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Ojal que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan para que no las puedas convertir en cristal. Ojal que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo. Ojal que la luna pueda salir sin ti. Ojal que la tierra no te bese los pasos. Ojal se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojal pase algo que te borre de pronto: una luz cegadora, un disparo de nieve, ojal por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre en todos los segundos, en todas las visiones: ojal que no pueda tocarte ni en canciones. Ojal que la aurora no d gritos que caigan en mi espalda. Ojal que tu nombre se le olvide a esa voz. Ojal las paredes no retengan tu ruido de camino cansado. Ojal que el deseo se vaya tras de ti, a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Amada, en esta noche t te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso; y tu pena me ha dicho que Jess ha llorado, y que hay un viernes santo ms dulce que ese beso. En esta noche clara que tanto me has mirado, la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso. En esta noche de setiembre se ha oficiado mi segunda cada y el ms humano beso. Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos; se ir secando a pausas nuestra excelsa amargura; y habrn tocado a sombra nuestros labios difuntos. Y ya no habr reproches en tus ojos benditos; ni volver a ofenderte. Y en una sepultura los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.