Вы находитесь на странице: 1из 2

Desventuras de un chupacabra.

Nunca vi nada derrumbarse más rápido desde


que estuve en La Pampa y una yegua, a la que
quería, se me murió en una noche. Había
sido atacada por uno de esos grandes
murciélagos que llaman vampiro.

Bram Stoker, Drácula.

Algunos dicen que soy un soberbio y un loco introvertido. Es verdad que soy un
hombre huraño y de pocas palabras. Pero creo que eso se debe al horror que siento por
revelar mi secreto Soy poco adicto a las reuniones y suelo permanecer oculto por las
noches. Aunque esa conducta retraída y esquiva, se debe al temor que le tengo a mi
esencia bestial. Quienes padecen esta abominación, suelen probar con víctimas
humanas. Con horror debo admitir que en mi naturaleza se ha instalado el deseo de
beber sangre. Aunque con un enorme esfuerzo, he conseguido dominar ese maléfico
instinto. Dicen que formamos parte de una extraña raza de vampiros. Aunque sólo
somos humanos, que esperan su redención.
La maldición que pesa sobre nuestra familia, hace que cada siete años, algún ser
humano caiga en mis manos. Al principio comencé alimentándome con sangre de
cabras. Pero mi insaciable instinto, me hizo buscar otro tipo de víctimas. Aún puedo
soportar un largo tiempo, alimentándome de corderos, novillos, pájaros o caballos.
Primero genero en ellos una especie de fascinación, que los deja totalmente indefensos.
Luego les hago una inmaculada mordedura, con dos perforaciones sobre sus cuellos.
Entonces comienzo a extraer su líquido vital. Por último, culmino alimentándome de
algunos de sus órganos, que extraigo con un par de precisos e higiénicos cortes. Aunque
debo admitir, que tengo predilección por los intestinos, el riñón y el estómago.
Sin duda, que puedo pasar extensas temporadas alimentándome de animales. Pero
cuando el día fatal arriba, no puedo evitar el dolor humano. En general busco hombres
abandonados y sin esperanzas, que viven en una absoluta soledad. Los puedo distinguir
por su paso lento y su cara angustiada. El rito dura unos pocos minutos. No conozco sus
nombres ni sus profesiones. Pero distingo su hartazgo y su abulia a la distancia. La
indefensa presa se deja matar sin la más mínima resistencia. Recuerdo que mi primera
víctima, fue un hombre del barrio Quebrada Limón. El arrebato al que me condujo su
sangre, produjo en mí un delirio incontenible. Una especie de espíritu infernal, pareció
apoderarse de mí. Saboreando cada gota, sentía estallar mi corazón. Ese fue el origen de
una secuela de hechos de sangre, que me trastornaron durante una semana. Pero cuando
mi alma se calmó; comprendí la atrocidad de mis actos.
Mi nombre es Camilo Maldonado Pérez y he nacido en un pequeño poblado boricua.
En un imponente palacete del pueblo de Moca, viví por muchos años en una opulenta
familia. Mi madre eligió ese lugar, que estaba apenas a cien metros de la iglesia. Todos
los días concurría a ella y le pedía al Señor, que aleje de mí esta maldición. Pero sus
ruegos no han sido escuchados y hoy algunos me conocen como el “vampiro de Moca”.
Me he transformado en una víctima y un prisionero de mi destructivo instinto, que
parece conducirme a un trágico destino. Cada siete años, esa horrible bestia, que se
oculta en mi interior, aflora sin que la pueda controlar. Con una tranquilidad asombrosa
busco a mis víctimas. Ellas sólo esperan liberarse de esta triste y horrible vida que
deben soportar. Su hastío y su aburrimiento, los conducen hacia mis fauces, que esperan

1
beber su sangre. A la distancia oigo sus pasos y comienzo a delirar con la cercanía de su
plasma. Uno tras otro caen como corderos, entregados sin resistencia alguna.
Todo el mal que padezco tuvo su origen en las atroces acciones de mi padre. Sus
extensas ceremonias, junto a sus amigos del culto satánico, han generado en mí esta
infausta fortuna. Hoy toda la isla de Puerto Rico, está aterrada por nuestra presencia.
Pero nuestra raza perversa, ya se ha expandido por todo el continente. Nuestra casa es el
mundo y nuestro deseo la sangre humana. Sólo liberamos a quienes están hastiados de
esta vida. Pero sabemos que pronto; alguien nos redimirá a nosotros de este impulso
homicida.
Aún creen que formamos parte de una leyenda. Pero esa inocencia y ese
escepticismo, son los que nos permiten movernos con eficiencia, en medio de la más
absoluta impunidad. Dicen que en los momentos en que nos trastorna la avidez de
sangre; nos parecemos a una bestia espeluznante. Nadie ha sido capaz de tomar foto
alguna, del horrible espectáculo que mostramos en esos momentos. Pero algunos
campesinos, aseveran que parecemos a un horrible gorila con cabeza de lobo y patas de
cabra. Con unos potentes incisivos, capaces de hacer cortes milimétricos y cauterizar la
heridas. Otros dicen que somos capaces de volar y dar saltos impresionantes. Por eso
jamás han podido encontrar nuestros rastros. No producimos ruido alguno ni dejamos
restos de sangre. Y aparecemos en medio de la noche, con la velocidad de un espectro.
Los más extravagantes, dicen que venimos en una especie de nave extraterrestre. Así
lo han dicho, quienes me acusaban por el asesinato de Joseph Cabrera. Su cadáver fue
encontrado a escasos metros de mi casa, con cuatro balazos en la cara. Quisieron
culparme de esa muerte. Pero en mí vida jamás he usado pistola alguna, ni he tenido
pasión por las armas de fuego. Aunque con el tiempo, se descubrió que sus asesinos
habían sido unos delincuentes, que en ocasión de robo lo habrían matado.
Sé que muy pronto alcanzaré mi salvación. Aunque aún no sé, ¿cómo será mi
redentor? Pero sin duda lo estoy esperando.

************************

La única noche en que el miserable “chupacabra” salió de su casa, se encontró con


un extraño doctor. En su mano llevaba una estaca y un crucifijo lo guiaba. Luego de
unas pocas palabras en latín, el centellante palo buscó el corazón de la bestia.
- Podrías creerlo Mina – dijo Van Helsin –. El miserable vampiro no ofreció
resistencia alguna.

Horacio Hernández.

http://horaciohernandez.blogspot.com/

Вам также может понравиться