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Nuestra vida se extiende mucho para quien sabe administrarla bien.

Es digno de lstima el espritu que se inquieta de lo porvenir, que se aflige por anticipado, y pretende asegurar hasta el fin de su vida el goce de los objetos que le placen. Para el no hay calma posible pensando en lo venidero, malogra el bien presente de lo que podra go!ar. No hay diferencia entre la perdida de un objeto y el temor de perderlo. Nada puede ejercitarse bien por un hombre ocupado, ni la elocuencia, ni las artes liberales, pues cuando un espritu es distrado, no cobija nada muy elevado, sino que todo lo recha!a como si fuese inculcado a la fuer!a. "quel que dedica todo el tiempo a su propia utilidad, el que dirige cada da como si fuese el #ltimo, ni suspira por el ma$ana, no lo teme. El mayor impedimento para vivir es la espera, porque dependiendo del ma$ana se pierde el hoy. Este camino de la vida, continuo y apresuradsimo, que, en vela o dormidos, recorremos al mismo paso, no es visible a los hombres ocupados sino hasta que han llegado al final. Es propio de una mente segura y tranquila el recorrer todas las partes de su vida. %os espritus de las personas ocupadas, como si estuviesen bajo un yugo, no pueden volver, ni mirar hacia atrs. El tiempo presente s&lo pertenece a los hombres ocupados, el cual es tan breve que no puede atraparse, y este mismo se les sustrae, turbados como estn en sus muchas ocupaciones.

%a vida mas breve y ms llena de inquietudes es la de aquellos que olvidan el pasado, mira con indiferencia el presente, temen el futuro. Es enemigo de la serenidad un compa$ero perturbado y que se lamenta de todo. 'abitu(monos a desprendernos de la pompa y a valorar la utilidad de las cosas, no sus adornos. )urdate de creer feli! a un hombre que dependa de la fortuna, confa en un bien tal frgil quien funda su alegra en los bienes exteriores su satisfacci&n pudiera irse del mismo modo que vino.

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