialidad judicial. Estos principios,
independientemente del sistema de nombramiento que se adopte, tienen que ser asegurados mediante un
estatuto jurídico que blinde al juez de cualquier tipo de interferencia externa.
Conforme a los artículos 10º y 13º de la Ley N.º 29182, el nombramiento de los jueces del FMP se lleva a
cabo previa evaluación curricular y concurso de méritos: “Artículo 10.- Nombramiento de Vocales del
Tribunal Supremo Militar Policial: Los Vocales del Tribunal Supremo Militar Policial son nombrados por el
Presidente de la República, a propuesta de la Sala Plena, previa evaluación, concurso de méritos y
mediante ternas, entre los oficiales en actividad del Cuerpo Jurídico Militar Policial.
Artículo 13.- Competencia y funciones administrativas: Compete al Tribunal Supremo Militar Policial, en el
ámbito de sus funciones de gobierno y administración: (…) 2. Designar a los Jueces de los Juzgados
Militares Policiales y a los Vocales de los Tribunales Superiores Militares Policiales, procedentes del Cuerpo
Jurídico Militar Policial, previo concurso de méritos y evaluación curricular.
Estas normas guardan concordancia con lo señalado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
respecto al sistema de nombramiento de los jueces: “(…) se debe seleccionar a los jueces exclusivamente
por el mérito personal y su capacidad profesional, a través de mecanismos objetivos de selección y
permanencia que tengan en cuenta la singularidad y especificidad de las funciones que se van a
desempeñar.” (Subrayado agregado) [Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Reverón Trujillo
vs. Venezuela. Sentencia de Fondo, párrafo 68.]
En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que el sistema de nombramiento de los jueces del
FMP no es incompatible con los principios de independencia e imparcialidad judicial.
Así las cosas, se tiene que el sistema de nombramiento adoptado por la Ley Nº 29182 guarda estricta
observancia con lo establecido por los organismos internacionales antes mencionados, así como con la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional. El tema referido a la elección de dichos magistrados es
coherente y lógico. Su aplicación no está, de modo alguno, sujeta a aspectos subjetivos. El orden de
méritos exigido, así como la capacidad profesional de dichas personas, está presente en todo el proceso de
elección". (Exp. 00001-2009-AI FJ De 50 a 54)

Autoridad de cosa juzgada en los procesos de tutela de derechos fundamentales


11. "... las sentencias recaídas en los procesos de tutela de derechos fundamentales, tales como el amparo,
cumplimiento, hábeas corpus y hábeas data, tienen autoridad de cosa juzgada, dentro de la teoría de la
triple identidad en el proceso: de partes, de petitorio material del proceso, y de causa o motivo que
fundamenta el proceso (artículo 139º, inciso 2, de la Constitución). En tal sentido, resuelta la controversia,
la decisión final es vinculante sólo a las partes y a las que de ella deriven sus derechos. Por tanto, el
proceso de cumplimiento tiene como finalidad el cumplimiento de una norma, mientras que el presente
proceso de amparo tiene como objeto salvaguardar el derecho a la vida". (Exp. 02005-2009-AA FJ 9)

Resolución judicial que no se pronuncia sobre el fondo no puede adquirir la autoridad de cosa
juzgada.
12. "El artículo 139.2 de la Constitución Política del Perú reconoce el derecho a la cosa juzgada. Según éste:
“Son principios y derechos de la función jurisdiccional: 2. La independencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni
interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en
autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su
ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la facultad de investigación del Congreso,
cuyo ejercicio no debe, sin embargo, interferir en el procedimiento jurisdiccional ni surte efecto
jurisdiccional alguno”.
Así también, en la STC Nº 4587-2004-AA/TC este Tribunal destacó que el contenido constitucionalmente
protegido de este derecho “(…) garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que las
resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante medios
impugnatorios, ya sea porque éstos hayan sido agotados o que haya transcurrido el plazo para
impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal condición,
no pueda ser dejado sin efecto ni modificado”.
Es decir, para que una resolución judicial se encuentre dentro del ámbito de protección del derecho
constitucional a la cosa juzgada, no basta con que ostente el carácter de firmeza, es decir que contra ella
se haya agotado los medios impugnatorios disponibles, sino que debe tratarse de una resolución que
contenga un pronunciamiento sobre el fondo del asunto. En el caso de autos, si bien es cierto que la
resolución judicial impugnada ostenta firmeza, no tiene en cambio por contenido un pronunciamiento
sobre el fondo del asunto, sino que está referida al pronunciamiento emitido por los vocales emplazados
respecto a la solicitud de desafectación de una medida cautelar de embargo en forma de inscripción.
Se trata pues de un pronunciamiento respecto del cual no es posible derivar los efectos de una resolución
con calidad de cosa juzgada por cuanto las medidas cautelares se caracterizan por ser instrumentales y
provisionales, siendo que su otorgamiento depende de la existencia de circunstancias concretas que ponen
en peligro la eficacia de la sentencia a ser emitida al final del proceso. Por tanto si las medidas cautelares
no tienen un carácter permanente sino temporal por que su subsistencia depende de la permanencia de
dichas circunstancias a lo largo del proceso, extinguiéndose de pleno derecho una vez emitida la
sentencia. Por lo tanto, dicho extremo de la demanda debe ser desestimado toda vez que la resolución
judicial impugnada no es una resolución revestida con el carácter de cosa juzgada". (Exp. 00079-2008-AA
FJ De 7 a 10)

Ninguna autoridad puede interferir en el ejercicio independiente de las funciones


jurisdiccionales.
13. "... las resoluciones judiciales que contengan un mandato de inscripción o una anotación preventiva no se
encuentran sujetas a calificación, bajo responsabilidad del Registrador Público. Dichos preceptos guardan
concordancia con el artículo 139, inciso 2), de la Constitución y con el artículo 4 del Texto Único Ordenado
de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado mediante el Decreto Supremo Nº 017-93-JUS, pues
ninguna autoridad puede interferir en el ejercicio independiente de las funciones jurisdiccionales ni
modificar sentencias ni retardar su ejecución. Siendo ello así, la actuación de la emplazada no puede ser
considerada como una “amenaza de violación” de los derechos de la recurrente puesto que el alegado
perjuicio no sería cierto ni inminente debido a que el derecho de propiedad de la demandante, relacionado
con un título emanado de una resolución judicial, ya ha sido dilucidado en la vía judicial, no pudiendo la
emplazada dejar de cumplir un mandato judicial". (Exp. 05259-2008-AA FJ 5)

Contenido formal y contenido material del Principio de la Cosa Juzgada.


14. "... el Principio de la Cosa Juzgada exhibe una doble dimensión o contenido. Un contenido formal, que
alude al hecho de que las resoluciones que han puesto fin al proceso judicial no puedan ser nuevamente
cuestionadas, en la medida en que ya se han agotado todos los recursos impugnatorios que la ley prevé, o
que, en su defecto, han transcurrido los plazos exigidos para hacerlo. Y un contenido material, que hace
referencia a la materia contenida en la resolución judicial, la misma que al adquirir tal condición no puede
ser modificada o dejada sin efecto, sea por parte de otros poderes públicos, de terceros, o inclusive, de los
propios órganos jurisdiccionales que emitieron la resolución judicial en mención [Cfr. Exp. N° 4587-2004-
AA/TC]. A mayor abundamiento, respecto de la dimensión material del Principio de la Cosa Juzgada, este
Tribunal ha señalado que “la protección mencionada se concreta en el derecho que corresponde a todo
ciudadano de que las resoluciones judiciales sean ejecutadas o alcancen su plena eficacia en los propios
términos en que fueron dictadas; esto es, respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones
jurídicas allí declaradas. (...)” (Exp. N° 3789-2005-PHC/TC)". (Exp. 05039-2008-AA FJ 3)

Cumplimiento de los plazos por el juez para la expedición de sentencias.


15. "La ley exige para todos los casos de decisiones sustanciales que el juzgador cumpla con los plazos que
ella señala. Así, para la calificación de una demanda como para la expedición de la sentencia en la que
concluye el proceso, es indudable que el juzgador debiera cumplir los plazos contemplados en la ley; pero,
por diversas razones, especialmente la enorme carga procesal, no le resulta al juez posible humanamente
el cumplimiento riguroso del mandato legal. Nos preguntamos entonces ¿será procedente sancionar con la
nulidad la decisión jurisdiccional tardía con el único sustento de su tardanza? Evidentemente no cabe esta
invalidación porque, como ya se ha dicho, esa decisión ha cumplido su finalidad aunque con tardanza en
su emisión y por tanto ha generado efectos jurídicos de diverso orden, tales como el propio
cuestionamiento materia de autos y que resulta infundado. La jurisprudencia y la doctrina vienen
señalando que, en todo caso, de ser cierta la afirmación, podría pedirse no la nulidad de la resolución por
su demora sino la sanción disciplinaria al juez por el tardío cumplimiento de su deber". (Exp. 01680-2009-
HC FJ 14)

Declaración de invalidez de una resolución judicial no afecta la cosa juzgada debido a que es
inexistente
16. "Este Tribunal en la sentencia recaída en el Exp. Nº0006-2006-CC refirió que la Constitución garantiza, a
través de su artículo 139º, inciso 2, la cosa juzgada que se configura como aquella sentencia final que se
pronuncia sobre el fondo de la controversia jurídica, de conformidad con el orden objetivo de valores, con
los principios constitucionales y con los derechos fundamentales, y de acuerdo con la interpretación que
haya realizado el Tribunal Constitucional de las leyes, o de toda norma con rango de ley, o de los
reglamentos y de sus precedentes vinculantes, como lo prescriben los artículos VI y VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, respectivamente. Sólo de esa manera un ordenamiento
constitucional puede garantizar a la ciudadanía la certeza jurídica y la predictibilidad de las decisiones
jurisdiccionales.
El hecho de que como consecuencia de la reparación del derecho de defensa de la recurrente quede
insubsistente la sentencia que declaró fundada la demanda de doña Rosana Monterola Abregú, no infringe
el principio de cosa juzgada. En efecto, las resoluciones judiciales detentan el atributo de cosa juzgada si y
sólo si constituyen resoluciones válidas. En consecuencia, si una resolución no es válida, entonces, carece
del atributo de cosa juzgada; por tanto, la declaración de su invalidez, por definición, no puede afectar la
cosa juzgada simplemente porque ésta no existe.
Ahora bien, una resolución judicial es válida cuando, entre otras exigencias, proviene de un proceso en el
que se ha observado plenamente el derecho al debido proceso y aquellos que lo componen, como el caso
del derecho de defensa. Dicho en otros términos, la observancia de estos derechos constituye condición de
validez del propio proceso y de los actos procesales que en él tienen lugar. En consecuencia, si en un
proceso no se ha observado el derecho de defensa o alguno otro que hace parte del debido proceso, aquél
y las resoluciones en él expedidas devienen en actos nulos, en resoluciones inválidas". (Exp. 03400-2008-
AA FJ De 8 a 10)

Criterios que determinan la afectación al límite objetivo de la cosa juzgada


17. . "... debe tomarse en cuenta lo establecido en el fundamento 6 de la sentencia de los Expedientes0025-
2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC, en donde quedaron sentados los criterios que determinaban si una
demanda de inconstitucionalidad afectaba el límite objetivo de la cosa juzgada. Tales criterios son los
siguientes: i) que la norma constitucional utilizada como parámetro sea la misma; ii) que ésta no haya
variado en su sentido; iii) que el sentido de la norma cuestionada tampoco haya variado; y, vi) que se
utilice un principio interpretativo distinto". (Exp. 00006-2007-AI FJ 2)

Ninguna autoridad puede dejar sin efecto una resolución con autoridad de cosa juzgada
18. "Se tiene así un conflicto entre disposiciones constitucionales que debe ser resuelto por el Tribunal,
recurriendo al principio de concordancia práctica a efectos de no autorizar o convalidar una limitación
arbitraria en el ámbito de alguno de los derechos en cuestión. Se trata, en concreto, de resolver un
conflicto entre el principio-derecho a que, “ninguna autoridad (…)” pueda “(…)dejar sin efecto resoluciones
que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias
ni retardar su ejecución, contenido en el artículo 139.2 de la Constitución y; de otro lado, las finalidades
que estaría persiguiendo el legislador a través de la referida ley y que deben ser analizados en seguida
para determinar, con mayor precisión, si tales finalidades revisten dimensión constitucional y si, tales
derechos o principios que estarían siendo favorecidos con dicha intervención en el ámbito prima facie
protegido por el principio-derecho de la cosa juzgada, autorizan la restricción que en efecto se estaría
produciendo en el ámbito del derecho alegado por el recurrente. Establecer una relación de prevalencia
entre tales derechos en conflicto en el caso concreto, supone sin embargo, como premisa previa,
establecer con precisión el significado constitucional de los derechos y principios que serán luego objeto de
ponderación". (Exp. 00579-2008-AA FJ 14)

Derecho al ne bis in ídem y el derecho a la cosa juzgada.


19. "De acuerdo a la jurisprudencia de este Tribunal, mediante el derecho a que se respete una resolución que
ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a
que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante medios
impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para
impugnarlas; y, en segundo lugar, porque el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal
condición no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de
terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó (STC
Nº 4587-2004-HC, caso Martín Rivas).
Asimismo, la eficacia negativa de las resoluciones que han adquirido la calidad de cosa juzgada configura,
a su vez, lo que en nuestra jurisprudencia hemos denominado el derecho a no ser juzgado dos veces por
el mismo fundamento (ne bis in ídem). En relación a este derecho, el Tribunal tiene declarado que, si bien
el ne bis in ídem no se encuentra textualmente reconocido en la Constitución como un derecho
fundamental de orden procesal, sin embargo, al desprenderse del derecho reconocido en el inciso 2 del
artículo 139º de la Constitución (cosa juzgada), se trata de un derecho implícito que forma parte de un
derecho expreso...
En tal sentido sostuvo que en su formulación material, el enunciado según el cual «nadie puede ser
castigado dos veces por un mismo hecho», expresa la imposibilidad de que recaigan dos sanciones sobre
el mismo sujeto por una misma infracción, puesto que tal proceder constituiría un exceso del poder
sancionador, contrario a las garantías propias del Estado Constitucional. Su aplicación, pues, impide que
una persona sea sancionada o castigada dos (o más veces) por una misma infracción cuando exista
identidad de sujeto, hecho y fundamento.
En su vertiente procesal, el ne bis in ídem significa que «nadie pueda ser juzgado dos veces por los
mismos hechos», es decir, que un mismo hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se
quiere, que se inicien dos procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad de
procesos (dos procedimientos administrativos o dos procesos penales con el mismo objeto), y por otro, el
inicio de un nuevo proceso. Desde esta vertiente, el aludido principio presupone la interdicción de un doble
proceso penal por la misma conducta (hechos).
Sin embargo, esta conclusión tampoco puede ser entendida de manera categórica, es decir, no puede
afirmarse que la sola existencia de dos juzgamientos en sede penal contra una misma persona supone la
existencia de una afectación al principio de ne bis in ídem; en todo caso debe verificarse si uno de los dos
procesos ya concluyó con una decisión jurisdiccional definitiva que tenga la autoridad de cosa juzgada.
Ahora bien, la aplicación de este principio como expresión de garantía que forma parte del derecho
continente al debido proceso, también debe ser trasladada a otros ámbitos, tales como el administrativo
sancionador y el fiscal, debiéndose recordar que al igual que en materia penal, la sola existencia de dos
procedimientos administrativos o dos investigaciones preliminares sobre los mismos hechos y recaída en la
misma persona no supone, a priori, la afectación del referido principio, pues se tiene que comprobar
necesariamente si una de ellas concluyó con una decisión firme y definitiva. Asimismo, debe quedar claro
que la garantía al interés constitucionalmente protegido por este principio no opera por el solo hecho de
que se le oponga la existencia fáctica de un primer proceso, sino que es preciso que éste sea
jurídicamente válido (STC Nº 4587-2004-HC, caso Martín Rivas).
Por lo que se refiere a los elementos constitutivos de la dimensión procesal del ne bis in ídem, de acuerdo
a la doctrina jurisprudencial de este Tribunal, es posible señalar los siguientes:

a) El procesado debe haber sido condenado o absuelto.

b) La condena o absolución debe sustentarse en una resolución judicial firme.

c) La nueva persecución penal debe sustentarse en la infracción del mismo bien jurídico que motivó la
primera resolución de absolución o condena". (Exp. 00286-2008-HC FJ De 3 a 8)

Independencia judicial
20. "... constituye un requisito para que se configure la exigencia del órgano jurisdiccional de aplicar el mismo
criterio en dos casos similares derivado del principio de igualdad, que se trate del mismo juez, ya que en
caso contrario se estaría atentando contra el principio de autonomía judicial, reconocido en el artículo 139,
inciso 2 de la Constitución. Como lo ha señalado este Tribunal Constitucional: “La independencia judicial
debe ser entendida como aquella capacidad autodeterminativa para proceder a la declaración del derecho,
juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro de los marcos que fijan la Constitución y la Ley”.
Ello resulta congruente con lo dispuesto en el artículo 146, inciso 1 de la Constitución en el sentido de
que: “El Estado garantiza a los magistrados judiciales: 1.Su independencia. Sólo están sometidos a la
Constitución y la ley (...)”. Ello no implica desde luego, que resulte vulneratorio de la independencia
judicial la existencia de resoluciones jurisdiccionales con carácter normativo, como las resoluciones que el
Tribunal Constitucional expida en materia de inconstitucionalidad, los precedentes vinculantes (artículo VII
del Código Procesal Constitucional) y en general la interpretación de los preceptos y principios
constitucionales que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional (artículo VI in fine
del Código Procesal Constitucional), así como los precedentes vinculantes que emiten las salas penales de
la Corte Suprema (artículo 301-A del Código de Procedimientos Penales) y los plenos casatorios en materia
civil (artículo 400 del Código Procesal Civil), toda vez que por su carácter normativo tienen efectos
similares a los de la ley (Cfr. Exp. Nº 0024-2003-AI/TC)". (Exp. 02593-2006-HC FJ 6,7)

 Debido proceso
 Tutela jurisdiccional
 Jurisdicción
predeterminada por
ley
 Prohibición de jueces
de excepción
139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
3. La observancia del debido proceso y la tutela
jurisdiccional.
Ninguna persona puede ser desviada de la
jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción
distinto de los ni por comisiones especiales creadas al efecto,
previamente cualquiera sea su denominación.
establecidos, ni

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 23, 93, 97, 118 inc. 9, 139 inc. 8, 143, 146, 149, 173 y 205.
Código Penal: Art. V.
Código Procesal Civil: Arts. I, 2, 14.
Código Procesal Penal: Art. II.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 24 inc. 16.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 8 inc. 1, 25.


Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Arts. XVIII, XXVI.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 8, 10.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 2.3.b, 14 incs. 1 y 3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 228.


Constitución de 1979: Art. 233.1.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Derecho al plazo razonable de la investigación preliminar es una manifestación del derecho al


debido proceso.
1. "El derecho al plazo razonable de la investigación preliminar (policial o fiscal) en tanto manifestación del
derecho al debido proceso alude a un lapso de tiempo suficiente para el esclarecimiento de los hechos
objeto de investigación y la emisión de la decisión respectiva. Si bien es cierto que toda persona es
susceptible de ser investigada, no lo es menos que para que ello ocurra, debe existir la concurrencia de
una causa probable y la búsqueda de la comisión de un ilícito penal en un plazo que sea razonable. De ahí
que resulte irrazonable el hecho que una persona esté sometida a un estado permanente de investigación
policial o fiscal. Sobre el particular, este Tribunal en la sentencia del Exp. Nº 5228-2006-PHC/TC, Gleiser
Katz, ha precisado con carácter de doctrina jurisprudencial (artículo VI del Título Preliminar del CPConst)
que para determinar la razonabilidad del plazo de la investigación preliminar, se debe acudir cuando
menos a dos criterios: Uno subjetivo que está referido a la actuación del investigado y a la actuación del
fiscal, y otro objetivo que está referido a la naturaleza de los hechos objeto de investigación.
Dentro del criterio subjetivo, en cuanto se refiere a la actuación del investigado, es de señalar que la
actitud obstruccionista de este puede manifestarse en: 1) la no concurrencia, injustificada, a las citaciones
que le realice el fiscal a cargo de la investigación, 2) el ocultamiento o negativa, injustificada, a entregar
información que sea relevante para el desarrollo de la investigación, 3) la recurrencia, de mala fe, a
determinados procesos constitucionales u ordinarios con el fin de dilatar o paralizar la investigación
prejurisdiccional, y 4) en general, todas aquellas conductas que realice con el fin de desviar o evitar que
los actos de investigación conduzcan a la formalización de la denuncia penal.
En cuanto a la actividad del fiscal, los criterios a considerar son la capacidad de dirección de la
investigación y la diligencia con la que ejerce las facultades especiales que la Constitución le reconoce. Si
bien se parte de la presunción de constitucionalidad y legalidad de los actos de investigación del Ministerio
Público, ésta es una presunción iuris tantum, en la medida que ella puede ser desvirtuada. Ahora bien,
para la determinación de si en una investigación prejurisdiccional hubo o no diligencia por parte del fiscal a
cargo de la investigación deberá considerarse, la realización o no de aquellos actos que sean conducentes
o idóneos para el esclarecimiento de los hechos y la formalización de la denuncia respectiva u otra decisión
que corresponda.
Dentro del criterio objetivo, a juicio del Tribunal Constitucional, cabe comprender la naturaleza de los
hechos objeto de investigación; es decir, la complejidad del objeto a investigar. Al respecto, es del caso
señalar que la complejidad puede venir determinada no sólo por los hechos mismos objeto de
esclarecimiento, sino también por el número de investigados más aún si se trata de organizaciones
criminales nacionales y/o internacionales, la particular dificultad de realizar determinadas pericias o
exámenes especiales que se requieran, así como la complejidad de las actuaciones que se requieran para
investigar los tipos de delitos que se imputan al investigado, como por ejemplo, los delitos de lesa
humanidad, terrorismo, tráfico ilícito de drogas, lavado de activos, etc. También debe considerarse el
grado de colaboración de las demás entidades estatales cuando así lo requiera el Ministerio Público.
Sobre lo anterior, cabe precisar que, la razonabilidad del plazo de la investigación preliminar no puede ser
advertida por el simple transcurso cronológico del tiempo, como si se tratase de una actividad mecánica,
sino que más bien se trata de una actividad compleja que requiere del uso de un baremo de análisis
especial que permita verificar las específicas circunstancias presentes en cada investigación (actuación del
investigado, actuación del fiscal y la naturaleza de los hechos objeto de la investigación). Asimismo, este
Tribunal considera que el plazo razonable de la investigación preliminar no tiene ni puede tener en
abstracto un único plazo para todos los casos, traducido en un número fijo de días, semanas, meses o
años, sino que tal razonabilidad, inevitablemente debe ser establecida según las circunstancias concretas
de cada caso. En ese sentido, esta especial evaluación debe ser realizada en principio por el propio Fiscal a
cargo de la investigación (de oficio o a pedido de parte), mediante una decisión debidamente motivada o,
por el juez constitucional cuando conozca de procesos constitucionales en que se alegue la afectación de
este derecho constitucional". (Exp. 04168-2012-HC FJ 3)

Principio de congruencia.
2. "El principio de congruencia es uno que rige la actividad procesal, obligando al órgano jurisdiccional a
pronunciarse sobre las pretensiones postuladas por los justiciables". (Exp. 03159-2012-AA FJ 8)

Garantías mínimas del debido proceso deben observarse en sede jurisdiccional, administrativa
sancionatoria, corporativa y parlamentaria.
3. "... las garantías mínimas del debido proceso deben observarse no solo en sede jurisdiccional, sino
también en la administrativa sancionatoria, corporativa y parlamentaria. Así lo estableció la Corte
Interamericana en la sentencia recaida en el caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, de fecha 31 de
enero de 2001, cuando enfatizó que “[s]i bien el artículo 8 de la Convención Americana se titula ‘Garantías
Judiciales’, su aplicación no se limita a los recursos judiciales en sentido estricto, ‘sino el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales’ a efecto de que las personas puedan
defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus
derechos” precisando que “el elenco de garantías mínimas establecido en el numeral 2 del mismo precepto
se aplica también a [l]os órdenes [civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter: corporativo y
parlamentario] y, por ende, en ese tipo de materias el individuo tiene también el derecho, en general, al
debido proceso que se aplica en materia penal”.
En sentido similar, en la sentencia del Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, de fecha 6 de febrero de 2001, la
Corte Interamericana destacó que todos los órganos que ejerzan funciones de naturaleza materialmente
jurisdiccional, sean penales o no, tienen el deber de adoptar decisiones justas basadas en el respeto pleno
a las garantías del debido proceso establecidas en el artículo 8º de la Convención Americana; ello debido a
que las sanciones administrativas, disciplinarias o de naturaleza análoga son, como las penales, una
expresión del poder punitivo del Estado y que tienen, en ocasiones, naturaleza similar a la de éstas (Cfr.
Corte IDH. Caso López Mendoza vs. Venezuela, sentencia del 1 de septiembre de 2011).
De modo que cualquiera que sea la actuación u omisión de los órganos estatales o particulares dentro de
un proceso o procedimiento, sea jurisdiccional, administrativo sancionatorio, corporativo o parlamentario,
se debe respetar el derecho al debido proceso. En la sentencia del Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá,
de fecha 2 de febrero de 2001, la Corte Interamericana enfatizó el respeto del debido proceso en sede
administrativa sancionatoria, al precisar que `no puede la administración dictar actos administrativos
sancionatorios sin otorgar a los sancionados la garantía del debido proceso´, por cuanto `[e]s un derecho
humano el obtener todas las garantías que permitan alcanzar decisiones justas, no estando la
administración excluida de cumplir con este deber´.
En sede parlamentaria, este derecho debe ser respetado no solo en los procedimientos de antejuicio y de
juicio político, sino también en las actuaciones de las Comisiones Investigadoras o de las Comisiones
Ordinarias que reciben el encargo expreso del Pleno del Congreso de la República; y merece una tutela
reforzada, en tanto que el Congreso de la República decide por mayoría y actúa por criterios basados en la
oportunidad y conveniencia, es decir, que su actuación y canon de control es de carácter subjetivo porque
no ejerce función jurisdiccional propiamente dicha". (Exp. 00156-2012-HC FJ De 2 a 4)

Derecho al debido proceso se extiende a cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de
carácter materialmente jurisdiccional.
4. "Con respecto a la vulneración del debido procedimiento administrativo, es pertinente recordar que la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, con relación al derecho al debido proceso, ha sostenido que
éste se extiende a “cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente
jurisdiccional, (la que) tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido
proceso legal, en los términos del artículo 8° de la Convención Americana” (Caso Tribunal Constitucional
del Perú, párrafo 71). En sentido similar, la Corte Interamericana ha sostenido –en doctrina que ha hecho
suya este Colegiado en la STC 02050-2002-AA/TC– que “si bien el artículo 8° de la Convención Americana
se titula ´Garantías Judiciales´, su aplicación no se limita a los recursos judiciales en sentido estricto, sino
al conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a efectos de que las personas
puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus
derechos” (párrafo 69).
En efecto, el debido proceso está concebido como el cumplimiento de todas las garantías, requisitos y
normas de orden público que deben observarse en las instancias procesales de todos los procedimientos,
incluidos los administrativos, a fin de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente
sus derechos ante cualquier acto del Estado que pueda afectarlos. Vale decir que cualquier actuación u
omisión de los órganos estatales dentro de un proceso, sea éste administrativo –como en el caso de
autos–, o jurisdiccional, debe respetar el debido proceso legal.
En tal sentido, este Colegiado considera que la actuación de la Administración Tributaria ha vulnerado el
derecho al debido procedimiento administrativo, por cuanto no debió someter los productos importados de
acero de la Sociedad demandante a un procedimiento de extracción y análisis de muestras del producto
terminado, ni menos utilizar en forma arbitraria el método de análisis del producto, ya que, por la
naturaleza de los productos, no cabía que sean sometidos al procedimiento citado". (Exp. 00452-2012-AA
FJ 18,19)

Derecho al debido proceso tiene un contenido complejo o heterodoxo.


5. "De conformidad con el artículo 139º, inciso 3 de la Constitución, toda persona tiene derecho a la
observancia del debido proceso en cualquier tipo de procedimiento en el que se diluciden sus derechos, se
solucione un conflicto jurídico o se aclare una incertidumbre jurídica. Como lo ha enfatizado este Tribunal,
el debido proceso, tanto en su dimensión formal como sustantiva, garantiza el respeto de los derechos y
garantías mínimas con que debe contar todo justiciable para que una causa pueda tramitarse y resolverse
en justicia [STC Nº 07289-2005-AA/TC, fundamento 3].
Pero el derecho fundamental al debido proceso, como también se ha reiterado, se caracteriza por tener un
contenido no unívoco sino, más bien, heterodoxo o complejo. Precisamente, uno de esos contenidos que
forma parte del debido proceso es el derecho a no verse sometido a un procedimiento distinto al previsto
en la ley, reconocido en el segundo párrafo del artículo 139º inciso 3 de la Constitución.
Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha interpretado que este derecho no garantiza que en el
seno de un proceso judicial se tengan que respetar todas y cada una de las reglas del procedimiento
legalmente establecido, pues ello equivaldría a afirmar que cualquier vicio al interior de un proceso
tornaría a éste automáticamente en inconstitucional. En realidad, el derecho en referencia no es el derecho
al procedimiento “establecido”, sino al procedimiento “previamente” establecido, lo cual proscribe que una
persona pueda ser juzgada bajo reglas procesales ad hoc o dictadas en atención a determinados sujetos
procesales [STC Nº 01600-2004-AA/TC, fundamento 4]. Es decir, el derecho al procedimiento
preestablecido en la ley garantiza que las normas con las que se inició un determinado procedimiento, sea
éste jurisdiccional o administrativo, no sean alteradas o modificadas con posteridad por otra.
Ahora bien, como todo derecho fundamental, el derecho a no verse sometido a un procedimiento distinto
al previsto en la ley resulta oponible frente a cualquier autoridad o persona, lo que hace que su contenido
vincule no sólo al legislador, al impedirle la aprobación de normas ad hoc o singulares, sino también al
propio órgano jurisdiccional que tiene a su cargo el proceso judicial, prohibiéndole apartarse de las normas
que regulan el procedimiento preestablecido en la ley, como una forma de garantizar un trato igual a las
partes y de salvaguardar la necesaria imparcialidad judicial. De ahí que la relevancia constitucional de que
los órganos jurisdiccionales guarden un respeto irrestricto del procedimiento legalmente preestablecido,
resida menos en el afán de propiciar un absolutismo de las formas, y sí en el más noble fin de garantizar
que las reglas del juego sean iguales para todas las partes, afirmándose con ello el principio de igualdad
ante la ley al interior de los procesos judiciales". (Exp. 05037-2011-AA FJ De 8 a 11)

Vulneración del derecho al plazo razonable del proceso.


6. "... en relación a la presunta vulneración del derecho al plazo razonable del proceso, el Tribunal
Constitucional en el fundamento 40 de la sentencia recaída en el Expediente Nº 05350-2009-PHC/TC (caso
Salazar Monroe), en mérito del principio constitucional de cooperación y colaboración que debe guiar la
actuación de los poderes públicos y de los órganos constitucionales, estimó que la solución procesal
establecida en la STC 03509-2009-PHC/TC tenía que ser racionalizada y ampliada. En ese sentido
determinó que: ´(…) a. En caso de que se constate la violación del derecho a ser juzgado dentro de un
plazo razonable, además de estimarse la demanda se ordenará a la Sala Penal emplazada que conoce el
proceso penal que, en el plazo máximo de sesenta días naturales, emita y notifique la correspondiente
sentencia que defina la situación jurídica del favorecido´". (Exp. 00192-2012-HC FJ 5)

Prescripción de la acción penal se encuentra vinculado al contenido del derecho al plazo


razonable del proceso.
7. "... la prescripción de la acción penal tiene relevancia constitucional, toda vez que se encuentra vinculada
con el contenido del derecho al plazo razonable del proceso, el cual forma parte del derecho fundamental
al debido proceso. Es por ello que muchas de las demandas de hábeas corpus en las que se ha alegado
prescripción de la acción penal han merecido pronunciamiento de fondo por parte de este Tribunal (Cfr.
STC. Exp. N° 2506-2005-PHC/TC; Exp. N° 4900-2006-PHC/TC; Exp. N° 2466-2006-PHC/TC; Exp. N° 331-
2007-PHC/TC).
Sin embargo es preciso indicar que no obstante la relevancia constitucional de la prescripción de la acción
penal, el cómputo de dicho lapso requiere, en algunas ocasiones, la dilucidación de aspectos que no
corresponde determinar a la justicia constitucional. En efecto, conforme al artículo 82º del Código Penal, el
cómputo del plazo de prescripción se cuenta desde la fecha en que se consumó el delito (para el delito
instantáneo) o desde el momento en que cesó la actividad delictuosa (en los demás casos). Como es de
verse, la determinación de la prescripción de la acción penal requerirá previamente dilucidar la fecha en la
que cesó la actividad delictiva o el momento de la consumación, lo que es competencia de la justicia
ordinaria.
En este sentido podrá cuestionarse ante la justicia constitucional la prosecución de un proceso penal en
que el plazo de prescripción de la acción penal ya se hubiese vencido sólo en el caso de que la justicia
penal hubiera determinado los elementos que permiten el cómputo del plazo de prescripción. En caso
contrario, la pretensión deberá ser rechazada. Así, este Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en
el Exp. N° 5890-2006-PHC/TC, no obstante la relevancia constitucional que ostenta la prescripción de la
acción penal no pudo estimar la pretensión incoada, toda vez que la justicia ordinaria no había establecido
la fecha de consumación del ilícito, aspecto crucial para determinar el plazo de prescripción de la acción
penal y que no puede ser dilucidado por la justicia constitucional. Este ha sido el criterio adoptado por este
Tribunal a través de las sentencias recaídas en los expedientes Nº 2203-2008-PHC/TC (Fj. 6-9); 00616-
2008-PHC/TC (f. 10-12)". (Exp. 01388-2010-HC FJ De 8 a 10)

Extremos dentro de los cuales transcurre el plazo razonable del proceso penal (dies a quo y
dies ad quem)
8. "Una de las cuestiones que plantea el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable es la de
determinar los extremos dentro de los que transcurre el plazo razonable del proceso penal, es decir, el
momento en que comienza (dies a quo) y el instante en que debe concluir (dies ad quem).
Con relación al dies a quo del plazo razonable del proceso penal, la Corte IDH en la sentencia del Caso
Suárez Rosero vs. Ecuador, precisó que el plazo comienza a computarse desde la fecha de la aprehensión
del imputado (detención judicial preventiva), por ser el primer acto del proceso penal. En tal sentido, la
Corte IDH subrayó que: “70. (…) En el presente caso, el primer acto del procedimiento lo constituye la
aprehensión del señor Suárez Rosero el 23 de junio de 1992 y, por lo tanto, a partir de ese momento debe
comenzar a apreciarse el plazo”.
Complementando ello, la Corte IDH en la sentencia del Caso Tibi vs. Ecuador, de fecha 7 de septiembre de
2004, estableció que cuando no ha habido aprehensión del imputado, pero se halla en marcha un proceso
penal, el dies a quo debe contarse a partir del momento en que la autoridad judicial toma conocimiento del
caso. Así, la Corte IDH señaló que: “168. (…) La Corte se pronunció en el sentido de que, en materia
penal, el plazo comienza en la fecha de la aprehensión del individuo. Cuando no es aplicable esta medida,
pero se halla en marcha un proceso penal, dicho plazo debiera contarse a partir del momento en que la
autoridad judicial toma conocimiento del caso”.
En sentido similar, el TEDH en las sentencias de los Casos Eckle contra Alemania, de fecha 15 de julio de
1982, y López Sole y Martín de Vargas contra España, de fecha 28 de octubre de 2003, ha precisado que
el dies a quo del plazo razonable del proceso penal empieza en el momento en que una persona se
encuentra formalmente acusada o cuando las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones
importantes en su situación jurídica (personal o patrimonial), en razón a las medidas de coerción procesal
adoptadas por la autoridad competente o a las diligencias preliminares realizadas.
Con relación al dies ad quem, la Corte IDH en la sentencia del Caso Suárez Rosero vs. Ecuador estableció
que el proceso penal termina cuando se dicta sentencia definitiva y firme en el asunto, con lo cual se
agota la jurisdicción, y que dicho plazo debe comprender todo el procedimiento, incluyendo los recursos de
instancia que pudieran eventualmente presentarse. En esta línea, la Corte IDH siguiendo la jurisprudencia
del TEDH, precisó que: “71. (…) el proceso termina cuando se dicta sentencia definitiva y firme en el
asunto, con lo cual se agota la jurisdicción (cf. Cour eur. D.H., arrêt Guincho du 10 juillet 1984, série A nº
81, párr. 29) y que, particularmente en materia penal, dicho plazo debe comprender todo el
procedimiento, incluyendo los recursos de instancia que pudieran eventualmente presentarse”.
Sobre el mismo tema, la Corte IDH en la sentencia del Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, reiteró
que: “154. La razonabilidad de dicho retraso se debe analizar de conformidad con el “plazo razonable” al
que se refiere el artículo 8.1 de la Convención, el cual se debe apreciar en relación con la duración total
del procedimiento que se desarrolla hasta que se dicta sentencia definitiva”.
En sentido similar, cabe destacar que el Comité de Derechos Humanos de las Organización de las Naciones
Unidas –interpretando el artículo 14.3.c del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos– en la
Observación General Nº 13, ha enfatizado que el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable es
una garantía que: “10. (…) se refiere no sólo al momento en que debe comenzar un proceso sino también
a aquel en que debe concluir y pronunciarse la sentencia; todas las fases del proceso deben celebrarse
"sin dilación indebida". Con objeto de que este derecho sea eficaz, debe disponerse de un procedimiento
para garantizar que el proceso se celebre "sin dilación indebida", tanto en primera instancia como en
apelación”.
De la jurisprudencia reseñada de la Corte IDH, puede concluirse que la afectación del derecho a ser
juzgado dentro de un plazo razonable, se debe apreciar en relación con la duración total del proceso penal
que se desarrolla en contra de cierto imputado (análisis global del procedimiento), hasta que se dicta
sentencia definitiva y firme (dies ad quem), incluyendo los recursos de instancia que pudieran
eventualmente presentarse. Así lo ha entendido también este Tribunal Constitucional (Exp. Nº 5350-2009-
HC/TC)". (Exp. 04144-2011-HC FJ De 5 a 11)
Justicia ordinaria es quien determina la trascendencia del medio probatorio.
9. "El Tribunal Constitucional en reiterada jurisprudencia ha precisado que no es instancia en la que pueda
dictarse pronunciamiento tendiente a determinar si existe, o no, responsabilidad penal de los inculpados,
ni tampoco calificar el tipo penal en que estos hubieran incurrido, toda vez que tales atribuciones son
exclusivas de la jurisdicción penal ordinaria, por lo que el cuestionamiento de que la conducta del
recurrente no se adecúa al tipo penal de receptación aduanera sino que constituiría una infracción al
cumplimiento de sus deberes de funcionario y que al declararse fundada la demanda se lo absuelva,
excede el objeto de los procesos constitucionales de la libertad así como de los derechos tutelados por el
hábeas corpus, siendo en este extremo de aplicación el artículo 5°, inciso 1, del Código Procesal
Constitucional.
El Tribunal Constitucional en la STC 06065-2009-PHC/TC, Caso Pablo Contreras Calderón, ha reiterado que
se vulnera el derecho a probar cuando habiéndose dispuesto en el propio proceso la actuación o la
incorporación de determinado medio probatorio, ello no es llevado a cabo (cfr. Exps. Nos 6075-2005-
PHC/TC, 00862-2008-PHC/TC). No obstante el criterio referido, este Colegiado advierte que si bien dicha
omisión resulta prima facie atentatoria del debido proceso, puede darse el caso de que el medio probatorio
no tenga una relevancia tal que amerite la anulación de lo actuado, en atención, por ejemplo, a la
valoración de otros medios de prueba, lo que no es más que una manifestación del principio de
trascendencia que informa la nulidad procesal (cfr. Exps. Nº 0271-2003-AA aclaración, 0294-2009-AA fund
15, entre otros). Naturalmente, es la justicia ordinaria la que en primer lugar evalúa la trascendencia del
medio probatorio, a fin de determinar si procede o no a la anulación de lo actuado". (Exp. 02277-2011-HC
FJ 3,4)

Principio ne bis in ídem.


10. "El Tribunal Constitucional ha señalado que el ne bis in ídem es un principio que informa la potestad
sancionadora del Estado, el cual impide –en su formulación material– que una persona sea sancionada o
castigada dos veces por una misma infracción cuando exista identidad de sujeto, hecho y fundamento. En
su vertiente procesal, en cambio, tal principio comporta que «nadie pueda ser juzgado dos veces por los
mismos hechos», es decir, que un mismo hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se
quiere, que se inicien dos procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad de
procedimientos, así como el inicio de un nuevo proceso cuando concurra la referida triple identidad entre
ambos procesos [Cfr. STC 10192-2006-PHC/TC]. Entonces, el principio ne bis in ídem se yergue como
límite material frente a los mayores poderes de persecución que tiene el Estado, que al ejercer su ius
puniendi contra una determinada conducta delictiva debe tener una sola oportunidad de persecución, lo
que guarda conexión con los principios de legalidad y proporcionalidad, puesto que de configurarse la
concurrencia simultánea de los tres presupuestos del aludido principio y llevarse a cabo un nuevo proceso
penal y/o imponerse una nueva sentencia, se incurriría en un exceso del poder sancionador contrario a las
garantías propias del Estado de Derecho [Cfr. STC 04765-2009-PHC/TC, entre otras]". (Exp. 03425-2010-
HC FJ 2)

Vulneración del principio reformatio in peius.


11. "En cuanto a la alegada afectación del principio reformatio in peius, el Tribunal Constitucional ya ha
dejado establecida la posición de que en materia penal la interposición de un medio impugnatorio, aparte
de determinar la competencia del órgano judicial superior, también lleva implícitas las siguientes
prohibiciones: a) modificar arbitrariamente el ilícito penal por el cual se le está sometiendo a una persona
a proceso; b) aumentar la pena inicialmente impuesta si es que ningún otro sujeto procesal, a excepción
del representante del Ministerio Público, hubiera hecho ejercicio de los medios impugnatorios (STC 1258-
2005-HC, fundamento 9).
Si sólo el sentenciado solicita la nulidad de la sentencia condenatoria entonces el ius puniendi del Estado,
cuyo poder se expresa en la actuación de la instancia decisoria, no podrá modificar la condena
sancionando por un delito que conlleve una pena más grave que la impuesta en anterior instancia. Es
distinto el caso en que el propio Estado, a través del Ministerio Público, haya mostrado disconformidad con
la pena impuesta, a través de la interposición del recurso impugnatorio, pues en tal circunstancia, el Juez
de Segunda Instancia queda investido de la facultad de aumentar la pena, siempre que ello no importe
una afectación del derecho de defensa, esto es, siempre que no se sentencie sobre la base de un supuesto
que no haya sido materia de acusación". (Exp. 01814-2011-HC FJ 2,3)

Derecho a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley como manifestación del
derecho a la tutela procesal efectiva.
12. "El segundo párrafo del inciso 3) del artículo 139º de la Constitución consagra el derecho a no ser
desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley. Dicho atributo es una manifestación del derecho al
“debido proceso legal” o lo que con más propiedad se denomina “tutela procesal efectiva”. Por su parte, el
artículo 8.1º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que “[t]oda persona tiene
derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley (…)”.
El contenido de este derecho plantea dos exigencias muy concretas: en primer lugar, que quien juzgue sea
un juez u órgano con potestad jurisdiccional, garantizándose así la interdicción de ser enjuiciado por un
juez excepcional o por una comisión especial creada exprofesamente para desarrollar funciones
jurisdiccionales o que dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación, o que cualquiera de
los poderes públicos pueda avocarse al conocimiento de un asunto que debe ser ventilado ante un órgano
jurisdiccional; y, en segundo lugar, que la jurisdicción y competencia del juez sean predeterminadas por la
ley, lo que comporta que dicha asignación debe haberse realizado con anterioridad al inicio del proceso y
que tales reglas estén previstas en una ley orgánica, conforme se desprende de una interpretación
sistemática de los artículos 139º inciso 3 y 106º de la Constitución [STC Nº 0290-2002-PHC/TC,
fundamento 8].
En adición a ello este Tribunal ha entendido que el derecho a no ser desviado de la jurisdicción
preestablecida por la ley participa de la condición de un derecho de configuración legal, por lo que
corresponde al legislador establecer los criterios de competencia judicial por medio de una ley orgánica,
que concretice su contenido constitucionalmente protegido [STC Nº 01934-2003-HC/TC, fundamento 6].
Desde esa perspectiva es de verse que el contenido constitucionalmente protegido del derecho al juez
predeterminado por la ley o “juez natural” alude principalmente a aquellas condiciones que debe reunir en
abstracto el órgano encargado de impartir justicia en cada caso concreto, siendo por tanto la constatación
de su agravio un asunto de mero análisis normativo.
Sin embargo a juicio de este Tribunal, una adecuada protección del mencionado derecho pasa
necesariamente por ir más allá del respeto formal de su contenido, pues tan importante como que la
potestad jurisdiccional y la competencia vengan asignadas previamente, es que dicha asignación sea
respetada escrupulosamente por los órganos jurisdiccionales en los asuntos que son sometidos a su
conocimiento. En efecto, de nada serviría que las leyes de la materia otorguen potestad jurisdiccional a los
órganos correspondientes y definan su competencia con anterioridad al inicio de los procesos si es que
finalmente dichas atribuciones pueden ser desconocidas al momento de ser ejercidas en el caso concreto.
En tal sentido este Colegiado estima que la violación o inobservancia de las reglas de competencia
previamente establecidas en la ley, en el contexto de un determinado proceso judicial, constituye un
asunto de innegable relevancia constitucional que merece ser tutelado a través del proceso de amparo,
por tratarse de afectaciones manifiestas del derecho constitucional al juez predeterminado por la ley".
(Exp. 00813-2011-AA FJ De 12 a 16)

Reformatio in peius.
13. "El Tribunal Constitucional, en el Expediente N° 1553-2003-HC/TC, ha señalado que la interdicción de la
reformatio in peius es una garantía del debido proceso implícita en nuestro texto constitucional, la cual se
relaciona con los derechos de defensa y de interponer recursos impugnatorios. De acuerdo con dicha
garantía, el órgano jurisdiccional que conoce de un proceso en segunda instancia no puede empeorar la
situación del recurrente en caso de que sólo este hubiese recurrido la resolución emitida en primera
instancia.
Al respecto, el Tribunal Constitucional ya ha dejado establecida su posición, señalando que en materia
penal la interposición de un medio impugnatorio, aparte de determinar la competencia del órgano judicial
superior, también lleva implícitas dos prohibiciones: a) la de modificar arbitrariamente el ilícito penal por el
cual se le está sometiendo a una persona a proceso; b) aumentar la pena inicialmente impuesta si es que
ningún otro sujeto procesal, a excepción del representante del Ministerio Público, hubiera hecho ejercicio
de los medios impugnatorios (STC 1258-2005-HC/TC, fundamento 9)". (Exp. 04290-2010-HC FJ 2,3)

Principio ne bis in ídem.


14. "El Tribunal Constitucional ya ha señalado que el ne bis in ídem es un principio que informa la potestad
sancionadora del Estado, el cual impide –en su formulación material- que una persona sea sancionada o
castigada dos o más veces por una misma infracción cuando exista identidad de sujeto, hecho y
fundamento. En su vertiente procesal, en cambio, tal principio comporta que nadie pueda ser juzgado dos
veces por los mismos hechos, es decir, que un mismo hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos
o, si se quiere, que se inicien dos procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la
dualidad de procedimientos, así como el inicio de un nuevo proceso cuando concurra la referida triple
identidad entre ambos procesos (Cfr. Expediente Nº 2050-2002-HC/TC, Carlos Ramos Colque, fundamento
19).
Asimismo, este Tribunal Constitucional ha desarrollado el concepto del ne bis in ídem, precisando que en
aquellos casos en los que el primer proceso seguido contra el procesado fue declarado nulo, no existiría tal
vulneración del derecho. En efecto, dado que la exigencia primaria y básica de la dimensión procesal del
ne bis in ídem es impedir que el Estado arbitrariamente persiga criminalmente a una persona por más de
una vez, este Tribunal considera que tal arbitrariedad no se genera en aquellos casos en los que la
instauración y la realización de un proceso penal se efectúan como consecuencia de haberse declarado la
nulidad del primer proceso, tras constatarse que este último se realizó por una autoridad jurisdiccional que
carecía de competencia ratione materiae para juzgar un delito determinado. Y es que la garantía al interés
constitucionalmente protegido por este derecho no opera por el solo hecho de que se le oponga la
existencia fáctica de un primer proceso, sino que es preciso que este sea jurídicamente válido (Expediente
Nº 4587-2004-AA/TC; caso Santiago Martín Rivas, fundamento 74)". (Exp. 00916-2009-HC FJ 3,4)

Anomalía en la notificación de un acto procesal no implica , per se, violación de los derechos al
debido proceso.
15. "Respecto a la falta de notificación del auto de apertura de instrucción, el Tribual Constitucional precisó en
el Expediente Nº 4304-2004-AA/TC, que la notificación es un acto procesal cuyo cuestionamiento o
anomalía no genera, per se, violación de los derechos al debido proceso o a la tutela procesal efectiva;
para que ello ocurra resulta indispensable la constatación o acreditación indubitable por parte de quien
alega la violación de debido proceso, de que con la falta de una debida notificación se ha visto afectado de
modo real y concreto el derecho de defensa u otro derecho constitucional directamente implicado en el
caso concreto. Esto se entiende desde la perspectiva de que los procesos constitucionales no son una
instancia a la que pueden extenderse las nulidades o impugnaciones del proceso judicial ordinario, ni
pueden convertirse en un medio para la articulación de estrategias de defensa luego de que una de las
partes haya sido vencida en un proceso judicial" (Exp. 04503-2011-HC FJ 4)

Falta de independencia en el acto de elección de los árbitros no supuesto de interposición del


recurso de anulación.
16. . "... ¿el cuestionamiento conjunto sobre la falta de independencia en el acto de elección de los árbitros y
la derivada presunta parcialidad de estos con una de las partes se encuentra contenido dentro de algún
supuesto para la interposición del recurso de anulación? Este Colegiado considera que no, toda vez que ya
sea por la vía de la aplicación literal o por la vía de la interpretación de las causales de procedibilidad del
recurso de anulación contenidos en la Ley General de Arbitraje, aplicable al caso concreto, no es posible,
sin desfigurar intensamente la norma legal, admitir que se había previsto el recurso de anulación como vía
previa para la instalación del proceso de amparo cuando se cuestiona un asunto constitucional relacionado
esencialmente con la independencia en la actuación del CSA al tramitar y emitir las resoluciones
cuestionadas y a la derivada presunta parcialidad del árbitro Jorge Vega Velasco en la tramitación del caso
arbitral 967-107-2004, al haber sido designado éste por Vocales del CSA quienes habrían sido influidos en
su tarea de elección del árbitro en cuestión, viciándose todo el proceso a partir de la emisión de la
Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL de fecha 29 de marzo del 2005. Y es que ni el artículo 61º ni
el 73º de la Ley General de Arbitraje, invocados por la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima para desestimar la demanda, incorporan causal alguna relacionada con dichas cuestiones que
permitan interponer el recurso de anulación, ni es posible interpretar a partir de dicha configuración
normativa que el referido recurso se encontraba habilitado". (Exp. 02851-2010-AA FJ 8)

Principio de reformatio in peius como garantía del debido proceso.


17. "... la interdicción del principio reformatio in peius o “reforma peyorativa de la pena”, este principio es una
garantía del debido proceso implícita en nuestro texto constitucional, que consiste en atribuirle una
competencia revisora restringida a los aspectos de la resolución impugnada que le resultan desfavorables
a la parte quejosa. En atención a dicho principio y a lo dispuesto en el artículo 300°, inciso 3, del Código
de Procedimientos Penales, modificado por el Decreto Legislativo Nº 959, si el sentenciado solamente
solicita la nulidad de la sentencia condenatoria, entonces el ius puniendi del Estado, cuyo poder se expresa
en la actuación de la instancia decisoria, no podrá modificar la condena sancionando por un delito que
conlleve una pena más grave que la impuesta en anterior instancia. Distinto es el caso en que el propio
Estado, mediante el Ministerio Público, haya mostrado su disconformidad con la pena impuesta, vía la
interposición del medio impugnatorio, pues en tal circunstancia, el juez de segunda instancia queda
investido de la facultad de aumentar la pena, siempre que ello no importe una afectación del derecho a la
defensa, esto es, siempre que no se sentencie sobre la base de un supuesto que no haya sido materia de
acusación (Exp. N.° 0553-2005-PHC/TC)". (Exp. 03762-2010-HC FJ 6)

Elementos para la razonabilidad del plazo según la Corte Interamericana de Derechos


Humanos.
18. "En la sentencia del Caso Kawas Fernández vs. Honduras, la Corte IDH reafirmó que: “112. (…) ha
establecido que es preciso tomar en cuenta cuatro elementos para determinar la razonabilidad del plazo:
a) complejidad del asunto, b) actividad procesal del interesado, c) conducta de las autoridades judiciales,
y d) afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso”.
A la luz de estos cuatros elementos, que en algunos casos han sido analizados en su integridad por la
Corte IDH y en otros casos no.

§4.2.1. La complejidad del asunto


La complejidad del proceso penal tiene que determinarse en función de las circunstancias de jure y de
facto del caso concreto, que a su vez, alternativamente, pueden estar compuestas por: a) el
establecimiento y esclarecimiento de los hechos, los cuales pueden ser simples o complejos; b) el análisis
jurídico de los hechos por los cuales se inicia el proceso penal; c) la prueba de los hechos, la cual puede
ser difícil, necesariamente prolongada o de complicada actuación; y, d) la pluralidad de agraviados o
inculpados, con sus respectivas defensa, entre otros elementos.

§4.2.2. La actividad o conducta procesal del imputado


Con relación a la conducta procesal, cabe destacar que ésta puede ser determinante para la pronta
resolución del proceso o para su demora, en el caso que el imputado demuestre un comportamiento
procesal obstruccionista o dilatorio.
Por ello, para determinar si la conducta procesal del imputado ha contribuido a la demora en la resolución
del proceso penal, es necesario verificar si ésta ha sido obstruccionista o dilatoria y si ha transcendido o
influido en la resolución de éste, para lo cual debe tenerse presente si ha hecho uso abusivo e innecesario
de los instrumentos que la ley pone a su disposición, bajo la forma de recursos o de otras figuras.

§4.2.3. La conducta de las autoridades judiciales


Para evaluar la conducta o comportamiento de las autoridades judiciales es necesario tener presente: a) la
insuficiencia o escasez de los tribunales; b) la complejidad del régimen procesal; y c) si los actos
procesales realizados han contribuido, o no, a la pronta resolución del proceso penal.

§4.2.4. La afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso


Este cuarto elemento importa determinar si el paso del tiempo del proceso penal incide o influye de
manera relevante e intensa en la situación jurídica (derechos y deberes) del demandante. Ello con la
finalidad de que el proceso penal discurra con más diligencia a fin de que el caso se resuelva en un tiempo
breve, si es que éste incide o influye de manera relevante e intensa sobre la situación jurídica del
demandante, es decir, si la demora injustificada le puede ocasionar al imputado daño psicológico y/o
económico". (Exp. 05350-2009-HC FJ De 22 a 27)

Duración de la detención provisional en procesos ordinarios y en procesos de naturaleza


compleja.
19. "... la duración de la detención provisional para los procesos ordinarios es de 18 meses, y que,
“[t]ratándose de procedimientos por delitos de tráfico ilícito de drogas, terrorismo, espionaje y otros de
naturaleza compleja seguidos contra más de diez imputados, en agravio de igual número de personas, o
del Estado, el plazo límite de detención se duplicará (...)”. Al respecto, en la sentencia recaída en el caso
James Ben Okoli y otro (Expediente Nº 0330-2002-HC/TC), el Tribunal Constitucional señaló que vencido
el plazo límite de detención sin haberse dictado sentencia en primer grado, la dúplica procede de manera
automática, y que su prolongación hasta por un plazo igual al límite se acordará mediante auto
debidamente motivado". (Exp. 01885-2010-HC FJ 3)

Resoluciones emitidas en el marco de un procedimiento administrativo disciplinario no están


excluidas del control constitucional respectivo.
20. "... debe quedar claro que no se está excluyendo el control constitucional a las resoluciones emitidas por
el Colegio de Abogados de Lima en el marco de un procedimiento administrativo disciplinario, puesto que
es posible que el juez constitucional pueda pronunciarse sobre la eventual restricción a los derechos
fundamentales suscitada en dicha sede, a efectos de verificar su legitimidad constitucional. Y ello es así
porque, cuando se ejercita una potestad exclusiva como es la de realizar un proceso investigatorio
disciplinario, dicha premisa tiende a ceder cuando lo que se invoca es un comportamiento manifiestamente
arbitrario u opuesto a los parámetros preestablecidos por la Constitución y la ley; sólo que si, tratándose
de un proceso constitucional de hábeas corpus, no se advierte la restricción directa o conexa del derecho a
la libertad individual, no será ésta la vía para cuestionarla, dado que excede el objeto de tutela de este
proceso constitucional libertario". (Exp. 00405-2010-HC FJ 3)

 Publicidad de los
procesos
 Procesos por
responsabilidad de
funcionarios públicos 139º. Son principios y derechos de la función
 Procesos por delitos jurisdiccional:
cometidos por medio
de la prensa
4. La publicidad en los procesos, salvo disposición
contraria de la ley.
Los procesos judiciales por responsabilidad de
funcionarios públicos, y por los delitos cometidos
por medio de la prensa y los que se refieren a
derechos fundamentales garantizados por la
Constitución, son siempre públicos.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2.4, 41, 51, 93, 100, 138.
Código Procesal Civil: Art. 206.
Código Procesal Penal: Arts. 268, 271.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 6, 10, 22, 33, 82 inc. 30, 131, 137.
TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8 inc. 5.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14 inc. 1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 227.


Constitución de 1979: Art. 233.3.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Dimensión colectiva y dimensión individual del derecho a la verdad .


1. “La Nación tiene el derecho de conocer la verdad sobre los hechos o acontecimientos injustos y dolorosos
provocados por las múltiples formas de violencia estatal y no estatal. Tal derecho se traduce en la
posibilidad de conocer las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las cuales ellos ocurrieron, así como
los motivos que impulsaron a sus autores. El derecho a la verdad es, en ese sentido, un bien jurídico
colectivo inalienable.
Al lado de la dimensión colectiva, el derecho a la verdad tiene una dimensión individual, cuyos titulares
son las víctimas, sus familias y sus allegados. El conocimiento de las circunstancias en que se cometieron
las violaciones de los derechos humanos y, en caso de fallecimiento o desaparición, del destino que corrió
la víctima por su propia naturaleza, es de carácter imprescriptible. Las personas, directa o indirectamente
afectadas por un crimen de esa magnitud, tienen derecho a saber siempre, aunque haya transcurrido
mucho tiempo desde la fecha en la cual se cometió el ilícito, quién fue su autor, en qué fecha y lugar se
perpetró, cómo se produjo, por qué se le ejecutó, dónde se hallan sus restos, entre otras cosas. El derecho
a la verdad no sólo deriva de las obligaciones internacionales contraídas por el Estado peruano, sino
también de la propia Constitución Política, la cual, en su artículo 44º, establece la obligación estatal de
cautelar todos los derechos y, especialmente, aquellos que afectan la dignidad del hombre, pues se trata
de una circunstancia histórica que, si no es esclarecida debidamente, puede afectar la vida misma de las
instituciones [...].
El Tribunal Constitucional considera que el derecho a la verdad proviene de una exigencia derivada del
principio de la forma republicana de gobierno. En efecto, la información sobre cómo se manejó la lucha
antisubversiva en el país, [o] ... cómo se produjo la acción criminal de los terroristas, constituye un
auténtico bien público o colectivo, y también contribuye con la realización plena de los principios de
publicidad y transparencia en los que se funda el régimen republicano, necesarios no sólo para conocer
estos luctuosos hechos, sino también para fortalecer el control institucional y social que ha de
fundamentar la sanción a quienes, con sus actos criminales, afectaron a las víctimas y en general a la
sociedad y el Estado...” (Expediente 2488-2002-HC/TC, Fundamentos Jurídicos 8, 9 y 18).

Deben brindarse facilidades para que el ciudadano tenga contacto directo en el desarrollo de
los procesos judiciales
2. "Nadie duda de la existencia de un proceso público, tal como lo ha establecido la Norma Fundamental
[artículo 139º, inciso 4)]. Todas las personas, salvo las restricciones impuestas normativamente, deben
conocer lo que pasa en los procesos judiciales, y para ello debe brindarse las mayores facilidades al
ciudadano para tener ese contacto con el proceso, ya sea al permitir el acceso de un expediente o al
conocer las opiniones de las partes gracias a los medios de comunicación. La salvaguarda señalada en el
fundamento anterior no admite que sean los jueces los que están informando constantemente sobre lo que
pasa en el proceso o que puedan dar a conocer su razonamiento, al significar esto en el fondo un adelanto
de opinión. Los jueces hablan a través de su trabajo jurisdiccional. Lo contrario desdeciría la esencia del
proceso y de los fines que estos cumplen dentro del Estado constitucional, poniendo en riesgo la justicia
misma y la posible ejecución de las sentencias que se puedan emitir como parte de un debido proceso.
Resolver conflictos de intereses intersubjetivos e incertidumbres jurídicas implica ciertas cargas a las
personas que ejercen el rol de juez". (Exp. 00006-2009-AI FJ 35)

Derecho a la pluralidad de la instancia.


3. "... cabe precisar que, este Tribunal Constitucional ha interpretado que la garantía consagrada en el
artículo 139.4. de la Constitución, referida a la pluralidad de la instancia, permite que una instancia
superior revise lo actuado por la instancia inferior, siempre que ello sea posible, conforme al diseño del
proceso que corresponda; por ello, el contenido de las normas procesales que establecen los efectos con
los que se deben conceder los recursos en los procesos ordinarios, no solamente es infraconstitucional sino
que además no forma parte del contenido constitucionalmente protegido o garantizado por la norma
precitada (Cf. Exp. Nº9729-2005-HC/TC. Caso: Edgar Ivo Ramírez Verástegui y otros. FJ. Nº 8)". (Exp.
02626-2009-HC FJ 4)

La falta de información acerca de los cargos imputados lesiona el derecho a la defensa


4. "... lo expuesto en el considerando precedente cobra singular relevancia en el caso de autos, toda vez que
este Colegiado, como lo sostiene la parte demandante, es de la opinión que el derecho de defensa,
consagrado en el artículo 139º inciso 4 de la Constitución, obliga al juez a precisar en el auto de apertura
de instrucción la específica calificación jurídica asignada al hecho imputado. En efecto, como se mencionó
en la STC N° 3390-2005-PHC/TC (FJ 14): '(...) el juez penal cuando instaura instrucción por el delito por
falsificación de documentos en general, omitiendo pronunciarse en cuál de las modalidades delictivas
presumiblemente habría incurrido la imputada, y al no precisar si la presunta falsificación de documentos
que se imputa a la favorecida está referida a instrumentos públicos o privados, lesiona su derecho a la
defensa, toda vez que, al no estar informada con certeza de los cargos imputados, se le restringe la
posibilidad de declarar y defenderse sobre hechos concretos, o sobre una modalidad delictiva determinada
y, con ello, la posibilidad de aportar pruebas concretas que acrediten la inocencia que aduce'". (Exp.
01030-2007-HC FJ 6)

Juez puede mantener en reserva , por tiempo determinado , una actuación.


5. "... en nuestro ordenamiento jurídico el Juez puede disponer que una actuación se mantenga en reserva
por un tiempo determinado cuando considere que su conocimiento puede entorpecer el éxito de las
investigaciones (artículo 73º, Código de Procedimientos Penales). Evidentemente, esta facultad está
sometida a un control de constitucionalidad bajo el canon del principio de proporcionalidad, lo cual implica
que el Juez no podrá establecer dicha reserva si es que no existen elementos objetivos que lo justifiquen o
si es que se establece un período irrazonable de reserva, en cuyos supuestos si se vulneraría el debido
proceso.
Sin embargo, esto no sucede en el presente caso. El Tribunal estima que dicho principio se ha observado,
en la medida que la justificación de la reserva radica no sólo en que el eventual conocimiento del
contenido del “documento reservado” pone en peligro las investigaciones ampliatorias que se vienen
realizando (fojas 6); sino también en que la Constitución consagra como un bien constitucional la salud
pública, de ahí que establezca, en su artículo 8º, que 'el Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de
drogas (...)'". (Exp. 08696-2005-HC FJ 8,9)

139º. Son principios y derechos de la función


 Motivación escrita de jurisdiccional:
las resoluciones
judiciales 5. La motivación escrita de las resoluciones judiciales
en todas las instancias, excepto los decretos de
mero trámite, con mención expresa de la ley
aplicable y de los fundamentos de hecho en que se
sustentan.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 10, 2 inc. 24.f y 154 inc. 3.
Código Penal: Art. V.
Código Procesal Civil: Arts. 121, 155, 157 inc. 11, 176, 611.
Código Procesal Penal: Arts. 136, 137, 302-304, 312, 313.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 6, 12, 22, 142, 145, 203.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 41.
ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 227.


Constitución de 1979: Art. 233.4.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427, 1620.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Concordancia entre los considerandos y las partes resolutivas de las sentencias.


1. “[Cuando] la Constitución exige, en su artículo 139º, inciso 5º, ‘... la motivación escrita de las
resoluciones... y de los fundamentos... en que se sustentan’, obviamente está exigiendo la concordancia y
la congruencia entre los considerandos y las partes dispositivas o resolutivas de las sentencias, lo que
significa, por lo menos, que no se puede pedir que el cuerpo colegiado-sentenciador, diga una cosa en los
considerandos, y la contraria, precisamente la contraria, en el fallo mismo...” (Expediente 0005-1996-
AI/TC, Voto singular conjunto de los Magistrados Aguirre Roca, Rey Terry y Revoredo, Considerando 5).

El respeto a la motivación de las resoluciones es un medio de protección del justiciable frente a


la arbitrariedad judicial.
2. "... el debido proceso en su variable de respeto a la motivación de las resoluciones, salvaguarda al
justiciable frente a la arbitrariedad judicial, toda vez que “garantiza que las resoluciones judiciales no se
encuentren justificadas en el mero capricho de los magistrados, sino en datos objetivos que proporciona el
ordenamiento jurídico o los que se deriven del caso” (Cfr. STC Nº 3943-2006-PA/TC, fundamento 4)".
(Exp. 00460-2012-AA FJ 5)

Derecho de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio y un derecho


constitucional de los justiciables.
3. "El Tribunal ha establecido que la necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un
principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, es un derecho
constitucional de los justiciables. Mediante la motivación, por un lado, se garantiza que la impartición de
justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículos 45° y 138.° de la
Constitución) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de defensa;
en ese sentido, la alegada vulneración del derecho a la debida motivación del auto de apertura debe ser
analizada de acuerdo con el artículo 77° del Código de Procedimientos Penales, que establece como
requisitos para el dictado del auto de apertura de instrucción que de los actuados aparezcan indicios
suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que se haya individualizado a
los inculpados y que la acción penal no haya prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción
penal". (Exp. 02660-2012-HC FJ 3)

Derecho a la motivación de resoluciones judiciales.


4. "... si bien el recurrente invoca el derecho a la motivación de resoluciones judiciales y los principios de
razonabilidad y proporcionalidad, su cuestionamiento se encuentra referido a que los magistrados
emplazados no valoraron adecuadamente las cualidades del interno y el cumplimiento de la reparación
civil que ha venido realizando; por lo que, siendo así, se advierte que lo que en puridad pretende el
accionante es que la justicia constitucional se arrogue las facultades reservadas al juez ordinario y que,
cual suprainstancia, proceda al reexamen de la resolución que declaró improcedente el pedido de
semilibertad y la resolución que la confirma; siendo así, su pedido estaría sustentado en un alegato de
valoración probatoria y no en su presunta inconstitucionalidad que haga viable la procedencia del hábeas
corpus". (Exp. 02262-2012-HC FJ 3)

Necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio-derecho de los


justiciables.
5. "El Tribunal Constitucional ha establecido que la necesidad de que las resoluciones judiciales sean
motivadas es un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y que, al mismo tiempo, es
un derecho constitucional de los justiciables. Mediante la motivación, por un lado, se garantiza que la
impartición de justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículos 45° y 138.°
de la Constitución Política del Perú) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su
derecho de defensa; en ese sentido, la alegada vulneración del derecho a la debida motivación del auto de
apertura debe ser analizada de acuerdo a lo señalado en el artículo 77° del Código de Procedimientos
Penales, que establece como requisitos para el dictado del auto de apertura de instrucción que de los
actuados aparezcan indicios suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que
se haya individualizado a los inculpados y que la acción penal no haya prescrito o no concurra otra causa
de extinción de la acción penal.
Desde esta perspectiva constitucional y a tenor de lo dispuesto en el artículo 77° del Código de
Procedimientos Penales, que regula la estructura del auto de apertura de instrucción, este Colegiado
aprecia que el auto de procesamiento de fecha 7 de diciembre del 2010, a fojas 13 de autos, no se adecua
a lo que estipulan tanto la Constitución como la ley procesal penal citada ya que de los hechos expuestos
en el auto cuestionado no se aprecia la descripción fáctica, la vinculación ni el grado de participación del
recurrente en los delitos imputados que permita sustentar la apertura del proceso penal; la única
referencia que se hace del recurrente es cuando se señala “(…) la misma que correspondía a la Empresa
de Transportes ETA TRANSPORTES S.A.C. de propiedad del denunciado Jorge Orlando
AnticonaValdiviezo(…)”; en consecuencia la demanda debe ser estimada". (Exp. 01410-2012-HC FJ 2,3)

Mínimo de motivación exigible para las resoluciones judiciales.


6. "Este Tribunal ya se ha referido, básicamente, al mínimo de motivación exigible atendiendo a las razones
de hecho o de derecho indispensables para considerar que la decisión está debidamente motivada. Si bien
no se trata de dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la insuficiencia, vista aquí en
términos generales, solo resultará relevante desde una perspectiva constitucional si la ausencia de
argumentos o la “insuficiencia” de fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que en sustancia se está
decidiendo (STC Nº 1701-2008-PHC/TC)". (Exp. 01351-2011-HC FJ 5)

Violación del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales.


7. "Como se puede apreciar, en criterio de la Sala Civil Permanente, no sólo resulta que los Ejecutores
Coactivos deben estar acreditados ante todas las entidades taxativamente señaladas en el artículo 3.3. del
Reglamento de la Ley de Ejecución Coactiva para hacer cumplir sus mandatos, sino que también tales
entidades están obligadas a exigir el cumplimiento escrupuloso de dicha acreditación, pudiendo negarse,
en su criterio, a ejecutar medidas cautelares que no satisfagan el mencionado requisito.
A juicio del Tribunal Constitucional, tal razonamiento vulnera el derecho a la motivación de las
resoluciones judiciales en un doble sentido: en primer lugar, porque los argumentos brindados por la Sala
Civil Permanente están insuficientemente motivados, pues no resuelven con un mínimo de solvencia la
causal de casación formulada en su momento por la parte demandante; y en segundo lugar, porque
incurre en un supuesto de motivación incongruente, al momento de enunciar un argumento ultra petita
que no había sido invocado por el demandante". (Exp. 00037-2012-AA FJ 38,39)

Derecho a la motivación debida de las decisiones de las entidades públicas forma parte del
contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva.
8. "... debe tenerse presente que en todo Estado Constitucional y Democrático de Derecho, la motivación
debida de las decisiones de las entidades públicas -sean o no de carácter jurisdiccional- es un derecho
fundamental que forma parte del contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva. El derecho a
la motivación debida constituye una garantía fundamental en los supuestos en que con la decisión emitida
se afecta de manera negativa la esfera o situación jurídica de las personas. Así, toda decisión que carezca
de una motivación adecuada, suficiente y congruente, constituirá una decisión arbitraria y, en
consecuencia, inconstitucional". (Exp. 02061-2011-AA FJ 13)

Los razonamientos de las resoluciones deben exponer de manera clara, congruente, lógica y
jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que justifican la decisión.
9. "... corresponde recordar que el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales garantiza un
razonamiento {elementos y razones de juicio} que no sea aparente, defectuoso o irrazonable, sino que
exponga de manera clara, congruente, lógica y jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que
justifican la decisión.
Asimismo, cabe recordar que en las SSTC 6712-2005-PHCITC, 1014-2007-PHCITC y 03736-2010-PAITC se
precisó que el derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa garantiza que las
pruebas admitidas, incorporadas y actuadas dentro del proceso sean valoradas de manera adecuada y con
la motivación debida". (Exp. 05488-2011-AA FJ 3)

Vulneración de la garantía constitucional de la motivación.


10. "... en aras de una correcta ejecución de lo decidido, y para dar cabal cumplimiento a la sentencia, como
lo manifiesta el Procurador Público competente, cl Tribunal Constitucional estima oportuno precisar que la
sentencia de autos ha sido emitida en función de un órgano colegiado como el Consejo Nacional de la
Magistratura, al haberse acreditado que con su decisión vulneró la garantía constitucional de la
motivación, y no en razón de las personas que lo integran, de manera que, independientemente de que
haya dos nuevos consejeros, es dicho órgano constitucional con sus actuales integrantes el que debe
proceder a cmitir un nuevo acuerdo, debiendo todos sus miembros actuales, previamente, votar su
decisión". (Exp. 04944-2011-AA FJ 4)

Derecho a la motivación de las resoluciones judiciales salvaguarda al justiciable frente a la


arbitrariedad judicial.
11. "... el debido proceso es un derecho continente, pues alberga múltiples garantías y derechos
fundamentales que limitan el ejercicio de la función jurisdiccional, consecuentemente, la afectación de
cualquiera de aquellos que lo integran lesiona su contenido constitucionalmente protegido.
Así, el contenido constitucionalmente protegido del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales
salvaguarda al justiciable frente a la arbitrariedad judicial, toda vez que “garantiza que las resoluciones
judiciales no se encuentren justificadas en el mero capricho de los magistrados, sino en datos objetivos
que proporciona el ordenamiento jurídico o los que se deriven del caso (Cfr. STC Nº 3943-2006-PA/TC,
fundamento 4)". (Exp. 04131-2011-AA FJ 5)

Decisiones administrativas también deben ser debidamente motivadas.


12. "La motivación de las decisiones administrativas no tiene referente constitucional directo. No obstante, se
trata de un principio constitucional implícito en la organización del Estado Democrático que se define en
los artículos 3º y 43º de la Constitución, como un tipo de Estado contrario a la idea del poder absoluto o
arbitrario. En el Estado Constitucional Democrático, el poder público está sometido al Derecho, lo que
supone, entre otras cosas, que la actuación de la Administración deberá dar cuenta de esta sujeción a fin
de despejar cualquier sospecha de arbitrariedad. Para lograr este objetivo, las decisiones de la
Administración deben contener una adecuada motivación, tanto de los hechos como de la interpretación
de las normas o el razonamiento realizado por el funcionario o colegiado, de ser el caso.
En el mismo sentido, a nivel de doctrina se considera que la motivación supone la exteriorización
obligatoria de las razones que sirven de sustento a una resolución de la Administración, siendo un
mecanismo que permite apreciar su grado de legitimidad y limitar la arbitrariedad de su actuación. La
motivación permite pues a la Administración poner en evidencia que su actuación no es arbitraria, sino
que está sustentada en la aplicación racional y razonable del derecho y su sistema de fuentes.
El derecho a la debida motivación de las resoluciones importa pues que la administración exprese las
razones o justificaciones objetivas que la lleva a tomar una determinada decisión. Esas razones, por lo
demás, pueden y deben provenir no sólo del ordenamiento jurídico vigente y aplicable al caso, sino de los
propios hechos debidamente acreditados en el trámite del proceso". (Exp. 04944-2011-AA FJ De 17 a 19)

Derecho a la motivación de las decisiones de las entidades públicas forma parte del contenido
esencial del derecho a la tutela procesal efectiva.
13. "En todo Estado constitucional y democrático de Derecho, la motivación debida de las decisiones de las
entidades públicas –sean o no de carácter jurisdiccional– es un derecho fundamental que forma parte del
contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva. El derecho a la motivación debida constituye
una garantía fundamental en los supuestos en que con la decisión emitida se afecta de manera negativa la
esfera o situación jurídica de las personas. Así, toda decisión que carezca de una motivación adecuada,
suficiente y congruente, constituirá una decisión arbitraria y, en consecuencia, será inconstitucional.
La motivación de las decisiones administrativas no tiene referente constitucional directo. No obstante, se
trata de un principio constitucional implícito en la organización del Estado Democrático que se define en
los artículos 3º y 43º de la Constitución, como un tipo de Estado contrario a la idea del poder absoluto o
arbitrario. En el Estado Constitucional Democrático, el poder público está sometido al Derecho, lo que
supone, entre otras cosas, que la actuación de la Administración deberá dar cuenta de esta sujeción a fin
de despejar cualquier sospecha de arbitrariedad. Para lograr este objetivo, las decisiones de la
Administración deben contener una adecuada motivación, tanto de los hechos como de la interpretación
de las normas o el razonamiento realizado por el funcionario o colegiado, de ser el caso.
En el mismo sentido, a nivel de doctrina se considera que la motivación supone la exteriorización
obligatoria de las razones que sirven de sustento a una resolución de la Administración, siendo un
mecanismo que permite apreciar su grado de legitimidad y limitar la arbitrariedad de su actuación. La
motivación permite pues a la Administración poner en evidencia que su actuación no es arbitraria, sino
que está sustentada en la aplicación racional y razonable del derecho y su sistema de fuentes.
El derecho a la debida motivación de las resoluciones importa pues que la administración exprese las
razones o justificaciones objetivas que la lleva a tomar una determinada decisión. Esas razones, por lo
demás, pueden y deben provenir no sólo del ordenamiento jurídico vigente y aplicable al caso, sino de los
propios hechos debidamente acreditados en el trámite del proceso.
De otro lado, la motivación puede generarse previamente a la decisión –mediante los informes o
dictámenes correspondientes– o concurrentemente con la resolución, esto es, puede elaborarse
simultáneamente con la decisión. En cualquier caso, siempre deberá quedar consignada en la resolución.
La Administración puede cumplir la exigencia de la motivación a través de la incorporación expresa, de
modo escueto o extenso, de sus propias razones en los considerandos de la resolución, como también a
través de la aceptación íntegra y exclusiva de lo establecido en los dictámenes o informes previos emitidos
por sus instancias consultivas, en cuyo caso los hará suyos con mención expresa en el texto de la
resolución, identificándolos adecuadamente por número, fecha y órgano emisor.
Es por ello que este Tribunal reitera que un acto administrativo dictado al amparo de una potestad
discrecional legalmente establecida resulta arbitrario cuando solo expresa la apreciación individual de
quien ejerce la competencia administrativa, o cuando el órgano administrativo, al adoptar la decisión, no
expresa las razones que lo han conducido a adoptar tal decisión; de modo que, como ya se ha dicho,
motivar una decisión no solo significa expresar únicamente al amparo de qué norma legal se expide el acto
administrativo, sino, fundamentalmente, exponer en forma sucinta –pero suficiente– las razones de hecho
y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada". (Exp. 03891-2011-AA FJ De 16 a 21)

Motivación de las decisiones sancionatorias es un componente esencial del debido proceso.


14. "... este Colegiado ha sostenido que uno de los componentes esenciales del debido proceso lo constituye la
exigencia de justificar o motivar la decisión sancionatoria, que implica por lo menos la expresión ordenada
y clara de la norma que contiene la sanción, la acreditación suficiente de los hechos que la citada norma
ha establecido como prohibidos, así como la lógica derivación de la respectiva conclusión de sancionar.
Que, en el presente caso, se aprecia principalmente que la imposición del pago de una multa de tres
Unidades de Referencia Procesal y de las costas y costos, como consecuencia de haberse denegado el
recurso de casación por razones de inadmisibilidad o improcedencia, no se encuentra suficientemente
justificada en la Ejecutoria Suprema de fecha 10 de junio de 2009, que aplica las sanciones cuestionadas
(fojas 7), ya que la misma omite toda precisión respeto de las razones que sustentan su procedencia a la
luz del Código Procesal Civil, lo que además de comportar un criterio notoriamente arbitrario, resulta
contrario al principio de motivación resolutoria que toda decisión judicial debe suponer; todo lo cual
permite concluir a este Colegiado que la demanda contiene asuntos de relevancia constitucional
relacionados con la eventual arbitrariedad de las sanciones impuestas al recurrente, las cuales, en efecto,
podrían incidir sobre su derecho de propiedad (patrimonio), razones por las cuales se considera que debe
procederse a revocar las decisiones impugnadas, ordenándose la admisión a trámite de la demanda de
amparo con audiencia de los demandados y/o interesados a efectos de verificar la vulneración de los
derechos alegados por el recurrente". (Exp. 02137-2011-AA FJ 5,6)

Motivación de las resoluciones judiciales.


15. "... este Colegiado aprecia que la fundamentación que sustente la resolución que desestimó el pedido de
variación del mandato de detención del actor cumple con la exigencia constitucional de la motivación de
las resoluciones judiciales toda vez que expresa una suficiente justificación que resulta razonable a efectos
de confirmar la improcedencia de la pretendida variación del mandato de detención del actor. En efecto,
conforme se refiere en la desestimación del pedido de variación de la detención, el contar con un domicilio
fijo no implica per se la remoción del peligro procesal, pues en el caso se exponen otras circunstancias que
validan la improcedencia del pedido del actor como lo es la persistencia de elementos probatorios que
vinculan al apelante con la comisión de los delitos dolosos materia de litis, que los nuevos actos de
investigación no han variado que la pena probable a imponerse sea por debajo del año de pena privativa
de la libertad, la ocupación del procesado antes de su aprensión no permite determinar una actividad que
genere su arraigo y, además, su posición de dirección respecto de la aludida organización criminal y su
preparación como personal altamente cualificado en cuanto a la temática que precisamente constituye la
materia del delito imputado (lo que se motiva en la desestimación del pedido de la variación) comporta, a
juicio de este Tribunal, que la desestimación de la pretendida variación de la medida coercitiva no resulte
inconstitucional.
Se debe agregar que la imposición del mandato de detención o su mantenimiento sustentados únicamente
en la gravedad de la pena a imponerse resulta inconstitucional; por el contrario, resulta válido que dicha
argumentación abone a la motivación suficiente que pueda contener la medida, lo cual debe ser apreciado
en el caso en concreto, resultando que en el caso de autos su concurrencia argumentativa no comporta
una afectación al derecho a la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 02636-2011-HC FJ 8,9)

Decisiones judiciales se fundan en la deliberación y raciocinio , mediante el razonamiento


jurídico.
16. "... mientras que la ley es producto del ejercicio de una función representativa, en la que sus acuerdos y
decisiones se fundan en la voluntad política de las mayorías y su legitimidad descansa en su relación con
la representación del cuerpo electoral; las decisiones judiciales, en cambio, se fundan en la deliberación y
son, en ese sentido, el resultado del ejercicio de una función esencialmente cultural. Y la cultura jurídica, o
lo que Sir Edward Coke denominara la “razón artificial” del derecho, como cualquier otra manifestación
cultural, no adopta sus decisiones en base al principio mayoritario, sino por medio del raciocinio y la
deliberación, mediante ese instrumento que se llama “razonamiento jurídico”, que impone sujeción y
respecto a ciertas reglas que disciplinan la estructura racional del proceso de interpretación y aplicación de
normas.
De ahí que si en el caso de las leyes la motivación no sea una conditio sine quanom de su validez, en
cambio, en el caso de las decisiones judiciales el no obrar conforme al ´correcto´ razonar en el proceso de
determinación, identificación, adscripción o proposición de significados a un texto legal, con miras a
resolver un caso; en definitiva, el no motivar o no argumentar (o hacerlo deficientemente), invalide su
propia actividad". (Exp. 00005-2011-AI FJ 9)

Vulneración al derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales.


17. "El recurrente aduce que en la tramitación del proceso sobre impugnación de resolución administrativa
(Exp. Nº 2004-222-INH-17-1401-JL-03) se le ha vulnerado su derecho al debido proceso por haberse
decretado el embargo en forma de retención sobre la Cuenta Corriente del Gobierno Regional, obviando
determinar si la Cuenta embargada constituía un bien de dominio privado y, por lo tanto, embargable; lo
cual advierte a este Colegiado que la demanda contiene un asunto de relevancia constitucional relacionado
con la eventual vulneración del derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales. Por esta
razón, se debe revocar la decisión impugnada ordenándose la admisión a trámite de la demanda de
amparo con audiencia de los demandados y/o interesados a los efectos de verificar la vulneración de los
derechos alegados por el recurrente". (Exp. 02759-2011-AA FJ 3)

Las resoluciones deben de motivarse con fundamentos objetivo y coherentes con la materia de
pronunciamiento.
18. "... el derecho a la motivación de las resoluciones comporta, de manera general, una exigencia en el
sentido de que los fundamentos que sustentan la resolución deben ser objetivos y coherentes con la
materia de pronunciamiento, quedando fuera de ella consideraciones de orden subjetivo o que no tienen
ninguna relación con el objeto de resolución. Tan arbitraria es una resolución que no está motivada o está
deficientemente motivada como aquella otra en la cual los fundamentos no tienen una relación lógica con
lo que se está resolviendo.
Que en lo que a la motivación de las resoluciones de destitución de magistrados expedidas por el Consejo
Nacional de la Magistratura se refiere, este Tribunal ha establecido (Cfr. STC Nº 5156-2006-PA/TC) que la
debida motivación de las resoluciones que imponen sanciones no constituye sólo una exigencia de las
resoluciones judiciales, sino que se extiende a todas aquellas –al margen de si son judiciales o no, como
las administrativas– que tienen por objeto el pronunciamiento sobre el ejercicio de una función. Asimismo,
deben fundamentarse en la falta disciplinaria, es decir, en fundamentos que están dirigidos a sustentar la
sanción de destitución. Es imperativo, entonces, que las resoluciones sancionatorias contengan una
motivación adecuada a derecho, como una manifestación del principio de tutela jurisdiccional e
interdicción de la arbitrariedad. Así, la exigencia constitucional de motivación de las resoluciones
sancionatorias del Consejo Nacional de la Magistratura se cumple cuando dicho órgano fundamenta
cumplidamente su decisión de imponer una sanción, lo cual excluye aquellos argumentos subjetivos o que
carecen de una relación directa e inmediata con la materia que es objeto de resolución y con la imposición
de la sanción misma". (Exp. 01807-2011-AA FJ 13,14)

Motivación y sustentación de forma idónea de las decisiones que tomen las entidades que
suministren servicios eléctricos , en protección a los usuarios.
19. ."El caso de autos se relaciona con lo que la doctrina constitucional considera la protección al usuario,
mediante la cual no solo se tiene derecho a recibir servicios esenciales –como ocurre en el caso de autos,
en el que ha sido negado el suministro eléctrico–, sino también a que estos sean dispensados en
condiciones óptimas o, al menos, favorables. De asumirse que lo único que importa es el servicio y no la
manera como éste se brinde, simplemente se estaría pasando por encima de la Constitución. Y es que un
Estado de derecho que proclama como valor primordial la defensa de la persona, no puede desatenderse
de mecanismos con los que efectivamente se garantice su protección adecuada.
En el caso concreto queda claro que aunque las entidades demandadas hayan cumplido con motivar y
sustentar las razones por las cuales deniegan el suministro eléctrico, no se advierte que esta motivación
haya sido ejercida de una forma eficiente o idónea, conforme lo impone la Constitución, de manera que,
atendiendo al recuento normativo invocado por las emplazadas, queda claro que la instalación del
suministro eléctrico resultaba perfectamente viable". (Exp. 01865-2010-AA FJ 39,40)

 Pluralidad de
instancia 139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
6. La pluralidad de la instancia.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 141, 143 y 148.
Código Procesal Civil: Arts. X, 355, 364-383, 494.
Código Procesal Penal: Arts. I, 12, 295 inc. 6, 305, 306, 328-344, 370-372.
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8 inc. 2h.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 6, 11, 30, 33, 35, 40-43, 49 inc. 5, 50 inc. 3, 51 inc. 5, 59.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14 inc. 5.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.1.h.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.5.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 221.
Constitución de 1979: Art. 233.18.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Imposibilidad de impugnar una resolución por haber sido dictada en última instancia de un
procedimiento administrativo no conlleva a una afectación del derecho a la pluralidad de
instancias.
1. “[No] es ajeno a este Tribunal, que no siempre y en todos los casos es posible extrapolar acríticamente
las garantías del debido proceso judicial al derecho al debido procedimiento administrativo. Así, por
ejemplo, si en sede judicial uno de los contenidos del derecho en referencia lo constituye el de la
necesidad de respetarse el juez natural o pluralidad de instancias, en el caso del procedimiento
administrativo, en principio, que el acto haya sido expedido por un órgano incompetente genera un vicio
de incompetencia, pero no la violación del derecho constitucional. Y, en el caso de que no se pueda
acudir a una instancia administrativa superior por haber sido expedido el acto por la última instancia en
esa sede, ello desde luego no supone, en modo alguno, que se haya lesionado el derecho a la pluralidad
de instancias...” (Expediente 2209-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 19).

Derecho a los medios impugnatorios.


2. "... el derecho a los medios impugnatorios es un derecho de configuración legal, mediante el cual se
posibilita que lo resuelto por un órgano jurisdiccional pueda ser revisado por un órgano jurisdiccional
superior. Asimismo ha considerado que en tanto derecho de configuración legal, corresponde al
legislador crearlos, establecer los requisitos que se debe cumplir para que estos sean admitidos, además
de prefigurar el procedimiento que se deba seguir. Su contenido constitucionalmente protegido
garantiza que no se establezca y aplique condiciones de acceso que tengan el propósito de disuadir,
entorpecer o impedir irrazonable y desproporcionadamente su ejercicio. Excluida de ese ámbito de
protección se encuentra la evaluación judicial practicada en torno al cumplimiento, o no, de las
condiciones o requisitos legalmente previstos, en la medida en que no se aprecien errores de
interpretación relacionados fundamentalmente con una percepción incorrecta del significado del derecho
fundamental a los medios impugnatorios y, en particular, en lo relacionado con la extensión de su
ámbito de protección". (Exp. 01648-2012-HC FJ 3)

La pluralidad de instancias es un derecho que se materializa en sede jurisdiccional o en


aquellas que su naturaleza lo permita.
3. "Finalmente, los demandantes alegan que la Ley 29424, al disponer en su artículo 4 que las
resoluciones que expida la Comisión Reorganizadora agotan la vía previa, está limitando el derecho a la
pluralidad de instancia.
Sobre el particular, conviene recordar que el artículo 139, inciso 6) de la Constitución señala que “Son
principios y derechos de la función jurisdiccional (…) La pluralidad de la instancia”. Al respecto, este
Colegiado ha señalado que este derecho fundamental “forma parte del debido proceso y constituye una
garantía que ofrece el Estado Constitucional, mediante el cual se protege que las personas, naturales o
jurídicas, que participen en un proceso, tengan la oportunidad de que lo resuelto por un órgano
jurisdiccional sea revisado por un órgano funcionalmente superior, siempre que se haya hecho uso de
los medios impugnatorios pertinentes y que éstos sean formulados dentro del plazo legal” (STC 07566-
2005-PA/TC, fundamento jurídico 3).
Tal como se advierte de lo anterior, la pluralidad de instancias es un derecho que exige su plena
materialización en sede jurisdiccional, pudiendo exigirse también en otras sedes como la administrativa
o privada, entre otras, siempre y cuando la naturaleza de estas lo permita, de modo que habiéndose
advertido en el presente caso que el artículo 4º de la ley impugnada hace referencia a que la Comisión
Reorganizadora es la última instancia administrativa y existiendo la posibilidad que todo lo resuelto en
sede administrativa pueda ser cuestionada a nivel jurisdiccional –en la que se podrán contar con las
respectivas instancias de revisión–, debe desestimarse este extremo de la demanda". (Exp. 00037-
2009-AI FJ De 49 a 51)

Imposibilidad de establecer condiciones que entorpezcan el derecho de acceso a los recursos.


4. "... el derecho de acceso a los recursos es un derecho autónomo, aunque implícito, que forma parte del
derecho al debido proceso. Su ejercicio permite al justiciable recurrir una decisión judicial ante un
órgano superior, con la finalidad de que la controversia sea objeto de un nuevo examen. Igualmente,
este mismo Tribunal, ha establecido que se trata de un derecho de configuración legal y, en ese sentido,
que “(...) corresponde al legislador crearlos, establecer los requisitos que se debe cumplir para que
estos sean admitidos, además de prefigurar el procedimiento que se deba seguir. Su contenido
constitucionalmente protegido garantiza que no se establezca y aplique condiciones de acceso que
tengan el propósito de disuadir, entorpecer o impedir irrazonable y desproporcionadamente su ejercicio.
(STC 05194-2005-PA/TC).
En el caso de autos, los recurrentes interpusieron recurso de casación en contra de lo resuelto por la
Primera Sala Civil del Cono Norte que les ordenó desocupar, en el plazo de seis días, el inmueble
ubicado en el lote 11 Mz. B Cooperativa Miguel Grau, San Martín de Porras, Lima y restituirlo a favor de
William Darío Zelaya López. Tal como se aprecia a fojas 362, primer cuaderno, dicho recurso fue
concedido por la Primera Sala Civil del Cono Norte, y posteriormente fue elevado a la Sala Civil
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República quien resolvió declarar improcedente el
recurso de casación. (fojas 363, primer cuaderno).
De lo expuesto, se aprecia la existencia de un pronunciamiento emitido por la Corte Suprema de
Justicia, la cual se constituye en el órgano último o de cierre de la justicia ordinaria; no existiendo
órgano superior alguno, en la jerarquía del Poder Judicial, revestido de jurisdicción y competencia para
revisar, vía recurso de queja, las decisiones emitidas por la Corte Suprema de Justicia de la República.
Siendo así, el argumento de los recurrentes en cuanto sostienen que se vieron impedidos de interponer
el correspondiente recurso de queja por denegatoria de casación resulta inconsistente, al no producir
indefensión alguna a los derechos constitucionales de los mismos; más aún al haber ejercido éstos, en
el proceso judicial subyacente, sus derechos a la pluralidad de instancias al impugnar (apelar) la
sentencia que le fue adversa a sus intereses patrimoniales, y al no haber señalado -negligentemente-
domicilio procesal, dentro de la sede de la Sala de Casación, conforme lo ordena el Código Procesal
Civil". (Exp. 04556-2008-AA FJ 4,5)

Legislador es quien prevé la cantidad de instancias ( como mínimo dos), ante las cuales se
impugnan las resoluciones.
5. "... el derecho a la pluralidad de la instancia, reconocido en el artículo 139º inciso 6) de la
Constitución, tiene por objeto garantizar que todo justiciable tenga la oportunidad de que lo resuelto por
un órgano jurisdiccional sea revisado por un órgano superior de la misma naturaleza, siempre que se
haya hecho uso de los medios impugnatorios pertinentes, formulados dentro del plazo legal [Expediente
N° 03261-2005-AA/TC].
Si bien este derecho es uno de configuración legal, ello no justifica que el legislador pueda decidir si
prevé (o no) tales instancias. En efecto el inciso 6) del artículo 139º no precisa cuántas deben ser esas
instancias, pero sí establece que deba existir una instancia plural, por lo que el contenido
constitucionalmente garantizado exige que el legislador prevea, como mínimo, la doble instancia. Sin
duda, el número de instancias jurisdiccionales que el legislador contempla puede variar teniendo en
cuenta la naturaleza de las materias que se discuten en cada proceso, es decir, en caso se trate de un
proceso civil, penal, administrativo o constitucional". (Exp. 01755-2007-AA FJ 4)

Afectación al derecho a la pluralidad de instancias.


6. "... en el presente caso, este Tribunal debe determinar si la resolución en una sola instancia de una
excepción de naturaleza de acción deducida cuando ya ha sido emitida una sentencia condenatoria en
primer grado y esté pendiente de resolverse el recurso impugnatorio interpuesto contra la condena
dictada en primer grado, resulta atentatoria del derecho constitucional a la pluralidad de instancia.
Al respecto, la excepción de naturaleza de acción, de conformidad con lo establecido en el artículo 5° del
Código de Procedimientos Penales, procede cuando el hecho denunciado no constituye delito o no es
justiciable penalmente. Es decir, se trata de un medio de defensa técnico que tiene por finalidad discutir
la relevancia penal del hecho que se imputa, de manera previa a cualquier actividad probatoria; y en el
caso de que dicha excepción sea amparada por el órgano jurisdiccional, el proceso penal en el que se
deduzca se dará por concluido, archivándose definitivamente la causa.
Asimismo, es preciso señalar que en caso de dictarse sentencia condenatoria en un proceso penal, uno
de los aspectos que son evaluados por el órgano jurisdiccional es la relevancia penal del hecho (esto es,
aquello que puede ser discutido de manera previa mediante la excepción de naturaleza de acción). De
este modo, en caso de no haberse deducido la excepción de naturaleza de acción en su debida
oportunidad, la relevancia penal del hecho es discutida a través de la sentencia condenatoria, como
también de su confirmatoria.
De autos se advierte que el recurrente dedujo la excepción de naturaleza de acción mediante escrito de
fecha 10 de abril de 2006, es decir, después de que ya había sido condenado mediante sentencia de
fecha 29 de noviembre de 2005 (a fojas 7), y cuando los autos habían sido elevados a la Primera Sala
Penal en razón al recurso de apelación presentado, estando pendiente de resolverse el recurso. En este
sentido, al momento de ser deducida la excepción de naturaleza de acción, el recurrente había sido
condenado en primera instancia, habiéndose determinado por parte del órgano jurisdiccional que los
hechos investigados configuraban el delito de falsedad ideológica, en su modalidad prevista en el
artículo 428, primer párrafo, del Código Penal, siendo dicha sentencia confirmada en segunda instancia
por el colegiado emplazado. De ello se concluye que, si bien se denegó el concesorio del recurso
interpuesto contra la resolución que desestimaba la excepción de naturaleza de acción deducida, ello no
resulta vulneratorio del derecho a la pluralidad de instancias, toda vez que el asunto controvertido
mediante la citada excepción ya había sido dilucidado en doble grado a través de la sentencia
condenatoria y su confirmatoria. En consecuencia, la demanda debe ser desestimada". (Exp. 04617-
2007-HC FJ De 3 a 6)
Legislación internacional sobre la que se sustenta el derecho a la pluralidad de instancia.
7. ."el artículo 139°, inciso 6), de la Constitución contiene el derecho fundamental a la “pluralidad de la
instancia”. Éste forma parte del debido proceso y constituye una garantía que ofrece el Estado
Constitucional, mediante el cual se protege que las personas, naturales o jurídicas, que participen en un
proceso, tengan la oportunidad de que lo resuelto por un órgano jurisdiccional sea revisado por un
órgano funcionalmente superior, siempre que se haya hecho uso de los medios impugnatorios
pertinentes y que éstos sean formulados dentro del plazo legal.
Al respecto, teniendo en cuenta la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución que exige
que los derechos y libertades que ésta reconoce deben ser interpretados de conformidad con la
Declaración Universal del Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismos materias ratificados por el Perú, cabe mencionar que el artículo 14°, numeral 5 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y políticos ha establecido que “Toda personal declarada culpable de un
delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un
tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley” [resaltado agregado]. Asimismo, la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, consagra en el artículo 8°, numeral 2, apartado h 'el derecho de
recurrir del fallo ante juez o tribunal superior'". (Exp. 07566-2005-AA FJ 3)

Derecho a que una instancia superior revise lo actuado por una instancia inferior, pero
siempre que ello sea posible.
8. "... este Tribunal Constitucional debe precisar que el contenido de la garantía consagrada en el artículo
139.4 (sic) de la Constitución, referida a la pluralidad de la instancia, permite que una instancia superior
revise lo actuado por la instancia inferior, siempre que ello sea posible, conforme al diseño legal del
proceso que corresponda, y de acuerdo con el contenido de las normas procesales y complementarias
que establecen el régimen de efectos y de formalidades por las que se deben conceder los recursos en
los procesos ordinarios, prescripciones que no solamente son de carácter infraconstitucional, sino que,
además, no forman parte del contenido constitucionalmente protegido o garantizado por la norma
constitucional precitada, por lo que estamos ante una causal de improcedencia según lo establecido en
el artículo 5.1 del Código Procesal Constitucional". (Exp. 06176-2006-HC FJ 2)

Legislador debe prever al menos la doble instancia del proceso.


9. "... este Tribunal tiene dicho que el derecho a la pluralidad de instancias, reconocido en el inciso 6) del
artículo 139º de la Constitución, tiene por objeto garantizar que las personas, naturales o jurídicas, que
participen en un proceso judicial tengan la oportunidad de que lo resuelto por un órgano jurisdiccional
sea revisado por un órgano superior de la misma naturaleza, siempre que se haya hecho uso de los
medios impugnatorios pertinentes, formulados dentro del plazo legal.
Así mismo, tenemos dicho que el problema relativo a cuáles y cuántas deben ser esas instancias
jurisdiccionales no ha sido precisado por la disposición constitucional que reconoce tal derecho, por lo
que, en base a las exigencias que se derivan del principio de legalidad en la regulación de los derechos
fundamentales, artículo 2º, inciso 24, ordinal "a", de la Ley Fundamental, el laconismo constitucional de
su formulación linguística debe entenderse en el sentido de que su determinación es una tarea que
compete al legislador. En tal sentido, hemos sostenido que el derecho a la pluralidad de instancias es un
derecho de configuración legal.
Sin embargo, al mismo tiempo, hemos advertido que la condición de derecho de configuración legal no
quiere decir que el legislador pueda decidir si prevé (o no) tales instancias. Dado que el inciso 6) del
artículo 139º no precisa cuántas deben ser esas instancias, pero sí que debe establecerse una instancia
plural, el contenido constitucionalmente garantizado demanda que el legislador prevea, como mínimo, la
doble instancia.
Sin duda, el número de instancias jurisdiccionales que el legislador contempla, puede variar teniendo en
cuenta la naturaleza de las materias que se discuten en cada proceso. Así, por ejemplo, en función de
que se trate de un proceso civil, penal, administrativo o constitucional". (Exp. 03261-2005-AA FJ 3)

Pluralidad de la instancia forma parte del contenido del debido proceso judicial.
10. ."... el artículo 139º, inciso 6, de la Constitución reconoce como derecho y principio de la función
jurisdiccional `[l]a pluralidad de la instancia´. En los términos del artículo 14º, inciso 5, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, `[t]oda persona declarada culpable de un delito tendrá
derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior, conforme a lo prescrito por la ley´ [subrayado agregado]. Al respecto, este Tribunal
Constitucional tiene dicho que la pluralidad de la instancia forma parte del contenido del debido proceso
judicial y garantiza `(...)que lo resuelto en un primer momento pueda ser ulteriormente revisado,
cuando menos, por un órgano judicial superior´ [STC Nº 0010-2001-AI/TC, FJ 3]. De manera que su
contenido constitucionalmente protegido garantiza que el legislador, como mínimo, prevea la doble
instancia". (Exp. 09201-2005-AA FJ 5)

Proceso ordenado en el Perú es de dos instancias.


11. "... este Tribunal tiene dicho que el derecho a la pluralidad de instancias no significa la existencia de
una organización judicial estructurada en fases sucesivas sin tope, pues por lo contrario el proceso
ordenado en el Perú se lleva por dos instancias dentro de las que se diseña el tema de la impugnación,
regido por los principios de legalidad y especialidad, de modo tal que el justiciable no puede ofrecer
medios impugnatorios no previstos en la ley ni utilizar arbitrariamente alguno de los que conforman el
catálogo de medios para destinarlo específicamente a cuestionar resolución de tipo distinto a la que le
causa agravio, en una suerte de aplicación del proscrito `Recurso Indiferente´ no aceptado por nuestro
sistema recursivo. En el caso de autos en que tratándose de delitos juzgados conforme a las reglas del
proceso penal sumario, contra lo decidido en segunda y última instancia no cabía la interposición del
denominado recurso de nulidad, previsto exclusivamente para casos tramitados en vía ordinaria, ni
menos el recurso de queja". (Exp. 00478-2005-AA FJ 4)

No elevar un recurso concedido es una grave afectación del derecho a la doble instancia.
12. .“Este colegiado considera que el hecho de no elevar un recurso interpuesto, a pesar de que fue
concedido, constituye una grave irregularidad procesal, vulneratoria del derecho a la doble instancia. Sin
embargo, en el presente caso, este Tribunal advierte que si bien el escrito mediante el cual el favorecido
interpuso el recurso de nulidad no fue de conocimiento de la Corte Suprema, ello no impidió que esa
sede jurisdiccional conociera del caso en nulidad, ya que el Ministerio Público también interpuso el
recurso, lo que permitió al Supremo Tribunal conocer del tema cuestionado.
Este Tribunal advierte que, si bien el recurrente pudo acceder a la instancia requerida, la no elevación
del recurso podría causar indefensión, en tanto impediría al órgano jurisdiccional conocer los
fundamentos del recurrente”. (Exp. 04644-2004-HC FJ 1,2)

Necesidad de la instauración de la pluralidad de instancias en los procesos llevados a cabo


por el CNM.
13. “Sobre la base del artículo 142° de la Constitución, en el enunciado normativo del artículo 5°, inciso 2,
del CPC, que motiva el overruling, se puede observar que la improcedencia del amparo está referida a
las resoluciones definitivas del CNM. Es decir, pueden existir resoluciones que no tengan el carácter de
definitivas. Sin embargo, solamente han de ser recurridas, a través de un proceso constitucional, las
que sí lo tengan, en la medida en que carezcan de motivación o hubieran sido dictadas sin audiencia del
interesado.
Siendo ello así, puede aseverarse la necesidad de reconocer una instancia plural. Este derecho es el
fundamento a recurrir razonablemente las resoluciones ante las instancias superiores de revisión final,
más aún si se ha reconocido este derecho en la Constitución, en su artículo 139°, inciso 6, cuando
señala que debe existir la pluralidad de instancias.
El recurso no debe tener una nomenclatura determinada, pero debe suponer una revisión integral de la
recurrida, fundada en el derecho... es indispensable que se cree algún mecanismo de segunda instancia
dentro del propio CNM, atendiendo a la naturaleza del órgano y a la mejor forma de proteger a la
persona. Al respecto, de la propia normatividad del CNM (artículo 41° de su Ley Orgánica) se puede
advertir que esta institución actúa en plenario y en comisiones.
Entonces, es perfectamente permisible que dentro de este órgano constitucional se pueda instaurar una
doble instancia que permita, por un lado, una decisión correcta, y, de otro, una mejor protección a los
derechos de los magistrados. Es decir, que sea una comisión la que resuelva en primera instancia –lo
lógico sería que sea la Comisión Permanente de Evaluación y Ratificación de magistrados– y el plenario
en segunda, figura que tranquilamente puede ser desarrollada por el CNM con detenimiento, y
atendiendo a su práctica.”. (Exp. 03361-2004-AA FJ 44,46)

139º. Son principios y derechos de la función


 Indemnización por jurisdiccional:
errores judiciales
7. La indemnización, en la forma que determine la ley,
por los errores judiciales en los procesos penales y
por las detenciones arbitrarias, sin perjuicio de la
responsabilidad a que hubiere lugar.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Art. 2 inc. 24f, 2 inc. 24.g, 138 y 140.
Código Procesal Civil: Arts. 118, 486 inc. 3, 509-518.
Código Procesal Penal: Art. X.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 19, 192, 200.
Ley 25398: Art. 20.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 9 inc. 5, 14 inc. 6.
Convención Interamericana contra la Corrupción: Art. 14.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 230.


Constitución de 1979: Arts. 233.5, 233.16.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Indemnización por errores judiciales comprende también a quienes recibieron un indulto


especial o razonado.
1. “[La] obligación indemnizatoria contenida en el artículo 14º inciso 6) del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, también se encuentra reconocida en el artículo 139º inciso 7) de nuestra vigente
Constitución Política del Estado, tal circunstancia no enerva o resta legitimidad a la invocación de la norma
internacional señalada, pues analizado con detenimiento el dispositivo constitucional anteriormente citado,
se observa que su contenido no es suficientemente preciso respecto de las circunstancias que conllevarían
a la individualización de los errores judiciales como condiciones de procedencia de las indemnizaciones. En
efecto, si bien nuestra norma fundamental establece como principio y derecho de la función jurisdiccional
‘La indemnización, en la forma que determine la ley, por los errores judiciales [...]’, no existe mayor
justificación constitucional en torno de las formas como se determina un error judicial. Dicha circunstancia,
justamente, ha permitido entender que los citados errores sólo serían detectados tras la presencia de un
juicio de revisión cuya sentencia contradiga a aquella sentencia que, con error de por medio, aplicó una
pena. Tal opción, ha sido utilizada por ejemplo, por la Ley Nº 24973 [Ley que regula la indemnización por
errores judiciales y por detenciones arbitrarias, de 28 de diciembre de 1988 ], cuyo artículo 3º inciso a)
precisamente prevé la indemnización por errores judiciales siempre que ‘Los... condenados en proceso
judicial, hayan obtenido en juicio de revisión, resolución de la Corte Suprema que declara la sentencia
errónea o arbitraria’. Sin embargo, no es esa, y así lo entiende este Tribunal, la única alternativa de
interpretación cuando de la determinación de errores judiciales se trata. Existe también, y como se verá
más adelante, la alternativa del indulto especial o razonado que es el que opera, no por decisión de los
jueces tras la presencia de un proceso penal de revisión, sino por las autoridades políticas, cuando la
persona o personas condenadas, lo han sido no obstante ser inocentes o presumírseles tal condición. A
dicha opción, (como por cierto, también a la primera) se refiere inobjetablemente y de modo directo el
inciso 6) del artículo 14º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos al establecer que ‘Cuando
una sentencia condenatoria firme haya sido ulteriormente revocada, o el condenado haya sido indultado
por haberse producido o descubierto un hecho plenamente probatorio de la comisión de un error judicial,
la persona que haya sufrido una pena como resultado de tal sentencia deberá ser indemnizada, conforme
a ley’...” (Expediente 1277-1999-AC/TC, Fundamento Jurídico 9).

 Non liquet: No dejar


de administrar
justicia
 Aplicación de los
principios generales 139º. Son principios y derechos de la función
del derecho y de la jurisdiccional:
costumbre
8. El principio de no dejar de administrar justicia por
vacío o deficiencia de la ley.
En tal caso, deben principios generales del derecho y el derecho
aplicarse los consuetudinario.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 139 inc. 3, 149 y 181.
Código Civil: Arts. VIII, 2047, 2048, 2051.
Código Penal: Art. 422.
Código Procesal Civil: Art. III.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 21, 184 inc. 3.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 4.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 9.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 11.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 15.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.6.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Dejar de administrar justicia implica una violación al derecho al debido proceso.


1. “[Ante] la ausencia de reglamentación acerca de los intereses colectivos, no se puede dejar de administrar
justicia constitucional, pues ello supondría violentar el derecho al debido proceso y específicamente la
previsión constitucional contenida en el inciso 8) del artículo 139º de la Constitución Política del Estado, lo
que incluso se agravaría, cuando por exigirse el cumplimiento de ritualismos formales respecto de algunos
de los demandantes, se estaría desnaturalizando la tutela judicial efectiva como derecho de acceso a los
tribunales, igualmente contemplada en el inciso 3) del artículo 139º de la misma norma fundamental...”
(Expediente 1277-1999-AC/TC, Fundamento Jurídico 3).

Juez constitucional debe acudir a la Constitución en caso que la violación a un derecho


fundamental no esté prevista en la ley.
2. "... ante la expulsión de la ley [28568 que modificaba el artículo 47° del Código Penal homologando el
tiempo de arresto domiciliario con la detención efectiva] del ordenamiento jurídico que supone una
declaratoria de inconstitucionalidad como la señalada y la necesidad social de regular el arresto
domiciliario y el valor que tiene cada día sufrido bajo esa condición a efectos de abonarlos al cómputo de
la pena; cabe reconocer que el legislador ha incurrido en la omisión de normar una realidad como la
descrita, pero no cabe admitir que esta situación constituye justificación suficiente para que un juez
constitucional, que tiene que velar por la protección y defensa de los derechos fundamentales de la
persona, deje de administrar justicia (artículo 139° inciso 8 de la Constitución). Si la ley no ha previsto un
hecho violatorio de la libertad individual, la solución está en la Constitución que es autosuficiente para dar
respuesta a todas las posibles afectaciones de los derechos fundamentales". (Exp. 06201-2007-HC FJ 12)

Constitución otorga validez y legitimidad constitucional a la ley


3. "... el artículo 139º, inciso 8 de la Constitución reconoce, precisamente, como uno de los principios de la
función jurisdiccional, el de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley. Por ello, frente
a la omisión legislativa de la causal de desafiliación por falta de información o deficiencia de la misma, no
se puede dejar de administrar justicia constitucional, pues en último término es la Constitución la que
otorga validez y legitimidad constitucional a la leyes, y no a la inversa". (Exp. 07281-2006-AA FJ 18)

El juez debe aplicar el derecho consuetudinario en caso de vacío o deficiencia de la ley


4. "Esta noción alude al conjunto de prácticas políticas jurídicas espontáneas que han alcanzado uso
generalizado y conciencia de obligatoriedad en el seno de una comunidad política.
Conviene enfatizar que la costumbre constitucional tiene una significación de mayor envergadura que las
prácticas juridizadas en el resto de las disciplinas jurídicas. Ello se explica porque la organización y
funcionamiento del Estado es tal complejidad que se hace imposible que pueda ser total y exclusivamente
regulada por la legislación.
Conforme al artículo 139º inciso 8 de la Constitución, un principio de la función jurisdiccional es el de no
dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley, debiendo en tal caso aplicarse el derecho
consuetudinario.
Respecto del derecho consuetudinario la doctrina apunta que: Hay (...) una segunda categoría de normas
que se expresan siempre como prácticas sociales y nunca en forma de enunciados lingüísticos escritos y
publicados; son, en consecuencia, normas eficaces por definición, y en ese sentido existentes; también
pueden gozar de validez cuando reúnan determinadas condiciones exigidas por el sistema jurídico, pero no
ha de ser necesariamente así. Esto significa que determinadas prácticas o usos sociales; en suma que
determinados hechos son susceptibles de crear normas, de generar obligaciones (cuando menos, de
exteriorizarlas), de manera que quien se aparte de los mismos puede padecer una consecuencia análoga a
la que sufriría quien desconoce el mandato contenido en una prescripción legal; tales prácticas o usos
reciben el nombre de costumbre o, mejor, de Derecho consuetudinario.
Los elementos que constituyen la costumbre son:

a) Elemento material. Hace referencia a la práctica reiterada y constante, es decir, alude a la duración y
reiteración de conductas en el tiempo (consuetudoinveterate).

b) Elemento espiritual. Hace referencia a la existencia de una conciencia social acerca de la obligatoriedad
de una práctica reiterada y constante; es decir, alude a la convicción generalizada respecto de la
exigibilidad jurídica de dicha conducta (opinio iuris necesitatis).

Precisamente, gracias a la actividad interpretativa que desarrollan los órganos jurisdiccionales se han
podido resolver importantes casos para la vida de la nación. A modo de ejemplo, y no único, debe
mencionarse el caso planteado por un grupo de congresistas contra la letra del himno nacional. A fin de
poder adoptar una solución justa, ponderada y equilibrada, este Colegiado, recogiendo las tesis de los
demandantes y demandados, recurrió a la costumbre como fuente de derecho y gracias a ella arribó a una
solución equilibrada. Así, se dijo que: Declarar que corresponde al Congreso de la República determinar la
o las estrofas del Himno Nacional del Perú que deben ser tocadas y entonadas en los actos oficiales y
públicos. En tanto ello no se produzca mantiene su fuerza normativa la costumbre imperante". (Exp.
00047-2004-AI FJ 40,41)

Aplicación de la integración del ordenamiento jurídico para cubrir vacíos normativos


5. "Por otra parte, el Tribunal Constitucional tiene la obligación, de conformidad con el artículo 45º de la
Constitución, de actuar con las responsabilidades que ésta exige. Por ello, advertido el vacío normativo
que la declaración de inconstitucionalidad de una norma puede generar, y la consecuente afectación de los
derechos fundamentales que de ella puede derivar, tiene el deber —en la medida de que los métodos
interpretativos o integrativos lo permitan— de cubrir dicho vacío normativo a través de la integración del
ordenamiento pues, según reza el artículo 139º, iniciso 8, de la Constitución, los jueces no pueden dejar
de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley". (Exp. 00030-2005-AI FJ 54)

Prohibición de la analogía
en materia penal
139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
9. El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley
penal y de las normas que restrinjan derechos.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24.b, 137 y 200.
Código Civil: Art. IV.
Código Penal: Art. III.
Código Procesal Civil: Art. 193.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 9.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 15.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.8.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Prohibición de la aplicación por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan
derechos.
1. “[Este] Tribunal ha de recordar que la prohibición constitucional de no ser procesado ni condenado
por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera
expresa e inequívoca, como infracción punible, así como la prohibición de inaplicabilidad por analogía
de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos, reconocidos en el literal ‘d’ del inciso 24) del
artículo 2º y en el inciso 9) del artículo 139º de la Constitución, respectivamente; no constituyen
garantías procesales constitucionalmente reconocidas que puedan resultar aplicables únicamente en el
ámbito de los procesos de naturaleza penal, sino que, por extensión, constituyen también garantías
que deben observarse en el ámbito de un procedimiento administrativo disciplinario y, en general, de
todo procedimiento de orden administrativo –público o privado– que se pueda articular contra una
persona...” (Expediente 0274-1999-AA/TC, Fundamento Jurídico 3).

Vulneración al derecho a la información.


2. "Como es de verse, la modificación introducida al artículo in commento, vigente a la fecha, permite el
acceso a todo ciudadano que lo solicite, de los documentos emitidos dentro de los procesos de
evaluación llevados a cabo por el Consejo Nacional de la Magistratura, siempre y cuando los mismos
no afecten el honor, la buena reputación ni la intimidad personal ni familiar del juez o fiscal sometido
a evaluación. Por ello, la prohibición del acceso a dicha información, prevista por el artículo 43° de la
LOCNM –que resultaba por demás injustificada, en tanto la obtención de la misma era requerida por
parte del propio evaluado– y que este Tribunal consideró contraria al artículo 139.9 del Texto
Constitucional [Fundamento 15, STC N° 2579-2003-HD/TC], ha sido abolida. Consecuentemente,
advirtiéndose que el emplazado no ha cumplido con otorgar la información solicitada, se ha vulnerado
el derecho a la información, específicamente el de acceso a la información, razón por la cual la
demanda debe ser estimada". (Exp. 03869-2006-HD FJ 4)

 Prohibición de pena
sin proceso 139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
10. El principio de no ser penado sin proceso judicial.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24e, 138, 142, 149 y 200.
Código Penal: Art. V.
Código Procesal Penal: Art. III.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 7.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 7.5, 8.1.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.9.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Detención domiciliaria está sujeta a los principios de subsidiariedad, razonabilidad,


provisionalidad y proporcionalidad.
1. “[Tal] como ocurriera en el caso Chumpitaz Gonzales (Exp. 1565-2002-HC-TC), en el presente
proceso no nos encontramos ante un supuesto de prisión provisional, sino ante uno de comparecencia
restrictiva. En efecto, tal como está regulada en nuestra legislación procesal penal, la detención
domiciliaria no aparece como una forma de detención judicial preventiva, sino, antes bien, como una
alternativa frente a ésta. Y es que, tal como quedó establecido en la sentencia antes aludida, si bien
ambas figuras, al estar encaminadas a asegurar el éxito del proceso penal, responden a la naturaleza
de las medidas cautelares, no pueden ser equiparadas ni en sus efectos personales ni en sus
elementos justificatorios, dado el distinto grado de incidencia que generan sobre la libertad personal
del individuo. Empero, no es ajeno a este Tribunal que, entre las alternativas frente a la detención
judicial preventiva, la detención domiciliaria es la que aparece como la más seria y limitativa de la
libertad personal, razón por la que su validez constitucional también se encuentra sujeta a los
principios de subsidiariedad, razonabilidad, provisionalidad y proporcionalidad...” (Expediente 0376-
2003-HC/TC, Fundamento Jurídico 2).

Sanción sólo puede tener lugar en el marco de un debido proceso.


2. "... la pretensión punitiva del Estado se determina y materializa en el proceso penal, y es lo que se
denomina garantía procesal, la cual está reconocida constitucionalmente por el inciso 10) del artículo
139º , es por ello que la sanción sólo puede tener lugar en el marco de un debido proceso (artículo
139.3), entendiéndose como tal, aquel en el que se asegure al imputado su derecho de defensa
(artículo 139.14) y un tratamiento digno en estricto cumplimiento del principio de proporcionalidad, y
en el que exista una regulación equilibrada de los derechos y deberes de los sujetos procesales".
(Exp. 00402-2006-HC FJ 7)

Derecho a que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable está respaldado


por nuestra Constitución y por tratados internacionales de derechos humanos.
3. “La interpretación que permite a este Tribunal reconocer la existencia implícita del referido derecho (a
que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable) en la Constitución, se encuentra
plenamente respaldada por su Cuarta Disposición Final y Transitoria, que exige que las normas
relativas a los derechos y las libertades que la Constitución reconoce se interpreten de conformidad
con los tratados sobre derechos humanos ratificados por el Perú.
Al respecto, debe señalarse que en el ordenamiento supraestadual existen diversos tratados en
materia de derechos humanos ratificados por el Estado que sí reconocen expresamente este derecho.
Tal es el caso del artículo 9°,3, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que establece
que “[t]oda persona detenida (...) tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser
puesta en libertad”. Por su parte, el artículo 7°5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos reconoce el derecho de “[t]oda persona detenida o retenida (...) a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso”. En consecuencia,
el derecho de que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable forma parte del núcleo
mínimo de derechos reconocidos por el sistema internacional de protección de los derechos humanos
y, por tanto, no puede ser desconocido”. (Exp. 03771-2004-HC FJ De 9 a 11)

 In dubio pro
procesado 139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
11. La aplicación de la ley más favorable al procesado
en caso de duda o de conflicto entre leyes penales.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 2 inc. 24.b, 3, 26 inc. 3 y 103.
Código Penal: Arts. 6, 7, 8.
Código Procesal Penal: Art. IX.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 9.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 11.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 15.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.7.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Para la solicitud de beneficios penitenciarios no es aplicable el principio in dubio pro reo.


1. “El Tribunal Constitucional estima, además, que para la solicitud de los beneficios penitenciarios de
liberación condicional y semilibertad tampoco es aplicable el inciso 11) del artículo 139º de la
Constitución, según el cual uno de los principios y derechos de la función jurisdiccional, es ‘La
aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales’...”
(Expediente 1593-2003-HC/TC, Fundamento Jurídico 6).

En caso de conflicto de leyes se aplica la norma más favorable.


2. “El artículo 139º inciso 11) de la Constitución, establece que en caso de duda o conflicto de leyes
penales, se debe aplicar la norma más favorable. Esta regla sólo es aplicable en el derecho penal
sustantivo, debido a que es en éste donde se presenta el conflicto de normas en el tiempo, es decir,
que a un mismo hecho punible le sean aplicables la norma vigente al momento de la comisión del
delito y la de ulterior entrada en vigencia. En ese caso, será de aplicación la retroactividad benigna y
la aplicación de norma más favorable, conforme lo establece el artículo 103º, segundo párrafo, y
139.11 de la Constitución, respectivamente...” (Expediente 1300-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico
10).

Aplicación de la ley más favorable no es admitida en el otorgamiento de los beneficios


penitenciarios.
3. "En cuanto a la supuesta afectación al derecho a la aplicación de la ley más favorable, este Tribunal
ha establecido en reiteradas ocasiones que para la solicitud de los beneficios penitenciarios de
liberación condicional y semilibertad tampoco es aplicable el inciso 11) del artículo 139° de la
Constitución, según el cual uno de los principios y derechos de la función jurisdiccional es la aplicación
de la ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales.
El instituto jurídico de la semilibertad está previsto para los internos que tienen la condición de
condenados, siendo esta la situación jurídica del beneficiario. Al respecto, pese a que existe un nexo
entre la ley penal, que califica la conducta antijurídica y establece la pena, y la penitenciaria, que
regula las condiciones en las que se ejecutará la pena impuesta, esta última no tiene la naturaleza de
una ley penal propiamente dicha cuya duda sobre sus alcances o eventual colisión con otras leyes
imponga al juzgador la aplicación de la ley más favorable.
Desde esa perspectiva, atendiendo a que las normas que regulan el acceso al beneficio de
semilibertad no son normas penales materiales sino normas de derecho penitenciario, sus
disposiciones deben ser consideradas como normas procedimentales, puesto que establecen los
presupuestos que fijan su ámbito de aplicación, la prohibición de acceder a beneficios penales y la
recepción de beneficios penitenciarios aplicables a los condenados.
Con base en lo anterior, no se configura una situación de excepción amparable por el inciso 11) del
artículo 139º de la Constitución, por lo que serán de aplicación las normas vigentes al momento del
inicio de la tramitación del beneficio penitenciario. No obstante, su denegación, revocación o
restricción de acceso a los beneficios debe obedecer a motivos objetivos y razonables, por lo que la
resolución judicial que se pronuncia al respecto debe cumplir la exigencia de la motivación de las
resoluciones judiciales.
Es en este contexto que este Tribunal ha precisado que en el caso de las normas procesales penales
rige el principio tempus regit actum, que establece que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que
se encuentra vigente al momento de resolverse el acto. No obstante, se considera asimismo que la
legislación aplicable para resolver un determinado acto procedimental, como el que atañe a los
beneficios penitenciarios, está representado por la fecha en el cual se inicia el procedimiento
destinado a obtener el beneficio penitenciario, esto es, el momento de la presentación de la solicitud
para acogerse a éste. En tal sentido la acusada afectación del derecho a la inaplicación de la ley de
manera retroactiva resulta infundada". (Exp. 02965-2009-HC FJ De 7 a 9)

Principio de retroactividad benigna.


4. "El principio de retroactividad benigna entonces propugna la aplicación de una norma jurídica penal
posterior a la comisión del hecho delictivo, con la condición de que dicha norma contenga
disposiciones más favorables al reo. Ello, sin duda alguna, constituye una excepción al principio de
irretroactividad de la aplicación de la ley y se sustenta en razones político-criminales, en la medida
que el Estado no tiene interés (o no en la misma intensidad) en sancionar un comportamiento que ya
no constituye delito (o cuya pena ha sido disminuida) y, primordialmente, en virtud del principio de
humanidad de las penas, que se fundamenta en la dignidad de la persona humana (artículo 1º de la
Constitución).
Si bien queda claro que quienes han sido condenados en virtud de una ley que ha sido reformada
estableciéndose una pena más benigna tienen el legítimo derecho de solicitar la sustitución de la pena
sobre la base del mandato expresado en el artículo 103º de la Constitución, ello no implica que la
concesión de la misma sea una atribución conferida a la justicia constitucional. Y es que como ya lo ha
señalado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la determinación de la responsabilidad penal es
competencia exclusiva de la justicia ordinaria, aspecto que también involucra la graduación de la pena
impuesta en sede penal. En este sentido no cabe sino recalcar que la asignación de la pena obedece a
una declaración previa de culpabilidad realizada por el juez ordinario, quien en virtud de la actuación
probatoria realizada al interior del proceso penal llega a la convicción sobre la comisión de los hechos
investigados, la autoría de estos y el grado de participación de los inculpados. El quantum de la pena
obedece, pues, a un análisis del juez ordinario, quien sobre la base de los criterios mencionados fijará
una pena proporcional a la conducta sancionada". (Exp. 00452-2009-HC FJ 5,6)

Dispositivos legales que regulan el acceso al beneficio de la semilibertad tienen el carácter


de normas procedimentales.
5. "... atendiendo a que las normas que regulan el acceso al beneficio de semilibertad no son normas
penales materiales sino normas de derecho penitenciario, sus disposiciones deben ser consideradas
como normas procedimentales, puesto que establecen los presupuestos que fijan su ámbito de
aplicación, la prohibición de acceder a beneficios penales y la recepción de beneficios penitenciarios
aplicables a los condenados; por tanto, no se configura una situación de excepción amparable por el
artículo 139, inciso 11, de la Constitución, por lo que serán de aplicación las normas vigentes al
momento del inicio de la tramitación del beneficio penitenciario. No obstante, su denegación,
revocación o restricción de acceso a los mismos debe obedecer a motivos objetivos y razonables, por
lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto debe cumplir la exigencia de la motivación
de las resoluciones judiciales". (Exp. 01417-2008-HC FJ 5)

Aplicación del principio de unidad de aplicación de la ley no vulnera el principio de


favorabilidad
6. "... el proceso de hábeas corpus y en general la justicia constitucional no tiene por objeto determinar
cuál es la mejor interpretación que desde el texto de las normas legales puede hacerse a las
instituciones legales y, desde luego, tampoco tiene como fin el cautelar la observancia de los
precedentes vinculantes que a tal efecto haya emitido la justicia ordinaria. Antes bien la justicia
constitucional a través de los procesos constitucionales de la libertad tiene por finalidad la protección
de los derechos fundamentales. En tal sentido la presente sentencia no tiene por objeto dilucidar qué
teoría sobre el principio de favorabilidad (combinación de leyes o unidad de la ley penal) resulta más
adecuada, ni esclarecer si ha sido de observancia el acuerdo plenario que a tal efecto ha emitido la
Corte Suprema, sino más bien determinar si en el presente caso la aplicación del principio de unidad
de la ley penal resulta vulneratorio del principio de favorabilidad.
El principio de favorabilidad en la aplicación de la ley penal ha sido reconocido de manera expresa en
el artículo 139, inciso 11 de la Constitución.
Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (…) 11. La aplicación de la ley
más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales.
Este principio de aplicación de la norma más favorable tiene su base en la aplicación conjunta del
principio de legalidad penal (lex previa) y de la retroactividad favorable de la ley penal. En efecto,
conforme al principio de legalidad penal, previsto en el artículo 2.24 literal “d” de la Constitución
“Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté
previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción punible; ni
sancionado con pena no prevista en la ley”. Una de las garantías derivadas de este principio es la
denominada lex previa, que exige que al momento de cometerse la infracción esté vigente la norma
que prevé la sanción.
Asimismo el artículo 103º, segundo párrafo de la Norma Fundamental señala, además, que:(…) La
ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia
penal, cuando favorece al reo.
Del tenor de las normas constitucionales glosadas se establece que, en principio, es de aplicación la
norma vigente al momento de la comisión de la infracción penal (principio de legalidad penal) y que
aquellas normas que entraron en vigencia con posterioridad a la comisión de la infracción serán
aplicables -mediante aplicación retroactiva- sólo si resultan más favorables para el procesado que las
vigentes al momento de la comisión de la infracción (retroactividad benigna). Como consecuencia de
ello, ante una sucesión de normas en el tiempo, será de aplicación la más favorable al procesado, lo
que ha sido reconocido en el artículo 139, inciso 11 de la Constitución.
Sin embargo la determinación de lo que resulta más favorable para la persona, cuya aplicación exige
el denominado principio de favorabilidad, ha sido objeto de debate por la doctrina penal. Al respecto
se ha postulado la aplicación de dos teorías para la fijación del régimen más beneficioso: el principio
de unidad de aplicación de la Ley y el principio de combinación de Leyes.
De acuerdo al principio de “combinación de leyes”, el órgano jurisdiccional se encuentra facultado de
escoger entre las distintas leyes penales sucesivas en el tiempo, los preceptos que resulten más
favorables para el reo, de cuya combinación se deriva una tercera ley o lex tertia. El principio de
“unidad de aplicación de la ley” plantea más bien que, ante las diversas leyes penales, se analizará el
régimen que consagra cada una de ellas de manera particular, aplicando aquella que,
independientemente de las demás, resulte más favorable.
Conforme a lo previamente expuesto no es objeto de la presente sentencia ingresar a dilucidar la
corrección de una u otra teoría, sino más bien determinar si en el caso concreto la aplicación de la
teoría de la unidad de la ley penal resulta contraria al principio de favorabilidad, reconocido en el
artículo 139, inciso 11 del Código Penal.
Al respecto considera este Tribunal que siendo la favorabilidad en materia penal el resultado de
aplicar, por un lado, la ley vigente al momento de la comisión del hecho delictivo, y si resultase más
favorable, de manera retroactiva las normas que con posterioridad al hecho delictivo hubieran entrado
en vigencia, ello no resulta contrario a considerar, en la comparación de las diversas normas, a cada
una de ellas como una unidad. En tal sentido, la cuestionada aplicación de la teoría de la unidad de la
ley penal no resulta vulneratoria del principio de favorabilidad (artículo 139, inciso 11 de la
Constitución), por lo que la demanda debe desestimarse". (Exp. 01955-2008-HC FJ De 2 a 10)

Principio de aplicación inmediata de las normas funciona prima facie.


7. "... en nuestro ordenamiento jurídico rige, en principio, la aplicación inmediata de las normas. En el
derecho penal sustantivo la aplicación inmediata de las normas determina que a un hecho punible se
le aplique la pena vigente al momento de su comisión (Cfr. Exp. Nº 1300-2002-HCTC fundamento 7).
Asimismo, la aplicación inmediata de las normas tiene su excepción en la aplicación retroactiva de la
ley penal cuando ésta resulte favorable al procesado. Este principio cuenta con desarrollo expreso de
nuestra legislación penal, estableciéndose en el artículo 6° del Código Penal que: (...) Si durante la
ejecución de la sanción se dictare una ley más favorable al condenado, el Juez sustituirá la sanción
impuesta por la que corresponda, conforme a la nueva ley.
De allí se advierte que el principio de retroactividad benigna propugna la aplicación de una norma
jurídica penal posterior a la comisión del hecho delictivo, con la condición de que dicha norma
contenga disposiciones más favorables al reo. Ello, sin duda alguna, constituye una excepción al
principio de irretroactividad de la aplicación de la ley y se sustenta en razones político-criminales, en
la medida que el Estado no tiene interés (o no en la misma intensidad) en sancionar un
comportamiento que ya no constituye delito (o cuya pena ha sido disminuida) y, primordialmente, en
virtud del principio de humanidad de las penas, que se fundamenta en la dignidad de la persona
humana (artículo 1º de la Constitución)". (Exp. 05565-2007-HC FJ 4,5)

La retroactividad benigna de la ley penal no excluye la aplicación de otros principios


constitucionales, no es absoluta.
8. "Se advierte entonces que el principio de retroactividad benigna propugna la aplicación de una norma
jurídica penal posterior a la comisión del hecho delictivo con la condición de que dicha norma
contenga disposiciones más favorables al reo. Ello sin duda constituye una excepción al principio de
irretroactividad de la aplicación de la ley y se sustenta en razones político-criminales, en la medida
que el Estado no tiene interés (o no en la misma intensidad) en sancionar un comportamiento que ya
no constituye delito (o cuya pena ha sido disminuida) y, primordialmente, en virtud del principio de
humanidad de las penas, el mismo que se fundamenta en la dignidad de la persona humana (artículo
1º de la Constitución).
Sin embargo es necesario señalar, reiterando el criterio ya expuesto por este Tribunal, que ningún
derecho fundamental ni principio constitucional es absoluto. En efecto por alta que sea su
consideración dogmática y axiológica, ningún derecho fundamental tiene capacidad de subordinar, en
toda circunstancia, el resto de derechos, principios o valores a los que la Constitución también
concede protección. Los principios interpretativos de unidad de la Constitución y de concordancia
práctica permiten considerar a las distintas disposiciones constitucionales como un complejo
normativo armónico, coherente y sistemático. Toda tensión entre ellas debe ser resuelta
“optimizando” la fuerza normativo-axiológica de la Constitución en conjunto; de ahí que, en estricto,
los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y los límites que en su virtud les resulten
aplicables, forman una unidad. (Cfr. Exp. Nº 0019-2005-PI/TC fundamento 12, Exp. Nº 7624-2005-
PHC/TC fundamento 3).
En atención a ello la retroactividad benigna de la ley penal no se configura tampoco como absoluta. Al
respecto este Tribunal ha señalado que: “(...) el principio de aplicación retroactiva de la ley penal más
favorable no puede ser interpretado desde la perspectiva exclusiva de los intereses del penado. La
interpretación de aquello que resulte más favorable al penado debe ser interpretado a partir de una
comprensión institucional integral es decir a partir de una aproximación conjunta de todos los valores
constitucionalmente protegidos que resulten relevantes en el asunto que es materia de evaluación”.
(Exp. Nº 0019-2005-PI/TC, fundamento 52).
Por tanto al resolver una solicitud de sustitución de pena por retroactividad benigna de la ley penal
(reconocida en el artículo 103º de la Constitución) no es éste el único precepto constitucional que
debe ser tomado en cuenta. Al momento de determinar la pena concreta el juez penal deberá
ponderar los intereses en conflicto tomando en cuenta los bienes constitucionales cuya protección
subyace a la persecución de dicho delito.
En el caso de la represión del delito de tráfico ilícito de drogas debe tomarse en cuenta el deber
estatal de combatir del tráfico ilícito de drogas (artículo 8 de la Constitución) lo que debe ser
concordado con el artículo 44º de dicha norma que establece que son deberes del Estado “[...]
defender la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos; proteger a la
población de las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta
en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación”. Asimismo como lo ha señalado
este Tribunal, el tráfico ilícito de drogas es un delito que atenta en gran medida contra el cuadro
material de valores previsto en la Constitución (Cfr. Exp. Nº0020-2005-AI/TC fj 118)". (Exp. 09810-
2006-HC FJ De 8 a 12)

Indubio pro reo no es un derecho subjetivo.


9. “El indubio pro reo no es un derecho subjetivo. Se trata de un principio de jerarquía constitucional
cuyo fin es garantizar el cabal respeto del derecho fundamental a la libertad individual, sea para
resguardar su plena vigencia, sea para restringirlo de la forma menos gravosa posible, en el correcto
entendido de que tal restricción es siempre la excepción y nunca la regla. Asimismo, si bien en el
escrito de la demanda no se menciona expresamente que la pretensión consista en el cese de una
supuesta afectación de la libertad individual del imputado, ello puede sobreentenderse con claridad, y
siendo que la vulneración del derecho a la libertad individual puede ser consecuencia directa de la
afectación del derecho constitucional al debido proceso, este Tribunal Constitucional entiende que
tiene competencia rationae materia para conocer el fondo del presente proceso”. (Exp. 01994-2002-
HC FJ 1)

Eficacia inmediata de la ley procesal.


10. “A diferencia de lo que ocurre en el derecho penal material, la doctrina coincide en que en el derecho
procesal penal la regla es distinta. ‘El ámbito de vigencia temporal de la ley penal se precisa a través
de la prohibición de la retroactividad. La penalidad tiene que estar expresamente determinada, antes
que el hecho sea cometido. La retroactividad de la ley penal hace referencia a la penalidad, a los
fundamentos de la penalidad. La prohibición de la retroactividad tiene que ver con todos los
presupuestos materiales de la pena, pero no con las normas procesales (...)’ [Harro, Otto,
GrundkurStrafrecht. AllgemeineStrafrechtslehre, Walter de GruyterBerlin-New York, 2000, pág. 18-
19; en similares términos, J. Wessels y W. Beulke, StrafrechtAllgemeinerTeil, C.F. Müller Verlag,
Heidelberg, págs. 18-19].
Ese también ha sido el criterio sostenido por este Tribunal en la STC N° 1300-2002-HC/TC. Respecto
a la aplicación de normas en el tiempo, se precisó que “la regla general es su aplicación inmediata.
Determinados hechos, relaciones o situaciones jurídicas existentes, se regulan por la norma vigente
durante su verificación” [Fun. Jur. N° 7], pues ‘(...) el proceso se desarrolla de acuerdo a las normas
vigentes durante el mismo. Está prohibida la aplicación retroactiva de normas no sólo por estar
prohibida constitucionalmente, sino porque debido a la naturaleza del proceso, como sucesión de
actos, se debe aplicar la norma vigente al momento en que éstos se producen’. [Fund. Jur. N° 9].
Ahora bien, si el problema se aborda aplicando los criterios del derecho penal material [Cf. STC
N°0804-2002-HC/TC], tendría que admitirse que la ley aplicable sería la ley vigente al momento de
cometerse el delito. Sin embargo, una construcción de esa naturaleza adolece de un problema. Como
antes se ha destacado [Fund. Jur. N° 4], el principio tempus dilicti comissi sólo es aplicable para el
derecho penal material, que ciertamente no comprende a un tema como los beneficios penitenciarios,
que es una materia propia del Derecho Penitenciario [Hans-Heinrich Jescheck, Tratado de Derecho
Penal. Parte General, Editorial Bosch, Barcelona, 1981, pág. 24].
El Tribunal Constitucional estima, además, que para la solicitud de los beneficios penitenciarios de
liberación condicional y semilibertad tampoco es aplicable el inciso 11) del artículo 139° de la
Constitución, según el cual uno de los principios y derechos de la función jurisdiccional, es ‘La
aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales’.
En primer lugar, el recurrente, que solicita acogerse a la liberación condicional, no tiene la condición
de ‘procesado’, sino la de ‘condenado’, por virtud de una sentencia judicial firme en su contra. En
segundo lugar, pese a que existe un nexo entre la ley penal [que califica la conducta antijurídica y
establece la pena], y la ley penitenciaria [que regula las condiciones en las que se ejecutará la pena
impuesta], esta última no tiene la naturaleza de una ‘ley penal’, cuya duda sobre sus alcances o
eventual colisión con otras leyes, imponga al juzgador la aplicación de la ley más favorable.
Si, por el contrario, el mismo problema de aplicación de la ley para resolver una solicitud de
otorgamiento del beneficio penitenciario, se resolviese conforme a las reglas del derecho procesal
penal y, en ese sentido, se determinase que es la ley vigente al momento de presentarse la solicitud
promovida por el recurrente, podría interpretarse que el Tribunal Constitucional desconoce que, en
rigor, el tema de las condiciones en las que se ejecuta la pena, tampoco es un tema del derecho
procesal penal, sino, una vez más, del Derecho Penitenciario [Josep-María TamaritSumalla et alt,
Curso de Derecho Penitenciario, Tirant lo Blanch, Valencia 2001, pág. 47 y sgtes.].
O, aún más, podría generarse una situación en la que, para resolver una controversia como la de
autos, el Tribunal tenga que mediar en una polémica que en última instancia se deriva del
reconocimiento o no de la autonomía científica del derecho penitenciario; y para lo cual, desde luego,
este Colegiado no fue creado.
Y es que el Tribunal Constitucional no es una instancia donde se resuelvan las polémicas existentes en
la academia o en el foro, sino un órgano que, en el seno de los procesos constitucionales, como el
hábeas corpus, tiene que pronunciarse sobre si un acto vulnera o no un derecho constitucional. Le
corresponde esclarecer la duda sobre la legitimidad constitucional de un determinado acto al cual se
reputa agravio a un derecho reconocido en la Constitución. Tarea, que, desde luego, tampoco puede
realizarse ignorando a la doctrina autorizada, pues el Derecho –cualquiera sea la disciplina de la que
se trate-, no es una ciencia cuya creación la realice, ex novo, este Tribunal.
Desde esa perspectiva, y al subrayar que en la doctrina especializada existe un debate inconcluso
sobre el carácter de las disposiciones del denominado derecho penitenciario, es decir, si pertenecen al
derecho penal material o al derecho procesal penal, o que en él existen, simultáneamente, normas de
una y otra disciplina [Luis Gracia Martín (Coordinador), Las consecuencias jurídicas del delito en el
nuevo Código Penal español, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, pág. 285], el Tribunal considera que el
problema no debe resolverse en abstracto, sino teniendo en consideración la norma en concreto de
cuya aplicación se trata. Y es que como afirma Maurach [Derecho Penal. Parte General, T. 1, 1994,
pág. 198], ‘(...) La cuestión acerca de cuándo nos encontramos frente al derecho material y cuándo
frente al derecho procesal no debe ser resuelta conforme a la, muchas veces, arbitraria acumulación
de materias en las leyes, sino según su sustancia’.
Desde esta perspectiva, este Tribunal estima que no son de aplicación retroactiva las disposiciones
que tienen carácter sancionador, como, por ejemplo, las que tipifican infracciones, establecen
sanciones o presupuestos para su imposición, o las restrictivas o limitativas de derechos. La aplicación
de la norma vigente al momento de la comisión del hecho delictivo constituye, en efecto, una
consecuencia del principio de legalidad penal, en su variante de lex praevia. La exigencia de ley previa
constituye una garantía emergente de la propia cláusula del Estado de Derecho (art. 43° de la
Constitución), que permite al ciudadano conocer el contenido de la prohibición y las consecuencias
jurídicas de sus actos.
En cambio, tratándose de disposiciones de carácter procesal, ya sea en el plano jurisdiccional o
netamente administrativo-penitenciario, el criterio a regir, prima facie y con las especificaciones que
más adelante se detallarán, es el de la eficacia inmediata de la ley procesal.
Antes de proseguir con el análisis del tema, conviene precisar los eventuales alcances que sobre el
tema en cuestión pueda tener el artículo VIII del Código de Ejecución Penal, que dispone que: ‘La
retroactividad y la interpretación de este Código se resuelven en lo más favorable al interno’.
Dicha disposición, tomando en cuenta que la ley aplicable es la vigente al momento de presentarse,
por ejemplo, la solicitud de acogimiento a los beneficios penitenciarios, determina que una nueva ley
pueda ser aplicable retroactivamente en aquellos casos en los que, a pesar de que la solicitud se
presentó durante la vigencia de una ley anterior, la nueva ley establece condiciones más favorables
para acceder a los beneficios penitenciarios.
De manera que si, prima facie, tal solicitud debe resolverse conforme a la ley vigente al momento de
presentarse tal petición, se aplicará la nueva ley, siempre que ésta regule tal materia de manera más
favorable a las expectativas del interno.
En la dilucidación de la controversia que ahora nos ocupa, por cierto, no entra en juego la segunda
parte del referido artículo VIII del Código de Ejecución Penal, esto es, el mandato de que el juzgador
deberá interpretar las disposiciones de dicho Código de Ejecución de la manera más favorable al
interno. En este último caso, en efecto, ya no se está frente a un supuesto de dos o más leyes que
pugnan por ser aplicadas para resolver una determinada materia, sino frente a una sola disposición
cuyo sentido prescriptivo admite diversas formas de comprensión. En tal supuesto, como dispone el
artículo VIII del Código de Ejecución Penal, el operador jurídico ha de aplicar dicha disposición en el
sentido interpretativo que sea más favorable al interno”. (Exp. 01593-2002-HC FJ De 5 a 8)

Admisión de la retroactividad de la ley cuando sea más benigna para el imputado


11. “Los artículos 103° y 139°, inciso 11), de la Constitución Política vigente postulan los principios según
los cuales ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivo, salvo en materia penal, cuando favorece al
reo, así como la aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre
leyes penales.
En efecto, si una nueva ley resulta más gravosa o restrictiva para los derechos del procesado o
condenado, el Juzgador debe decidirse por la más benigna, es decir, por aquella que no importe una
restricción más severa o penosa de su libertad individual... En este contexto, en que operó una
refundición de penas para su tratamiento penitenciario, cabe afirmar, de conformidad con la
normativa constitucional citada anteriormente, que, si una nueva norma procesal como la Ley N.°
26320 resultaba menos ventajosa que la ley anterior en lo que respecta a la aplicación del beneficio
penitenciario de semilibertad, no puede tener efecto retroactivo, por su carácter evidentemente
perjudicial”. (Exp. 00804-2002-HC FJ 1,2,4)

 Prohibición de la
condena en ausencia 139º. Son principios y derechos de la función
jurisdiccional:
12. El principio de no ser condenado en ausencia.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24.e, 142, 149 y 200.
Código Procesal Penal: Arts. 75, 247-250, 278, 308.
Código de Procedimientos Penales: Arts. 205, 206, 318 y ss.
Ley 26641: Passim.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.3.d.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 52.


Constitución de 1979: Art. 233.10.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Acción de amparo como recurso contra la violación del principio de no ser condenado en
ausencia.
1. “La interpretación a contrario sensu de lo dispuesto en el inciso 2) del artículo 6º de la Ley Nº 23506
[Ley de hábeas corpus y amparo] permite la posibilidad de interponer una acción de amparo contra
resoluciones judiciales expedidas en un proceso irregular, vale decir cuando se violan las reglas del
debido proceso, constitucionalmente consagradas, tales como... ‘el principio de no ser condenado en
ausencia’... En tal sentido la interposición de una demanda de amparo para enervar lo resuelto en
otro proceso de amparo, comúnmente llamada ‘amparo contra amparo’, es una modalidad de esta
acción de garantía ejercida contra resoluciones judiciales, con la particularidad que sólo protege los
derechos constitucionales que conforman el debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva...”
(Expediente 0200-2002-AA/TC, Considerando Jurídico 1).

Derecho a la presunción de inocencia es una presunción Iuris tántum


2. “si bien el demandante alega que procede la adecuación del tipo penal por el que fue condenado, esto
es, aduce que su conducta ilícita no configura el delito agravado que prescribe la participación
delictiva de tres o más personas, pues al no existir una tercera persona le corresponde el tipo penal
base previsto en el artículo 296° del Código Penal, sin embargo tal argumento no es compartido por
este Tribunal, pues como ya se señaló anteriormente [Cfr. STC 04590-2007-PHC/TC y STC 9943-
2005-PHC/TC, entre otras], el derecho a la presunción de inocencia no comporta una presunción
absoluta, sino una presunción iuris tántum. Por eso mismo, tal presunción puede quedar desvirtuada
sobre la base de una mínima actividad probatoria. En el caso, el demandante fue condenado por la
comisión del delito de tráfico ilícito de drogas, reservándose el proceso contra otros coprocesados,
reserva que a juicio de este Colegiado evidencia que existen pruebas suficientes contra los indicados
procesados ausentes, las que, llegado el momento, podrían justificar una condena contra ellos; de lo
contrario la justicia penal los habría absuelto, toda vez que lo que la Constitución (artículo 139º,
inciso 12) prohíbe es que una persona sea condenada en ausencia, mas no que sea absuelta". (Exp.
05878-2009-HC FJ 6)

Constitución prohíbe condenar a una persona en ausencia pero no implica su absolución


3. "... en sentencia anterior (Exp. Nº 10107-2005-PHC/TC, fundamento 8), este Colegiado ha señalado
que la reserva del juzgamiento se sustenta en que existen evidencias suficientes que, llegado el
momento, justificarán una condena; de lo contrario, se le habría absuelto, toda vez que lo que la
Constitución (artículo 139º inciso 12) prohíbe es que una persona sea condenada en ausencia, mas no
que sea absuelta". (Exp. 01382-2006-HC FJ 4)

Reos ausentes se reservará el proceso hasta la fecha de su aprehensión


4. “De acuerdo al artículo 139°, inciso 12), de la Constitución Política del Perú, uno de los principios y
derechos de la función jurisdiccional es de que no se debe condenar en ausencia, lo cual se encuentra
concordado con el artículo 14°, numeral 3, ordinal d), del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, al señalar que toda persona acusada de un delito tiene derecho en plena igualdad a: ‘(...)
hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente (...)’. Asimismo, el Código de
Procedimientos Penales, en los artículos 318° y 322°, regula el juicio contra los reos ausentes,
señalando que se reservará el proceso hasta que el acusado sea habido y que, luego de su
aprehensión, el Tribunal fijará día para llevarse a cabo el juicio oral... A fin de evitar situaciones de
incertidumbre jurídica con relación a aquellos procesados que fueron detenidos en el extranjero
debido a un mandato de detención expedido por órganos jurisdiccionales peruanos y que como tal
fueron declarados reos ausentes, toda vez que se encuentran pendiente de resolución el proceso de
extradición activa solicitado por el Estado peruano, este Colegiado considera necesario recomendar al
Poder Judicial y al Poder Ejecutivo para que adopten las medidas necesarias a fin de que se actúen las
diligencias pertinentes para obtener la declaración del procesado, constituyéndose para tal efecto en
el lugar donde éste se encuentre”. (Exp. 06214-2005-HC FJ 6,10)

 Prohibición de revivir


procesos fenecidos
Efectos de la amnistía,
139º. Son principios y derechos de la función
indulto, jurisdiccional:
sobreseimiento
definitivo y de la 13. La prohibición de revivir procesos fenecidos con
prescripción resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el
sobreseimiento definitivo y la prescripción
producen los efectos de cosa juzgada.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 102 inc. 6, 118 inc. 21, 139 inc. 2.
Código Penal: Arts. 4 inc. 3, 78, 89, 90.
Código Procesal Penal: Arts. IV, 8 inc. 3, 189.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 4.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 12 inc. 16.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8 inc. 4.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14 inc. 7.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.11.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Vulneración del principio de non bis in idem


1. “El recurrente también señala que se ha vulnerado el principio del non bis in ídem, porque en el
proceso que se le sigue por delito de terrorismo se están ventilando hechos que ya fueron materia de
proceso en el fuero militar, y que constituyen cosa juzgada. Este Colegiado desestima este extremo
de la demanda por considerar que no es cierto que los hechos materia del presente proceso
constituyan cosa juzgada, dado que la sentencia condenatoria emitida en el fuero militar contra el
beneficiario ha sido declarada nula...” (Expediente 1300-2002-HC/TC, Fundamentos Jurídicos 24 y
25).

Razones para la extinción de la acción penal


2. "Este Tribunal en reiterada jurisprudencia, ha precisado que la prescripción desde un punto de vista
general es la institución jurídica mediante la cual, por el transcurso del tiempo, la persona adquiere
derechos o se libera de obligaciones. Y desde la óptica penal es una causa de extinción de la
responsabilidad criminal fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos o en la
renuncia del Estado al iuspuniendi, bajo el supuesto de que el tiempo transcurrido borra los efectos de
la infracción, existiendo apenas memoria social de ella. Dicho de otro modo, en una Norma
Fundamental inspirada en el principio pro homine, la ley penal material otorga a la acción penal una
función preventiva y resocializadora, en la cual el Estado autolimita su potestad punitiva, orientación
que se funda en la necesidad de que pasado cierto tiempo se elimine toda incertidumbre jurídica y se
abandone el castigo de quien lleva mucho tiempo viviendo honradamente, consagrando de esta
manera el principio de seguridad jurídica.
Así la ley considera varias razones que permiten extinguir la acción penal, en virtud de las cuales el
Estado autolimita su potestad punitiva: causas naturales (muerte del infractor), criterios de
pacificación o solución de conflictos sociales que tienen como base la seguridad jurídica (cosa juzgada
o prescripción) o razones sociopolíticas o de Estado (amnistía).
En este orden de ideas, resulta lesivo al derecho al plazo razonable del proceso que el representante
del Ministerio Público, titular de la acción penal, sostenga una imputación cuando ésta se ha
extinguido, o que formule denuncia penal cuando la potestad persecutoria del Estado, por el
transcurso del tiempo, se encuentra extinguida, y que el órgano jurisdiccional abra instrucción en
tales supuestos". (Exp. 01388-2010-HC FJ 3)

Inmutabilidad de la cosa juzgada


3. "La Constitución establece en el artículo 139º, inciso 13, que son principios y derechos de la función
jurisdiccional la prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada.
Asimismo, la Constitución establece como una de las garantías de la impartición de justicia a la
inmutabilidad de la cosa juzgada destacando expresamente en su artículo 139°, inciso 2, que
“[n]inguna autoridad puede (...) dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa
juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”,
disposición constitucional que protege el principio de la cosa juzgada, así como los correspondientes a
la seguridad jurídica y a la tutela jurisdiccional efectiva.
La protección mencionada se concreta en el derecho que corresponde a todo ciudadano de que las
resoluciones judiciales sean ejecutadas o alcancen su plena eficacia en los propios términos en que
fueron dictadas; esto es, respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí
declaradas. Ello, obviamente, sin perjuicio de que sea posible su modificación o revisión, a través de
los cauces extraordinarios legalmente previstos. Lo contrario, esto es, desconocer la cosa juzgada
material, priva de eficacia al proceso y lesiona la paz y la seguridad jurídicas. Por lo tanto, lo que
corresponde a los órganos jurisdiccionales es ajustarse a lo juzgado en un proceso anterior cuando
tengan que decidir sobre una relación o situación jurídica respecto de la cual existe una sentencia
firme". (Exp. 03425-2010-HC FJ 2)

Contenido esencial del principio de legalidad penal no se refiere a la prescripción de la


acción penal
4. "Ahora bien, una cosa es afirmar que las normas atinentes a la descripción de la conducta típica y la
pena imponible sean las vigentes en el momento en que se produce el acto o la omisión penalmente
reprochable (a menos que sobrevenga una más favorable), y otra, muy distinta, sostener que este
criterio rige necesariamente también para las normas que determinan el tiempo durante el cual dicha
conducta es susceptible de persecución penal.
El contenido esencial del principio de legalidad penal, se encuentra referido a la conducta típica y a la
pena, más no a la prescripción de la acción penal. La Norma Fundamental, en su artículo 139º, inciso
13, se limita a especificar uno de los efectos de la declaración de la prescripción penal (“produce[] los
efectos de cosa juzgada”), y en su artículo 41º in fine, impone una regla para su cálculo en el caso de
los delitos cometidos contra el patrimonio del Estado (en estos casos, “[e]l plazo de la prescripción se
duplica”), pero no la vincula con el contenido básico del derecho fundamental a la legalidad punitiva".
(Exp. 00024-2010-AI FJ 56,57)
Prescripción de la acción penal impide que la persecución penal sea ad infinitum
5. "El artículo 139,13 de la Constitución prevé que la “(l)a amnistía, el indulto, el sobreseimiento
definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada”. Así, la prescripción de la acción
penal constituye una garantía del individuo ante la persecución penal estatal, que no puede
prolongarse ad infinitum. Sin embargo, este Tribunal debe reiterar que ninguna disposición
constitucional, puede ser interpretada aisladamente. En la medida en que forma parte de la Ley
Fundamental, la determinación de sus alcances y límites debe realizarse bajo el principio de unidad de
la Constitución.
Así, la prescripción de la acción penal, que supone la defensa del individuo contra los excesos del
Poder estatal, no puede ser utilizada con la finalidad de avalar el encubrimiento que el Estado haya
realizado de hechos que deben ser investigados.
Así como la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Velásquez Rodríguez y Godínez
Cruz ha señalado que los instrumentos que sirven para la protección de derechos no pueden ser
concebidos como meras formalidades, sino que deben constituir efectivas herramientas de protección
(caso Velásquez Rodríguez, sentencia de fondo fund 68; caso Godínez Cruz contra, sentencia de fondo
fund 71). En el caso, el propio Fuero Militar declaró nulos los actuados ante esa instancia para
investigar los hechos que son objeto del proceso penal que se sigue contra el favorecido.
Asimismo, este Tribunal Constitucional ha reconocido que del deber de protección de los derechos
fundamentales reconocido en el artículo 44º de nuestra Constitución, se deriva la obligación de
investigar y sancionar graves actos como las ejecuciones extrajudiciales en las que estaría
involucrado el favorecido (Exp. Nº 2798-2004-HC/TC fund 10, Gabriel Orlando Vera Navarrete; Exp.
Nº2488-2002-HC, caso Villegas Namuche, fund 23).
De este modo, una interpretación conforme a la Constitución de las normas de prescripción de la
acción penal implica dejar de contabilizar todo el lapso en que se sustrajeron los hechos de una
efectiva investigación, a través de órganos judiciales incompetentes y leyes de amnistía
inconstitucionales". (Exp. 00218-2009-HC FJ De 13 a 17)

Carácter de cosa decidida de las resoluciones del Ministerio Público que declaran la no
formalización de la denuncia penal.
6. "La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha precisado que: “…La decisión del Fiscal no
promoviendo la acción penal mediante la denuncia o requerimiento de instrucción correspondientes, al
estimar que los hechos que se le pusieron en su conocimiento no constituyen delito es un acto de
esencia típicamente jurisdiccional –como toda actividad del Ministerio Público en el proceso- que
adquiere el carácter de inmutable e irreproducible surtiendo los efectos de la cosa juzgada, una vez
firme. De este modo, al igual que una decisión judicial recaída, es definitiva y en consecuencia
trasciende en sus efectos con caracteres prohibitivos para procesos futuros basados en los mismos
hechos materia de decisión…” (Informe Nº 1/95, relativo al caso 11.006 del 7 de febrero de 1995).
Este criterio ha sido asumido por el Tribunal Constitucional a través de diversos fallos en los que ha
señalado que: “… las resoluciones que declaran no ha lugar a formalizar denuncia penal, que en el
ejercicio de sus funciones pudieran emitir los representantes del Ministerio Público, no constituyen en
estricto cosa juzgada, pues esta es una garantía exclusiva de los procesos jurisdiccionales. No
obstante ello, este Colegiado les ha reconocido el status de inamovible o cosa decidida, siempre y
cuando se estime en la resolución, que los hechos investigados no configuran ilícito penal…” (STC
2725-2008-PHC/TC). A contrario sensu, no constituirá cosa decidida las resoluciones fiscales que no
se pronuncien sobre la no ilicitud de los hechos denunciados, teniendo abierta la posibilidad de poder
reaperturar la investigación si es que se presentan los siguientes supuestos: a) Cuando existan
nuevos elementos probatorios no conocidos con anterioridad por el Ministerio Público; o, b) Cuando la
investigación ha sido deficientemente realizada.
Esta forma de razonamiento asumida por el Tribunal Constitucional tiene como fundamento el
principio de seguridad jurídica; principio que forma parte consustancial del Estado Constitucional de
Derecho y está íntimamente vinculado con el principio de interdicción de la arbitrariedad. Así este
principio constituye la garantía que informa a todo el ordenamiento jurídico, siendo una “… norma de
actuación de los poderes públicos, que les obliga a hacer predecible sus decisiones y a actuar dentro
de los márgenes de razonabilidad y proporcionalidad, y en un derecho subjetivo de todo ciudadano
que supone la expectativa razonable de que sus márgenes de actuación, respaldados por el derecho,
no serán arbitrariamente modificados…” (STC 5942-2006-PA/TC).
En tal sentido, el principio de seguridad jurídica es la garantía constitucional del investigado que no
puede ser sometido a un doble riesgo real de ser denunciado y sometido a investigaciones por hechos
o situaciones que en su oportunidad han sido resueltos y absueltos por la autoridad pública. Por ello,
al ser el Ministerio Público un órgano constitucional constituido y por ende sometido a la Constitución,
su actividad no puede ser ejercida, irrazonablemente, con desconocimiento de los principios y valores
constitucionales, ni tampoco al margen del respeto de los derechos fundamentales, como el principio
y el derecho del ne bis in idem o la no persecución múltiple". (Exp. 01887-2010-HC FJ De 16 a 19)

Prescripción como supuesto de extinción de la acción penal


7. "... la prescripción, desde un punto de vista general, es la institución jurídica mediante la cual, por el
transcurso del tiempo, la persona adquiere derechos o se libera de obligaciones. Y, desde la óptica
penal, es una causa de extinción de la responsabilidad criminal fundada en la acción del tiempo sobre
los acontecimientos humanos o en la renuncia del Estado al iuspunendi, bajo el supuesto de que el
tiempo transcurrido borra los efectos de la infracción, existiendo apenas memoria social de ella. Así, el
Código Penal reconoce la prescripción como uno de los supuestos de extinción de la acción penal. Es
decir, mediante la prescripción se limita la potestad punitiva del Estado, dado que se extingue la
posibilidad de investigar un hecho criminal y, con ello, la responsabilidad del supuesto autor o autores
del mismo". (Exp. 10302-2006-HC FJ 4)

Resolución que no es una sentencia definitiva ,pero que ponga fin al proceso penal , se
encuentra garantizada en el derecho a no revivir procesos fenecidos.
8. "Este Tribunal absuelve en sentido afirmativo a la luz de las disposiciones de derechos fundamentales,
la determinación de si una resolución que no constituye una sentencia definitiva (pero que ha puesto
fin al proceso penal) se encuentra también garantizada por este derecho. No solamente porque en la
dicción de dichas disposiciones se ha evitado circunscribir el ámbito de protección sólo al caso de las
sentencias, y se ha comprendido también a los autos que ponen fin al proceso (al referirse, por
ejemplo, a las resoluciones que importen el sobreseimiento definitivo de una causa), sino también
porque ese es el sentido interpretativo que se ha brindado a una disposición aparentemente más
limitativa de su ámbito de protección, como puede ser el artículo 8.4 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, por los órganos de protección de los derechos humanos en nuestra Región, el
cual prevé que El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por
los mismos hechos". (Exp. 03938-2007-AA FJ 12)

No es posible la doble sanción del mismo sujeto por un mismo hecho cuando se refiera a la
afectación de un mismo bien jurídico.
9. "En principio, importa señalar que la sanción de destitución impuesta al recurrente por el Consejo
Nacional de la Magistratura en aplicación del inciso 2) del artículo 31º de su Ley Orgánica, lo ha sido
por infracción del inciso 4) del artículo 196º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, esto es, por admitir
o formular recomendaciones en procesos judiciales, en razón de los hechos suscitados a raíz de una
entrevista personal efectuada en el domicilio del entonces Sr. Presidente de la República por un
proceso judicial de filiación seguido en su contra por doña Lucrecia Orozco, cuando era parte
integrante del colegiado que tenía bajo su competencia el trámite de dicha causa. Dicha sanción le fue
impuesta por responsabilidad funcional, que se anuda a su conducta en su calidad de magistrado, por
haber infringido los deberes de fidelidad y respeto de las formas establecidas por ley, de
imparcialidad, y de probidad e independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional
constitucionalmente prevista por el artículo 139.2º de la Norma Fundamental
Por otra parte, la medida disciplinaria impuesta por el Tribunal de Honor, sustentada en los artículos
50º y 77º de sus Estatutos, y en los artículos 1º, 2º, 3º, 5º y 48º del Código de Ética de los Colegios
de Abogados del Perú, se dirige a sancionar al actor en su calidad de profesional de derecho
integrante del Colegio de Abogados de Lima, institución que en su calidad de ente fiscalizador del
ejercicio de la profesión de abogado, ha considerado que su actuación –por la que ha sido destituido
por el Consejo Nacional de la Magistratura– también ha afectado los fines que promueve como
institución con personalidad de derecho público, esto es, los parámetros deontológicos y éticos
exigidos por la sociedad a la que sirve, y a los principios y valores contenidos en sus estatutos.
En tal sentido, y dado que el elemento consistente en la igualdad de fundamento es la clave que
define el sentido del principio –esto es, no cabe la doble sanción del mismo sujeto por un mismo
hecho cuando la punición se fundamenta en un mismo contenido injusto, vale decir, en la lesión de un
mismo bien jurídico o un mismo interés protegido– tampoco considera este Tribunal que se haya
vulnerado el principio non bis in ídem, pues conforme a lo expuesto en los fundamentos 27 y 28,
supra, no existe identidad de fundamento en cuanto a las sanciones aplicadas por parte del Consejo
Nacional de la Magistratura y el Tribunal de Honor del Colegio de Abogados de Lima, ya que, por un
lado, los bienes jurídicos resguardados por cada uno de ellos resultan distintos, y por otro, ambas
instituciones tienen diferentes ámbitos de control y sanciones diferenciadas". (Exp. 03954-2006-AA FJ
De 27 a 29)

Resoluciones con carácter de cosa juzgada pueden ser “controladas” mediante el proceso
de amparo.
10. “... si tenemos en cuenta que el principio de unidad de la Constitución exige que la interpretación de
la Constitución debe estar orientada a considerarla como un “todo” armónico y sistemático, a partir
del cual se organiza el sistema jurídico en conjunto, y que el principio de concordancia práctica exige
que toda aparente tensión entre las propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta
“optimizando” su interpretación, es decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios
concernidos (Expediente N.º 5854-2005-AA/TC, FJ 12), entonces podemos concluir, interpretando
conjuntamente los artículos 139.2, 139.13 y 200.2 de la Constitución, que las resoluciones judiciales
que constituyen cosa juzgada podrán ser «controladas» mediante el proceso constitucional de amparo
cuando hayan sido expedidas con vulneración de los derechos fundamentales.
Interpretar aisladamente los mencionados incisos 2) y 13) del artículo 139º de la Constitución en el
sentido de que mediante el proceso de amparo no se pueden controlar resoluciones judiciales que han
adquirido la calidad de cosa juzgada resulta inconstitucional, así como lo es interpretar aisladamente
tales disposiciones en el sentido de que este control constitucional implicaría el avocamiento a causas
pendientes ante órgano jurisdiccional o la interferencia en el ejercicio de sus funciones.
Interpretaciones aisladas como las antes expuestas conllevarían a eximir de control a determinados
actos que vulneren derechos fundamentales, transgrediéndose, de este modo, el derecho a la
protección jurisdiccional de los derechos y libertades". (Exp. 01458-2006-AA FJ 8,9)

Garantías adquiridas como consecuencia de la adquisición de cosa juzgada de una


resolución
11. ."En opinión del Tribunal Constitucional, mediante el derecho a que se respete una resolución que ha
adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a
que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para
impugnarlas; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal
condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de
terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó
(vid. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 38. Caso Santiago Martín Rivas).
Prima facie, la determinación de si una resolución que no constituye una sentencia definitiva (pero
que ha puesto fin al proceso penal) se encuentra también garantizada por este derecho, a la luz de
dichas disposiciones de derechos fundamentales, debe absolverse por este Tribunal en sentido
afirmativo. No solamente porque en el dictado de dichas disposiciones se ha evitado circunscribir el
ámbito de protección solo al caso de las sentencias, y se ha comprendido también a los autos que
ponen fin al proceso (al referirse, por ejemplo, a las resoluciones que importen el sobreseimiento
definitivo de una causa), sino también porque ese es el sentido interpretativo que se ha brindado a
una disposición aparentemente más limitativa de su ámbito de protección, como puede ser el artículo
8.4 de la Convención Americana de Derechos Humanos, por los órganos de protección de los derechos
humanos en nuestra región (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 39. Caso Santiago Martín Rivas". (Exp.
04989-2006-HC FJ 32,33)

Aplicación de la amnistía , dictada de una manera constitucionalmente legítima, tiene


fuerza de cosa juzgada.
12. "Es evidente que el derecho a la cosa juzgada también se configura a partir de resoluciones judiciales
dictadas en aplicación de una ley de amnistía, según el artículo 139, inciso 13, de la Constitución.
Para ello, sin embargo, es preciso que la ley de amnistía no sólo debe ser válida sino también
constitucionalmente legítima. Una ley puede ser válida pero no necesariamente legítima desde la
perspectiva de la Constitución. Por tanto, la primera cuestión que debe abordarse es la indagación
sobre la legitimidad constitucional de una ley de amnistía al amparo de la cual se haya dictado una
resolución judicial". (Exp. 00679-2005-AA FJ 16)

Plazos utilizados para el cómputo de la prescripción


13. "La prescripción de la acción según la regulación establecida en nuestro Código Penal, puede ser
contabilizada a través del plazo ordinario y del plazo extraordinario. En primer lugar el plazo ordinario
de prescripción regulado en el artículo 80º del Código Penal es el equivalente al máximo de la pena
fijada en la ley, en caso de ser privativa de libertad. En caso de que la pena no sea privativa de
libertad, la acción prescribe a los dos años. Asimismo en casos de delitos cometidos por funcionarios y
servidores públicos contra el patrimonio del Estado o de organismos sostenidos por este, el plazo de
prescripción se duplica. Por otro lado existe el plazo extraordinario de prescripción, que será utilizado
en caso de que haya operado la interrupción del plazo de la prescripción que según lo establece el
artículo 83º del Código Penal es el equivalente al plazo ordinario de prescripción más la mitad.
El artículo 82º del Código Penal establece que los plazos de prescripción de la acción penal
comenzarán a computarse: i) En la tentativa, desde el día en que cesó la actividad delictuosa; ii) En el
delito instantáneo, a partir del día en que se consumó; iii) En el delito continuado, desde el día en que
terminó la actividad delictuosa; iv) En el delito permanente, a partir del día en que cesó la
permanencia.
En el presente caso, conforme a lo indicado, la prescripción de la acción penal para el delito deberá
computarse desde el momento en que se consumó. Sin embargo en el proceso penal, si bien se indica
el momento en que el agraviado suscribió el pagaré con vicios de nulidad, cuya fecha es la que el
accionante propone para contabilizar el inicio del cómputo del plazo de la prescripción, no se indica la
fecha de consumación del ilícito, esto es el momento en que se produjo el perjuicio económico. Al
respecto es de tenerse presente, como ya lo ha señalado este Tribunal en repetidas oportunidades,
que no es competencia de la justicia constitucional el determinar la responsabilidad penal ni de hacer
una valoración de las pruebas que a tal efecto se incorporen al proceso penal. Asimismo, tampoco
constituye competencia de la justicia constitucional el determinar la configuración del ilícito
dilucidando aspectos tales como el momento en que se produjo la consumación del mismo. Es por ello
que en el caso de autos al no haber pronunciamiento en sede penal sobre el momento de la
consumación del delito de estafa no es posible advertir de manera manifiesta que al momento de
emitir la resolución mediante la cual se confirma la sentencia condenatoria se haya producido la
prescripción de la acción penal respecto del mismo. Por tanto, la presente demanda debe ser
desestimada". (Exp. 05890-2006-HC FJ 8,9)

El sobreseimiento definitivo implica el archivamiento definitivo del proceso penal


14. ."Con fecha 16 de mayo de 2003, la Sala Nacional de Terrorismo, en aplicación del Decreto Legislativo
N° 926, que fuera emitido conforme a la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el
Expediente N° 010-2002-AI/TC, declaró nulo el sobreseimiento del proceso penal seguido al actor por
el delito de terrorismo, decisión jurisdiccional que este Tribunal no considera lesiva a los derechos
constitucionales invocados por el recurrente, por las siguientes razones: a) La Constitución Política del
Perú, en su artículo 139°, inciso 13, que consagra la prohibición de revivir procesos fenecidos con
resolución ejecutoriada, establece que el sobreseimiento definitivo, entre otros institutos, produce los
efectos de la cosa juzgada. En efecto, para la doctrina penal más generalizada, el sobreseimiento
definitivo determina el archivamiento definitivo del proceso penal, bien por ser el hecho investigado
no constitutivo de delito, bien por aparecer exentos de responsabilidad criminal los inculpados como
autores, cómplices o encubridores, situaciones que configuran pronunciamientos materiales o de
fondo; b) En cambio, el “sobreseimiento definitivo”, que regula la Ley N.° 26697, prefigura una
decisión jurisdiccional motivada por un elemento puramente coyuntural, esto es, que el agente se
encuentre cumpliendo una condena impuesta por el fuero privativo militar por delito de terrorismo o
de traición a la patria, y por la existencia de un proceso penal en giro de igual o de distinta naturaleza
que merezca una pena inferior a la aplicada; c) Asimismo, el proceso penal sobreseído con efecto de
cosa juzgada formal no podrá ser reabierto por ningún motivo, por cuanto ello implicaría, sea cual
fuere la decisión que recayese al final, una quiebra de la prohibición constitucional del principio ne bis
in ídem. Contrariamente, en el sobreseimiento opelegis –por fuerza de la ley–, dado su carácter
meramente contingente, nada impide que, removidas o modificadas de algún modo las causas que
justificaron su adopción, el proceso penal puede ser reabierto y, en su caso, desarrollado hasta su
normal conclusión mediante sentencia". (Exp. 00125-2005-HC FJ 4)

Concepto general , y concepto penal , de la institución jurídica de la prescripción


15. ."Conforme lo ha sostenido por este Tribunal en reiterada jurisprudencia [cf. STC 1805-2005-HC/TC],
“La prescripción, desde un punto de vista general, es la institución jurídica mediante la cual, por el
transcurso del tiempo, la persona adquiere derechos o se libera de obligaciones. Y, desde la óptica
penal, es una causa de extinción de la responsabilidad criminal fundada en la acción del tiempo sobre
los acontecimientos humanos o la renuncia del Estado al iuspunendi, en razón de que el tiempo
transcurrido borra los efectos de la infracción, existiendo apenas memoria social de la misma”.
Es decir que, mediante la prescripción, se limita la potestad punitiva del Estado, dado que se extingue
la posibilidad de investigar un hecho criminal y, con él, la responsabilidad del supuesto autor o
autores del mismo.
5. Enunciado de cuyo contenido se infiere que resulta lesivo a los principios de economía y celeridad
procesal, vinculados al derecho al debido proceso, que el representante del Ministerio Público, titular
de la acción penal, sostenga una imputación cuando esta se ha extinguido, o que formule denuncia
penal cuando la potestad persecutoria del Estado, por el transcurso del tiempo, se encuentra
extinguida, y que el órgano jurisdiccional abra instrucción en tales supuestos, o prosiga con una
investigación tendiente a determinar la responsabilidad penal, cuando esta responsabilidad y el poder
de sancionarla se encuentran fenecidos". (Exp. 06136-2005-HC FJ 4,5)

Fundamento constitucional de la prescripción


16. ."El fundamento constitucional de la prescripción se encuentra tanto en el último párrafo del artículo
41º, como en el artículo 139º, inciso 13, de la Constitución. El primero de prevé que `el plazo de
prescripción se duplica en caso de delitos cometidos contra el patrimonio del Estado´; el segundo,
que `la amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa
juzgada´. Bajo el canon interpretativo de estas dos disposiciones constitucionales alusivas a la
prescripción, se puede señalar que, en general, la prescripción es una causa de extinción de la
responsabilidad penal fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos o la
renuncia del Estado al ius punendi, en razón de que el tiempo transcurrido borra los efectos de la
infracción, existiendo apenas memoria social de esta. Es decir, que mediante la prescripción se limita
la potestad punitiva del Estado, dado que se extingue la posibilidad de investigar un hecho criminal y,
con él, la responsabilidad del supuesto autor o autores del delito investigado". (Exp. 07451-2005-HC
FJ 4)

Dimensión formal y dimensión material del ne bis in ídem


17. "... en la STC 2050-2002-AA/TC, este Tribunal señaló que el contenido esencial
constitucionalmente protegido del ne bis in ídem debe identificarse en función de sus dos dimensiones
(formal y material). En tal sentido, sostuvimos que en su formulación material, el enunciado según el
cual «nadie puede ser castigado dos veces por un mismo hecho», expresa la imposibilidad de que
recaigan dos sanciones sobre el mismo sujeto por una misma infracción, puesto que tal proceder
constituiría un exceso del poder sancionador, contrario a las garantías propias del Estado de Derecho.
Su aplicación, pues, impide que una persona sea sancionada o castigada dos (o más veces) por una
misma infracción cuando exista identidad de sujeto, hecho y fundamento.
En su vertiente procesal, tal principio significa que «nadie pueda ser juzgado dos veces por los
mismos hechos», es decir, que un mismo hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se
quiere, que se inicien dos procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad
de procedimientos (por ejemplo, uno de orden administrativo y otro de orden penal) y, por otro, el
inicio de un nuevo proceso en cada uno de esos órdenes jurídicos (dos procesos administrativos o dos
procesos penales con el mismo objeto, por ejemplo). Desde esta vertiente, dicho principio presupone
la interdicción de un doble proceso penal por la misma conducta. Lo que pretende es proteger a
cualquier imputado del riesgo de una nueva persecución penal, con abstracción del grado alcanzado
por el procedimiento, simultánea o sucesiva por la misma realidad histórica atribuida. Lo inadmisible
es, pues, tanto la repetición del proceso como una doble condena o el riesgo de afrontarla, lo cual se
yergue como límite material frente a los mayores poderes de persecución que tiene el Estado, que al
ejercer su ius puniendi debe tener una sola oportunidad de persecución". (Exp. 08123-2005-HC FJ 25)

El derecho a que no se revivan procesos fenecidos con resolución ejecutoriada está inmerso
en el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
18. ."El Tribunal Constitucional constata que la alegación formulada por el recurrente en torno a la
violación del derecho a la tutela jurisdiccional reproduce el mismo agravio que se expone en relación
al derecho al respeto de la cosa juzgada.
En ese sentido, considera pertinente recordar su doctrina según la cual, en nuestro ordenamiento
constitucional, la tutela jurisdiccional es un derecho `continente´ que engloba, a su vez, 2 derechos
fundamentales: el acceso a la justicia y el derecho al debido proceso (Cf. STC 0015-2001-AI/TC). Tal
condición del derecho a la tutela jurisdiccional se ha expresado también en el artículo 4º del Código
Procesal Constitucional que, al referirse al derecho a la tutela procesal efectiva, ha establecido en su
primer párrafo que éste `(...) comprende el acceso a la justicia y el debido proceso (...)´.
También tiene dicho este Tribunal que, al igual que lo que sucede con el derecho a la tutela
jurisdiccional, el derecho al debido proceso es un derecho que tiene la propiedad de albergar en su
seno una serie de derechos fundamentales de orden procesal.
Uno de esos derechos es el derecho a que no se revivan procesos fenecidos con resolución
ejecutoriada.
Por tanto, el Tribunal es de la opinión que, en la medida que el derecho a la tutela jurisdiccional no
tiene un ámbito constitucionalmente garantizado en forma autónoma, sino que su lesión se produce
como consecuencia de la afectación de cualesquiera de los derechos que lo comprenden, dentro del
cual se encuentra el respeto de la cosa juzgada, un pronunciamiento sobre el fondo en relación a
aquel derecho presupone, a su vez, uno en torno al derecho reconocido en el inciso 13 del artículo
139º de la Constitución.
De modo que la determinación de si el derecho a la tutela jurisdiccional resultó lesionado (o no) en el
presente caso, habrá de reservarse para el momento en que nos pronunciemos sobre el derecho a no
ser objeto de una doble persecución penal...
En opinión del Tribunal Constitucional, mediante el derecho a que se respete una resolución que ha
adquirido la autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a
que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para
impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal
condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de
terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó.
La determinación de si una resolución que no constituye una sentencia definitiva (pero que ha puesto
fin al proceso penal) se encuentra también garantizada por este derecho, a la luz de dichas
disposiciones de derechos fundamentales, debe absolverse por este Tribunal en sentido afirmativo. No
solamente porque en la dicción de dichas disposiciones se ha evitado circunscribir el ámbito de
protección sólo al caso de las sentencias, y se ha comprendido también a los autos que ponen fin al
proceso (al referirse, por ejemplo, a las resoluciones que importen el sobreseimiento definitivo de una
causa), sino también porque ese es el sentido interpretativo que se ha brindado a una disposición
aparentemente más limitativa de su ámbito de protección, como puede ser el artículo 8.4 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, por los órganos de protección de los derechos
humanos en nuestra Región". (Exp. 04587-2004-AA FJ 27,38,39)

Responsabilidades en el ámbito penal y en el ámbito administrativo son independientes


19. .“… debe precisarse que las responsabilidades penal y administrativas en que puede incurrir un
servidor o funcionario son independientes; razón por la cual, la existencia de un proceso penal no
enerva la potestad de la Administración para procesar y sancionar administrativamente, por los
mismos hechos, al servidor o funcionario que ha incurrido en falta disciplinaria”. (Exp. 03363-2004-AA
FJ 3)

 Derecho a un abogado

 Derecho de defensa
 Notificación de la
detención
14. El principio de no ser privado del derecho de
defensa en ningún estado del proceso. Toda
persona será informada inmediatamente y por
escrito de la causa o las razones de su detención.
Tiene derecho a comunicarse personalmente con un
defensor de su elección y a ser asesorada por éste
desde que es citada o detenida por cualquier
139º. Son autoridad.
principios y derechos
de la función
jurisdiccional:

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 19, 2 inc. 24f, 2 inc. 24g, 2 inc. 23, 100, 162, 200 inc. 1.
Código Procesal Civil: Arts. 51 inc. 2, 53 inc. 2.
Código Procesal Penal: Arts. VII, 68, 76-81, 105, 109 inc. 1, 118, 140, 143 inc. 4, 301, 314, 356.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 187
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 6, 7, 24, 284.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Arts. 51, 94 inc. 1.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 12 inc. 14.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 7, 8 inc. 2.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 9, 11.1.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 9 incs. 2 y 4, 14.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 2.20.h y 233.9.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Derecho a no ser privado de defensa se extiende a la etapa de investigación policial


1. “Si bien una interpretación literal de la primera parte del inciso 14) del artículo 139º de la Constitución
parecería circunscribir el reconocimiento del derecho de defensa al ámbito del proceso, una interpretación
sistemática de la última parte del mismo precepto constitucional permite concluir que ese derecho a no ser
privado de la defensa debe entenderse, por lo que hace al ámbito penal, como comprensivo de la etapa de
investigación policial, desde su inicio; de manera que el derecho a ser asesorado por un defensor,
libremente elegido, no admite que, por ley o norma con valor de ley, este ámbito pueda reducirse y, en
ese sentido, disponerse que el derecho a ser asistido por un profesional del derecho no alcance el
momento previo a la toma de la manifestación...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico
106).

Derecho a la protección jurisdiccional de todos los individuos


2. “... como ya ha tenido oportunidad de señalar este Tribunal (entre otros, en el Caso Tineo Cabrera, Exp.
Nº 1230-2002-HC/TC), el artículo 8º numeral 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
garantiza el derecho a la protección jurisdiccional de todos los individuos y, en consecuencia, nadie puede
ser impedido de acceder a un tribunal de justicia para dilucidar si un acto, cualquiera sea el órgano estatal
del que provenga, afecta o no sus derechos reconocidos en la Constitución o en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico 119).

Derecho de defensa se extiende a los procesos en sede administrativa, legislativa y corporativa


privada
3. “El derecho de defensa, como ya lo ha sostenido este Tribunal, se extiende no sólo al ámbito del proceso
judicial, sino también a sede administrativa, legislativa y corporativa privada. Así lo ha establecido, por
ejemplo, en el Caso Carlos Ramos [Exp. Nº 2050-2002-AA/TC], siguiendo lo que en su momento sostuvo
la Corte Interamericana de Derechos Humanos: ‘Cuando la Convención [Americana de Derechos
Humanos] se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal competente para la
determinación de sus derechos, esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa,
legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas’
(Caso Tribunal Constitucional del Perú, párrafo 71)...” (Expediente 0825-2003-AA/TC, Fundamento
Jurídico 5).

Derecho de defensa exige una actuación diligente por parte del interesado
4. “No existe violación del derecho de defensa si el estado de indefensión se ha generado por una acción u
omisión imputable al afectado. La dimensión constitucional del derecho de defensa exige, pues, que el
interesado haya actuado con ‘la debida diligencia, sin que pueda alegar indefensión quien se coloca a sí
misma en tal situación, o quien no hubiese quedado indefenso de haber actuado con la diligencia
razonablemente exigible’ (STC 210/1996). En este sentido, no existe una infracción al contenido
constitucionalmente protegido del derecho de defensa –y, por tanto, no se genera una indefensión
reprochable– en tanto el afectado contó con la posibilidad de pese a existir una posibilidad de
defenderse...” (Expediente 0825-2003-AA/TC, Fundamento Jurídico 5).

Inculpado debe ser informado previa y detalladamente el contenido de la acusación que se


formula en su contra.
5. "... el hecho de que el inculpado pudiese conocer por los medios de comunicación respecto del tema de la
investigación, ello no le exime al Estado de su obligación de informarle previa y detalladamente el
contenido de la acusación. Tomando en cuenta dicha circunstancia, la Corte Interamericana ha enfatizado
que “[e]l investigado, antes de declarar, tiene que conocer de manera oficial cuáles son los hechos que se
le imputan, no sólo deducirlos de la información pública o de las preguntas que se le formulan” (Caso
Barreto Leiva vs. Venezuela).
En buena cuenta, la finalidad de este derecho es brindarle al acusado en forma oportuna todos los
elementos de hecho y de derecho, así como los medios probatorios que fundamentan la acusación con el
fin de que éste pueda ejercer en forma adecuada y razonable su derecho a la defensa". (Exp. 00156-
2012-HC FJ 19)

Dimensión material y formal del derecho de defensa


6. "... el derecho de defensa tiene una doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado de
ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la
comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone el derecho a una defensa técnica,
esto es, al asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor de su elección desde que la persona es
citada o detenida por la autoridad y durante todo el tiempo que dure la investigación preliminar o el
proceso mismo". (Exp. 00651-2012-HC FJ 4)

Justiciable debe conocer de forma cierta, expresa e inequívoca los cargos que pesan en su
contra.
7. "Sobre el derecho de defensa, el Tribunal Constitucional en el Expediente N.º 6998-2006-PHC/TC precisó
que requiere que el justiciable se informe de la existencia del proceso penal, en atención a su derecho de
conocer de forma cierta, expresa e inequívoca los cargos que pesan en su contra. De ahí que el derecho de
defensa sea, entre otros, una manifestación del derecho al debido proceso, derecho irrenunciable dado
que la parte no puede decidir si se le concede o no la posibilidad de defenderse; e inalienable pues su
titular no puede sustraerse a su ejercicio.
Asimismo, este Tribunal ha precisado que el derecho de defensa tiene una doble dimensión: una material,
referida al derecho del imputado de ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma
conocimiento de que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone
el derecho a una defensa técnica, esto es, al asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor de su
elección desde que la persona es citada o detenida por la autoridad y durante todo el tiempo que dure la
investigación preliminar o el proceso mismo.
Este Colegiado también ha explicitado que “[E]l contenido esencial del derecho de defensa queda afectado
cuando, en el seno de un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedida, por actos concretos
de los órganos judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficiente y eficaces para defender sus
derechos e intereses legítimos ( cf. STC. 06648-2006-PHC/TC).
Tal como ha sostenido este Colegiado en la sentencia Nº 03062-2006-PHC/TC (caso JyomarYunior
Faustino Tolentino), el derecho fundamental de defensa está considerado como la fuerza motriz del
proceso; como la garantía suprema que atiende a su esencia misma, pues sin él no estaremos ante un
verdadero proceso, toda vez que, ante su ausencia, no habrá contradictorio, siendo este un atributo
principal de las partes sujetas a proceso. De otro lado, este derecho tiene su origen en el precepto
sustancial según el cual nadie puede ser juzgado sin ser oído y vencido en juicio". (Exp. 02660-2012-HC
FJ 4)

Prueba prohibida como violación al principio de la actividad probatoria.


8. "Respecto al cuestionamiento del recurrente de que la copia del correo materia de la denuncia se habría
obtenido ilegalmente de su correo electrónico, debe tenerse presente que el Tribunal Constitucional en la
sentencia recaída en el Expediente Nº 02333-2004-HC/TC estableció que “el derecho a la prueba se
encuentra sujeto a determinados principios, como que su ejercicio se realice de conformidad con los
valores de pertinencia, utilidad, oportunidad y licitud. Ellos constituyen principios de la actividad probatoria
y, al mismo tiempo, límites a su ejercicio, derivados de la propia naturaleza del derecho”. Asimismo, en la
sentencia recaída en el Expediente Nº 00655-2010-PHC/TC, el Tribunal Constitucional consideró que “De
este modo, en nuestro ordenamiento jurídico una prueba será considerada prohibida cuando se obtenga
mediante la violación directa o indirecta de algún derecho fundamental, mas no de los derechos de rango
legal o infralegal”.
De los documentos que obran en autos no se puede afirmar que el correo que el recurrente reenvió haya
sido obtenido ilegamente de su correo electrónico vulnerándose derechos fundamentales; pues según se
aprecia a fojas 176 de autos, los testigos de cargo señalaron la recepción del correo ofensivo a sus correos
electrónicos, por lo que es lógico presumir que ellos hayan proporcionado copia de éstos". (Exp. 01441-
2012-HC FJ 8)

Derecho a la prueba como elemento del derecho a la tutela procesal efectiva


9. "... este Tribunal ha señalado en la sentencia recaída en el Expediente Nº 010-2002-AI/TC que el derecho
a la prueba forma parte de manera implícita del derecho a la tutela procesal efectiva; ello en la medida en
que los justiciables están facultados para presentar todos los medios probatorios pertinentes, a fin de que
puedan crear en el órgano jurisdiccional la convicción necesaria de que sus argumentos planteados son
correctos. Pues el derecho a la prueba apareja la posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances
que la Constitución y las leyes reconocen, los medios probatorios pertinentes para justificar los
argumentos que el justiciable esgrime a su favor. Constituye un derecho básico de los justiciables producir
la prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensión o su defensa. [STC 4831-2005-
PHC/TC].
Que en el presente caso este Tribunal advierte que lo que en realidad pretende el recurrente es que se
lleve a cabo un reexamen de la aludida sentencia absolutoria (fojas 35), alegando con tal propósito la
presunta vulneración a los derechos reclamados en la demanda. En efecto, este Colegiado advierte que el
cuestionamiento contra la indicada resolución judicial se sustenta en un alegato infraconstitucional referido
a la valoración y la suficiencia de las pruebas propias del proceso ordinario respecto de la cual se señala
que es falso lo señalado por los emplazados cuando refieren que conforme se ha demostrado del análisis
probatorio realizado en primera instancia el querellado ha realizado las declaraciones en condición de
funcionario público, nunca existió prueba que acredite la condición de funcionario público del querellado
resultando que los demandados valoraron dicha condición personal cuando aquella jamás fue probada y
que la única manera de probar la conducta atípica del querellado es con documentos que acrediten que
era y actuaba como funcionario público, ocurriendo que de los actuados no obra ningún medio probatorio
aportado por la parte querellada, cuestionamientos de connotación judicial ordinaria que evidentemente
excede el objeto de los procesos constitucionales de la libertad. En este sentido corresponde el rechazo de
la presente demanda que pretende la nulidad de la cuestionada resolución judicial sustentada en alegatos
de mera legalidad". (Exp. 02684-2011-AA FJ 3,4)

Procedencia de la acción de amparo ante la vulneración del debido proceso


10. "Que el Tribunal Constitucional no comparte el pronunciamiento de los juzgadores de las instancias
precedentes toda vez que si bien es cierto sustentan su decisión en el numeral 5.2º del Código Procesal
Constitucional que los habilita para desestimar liminarmente la demanda, sin embargo, respecto a los
procedimientos disciplinarios sancionadores llevados a cabo al interior de asociaciones, existe uniforme y
reiterada jurisprudencia expedida por el Tribunal Constitucional sobre el particular (Cfr. sentencias
recaídas en los Expedientes Nos 1612-2003-AA/TC, 1414-2003-AA/TC, 0353-2002-AA/TC, 1489-2004-
AA/TC, 3312-2004-AA/TC, 1515-2003-AA/TC, 1027-2004-AA/TC, entre otras tantas), lo que denota que la
controversia si puede ser dilucidada a través del proceso de amparo.
Que en efecto si bien existe otra vía procedimental, la jurisprudencia de este Tribunal acredita que la vía
del amparo es la satisfactoria, no habiéndose tenido en cuenta que el actor invoca la vulneración de sus
derechos fundamentales al debido proceso y de defensa, respecto de los cuales, este Colegiado ha
establecido que tienen eficacia directa en las relaciones inter privatos y, por tanto, deben ser respetados
en cualesquiera de las relaciones que entre dos particulares se pueda presentar, por lo que ante la
posibilidad de que éstos resulten vulnerados, el afectado puede promover su reclamación a través de
cualquiera de los procesos constitucionales de la libertad, siendo la finalidad del proceso de amparo
determinar si al decidirse la expulsión se ha respetado el debido procedimiento, que es lo que
precisamente alega el demandante no ha ocurrido". (Exp. 04092-2011-AA FJ 4,5)

Derecho de la asistencia letrada como contenido del derecho de defensa


11. "El contenido constitucionalmente protegido del derecho de defensa queda afectado cuando, en el seno de
un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedida, por concretos actos de los órganos
judiciales o administrativos sancionadores, de ejercer los medios necesarios, suficientes y eficaces para
defender sus derechos e intereses legítimos y de contar con el tiempo razonable para preparar su
defensa.
Con relación al derecho al debido proceso en el ámbito del proceso administrativo sancionador la
jurisprudencia especifica que entre los derechos fundamentales de naturaleza procesal, destaca el derecho
de defensa, el mismo que se proyecta como un principio de interdicción de ocasionarse indefensión y como
un principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de
algunas de las partes de un proceso o de un tercero con interés. Al respecto este Tribunal ha sostenido
que “(...) el derecho de defensa consiste en la facultad de toda persona de contar con el tiempo y los
medios necesarios para ejercerlo en todo tipo de procesos, incluidos los administrativos, lo cual implica,
entre otras cosas, que sea informada con anticipación de las actuaciones iniciadas en su contra” (Exp. Nº
0649-2002-AA/TC, fundamento 4).
Asimismo a través de reiterada jurisprudencia constitucional se tiene que “[El] estado de indefensión (…)
no sólo opera en el momento en que, pese a atribuírsele la comisión de un acto u omisión antijurídico, se
le sanciona a un justiciable o a un particular, sin permitirle ser oído o formular sus descargos, con las
debidas garantías, sino a lo largo de todas las etapas del proceso y frente a cualquier tipo de
articulaciones que se puedan promover” (Exp. 02209-2002-AA, fundamento 12).
Una vez efectuados los cargos se debe conceder al expedientado el tiempo razonable para que prepare su
defensa, permitiéndole además el acceso a las partes del expediente. Así, en el caso concreto, de autos se
observa que no se brindó al acusado ni los medios ni el tiempo necesario para preparar su defensa toda
vez que según se expresa en la resolución impugnada el 6 de diciembre de 2006 la Junta Académica
evaluó los resultados de la ampliación de las declaraciones con el objeto de evaluar si había alguna
variación en torno a lo investigado, dándosele ese mismo día “el derecho de efectuar los descargos” al
recurrente, es decir sin que se le permita revisar con tiempo los ya indefinidos cargos que se imputaban y
el expediente con el contenido de la investigación realizada. En consecuencia se vulneró el derecho de
defensa en su dimensión de conceder al accionante el tiempo y los medios necesarios para preparar su
defensa.

El derecho a la asistencia letrada


El derecho a la asistencia letrada como contenido del derecho de defensa se encuentra reconocido en el
inciso 14) del artículo 139° de la Constitución, conforme al cual toda persona tiene derecho “a
comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por éste desde que es citada
o detenida por cualquier autoridad”.
Teniendo presente el contenido del inciso referido, corresponde señalar que, en principio, el derecho de
defensa puede ser ejercido directamente por el citado o detenido ante cualquier autoridad. No obstante no
todos los actos procesales ni todas las materias en discusión son de configuración sencilla y por tanto
permiten a cualquier persona citada, detenida o procesada ejercer de manera directa su derecho de
defensa. Así pues, por el grado de complejidad, existe como contenido del derecho de defensa, el derecho
a ser asistido por un abogado defensor libremente elegido desde que la persona es citada o detenida, para
que represente sus intereses, lo aconseje y razone y argumente por él.
En el ámbito del proceso penal, la protección de los bienes jurídicos en conflicto consagra con especial
proyección el derecho a la asistencia letrada, que tiene como destinatarios primigenios a quienes se ven
sometidos a un proceso penal. Así, se vulnera el derecho a la asistencia letrada cuando el órgano judicial
no hizo ver al procesado la posibilidad de designar un abogado defensor o utilizar el abogado defensor de
oficio. De este modo, no basta con la designación del abogado defensor de oficio, sino que es preciso
garantizar la efectividad de su asistencia al detenido, acusado o procesado, de forma que en el caso de
que aquél eluda sus deberes, si han sido advertidas de ello, las autoridades deben sustituirlo u obligarle a
cumplir su deber.
A diferencia del proceso penal, en donde el derecho a la asistencia letrada despliega toda su eficacia en
relación al detenido, acusado o procesado, en el ámbito del procedimiento administrativo sancionador el
derecho a la asistencia letrada es un derecho relativo, sometido a diversos condicionamientos procesales y
materiales. Sin embargo ello no priva al administrado del derecho a la asistencia letrada, ni lo obliga a
actuar personalmente, sino que le faculta a elegir entre la autodefensa o la defensa técnica.
De este modo el derecho a la asistencia letrada implica no sólo el nombramiento libre de un letrado, sino
también la asistencia efectiva de este. Para que ello suceda la autoridad previamente al administrado,
citado, detenido, acusado o procesado, le debe informar debidamente que su defensa puede ser asumida
por él, o por un abogado elegido libremente por él, o, de ser el caso, por un abogado designado por la
institución o por un defensor de oficio.
En el presente caso de los medios probatorios obrantes en autos no se advierte que la Administración,
antes de iniciarle el procedimiento administrativo sancionador al demandante, sobre todo teniendo en
cuenta las posibles consecuencias, le hubiera informado debidamente sobre su derecho a elegir libremente
un abogado defensor para que le asista durante el procedimiento, y que en caso de que no contara con
uno se le iba a proporcionar un abogado de la propia institución, razón por la cual se puede concluir que se
ha vulnerado su derecho a la asistencia letrada de libre elección". (Exp. 02098-2010-AA FJ De 16 a 25)

Derecho de defensa implica el derecho a no quedar en estado de indefensión en cualquier etapa


del proceso penal.
12. Este Tribunal entiende que lo alegado respecto a que el recurrente fue sentenciado por delitos que no
fueron incluidos en la denuncia que se le siguió, está referido al derecho de defensa. Sobre el derecho de
defensa este Colegiado en reiterada jurisprudencia ha señalado que el derecho a la defensa comporta en
estricto el derecho a no quedar en estado de indefensión en cualquier etapa del proceso penal, el cual
tiene una doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado o demandado de ejercer su
propia defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de
determinado hecho delictivo, y otra formal, que supone el derecho a una defensa técnica, esto es, al
asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso; y ha
precisado que el derecho a no quedar en estado de indefensión se conculca cuando los titulares de los
derechos e intereses legítimos se ven impedidos de ejercer los medios legales suficientes para su defensa;
no obstante, no cualquier imposibilidad de ejercer esos medios produce un estado de indefensión que
atenta contra el contenido constitucionalmente protegido de dicho derecho, sino que es
constitucionalmente relevante cuando se genera una indebida y arbitraria actuación del órgano que
investiga o juzga al individuo (Exp. Nº 0582-2006-PA/TC; Exp. Nº 5175-2007-HC/TC, entre otros).
Respecto al caso de autos los delitos por los que fue sentenciado el beneficiado sí estuvieron contenidos
en la denuncia, puesto que en un principio sólo se trato de la denuncia por el delito contra la libertad
sexual- actos contra el pudor (fojas 57) , pero mediante dictamen del 14 de febrero de 2008 se amplió la
denuncia a violación de menor de edad (fojas 73). En consecuencia, es de aplicación, a contrario sensu, el
artículo 2º del Código Procesal Constitucional". (Exp. 00616-2011-HC FJ 4)

Derecho de probares también un principio de observancia obligatoria por parte de los


juzgadores.
13. "Este Colegiado, respecto al derecho a probar, ha tenido la oportunidad de señalar que “supone no sólo la
capacidad para que las partes que participan de un proceso determinado puedan aportar los medios que
acrediten las pretensiones que sustentan, sino a que las que son actuadas o valoradas por parte del
juzgador, lo sean de una manera compatible con los estándares de razonabilidad y proporcionalidad”. (Cfr.
STC Nº0917-2007-PA/TC, fundamento 15).
Asimismo, ha establecido que “el derecho a probar no es pues desde la perspectiva descrita un atributo
que sólo recae sobre los justiciables, sino un principio de observancia obligatoria que impone sobre los
juzgadores (sean jueces o tribunales) un determinado modo de actuación, que aunque en principio es
autónomo en cuanto a la manera de ejercerse (no en vano se trata de una competencia judicial), no
puede sin embargo desarrollarse o ponerse en práctica de una manera absolutamente discrecional,
pretendiendo legitimar conductas arbitrarias o grotescas”. (Cfr. STC Nº 0917-2007-PA/TC, fundamento
16)". (Exp. 02576-2010-AA FJ 5,6)

Pronunciarse de inmediato sobre materia controvertida no implica colocar en estado de


indefensión al justiciable.
14. "No está demás puntualizar, por otra parte, que la decisión de pronunciarse de inmediato sobre la materia
controvertida tampoco supone colocar en estado de indefensión a quien aparece como emplazado de la
presente causa, habida cuenta de que, conforme se aprecia de fojas 65 y 66 de autos, el Procurador
Público para los asuntos constitucionales del Poder Judicial se apersonó al presente proceso haciendo suya
la defensa del demandado Presidente del Poder Judicial, lo que significa que la autoridad demandada sí
conoció de los temas demandados y, por lo tanto, bien pudo en su momento argumentar lo que
considerara pertinente a su favor". (Exp. 06111-2009-AA FJ 7)

Alcances de la libertad religiosa y sus diferencias con la libertad de conciencia


15. "De acuerdo con lo que establece el artículo 2°, inciso 3, de nuestra Constitución: “Toda persona tiene
derecho: A la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay persecución por
razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio público de todas las confesiones es libre,
siempre que no ofenda la moral ni altere el orden público”.
Aunque el dispositivo en mención unifica el tratamiento de la libertad de conciencia con el de la libertad de
religión, no significa ni debe interpretarse con ello que se trate del mismo derecho o que pueda predicarse
el mismo contenido respecto de ambas libertades. Al margen del debate en torno a sus alcances, la
libertad de conciencia es asumida por lo general como la facultad del individuo de actuar y realizar su vida
en consonancia con su personal concepción deontológica. En otras palabras, es la libertad de la persona de
poseer su propio juicio ético o moral y de actuar conforme a dicho juicio en su entorno social o en el
contexto en el que se desenvuelve.
La libertad de religión o libertad religiosa, que es la materia principal en torno a la que gira la presente
controversia, supone la capacidad de toda persona para autodeterminarse de acuerdo con sus
convicciones y creencias en el plano de la fe religiosa, así como para la práctica de la religión en todas sus
manifestaciones, individuales o colectivas, tanto públicas como privadas, con libertad para su enseñanza,
culto, observancia y cambio de religión (cfr. Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 18).
El derecho fundamental de libertad religiosa, al decir de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es
uno “de los cimientos de la sociedad democrática” y permite a las personas que “conserven, cambien,
profesen y divulguen su religión o sus creencias” con absoluta libertad [Sentencia del caso La última
tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile, del 5 de febrero de 2001, Nº 79].
Aun cuando puedan ser diversas las manifestaciones que integran la libertad religiosa –recogidas en el
artículo 3º de la recientemente aprobada Ley Nº 29635, Ley de Libertad Religiosa-, se acepta, por lo
general, que son cuatro las variantes principales en las que ésta se ve reflejada. De acuerdo con estas
variantes, la citada libertad supone en lo esencial: a) la facultad de profesar aquella creencia o perspectiva
religiosa que libremente escoja cada persona, esto es la capacidad para decidir la religión con la que se
identifica total o parcialmente una determinada persona; b) la facultad de abstenerse de profesar
cualquier tipo de creencia o culto religioso, es decir la capacidad para negarse u oponerse a ser partícipe o
compartir cualquier forma de convicción religiosa; c) la facultad de poder cambiar de creencia o
perspectiva religiosa, vale decir, la aptitud de mutar o transformar el pensamiento religioso así como de
sustituirlo por otro, sea éste similar o completamente distinto; y d) la facultad de hacer pública o de
guardar reserva sobre la vinculación con una determinada creencia o convicción religiosa, es decir, el
derecho de informar o no informar sobre tal creencia a terceros.
Ha señalado este Colegiado que “la libertad religiosa, como toda libertad constitucional, consta de dos
aspectos. Uno negativo, que implica la prohibición de injerencias por parte del Estado o de particulares en
la formación y práctica de las creencias o en las actividades que las manifiesten. Y otro positivo, que
implica, a su vez, que el Estado genere las condiciones mínimas para que el individuo pueda ejercer las
potestades que comporta su derecho a la libertad religiosa” (Exp. Nº0256-2003-HC/TC, fundamento 15).
Como también ha recordado este Colegiado en el Exp. N.° 3283-2003-AA/TC (fundamento 19), el
reconocimiento del derecho de libertad religiosa genera el principio de inmunidad de coacción, que
“consiste en que ninguna persona puede ser obligada a actuar contra sus creencias religiosas; es decir,
que no podrá ser obligada o compelida jurídicamente a obrar de manera opuesta a dichas convicciones.
Tal exención alcanza al ateo o al agnóstico, que en modo alguno puede ser apremiado a participar en
alguna forma de culto, o a comportarse en coincidencia con los ritos y prácticas derivados de un dogma
religioso, o a prestar juramentos bajo dichas formas y convicciones” (Exp. N.° 3283-2003-AA/TC,
fundamento 19).
La libertad religiosa no sólo se expresa positivamente en el derecho a creer, sino también en el derecho a
practicar. Por ello, el derecho de libertad religiosa protege la libertad del acto de fe y la libertad de culto y
la práctica religiosa. En ese contexto, la libertad de culto es “entendida como la atribución que tiene toda
persona para ejecutar actos y participar en ceremonias representativas vinculadas con su creencia
religiosa. Así, formada la convicción religiosa, la fe trasciende el fuero interno del creyente y se manifiesta
socialmente, percibiéndose como la facultad de la concurrencia a lugares de culto y la práctica de los ritos
de veneración o adoración a “su” divinidad, e incluso como la adopción de determinadas reglas de trato
social (saludo, vestimenta, etc.). La existencia del culto religioso apareja la posibilidad de poder erigir
construcciones sacras; el empleo de fórmulas y objetos rituales; la exhibición de símbolos; la observancia
de las fiestas religiosas; y hasta la prerrogativa de solicitar y recibir contribuciones de carácter voluntario”
(Exp. N.° 3283-2003-AA/TC, fundamento 21).
El derecho a la práctica religiosa da lugar al derecho a recibir asistencia religiosa, que este Colegiado ha
indicado que alcanza incluso a las personas que se encuentran “dentro de un régimen especial de sujeción,
como por ejemplo en hospitales, asilos, centros de rehabilitación, centros de formación militar,
establecimientos penitenciarios, entre otros. Ello es así en la medida en que existe íntima relación de la
libertad religiosa con el principio-derecho de dignidad de la persona humana (artículo 1º de la
Constitución), por lo que es un derecho que el Estado debe proteger, si bien dentro de los límites previstos
en nuestra Constitución” (Exp. N° 2700-2006-PHC/TC, fundamento 14).
En cuanto a los límites del derecho fundamental de libertad religiosa, la Constitución, en el inciso 3 de su
artículo 2°, señala que estos son la moral y el orden público. Por su parte, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículo 18) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 12)
-conforme a los cuales deben interpretarse los derechos humanos que la Constitución reconoce (cfr.
Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución)- indican que la libertad religiosa estará sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el
orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás". (Exp. 06111-
2009-AA FJ De 9 a 18)

Derecho a ser notificado es componente del derecho de defensa, el cual a su vez es elemento
parte del debido proceso.
16. "... respecto al derecho fundamental de defensa consagrado en el inciso 14 del artículo 139, este Tribunal
tiene dicho que “(...) es de naturaleza procesal, y conforma el ámbito del debido proceso. En cuanto
derecho fundamental, se proyecta, entre otros, como principio de interdicción en caso de indefensión y
como principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de
alguna de las partes de un proceso o de un tercero con interés” (fundamento 3 de la STC 0282-2004-AA).
Que sin embargo, consustancial al significado constitucional del derecho de defensa es que se cuente con
la posibilidad real de poder defenderse, es decir, no basta con la posibilidad in abstracto de contar con los
recursos necesarios, sino que la parte debe ser notificada a efectos de que pueda interponerlos de manera
oportuna. En ese sentido, el artículo 155 del Código Procesal Civil dispone, en su segundo párrafo, que
“Las resoluciones judiciales sólo producen efectos en virtud de notificación hecha con arreglo a lo
dispuesto en este Código (...)”. Adicionalmente la falta de notificación es considerada un vicio que trae
aparejada la nulidad de los actos procesales, salvo que haya operado la aquiescencia. En ese sentido el
derecho a ser notificado se desprende de manera indubitable del más genérico derecho de defensa, que a
su vez es parte conformante del debido proceso". (Exp. 03090-2010-AA FJ 3,4)

Respeto al derecho de defensa es consustancial al derecho de debido proceso.


17. "en la STC 5871-2005-AA/TC [fundamentos 12 y 13, respectivamente] este Tribunal sostuvo que el
derecho de defensa “(...) se proyecta (...) como un principio de contradicción de los actos procesales que
pudieran repercutir en la situación jurídica de algunas de las partes de un proceso o de un tercero con
interés (...).
La observancia y respeto del derecho de defensa es consustancial a la idea de un debido proceso, propio
de una democracia constitucional que tiene en el respeto de la dignidad humana al primero de sus valores.
Por su propia naturaleza, el derecho de defensa es un derecho que atraviesa transversalmente a todo el
proceso judicial, cualquiera sea su materia”.
La posibilidad de su ejercicio presupone, en lo que aquí interesa, que quienes participan en un proceso
judicial para la determinación de sus derechos y obligaciones jurídicas tengan conocimiento, previo y
oportuno, de los diferentes actos procesales que los pudieran afectar, a fin de que tengan la oportunidad
de ejercer, según la etapa procesal de que se trate, los derechos procesales que correspondan (v.g.
interponer medios impugnatorios).
Por cierto, las exigencias que se derivan del significado constitucional del derecho de defensa no se
satisfacen con la posibilidad de que in abstracto las partes puedan formalmente hacer ejercicio de los
recursos necesarios previstos en la ley, sino también con la garantía de que puedan interponerlos de
manera oportuna. Por ello, el artículo 155 del Código Procesal Civil dispone, en su segundo párrafo, que
“Las resoluciones judiciales sólo producen efectos en virtud de notificación hecha con arreglo a lo
dispuesto en este Código (...)”; de modo que la falta de notificación es considerada como un vicio que trae
aparejada la nulidad de los actos procesales, salvo que haya operado la aquiescencia.
Evidentemente no cualquier imposibilidad de ejercer esos medios para la defensa produce un estado de
indefensión reprochada por el contenido constitucionalmente protegido del derecho. Ésta será
constitucionalmente relevante cuando aquella indefensión se genera en una indebida y arbitraria actuación
del órgano que investiga o juzga al individuo. Y esto se produce sólo en aquellos supuestos en que el
justiciable se ve impedido, de modo injustificado, de argumentar a favor de sus derechos e intereses
legítimos, con el consiguiente perjuicio para tales derechos o intereses". (Exp. 04663-2007-AA FJ 6)

Debe probarse que el defecto en el acto de notificación afecta el derecho de defensa ,para ser
reconocido como violación al debido proceso.
18. "Este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha señalado que el derecho a la defensa comporta en estricto el
derecho a no quedar en estado de indefensión en cualquier etapa del proceso penal. Este derecho tiene
una doble dimensión: una material, referida al derecho del imputado o demandado de ejercer su propia
defensa desde el mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de
determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone el derecho a una defensa técnica; esto es, al
asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que dure el proceso.
Asimismo, este Tribunal en anterior jurisprudencia ha precisado que el derecho a no quedar en estado de
indefensión se conculca cuando los titulares de los derechos e intereses legítimos se ven impedidos de
ejercer los medios legales suficientes para su defensa, pero que no cualquier imposibilidad de ejercer esos
medios produce un estado de indefensión que atenta contra el contenido constitucionalmente protegido de
dicho derecho, sino que es constitucionalmente relevante cuando se genera una indebida y arbitraria
actuación del órgano que investiga o juzga al individuo (Exp. Nº 0582-2006-PA/TC; Exp. Nº 5175-2007-
HC/TC, entre otros).
Y sobre el acto concreto de la notificación, también se ha señalado que la notificación es un acto procesal
cuyo cuestionamiento o anomalía no genera, per se, violación del derecho al debido proceso; para que ello
ocurra resulta indispensable la constatación o acreditación indubitable por parte de quien alega la violación
del derecho al debido proceso, de que con la falta de una debida notificación se ha visto afectada de modo
real y concreto una manifestación de este: el derecho de defensa. Ello se entiende desde la perspectiva de
que los procesos constitucionales ni son una instancia a la que pueden extenderse las nulidades o
impugnaciones del proceso judicial ordinario, ni pueden convertirse en un medio para la articulación de
estrategias de defensa luego de que una de las partes haya sido vencida en un proceso judicial (Exp. Nº
4303-2004-AA/TC; Exp. Nº 0188-2009-PHC/TC, entre otros)". (Exp. 04767-2009-HC FJ 2,3)

Carencia de necesidad del ejercicio del derecho de defensa en los pases a retiro por renovación
de cuadros n los Institutos castrenses y militares.
19. "Conforme el artículo 139º, inciso 14) de la Constitución Política, y en la línea de lo afirmado por el
Tribunal Constitucional en la precitada sentencia, respecto de que el acto de la Administración generador
del pase a retiro por renovación de cuadros de los Oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
no constituye una sanción por una conducta antijurídica ni el proceso mismo tiene la naturaleza de un
procedimiento administrativo sancionador; el ejercicio del derecho de defensa, por la propia naturaleza del
acto, carece de relevancia en el presente análisis". (Exp. 04085-2009-AA FJ 7)

Derecho de defensa como elemento del derecho al debido proceso.


20. "El derecho de defensa se encuentra reconocido expresamente por el artículo 139, inciso 14, de nuestra
Constitución, y constituye un elemento del derecho al debido proceso. Según lo ha señalado la
jurisprudencia de este Tribunal, el contenido esencial del derecho de defensa queda afectado cuando, en el
seno de un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta impedida, por concretos actos de los órganos
judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficientes y eficaces para defender sus derechos e intereses
legítimos [STC1231-2002-HC/TC].
Es así que el derecho de defensa (de naturaleza procesal) se constituye como fundamental y conforma el
ámbito del debido proceso, siendo presupuesto para reconocer la garantía de este último. Por ello, en
tanto derecho fundamental, se proyecta como principio de interdicción para afrontar cualquier indefensión
y como principio de contradicción de los actos procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica
de algunas de las partes, sea en un proceso o procedimiento, o en el caso de un tercero con interés".
(Exp. 02846-2009-AA FJ 4,5)
Obligaciones de los órganos justiciables para garantizar el derecho a la defensa
21. "... la Constitución reconoce el derecho a la defensa en el inciso 14), artículo 139.°, estableciendo: ‘‘El
principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso. Toda persona será
informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a
comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por éste desde que es citada
o detenida por cualquier autoridad’’. Así, en virtud de dicho derecho se garantiza que los justiciables, en la
protección de sus derechos y obligaciones, cualquiera que sea su naturaleza (civil, mercantil, penal,
laboral, etc.), no queden en estado de indefensión. El contenido constitucionalmente protegido del derecho
de defensa queda afectado cuando, en el seno de un proceso judicial, cualquiera de las partes resulta
impedida, por concretos actos de los órganos judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficientes y
eficaces para defender sus derechos e intereses legítimos.
Que de la lectura de dicho artículo se desprende una doble obligación por parte de los órganos judiciales.
La primera se plasma en la obligatoriedad de que toda persona sea informada inmediata, adecuadamente
y por escrito de la causa o las razones de su detención, así como de los fundamentos jurídico-fácticos por
los cuales se le emite auto de enjuiciamiento y se le procesa. Solo de esta manera puede garantizarse que
el acusado pueda estructurar y planificar su defensa en forma efectiva para poder afrontar el debate
contradictorio. La segunda exigencia se plasma en el derecho de todo justiciable de comunicarse
personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorado por éste desde que es citado o detenido
por cualquier autoridad, con lo que se garantiza que la persona tenga pleno conocimiento de los aspectos
jurídicos que conforman el principio acusatorio y que pueda organizar eficiente y oportunamente su
defensa". (Exp. 04587-2009-AA FJ 5,6)

No ser informado de los derechos constitucionales que le corresponden significa una violación
al derecho de defensa
22. "... del parte administrativo se desprende que las autoridades policiales que se encargaron de realizar la
investigación no le informaron al recurrente los derechos constitucionales que le correspondían. Es por ello
que, al no haber actuado conforme a ley las autoridades policiales, han contravenido el artículo 139º,
inciso 14) de la Constitución Política, el cual se aplica a todo tipo de proceso puesto que reconoce: “El
principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso. Toda persona será
informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a
comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser asesorada por éste desde que es citada
o detenida por cualquier autoridad”.
Las autoridades administrativas no debieron ignorar que la presencia de un abogado defensor al momento
de declarar es consustancial al debido proceso y que la desinformación sobre ese derecho supuso que el
recurrente no haya solicitado la presencia de un letrado.
De forma complementaria, la autoridad instructiva debió precisar al inculpado y dejar constancia en el
parte administrativo que, si el investigado se negaba a contestar alguna de las preguntas, la autoridad
administrativa las hubiese repetido aclarándolas en lo posible, y si aquél se mantuviera en silencio, se
continuaría con la diligencia dejando constancia de tal hecho". (Exp. 00926-2007-AA FJ De 48 a 50)

 Notificación de la
detención(bis con
parte del art. 139.14
139º. Son principios y derechos de la función
C) jurisdiccional:

15. El principio de que toda persona debe ser


informada, inmediatamente y por escrito, de las
causas o razones de su detención.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 23, 2 inc. 24g, 93, 139 inc. 14, 143, 149, 173 y 205.
Código Penal: Art. 419.
Código Procesal Penal: Arts. VIII, 135, 137.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 187.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 7.4, 8 inc. 2b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 9.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 9.2, 14 inc. 3a.
ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 220.h.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Garantías adjetivas son aplicables al ámbito del derecho administrativo sancionador y


disciplinario.
1. “[No] sólo los principios materiales del derecho sancionador del Estado son aplicables al ámbito del
derecho administrativo sancionador y disciplinario. También lo son las garantías adjetivas que en aquél se
deben de respetar... como lo ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos ‘cualquier
órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional tiene la obligación de
adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal, en los términos del artículo 8º de
la Convención Americana’ (Caso Tribunal Constitucional del Perú, párrafo 71). Y es que, sostiene la Corte
Interamericana, en doctrina que hace suya este Tribunal Constitucional, ‘si bien el artículo 8º de la
Convención Americana se titula ´Garantías Judiciales´, su aplicación no se limita a los recursos judiciales
en sentido estricto, sino al conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a
efectos de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del
Estado que pueda afectar sus derechos’ (párrafo 69)...” (Expediente 2050-2002-AA/TC, Fundamento
Jurídico 12).

Derecho de defensa como manifestación del derecho al debido proceso.


2. "En cuanto al cuestionamiento de la Resolución Nº 14, el Tribunal Constitucional en el Expediente Nº 6998-
2006-PHC/TC señaló que el derecho de defensa requiere que el justiciable se informe de la existencia del
proceso penal, en atención a su derecho de conocer de forma cierta, expresa e inequívoca los cargos que
pesan en su contra. De ahí que el derecho de defensa sea, entre otros, una manifestación del derecho al
debido proceso, derecho irrenunciable dado que la parte no puede decidir si se le concede o no la
posibilidad de defenderse, e inalienable pues su titular no puede sustraerse a su ejercicio.
Asimismo este Tribunal ha precisado que el derecho de defensa tiene una doble dimensión: una material,
referida al derecho del imputado de ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma
conocimiento de que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo; y otra formal, que supone
el derecho a una defensa técnica, esto es, al asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor de su
elección desde que la persona es citada o detenida por la autoridad y durante todo el tiempo que dure la
investigación preliminar o el proceso mismo, de igual forma en el fundamento 6 de la sentencia recaída en
el Expediente Nº 8125-2005-PHC/TC Caso Jeffrey Immelt, respecto al derecho al debido proceso el
Tribunal Constitucional ha indicado que este derecho significa la observancia de los derechos
fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como
instrumento de tutela de los derechos subjetivos". (Exp. 02491-2011-HC FJ 4,5)

Derecho a ser informado previa y detalladamente de la acusación formulada.


3. "El artículo 14°, numeral 3), literal “b” del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconoce
expresamente que: ”Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda
y en forma detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella”. Asimismo, , el
artículo 8°, numeral 2), literal “a” de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, dispone que:
“Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas:...b)
Comunicación previa y detallada de la acusación formulada”.
En el ámbito de la Norma Fundamental, el artículo 139°, inciso 15) establece: “El principio que toda
persona debe ser informada, inmediatamente y por escrito, de las causas o razones de su detención”. Al
respecto este Tribunal ha dejado sentado a través de su jurisprudencia que “a pesar del tenor de esta
norma constitucional, de la que pareciera desprenderse que el derecho del imputado se limita al momento
de su propia detención, lo cierto es que esta toma de conocimiento, constituye la primera exigencia del
respeto a la garantía constitucional de la defensa que acompaña a lo largo del proceso en todas las
resoluciones del mismo” (Exp. 8165-2005-HC/TC, fundamento 14).
En el sentido expuesto queda clara la pertinente extrapolación de la garantía del derecho de defensa en el
ámbito administrativo sancionador y con ello la exigencia de que al momento del inicio del procedimiento
sancionador se informe al sujeto pasivo de los cargos que se dirigen en su contra, información que debe
ser oportuna, cierta, explícita, precisa, clara y expresa con descripción suficientemente detallada de los
hechos considerados punibles que se imputan, la infracción supuestamente cometida y la sanción ha
imponerse, todo ello con el propósito de garantizar el derecho constitucional de defensa.
Del análisis del proceso administrativo se advierte que el recurrente no fue informado de manera
oportuna, clara, cierta, precisa, explícita y expresa de los cargos formulados en su contra durante el
procedimiento sancionador, y además que no obra notificación alguna sobre su inicio". (Exp. 02098-2010-
AA FJ De 12 a 15)

Derecho a ser informado de las causas de la detención


4. “… al momento de calificar la denuncia será necesario, por mandato directo e imperativo de la norma
procesal citada, controlar la corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal, esto es, la
imputación de un delito debe partir de una consideración acerca del supuesto aporte delictivo de todos y
cada uno de los imputados.
Esta interpretación se condice con el artículo 14°, numeral 3), literal `b´ del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, que a este respecto, comienza por reconocer que: `Durante el proceso, toda
persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a) A
ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada , de la naturaleza y causas
de la acusación formulada contra ella´. Con similar predicamento, el artículo 8°, numeral 2), literal `a´ de
la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, dispone que: `Durante el proceso, toda persona
tiene
derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas:...b) Comunicación previa y detallada de la acusación
formulada´. Reflejo de este marco jurídico supranacional, es el artículo 139°, inciso 15) de nuestra Norma
Fundamental, que ha establecido: `El principio que toda persona debe ser informada, inmediatamente y
por escrito, de las causas o razones de su detención´. Se debe señalar que, a pesar del tenor de esta
norma constitucional, de la que pareciera desprenderse que el derecho del imputado se limita al momento
de su propia detención, lo cierto es que esta toma de conocimiento, constituye la primera
exigencia del respeto a la garantía constitucional de la defensa que acompaña a lo largo del proceso en
todas las resoluciones del mismo”. (Exp. 08125-2005-HC FJ 14)

 Gratuidad de la
administración de
justicia.
139º. Son principios y derechos de la función
 Defensa gratuita jurisdiccional:
16. El principio de la gratuidad de la administración de
justicia y de la defensa gratuita para las personas
de escasos recursos; y, para todos, en los casos
que la ley señala.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 47 y 162.
Código Procesal Civil: Arts. VIII, 179, 180-183, 187.
Código Procesal Penal: Arts. II, 229.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 24, 295 y ss.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 94 inc. 1.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 8.2.a y 25.1.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.3.d.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.9.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.
Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Derecho a la gratuidad de la administración de justicia como componente del debido proceso


1. “[En] aquellos supuestos en los que por propio derecho se solicita la expedición de copias certificadas de
un expediente tramitado en la vía penal, resulta inconstitucional la exigencia de tasas judiciales o cargas
impositivas de algún tipo. Tal criterio, por lo demás, se desprende del derecho a la gratuidad de la
administración de justicia en cuanto componente fundamental del debido proceso, derecho que, como lo
reconoce la propia Constitución Política del Perú, no sólo opera para las personas de escasos recursos
económicos, sino para aquellos supuestos que la ley señala, significando ello que si el Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado por Decreto Supremo Nº 017-93-JUS, precisa en
el inciso d) de su artículo 24º que, entre las exoneraciones en el pago de las tasas judiciales, se
encuentran los procesos penales, con la única excepción de las querellas, no puede habilitarse ninguna
disposición administrativa ni legal que permita distinguir donde la norma referida no distingue...”
(Expediente 2206-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 4).

Principio de la gratuidad de la administración de justicia es un derecho de configuración legal


que corresponde delimitar al legislador.
2. "... este Tribunal estima pertinente dejar sentada su posición respecto al derecho de acceso a la justicia en
casos como el que nos ocupa pues de acuerdo con el numeral 16) del artículo 139 de nuestra Constitución,
“el principio de la gratuidad de la administración de justicia y de la defensa gratuita para las personas de
escasos recursos; y, para todos, en los casos que la ley señala” es un principio de la función jurisdiccional,
que indica que la justicia será gratuita cuando así lo disponga la ley y, respecto de quienes acrediten
insuficiencia de recursos para litigar. Por tanto, se trata de un derecho prestacional y de configuración
legal, cuyo contenido y concretas condiciones de ejercicio, corresponde delimitarlos al legislador
atendiendo a los intereses públicos y privados implicados y a las concretas disponibilidades
presupuestarias". (Exp. 03189-2008-AA FJ 8)

Pago de tasas o aranceles no puede vulnerar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva


3. "El artículo 139º, inciso 16 de la Constitución establece el principio de la gratuidad en la administración de
justicia y de la defensa gratuita para las personas de escasos recursos; y para todos, en los casos que la
ley señala. Dicho principio, como ha sido remarcado por reiterada jurisprudencia de este Tribunal (STC
1606-2004-AA/TC), forma parte tanto del contenido esencial del derecho al debido proceso como del
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. Con relación a este último cabe destacar que este principio tiene
especial relevancia en lo que se refiere al acceso a la justicia, por cuanto el pago de los aranceles o tasas
judiciales no debe constituirse en un impedimento para que todos los ciudadanos se encuentren en
posibilidad de recurrir a las autoridades jurisdiccionales para la tutela de sus derechos.
Asimismo cabe afirmar que el principio de gratuidad en la administración de justicia se constituye en un
mecanismo de realización del principio-derecho de igualdad, establecido en el artículo 2º inciso 2 de la
Constitución, por cuanto debe procurarse que las diferencias socioeconómicas entre los ciudadanos no
sean trasladadas al ámbito del proceso judicial, en el cual las controversias deben ser dilucidadas con
pleno respeto al principio de igualdad entre las partes y a la igualdad de armas, de modo que el hecho de
que una de ellas cuente con mayores recursos económicos que la otra no devenga necesariamente en una
ventaja que determine que la autoridad jurisdiccional vaya a resolver a su favor.
En el caso de autos el acto cuestionado, es decir, la denegatoria de admisibilidad de una demanda sobre
nulidad de cosa juzgada fraudulenta, se encuentra basado en el hecho de que el accionante no cumplió
con pagar la tasa judicial respectiva. No obstante el artículo 24º, inciso i) de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, modificado por la Ley N.º 27327, dispone que se encuentran exonerados del pago de tasas
judiciales los trabajadores, ex trabajadores y sus herederos en los procesos previsionales cuyo petitorio no
exceda de 70 Unidades de Referencia Procesal (URP), de amparo en materia laboral, o aquellos
inapreciables en dinero por la naturaleza de la pretensión.
Este Tribunal considera que dicha norma, en tanto mecanismo de optimización del derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva en lo que se refiere al acceso a la justicia y del principio de gratuidad en la
administración de justicia, debe ser interpretada en en atención a las circunstancias de cada caso en
concreto, teniendo en cuenta que el principio pro homine, derivado del principio-derecho de dignidad
humana consagrado en el artículo 1º de la Constitución, determina que debe preferirse aquella
interpretación que resulte más favorable para la tutela de los derechos fundamentales". (Exp. 05644-
2008-AA FJ De 5 a 8)

Auxilio judicial debe gozar de un tratamiento procesal adecuado


4. “... este Colegiado aprecia que aunque la idea de concebir el auxilio judicial como una medida de beneficio,
se adscribe perfectamente dentro del derecho constitucional a la gratuidad en la administración de Justicia
para aquellas personas que carecen de recursos económicos, cuestión prevista en el artículo 139°, inciso
16) de la Constitución, el tratamiento procesal que se le ha dispensado en los dispositivos del Código
Procesal Civil cuya exigibilidad se pretende invocar resultaría inconstitucional si se le asume en los
términos en los que lo gráfica el demandante de la presente causa. Las razones por las que este Colegiado
arriba a tal conclusión son de diverso orden, y pueden ser explicitadas en base a las siguientes
consideraciones: a) la existencia de una dependencia judicial especializada tal y como se concibe en las
disposiciones del Código Procesal Civil, significa para el Estado la necesidad de estructurar un sistema
institucional que de alguna forma opere de modo paralelo a los órganos jurisdiccionales que conocen de
los procesos en particular. Aunque este Colegiado no pretende afirmar que son circunstancias de orden
económico o presupuestal las que impiden tal cometido (no es el argumento de la programaticidad de
ciertas normas el que aquí se sigue), se inclina en cambio por enfatizar que tal proyectado sistema no se
compadece con la realidad judicial del país ni con las necesidades de tutela de sus litigantes. En efecto, si
la lógica pasa por la existencia de una oficina o dependencia única (tal cual estrictamente la concibe la ley)
habría que preguntarse dónde es que va a ubicarse la misma y si tal ubicación no beneficiaría únicamente
a los litigantes afincados en la sede judicial donde tal dependencia quedara instalada. Dentro de esta
primera posibilidad, queda claro que si en un país judicialmente descentralizado como el nuestro se
estructurara una dependencia con características centralizadas como las aquí descritas, el proyectado
beneficio de auxilio sería para los litigantes de zonas lejanas o inaccesibles poco menos que una traba
burocrática que privilegiaría el centralismo administrativo por sobre la necesidad de protección inmediata,
que es justamente aquella que experimentan quienes requieren del auxilio. Aunque dentro de dicho
contexto, el artículo 182° del Código Procesal Civil (que es una de las disposiciones modificadas por la Ley
N.° 26846) se inclinaría por una fórmula relativamente desconcentrada, esta última tampoco resuelve por
si misma el problema descrito, pues tan sólo se limita a dejar constancia de la remisión que haría la
consabida dependencia especializada a la Corte Superior del respectivo Distrito Judicial, de una copia de la
respectiva solicitud de auxilio, sin atenuar en lo absoluto el efecto de centralismo que supone su inicial
tramitación (desplazamiento hacia la zona en la que se encuentra la oficina especializada). Dentro de una
segunda posibilidad y aun asumiendo que el Código Procesal no hubiese querido concebir una entidad
rigurosamente centralizada (alternativa que no parece ser la perseguida por la ley), sino una de tipo
descentralizado, paralela a cada órgano que resuelve los procesos, parece poco probable que el Poder
Judicial cuente en las actuales circunstancias con la suficiente infraestructura como para solventar y aun
proyectar, siquiera preliminarmente, dicho modelo. El problema es, pues, que se trata de un sistema por
ahora impracticable, desde una perspectiva descentralizada, y nocivo para el justiciable si es que, como
parece probable según lo que la ley dispone, se asume con características strictu sensu centralistas; b)
este Colegiado entiende que si un modelo institucional no facilita las condiciones para el ejercicio oportuno
y adecuado de un derecho tan importante como el auxilio sino que, por el contrario, obstaculiza su eficacia
o simplemente privilegia a determinados sectores, por el sólo hecho de encontrarse geográficamente
ubicados alrededor o en las inmediaciones de una burocracia administrativa centralistamente
implementada, su configuración (la de tal modelo) no puede resultar legítima en términos constitucionales,
ni por tanto hacerse exigible jurídicamente. Lo dicho es tanto más trascendente cuando el derecho por el
que aquí se reclama está diseñado precisamente para apoyar a quienes más carecen de recursos y
necesitan de condiciones de flexibilización en los instrumentos de acceso a la justicia que, dentro del
sistema implementado, no se ven claramente reflejados; c) Aunque el problema ulterior reside en
determinar cómo ha de procederse tras la presencia de mandatos derivados de una norma exigible
legalmente, pero en cambio, cuestionable constitucionalmente, la alternativa no puede ser menos que
concluyente Si bien los mandatos cuyo cumplimiento se exige derivan de la voluntad de la ley y en
principio deberían ser eficaces desde la persepectiva estrictamente legal, no es menos cierto que los
mismos, como ocurre con cualquier otra norma integrante del ordenamiento, sólo pueden hacerse viables
en tanto admitan una lectura conforme con la Constitución. Ello, en otras palabras, quiere significar que
cuando el proceso de interpretación de la Constitución impone el examen de la norma fundamental en
relación con los contenidos de las restantes normas que integran el ordenamiento jurídico, es la ley la que
se interpreta de conformidad con la Constitución, y no la Constitución la que se interpreta de conformidad
con la ley. De allí que si de la lectura de una norma infraconstitucional apareciera que esta última instituye
criterios distintos a los de la Constitución del Estado o impide que estos puedan desarrollarse
adecuadamente, es deber de la magistratura constitucional privilegiar la eficacia de la Constitución por
encima de la eficacia de la ley, lo que visto desde la perspectiva del proceso de cumplimiento, impone
considerar que lo que en tal proceso aparece como cometido inmediato (protección y eficacia de la ley),
debe ceder paso al cometido mediato (protección y eficacia de la Constitución). Por lo demás, ello no
significa de modo alguno que se pretenda desarticular el rol del proceso de cumplimiento, sino el de
orientarlo siempre o bajo toda circunstancia en provecho de la finalidad que en un sentido amplio persigue
todo proceso constitucional, y que no es otra que la defensa de la Constitución”. (Exp. 04549-2004-AC FJ
8)

139º. Son principios y derechos de la función


 Participación popular jurisdiccional:
para nombrar revocar
magistrados 17. La participación popular en el nombramiento y en la
revocación de magistrados, conforme a ley.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 146, 152.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 223 y 224.


Constitución de 1979: Art. 247.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Democracia funciona como método de organización política del Estado


1. “El Estado social y democrático de derecho posibilita la integración del Estado y la sociedad, así como la
democratización del Estado. La democracia, por ello, constituye un elemento imprescindible del Estado.
Desde esta perspectiva, la democracia ostenta una función dual: método de organización política del
Estado, es decir, método de elección y nombramiento de sus operadores, y mecanismo para conseguir el
principio de igualdad en el ámbito social. Así, el principio democrático no sólo garantiza una serie de
libertades políticas, sino que transita e informa todo el ordenamiento jurídico-político, desde el ejercicio de
las libertades políticas, pasando por la libertad de elección propia del libre desarrollo de la personalidad,
hasta llegar, incluso, al seno mismo del núcleo duro de todos y cada uno de los derechos
fundamentales...” (Expediente 0008-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 13).

139º. Son principios y derechos de la función


 Obligación del Poder jurisdiccional:
Ejecutivo de colaborar
en los procesos
18. La obligación del Poder Ejecutivo de prestar la
colaboración que en los procesos le sea requerida.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 97, 99 y 118 inc. 9.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 4.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.1.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.
ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.13.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Garantías del debido proceso son garantías de estructura cooperatoria


1. “Dicho derecho [al Juez Natural] es una manifestación del derecho al ‘debido proceso legal’ o, lo que con
más propiedad, se denomina también ‘tutela procesal efectiva’. Mediante él se garantiza un diverso haz de
atributos, que si inicialmente surgieron como garantías del individuo dentro de un proceso, ahora se ha
convertido en una institución que asegura la eficacia de la potestad jurisdiccional del Estado. Como afirma
Ada Pellegrini Grinover, ‘las garantías constitucionales del debido proceso legal se convierten, de garantías
exclusivas de las partes, en garantías de estructura cooperatoria, en donde la garantía de imparcialidad de
la jurisdicción brota de la colaboración entre las partes y el juez. La participación de los sujetos del
proceso no sólo permite a cada quien aumentar las posibilidades de obtener una decisión favorable, sino
significa cooperación en el ejercicio de la jurisdicción. Más allá de las intenciones egoístas de las partes, la
estructura dialéctica del proceso existe para revertir en beneficio de la buena calidad de la prestación
jurisdiccional y de la perfecta adherencia de la sentencia a la situación de derecho material subyacente’
[Pellegrini Grinover, Ada, O processo constitucional em marcha, Max Limonad, Sao Paulo 1985, p. 8]...”
(Expediente 0290-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico 8).

Deber de colaboración del Poder Ejecutivo en los procesos implica una facultad del Poder
Judicial para solicitarla.
2. "El artículo 139º, inciso 18 de la Constitución establece “[l]a obligación del Poder Ejecutivo de prestar la
colaboración que en los procesos le sea requerida”. Es evidente, por tanto, que el reconocimiento del
deber de colaboración del Poder Ejecutivo se corresponde con la facultad del Poder Judicial para solicitarla.
Por este motivo, este Colegiado aprecia que las vocales de la Sala demandada, al ordenar una
investigación “conjunta” con la Unidad de Inteligencia Financiera –organismo adscrito al Ministerio de
Justicia– no han hecho más que concretizar la facultad y el deber previsto en la disposición constitucional
mencionada. Facultad que, por lo demás, viene reconocida también en el artículo 184º, inciso 4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial: '[s]on facultades de los Magistrados: 4. Solicitar de cualquier persona,
autoridad o entidad pública o privada los informes que consideren pertinentes para el esclarecimiento del
proceso bajo su jurisdicción'". (Exp. 04554-2006-HC FJ 5)

 Prohibición del
ejercicio de la función
jurisdiccional de
139º. Son principios y derechos de la función
quien no ha sido jurisdiccional:
nombrado conforme a
la Constitución o leyes 19. La prohibición de ejercer función judicial por quien
no ha sido nombrado en la forma prevista por la
Constitución o la ley. Los órganos jurisdiccionales
no pueden darle posesión del cargo, bajo
responsabilidad.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 46, 138, 143, 147, 149 y 150.
Código Penal: Art. 361.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 4.
TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 9.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 57 y 228.


Constitución de 1979: Art. 233.14.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Derecho al juez natural.


1. “[El derecho al juez natural está reconocido en la Constitución en cuanto exige que la competencia del
juez llamado a conocer el proceso penal deba ser determinado a partir de reglas preestablecidas...
Constituye, a la vez de un derecho subjetivo, parte del “modelo constitucional del proceso” recogido en la
Carta Fundamental, cuyas garantías mínimas siempre deben ser respetadas para que el proceso pueda
tener calidad de debido. En ese sentido, considera el Tribunal Constitucional que toda norma constitucional
en la que pueda reconocerse algún grado de implicancia en el quehacer general del proceso debe ser
interpretada de manera que, aquellas mínimas garantías, recogidas fundamentalmente en el artículo 139º
de la Constitución, sean, siempre y en todos los casos, de la mejor forma optimizadas, aun cuando dichas
normas establezcan algún criterio de excepción...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico
103).

Ente decisor debe tener competencia para pronunciarse sobre el caso concreto
2. "... la sanción de destitución tiene como marco un procedimiento sancionatorio en sede administrativa, en
tanto su finalidad se dirige a pronunciarse sobre actos u omisiones antijurídicas que pudiera haber
cometido un ciudadano en ejercicio de la magistratura. En todos los casos, la validez de la decisión final
dependerá del respeto del derecho de defensa y de que esté sustentada en pruebas que incriminen a su
autor como responsable de una falta sancionable. Esto último supone el respeto del principio de
congruencia. Sin embargo, la capacidad administrativa –al igual que la judicial– para pronunciarse en cada
caso concreto se encuentra directamente ligada a la competencia del ente decisor respecto de las
situaciones materia de análisis, tanto así que su inobservancia implicaría la vulneración del derecho a la
instancia predeterminada reconocida en el inciso 19 del artículo 139º de la Constitución". (Exp. 08495-
2006-AA FJ 27)

139º. Son principios y derechos de la función


 Crítica de las jurisdiccional:
resoluciones
judiciales
20. El principio del derecho de toda persona de
formular análisis y críticas de las resoluciones y
sentencias judiciales, con las limitaciones de ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 4, 33, 103, 174 y 204.
Código Penal: Art. 316.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 10.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 11.2 y 14.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 12.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 17, 19.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.17.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Prohibición de declarar a la prensa durante la etapa de instrucción no es atentatoria a la


libertad de opinión.
1. “[La] demandante (Laura Bozzo) considera que al habérsele impuesto como regla de conducta la
prohibición de declarar a la prensa sobre el proceso seguido en su contra o sobre las personas
involucradas en el mismo, se está afectando su derecho fundamental a la libertad de opinión. Alega que
tal restricción le impide decir ‘su verdad’, a la vez que no le permite defenderse de las inexactitudes
publicadas en los medios de comunicación con respecto a ella.
El Tribunal Constitucional no comparte tal criterio. En efecto, la regla de conducta que debe cumplir la
recurrente no aparece como atentatoria al derecho a la libertad de opinión, siempre que se la entienda
dentro sus justos alcances. Tales alcances están estrictamente referidos a la previsión establecida en el
artículo 73º del Código de Procedimientos Penales, el mismo que, en aras de asegurar la plena eficiencia
en la labor de investigación del delito, dispone que la etapa de instrucción es reservada. Por tal motivo, la
regla de conducta cuestionada no hace sino incidir en la obligación que, como procesada, alcanza a la
recurrente. En cuanto a las inexactitudes periodísticas de las que la recurrente manifiesta ser víctima, se
haría mal en considerar que la regla impuesta impide a la recurrente ejercer el derecho de rectificación
contemplado en el inciso 7) del artículo 2º de la Constitución Política del Estado...” (Expediente 0376-
2003-HC/TC, Fundamento Jurídico 11).

Derecho fundamental a formular análisis y críticas a las resoluciones jurisdiccionales.


2. "... el Tribunal Constitucional reconoce, valora y protege el derecho fundamental de toda persona a
formular análisis y críticas a las resoluciones jurisdiccionales (inciso 20 del artículo 139º de la
Constitución), incluyendo, desde luego, a las emitidas por este Colegiado. Dicho derecho no solo
contribuye al debate racional en torno a los alcances del contenido constitucionalmente protegido de los
derechos fundamentales y de otros bienes de relevancia constitucional, sino que permite a la jurisdicción,
en general, y a la jurisdicción constitucional, en particular, reevaluar sus resoluciones, advirtiendo,
eventualmente, el necesario fortalecimiento o la necesaria reformulación de la jurisprudencia futura. No
obstante, con el mismo énfasis debe señalarse que el ejercicio de dicho derecho, no autoriza a ninguna
persona o autoridad, al margen de la investidura que ostente, a poner en tela de juicio, sin sustento
alguno, la honorabilidad de los magistrados que conformamos este Tribunal. Ello no solo afecta la
institucionalidad del país, sino también el esencial valor del diálogo y la crítica, tan importantes en una
democracia". (Exp. 03116-2009-AA FJ 13)

Libertad de expresión no admite la utilización de ofensas, maltratos o vejámenes


3. "... en su escrito solicita declarar nulo el extremo de la sanción a la mencionada abogada, alegando que
“no [existe] ley para sancionar a la persona por decir y repetir la verdad tal como es”. Sobre el particular,
este Colegiado estima que tal pedido de nulidad también debe ser desestimado, pues las razones que se
han expresado para sancionar a la abogada patrocinante no se encuentran vinculadas a la verdad o
falsedad de sus afirmaciones, sino al modo en que éstas fueron expresadas. Ciertamente, toda persona
tiene el derecho fundamental a la libertad de expresión, de opinión, e incluso el derecho de formular
análisis y críticas de las resoluciones y sentencias judiciales (artículo 139º, inciso 20, Const.). Sin
embargo, el contenido constitucional de tales derechos no contiene una habilitación para que la expresión,
opinión o crítica sean realizados mediante la ofensa, el maltrato o el vejamen. En el presente caso, la
disconformidad con lo resuelto por las instancias jurisdiccionales ordinarias y constitucionales, no
justificaban las frases expresadas en el escrito mencionado en la resolución de fecha 2 de abril de 2009".
(Exp. 00310-2008-AA FJ 4)
Motivación adecuada de los magistrados sobre las restricciones aplicadas al discurso de las
parte.
4. "La supresión del discurso del demandante debe tener algún tipo de beneficios. Supuestamente, uno de
ellos es que a los magistrados encargados de juzgarlo no se les perturbe en el ejercicio de sus funciones.
Una respuesta pública por parte de los supuestos afectados en su honor a través de una querella por
difamación podría servir como el mejor mecanismo de protección de su derecho fundamental, antes que
afectar el de otra persona.
Es lógico que, sobre la base de la reserva del proceso en la fase instructiva, pueda imponérseles a los
denunciados reglas de conducta relativas al proceso mismo, pero de ahí a que sea un acto de libre
albedrío por parte del juzgador dista mucho. En caso de que la supresión esté claramente sustentada en
este componente de la resolución, el juez debió argumentar por qué llegó a tal conclusión restrictiva.
La concurrencia de los tres elementos antes explicados en una clave de confrontación (valor de la pérdida
social, valor del error judicial y beneficios de la supresión) determina la inexistencia de proporcionalidad
en la medida impuesta. La restricción sobre la base del secreto sumarial no ha sido argumentada por el
juzgador. Y el juicio referido a la protección de los magistrados intervinientes no justifica en lo más
mínimo que se impida al demandante emitir su discurso, pues ello afectaría el derecho a ser informado, en
un tema tan delicado como es la corrupción de funcionarios.
Por ello, debe declararse la nulidad de la resolución emitida por el demandado sin fundamentación válida
con el fin de controlar el discurso del recurrente, a fin de que quede subsistente la realizada por el
superior, que varía el mandato de detención por el de comparecencia". (Exp. 02262-2004-HC FJ 31,32)

 Derecho de los
reclusos y
sentenciados a ocupar
139º. Son principios y derechos de la función
establecimientos jurisdiccional:
adecuados
21. El derecho de los reclusos y sentenciados de
ocupar establecimientos adecuados.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 1, 2 inc. 24.f, 2 inc. 24.g, 33 y 174.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 187
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 95 inc. 8.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 5.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 10 incs. 1 y 3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 233.19.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Principio de humanidad de las penas


1. “La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha recomendado que se inhabilite el Establecimiento
de Challapalca y se traslade a las personas recluidas hacia otros establecimientos penitenciarios (Segundo
Informe sobre la situación de los derechos humanos en el Perú, Cap. IX, La situación penitenciaria, párrafo
Nº 24, recomendación Nº 12, junio, 2000); y la Defensoría del Pueblo, en su Informe Defensorial ante el
Congreso de la República 1996-1998, ante el primer traslado de reclusos a dicho establecimiento,
manifestó que éste debía ser cerrado e inhabilitado, posteriormente, en el Informe Defensorial Nº 29,
Derechos humanos y sistema penitenciario - Supervisión de derechos humanos de personas privadas de
libertad 1998-2000, Lima 2000, se afirmó que (...) Las severas condiciones climáticas, la falta de medios
de comunicación y su difícil ubicación que limitan el sistema de visitas colisionan con el principio de
humanidad de las penas...” (Expediente 1429-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico 10).

Utilidad del uso de locutorios en los establecimientos penitenciarios


2. "... los locutorios que existen en el país cumplen un propósito primordial dentro del sistema penitenciario,
tal como en otros países democráticos sucede.
La implementación de los locutorios es una medida que limita –no elimina– el contacto directo entre el
interno y la visita, y su aplicación está relacionada directamente con criterios de seguridad, toda vez que
con dicho mecanismo se impide la transmisión de documentos u objetos, que de alguna manera pueden
poner en riesgo bienes constitucionales colectivos, tales como la seguridad nacional, la seguridad pública,
la defensa del orden, la prevención del delito, entre otros, a los cuales la sociedad en su conjunto tiene
derecho.
En torno a ello, se debe recordar que, si bien es menester la tutela de los derechos del justiciable, también
lo es [el] deber de la administración [de] preservar el orden público, tanto más si, de acuerdo a lo
prescrito en el artículo 163 de la Norma Suprema, es deber del Estado garantizar la seguridad de la Nación
y la defensa nacional, de modo integral y permanente, en sus ámbitos interno y externo. En el ámbito
interno, que es el que nos ocupa, resulta primordial la tutela de la defensa nacional, que es interés
general, a la que toda persona, natural o jurídica, está obligada a colaborar por mandato expreso
contenido en el numeral acotado, más aún si el país ha atravesado dramáticas épocas de violencia
terrorista, como hoy de inseguridad ciudadana. En consecuencia, la utilización de locutorios en el país
respeta los principios y valores constitucionales que en materia de derechos humanos reconoce la
Constitución". (Exp. 00092-2007-HC FJ 7)

Uso de locutorios celulares


3. "La base de cualquier análisis al respecto [implementación de locutorios celulares como medida reservada
al Estado] debe comenzar explicando el sentido del artículo 139º, inciso 21), de la Norma Constitucional,
según la cual se garantiza `(...) el derecho de los reclusos y sentenciados a ocupar establecimientos
adecuados´.
Este principio también es recogido por el artículo 105º del Código de Ejecución Penal, al establecer que
`(...) los Establecimientos Penitenciarios cuentan con los servicios necesarios, incluyendo ambientes para
enfermería, escuela, biblioteca, talleres, instalaciones deportivas y recreativas, locutorios y salas anexas
para relaciones familiares y todo aquello que permita desarrollar a los internos una vida en colectividad
organizada y una adecuada clasificación en relación con los fines que, en cada caso, les están atribuidos´.
Es decir, en la normatividad nacional se ha establecido la posibilidad del uso de locutorios en los
establecimientos penitenciarios, pero no señala los supuestos en los que estos deben ser implementados.
El uso de los locutorios celulares, como medida restrictiva, se encuentra relacionada directamente con
criterios de seguridad. Cuando media una razón de este tipo, el uso de locutorios puede estar permitido en
un establecimiento.
Es importante, por tanto, resaltar su trascendencia en virtud de la obligación circunscrita al Estado,
gracias por el artículo 44º de la Constitución, que le asigna como deber primordial proteger a la población
de las amenazas contra su seguridad y de promover el bienestar general, que se fundamenta en la justicia
y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación. Es así como los locutorios que existen en el país
cumplen un propósito primordial dentro del sistema penitenciario, tal como en otros países democráticos
sucede.
La implementación de los locutorios es una medida que limita –no elimina– el contacto directo entre el
interno y la visita, y su aplicación está relacionada directamente con criterios de seguridad, toda vez que
con dicho mecanismo se impide la transmisión de documentos u objetos, que de alguna manera pueden
poner en riesgo bienes constitucionales colectivos, tales como la seguridad nacional, la seguridad pública,
la defensa del orden, la prevención del delito, entre otros, a los cuales la sociedad en su conjunto tiene
derecho...
Es irrazonable tratar de considerar que la instalación de locutorios implica contravenir la norma que
requiere la existencia de establecimientos que se consideren adecuados (Constitución Política del Perú,
artículo 139º, inciso 21), pues no tiene relación alguna con ello. La adopción de medidas preventivas como
las que se logran a través de los locutorios implican una vigilancia adecuada durante la realización de la
visita, así como un control razonable en el momento del ingreso de familiares y amigos y su egreso al
establecimiento penal". (Exp. 00774-2005-HC FJ 8,9,17)

Hábeas corpus correctivo


4. "Los incisos 21 y 22 del artículo 139.º de la Constitución garantizan el derecho de los reclusos y
sentenciados de ocupar establecimientos penales adecuados y establecen que el régimen penitenciario
tiene por objeto la reeducación y rehabilitación del penado en la sociedad.
Son materia de tutela mediante el hábeas corpus correctivo las condiciones de reclusión, detención o
internamiento, a fin de evitar que estas resulten lesivas a los derechos fundamentales o contrarias a los
principios constitucionales". (Exp. 03701-2005-HC FJ 5)

Regulaciones al beneficio de comunicación telefónica de los internos le compete al INPE


5. "... en lo que toca al beneficio de comunicación telefónica, independientemente de que no se aprecia que
tal beneficio le haya sido negado al demandante, por su particular situación, queda claro que éste se
encuentra sujeto a las disposiciones que regulan las atribuciones y competencias del INPE; por ello, en la
medida que el interno no se encuentra dentro de un establecimiento penitenciario, el otorgamiento de
tales beneficios depende de las posibilidades que tenga el nosocomio en que se encuentre internado y
siempre que ello sea debidamente autorizado por la autoridad administrativa competente, esto es, el INPE.
Igualmente, el acceso a dicho servicio debe ser a través de los equipos que el INPE autorice y no a través
de un teléfono celular o de un teléfono fijo proporcionado por terceras personas; ello en todo caso debe
ser solicitado en forma oportuna para que mediante resolución motivada se determinen las razones por las
que es posible el otorgamiento de las mismas o no, no bastando la posibilidad física de que ello sea
factible o el sólo consentimiento u otorgamiento de las facilidades necesarias por parte del establecimiento
médico, por las razones antes expuestas.
En todo caso, debe tenerse presente que el otorgamiento de los beneficios solicitados se dará siempre que
ello no importe que el interno que se encuentra convaleciente en un centro hospitalario obtenga mayores
beneficios que los otorgados a otro que se encuentre físicamente dentro de las instalaciones de un
establecimiento penitenciario, puesto que ello importaría la afectación del principio de igualdad.
Por consiguiente, no es razonable ni proporcional que por el sólo hecho de encontrarse interno en un
centro médico le franquee al enfermo, que se encuentra privado de su libertad ambulatoria, el goce de
televisión por cable, equipo musical, laptop, agenda electrónica, etc., puesto que tales servicios y/o bienes
no son permitidos en los reglamentos de los establecimientos penitenciarios...
Finalmente, y en lo que respecta a las requisas, este Colegiado considera que el desarrollo de las mismas
no constituye, per ser, una afectación del derecho a la libertad individual o a derecho alguno conexo con
aquella; de modo tal que no corresponde emitir pronunciamiento sobre el particular, tanto más cuando la
posesión de las especies decomisadas al demandante no fue autorizada por el INPE, ni su uso es necesario
para la recuperación del mismo, en cuanto al goce de su derecho a la salud". (Exp. 05837-2005-HC FJ
4,6)

Penas privativas de libertad se cumplen en establecimientos penales


6. “... como correctamente se advirtió en la audiencia pública de esta causa, el día de hoy, daría lugar a que
más tarde pueda pretenderse el cumplimiento de penas privativas de libertad no en un centro de
reclusión, sino en el domicilio del sentenciado, lo que evidentemente sería un despropósito, si se tiene en
cuenta que el inciso 21 del artículo 139 de la Constitución, exige el cumplimiento de las penas privativas
de la libertad en un establecimiento penal, a efectos de que se logren los fines del régimen penitenciario,
esto es, la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad”. (Exp. 00019 -2005-AI
FJ 24)

139º. Son principios y derechos de la función


 Objeto del régimen jurisdiccional:
penitenciario

22. El principio de que el régimen penitenciario tiene


por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 1, 2 inc. 24.f, 2 inc. 24.g.
Código Penal: Arts. I, IX.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 191
Código de Ejecución Penal: Arts. II, III, 76, 77, 92.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 5.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 5.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 10 incs. 1 y 3.
Convención Interamericana contra la Corrupción: Art. 11.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 228.
Constitución de 1979: Art. 233.4.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Teoría de la función de prevención especial positiva


1. “Al margen de la ardua polémica sobre el tema de los fines de la pena, es claro que nuestro ordenamiento
ha constitucionalizado la denominada teoría de la función de prevención especial positiva, al consagrar el
principio según el cual, el ‘régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad, en armonía con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, que señala que ‘el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya
finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados’.
Se trata, naturalmente, de un principio constitucional-penitenciario, que no por su condición de tal, carece
de eficacia. Comporta, por el contrario, un mandato de actuación dirigido a todos los poderes públicos
comprometidos con la ejecución de la pena y, singularmente, al legislador, ya sea al momento de regular
las condiciones cómo se ejecutarán las penas o, por lo que ahora importa rescatar, al establecer el
cuántum de ellas y que los jueces pueden aplicar para sancionar la comisión de determinados delitos.
Desde esa perspectiva, el inciso 22) del artículo 139º de la Constitución constituye un límite al legislador,
que incide en su libertad para configurar el cuántum de la pena...” (Expediente 0010-2002-AI/TC,
Fundamentos Jurídicos 122 y 123).

Concesión de beneficios penitenciarios está en relación con el cumplimiento de los fines del
régimen penitenciario.
2. “Dado que el interno se encuentra privado de su libertad personal por virtud de una sentencia
condenatoria firme, la concesión de beneficios está subordinada a la evaluación del juez, quien estimará si
los fines del régimen penitenciario (inciso 22 del artículo 139º de la Constitución) se han cumplido, de
manera que corresponda reincorporar al penado a la sociedad aún antes de que no se haya cumplido con
la totalidad de la condena impuesta, si es que éste ya demuestra estar reeducado y rehabilitado...”
(Expediente 1593-2003-HC/TC, Fundamento Jurídico 14).

Régimen penitenciario debe orientarse a la resocialización del penado


3. "La dilucidación de si la prohibición de acceso a los beneficios penitenciarios para los condenados por un
delito especialmente grave, viola los principios del régimen penitenciario establecidos en el artículo 139.22
de la Ley Fundamental, no es una cuestión nueva en nuestra jurisprudencia. Últimamente, en la
STC 0012-2010-PI/TC, al analizarse una cuestión semejante, este Tribunal recordó que una interpretación
conjunta entre el artículo 139º, inciso 22, de la Constitución y el artículo 10.3 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, permitía considerar que “la resocialización de un penado exige un proceso (un
“tratamiento” –en los términos del Pacto–, reeducativo –en los términos de la Constitución–), orientado a
un objeto o fin, a saber, su rehabilitación y readaptación social, que permita asegurar su aptitud para ser
reincorporado a la comunidad”.
En ese sentido, consideramos que el artículo 139º, inciso 22, de la Constitución –incluso tras su
interpretación a la luz del artículo 10.3 del aludido Pacto–, constituía “claramente una norma de fin,
puesto que impone a los poderes públicos, y principalmente al legislador, la creación de un régimen
orientado al cumplimiento de una finalidad, sin especificar cuáles son las acciones concretas que deben
ejecutarse para su consecución”.
De ahí que, ya desde la STC 0010-2002-AI/TC, recordáramos “(…) con relación al artículo 139º, inciso 22,
de la Constitución, que “no por su condición de principio carece de eficacia, ya que comporta un mandato
de actuación dirigido a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena y,
singularmente, al legislador, ya sea al momento de regular las condiciones cómo se ejecutarán las penas o
al momento de establecer el [q]uantum de ellas” (Fund. Jur. Nº 208).
Normas de esta naturaleza impiden que el legislador pueda constitucionalmente eludir el cumplimiento del
fin, pero no le impone los medios con los cuales éste deba alcanzarse. Gozando de la libertad de escoger
aquellos medios que resulten más convenientes para fomentarlos, promoverlos o lograrlos, sin embargo,
cualquiera sea el elegido, éste ha de estar orientado “…a asegurar un régimen penitenciario orientado a la
resocialización del penado, entendida ésta como la situación en virtud de la cual el ser humano, no solo ha
internalizado y comprendido el daño social generado por la conducta que determinó su condena, sino que
además es representativa de que su puesta en libertad no constituye una amenaza para la sociedad, al
haber asumido el deber de no afectar la autonomía moral de otros seres humanos ni otros bienes
necesarios para la convivencia pacífica”.
Por supuesto que entre las medidas orientadas a la consecución de la resocialización del penado se
encuentran los beneficios penitenciarios. Estos pueden formar parte del derecho premial para aquellos
casos en los que el cumplimiento de la pena y el tratamiento penitenciario alcanzaron que el condenado
internalizara y comprendiera la magnitud del daño social causado. Cualquiera de ellos y no uno en
particular. Mientras su configuración normativa se encuentre orientada a la readaptación social del
penado, nada podemos reprochar en nombre de la Ley Fundamental. Y así es porque el legislador no tiene
la obligación constitucional de prever los beneficios penitenciarios". (Exp. 00012-2011-AI FJ De 48 a 51)

Restricción de acceso a los beneficios penitenciarios debe ser debidamente motivado


4. "El artículo 139°, inciso 22, de la Constitución establece que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. Sobre ello, este Tribunal
Constitucional ha precisado en la sentencia recaída en el Expediente N.º 010-2002-AI/TC, fundamento
208, que los propósitos de reeducación y rehabilitación del penado “[...] suponen, intrínsecamente, la
posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las penas que
les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la pena hubieran sido atendidos. La
justificación de las penas privativas de la libertad es, en definitiva, proteger a la sociedad contra el
delito”.
En cuanto a la naturaleza de los beneficios penitenciarios, el Tribunal ha dejado establecido en la sentencia
recaída en el Expediente N° 02700-2006-PHC/TC, caso Víctor Alfredo Polay Campos, que en estricto, los
beneficios penitenciarios no son derechos fundamentales, sino garantías previstas por el derecho de
ejecución penal, cuyo fin es concretizar el principio constitucional de resocialización y reeducación del
interno. En efecto, las garantías persiguen el aseguramiento de determinadas instituciones jurídicas y no
engendran derechos fundamentales a favor de las personas, de ahí que pueden ser limitadas o
restringidas sin que ello comporte arbitrariedad. No obstante, no cabe duda de que aun cuando los
beneficios penitenciarios no constituyen derechos, su denegación, revocación o restricción de acceso debe
obedecer a motivos objetivos y razonables, por lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto
debe cumplir con la exigencia de la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 00382-2012-HC FJ
2,3)

Eliminación del acceso a concesión de beneficios penitenciarios para los delitos de violación de
menores de edad.
5. "De otra parte, la eliminación de la posibilidad de indulto, de conmutación de pena, de gracia, y de
concesión de los beneficios penitenciarios de redención de la pena por el trabajo y la educación, de
semilibertad y de liberación condicional, es representativa de la voluntad del legislador de que en los casos
de condenas por los delitos de violación de menores de edad, el quantum de la pena impuesta se ejecute
en su totalidad.
Ello tiene por finalidad, en primer término, optimizar el fin preventivo general de las penas en su vertiente
negativa, es decir, optimizar el efecto desmotivador que la amenaza de la imposición y ejecución de una
pena severa genera en la sociedad, protegiendo preventivamente el bien tutelado por el derecho penal, en
este caso, la integridad personal y el libre desarrollo de la personalidad de los menores de edad. Se asume
que mientras de mayor peso axiológico sea el bien protegido al tipificarse la conducta, mayor deberá ser la
pena que se amenaza imponer, generando así el derecho penal una acción más disuasoria.
En segundo lugar, la medida tiene por finalidad que la imposición de la pena cumpla de manera efectiva
con el fin de prevención general en su vertiente positiva. Claus Roxin describe este fin como el “‘ejercicio
de la confianza en el derecho’ que se produce en la población por medio de la actividad de la justicia
penal; el efecto de confianza que resulta cuando el ciudadano ve que el derecho se impone; y finalmente,
el efecto de satisfacción que se instala cuando la conciencia jurídica se tranquiliza como consecuencia de la
sanción por sobre el quebrantamiento del derecho, y cuando el conflicto con el autor es visto como
solucionado.” (cfr. “Fin y justificación de la pena y de las medidas de seguridad”, en: Julio B. J. Maier
(compilador), Determinación judicial de la pena, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1993, p. 28). En esa
línea, este Tribunal ha sostenido que por vía de la imposición y ejecución de la pena “se renueva la
confianza de la ciudadanía en el orden constitucional, al convertir una mera esperanza en la absoluta
certeza de que uno de los deberes primordiales del Estado, consistente en ‘(...) proteger a la población de
las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia (...)’
(artículo 44º de la Constitución), se materializa con la sanción del delito (prevención [general] en su
vertiente positiva); con la consecuente vigencia efectiva del derecho fundamental a la seguridad personal
en su dimensión objetiva (inciso 24 del artículo 2º de la Constitución)” (STC 0019-2005-PI, fundamento
40).
De otra parte, la medida tiene también por propósito asegurar otro fin de la pena, la denominada
prevención especial de efecto inmediato, es decir, permitir al delincuente dar un firme paso en la
internalización el daño social ocasionado por su conducta a través de la certeza en relación con la
ejecución total de la pena, generándose un primer efecto reeducador. Tal como ha señalado este Tribunal,
“la grave limitación de la libertad personal que supone la pena privativa de libertad, y su quantum
específico, son el primer efecto reeducador en el delincuente, quien internaliza la seriedad de su conducta
delictiva, e inicia su proceso de desmotivación hacia la reincidencia (prevención especial de efecto
inmediato)” (STC 0019-2005-PI/TC, fundamento 40)". (Exp. 00012-2010-AI FJ De 16 a 19)
Carácter rehabilitador de la pena
6. "El carácter rehabilitador de la pena tiene la función de formar al interno en el uso responsable de su
libertad, no la de imponerle una determinada cosmovisión del mundo ni un conjunto de valores que puede
no compartir, mas por el contrario no puede proscribírsele su reinserción a la sociedad. En este sentido, el
inciso 22) del artículo 139º de la Constitución constituye un límite al legislador que, por un lado, no puede
ser vaciado de contenido, y de otro tiene incidencia en el derecho a la libertad personal en cuanto se
gradúe el quántum de la pena, pues necesariamente debe configurarse en armonía con las exigencias de
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.
Al respecto debe indicarse que el Tribunal Constitucional se ha pronunciado sobre la constitucionalidad de
dicha pena. Así en la sentencia recaída en el proceso de inconstitucionalidad Nº 010-2002-AI/TC se señaló
que la cadena perpetua resulta vulneratoria de la libertad personal, de la dignidad humana y del principio
resocializador de la pena (artículo 139, inciso 22, de la Constitución) porque: (...) de las exigencias de
“reeducación”, “rehabilitación” y “reincorporación” como fines del régimen penitenciario, se deriva la
obligación del legislador de prever una fecha de culminación de la pena, de manera tal que permita que el
penado pueda reincorporarse a la vida comunitaria.
Sin embargo este Tribunal no declaró la inconstitucionalidad de la pena de cadena perpetua bajo el criterio
de que todas las objeciones que suscitaba su existencia en el sistema penal podían subsanarse si se
introducía una serie de medidas que revirtieran su carácter intemporal. En ese sentido al tenerse que
expedir una sentencia de “mera incompatibilidad”, el Tribunal Constitucional consideró que correspondía al
legislador introducir en la legislación nacional los mecanismos jurídicos para hacer que la cadena perpetua
no sea una pena sin plazo de culminación". (Exp. 00331-2010-HC FJ De 11 a 13)

Adecuación del régimen jurídico de la cadena perpetua


7. "Se debe recalcar que el Tribunal Constitucional se ha pronunciado sobre la constitucionalidad de esta
pena. Así, en la sentencia recaída en el Proceso de Inconstitucionalidad N.º 010-2002-AI/TC, señaló que la
cadena perpetua resulta vulneratoria de la libertad personal, la dignidad humana y del principio
resocializador de la pena (artículo 139, inciso 22, de la Constitución) porque: “(...) de las exigencias de
“reeducación”, “rehabilitación” y “reincorporación” como fines del régimen penitenciario, se deriva la
obligación del legislador de prever una fecha de culminación de la pena, de manera tal que permita que el
penado pueda reincorporarse a la vida comunitaria”.
Sin embargo este Tribunal no declaró la inconstitucionalidad de la pena de cadena perpetua sosteniendo
que todas las objeciones que suscitaba su existencia en el sistema penal podían subsanarse si se
introducía una serie de medidas que revirtieran su carácter intemporal. En ese sentido al tenerse que
expedir una sentencia de “mera incompatibilidad”, el Tribunal Constitucional consideró que correspondía al
legislador introducir en la legislación nacional los mecanismos jurídicos necesarios para hacer que la
cadena perpetua no sea una pena sin plazo de culminación.
Cabe señalar que con posterioridad al dictado de la referida sentencia, mediante Ley Nº 27913 el
Congreso de la República delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar mediante decretos
legislativos, entre otros temas, la adecuación del régimen jurídico de la cadena perpetua. En mérito de
dicha ley autoritativa el Poder Ejecutivo dictó el Decreto Legislativo N° 921, cuyo artículo 1 incorporó la
institución de la revisión de la pena de cadena perpetua al cumplirse los 35 años de privación de libertad.
El Tribunal observa que en virtud del artículo 4 del citado decreto legislativo se dispuso la incorporación de
un capítulo en el Código de Ejecución Penal, denominado Revisión de la pena de cadena perpetua, que
tiene por finalidad precisar el procedimiento de dicha revisión.
Dicho régimen fue asimismo materia de pronunciamiento por parte de este Tribunal (Expediente Nº
00003-2005-AI/TC), en el que declaró que con el régimen jurídico de la cadena perpetua establecido en el
Decreto Legislativo N° 921 han sido salvadas las objeciones de inconstitucionalidad". (Exp. 05307-2009-
HC FJ De 5 a 8)

Teoría de la prevención especial y general de la pena


8. "La Constitución señala en su artículo 139º, inciso 22 que el régimen penitenciario tiene por objeto “la
reeducación, rehabilitación e incorporación del penado a la sociedad”. A ello, debe agregarse que el
artículo 1º señala que “la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de
la sociedad y del Estado.”
En consecuencia, no es arriesgado afirmar que nuestra Constitución recoge la teoría de la prevención
especial y general de la pena, según la cual la persona humana no pierde su condición de sujeto de
derecho por mor de su internamiento en un establecimiento penitenciario. Antes bien, las normas antes
glosadas permiten concluir que la ejecución de la pena no sólo debe dejar intactos los atributos que se
derivan directamente de la personalidad del recluso (si bien con las limitaciones propias que conlleva todo
régimen penitenciario) sino que, además, debe orientarse a obtener su plena resocialización o reinserción
en la sociedad.
Y es que, como lo ha señalado este Tribunal, “[…] el haber sido procesado por la comisión de un delito y
obligado a cumplir una sanción por tal hecho no supone ser estigmatizado; por el contrario, durante el
período de reclusión el Estado tiene la obligación de que esa persona sea rehabilitada para que su
incorporación en la sociedad se torne más fácil y realmente efectiva y eso sólo se puede llevar a cabo si su
permanencia en el establecimiento penitenciario es digna”.
Es en atención a estas consideraciones que no puede ser de recibo aquella postura según la cual las
cárceles serían espacios vetados a la vigencia de los derechos fundamentales. En realidad, en ningún caso
el ejercicio del iuspuniendi puede justificar la existencia de zonas liberadas a la vigencia de la Constitución,
como quiera que ello sería tanto como negar la supremacía de esta última. Por lo demás, no puede
olvidarse que la esencia de los derechos fundamentales radica precisamente en la fuerza expansiva que
éstos despliegan en todos los aspectos de la vida social, independientemente del contexto específico en
que aquellos se apliquen.
Ahora bien, es verdad que la comisión de un delito debe ir acompañada necesariamente del reproche
penal impuesto desde el Estado, pues de esta forma se pone a la sociedad a salvo de los peligros y se
genera en ella un importante sentimiento de confianza en el sistema de justicia. Pero lo que no se puede
tolerar, desde ningún punto de vista, es que bajo dicho argumento se terminen vulnerando los derechos
fundamentales de las personas que purgan condena, o se encuentran internados en establecimientos
penitenciarios lo cual sólo podría significar una extralimitación del iuspuniendi ejercido por el Estado".
(Exp. 05559-2009-HC FJ De 6 a 10)

Tratamiento penitenciario tiene como fin la reinserción social del interno


9. "De acuerdo con el inciso 22) del artículo 139º de la Constitución, entre los fines que cumple el régimen
penitenciario se encuentra la reinserción social del interno. Esto quiere decir que el tratamiento
penitenciario mediante la reeducación y rehabilitación tiene por finalidad readaptar al interno para su
reincorporación a la vida en libertad. Ello es así porque las personas recluidas en un establecimiento
penitenciario no han sido eliminadas de la sociedad.
Tomando en cuenta los fines de la pena consagrados en la Constitución, el legislador tiene la facultad de
regular mecanismos que faciliten el proceso de reinserción de la persona a la sociedad. En ese sentido, el
Tribunal Constitucional considera que estos principios suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que el
legislador pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las penas que les fueron
impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la pena hubieran sido atendidos.
La justificación de las penas privativas de libertad es, en definitiva, proteger a la sociedad contra el delito.
Tal protección sólo puede tener sentido, si se aprovecha el periodo de privación de libertad para lograr, en
lo posible, que el delincuente una vez liberado no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus
necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo". (Exp. 02965-2009-HC FJ De 3 a 5)

Condiciones a cumplir para el otorgamiento del beneficio de similibertad


10. "Conforme al artículo 139º, inciso 22), de la Constitución Política del Perú, el régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. En atención a dicho
fin preventivo de la pena que ha de legitimar el beneficio de la semilibertad, su concesión deberá requerir
de parte del juzgador, además de una verificación del cumplimiento de los requisitos legales, de una
actividad valorativa que determine si el tratamiento penitenciario ha logrado su cometido. En ese sentido,
el artículo 50º del Código de Ejecución Penal señala que el beneficio de semilibertad “[…] será concedido
en los casos que la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente, y su conducta dentro del
establecimiento, permitan suponer, que no cometerá nuevo delito”.
El recurrente cuestiona la revocatoria del beneficio de semilibertad que obtuvo, decretado por la
Resolución de fecha 13 de setiembre del 2007 (fojas 50), aduciendo que los fundamentos esgrimidos por
el órgano jurisdiccional demandado para la revocatoria no justifican la decisión adoptada. Sin embargo, del
análisis de la resolución de fecha 13 de setiembre de 2007, obrante a fojas 50, este Tribunal
Constitucional concluye ésta se encuentra debidamente motivada, pues se basa en argumentos que van
más allá del simple cuestionamiento a la existencia o no de antecedentes judiciales del recurrente, esto es,
toma en cuenta la existencia previa de una sentencia condenatoria por la comisión del delito de hurto
agravado, proceso en el que la pena quedó suspendida condicionalmente, conforme se aprecia del cuarto
considerando de la resolución; sentencia que fue reconocida posteriormente por el recurrente a fojas 84 y
175 de autos". (Exp. 02234-2009-HC FJ 3,4)

Otorgamiento de beneficios penitenciarios no se circunscribe al cumplimiento de requisitos


formales
11. "La Constitución señala en su artículo 139°, inciso 22, que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente
con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala que “el régimen
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social
de los penados”. Al respecto, este Tribunal ha precisado en la sentencia recaída en el Expediente Nº 010-
2002-AI/TC, fundamento 208, que los propósitos de reeducación y rehabilitación del penado “[...]
suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la
culminación de las penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la
pena hubieran sido atendidos. La justificación de las penas privativas de la libertad es, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el delito”.
En cuanto al caso traído a esta sede, el artículo 53° del Código de Ejecución Penal precisa que “La
liberación condicional se concede al sentenciado que ha cumplido la mitad de la pena, siempre que no
tenga proceso pendiente con mandato de detención”. Por tanto, el beneficio penitenciario de liberación
condicional, el cual permite al penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber cumplido la
totalidad de la pena privativa de libertad impuesta, se concede atendiendo al cumplimiento de los
requisitos legales exigidos y a la evaluación previa que realice el juez respecto a cada interno en concreto,
estimación que eventualmente le permita suponer que la pena ha cumplido su efecto resocializador dando
muestras razonables de la rehabilitación del penado y, por tanto, que le corresponda su reincorporación a
la sociedad. Tal es el criterio adoptado por este Tribunal en la sentencia recaída en el caso Máximo
LlajarunaSare (Expediente Nº 1594-2003-HC/TC, fundamento 14), en la que señaló que “La determinación
de si corresponde o no otorgar a un interno un determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe
ni puede reducirse a verificar si este cumplió o no los supuestos formales que la normatividad contempla
(...)”. En tal sentido, la concesión o denegatoria de un beneficio penitenciario a un interno y la
determinación en contrario en cuanto a otro, no afecta el derecho a la igualdad ante la ley, pues tal
decisión la efectúa el juez atendiendo concurrentemente al cumplimiento de los requisitos legales y a la
estimación que obtenga de una eventual rehabilitación y resocialización respecto a cada interno en
concreto.
En cuanto al caso traído a esta sede, el artículo 53° del Código de Ejecución Penal precisa que “La
liberación condicional se concede al sentenciado que ha cumplido la mitad de la pena, siempre que no
tenga proceso pendiente con mandato de detención”. Por tanto, el beneficio penitenciario de liberación
condicional, el cual permite al penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber cumplido la
totalidad de la pena privativa de libertad impuesta, se concede atendiendo al cumplimiento de los
requisitos legales exigidos y a la evaluación previa que realice el juez respecto a cada interno en concreto,
estimación que eventualmente le permita suponer que la pena ha cumplido su efecto resocializador dando
muestras razonables de la rehabilitación del penado y, por tanto, que le corresponda su reincorporación a
la sociedad. Tal es el criterio adoptado por este Tribunal en la sentencia recaída en el caso Máximo
LlajarunaSare (Expediente Nº 1594-2003-HC/TC, fundamento 14), en la que señaló que “La determinación
de si corresponde o no otorgar a un interno un determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe
ni puede reducirse a verificar si este cumplió o no los supuestos formales que la normatividad contempla
(...)”. En tal sentido, la concesión o denegatoria de un beneficio penitenciario a un interno y la
determinación en contrario en cuanto a otro, no afecta el derecho a la igualdad ante la ley, pues tal
decisión la efectúa el juez atendiendo concurrentemente al cumplimiento de los requisitos legales y a la
estimación que obtenga de una eventual rehabilitación y resocialización respecto a cada interno en
concreto.
En cuanto a la alegada afectación del derecho a la concesión del beneficio penitenciario solicitado, este
Tribunal ha señalado en la sentencia recaída en el expediente N° 2700-2006-PHC, caso Víctor Alfredo
Polay Campos, que, en estricto, los beneficios penitenciarios no son derechos fundamentales, sino
garantías previstas por el Derecho de Ejecución Penal, cuyo fin es concretizar el principio constitucional de
resocialización y reeducación del interno. En efecto, a diferencia de los derechos fundamentales, las
garantías no engendran derechos subjetivos, de ahí que puedan ser limitadas. Las garantías persiguen el
aseguramiento de determinadas instituciones jurídicas y no engendran derechos fundamentales a favor de
las personas. Por otro lado, no cabe duda de que aun cuando los beneficios penitenciarios no constituyen
derechos, su denegación, revocación o restricción de su acceso a los mismos debe obedecer a motivos
objetivos y razonables, por lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto debe cumplir con la
exigencia de la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 02279-2009-HC FJ De 2 a 4)

Beneficios penitenciarios no son derechos fundamentales sino garantías


12. "El Tribunal Constitucional ha señalado en la sentencia recaída en el expediente N° 2700-2006-PHC/TC
(caso Víctor Alfredo Polay Campos) que, en estricto, los beneficios penitenciarios no son derechos
fundamentales sino garantías previstas por el Derecho de Ejecución Penal, cuyo fin es concretizar el
principio constitucional de resocialización y reeducación del interno. En efecto, a diferencia de los derechos
fundamentales, las garantías no engendran derechos subjetivos, de ahí que puedan ser limitadas. Las
garantías persiguen el aseguramiento de determinadas instituciones jurídicas y no engendran derechos
fundamentales a favor de las personas. Por otro lado, no cabe duda de que, aun cuando los beneficios
penitenciarios no constituyen derechos, su denegación, revocación o restricción de acceso debe obedecer a
motivos objetivos y razonables, por lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto debe cumplir
con la exigencia de la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 03186-2008-HC FJ 2)

Derecho de defensa protege a la persona del estado de indefensión durante un procedimiento


judicial o del procedimiento administrativo sancionador
13. "El derecho de defensa consagrado en el artículo 139º, numeral 14 de la Constitución Política, está
previsto para proteger a la persona del estado de indefensión en cualquier etapa del proceso judicial o del
procedimiento administrativo sancionador. Ha quedado sentado que el pase a retiro por renovación no
constituye una sanción por una conducta antijurídica, y por tanto en él no tiene lugar el ejercicio del
derecho de defensa.
En la línea de lo afirmado por este Tribunal respecto a que el acto de la Administración, generador del
pase a retiro por renovación de cuadros de los Oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, no
constituye una sanción, ni el proceso mismo tiene la naturaleza de un procedimiento administrativo
sancionador, se concluye que la evaluación del ejercicio del derecho de defensa, por la propia naturaleza
del acto, carece de relevancia en el presente análisis". (Exp. 07473-2006-AA FJ 7,8)

Fracaso del tratamiento penitenciario


14. "... la pena que resta cumplir respecto del primer delito -en el que al actor se le concedió la semilibertad-
resulta independiente respecto de la pena que deberá también cumplir por la comisión del segundo delito
(Instrucción N° 2003-1412), toda vez que este ilícito fue cometido con posterioridad a la sentencia dictada
por el primer delito (conforme se ha expuesto en el fundamento precedente) cuando el recurrente se
encontraba gozando del beneficio penitenciario de semilibertad, propiciando de esa manera el fracaso del
tratamiento penitenciario y, por lo tanto, de los objetivos de reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad, que establece el artículo 139°, inciso 22), de la Constitución; siendo así, el que
se disponga el cumplimiento sucesivo de las penas no resulta inconstitucional, conforme este Tribunal ha
señalado en su reiterada jurisprudencia [Cfr. STC N° 0807-2003-HC/TC y 2048-2005-PHC/TC, entre
otras]". (Exp. 06233-2007-HC FJ 7)

Cadena perpetua no es una pena sin plazo de conclusión.


15. "... este Tribunal no declaró la inconstitucionalidad de la cadena perpetua, con el criterio de que todas las
objeciones que suscitaba su establecimiento en el sistema penal podían subsanarse si se introducía una
serie de medidas que revirtieran su carácter intemporal. En ese sentido al tenerse que expedir una
sentencia de “mera incompatibilidad” en este punto, el Tribunal Constitucional consideró que correspondía
al legislador introducir en la legislación los mecanismos jurídicos que hicieran que la cadena perpetua no
fuera una pena sin plazo de conclusión.
Con posterioridad al dictado de la referida sentencia, mediante Ley 27913 el Congreso de la República
delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar mediante decretos legislativos, entre otros temas, la
adecuación del régimen jurídico de la cadena perpetua. En mérito de dicha ley autoritativa el Poder
Ejecutivo dictó el Decreto Legislativo 921, cuyo artículo 1 incorporó la institución de la revisión de la pena
de cadena perpetua cuando se cumpliesen 35 años de privación de libertad. Asimismo en virtud del
artículo 4 del mismo decreto legislativo se dispuso la incorporación de un capítulo en el Código de
Ejecución Penal, denominado "Revisión de la pena de cadena perpetua", que tiene por finalidad precisar el
procedimiento de dicha revisión.
Dicho régimen también fue materia de pronunciamiento de este Tribunal, el que declaró que con el
régimen jurídico de la cadena perpetua establecido en el Decreto Legislativo 921 han sido salvadas las
objeciones de inconstitucionalidad. Es por ello que conforme al criterio adoptado por este Tribunal, la
pretensión debe ser desestimada". (Exp. 09738-2006-HC FJ De 3 a 5)

Finalidad esencial del tratamiento penitenciario es la reforma y readaptación social del penado
16. "El artículo 139°, inciso 22, de la Constitución señala que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente
con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala que “el régimen
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social
de los penados”. Al respecto, este Tribunal ha precisado en la sentencia recaída en el expediente Nº 010-
2002-AI/TC, FJ 208, que los propósitos de reeducación y rehabilitación del penado “[...] suponen,
intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la
culminación de las penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la
pena hubieran sido atendidos. La justificación de las penas privativas de la libertad es, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el delito”.
El artículo 50° del Código de Ejecución Penal precisa que “El beneficio será concedido en los casos en que
la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta dentro del establecimiento
permitan suponer que no cometerá nuevo delito”. Por tanto, el beneficio penitenciario de semilibertad, el
cual permite al penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber cumplido la totalidad de la
pena privativa de libertad impuesta, se concede atendiendo al cumplimiento de los requisitos legales
exigidos y a la evaluación previa que realice el juez respecto a cada interno en concreto, estimación que
eventualmente le permita suponer que la pena ha cumplido su efecto resocializador dando muestras
razonables de la rehabilitación del penado y que, por tanto, le corresponda su reincorporación a la
sociedad. Tal es el criterio adoptado por este Tribunal en la sentencia recaída en el caso Máximo
LlajarunaSare (expediente Nº 1594-2003-HC/TC FJ 14), en la que señaló que “La determinación de si
corresponde o no otorgar a un interno un determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni
puede reducirse a verificar si este cumplió o no los supuestos formales que la normatividad contempla
(...)”. No obstante, no cabe duda de que aun cuando los beneficios penitenciarios no constituyen derechos
sino garantías previstas por el Derecho de Ejecución Penal [Cfr. Caso Leoncio Abel Rojas Pérez, Expediente
N° 0965-2007-PHC/TC], su denegación, revocación o restricción de acceso a los mismos debe obedecer a
motivos objetivos y razonables, por lo que la resolución judicial que se pronuncia al respecto, así como la
que lo confirma deben cumplir la exigencia de la motivación de las resoluciones judiciales". (Exp. 03747-
2007-HC FJ 2,3)

Libre importación de bienes está reconocida en la Constitución


17. "... estamos convencidos de que la protección al medio ambiente es imprescindible para nuestro Estado
Constitucional y Democrático de Derecho, y ello se ha expuesto en abundante jurisprudencia. Sin
embargo, en el caso que nos ocupa nos encontramos ante una realidad particular, donde los mecanismos
utilizados por el Estado para dar solución a un problema de larga data, como es el “sistema de transporte
público”, no son compatibles con los principios relativos a nuestra Constitución Económica de 1993, ya que
han puesto a la libre importación de motores, piezas, partes y autopartes en una situación que imposibilita
su realización en el sistema de transporte nacional, reconocida en el artículo 58 de la Constitución". (Exp.
02113-2007-HC FJ 3)

Teoría de la retribución relativa y finalidades de la pena


18. "De otro lado, la teoría de la prevención especial –también denominada teoría de la retribución relativa–
centra la finalidad de la pena en los beneficios que ella debe generar en el penado o, cuando menos, en
aquellos que tengan la voluntad de ser resocializados. De esta manera, la finalidad de la pena puede ser
dividida en dos fases: a) en el momento de su aplicación misma, teniendo como propósito inmediato
disuadir al delincuente de la comisión de ilícitos penales en el futuro, desde que internaliza la grave
limitación de la libertad personal que significa su aplicación; y, b) en el momento de su ejecución, la cual
debe encontrarse orientada a la rehabilitación, reeducación y posterior reinserción del individuo a la
sociedad. Esta finalidad encuentra una referencia explícita en el artículo 139º inciso 22 de la Constitución,
cuando señala que '[s]on principios y derechos de la función jurisdiccional: (...) [e]l principio de que el
régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad'". (Exp. 00014-2006-AI FJ 7)

Dignidad de la persona guarda relación directa con las exigencias de “reeducación”,


“rehabilitación” y “reincorporación”
19. "... este Colegiado ha expresado en su sentencia recaída en el expediente N.º 0010-2002-AI/TC, caso
Marcelino Tineo Silva y más de cinco mil ciudadanos, que detrás de las exigencias de “reeducación”,
“rehabilitación” y “reincorporación” como fines del régimen penitenciario, se encuentra necesariamente
una concreción del derecho de dignidad de la persona (artículo 1° de la Constitución).
Ello a su vez se condice con lo previsto en el artículo 69º del Código Penal, el cual prevé que 'quien ha
cumplido la pena o medida de seguridad que le fue impuesta, o que de otro modo ha extinguido su
responsabilidad, queda rehabilitado sin más trámite', restituyendo a la persona en los derechos
suspendidos o restringidos por la sentencia y la cancelación de los antecedentes penales, judiciales y
policiales. A su vez el artículo 70º del referido Código dispone que 'producida la rehabilitación, los registros
o anotaciones de cualquier clase relativas a la condena impuesta, no pueden ser comunicados a ninguna
entidad o persona'". (Exp. 05328-2006-HC FJ 6,7)

Revisión de la pena de cadena perpetua.


20. "... con posterioridad al dictado de la referida sentencia [la recaida en el expediente 00010-2002-AI],
mediante Ley Nº 27913, el Congreso de la República delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar
mediante decretos legislativos, entre otros temas, la adecuación del régimen jurídico de la cadena
perpetua. En mérito de dicha ley autoritativa, el Poder Ejecutivo dictó el Decreto Legislativo N° 921, cuyo
artículo 1 incorporó la institución de la revisión de la pena de cadena perpetua al cumplirse los 35 años de
privación de libertad. El Tribunal observa que en virtud del artículo 4 del mismo decreto legislativo se
dispuso la incorporación de un capítulo en el Código de Ejecución Penal, denominado "Revisión de la pena
de cadena perpetua", que tiene por finalidad precisar el procedimiento de dicha revisión.
Dicho régimen fue, asimismo, materia de pronunciamiento por parte de este Tribunal, el cual declaró que
con el régimen jurídico de la cadena perpetua establecido en el Decreto Legislativo N° 921 han sido
salvadas las objeciones de inconstitucionalidad. Es por ello que, conforme al criterio adoptado por este
Tribunal, la pretensión debe ser desestimada". (Exp. 09826-2006-HC FJ 4,5)
Pena de muerte
 Pena de muerte:
supuestos 140º. La pena de muerte sólo puede aplicarse
por el delito de traición a la Patria en caso de guerra, y
el de terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados
de los que el Perú es parte obligada.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 1, 38, 113 inc. 5, 114 inc. 2, 117, 141, 173.
Código Penal: Arts. VIII, 319-325.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 4.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 6.2 a 6.6.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 54.


Constitución de 1979: Art. 235.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1427 a 1465, 1467 a 1515.


Tomo III: páginas 2301 y 2303 a 2305.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Cualquiera] sea la regulación de ese cuántum o las condiciones en la que


ésta [la pena] se ha de cumplir, ella debe necesariamente configurarse en armonía con
las exigencias de ‘reeducación’, ‘rehabilitación’ y ‘reincorporación’ del penado a la
sociedad. La única excepción a tal límite constitucional es la que se deriva del artículo
140º de la propia Constitución, según la cual el legislador, frente a determinados
delitos, puede prever la posibilidad de aplicar la pena de muerte. Sin embargo, como
se deduce de la misma norma fundamental, tal regulación ha de encontrarse
condicionada a su conformidad con los tratados en los que el Estado peruano sea parte
y sobre cuyos concretos alcances de aplicación, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha tenido oportunidad de pronunciarse, en la Opinión Consultiva Nº 14/94,
del 9 de diciembre de 1994...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamentos Jurídicos
123 y 124).

Casación

 Competencia de la
Corte
casación o
Suprema:
última
141º.Corresponde a la Corte Suprema fallar en
instancia casación, o en última instancia, cuando la acción se
inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte
Suprema conforme a ley. Asimismo, conoce en casación
las resoluciones del Fuero Militar, con las limitaciones
que establece el artículo
173º.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 99, 100, 139 inc. 1, 140, 147, 173.
Código Procesal Civil: Arts. 384-400.
Código de Procedimientos Penales: Arts. 15, 16.
Código Procesal Penal: Arts. IV, 345-360.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 31-33, 34 inc. 2, 35 incs. 4 y 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.1.h.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.5.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 241.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] ámbito de competencia de la justicia militar se encontraba reservado sólo para el


juzgamiento de militares en casos de delitos de función y, excepcionalmente, para los civiles, siempre que se
tratase del delito de traición a la patria, cometido en caso de guerra exterior, situación en la que no se
encontraba el país en la fecha en que se produjeron los hechos, dado que el Primer Mandatario no había
ejercido la atribución señalada en el artículo 211º, inciso 19), de la Constitución de 1979 y, actualmente, en el
artículo 118º, inciso 16), de la Carta Magna de 1993...” (Expediente 2249-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico
1).

Materias no revisables en sede judicial


142º. No son revisables en sede judicial las
 Resoluciones no resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en
revisables por el materia electoral, ni las del Consejo Nacional de la
Poder Judicial: JNE y
CNM
Magistratura en materia de evaluación y ratificación de
jueces.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 154 incs. 2 y 3, 178 inc. 4, 181.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.
ANTECEDENTES

No tiene antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Cuando] el artículo 142º de la Constitución establece que no son revisables en sede judicial las
resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de evaluación y ratificación de Jueces,
limitación que no alcanza al Tribunal Constitucional por las razones antes mencionadas, el presupuesto de
validez de dicha afirmación se sustenta en que las consabidas funciones que le han sido conferidas a dicho
organismo sean ejercidas dentro de los límites y alcances que la Constitución le otorga, y no a otros distintos,
que puedan convertirlo en un ente que opera fuera o al margen de la misma norma que le sirve de sustento. En
el fondo, no se trata de otra cosa sino de la misma teoría de los llamados poderes constituidos, que son
aquellos que operan con plena autonomía dentro de sus funciones, pero sin que tal característica los convierta
en entes autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo que la misma Carta les impone...” (Expediente
2409-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 1.b).

Órganos jurisdiccionales
143º. El Poder Judicial está integrado por
 Estructura del Poder órganos jurisdiccionales que administran justicia en
Judicial nombre de la Nación, y por órganos que ejercen su
 Órganos gobierno y administración.
Jurisdiccionales del
Poder Judicial Los órganos jurisdiccionales son: la Corte Suprema de
Justicia y las demás cortes y juzgados que determine
su ley orgánica.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 37, 99, 100, 138, 146, 147, 154 inc. 3, 155 inc. 1, 159 inc. 2, 179 inc. 1, 205.
Código Penal: Art. V.
Código de Procedimientos Penales: Art. 11.
Código Procesal Penal: Arts. 21-24.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 3, 25-55.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 2.3.b y 14.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 221.


Constitución de 1979: Art. 237.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo III: páginas 2301, 2305 y 2313.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] Tribunal Constitucional considera legítimo que se disponga una sub-especialización en el


ámbito de la justicia penal, si es que los motivos que la justifican persiguen garantizar la protección de otros
bienes constitucionalmente relevantes. Por lo demás, su objetividad está fundamentada en consideraciones
tales como la complejidad del asunto, la carga procesal y las ‘particulares exigencias del servicio’ (Así, por
ejemplo, se ha pronunciado la Corte Costituzionale, en la Sentenza Nº 174/1975)...” (Expediente 1076-2003-
HC/TC, Fundamento Jurídico 8).

Presidente y Sala Plena de la Corte Suprema

 Presidencia del Poder


Judicial.
Sala Plena
144º. El Presidente de la Corte Suprema lo es
también del Poder Judicial. La Sala Plena de la Corte
Suprema es el órgano máximo de deliberación del
Poder Judicial.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 143, 147, 154.3, 155 inc. 1 y 179 inc. 1.
Código Civil: Art. 1366.
Código Procesal Civil: Art. 205.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 73-80.

ANTECEDENTES

No tiene antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2301 y 2304 a 2306.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] Sétima Disposición Transitoria, Complementaria y Final de la Ley 26623 [Ley que crea el
Consejo de Coordinación Judicial, de 19 de junio de 1996], al modificar los artículos 76º y 80º de la Ley
Orgánica del Poder Judicial viola los artículos 143º y 144º de la Constitución, pues recorta al Presidente de la
Corte Suprema la facultad de representar al Poder Judicial y a la Sala Plena la atribución de ser el órgano de
máxima deliberación en lo que concierne al gobierno y administración del Poder Judicial...” (Expediente
0001-1996-AI/TC, del fundamento singular del voto de los Señores Nugent, Aguirre Roca, Díaz Valverde,
Rey Terry y Revoredo Marsano párrafo 7).

Presupuesto del Poder Judicial

 Presupuesto del
Poder Judicial
proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo y lo
145º. El Poder sustenta ante el Congreso.
Judicial presenta su

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 78, 80, 82, 102.4, 143 y 144.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 2, 76 inc. 8, 82 inc. 2, 117-119, 121.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 30.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.2 y 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 9.


Constitución de 1979: Art. 238.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] Poder Judicial sostiene que ha realizado las gestiones pertinentes ante el MEF, a fin de
cumplir con el pago que se solicita; por su parte, esta entidad alega que el Poder Judicial no ha previsto, en el
presupuesto que presenta, la inclusión de un monto específico para poder atender dicho pago; sin embargo,
ninguna de las entidades demandadas ha acreditado fehacientemente haber realizado todas las gestiones y
trámites que a cada una de ellas les corresponde para cumplir con el referido pago. En este sentido, no es
razonable el tiempo transcurrido sin que se haya podido concluir hasta la fecha, con resultados positivos, las
gestiones necesarias para cumplir con lo solicitado; incluso si se considera si el Poder Judicial estuvo en
capacidad o no de realizar dicho pago o si el MEF tuvo la posibilidad o no de otorgarlo; con mayor razón, si
se tiene en cuenta que el pago de pensiones de naturaleza alimentaria, es prioritario sobre cualquier obligación
del empleador...” (Expediente 0142-2003-AC/TC, Fundamentos Jurídicos 7 y 8).

Incompatibilidad de los magistrados


 Remuneraciones de los jueces
 Garantías para los magistrados
 Independencia
 Exclusividad de la  Sometimiento a la Constitución y la ley
Función Jurisdiccional
 Inamovilidad
 Excepción: docencia
 Prohibición de traslado sin su consentimiento
universitaria
 Permanencia en el servicio
 Remuneración incompatible con cualquiera otra actividad pública o
adecuada
privada, con excepción de la docencia universitaria
 Requisitos para ser
Magistrado de la fuera del horario de trabajo.
Corte Suprema Los jueces sólo perciben las remuneraciones que
 Peruano de
nacimiento
les asigna el Presupuesto y las provenientes de la
 Ciudadano en enseñanza o de otras tareas expresamente previstas
ejercicio por la ley.
El Estado garantiza a los magistrados judiciales:
1. Su independencia. Sólo están sometidos a la
Constitución y la ley.
2. La inamovilidad en sus cargos. No pueden ser
trasladados sin su consentimiento.
3. Su permanencia en el servicio, mientras observen
146º. La conducta e idoneidad propias de su función. Y
función jurisdiccional es 4. Una remuneración que les asegure un nivel de vida
digno de su misión y jerarquía.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 24, 40, 139 inc. 2, 154, 159.
Código Penal: Arts. 385, 395, 401.
Código Procesal Civil: Art. 56.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 2, 3, 4, 16, 17, 184 inc. 8, 186, 187, 188, 217, 222, 245.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Arts. 18, 20, 58, 59.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 10, 23 inc. 3.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 7 inc. a.ii, 14.1.
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 8.1, 11.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 11.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 220 y 225.


Constitución de 1979: Arts. 242 y 243.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Existe el] derecho a permanecer en el servicio [judicial], mientras observen


conducta e idoneidad propia de la función. Sin embargo, este derecho tiene dos límites
constitucionales muy precisos: Uno de carácter interno, que se traduce en el derecho a
permanecer en el servicio, entre tanto [sic] se observe conducta e idoneidad propias o
acorde con la investidura de la función que se ejerce; y otro de carácter temporal, [por
el que] este derecho a permanecer en el servicio no es intemporal o hasta que se
cumpla una determinada edad, sino está determinado en el tiempo, esto es, por 7
años, luego de los cuales, la permanencia en el servicio de los jueces o miembros del
Ministerio Público se encuentra sujeta a una condición: que sea ratificado por el
Consejo Nacional de la Magistratura... [El] Tribunal Constitucional considera que, en
principio, del hecho de que el Consejo Nacional de la Magistratura no haya ratificado al
recurrente no se deriva una violación del derecho constitucional alegado, toda vez que
éste, con creces, cumplió sus 7 años de ejercicio en la función, y, al cumplirlos, la
expectativa de continuar en el ejercicio del cargo dependía de que éste fuera
ratificado, lo que está fuera del alcance de lo constitucionalmente protegido por el
inciso 3) del artículo 146º de la norma suprema...” (Expediente 2209-2002-AA/TC,
Fundamentos Jurídicos 10 y 11).

Requisitos para ser magistrado

 Requisitos para ser


Magistrado de la
Corte Suprema
 Peruano
nacimiento
de
147º. Para ser Magistrado de la Corte Suprema
 Ciudadano en se requiere:
ejercicio
 Mayor de 45 años 1. Ser peruano de nacimiento;
 Experiencia en la 2. Ser ciudadano en ejercicio;
magistratura,
ejercicio de la 3. Ser mayor de cuarenta y cinco años;
profesión o cátedra
universitaria
4. Haber sido magistrado de la Corte Superior o Fiscal
Superior durante diez años, o haber ejercido la
abogacía o la cátedra universitaria en materia
jurídica durante quince años.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 30, 52, 138, 143, 146, 151 y 154 inc. 1.
Código Civil: Art. 2030.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 177, 178, 180, 181.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 39.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 222.


Constitución de 1979: Art. 244.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] demandante fue separado del cargo que desempeñaba en aplicación del Acuerdo de Sala
Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, comunicado mediante Oficio Nº 2052-92-P-CS, del 21
de julio de 1992, y adoptado conforme a las facultades otorgadas por el Decreto Ley Nº 25446 [Ley que cesa
a Vocales de las Cortes Superiores, Fiscales Superiores, Jueces de los Distritos Judiciales, Fiscales
Provinciales y a Jueces de Menores de los Distritos Judiciales de Lima y Callao (24 de abril de 1992)]; b) si
bien el recurrente cuestiona diversos dispositivos de la Ley Nº 27433 [de 10 de marzo de 2001], referida a la
reincorporación de Magistrados indebidamente cesados desde el 5 de abril de 1992, debe precisarse que este
Colegiado ya ha resuelto, mediante sentencia constitucional emitida en el expediente Nº 013-2002-AI/TC,
declarar la inconstitucionalidad de los artículos 3º y 4º de dicha norma, relacionados con el proceso de
evaluación como requisito previo a la reincorporación, lo que supone que sobre tal extremo carece de objeto
pronunciarse; c) sin embargo, y al quedar subsistente el Decreto Ley Nº 25446, el recurrente tiene
evidentemente el derecho de ser reincorporado en el cargo que venía desempeñando hasta antes de su cese,
sin que para tal efecto se le pueda exigir ningún requisito de tipo evaluativo, particularmente, por parte del
Consejo Nacional de la Magistratura...” (Expediente 1141-2001-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).

Acción contencioso administrativa


 Proceso contencioso-
administrativa

148º. Las resoluciones administrativas que


causan estado son susceptibles de impugnación
mediante la acción contencioso administrativa.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 138, 139 incs. 1, 3 y 6, 143.
Código Procesal Civil: Arts. 540-545.
Ley que regula el Proceso Contencioso Administrativo: Passim.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 23.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 86.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 240.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “La prescripción es aquella institución jurídica que, mediante el transcurso del tiempo, extingue la
acción, dejando subsistente el derecho que le sirve de base, institución cuyo concepto es plenamente aplicable
tanto en derecho público como en derecho privado, en el sentido que, si la ley otorga un plazo dentro del cual
un particular o el Estado puede recurrir ante un órgano que tiene competencia para resolver un determinado
petitorio y si éste se vence, es imposible, por esa vía, obtener pronunciamiento alguno. Si se recurre en la vía
administrativa dentro de los términos y plazos que la ley de la materia establece, se obtendrá un
pronunciamiento de la administración que constituirá cosa decidida en tanto y en cuanto se puede recurrir al
Poder Judicial mediante la acción contencioso administrativa la que tiene por finalidad que éste revise la
adecuación al sistema jurídico de las decisiones administrativas que versen sobre derechos subjetivos de las
personas, constituyendo así una garantía de constitucionalidad y legalidad de la administración pública frente
a los administrados; así lo establece el artículo 148º de la Constitución Política del Estado...” (Expediente
0008-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 32).

Jurisdicción especial de las Comunidades Campesinas y Nativas


 Función jurisdiccional
por las comunidades
campesinas y nativas
 Límites a dicha
jurisdicción: DDHH 149º. Las autoridades de las Comunidades
Campesinas y Nativas, con el apoyo de las Rondas
Campesinas, pueden ejercer las funciones
jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de
conformidad con el derecho consuetudinario, siempre
que no violen los derechos fundamentales de la
persona. La ley establece las formas de coordinación de
dicha jurisdicción especial con los Juzgados de Paz y
con las demás instancias del Poder Judicial.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 19, 89, 139 inc. 8, 143, 149.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 10.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 14.1.
Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes: Art. 8.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 161.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1279 a 1320, 1321 a 1330, 1427.


Tomo III: páginas 2303, 2304, 2306, 2517, 2568, 2569, 2579 a 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] demandante, para acreditar su propiedad sobre dichas tierras, presenta la copia legalizada de
tres resoluciones jurisdiccionales de un expediente de la época del Virreynato en el que se hace mención a
nombres, áreas, límites y linderos distintos a los actuales, por lo que dicho documento no constituye una
prueba idónea, y presenta, también, un plano de setecientos cincuenta mil ochocientos hectáreas –
presuntamente su territorio– en el que no es posible determinar que las tierras materia de la controversia se
encuentren incluidas; por el contrario, no presenta el certificado de inscripción registral correspondiente con
el que sea posible determinar no sólo su personería jurídica, sino también los linderos y colindantes de su
territorio, conforme al Título I del Capítulo II del Reglamento de la Ley General de Comunidades
Campesinas, aprobado mediante Decreto Supremo Nº 008-91-TR...” (Expediente 0127-2000-AA/TC,
Fundamento Jurídico 4).
CAPÍTULO IX
DEL CONSEJO NACIONAL DE
LA MAGISTRATURA

Consejo Nacional de la Magistratura


 Consejo Nacional de
la Magistratura:


Funciones
Autonomía 150º. El Consejo Nacional de la Magistratura se
encarga de la selección y el nombramiento de los
jueces y fiscales, salvo cuando éstos provengan de
elección popular.
El Consejo Nacional de la Magistratura es independiente
y se rige por su Ley Orgánica.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 31, 39, 91 inc. 2, 99, 139 inc. 17, 142, 154 a 157, 158, 182, 183, 201.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 180-183.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 48.
Código Procesal Penal: Art. 208.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 222.


Constitución de 1979: Art. 245.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2361 a 2369, 2396 y 2397.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] Sexta Disposición Transitoria, Complementaria y Final [de la Ley Nº 26623] da facultades a
la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial para separar a los magistrados que no observen conducta e idoneidad
propias de su función, lo cual implica una destitución; que la facultad de destituir es función exclusivamente
otorgada por el artículo 150º de la Constitución al Consejo Nacional de la Magistratura; que, en cambio, es
constitucional la facultad de separación concedida al Consejo de Coordinación, amparada en lo dispuesto en
el artículo 214º de la Ley Orgánica del Poder Judicial...” (Expediente 0001-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico
2.b).
Academia de la Magistratura
 Academia de la
Magistratura:
151º. La Academia de la Magistratura, que
Funciones forma parte del Poder Judicial, se encarga de la
 Requisitos para el formación y capacitación de jueces y fiscales en todos
ascenso de los jueces sus niveles, para los efectos de su selección.
Es requisito para el ascenso la aprobación de los
estudios especiales que requiera dicha Academia.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 138, 150, 154 y 158.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 82 inc. 23, 177 inc. 9, 182 inc. 4.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 13.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 223.


Constitución de 1979: Art. 247.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] Academia de la Magistratura, como corresponde a su naturaleza, sin perjuicio de su función


permanente de formación y capacitación de los jueces y fiscales, también tiene una función evaluativa. Que la
selección para el ascenso, la promoción y, como es propio, la permanencia en el cargo, impone como una
necesidad lógica y funcional de la Academia, la evaluación de quienes integran las carreras judicial y fiscal,
esto es, de medir sus conocimientos jurídicos y sus habilidades técnicas para el ejercicio del cargo y que los
resultados de la evaluación son puestos en conocimiento del Poder Judicial y del Ministerio Público. Así, la
Academia no es quien decide el alejamiento de un Magistrado de la carrera judicial o fiscal...” (Expediente
0001-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 4)
2. “Sobre los jueces o fiscales titulares no cabría la ‘formación’, que por definición, significa
‘adquirir más o menos... una aptitud o habilidad’, sino, en todo caso contribuir a su ‘capacitación’ para un
mejor ejercicio de las importantes y delicadas labores para las cuales se les ha nombrado; y, en su
oportunidad, para intentar el ascenso. Según este sentido interpretativo del artículo 151º de la Constitución,
que es el que primó durante el debate constituyente (Diario de los Debates. Debate Constitucional. Pleno
1993, T. 2, p. 1338), la opción adoptada por el legislador ordinario no podría juzgarse de inconstitucional...
Como consecuencia de ello, sería inconstitucional que el legislador intentase extender la obligación de
aprobar los estudios impartidos por la Academia de la Magistratura a los profesionales del derecho que no
tuviesen la condición de jueces o fiscales...” (Expediente 0003-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 3.b)
Jueces de Paz

 Elección popular de
los Jueces de Paz
 Regulación legal del
acceso, capacitación y 152º. Los Jueces de Paz provienen de elección
duración del cargo popular.
 Elección popular de
los jueces de primera Dicha elección, sus requisitos, el desempeño
instancia: reserva de jurisdiccional, la capacitación y la duración en sus
ley
cargos son normados por ley.
La ley puede establecer la elección de los jueces de
primera instancia y determinar los mecanismos
pertinentes.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 139 inc. 17, 150, 151 y 176.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 183.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 21 inc. 1, 21 inc. 3.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 223 y 224.


Constitución de 1979: Art. 247.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Si] bien no puede negarse al Consejo Nacional de la Magistratura el


derecho de organizar y programar cursillos de formación y capacitación, lo que estimo
reñido con la regla del artículo 151º de la Constitución es la exclusión de quienes no
hayan aprobado los respectivos programas, y que, sin embargo, deseen postular a
algún cargo, pues ellos pueden estar mejor preparados y dotados para el desempeño
del mismo, habida cuenta de que, dadas las especialísimas características de la función
jurisdiccional, más suele valer la rectitud, la independencia, la experiencia y cierto
talento nato –denominado ‘ojo clínico’– que suele acompañar a los jueces
sobresalientes, que el simple conocimiento técnico ‘libresco’ de textos. Así es, sobre,
todo, en los niveles más altos, desde las Cortes Superiores hasta la Suprema, según lo
confirma, precisamente, el artículo 152º de la propia Carta Magna, cuando, en efecto,
respecto del ingreso a la judicatura, esto es, del acceso a los cargos inferiores (Jueces
de Paz y de Primera instancia) sí autoriza, expresamente, que por ley se establezcan
requisitos como el que objeta esta demanda de inconstitucionalidad...” (Expediente
0003-2001-AI/TC, Voto Singular del Doctor Manuel Aguirre Roca, considerando 1)
Inhabilitaciones y restricciones de los jueces y fiscales
 Prohibiciones a Jueces
y Fiscales 153º. Los jueces y fiscales están prohibidos de
participar en política, de sindicarse y de declararse en
huelga.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 28, 42, 169.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 199.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 8 inc. 2.

TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 16.3.
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 20.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 22.2.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 8.2.
Convenio Nº 151 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Protección del Derecho de
Sindicación y los procedimientos para determinar las condiciones de empleo en la Administración
Pública: Arts. 1 y 9.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 226.


Constitución de 1979: Art. 243.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1330 a 1348, 1370, 1372 a 1385, 1685 a 1719.
Tomo III: páginas 2303, 2306, 2313, 2361 a 2369, 2396, 2397, 2517 y 2585.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “La recurrida declaró fundada la excepción de caducidad e improcedente la demanda,


argumentando que, de acuerdo con la legislación laboral, los días hábiles eran los días laborables y que, por lo
tanto, la huelga de los trabajadores del Poder Judicial del mes de noviembre de 2001 no había interrumpido el
plazo de caducidad, ya que los días que duró dicha huelga siguieron siendo laborables. El argumento de la
recurrida contraviene lo dispuesto en el artículo 124º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que prescribe que
las actuaciones judiciales se realizan en días hábiles, pues un día en que se paralizan las labores judiciales
desde ningún punto de vista puede considerarse hábil. Además, contraviene la propia legislación laboral en
que se sustenta, pues ésta utiliza un criterio absolutamente distinto. Así, por ejemplo, el artículo 36º del
Decreto Legislativo Nº 728 dispone que, en el caso del despido arbitrario, el plazo de caducidad para
demandar se suspende por ‘falta de funcionamiento del Poder Judicial’. Es menester indicar que, aun cuando
existiera alguna duda acerca de la condición de los días de huelga judicial –sobre su carácter hábil o inhábil–,
este Tribunal tendría que utilizar la interpretación que mejor favoreciera a la protección de los derechos
constitucionales. Esta opción responde al principio pro homine, según el cual corresponde interpretar una
regla concerniente a un derecho humano ‘del modo más favorable para la persona, es decir, para el
destinatario de la protección’...” (Expediente 1049-2003-AA/TC, Fundamentos Jurídicos 2 a 4).
Funciones del Consejo Nacional de la Magistratura
 Atribuciones del
Consejo Nacional de


la Magistratura
Nombramiento de 154º. Son funciones del Consejo Nacional de la
jueces y fiscales Magistratura:
 Ratificación de jueces
y fiscales 1. Nombrar, previo concurso público de méritos y
 Prohibición de evaluación personal, a los jueces y fiscales de
reingreso al PJ o MP todos los niveles. Dichos nombramientos requieren
 Destituir a Jueces y
Fiscales el voto conforme de los dos tercios del número
 Extender el título que legal de sus miembros.
acredita a jueces y
fiscales
2. Ratificar a los jueces y fiscales de todos los niveles
cada siete años. Los no ratificados no pueden
reingresar al Poder Judicial ni al Ministerio Público.
El proceso de ratificación es independiente de las
medidas disciplinarias.
3. Aplicar la sanción de destitución a los Vocales de la
Corte Suprema y Fiscales Supremos y, a solicitud
de la Corte Suprema o de la Junta de Fiscales
Supremos, respectivamente, a los jueces y fiscales
de todas las instancias. La resolución final,
motivada y con previa audiencia del interesado, es
inimpugnable.
4. Extender a los jueces y fiscales el título oficial que
los acredita.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 100, 142, 146.3, 150 y 151.
Código Penal: Art. 361.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 19, 20, 80 incs. 8 y 9, 177-183, 192, 200, 203, 206, 207, 210-216,
245 inc. 4.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Arts. 48, 58, 82 inc. 3, 87 inc. 1.
Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura: Art. 21 inc. c.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 222 a 224.


Constitución de 1979: Arts. 247 a 249.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2302, 2306 y 2313.


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “En atención a que una de las reglas en materia de interpretación constitucional consiste en que el
proceso de comprensión de la Norma Suprema debe efectuarse de conformidad con los principios de unidad y
de concordancia, el Tribunal Constitucional considera que tales exigencias se traducen en comprender que, a
la garantía de la motivación de las resoluciones, se le ha previsto una reserva tratándose del ejercicio de una
atribución como la descrita en el inciso 2) del artículo 154º de la Constitución, y que, en la comprensión de
aquellas dos cláusulas constitucionales –la que establece la regla general, aquella otra que fije su excepción–
no puede optarse por una respuesta que, desconociendo esta última, ponga en cuestión el ejercicio
constitucionalmente conforme de la competencia asignada al Consejo Nacional de la Magistratura...”
(Expediente 1941-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 21).

Miembros del Consejo Nacional de la Magistratura

 Miembros del Consejo


Nacional de la
Magistratura
 Representante de la
Corte Suprema 155º. Son miembros del Consejo Nacional de la
 Representante de la Magistratura, conforme a la ley de la materia:
Junta de Fiscales
Supremos 1. Uno elegido por la Corte Suprema, en votación
 Representante de los secreta en Sala Plena.
Colegios de Abogados
 Representantes de los 2. Uno elegido, en votación secreta, por la Junta de
demás Colegios Fiscales Supremos.
Profesionales
 Representante de los
3. Uno elegido por los miembros de los Colegios de
Rectores de las Abogados del país, en votación secreta.
universidades 4. Dos elegidos, en votación secreta, por los
nacionales
 Representante de los
miembros de los demás Colegios Profesionales del
Rectores de las país, conforme a ley.
universidades 5. Uno elegido en votación secreta, por los rectores de
particulares
 Ampliación de los las universidades nacionales.
miembros del CNM 6. Uno elegido, en votación secreta, por los rectores
 Elección de suplentes
de las universidades particulares.
El número de miembros del Consejo Nacional de la
Magistratura puede ser ampliado por éste a nueve, con
dos miembros adicionales elegidos en votación secreta
por el mismo Consejo, entre sendas listas propuestas
por las instituciones representativas del sector laboral y
del empresarial.
Los miembros titulares del Consejo Nacional de la
Magistratura son elegidos, conjuntamente con los
suplentes, por un período de cinco años.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 20, 39, 179 inc. 2.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 80 inc. 4.
Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura: Art. 17.

ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Art. 246.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2361 a 2369, 2396 y 2397.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] ratificación de magistrados no tiene por finalidad que el Consejo se pronuncie sobre actos u
omisiones antijurídicas; constituye, más bien, la expresión de un voto de confianza que nace del criterio de
conciencia de cada consejero, el que se emite en forma secreta sobre la actuación del magistrado durante los 7
años en que ejerció dicha función. De ahí que la validez constitucional de este tipo de decisiones no dependa
de que esté motivada, sino de que haya sido ejercida por quien tiene competencia para ello (Consejo Nacional
de la Magistratura) dentro de los supuestos en los que la propia norma constitucional se coloca (jueces y
fiscales cada 7 años). En ello, precisamente, reside su diferencia respecto de la destitución por medida
disciplinaria que, por tratarse de una sanción y no de un voto de confianza, sí debe encontrarse motivada a fin
de preservar el debido proceso de quien es procesado administrativamente...” (Expediente 2803-2002-AA/TC,
Fundamento Jurídico 2).

Requisitos para ser miembro del Consejo Nacional de la Magistratura


156º. Para ser miembro del Consejo Nacional
 Requisitos para ser de la Magistratura se requieren los mismos requisitos
miembro del CNM que para ser Vocal de la Corte Suprema, salvo lo
previsto en el inciso 4 del artículo 147. El miembro del
Consejo Nacional de la Magistratura goza de los
mismos beneficios y derechos y está sujeto a las
mismas obligaciones e incompatibilidades.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 91 inc. 2, 147 inc. 4, 150.
Código Penal: Arts. 385, 401.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 177, 178, 184.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 225.


Constitución de 1979: Art. 246.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2361 a 2369, 2396, 2397.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “Los poderes constituidos –y el Consejo Nacional de la Magistratura lo es– deben su origen, su
fundamento y el ejercicio de sus competencias a la Constitución. De manera que ni se encuentra desvinculado
de la Constitución ni, por ese hecho, carente de adecuados y eficaces mecanismos de control jurídico sobre la
forma como ejerce sus atribuciones constitucionales. Y es que si el Consejo Nacional de la Magistratura es un
órgano constitucional más del Estado y, en esa condición, se trata de un poder constituido dotado de
competencias –como la de la ratificación de los jueces y miembros del Ministerio Público– que deben
ejercerse dentro del marco de la Constitución y su Ley Orgánica, entonces, no es admisible que se pueda
postular que su ejercicio antijurídico no pueda ser objeto de control jurisdiccional...” (Expediente 2209-2002-
AA/TC, Fundamento Jurídico 6).

Remoción de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura


 Remoción de los
miembros del CNM
157º. Los miembros del Consejo Nacional de la
Magistratura pueden ser removidos por causa grave
mediante acuerdo del Congreso adoptado con el voto
conforme de los dos tercios del número legal de
miembros.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 99, 100, 150.
Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura: Art. 8.

ANTECEDENTES

No tiene antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2361 a 2369, 2396, 2397.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Es evidente, a la luz de la historia del derecho constitucional peruano, que las Constituciones de
1920, 1933 y 1979 establecieron, como parte del proceso de ratificación judicial, la obligatoriedad de la
motivación de la resolución correspondiente. Sin embargo, no ha sido ésta una exigencia que se haya
incorporado al texto de 1993. Por el contrario, de manera indubitable y ex profeso, los legisladores
constituyentes de dicha Carta optaron por constitucionalizar la no motivación de las ratificaciones judiciales,
al mismo tiempo de diferenciar a esta institución de lo que, en puridad, es la destitución por medidas
disciplinarias (cfr. Congreso Constituyente Democrático. Debate Constitucional-1993, T. III, p. 1620 y ss.)...
El establecimiento de un voto de confianza que se materializa a través de una decisión de conciencia por parte
de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, sobre la base de determinados criterios que no
requieran ser motivados, no es ciertamente una institución que se contraponga al Estado Constitucional de
Derecho y los valores que ella persigue promover, pues en el derecho comparado existen instituciones como
los jurados, que, pudiendo decidir sobre la libertad, la vida o el patrimonio de las personas, al momento de
expresar su decisión, no expresan las razones que las justifican...” (Expediente 1941-2002-AA/TC,
Fundamentos Jurídicos 19 y 20).
CAPÍTULO X
DEL MINISTERIO PÚBLICO

Autonomía del Ministerio Público. Fiscal de la Nación. Derechos, prerrogativas y


nombramiento de los fiscales

 Ministerio Público:
autonomía
 Fiscal de la Nación:


duración del mandato
Miembros del MP: 158º. El Ministerio Público es autónomo. El
Derechos, Fiscal de la Nación lo preside. Es elegido por la Junta
prerrogativas,
incompatibilidades,
de Fiscales Supremos. El cargo de Fiscal de la Nación
nombramiento y dura tres años, y es prorrogable, por reelección, sólo
requisitos por otros dos. Los miembros del Ministerio Público
tienen los mismos derechos y prerrogativas y están
sujetos a las mismas obligaciones que los del Poder
Judicial en la categoría respectiva. Les afectan las
mismas incompatibilidades. Su nombramiento está
sujeto a requisitos y procedimientos idénticos a los de
los miembros Poder Judicial en su respectiva categoría.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 91 inc. 2, 146, 147, 150, 203 inc. 2.
Código Civil: Arts. 1366, 1368.
Código Penal: Arts. 385, 395, 401, 418, 420, 424.
Código Procesal Penal: Art. 208
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 177, 184.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Arts. 1, 2, 5, 15, 18, 20, 30, 36, 39, 40, 46, 48, 49, 58, 59, 64, 81,
84, 85 inc. 2.
Ley 26502: Art. 1.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 250.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1370 a 1372, 1385 a 1397, 1399 a 1409.


Tomo III: páginas 2314 y 2315.
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Es] el Ministerio Público el encargado de la conducción del proceso en la fase prejurisdiccional.


La Policía Nacional desarrolla una función meramente ejecutiva y, por ende, está subordinada
funcionalmente, en lo que a la investigación del delito se refiere, al Ministerio Público. Así, el conjunto de las
atribuciones antes descritas (la incomunicación del detenido, la asignación de abogado de oficio, la
investigación del delito entre otras) resultan inconstitucionales, por contravenir a la citada disposición de la
Carta Política...” (Expediente 0005-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 2).

LEGISLACIÓN QUE PRECISA ESTE ARTÍCULO CONSTITUCIONAL

Ley Nº 26502 (El Peruano, 14 de julio de 1995), que precisa fecha a partir de la cual se computa el período
del cargo de Fiscal de la Nación, a que se refiere el Artículo 158º de la Constitución Política del Perú.

Artículo 1º.- Entiéndase que el plazo a que se refiere el Artículo 158º de la Constitución Política
del Perú para el cargo de Fiscal de la Nación, comienza a regir desde la fecha en que éste presta juramento
como consecuencia de la elección por la Junta de Fiscales Supremos o haya asumido el cargo de Titular, de
conformidad con el procedimiento establecido en la Ley Nº 26288.

Atribuciones y funciones del Ministerio Público

 Atribuciones del
Ministerio Público
 Promover la acción


judicial
Velar por la 159º. Corresponde al Ministerio Público:
independencia de los
órganos judiciales 1. Promover de oficio, o a petición de parte, la acción
 Representar a la judicial en defensa de la legalidad y de los intereses
sociedad en los públicos tutelados por el derecho.
procesos judiciales
 Conducir la 2. Velar por la independencia de los órganos
investigación. jurisdiccionales y por la recta administración de
 La PNP debe cumplir justicia.
sus mandatos
 Ejercitar la acción 3. Representar en los procesos judiciales a la
penal sociedad.
 Emitir dictámenes
4. Conducir desde su inicio la investigación del delito.
 Iniciativa legislativa
Con tal propósito, la Policía Nacional está obligada
a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el
ámbito de su función.
5. Ejercitar la acción penal de oficio o a petición de
parte.
6. Emitir dictamen previo a las resoluciones judiciales
en los casos que la ley contempla.
7. Ejercer iniciativa en la formación de las leyes; y dar
cuenta al Congreso, o al Presidente de la República,
de los vacíos o defectos de la legislación.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24.f, 80, 107, 139 inc. 2, 143, 146 inc. 1, 166.
Código Procesal Civil: Arts. 82, 113-118, 336, 481, 507, 544, 827 inc. 5, 835.
Código Procesal Penal: Arts. V, 1-6, 29, 30, 58-66, 95, 112, 113, 118, 123, 124, 128, 146, 163, 167, 174,
194, 198, 215, 226, 230, 235, 239 inc. 2, 252, 260, 284 inc. 2, 296, 309, 315.
Código de Procedimientos Penales: Arts. 2, 59 y ss.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 1, 2, 4, 16, 24, 184.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Arts. 1, 4, 5, 8, 11, 12, 30, 71, 84, 94 incs. 1 y 3.
Ley Procesal de Acción Popular: Art. 4 inc. 4, 1a DC.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 8.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 14 y 15.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 250.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2314 y 2315.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El enunciado ‘Durante el proceso’ mencionado en el citado artículo 8º debe entenderse que se
proyecta, en el caso de procesos penales, también al ámbito de su etapa prejurisdiccional, es decir, aquél cuya
dirección compete al Ministerio Público (art. 159º, inciso 4, Constitución). En consecuencia, ante la
formulación de una denuncia, debe mediar un tiempo razonable entre la notificación de la citación y la
concurrencia de la persona citada, tiempo que permita preparar adecuadamente la defensa ante las
imputaciones o cargos en contra, considerándose, además, el término de la distancia cuando las circunstancias
así lo exijan...” (Expediente 1268-2001-HC/TC, Fundamento Jurídico 3).

Presupuesto del Ministerio Público


 Presupuesto
Ministerio Público
del 160º. El proyecto de presupuesto del Ministerio
Público se aprueba por la Junta de Fiscales Supremos.
Se presenta ante el Poder Ejecutivo y se sustenta en
esa instancia y en el Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 80, 102 inc. 4, 145, 162, 178 y 182.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 30.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.2, 25.

ANTECEDENTES

No tiene antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1370 a 1372, 1385 a 1397, 1399 a 1409.


Tomo III: páginas 2314 y 2315.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] asunción del gobierno y gestión del Ministerio Público por la Comisión Ejecutiva del
mismo, no vulnera la autonomía que le reconoce la Constitución al Ministerio Público ni viola los artículos
80º y 160º de la Constitución...” (Expediente 0001-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 4).

CAPÍTULO XI
DE LA DEFENSORÍA
DEL PUEBLO

Autonomía de la Defensoría del Pueblo

 Defensoría del Pueblo:


autonomía
 Obligación de
colaboración con la
Defensoría 161º. La Defensoría del Pueblo es autónoma.
 Estructura: reserva de Los órganos públicos están obligados a colaborar con
ley orgánica
 Elección y remoción la Defensoría del Pueblo cuando ésta lo requiere.
del Defensor del Su estructura, en el ámbito nacional, se establece por
Pueblo
 Inmunidades y ley orgánica.
prerrogativas El Defensor del Pueblo es elegido y removido por el
 Requisitos
 Duración del cargo
Congreso con el voto de los dos tercios de su número
 Incompatibilidades legal. Goza de la misma inmunidad y de las mismas
prerrogativas de los congresistas.
Para ser elegido Defensor del Pueblo se requiere haber
cumplido treinta y cinco años de edad y ser abogado.
El cargo dura cinco años y no está sujeto a mandato
imperativo. Tiene las mismas incompatibilidades que
los vocales supremos.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 91 inc. 2, 93, 99, 146, 203 inc. 3.
Reglamento del Congreso: Art. 6.
Código Civil: Arts. 1366, 1368.
Código Penal: Arts. 385, 395, 401.
Código Procesal Penal: Art. 208.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 196, 198.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 13.3 y 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 19, 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 19.1, 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 250.4.


DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2314 y 2315.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Debe precisarse que el constituyente ha extendido la garantía de la inmunidad parlamentaria al


Defensor del Pueblo (artículo 161º) y a los miembros del Tribunal Constitucional (artículo 201º)... entre la
prerrogativa funcional del antejuicio político y la inmunidad parlamentaria pueden establecerse distancias de
orden formal y material. Las primeras señalan que, mientras todos los funcionarios que gozan de inmunidad
(artículo 93º, 161º y 201º de la Constitución), tienen, a su vez, la prerrogativa de antejuicio (artículo 99º), no
todos los que son titulares de ésta, lo son de la inmunidad. Por otra parte, mientras la inmunidad parlamentaria
tiene vigencia desde que se es elegido en el cargo hasta un mes después de haber cesado (artículo 93º), la
prerrogativa funcional de antejuicio permanece vigente hasta 5 años después de haber cesado en el cargo
(artículo 99º)...” (Expediente 0006-2003-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 5 y 6).

Atribuciones de la Defensoría del Pueblo


 Atribuciones de la
Defensoría del Pueblo
 Informe
Congreso
anual al
162º.Corresponde a la Defensoría del Pueblo
 Informes a pedido del defender los derechos constitucionales y
Congreso
 Iniciativa legislativa fundamentales de la persona y de la comunidad; y
 Sustentación del supervisar el cumplimiento de los deberes de la
presupuesto administración estatal y la prestación de los servicios
públicos a la ciudadanía.
El Defensor del Pueblo presenta informe al Congreso
una vez al año, y cada vez que éste lo solicita. Tiene
iniciativa en la formación de las leyes. Puede proponer
las medidas que faciliten el mejor cumplimiento de sus
funciones.
El proyecto de presupuesto de la Defensoría del Pueblo
es presentado ante el Poder Ejecutivo y sustentado por
su titular en esa instancia y en el Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2, 44, 80, 102.4, 107, 145, 159, 160, 178, 182 y 203 inc. 3.
Reglamento del Congreso: Arts. 94, 95.
Código Procesal Penal: Art. 3.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

No tiene antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1410 a 1426.
Tomo III: página 2517.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “La Defensoría del Pueblo, en su Informe Defensorial ante el Congreso de la República 1996-
1998, ha afirmado que las temperaturas excesivamente bajas de la zona donde se halla el establecimiento
penal ponen en grave riesgo la salud humana. Sin embargo, esa afirmación es válida sólo para determinadas
personas que no se adaptan a lugares ubicados en la Cordillera de los Andes... Conclusiones análogas se
encuentran en el Informe del Comité de las Naciones Unidas y el de un órgano no gubernamental como es la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Si bien ninguno de estos informes vinculan al Tribunal, sí
contribuyen a crear convicción sobre el hecho materia de controversia, debiéndose resaltar la convergencia
del sentido de los citados informes...” (Expediente 1429-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico 9).

CAPÍTULO XII
DE LA SEGURIDAD Y DE
LA DEFENSA NACIONAL

Defensa Nacional

 Sistema de Defensa


Nacional
Defensa nacional:
163º. El Estado garantiza la seguridad de la
características Nación mediante el Sistema de Defensa Nacional.
 Participación en la La Defensa Nacional es integral y permanente. Se
Defensa Nacional desarrolla en los ámbitos interno y externo. Toda
persona, natural o jurídica, está obligada a participar en
la Defensa Nacional, de conformidad con la ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 56 inc. 3, 118 inc. 14, 164 a 168.
Código Penal: Arts. 316, 317, 331, 332, 404.
Código Procesal Penal: Arts. 268 inc. 1, 373 inc. 9.
Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública: 15 (El derecho de acceso a la información
pública no podrá ser ejercido respecto a la información expresamente clasificada como secreta, que
se sustente en razones de seguridad nacional, en concordancia con el artículo 163º de la Constitución
Política del Perú).
Ley 24150: Art. 3.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 214.
Constitución de 1979: Arts. 269 y 270.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El concepto de Seguridad Nacional no debe confundirse con el de seguridad ciudadana. Aquélla
implica un peligro grave para la integridad territorial, para el Estado de Derecho, para el orden constitucional
establecido: es la violencia contra el Estado y afecta los cimientos del sistema democrático, como se expresó
en la vigésima cuarta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados
Americanos, este 20 de setiembre de 2001. Supone, pues, un elemento político o una ideología que se
pretende imponer, y sólo puede equipararse a la seguridad ciudadana por excepción o emergencia, cuando ésta
es perturbada gravemente. La seguridad ciudadana normalmente preserva la paz, la tranquilidad y la
seguridad de los ciudadanos, sin mediar el factor político y/o el trasfondo ideológico en su vulneración. Quien
delinque contra la seguridad ciudadana, no se propone derrocar o amenazar al régimen político
constitucionalmente establecido, a fin de imponer uno distinto o una distinta ideología...” (Expediente 0005-
2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 2).

Sistema de Defensa Nacional


 Dirección y
preparación del
Sistema de Defensa
Nacional 164º. La dirección, la preparación y el ejercicio
 Defensa nacional: de la Defensa Nacional se realizan a través de un
reserva de ley
sistema cuya organización y cuyas funciones determina
la ley. El Presidente de la República dirige el Sistema de
Defensa Nacional.
La ley determina los alcances y procedimientos de la
movilización para los efectos de la defensa nacional.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 118 incs. 4 y 14, 119 inc. 14, 137, 163 y 165 a 168.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 271, 272 y 273.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “La Constitución, sin embargo, caracteriza a la Seguridad Nacional como un bien jurídico
íntimamente vinculado a la Defensa Nacional, más que a la seguridad ciudadana o al llamado orden público
interno ... [bajo] el título de ‘De la Seguridad y de la Defensa Nacional’... Los artículos siguientes declaran
que el sistema de Defensa está dirigido por el Presidente de la República, y establecen la manera como están
constituidas las Fuerzas Armadas, cuyas finalidades primordiales son garantizar la independencia, soberanía e
integridad territorial de la República...” (Expediente 0005-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 2).

Fuerzas Armadas
 Fuerzas Armadas:
constitución
 Finalidad de las FFAA

165º. Las Fuerzas Armadas están constituidas


por el Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea.
Tienen como finalidad primordial garantizar la
independencia, la soberanía y la integridad territorial de
la República. Asumen el control del orden interno de
conformidad con el artículo 137º de la Constitución.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 44, 46, 124, 137, 163, 164, 166 a 168 y 186.
Código Penal: Art. 425 inc. 5.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 8.
Ley 24150: Passim.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 27.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 4 y 5.1.
Convención Interamericana contra la Corrupción: Art. 2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 213.


Constitución de 1979: Art. 275.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[En] la sentencia del 18 de agosto de 2000, la Corte [Interamericana de Derechos Humanos]


consideró que ‘(...) la imparcialidad del juzgador resulta afectada por el hecho de que las Fuerzas Armadas
tengan la doble función de combatir militarmente a los grupos insurgentes y de juzgar e imponer penas a
dichos grupos’ (Caso Cantoral Benavides. Párrafo 114). Según la Corte, cuando las Fuerzas Armadas sean las
encargadas de combatir a aquellos individuos que posteriormente son acusados de la comisión de los delitos
de traición a la patria o terrorismo, estos no pueden ser, a su vez, competentes para procesarlos y juzgarlos, ya
que la primera es una facultad ‘natural’ de la institución castrense, mientras la segunda no...” (Expediente
0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico 45).
Policía Nacional

 Finalidad de la Policía
Nacional 166º. La Policía Nacional tiene por finalidad
fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden
interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la
seguridad del patrimonio público y del privado.
Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y
controla las fronteras.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 20, 34, 42, 44, 45, 91 inc. 4, 118 inc. 4, 118 inc. 14, 124, 159 inc. 4, 167, 186 y
195, 197.
Código Penal: Arts. 378, 404, 425 inc. 5.
Código Procesal Penal: Arts. 66, 95, 106-111.
Código de Procedimientos Penales: Arts. 59 y ss.
Código de los Niños y Adolescentes: Arts. 151 y ss.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 8.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 277.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2314 y 2315.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] artículo 166º de la Constitución Política del Estado establece que la Policía Nacional tiene
por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno, así como prestar atención y
ayuda a las personas y a la comunidad. Para cumplir dicha finalidad requiere contar con personal de conducta
intachable y honorable en todos los actos de su vida pública y privada, que permita no sólo garantizar, entre
otros, el cumplimiento de las leyes y la prevención, investigación y combate de la delincuencia, sino también
mantener incólume el prestigio institucional y personal...” (Expediente 1673-2002-AA/TC, Fundamento
Jurídico 5).
El Presidente es el Jefe Supremo de las FF.AA. y de la PNP
 Jefe Supremo de las
Fuerzas Armadas y
Policía Nacional
167º. El Presidente de la República es el Jefe
Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 98, 118 inc. 14, 118 inc. 23, 163 a 165 y 168.
Ley 27594: Art. 2.

TRATADOS INTERNACIONALES
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Art. 153.
Constitución de 1979: Art. 273.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.
Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El Presidente de la República está facultado, por los artículos 167º y 168º de la Constitución,
concordantes con el artículo 53º del Decreto Legislativo 745 - Ley de Situación Policial del Personal de la
Policía Nacional del Perú, para pasar a la situación de retiro, por la causal de renovación, a los oficiales
policías y de servicios de los grados de mayor a teniente general, de acuerdo a las necesidades que determine
la Policía Nacional... El ejercicio de dicha atribución por parte del Presidente de la República no puede
entenderse como una afectación al honor del demandante, ni tampoco tiene la calidad de sanción, más aún
cuando en la misma resolución se agradece al demandante por los servicios prestados al Estado ...”
(Expediente 2164-2002-AA/TC, Fundamentos Jurídicos 2 y 4).

Organización, funciones, preparación y empleo de las FF.AA. y de la PNP


 Organización y
funciones de las FFAA
168º. Las leyes y los reglamentos respectivos
y PNP determinan la organización, las funciones, las
 Reserva de las FFAA especialidades, la preparación y el empleo; y norman la
disciplina de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional.
Las Fuerzas Armadas organizan sus reservas y
disponen de ellas según las necesidades de la Defensa
Nacional, de acuerdo a ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 44, 45, 163 a 165, 167 y 169 a 175.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 8.
TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 215.


Constitución de 1979: Art. 274.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El artículo 168º de la Constitución, por cierto, no sólo alude a que mediante una ley se regulen las
materias que ella señala. También menciona a los reglamentos respectivos. Sin embargo, tal alusión a los
reglamentos no puede entenderse en el sentido que éstos tengan el mismo rango que las leyes para diseñar el
ordenamiento jurídico de las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional del Perú. A juicio del Tribunal, tal
capacidad para regular, mediante reglamento, lo concerniente a la organización, funciones, especialidades,
preparación, empleo y disciplina de tales institutos armados, ha de ser secum legem, esto es, completando lo
que en las leyes correspondientes se establezca.
En segundo lugar, cuando el artículo 168º de la Constitución refiere que la organización, funciones,
especialidades, preparación, empleo y disciplina de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú,
habrán de ser determinadas por ‘las leyes y los reglamentos respectivos’; con ello se enfatiza que el ámbito de
los institutos armados y el status jurídico de los profesionales de las armas debe ser objeto de una regulación
particular, no en el sentido de conferir privilegios y otorgar inmunidades, sino para legislar asuntos propios de
los institutos armados y policiales...” (Expediente 2050-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 4).

Las FF.AA. y de la PNP no son deliberantes


 Carácter no
deliberante de las
FFAA y PNP
169º. Las Fuerzas Armadas y la Policía
 Subordinación a la Nacional no son deliberantes. Están subordinadas al
Constitución poder constitucional.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 20, 34, 35, 45, 91.4, 124, 137, 165, 167, 168 y 186.
Código Penal: Art. 346.
Código de Justicia Militar: Arts. 101 y ss.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 8.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 11.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 278.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] necesidad de que las leyes y reglamentos de la Policía Nacional del Perú y, en general, de las
Fuerzas Armadas, no sean bloques o compartimientos aislados de la Constitución Política del Estado,
tampoco quiere decir que el régimen disciplinario militar, en lo que aquí interesa poner de relieve, esté exento
de un tratamiento singular, derivado no sólo de la referencia explícita a que las leyes y reglamentos
respectivos normen la disciplina de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, sino, fundamentalmente, de
los principios especiales a los que están sujetos tanto las Fuerzas Armadas como la Policía Nacional del Perú.
Y es que el mantenimiento de la disciplina en las relaciones internas de subordinación y supraordenación de
un órgano como la Policía Nacional, que se encuentra estructurado jerárquicamente, impone que los derechos
de sus miembros deban sujetarse a determinadas singularidades...” (Expediente 2050-2002-AA/TC,
Fundamento Jurídico 5).

Presupuesto de las FF.AA. y de la PNP


 Requerimiento
presupuestarios de las
170º. La ley asigna los fondos destinados a
FFAA y PNP satisfacer los requerimientos logísticos de las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional. Tales fondos deben ser
dedicados exclusivamente a fines institucionales, bajo
el control de la autoridad señalada por la ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 76, 77, 80 y 82, 172.
Código de Justicia Militar: Art. 278.
Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos: Art. 31.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 279.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “[Si] bien la Resolución Directoral antes referida estableció a favor del demandante un derecho
inobjetable, este último no puede interpretarse en la forma en que el mismo lo pretende, esto es, como un
derecho a la renovación de vehículo por otro totalmente nuevo, ya que ni los artículos 4º y 17º del Decreto
Supremo Nº 035-77-IN del veintiocho de setiembre de mil novecientos setenta y siete o Reglamento de
Política General sobre Automóviles para Uso del Personal de las Fuerzas Policiales (actualmente Policía
Nacional) y ni siquiera la resolución cuyo cumplimiento se exige, han establecido expresamente tal
posibilidad. Únicamente se han limitado a declarar procedente el derecho a la renovación vehicular, sin
especificar las condiciones de los vehículos objeto de la citada renovación, lo que, se supone, se deja al libre
criterio de la autoridad responsable, siempre, claro está, que se trate de vehículos operativos o en buen
estado...” (Expediente 0761-1997-AC/TC, Fundamento Jurídico 4).

Participación de las FF.AA. y de la PNP en el desarrollo y en la defensa civil


 FFAA y PNP:
participación en el
desarrollo del país
171º. Las Fuerzas Armadas y la Policía
Nacional participan en el desarrollo económico y social
del país, y en la defensa civil de acuerdo a ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 14, 44, 58, 69, 165, 168 y 188.
Ley 24150: Art. 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 280.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Es] justamente atendiendo al objetivo primordial del proceso descentralizador (el desarrollo
integral del país) que es posible reconocer los límites del mismo y, por ende, del carácter autonómico de las
distintas regiones. El objetivo principal de dichos límites que, a su vez, actúa como principio informante de
toda política descentralizadora, es el reconocimiento de la unicidad e indivisibilidad del Estado. En efecto,
Estado unitario e indivisible de gobierno descentralizado no son, en absoluto, conceptos contrapuestos. Por el
contrario, es la aplicación armónica de dichos principios la que permite al Estado cumplir con uno de sus
deberes primordiales; a saber, ‘la promoción del desarrollo integral y equilibrado de la Nación’ (artículo 44º
de la Constitución)...” (Expediente 0012-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 3).

Efectivos y militares policiales


 Ascensos
 Número de efectivos
de las FFAA y PNP
172º. El número de efectivos de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional se fija anualmente por
el Poder Ejecutivo. Los recursos correspondientes son
aprobados en la Ley de Presupuesto.
Los ascensos se confieren de conformidad con la ley. El
Presidente de la República otorga los ascensos de los
generales y almirantes de las Fuerzas Armadas y de los
generales de la Policía Nacional, según propuesta del
instituto correspondiente.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 77, 80, 98, 118 inc. 24, 165 y 167 a 170.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 216.


Constitución de 1979: Art. 281.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Con] relación a la parte del petitorio del demandante referido al otorgamiento de ascenso al
grado inmediato superior y el reintegro de la asignación por concepto de combustible, el Tribunal
Constitucional considera que dichos rubros no constituyen materias que puedan conocerse a través del
proceso de amparo, pues ni constituyen contenidos de algún derecho constitucional que haya sido declarado,
ni el amparo tiene por objeto establecer derechos de los cuales antes de la iniciación del proceso no se haya
sido titular, pues su finalidad es simplemente de dispensarles tutela, lo que presupone que quien cuenta con
legitimación activa sea o haya sido titular del derecho constitucional...” (Expediente 0615-1999-AA/TC,
Fundamento Jurídico 2).

Justicia militar. Delitos de función. Traición a la Patria. Pena de muerte


 Fuero Militar:
competencia
 Infracción al Servicio
Militar

173º. En caso de delito de función, los


miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional están sometidos al fuero respectivo y al
Código de Justicia Militar. Las disposiciones de éste no
son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los
delitos de traición a la patria y de terrorismo que la ley
determina. La casación artículo 141º sólo es aplicable cuando se imponga la
a que se refiere el pena de muerte.
Quienes infringen las normas del Servicio Militar
Obligatorio están asimismo sometidos al Código de
Justicia Militar.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 97, 118.9, 139 inc. 1, 139 inc. 3, 140, 141, 165, 168, 169, 174 y 205.
Código Penal: Arts. 36 inc. 8, 229, 284, 319-334, 341, 346-353, 360, 361.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 1.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 64.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 4.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 6.2 a 6.6.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 282.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370 y 2378.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Independientemente de que este Tribunal ya se haya pronunciado sobre la inconstitucionalidad


del delito de traición a la patria, considera ineludible, en primer término, efectuar un análisis del primer
párrafo del artículo 173º de la Constitución. Este precepto establece: ‘En caso de delitos de función, los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están sometidos al fuero respectivo y al Código de
Justicia Militar. Las disposiciones de éste no son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los delitos de
traición a la patria y de terrorismo que la ley determina. La casación a que se refiere el artículo 141º sólo es
aplicable cuando se imponga la pena de muerte’... De similar criterio ha sido la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la que, incluso, en su Informe correspondiente al año 1996 hizo notar sus observaciones
con los alcances del artículo 173º de la Constitución, recomendando al Estado peruano su modificación
(recomendación Nº 2), por ser incompatible con la Convención Americana sobre Derechos Humanos...”
(Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 41 y 101).

Jerarquía, remuneraciones y pensiones oficiales de las FF.AA. y de la PNP


 Equivalencia de
grados y honores de
oficiales de las FFAA y
PNP 174º. Los grados y honores, las
 Pérdida de derecho remuneraciones y las pensiones inherentes a la
por sentencia judicial
jerarquía de oficiales de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional son equivalentes. La ley establece las
equivalencias correspondientes al personal militar o
policial de carrera que no tiene grado o jerarquía de
oficial.En ambos casos, los derechos indicados sólo
pueden retirarse a sus titulares por sentencia judicial.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 138, 139 inc. 3, 143, 165, 172 y 173.
Código Penal: Art. 36 inc. 8.
Código Procesal Civil: Art. 648 inc. 4.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 217.


Constitución de 1979: Art. 284.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2315 y 2316.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] Ministerio del Interior al expedir la Resolución Ministerial Nº 0692-98-IN/0103, y disponer a


través de sus artículos 2º y 3º que el personal de la Sanidad de la Policía Nacional del Perú que ella
contempla, y entre las que se encuentra la demandante, ‘volverá a la Situación, Jerarquía y Grado Policial,
Nivel y/o Categoría de Empleado Civil que ostentaba desde 1989’, y de otro lado, que ‘La Dirección General
de la Policía Nacional del Perú adoptará las acciones que le corresponden de acuerdo a sus atribuciones y en
la parte que le respecta, para el debido cumplimiento de lo dispuesto en la Ley Nº 26960 [Ley que establece
normas de regularización de la situación del personal de la Sanidad de la Policía Nacional (30 de mayo de
1998)], su Reglamento y la presente Resolución’; ha vulnerado el derecho constitucional de la demandante
relativo a que los grados y honores, remuneraciones y pensiones en su condición de miembro de la Sanidad de
la Policía Nacional del Perú no puede retirarse a sus titulares sino es a través de una sentencia judicial, según
lo dispone el artículo 174º de la Carta Fundamental...” (Expediente 0394-2000-AA/TC, Fundamento Jurídico
4).

Armas de guerra
 Uso y posesión de
armas de guerra
 Excepción:
Fabricación privada 175º. Sólo las Fuerzas Armadas y la Policía
de armas de guerra Nacional pueden poseer y usar armas de guerra. Todas
 Fábrica y comercio de
armas distintas a las
las que existen, así como las que se fabriquen o se
de guerra introduzcan en el país pasan a ser propiedad del Estado
sin proceso ni indemnización.
Se exceptúa la fabricación de armas de guerra por la
industria privada en los casos que la ley señale.
La ley reglamenta la fabricación, el comercio, la
posesión y el uso, por los particulares, de armas
distintas de las de guerra.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 12, 2 inc. 24.f, 37, 140, 163 a 165 y 173.
Código Penal: Arts. 279, 321 inc. 5.

TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 15.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 285.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1721 a 1751, 1753 a 1787.


Tomo III: páginas 2370, 2378, 2580, 2583 y 2584.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Las bandas armadas a las que se refiere el artículo 1º del Decreto Legislativo Nº 895, pueden ser
utilizadas por el terrorismo, pero no toda banda armada que robe, secuestre o extorsione, persigue objetivos
políticos basándose en una ideología. No es suficiente organizarse en bandas y utilizar armas de guerra para
ubicarse en la tipificación del terrorismo. Como el delito de terrorismo implica la violencia contra el Estado y
afecta el sistema político de una nación, al pretender sustituir o debilitar al gobierno constitucional, causando
terror en la población, es precisamente por amenazar el orden político estatuido, que la Constitución procesa
aún y sancionaba antes al terrorismo, con severidad única –la pena de muerte– equiparable sólo al delito de
traición a la Patria, pero no extensible a otros delitos de naturaleza común...” (Expediente 0005-2001-AI/TC,
Fundamento Jurídico 2).

CAPÍTULO XIII
DEL SISTEMA ELECTORAL

Sistema electoral

 Sistema Electoral:
finalidad
 Organización y
ejecución de los
procesos electorales o 176º. El sistema electoral tiene por finalidad
consultas populares asegurar que las votaciones traduzcan la expresión
 Mantenimiento y
custodia del registro auténtica, libre y espontánea de los ciudadanos; y que
de identificación los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la
 Registro de actos que voluntad del elector expresada en las urnas por
modifican el estado
civil votación directa.
Tiene por funciones básicas el planeamiento, la
organización y la ejecución de los procesos electorales
o de referéndum u otras consultas populares; el
mantenimiento y la custodia de un registro único de
identificación de las personas; y el registro de los actos
que modifican el estado civil.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 90, 111, 113 inc. 5, 114 inc. 2, 117, 134, 152 y 191.
Ley Orgánica de Elecciones: Arts. 26-28.
TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.a y 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21 incs. 1 y 3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.a y 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 88 y 97.


Constitución de 1979: Art. 286.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo II: páginas 1789 a 1830.


Tomo III: páginas 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El sistema electoral “... busca asegurar que las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre
y espontánea de los ciudadanos; y que los escrutinios sean reflejo exacto y oportuno de la voluntad del elector
expresada en las urnas por votación directa... siendo esto así, es evidente que ningún ente conformante del
Sistema Electoral, puede alegar funciones o responsabilidades excluyentes a tal grado, que las mismas en
lugar de canalizar los objetivos del Sistema, terminen obstaculizándolo o entorpeciéndolo, ya que como se ha
visto, la finalidad del sistema, antes que administrativa, es electoral. Incluso no está de más recordar que si
conforme al inciso 5) del Artículo 203º de la Constitución ‘Están facultados para interponer acción de
inconstitucionalidad Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones’
quiere ello decir, que no existe, por mandato expreso de la Norma Fundamental, el supuesto monopolio de
atribuciones que se invoca en la demanda...” (Expediente 0001-1997-CC/TC, Fundamentos Jurídicos 2 y 3).

Autonomía de los órganos del Sistema Electoral


177º. El sistema electoral está conformado por
 Conformación del el Jurado Nacional de Elecciones; la Oficina Nacional de
Sistema Electoral Procesos Electorales; y el Registro Nacional de
Identificación y Estado Civil. Actúan con autonomía y
mantienen entre sí relaciones de coordinación, de
acuerdo con sus atribuciones.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 43, 178, 182, 183 y 203 inc. 5.
Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones: Art. 3.
Ley Orgánica de la Oficina Nacional de Procesos Electorales: Art. 3.
Ley Orgánica del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil: Arts. 1, 3.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Que conforme lo dispone el Artículo 177º de la Constitución Política del Estado ‘El Sistema
Electoral está conformado por el Jurado Nacional de Elecciones, la Oficina Nacional de Procesos Electorales
y el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil’, quienes ‘Actúan con autonomía y mantienen entre sí
relaciones de coordinación’... Que la interpretación más razonable que se puede otorgar al enunciado
dispositivo supone que el Sistema Electoral por el que ha optado nuestro constituyente, no significa la
adopción de tres entes aislados uno del otro sino la presencia de tres dependencias, que no obstante ser
autónomas, se encuentran estrictamente vinculadas la una de la otra por las atribuciones que poseen y cuya
finalidad –la de cada atribución– sólo puede ser coherente a la luz de la cláusula general contenida en el
Artículo 176º de la misma Norma Fundamental...” (Expediente 0001-1997-CC/TC, Fundamentos Jurídicos 1
y 2).

Competencia del Jurado Nacional de Elecciones

 Atribuciones del
Jurado Nacional de
Elecciones
 Fiscalizar el sufragio,
procesos electorales y
consultas populares.
 Fiscalizar la
elaboración del
178º. Compete al Jurado Nacional de
padrón electoral Elecciones:
 Mantener y custodiar
el registro de
1. Fiscalizar la legalidad del ejercicio del sufragio y de
organizaciones la realización de los procesos electorales, del
políticas referéndum y de otras consultas populares, así
 Verificar el como también la elaboración de los padrones
cumplimiento de las
normas sobre electorales.
organizaciones 2. Mantener y custodiar el registro de organizaciones
políticas y en materia
electoral
políticas.
 Administrar justicia 3. Velar por el cumplimiento de las normas sobre
en materia electoral organizaciones políticas y demás disposiciones
 Proclamar candidatos
elegidos y el resultado
referidas a materia electoral.
de las consultas 4. Administrar justicia en materia electoral.
populares
 Expedir credenciales a 5. Proclamar a los candidatos elegidos; el resultado
los elegidos del referéndum o el de otros tipos de consulta
 Otras: reserva de ley popular y expedir las credenciales
 Iniciativa legislativa
correspondientes.
 Presupuesto del
Sistema Electoral. 6. Las demás que la ley señala.
 Sustentación ante el
Congreso En materia electoral, el Jurado Nacional de
Elecciones tiene iniciativa en la formación de las leyes.
Presenta al Poder Ejecutivo el proyecto de
Presupuesto del Sistema Electoral que incluye por
separado las partidas propuestas por cada entidad del
sistema. Lo sustenta en
esa instancia y ante el
Congreso.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 35, 96, 107, 113 inc. 5, 114 inc. 2, 117, 118 inc. 10, 142, 179 a 181 y 203 inc. 5.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 26-28, 370.
Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones: Arts. 5 inc. c, 40.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 23.1.a y 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 2.1 y 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 25.a y 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 286.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Constituye] un atributo subjetivo de naturaleza constitucional el derecho de acceso a un tribunal


de justicia competente que ampare a las personas contra todo tipo de actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución o la Ley, según enuncia, entre otros instrumentos
internacionales, el artículo 8º de la Declaración Universal de Derechos Humanos... [En] materia de derechos
fundamentales, el operador judicial no puede sustentar sus decisiones amparándose únicamente en una
interpretación literal de uno o más preceptos constitucionales (como el que impide la revisión de las
decisiones del Jurado Nacional de Elecciones), ya que rara vez la solución de una controversia en este ámbito
puede resolverse apelándose a este criterio de interpretación. Requiere, por el contrario, de un esfuerzo de
comprensión del contenido constitucionalmente protegido de cada uno de los derechos, principios o bienes
constitucionales comprometidos, para, después de ello, realizar una ponderación de bienes...” (Expediente
2209-2002-AA/TC, Fundamentos Jurídicos 2 y 5).

Pleno del Jurado Nacional de Elecciones


 Representante de las Facultades de Derecho de las
universidades públicas
 Representante de las Facultades de Derecho de las
 Pleno del JNE: universidades privadas
máxima autoridad
 Composición
 Representante de la
Corte Suprema de
Justicia de la
República
 Representante de la
Junta de Fiscales
Supremos
 Representante del
Colegio de Abogados
de Lima
actividad. En este segundo caso, se concede
licencia al elegido. El representante de la Corte
Suprema preside el Jurado Nacional de Elecciones.
179º. La 2. Uno elegido en votación secreta por la Junta de
máxima autoridad del Fiscales Supremos, entre los Fiscales Supremos
Jurado Nacional de jubilados o en actividad. En este segundo caso, se
Elecciones es un Pleno concede licencia al elegido.
compuesto por cinco 3. Uno elegido en votación secreta por el Colegio de
miembros: Abogados de Lima, entre sus miembros.
1. Uno elegido en
4. Uno elegido en votación secreta por los decanos de
votación secreta por
las Facultades de Derecho de las universidades
la Corte Suprema
públicas, entre sus ex decanos.
entre sus
magistrados 5. Uno elegido en votación secreta por los decanos de
jubilados o en las Facultades de Derecho de las universidades
privadas, entre sus ex decanos.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 20, 144, 155, 178, 180, 181 y 9ª DFT.
Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones: Arts. 9 y ss.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 287.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Resulta] claro que hasta que se designara al Jefe de la Oficina Nacional


Procesos Electorales, como sucedió en el presente caso, el titular del Jurado Nacional
de Elecciones continuaría detentado competencia en materias relativas a la supervisión
y control de la prestación de labores, materias que implican, lógicamente, el ejercicio
de las atribuciones de control del cumplimiento de las funciones y los deberes
inherentes a la misma, por parte de este grupo de servidores públicos...” (Expediente
0902-1996-AA/TC, Fundamento Jurídico 3).

Requisitos, remuneración e incompatibilidades de los integrantes del Pleno del J.N.E.

 Requisitos para ser


elegido integrante del
JNE
 Duración en el cargo
 Renovación alternada
 Remuneración y
dedicación a tiempo
completo
 Impedimentos
180º. Los integrantes del Pleno del Jurado
Nacional de Elecciones no pueden ser menores de
cuarenta y cinco años ni mayores de setenta. Son
elegidos por un período de cuatro años. Pueden ser
reelegidos. La ley cualquiera otra función pública, excepto la docencia a
establece la forma de tiempo parcial.
renovación alternada No pueden ser miembros del Pleno del Jurado los
cada dos años. candidatos a cargos de elección popular, ni los
El cargo es remunerado ciudadanos que desempeñan cargos directivos con
y de tiempo completo. carácter nacional en las organizaciones políticas, o que
Es incompatible con los han desempeñado en los cuatro años anteriores a
su postulación
.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 40, 91 inc. 2, 92, 96, 99 y 146.
Código Civil: Arts. 1366, 1368.
Código Penal: Arts. 385, 395, 401.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.a.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.1.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.a.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 288.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Entre] otras razones y para abreviar, un Tribunal nacido para defender la Constitución frente a la
Ley, no puede avalar, confirmar o «constitucionalizar» leyes que otorguen tantas ventajas procesales a las
«normas de rango legal» sobre la Constitución –es decir, procesalmente hablando, al demandado sobre el
demandante– pues, de hacerlo, estaría comprometiendo la posibilidad de cumplir con su misión, y, por ello
mismo, renegando de su cometido y de su misma razón de ser, aparte de que, el permitir que el voto de uno o,
cuando mucho, dos magistrados, obligue al Tribunal, en contra de la opinión colegiada de su mayoría
absoluta, o, aun, de una más alta, a ‘constitucionalizar’ una ley, tendría, según los artículos 37º y 39º de la Ley
Orgánica de este Tribunal, el tremendo efecto de privar al Poder Judicial del derecho del “control difuso”, en
cuya virtud resultaría, como bien se señala en la página segunda de la demanda, que un solo magistrado de
este TC, podría imponerle el criterio inconstitucional a todos los jueces de la República, incluyendo a la Corte
Suprema y, aún, al Jurado Nacional de Elecciones, y ya no sólo a todos los demás miembros de este TC, y a
este TC mismo, como si el voto de algún magistrado pudiese valer más que el de cualquier otro...”
(Expediente 0005-1996-AA/TC, Fundamento Jurídico 16).

Jurisdicción electoral

 Resoluciones del
Pleno del Jurado
Nacional de


Elecciones
Instancia definitiva en 181º. El Pleno del Jurado Nacional de
materia electoral Elecciones aprecia los hechos con criterio de
conciencia. Resuelve electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas
con arreglo a ley y a los populares, sus resoluciones son dictadas en instancia
principios generales de final, definitiva, y no son revisables. Contra ellas no
derecho. En materias procede recurso alguno.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 118 inc. 10, 142, 178 inc. 4, 185 y 187.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 26-28.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 88.


Constitución de 1979: Art. 289.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[No] cabe invocar la existencia de campos de invulnerabilidad absoluta al control constitucional,


so pretexto de que la Constitución confiere una suerte de protección especial a determinadas resoluciones
emitidas por parte de determinados organismos electorales. En efecto, aun cuando de los artículos 142º y 181º
de la Norma Fundamental, se desprende que en materia electoral no cabe revisión judicial de las resoluciones
emitidas por el Jurado Nacional de Elecciones, y que tal organismo representa la última instancia en tal
asunto, dicho criterio sólo puede considerarse como válido en tanto y en cuanto se trate de funciones ejercidas
en forma debida o, lo que es lo mismo, compatibles con el cuadro de valores materiales reconocido por la
misma Constitución. Como es evidente, si la función electoral se ejerce de una forma que resulte intolerable
para la vigencia de los derechos fundamentales o quebrante los principios esenciales que informan el
ordenamiento constitucional, no sólo resulta legítimo sino plenamente necesario el control constitucional,
especialmente cuando éste resulta viable en mecanismos como el amparo...” (Expediente 2366-2003-AA/TC,
Fundamento Jurídico 4).

Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE)


 Otras: reserva de ley
 Nombramiento del
Jefe de la Oficina
Nacional de Procesos
Electorales
 Duración del mandato
 Remoción e
incompatibilidades
 Organiza procesos
electorales y de
consulta popular
 Elaboración de la


cédula de sufragio
Entrega del material 182º. El Jefe de la Oficina Nacional de
electoral Procesos Electorales es nombrado por el Consejo
 Difusión de resultados
Nacional de la Magistratura por un período renovable de
cuatro años. Puede ser Le corresponde organizar todos los procesos
removido por el propio electorales, de referéndum y los de otros tipos de
Consejo por falta grave. consulta popular, incluido su presupuesto, así como la
Está afecto a las elaboración y el diseño de la cédula de sufragio. Le
mismas corresponde asimismo la entrega de actas y demás
incompatibilidades material necesario para los escrutinios y la difusión de
previstas para los sus resultados. Brinda información permanente sobre el
integrantes del Pleno cómputo desde el inicio del escrutinio en las mesas de
del Jurado Nacional de sufragio. Ejerce las demás funciones que la ley le
Elecciones. señala.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 31, 40, 117, 118 inc. 5, 150, 154.3, 177, 178, 183 y 186.
Ley Orgánica de Elecciones: Arts. 26-28.
Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura: Art. 21 inc. e.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Si bien la Oficina Nacional de Procesos Electorales fue creada por la Ley Nº 26487, publicada el
21 de junio de 1995, esto no implica que dicho organismo y el respectivo ejercicio de sus atribuciones se haya
constituido por la sola vigencia de la referida ley, pues para el efecto había la necesidad de todo un proceso
orientado a poner en funcionamiento dicho organismo, cuyo titular, el Jefe de la Oficina Nacional de Procesos
Electorales, recién fue designado por Resolución Nº 024-95-CNM, publicada el 29 de julio de 1995...”
(Expediente 0902-1996-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).
2. Ver también la sentencia que se cita en el artículo 186º.

Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC)

 Prepara y actualiza el padrón electoral


 Nombramiento del  Proporciona al JNE y ONPE la información que requiere
Jefe del Registro para el cumplimiento de sus funciones
Nacional de  Mantiene el registro de identidad
Identificación y  Emite DNI
Estado Civil  Otras: reserva de ley
 Duración del cargo
 Remoción e
incompatibilidades
 Inscripción de
nacimientos y actos
que modifican el
estado civil
incompatibilidades previstas para los integrantes del
Pleno del Jurado Nacional de Elecciones.

183º. El Jefe
El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil
tiene a su cargo la inscripción de los nacimientos,
del Registro Nacional de matrimonios, divorcios, defunciones, y otros actos que
Identificación y Estado modifican el estado civil. Emite las constancias
Civil es nombrado por el correspondientes. Prepara y mantiene actualizado el
Consejo Nacional de la padrón electoral. Proporciona al Jurado Nacional de
Magistratura por un Elecciones y a la Oficina Nacional de Procesos
período renovable de Electorales la información necesaria para el
cuatro años. Puede ser cumplimiento de sus funciones. Mantiene el registro de
removido por dicho identificación de los ciudadanos y emite los
Consejo por falta grave. documentos que acreditan su identidad.
Está afecto a las
Ejerce las demás funciones que la ley señala.
mismas

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 1, 30, 40, 52, 113.5, 114.2, 117, 176 a 178 y 10ª DFT.
Código Civil: Arts. 70-75.
Código Penal: Art. 143.
Código Procesal Penal: Art. 57.
Código de los Niños y Adolescentes: Arts. 6, 7.
Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura: Art. 21 inc. f.
Ley Orgánica del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil: Arts. 1, 2, 7, 10.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] presente conflicto entre el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil y la Oficina
Nacional de Procesos Electorales, debe necesariamente resolverse en razón a la operatividad o funcionalidad
del Sistema, lo que supone que si la responsabilidad de verificación de los requisitos formales para ejercer los
derechos de participación y control ciudadanos, y entre ellos, la verificación de firmas, permite que el primero
de los citados entes, vía la remisión en medios magnéticos y digitalizados de los datos relativos a las
inscripciones electorales, firmas y huellas digitales y boletas de inscripción así como la información interna
de aquellas, contribuya a la responsabilidad que atañe al segundo de los entes, no puede ello entenderse como
una invasión a distorsión de competencias sino como una de las manifestaciones que asumen las relaciones de
coordinación existentes entre ellos...” (Expediente 0001-1997-CC/TC, Fundamento Jurídico 4).
2. Ver también la sentencia que se cita en el artículo 186º.

Nulidad de un proceso electoral. Votos nulos o en blanco


 Nulidad de los procesos electorales o consultas populares
 Proporciones distintas
en elecciones
municipales: reserva
184º. El Jurado Nacional de Elecciones declara
de ley la nulidad de un proceso electoral, de un referéndum o
de otro tipo de consulta popular cuando los votos nulos
o en blanco, sumados o separadamente, superan los
dos tercios del número de votos emitidos.
La ley puede establecer proporciones distintas para
las elecciones municipales.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 111, 118 inc. 5, 134, 136, 177, 178 y 5ª DFT.
Ley Orgánica de Elecciones: Arts. 26-28.
Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones: Art. 5 inc. k.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 12.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 290.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] Constitución sólo ha previsto dos supuestos de ‘irrevisabilidad’ en sede judicial: la de las
resoluciones emanadas del Jurado Nacional de Elecciones, en materia electoral, y las del Consejo Nacional de
la Magistratura, en materia de evaluación y ratificación de los jueces. De esta manera, la norma pretende
impedir que el Poder Judicial enmiende la acción inconstitucional del Congreso y anular el derecho a la
efectiva tutela jurisdiccional (derecho a la justicia)...” (Expediente 0013-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico
3.b).

Escrutinio de votos
185º. El escrutinio de los votos en toda clase
 Escrutinio Público de elecciones, de referéndum o de otro tipo de consulta
 Revisión del escrutinio popular se realiza en acto público e ininterrumpido
sobre la mesa de sufragio. Sólo es revisable en los
casos de error material o de impugnación, los cuales se
resuelven conforme a ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 111, 118 inc. 5, 134, 136, 177, 178, 181 y 184.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 26-28.
TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 290.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “De acuerdo con la Ley de Bases de la Constitución, de 17 de diciembre de 1822, el Perú se


organizó como República con sujeción al principio de separación de poderes. Sin embargo, la agitada y
dramática realidad de nuestra patria acredita también que, en casi dos terceras partes de su vida independiente,
fue gobernada por regímenes emanados del golpe militar o del fraude electoral...” (Expediente 0010-2002-
AI/TC, Fundamento Jurídico 4).

Seguridad de los electores en los comicios


 Orden y seguridad
durante los comicios
186º. La Oficina Nacional de Procesos
Electorales dicta las instrucciones y disposiciones
necesarias para el mantenimiento del orden y la
protección de la libertad personal durante los comicios.
Estas disposiciones son de cumplimiento obligatorio
para las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 31, 117, 118 inc. 5, 165, 166, 177, 178 y 182.
Código Penal: Arts. 354-360.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.3.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 293.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[No] está de más señalar que la disputada atribución (de Información y Verificación de los
requisitos formales necesarios para ejercer los Derechos de Participación y Control Ciudadanos, y entre ellos,
la verificación de firmas) guarda mayor coherencia o razonabilidad que cumple la Oficina Nacional de
Procesos Electorales y no así con el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil bastando una lectura
de los artículos 182º y 183º de la Constitución para corroborarlo...” (Expediente 0001-1997-CC/TC,
Fundamento Jurídico 6).

Elecciones pluripersonales
 Elecciones
pluripersonales
187º. En las elecciones pluripersonales hay
 Representación representación proporcional, conforme al sistema que
proporcional: reserva establece la ley.
de ley
 Voto de los residentes La ley contiene disposiciones especiales para facilitar el
en el extranjero voto de los peruanos residentes en el extranjero.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 90, 111, 113 inc. 5, 114 inc. 2, 117, 118 inc. 5, 177, 178, 182, 183, 185
y 186.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1836, 2517 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El Tribunal ha sopesado el grado de peligrosidad que entraña la divulgación de las proyecciones
de las empresas encuestadoras y ha decidido que no se trata de un peligro grave, claro ni inminente, pues si
bien en las elecciones generales del año 2000 se produjeron desmanes, ello fue debido, principalmente, a la
particular situación política que vivía el país en esos momentos y a la predisposición de la ciudadanía –
respaldada por organismos internacionales que observaban el proceso– para sospechar un fraude electoral,
más que al error de las encuestadoras en sus proyecciones respecto al ganador. La gran mayoría de la
población es consciente de que los resultados de las encuestadoras no son exactos, y que deben esperar el
resultado oficial, pacíficamente, como en efecto ha ocurrido en la gran mayoría de procesos electorales...”
(Expediente 0002-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 9).

CAPÍTULO XIV
DE LA DESCENTRALIZACIÓN

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

Texto vigente de este capítulo conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley
27680, Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo
de 2002). Anteriormente este Capítulo se denominaba “De la Descentralización, las Regiones y las
Municipalidades”.

Carácter de la descentralización peruana

 Proceso de


Descentralización
Asignación de
188º. La descentralización es una forma de
competencias organización democrática y constituye una política
 Transferencia de permanente de Estado, de carácter obligatorio, que
recursos tiene como objetivo fundamental el desarrollo integral
 Descentralización de
los poderes y órganos del país. El proceso de descentralización se realiza por
del Estado etapas, en forma progresiva y ordenada conforme a
criterios que permitan una adecuada asignación de
competencias y transferencia de recursos del gobierno
nacional hacia los gobiernos regionales y locales.
Los Poderes del Estado y los Organismos Autónomos
así como el Presupuesto de la República se
descentralizan de acuerdo a ley.

(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 188º.- La descentralización es un proceso permanente que tiene como objetivo el
desarrollo integral del país”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 32 inc. 4, 43, 44, 77, 189 a 191 y 7ª DFT y 8ª DFT.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 259.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963, 2314 a 2319, 2322, 2327 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “Precisamente el mandato de descentralización implica la exigencia de que el Legislador tenga que
optimizar o potencializar la desconcentración de funciones entre los mismos gobiernos locales, objetivo este
último que precisamente persigue la Ley Nº 26878, de donde se tiene que la aprobación de dicha Ley no
constituye invasión de la autonomía municipal en sus tres atributos, como lo señala la demandada, sino única
y exclusivamente un traslado de responsabilidades de la municipalidad provincial a la distrital, a la vista de
objetivos nacionales...” (Expediente 1152-1998-AC/TC, Fundamento Jurídico 5).

División territorial del país

 División del territorio


de la República
Unidad e integridad
189º. El territorio de la República está
del Estado y la Nación integrado por regiones, departamentos, provincias y
 Ámbito regional de distritos, en cuyas circunscripciones se constituye y
gobierno organiza el gobierno a nivel nacional, regional y local,
 Ámbito local de en los términos que establece la Constitución y la ley,
gobierno
preservando la unidad e integridad del Estado y de la
Nación.
El ámbito del nivel regional de gobierno son las
regiones y departamentos. El ámbito del nivel local de
gobierno son las provincias, distritos y los centros
poblados.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 189º.- El territorio de la República se divide en regiones, departamentos, provincias y
distritos, en cuyas circunscripciones se ejerce el gobierno unitario de manera descentralizada y
desconcentrada”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 43, 56 inc. 1, 102 inc. 7, 188, 190 y 191.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 2 y 183.


Constitución de 1979: Art. 79.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2316, 2319, 2322 y 2327.


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Como] lo señala el inciso 4) del artículo 4º de la Ley Nº 23853, Orgánica de Municipalidades –


además de la Capital de la República, de las capitales de provincia y las de distrito– existen municipalidades
en los pueblos, centros poblados, caseríos, comunidades campesinas y nativas que el Concejo Municipal
Provincial determina y cuya denominación es ‘Municipalidad Delegada de Centro Poblado Menor’.
Asimismo, de conformidad con lo establecido por el artículo 20º de la mencionada Ley, el Alcalde y los
Regidores de estas municipalidades son elegidos por el Concejo Provincial de las ternas que proponga para
cada cargo el Concejo Distrital respectivo...” (Expediente 0928-1999-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).
2. “[Al] existir un conflicto entre las municipalidades demandadas respecto a su demarcación
territorial, la cobranza coactiva del impuesto predial amenaza los derechos constitucionales a la propiedad y a
la igualdad ante la ley, ya que algunos asociados de la demandante se han visto afectados con el embargo de
sus bienes, como puede verse del acta que corre a fojas doce y, además, vienen siendo conminados por ambas
municipalidades a pagar el referido impuesto...” (Expediente 0075-1998-AA/TC, Fundamento Jurídico 5).

Creación de las regiones

 Creación de las
regiones: criterios
 Inicio del proceso de


regionalización
Regionalización y 190º. Las regiones se crean sobre la base de
referéndum áreas contiguas integradas histórica, cultural,
 Competencias y
facultades e
administrativa y económicamente, conformando
incentivos: reserva de unidades geoeconómicas sostenibles.
ley El proceso de regionalización se inicia eligiendo
 Mecanismos de
coordinación entre los gobiernos en los actuales departamentos y la Provincia
gobiernos regionales: Constitucional del Callao. Estos gobiernos son
reserva de ley gobiernos regionales.
Mediante referéndum podrán integrarse dos o más
circunscripciones departamentales contiguas para
constituir una región, conforme a ley. Igual
procedimiento siguen las provincias y distritos
contiguos para cambiar de circunscripción regional.
La ley determina las competencias y facultades
adicionales, así como incentivos especiales, de las
regiones así integradas.
Mientras dure el proceso de integración, dos o más
gobiernos regionales podrán crear mecanismos de
coordinación entre sí. La ley determinará esos
mecanismos.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 190º.- Las Regiones se constituyen por iniciativa y mandato de las poblaciones
pertenecientes a uno o más departamentos colindantes. Las provincias y los distritos contiguos pueden
asimismo integrarse o cambiar de circunscripción.
En ambos casos procede el referéndum, conforme a ley”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 32 inc. 4, 188, 189, 197 a 199 y 12ª DFT.
Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos: Art. 39 inc. d.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.1.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 259.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2316, 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “La demarcación territorial es la división política del territorio en regiones, departamentos,


provincias y distritos, y tiene consecuencias en la vida social y política del país; por ello, tanto la Constitución
Política de 1979 como la de 1993 han establecido que sean normas con rango de ley aprobadas por el
Congreso las que establezcan tal configuración del territorio nacional. En efecto, la primera Carta Política
mencionada, vigente cuando se emitió el Acuerdo Nº 160-93, en su artículo 186º, inciso 7), establecía
expresamente dentro de las atribuciones del Congreso de la República: ‘Aprobar la demarcación territorial
que propone el Poder Ejecutivo’, disposición que ha sido mantenida en el artículo 102º, inciso 7), de la
vigente Constitución y que establece dos atribuciones distintas: a) proponer la demarcación territorial, que es
atribución del Poder Ejecutivo, es decir, que sólo él puede tener iniciativa en este asunto y remitirla
directamente al Congreso, y b) aprobar dicha demarcación, que es atribución del Congreso de la República...”
(Expediente 0001-2001-CC/TC, Fundamento Jurídico 3).

Órganos de los gobiernos regionales


 Elección del Presidente y vicepresidente
 Duración del mandato y reelección
 Elección del Consejo Regional
 Autonomía y  Irrenunciabilidad y revocatoria
coordinación con las
 Requisito para postular a estos cargos
municipalidades
 Representación de género, comunidades campesinas y
 Estructura orgánica
nativas y pueblos originarios en los Consejos Regionales y
 Consejo de Municipales
Coordinación
Regional
con las municipalidades sin interferir sus funciones y
atribuciones.
La estructura orgánica básica de estos gobiernos la
conforman el Consejo Regional como órgano normativo
y fiscalizador, el Presidente como órgano ejecutivo, y el
Consejo de Coordinación Regional integrado por los
alcaldes provinciales y por representantes de la
sociedad civil, como órgano consultivo y de
coordinación con las municipalidades, con las
funciones y atribuciones que les señala la ley.
El Consejo Regional tendrá un mínimo de siete (7)
miembros y un máximo de veinticinco (25), debiendo
haber un mínimo de uno (1) por provincia y el resto, de
acuerdo a ley, siguiendo un criterio de población
electoral.
El Presidente es elegido conjuntamente con un
vicepresidente, por sufragio directo por un período de
191º. Los cuatro (4) años, y puede ser reelegido. Los miembros
gobiernos regionales del Consejo Regional son elegidos en la misma forma y
tienen autonomía por igual período. El mandato de dichas autoridades es
política, económica y revocable e irrenunciable, conforme a ley.
administrativa en los
La ley establece porcentajes mínimos para hacer
asuntos de su
competencia. Coordinan accesible la representación de género, comunidades
nativas y pueblos originarios en los Consejos
Regionales. Igual tratamiento se aplica para los
Concejos Municipales.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 191º.- Las municipalidades provinciales y distritales, y las delegadas conforme a ley,
son los órganos de gobierno local. Tienen autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de
su competencia.
Corresponden al Concejo las funciones normativas y fiscalizadoras; y a la alcaldía, las funciones
ejecutivas.
Los alcaldes y regidores son elegidos por sufragio directo, por un período de cinco años. Pueden ser
reelegidos. Su mandato es revocable pero irrenunciable. Gozan de las prerrogativas que señala la ley”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 91.1, 113.5, 114.2, 117, 134, 176, 203.6 y 13ª DFT.
Ley Orgánica de los Gobiernos Regionales: Art. 2.
Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos: Arts. 20 y ss.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 23.1.a y 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 25.a y 25.b.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 188.


Constitución de 1979: Art. 261.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2316, 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El reconocimiento, respeto y promoción por parte del gobierno central de la autonomía política,
económica y administrativa de los gobiernos regionales, es consustancial al principio reconocido en el artículo
43º de la Constitución, según el cual el gobierno es descentralizado... Este Colegiado ya ha tenido oportunidad
de precisar el contenido restringido que el concepto de autonomía implica. Así, en la sentencia recaída en el
Exp. Nº 0012-1996-AI/TC se estableció que ‘la autonomía es capacidad de autogobierno para desenvolverse
con libertad y discrecionalidad, pero sin dejar de pertenecer a una estructura general de la cual en todo
momento se forma parte, y que está representada no sólo por el Estado sino por el ordenamiento jurídico que
rige a éste’...” (Expediente 0012-2003-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 2 y 4).

Competencia de los gobiernos regionales


 Plan de desarrollo regional concertado
 Administración de bienes y rentas
 Autorizaciones, licencias y derechos
 Objeto de los  Desarrollo socioeconómico
gobiernos regionales
 Legislación regional
 Competencias
 Promoción de actividades económicas
 Organización interna
 Proyectos e infraestructura de alcance regional
y presupuesto
 Iniciativa legislativa
 Otras atribuciones
y servicios públicos de su responsabilidad, en armonía
con las políticas y planes nacionales y locales de
desarrollo.
Son competentes para:
1. Aprobar su organización interna y su presupuesto.
2. Formular y aprobar el plan de desarrollo regional
concertado con las municipalidades y la sociedad
civil.
3. Administrar sus bienes y rentas.
4. Regular y otorgar las autorizaciones, licencias y
derechos sobre los servicios de su responsabilidad.
5. Promover el desarrollo socioeconómico regional y
ejecutar los planes y programas correspondientes.
6. Dictar las normas inherentes a la gestión regional.
7. Promover y regular actividades y/o servicios en
materia de agricultura, pesquería, industria,
agroindustria, comercio, turismo, energía, minería,
vialidad, comunicaciones, educación, salud y medio
ambiente, conforme a ley.
8. Fomentar la competitividad, las inversiones y el
192º. Los
financiamiento para la ejecución de proyectos y
obras de infraestructura de alcance e impacto
gobiernos regionales regional.
promueven el desarrollo
9. Presentar iniciativas legislativas en materias y
y la economía regional, asuntos de su competencia.
fomentan las
10. Ejercer las demás atribuciones inherentes a su
inversiones, actividades
función, conforme a ley.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 192º.- Las municipalidades tienen competencia para:

1. Aprobar su organización interna y su presupuesto.


2. Administrar sus bienes y rentas.
3. Crear, modificar y suprimir contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos municipales.
4. Organizar, reglamentar y administrar los servicios públicos locales de su responsabilidad.
5. Planificar el desarrollo urbano y rural de sus circunscripciones, y ejecutar los planes y programas
correspondientes.
6. Participar en la gestión de las actividades y servicios inherentes al Estado, conforme a ley. Y
7. Lo demás que determine la Ley”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 14, 44, 59, 69, 88, 188 y 191.
Ley Orgánica de los Gobiernos Regionales: Arts. 4, 9, 10.
Ley de Descentralización Fiscal: Art. 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 1.1 y 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 188.


Constitución de 1979: Art. 261.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2316, 2317, 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Aunque –tal como lo han advertido las partes– en ninguna de las disposiciones citadas se precisa
que la potestad de regulación tributaria incluye la determinación del órgano público competente para distribuir
los montos que se recauden como consecuencia de la aplicación de los tributos creados, este Colegiado
considera que tal facultad se encuentra implícitamente incluida en la potestad de regulación tributaria, toda
vez que una interpretación contraria supondría afirmar que no existe órgano titular de dicha facultad,
quedando abierta la posibilidad de que cualquier órgano público se arrogue la función distributiva del tributo.
En consecuencia, debe quedar claro que los poderes Legislativo y Ejecutivo están facultados para,
vía ley o decreto legislativo, respectivamente, determinar la distribución del tributo o, en su caso, delegar
dicha facultad en algún otro órgano público, que, desde luego, podría ser uno de los órganos de gobierno de
las regiones. Claro está que, en el caso de los aranceles o tasas, tal facultad, para determinar su distribución o
para delegar tal potestad, queda reservada al Poder Ejecutivo, vía decreto supremo.
Lo expuesto hasta el momento es plenamente compatible con lo previsto por el inciso 3 del artículo
192º de la Constitución, en concordancia con lo establecido en su inciso 3, artículo 193º, los cuales establecen
que los gobiernos regionales pueden administrar tributos, siempre que hayan sido creados por ley a su
favor...” (Expediente 0012-2003-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 6 y 7).

Bienes y rentas de los gobiernos regionales


 Canon
 Operaciones financieras
 Bienes y rentas de los  Otros que determine la ley
gobiernos de su
propiedad
 Bienes muebles e
inmuebles
 Ley de Presupuesto
 Tributos
 Privatizaciones,
concesiones y
servicios
 Fondo de Compensación
Regional
3. Los tributos creados por ley a su favor.
4. Los derechos económicos que generen por las
193º. Son
privatizaciones, concesiones y servicios que
otorguen, conforme a ley.
bienes y rentas de los 5. Los recursos asignados del Fondo de
gobiernos regionales: Compensación Regional, que tiene carácter
1. Los bienes muebles redistributivo, conforme a ley.
e inmuebles de su
6. Los recursos asignados por concepto de canon.
propiedad.
7. Los recursos provenientes de sus operaciones
2. Las transferencias financieras, incluyendo aquellas que realicen con el
específicas que les aval del Estado, conforme a ley.
asigne la Ley Anual
de Presupuesto. 8. Los demás que determine la ley.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 193º.- Son bienes y rentas de las municipalidades:
1. Los bienes e ingresos propios.
2. Los impuestos creados por ley a su favor.
3. Las contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos de su competencia, creados por su
Concejo.
4. Los recursos asignados del Fondo de Compensación Municipal que se crea por ley según los
tributos municipales.
5. Las transferencias presupuestales del Gobierno Central.
6. Los recursos que les correspondan por concepto de canon.
7. Los demás recursos que determine la ley”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 66, 74, 76 a 78, 191 y 192.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 1.2 y 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 262.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2317, 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Esta conjunción ponderada entre homogeneidad y diversidad en la organización del Estado se


proyecta hacia distintas materias particulares, entre las que destaca la materia económica. De este modo, aun
cuando sea imprescindible reconocer ámbitos económicos de exclusiva competencia de las regiones –tales
como la aprobación de su presupuesto, la administración de sus bienes y rentas, el fomento del financiamiento
para la ejecución de proyectos de alcance regional, entre otros (artículo 192º de la Constitución)–, existen
otras competencias que, con el propósito de evitar resultados disfuncionales o desintegradores, quedan
reservadas al Gobierno Central. Tal es el caso de la creación y supervisión de la política tributaria...”
(Expediente 0012-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 5).

Municipalidades como órganos de gobiernos locales

 Municipalidades
provinciales y
distritales
 Autonomía
 Municipalidades de 194º. Las municipalidades provinciales y
centros poblados distritales son los órganos de gobierno local. Tienen
 Estructura orgánica autonomía política, económica y administrativa en los
 Elección de alcaldes y asuntos de su competencia. Las municipalidades de los
regidores centros poblados son creadas conforme a ley.
 Duración del mandato
y reelección La estructura orgánica del gobierno local la
 Irrenunciabilidad y conforman el Concejo Municipal como órgano
revocatoria
 Los alcaldes deben
normativo y fiscalizador y la Alcaldía como órgano
renunciar al cargo ejecutivo, con las funciones y atribuciones que les
para postular a señala la ley.
Presidente,
Vicepresidente o Los alcaldes y regidores son elegidos por sufragio
congresista de la directo, por un período de cuatro (4) años. Pueden ser
República; o a reelegidos. Su mandato es revocable e irrenunciable,
Presidente Regional
conforme a ley.

(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 194º.- Las municipalidades pueden asociarse o concertar entre ellas convenios
cooperativos para la ejecución de obras y la prestación de servicios comunes”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 32 inc. 3, 39, 107, 176, 195 a 199 y 203 inc. 6.
Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos: Arts. 20 y ss.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 23.1.a y 23.1.b.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 25.a y 25.b.

ANTECEDENTES
Constitución de 1933: Arts. 203 y 206.
Constitución de 1979: Art. 252.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El artículo 191º [ahora artículo 194º, en aplicación de la Ley Nº 27680] de la Constitución
garantiza el instituto constitucional de la autonomía municipal, en sus ámbitos político, económico y
administrativo, en los asuntos de su competencia. Como lo ha sostenido este Tribunal en la sentencia recaída
en el Exp. Nº 0007-2001-AA/TC, mediante la autonomía municipal se garantiza a los gobiernos locales
“desenvolverse con plena libertad en los aspectos administrativos, económicos y políticos (entre ellos, los
legislativos) [Fund. Jur. Nº6]. Es decir, se garantiza que los gobiernos locales, en los asuntos que
constitucionalmente les atañen, puedan desarrollar las potestades necesarias para garantizar su autogobierno.
Sin embargo, autonomía no debe confundirse con autarquía, pues desde el mismo momento en que aquélla le
viene atribuida por el ordenamiento, su desarrollo debe realizarse con respeto a ese ordenamiento jurídico.
‘No supone autarquía funcional al extremo de que, de alguna de sus competencias pueda desprenderse
desvinculación parcial o total del sistema político o del propio orden jurídico en el que se encuentra inmerso
cada gobierno municipal. En consecuencia, no porque un organismo sea autónomo deja de pertenecer al
Estado, pues sigue dentro de él y, como tal, no puede apartarse del esquema jurídico y político que le sirve de
fundamento a éste y, por supuesto, a aquél’...” (Expediente 0016-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 4).
2. “Se alega que el artículo 5º de la Ley Nº 27153 [Ley Nº 27153, que regula la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas, de 9 de julio de 1999] vulnera el artículo 191 [artículo 194 tras la
reforma introducida por la Ley 27680] de la Constitución Política del Estado, en concreto la autonomía
administrativa de los gobiernos locales, pues su artículo 5.1 establece que la explotación de los juegos de
casinos y máquinas tragamonedas sólo se podrá realizar en ‘...establecimientos ubicados en los distritos
autorizados mediante Resolución Suprema...’, en tanto que el artículo 11.1 de la Ley Orgánica de
Municipalidades establece que es competencia de los gobiernos locales la regulación de los planos de
zonificación.
El Tribunal Constitucional no comparte este criterio interpretativo, pues como se ha sostenido en la
contestación de la demanda, tal disposición no tiene por propósito sustituir o alterar los planes de zonificación
que cada gobierno local pueda establecer, sino únicamente identificar a los distritos en cuya jurisdicción se
puede autorizar la explotación de los juegos de casinos, quedando a salvo, por tanto, la facultad de los
gobiernos locales para establecer sus planes de zonificación de acuerdo a ley...” (Expediente 0009-2001-
AI/TC, Fundamento Jurídico 1).

Competencia de los gobiernos locales


 Plan de desarrollo local
 Bienes y rentas
 Contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos
 Objeto de los  Servicios públicos
gobiernos locales
 Desarrollo urbano y rural
 Competencias
 Proyectos, obras e infraestructura local
 Organización interna
 Regular actividades económicas y servicios públicos
y presupuesto
 Iniciativa legislativa
 Otras conforme a ley
responsabilidad, en armonía con las políticas y planes
nacionales y regionales de desarrollo.
Son competentes para:
1. Aprobar su organización interna y su presupuesto.
2. Aprobar el plan de desarrollo local concertado con
la sociedad civil.
3. Administrar sus bienes y rentas.
4. Crear, modificar y suprimir contribuciones, tasas,
arbitrios, licencias y derechos municipales,
conforme a ley.
5. Organizar, reglamentar y administrar los servicios
públicos locales de su responsabilidad.
6. Planificar el desarrollo urbano y rural de sus
circunscripciones, incluyendo la zonificación,
urbanismo y el acondicionamiento territorial.
7. Fomentar la competitividad, las inversiones y el
financiamiento para la ejecución de proyectos y
obras de infraestructura local.
8. Desarrollar y regular actividades y/o servicios en
materia de educación, salud, vivienda, saneamiento,
medio ambiente, sustentabilidad de los recursos
naturales, transporte colectivo, circulación y
tránsito, turismo, conservación de monumentos
arqueológicos e históricos, cultura, recreación y
195º. Los deporte, conforme a ley.
gobiernos locales 9. Presentar iniciativas legislativas en materias y
promueven el desarrollo asuntos de su competencia.
y la economía local, y la 10. Ejercer las demás atribuciones inherentes a su
prestación de los función, conforme a ley.
servicios públicos de su
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 195º.- La ley regula la cooperación de la Policía Nacional con las municipalidades en
materia de seguridad ciudadana”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 16, 74, 75, 119, 162, 191 y 196.
Ley de Descentralización Fiscal: Art. 6.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.1.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 1.1, 2.3, 11.1.
ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 206.


Constitución de 1979: Art. 254.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2314 y 2315.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El numeral 4 del artículo 192º de la Constitución Política del Perú [actualmente artículo 195º,
numeral 5, modificado por la Ley de Reforma Constitucional Nº 27680, publicada el 7 de marzo de 2002],
establecía que las municipalidades tienen competencia para organizar, reglamentar y administrar los servicios
públicos locales bajo su responsabilidad; facultándolas para que regulen el transporte urbano y el
otorgamiento de licencias o concesiones de rutas.
Asimismo, la Ley Orgánica de Municipalidades establece las atribuciones de las municipalidades en
general, y en especial las de la Municipalidad Metropolitana de Lima en materia de transporte público urbano
e interurbano, dentro de su respectiva jurisdicción, de modo que las autorizaciones o permisos provisionales
otorgados unilateralmente por la Municipalidad Provincial del Callao, al exceder su ámbito jurisdiccional,
usurpan las atribuciones de la Municipalidad Metropolitana de Lima, lesionando el ámbito de su
competencia...” (Expediente 2995-2003-AA/TC, Fundamentos Jurídicos 1 y 2).
2. “[Las] municipalidades están previstas como entidades del Estado u órganos de carácter
constitucional, en el Capítulo XIV (De la Descentralización, las Regiones y las Municipalidades) del Título
IV (De la Estructura del Estado) de la misma Constitución, por lo que las disposiciones sobre su estructura,
funcionamiento, competencia y demás características, incluyendo las normas sobre su economía, ingresos y
tributos, deben ser objeto de desarrollo legal a través de una ley orgánica y no una ordinaria...” (Expediente
0011-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 1).

Bienes y rentas de las municipalidades

 Bienes muebles e inmuebles


 Tributos
 Bienes y rentas de las  Contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y derechos
municipalidades  Privatizaciones, concesiones y servicios
 Fondo de
Compensación
Municipal
196º. Son bienes y rentas de las
 Ley Anual de municipalidades:
Presupuesto 1. Los bienes muebles e inmuebles de su propiedad.
 Canon
 Operaciones 2. Los tributos creados por ley a su favor.
financieras 3. Las contribuciones, tasas, arbitrios, licencias y
 Otros que determine la
ley
derechos creados por Ordenanzas Municipales,
conforme a ley.
4. Los derechos económicos que generen por las
privatizaciones, concesiones y servicios que
otorguen, conforme a ley.
5. Los recursos asignados del Fondo de
Compensación Municipal, que tiene carácter
redistributivo, conforme a ley.
6. Las transferencias específicas que les asigne la Ley
Anual de Presupuesto.
7. Los recursos asignados por concepto de canon.
8. Los recursos provenientes de sus operaciones
financieras, incluyendo aquellas que requieran el
aval del Estado, conforme a ley.
9. Los demás que determine la ley.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 196º.- La capital de la República, las capitales de provincias con rango metropolitano
y las capitales de departamento de ubicación fronteriza tienen régimen especial en la Ley Orgánica de
Municipalidades.
El mismo tratamiento rige para la Provincia Constitucional del Callao y las provincias de frontera”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 41, 74, 77, 194, 195.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 1.2 y 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 257.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2317, 2319, 2322 y 2327.


JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] inciso 2) del artículo 193º [hoy artículo 196º] de la Constitución Política del Estado no
consagra, a título de derecho subjetivo constitucional de las municipalidades, la percepción de impuestos, sino
simplemente declara que éstos constituyen uno de los bienes y rentas con los cuales pueden contar cuando la
ley los crea en su favor. En consecuencia, los problemas derivados de una eventual incorrecta calificación de
la Feria Taurina del Señor de los Milagros como espectáculo cultural no deportivo, no es un tema que pueda
dilucidarse a través de este proceso [de amparo], que, como señala el inciso 2) del artículo 200º de la
Constitución, tiene por objeto tutelar derechos constitucionales...” (Expediente 0009-2001-AI/TC,
Fundamento Jurídico 1).
2. “[Si] bien la demandante se encuentra inafecta del impuesto predial y al patrimonio vehicular, ello
se encuentra debidamente tipificado en el artículo 17º inciso 2) y el inciso c) del artículo 37º del Decreto
Legislativo Nº 776 [Ley de Tributación Municipal de 31 de diciembre de 1993], respectivamente, no obstante
sin perjuicio de lo señalado anteriormente, donde claramente se le tipifica como impuestos por dichos
conceptos; el artículo 60º de la misma norma legal señala que las municipalidades crean, modifican y
suprimen contribuciones o tasas y otorgan exoneraciones; consecuentemente, corresponde a la demandada
señalar o establecer quién o quiénes se encuentran inafectos del pago de arbitrios, limpieza pública, jardines,
parques públicos y serenazgo, en debida concordancia con lo establecido en la Constitución Política del
Estado en el segundo párrafo del artículo 74º y de los incisos 2) y 3) del artículo 192º [hoy artículo 196º] ...”
(Expediente 1123-1999-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).

Otras funciones de las municipalidades




Participación vecinal
Seguridad ciudadana
197º. Las municipalidades promueven, apoyan
y reglamentan la participación vecinal en el desarrollo
local. Asimismo brindan servicios de seguridad
ciudadana, con la cooperación de la Policía Nacional del
Perú, conforme a ley.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 197º.- Las Regiones tienen autonomía política, económica y administrativa en los
asuntos de su competencia.
Les corresponden, dentro de su jurisdicción, la coordinación y ejecución de los planes y programas
socio-económicos regionales, así como la gestión de actividades y servicios inherentes al Estado, conforme a
ley.
Sus bienes y rentas propias se establecen en la ley. Las Regiones apoyan a los gobiernos locales. No
los sustituyen ni duplican su acción ni su competencia”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 12, 31, 42, 44, 118 inc. 4, 137 inc. 1 y 166.
Ley Orgánica de Municipalidades: Arts. 53, 97, 106.

TRATADOS INTERNACIONALES

Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 28.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.1.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.1.
ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 277.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2317, 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[En] el caso de autos, de fojas dieciocho a cuarenta y ocho, se acredita que las guardias puestas
en el inmueble de la actora se produjo para el resguardo y cumplimiento de una orden de clausura dictada por
el emplazado municipio provincial, no habiéndose verificado, en la investigación sumaria, la vulneración de
la libertad individual alegada en la demanda, antes bien, los documentos que obran en autos indican que la
cuestionada medida fue dictada en el contexto de un procedimiento administrativo municipal y en el marco de
las atribuciones legales de la entidad municipal.
Que, asimismo, debe señalarse que la intervención de la Policía Nacional en los hechos materia de
autos, es consecuencia del deber de apoyo y cooperación con las municipalidades, conforme lo prescribe el
artículo 195º de la Constitución Política del Estado...” (Expediente 0593-2000-HC/TC, Fundamentos
Jurídicos 2 y 3).
2. “Las empresas recurrentes cuestionan los operativos policiales realizados contra las unidades
vehiculares de su propiedad y la consecuente imposición de papeletas, así como la conducción de sus
vehículos al depósito oficial; al respecto, debe precisarse que la intervención policial de la Dirección Nacional
de Seguridad Vial se ha ejercido en el marco de las atribuciones constitucionales y legales que regulan la
cooperación de la Policía Nacional con las municipalidades, y a la vez respondió a un llamado de la
corporación municipal emplazada, que solicitó el apoyo de los agentes del orden para hacer cumplir lo
dispuesto contra dichas empresas, por lo que el desempeño funcional de la autoridad policial emplazada no
fue arbitrario ni ilegal...” (Expediente 1723-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 1).

Régimen especial de la Capital de la República

 Lima: Capital de la


República
Régimen especial
198º. La Capital de la República no integra
 Competencia
ninguna región. Tiene régimen especial en las leyes de
territorial descentralización y en la Ley Orgánica de
 Municipalidades de Municipalidades. La Municipalidad Metropolitana de
frontera Lima ejerce sus competencias dentro del ámbito de la
provincia de Lima.
Las municipalidades de frontera tienen, asimismo,
régimen especial en la Ley Orgánica de Municipalidades
.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 198º.- La estructura organizada de las Regiones y sus funciones específicas se
establecen por ley orgánica.
Son las máximas autoridades de la Región el Presidente y el Consejo de Coordinación Regional.
El Presidente de la Región es elegido por sufragio directo por un período de cinco años. Puede ser
reelegido. Su mandato es revocable, pero irrenunciable. Goza de las prerrogativas que le señala la ley.
El Consejo de Coordinación Regional está integrado por el número de miembros que señala la ley.
Los alcaldes provinciales o sus representantes son, de pleno derecho, miembros de dicho Consejo”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 31, 49, 106, 188 a 192, 194, 195 y 197, 12ª DFT.
Ley Orgánica de Municipalidades: Art. 151.
Ley de Bases de la Descentralización: Art. 33.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 258.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2317 a 2319, 2322 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Esta exigencia [de Ley Orgánica] se reafirma en el artículo 196º [hoy artículo 198º] de la
Constitución, que establece que tanto la capital de la República, las capitales de provincias con rango
metropolitano, así como las capitales de departamento con ubicación fronteriza tienen un régimen especial en
la Ley Orgánica de Municipalidades. Con ello queda fuera de duda que las municipalidades como entidades
del Estado previstas en la Constitución ‘deben ser desarrolladas legislativamente mediante la respectiva ley
orgánica’ (sic), siendo un aspecto esencial dentro de su estructura y funcionamiento el referido al desarrollo
urbano y rural de sus circunscripciones, potestades que sólo pueden ser reguladas y modificadas mediante una
ley orgánica, con lo que resulta evidente que las leyes impugnadas están afectadas por vicio de
inconstitucionalidad en la forma, en la medida que regulan una materia cuyo desarrollo legislativo está
reservado por la Constitución a una ley orgánica o a una modificatoria aprobada con tal carácter...”
(Expediente 0012-2001-AI/TC, Fundamento Jurídico 1).

Fiscalización de los fondos de los gobiernos regionales y locales

 Fiscalización de los
gobiernos regionales y
locales.
199º. Los gobiernos regionales y locales son
 Sistema de control fiscalizados por sus propios órganos de fiscalización y
descentralizado por los organismos que tengan tal atribución por
 Formulación del mandato constitucional o legal, y están sujetos al
presupuesto y
ejecución
control y supervisión de la Contraloría General de la
República, la que organiza un sistema de control
descentralizado y permanente. Los mencionados
gobiernos formulan sus presupuestos con la
participación de la población y rinden cuenta de su
ejecución, anualmente, bajo responsabilidad, conforme
a ley.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN
El texto vigente es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la Ley 27680,
Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre descentralización (07 de marzo de
2002).
El texto original de este artículo fue el siguiente:
“Artículo 199º.- Las Regiones y las municipalidades rinden cuenta de la ejecución de su
presupuesto a la Contraloría General de la República. Son fiscalizadas de acuerdo a ley”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 77, 78 y 82.

TRATADOS INTERNACIONALES

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1.2.


Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 1.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 10.


Constitución de 1979: Art. 146.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1836 a 1877, 1879 a 1916, 1917 a 1963, 2314 a 2319, 2322, 2327 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[De] autos se aprecia que como consecuencia de un examen especial practicado por la
Contraloría General en la Municipalidad demandada, por el período comprendido entre marzo de 1993 y
octubre de 1995, se detectaron diversas irregularidades en la gestión municipal, determinándose
responsabilidad administrativa del demandante, cuando ejerció el cargo de Director Municipal, por lo que se
le instauró proceso administrativo y posteriormente se le sancionó con cese temporal...” (Expediente 0166-
1999-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).
TÍTULO V
DE LAS GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES

Garantías constitucionales
 Procesos


Constitucionales
Proceso de Hábeas
200º. Son garantías constitucionales:
Corpus 1) La Acción de Hábeas Corpus, que procede ante el
hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza la
libertad individual o los derechos constitucionales
conexos.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 3, 2 inc. 11, 2 inc. 18, 2 inc. 21, 2 inc. 24, 36, 37, 99, 137 inc. 1, 139 incs. 13 y
14, 165, 202 inc. 2.
Código de los Niños y Adolescentes: Art. 186
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 31 inc. b, 35 inc. 1.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 90.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Arts. 41 y ss., 45, 4ª DT.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 12.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Arts. 7.6 y 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 8, 14.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Arts. 2.3 y 9.4.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 69.


Constitución de 1979: Art. 295.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Ningún derecho fundamental, en efecto, puede considerarse ilimitado en su ejercicio. Los límites
que a éstos se puedan establecer pueden ser intrínsecos o extrínsecos. Los primeros son aquellos que se
deducen de la naturaleza y configuración del derecho en cuestión. Los segundos, los límites extrínsecos, son
aquellos que se deducen del ordenamiento jurídico, cuyo fundamento se encuentra en la necesidad de proteger
o preservar otros bienes, valores o derechos constitucionales. Es así que pueden ser restringidos o limitados
mediante ley.
Según lo ha señalado este Tribunal [Exp. Nº 1091-2002-HC], la libertad individual ‘En cuanto
derecho subjetivo, garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las personas, esto es, su
libertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o condenas arbitrarias. Los alcances de la
garantía dispensada a esta libertad comprende frente a cualquier supuesto de privación de la libertad
locomotora, independientemente de su origen, la autoridad o persona que la haya efectuado’ [...].
En función a este ensanchamiento del carácter y contenido del hábeas corpus, la doctrina ha
elaborado una tipología, de la cual resumidamente damos cuenta:

a) El hábeas corpus reparador: Dicha modalidad se utiliza cuando se produce la privación arbitraria o
ilegal de la libertad física como consecuencia de una orden policial; de un mandato judicial en
sentido lato –juez penal, civil, militar–; de una decisión de un particular sobre el internamiento de un
tercero en un centro psiquiátrico sin el previo proceso formal de interdicción civil; de una
negligencia penitenciaria cuando un condenado continúe en reclusión pese a haberse cumplido la
pena; por sanciones disciplinarias privativas de la libertad; etc. En puridad, el hábeas corpus
reparador representa la modalidad clásica o inicial destinada a promover la reposición de la libertad
de una persona indebidamente detenida.
b) El hábeas corpus restringido: Se emplea cuando la libertad física o de locomoción es objeto de
molestias, obstáculos, perturbaciones o incomodidades que, en los hechos, configuran una seria
restricción para su cabal ejercicio. Es decir, que, en tales casos, pese a no privarse de la libertad al
sujeto, ‘se le limita en menor grado’. Entre otros supuestos, cabe mencionar la prohibición de acceso
o circulación a determinados lugares; los seguimientos perturbatorios carentes de fundamento legal
y/o provenientes de órdenes dictadas por autoridades incompetentes; las reiteradas e injustificadas
citaciones policiales; las continuas retenciones por control migratorio o la vigilancia domiciliaria
arbitraria o injustificada, etc.
c) El hábeas corpus correctivo: Dicha modalidad, a su vez, es usada cuando se producen actos de
agravamiento ilegal o arbitrario respecto a las formas o condiciones en que se cumplen las penas
privativas de la libertad. Por ende, su fin es resguardar a la persona de tratamientos carentes de
razonabilidad y proporcionalidad, cuando se ha determinado cumplir un mandato de detención o de
pena. En efecto, en el caso Alejandro Rodríguez Medrano vs. la Presidencia del Instituto Nacional
Penitenciario y otro (Exp. Nº 726-2002-HC/TC), el Tribunal Constitucional señaló que: ‘Mediante
este medio procesal puede efectuarse el control constitucional de las condiciones en las que se
desarrolla la restricción del ejercicio de la libertad individual, en todos aquellos casos en que éste se
haya decretado judicialmente’. Así, procede ante la amenaza o acto lesivo del derecho a la vida, la
integridad física y psicológica, o del derecho a la salud de los reclusos o personas que se encuentran
bajo una especial relación de sujeción internados en establecimientos de tratamiento públicos o
privados (tal el caso de personas internadas en centros de rehabilitación y de menores, en internados
estudiantiles, etc.). Igualmente, es idóneo en los casos en que, por acción u omisión, importen
violación o amenaza del derecho al trato digno o se produzcan tratos inhumanos o degradantes. Es
también admisible la presentación de esta modalidad en los casos de arbitraria restricción del
derecho de visita familiar a los reclusos; de ilegitimidad del traslado de un recluso de un
establecimiento penitenciario a otro; y por la determinación penitenciaria de cohabitación en un
mismo ambiente de reos en cárcel de procesados y condenados.
d) El hábeas corpus preventivo: Éste podrá ser utilizado en los casos en que, no habiéndose concretado
la privación de la libertad, existe empero la amenaza cierta e inminente de que ello ocurra, con
vulneración de la Constitución o la ley de la materia. Al respecto, es requisito sine qua non de esta
modalidad que los actos destinados a la privación de la libertad se encuentran en proceso de
ejecución; por ende, la amenaza no debe ser conjetural ni presunta. En efecto, en el caso Patricia
Garrido Arcentales y otro contra el capitán PNP Henry Huertas (Exp. Nº 399-1996-HC/TC), el
Tribunal Constitucional precisó: ‘Que, en cuanto a las llamadas telefónicas a través de las cuales se
amenazaría con detener a los recurrentes, según afirman, este Tribunal considera que no se han dado
los supuestos para que se configure una situación que constituya amenaza a la libertad personal que
haga procedente la acción de Hábeas Corpus, es decir, tal y como lo consagra el artículo 4º de la Ley
Nº 25398, se necesita que ésta sea cierta y de inminente realización; se requiere que la amenaza sea
conocida como verdadera, segura e indubitable, que se manifieste con actos o palabras que no dejen
duda alguna de su ejecución y propósito e inminente y posible, esto es, que no deje duda sobre su
ejecución en un plazo inmediato y previsible’.
e) El hábeas corpus traslativo: Es empleado para denunciar mora en el proceso judicial u otras graves
violaciones al debido proceso o a la tutela judicial efectiva; es decir, cuando se mantenga
indebidamente la privación de la libertad de una persona o se demore la determinación jurisdiccional
que resuelva la situación personal de un detenido. César LANDA ARROYO (Teoría del Derecho
Procesal Constitucional, Palestra, Lima, 2003, p. 116) refiere que en este caso ‘se busca proteger la
libertad o la condición jurídica del status de la libertad de los procesados, afectados por las
burocracias judiciales [...]’. En efecto, en el caso Ernesto Fuentes Cano vs. Vigésimo Cuarto Juzgado
Penal de Lima (Exp. Nº 110-1999-HC/TC), el Tribunal Constitucional textualmente señaló lo
siguiente: ‘Que, el tercer párrafo del artículo 9º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, aprobado mediante Decreto Ley Nº 22128, dispone que toda persona detenida o presa a
causa de una infracción penal tiene derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta
en libertad y, en el caso de autos, se inicia el proceso en marzo de 1993, y en diciembre de 1997 se
encontraba en el estado de instrucción, por haber sido ampliada ésta; y el hecho de no haberse
completado la instrucción no justifica que se mantenga privada de su libertad a una persona que ya lo
había estado por más de veinte meses, no dándole cumplimiento así al artículo 137º del Código
Procesal Penal, en caso de efectivizarse esta nueva orden de captura.
f) El hábeas corpus instructivo: Esta modalidad podrá ser utilizada cuando no sea posible ubicar el
paradero de una persona detenida-desaparecida. Por consiguiente, la finalidad de su interposición es
no sólo garantizar la libertad y la integridad personal, sino, adicionalmente, asegurar el derecho a la
vida, y desterrar las prácticas de ocultamiento o indeterminación de los lugares de desaparición. En
efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Ernesto Castillo Páez vs.
República del Perú (párrafo 84 de la sentencia del 3 de noviembre de 1997), estableció lo siguiente:
‘Habiendo quedado demostrado como antes se dijo (supra, párrafo 71), que la detención del señor
Castillo Páez fue realizada por miembros de la Policía del Perú y que, por tanto, se encontraba bajo
la custodia de éste, la cual lo ocultó para que no fuera localizado, la Corte concluye que la ineficacia
del recurso de hábeas corpus es imputable al Estado, configurando con ello una violación del artículo
25º de la Convención en relación con el artículo 1.1’.
g) El hábeas corpus innovativo: Procede cuando, pese a haber cesado la amenaza o la violación de la
libertad personal, se solicita la intervención jurisdiccional con el objeto de que tales situaciones no se
repitan en el futuro, en el particular caso del accionante. Al respecto, Domingo GARCÍA BELAUNDE
(Constitución y Política, Eddili, Lima, 1991, p. 148), expresa que dicha acción de garantía ‘debe
interponerse contra la amenaza y la violación de este derecho, aun cuando éste ya hubiera sido
consumado’. Asimismo, César LANDA ARROYO (Tribunal Constitucional y Estado Democrático,
Editorial Palestra, Lima 2003, p. 193), acota que ‘... a pesar de haber cesado la violación de la
libertad individual, sería legítimo que se plantee un hábeas corpus innovativo, siempre que el
afectado no vea restringida a futuro su libertad y derechos conexos’.
h) El hábeas corpus conexo: Cabe utilizarse cuando se presentan situaciones no previstas en los tipos
anteriores. Tales como la restricción del derecho a ser asistido por un abogado defensor libremente
elegido desde que una persona es citada o detenida; o de ser obligado a prestar juramento; o
compelido a declarar o reconocer culpabilidad contra uno mismo, o contra el o la cónyuge, etc. Es
decir, si bien no hace referencia a la privación o restricción en sí de la libertad física o de la
locomoción, guarda, empero, un grado razonable de vínculo y enlace con éste. Adicionalmente,
permite que los derechos innominados –previstos en el artículo 3º de la Constitución– entroncados
con la libertad física o de locomoción, puedan ser resguardados.

Esta tipología ha sido elaborada de modo casuístico, en atención a la continua evolución que ha
experimentado este proceso constitucional, por lo que no puede ser tomada como un numerus clausus...”
(Expediente 2663-2003-HC/TC, Fundamentos Jurídicos 3, 4 y 6).

2. “Como ha señalado el Tribunal, detrás de la constitucionalización de procesos como el hábeas


corpus, el amparo o el hábeas data, nuestra Carta Magna ha reconocido el derecho (subjetivo-constitucional) a
la protección jurisdiccional de los derechos y libertades fundamentales (Caso Tineo Cabrera. Exp. Nº 1230-
2002-HC/TC). Un planteamiento en contrario conllevaría la vulneración del derecho a la tutela jurisdiccional
o derecho de acceso a la justicia reconocido por el artículo 139º, inciso 3), de la Constitución...” (Expediente
0010-2002-AI/TC, Fundamento Jurídico 35).

Acción de amparo
200º. Son garantías constitucionales:
 Proceso de Amparo
 Causales de 2) La Acción de Amparo, que procede contra el hecho
improcedencia del u omisión, por parte de cualquier autoridad,
proceso de amparo funcionario o persona, que vulnera o amenaza los
demás derechos reconocidos por la Constitución,
con excepción de los señalados en el inciso
siguiente.
No procede contra normas legales ni contra
Resoluciones Judiciales emanadas de
procedimiento regular.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente de este inciso es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la
Ley 26470 (12 de junio de 1995), que modifica la Constitución Política de Estado, en lo referido a las
Garantías Constitucionales.
El texto original de este inciso fue el siguiente:
“Inciso 2. La Acción de Amparo, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por la
Constitución. No procede contra normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de
procedimiento regular”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2, 3, 137, 165, 202 inc. 2.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 31 inc. b, 35 inc. 1.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 41 y ss., 45, 4ª DT.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Art. 41.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 295.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[A] diferencia de lo que sucede en otros países, en los que se ha tenido que apelar a la teoría de
la eficacia ‘indirecta’ de los derechos fundamentales y, a partir de allí, formalizar una construcción indirecta
de control constitucional por la vulneración de derechos entre privados, entre nosotros, el tópico ha sido
resuelto explícitamente por la misma Constitución, al preverse que los procesos constitucionales de la
libertad, como el amparo, no sólo pueden plantearse cuando los derechos resulten lesionados o amenazados de
lesionarse por actos u omisiones de parte de cualquiera de los poderes públicos, sino también, y en iguales
condiciones, si es que el agravio lo ocasiona cualquier ‘persona’ (art. 200º, inciso 2). El concepto ‘persona’,
en los términos que señala el inciso 2) del artículo 200º de la Constitución, engloba a cualquier particular,
independientemente de que a este se le haya encargado o no la prestación de un servicio público o que,
respecto a éste, el afectado se encuentre en una relación de subordinación. Los derechos constitucionales,
como antes se ha dicho, deben respetarse en las relaciones entre particulares y, en caso de que se abuse de
ellos o resulten vulnerados, las puertas del amparo están abiertas para que en esa sede se dispense la tutela
correspondiente.
Lo anterior, desde luego, no quiere decir, en primer lugar, que el amparo termine sustituyendo a los
procesos ordinarios y, en ese sentido, desde ahora pueda o deba entenderse que cualquier problema que se
plantee en el orden civil o, mejor aún, que sea regulado por el llamado derecho privado, pueda ser objeto, sin
más, de dilucidación en el seno del amparo constitucional. Evidentemente, ni este proceso ni ningún otro de
los que forman parte de la jurisdicción constitucional de la libertad, tienen por finalidad proteger cualquier
clase de derechos o intereses subjetivos, sino, solamente, aquellos que se han reconocido en la Norma
Suprema del Estado...” (Expediente 0410-2002-AA/TC, Fundamentos Jurídicos 7 y 8).
2. “No procede el amparo directo contra normas cuando se trata de normas heteroaplicativas, es
decir, que tienen su eficacia condicionada a la realización de actos posteriores de aplicación...” (Expediente
0830-2000-AA/TC, Fundamento Jurídico 2 literal b).
3. “Los siguientes son los criterios de procedencia de una demanda de amparo contra amparo,
considerados por el Tribunal Constitucional: a) sólo podrá operar en aquellos supuestos en que la violación al
debido proceso resulte manifiestamente evidente. En este caso la carga de la prueba se convierte en una
necesaria obligación del actor, ya que debe demostrar fehacientemente la inconstitucionalidad que afirma; b)
sólo ha de proceder cuando dentro de la acción de amparo que se cuestiona, se han agotado la totalidad de los
recursos que le franquea la ley al justiciable, necesarios como para que la violación a algún derecho
constitucional pueda ser evitada, y no obstante ello, el juzgador constitucional ha hecho caso omiso de los
mismos, lo que se condice con lo dispuesto por el artículo 10º de la Ley Nº 25398, Complementaria de la Ley
de Hábeas Corpus y Amparo; c) sólo debe centrarse en aspectos estrictamente formales del debido proceso,
excluyendo toda posibilidad de análisis sobre el fondo controvertido en el proceso constitucional cuestionado;
d) sólo ha de proceder contra sentencias constitucionales definitivas, siempre que aquellas no tengan carácter
favorable a la parte actora, ya que de lo contrario se contravendría el principio de la inmutabilidad de la cosa
juzgada; y, e) sólo ha de proceder cuando se trate de resoluciones emitidas en procesos constitucionales
provenientes del Poder Judicial y no del Tribunal Constitucional, toda vez que éste es el Intérprete Supremo
de la Constitución y se pronuncia sobre los procesos constitucionales de defensa de derechos amenazados o
vulnerados, por lo que deviene en imposible que sus resoluciones sean inconstitucionales...” (Expediente
0200-2002-AA/TC, Fundamento Jurídico 2).

Hábeas data
 Proceso
Data
de Hábeas 200º. Son garantías constitucionales:

3) La Acción de Hábeas Data, que procede contra el


hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza los
derechos a que se refiere el artículo 2º, incisos 5) y
6) de la Constitución.

(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

El texto vigente de este inciso es conforme a la modificación establecida por el Artículo Único de la
Ley 26470 (12 de junio de 1995), que modifica la Constitución Política de Estado, en lo referido a las
Garantías Constitucionales.
El texto original de este inciso fue el siguiente:
“Inciso 3. La Acción de Hábeas Data, que procede contra el hecho u omisión, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos a que se refiere el artículo
2º, incisos 5, 6 y 7 de la Constitución”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 4, 2 inc. 5, 2 inc. 6, 2 inc. 7, 17, 31, 97, 202 inc. 2.
Código Civil: Arts. 14-17.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 31 inc. b.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 41 y ss., 45, 4ª DT.
Ley de Hábeas Data y Acción Popular: Art. 1.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[La] Acción de Hábeas Data es una garantía constitucional que procede contra el hecho u
omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos a
solicitar sin expresión de causa la información que se requiera, salvo aquéllas que afecten la intimidad
personal, y cuando los servicios informáticos en general no suministren informaciones que afecten la
intimidad personal y familiar... Que, en el presente caso es necesario relievar lo preceptuado por el artículo 3º
de la Ley Nº 26301 de Hábeas Data y Acción de Cumplimiento, que permite aplicar en forma supletoria todas
las disposiciones que se refieran a la Acción de Amparo, con excepción del artículo 11º de la Ley Nº 23506.
En base a ello, resulta igualmente pertinente explicar que el artículo 37º de la citada Ley Nº 23506, que se
refiere a la causal de caducidad, indica que dicha causal se produce si el interesado no interpone la demanda
dentro del plazo de sesenta días hábiles contados a partir de la fecha en que se produjo la afectación...”
(Expediente 0301-1998-HD/TC, Fundamentos Jurídicos 1 y 2).
2. “[La] Acción de Hábeas Data procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona que vulnera o amenaza los derechos a que se refiere el artículo 2º, incisos 5) y 6) de la
Constitución Política del Perú...” (Expediente 0301-1998-HD/TC, Fundamentos Jurídicos 1 y 2).
Acción de inconstitucionalidad
200º. Son garantías constitucionales:
 Proceso de
Inconstitucionalidad 4) La Acción de Inconstitucionalidad, que procede
contra las normas que tienen rango de ley: leyes,
decretos legislativos, decretos de urgencia,
tratados, reglamentos del Congreso, normas
regionales de carácter general y ordenanzas
municipales que contravengan la Constitución en la
forma o en el fondo.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 38, 103, 202 inc. 1, 203, 204.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 80 inc. 2.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 20 y ss.
D. S. 032-2001-JUS: Passim.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 298.1 y 299.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] Tribunal Constitucional considera que los Decretos Leyes constituyen un fenómeno sui
géneris, ya que son producto de la violación de las normas sobre producción jurídica señalada en la
Constitución; y mantienen relación con la vida jurídica sólo por las razones expuestas al fundamentar la teoría
de la continuidad. En el caso particular de los Decretos Leyes impugnados, la singularidad del problema, más
allá de su origen (antes analizado), se centra en la ‘convalidación’ efectuada por la Ley Constitucional de 9 de
enero de 1993 y sus alcances. A juicio del Tribunal Constitucional, tal ‘convalidación’ no debe entenderse en
el sentido de que su contenido haya quedado ‘constitucionalizado’ ni que no se pueda intentar reforma
legislativa sobre ellas una vez disuelto el CCD, o, a su turno, que hayan quedado inmunes a un control
posterior. No sólo porque ese no es el sentido del artículo 2º de la referida Ley Constitucional, sino también
porque tales Decretos Leyes deben considerarse como actos con jerarquía de ley y, por lo tanto, susceptibles
de ser modificados o derogados por otras de su mismo valor y rango; y, por ende, sujetos al control de la
constitucionalidad...” (Expediente 0010-2002-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 6 y 7).
2. “[Si] bien este Colegiado asume, que no es imposible demandar la inconstitucionalidad por
omisión legislativa proveniente de los Poderes Públicos, ya que a la Constitución no solo se le transgrede por
lo que se hace, sino por lo que se deja de hacer, también entiende, que ello solo es viable o procedente, de
acuerdo al tipo de norma programática cuya exigibilidad se invoque, descartándose dentro de tal contexto las
de tipo económico, como se dijo, por no ser materia de análisis en sede jurisdiccional...” (Expediente 0083-
1992-AA/TC, Fundamento Jurídico 4).

Acción popular
200º. Son garantías constitucionales:
 Proceso de Acción
Popular 5) La Acción Popular, que procede, por infracción de la
Constitución y de la ley, contra los reglamentos,
normas administrativas y resoluciones y decretos
de carácter general, cualquiera sea la autoridad de
la que emanen.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 74, 104, 118 inc. 8, 118 inc. 19, 123 inc. 3, 125 inc. 2, 135 y 137.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 31 inc. b.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 295.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[Mediante] la presente acción se pretende cuestionar la validez constitucional del Decreto


Supremo Nº 095-96-EF, debido a que no se identifica ningún acto concreto contra el cual ésta se dirija... Que
la facultad de inaplicar una norma por ser incompatible con la Constitución, no puede hacerse en forma
abstracta sino como resultado de la existencia de una situación concreta de hechos que, en el caso de autos, no
ha sido cuestionada... Que, por lo antes mencionado, para el caso de autos, la acción pertinente era una Acción
Popular, que conforme al artículo 200º inciso 5) de la Constitución Política del Estado, procede contra los
reglamentos, normas administrativas, resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera sea la autoridad
de la que emanen, por infracción de la Constitución y de la ley...” (Expediente 0084-1998-AA/TC,
Fundamentos Jurídicos 1, 2 y 3).

Acción de cumplimiento
200º. Son garantías constitucionales:
 Proceso de
Cumplimiento 6) La Acción de Cumplimiento, que procede contra
cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar
una norma legal o un acto administrativo, sin
perjuicio de las responsabilidades de ley.
LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE
Constitución: Arts. 38, 39, 96, 97, 202 inc. 2.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 31 inc. b.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Arts. 41 y ss., 45, 4ª DT.
Ley de Hábeas Data y Acción Popular: Art. 4.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “El inciso 6) del artículo 200º de la Constitución establece que la acción de cumplimiento procede
contra cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar una norma legal o un acto administrativo, sin
perjuicio de las responsabilidades de ley. En ese sentido, la controversia en el proceso constitucional de
cumplimiento se deriva esencialmente de la inactividad, omisión o renuencia por parte de los órganos de
Administración Pública a cumplir los mandatos imperativos establecidos en una ley o un acto administrativo.
Desde esta perspectiva, puede decirse que el proceso constitucional tiene por objeto que los actos de
cumplimiento obligatorio impuestos por una norma legal o un acto administrativo, que no sean cumplidos por
los órganos de la Administración Pública, por su omisión o inactividad material, sean acatados...” (Expediente
2391-2003-AC/TC, Fundamentos Jurídicos 2 y 3).
2. “El inciso 6) del artículo 200º de la Constitución Política vigente establece que la acción de
cumplimiento es una garantía constitucional que procede contra cualquier autoridad o funcionario renuente a
acatar una norma legal o en un acto administrativo. Tal mandato debe ser de obligatorio cumplimiento e
incondicional y, tratándose de uno condicional, debe acreditarse que se han satisfecho las condiciones para
que adquiera carácter imperativo; asimismo, debe tratarse de un mandato cierto o líquido, es decir, susceptible
de inferirse indubitablemente de la ley o del acto administrativo que lo contiene y, en lo que al caso se refiere,
que se encuentre vigente...” (Expediente 2387-2003-AC/TC, Fundamento Jurídico 2).
3. “[El] objeto de la Acción de Cumplimiento es preservar la eficacia de las normas con rango de ley,
así como de los actos administrativos emanados de la administración pública que funcionarios o autoridades
se encuentren renuentes a acatar...” (Expediente 0027-1997-AC/TC, Fundamento Jurídico 1).

 Actuación del órgano jurisdiccional durante el régimen


de excepción
 Regulación de los
procesos y efectos de
la declaración de
inconstitucionalidad:
Reserva de ley
orgánica
 Los procesos
constitucionales en
los regímenes de
excepción Una ley orgánica regula el ejercicio de estas
garantías y los efectos de la declaración de
inconstitucionalidad o regímenes de excepción a que se refiere el artículo 137º
ilegalidad de las de la Constitución.
normas. Cuando se interponen acciones de esta naturaleza
El ejercicio de las en relación con derechos restringidos o suspendidos, el
acciones de hábeas órgano jurisdiccional competente examina la
corpus y de amparo no razonabilidad y la proporcionalidad del acto restrictivo.
se suspende durante la
vigencia de los
No corresponde al juez cuestionar la declaración del
estado de emergencia ni de sitio.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 24.a, 2 inc. 24.b, 106, 137, 200 inc. 1, 200 inc. 2, 204.
Ley 24150: Passim.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1965 a 2003, 2005 a 2010, 2318, 2320, 2323, 2327 y 2518.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Como todo derecho fundamental, el de la libertad personal tampoco es un derecho absoluto, pues
como establecen los ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo 2º de la Constitución, aparte de ser regulados,
pueden ser restringidos o limitados mediante ley. Ningún derecho fundamental, en efecto, puede considerarse
ilimitado en su ejercicio. Los límites que a éstos se puedan establecer pueden ser intrínsecos o extrínsecos.
Los primeros son aquellos que se deducen de la naturaleza y configuración del derecho en cuestión. Los
segundos, los límites extrínsecos, son aquellos que se deducen del ordenamiento jurídico, cuyo fundamento se
encuentra en la necesidad de proteger o preservar otros bienes, valores o derechos constitucionales...”
(Expediente 1091-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico 5).

Tribunal Constitucional
 Competencia de la elección
 Tribunal  Limitación para los jueces y fiscales
Constitucional
 Autonomía e
independencia
 Composición
 Requisitos para ser
magistrado del
Tribunal
Constitucional
 Inmunidad e


incompatibilidades.
Prohibición de
201º. El Tribunal Constitucional es el órgano de
reelección inmediata control de la Constitución. Es autónomo e
 Mecanismo de independiente. Se compone de siete miembros elegidos
elección por cinco años.
Para ser miembro del de las mismas prerrogativas que los congresistas. Les
Tribunal Constitucional, alcanzan las mismas incompatibilidades. No hay
se exigen los mismos reelección inmediata.
requisitos que para ser Los miembros del Tribunal Constitucional son elegidos
vocal de la Corte por el Congreso de la República con el voto favorable
Suprema. Los miembros de los dos tercios del número legal de sus miembros.
del Tribunal
No pueden ser elegidos magistrados del Tribunal
Constitucional gozan de
Constitucional los jueces o fiscales que no han dejado
la misma inmunidad y
el cargo con un año de anticipación.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 39, 91 inc. 2, 93, 99, 147, 202 y 204.
Reglamento del Congreso: Art. 6.
Código Civil: Arts. 1366, 1368
Código Procesal Penal: Art. 208.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Arts. 1, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14, 15.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 80 inc. 5.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Arts. 1, 6, 7, 8, 9, 11.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.1.c.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.2.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.c.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 296 y 297.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] artículo 201º de la Constitución, al establecer que el Tribunal es el ‘órgano de control de la


Constitución’, no es contradicho directa ni indirectamente por el art. 4º de la Ley 26435, porque esta norma
revela más bien, que esa misión de ‘control’ debe efectuarse mediante la votación calificada que ella dispone.
Tampoco contraviene la autonomía e independencia del Tribunal, porque éste debe cumplir su función dentro
del marco de su propia ley, aprobada por el Congreso, conforme lo dispone el art. 106º de la misma
Constitución, que deja al ámbito de la ley orgánica la regulación de la estructura y el funcionamiento de las
entidades del Estado previstas en la Constitución; no pudiendo por consiguiente el Tribunal dejar de
cumplirla, sin colocarse al margen de ella. Tampoco podría establecer un régimen diferente sin modificar la
ley o sin elaborar otra, atribución que evidentemente sólo corresponde al Congreso, de acuerdo a lo dispuesto
en el art. 102º, inciso 1º de la Norma Fundamental...” (Expediente 0005-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico
4).
2. “En el tercer fundamento, signado con el número 4), se pretende, en síntesis, que este TC sólo
puede actuar dentro del marco de su Ley Orgánica, aparentemente olvidando que dicha norma, lo mismo que
todas las leyes, orgánicas o no, están sujetas, por expreso mandato de los artículos 201 y concordantes de la
Carta Política, al control constitucional de este Tribunal...” (Expediente 0005-1996-AI/TC, Voto singular
conjunto de los Magistrados Aguirre Roca, Rey Terry y Revoredo, Fundamento Jurídico 5).
3. “[Si] el artículo 201º de la Constitución ha previsto que la composición del Tribunal
Constitucional es de siete Magistrados y su quorum de funcionamiento de seis de sus integrantes, conforme el
artículo 4º de su Ley Orgánica Nº 26435 (vigente en dichos términos al momento de presentarse los hechos),
el que haya existido una resolución suscrita, empero, solo por tres de ellos, más allá de lo que puede opinar
este Colegiado sobre tal tema, no puede privar al Congreso de la República de merituar semejante
circunstancia como un acto de típica infracción, pues sus decisiones dentro de tal extremo, correctas o
incorrectas, solo a tal órgano incumben, sin que el mismo Tribunal Constitucional, pueda oficiar de instancia
final en tal caso a menos que exista trasgresión a la razonabilidad en la decisión, hipótesis que como ya se ha
dicho, ha quedado descartada...” (Expediente 0340-1998-AA/TC, Fundamento Jurídico 12).

Funciones del Tribunal Constitucional


 Atribuciones del
Tribunal


Constitucional
Conoce en instancia 202º. Corresponde al Tribunal Constitucional:
única del proceso de
inconstitucionalidad 1. Conocer, en instancia única, la acción de
 Conoce en instancia inconstitucionalidad.
definitiva las
resoluciones
denegatorias en los 2. Conocer, en última y definitiva instancia, las
procesos de tutela de resoluciones denegatorias de hábeas corpus,
derechos amparo, hábeas data, y acción de cumplimiento.
 Conoce de los
conflictos de
competencias o 3. Conocer los conflictos de competencia, o de
atribuciones atribuciones asignadas por la Constitución,
conforme a ley.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Inciso 1
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 2.
Inciso 2
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 2, 11ª DT.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Art. 41.
Inciso 3
Código Civil: Art. X.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 80 inc. 2.
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional: Art. 21.
Ley Orgánica de Elecciones: Art. 15.
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley 26435): Art. 2. 11ª DT.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 298.

DIARIO DE LOS DEBATES


Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Concordante con lo dicho, no se puede omitir que el pronunciamiento que expide un Tribunal
Constitucional al declarar la inconstitucionalidad de una norma debe ser la última ratio a la que él tenga que
acudir, como consecuencia de no haber hallado forma alguna de interpretar la norma cuestionada de
conformidad con la Constitución, ya que su decisión no es equiparable a una simple decisión de coyuntura,
sino como una medida de hondas repercusiones para el ordenamiento jurídico, que habrá de sufrir una
agresión por la expulsión de la norma inválida merced a los propios efectos del fallo sobre la vida política y
jurídica de la Nación...” (Expediente 0005-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 5).

Personas facultades para interponer acción de inconstitucionalidad

 Legitimación activa en
el Proceso de
Inconstitucionalidad
203º. Están facultados para interponer acción
 Presidente de la de inconstitucionalidad:
República 1. El Presidente de la República;
 Fiscal de la Nación
 Defensor del Pueblo 2. El Fiscal de la Nación;
 25% del número legal 3. El Defensor del Pueblo;
de congresistas
 5,000 ciudadanos 4. El veinticinco por ciento del número legal de
 Presidentes de Región o congresistas;
alcaldes provinciales
 Colegios profesionales
5. Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por
el Jurado Nacional de Elecciones. Si la norma es
una ordenanza municipal, está facultado para
impugnarla el uno por ciento de los ciudadanos del
respectivo ámbito territorial, siempre que este
porcentaje no exceda del número de firmas
anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo
de Coordinación Regional, o los alcaldes
provinciales con acuerdo de su Concejo, en
materias de su competencia;
7. Los colegios profesionales, en materias de su
especialidad.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 20, 35, 53, 90, 110, 158, 161, 191 y 194.
Código Civil: Art. III.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Art. 80.
Ley Orgánica del Ministerio Público: Art. 66 inc. 1.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 25.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 8.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.3.

ANTECEDENTES
Constitución de 1979: Art. 299.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Que, de conformidad con el inciso 7) del artículo 203 de la Constitución Política del Estado y el
inciso 7) del artículo 25 de la Ley Nº 26435, Orgánica del Tribunal Constitucional (en adelante, LOTC), los
colegios profesionales están facultados para interponer la demanda de inconstitucionalidad contra una ley o
una norma con rango de ley... [Si] bien el proceso de inconstitucionalidad de las leyes es un proceso de
carácter objetivo de defensa de la Constitución, tratándose de un colegio profesional, además de ese interés de
defender objetivamente la Norma Suprema, es preciso que se sustente que la norma impugnada contiene una
materia de especialidad del colegio profesional recurrente, conforme se deriva del inciso 7) del artículo 203 de
la Constitución, concordante con el inciso 7) del artículo 25 de la LOTC...” (Expediente 0019-2004-AI/TC,
Considerandos 1 y 4).
2. “Que el artículo 25º de la Ley Nº 26435 establece quiénes están facultados para interponer Acción
de inconstitucionalidad, no encontrándose entre éstos la Junta Directiva de una o más organizaciones
sindicales, sino que están legitimados, entre otros, cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el
Jurado Nacional de Elecciones, lo que no ha ocurrido en autos, toda vez que la Acción de Inconstitucionalidad
ha sido presentada por personas jurídicas no legitimadas para ello...” (Expediente 0003-2000-AI/TC,
Considerando 2).

Sentencias del Tribunal Constitucional


 Publicidad y efectos
de la sentencia que
declara
inconstitucional una 204º. La sentencia del Tribunal que declara la
norma inconstitucionalidad de una norma se publica en el
 Prohibición de efectos
retroactivos de la diario oficial. Al día siguiente de la publicación, dicha
sentencia norma queda sin efecto.
No tiene efecto retroactivo la sentencia del Tribunal
que declara inconstitucional, en todo o en parte, una
norma legal.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 103, 200 inc. 4, 202, 203, 200 inc. 4, 205.
Código Civil: Art. III.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Arts. 300 y 302.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “El artículo 204º de la Norma Fundamental, como se sabe, concretiza uno de los muchos alcances
en los que se materializa el principio de seguridad jurídica en el ámbito de la jurisdicción constitucional. En
efecto, toda declaración de inconstitucionalidad de una disposición legislativa, supone una ‘agresión’ al
ordenamiento jurídico, en la medida que sus efectos se traducen, prima facie, en privar de regulación una
materia determinada, durante cuya vigencia, y a su amparo, se practicaron una serie de actos jurídicos. De ahí
que entre la disyuntiva de otorgarle efectos retroactivos a las sentencias de inconstitucionalidad [y, por tanto,
la posibilidad de que se declaren nulos los actos realizados o practicados a su amparo], y la de concederle
efectos pro futuro [y, de ese modo, dejar a salvo los actos practicados al amparo de las disposiciones legales
declaradas inconstitucionales], la Constitución de 1993, como en su momento lo hizo la Constitución de 1979,
ha dispuesto que la sentencia que declara la inconstitucionalidad de una ley no tiene efectos retroactivos,
salvo los casos de leyes tributarias y de contenido penal, cuyos alcances están regulados por los artículos 74º
y 103º de la Constitución, así como por el segundo párrafo del artículo 36º de la LOTC, respectivamente...”
(Expediente 0005-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 18).

Derecho de recurrir a tribunales y organizaciones internacionales

 Jurisdicción
Supranacional 205º. Agotada la jurisdicción interna, quien se
considere lesionado en los derechos que la
Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u
organismos internacionales constituidos según
tratados o convenios de los que el Perú es parte.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 32, 37, 55 a 57, 102.3, 118 inc. 1, 118 inc. 11, 140, 143, 200 y 4ª DFT.
Ley Orgánica del Poder Judicial: Arts. 80, 154.
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 39.

TRATADOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 44-47.

ANTECEDENTES

Constitución de 1979: Art. 305.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2318, 2320, 2323 y 2327.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “Que a tenor del artículo 59º de la Ley Nº 26435, Orgánica del Tribunal Constitucional, contra las
sentencias de este Colegiado no cabe recurso alguno, pues agota la jurisdicción interna. Que, conforme lo
establece el artículo 205º de la Constitución Política del Estado, agotada la jurisdicción interna, quien
considere lesionados los derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u organismos
internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte...” (Expediente 1315-2002-
AA/TC, Considerandos 1 y 2).
TÍTULO VI
DE LA REFORMA DE
LA CONSTITUCIÓN

Reforma constitucional
 Reforma
Constitucional
 Aprobación por el
Congreso por mayoría 206º. Toda reforma constitucional debe ser
absoluta y referéndum aprobada por el Congreso con mayoría absoluta del
 Aprobación por el
Congreso en dos número legal de sus miembros, y ratificada mediante
legislaturas ordinarias referéndum. Puede omitirse el referéndum cuando el
 Prohibición de acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas
observación de la ley
de reforma
ordinarias sucesivas con una votación favorable, en
 Iniciativa de reforma cada caso, superior a los dos tercios del número legal
constitucional de congresistas. La ley de reforma constitucional no
 Requisitos puede ser observada por el Presidente de la República.
La iniciativa de reforma constitucional corresponde al
Presidente de la República, con aprobación del Consejo
de Ministros; a los congresistas; y a un número de
ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento
(0.3%) de la población electoral, con firmas
comprobadas por la autoridad electoral
.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 17, 31, 32 inc. 1, 57, 79, 101 inc. 4, 104, 107, 108, 125 y 126.
Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos: Arts. 17-19, 39 inc. a.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 1 y 2.


Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 2.2.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Art. 2.2.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Art. 236.


Constitución de 1979: Art. 306.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2010 a 2020.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


1. “El artículo 206º de la Constitución regula el poder de reforma de la Constitución, condicionando
su ejercicio a la observancia de su procedimiento. A saber, que ésta deba ser aprobada por el Congreso con la
mayoría absoluta del número legal de sus miembros y, posteriormente, se someta a referéndum. O, que se
puede omitir el referéndum, siempre que el acuerdo del Congreso se obtenga en dos legislaturas ordinarias
sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de
congresistas. En cualquiera de los supuestos, la ley de reforma constitucional no puede ser observada por el
Presidente de la República. De esta forma, el artículo 206º de la Constitución ha encargado la competencia
(jurídica) de reformar la Constitución a dos poderes constituidos: Por un lado, en calidad de sujeto titular de la
competencia, al Congreso de la República, quien la podrá llevar adelante por sí solo en la medida que la
reforma se apruebe en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior
a los dos tercios del número legal de miembros del Congreso; y, de otro, el pueblo, quien se expresa mediante
referéndum...” (Expediente 0014-2002-AI/TC, Fundamentos Jurídicos 84 y 85).
DISPOSICIONES FINALES
Y TRANSITORIAS

Respeto de los derechos adquiridos por pensionistas


Primera. Los nuevos regímenes sociales
obligatorios, que sobre materia de pensiones de los
trabajadores públicos, se establezcan, no afectan los
derechos legalmente obtenidos, en particular el
correspondiente a los regímenes de los decretos leyes
19990 y 20530 y sus modificatorias.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

En la Sesión del Pleno del Congreso de la República de fecha 26 de mayo de 2004 se aprobó una Ley
de reforma constitucional relativa a esta Disposición. De aprobarse nuevamente la reforma en la próxima
Legislatura, el texto de esta disposición sería el siguiente:
“Primera.- Declárese cerrado definitivamente el régimen pensionario del Decreto Ley Nº 20530. En
consecuencia a partir de la entrada en vigencia de esta reforma Constitucional:

1. No están permitidas las nuevas incorporaciones o reincorporaciones al régimen pensionario del


Decreto Ley Nº 20530.
2. Los trabajadores que, perteneciendo a dicho régimen, no hayan cumplido con los requisitos para
obtener la pensión correspondiente, deberán optar entre el Sistema Nacional de Pensiones o el Sistema
Privado de Administradoras de Fondos de Pensiones.

Por razones de interés social, las nuevas reglas pensionarias establecidas por Ley se aplicarán
inmediatamente a los trabajadores y pensionistas de los regímenes pensionarios a cargo del Estado, según
corresponda. No se podrá prever en ellas la nivelación de las pensiones con las remuneraciones, ni la
reducción del importe de las pensiones que sean inferiores a una Unidad Impositiva Tributaria.
La ley dispondrá la aplicación progresiva de topes a las pensiones que excedan de una Unidad
Impositiva Tributaria.
El ahorro presupuestal que provenga de la aplicación de nuevas reglas pensionarias será destinado
a incrementar las pensiones más bajas, conforme a ley.
Las modificaciones que se introduzcan en los regímenes pensionarios actuales, así como los nuevos
regímenes pensionarios que se establezcan en el futuro deberán regirse por los criterios de sostenibilidad
financiera y no nivelación.
Autorícese a la entidad competente del Gobierno Nacional a iniciar las acciones legales
correspondientes para que se declare la nulidad de las pensiones obtenidas ilegalmente, salvo los casos
definidos por sentencias con carácter de cosa juzgada que se hayan pronunciado expresamente sobre el
fondo del asunto o que las respectivas acciones hubieran prescrito”.
Pago y reajuste de pensiones
 Pago y reajuste de Segunda. El Estado garantiza el pago oportuno y el
pensiones que reajuste periódico de las pensiones que administra, con
administra el Estado
arreglo a las previsiones presupuestarias que éste
destine para tales efectos, y a las posibilidades de la
economía. nacional

Prohibición de acumular servicios prestados en la actividad pública y privada


 Prohibición de
acumular servicios
prestados en la Tercera. En tanto subsistan regímenes
actividad pública y
diferenciados de trabajo entre la actividad privada y la
privada
pública, en ningún caso y por ningún concepto pueden
acumularse servicios prestados bajo ambos regímenes.
Es nulo todo acto o resolución en contrario.

Interpretación de los derechos y libertades conforme a la Declaración Universal de


Derechos Humanos y los Tratados
Cuarta. Las normas relativas a los derechos y a
 Interpretación de los las libertades que la Constitución reconoce se
derechos interpretan de conformidad con la Declaración Universal
fundamentales
de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificados
por el Perú.

Alternativa de las elecciones municipales y presidenciales


Quinta. Las elecciones municipales se alternan
 Alternancia de las con las generales de modo que aquéllas se realizan a
elecciones generales mitad del período presidencial, conforme a ley. Para el
con las municipales
efecto, el mandato de los alcaldes y regidores que sean
elegidos en las dos próximas elecciones municipales
durará tres y cuatro años respectivamente.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 191.

Conclusión del mandato de alcaldes y regidores elegidos en 1993


 Fin del mandato de alcaldes y regidores elegidos en 1993
Sexta. Los elegidos en el proceso electoral de 1993 y sus
elecciones complementarias concluyen su mandato el
alcaldes y regidores
31 de diciembre de 1995.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 191.

Distrito Único

 Elecciones
Distrito Unico
por
Séptima. El primer proceso de elecciones
generales que se realice a partir de la vigencia de la
presente Constitución, en tanto se desarrolla el proceso
de descentralización, se efectúa por distrito único.

Leyes de desarrollo constitucional


 Leyes de Desarrollo
Constitucional
 Prioridades Octava. Las disposiciones de la Constitución que
 Normas sobre lo requieran son materia de leyes de desarrollo
descentralización
 Normas para eliminar constitucional.
progresivamente los Tienen prioridad:
monopolios legales
1. Las normas de descentralización y, entre ellas, las
que permitan tener nuevas autoridades elegidas a
más tardar en 1995. Y
2. Las relativas a los mecanismos y al proceso para
eliminar progresivamente los monopolios legales
otorgados en las concesiones y licencias de
servicios. públicos

Renovación de miembros del JNE conforme a la nueva Constitución

 Renovación de
miembros del Jurado Novena. La renovación de los miembros del
Nacional de Jurado Nacional de Elecciones, instalado conforme a
Elecciones
esta Constitución, se inicia con los elegidos por el
Colegio de Abogados de Lima y por las Facultades de
Derecho de las universidades públicas.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones: DCU.

Integración de los antiguos registros civiles al RENIEC


 Oficinas, funcionarios y servidores que se integran en el
RENIEC
las oficinas, los funcionarios y servidores del Registro
Civil de los gobiernos locales y los del Registro
Décima. La ley Electoral se integran al Registro Nacional de
establece el modo como Identificación y Estado Civil.

Aplicación progresiva de gastos públicos

 Aplicación
progresiva de
disposiciones
constitucionales Undécima. Las disposiciones de la Constitución que
que generen exijan nuevos o mayores gastos públicos se aplican
nuevos o mayores
gastos progresivamente.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Ley de Hábeas Corpus y Amparo: Art. 25.

Organización política departamental


Duodécima. La organización política
 Organización Política departamental de la República comprende los
Departamental departamentos siguientes: Amazonas, Ancash,
Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco,
Huancavelica, Huánuco, Ica, Junín, La Libertad,
Lambayeque, Lima, Loreto, Madre de Dios, Moquegua,
Pasco, Piura, Puno, San Martín, Tacna, Tumbes, Ucayali;
y la Provincia Constitucional del Callao.

Jurisdicción de los Consejos Transitorios de Administración Regional


Decimotercera. Mientras no se constituyan las
 Consejos Transitorios Regiones y hasta que se elija a sus presidentes de
de Administración acuerdo con esta Constitución, el Poder Ejecutivo
Regional
determina la jurisdicción de los Consejos Transitorios
de Administración Regional actualmente en funciones,
según el área de cada uno de los departamentos
establecidos en el país.

Entrada en vigencia de la Constitución


 Vigencia de la Decimocuarta. La presente Constitución, una vez
Constitución aprobada por el Congreso Constituyente Democrático,
entra en vigencia, conforme al resultado del referéndum
regulado mediante ley constitucional.
Disposiciones no aplicables al CCD

 Disposiciones no
aplicables al Congreso
Constituyente
Democrático Decimoquinta. Las disposiciones contenidas en
la presente Constitución, referidas a número de
congresistas, duración del mandato legislativo, y
Comisión Permanente, no se aplican para el Congreso
Constituyente Democrático.

Sustitución de la Constitución de 1979


 Sustitución de la
Constitución de Decimosexta. Promulgada la presente
1979 Constitución, sustituye a la del año 1979.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 20, 22 a 24, 55, 61, 73, 79, 90, 91, 101, 112, 119, 179, 183, 190, 191 y 205.

TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Arts. 2 y 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 1, 2 y 25.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Arts. 1, 2 y 25.

ANTECEDENTES

Constitución de 1933: Arts. 33, 42, 44, 55, 89, 98, 123.12, 139, 142, 143, 154.20, 166 y 188.
Constitución de 1979: Arts. 33, 42, 43, 45, 101, 115, 128, 199, 164, 171, 172, 185, 205, 213, 259, 261,
287 y 305.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 1789 a 1830, 1831 a 1877, 1879 a 1963, 2035 a 2078, 2318, 2327, 2330, 2333, 2334,
2337, 2343 a 2345, 2349, 2351, 2352, 2357 a 2360, 2370, 2379, 2385 a 2388, 2397, 2569 y 2570.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “En cualquier caso, ya se trate de una Disposición Final o de una Disposición Transitoria, al
Tribunal no le cabe la menor duda de que éstas constituyen auténticas disposiciones constitucionales, que
tienen fuerza vinculante y, por ello, integran el parámetro de control en cualesquiera de los procesos
constitucionales...” (Expediente 0005-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 21).
2. “Una correcta interpretación de tal disposición no puede ser otra que la de consagrar, a nivel
constitucional, los derechos adquiridos en materia pensionaria por los pensionistas sujetos a los regímenes de
los Decretos Leyes 19990 y 20530, entendiéndose por derechos adquiridos ‘aquellos que han entrado en
nuestro dominio, que hacen parte de él, y de los cuales ya no puede privarnos aquel de quien los tenemos’...”
(Expediente 0008-1996-AI/TC, Fundamento Jurídico 15).“...De conformidad con la Cuarta Disposición Final
y Transitoria de la Constitución, los derechos constitucionales deben interpretarse dentro del contexto de los
tratados internacionales suscritos por el Estado peruano en la materia. Según esta norma, estos tratados
constituyen parámetro de interpretación de los derechos reconocidos por la Constitución, lo que implica que
los conceptos, alcances y ámbitos de protección explicitados en dichos tratados, constituyen parámetros que
deben contribuir, de ser el caso, al momento de interpretar un derecho constitucional. Todo ello, claro está, sin
perjuicio de la aplicación directa que el tratado internacional supone debido a que forma parte del
ordenamiento peruano...” (Expediente 1124-2001-AA/TC, Considerando 9).
3. “... Una interpretación de las disposiciones constitucionales involucradas con el tema del
monopolio, a partir del principio de unidad, impide a este Tribunal Constitucional considerar que exista, como
se ha denunciado, una ‘antinomia’ entre el artículo 61º de la Constitución y la segunda fracción de su Octava
Disposición Final.
Mediante la primera de las disposiciones constitucionales, en efecto, se ha previsto, como regla
general, y en lo que ahora interesa, que “ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer
monopolios”, mientras que con la segunda fracción de la VIII Disposición Final y Transitoria de la
Constitución, que existe prioridad en el dictado de leyes ‘relativas a los mecanismos y al proceso para
eliminar progresivamente los monopolios legales otorgados en las concesiones y licencias de servicios
públicos’...” (Expediente 0005-2003-AI/TC, Fundamento Jurídico 24).
4. “[Considera] este Colegiado que en aplicación de las Disposiciones Primera y Undécima de la
Constitución Política del Perú y de la Cuarta Disposición Transitoria del Decreto Ley Nº 20530, debe
legislarse sobre el monto de las pensiones, a fin de que no existan abismales diferencias en la cuantía de las
mismas y sin perjuicio de disponer el pago de los tributos que la ley imponga. Asimismo, estima de su deber
formular un llamado para que, de conformidad con los Principios Constitucionales respectivos, se revise y
perfeccione el sistema de la Seguridad Social, teniendo en cuenta los artículos I y XVI de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948...” (Expediente 0189-2002-AA/TC, Fundamento
Jurídico 20).
DISPOSICIONES
TRANSITORIAS ESPECIALES

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

Disposiciones Transitorias Especiales incorporadas por el Artículo 2º de la Ley 27365 (05 de


noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000.

Culminación del cargo del Presidente y de los congresistas elegidos en el año 2000

 Mandato del
Presidente y Primera. El Presidente y los Vicepresidentes de la
vicepresidentes República elegidos en las Elecciones Generales de
elegidos el año 2000
2000, concluirán su mandato el 28 de julio de 2001. Los
congresistas elegidos en el mismo proceso electoral
culminarán su representación el 26 de julio de 2001. No
son de aplicación para ellos, por excepción, los plazos
establecidos en los Artículos 90º y 112º de la
Constitución Política.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

Esta Disposición Transitoria Especial fue incorporada por el Artículo 2º de la Ley 27365 (05 de
noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000

Disposición para el proceso electoral del año 2001


 Distribución de los
escaños para Lima
Provincias Segunda. Para efectos del proceso electoral que se
realice en el 2001, el plazo previsto en el primer párrafo
del Artículo 91º de la Constitución será de cuatro
meses.
(Ver nota de actualización).

NOTA DE ACTUALIZACIÓN

Esta Disposición Transitoria Especial fue incorporada por el Artículo 2º de la Ley 27365 (05 de
noviembre de 2000), Ley de Reforma Constitucional que elimina la reelección presidencial inmediata y
modifica la duración del mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos en
las Elecciones Generales de 2000.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 90, 91, 111 y 112.
TRATADOS INTERNACIONALES

Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 23.


Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 21.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Art. 25.
Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes: Art. 6.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1. “[El] Presidente que asume el mando con arreglo a una Constitución que impide la reelección,
adquiere el derecho a la reelección, si una regla posterior la autoriza. De modo, pues, que si bien
la condición de “casado”, en un caso, y de “presidente”, en el otro, fueron válidamente
adquiridas según las leyes imperantes al momento de su nacimiento, el contenido de los
derechos se rige por las leyes vigentes en el futuro. Es por esto que el Ing. Fujimori Fujimori
pudo ser reelegido en el año de 1995...” (Expediente 0002-1996-AI/TC, Fundamento adicional
del voto, concordante con el de la mayoría, que también suscribe, del doctor Manuel Aguirre
Roca).

 Distribución de los
escaños para Lima
Provincias Tercera.- El Jurado Nacional de Elecciones (JNE)
distribuye los escaños en cantidad de cuatro para Lima
Provincias sin afectar la distribución nacional existente
y los seis escaños restantes conforme a ley.”

[Disposición incorporada por el Artículo Único de la Ley N° 29402, publicada el 8 de septiembre de


2009. La citada reforma constitucional entra en vigencia para el proceso electoral del año 2011].
DECLARACIÓN
EL CONGRESO
CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO

DECLARA que el Perú, país del hemisferio austral, vinculado a la Antártida por costas
que se proyectan hacia ella, así como por factores ecológicos y antecedentes
históricos, y conforme con los derechos y obligaciones que tiene como parte consultiva
del Tratado Antártico, propicia la conservación de la Antártida como una Zona de Paz
dedicada a la investigación científica, y la vigencia de un régimen internacional que, sin
desmedro de los derechos que corresponden a la Nación, promueva en beneficio de
toda la humanidad la racional y equitativa explotación de los recursos de la Antártida, y
asegure la protección y conservación del ecosistema de dicho Continente.

NOTA INFORMATIVA SOBRE LA ANTÁRTIDA

El Perú se adhirió al Tratado Antártico el 10 de abril de 1981, durante la XI Reunión Consultiva de


Buenos Aires. En esa oportunidad reconoció al Tratado Antártico como el único instrumento jurídico válido y
creador de derecho internacional sobre la Antártida, sujetándose a sus disposiciones sobre no reclamo
territorial. Fue reconocido como Parte Consultiva del Tratado Antártico el 9 de octubre de 1989.
Por Ley Nº 27870 se reestructuró la CONAAN constituyéndola en el Instituto Antártico Peruano
(INANPE), como un organismo descentralizado con personería jurídica de derecho público interno y
autonomía científica, técnica, funcional, económica y administrativa, dependiente sectorialmente del
Ministerio de Relaciones Exteriores.
El artículo I del Tratado Antártico señala: “La Antártida se utilizará exclusivamente con fines
pacíficos. Se prohíbe entre otras, toda medida de carácter militar, tal como el establecimiento de bases y
fortificaciones militares, la realización de maniobras militares, así como los ensayos de todo tipo de armas. El
presente Tratado no impedirá el empleo de personal o equipo militares para investigaciones científicas o para
cualquier otro fin pacífico”.

LEGISLACIÓN NACIONAL CONCORDANTE


Constitución: Arts. 2 inc. 11, 44, 54, 55, 102.7, 118 inc. 15, 165 y 189.

TRATADOS INTERNACIONALES

Tratado Antártico: Arts. 1 y ss.

ANTECEDENTES

Sin antecedentes.

DIARIO DE LOS DEBATES

Tomo III: páginas 2020 a 2034.


CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO
JAIME YOSHIYAMA
Presidente

Comisión de Constitución
CARLOS TORRES Y TORRES LARA
Presidente
ENRIQUE CHIRINOS SOTO
Vicepresidente

BARBA CABALLERO, JOSÉ


CÁCERES VELÁSQUEZ, ROGER
CHÁVEZ COSSIO, MARTHA
FERNÁNDEZ ARCE, CÉSAR
FERRERO COSTA, CARLOS
FLORES NANO, LOURDES
JOY WAY ROJAS, VÍCTOR
MARCENARO FRERS, RICARDO
MATSUDA NISHIMURA, SAMUEL
OLIVERA VEGA, FERNANDO
PEASE GARCIA, HENRY
VÍLCHEZ MALPICA, PEDRO

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