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Abstract. – The early years of Ponce de León in the New World are poorly documented,
as well as his background in his native León. We hardly have news of his first master,
Pedro Núñez de Guzmán, who enjoyed high profile at the Spanish Court of the early six-
teenth century. The friendship between Guzmán and frey Nicolás de Ovando, the third
Spanish governor of Española Island, proved to be decisive in Ponce´s career and trust
by the authorities.
1
Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, Juan Pé-
rez de Tudela (ed.), tomo I (Madrid 1992), XVI, 2, p. 90. Para el estado de la cuestión y
la opinión de la historiografía sobre este particular, véase lo escrito por la historiadora
puertorriqueña Dra. Isabel Gutiérrez del Arroyo. Salvador Brau, La Colonización de
Puerto Rico, Isabel Gutiérrez del Arroyo (ed.) (5. ed., San Juan de Puerto Rico 1981),
pp. 29–30, n. 3.
2
Esta opinión fue sostenida primero por Alberto y Arturo García Carraffa, Enci-
clopedia heráldica y genealógica hispanoamericana, tomo 71 (Madrid 1954), p. 73.
Posteriormente, la siguió con nuevos argumentos Manuel Ballesteros Gaibrois, La Idea
Colonial de Ponce de León (San Juan de Puerto Rico 1960), pp. 31–33.
3
Sobre la documentación de la armada de Ovando, véase la única biografía cientí-
fica escrita hasta la fecha sobre el comendador de Lares: Úrsula Lamb, Frey Nicolás de
Ovando. Gobernador de las Indias (1501–1509) (Madrid 1956), pp. 103-105. Monseñor
Murga aportó en contra de la tesis de que Ponce estuviera en el pasaje de la dicha arma-
da el que entre los papeles del erudito Fernando Belmonte no figura referencia alguna a
éste, habiendo tenido la oportunidad de ver y resumir el legajo extraviado del Archivo
General de Indias donde estaba el rol. Vicente Murga Sanz, Juan Ponce de León. Fun-
dador y Primer Gobernador del Pueblo Puertorriqueño, Descubridor de la Florida y del
Estrecho de Bahamas (San Juan de Puerto Rico 1971), pp. 26 y 31.
4
Murga, Juan Ponce (nota 3), p. 26.
5
Fernández de Oviedo, Historia General (nota 1), p. 91.
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Frey Pedro Núñez de Guzmán había sido distinguido por los Reyes
Católicos por real provisión de 20 de septiembre de 1502 con la tenen-
cia de los palacios de León. Tanto los méritos de su padre, tesorero
real de los reyes, como su esclarecido linaje leonés le hicieron mere-
cedor del cargo.6 Cabe explicar las especiales circunstancias de su
nombramiento, como el resaltar los probados lazos de fidelidad que le
unían al Rey Católico. Fue el propio rey don Fernando quien, después
de la muerte de su esposa la reina Isabel, nombró a don Pedro clavero
de Calatrava, ayo y gobernador de la Casa del infante don Fernando,
quien se había quedado en España con sus abuelos cuando su madre
doña Juana había partido para Flandes.
Al morir Felipe el Hermoso, el infante Fernando se encontraba en
el castillo de Simancas, donde don Diego de Guevara y don Felipe
Daula intentaron prenderle y tomarle en su poder. Fueron el fiel clave-
ro de Calatrava y su hermano, el obispo de Catania, quienes salvaron
al infante al dar aviso a la Chancillería de Valladolid. Protegido por los
oidores, el hijo menor de la reina doña Juana fue conducido a Valla-
dolid a buen recaudo. Doña Juana dispuso que lo llevaran junto a ella
a Hornillos. En julio de 1508 su abuelo, el Rey Católico, lo llevó con-
sigo a Andalucía, siempre acompañado de su ayo. Don Fernando
redactó testamento en Burgos el 2 de mayo de 1512, por el cual le
dejaba a su nieto castellano la gobernación de los reinos castellanos y
los tres maestrazgos militares. El viejo rey sentía un enorme cariño por
el joven infante, velando por su educación tal como en el pasado había
velado por la de su hijo. Don Pedro Núñez no podía cumplir mejor con
sus obligaciones: el archiduque don Fernando iba creciendo, mostran-
do una gran inteligencia, madurez precoz y juicio raros para su edad.
Cuando el Rey Católico murió en Madrigalejo en 1516 testó de nuevo
y modificó el anterior testamento. Le dejaba a Fernando rentas en el
Reino de Nápoles, de que al fin y al cabo no podían desprenderle por
pertenecer a la Corona de Aragón, y debido a la poca edad de su nieto
favorito dejaba la gobernación de los reinos y los maestrazgos a don
Carlos. Esta modificación era el producto de las grandes presiones que
había recibido el Rey Católico en los últimos años, al igual que su pro-
fundo deseo de evitar una guerra civil.
Precisamente, Galíndez de Carvajal recuerda que, harto de dichas
impertinencias, don Fernando había dicho sobre la misión del cardenal
6
Archivo General de Simancas (AGS), Cámara de Castilla, 140–154.
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9
Galíndez de Carvajal, Anales (nota 7), p. 564.
10
En una carta al Rey Afortunado de su embajador Juan Mendes de Vasconçelos,
con fecha en Logroño, por la noche, a 7 de septiembre de 1512, el ministro lusitano re-
lató el contenido de una conversación con el Rey Católico. Mendes se quejó de una ar-
mada que se temía era con destino a Malaca. Don Fernando le desengañó y le explicó
que aquellas naos se armaban por la Casa de Contratación en Sevilla para ir a descubrir
a las Indias. Añadió lo siguiente: “[...] e que o que me disera do desejo que tinha de ser
demarcar todo, de maneira que nûca Portugal e Castela tevesem nhû debate, me tornava
agora a dizer, e que eu escrevese a V. A., que V. A. cuidase em algû caminho pera como
isto se podese fazer, e que ele por sua parte o cuidaria, e que folgaria muito de se achar,
porqe´le, por ser velho, devia de viver poucos dias, que neses esperaba em Deus que nû-
ca ouvese, rompimento mas que iria muito descansado se ficase tudo tâo craro que seus
netos, e todos os que deles viesem, nâo tivesem nûca causa de romper, e que com isto
folgaria muito [...]” Martín Fernández de Navarrete, Viajes de los españoles a la costa
de Paria (Madrid 1937), p. 174.
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11
Galíndez de Carvajal, Anales (nota 7), p. 562. Prudencio de Sandoval, Historia
del Emperador Carlos V, tomo I (Madrid 1846), p. 235. Justa de la Villa, “Fernando I,
rey de Bohemia y de Hungría, emperador de Alemania”: Germán Bleiberg (dir.), Dic-
cionario de Historia de España, tomo II (Madrid 1968), p. 85.
12
Juan M. Carretero Zamora, “La Concordia de Blois de 1509 y los acuerdos para
la gobernación de Castilla”: Actas del Congreso Hernán Cortés y su tiempo. V Centena-
rio (1485–1985) (Mérida 1987), p. 534.
13
Agustín Redondo, Antonio de Guevara (1480?–1545) et l´Espagne de son temps:
de la carrière officielle aux oevres politico-morales (Ginebra 1976), pp. 109–115. En
1518 el aislamiento del infante queda ilustrado en la corta carta que envió el marqués de
Aguilar al rey don Carlos, con fecha de 21 de abril de 1518. “Muy Poderoso Catholico
Rey y Señor. El señor Ynfante durmió aquy en Sotillo esta noche pasada y va muy bue-
no loado Nuestro Señor, y va oy a dormir quatro leguas de aquy a vn lugar que se llama
Espinosa, la maior congoxa que lleua es la soledad que siente con la absençia de Vues-
tra Alteza y en esto todos le tenemos conpañia plega a Nuestro Señor de dar a Vuestra
Majestad mucha vida y salud para que todos le podamos seruir, cada dia haré un mensa-
jero a Vuestra Alteza haziéndole saber como va el Señor Ynfante porque se que Vuestra
Alteza se holgará dello.” AGS, Estado, 6, 88.
Cisneros había escrito a Diego López de Ayala, su enlace próximo a Chiévres, al po-
co de morir el Rey Católico: “Que luego quel Rey Catolico murio, yo fuy a Guadalupe
solamente por poner recabdo en lo que toica al Infante don Hernando, porque no ovyese
algunas revueltas y alteraciones en estos reynos, que en otros tiempos ha avido sobre
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a Chièvres, gran canciller, por medio de una creencia cifrada que con-
fió a Diego López de Ayala, acusando al clavero de Calatrava y sus
hermanos de ser los instigadores de alborotos y rumores entorno a la
persona del infante. El cardenal de España aconsejaba cesar a los cria-
dos de don Fernando, sustituyéndoles por personas de mayor recaudo.
A principios de septiembre de 1517 el rey mandó desde Flandes que
Cisneros cambiara la Casa de su hermano, entregándola a M. Laxao y
a don Diego de Guevara. Con nocturnidad Cisneros cumplió la real
orden, echando fuera de la villa de Aranda a don Suero de Águila,
caballerizo del infante; a fray Álvaro Osorio; al obispo de Catania y
hermano del clavero, don Diego Ramírez de Guzmán; y al propio don
Pedro Núñez de Guzmán. Así, en medio de un tumulto popular y de
las iras del infante, que fue sacado de la cama, Cisneros lo entregó a
los flamencos, separándolo de los suyos.14
El alejamiento del infante don Fernando de la Corte castellana sig-
nificó igualmente la dispersión de sus más leales servidores. La caída
en desgracia de don Pedro – y el virtual destierro del infante – es
recordada por Francesillo de Zúñiga en su famosa Crónica, en los
siguientes cínicos términos:
“El Rey partió de Valladolid y llegó a Aranda de Duero de allí envió al ilustrísimo
señor Infante, don Fernando su hermano, a Alemaña, y dioles los ducados de Austria
y Tirol y Brabante. Y tomaron residencia a Pero Núñez de Guzmán, caballero de
Calatrava, su ayo, en qué había gastado las despensas que el Rey nuestro señor daba
al dicho Infante; y hallose que lo más del tiempo le daba a comer arroz sin grasa y
gallinas viejas y fruta no madura y que demás desto no le tenía dada comisión para
que diese a ninguna persona nada, si no fuese cualquier jubón raído o gorra comen-
zada a raerse; y que si caballo quisiese darle, que fuese con 4 cuartos como casa.
Y desto el Rey con enojo mandó dar al dicho ayo 21.000 de juro al quitar; y no 15
semejante cosa, y que despues de aca no he de osar apartarme un solo dia ni quitarle de
mi mesma posada ni convenia hacer otra cosa, porque no han faltado personas con otros
pensamientos muy al reves de lo que convenya al servicio de Su Alteza [...]” Carretero,
“La Concordia de Blois” (nota 12), p. 535. Así premió don Carlos a Cisneros por sus
grandes servicios.
14
Eloy Díaz-Jiménez y Molleda, Historia de los Comuneros de León y de su in-
fluencia en el movimiento general de Castilla (Madrid 1916), pp. 74–78. Considérese la
afrenta que se hacía a Guzmanes y a Osorios – y a toda la ciudad de León – ya que Ra-
miro Núñez de Guzmán, hermano del clavero y del obispo de Catania, era regidor de
León, hombre del más preclaro linaje de aquella antigua ciudad y reino, y gozaba de
gran reputación entre los suyos desde que regresara en 1486 de Portugal. No resulta sor-
prendente que don Ramiro se convirtiera en el adalid de la comunidad en tierra.
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días pasados, el Rey mandó al Clavero quitar el dicho juro. Y este Clavero parecía
gamo doliente o padre de confesión.”15
15
Françesillo de Zúñiga, Crónica burlesca del Emperador Carlos V, Diane Pamp de
Avalle-Arce (ed.) (Barcelona 1981), pp. 76, 175 y 192.
16
AGS, Cámara de Castilla, 131, 101.
17
Demetrio Ramos Pérez, La fundación de Venezuela. Ampiés y Coro, una singula-
ridad Histórica (Valladolid/Coro 1978), pp. 104–105.
18
Era el alcalde mayor de la Española nombrado por frey Nicolás de Ovando.
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19
Ernest Belenguer, Fernando el Católico (3. ed., Barcelona 2001), p. 397.
20
Rades, Chrónica (nota 8), pp. 84r–84v. Carrillo había sido el candidato que los re-
yes habían pensado apropiado para sustituir a Colón en la gobernación de las Indias. Ca-
rrillo fue quien recomendó a Bobadilla en su lugar. El comendador de Auñón fue el nue-
vo gobernador que envió a Colón cargado de cadenas a Castilla.
21
Philippe Josserand, “Les ordres militaires et le service curial dans le royaume de
Castille (1252–1369)”: Les serviteurs de l´État au Moyen Age (París 1999), pp. 74–83.
22
Amalia Prieto Cantero, Patronato Real, Archivo General de Simancas, Catálogo V,
tomo II (Valladolid 1949), p. 140.
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Santiago a aquel rey marcaron una pauta y fueron fiel reflejo de la tra-
dición antedicha.23 Fernando V nombró a incondicionales para ocupar
los maestrazgos de Santiago y de Calatrava. Concretamente, en el caso
de Calatrava, nombró en 1482 a Garci López de Padilla, quien hasta
entonces había ocupado la Clavería de la Orden.24 Cuando murió el
maestre de Calatrava en 1487, los reyes enviaron al Capítulo General
de la Orden una bula del papa Inocencio VIII por la cual éste se reser-
vaba la provisión de los maestrazgos cuando vacaren, prohibiendo la
elección de nuevos maestres por parte de los comendadores, caballe-
ros y clérigos de la Orden.25 Luego, el Sumo Pontífice concedió a Fer-
nando y a Isabel la administración de la Orden de Calatrava.26 El ca-
mino recorrido por los reyes ya había sido desbrozado por su primo
Joâo II de Portugal reformando las Órdenes militares del vecino reino,
poniéndolas bajo el control de la Corona.27
23
María Pilar Sánchez-Parra (ed.), Crónica anónima del reinado de Enrique IV de
Castilla 1454–1474, tomo II (Madrid 1991), pp. 273–276, 343–345, 358–368 y 394.
24
Rades, Chrónica (nota 8), p. 81v.
25
Luis Suárez Fernández, Los Trastámara y los Reyes Católicos. Historia de Espa-
ña, tomo 7 (Madrid 1985), p. 307. Rades, Chrónica (nota 8), pp. 69–73, 82v–83.
26
István Szászdi León-Borja, “La Corona y las Órdenes Militares: los Comendado-
res Gobernadores de Yndias”: Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Historia
XVI–XVII, 49–52 (San Juan de Puerto Rico 1996), pp. 127–128.
27
Ibidem, pp. 127–131. En Castilla se siguió de cerca la reforma de las Órdenes por-
tuguesas y el tratamiento que El-Rei les otorgó en las Cortes de Évora de 1481. Copias
de los Capítulos de Defensa de tales llegaron a Castilla, donde sirvieron para la medita-
ción de los monarcas que los tuvieron de precedente. Manuela Mendonça, D. Joâo II
(Lisboa 1991), pp. 219–220, 243–244.
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30
Lamb, Frey Nicolás de Ovando (nota 3), p. 131. Fray Bartolomé de las Casas,
Historia de las Indias, Juan Pérez de Tudela/Emilio López Oto (eds.), tomo II (Madrid
1961), pp. 43 y 113.
31
Don Juan había nacido en 1478. Ramón Ezquerra, “Juan, príncipe don”: Diccio-
nario de Historia de España, tomo II (Madrid. 1968), p. 85.
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“Estos eran: el dicho don Sancho de Castilla, que por su edad e loable ancianidad era
el primero. El otro era Pero Nuñez de Guzman, que despues fue clauero de Calatraua
e murio comendador mayor de aquella Orden, e despues que nascio el serenissimo
infante don Fernando, ques agora rrey de los Romanos e Ungria e Bohemia (tio de
V.A.) fue ayo e le crió.”32
32
Gonzalo Fernández de Oviedo, Libro de la Cámara Real del Príncipe don Juan
(Madrid 1870), p. 15.
33
Ibidem, p. 16. Decía el duque de Maura que los caballeros “ancianos” de don Juan
no habían alcanzado los cincuenta años. Duque de Maura, El Príncipe que murió de
amor (Madrid 1944), p. 150.
34
Fernández de Oviedo, Libro de la Cámara (nota 32), p. 73.
35
Ibidem, p. 59.
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36
No he podido comprobarlo, pero guardo la casi certeza que Santervás perteneció
a los señoríos de los Guzmán, cerca de Sahagún. Santervás pertenece a la provincia de
Valladolid desde el siglo XIX, partido de Villalón.
37
Fiel reflejos de esta realidad son las escasísimas noticias que ofrece el duque de
Maura sobre este importante personaje. Duque de Maura, El Príncipe (nota 33), p. 205.
38
Esteban Mira Caballos, Nicolás de Ovando y los orígenes del sistema colonial es-
pañol 1502–1509 (Santo Domingo 2000), p. 102.
39
La insurrección taína del Higüey está perfectamente explicada en la carta que es-
cribieron varios padres de las Órdenes de Santo Domingo y de San Francisco, residentes
en la Isla Española a Mr. de Xevres el 4 de junio de 1518 (los dominicos fray Pedro de
Córdoba, fray Tomás de Berlanga, fray Juan de Távira y fray Antonio de Montesinos, en-
tre otros; y los franciscanos fray Tomás Ansanus, fray Laterano de Beaurepaire, además
de fray Valón). Mientras duró la construcción de la fortaleza de Santo Domingo sobre el
Ozama, los cristianos procuraron cazabe – el pan de la tierra – en el pueblo del Higüey,
que era “la primera tierra viniendo de Castilla”, de la Isla Española, pues el cacique te-
nía muchas labranzas de yuca. Enviaron un capitán, llamado Salamanca, en una carabe-
la para cargar allí el dicho cazabe. El dicho capitán llevaba un mastín adiestrado para en-
perrar indios. El animal – por accidente – destripó al cacique que murió a los tres días.
Entonces los indios echaron a Salamanca y se alzaron. Fray Vicente Rubio O.P., “Fray
Pedro de Córdoba, padre de los dominicos de América”: Casas Reales 18 (Santo Do-
mingo 1988), pp. 81–82.
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40
Murga, Juan Ponce (nota 3), p. 27. Frank Moya Pons, Después de Colón. Traba-
jo, sociedad y política en la economía del oro (Madrid 1986), p. 34, n. 26.
41
Ádám Szászdi Nagy, Los guías de Guanahaní y la llegada de Pinzón a Puerto
Rico (Valladolid 1995), pp. 87–122. Aurelio Tió, Nuevas fuentes para la Historia de
Puerto Rico (Barcelona 1961), p. 136.
42
Así lo testificó Francisco Rodríguez en la probanza de méritos de Juan González
Ponce de León. Tió, Nuevas fuentes (nota 41), pp. 67, 167; Szászdi, Los guías (nota 41),
p. 124.
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43
Szászdi, Los guías (nota 41), pp. 124–125.
44
No en balde Brau intuyó hace un siglo que “pudo Juan Ponce ser desafecto de
Colón”. Brau, La Colonización (nota 1), p. 94.
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45
István Szászdi León-Borja, “Los Continos de don Cristóbal Colón”: Universidad
Nacional de Educación a Distancia (ed.), Espacio, Tiempo y Forma. Revista de la Fa-
cultad de Geografía e Historia. Estudios en Memoria del Profesor Antonio Antelo Igle-
sias. Historia Medieval (Madrid 2000), pp. 414–415.
46
Juan Pérez de Tudela et al. (ed.), Colección Documental del Descubrimiento
(1470–1506), tomo III (Madrid 1994), p. 2122.
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47
Un Francisco Troche era por 1498 “familiar” del cardenal de Valencia, es decir, el
equivalente de contino de Cesar Borja. El rey Fernando pidió al cardenal que Troche re-
nunciara a un derecho que el papa le habría proveído sobre el monasterio benedictino
castellano de San Loal del Pinar por muerte de micer Esteban de Portillo. Antonio de la
Torre, Documentos sobre las Relaciones Internacionales de los Reyes Católicos, tomo
VI (Barcelona 1966), pp. 107–108. Sí había continos reales en la familia Troche. Uno de
ellos se llamaba Diego Troche, “Contino de Sus Magestades”, quien en compañía del
contino del presidente del Consejo Real, Francisco de Saavedra, y de Sebastián Rodrí-
guez Hernán Ximénes, procurador de causas en el Consejo de Indias, fue apoderado de
su deudo García Troche en 1540. Así consta en el otorgamiento y la sustitución de po-
deres que hizo el doctor Iohan Ximénez de Monreal, vecino de Olmedo, en calidad de
apoderado de García Troche, vecino y regidor de la ciudad de San Juan de Puerto Rico.
Tió, Nuevas fuentes (nota 41), p. 437.
Diego Troche, vecino de Olmedo, tiene su sepultura en la iglesia mudéjar de San An-
drés de aquella villa, junto al arco mayor, al lado de la Epístola. Don Diego Troche y su
mujer doña María de la Palma habían fundado su mayorazgo en 1561. Pilar Matama-
la/Jesús Urrea, La nobleza y su patronato artístico en Olmedo (Valladolid 1998), pp. 15
y 95–97. Monreales, Velázquez y Saavedras eran parientes de los Troche naturales de
Olmedo.
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Murga, Juan Ponce (nota 3), pp. 251–253.
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