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Ojal de Silvio Rodrguez.

Ojal que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan para que no las puedas convertir en cristal. Ojal que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo. Ojal que la luna pueda salir sin ti. Ojal que la tierra no te bese los pasos. Ojal se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojal pase algo que te borre de pronto: una luz cegadora, un disparo de nieve, ojal por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre en todos los segundos, en todas las visiones: ojal que no pueda tocarte ni en canciones. Ojal que la aurora no d gritos que caigan en mi espalda. Ojal que tu nombre se le olvide a esa voz. Ojal las paredes no retengan tu ruido de camino cansado. Ojal que el deseo se vaya tras de ti, a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Pablo Neruda El viento en la isla


El viento es un caballo: yelo cmo corre por el mar, por el cielo. Quiere llevarme: escucha cmo recorre el mundo para llevarme lejos. Escndeme en tus brazos por esta noche sola, mientras la lluvia rompe contra el mar y la tierra su boca innumerable. Escucha como el viento me llama galopando para llevarme lejos. Con tu frente en mi frente, con tu boca en mi boca, atados nuestros cuerpos al amor que nos quema, deja que el viento pase sin que pueda llevarme. Deja que el viento corra coronado de espuma, que me llame y me busque galopando en la sombra, mientras yo, sumergido bajo tus grandes ojos, por esta noche sola descansar, amor mo.

Csar Vallejo El poeta a su amada

Amada, en esta noche t te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso; y tu pena me ha dicho que Jess ha llorado, y que hay un viernes santo ms dulce que ese beso. En esta noche clara que tanto me has mirado, la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso. En esta noche de setiembre se ha oficiado mi segunda cada y el ms humano beso. Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos; se ir secando a pausas nuestra excelsa amargura; y habrn tocado a sombra nuestros labios difuntos. Y ya no habr reproches en tus ojos benditos; ni volver a ofenderte. Y en una sepultura los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

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