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Todo liderazgo se expresa en un líder que educa, instruye y guía a sus seguidores al
objetivo trazado para el bien común. En nuestro país, un líder político es aquel cuyos
únicos seguidores son los miembros del partido al que pertenece. Es aquel que tiene
dinero o puede bien conseguirlo con facilidad para hacer campaña. Es aquel que ocupa
una alta posición en el gobierno o la ha desempeñando anteriormente. Es aquel que
conduce a su grupo siempre y cuando haya beneficios para ellos (incluyéndose). Es
aquel que reparte dinero, comida y juguetes un tiempo antes de la celebración de los
comicios electorales.
El líder político de hoy día, necesita una identidad transparente apoyada en valores e
ideas, credibilidad, visión, un proyecto político real y, como no, ese elemento innato
llamado carisma. Un líder autentico es aquel que tiene conciencia de que su misión se
engrandece mas cuando sirve mas y sobre todo aquel que se arriesga por su gente y por
su compromiso con la patria. Después de todo esto, sigo preguntando: De los posibles
aspirantes que vemos en el escenario político dominicano, ¿hay alguno que reúna estas
distintivas? Lamentablemente por más que busquemos y pensemos, no hay. Y es que
no solo es el líder. Recordemos que para que exista uno es indispensable que exista un
grupo, y ambas partes deben estar involucradas, deben sentirse compenetradas y unidas
para poder lograr el fin colectivo.
Este tema, sin opacar los actuales de los problemas de la energía eléctrica, corrupción,
huelgas y demás, requiere de mucha atención ya que esta crisis de credibilidad y falta de
confianza de los actores políticos dominicanos nos puede sumergir aún más en el
abismo en el que nos encontramos y en el que, no queriendo ser pesimista, se prevé nos
veremos en el 2012. ¿Y quién podrá defendernos?