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Meditación en el

Corazón

H.P. Blavatsky
MEDITACIÓN EN EL CORAZÓN
H.P. Blavatsky
[The EST Instructions. Nº V – CW. Vol. Vii, pp. 694-697]

La conciencia que es meramente la conciencia animal está compuesta de la Conciencia de todas


las células en el cuerpo, excepto las del Corazón. Ya que el corazón es el órgano de la conciencia
Espiritual; corresponde de hecho a Prâna, pero sólo porque Prâna y la Envoltura Áurica son
esencialmente lo mismo, y porque además como Jiva es lo mismo que la Deidad Universal. E Corazón
representa a la Triada Suprema, mientras que el Hígado y el Bazo representan al Cuaternario, tomado
como un todo. El Corazón es la morada, mientras que el Hombre Psico-Intelectual habita en la cabeza con
sus siete portales:

DS – Vol. VI (pp:89)
Tiene sus siete cerebros, los upâdhis y símbolos de las siete Jerarquías, y éstos –exotéricamente
cuatro- son los “Lotos de las Siete Hojas”, la “Cueva de Buddha” con sus siete compartimientos.
El Corazón es el rey del cuerpo, su órgano más importante. Aún si la cabeza fuese separada del
tronco, el Corazón continuará latiendo por media hora. Si se envuelve en algodón y se coloca en un lugar
caliente, las pulsaciones continuarán por algunas horas.
En el Corazón hay un sitio que es el último en morir, un lugar marcado por una luz violeta; éste es
el asiento de la Vida, el centro de todo, Brahmâ; el primer sitio que vive en el feto, y el último que muere.
Cuando un Yogui es enterrado en trance, es este sitio que vive, aunque el resto del cuerpo esté muerto, y
mientras éste permanezca vivo, el Yogui puede ser resucitado. Este lugar contiene potencialmente

1. La Mente,
2. La Vida,
3. La Energía y,
4. La Voluntad.

Durante la Vida irradia colores prismáticos, ardientes y opalescentes.


El Corazón es el centro de la Conciencia Espiritual, así como el cerebro es el centro de la
Conciencia Intelectual. Pero ésta Conciencia Espiritual no puede ser guiada por una persona, ni
tampoco puede ser dirigida por él su energía hasta que esté completamente unido con Buddhi-Manas.
Hasta entonces, lo guía a él –si es que puede, esto es, hace esfuerzos para alcanzarlo, para impresionar a
la Conciencia Inferior, y estos esfuerzos son ayudados por su crecimiento en pureza. De aquí las angustias
del remordimiento por malos hechos, los remordimientos de Conciencia, reprochándose por lo malo, e
incitándonos a lo bueno. Estos vienen del corazón, no de la cabeza. En el Corazón está el único Dios
manifestado; los otros dos son invisibles. Y es este Dios manifestado que representa a la Triada: Âtma-
Buddhi-Manas.
Alguien que puede establecer contacto, y así recibir a voluntad, los dictados de su Conciencia
Espiritual debe estar hecho uno con Manas –esto es, debe haber alcanzado el Adeptado.
Pero Manas Superior no puede guiar directamente al hombre ordinario; debe actuar a través de
Manas Inferior, y de esta manera alcanzar a la Conciencia Inferior. Debe hacerse, sin embargo,
continuamente el esfuerzo por centrar la Conciencia en el Corazón y escuchar los dictados de la
Conciencia Espiritual, ya que aunque el éxito esté aun muy lejos, debe de hacerse un comienzo y abrirse
el camino.
En el cuerpo del hombre hay tres centros principales: el Corazón, la Cabeza y el Ombligo; el
Corazón, como se ha dicho, es el centro de la Conciencia Espiritual; la Cabeza es el centro de la
Conciencia Psíquica, y el Ombligo, el centro de la Conciencia Kâmica. Cualquiera de estos dos puede ser
positivo y negativo mutuamente, de acuerdo al predominio relativo de los Principios y por lo tanto de los
órganos de manifestación en este plano. El significado de las palabras positivo y negativo a este respecto
es el mismo que les es asignado en la ciencia eléctrica. La corriente fluye del positivo al negativo, o la
impresión es hecha por el positivo o sobre el negativo.
POR EJEMPLO: el aura de la glándula Pineal vibra durante la actividad de la Conciencia en el
Cerebro y muestra el juego de los siete colores. Esta perturbación septenaria y juego de luces alrededor de
la glándula Pineal son reflejados en el Corazón, o, más bien en el aura del Corazón, la cual es negativa
respecto al cerebro en el hombre ordinario. Esta aura vibra entonces e ilumina a los siete cerebros del
Corazón, así como la de la glándula Pineal ilumina a los siete centros en el Cerebro. Si el Corazón
pudiese a su vez convertirse en positivo e impresionar al Cerebro, la Conciencia Espiritual podría
alcanzar a la Conciencia Inferior. La Conciencia Espiritual está activa durante el sueño profundo, y si los
sueños que ocurren en el así llamado sueño sin sueños pudieran ser grabados por el Corazón en el
Cerebro, tu Conciencia ya no estaría restringida dentro de los confines de tu vida personal. Si pudieras
recordar tus sueños en el sueño profundo, serías capaz de recordar todas tus pasadas encarnaciones. Esta
es la “memoria del Corazón”. Y la capacidad para grabarla en el Cerebro, de manera que llegue a ser
parte de su Conciencia, es la “apertura del Tercer Ojo”. En el sueño profundo se abre el Tercer Ojo, pero
no permanece abierto. No obstante, algunas impresiones de la Conciencia Espiritual más o menos
alcanzan al Cerebro, haciendo así responsable al ego inferior. Y hay algunas de estas que son recibidas a
través del cerebro, las cuales no pertenecen a nuestra experiencia personal previa. En el caso del Adepto,
el Cerebro está entrenado para retener estas impresiones.
La Escuela Secreta Oriental conoce cada minúscula porción del Corazón, y tiene un nombre para
cada porción. Las denomina por los nombres de los Dioses, como la cámara de Brahmâ, la cámara de
Vishnu, y así sucesivamente. Cada uno de estos corresponde con una parte del Cerebro. El estudiante
comenzará ahora a comprender por qué se pone tanto énfasis en el Corazón en conexión con la
meditación; por qué se hacen tantas alusiones en la antigua literatura Inda respecto al Purusha en el
Corazón.
Y es así que en relación a la concentración, el Bendito Maestro Koot Hoomi ... escribe:

Tu mejor método es concentrarte en el Maestro como un Hombre Viviente dentro de ti. Haz Su
imagen en tu corazón, y un foco de concentración, de manera a perder todo sentido de existencia
corporal en ese sólo pensamiento.

Y de nuevo Él dice:

La gran dificultad a vencer es el registro del Yo Supremo en el plano físico. ^Para lograr esto, el
Cerebro físico debe estar completamente vacío a todo excepto a la Conciencia Suprema.

Cuando el cerebro es puesto así en blanco, una impresión del Corazón puede alcanzarlo y ser
retenida; y esto es de lo que se habla en la pagina 618, en relación a un Chela que es sólo capaz de retener
partes del conocimiento ganado. La carta arriba citada dice:

Al adquirir el poder de concentración, el primer paso es uno de vacuidad. Luego, viene después,
por grados, la conciencia y, finalmente el paso entre los dos estados se hace tan rápido y fácil
hasta ser casi imperceptible.

Aquel que puede hacer esto a voluntad ha llegado a ser un Adepto, y puede “guardar el
conocimiento -que así gana, en su memoria física.
Tal es la regia función del Corazón en el cuerpo humano, y sus relaciones con el Cerebro, el cuál
en su conjunto, “es el vehículo de Manas Inferior entronizado en Kâma-Rupa”.

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THE HEART

The Consciousness which is merely the animal Consciousness is made up of the Consciousness of
all the cells in the Body, except those of the Heart. For the Heart is the organ of the Spiritual
Consciousness; it corresponds indeed to PrāŠa, but only because PrāŠa and the Auric Envelope are
essentially the same, and because again as Jīva it is the same as the Universal Deity (p. 672). The Heart
represents the Higher Triad, while the Liver and Spleen represent the Quaternary, taken as a whole. The
heart is the abode of the Spiritual Man, whereas the Psycho-Intellectual Man dwells in the Head with its
seven gateways. It has its seven brains, the upādhis and symbols of the seven Hierarchies, and this is the
exoterically four, but esoterically seven, leaved Lotus, the “Saptaparna,” the “Cave of Buddha” with its
seven compartments.
The Heart is the king of the Body, its most important organ. Even if the Head be severed from the
trunk, the Heart will continue to beat for half an hour. If wrapped in cotton wool, and put in a warm
place, the pulsation will continue for some hours.
In the Heart is a spot which is the last to die, a spot marked by a tiny violet light; that is the seat of
Life, the centre of all, Brahmā; the first spot that lives in the foetus, and the last that dies. When a Yogi
is buried in a trance, it is this spot that lives, though the rest of the Body be dead, and as long as this
remains alive the Yogi can be resurrected. This spot contains potentially mind, life, energy and will.
During life it radiates prismatic colors, fiery and opalescent.
The Heart is the centre of the Spiritual Consciousness, as the Brain is the centre of Intellectual
Consciousness. But this Spiritual Consciousness cannot be guided by a person, nor can its energy be
directed by him, until he is completely united with Buddhi-Manas. Until then, it guides him––if it can.
That is, makes efforts to reach him, to impress the lower Consciousness, and those efforts are helped by
his growth in purity. Hence the pangs of remorse for wrong done, the prickings of Conscience,
reproaching for evil, inciting to good. These come from the Heart, not from the Head. In the Heart is the
only manifested God; the other two are invisible. And it is this manifested God that represents the
Triad, Ātma-Buddhi-Manas.
Anyone who can reach up to, and so receive at will, the promptings of this Spiritual Consciousness
must be at one with Manas––that is must have attained Adeptship. But the Higher Manas cannot
directly guide the ordinary man; it must act through the Lower Manas, and thus reach the lower
Consciousness. The effort however should be continually made to centre the Consciousness in the
Heart, and to listen for the promptings of the Spiritual Consciousness, for though success be far off, a
beginning must be made, and the path opened up.
There are three principal centres in the Body of Man: the Heart, the Head, and the Navel; the Heart,
as said, is the centre of the Spiritual Consciousness; the Head is the centre of the Psychic
Consciousness; and the Navel is the centre of the Kāmic Consciousness. Any two of these may be
positive and negative to each other, according to the relative predominance of the Principles and
therefore of their organ for manifestation on this plane. The meaning of the words positive and negative
in this relation is the same as is attached to them in electrical science. The current flows from the
positive to the negative, or the impression is made by the positive on the negative.
For instance: the aura of the Pineal Gland vibrates during the activity of the Consciousness in the
Brain, and shows the play of the seven colors. This septenary disturbance and play of light around the
Pineal Gland are reflected in the Heart, or rather in the aura of the Heart, which is negative to the brain
in the ordinary man. This aura
then vibrates and illumines the seven brains of the Heart, as that of the Pineal Gland illumines the seven
centres in the Brain. If the Heart could, in its turn, become positive and impress the Brain, the spiritual
Consciousness would reach the lower Consciousness. The Spiritual Consciousness is active during deep
sleep, and if the “dreams” that occur in so-called dreamless sleep could be impressed by the Heart on
the Brain, your Consciousness would no longer be restricted within the bounds of your personal life. If
you could remember your dreams in deep sleep, you would be able to remember all your past
incarnations. This is the “memory of the Heart”; and the capacity to impress it on the Brain, so that it
becomes part of its Consciousness, is the “opening of the Third Eye.” In deep sleep the Third Eye
opens, but it does not remain open. Still, some impressions from the Spiritual Consciousness do reach
the Brain more or less, thus making the Lower Ego responsible. And there are some of these which are
received through the Brain, which do not belong to our previous personal experience. In the case of the
Adept, the Brain is trained to retain these impressions.
The Eastern Secret School knows each minute portion of the Heart, and has a name for each portion.
It calls them by the names of the Gods, as Brahma’s Hall, Vishnu’s Hall, and so on. Each of these
corresponds with a part of the Brain. The student will now begin to understand why so much stress is
laid on the Heart in connection with meditation, and why so many allusions are made in old Hindu
literature to the Purusha in the Heart. And so with regard to concentration the Blessed MASTER Koot
Hoomi ... writes:

Your best method is to concentrate on the Master as a Living Man within you. Make His image in
your heart, and a focus of concentration, so as to lose all sense of bodily existence in the one
thought.

So again He says:

The great difficulty to be overcome is the registration of the knowledge of the Higher Self on the
physical plane. To accomplish this, the physical Brain must be made an entire blank to all but the
Higher Consciousness.

When the Brain is thus rendered a blank, an impression from the Heart may reach it and be retained; and
this is what is spoken of on p. 618, with regard to the Chela, who is able to hold only parts of the
knowledge gained. The above-quoted letter says:

In acquiring the power of concentration the first step is one of blankness. Then follows by
degrees consciousness, and finally the passage between the two states becomes so rapid and
easy as to be almost unnoticed.

He who can do this at will has become an Adept, and can “store the knowledge he thus gains in his
physical memory.”
Such is the kingly function of the Heart in the human Body, and its relation to the Brain, which, as a
whole, “is the vehicle of the Lower Manas, enthroned in Kāma-Rūpa.”
EL SECUNDARIO LOTO DEL CORAZÓN
C.W. Leadbeater

El segundo loto representado inmediatamente debajo del mayor es también una especial
característica de este chakra. Se utiliza como lugar de meditación bajo lo forma del instructor o del
aspecto de la Divinidad que el adorante invoca o que se le asigna como objeto de meditación. Aquí el
devoto imagina una isla de piedras preciosas con hermosos árboles y un altar para la adoración, según
describe en los siguientes términos el Gheranda Samhita:

“Que el devoto contemple que hay un mar de néctar en su corazón; que en el medio de
este mar hay una isla de piedras preciosas, con polvo de diamantes y rubíes por arena; que por
doquier medran kadambas cargados de aromosas flores; que junto a estos árboles, a modo de
baluarte, hay otros en flor, tales como el malati, mallika, jati, kesara, champaka, partjata y
padma, cuya fragancia se difunde por todos los ámbitos de la isla.
Ha de imaginar el yogui que en medio de este jardín se alza un hermoso árbol kalpa con
cuatro ramas, que simbolizan los cuatro Vedas, repletas de flores y frutos. Zumban los insectos y
canta el cuclillo.
Imagine el yogui cabe el árbol una suntuosa tarima de piedras preciosas y sobre la tarima
un riquísimo trono cuajado de joyas, y que en este trono se sienta su particular Deidad, según le
enseñó su instructor.
Que medite sobre la apropiada forma ornamentos y vehículos de esta Deidad”.
El adorante imagina esta hermosa escena tan vívidamente, que se arroba en su pensamiento y
olvida entretanto por completo el mundo exterior. Sin embargo, el proceso no es estrictamente
imaginativo, porque es un medio de colocarse en constante contacto con el Maestro.
Así como las imágenes personales que forja el ego en el mundo celeste están vitalizadas por los
egos de las personalidades imaginadas, así el Maestro llena con Su presencia real la pira ya veces le
alecciona.
1
Interesante ejemplo de ello nos ofreció un caballero indo que vivía como un yogui en un pueblo
de la presidencia de Madrás y aseguraba que era discípulo del Maestro Morya.
Cuando éste viajaba por la India hace unos cuarenta y cinco años, pasó por el pueblo donde
aquel sujeto vivía, quien en efecto llegó a ser su discípulo y decía que no se había separado de Su
Maestro después de la despedida personal, porque se le aparecía frecuentemente para instruirle por
medio de un centro de energía residente en su interior.
Dan los indos mucha importancia a la necesidad de tener un instructor, a quien reverencian
grandemente desde el momento en que lo encuentran, y repiten sin cesar que se le ha de considerar
como a un dios.
El upanishad Tejobindu dice a este repecto que «el extremo límite de todos los pensamientos es el
Instructor».
Afirman los indos que aunque el discípulo pensara en las gloriosas cualidades del divino Ser, su
imaginación se posaría en los perfecciones del Maestro.
Quienes conocemos a los Maestros nos percatamos de la verdad de semejante afirmación, pues Sus
discípulos hallan en Ellos espléndidas y gloriosas altezas de conciencia más allá de toda expectación. No
es que consideren al Maestro igual a Dios, sino que el grado de divinidad logrado por el Maestro supera
a lo que los discípulos sospechaban.

EFECTOS DE LA MEDITACIÓN

El Shiva Samhitii describe como sigue los beneficios que obtiene el yogui de meditar sobre el
chakra cardíaco:

“El yogui adquiere inmensos conocimientos, conoce el pasado, el presente y el porvenir; tiene
clariaudiencia y clarividencia y puede ir por los aires a donde le plazca. Vea los adeptos y a las
diosas yoguinas; obtiene la facultad llamada khechari y vence a las criaturas que se mueven en
el aire. Quien medita diariamente sobre el oculto Banalinga indudablemente logra las psíquicas
facultades llamadas khechari (moverse por los aires) y bhúchari (ir a voluntad por todos los
ámbitos del mundo)”.
No necesitan comentario estas poéticas descripciones de las diversas facultades, porque el
estudiante sabrá leer entre líneas. Sin embargo, también pueden tomarse en sentido literal algunas de
dichas afirmaciones, porque realmente denotan misteriosas facultades los prodigios, que como andar
indemnes por el fuego, la habilidad hipnótica y otros semejantes, efectúan los auténticos yoguis de la
India.

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