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IDEAL | | VIVIR 59

LUNES, 10 DE AGOSTO DE 2009

RELAT DE AGOSTO ILUSTRACIÓN:


ANTONIO
POR MANUEL GUTIÉRREZ CASTILLO MESAMADERO

A Los bosques que aún


quella tarde lo llamó Tor-
cuato, el jefe de redacción,
y le encargó un artículo
sobre la vida moderna
para el dominical. Tercual Bír-
secri tecleó ‘la vida moderna’ en

no conocemos
Google. Una entrada le atrajo:
el video musical ‘La vida moder-
na’, de La Habitación Roja. El
soniquete y la letra le engancha-
ron. El artículo fue coser y can-
tar. Tarareó la canción y en hora
y media había redactado una
crónica redonda. «¡Torcuato fli-
paría con elefantes de colores!».
Días después, Tercual se
despertó sobresaltado:
La vida moderna
es nuestra condena,
las prisas, las penas,
y los pisos de treinta.
Deberíamos dejarnos
de chapuzas y de inventos,
y perdernos por los bosques
que aún no conocemos.
Aquellos versos no le deja-
ban pegar ojo:
y perdernos por los bosques…
que aún no conocemos…

Tercual Bírsecri sabía que


aquel enigma era una metáfora.
Don Antonio, el maestro de Len-
gua, les había enseñado lo im-
portante que era ese concepto.
Sólo tendría que desentrañar el
término real.
y perdernos por los bosques…
que aún no conocemos…
Eran las cuatro de la mañana y
necesitaba dormir. Contar ove-
jitas no le dio resultado, así que
contó elefantes de colores…

y perdernos por los…


Se durmió profundamente y
se vio a sí mismo, en parvulitos,
recitando:
‘Recuerdo infantil’
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía como páramo. Berreó el desper- nas en la sala, pero no se las oye. De pronto, descubrió que rramos a ellos.
de lluvia tras los cristales. tador. Intentó dormirse otra vez, Están en sus libros. A veces se él, Tercual Bírsecri, no había
con la intención de reanudar el mueven entre las hojas, como hecho otra cosa en su vida, que Tercual Bírsecri se sintió di-
Gracias a doña Anita, memo- sueño, pero fue imposible. hombres que duermen y se dan eso, estar perdido en esos bos- choso y afortunado porque sus
rizó muchísimos poemas. En- Pasó el día como buenamen- la vuelta entre dos sueños. ¡Ah, ques, los bosques que aún no padres, sus maestros y amigos
tonces no conocía el significado te pudo. Deseaba volver a su qué bien se está entre hombres conocemos. Que se había per- le habían llevado a las puertas
de palabras como parda o mo- casa, cenar y meterse en la que leen!». Tercual Bírsecri, dido en muchísimos, pero que de esos bosques y él libremen-
notonía, ni quiénes eran Anto- cama. Contó elefantes de colo- cuando iba a una biblioteca, eran muchos más los que que- te había decidido perderse para
nio Machado; ni Rafael Alberti res… cayó abismalmente y re- quería experimentar ese estar daban, y que perderse en ellos siempre en ellos. Los lectores
(El mar. La mar.); ni Federico tomó su ensueño. no estando. era lo verdaderamente intere- somos aventureros perdidos en
García Lorca (El lagarto está llo- sante. Sólo perdiéndose en esos esos bosques, somos héroes co-
rando. /La lagarta está lloran- Se veía en 5.º con la maestra Isa. Recordó a aquel niño, aque- bosques había logrado encon- tidianos de nuestro tiempo. Es-
do.); ni Gloria Fuertes (El came- Leían colectivamente, cada uno lla mañana de julio en la que trarse, encontrarse a sí mismo. tos bosques son terrenos propi-
llo se pinchó/ Con un cardo del leía cuando Isa se lo decía. Así no paró de leer hasta que alcan- cios para la soledad y para el
camino/ Y el mecánico Mel- leyeron: de Roald Dahl: ‘Matil- zó la ingeniosa sorpresa final Ahora, lo sabía, los bosques ubérrimo silencio.
chor/ Le dio vino). En aquel ex- da’,‘Charlie y la fábrica de cho- de ‘La Vuelta al mundo en 80 que aún no conocemos son to-
traño sueño, tan extraño como colate’, ‘Las Brujas’; de C.S. días’, aquel día no comió, pero dos los libros que nos quedan Ahora os confieso que escri-
el que tuvo Dumbo, Tercual Bír- Lewis todas las ‘Crónicas de sí cenó. Aquel verano se lo pasó por leer. ¿Cómo no se había dan- bo porque leí. Por eso estoy
secri daba saltos en el tiempo. Narnia’; De Robert Louis Ste- entre la piscina y Julio Verne, do cuenta antes? aquí dale que te pego. Sí, yo soy
En la siguiente secuencia reza- venson: ‘La Isla del Tesoro’; de su madre le consiguió todos. Tercual Bírsecri, ¡qué raro sue-
ba ‘El Jesusito de mi vida’, mien- James Mathew Barrie: ‘Peter Años después él, adolescente, Son bosques cargados de ho- na!, ¿verdad?. Tercual Bírsecri
tras su madre le untaba ‘visva- Pan’; de J.M. Gisbert: ‘El Talis- se hacía miles de preguntas, y jas, de hojas perennes, hojas no es más que un retruécano.
porus’, después le contaba cuen- mán del Adriático’. Con aquella no quería conformarse con un que resisten todas las ventis- Es un pseudónimo que suplan-
to tras cuento hasta que caía maestra visitaban la Biblioteca, mundo sin Neruda, sin Martín cas, todas las lluvias, todas las ta al nombre y apellidos verda-
dormido. Otro saltito temporal. allí descubrieron el silencio más Vigil… Don Diego, no les obli- nevadas, todas las indiferen- deros de este periodista que se
Ahora leía tebeos: Spiderman, productivo de todos los silencios. gó a leer ‘El Quijote’. Quedó, cias, todas las incomprensio- encuentra a gusto siendo Ter-
Mortadelo y Filemón, Los cua- Aquella selva de papel estaba diez años después, para hablar nes. Estos bosques te están es- cual Bírsecri, es decir, siendo
tro fantásticos, Zipi y Zape… llena de tesoros que descubrir. de Alonso Quijano o de ellos perando, no se cansan de espe- Lectura y Escribir.
Luego los cambiaba a los ami- Después acudiría a multitud de mismos. Tercual se despertó y rar, y podemos abandonarlos si
gos o en el kiosco donde estaban bibliotecas y siempre que entra- dijo: no nos dicen nada. Saben que Y es que he decidido que la
tendidos en una guita cogidos ba en una parafraseaba mental- quizá en otro momento, en otra vida no me robe más el tiempo.
con pinzas. Francis le prestó to- mente aquello que escribió ¿y perdernos…? ¿por los bos- situación sean el bosque que
dos de ‘Los Cinco’ de Enib Rilke: «Estoy sentado, leyendo ques…? necesitemos, y entonces acep- Tercual Bírsecri, Junio de
Blyton y descubrió palabras a un poeta. Hay muchas perso- ¿que aún no conocemos...? ten de buena gana el que recu- 2009

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