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Universidad de Chile 1

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Literatura

Cursos de Programa de Perfeccionamiento Fundamental


Programa de 4º Medio Diferenciado: Literatura e Identidad.
Profesor David Wallace

LA(S) NOCIÓN(ES) DE IDENTIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA


LITERARIA.

El programa de 4º medio diferenciado ha propuesto la identidad como tema


central para ser problematizado, desde una perspectiva pedagógica centrada en el
diálogo con los estudiantes1. En este curso de instalación del programa, se plantea la
posibilidad de abordar el problema de la identidad desde el concepto historiográfico
de sujeto.
La noción de sujeto ha sido objeto de análisis a lo largo de toda la historia
del pensamiento humano, por lo que se hace necesario circunscribirla a aquel
momento teórico que resulte más productivo respecto de los contenidos propuestos
por el programa.
Tal noción se basa en la aplicación de los principios constructivistas al
sujeto. En este sentido, se entenderá al sujeto ya no en tanto persona o ente
monolítico y estable (noción esencialista) sino como constitución variable,
siempre en proceso de construcción de subjetividad.2
La noción esencialista de sujeto puede ser rastreada ya en la filosofía
platónica que plantea un concepto de identidad basado en el principio de la
igualdad, concepción presente también, en el Antiguo Testamento, texto que define
al hombre como hecho “a imagen y semejanza de Dios”. Ambas concepciones se
estructuran de manera metafórica, es decir, a través del gesto de sustitución
semántica por principio de semejanza (sinonimia, personificación, hipérbole,
comparación…).
Para tener un acercamiento, desde una perspectiva historiográfica a estas
nociones, es importante revisar el momento que se ha planteado como contexto del
surgimiento de ellas. Este momento, conocido como Modernidad, se describe a
partir de dos discursos, no excluyentes uno de otro, que nos hablan sobre su origen.

1) El primero de estos discursos concibe el surgimiento de la modernidad en el


Renacimiento, período en el cual se produciría el fenómeno conocido como
secularización, movimiento que señala el tránsito de una visión de mundo
centrada en Dios hacia otra visión fundamentalmente moderna: la que ubica en el
centro de ella al hombre (antropocentrismo). Este movimiento encuentra su modelo
en los evangelios y en la figura de Cristo, en tanto Dios hecho hombre. La Edad
Media comprendió la noción de identidad en la tergiversación del principio de
igualdad aristotélico: en la lógica del “ser es igual a sí mismo”, la escolástica
1
Es fundamental comprender que la actitud dialógica predomina en todos los programas de 1º a 4º medio,
incluyendo los dos planes diferenciados. El diálogo traspasa incluso la cuestión actitudinal, ya que se plantea como la
base para construir todos los conceptos que el programa plantea como contenidos que el-la estudiante debe adquirir.
La metodología que permite esta dinámica constructivista parte siempre de la base de un texto, cualquiera que éste
sea, a partir del cual, los alumnos-as, y el-la profesor-a, inicien la actividad interpretativa.
2
El principio constructivista aparece con las teorías desarrollistas planteadas por el filósofo alemán Georg Wilhem
Hegel (1770-1831), entre otros, durante el período del Romanticismo.

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medieval disolvió la individualidad del sujeto en el concepto de comunidad. Desde


esta perspectiva, lo que introduce el Cristianismo a través del discurso mítico ritual
es, básicamente, la ley, la palabra (una sola, la de Dios) que ordena y supedita la
realidad a su disposición de legibilidad y legitimación monologal, solipsista, que se
fundamenta como principio disciplinante, cuestionado, en el ámbito que nos
compete, por la dimensión dialógica propuesta por los programas, para el ejercicio
pedagógico3. Un ejemplo de este borramiento de la distinción individual respecto de
los otros, lo encontramos en la recurrente firma anónima de las obras artísticas
medievales en tanto destinadas a la ritualidad de la alabanza divina (recordemos
que el gran motor de los estudios filológigos españoles se encuentra precisamente,
en la necesidad de fijar una “autor” a un texto medieval como “La Celestina”, obra
que, desde el anonimato, se construye desde la autor-idad), situación que variará
radicalmente en el Renacimiento en la medida que este período comprende y anhela
aquel rasgo que le permita diferenciarse del colectivo, diferencia que logra a través
de la renuncia a su antigua condición indistinguible. En este sentido, la firma
artística renacentista se presenta como mecanismo de adquisición de fama y gloria
personal (en lenguaje técnico-literario, esto se conoce como trama de acreditación,
muy usual en la literatura de descubrimiento y conquista. Ej. las cartas de Colón).4

2 ) El segundo de estos discursos sitúa el origen de la Modernidad en el s. XVIII,


período que coincide con la Revolución Industrial y la Ilustración. El movimiento
que caracteriza a este período es el de la emancipación; es decir, un proyecto
utópico que pretende satisfacer las necesidades de lo humano a partir del principio
de la libertad. Para lograr esto, la Revolución Francesa (1789) proclama los tres
grandes pilares de su discurso transgresor: Igualdad, Fraternidad, Libertad. Estos
tres elementos aparecen íntimamente relacionados a la noción de individuo que se
reconoce como “propietario” de ciertos derechos y deberes: el ciudadano de la
República. Este factor introduce un tercer elemento a los principios fundamentales
de la Revolución: la Propiedad, en tanto valor burgués constituido en propietario de
la revolución.5
Encontramos en este período un acrecentamiento de la expresión pronominal
“YO” del sujeto, que se presenta claramente en el movimiento artístico que
acompaña a todos estos cambios: el Romanticismo, donde predomina el discurso
de la subjetividad exacerbada (“temple de ánimo” romántico).
Tanto la expresión de este sujeto pronominal como el principio de
propiedad planteados, nos revelan una tensión de fuerzas antagonistas, que por
un lado aspiran a la Utopía Iluminista, y por otro, exhiben la crisis por la que

3
Resulta pertinente señalar que la dimensión dialógica, opuesta al principio disciplinante y vertical del monólogo,
pretende constituirse en una práctica permanente de la realidad pedagógica, la que será entendida desde el equívoco;
es decir, se aspira a comprender que el error se constituye como única posibilidad de cuestionamiento y crítica no
conforme con el engaño de cualquier posible “éxito”. Desde esta perspectiva, el “enseñar” como estrategia
pedagógica se enfrenta al mostrar y al discutir.
4
Este planteamiento que sitúa el origen de la modernidad en el Renacimiento corresponde a lo propuesto por
Marshall Berman en Todo lo sólido se desvanece en el aire. Madrid. Ed. Siglo XXI, 1988.
5
Este planteamiento que sitúa a la Revolución Francesa como hito que desencadena la Modernidad constituida en la
contradicción, funda uno de las corrientes de pensamiento más influyentes del siglo XX: la Escuela de Frankfurt.
Ver: T. W. Adorno, M. Horkheimer. Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires. Ed. Sur Sur, 1969.

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transita el sujeto. En las distintas manifestaciones artísticas, esto aparece


textualizado por medio de la contradicción. Un ejemplo claro es la reiterada
representación que hace la poesía romántica de elementos vinculados a la noche, la
luna y/o el sueño (metonimia por dormir, es decir, por suspender el estado de
racionalidad), en el contexto de una revolución lógico-industrial, que promueve una
vía racional de progreso. En este sentido, es interesante constatar cómo el principio
de contradicción opera sistemáticamente en la Modernidad desde la oposición
Iluminismo / Romanticismo, en tanto el primero nos remite, en la noción de siglo de
las luces, al optimismo basado en las luces de la razón y el segundo refiere la
oscuridad, la desesperanza, como principio caracterizador de lo emocional.
Esta base contradictoria caracteriza al período moderno. Dentro de la
cultura, distintas fuerzas se disputan la hegemonía 6(control) con el fin de obtener
el poder para imponer una Visión de Mundo y un proyecto utópico que, en oposición
a la conciencia de insatisfacción ante la realidad (distopía), plantea una ficción
más atractiva que la realidad misma7. Este desplazamiento de la revolución del
campo de lo real al campo de lo ficticio, plantea una nueva dimensión que confirma
la contradicción.

Estas fuerzas en tensión que pugnan hegemonía en la cultura, encuentran


solución (entendida como síntesis de la organización dialéctica de estas fuerzas)
en planteamientos ideológicos que pueden ser reducidos en dos grandes
clasificaciones:
a. Metafísica: visión esencialista de la historia y del sujeto, que
siempre lo está refiriendo a un objetivo o finalidad que está más allá
de la existencia concreta (teleología).
b. Materialista-Histórica: planteamiento marxista, que entiende al
sujeto como parte de un sistema estructurado en función de los
vaivenes del capital y del valor de cambio (opuesto al valor de
uso) de la mercancía8

Resulta fundamental comprender que estas “soluciones” no constituyen una


alternativa correcta, sino una posible, en tanto están insertas en un discurso
ideológico, polifónico (múltiples voces), que disputa hegemonía con otros discursos
dentro del espacio de la cultura. En relación a esto, es interesante revisar lo que el
programa de NM4 Diferenciado plantea como identidad cultural, pues este implica
todos los problemas relativos al poder, la marginalidad, la heterogeneidad, etc.

6
El concepto lo encontramos en el filósofo y político italiano Antonio Gramsci quien señala que la cultura, lugar
ideológico por excelencia, se encuentra dispuesta permanentemente como un campo en disputa por la posición que
permita, a cualquier ideología, proponer (imponer, muchas veces) los patrones culturales que rigen determinados
contextos históricos.
7
Un excelente ejemplo de esta evasión de la realidad por las vías de la ficción es lo que hace Emma Bovary en la
novela de G. Flaubert. Ella configura en su imaginación toda una existencia basada en lo que ha leído en las novelas
rosa de la época, lo que la lleva a confundir realidad con ficción, evadiendo sus obligaciones como mujer (madre,
dueña de casa y esposa). Otro ejemplo clásico de evasión es Don Quijote, definido por Kayser como “ la primera
novela moderna”.
8
El predominio del valor de cambio sobre el valor de uso constituye una de las críticas fundamentales de Marx al
capitalismo. Para una reflexión sobre este tema, en el campo de las cultura y de las artes, resultan clarificadores las
reflexiones de Walter Benjamin respecto de la influencia del capitalismo en la producción de la obra de arte.

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Observando la literatura y el arte del siglo XIX, nos encontramos con la


recurrencia de una dimensión simbólica del lenguaje estético (recordemos el
movimiento Simbolista francés, liderado por Baudelaire, y su epígono
latinoamericano, el Modernismo, encabezado por Rubén Darío)9. Esta dimensión
funciona como ejemplo de la disputa ideológica dentro del campo cultural, ya que la
constitución de los símbolos, a diferencia del signo estructural de las teorías de F.
De Sausseare (determinado por el carácter arbitrario de la relación entre
significado - significante), se caracterizan por la relación motivada entre sus
componentes, que se debe al establecimiento de un sentido convenido de manera
cultural y permanente.

La historiografía nos vuelve a señalar un momento en la historia de la


contemporaneidad un momento en que la noción de sujeto percibe variaciones, que
van en la misma dirección constructivista moderna, pero que, a partir de ciertos
hitos históricos, comienza a sufrir una serie de cambios y crisis. Este momento es la
época actual, que se desencadena –según la visión de algunos teóricos- a partir de
los años ´50 del s. XX, es decir, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Este período
ha sido denominado como Antimodernidad o Postmodernidad; para efectos de
este curso, nos quedaremos con la segunda de estas acepciones. 10 Este momento
coincide en muchos de sus aspectos con la estética del Barroco, por lo que también
es denominado por algunos como Neobarroco.
Un buen ejemplo que ilustra esta reapropiación de la estética barroca es la
noción de Ruina. Retomando el Quijote, recordemos el episodio en que muestran al
caballero imaginario pretendiendo reparar la armadura de su abuelo, desgastada
por el paso del tiempo. Finalmente, vemos que Don Quijote se arma con una ruina.
Esta misma obra nos permite revisar la importancia de los contextos de
producción y los de recepción en el análisis de la literatura y de toda textualidad.
Para los lectores contemporáneos de Cervantes, esta novela tenía como una de sus
finalidades la risa, puesto que era comprendida como una parodia de las novelas de
caballería medievales, ya anacrónicas. Durante el Romanticismo, Don Quijote fue la
figura que motivó la identificación de los poetas con la locura, entendida ésta como
una expresión de libertad frente a la imposición de la lógica racional moderna. Esto
ejemplifica a su vez, lo ya expuesto a cerca de las pugnas ideológicas dentro de la
cultura, puesto que nociones como locura y enfermedad responden a normativas y
convenciones construidas en base al principio de la semejanza, con la finalidad que
tiene un grupo de ejercer control sobre otros, a favor de la homogeneización de la
sociedad.
La lectura postmoderna de esta novela y de todos los discursos artísticos y no
artísticos, parte de la base que no hay un significado previo a la decodificación
del texto. Esto quiere decir que, entendiendo la lectura como un proceso de
diálogo entre el sujeto y la obra (tal como se plantea ya desde el programa de
9
Estos dos movimientos artísticos se caracterizan por dotar a la poesía de un valor sagrado, que rinde culto a la
subjetividad. En este sentido, es pertinente la noción poeta como genio y vate, que es capaz de ver más allá de la
realidad, planteándose como “un pequeño Dios”. Esta concepción reitera el gesto medieval que valoraba al arte como
elemento del rito que rinde culto a la divinidad, pero vaciándolo, es decir, extrayendo de él la figura divina. Este
gesto se conoce como Sacralización de lo Profano.
10
No tomamos la noción de Antimodernidad por su carácter más restringido, puesto que solo define las
características de este período en función de un antagonismo (dialéctico) con el período precedente.

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NM1), el sentido de ésta se irá construyendo mediante la identificación que el-la


lector-a tenga con los distintos elementos del discurso en cuestión. De esta manera,
se comprende la actividad interpretativa como una experiencia de vida, que
interviene la subjetividad. La consecuente socialización de este proceso
interpretativo constituye un testimonio personal de esta experiencia de lectura.
Aparece entonces, el concepto que plantea la Postmodernidad con relación al
problema del sujeto, que puede resumirse en el tránsito de una noción estable de
identidad esencialista a un proceso constructivo permanente: la identificación.
Para describir este proceso, es necesario ingresar un nuevo elemento: el
otro, textualizado en “TÚ”. Este otro ya no es percibido como un semejante
(planteamiento cristiano de la otredad), sino que, por el contrario, es atraído desde
la diferencia. Desde una comprensión discursiva de la existencia, los dos
participantes de la relación dialógica alternan sus lugares: el YO ocupa el espacio
del sujeto de la enunciación, mientras que el TÚ se sitúa en el espacio del
enunciado.
Estos dos lugares implican posiciones ideológicas (Visiones de Mundo) con las
cuales se identifican.11
La Postmodernidad introduce una nueva proyección de la sociedad, que surge
de la conciencia del fracaso de los Grandes Relatos o Mitos, tanto Modernos como
Premodernos o Clásicos. Ya no se da la relación dialéctica entre Utopía y Distopía,
sino que se asume, siempre a partir del principio de la diferencia, una noción
heterotópica de la cultura, vista como el lugar donde se expresan mayorías y
minorías simultáneamente (minorías planteadas en términos genéricos, etarios,
étnicos, económicos, etc.). Surge, desde la perspectiva de las ciencias sociales, una
visión de la heterogeneidad cultural, donde se expresa un yo plural que transita
por los distintos lugares, movilizado por el proceso de identificación.
La hegemonía o grupo dominante en la cultura, incorpora la pluralidad como
valor, pero desde un punto de vista permisivo (“yo te permito ser distinto”, “yo
tolero tu diferencia”), es decir, ejerce igualmente control sobre los grupos
minoritarios (el poder impone, paternalistamente, libertad a los dominados). El
resultado de la aceptación de las diferencias es la indiferencia, la
homogeneización de lo distinto por consecuencia de la repetición (la pérdida de la
originalidad también es una característica postmoderna)
Esta convivencia de grupos diferentes en la cultura, produce una suerte de
arte documental, que en oposición al arte monumental (relacionado con una
noción lineal de la historia, que privilegia el gesto de la memoria y de la
trascendencia). El arte documental se caracteriza por una percepción de la realidad
como ruina, basura, por lo tanto, genera un gesto opuesto a la memoria: el gesto
de desechar.

11
En este sentido, la responsabilidad del-la docente es fundamental, ya que se comprende el espacio de la escuela
(junto con el estado y la familia), como uno de los lugares de transmisión efectiva de ideología, por lo tanto, de
elementos con los que los-las estudiantes se identifican. En el contexto de una dinámica dialógica se hace
fundamental el acto de ceder la palabra por parte del-la docente, puesto que solo así es posible que el-la joven se
identifique con un lugar investido de la suficiente autoridad como para construir un discurso coherente,
argumentativo y con posibilidades de ser expresado en situaciones públicas de comunicación. En resumen, la labor
del-la profesor-a es de alta importancia para que el-la estudiante se asuma de manera simultánea como sujeto del
enunciado y de la enunciación, considerando el aporte transversal de los O.F.T.

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A continuación, se presentan una serie de características que describen a la


Postmodernidad en relación con la Modernidad:

MODERNIDAD TRÁNSITO POSTMODERNIDAD


Sujeto pronominal Sujeto plural Sujeto desinencial,
diseminado
Utopía / Distopía: Heterotopía Atopía (no-lugar,
procesos de espacio que reconoce el
Secularización y fracaso de las
Emancipación. proyecciones de la cultura
a una finalidad o lugar de
arraigo)
Comprensión Pluralidad, Anfibología,
binaria de la realidad. Polisemia, Polifonía. entendida como la
Contradicción: los Multiplicidad de sentidos posibilidad simultánea de
sentidos son excluyentes y voces. sentidos contradictorios.
uno de otro.
Identidad desde el Identidad como Basura, desecho
principio constructivista ruina
(a-ruinado, quiere
decir, puesto en ruina)
Grandes Relatos: Crisis de los Revolución
mitos modernos de Grandes Relatos (arte tecnológica, caída de los
progreso y lebertad: vanguardista, I y II Grandes Relatos
revolución tecnológica y Guerra Mundial)
científica.
Mercantilización. Globalización
Desplazamiento del valor
desde el uso al valor de
cambio.
Arte Monumental Arte Documental
Mediatización Mass-mediatización

La presencia de los medios de comunicación masiva es un elemento que


radicaliza la pérdida de trascendencia que caracteriza a la Postmodernidad. Este
elemento discursivo se ha incluido en los programas de Lenguaje y Comunicación
con el mismo principio que rige a la Literatura: el principio de verosimilitud. Esto
implica que los medios deben ser tomados como una expresión más de los discursos
ideológicos, y no como simples mecanismos informativos y objetivos.

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