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Dilogos del alma

Revista Por Sergio Sinay | Para LA NACION Mail: sergiosinay@gmail.com |

Amores de novela
Cmo pueden algunos tener un amante por aos, vivir en la mentira y faltar al amor y la lealtad? Y si los amantes se enamoran? Graciela Robledo RE: El amor feliz no tiene historia. Slo el amor novelesco, escondido, amenazado y condenado ha recibido loas, cantos y leyendas en nuestra cultura. Esta sagaz observacin del filsofo y escritor suizo Denis de Rougemont (1906-1985) en su ya clsico El

amor y Occidente, uno de los ms sensibles y profundos tratados sobre el tema, se verifica una y otra vez en las
historias que proponen el cine, la televisin, la literatura y tambin en la observacin de la vida y los seres que nos rodean. Se exalta la pasin por sobre el amor, dice Rougemont, y nueve de cada diez veces aquella se manifiesta como adulterio. Cabe agregar que la pasin es un componente incidental del amor, pero no son sinnimos. La pasin exalta, pero no compromete. El amor real, s. El filsofo Sam Keen describe el compromiso (en Amar y ser amado) como un delicado lazo que atraviesa la distancia y comienza a arraigarnos juntos. Es un punto de llegada al cabo de un camino de planes mutuos, a veces arduo y del que incluso en algn momento queremos desertar. Es un trabajo diario de actos de amor. El compromiso llega, anota Keen, cuando dos personas desarrollan, una respecto de la otra, un profundo conocimiento, empata y atencin. Parece obvio que esto requiere presencia, lealtad, sinceridad. Y coraje. Las historias dobles o paralelas nacen impedidas, por naturaleza, de llegar a este puerto. Desde que el espacio y el tiempo son condicionantes esenciales de la experiencia humana, quienes estn en dos lugares seguramente no estn en ninguno. Se escinden entre la comodidad y la seguridad (o el temor) por una parte, y la ilusin por la otra. Los amantes creen amarse, dice Rougemont, pero en verdad aman una sensacin. Y para que sta persista necesitan la ausencia del otro, la imposibilidad, no su presencia. No aman al otro como es, sino como lo suean. Y, tampoco aman a quien engaan (aunque a veces expongan curiosos argumentos para negar que sea as). El verdadero amor pide responsabilidad. Tomar decisiones, elegir y responder a las consecuencias.

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