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HANS KUNG mae TAN DE TODAS LAS COSAS CIENCIA Y RELIGION El principio de todas las cosas. Ciencia y religion Hans King Traduccién de José Manuel Lozano Gotor DITO RIAL T R OT TA La edicién de esta obra se ha reatizado con la ayudo de Pro-Helvetia, Fundacién suiza pero Ia culture EOLECCION ESTRUCTURASY PROCESOS Serie Religién Tituly original: Der Anfang aller Dinge. Naturwissenschaft und Religion © Editorial Trotta, S.A., 2007 Ferraz, 55. 28008 Madrid Teléfono: 91 $43 03 1 Fox: 91 543 14 88 E-mail: editorial@trotta.es hitp:/Arww.trotta.es © Hons King, 2005 © José Manuel Lozano Gotor, 2007 JSBN, 97B-B4-B 164-89) -1 Depdsito Legal: M. 4.571-2007 Impresin Fernandez Ciudad $. L. iSEA LA LUZ!.. A. @2UNATEORIA UNIFICADA DE TODO?, 1. El enigma de la realidad. . Lo que al mundo mantiene en sus entraiias . La controversia sobre los fundamentos de la matematica INDICE Un doble enigma ..... El nuevo modelo del Universo: Copérnico, Kepler, Galileo La Iglesia contra la ciencia El triunfo de la ciencia Descripcidn fisica del inicio .. La nueva fisica: el espacio-tiempo relativista de Einstein Un universo en expansion... La gran explosién y sus consecuencias Heisenberg y la teoria cudntica.... La ecuacidn universal: una gran esperanza &GUT en vez de GOD? Hawking... La ecuacion universal: una gran decepcién 2Una matematica libre de contradicciones? Gédel ... No existe una teotia de todo definitiva Motivo para la autorreflexion critica La insuficiencia del positivismo 4Rechazo de lo meta-empirico &S8édlo pseudo-problemas sin sentido? La confirmacién de todos los enunciados resulta imposible in- cluso en Ja ciencia de la naturaleza.. 7 Autonomia y limites del cenocimiento cientifico.... EL PRINCIPIG DE TODAS LAS COSAS 6. El cardcter precario de la realidad. El Universo — el ser humano - el yo.. Una realidad multidimensional y pluriestratificada. La raz6n, pero no sdlo la razén .. 7. Ciencia y teologia: diferentes perspectivas Ciencia: los cimientos, pero no el todo.. También la teologia necesita de la autocritie: El conocimiento fisico no puede trascender el mundo de la ex- periencia a En vez de un modelo de confrontacién o integracién, un mo- delo de complementariedad.... ae EDIOS COMO PRINCIPIO? 1. La pregunta por el principio de los principios... La singularidad inicial.... «Giro copernicano» en la fllosofi Las pruebas de Dios, condenadas al fracaso: Kant... Las pruebas contra la existencia de Dios fracasan asimismo 2, La ciencia, ébloqneada por la critica de la religién?.... ae Razén y sinrazén de la critica de la celigién: Feuerbach - Mar: — Freud... ¢La muerte de Dios? Nietzschi La ciencia debe dejar a Dios a un lado El atefsmo es comprensible, pero no ineludible. 3. éDe dénde provienen las constantes naturales: Un universo finito en el tiempo y el espacio. Impotencia intelectual ante la pregunta por el origen éDe dénde provienen los principios césmicos de orden? Oposicién instintiva.... 4, Reacciones al ajuste fino césmico. Especulacién cosmolégica: universos alternativos Pregunta aclaratoria critica: nuestro universo, éuno de tantos? . Demostracién cosmolégica: un universo debido a un Disenia- dor..... Pregunta aclaratoria critica: éuna prueba fisica de Dios? Una dudosa motivacién basica 5. éPor qué no existe la nada?.. ¢La soluci6n de los enigmas del mundc?.. Cuanto més se sabe, también es mas lo que se ignora. Aproximacién al mistcrio originario...... Dios como hipétesis Dios como realidad .. Un punto de apoyo como el de Arquimedes ag b. INDICE éCREACION DEL MUNDO O EVOLUCION?.... 1. El principio como inicio de un devenir .. La evolucidn de las especies bioldgicas: Darwin. El ser humang ha surgido del reino animal . 2. El rechazo teolégico ..... Una situacién embarazosa para los anglicanos. Un segundo caso Galileo para la iglesia catélica. El creacionismo protestante. 3. Evolucién: ¢con o sin Dios? Progreso sin Dios: Comte Evalucién hacia Dios: Teilhard de Chardin. Dios en proceso; Whitehead... 4, éCémo pensar a Dios? ... éUna alternativa a la palabra «Dios»? Dios: dun ser supramundano?.... . El espacio-tiempo, envuelto por la eternidad y la inconmensu- rabilidad divinas. éEs Dios persona? 5. La Biblia y la creacién Los mitas creacionales de las grandes religiones éFalta de informacién? .. La Carta Magna de la visién judfo-cristiana del mundo. Un lenguaje de imagenes y metdforas. Ni armonizacién ni mezcla.... 6. Testimonio de fe sobre el origen viltimo La creacién del tiempo y el espacio a partir de la nad Qué sentido tiene hoy la fe en Dios creador? «En la luz inaccesible».... éVIDA EN EL COSMOS?, 1. Desde cuando existe la vida? éQué es'la «vidar? .. ¢Estamos solos en el Universo? Basqueda infructuosa .... 2, éCémo surgid la vida? Los portadores de la vida. La materia se auto-organiza 3. ¢Azar o necesidad? éPrioridad del azar? Las leyes de la naturaleza dirigen el aza Dios, dinnecesario?.. Una alternativa existencial 131 131 132 133 135 137 138 139 141 141 142 143 145 EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD . EL PRINCIPIQ DE TODAS LAS COSAS éPor qué es el cosmos propicio a la vida? La evolucién hacia el ser humane..... éPrincipio anteépico?.. No es posible una fundamentacién tiltima . Milagro: eInterrupcién de leyes de la naturaleza? Resultados de la critica biblica....... Indicios para ka fe ¢Cémo concebir la acci6n de Dios: Una concepcién espiritualizada de Dio: El Infinito actia en lo finito. Entre Dios y el mundo no existe rivalidad La evolucién fisica de} ser humano La filogenia..ses El ser humano procede de Africa Primeras huetlas de la religion ... La evolucién psiquica det ser humano. Fl problema cuerpo-alm: Psique en vez de alma Libertad condicionada Dirigido por e] entorno y pre-programado Cerebro y mente.. éDeterminado por procesos cerebrales de caractet fisico- quimico? E] libre arbitrio, ¢una ilusién: Las ciencias neuroldgicas y la minimizacién de la responsal lidad y la culpa... Limites del estudio cientifico del cerebro Ignorancia en el nivel cerebral decisivo... Las grandes preguntas de las neurociencias La quimica y la fisica no explican el yo Experiencia de Ia libertad El cosmos mental... Los inicios de la ética humana..... Factores biolégico-evolutivos y socio-culturale: La ética primigenia como base de una ética mundial. También la ética biblica tiene una historia, La tinica Luz y Jas maltiples luces .... 10 146 146 147 148 150 152 152 152 153 184 155 156 161 161 162 163 165 167 168 169 170 171 172 173 174 176 177 178 179 182 183 185 187 188 189 190 191 INDICE EPLLOGO: EL FINAL DE TODAS LAS COSAS .... Hipotesis fisicas sobre ¢l fin del mundo ., Visiones apocalfpticas del fin El sentido de las visiones biblicas La muerte como ingreso en la Luz.. Notas Agradecimientos.. 11 195 195 197 199 201 203 223 iSEA LA LUZ! «iSea la luz!»: asf describe en sus primeras frases la Biblia hebrea el «principio» de «cielo y tierra». «Desordenada y vacia» se encontraba la tierra: «Las tinieblas estaban sobre 1a faz del abismo y el espiritu de Dios se movia sobre la faz de las aguas»!. Antes que cualquier otra cosa, antes incluso que e! Sol, la Luna y las estrellas, fue creada la luz. En su oratorio La Creacién, JOSEPH HayDN ha sonorizado este hecho con una intensidad que no pueden afcanzar las palabras y que mejora incluso la representacién que de él hizo MicueL ANGEL en la Capilla Sixtina: con e! sorprendente transito fortissimo del oscuro mi menor al triunfal y resplandeciente do mayor que realiza toda la orquesta, as palabras biblicas sobre la luz fueron, por asf decir, musicalmente recreadas. _ Pero, me preguntaré el cientifico, écree usted de verdad, como mu- chos fundamentalistas, y no sélo en Estados Unidos, que la Biblia da respuesta a la pregunta por excelencia de la cosmologia, a saber, la pre- gunta por el origen de todas las cosas? ¢Acaso defiende usted una fe biblica asi de ingenua, no ilustrada, en un Dios antropomorfo que ha creado el mundo en seis «dias»? Claro que no: precisamente porque deseo tomarme la Biblia en serio, no puedo leerla al pie de la letra. «Sea la luz!»: tal era también, y con raz6n, el eslogan de la <]-lus- tracién», que se inicié en Inglaterra («En-lightenment») y Francia («les Lumiéres») con la pretensién de ayudar al ser humano mediante la ra- z6n a «salir de la minorfa de edad en la que, por propia culpa, se encon- traba» (I. Kant?). Ilustrados eran todos los Ilamados «amigos de la luz», gente piadosa que también en la Iglesia abogé desde muy pronto por la libertad de investigacién, asf como por un anuncio del Evangelio que estuviera a la altura de la raz6n y de los tiempos, sin coacciones ni tutela 13 Fl PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS espiritual. ¥ todos ellos tenfan de su parte a aquella ciencia poscoper- nicana que, en Gltimo término, salié victoriosa del proceso de la iglesia romana contra GAULEO GALILEI. Asf pues, ino se puede hacer como si no hubieran existido CopéRNico, GALILEO, NEWTON y DaRwIn! Pero ahora soy yo quien le pregunta al cientifico: ¢no nos ha condu- cido a veces la raz6n ilustrada también al error? Con todos sus progresos triunfales, ¢éno ha ideado también, y en medida creciente, asesinas ma- quinarias de guerra? {No ha destruido de multiples maneras los funda- mentos naturales de la vida, hasta el punto de que hoy muchas personas temen por el futuro del planeta? En efecto, como ha sido analizado con agudeza por Max HoORKHEIMER y THEODOR W. ADORNC®, la racionali- dad cientifico-técnica puede transformarse en irracionalidad. ¢No seria quiza necesaria también una visién distinta de la que ofrece la ciencia? «iSea la luz!»: esto lo podria haber dicho asimismo ALBERT EINSTEIN cuando fijé la velacidad de la luz como la gran constante sobre la que basar la «relativizacién» de la gravedad, el espacio y el tiempo. Invo- cando a «herejes» como DEMOCRITO, FRANCISCO DE Asis y, sobre todo, SPINOZA, EINSTEIN propugné una «piedad cosmica» exenta de dogmas, «que no conoce ningtin dios pensado a imagen del ser humano»‘, En su opinién, dicha piedad césmica es «el m4s fuerte y noble resorte de la investigaci6n cientffica»’. «iQué profunda fe en el cardcter racional de la estructura del mundo, qué anhelo de captar ya fuera un tenue reflejo de la razén que se revela en el mundo, debia de latir en Kepler y Newton para que, en un trabajo solitario de afios, lograran desentrafiar el funcionamiento de la mec4nica celeste!... Slo quien se ha propuesto para su vida metas andlogas puede hacerse una idea viva de qué es lo que alienta a estas personas, qué es lo que les da fuerza para mantenerse fieles a su objetivo a pesar de innumerables fracasos. Es la religiosidad césmica la que otorga semejantes energias»‘. Lo sé: no todos los cienti- ficos cultivan tal religiosidad. Y en este libro, eso puedo asegurarlo, no se va a imponer ni esa ni ninguna otra religiosidad. Pero también los cientificos, a poco que estén dispuestos a mirar mas all4 de su limitado campo de visién, pueden sentirse al menos interpelados por las pregun- tas de ta religion. «iSea la luz!»; también el presente libro quiere, con toda modestia, comunicar luz, difundir esa luz que Jos grandioses resultados sobre todo de la fisica y la biologia arrojan sobre el principio del mundo, la vida y el ser humano; luz como la que, de un modo totalmente distinto, sigue irradiando el testimonio de la Biblia, siempre y cuando sea entendido de forma acorde con los tiempos; luz como la que, desde la humilde confianza en sf mismas, hoy pueden transmitir a los seres humanos una 14 (SEA LA LUZ! filosofia y una teologia ilustradas. De cara a tal transmisién, la integri- dad intelectual es mas importante que la conformidad dogmatica, mas importante que la correctness eclesial o secular {la observancia de lo eclesial o secularmente correcto}. No obstante, se trata de una empresa dificil. Pues, en las ultimas décadas, la investigacién en los campos de la cosmologia, la biologia y la antropologia cientificas ha avanzado de forma tan vertiginosa y se ha dilatado tanto que resulta dificil, sobre todo para el «lego», lograr una visidn de conjunto. Con frecuencia, eso les ocurre incluso a los cientifi- cos. En cualquier caso, uno de los grandes cerebros de la ffsica formuld ya pronto el dilema de una visién universal y vio «la unica salida»: «que algunos de nosotros se arriesguen a contemplar conjuntamente hechos y teorfas, aun cuando sus conocimientos sean en parte de segunda mano y se revelen incompletos, lo que les expondré al peligro de hacer ef tidfculo». Lo anterior lo escribié en un libro titulado éQué es la vida? el primer hombre que miré la célula viva con los ojos de un fisico, el fundador de la mecAnica cudntica ondulatoria y premio Nobel de 1933: Erwin ScHRODINGER. Espero que el lector, benévolo, acepte como mia su disculpa. Si se quiere pensar en grandes correlaciones y sin perder de vista el todo a pesar de la necesaria especializacién, resulta imprescindible un saber filosdfico-teol 6gico basico. A ello quiere contribuir de forma con- centrada el presente volumen. No hace falta decir que aqui recurro a todo lo que he estudiado, ensefiado y publicado en cincuenta afios: gra- cias a ello puedo escribir ahora deliberadamente un libro de pequefio formato. No pretendo sdlo incrementar los conocimientos sobre temas cientificos de moda, sino también —al menos eso espero— ofrecer una respuesta coherente y convincente a preguntas cientificas fundamen- tales. Tal respuesta culmina en una seccién sobre los inicios de la ética humana, lo que muestra que esta obra también tiene su lugar en e] con- texto del Proyecto de una Etica Mundial. Redacto esta introduccién a la primera versi6n del manuscrito a co- mienzos de julio de 2004 durante el IV Parlamento de las Religiones del Mundo, que se celebra en Barcelona, aprovechando horas que quedan libres para la preparacién de las sesiones. ¥ lo hago en Montserrat, con Una vista panordmica def brusco y escarpado miacizo, con sus formas redondeadas y sus picos, a mi derecha, y de la abadia benedictina a mi izquierda; entremedias se extiende el vasto paisaje de Catalufa, La superacién de los antagonismos —a menudo tefiidos de ideologia— en- tre ciencia y religi6n a través de una nueva apuesta comin, por muy diferentes que sean sus respectivas perspectivas sobre la evolucidn del 15 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS cosmos y el ser humano: étendré que quedarse en un hermoso suefio surgido en el transito de la Modernidad a la Trans-modernidad? Al final del libro doy las gracias a todos aquellos que me han ayudado en esta exploracién del «principio de todas las cosas», Tubinga, julio de 2005 Hans KONG 16 A ¢UNA TEOR{A UNIFICADA DE TODO? Los fisicos pueden estar orgullosos de los resultados descubiertos, re- flexionados y confirmados experimentalmente a los que ha conducido su investigacién. Los demas cientfficos se ven obligados a recurrir sin cesar a esta ciencia bdsica, que investiga y analiza las particulas elementales y las fuerzas fundamentales de la realidad material. Por eso, es compren- sible que algunos fisicos, a la vista de los innegables éxitos triunfales de la disciplina que cultivan, conffen en que algin dfa se pueda desentrafiar €] Universo. éCémo? Encontrando una teoria valida para «todo», para todas las fuerzas de la naturaleza, para todo lo que existe: una férmu- la universal capaz de desvelar los més profundes enigmas del cosmos, del Universo; capaz, pues, de explicar desde la fisica la realidad toda. 1. EL ENIGMA DE LA REALIDAD El cosmos: la palabra griega kosmos tiene una larga historia. Origina- Tiamente significd «orden»: la mencién mds temprana que se conoce se debe a Hoero, en el siglo vit a.C., quien la emplea para referirse a un ejército desplegado de manera ordenada. Luego, adquirié también el significado de «adorno»: este uso esté documentado por primera vez en Prrdcoras, en el siglo vi a.C. Por tiltimo, en torno al cambio de era, comenzé a denotar «armonfa» en referencia al conjunto de la realidad; y, més tarde, «orden del mundo», «totalidad del mundo», tal y como sigue entendiéndose en la actualidad. Asi pues, el mundo en cuanto totalidad Ordenada, «cosmos» como jo contrario de «caos». El Universo: la palabra «universo» surge en el siglo xvill a partir del 17 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS término latino uziversum, cuyo significado mantiene. Se trata de la sus- tantivacion del participio uni-versus (formado por unus + vertere, ver- sus), que quiere decir «vertide en uno», «aglutinado en una unidad». Asf pues, en sentido estricto, «universo» significa el «todo en cuanto conjunto de las partes». En este libro, utilizo «cosmos» y «universo» indistintamen- te € intento indagar en su origen y sentido. Un doble enigma Tras el sencillo titulo El principio de todas las cosas, se esconde una doble pregunta; © La pregunta central por el principio absoluto: por qué existe el Uni- verso? ¢Por qué no més bien la nada? Asi pues, la pregunta por el nudo ser del Universo. ¢ La pregunta marco por tas condiciones iniciales: ¢por qué es el Uni- verso tal como es? ¢Por qué tiene justo las propiedades que tiene, determinantes para la vida y la supervivencia humana? Asf pues, la pregunta por el ser concreto del Universo, tal y como lo conocemos. Se trata, por tanto, de nada mds y nada menos que del origen y senti- do del Universo en su conjunto, si, de la realidad en cuanto tal. Pero équé es el conjunto de la realidad? éSdlo la «naturaleza»? ¢O también el «espfritu»? (Puede comprender la ciencia también el espiritu? éDebemas contar con la posibilidad de que no exista s6lo un universe, sino varios, cada uno configurado tal vez de manera hasta cierto punto singular? En tal caso, habria que hablar de «multiverso»; sin embargo, esto no es mds que una mera hipotesis, en cuyo favor no se puede aducir observacién directa alguna. ¢Y qué es la realidad? Parto de una descrip- cién elemental y completamente abierta, que incluye «todas las cosas»: «realidad» es todo Jo que es, la totalidad de lo existente. En la Edad Media, se preguntaba sobre todo por Ja finalidad: épara qué existe tal o cual cosa? En la Modernidad, se pregunta sobre todo por la causa: ¢por qué tal 0 cual cosa es como es? (Como esta hecha, de qué se compone, qué leyes obedece? Si se quiere saber qué son las cosas, es necesario conocer como han Ilegado a ser. Si se desea saber qué es el cosmos, no queda mas remedio que averiguar cémo ha surgi- do. iEs impresionante lo que, ya a comienzos de la Modernidad, pen- sadores a menudo solitarios, luchando contra todo tipo de oposicién, concibieron tedricamente y exploraron experimentaimente! Con su es- fuerzo, conquistaron para la humanidad una nueva imagen del mundo. Hoy ya no se puede entender la «historia universal» s6lo como histo- 18 IWNA TEQRIA UNIFIGADA DE TODOT rla de la humanidad (con unos doscientos mil afios de duracién), sino que ha de ser concebida como una verdadera historia del Universo, iniciada hace trece mil setecientos millones de afios con la gran explosién. Sin em- bargo, el nuevo modelo astronémico-fisico del Universo —fundamento cientifico de la imagen moderna del mundo— tardé cerca de cuatrocien- tos afios en abrirse paso. EI! nuevo modelo del Universo: Copérnico, Kepler, Galileo No fue un cientifico secularizado, sino un candnigo catédlico (polaco o aleman) quien retomé una idea de ARISTARCO DE SAMos (siglo m1 a.C.), que otros astrénomos posteriores habian refutado con argumentos fisi- cos, y —apoydndose en sus propias observaciones, célculos y conjeturas geométrico-cinéticas— propuso el genial bosquejo de un nuevo mode- lo del Universo, verdaderamente revolucionario: NICOLAS CoPpéRNICO (1473-1543). Como es sabido, éste, que habfa estudiado principalmente en Italia, propuso en su obra De revolutionibus orbium coelestium libri VI [Seis libros sobre las revoluciones de los orbes celestes] un abierto modelo heliocéntrico de universo en lugar del tradicional y cerrado mo- delo geocéntrico, que poco a poco se habia ido revelando como inade- cuado sobre todo para calcular a largo plazo la posicién de los planetas'. El cambio de paradigma por excelencia, primero en la fisica, pero luego también con repercusiones en toda la imagen del mundo y en la «meta-fisica» del ser humano. La expresion «cambio copernicano» se convirtié en marbete para designar diferentes «cambios» revolucionarios basicos constitutivos de la Modernidad; ejemplo de libro ademas de lo que significa «cambio de paradigma»: no un mero cambio del «mado de Pensamiento» que impone su sello en la visién de] mundo de una época, sino més bien el cambio de «una constelacién global de convicciones, valores, modos de proceder, etc., compartidos por los miembros de una comunidad determinada» (Thomas S$. Kuhn’). El modelo de universo propuesto de forma meramente tedérica por Copérnico fue confirmado y corregido por JOHANNES Kepler (1571- 1630}, quien, tras estudiar teologia evangélica (protestante) en Tubin- Ba, enseguida decididé dedicarse a la matematica y la astronomia. Las Grbitas de los planetas ya no son circulares, sino elipticas; las tres le- yes de Kepler del movimiento planetario devienen en fundamento de Una Astronomia nova (1609). El conocimiento empiricamente expe- timentado y mensurado se establece entonces como Gnica via para la explicacién de la naturaleza. Pero esto, para el astrénomo KEPLER, de Pensamiento ecuménico y filoséficamente proclive al holismo, no ex- 19 EL PRINGIFIO Dk TODAS LAS COSAS cluye en modo alguno la fe en el Dios creador, en una divina armonfa universal de base matemética, manifiesta en todos los entes y relaciones*. El nuevo modelo del Universo sélo es entendido como sumamen- te amenazador para la tradicional imagen biblica del mundo cuando ef matemiético, fisico y fildsofo italiano GALILEO GALILEL (1564-1642)5, sir- viéndose de un telescopic construido por él mismo segtin un modelo ho- landés, observa las fases de Venus, las cuatro lunas de Jupiter y los anillos de Saturno y determina que los ctimulos estelares de la Via Lactea estan formados por estrellas discretas. Merced a esta irrefutable confirmacién de] modelo copernicano, segin el cual la Tierra orbita alrededor del Sol, y con la introduccién del experimento cuantitativo (leyes del péndulo y de la caida de los cuerpos), GALILEO se convierte en el fundador de la ciencia moderna. Con ello, se prepara el camino para el descubrimiento de las le- yes naturales y la ilimitada indagacién de la naturaleza. Por supuesto, GALILEO es consciente de la amenaza que sus investigaciones repre- sentan para la imagen biblica del mundo. Basicamente, él desea tomar en serio tanto el «libro de la naturaleza», escrito en el lenguaje de la matematica, como el «libro de la Biblia». En una carta dirigida al bene- dictino B. CasTELLt®, expone en 1613 sus opiniones sobre la relacién entre la Biblia y el conocimiento de la naturaleza: en el caso de que conocimientos cientificos firmemente establecidos contradigan afirma- ciones biblicas, thay gue reinterpretar la Biblia! Pero éc6mo reacciona la Iglesia a esta nueva imagen del mundo? éCémo se posiciona ante este copernicano «cambio de la constelacién global», ante este «cambio de paradigma»? La Iglesia contra la ciencia Es sabido —y resulta significativo— que ya el canénigo CopERNICO pes- pusiera hasta poco antes de su muerte la publicacién de Ja obra a la que dedicé su vida... ipor miedo a ser incluido en el {indice y a ser condenado ala hoguera! ¢Se trata quiza de un miedo tipicamente catélico-romano a lo nuevo, en especial a la nueva filosofia de la naturaleza, a la nueva cien- cia natural? No; los reformadores LUTERO y, sobre todo, MELANCHTON condenaron asimismo fa obra de CoPERNICO. Pero, dado que sdfo estaba fundada tedricamente y se suponia que habia sido propuesta a modo de hipétesis, pensaron que podian ignorarla. Por otra parte, COPERNICO no fue incluido en ef Index romano de libros prohibidos hasta 1616, cuando el caso GALILEO cobr¢ relevancia. Con ello, la religién se convirtié en un poder obstinado; y la iglesia catélica, en una institucién que, en vez de 20 JUNA TEORIA UNIFICADA DE TODO? fomentar el entetdimiento, el esfuerzo y la reftexidn intelectuales, recla- ma censura, Index e inquisicion. En 1632 Gauieo fue citade y condenado por la Inquisicién romana a causa de la violacién de la prohibicién de ensefiar la doctrina helio- c€ntrica que le habia sido impuesta en 1616. La tan citada frase sobre la Tierra: «A pesar de todo, se mueve», probablemente no fue dicha por él. A diferencia de lo que con frecuencia se afirma, tampoco es cierto que fuera torturado. En cualquier caso, la presién a la que se ve sometido es tan grande gue el sabio, como fiel catélico, abjura de su «error» el 22 de junio de 1633. Asi y todo, es condenado a un arresto domiciliario Perpetuo en su residencia de Arcetri, donde todavia disfruta de ocho afios de vida —los tiltimos cuatro, ciego— rodeado de sus discipulos y donde concluye la obra sobre mecdnica y las leyes de la caida de los cuerpos que tanta influencia ruvo en el desarrollo posterior de la fisica. «Segtin el estado actual de los ‘estudios sobre Galileo’, es innegable gue en 1633 el Santo Oficio se equivocé en el dictamen y que Galileo sélo era responsable en parte de lo que se le achacaba», afirma contra los todavia hoy activos apologetas catélico-romanos el historiador de 1a Iglesia GEORG DENZLER en un articulo titulado «Der Fall Galilei und kein Ende» {El caso Galileo, una historia todavia sin final]’. El conflicto de Gaited con la Iglesia, éfue un desafortunado caso ais- lado? No; fue un sintomatico precedente que contaminé de raiz la relacién de la entonces emergente cienciacon la Iglesia y la religién, sobre toda si se tiene en cuenta que la actitud de Roma, lejos de modificarse con el tiempo, alin se endurecid mas a la vista del progreso de ja ciencia (y, mds tarde, es- Pecialmente a la vista del impulso que Charles Darwin confirié a la inves- tigacién biolégica). Tras la funesta excomunién que Roma decreté contra Lutero y los protestantes, el caso GALILEO ocasioné un casi silente aban- dono de la iglesia catélica por parte de los cientificos, asf como un perma- Nente conflicto entre la ciencia y la teologia «normal»* dominante; de ahi que Espafia ¢ Italia, sometidas al latigo de la Inquisicién, permanecieran hasta el siglo xx sin generaciones de cientificos dignas de mencién. Pero la represién eclesidstica no consiguié imponerse a la evidencia cientifica. E] triunfo de la ciencia Ni siquiera Roma pudo impedir el colapso del edificio medieval del mun- do, en el que el disco de la Tierra se encontraba situado entre el cielo, El autor aplica aqui a la teologfa la distincién entre «ciencia normal» y «ciencia revolucionaria» inteoducida por Th. §. Kuhn. (N. del T.) 21 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS arriba, y el infierno, abajo; ni siquiera ella pudo detener el desencan- tamiento del mundo y la superacién de la fe medieval en el diablo, los demonios, las brujas y los magos. Es cierto que, todavia cincuenta afios después de la condena de GaLILEO —icon la iglesia catélica en el punto Algido de la Contrarreforma y el triunfalismo barroco!—, la nave principal de la iglesia jesuita de Roma, San Ignacio, fue decorada toda ella programaticamente con un enorme fresco del cielo, en el que se representa a la Trinidad y a todos los angeles y santos, como si no se hubiera inventado el telescopie y no hubiera tenido lugar un cambio de paradigma en la astronomia y la fisica. Pero, a la larga, la ilusién artistica no pudo frenar la revolucién cientifica. Y asi, las tradicionales instancias dadoras de sentido fueron perdiendo poco a poco fuerza de conviccién. Después de que el caso GALILEO hubiera servido con frecuencia como inspiracion para creaciones literarias —del marxista BERTOLT BRECHT, el judio Max Bron, ta catélica GERTRUDE VON Le Fort, entre otros—, el papa JUAN PasLo II, quien dictaminaba sobre el control de la natalidad y la ordenacion sacerdotal de las mujeres de forma tan infalible —iy tan equivocada!— como sus predecesores lo hacfan sobre astronomia y he- liocentrismo, suscité en nuestros dias desconcierto entre algunos cien- tificos e historiadores con sus ambivalentes declaraciones sobre el caso GALILEO: en 1979 anuncié con toda solemnidad su intencién de que una comisién investigadora reexaminara el caso GALILEO GALILEI trescientos cincuenta afios después de la muerte del cientifico de Pisa. Pero, una vez que dicha comisién hubo concluido sus trabajos, en el discurso pronun- ciado el 31 de octubre de 1992, el papa evité reconocer con claridad la culpa de sus predecesores y de la Sancta Congregatio Inquisitionis (hoy llamada «Congregaci6n para la Doctrina de la Fen); en vez de ello, hizo responsable de los hechos a la «mayoria de los teélogos» de entonces, sin especificar mas: «una rehabilitacién que, en realidad, no tuvo lugar»’. iPero ya hacia tiempo que GALILEO habia sido rehabilitado por ins- tancias competentes! De hecho, sus ideas fueron ya confirmadas al cabo de algo mas de dos generaciones por el no menos genial matematico, fisico y astrénomo inglés sir Isaac NEWTON (1643-1727), catedratico en Cambridge. En su obra principal, Philosophiae naturalis principia wathematico’, publicada en 1687, Newron formuld los tres axiomas de la mecdnica y, vinculada a ellos, la ley de la gravedad, que habia descubierto veinte afios antes: todo aplicado también al movimiento de los cuerpos celestes. De este modo, hizo posible una «mecanica celeste». Pues es una y la misma fuerza de gravedad la que hace caer a la manzana del rbol y ta que liga la Luna a la Tierra. Ademas, NEWTON desentrahié 22 1UNA TEORIA UNIFICADA DE TODO? la naturaleza de la luz y la electricidad e inventé —al mismo tiempo que Leibniz— el calculo infinitesimal y diferencial. Mientras que KEPLER y GALILEO propusieron elementos fragmenta- tins de una teoria abarcadora, NEWTON formulé a partir de tales apor- taciones y otros descubrimientos un nuevo y convincente sistema del mundo, expuesto de forma racional en leyes cuantitativas y matemati- camente exactas. Con ello, NEWTON se convirtié en el segundo funda- dor de la ciencia exacta (después de Galileo), en el iniciador de la fisica tedrica cldsica. El realismo inmediato, el determinismo y el reduccionismo de la imagen newtoniana de] mundo no fueron cuestionados hasta comienzos de] siglo xx, cuando surgicron la teoria einsteniana de Ia relatividad y la teorfa cudntica. Entonces se puso de manifiesto que la fisica en modo alguno describe sin mas el mundo en si, como presuponia Newton, in- dependientemente del punto de vista del observador. Sus teorfas y mo- delos no son descripciones literales de la realidad en el nivel atémico {realismo ingenuo), sino intentos simbdlicos y sefectivos de representar las estructuras del mundo responsables de determinados fendmenos ob- servables: un realismo critico que conoce la realidad fisica, pero no a través de la mera observaci6n, sino en creativa alianza con la interpre- tacién y el experimento™. 2. DESCRIPCION FISICA DEL INICIO En el marco del patadigma desarrollado por NEWTON se llevaron a cabo en los siglos subsiguientes numerosos cAlculos precisos y nuevos descu- brimientos, hasta que la fisica estuvo madura para otro cambio de para- digma, esta vez hacia la nueva fisica. Esta muestra, de forma inesperada, que el espacio y el tiempo son magnitudes sumamente flexibles que ya Nlo pueden ser consideradas por separado. La nueva fisica: el espacio-tiempo relativista de Einstein Este nuevo modelo del Universo, que diverge por completo del mundo infinito de la fisica cldsica de NEwTON, fue desarroliado a principios del siglo XX por ALBERT EINSTEIN (1879- 1955)", Pues deriva de fas ecuacio- nes fundamentales de {a teorfa general de la relatividad que é! formulé entre 1914 y 1916. EINSTEIN elevé la velocidad de la luz (ca. 300.000 km/s) a constante natural absoluta e inmutable: ininguna informacién puede ser transmitida a velocidad mayor que la de !a luz, que es la mis- ma para todos los observadores, independientemente de lo rapido que 23 EL PRINCIP(G DE TODAS LAS COSAS se muevan unos respecto de otros! De este modo, relativizé la gravedad y, con ella, también el tiempo y el espacio —las constantes en el sistema de Newron—, que se funden en una nueva magnitud fisica: el espacia- tiempo. La masa curva el espacio y el tiempo. Segtin esto, la fuerza de 1a gravedad no es sino la «curvatuta» del espacio-tiempo ocasionada por las masas en él contenidas. Asi pues, un sorprendente espacio-tiempo cuatridimensional, no susceptible de visualizacién: en él hay que contar con una geometria no euclidiana que utitiza coordenadas espaciales y temporales. La pre- diccién de EINSTEIN de que la luz de cuerpos celestes muy distantes se curva a su paso por una estrella de gran masa como el Sol —y de un modo tal que se puede medir dicho efecto (aproximadamente el doble de intenso de lo que cabria esperar conforme a la mec4nica newto- niana)— fue confirmada por mediciones realizadas durante un eclipse solar en mayo de 1919. La noticia sensacionalista: «Space warped!» [iEl espacio se comba!]. Asi pues, un universo espacialmente alabeado. Lo cual significa que es necesario pensar el espacio como ilimitado, aunque ello no impide en absoluto que su volumen sea finito. La mejor manera de entender lo anterior es por analogia con un espacio tridimensional (no cuatridimensional}, por ejemplo con una esfera: un escarabajo que ascienda por su superficie, al no encontrarse con ningtin borde, la con- sideraré con toda probabilidad infinitamente grande. Pero su drea, aun- que no tiene limites, es finita. Un universo en expansién También el modelo espacio-temporal de EINSTEIN tenia deficiencias: como era habitual desde el siglo xix en casi todo el establishment cien- tifico, también él al principio concibié el Universo de forma por com- pleto estatica, como eterno e inmutable. Ya ARISTOTELES habia supnesto que el cosmos, aunque limitado espacialmente, carecia de principio y fin en el tiempo. Frente a ello, y a pesar de innumerables resistencias, pronto se abridé paso una concepcién dindmica del Universo. Curiosamente (iaunque, por eso mismo, este hecho da pie a suspicacias!), fue un tedlogo —el hoy a menudo ignorado astrofisico de ta Universidad de Lovaina, abbé GEORGES LeMaITRE (1894-1966), discipulo y colaborador de EDDING- TON y EINSTEIN quien en 1927, en el marco de la teoria general de la relatividad, desarrollé un modelo de universo en expansién y propuso por primera vez la hipotesis de un «étomo primitivo» o «explosién ini- cial» (el nombre big-bang surgié a modo de chanza}. 24 LUNA TEORIA UNIFICADA DE TODO? Ya en 1923-1924, el fisico estadounidense Epwin P Hussce (1889- 1953), en cuyo honor se bautizé décadas mas tarde el famoso (GUT). Suponia que ésta aclararia qué es «lo que al mundo mantiene en sus en- trafias», Pero, mientras que HEISENBERG logré aportar con la mec4nica cudntica una gran teoria empiricamente confirmada y siempre mostré, por lo demas, un gran respeto frente a la esfera de lo religioso, HAW- KING, en el superventas Una breve historia del tiempo’ (aunque a algu- nos cientiftcos les cueste comprender este fenémeno, illeva vendidos ya veinticinco millones de ejemplares!), prometié lleno de optimismo ilustrado una gran teorfa unificada que no sélo explicaria determinados 30 JUNA TEQKIA UNIFICADA DE TODO! datos empiricos, sino que nos permitirfa «to know the mind of God»"*. En castellano: «entonces conocerfamos el pensamiento de Dios». Lo cual estaba pensado desde una enorme confianza en si mismo y formulado con intencién irénica. Pues lo que HAWKING queria decir es lo siguiente: si consiguiéramos formular una tal unificada «teoria de todo» (Theory of Everything = TOE), el mundo se explicaria a si mismo y Dios ya no seria necesario en cuanto Creador. Si el Universo estuviera cerrado por entero en si mismo, sin singularidades y sin limites; si fuera explicado sin resquicios por una teorfa unificada, la fisica habria hecho superfluo a Dios. Sin embargo, fue mas facil encontrar una abreviatura imponente, tal como GUT o TOE, que /a propia teorfa capaz de unificar todas las fuerzas fisicas. En la idea que HAWKING alberga del mundo —un universo cerrado en si mismo, sin limites y sin condiciones iniciales—, no puede existir, a diferencia de lo que supone ja mas antigua teoria del big-bang, ninguna «singularidad» en la que Dios tenga plena libertad para establecer las condiciones iniciales y las leyes del Universo. «Habria tenido todavia, por supuesto, la libertad de escoger las leyes que el Universo obedecerfa. Esto, sin embargo, pudo no haber sido realmente una verdadera elec- cién; puede muy bien existir sdlo una, o un pequefio nimero de teorias unificadas completas, tales como la teoria de las cuerdas heterética, que sean autoconsistentes y que permitan la existencia de estructuras tan complicadas como seres humanos que puedan investigar las leyes del Universo e interrogarse acerca de ta naturaleza de Dios»!®, éUna «teoria unificada completa»? Sin embargo, Hawxinc fue lo suficientemente sobrio para reconocer que, con las tan ingeniosas ecua- ciones de todo, no estaria dada en modo alguno la realidad de todo y, en cualquier caso, permanecerfa abierta la pregunta de por qué existe un universo: «Incluso si hay una sola teoria unificada posible, se trata Gnicamente de un conjunto de regias y de ecuaciones. ¢Quién insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas? El método usual de la ciencia de construir un modelo matematico no puede responder a las preguntas de por qué debe haber un universo que sea descrito por ¢l modelo!’ A pesar de ello, HAWKING expresé con claridad su esperanza de que, algtin dia, una GUT flegaria a responder la pregunta de por qué existe un universo: «No obstante, si descubrimos una teorfa completa, con el tiempo habra de ser, en sus lineas maestras, comprensible para todos y no Gnicamente para unos pocos cientificos. Entonces todos, filésofos, cientificos y la gente corriente, seremos capaces de tomar par- te en la discusién de por qué existe el Universo y por qué existimos 31 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS nosotros. Si encontrésemos una respuesta a esto, seria el triunfo de- finitivo de la razon humana, porque entonces conoceriamos el pensa- miento de Dios». Pero las cosas iban a seguir un curso bien distinto. La ecuaciOn universal: una gran decepcion Asf pues, HAWKING se habia imaginado la situacién de la siguiente ma- nera: hay que encontrar una formula completa de las leyes naturales, esto es, una serie de reglas que, al menos en principio, nos capaciten para predecir el futuro con tanta precisi6n como se desee («to an ar- bitrary accuracy») y, por ende, para calcular exactamente el estado del Universo en un momento determinado. La fisica clasica partia todavia del siguiente supuesto: si se conociesen las posiciones y las velocidades de todas las particulas en un determinado momento, se podria estimar tanto sus posiciones como sus velocidades en cualquier otro momento. Pero la fisica cudntica habia mostrado que existen sucesos que, por prin- cipio, no pueden ser calculados. No obstante, el objetivo de HAWKING y de quienes piensan como él consistia en encontrar una descripcién completa de la realidad que incluya la teorfa cudntica... con Dios o pre- cisamente también sin él. Pero entonces salté la gran sorpresa: en 2004, en una leccién pro- nunciada en Cambridge, HAWKING anunci6 que, en principio, habfa re- nunciado para siempre a su brisqueda de una gran teoria unificada?’. Aseguré haber Ilegado a la conviccién de que la esperanza de encontrar una teorfa completa y omnicomprensiva para conocer el mundo en su mds profundo ser y, asf, poder controlarlo era falsa. ¥ que ya no le pa- recia posible elaborar una teoria del Universo formada por un ntimero finito de proposiciones. Sorprendentemente, HAWKING apela en este contexto al primer teo- rema de incompletud del matemético austriaco Kurt GOpEL (1906- 1978), quiz4 el l6gico mas importante del siglo xx. Dicho teorema, propuesto en 1930, afirma que un sistema finito de axiomas siempre contiene formulas que no pueden ser demostradas ni refutadas den- tro de ese mismo sistema”*. La situacién se asemeja a la de un conoci- do ejemplo de la Antigtiedad, en el cual una persona afirma que «este enunciado es falsov. Si se presupone que todos los enunciados son, por principio, verdaderos o falsos (esto seria la completitud de! sistema), entonces el citado enunciado es verdadero justo cuando es falso. Asi pues, una contradiccién®, Con independencia de que HAWKING cite y entienda correctamen- te o-no a GODEL, lo tinico que hace con todo lo anterior es repetir la 32, GUNA TEORIA UNIFICADA DE TODO? experiencia que destacados matemiéticos y cientfficos pasaron décadas antes que él. Pues el desarrollo de la matematica condujo a una con- troversia sobre fundamentos que estallé ya en torneo a 1910; una con- troversia, todavia hoy actual, sobre los fundamentos de la matematica, en especial sobre el estatuto de la teorfa de conjuntos y el principio del tercere excluido”*. A quien ha estudiado con prafundidad los re- sultados de la epistemologfa y la filosoffa de la ciencia, como yo hice en la pasada década de Jos setenta*, no puede extrafarle el giro de HAWKING. Ast pues, y a pesar de tedo «GOD en vez de GUT? Me gustaria ocuparme expresamente de esta pregunta, pero sdlo después de haber reflexionado sobre la problematica de los fundamentos de la matematica. 4. LA CONTROVERSIA SOBRE 1.0S FUNDAMENTOS DE LA MATEMATICA Desde el inicio de la Modernidad, la matemdtica, de la mano de la fisica, se ha desarrollado sin cesar, linealmente, de forma imparable; con su aplicacién a la mecdnica celeste, la actistica, la éptica, la electri- cidad y, por Ultimo, a todas las ramas de 1a ciencia y la técnica, ha ido cosechando triunfo tras triunfo. Asi pues, éno es realizable el suefio de una ciencia matemdtica universal (mathesis universalis) que abrigaron DescarTEs y LEIBNIZ? En este capitulo, me interno en una problematica sumamente dificil que, de entrada, tal vez sélo resulte atractiva para los que sientan un especial interés en la matematica y la logica; no obstante, también repercute de forma considerable en la relacidn entre ciencia y religion. Quien no esté tan interesado pot estas cuestiones puede saltar- se sin miedo las siguientes paginas. éUna matemidtica libre de contradicciones? Gédel Fue precisamente la pretensién de hacer de la matematica una ciencia fundamental y universal lo que llevé a la crisis: ya la teorfa de conjun- tos, fundada en la segunda mitad del siglo xIx por el matemético aleman GEORG CANTOR (1854-1918), amenazé el carécter no contradictorio y \a inexpugnabilidad de la mateméatica. Pues tlev6é a antinomias, parado- jas, contradicciones: enunciados que pueden ser a la vez demostrados y refutados matematicamente. Un ejemplo famoso es la antinomia del «conjunto de los nimeros ordinales» (segtin C. Burali-Forti): para todo conjunto de nimeros ordinales, existe un nimeto ordinal mayor que cualquiera de los ntimeros ordinales que forman parte del conjunto en 33 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS consideracién. Ahora bien, todo ntimetro ordinal que sea mayor que el «conjunto de (todos) los ntimeros ordinales» no puede formar parte de ese conjunto (justo porque es mayor) y, sin embargo, tiene que pertene- cer a él (iporque en caso contrario no se tratarfa del conjunto de todos los ntimeros ordinales!). Asi, el intento de superar las numerosas antinomias légico-mateméti- cas, pero también lingiiisticas (semdnticas y sintacticas), de la matema- tica desencadené una crisis de fundamentos gravida de consecuencias. Por primera vez en la historia de la matematica, se planted el problema de la ausencia de contradiccién en las teorias mateméticas. Se intenté superar la situacién con ayuda de varios métodos o formas de pensa- miiento. Terminaron estableciéndose tres interpretaciones estandar, que al mismo tiempo eran tres escuelas de matematica, cada una de ellas coherente en si misma, pero contradictoria con !as otras dos: logicismo (F. L. G. Frege, B. Russell, A. N. Whitehead}, intuicionismo (L. E. J. Brouwer), formalismo (D, Hilbert). Pero, hasta ahora, ni el logicismo —que reduce la matemitica a Ja légica—, ni el intuicionismo (construc- tivismo) —que intenta construir la légica a partir de ciertas intuiciones matemiaticas fundamentales—, ni el formalismo —que entiende a una la légica y la matematica como sistemas de reglas derivables, a través de un cAlculo, a partir de ciertos axiomas bdsicos (haciendo completa abstraccién de los significados)—~ han conseguido imponerse de forma generalizada. Por consiguiente, también el famoso teorema de incompletud de Kurt Gove de 1930 se halla encuadrado en un contexto histérico. En él, Gédel probé que, dado un sistema suficientemente complejo y exen- to de contradiccién, con los medios que el propio sistema ofrece resulta imposible demostrar este tltimo extremo. De donde se sigue que la mayoria de los sistemas axioméaticos de la matematica no estén en con- diciones de demostrar su cardcter no contradictorio. No cabe asegurar de manera universalmente vinculante ¢l pensamiento matematico por medio de pruebas finitas y constructivas de que se halla libre de contra- diccién. Entre tos matemdticos circula la chanza: Dios existe, porque la matem4tica no alberga contradicciones; y el diablo también existe, porque no se puede demostrar que en realidad sea asi (André Weil). En su famoso libro Aufzdhlbarkeit, Entscheidbarkeit, Berechenbar- keit [Enumerabilidad, decidibilidad, computabilidad] de 1961, el mate- miatico y légico HANS HERMES observa que, « (Walrer Schulz)s7. Pero de ahi se sigue que la clasica auto-comprensién de la ciencia en el sentide de que es posible expresar en conceptos de forma unfvoca el ente tal y como en realidad es, 0 sea, «en si», se ha tornado hoy iasoste- nible. La fisica cudntica y la discusién sobre los fundamentos de la mate- mitica sugieren que el conocimiento humano es incompleto y plurivoco. En efecto, aun cuando se lograra unificat todas las teorfas cientificas con limitado 4mbito de aplicacién, aunque se consiguiera juntar todas esas teor{as para definir una itinica imagen cientffica del mundo, con ello no necesariamente aumentaria [a fiabilidad empirica. También al cientifico que se toma en serio la relatividad de su pers- pectiva sobre la realidad, cuando continta reflexionando, se le plantea en un nivel «superior» (Heisenberg) o (como yo preferizfa decir) mds profundo la pregunta de «qué es lo que mantiene cohesionado ef mundo en su interior»: no séfo la pregunta por ta fuerza nuclear fuerte que rige las interacciones entre las particulas mas diminutas (quarks) en el interior del nucleo atamico (premio Nobel de Fisica de 2004 para D. J. Gross, F. Wiiczek y H. D. PoLitzer), sing la pregunta por el fundamento y sentido del conjunto de la realidad. Sin duda, los matematicos y astrénomos actuales dificilmente acep- tarn, como s{ que hacian sus predecesores NICOLAS DE Cusa, KEPLER y GALILEO, pero también CANTOR y PLANCK, siguiendo las huellas de PLa- TON y los pitagéricos, que las propiedades matemiticas de las cosas son un indicio de su origen divino. Asi y todo, hoy, tras el debate sobre los fundamentos de la matemética, la siguiente constatacién podria dar que pensar mds que nunca: fa matemética, que es una invencién del espiritu humano, y el mundo, que no ha side creado por el ser humano, encajan sorprendentemente bien: parecen ser igual de racionales y ordenados y poseer, en dltimo término, la misma gran sencillez. Con ello, es posible que ya esté claro cémo entiendo yo la relacién entre ciencia y religion: En vez de un modelo de confrontacién o integracion, un modelo de complementariedad En los capftulos que vienen a continuacién, mi método seré el si- guiente: * no un modelo de confrontacién entre ciencia y religion: ya sea de matriz fundamentalista-premoderna, que ignota o desdefia 52 }UNA TEQRIA UNIFICADA DE TODO? tanto los resultados de la ciencia tanto como los de la exégesis bibli- ca histérico-critica; ya sea de indole racioualista~-moderna, que elude preguntas filosé6fi- cas-teoldgicas fundamentales y declara de antemano irrelevante la religion; * noun modelo de integracién de tendencia armonizadora: ya sea defendido por tedlogos que acomodan los resultados cienti- ficos a sus dogmas; _ ya sea propuesto por cientificos que instrumentalizan la religidn en beneficio de sus tesis; «= mas bien un modelo de complementariedad basado en la interaccién critico-constructiva de ciencia y religion, en el que se respeta la esfe- ra propia de cada una de ellas, se evita toda transicidn ilegitima y se rechaza toda absolutizacién y en el que, no obstante, por medio del cuestionamiento y entriquecimiento mutuo, se intenta hacer justicia al conjunto de la realidad en todas sus dimensiones. Por eso, en el préximo capitulo, me gustaria ahondar reflexivamen- te més alla de la estructura matematica de] mundo fisico: en busca del fundamento-sentido que mantiene unido todo lo existente en nuestro mundo de apariencias*. También al cientifico carente de fe religiosa se le plantea sin falta la pregunta por el principio de todas las cosas y, con elia, la pregunta por un principio absoluto. 53 B éDIOS COMO PRINCIPIO? En un diminuto planeta situado en la periferia de una de los cien mil mi- Ilones de galaxias que presumiblemente hay en el Universo, cada una de las cuales contiene por regla general més de diez mil millones de estrellas, mora desde hace apenas doscientos mil afios la humanidad. Nuesttos te- Jescopios tienen un gran aicance, pero son limitados. Y, aun cuando cons- truyéramos telescopios de mayor alcance, éstos seguirian estando sujetos a las restricciones que impone un horizonte césmico limitado. Pues exis- ten galaxias situadas més allé de nuestro horizonte visual: «Tales galaxias son no sélo, por principio, inobservables ahora, sino que siempre estaran mas alla de nuestro horizonte», afirma sir MARTIN Reks, Astrénomo Real bricinico’. Asf pues, el ser humano no esta en condiciones de concebir lo mas abarcador. Es incapaz de trascender de forma cientificamente cons- tatable su limitado horizonte césmico; segun parece, s6lo puede trascen- derlo por medio de la especulacion. Pero, en este segundo capitulo, no me interesan tanto las especulacio- nes cosmoldgicas cuanto Jas reflexiones filos6fico-teoldgicas. A pesar de que no sepamos, al menos por el momento, qué relacién guardan entre si las cuatro fuerzas césmicas —electromagnética, nuclear débil, nuclear fuerte y gravedad— y carezcamos, por tanto, de una «ecuacién universal» o «teor{a (fisica) de todo», tal vez resulte posible avanzar hacia la pregun- ta de cual podria ser el principio de todas las cosas. 1. LA PREGUNTA POR EL PRINCIPIO DE LOS PRINCIPIOS La pregunta por el «principio» (griego: arché) de todas las cosas represen- t6 ya para los antiguos griegos uno de los problemas fundamentales de 55 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS la filosofia. Los primitivos fildsofos naturales jénicos de inicios del siglo via.C. postulaban un nico principio originario a partir del cual habria surgido todo lo existente: TALES DE MILETO, el agua; ANAXIMENES, el aire; HeRAcuiTo, el fuego, y ANAXIMANDRO, en cambio, lo «ilimitado> (griego: apeiron) y lo «divino» (griego: thefon). Mas tarde, entre los filé- sofos naturales del siglo v a.C., ANAXAGORAS contrapuso a la materia del mundo la «mente» (griego: nods) auténoma y ordenadora del mundo. Desde entonces, lo divino estuvo presente en la filosofia griega, ora bajo la forma de la Idea del Bien, como lo concibié PLATON en el siglo Iv a.C., ora bajo la forma de Motor inmévil del cosmos y Fin tiltimo de todo afan presente en la realidad, como lo pensé ARISTOTELES. Para los prime- ros filésofos y teclogos cristianos (asimismo griegos y conocidos como «apologetas») fue posible, sin un esfuerzo conceptual demasiado grande, identificar este ser divino y esta mente o espiritu con el Dios creador de la Biblia. Pero, en la ciencia actual, el problema se plantea de otra manera. La singularidad inicial Es perfectamente comprensible: los fisicos no sienten debilidad por los fendémenos tnicos, singulares, del orden natural. Antes bien, las singula- ridades les impelen a estudiar la manera de reducirlas a la regularidad, de integrarlas en la estructura de las Icyes fisicas ya corroboradas. Lo caracterfstico de ellas no es el caso particular, sino la repeticién. Y tal reduccién de [a singularidad ha tenido completo éxito en muchas oca- siones. Pero la singularidad inicial constituye un caso esencialmente distinto: se trata de algo que se sustrae a todos los conceptos y leyes de la ciencia. Tan s6lo una centésima de segundo después de la gran explosion ya son validas las bien conocidas leyes de la fisica. Pero, por lo que respecta al tiempo t = 0 y a la causa de la misteriosa explosién originaria, los fisi- Cos se encuentran en un cierto apuro: écémo explicar que una diminuta unidad de infinita densidad, temperatura e impulso inicial contuviera todo el potencial necesario para producir cientos de miles de millones de galaxias? $6lo podran dilucidar la especificidad de nuestro universo si consiguen explicar las condiciones iniciafes. Si no desean renunciar a una respuesta, éno deberian recurrir quiz los fisicus a algo meta-fisico © proto-fisico?*, Por supuesto, aqui se podria argumentar ad hominem: ésupone realmente lo anterior una exigencia excesiva pata la razén humana? Pero también cabe considerat las cosas desde Ja perspectiva contraria: icuanta «fe» no concede Ia razén al modelo cosmolégico estdndar! 56 {DIOS COMO PRINGIPIOF éHay que creerse que el estallido inicial ha producido miles de millo- nes de galaxias a partir de una unidad diminuta? ¢Y eso no es una suer- te de «creencia cientifica en los milagros»? En cualquier caso, tal es la opinion de GREGG EASTERBROOK, periodista estadounidense especiali- zado en cuestiones cientfficas: por lo que respecta a «la dificultad para creer en él... no hay nada en la teologia o en la metafisica que pueda competir con el big-bang. Si esta descripcién de la génesis del cosmos procediera de la Biblia o el Coran en vez del Massachusetts Institute of ‘Technology, serfa tratada sin duda come un mito desmesurado»’, Y, sin embargo, también yo, tedlogo informado, considero, por su- puesto, bien fundado el modelo estandar de la fisica, a la vez que espero que los cientificos informados no entiendan el «principio» de todas las cosas como un inicio arbitrario: iel big-bang no es un mero beginning! Pues no se trata sélo de un primer instante tinico (la primera «centésima de segundo») dentro de una sucesién de multiples momentos compa- tables de una hiscoria universal que asi se pone en marcha. No; mas bien se trata de la posibilitacién de la historia universal en cuanto tal: ino de wn comienzo temporal, sino del inicio del tiempo! Es decir, no de un principio relativo, sino del principio absoluto, que no puede ser un inicio dentro del tiempo mundano o el mundo temporal; pues sin él resulta imposible explicar el tiempo mundano o el mundo temporal. Un principio (Anfang) del mundo que transciende el tiempo y el espacio se puede designar también con la voz «origen» (del latin ori- go; en inglés, origin, y en aleman, Ursprung). El término aleman Ur- sprung denotaba primitivamente una fuente que brota (er-springend, mas tarde ent-springend) de la tierra; con posterioridad, fue ampliado hasta abarcat todo tipo de punto de partida, incluso intelectual. Asi y todo, «origen» (Ur-sprung) no puede ser identificado de antemano con «autor» (Ur-heber), con Dios en sentido cristiano. Los tedlogos extraen con facilidad conclusiones ilegitimas a este respecto. Sea como fuere, el pensamiento filoséfico moderno, a diferencia del pensamiento medieval o del reformado, no puede tomar ya sencillamente a Dios como punto de partida, sino que ha de arrancar «desde abajo»: para el pensamiento moderna, el principio del conocimiento se encuentra en la experiencia del ser humano, «Giro copernicano» en la filosofia: Descartes El giro copernicano en la astronom(fa no tardé en ser prolongado por un «giro copernicano» en filosofia, cuyos cimientos fueron tendidos por un contempordneo de GALILEO, RENE DESCARTES (1596-1650), ge- 57 EL PRING IO DE TODAS LAS COSAS nial inventor de la geometria analitica e iniciador de la filosofia moderna. En una nueva época caracterizada por el cdlculo y la experimentacién, por el método y las ciencias exactas, DESCARTES proclama el ideal de la certeza matematica. A diferencia de la Edad Media, el camino moderno no conduce ya de la certeza de la existencia de Dios a la certeza de la propia existencia, sino justo al revés: de la certeza de la propia existencia ala certeza de la existencia de Dios. El teocentrismo es reemplazado por el antropocentrismo: el punté de partida metodologico es ef ser humano, el sujeto, su raz6n y su libertad. De esta manera, resulta posible fundar filoséficamente la autonomfa de las ciencias. En efecto, lo que aqui acon- tece es todo un cambio de paradigma, que sera completado por la critica fundamental de IMMANUEL KANT, cuya critica de la razén «pura» o teérica culmina en un cuestionamiento radical de las pruebas de Dios. Las pruebas de Dios, condenadas al fracaso: Kant Lo que subyace a la critica de IMMANUEL KANT (1724-1804) a las prue- bas de la existencia de Dios no es, como a menudo se conjetura, la resignacién acerca del papel de la raz6n. Mas bien, se basa en la doble conviccién —de base en dltimo término ético-religiosa— de que es ne- cesario imponer limites a la razén y de que los limites de la raz6én no coinciden con los de la realidad. iLo cual quiere decir que también pue- de ser real lo que no es conocido por la raz6n! éIncluso Dios? En el prélogo a la segunda edicién de la Critica de la razén pura, que publicé en 1781, cuando ya contaba cincuenta y siete afios de edad, KANT escribe lo siguiente: «Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar sitio ala fer’, Pues, para el «critico» KaNT, igual que para ROUSSEAU, a quien él va- loraba mucho, la fe es una verdad de! corazén 0, mejor, de la conciencia, situada més alla de todas las reflexiones y demostraciones y matematica «La creencia en Dios y en otro mundo se halla tan estrechamente unida ami sentido moral, que, asi como no corro peligro de perder la primera, tampoco necesito temer que el segundo pueda serme arrebatado», asegu- ra el propio KANT al final de la Critica de la razon pura’. Pero, segtin KANT, no es posible probar la existencia de Dios cienti- ficamente (entendiendo «ciencia» en sentido amplio). Dios no existe en el espacio y el tiempo, por lo que no puede ser objeto de Ia intuicién sensible. De ahi que, de las ciencias de !a naturaleza, no se puedan obte- ner conocimientos con fuerza probatoria en este terreno, ni pronunciar juicios al respecto, pues los juicios dependen de la intuicién, Las pruebas de la existencia de Dios —también las que el propio Kant defendié en su periodo precritico— han fracasado de hecho; es mas, tedricamente son 58 ;P1Qs COMO PRINCIPLOL de todo punto imposibles. Segan KANT, ni siquiera se puede responder en un sentido u otro la pregunta por un eventual principio del mundo en el tiempo. ¢Por qué no? causante de pérdidas por valor de miles de millones de euros! Asi pues, étambién una ff- sica-«burbuja» por miedo a la meta-fisica? IANDRE] LINDE, de la Uni- 7S EL PRINCIPIO DE TODAS LAS CGSAS versidad de Stanford, especula, por ejemplo, sobre bubbles («burbujas»} cdsmicas, que, separadas unas de otras, surgen y desaparecen sin cesar! Por supuesto, nada impide extraer de los cdlculos uno 9 dos o doce o mil o mil millones de «universos», «ciclos», «dominios», «mundos cudnticos» o «fluctuaciones cudnticas»: sin duda, apasionantes construc- ciones matemdaticas. No obstante, MarRTIN REES observa con razon que una «descripcién ldgica de otros universos» no es suficiente, que tendria que «ser aplicable a un fendmeno que podamos observar»’*. La decisién sobre si los ejemplos citados (constantes cdsmicas, agujeros negros) son apropiados o no para contrastar la hipétesis de los mundos miltiples he de dejarsela a los especialistas compcetentes. Segtin REES, lo unico que muestran tales ejemplos es que algunas afirmaciones sumamente espe- culativas sobre otros universos «pudieran> (i!) ser contrastables: «Para establecerlas sobre una base segura, debemos esperar a disponer de una teorfa fundamental que nos diga si, en vez de una tinica gran explosién, pueden {i!) haber existido varias y —en caso de que asi fuera (i!)— qué grado de diversidad habrian (i!) podido generar», Los signos de exclamacién que he afiadido pretenden resaltar que continuamente se utiliza el subjuntivo (y en castellano también el condi- cional), esto es, el modo de la posibilidad, detras del cual se esconde la duda o incluso una condici6n irreal. En cualquier caso, una hipdtesis no cobra mayor probabilidad porque se apuntale con mas y mas hipotesis, Cualquier modelo, si ya de antemano no es susceptible de contrastacién empirica, pucde ser extendido arbitrariamente. Pero, por muchas cartas que se le afadan, un castillo de naipes no se amplia, sino que termina vi- niéndose abajo. Ademés, atin sigue teniendo validez el antiguo principio de la légica: «a posse ad esse non valet illatio — |a interencia del poder ser al ser no es licita». Quienes estén familiarizados con la historia de la filosofia saben que ni siquiera de la famosa idea de un ser «perfecto» o «absolutamente necesario» (la prueba «ontolégica» de la existencia de Dios propuesta por Anselmo de Canterbury y Descartes) se puede inferir en modo alguno la existencia de tal ser. Mucho menos podré deducirse entonces de la idea de un universo imperfecto la existencia de un universo por complete discinto..*', A la vista de todo ello, uno se pregunta si, en vez de ensimismarse, siguiendo los pasos de FRED HOYLE, en la utopia de «universos autorre- productores», no seria mas sencillo y verosimil dejarse interpelar por la antiquisima concepcién de un universo que no se crea a st mismo. En una palabra, desearia que los fisicos se enfrentaran de forma imparcial, sin «’. ¢Acaso no tiene razon? Frente a las especulaciones cosmoldgicas de los fisicos que postu- jan un universo caético-inflacionario eterno o la existencia de diversos universos, TIPLER plantea decidido la demostracién cosmoldgica: una demostracion estrictamente racional en sentido matemAtico-cientifico que no deja otra alternativa que la aceptacion intelectual. Para cual- quier persona racional, resulta de todo punto imposible decir «no» al teorema de Pitdgoras o a la ley de la gravedad de Newton. Pero évale esto también para el «no» a Dios? Si aceptatnios las comsecuericias de las leyes fisicas conocidas, opina ‘TIPLER, llegamos a «una sorprendente conclusién»: «El Universo existe desde hace un tiempo limitado; ademas, el universo fisico y las leyes que lo gobiernan son llamados a la existencia por una Unidad no so- metida a tales leyes y situada fuera del espacio y el tiempo. En una pa- labra, ivivimos en un universo planeado y creado por DIOS!.5*, éTiene también aqui raz6n TIPLER? Pregunta aclaratoria critica: éuna prueba fisica de Dios? Al igual que he sefialado al tratar de las diversas especulaciones cosmo- Jégicas, también en el caso de Ja demostracién cosmolégica de TIPLER he de dejar el juicio a los expertos en el tema. A ellos corresponde decidir si es cierto que TIPLER demuestra de forma racionalmente irre- futable: 1. «que las leyes fisicas conocidas requieren la existencia de una singularidad cosmoldgica»; 78 ;BLOS COMO PRINGIMOF 2, *s, Los testimonios de cientificos competentes acerca de la existencia de una «oposicion instintiva» frente a una «singularidad» 0 de «rodeos» 80 «DIOS COMO PRINCIPIO! intencionados con el fin de eludirla son demasiado numerosos para po- der obviar la pregunta por el trasfondo motivacional del trabajo teérico en cosmologfa. Y asi, después de haber analizado ta pregunta marco relativa a las condiciones iniciales del Universo, debo ocuparme para coneluir de la pregunta central por el principio: 5, éPOR QUE NO EXISTE LA NADA? JOHN ARCHIBALD WHEELER (Princeton; me acuerdo de su visita 4 Tu- binga), quien Ilevé la mecdnica cudntica de Europa a Estados Unidos, condensa el problema en la original formula it from Bit: ¢cémo surge it (el mundo) a partir de un sustraco de bit (informacién)? Hasta la fecha no se ha descubierto ningun information generating process [pro- ceso generador de informacién]. ¢Estd la fisica capacitada por si misma para descubrirlo? O formulado con mayor claridad: fa fisica, en cuanto disciplina que estudia las estructuras y procesos de cambio basicos de la materia y {a encrgia, éno se exige demasiado a sf misma cuando sc propone encontrar con sus propios medios, esto es, con observacién, experimentos y matemitica, el fundamento itimo de \a realidad? Para trascender definitivamente !o empirico y plantear la pregunta no sélo por la realidad concreta del Universo, sino también por su ser en cuanto tal, éno serA necesaria mAs bien una especie de «meta-fisica»? 0 es que todavia se busca resolver los «enigmas del mundo», como alguna que otra ciencia se siente tentada a intentar en su fase de fogosidad juvenil 0, como se dice en aleman, de Sturm und Drang*? MN éLa solucién de los enigmas del mundo? «Los enigmas del mundo»: en el siglo xIx, el fisidloge berlinés Ema Dy Bois-REYMOND, investigador dedicado al estudio de la etectricidad en los miscutos y nervios animales, aunque proclamé a las ciencias de la naturaleza érgano absoluto de la cultura, en una muestra de modestia intelectual hablé de las siete preguntas dltimas sobre el mundo. Tales preguntas vienen dadas, segiin él, por la naturaleza del Universo, pero no pueden ser resueltas por el ser humano”, «/gnoramus et ignorabi- * Alusién a una corriente literaria prerroméntica surgida en Alemania a fines del siglo xvii (on realidad, se limita al period comprendido entre 1767 y 1785) como reac~ cin contra los excesos racionalistas de la Ilustracion. Se caracteriza por la exaltacién de las emociones, del sentimiento de libertad y de Ia pertenencia a la natucaleza. (N. del T.) 81 EL PRINCIPIO DE TODAS Las Cosas mus, no lo sabemos y nunca lo sabremos», y con ello se refiere sobre todo a la esencia de la materia y la energia, asi como a la explicacion de las sensaciones sensoriales sencillas. Pero también expresa sus dudas (dubiternus) sobre la posibilidad de explicar definitivamente el origen del movimiento, el surgimiento de la vida, la existencia de finalidad en la naturaleza, el origen del pensamiento racional y el lenguaje y, por tltimo, la realidad del libre arbitrio. «Los enigmas del mundo»: mAs tarde, el zodlogo y fildsofo de la naturaleza ERNST HAECKEL (Jena), en el supervenras que publicé hacia finales de siglo y que fue traducido a quince idiomas*’, aseguré, algo menos modesto, poder responder a cstas Ultimas preguntas fundamen- tales del ser humano en el sentido de una visidn monista del mundo fundada en la idea darwinista de evolucién. En la actualidad, sin duda, su libro —una confesién de ateismo que se pretende capaz de explicar desde una perspectiva materialista la evolucién del mundo desde la ne- bulosa originaria hasta los procesos espirituales y de prescindir del Dios mental-personal, que no seria mds que un «vertebrado gaseiforme»— les resulta ingenuo incluso a los cientfficos. Pues también en la ciencia ha tenido lugar, al menos en ciertas personas, un cambio de estado de ani- mo: del anterior entusiasmo por el progreso, que creia poder sustituir la religidn por la ciencia, se ha pasado hoy a la afirmacién a menudo mas bien desconsolada de la ausencia de Dios y de sentido como rasgos distintivos del mundo y el ser humano. Nadie niega que, en el siglo xx, la ciencia ha conseguido exitosos triunfos y ha resuelto ciertos enigmas del munde que, durante largo tiempo, se tuvieron por irresolubles. Y, sin embargo, a pesar de todos los fantasticos progresos cognoscitivos, en modo alguno ha perdido el mundo su cardcter enigmdtico: ni en el dmbito de lo mas grande, ni en el de lo mas pequefio. Al contrario, parece que, cuanto més lejos se aventura en el espacio y mas profundamente penetra en la materia el ser humano, mas misteriosa deviene la realidad: — Un enigmatico macrocosmos: cuanto més averiguan, con ayuda de gigantescos telescopios, los astrofisicos sobre el espacio —que, amén de la realidad tridimensional, presenta una cuarta dimensién temporal (y quiz4 otras dimensiones)—, tanto mds inconccbible nos resulta este (segiin Einstein) tiempo-espacio curvo ilimitado y, sin embargo, finito, con sus sistemas estelares que se expanden a velocidad creciente y ob- jetos extremadamente raros descubiertos hace poco tiempo, tales como pulsares y quasares, — Un enigmatico micracosmos: cuanto mas averiguan, con ayuda de enormes aceleradores, los fisicos de particulas sobre el niicleo até- 82 {DIOS COMO PRINCIPIOL mico —constituido por protones y neutrones, que, a su vez, se hallan formados por subunidades atin mds diminutas, los llamados quarks y gluones («pegamento»), junto con las fuerzas electrodindmica, nuclear débil, nuclear fuerte y gravitatoria, las cuales, por su parte, tal vez po- sean estructuras conmunes“*—, tanto menos podemos imaginarnos cual es en realidad el material 0 1a fuerza originaria del mundo. De ahi que haya cientfficos que tienen la impresién de que, cuanto mas deseubren sobre el cosmos, menos lo entienden. Quien sabe mucho también es consciente de lo mucho que desconoce... al menos si se trata de una persona sabia. Cuanto mds se sabe, también es mds lo que se ignora L Los nuevos resultados de la investigacién suscitan asimismo nuevas pre- guntas. Conforme disponemos de mds y mds conocimientos, nuestra comprensién del todo parece difuminarse. Pues cada vez resulta mas dificil hacerse una imagen coherente del cosmos. Infinitud de cosas per- manecen inexplicadas. La realidad fisica escapa en gran medida a la visualizacién. A\ igual que ¢] fascinante macrocosmos fisico, también el no menos fascinante microcesmos de las particulas subatémicas no puede ser representado todavia por nuestros conceptos sino de forma imprecisa. En ultimo término, el microcosmos y el macrocosmos sélo se dejan parafrasear con imagenes, cifras, comparaciones, modelos y for- mulas matemdticas. De hecho: écémo debo «imaginarme» el vasto mundo que explora la astrofisica, en el que los viajeros espaciales —en el caso de que alguna vez fuera posible recorrer el camino que lleva hasta e] centro de\la Via Lactea y hiego de regreso a la Tierra—, al llegar todavia jévenes a ¢sta, se encontrarfan con una humanidad que entretanto ha envejecido unos sesenta mil afios? ¢¥ cOmo he de imaginarme los procesos inconcebi- blemente pequefios —con un orden de magnitud de hasta 10°" cm = 1 milbillonésima o billardésima de centimetro (1 billardo = 1 millén de millardos; 1 millardo = mil millones) y periodos de 10°? s = 1 dividido por 10 trillardos s (1 trillardo = 1 millén de billardos)— que investi- ga la fisica de particulas elementales*? Aqui incluso pierden en gran medida su significado palabras como «parte» y «extensin espacial». El riiodo de tealidad de los componentes del nticleo —protones y neu- trones— permanece por completo incierto; y lo mismo puede decirse, * Aunque su uso no es habitual en castellano, mantenemos aqui los miiltiplos y submiltiplos de las unidades fisicas empleadas en el original. (N. del T.) 83 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS con mayor razén, de los quarks, de sus ups and downs*. Los flavors («sa- bores») y «colores» asociados son «mas que nada un nombre gracioso», dice el «inventor» de los quarks, el premio Nobel MURRAY GELL-MANN, aunque sirven «también como metafora»*’. Precisamente la mds puntera tecnologia, la zanotecnologia®, penetra en otro 4mbito completamente distinto de la experiencia liminal de lo inimaginable. Un nanémetro (nano significa en griego «enano») es una millardésima o milmillonésima de centimetro = 10-? cm. Lo cual signi- fica que la proporcién que guarda un‘metro con un nanémetro es equi- valente a la que existe entre el didmetro de la Tierra y el de una aveliana. Las nanoparticulas, de las que la nanotecnologia se sirve con éxito para llevar a cabo procesos quimicos novedosos (por ejemplo, come aditivo en lacas, pinturas y cremas de proteccién solar para amortiguar la accion de los rayos ultravioletas), tienen, por regla general, un tamaiio comprendi- do entre 5 y 100 nanémetros (nm), esto es, cinco mil veces mas pequefias gue el didmetro de wn cabello humano. Inimaginable y, sin embargo, real, este nanomundo. También muchos cientificos lo ven del mismo modo: su ciencia se ubica en insulas de saber y dispone s6lo de wna imagen limitada del cos- mos. Tras las nuevas mediciones realizadas por la ya mencionada sonda espacial WMAP —que escaneé durante muchos meses el firmamento entero y estimé la edad del Universo en trece mil setecientos millones de afios, confirmando asf el modelo marco del big-bang—, una cosa ha quedado establecida fuera de duda: isdlo conocemos el 4 por ciento del Universo, pues ése es el porcentaje de lo que estd compuesto por la mate- ria habitual y visible (estrellas, planetas, lunas)! ¢Y el desconocido «resto» de 96 por ciento? Consiste en: — 23 por ciento de materia oscura, que se supone que actia de forma localmente ligada como fuerza gravitatoria, evitando que las galaxias se alejen unas de otras a velocidades demasiado elevadas. Es probable que se trate de una masa enorme de particulas elementales invisibles e inaudibles, que diversos equipos de investigacién llevan buscando febrilmente desde hace ya tiempo. En la jerga cientifica son denominadas WIMP y en ale- méan «cobardes», si bien el significado de su nombre oficial es «particulas masivas sujetas a interaccion débil» (Weakly Interacting Massive Particles). — 63 por ciento de energia oscura (por la «constante cosmoldgica» de Einstein), que todavia es objeto de busqueda. Se supone que actéa como una suerte de campo gravitatorio con el fin de que el Universo * — Upy down son dos —de los seis— tipos de quarks, justo los que, junto con los electrenes, componen la materia ordinaria. (N. def T.) 84 {O1OS COMO PRINCIPIO? —para gran sorpresa de los fisicos— pueda expandirse a velocidad siem- pre creciente. «Qué sea en realidad esta energia oscura y como encaje en la estructura global del cosmos (y también en nuestra fisica) es algo que se desconoce por completo»*’. «Materia oscura», «energia oscuram: lasi pues, para la fisica, la mayor parte del Universo se encuentra todavia —a pesar de la biisqueda en el espacio y en las profundidades de la Tierra (en minas abandonadas yen taneles de autopista)— literalmente en la oscuridad! éPodra producir el gigantesco acelerador de particulas (LHC, Large Hadron Collider) que se pone en funcionamiento en 2007 en el CERN de Ginebra los anhelados «neutralinos», que hasta la fecha no han podido ser encontrados en la umbria del cosmos? Cuando comenzaba a emerger la moderna ciencia de Ja naturaleza, el ya mencionado BLAIsE PAscat. expres6 el terror que le prodacia el eterno silencio de los infinitos espacios del macromundo. éNoe apodera asimis- mo de uno el espanto a !a vista de los abismos de un micromundo infinita- mente pequefo? ‘Tal es la desproporcin en la que el ser humano se halla desde siempre; en palabras de PasCaL, «la grandeur et misére de l'homme, grandeza y miseria del ser humano»: «Porque, al fin, équé es el hombre en ja naturaleza? Una nada frente al infinito, un todo frente a la nada, un me- dio entre nada y todo. Infinitamente alejado de comprender los extremos, el fin de las cosas y su principio estan para él invenciblemente ocultos en un secreto impenetrable, igualmente incapaz de vet la nada de donde él ha salido y el infinito por el que es absorbido. ¢Qué hard por consiguiente, sino apercibir alguna apariencia del medio de las cosas, en una desespe- ranza eterna de conocer su principio y su fin? Todas las cosas han salido de la nada y van hacia el infinito, ¢Quién seguira sus asombrosos pasos? £] autor de estas maravillas las comprende. Nadie mas lo puede hacer». Con raz6n habla PascAL no sélo de un «enigma» que nos rodea y que quizé algdn dia pueda ser desentrafiado de una vez para siempre, sino también de un secret impénétrable, de un «misterio indescifrable», al que, en el mejor de los casos, no cabe referirse mas que con image- nes, simbolos y comparaciones. El cardcter enigméarico del mundo, que al mismo tiempo desborda de maravillas, se funda en un misterio al que tinicamente es posible aproximarse. «Sélo el autor de estas maravillas las comprende», ¢A qué o a quién se refiere con la palabra «autor» (auteur)? Aproximacion al misterio originario Lo que ocurre hora tras hora es un «milagro» vertiginoso y, sin embargo, a los seres humanos no nos causa ningtin vértigo: a una velocidad de 85 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS unos mit kilémetros a la hora, segun la latitud a la que uno se encuen- tre (por ejemplo, en Tubinga, que esta sobre el meridiano 51°, son 1.050 km/h), rotamos alrededor del eje terrestre. ¥ la Tierra orbita alrededor del Sol con una velocidad superior a los 100.000 km/h. A la vez, el sistema solar en su conjunto gira en torno al centro de la Via Lactea a 800.000 km/h. Esto no siempre ha sido asi y probablemente no permanecera asi para siempre. Un ejemplo maravilloso del caracter no necesario, de la contingencia, inestabilidad y relatividad de la humani- dad, de nuestro planeta, de un universo que se expande... sHacia dén- de? Al menos deberfamos poder aclarar la pregunta por la procedencia, por el de dénde. €No seria apropiado que los seres humanos, conscientes de nues- tra precaria situacién en el Universo y de nuestro sumamente limita- do saber, mostr4ramos cierta modestia intelectual ala hora de abordar las preguntas Uitimas del hacia dénde y el de dénde, aunque sin duda también es importante no dejarse atenazar por el falso temor a tomar decisiones? La discusién epistemoldgica (cap. A, 5) ha mostrado que, mientras que los argumentos de la fisica, levantados sobre la observa- cién, el experimento y la matemAtica, tienen un cardcter ldgicamen- te incontrovertible, los argumentos filosdfico-teolégicos a favor de la aceptacién de una realidad meta-empirica son, todo lo més, una guia y una invitacién. Lo cual quiere decir que, en estas cucstiones dltimas, no rige la imposicion intelectual, sino la libertad. Al mismo tiempo, también se ha puesto claramente de manifiesto que el instrumentario cientifico fracasa ante la pregunta del origen tlti- mo de esta enigmatica realidad, J.os sucesos del instante t = 0 son, por Principio, inaccestbles a la ciencia. Por mucho que incremente sin cesar su alcance y sofisticacién, los métodos cientificos no pueden descubrir qué fue lo que ocurrié antes de ese instante. Como vimos, las especu- laciones cosmolégicas sobre la existencia de otros universos se revelan como hipétesis no avaladas por los hechos empiricos. Pero tampoco las demostraciones cosmolégicas parecen ser un camino mds convincente. Asi pues, éde donde provienen en tiltimo término las constantes universales dadas desde el principio mismo o —en caso de que algdin dfa se alcanzara una unificacion de las fuerzas— la constante universal, de donde procede este universo que se inicié con la gran explosién? No se trata sdlo de la pregunta por un acontecimiento inaugural, sino de la pregunta por la realidad en cuanto tal: épor qué existe algo y no mds bien nada? Esta es, segin el gran matematico y fildsofo GoTTFRIED WILHELM LEIBNIZ, la pregunta fundamental de la filosofia y, segan el fildsofo MARTIN HEIDEGGER, el «milagro de todos los milagros»: «éPor 86 {DIOS COMO PRINCIPIOR qué existe lo ente y no mds bien nada}»", En efecto, ésta es la pregunta humana por excelencia; y la ciencia, que deja de ser competente mas all4 del horizonte de la experiencia, no puede responderla. Aqui no se invoca al Dios tapa-agujeros (Ged of the gaps). No estamos hablando de un «agujero», sino del principio absoluto. El ser humano tropieza aqui con el misterio originario de la realidad. Es la pregunta por la relacién basica del mundo con un posible fundamento, sostén y meta principe de esta realidad; una pregunta que no se le plantea al cientffico, sino a la persona en cuanto tal. a | Sin embargo, con frecuencia los pseudo-misterios —en su dia cons- truidos por tedlogos o producidos por la religiosidad popular, pero precisamente inaceptables para los cientificos {«pecado hereditario», «concepcién inmaculada», «nacimiento virginal», «dos naturalezas» en Cristo, el «misterio de Fatima»)— velan el acceso al shisterio verdadero. Quiero decir, el misterio en sentido estricto, el mysterium stricte dictum, que fulgura como gran pregunta en el horizonte mas exterior de nues- tra experiencia espacio-temporal, tanto al principio como al final, pero también en el centro del mundo y del ser humano: aquel misterio ori- ginario de la realidad que los judios, cristianos, musulinanes y os fieles de algunas otras religiones designan con el nombre de «Dios», objeto de numerosos malentendidos y abusos. : Asi pues, ¢«Dios» como axteur, como «autor, de todo? Pero ¢es «Dios» algo mAs que una hipdtesis piadosa de la que el cientifico puede prescindir, como LapLace, el «Newton de Francia», le dijo a NAPOLRON? El cientffico, en cuanto tal, investiga, por asi decir, la estructura «gra~ matical» de la realidad; pero, al mismo tiempo, aflora la pregunta p la «estructura de sentido» de la realidad: las grandes preguntas humanas por el sentido y la interpretacién de lo existente™. A la vista de estas cuestiones, precisamente el cientifico se ve confrontado, en el fondo, con la alternativa de capitular ante la pregunta por las causas, renun- ciando a ella, o abordar el problema de Dios. Me gustarfa recomendar a los cientificos que, al menos como hipétesis, tomaran a Dios én con- sideracién. Dios como hipétesis Afirmar sin mas que la pregunta originaria por la realidad no tiene res: puesta es una evasién dogmatica que equivale a abdicar de la razén. Aqui, cl cientifico —si no ya en cuanto cientifico, st al menos en cuanto persona responsable y guiada por la raz6n— debetia continuar reflexio- nando, pensando con mayor sutilidad, tal como lo hizo, y se atrevié a 87 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS manifestarlo, WERNER HEISENBERG: «Si alguien, det indudable hecho de que el mundo existe, desea remontarse a una causa de tal existencia, tal suposicién no contradice en ningtin punto a los conocimientos cien- tificos de los que disponemos. Ningén cientifico cuenta tampoco con argumentos o datos cualesquiera que pudieran contradecir dicha tesis. Ni siquiera en el caso de que se tratara —¢y cémo podria ocurrir de otra manera?— de una causa que evidentemente ha de ser buscada fuera de nuestro mundo tridimensional»ss, Sin embargo, la expresién «fuera de» debe ser precisada: el hecho de que el Universo en que vivimos probablemente sea finito en ef espacio y el tiempo, como hoy acepta la inmensa mayoria de cientfficos, tiene ~—incluso desde el punto de vista filosdfico-teolégico— una importancia en absoluto baladi para nuestra concepcién del mundo y para nuestra auto-comprensién. Confirma ancestrales convicciones religiosas sobre la finitud y caducidad de todo lo creado, de todo lo existente. Pero al punto hay que afiadir lo siguiente: ni siquiera la suposicién de que el Universo ¢s infinito sexpulsarian automdticamente a Dios det cosmos. Un universo asi no representaria para Dios —quien no es un Dios tapa-agujeros, sino puro Espiritu que todo lo abarca y todo lo pe- netra— limitacién alguna de su infinitud, sino, antes bien, una confir- macién de ésta. Lo cual quiere decir que la fe en Dios es compatible con diversos modelos de universo. Por lo demas, una duracidn infinita del tiempo resulta tan imposible de imaginar como un inicio del tiempo; ambas nociones desbordan nuestro campo de experiencia. De hecho: sé Dios existe, la pregunta central por el principio de to- das las cosas, la pregunta de por qué existe algo y no nada, estaria con- testada. Igualmente resuelta quedaria la pregunta marco por las cons- tantes césinicas que, desde el inicio mismo, determinan el desarrollo del Universo. Pero justo ésa es la pregunta: éexiste Dios, existe realmente? Dios como realidad De qué forma puedo acceder al misterio originario? ¢Cémo puedo cer- ciotarme de que «Dios» no es sélo una hipétesis, una «idea», sino «rea- lidad»? Ya se ha puesto de manifiesto que las respuestas a las grandes preguntas fundamentales sobre [a realidad no se han de buscar en el terreno de la teoria pura, sino —en principio, KANT tiene raz6n— por el camino de la praxis vivida y reflexionada. Asi pues, no a través de opera- ciones teéricas de la razén pura. Tampoco, ciertamente, a través de sen- timientos irracionales o meros estados de 4nimo; sino, mds bien, sobre la base de una decision 0 actitud fundamental plena de confianza y ra- 88 {DIOS COMO PRINCIPIOL cionalmente justificable. Para mis adentros, siempre he comparado esta actitud confiada con aprender a nadar, algo que no se consigue quedan- dose de pie en la orilla, ni estudiando un manual, ni tomando un curso de natacién en seco, sino asumiendo el riesgo —con ek apoyo quizd de otras personas— de lanzarse por completo a la misteriosa agua, que s6lo sostiene a quien confia en ella y, en vez de permanecer rigido, se mueve. Desde una tal actitud de confianza, resulta posible experimentar a pesax de todas las dudas {a realidad del conjunto de lo ral, aceptada al principio como algo evidente, pero filosGficamente puesta con frecnen- cia en cuestién; resulta posible, pues, afirmar la identidad, el valor y el sentido fundamental de lo que existe. Y, desde semejante acritud de con- fianza, abarcadora y racionalmente justificable, también cabe aceptar la —atin més cuestionada— realidad de Dios, de un fundamento origina- tio de todo lo que existe; y esa aceptacién repercute en todas muestras vivencias, en nuestra conducta, en nuestras acciones. A quien le haya interesado la discusidn epistemoldgica (cf cap. A, 5-7), ahora puede poner en practica lo aprendido: tanto la prueba in- ductiva como la derivacién deductiva de Dios a partir de la realidad ex- perimentable del mundo y el ser humano por medio de la razén teérica —que desearia demostrar la realidad de Dios con ayuda de inferencias légicas— son imposibles. Pero lo que #0 parece irrealizable es oftecer una guia orientadora que intente iluminar la experiencia —accesible a cualquiera— de una realidad tan controvertida como ésta, para de tal modo —en la linea, por asi decir, de la «razén practica o, mejor, de la «totalidad del ser humano»— colocar ala persona en cuanto ser pensan- te y actuante frente a una decisién libre, pero racionalmente justifica- ble. La cual —como todo esperar, creer y amar profundamente huma- no— reclama, mas all de la razon pura, la apertura de la fotalidad de la persona. Si se desea aplicar un criterio de verificacién, no puede ser tan res- tringido como el empirista, que sélo reconoce como real lo experimen- table por los sentides. Pero tampoce tan amplio como el puramente hermenéntico, apelando al cuat se intenta, con frecuencia de forma acritica, entender todo. iSdlo es concebible un criteria indirecto de veri- ficacion, que intente verificar a Dios en la realidad experimentable del mundo y el ser humano! Lo que ofrece la experiencia de la realidad con- creta del mundo y el ser humano accesible a cualquiera puede ser des- cifrado intelectualmente y expresado por medio de] lenguaje. Las afir- maciones sobre Dios deben acreditarse y corroborarse en el horizonte experiencial de nuestra vida y de las preguntas existenciales basicas; no en una irrefutable deduccién a partir de una experiencia supuestamente 89 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS evidente que eximiria de una decisién personal, sina en una ilumina- cién clavificadara de la siempre problemdtica experiencia, iluminacién que invita a la libre decisién de la persona. La credibilidad dei discurso sobre Dios sélo est4 bien fundada cuando éste se halla avalado por la experiencia concreta de la realidad de] ser humano y el mundo, cuando se encuentra teferido a ella, cuando guarda relacién con ella. Un punto de apoyo como el de Arquimedes Las preguntas por el todo de Ia realidad y su misterio esencial no son en absoluto preguntas de ignorantes, de débiles, de «trasmundanos» (Hinter- weltler, Nietzsche}, sino precisamente preguntas pata personas infor- madas y comprometidas. No se trata de excusas para evadirse de la ac- cién, sino de un estimulo para ella. A juicio de muchos, la imposibilidad de responder estas grandes preguntas compensa la insuficiencia de las ideologias ateas. Yo, por el contrario, opino quc el si a Dios posibilita la confianza bdsica y sblidamente fundada en la realidad. Pues quien afirma a Dios conoce el fundamento originasio, el misterio esencial de la reali- dad y sabe por qué, a pesar de su carécter precario, cn ¢] fondo merece la pena confiar en la realidad del ser humano y el mundo. Mi confianza en Dios, en cuanto radical y bien cernida confianza fundamental, puede revelarme la condicién de posibiJidad dc la siempre precaria realidad. En este sentido, tal confianza deja traslucir una racionalidad radical, a todas luces diferente del racionalismo ideoldgico, el cual absolutiza la razon. «Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra»: se supone que, con este aforismo, el genial matematico griego ARQUIMEDES (285-212 a.C.) ilustré la ley de la palanca, que él mismo habia descubierto, Quien cree en Dios no dispone de ninguna respuesta automatica con la que «zanjar» todos los grandes interrogantes de la vida y la historia humanasi Pero ha encontrado un «punto de apoyo» como el de Arquimedes: un punto de vista firme desde el que encarar las grandes (y, a veces, también peque- fias) cuestiones. En efecto, si Dios existe, es posible dar respuesta, al menos en prin- cipio, a innumerables interrogantes cxistenciales. Guiémonos, a modo de ejemplo, por las abarcadoras preguntas formuladas por KanT’*: éQué podemos saber? No s6lo: ¢por qué existe el ser, y no ms bien nada? ¢De dénde procede el Universo? ¢Para qué existe? Sino también: éde dénde proviene el ser humano, a donde se dirige? ¢Por qué es el mundo tal y como es? éCual es el fundamento y sentido tiltimo de toda la realidad? éQué debemos hacer? ¢Por qué hacemos lo que hacemos? ¢Por qué 90 EDIOS COMO PRINCIFIO? y ante quién somes en aluimo término responsables? ¢Hay algo que me- rezca desprecio incondicional? ¢Y amor? éCuél es el sentido de la fide- lidad y la amistad? ¢Y del sufrimiento y la culpa? ¢Cudl es la medida decisiva para el ser humano? éQué podemos esperar? ¢Para qué estamos en la Tierra? ¢Qué va a ser del todo? éExiste algo que nos sosticne en nuestra pequeficz, algo qué nunca nos deja perder la esperanza? ¢Algo permanente en medio de todo cambio, algo incondicionado en medio de todo lo condicionado? éUn absoluto a pesar de !a relatividad que experimentamos por doquier? éQué nos queda al final? ¢La muerte, que termina privando a todo de sentido? ¢Qué es lo que nos da valor para vivir? ¢Y para morir? Asi pues, mi conviccién personal, que seguiré desarrollando en los préximos capitulos, reza: si Dios existe, hay una respuesta fundamen- tal a tales interrogantes y se puede comprender con toda profundidad por qué fos hombres, a Ja vez que finitos y muy precarios, somos scres de expectativas, esperanzas y anhelos infinitos. $i Dios existe, resulta perfectamente posible contestar la pregunta por la procedencia ultima de las constantes cosmolégicas, por la proveniencia de la materia y la energia y, por endc, del cosmos y el ser humano. Pero precisamente el origen del ser humano debe ser considerado en el contexto de la tensién entre creacién y evolucién. 91 c é¢CREACION DEL MUNDO O EVOLUCION? La humanidad corre de continuo el peligro de tomarse a sf misma de- masiado en serio. Sin embargo, instalades sobre la superficie de nuestro insignificante planeta, que no es sino uno de los miles de millones de astros que hay en la Via Lactea, la cual, a su vez, es s6lo una de los miles de millones de galaxias que pueblan el firmamento, deberiamos tener claro lo siguiente: dentro de la historia del Universo, que comenzé hace trece mil setecientos millones de afios, la Tierra sdlo existe desde hace cuatro mil quinientos millones; kas formas complejas de vida apare- cieron hace tres mil quinientos millones de afios; los seres humanos primigenios, ya bipedos {Homo erectus), surgieron hace sdlo aproxima- damente millén y medio de afios; y los seres humanos de nuestra especie (Homo sapiens), hace tan s6lo doscientos mil afios. Por tanto, el cosmos ha existido casi la mayor parte de su historia sin seres humanos y, por su- puesto, podria continuar existiendo sin esta humanidad que, en su corta historia, ha alcanzado incluso la capacidad de destruirse a si misma. Pero no hace mucho que tomamos conciencia del hecho de que la humanidad es producto de un largo desarrollo césmico. 1. Eb PRENCIPIO COMO INICIO DE UN DEVENIR En el siglo x1x, la idea del desarrollo histérico dei mundo y de la huma- nidad flotaba en el ambiente. En Alemania, el fildsofo GEORG FRIEDRICH WILHELM HEGEL (1770-1831) habia elaborado un imponente sistema enciclopédico!: él entendia la entera historia del cosmos como historia de Dios —Espiritu absoluto— en el mundo. Pero este sistema espiritual- 93 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS monista, construido desde «arriba», pronto fue «superado» (aufgehoben) por el progreso de la ciencia historica, por una parte, y de la ciencia na- tural, por otra. Ambas ciencias partian desde «abajo», desde lo empiri- co. En la primera mitad del siglo x1x se desarrollé la biologia moderna, la ciencia de los seres vivos, que se ocupa de las manifestaciones y re- gularidades de la vida (seres humanos, animales, plantas). Pero sélo en la segunda mitad del siglo x1x convergicron las dos grandes corrientes cientificas, que con anterioridad habian transcurrido enteramente por separado: la naturaleza y la historia —asi se reconociéd entonces— se desarrollan en un tinico e inmenso proceso histérico-natural, que a tra- vés de diminutos pasos ha producido en el curso de larguisimes perio- dos de tiempo toda la diversidad del mundo y la abundancia de seres vivos que lo pucblan, Fl sabio que, con el principio explicativo «evolu- cidén», tendié los cimientos de una nueva vision del devenir del mundo y del ser humano se llama CHARLES DARWIN. La evolucién de las especies biolégicas: Darwin Como hijo de médico que era, CHARLES DARWIN (1809-1882) estudio primero medicina y luego teclogia, para dedicarse finalmente a la cien- cia natural. Una circunnavegacién del mundo con el buque cientifico Beagle, que duré cinco afios (1831-1836), se convirtid en el punto de inflexién de su vida. Pero sdlo en 1859, tras realizar durante esas dos décadas inconcables investigaciones de detalle, publicé su obra E/ origen de las especies’. Al principio, DARWIN se hallaba bajo la influencia del tedlogo natural ilustrado WILLIAM PALEY (1743-1805). Este veia en la adapracién de los seres vivos a sus respectivos entornos una prucba de la existencia de Dios como arquitecto de la naturaleza, aunque al mismo tiempo crea firmemente gf la constancia de las especies, algo que pare- cfa un dato cierto de la experiencia: los gatos siempre engendran gatos, y los perros siempre perros. Pero la revolucionaria teoria de la evolu- cién de Darwin cuestiona precisamente tal constancia. Se apoya en dos ideas fundamentales —que habian sido preparadas por investigaciones precedentes, pero que él analizé hasta sus filtimas consecuencias— so- bre el «qué» y el «cémo» de la evolucién, la cual no necesita de ninguna intervencién creadora externa: variacién y seleccién, 1. Variacién: las especies animales y vegetalespueden modificarses a diferencia de lo que cuenta la Biblia, no han sido creadas por separado. Consiguientemente, tampoco son, contra lo que supone la teorfa de la constanicia de las especies, inmutables. Es posible constatar parentes- cos entre especies, asi como transformacionces de éstas. Tal y como se 94 PCREACION DEL MUNDO O EVOLUCION? alcsprende de investigaciones Ilevadas a cabo tanto en condiciones de domesticacién como en libertad, las especics derivan de otras especies, las cuales, aunque por lo general ya se han extinguido, todavia se hallan atestiguadas por fésiles. Fue el monje y abad agustino austriaco GEORG MENDEL (1822-1884) quien descubrié cémo acontecen las variaciones hereditarias {mutacio- nes). Merced al estudio de cruces y fecundaciones attificiales (itrece mil plantas espurias!) consiguié formular las leyes de Ia herencia que llevan su nombre, atin validas en la actualidad. Pero sélo gracias a la moderna genética molecular sabemos més sobre la composicién del material he- reditario: que la variabilidad de las formas de vida se debe ala recombi- nacin de genes y a pequefios errores en la «replicacién» de éstos. 2. Seleccidn. A través de la fucha por la existencia (the struggle for life) se produce una criba o seleccién natural. Sdlo sobreviven los mas fuertes, los mejores, los mejor adaptados (the survival of the fittest). Pequefias y aleatorias diferencias hereditarias entre distintos miembros de una misma especie se traducen en diferentes probabilidades de su- pervivencia y reproduccidn. Sus variaciones se incrementan y acumulan segtin las leyes de la herencia. Los débiles y los peor adaptados son «eliminados». Tal es el principio vital de la naturaleza. A lo largo de una historia de desarrollo que se extiende millones de afios, ésta, la naru- taleza, ha evolucionado segtin leyes meramente causales y mecanicistas sin buscar ningin fin u objetivo preestablecido: de formas mas senci- llas surgen otras cada yez mds complejas, diferentes en forma, tamafio, fuerza, color, defensas, psicologia y conducta. Ocasionalmente, ciertas poblaciones aisladas de animales siguen su propio curso evolutivo, de suerte que pierden la capacidad de reproducirse con los miembros de la poblacién de partida: con ello, la linea de ascendencia se escinde en dos especies. Amén del filésofo del desarrollo HERBERT SPENCER (1820-1903), quien le preparé el terreno a DARWIN fue sobre todo el! pastor anglicano y luego economista critico con el progreso THOMAS R. MattHus (1766- 1834}. En su Ensayo sobre la poblacién*, Macrnus elaboré la teorfa de la discrepancia entre-el crecimiento de poblacién y e] abastecimiento de alimentos, discrepancia que, a su juicio, terminaria conduciendo a la sobrepoblacién y a la miseria masiva si no se controlaba la tasa de naci- mientos por medio de la abstinencia: la falta de alimentos ocasionaba la lucha por la existencia. Variacién mas seleccién igual a evolucién: DARWIN aplicé esta teoria al conjunto de los reinos animal y vegetal, desarrollando asi su idea de la selecci6n natural. ¢Qué implicaciones tiene esto para el ser humano? 95 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS El ser humano ha surgido del reino animal Basdndose de modo inductivo-empirico en sus propias observaciones, Darwin consiguié tlustrar y hacer comprensible para el gran puiblico su teorfa de la evolucién con una abrumadora abundancia de material biogeografico, paleontoldgico, embriolégico y morfoldgico: — La biogeografia muestra que las especies estrechamente empa- rentadas entre sf suelen hallarse en regiones vecinas: porque proceden de antepasados comunes. — La paleontologia constata que los fdsiles de especies estrecha- mente emparentadas entre si suelen aparecer en estratos colindantes: puesto que tales especies se hallan vinculadas entre sf por sucesién evo- lutiva. — La embriologia pone de manifiesto que animales muy diferentes pasan por fases de desarrollo similares: porque e] embrién es ya el ani- mal en que luego se convertira, sélo que en un estadio menos desarro- llado, que delata la forma de sus antepasados. — La morfologfa clasifica, en virtud de las semejanzas y diferencias anat6micas, a los animales en especies, géneros, familias, érdenes y rei- nos, La nueva biologia molecular confirma que todos los organismos vivos contienen dos formas distintas de una molécula especial (ADN y ARN), las cuales determinan el plan estructural de todos {os seres vivos. La teoria de la evoluci6n de DARWIN unificé por primera vez la bo- tanica y la zoologia en biologia, en una ciencia global de la vida, capaz de explicar cémo, en la Antigiiedad de la Tierra, a partir de organismos multice- tulares surgieron primero animales invertebrados, luego plantas terres- tres y, por Ultimo, peces, anfibios e insectos; cémo, en la Edad Media de ia Tierra, se desarrollaron las confferas, fas primeras aves y los dinosaurios (que, mas tarde, se extinguieron); cémo, en la Modernidad de la Tierra, comenzaron a dominar los mamiferos y las fanerégamas; y cémo, em esta misma época, aparecid el Homo erectus, del que terminaria evolucionando el Homo sapiens, el cual, a su vez, desde Africa se extendié por todo el planeta. Toda la fuerza explosiva de la teoria de la evolucién se evidencia, por supuesto, cuando es aplicada al ser humano. DARWIN se ocupé de ello en su obra tardia El origen del hombre (1871)°. También el ser hu- mano experimenta cambios en Jo que respecta a su constitucién fisica y su desarrollo embrionario. Asi, se revela como descendiente de formas de vida inferiores y mas antiguas y, por ende, como un producto natural 96 UEREATION DEL MUNDO © EVOLUCION: de la evolucién bioldgica. En comparacién con las formas de vida de las que desciende, ha tenido mucho mds éxito en la lucha por la existencia. Merced a esta idea y a su explicacién universal de la evolucién desde la célula primigenia al ser humano, Darwin terminé convirtiéndose en el «Copérnico de la biologia». En lo atingente a la religién, DARWIN —dquien nunca logré sobreponerse a la muerte de su amada hija— se volvié hacia el fin de su vida cada vez m4s agndstico®. éY la reaccién de la teologia y la Iglesia? Los dos siglos transcurridos desde el caso GALILEO, éhabian servido para aprender algo? 2. EL RECHAZO TEOLOGICO La teorfa de la evolucién pasé a ser en el siglo xix —y atin hoy sigue siéndolo para algunos— un importante asunto de controversia cosmo- visional. Como es sabido, fieles, tedlogos y dignatarios conservadores de las iglesias anglicana, catélica y protestante alzaron la voz y levaron a cabo acciones contra la nueva teorfa, que consideraban evidentemente contratia a Ja Biblia y la tradicion. Una situacién embarazosa para los anglicanos En el siglo xvu, ef arzobispo anglicano JAMES UssHeR, basandose en un minucioso estudio de las cronologias biblicas, habia calculado ia fecha de la creaci6n del mundo: e! 23 de octubre del afto 4004 a.C. Se ha hecho famosa la pregunta que otro obispo anglicano, SAMUEL WILBER- FORCE, planteé al fisidlogo y embridlogo THOMAS HUXLEY, quien se con- sideraba a si mismo el «bulldog de Darwin», en una sesién de la British Association for the Advancement of Science: que por parte de quién crefa que procedia del mono, si por parte de su abuelo o su abuela. Mayor fama incluso ha alcanzado la respuesta de HUXLEY: que preferia tener como antepasado a un mono antes que a un obispo renuente a aceptar la verdad. EI principal argumento que a la saz6n se blandia —y todavia hoy se sigue blandiendo— Contra [a teoria de la evoluci6n de Darwin reza: no es posible ignorar las graves consecuencias que esta teoria que todo Jo revoluciona tiene para ia fe y las costumbres, para \a religion en ge- neral. ¢No rebaja esta teorfa fa creacién a un proceso sin fin, sin meta, sin sentido? ¢No destrona como corona de la creacién al ser humano, al que declara imagen del mono mas que de Dios? ¢No queda socava- da también la ética: en vez de solidaridad interhumana, lucha por la 97 EL PRINCIPIQ DE TODAS LAS COSAS supervivencia sin reparar en los medios? Con todo ello, éno se vuelve Dios completamente superfluo? ¢Sigue habiendo sitio para él en este mundo y en su proceso de evolucién? Al igual que se hizo a la vista de los nuevos conocimientos de la fisica y la astronomfa, se vuelve a identificar, como si nada se hubiera aprendido, el mensaje biblico con una determinada teoria cientifica. Desde la supuestamente segura roca de una fe biblica y tradicional, los adversarios de DARWIN luchan obstinados contra las batientes olas del dafiino «evolucionismo»: a favor de un «fixismo» acorde con la Biblia y la tradicién, Tanto en el anglicanismo como en las demés iglesias, las armas empleadas en semejante combate fueron las mismas que se uti- lizaron contra GALILEO: libros, panfletos, articulos, caricaturas y, por supuesto, homilias y clases de religién. Un segundo caso Galileo para la iglesia catolica El tratamiento que se dio al caso DARWIN en la iglesia catdlica fue igual de sintomatico que el que recibié el caso GALILEO. Ya en 1860, un aio después de la publicacién de la memorable obra de Darwin sobre el «origen de las especies» y coincidiendo con su traduccién al alemdn, el episcopado germanico se pronuncié oficialmente contra la teoria de la evolucién en el concilio particular de Colonia declarando que la idea de que el cuerpo humano procede por evolucién de especies animales superiores se halla en contradiccién con la Sagrada Escritura y debe ser rechazada como incompatible con la doctrina catdlica de fe’, La mayoria de catélicos tedlogos y, mas tarde, incluso el magisterio ro- mano se posicioné en Ja misma linea. En este sentido, es comprensible que, en 1866, el m4s importante seguidor de Darwin en Alemania, Ernst HAgcKEI, antepusigra como epigrafe a los dos vohimenes de su Generelle Morphologie der Organismen [Morfologia general de los organismos] la despechada contestaci6n que se atribuye a Galileo: «E pur si muove!»*, En 1870, el concilio Vaticano I define el primado y la infalibilidad poncificios; y en 1871, DARWIN publica Ef origen del hombre: iel estancamiento de Roma en el paradigma medieval-anti- moderno no podia ser evidenciado de forma més drastica! En las décadas siguientes, en el catolicismo romano, en vez de pro- ducirse una confrontaci6n cientifica seria con los problemas plantea- dos, del todo nuevos, se recurre a acciones de represién ¢ inquisicién. Durante el pontificado de Pfo X (1903-1914), los'tedlogos disidentes son amedrentados, discriminados como «modernistas», obligados a re- tirar sus libros, destituidos y condenados al silencio. 98 JERLACION BEL MUNDO © EVOLUCIONT Sélo a la fuerza, y no hasta mediado el siglo xx, cede Roma al cada vez mds abrumador poder de los resultados y las explicaciones de la ciencia. Todavia en 1941, casi un siglo después de la publicacién por DARWIN de E/ origen de las especies, el papa Pio XII afirma en una alocucién a los miembros de !a Academia Pontificia de las Ciencias que no esté en absoluto demostrado que la vida humana proceda de antepasados animales y que es necesario esperar —aqui resulta inevita- ble trazar un paralelismo con la enciclica de PaBLo VI Humanae vitae sobre el control de la natalidad (1968)— a que se realicen nuevas in- vestigaciones’. Sdio en 1950, en la enciclica Humani generis (reaccio- naria por los cuatro costados) contra los «errores de la época», acepta Pio XII, no sin numerosas advertencias y condescendiendo a regafia- dientes, que se siga investigando desde el punto de vista cientffico y teoldgico el problema de la evolucién del cuerpo humana, todavia del todo inexplicado; por supuesto, bajo determinadas condiciones. Pues en ningan caso cabe renunciar a la creacién inmediata del alma huma- na por Dios, ni al origen de todo el género humano a partir de una Gnica pareja humana (monogenismo). Por lo demas, cn cuaiquicr caso, hay que atenerse al juicio del magisterio de la Iglesia!®. iPocas semanas después, el 1 de noviembre de 1950, el papa proclama solemnemente el dogma «infalible» de la asuncién corporal de Maria al cielo, algo que no sélo a los cientificos resulta incomprensible y que no se halla atestiguado ni en la Biblia ni en los primeros siglos del cristianismo! En mis memorias he descrito la despiadada limpieza de tedlogos que llevd a cabo el entonces tan admirado Pio XII". En relacién con este tema todavia hemos de hablar de TEILHARD DE CHARDIN. EI creactonismo protestante Sila curia romana ha conducido sin cesar a lo largo de la historia —a veces pliblicamente, pero con mayor frecuencia en secreto-— procesos contra herejes, lo mismo puede decirse del fundamentalismo protes- tante, extendido sobre todo en el sur de Estados Unidos. Los afectados han sido sobre todo profesores de centros de formacién de teologia, pero también maestros de escuelas e institutos tanto eclesiales como estatales. E] ejemplo mas famoso es el «proceso del mond» sobre la teoria de la evolucién que, a instigacion de los fundamentalistas esta- dounidenses, se instruy6 en Dayton (Tennessee) en 1925: el profesor de biologia J. T. Scopes fue condenado por defender, fiel a DARWIN, que el ser humano procede del reino animal. Pero, después de que el estado de Arkansas reinstaurara por ley en 1981 la ensefianza del 99 EL PRINCIPIO O& TODAS LAS COSAS «Creacionisitio» en los centros dé ensefianza primaria y secundaria, en un segundo «proceso del mono» se revocé fa ley en cuesti6n. Un pro- yecto de ley parecido que se queria sancionar en Luisiana fue rechaza- do en 1987 por e/ Tribunal Supremo de Estados Unidos. Es cierto que cada vez son més los tedlogos que abogan por la teo- ria de la evolucién. Pero, por lo que a sus adversarios respecta, a los integristas catélico-romanos se suman, desde comienzos del siglo xx y cada vez con mayor fuerza, estos fundamentalistas protestantes que, aunque cuestionan la infalibilidad del papa, tienen por cierta la de la Sagrada Escritura. Pues también ellos comparten 1a opinién de que la imagen del mundo de la ciencia moderna contradice en puntos impor- tantes la imagen biblica del mundo y, por tanto, ha de ser rechazada. EI ser humano, creado a imagen de Dios y [uego «caido», arrastra el lastre del pecado original: tai era la imagen cristiana tradicional del ser humano. Pero, segin Ja nueva teoria, al principio no habia mds que un ser primitivo procedente del mono, que no conocfa en absoluto a Dios y era incapaz de incurrir en pecado original o hereditario alguna. Sien- do asi las cosas, afirman integristas y fundamentalistas, es necesario proteger defensiva y ofensivamente ja libertad de error («inerrancia») de Ja Biblia frente a la amenaza que para ella representan tanto la cien- cia y la filosofia modernas como la critica histérica de la Biblia. Los fundamentalistas —ya protestantes, ya catélico-romanos, ya judios— siguen negandose en la actualidad a aceptar las ideas cienti- ficas sobre ef origen y la evolucién de las especies. Afirman que tales ideas no pueden ser verificadas, que son indemostrables; y que en las cadenas evolutivas faltan eslabones de transicién (missing links}. Con la misma radicalidad rechazan la moderna exégesis histérico-critica de la Biblia: segiin ellos, es incuestionable que Moisés fue el autor de los Mamados «cinco libros de Moisés»; ademas, la palabra de Dios recogi- da en la Biblia no puede ser desglosada en estratos correspondientes a fuentes diversas. Algunos de estos fundamentalistas siguen creyendo en la datacién —basada en las cronologias biblicas— del momento de la creacidn en el afio 4004 a.C.; en el mejor de los casos, Ja antigiiedad de la Tierra y del Universo alcanzaria los diez mil afios. Igual que las autoridades inquisicoriales romanas se desautorizaron a si mismas con los procesos contra GALILEO y muchos otros, asi ocu- rrié también con los valedores protestantes de la doctrina del «crea- cionismo», que afirma {a creacién (en latin, creatio) inmediata del ser humano por Dios. A la vista de la resistencia conjunta de fundamen- talistas de diversas religiones, no es nada sorprendente que el caso DarWIN todavia esté sin resolver en el siglo xxi. En treinta y uno de 100 ICREACION DEL MUNDO © EVOLUCION? los cincuenta estados que componen Ja reptiblica federal norteame- ricana sigue habiendo disputas judiciales sobre cOmo debe ensefiarse en las escuelas ¢ institutos la historia de la evolucién: un intermina- ble «proceso del mono». Segtin una encuesta llevada a cabo por la empresa Gallup en febrero de 2001, el 45 por ciento de los adultos estadounidenses se manifiestan de acuerdo con la afirmacién: «Dios cre6 al ser humano en forma muy parecida a la que hoy tiene hace no mis de diez mil afios». Pero éno hay algo que resulta mucho mds eficaz que todos los procesos, prescripciones y prohibiciones? «Quizd el més pérfido efecto de la campafia contra la evolucién consiste en que el tema es evitado por los profesores, quienes, independientemente de sus Convicciones, no quieren tener problemas con padres fundamen- talistas. Nuevas encuestas realizadas entre high school biology teachers {profesores de biologia en la ensefianza secundaria] han establecido que lo anterior es valido para profesores a lo largo y ancho de Estados Unidos», tSe trata s6lo de un caso més de «ingenuidad estadounidense»? iNi mucho menos! Segdn un sondeo del institute suizo de estudios de opinién THA-Gik realizado en noviembre de 2002, aproximadamen- te veinte millones de personas del 4mbito germano-hablante opinan que la teorfa de la evolucién de DARWIN no tiene ni una palabra de verdadera. El trasfondo: segan parece, millones de estadounidenses y, por lo visto, también de earopeos no han escuchado nunca en clase de biologia, ni han lefdo en ningdn libro, una explicacién seria de fa teorfa de la evolucién™, Entretanto, la teologia se ha ido retirando, sin embargo, de la idea de la creacién inmediata del mundo entero por Dios: primero, a la idea de la creacién inmediata del cuerpo humano (que, segtin esto, no tendria su origen en el mundo animal); luego, a Ja de la creacién inmediata del alma humana (en contraposicién con el cuerpo); y, por Gltimo, se renuncia, o al menos eso parece en la actualidad, a teda intervencién inmediata de Dios en la evolucién del mundo y el ser humano, Tal estrategia de matizacién y retirada —que ahora ya es conocida por el incesante uso que se hace de ella y que, durante largas décadas, ha apartado sobre todo a los catélicos jévenes del estudio de la biologia «peligrosa para la fe»— le da, por desgracia, la raz6én al fildsofo inglés ANTONY FLEW, quien afirmé que la de la enciclica Humani generis de Pio XII— se le destierra de Europa al Wenner Gren Foun- dation de Nueva York. Y atin en el afio de su muerte, en 1955, se le prohibe participar en el Congreso Internacional de Paleontologia. Sélo unas cuantas personas presentes por casualidad acompafian al féretro cuando el difunto es enterrado a 160 km de Nueva York en el cemente- rio de una institucién universitaria jesuita (que hoy ya no existe) situada a orillas del rio Hudson. Cuando en el afio 1968 pasé un semestre en Nueva York como profesor invitado, sélo con esfuerzo logré encontrar la tumba de TEILHARD. El catdlogo de sus obras, elaborado por C. CUENOT, abarca 380 titulos. Lo que sé pudo dar TEILHARD a la imprenta fueron sus tratados putamente cientificos. A lo largo de su vida no tuvo posibilidad de ver impresa ni una sola de sus principales obras. Al final se publicaron por- que TEILHARD dejé en herencia los derechos a su colaboradora, en vez de a la orden; y un comité internacional de prestigiosas personalidades se encargé de la tarea. Pero el 6 de diciembre de 1957, dos aiios después de su muerte, el Santo Oficio (hoy «Congregacién para la Doctrina de la Fe») promulgé un decreto en el que se ordenaba excluir de las bibliotecas los Jibros de TEILHARD y se prohibia ow venta en librerias catdlicas, asi como ou traduceién a otros idiomas!’. Ya los antiguos romanos llamaban a esto damnatio memoriae: suprimir el nombre de las actas, borrandolo asi de la memoria. Sdlo a rafz del concilio Vaticano II han encontrado las obras de TEILHARD de hecho también en la iglesia y la teologia catélicas el reconocimiento que merecen. Pero ningin papa ha pronunciado su 105 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS Casas nombre. Hasta la fecha, las autoridades eclesidsticas no han agradecido a TEILHARD su obra de reconciliacién. Ni siquiera el concilio Vaticano HH, a pesar de ua valiente discurse del arzobispo de Estrasburgo, LEON-ARTHUR ELCHINGER, se decidi6 —ni en su caso ni en el de GALILEO— a rehabilitar con claridad a los condenados, perseguidos y calumniados equivocada- mente. Asi, la historia de suftimiento de este pensador teoldgico sigue sien- do una vergonzosa muestra de incapacidad del todavia hoy en modo alguno desaparecido espfritu de persecucion de disidentes en el sistema catélico-romano, que no deja de guardar semejanza en ciertos aspectos (iSajarov!) con el sistema soviético. Pero ni el «tedlogo politico» J. B. Metz, ni el fildsofo critico JURGEN HABERMAS se atrevieron a plantear al jefe de la «Congregacién para la Doctrina de la Fe», Joseret RATZIN- GER*, este fenémeno profundamente anticristiano (otro caso reciente de mucho peso es la destitucién del redactor jefe de la prestigiosa revis- ta jesuita estadounidense Amerfca, Thomas Reese)”. Es un alivio poder ocuparme a continuacién de una vida mas grata: Dios en proceso: Whitehead El gran mactematico, légico y fildsofo ALFRED NoRTH WHITEHEAD (1861- 1947) publicé en Cambridge, junto con su discipulo BERTRAND RUS- SELL, la monumental obra Principia mathematica, para luego pasarse a la filosefia de la ciencia y rerminar dedicandose, siendo catedratico en Harvard, al proyecto de un abarcador sistema metaffsico: {a filosofia del proceso. Al igual que TEILHARD DE CHARDIN, también WHITEHEAD, quien esta fuertemente influide por la filosofia de HEGEL, entiende la naturale- za en su conjunto como un gigantesco proceso en el que un ntimero in- finitamente grande de unidades minimas no «entidades», sino una cadena de «sucesos» 0, como mas tarde las llamard, «ocasiones actua- les»— entra en activa relaci6n mutua, fundiéndose en un numero igual- mente infinito de pequefios procesos de cambio (cada uno de los cuales se denomina concrescence of prehensions, concrescencia de prehensio- nes). También WHITEHEAD piensa que el hombre actual ha adquirido conciencia del dinamismo de la naturaleza de una manera totalmente nueva, lo que lleva a tomar en serio con una profundidad inédita basta ahora la realidad de! tiempo (teoria de ia relatividad), la posibilidad de lo nuevo y el cardcter dindmico de la realidad en general. Pero, a * — Elegido papa, con el nombre de Benedicto XVI, el 19 de abril de 2005. (N. def T.) 106 JCREACIGN DEL MUNDO © EVOLUCION? diferencia de TEILHARD, que interpreté este dinamismo de la naturaleza como un decurso de distintas fases, como una evolucién acumulativa que transcurte linealmente hacia «arriba», WHETEHEAD lo entendidé como vida pulsante en las mds variadas formas posibles, como un proceso sin meta: un avance creativo, sin duda, pero que transcurre en un tiempo infinito y carente de punto cimero. El complicado sistema filosdfico de WHITEHEAD se halla expuesto en su obra principal, Process and Reality [Proceso y realidad}*". Trabaja con cuarenta y cinco categorias sumamente arbitrarias: ocho categorias de la existencia, nueve imperativos categdricos, veintisiete categorias explicati- vas y una categoria de lo Ultimo. Al hilo de todo ello, se sirve de manera imponente de numerosas ideas procedentes de la matemitica, la fisica y la filosoffa, tanto griegas como modernas. Sin embargo, a WHITEHEAD se le critica que, en vez de reconocer la existencia en el mundo de clases fundamentalmente diferentes de entida- des (entities) —orgdnicas ¢ inorganicas, espiritu y cuerpo—, presuponga que todos los entes tienen un mismo cardcter general. Es precisamente eso lo que le permite utilizar y generalizar conceptos psicoldgicos (por ejem- plo, feeling, sentimiento) con vistas a explicar asimismo procesos bioldgi- cos y hasta fisicos. De acuerdo con lo anterior, én su sistema también se atribuyen «sentimientos» a las piedras. Con ello, WHITEHEAD no pretende afirmar ningtn «pan-psiquismo>, ningtin «animismo universal». Pero , Tal es también mi conviccién: len vez de seguir hablando de Dios mas 0 menos como hasta ahora, precisamente para filésofos y tedlogos lo decisivo en ta actualidad seria aprender a hablar de Dios con mayor cuidado! Y eso, también a la vista del hecho de que a ciertos cientificos se les oye decir lo siguiente: «Yo no soy materialista. Tiene que haber algo mds que la materia: espiritu, trascendencia, lo santo, lo divino. Pero, como cientifico, poco me dice el Dios personal que est4 o habita ahi arriba o all4 fuera». Asi pues, nadie debiera dejar que inquisitoriales «representantes de Dios» le disuadan de ensayar nuevos modos de hablar sobre Dios, para que madure la fe infantil. Por eso, primero la pregunta: Dios: éun ser supramundano? Las ciencias de !a naturaleza exigen al te6logo un duro esfuerzo inte- lectual. Me pregunto si, a su vez, la teologfa, cuando se trata de cues- tiones que afectan a su nticleo, no puede pedir al cientffico un poco de reflexién. Hay fisicos que necesitan a Dios como metdfora de lo mundano. «lf you are religious, this is like looking at God, si uno és religioso, esto equivale a contemplar a Dios», declaré el astrofisico estadounidense GEORGE SMOOT* al anunciar la existencia de fluctuaciones en la radia- para referirse a Dios, ya mucho antes de que este nombre divino sea revelado en Ex 3,15. También aqui acontece ja creacién por medio de la ordenacién de una informe realidad preexistente. El impre- sionante relato se concentra en la creacién de la primera pareja huma- na. Lo que aqui se comunica de manera grfica no es cémo ha creado Dios al vardn y a la mujer, sino gué son el varén y la mujer, a saber, en espiritu y cuerpo imagen de Dios, con la mujer como ayuda para el varén de idéntica naturaleza que él. «Someter la tierra» no quiere decir explotarla (como sélo es posible a partir de la Modernidad), sino 120 JOREAGION BEL MUNDO ©O EVOLUCION? cultivarla y cuidarla. « el te- cho, apartado del ambito de la vida las «aguas abundantes», «establecido el firmamento» y «las dos grandes lumbreras»... No; las elocuentes im4- genes y las vivas metdforas no constituyen prueba alguna de un «Disefia- dot o Arquitecto césmico». Son mas bien una invitacién a la confianza creyente en el Dios uno que, aunque no puede ser visto, constatado y descrito directamente, ha creado el Universo y lo sostiene en el ser; en el Dios def que no se deben pintar ni modelar efigies, - Ni armonizacién ni mezcla La Biblia no desctibe hechos cientificos, sino que los interpreta, incluso de cara a la vida y Ja accién humana en el presente. Si se desea evitar los nefastos malentendidos habidos en el pasado por parte tanto de la ciencia como de la teologfa, es necesario distinguir siempre con nitidez ambos niveles lingiifsticos y de pensamiento. El lenguaje cientifico y el lenguaje religioso son tan poco comparables entre si como el lenguaje cientifico y el poético. Lo cual quiere decir que la teoria del big-bang y la fe en Dios creador, la teorta de la evolucién y la creacién del ser humano, no se contradicen mutuamente, aunque tampoco pueden ser armonizadas entre si, La interpretacién «cientifica> del Génesis como creacién en seis millones de dias o como Flood-Geology [geologia di- luviana] que H. Morris y J. WHITCOMB propusieron en su libro The Genesis Flood (1961) no hace sino generar confusién. 122 IGKEACION DEL MUNDO © EVOLUCIONE La tarea de la interpretacién de la Biblia no consiste en poner de re- lieve un mucleo de hechos cientificamente demostrables, sino en resaitar aquello que es irrenunciable para ta fe y la vida. La tarea de la ciencia no consiste en «demostrar» la existencia o la prescindibilidad de Dios. Lo que tiene que hacer es, mas bien, explicar fisicamente el Universo hasta donde sea posible para ella (i!), dejando al mismo tiempo espacio para lo que no puede ser explicado por esos medios. De eso es de lo que habla la Biblia. Por consiguiente, ambos lenguajes no deben ser mezclados: el len- guaje de la Biblia es, como Jo formula el fisico WERNER HEISENBERG, una clase de lenguaje «que posibilita el entendimiento sobre la cohesién del mundo que se intuye tras los fenédmenos, sin la cual no cabe proponer ética ni escala de valores alguna... Este lenguaje guarda mayor paren- tesco con el lenguaje de la poesfa que con el de la ciencia, orientado a la precisi6n». Por eso, las mismas palabras tienen con frecuencia signi- ficados distintos en uno y otro lenguaje: «E! cielo del que se habla en la Biblia tiene poco que ver con el cielo al que se elevan aviones y cohetes. En el universo astronémico, la Tierra es una diminuta mota de polvo en uno de los innumerables sistemas galacticos. Pero, para nosotros, es el centro del mundo... en verdad es el centro del mundo. La ciencia inten- ta dar un significado objetivo a sus conceptos. Pero el lenguaje religioso debe evitar precisamente Ja divisién del munde en un plano objetivo y otro subjetivo, pues ¢quién podria afirmar que el plano objetivo es mas real que el subjetivo? Asi pues, no podemos confundir ambos lenguajes; tenernos que pensar de manera més sutil de lo que hasta ahora ha sido habitual»*®, Por lo demas, la respuesta a las preguntas fundamentales del ser humano depende de ja actitud fundamental de la persona: — El cosmonauta soviético YURI GAGARIN, que el 12 de abril de 1961 pasé a la historia como el primer ser humano en orbitar alre- dedor de ja Tierra, proclamé a su vuelta, fiel al dogma marxista-ma- terialista: «Ahi arriba no se ve a ningun Dios». Mas tarde, reconocié abiertamente sus sentimientos religiosos. —— El comandante estadounidense det Apolo FRANK BORMANN, que en la Nochebuena de 1968 fue el primer astronauta en orbitar alrede- dor de la Luna, fascinado por la belleza de nuestro azul planeta y agra- decido en medio del profundamente oscuro universo por el regalo de la luz y la vida, ley en voz alta los primeros versiculos del Génesis: «En el principio creé Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacia, las tinieblas estaban sobre ta faz del abismo y el espiritu de Dios se movia sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz». 123 EL PRINCIPIO OE TODAS LAS COSAS — El fisico y astronauta aleman ULRICH WALTER, quien en 1993 participé en la misién alemana (D-2) del Space Shuttle, contempld nues- tro blanquiazui planeta bajo la cegadora luz del Sol y, a la vista de la inmensidad del Universe —por lo demas, monétona y turbadoramente negra y hostil a la vida—, vivid una experiencia de soledad semejante a la de Blaise Pascal: «mi personal revolucién copernicana»?”. Walter con- fiesa cteer en un Dios personal, aunque no siempre de manera acorde a las ideas y dogmas de la Iglesia: «¢Le acerca a uno un vuelo espacial a Dios?», Su respuesta: «Depende de cada cual»*8, ¥, de hecho, asi es: lo que aqui cuenta es la decisién a la que insta et testimonio biblico. 6. TESTIMONIO DE FE SOBRE EL ORIGEN ULTIMO La ciencia no pwede ni confirmar ni refutar lo que los dos relatos del Génesis anuncian como su inequivoco mensaje: /Al principio del mundo estd Dios! Asi pues, lo que estos textos afirman no es: al principio fue una explosion; sino ms bien: al principio fue la palabra, el querer, y fue fa luz: fue la energfa, la materia, el espacio y el tiempo. La creacién def tiempo y el espacio a partir de la nada Sélo en sentido impropio podemos hablar de un «antes» de la creacién del mundo. iQué hacia Dios antes de crear el cielo y la tierra? Ya AGUS- TIN, en el libro XI de sus Confesiones, dio una respuesta clara y concisa a esta, a su juicio impertinente, pregunta, Semejante interrogante carece de fundamento; la pregunta por el «antes de la creacién» estd de mas. ¢Por qué? Porque el mundo no ha sido creado en el tiempo (in tem- pore), sino con el tiempo (cum tempore). Hasta aqui, EINSTEIN habria estado de acuerdo. «Anterior» al cosmos sélo es el Creador; «anterior» al tiempo, s6lo la eternidad. Pero, Ilegado a este punto AGUSTIN va mas all de EINSTEIN y se dirige a Dios: «Ademds, aunque ti eras anterior al tiempo, no fe precedes en el tiempo. De lo contrario, no serfas anterior a todo el tiempo. Precedes a todos los tiempos pasados con la excelencia de tu eternidad siempre presente. Y eres superior a todos los tiempos fu- turos»®, Asi pues, desde la perspectiva teoldgica, la creacion es un acto intereporal por medio del cual surge el tiempo. Y el tiempo es tiempo creado, tiempo-espacio creado, espacio-tiempo creado”. Ahora bien, équé significa crear el mundo de la nada? En |a Biblia, como ya se ha mencionado, éscta es una idea tardia, fruto de la reflexion 124 ICAEAGION DEL MUNDO O EVOLUCIONT helenistica. No implica ninguna hipostatizacién de la nada: ningin es- pacio, por asi decir, negro y vacio frente o junto a Dios. La nada tam- poco puede ser confundida con el «vacio» de ia moderna fisica de par- ticulas, cuyas fluctuaciones podrian estar en el inicio del Universo, pues este vacio no es en modo alguno una nada, sino algo. Nos referimos mas bien a la nada absoluta, la cual excluye del acto de creacién toda causa material. La creacion «de la nada» es la expresin filoséfico-teoldgica de que el mundo y el ser humana, junto con el espacio y el tiempo, deben su existencia exclusivamente a Dios, y a ninguna otra causa. Por su parte, Dios no debe su existencia a ninguna causa. Ni siquiera se le deberia llamar «causa sui, causa de s{ mismo» (Descartes, Spinoza). Pues él no es resultado de ninguna causa. Es, por definicion, ef Incausa- do, ya que se trata de la realidad eterna y perfecta: «fd quo maius cogitari nequit, aquello mayor de lo cual nada puede ser pensado» (Anselmo de Canterbury, Descartes). Sobre ello no filosofa la Biblia. Pero sf que ma- nifiesta la conviccign de que ef mundo es —y permanece— radicalmen- te dependiente de Dios en tanto en cuanto éste es Autor y Conservador de todo ser. La teologia cristiana insiste en que la creacidén prosigue: creatio continua. Para nuestra forma actual de ver las cosas, sdlo asi es posible el devenir del mundo como un proceso continuado en el tiem- po que, lejos de exeluirla, incluye la aparicién de nuevas estructuras. Asi pues, la creacién de la nada y la creacién continuada deben ser entendidas como una unidad, tomando a ambas como condicién de po- sibilidad de los procesos fisicos en general: «Creatio continua y creatio ex nibilo serian solo dos nombres para una y la misma actividad creado- ra —intemporal y, sin embargo, productora del tiempo— del Dios eter- no. Tal actividad creadora de Dios no habria ocurrido con anterioridad a una singularidad que dista miles de millones de afios de nosotros, sino que aconteceria de forma estrictamente simulténea con nuestro presente; y, aunque no podamos disponer sobre ella, estaria mas cerca de nosotros que nuestro propio ser»‘!, éQué sentido tiene hoy la fe en Dios creador? En imagenes y parabolas de su tiempo, los relatos biblicos de la creaci6n responden senciltas preguntas hasicas que también se le plantean al ser humano de hoy y que no pueden ser contestadas por la ciencia de la naturaleza con su método y lenguaje. En la Biblia no se da respuesta a preguntas tedricas, sino a elementales preguntas existenciales: e éQué habia al principio? El Dios bondadoso, que es el origen de todo y de todos. 125 ' EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS e éHay algiin otro ser (astro, animal o ser humano) que sea dios junto a Dios? No; mo hay ningiin otro dios que Dios. *« No es evidente que la historia universal es escenario de la lucha entre un principio bueno y otro malo? No; Dios es mas bien el Dios bondadoso que no rivaliza con ningtin principio antagénico malo o demoniaco. e — &No hay una parte de [a realidad que es cualitativamente inferior a la otra: la materia respecto del espiritu, la sexualidad respecto de la espiritualidad? En absoluto: el mundo del bondadoso Dios creador y; por tanto, también la materia, el cuerpo humano y la sexualidad, son esencialmente buenos: «Y vio Dios todo lo que habfa hecho: y era muy bueno» (Gn 1,31). © ) introdujo, como es sabido, el concepto de «complementariedad»: ambas imagenes contrapuestas son neécesarias para describir el misterio de la luz. Y también se requiere tal comple- mentariedad de imagenes y conceptos contrapuestos para parafrasear el misterio de Dios. La naturaleza de la luz sigue siendo investigada sin cesar y quizd algiin dia se podr explicar su misterio. Pero el misterio de Dios permanece: él es y sera el Infinito, el Inconmensurable, el Insondable; él reconcilia en sf opuestos como etetnidad y temporalidad, lejania y cercania, justicia y misericordia, ira y gracia, Se esconde tanto en el cosmos como en mi co- razon; es definitivamente més que persona y, sin embargo, en cualquier momento puedo dirigirme a él. Asi como al ser humano no le es dado penetrar en el Sol, asi tampoco en el Espiritu de Dios. «Sefior Dios mio, eres inmenso...», proclama un salmo (Sal 104,1-2), «la luz te envuelve como un manto». O en el Nuevo Testamento: en nosotros y a nuestro alrededor reinan también las tinieblas, pero Dios «habita en la luz inac- cesible» (1 Tim 6,15s.); «Dios es Inz sin mezcla de tinieblas» {1 Jn 1,5). Asi pues, Dios como luz arquetipica que irradia fuerza calorifera y salvadora sobre el cosmos. «iSea la luz! Y fue la luz»: con estas frases del Génesis he empezado la introduccién de este libro. <¥ vio Dios que la luz era buena». En efecto: buena para el mundo y buena para los seres humanos. Los siguientes versos del poema de INGEBORG BACHMANN «An die Sonne» [Al Sol] expresan esta idea y pueden interpelar a cientificos y a te6logos por igual: «Mucho mas bello que la centelleante irrnpcién de un cometa y llamado a algo més sublime que cualquier otro astro, porque tu vida y mi vida dependen todos los dias de él, es e] Sol 129 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS Bella luz que nos da calor, nos protege y hace milagrosamente posible que yo vuelva a ver, ique yo vuelva a verte! Nada hay més bello bajo el Sol que estar bajo el Sol»? Por lo deméas, vale el siguiente principio: «if we become increasing- ly humble about how little we know, we may be more eager to search, cuanto mayor sea nuestra modestia a la hora de reconocer lo poco que sabemos, mayor podrd ser también nuestro deseo de buscar». Quien asi se expresa es sir JOHN TEMPLETON, una de las personas que mds ha contribuido al entendimiento entre ciencia y religion, Con ello queda tendido el puente hacia el cuarto capitulo, dedicado a otra pregunta fundamental, para la que ahora estamos bien preparados y en relacién con la cual la investigacién ha logrado asimismo enormes progresos: la pregunta por el principio de la vida en el cosmos, por el azar y la necesi- dad de un desarrollo que, asombrosamente, ha conducido a la aparicién de la mente, de] ser humano. a 130 D éVIDA EN EL COSMOS? Ai menos en este punto concuerdan 1a Biblia y la ciencia: en el principio de la historia, sobre nuestro planeta no habia vida. La sonda espacial europea Huygens mostré cémo de «desordenada y vacia» estaba la Tie- ra poco antes de Ja aparicién de la vida hace unos tres mil quinientos millones de afios. Después de un viaje de tres mil doscientos millones de kilémetros, que duré siete aos, esta sonda aterrizé el 14 de enero de 2005 con asombrosa precisién en la luna de Saturno, Titanio, la tinica luna provista de atmésfera. Un triunfo para 1a ciencia, que da mayor relieve atin a la siguiente pregunta: si, segdn la teoria de la evolucisn, la historia de la Tierra constituye de principio a fin un desarrollo pre- decible, consecuente y Idgico; si todo se halla sujeto a la ley de causa y efecto —iintramundanos!—; si cada paso se sigue de forma natural del anterior, équé espacio queda entonces para una intervencién especial de Dios, para que Dios intervenga, para. que «venga entremedias»? ¢Tal vez para posibilitar la aparicién de la vida? ¢O sélo més tarde, pata crear al ser humano? De la aparicién de la vida (biogénesis) nos ocuparemos en este capitulo; de la aparicién del ser humano (hominizacién), en el proximo. 1, {DESDE CUANDO EXISTE LA VIDA? Tanto la investigacién cientifica como el estudio histérico-critico de la Biblia lo han hecho cada vez més verosimil: la tradicién del paraiso sobre Addn y Eva y su pecado original (Gn 1-3; Rm 5,12-21) ha de ser entendida como una narracién simbélica sobre el ser hamano en cuanto 131 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS tal (en hebreo adam = el ser humano 0, como concepto corporativo, los seres humanos). No ofrece ningtin informe histérico sobre una pareja humana concreta. En la actualidad, también entre los tedlogos catélico- romanos, pocos son los que defienden el «monogenismo» —el origen de tados los seres humanos a partir de Adan y Eva— propagado todavia por el papa Pio XII. Los primeros capitulos de la Biblia no formulan enuntciados cientificos, sino una interpretacidn religiosa de la situacién humana fundamental dada desde el principio‘. Antaiio, los tedlogos se afanaban de continuo por detectar, ya antes de la historia primigenia del ser humano y de los milagros del Antiguo Testamento, cortes decisivos en los que la cadena casual se hubiera visto suspendida haciendo supuestamente necesaria una directa itervencién «sobre-natural» de Dios en el curso de la historia, la cual, por lo demés, habria transcurrido de forma natural y sin interrupcién alguna. Pero hoy, después de tantos y tantos combates teolégicos de retirada, los tedlogos no tienen mas remedio que reconocer que asf e! cosmos en su totalidad como el ser humano, al menos por lo que respecta al cuerpo, han evolucionado «de forma natural». La vida surgid en nuestro plane- ta hace aproximadamente tres mii quinientos millones de afios; el ser humano existe desde hace doscientos mil. Los tedlogos no son los uni- cos que deben preguntarse: ¢es acertado seguir empefdndose en que la vida y, sobre todo, el espiritu humano (el «alma espiritual») han surgido merced a una intervenncién directa del Creador? Pero planteémonos pri- mero la pregunta: ése puede «de-finir» la vida, se puede «de-limitar» lo que tiene vida de lo que carece de ella? éQué es, en realidad, la «vida»?? 4Qué es la «vidar? ARISTOTELES, el fundador de la biologia cientifica, postulé como rasgo distintivo de toda vida la capacidad de ser causa del propio movimien- to, la semovilidad (automovimiento). El propio filésofo griego distin- guid también tres formas de vida: — la vida vegetativa de las plantas, con las facultades de nutricién, crecimiento y reproduccién; — la vida sensitiva de fos animales, con las facultades de percep- cién, movimiento y deseo; — la vida mental racional: un anima (principio vital) no sdlo «ve- getativa» o «sensitiva», sino rationalis, con facultad de conocimiento y libre arbitrio, que son los fundamentos de la experiencia de moralidad, belleza y sentido. AGUSTIN y, ain con mayor determinacién, TOMAS DE Aquino defendieron més tarde la idea de que toda alma espiritual hn- 132 IVIDA EN EL COSMOS? mana es creada directamente por Dios de la nada («creacionismo») en vez de ser engendrada por los progenitores («generacionismo»). Los bidlogos actuales renutician a toda definicién filoséfica de la vida a causa de un doble motivo: por las implicaciones metafisicas que comporta y por las numerosas transiciones de lo inanimade a lo animado incluso en el nivel fisico-quimico. Se contentan con la des- cripcién de los requisitos minimos, asf como de las propiedades es- tructurales y dindmicas necesarias. Todos los seres vivos —sobre este punto se puede decir que hoy existe consenso— poseen tres principa- les caracteristicas dindmicas: — capacidad de engendrar organismos de la misma especie: repro- duccién; — cambios hereditarios como condici6n imprescindible para el sur- gimiento de una multiplicidad de seres vivos: mutacion; — regulacién de procesos quimicos para la asimilacién y transfor- macion de energia y materias primas del entorno: metabolismo. Lo vivo tiene siempre cardcter individual: los seres vives son estruc- turas delimitadas respecto de su entorno. Su unidad minima es la célula. Por eso, tan fascinante como la pregunta sobre qué define la «vida» es la pregunta sobre dénde existe la vida. Se trata de la tan discutida pre- gunta: éEstamos solos en el Universo? Para formular la pregunta sin rodeos: ¢hay vida en otros lugares del Universo, en otros planetas del sistema solar 0 en otros astros de la Via Lactea, cuya edad ya alcanza diez mil millones de afios? Soy consciente de que el género cinematografico y literario conocido como «ciencia-fic- cién» condiciona en mucho mayor medida que la ciencia seria las ideas que muchas personas se hacen de los «extraterrestres». ¢Y por qué no concebir hipétesis y modelos? Nada obliga a excluir de antemano la po- sibilidad de vida en otros lugares. Ciertamente, para que tal posibilidad no fuera una quimera habria que encontrar de hecho en algin lugar del Universo un planeta con condiciones fisicas semejantes a las que se dan en la Tierra: la distancia adecuada al Sol y Ja temperatura adecuada, los elementos necesarios en las proporciones justas... Lo cual no pare- ce demasiado dificil, pues. se ha constatado que las nubes eyectadas en pasadas explosiones estelares contienen abundancia de ciertas molécu- las de materia interestelar —tales como carburos, silicatos y agua, entre otras— que son imprescindibles para la evolucién de la vida. Hasta la década de los aftos sesenta se especulé —y no sélo en los 133 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS ambientes préximos a la Nueva Eta y al esoterismo— sobre los ovnis: objetos voladores no identificados (en inglés UFO, Unidentified Flying Object). En ningin lugar se pudo demostrar cientificamente la presen- cia de tales «platillos» con forma de disco o cigarro. Mas bien, se esta- blecié que respondian a fenémenos naturales o artificiales; incluso algu- nos testimonios fueron desenmascarados como engaiios intencionados. Después de todo, ¢cémo habrian podido volar estos objetos cientos de miles de afios luz (un afio luz = 9 mil millones de kilémetros) y luego aterrizar entre nosotros sin ser vistos? Pero, espoleado por un articulo de los fisicos GiusEPpPE GOCCONI y Puitir Morrison aparecido en la revista Nature, ya en 1960 se celebré en Green Park (Virginia Occidental, Estados Unidos) un congreso sobre la «bvisqueda de vida extraterrestre» (SETI = Search for Extraterrestrial Intelligerice). En 1962 se puso en funcionamiento en el National Radio Astronomy Observatory, ubicado en esa localidad, un radiotelescopio con un reflector de 91,5 m de didmetro, que, sin embargo, doce afios mas tarde se rompié. Fue aqui donde al joven astr6nomo FRANK Drake (nacido en 1930) exploré sistemdticamente por primera vez e] Universo en busca de dé- biles sefiales de radio extyaterrestres. En 19614, basdndose en la ratio de formacién de estrellas, habia presentado calculos y conjeturas aparen- temente furndados sobre el porcentaje de estrellas con planetas y sobre el mimero de ptanetas en las que podria existir vida. Todo esto lo habia completado con cifras sobre la duraci6n media de las civilizaciones tec- noldgicas (culturas avanzadas). Siguiendo esta Idgica, sélo para nuestra Via Lactea, llegaba a la cifra de unas 10.000 civilizaciones capaces de establecer comunicacién interestelar. Durante los afios siguientes, se dedicé a buscar en el Universo sefiales de radio enviadas por tales civi- lizaciones’, Desde el primer momento, DRAKE fue apoyado eficientemente en la difusién de sus ideas por el entonces también joven CARL SAGAN (1934- 1996}, el cual, igual que Drake, fue contratado como astrénomo por la Universidad de Cornell en la década de los afios setenta y se hizo famoso més alla de las frontetas estadounidenses como guionista y presentador de una excelente serie de televisién sobre el cosmos*. iSAGAN elev6 la cis fra estimada de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia a un mi- lion! Participé intensamente en la preparacién de las expediciones de la NASA con las sondas espaciales no tripuladas Mariner, Viking y Voyager. Se encargé de que el Voyager llevara consigo un mensaje sobre la huma- nidad dirigido a las demés civilizaciones del espacio: una placa de alu- minio tecubierta de oro (ca. 14 x 23 cm) con dibujos de la situacién del 134 WVIDA EN LL Cosmust Sal y la Luna y dos seres humanos, un varén y una mujer, cuyo tamafio se indica por comparacién con el de la antena solar de la propia sonda’. Un niimero creciente de astrénomos se adhirié a la idea de que, por doquier en el Universo, esparcidas como granos de arena entre las incandescentes «estrellas fijas», sobre numerosos planetas existen civili- zaciones aisladas unas de otras. Es mas, gracias a este impulso, nacieron toda una ciencia y una industria volcadas en el afan de establecer con- tacro con las supuestas civilizaciones extraterrestres. Innumerables pelf- culas (E.T.), programas de televisidn, libros de divulgacién y empresas cientificas de todo tipo se lievaron a cabo en raz6n de esta hipétesis, por no decir nada de todos los intentos de captar sefiales de radio proceden- tes de otros astros o de enviar sefiales propias... (Cudl fue el resultado? Busqueda infructuosa Este inmenso esfuerzo cientifico, econédmico (miles de millones de dé- lares) y propagandistico, ésirvid para encontrar algun rastro de vida en el Universo? No, ihasta ahora no se ha encontrado practicamente nada! Todos los intentos han sido en vano. Que se pueda demostrar cientificamente, ningtin habitante de remoto planeta alguno ha esta~ blecido contacto con nosotros, tercicolas... por no decir nada de supues- tas visitas de extraterrestres, ya hostiles, ya pacificos, a la Tierra, La mids reciente investigacién espacial arroja mds bien el resultado con- trario: la existencia de formas complejas de vida en otros planetas o sus satélites es, al menos en e/ sistema solar, sumamente improbable. En efecto, en febrero de 2004 aparecid en The New York Times un repor- taje titulado «Maybe There Isn’t Anyone ‘Out There’»: «Quizd no hay nadie ‘ahi fuera’: Después de afios de busqueda de vida extraterrestre, es posible que estemos solos en el Universo»®. El articulo se remite a una muy reciente obra de astronomia que lleva el provocativo titulo de Rare Earth [La rara Tierra], escrita por PereR Ward, paleontdlogo y especialista en la extincién masiva de especies (sabre todo de los saurios), y DONALD BROWNLEE (pertene- ciente, igual que WARD, a la Universidad de Washington en Seattle), un conocido astrénomo y director cientifico del proyecto Stardust de la NASA, cuyo objetivo es recoger polva interplanetario ¢ interestelar, Su conclusién: casi todos los entornos que rodean a la Tierra en el Universo son verdaderamente inhéspitos para la vida. Esta s6lo pudo surgir en un «jardin paradisfaco» como es la Tierra. No s6lo Marte, sino todos los planetas grandes descubiertos hasta ahora fuera del siste- ma solar son de todo punto inapropiados para la evolucién de la vida. 135 EL PRINCIPID DE TODAS LAS COSAS Ast, el fisico teérico HARALD LESCH (Universidad de Munich) afir- ma sin ambages: «Se ha buscado y buscado, pero isin encontrar nad: iAbsolutamente nada! Es posible que haya que estar escuchando al Uni- verso durante miles de aos para captar siquiera una sefial de una civi- lizacién extraterrestre. Tal era al menos la opinién de algunos expertos que, tras veinte afos de esfuerzos vanos, concluyeron que, segan sus cdlculos, posiblemente haya que estar buscando entre cinco y seis mil afios para tener una probabilidad razonable de dar con otros seres in- teligentes. Sea como fuere: no se ha encontrado nada»’. Y ello, segin Lesch, tampoco tiene nada de sorprendente, ¢Por qué? Por la sencilla raz6n de que, para que sea posible la vida en una forma semejante a la que se conoce en la Tierra, tiene que cumplirse de hecho un niimero extraordinariamente grande de dificiles condiciones, Para ser habitable, un planeta debe mantener una temperatura media de 15 °C . Asi pues, ni como en el abrasador Venus (la temperatura en su superficie es de 450 °C), cuya Grbita transcurre mds cerca del Sol que la nuestra, ni como en el helado Marte (-70 °C de temperatura media}, que dista del Sol mds que la Tierra y en el que es seguro que no puede existir agua liquida. Ademés, ese planeta, para evitar la generacién de vientos hu- racanados, no puede girar demasiado deprisa alrededor de su propio eje (en el caso de la Tierra, la Luna ejerce de freno). Al misino tiempo, tiene que estar lo mds protegido posible frente al impacto de meteo- ritos (el gran y pesado Jupiter, situade en una Orbita planetaria mas externa, los mantiene alejados de la Tierra). De hecho, cuanto mas se reflexiona sobre las condiciones necesarias para la aparicién de vida sobre un planeta, menos probable parece la existencia de extraterres- tres en un amplto radio alrededor de nasatros. Asi pues, las seis peliculas de La guerra de las galaxias de GEOR- GE Lucas, con sus nobles caballeros espaciales, sus arrugados gnomos extraterrestres, sus cémicos robots y el malvado Darth Vader, de ras- gos tragico-demoniacos, son —algunos de sus innumerables fans se sentiran decepcionados— pura mitologia sin base empirica alguna. Por supuesto, nadie puede excluir teéricamente que ahi fuera, en algtin lu- gar del Universo, exista vida; y el tedlogo no tiene nada que temer a un eventual descubrimiento de ta misma. Pero, para nosotros, las per- sonas que vivimos en la Tierra, un planeta cuyas condiciones basicas para la vida se encuentran amenazadas, eso puede ser mds o menos igual de relevante que la noticia sensacionalista que en septiembre de 2004 salté a los medios de comunicacién: un satélite europeo habia conseguido registrar una de las mayores colisiones de galaxias en el Universo. Pero ¢dénde colisionaron esos miles de galaxias? Segdn las 136 IVIOA EN EL COSMOS? informaciones transmitidas por las estaciones de observacién, ia una distancia de ochocientos millones de afios luz! Asi pues, no hay que tener miedo: estos fenémenos comparables al paso de un huracdn tie- nen lugar bien lejos en el Universo, como se hace patente cuando se considera que ya el didmetro de nuestra Via Lactea, una galaxia de disco, tiene «sélo» cien mil afios luz, lo cual significa que una sefial Juminosa necesita cien mi} aftos para recorrer ba galaxia de extremo a extremo. En contraste, la distancia a la galaxia grande mds préxima, la nebulosa de Andrémeda, asciende ya a 2,2 millones de aftus luz. Lo que hoy observamos en las fabulosas fotografias del telescopio Hubble acontecié de hecho en la nebulosa de Andrémeda hace 2,2 millones de ajios. Asi pues, la colisién de galaxias captada en 2004 a 800 mi- lones de afios de luz de distancia no representa para la humanidad el mas minimo peligro: ino hay razdn alguna para el alarmismo, ni para reforzar el costoso dispositivo militar en el espacio! Los més recientes resultados de la sonda enviada a Marte permiten concluir que sobre el planeta rojo, con su tenue atmésfera, aunque hay abundante carbono, no existe agua en estado fiquido y, por tanto, tampoco vida compleja, es decir, algo que no sea bacterias y virus. Seguin los datos de la sonda Huygens, sobre Titan, uno de los satélites de Saturno, se producen actividades geofisicas semejantes a las de la Tierra: disponemos de indicios de precipitaciones, erosién y procesos de flujo. Pero los procesos quimicos que tienen lugar sobre esta fria y extrafia luna son radicalmente diferentes: ia -170 °C no existe agua, sino sélo metano liquido y gasiferme! Con todo esto, atin més acu- ciante se hace la pregunta: 2. €COMO SURGIG LA VIDA? Mucho més relevante para nuestro presente que las noticias sobre le- janas galaxias es la incontrovertible idea de que, sobre la Tierra, la vida toda se halla emparentada. Se caractetiza por moléculas levégiras {no hay moléculas dextrégiras), todas las cuales tienen supuestamente un mismo origen, Pero, sobre todo, los seres vivos estan formados sin excepcién por genes, que siempre presentan los mismos cuatro com- ponentes fundamentales. Para nosotros los seres humanos, mas impor- tante que el esfuerzo por definir la vida, mds importante también que la bisqueda de vida fuera de nuestro planeta, es una tercera pregunta: la pregunta por la aparicién de la vida. 137 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS Los portadores de la vida Precisamente en lo relativo a esta pregunta, la biologia de las dltimas décadas puede apuntarse en su haber sensactonales éxitos. Hasta tal punto que hoy la teoria de 1a evolucién de DARWIN puede ser considera- da fisicamente fundada y experimentalmente contrastada, no sélo en el nivel de Jas células vivas, sino incluso en el de las moléculas. El propio Daxwin expresé la esperanza de que el principio de la vida pudiera ser conocido algtin dia como parte o consecuencia de una ley general. Lo que hasta hace pocas décadas parecfa un suefio es hoy una realidad: la biologéa molecular, que desde mediades del siglo xx representa algo asi como la nueva base de la biologia, ha encontrado esa ley. James D. WATSON y Francis H. C, CRICK recibieron en 1962 el premio Nobel por el modelo de la doble hélice que habian propuesto en 1953 para expli- car la constitucién del material hereditario. Este hallazgo revolucioné la biologia de modo parecido a como poco antes la mecdnica cudntica habfa convulsionado la fisica. Lo que fue investigado en bacterias y virus es valido también para organismos superiores y, probablemente, para toda forma de vida so- bre la Tierra: los portadores elementales de la vida y sus propiedades basicas son dos tipos de macromoléculas, a saber, los 4cidos nucleicos y las proteinas, que presentan la ferma de una doable escalera de caracol entrelazada, justo la famosa doble hélice (en griego, helix = espiral). Su funcionamiento puede ser descrito con brevedad como sigue: Los portadores de las propiedades hereditarias de los organismos son cadenas de moléculas de los dcidos nucleicos del tipo ADN (en in- glés DNA), que consisten en largas sucesiones especificas de cuatro ele- mentos (adenina, citosina, guanina y timina) y se encuentran sobre todo enel micleo de la céjula. En tales combinaciones de los cuatro elementos mencionados se hallan —codificados, por asi decir, en el «cddigo gené- tico»— los planos de construccién de la vida. Estas series se reproducen por medio de una suerte de proceso de replicacién, transmitiendo asi un idéntico material hereditario de célula a célula, de generacién en generacién. Pero los fallos en la reproduccién pueden dar lugar a muta- ciones y conducir a organismos con diferentes propiedades hereditarias. éCémo dirige la sustancia hereditaria ADN el acontecer celular? Principalmente, en virtud de la replicacién de fragmentos de ADN. Las proteinas fungen de catalizadores del metabolismo. Recogen la «infor- maci6n» de los 4cidos nucleicos y ejecutan las funciones de las células vivas que les son asignadas por estas instrucciones de construccién o funcionamiento, Asi es, pues, como funciona y se reproduce la vida: un 138 WVEDA EN EE COMMOSE mundo naaravilloso» en ef nivel mas elemental, en el que las moléculas, en un espacio diminuto, llevan a cabo, a menudo en ei lapso de una millonésima de segundo, sus transformaciones. Aun sin querer, uno se pregunta: ino se esconde quizd tras la apa- ricién de la vida un misterioso acto de creacién que, por ejemplo en ta formacién de cristales, ordena los distintos atomos de manera tal que pueda surgir la vida? Pero, incluso sin necesidad de un acto especial de creacién, los 4tomos singulares encuentran de forma sorprendente- mente veloz justo la posicién que les corresponde. ®. Pregunta a la que ya he intentado responder (cf. cap. B, 5). Quiz hay mds bidlogos de Jos que uno piensa que, como RUPERT RIFDL, tienen la valentia de confesar —frente a los numeroses profetas «posmodernos» de la ausencia de Dios y de sentido— el desconcierto de Ja ciencia y la necesidad de un confiado «si»: «Incluso el ateo, el mecani- cista, el monista, de nuestros dfas no tiene mds que colocar la pregunta por las causas de este mundo.ante el big-bang para verse obligado a ad- mitir que él, a pesar de toda Ja ciencia de que disponemos, se hafla sumi- do en e! mismo desconcierto del que tal vez se ha mofado insensatamen- te en cuanto causa del culto al oso, Nadie puede pensar —afirmo— sin premisas metafisicas. Es posible no ser consciente de ellas: eso, seguro. Pero no se puede dar ni un solo paso hacia lo desconocido sin albergar 145 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS expectativas de naturaleza metafisica, situadas ms alla de lo que nos es conocido. Ninguna cultura puede prescindir de la fe y sus vAstagos: la teligidn, la filosofia, la visién del mundo. La fe es el marco insustituible para lo inexplicado»*‘. Pero es necesario seguir profundizando. 4, dPOR QUE ES EL COSMOS PROPICIO A LA VIDA? Asf pues, la evolucién ha necesitado aproximadamente tres mil quinien- tos millones de afigs para producir la vida en su actual riqueza de for- mas y modos de comportamiento, hasta engendrar, por ultimo, incluso vida inteligente. Un sorprendente desarrollo: La evoluci6n hacia el ser humano iCudntas cosas han tenido que «concordar» con exactitud desde la gran explosion de hace trece mil setecientos millones de afios para que haya podido surgir tal clase de vida! Recordemos las constantes naturales césmicas: la carga e del electron, el cuanto de accién de Planck h, la constante de Boltzmann k, la velocidad de Ja luz c... TY con cudnta pre- cisién tenia que estar calibrado todo en el cosmos (y no siempre de forma simétrica) para que, después de miles de millones de afios, pu- diera surgir la vida: el ajuste fino entre la energ(a y Ja materia, entre las fuerzas nucleares y las electromagnéticas, entre la fuerza de gravedad y la energia debida a las reacciones nucleares en el interior del Sol...! Asi pues, cha evolucionado todo esto de forma por completo alea- toria hacia la vida, hacia el ser humano? Y lo mds asombroso de todo: sobre la Tierra pudo surgir finalmente, después de miles de millones de afios, incluso vida inteligente a partir del reino animal: el ser humano, Si se proyectaran a cdmara rdpida los trece mil setecientos millones de afios de Ha historia del cosmos a lo largo de un solo afio, la vida com- pleja (algas) no apareceria hasta el comienzo del décimo mes; y el sez humano, sélo en las horas finales del tiltimo dia del atio. Asi pues, éso- mos nosotros la meta de esa evolucién del cosmos que ya se prolonga trece mil setecientos millones de afios? «El Universo sabia que tbamos a aparecer, se oye decir en ocasiones. Pero ¢es capaz el Universo de saber algo? ¢Era acaso consciente la gran explosién de lo que estaba desenca- denado? Una idea mds bien rara. Pero (quién sabia entonces que iba a aparecer el ser humano? La pregunta que inevitablemente queda abier- ta a la vista de esta portentosa evolucién: éno obedece quizé el entero proceso, después de todo, a una «receta muy especial» (Martin Rees) de universo propicio a la vida y a la inteligencia? 146 c¥IDA EN EL COSMOS? Es cierto que las «teorias de mundos milriples» ofrecen una salida intelectual para eludir tales consecuencias. Pero, puesto que tales es- peculaciones sobre imaginarios universos alternativos son, como ya ha quedado dicho, puras hipétesis sin base empirica, la pregunta se vuelve a plantear con mayor urgencia: ¢es de verdad todo puro azar? ¢Es ef mero azar una explicaci6n valida para este problema cosmoldgico central? Pero si noes el azar, entonces ¢qué? Ahora bien, quiza algun dia al- gtin genio descubra la estructura matemtica de las leyes fundamentales de la fisica que hacen posible la vida en nuestro planeta. éPor qué no? Pero después de que todos los afanes de los fisicos por encontrar una ecuaci6n universal han ido a encallar en la conclusién de STEPHEN Haw- KING de que tal empresa, debido al teorema de incompletud de G6veL, es por principio irrealizable, tampoco a los bidlogos les queda mucha esperanza de que vaya a encontrarse pronto una solucién fundamen- tal. €Y por qué no habrian podido ser posibles en el curso de trece mil setecientos millones de afios otras soluciones que no condujeran precisamente a la vida, a la vida inteligente? Descartar de antemano esta posibilidad tal vez sea diffcil. Pero, entonces, éc6mo se explica la evolucién de la que somos fruto? éPrincipio antrépico? Por una parte, en modo alguno puede dedueirsé“de los principios fisicos iniciales y las leyes fundamentales una evolucién hacia la vida y, menos atin, hacia la vida humana; por otra, uno querria excluir el azar como principio explicativo vacio: pueden ser casuales tantas «casualidades»? A la vista de este dilema, algunos fisicos y bidlogos se preguntan si no existira quiz una suerte de «meta-ley» detras de todos jos ajustes finos y las leyes naturales: algo asi como una «super-ley» a la que estén sujetas todas las leyes de la naturaleza y que haya dirigido la evolucién del cos- mos a través de los trece mil setecientos millones de aos ya transcurri- dos hacia la aparicién de la vida y, en tltimo término, de la vida humana. No; no una fuerza vitalista, ni tampoce una conciencia inherente a la materia desde el principio: ninguna de estas dos hipotesis es demostra- ble. ¥ mucho menos la providencia de un Gobernador del mundo con- cebido con rasgos antropomérficés, quien habria trazado un detallado plan antropocéntrico para el yuundo. Lo cual tampoco es demostrable. Sobre esta pregunta se discute en concreto en el mundo angléfono desde la década de los afios setenta del pasado siglo: no pocos cosmdlo- gos, fisicos y bidlogos asumen como tal «meta-ley» el llamado principio antropico*, que garantiza que las condiciones iniciales y las constantes 147 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS naturales del Universo fueron establecidas de antemano en la forma en que hoy las conocemos con el fin de que pudieran surgir «observadores», esto es, vida e inteligencia. Asf fue cémo el relevante fisico estadouni- dense Ropert H. Dicke (Princeton) formulé por primera vez en 1961 la versién «débil» de este principio. En ella no se habla, pues, de que la vida y la inteligencia deban surgir. Tal fue el giro que en 1973 introdujo el fisico britanico BRANDON CarTER (Observatorio Meudon, Paris), con- firiéndole al principio un sentido «fuerte»: el cosmos habria sido desde un principio configurado de tal manera —y dotado de tales constantes y leyes fundamentales— que con el tiempo tuvieran que surgir inexorable- mente fa vida y la inteligencia. Por eso, el fisico britanico PauL Davies dice reconocer incluso de forma explicita en la evolucién ta «mente de Dios» (mind of God), si bien el juicio al respecto lo deja al «gusto personal»?*, La versién fuerte del principio antrépico presupone, a mi parecer, una idea demasiado antropomortfa y antropocéntrica de la relaci6n del Creador con su creacién. ¢No bastarfa con interpretar el principio en sentido débil, a saber, como el reconocimiento retrospective de que el cosmos es, de facto, tal que permite la aparicién de vida, es mas, de vida inteligente? Sin duda, semejante principio tampoco seria una prue- ba cientifica de que Dios ha querido que exista el ser humano. Pero bien podria ser u# indicio insoslayable de que el proceso de Ja evolucién en su conjunto no carece de sentido, sino que, al menos para el hombre —el primer ser capaz de reflexionar— si que posee sentido. En cualquier caso, asi resultarfa més facil comprender por qué el ser humana, y sdlo él, ha sido capaz de idear formulas matematicas con ayuda de fa razén, para luego constatar que /a propia naturaleza estd escrita en un lenguaje matemdtico que él poco a poco, lentamente, va consiguiendo descifrar, Cada modificacion de los valores numéricos del cosmos habria conducido inevitablemente a un universo disimil, en el que la evolucién de la vida, sobre todo de la vida inteligente, habria sido improbable o incluso de todo punto imposible. Pero la pregunta dificil reza: écémo puede fundamentar la ciencia una meta-ley de la naturaleza de semejantes caracteristicas? ¢O deberia asumirta simplemente como un hecho dado? En cualquier caso, no hay que precipitarse a la hora de extraer conclusiones teolégicas. No es posible una fundarnentacion ultima También el ya citado ALFRED Greer considera las teorfas de los mundos miltiples como «construcciones mentales» que «no estan a la altura de Ja claridad de la ciencia moderna iniciada con las leyes de las érbitas 148 IVIDA EN EL COSMOS? planetarias de Kepter y las leyes de la caida de Galileo». A él, como a otros cientificos, «el principio antrépico de una meta-ley de la natura- leza: ‘el orden del Universo posibilita la vida inteligente’» le parece «la mejor alternativa». Pero, a su juicio, esté por ver si alguna vez se logra «una fundamentacién matematico-légica» de este principio. Es proba- ble que «la meta-ley antrépica de la naturaleza —dando por supuesta su validez— sdlo sea reconocible por sus efectos, al igual que ocurre con las conocidas leyes fundamentales de la fisica; una fundamentacién tiltima, por el contrario, no resulta posible»?’. Dadas mis reflexiones epistemoldgicas (cap. A, 7), no puedo sino confirmar este extremo: en estas cuestiones que desbordan todo lo em- pirico, la ciencia no puede ofrecer, por principio, ninguna «fundamen- tacién Ultima». En lo atingente a semejante «receta» de la génesis de nuestro mundo, a esta meta-empitica ley de todas Jas leyes naturales, la competencia corresponde a la filosoffa y, ain mas, a la religién. La cual estA capacitada para reconocer e interpretar el gran vinculo existente entre los distintos niveles de nuestro mundo: el nexo del microcosmos — los seres humanos, expe- rimentar maravillas, milagros: tanto en lo grande como en to pequefio; tanto en la historia del pueblo como en la salvacién del individuo en situaciones de gran necesidad; desde la creacién y sostenimiento del mundo hasta su consumacién... 151 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS Cosas Resultados de la critica biblica Los resultados de la critica biblica tanto histérica como literaria han de ser tomados en serio: La critica histdrica de la Biblia ha puesto de manifiesto que mu- chos acontecimientos asombrosos que no planteaban ningtin problema a la fe de las gentes de aquella época (por ejemplo, las plagas de ranas, mosquitos o langostas en el contexto del éxodo de Egipto*?) pueden ser atribuidos a sucesos naturales habituales en Palestina o en los pai- ses vecinos. En ellos, la causalidad natural no es suspendida en modo alguno, Pero la critica diteraria ha mostrado que los relatos de milagros no pretenden ser protocolos de sucesos histéricos. Con frecuencia se han reunido diferentes tradiciones de! mismo suceso (por ejemplo, del paso del mar Rojo™), y la de fecha posterior es la que més acentia lo mi- lagroso. También existen considerables diferencias entre los distintos géneros literarios, por ejemplo entre un himno, un relato popular y una crénica cortesana... Por tiltimo, relatos como el del milagro del SoP, o los de los prodigiosos suministros de alimentos o las asombrosas resu- rrecciones de muertos llevados a cabo por los profetas Elfas y Eliseo’, 0 el del profeta Jonds en el vientre de la ballena?, poseen a todas luces caracter legendario. Todo lo cual evidencia que histéricamente no se puede demostrar la ocurrencia de milagros —en cuanto suspensién de las leyes natura- les— en la Biblia; y a quien crea poder hacerlo le corresponde fa carga de la prueba. En los relatos de milagros, a la Biblia no le interesa en primer lugar el suceso narrado en cuanto tal, sino la interpretacién de lo narrado; no tanto la forma cuanto el contenido de lo que se rela- ta. Por consiguiente, los relatos de milagros no estan al servicio de la transmisién de conocimientos, sino de la ad-miracién, Se trata de des- preocupadas narraciones populares cuya intenci6én es suscitar asombro creyente. Y tienen un sentido mds profundo. Indicios para la fe Los milagros pretenden ser signos del poder de Dios: iel Sefior ha hecho cosas grandes en nosotros! Los relatos que los narran buscan interpre- tar la palabra de Dios y fortalecer la fe; por tanto, se hallan al servicio del anuncio del poder y la bondad de Dios. En ningtin lugar se exige creer que existen milagros, ni tampoco que este o aquel suceso sea real- mente un milagro. Lo que se espera es sencillamente fe en Dios. Este 182 i¥IDA EN EL COSMOS? obra en la persona que demuestra tal fe. Y los hechos milagrosos son signi-ficativos, esto es, son «signos» de la accion de ese Dios. Dicho de forma concreta: lo importante no es el temblor del monte Sinai, sino el mensaje que Moisés recibe con ocasién de dicho temblor. Lo esencial no son las plagas de Egipto, sino el testimonio de Dios, quien demuestra su poder redentor. Lo significative no es el paso milagroso del mar Rojo, sino el mensaje de Dios, a quien el pueblo experimenta como Digs liberador. Segiin esto, los milagros aparecen en la Biblia a modo de metdforas; y aqui, igual que en la poesia, las metaforas no pretenden revocar las leyes de la naturaleza. Con ello, se hace patente que tal experiencia de milagros no rivali- za con la comprensién racional, cientifico-tecnoldgica, del mundo. Los relatos de milagros no quieren ser pruebas de la existencia de Dios, sino indicios de su accidn en el mundo: indicios que, sin embargo, sdlo a través de la fe en él (y no en un segundo principio, en un principio del mal), adquieren un significado univoco. El mensaje de estos relatos apunta al ser humano... en todas sus dimensiones: cuerpo y espiritu, es- pacio y tiempo, individuo y sociedad. ¢Qué anuncian los milagros? No anuncian a un Dios inmutable, ajeno al mundo y a Ja historia, que, apa- tico, entrega al mundo y al ser humano a su destino; sino a un Dios que «interfiere» en la suerte del mundo y se compromete a favor del pueblo y del individuo, Anuncian a uni Dios que no abandona al mundo nia las personas; a un Dios que, lejos de perimitir que la historia se convierta para el ser humano en un oscuro y nefasto hado, cuida de que exista un nexo entre sucesos reconacible desde la fe. Por consiguiente, las diferentes ima4genes y milagros de la Biblia pueden ser interpretados correctamente en el marco de una compren- sién-evolutiva del mundo. Lo cual, sin embargo, nos lleva a una pre- gunta teolégica fundamental, de la que me gustaria ocuparme con més detalle: 6. {COMO CONCEBIR LA ACCION DE Dios? Precisamente la persona que confia de forma razonable en Dios deberia evitar mezclar los conocimientos cientificos y las creencias religiosas: ningin impulso ético-religioso (por completo loable) legitima a atribuir al proceso de la evolucién, con ayuda del principio antrépico, proclivi- dad hacia un determinado estadio final Omega y, por tanto, un sentido. Pues éste es algo que en ningtin caso puede dar la ciencia, sino sdlo la fe religiosa. He abogado por el sia un «Alfa» como «fundamento» de todas las cosas y mds adelante abogaré por el sf a un «Omega» como «meta» 153 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS de todo. Pero debe quedar claro que sc trata de un si situado «més alld de la ciencia»**, de un si que brota de la confianza razonable. Aunque se acepte el principio antrdépico, no es en absoluto necesa- rio defender una intervencién «sobrenatural» de Dios en el proceso del murido. Al contrario: — A juicio de los bidlogos, una intervencién sobrenatural directa de Dios en el surgimiento y desarrollo de la vida parece hoy mas inne- cesaria que nunca. — Pero, al mismo tiempo, destacados bidlogos opinan que el pro- ceso de evolucién en cuanto tal, visto desde la perspectiva cientffica, ni implica ni excluye la existencia de un autor {un Alfa) y un sentido-meta tiltimo (un Omega}. —~ También al cientifico en cuanto persona se le plantea la pregunta existencial por el origen y el destino-meta del proceso en su conjunto, pregunta que no deberfa cludir, aunque no pueda responderla en su calidad de cientifico. Lo cual presupone ciertamente una comprensién ilustrada de Dios. Una concepcién espiritualizada de Dios La idea de que Dios en cuanto Sefior y Rey «controla» o «dirige» los acon- tecimientos, también los aparentemente aleatorios, sf, incluso los inde- terminados procesos subatémicos, es demasiado superficial, demasiado antropomorfa. éCémo habria que valorar entonces todo el derroche y los callejones sin salida de ia evolucién, las especies extintas, los animales y seres humanos tristernente fallecidos? ¢Y el sufrimiento infinito y todo el mal que existen en este mundo y en la historia universal? Para tales preguntas, la concepcién de un Dios-Sefior no dispone de respuestas. Con razén se considera especialmente util para una visién evolutiva del mundo la comprensién biblica de Dios como Esp/rite. El dictamen biblico es muy informative. Tangible y, sin embargo, no aprensible; in- visible y, sin embargo, poderoso; de vital importancia, como el aire que respiramos; cargado de energia, como el viento, como la tempestad: eso es el Espiritu. Todas las lenguas tienen una palabra para designarlo, y el diferente género de las mismas muestra que el Espiritu no es facil de definir: en latin, spiritus es masculino (igual que en alem4n «der» Geist 9, en castellano, «el» Espititu); en hebrea, real es femenino; y el griego conoce el neutro preuma. Ast pues, en cualquier caso, el Espiritu es algo por entero diferente de Ja persona humana. La ruab: segiin el comienzo det relato de la creaci6n del Génesis, se trata de aquel «soplo de aire», «aliento» o «tempestad> de Dios, que se mueve sobre Jas aguas. Y lo 154 IVIDA EN EL COSMOS? pnenma: segin el Nuevo Testamento, s¢ contrapone a la «carne», esto es, 4 la efimera realidad creada; y se identifica con a fuerza y ef poder desbordantes de vida que proceden de Dios. Asi pues, a diferencia de fo que estipula la filosofia griega, el Espi- ritu no es ta razén divina, sino la fuerza y el poder divinos invisibles que crean o también destruyen, que impulsan a la vida © conducen al Juicio, y cuyos efectos se dejan notar tanto en la creacién como en la historia, tanto en Israel como luego, més tarde, en las comunidades cristianas. «Santo» es el Espiritu en la medida en que es discriminado del espiritu no santo, del ser hamano y su mundo; en la medida en que es entendido como Espiritu del anico Santo, de Dios mismo. El Espiritu Santo es, pues, el Espiritu de Dios. Tampoco en el Nuevo Testamento —a diferencia de lo que con frecuencia se constata en la historia de las religiones— es el Espiri- tu Santo un fluido sobrenatural, magico, sustancial y misterioso de naturaleza dindmica (no se trata de «algo» espiritual), ni tampoco un ser mAgico de tipo animista (no se trata de un espectro o fantasma). jEn el Nuevo Testamento el Espiritu Santo no es sino Dios miso! En efecto: Dios mismo, en tanto en cuanto est cerca del mundo y del ser humano e incluse es interiorizado como poder que se aduefia de uno, pero que nunca puede ser aprehendido*; Dios mismo como fuerza creadora de vida y a la vez orientadora,-como gracia que se regala y sobre la que no se puede disponer. El Infinito actéa en lo finito Para una concepcién moderno-evolutiva de la realidad, segan la cual Dios —en cuanto Espiritu— se halla en el mundo y el mundo en Dios, y segtin la cual la trascendencia se halla entretejida con la inmanencia, es fundamental lo siguiente: El Espiricu de Dios opera en las estructuras regulares del mundo, pero no puede ser identificado con ellas. Pues Dios es puro espiritu y actia permanentemente en el mundo, aunque no del mismo modo que lo finito y relativo, sino como fo Infinito en lo finito y como lo Absolu- to en lo relativo. Ya en ja seccién «éCémo pensar a Dios?» (cap. C, 4) he llamado la atencién sobre:dos ideas: El Espiritu de Dios no éctia en el mundo de arriba abajo como motor inmévil, Mas bien, en cuanto la més dindmica real de las realida- * Enel original, juego de palabras entre er-greifend (que suele traducirse por con- movedor) y greif-bar (tangible, aprehensible). {N. del T.) 155 EL PRINCIPIG DE TODAS LAS COSaAS des, actiia desde dentro del ambivalente proceso evolutivo del mundo que él posibilita, gobierna y consuma. Dios no acta desde més alld del Proceso del mundo, sino inmerso en él con todo fo que de doloroso tie- ne: en, con y entre los seres humanos y los demas entes. iE] es el origen, el centro y la meta del proceso de! mundo! , El Espiritu de Dios tampoco interviene sdlo en puntos singulares especialmente significativos o en las lagunas del proceso del mundo. Antes bien, a actita de neodo permanente en el sistema de ley y azar en cuanto originario Soporte creador y consumador y, por ende, en cuanto Gobernador del mundo... inmanente y trascendente a éste, omnipresen- te también en el azar y en lo accidental. Y todo ello, respetando de me- dio a medio las leyes de la naturaleza, de las cuales él mismo es origen. También es el Sentido-Fundamento del proceso del mundo ys como tal, abarca incluso lo negativo y todo lo determina. Lo cual, sin embargo, sdlo puede ser aceptado y comprendido desde la fe confiada. Con el fin de evitar todo malentendido, he aqui una precisién adicional: Entre Dios y el mundo no existe rivalidad Ya deberia estar claro que no se trata de elegir entre Dios y el mundo: ini el mundo sin Dios (atefsmo), ni identidad entre Dios y ef mundo (pan- teismo)! Sino Dios en el mundo, y el mundo en Dios. Por consiguien- te, Dios y el mundo, Dios y l ser humano, no son causalidades finitas yuxtapuestas que rivalizan entre si, de mado que donde una pierde la otra gana. Se trata, mas bien, de causalidades entrelazadas: si Dios es realmente el Fundamento, Soporte y Sentido originario del mundo y del ser humano que, infinito y espiritual, todo to abarea, entonces es evi- dente que Dios nada pierde cuando el ser humano, en su finitud, gana. Al contrario, cuando gana el ser humano, también Dios gana. KeitH Warb (Oxford) —quien, como ya hemos ofdo (cap. B, 2). se ha confrontado con erudicién y en detalle con algunos «nuevos ma. terialistas» angléfonos— considera totalmente improbable que la sola seleccién natural haya originado seres racionales. A su juicio, para ex- plicar la totalidad del praceso, es mas sencillo aceptar la hipdtesis de una invisible influencia divina que, en todo momento, determina dicho Proceso de forma ora activa, ora pasiva®®. El bioguimico y tedlogo AR- THUR PEACOCKE (Oxford), quien asimismo ha contribuido en conside- table medida al didlogo entre ciencia y teologia, ha dedicado grandes esfuerzos a hacer comprensible con categorfas fisicas la intervencién de Dios en el Universo y, por tanco, la providencia divina especial*?, También otros autores han intentado vincular la accién de Dios con el 156 rViDA EN EL COSMOS? mundo cudntico o ubicaria en el marco de la teorfa del caos. Pero a tales intentos se les han planteado algunas objeciones fisicas y teolégicas. El fisico y tedlogo JOHN POLKINGHORNE (Cambridge), cuya aportacién al didlogo entre ciencia y teologia no es menos importante, podria llevar raz6n cuando afirma: «No es posible desenmarafiar la red causal atribu- yendo esto a Dios, aquello al ser humano, lo otro a la naturaleza. Las acciones divinas de este tipo tal vez pueda discernirlas la fe, pero ningiin examen es capaz de demostrarlas»*!, Asi pues, el plan omnimodo de la creacion del Universo debe ser entendido adecuadamente: no como un proyecto detallado preexistente en la imaginacién de Dios: «El equili- brio que de hecho existe —y nosotros percibimos— entre el azar y la necesidad, entre contingencia y posibilidad, me parece acorde con la voluntad de un Creador paciente y sutil que se contenta con perseguit sus objetivos iniciando el proceso y aceptando una cierta medida de vulnerabilidad e inseguridad, que siempre caracteriza el regalo de la libertad por amor>*, La teologia no debe exigirse demasiado a sf misma, ni llevar de- masiado lejos su curiosidad. En este sentido, siempre me acuerdo de la famosa «disputa de Ja gracia», la m4s importante controversia sobre la gracia y la libertad en los siglos xvr y xvu. A la sazén se pretendia resol- ver el enigtna de cémo relacionar 1a providencia y la omnipotencia di- vinas con la libertad humana. Después de ineerminables querellas entre dominicos y jesuitas y mds de ciento veinte sesiones en Roma, el papa PaBLo V terminé prohibiendo en 1611 a ambas partes considerar heré- tico al bando contrario. Todavia hoy est4 por emitir la entonces prome- tida declaracion pontificia, que seria hecha publica, se dijo, opportune, esto es, a su debido tiempo. Hoy es menos necesaria que nunca. La mayoria de los tedlogos reconoce que aqui no se trata de una pregunta enigméatica que puede ser respondida en un sentido u otro, sino del insondable misterio de la accién de Dios. Y lo mismo podria ser vélido para Ja cuestién de cémo un Dios omnisciente puede prever no sélo los procesos determinados, sino también los innumerables procesos aleato- rios que hacen avanzar la evolucidn. Teolégicamente relevante es, en mi opinién, el hecho (id quod) de la accién conjunta de Dios y del cosmos, de Dios y el ser humano, pero no el como (modus quo) de esa convergencia, aspecto éste que, en tiltimo término, permanece oculto para nosotros y que tampoco necesitamos desentrafar. A mi juicio, hay una perspectiva atin mds importante, que viene sugerida por el mensaje biblico: para el creyente, la mayoria de los milagros acontece no en el cosmos, sino en el corazén de la persona. Alli es donde actda el Espiritu de Dios, el cual, segtin PABLO, no es nin- 157 AVIDA EN EL GOSMOST EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS que todas ellas estan determinadas por proceses fisico-quimicos. No tenemos mas remedio que abordar tal problematica. Lo haremos en el préximo capitulo, en e! que vamos a ccuparnos del proceso de ho- minizacién, del problema mente-cerebro, de la investigacién sobre e] cerebro, de la experiencia de libertad y de algunos temas mas. gdn profano espiritu humano, ni el espiritu de los tiempos, ef espiritu eclesial o el espfritu ministerial, ni tampoco un espiritu exaltado; sino el Espiritu Santo, el Espiritu de Ja libertad y el amor, que sopla donde y cuando quiere. Ell regalo de Dios, que el ser humano puede implorar asimismo en las horas de dificultad —¢y quién no las tiene?— con vistas aser liberado de nuevo una y otra vez para vivir y actuar en paz, justicia, alegria, amor, esperanza y agradecimiente. Para mi, no hay ningdin him- no musicalizado al Espiritu de Dios mds hermoso que el «Veni Sancte Spiritus», ’®. éCémo? Esto, en légica, se denomina petitio principii, un argumento circular, un argumento que presupone lo que pretende demostrar: «No pudo actuar de otra manera, porque no podia actuar de otra manera». La argumentacién circular se da con facilidad cuando un estudioso del cerebro sélo constata empiticamente aquello que se halla estructurado por su conciencia y ha de ser demostrado con su ayuda, De todos mo- dos, el fisico 0 el quimico en cuanto tal diffcilmente puede considerar al ser humano en su singularidad de ser histérico individual. 175 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS Las ciencias neurolégicas y la minimizacion de la responsabilidad y la culpa Ahora bien, en tales argumentaciones, es asombroso comprobar con qué desenvoltura un neurofisiélogo como ROTH, basandose en expe- rimentos de corto alcance, a los que mds adelante volveré, endosa al derecho penal como «grave problema de fundamentacién» su hipétesis neurocientifica de la ilusién del libre arbitrio. Segtin ROTH, el derecho penal se aferra de forma equivocada a un «principio de culpa y respon- sabilidad», que presupone «todas las capacidades del ser humano para decidir libre y acertadamente entre lo justo y lo injusto». E] derecho penal conoce, qué duda cabe, una restringida capaci- dad de culpa. Pero ése limita lo mental a ser, por principio, un epife- némeno de fo neuronal? Habria que reflexionar sobre lo siguiente: iqué psendo-exculpacion ofrece al criminal tal hipdtesis neurocientifi- ca: nada de sentimientos de culpa, todo es ilusién! De los horrendos crimenes nazis contra la humanidad prefiero no hablar. Pero, hacia las mismas fechas en las que se emitié la charla radiofénica de ROTH, en la prensa alemana pudo leerse un escalofriante reportaje sobre una banda de hombres y mujeres de Sauerland (en Westfalia, al sur de la cuenca del Ruhr), que violaron repetidamente y luego asesinaron a un joven de quince aftos. Asf pues, tales monstruos y en general todos los adultos que en Alemania abusan cada afio de (al menos) quince mil nifios, écarecen de libertad y quedan eximidos de culpa y responsa- bilidad gracias a una perfecta coartada cientffica? Las victimas y sus padres no mostrardn, sin duda, mucha comprensi6n hacia tal minimi- zacién neurecientifica de ta culpa de los pederastas. Apelar tan sdlo, como hace ROTH, a la «transgresién de normas sociales» en vez de reflexionar de forma diferenciada sobre la responsabilidad y la culpa personal resulta insustancial a la vista de la casi completa relativiza- cién de dichas normas sociales. «Preocupante» consideran algunos expertos en psiquiatria forense como Hans-LupwiG Kroner (Berlin), «la proclividad de algunos estu- diosos del cerebro a presentarse a si mismos como intérpretes del cere- bro y a anunciar delante de profanos en la materia y de periodistas bo- quiabiertos —sirviéndose de abundantes y coloridas imagenes— que la idea de libre arbitrio ha quedado refutada y que la responsabilidad penal es una ficcién... En tealidad, de las im4genes obtenidas por el PET o el tomédgrafo funcional de emisi6n de positrones a la cuestion de la respon- sabilidad penal existe un camino bien largo»”. As{ pues, para el derecho penal, écudndo somos responsables? «Cuando estamos en condiciones 176 EL PRINCIPIO RE LA HUMANIDAD de tomar nuestras decisiones a través de una ponderacion racional, esto es, cuando somos capaces de evaluar criticamente nuestros deseos»?!. Para légica alegria de quienes alli trabajan, el Hospital Clinico de la Universidad de Tubinga dispone desde enero de 2005 de uno de los aparatos de diagnéstico mas modernos de Europa: una combinacién de tomégrafo computarizado (CT) y tomégrafo de emisién de positro- nes (PET), cuyo coste asciende a 3,4 millones de euros, y que permite reconocer tempranamente las mas pequefias cepas de células canceri- genas. Pero las hipGtesis neurocientificas que consideran un auto-enga- fio nuestra auto-comprensién como personas libres son, por desgracia, corresponsables de que, en la actualidad, el estudio cientifico del ce- rebro, que con ayuda de tales aparatos realiza avances fantdsticos, no s6lo suscite esperanzas en la lucha contra graves enfermedades como el alzhéimer, el parkinson, la esquizofrenia y la depresidn, asf como de cara a la recuperacion de un mayor grado de autonomia y libertad de decisién. No; también fomenta miedos, como el] de que los seres hu- manos nos convirtamos en gélidos bio-autématas 0 el de que, dirigidos por neuronas, podamos quedar expuestos a toda clase de intervencio- nes manipuladoras de la cqnciencia, perdiendo asi nuestra identidad y autonomia. Pero, por fortuna, también algunos investigadores del cerebro son cada vez mds conscientes de los problemas que comporta tai procedi- miento reduccionista,-cuyo principal interés se dirige a las semejanzas (y no tanto a las diférencias) entre el cerebro humano y el cerebro del chimpancé. La afirmacién de que, aunque el ser humano puede pensar mejor, el mono trepa mejor es una de esas ridiculas nivelaciones. Por eso, una vez encomiados los progresos en el estudio cientifico del cere- bro, es momento de mostrar con la misma claridad sus limites. 4. LimITEs DEL ESTUDIO CIENTIFICO DEL CEREBRO La tomografia funcional de espin nuclear ofrece informacién —a me- nude no mas que aproximade— sobre el dénde dentro del cerebro, pero o sobre cémo deben describirse mediante mecanismos neurona- Jes los logros cognitivos. De las coloridas im4genes que los tomégrafos generan a partir de la actividad cerebral de un ser humano no cabe nunca descifrar los sentimientos e ideas de éste. Y, por lo que respecta a los «muy indirectos» métodos de medicién de las distintas 4reas del cerebro, ¢s «como si uno intentara indagar en el funcionamiento de un ordenador midiendo su consumo de electricidad mientras realiza dis- 177 EL PRINCIFIO DE TODAS LAS COSAS tintas tareas»**. Por supuesto, existen numerosas reflexiones sobre los fundamentos bioldégicos de la conciencia del yo; pero ¢épueden cerrar verdaderamente estas interesantes especulaciones la laguna explicativa existente entre los procesos fisicos y la conciencia? No, cuanto mayor precisidn alcanzan los neurocientificos a la hora de describir el funcio- namiento del cerebro, mas evidente se hace que todas sus mediciones y modelos no captan lo que justamente constituye el aspecto central de la conciencia: la interiorizacién subjetiva de cualidades como el color o el olor, de una reflexidn o una emocién: resulta necesario, afirma DAvID CHALMERS (Tucson/Arizona), «aceptar la experiencia consciente (cons- cious experience) como un rasgo esencial irreducible»”*, No es de espe- rar que la relacién entre el cerebro y la conciencia sea dilucidada de la noche a la mafiana, como ocurrié con el misterio de Ja herencia gracias a FRaNcis CRICK y JAMES WATSON. Lo cual es reconocido incluso por CHRISTOF KOCH, colega de Crick", De ahi que en el afio 2004 tuviera lugar en el Ambito del estudio cientifico del cerebro una sorprendente y constructiva rectificacion: Ignorancia en el nivel cerebral decisivo Pocos meses después de los sonados escritos de GERHARD ROTH, once destacados neurocientificos alemanes —encre ellos también, llamativa- mente, los citados ROTH y SINGER— hicieron piblico en 2004 un «Mani- fest iiber Gegenwart und Zukunft der Hirnforschung» [Manifiesto sobre el presente y ¢l futuro del estudio cientifico del cerebro)’. A modo de introduccin, estos investigadores sefialan que se ha generado Ia impre- sién de que el estudio cientifico del cerebro «pudiera estar a las puertas de arrancar al cerebro sus tltimos misterios». Con el fin de tranquilizar a Ja alarmada opinidén publica, se disponen a trazar un balance sobriamen- te diferenciado de esta joven ciencia que avanza con tanto atrevimiento. Con ayuda de nuevos métodos se han logrado significativos avarices: — por una parte, en el nivel superior: se han investigado las funcio- nes y la interaccidn de grandes areas del cerebro, poniendo de manifiesto las tareas especfficas de la corteza cerebral y los ganglios basales (centros de mando de la coordinacié6n muscular) y, por ende, una divisién tema- tica del cerebro segiin complejos funcionales: comprensi6n del lenguaje, reconocimiento de imagenes, percepcién de sonidos, asimilacién de la misica, planificacién de acciones, procesos de memotia y vivencia de emociones; — por otra parte, en el nivel inferior: hoy comprendemos en gran medida los procesos que se desarrollan en el plano de las células y mo- 178 EL PRINCIFIG DE LA HUMANIDAD léculas individuales: la presencia de receptores en la membrana de las células nerviosas, la funcién de los neurotransmisores, el desarrollo de los procesos intracelulares de emisién de sefiales, el surgimiento y la transmisién de la excitacién neuronal; — pero no en el nivel intermedio: sabemos «alarmantemente poco» sobre lo que acontece en el interior de cientos o miles de asociaciones de células: «Se desconoce por completo qué ocurre cuando cientos de mi- llones 0 incluso un millardo de células nerviosas ‘conversan’ entre siv?6 Todo ello equivale a una ignorancia justo en lo que respecta al nivel decisivo de la actividad cerebral. Pues es ahi donde se posibilita el surgi- miento de ideas y sentimientos, de intenciones y efectos, de la concien- cia y la autoconciencia. «Qué reglas obedece el cerebro en su actividad, cémo reproduce el mundo de suerte que la percepcién inmediata se funda con la experiencia previa, de qué modo experimenta ef quehacer interior como actividad ‘suya’, c6mo planifica acciones futuras: segui- mos sin entender nada de esto, ni siquiera de forma rdimentaria. Més atin, no est4 en absoluto claro que ello pueda ser investigado con las po- sibilidades actualmente disponibles. En este sentido, nuestra situacién se asemeja todavia a la de los pueblos de cazadores y recolectores>?”, iUn encomiable ejemplo dg modestia académica (también los tedlogos actéan a veces como meres «cazadores y recolectores»)! Las grandes preguntas de las neurociencias Les neurocientificos que suscriben el manifiesto «ber Gegenwart und Zukunft der Hirnforschung» se muestran prudentes en lo tocante a las «grandes preguntas»: «¢Cémo surgen la conciencia y la vivencia del yo? éDe qué modo se entrelazan la accién racional y la acci6n emocional? £Qué valor ha de concederse a la idea de ‘libre arbitrio’? Plantear ya hoy las grandes preguntas de las neurociencias es legitimo; sin embargo, pensar que puedan ser contestadas en los préximos diez afios es mas bien poco realista. Incluso la posibilidad misma de perseguirlas hasta ese punto sigue siendo inciera Para eso, tendriamos que saber mds, inmensamente mas, sobre el funcionamiento del cerebro»*. Uno no puede sino estar de acuerdo: ni siquiera procedimientos de obtencién de imagenes tan sofisticados como «la ciber-frenologfa» pue- den realizar de hecho el suefio de una corporeizacién del espiritu. Algin lejano dia, esperan algunos, la neurobiologia tedrica complementard la investigacion clasica del cerebro igual que la fisica cudntica amplié la mecdnica clsica, «para entender, por asf decir, la tabla de multiplicar del 179 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS cerebro». Es posible; pero eso, sin ambages, quiere decir: de momento, el estudio cientifico del cerebro no oftece ninguna teoria empiricamente contrastable sobre el nexo existente entre la mente y el cerebro, entre la conciencia y el sistema nervioso. En ese sentido, cabe esperar que, en el futuro, todos los estudiosos del cerebro se guarden de afirmaciones reduccionistas y se atengan a las frases conclusivas de su manifiesto: «Pero ningiin progreso terminaré en un triunfo del reduccionismo nev- ronal. Aunque alguna vez Hegdramos a explicar la totalidad de los pro- cesos neuronales que subyacen a la simpatia que el ser humano puede sentit por sus congéneres, a su enamoramiento o a su responsabilidad moral, la autonom{a de la ‘perspectiva interna’ permaneceria intacta. Pues tampoco una fuga de Bach pierde nada de su fascinacién cuando se comprende con exactitud cémo esta construida, La investigacion del cerebro tendra que distinguir con claridad entre lo que esta legitimada para afirmar y Jo que queda fuera de su Ambito de competencia, igual que la ciencia musical —por seguir con el mismo ejemplo— puede decir algo sobre las fugas de Bach, pero no tiene mds remedio que callar en lo atingente a su singular belleza»??. Confirmaciones de esta visién antirreduccionista las hay en abun- dancia: por ejemplo, el neurobidlogo del comportamiento NIELS Bir- BAUMER (Tubinga) —quien tiene planificado investigar con ayuda de un novedoso encefalégrafo magnético también la actividad cerebral de los nonatos y, ms en concreto, su capacidad de percepcién y aprendi- zaje— recomienda a sus colegas «humilde prudencia a la hora de gene- ralizar € interpretar los datos neurobiolégicos». Se considera incapaz de hacer afirmacién alguna sobre la existencia o no de libre arbitrio, dado que éste no se puede medir: «Que la voluntad sea libre o deje de serlo es algo que no cabe observar, pues no conocemos ningin corretato neuronal de la libertad. Es cierto que la libertad es una cons- truccién del cerebro, como toda conducta y todo pensamiento que el ser humano produce, pero también —y sobre todo— constituye un fendémeno de origen histérico, politico y social que no se deja reducir a procesos cerebrales»?°, En este contexto resulta interesante el cambio de postura del fi- siélogo del cerebro BENJAMIN LiBeT. El fue quien, en 1985, realiz6é por primera vez los luego tan citados experimentos de fisiologfa del comportamiento segiin los cuales el cerebro, por ejemplo, al levantar el dedo o el brazo derecho o izquierdo (iuna diminuta unidad voliti- val), crea un «potencial dispositivo» neuronal que precederia en unos 350-400 milisegundos a la voluntad de accién subjetivamente experi- mentada como tal*!. Pero este «potencial dispositivo», édetermina la 180 EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD voluntad? En 1999 Liper afirma que la conciencia, que cronolégica- mente va rezagada, estaria del todo capacitada para rechazar la accién sugerida por el cerebro. Asi pues, a pesar del apremio a actuar, el «libre arbitrio» dispondria al menos del poder de veto. La conclusién que extrae LiBeT es que «la existencia del libre arbitrio es una opcién cientificamente igual de buena, cuando no mejor, que su negacién por medio de una teoria determinista»*?, Frente a tan moment4neos experimentos centrados en el «impulso volitivo», al que precederia un «potencial dispositivo», el fildsofo de Tubinga OTrrieD HOrFe apela a un convincente experimento mental propuesto por Kant. Una persona es conminada, bajo amenaza de in- mediata pena de muerte, a levantar falso testimonio contra un hom- bre honrado: «... en tales circunstancias, y por muy grande que sea su amor a la vida, écreer4 posible superarlo? Tal vez no se atreva a asegurar que asi lo haria llegado el caso; pero no tendr4 mas remedio que aceptar sin reparos que cabe esa posibilidad»*’. Asi pues, para esa persona, segiin KANT, ambas posibilidades estén abiertas: mentir y re- sistirse a la‘mentira: «Por tanto, se juzga capaz de hacer algo porque es consciente‘de que debe hacerlo; y, de ese modo, descubre en si una libertad que, sin la ley moral, le habria pasado desapercibida»**, Al respecto, HOrFe seiiala lo siguiente: «All donde la persona, por medio de la educaci6y y la autodisciplina, adquiere la actitud de la honradez, en tanto en cuanto hace suya la plena realidad de la moral, ya que in- cluso en situaciones comprometidas se mantiene honrada a la vez que solicita o valerosa, allf se hace patente el caracter real de la moral y el libre arbitrio»®’, Por Jo demas, sdlo desde hace poco se ha comenzado a cuestionar estos experimentos de corto alcance. Se sefiala que el experimenta- dor, ya al explicar las instrucciones para el experimento, comunica al cerebro impulsos que, de inmediato, desencadenan una inconsciente actividad neuronal, Mas informativo que el andlisis de los milisegun- dos anteriores al programado movimiento del dedo seria, sin duda, el estudio de la historia previa del individuo posibilitadora de los proce- sos de decision que Heva a‘cabo el conjunto del cerebro y a través de los cuales precisamente nos resistimos a someternos en wna concreta situacién al reflejo limbico. Justo en ello consiste el libre arbitrio: en la capacidad que el ser humano tiene de proponerse a si mismo valores y objetivos y de persegnirlos a través de la accién, al margen de determi- naciones externas o internas. Eso lo lleva a cabo mas bien en forma de autodeterminacién, esto es, de «autonomia», de «autolegislacién» del yo. Pero éexiste en realidad el yo? 181 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS CQSAS La quimica y la fisica no explican el yo A diferencia de los autores del manifiesto de los investigadores del ce- rebro, WOLFGANG PRINZ (Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Neurociencias, con sede en Minich) no cree que esté tan claro que el estudio cientifico del cerebro vaya a suponer una considerable sacudida de «nuestra» imagen del ser humano: igual que ocurre'con la belleza de una fuga de Bach, tampoco a la imagen del ser humano le afectan las reducciones y deconstrucciones. Lo que, sin embargo, si deberia ser so- metido a revision es el apenas reflexionado naturalismo que caracteriza tanto a esta imagen del ser humano como a la que sostienen algunos estudiosos del cerebro. Los seres humanos, afirma PRINZ, son lo que son no en virtud de su zaturaleza, sino sobre todo en virtud de su cultura; y ello integramente, hasta las mas profundas raices de sus capacidades cognitivas, hasta los mas profundos rincones y recovecos de sus cere- bros. «Por eso, el estudio cientifico del cerebro puede conseguir mucho a este respecto, pero ciertamente no todo. En cualquier caso, y aunque le gustaria serlo, no da la talla para convertirse en nueva disciplina rec- tora de las ciencias humanas»*¢, En una entrevista, PRINZ se expresa aan con mayor claridad: «Los bidlogos pueden explicar cémo funcionan la quimica y la fisica del cerebro. Pero hasta ahora nadie sabe cémo se llega a la experiencia del yo, ni cémo el cerebro es capaz de generar significados»>”. El fildsofo PETER Bieri (Berlin) considera la supuesta refutacién em- pirica del libre arbitrio «una muestra de aventurada metafisica»: «Re- sulta vano buscar en la textura material de un cuadro lo representado o su belleza; e igual de vano resulta buscar en la mecdnica neurobioldgica del cerebro la libertad 0 la ausencia de ella. Alli no hay ni libertad, ni falta de libertad. Desde el punto de vista ldgico, el cerebro no es el sitio adecuado para esta idea... La voluntad es libre si se somete a nuestro juicio de qué es adecuado querer en cada momento. La voluntad carece de libertad cuando juicio y voluntad siguen caminos divergentes...»>*, EI fildsofo THomas BUCHHEIM (Munich) sefiala, siguiendo a ARISTO- TELES*”, que el ser humano hace la mayor parte de lo que hace merced a su cerebro: «Igual que no es mi mano, sino yo, quien abofetea a tal o cual persona, no es mi cerebro, sino yo, quien decide... El hecho de que yo piense con el cerebro no significa que sea el cerebro, y no yo, quien piensa»*°, Ademés, mientras que actividades como toser, sudar y sofar no son libres, a menudo ni siquiera conscientes, la ejecucién de una de- mostraci6n matemiatica no sdlo es consciente (como opina Singer), sino «también aseverada (juzgada de manera aprobatoria) y, por ende, inten- 182 EL PRINCIPIO D& LA HUMANIDAD cionada o querida»*!, Esa decisién no la toma un cerebro (una forma ertémeamente objetiva de hablar), y mucho menos una «ted de nervios», sino el yo, una persona. «Por consiguiente, si expiamos nuestros actos con la totalidad de nuestro ser, también debemos de haberlos realizado con e] conjunto de nuestro ser», Contra la idea del primado de la materia o del cerebro, el fildsofo del dlerecho REINHARDT BRANDT (Marburgo) formula la siguiente tesis: «En minguna célula del cerebro, en ninguna sinapsis, se encontrar4 el equivalente de un juicio y, en especial, de una negacién... Mientras no se halle un proceso de formacion de juicios o de conocimientos, sobre todo de los negativos, la mente no puede ser reducida a los procesos cerebrales, por muy dindémicos que sean éstos y por muy democratica- mente entrelazados que estén», En una obra titulada Die Freibeit und das Gebirn [La libertad y el cerebro], el neurdlogo y filésofo DETLEV B. Linke (Bonn) pone de relieve que precisamente la creatividad desempe- fia um papel decisivo en el pensamiento y la accién humana, lo que ven- dria .a ser wna manifestacién de la libertad de pensamiento y accién. Siguiehdo a PETER Biert, el filésofo JURGEN HABERMAS distingue con nitidez entre causas y razones: «Quien [se halla] bajo la constriccién cau- sal de una limitacién impuesta», esto es, bajo una causa determinante, carece de hecho de libertad. Por el contrario, quien se somete a la «fuer- za ng €oactiva del mejor argumento» y se guia por razones a la hora de actuar es libre. Pero la flexién de un brazo 0 un dedo inducida por el ex- perimentador no es ninguna accién libre en el sentido de la responsabili- dad moral. Las acciones libres son siempre resultado, continda diciendo Habermas, de una compleja cadena de reflexiones ponderativas sobre objetivos y medios, recursos y obstaculos. La comunicacién entre seres hum anos —centro de interés de HABERMAS, abanderado de una ética dis- cursiva— no es ningiin «ciego suceso natural», que, por asf decir, trans- curre a espaldas del sujeto. Ya en el recién nacido, la mente del ser huma- - no sdlo se desarrolla en la convivencia social, por medio de la influencia tecifsroca (interaccién), por medio de la cooperacién y la ensefianza. Y, en esa misma medida, la niente no reside en modo alguno sdlo en el ce- rebro, sino que se «corporeiza» en la persona humana en su conjunto. El yo, Concluye HABERMAS, es, sin duda, una construccién social, pero no por ello una ilusién*’. Aqui resulta importante asimismo otro aspecto. Experiencia de la libertad En su auto-comprensién cotidiana, los propios investigadores del ce- rebro presuponen sin cesar que ellos mismos, sus colaboradores y sus 183 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS pacientes son sujetos responsables de las acciones que realizan. El hecho de explicar esta auto-comprensién como simple epifenémeno delata un doginatismo determinista que ha de ser cuestionado. La perspectiva del laboratorio debe ser complementada por la perspectiva del mundo de la vida; la visién exterior y Ja visién interior tienen que entrelazarse. Junto al método neurofisiolégico, esta la introspeccién, la cual de nin- gin modo puede ser desdefiada. Pues incluso tos neurofisidlogos deben recurrir de continuo a ella a la hora de interpretar imagenes y procesos ya constatados. A tal fin, también ellos tienen que «contemplar su pro- pio interior» en vez de mitar al tomdgrafo de espin nuclear: la auto- observacin accesible a toda persona, apoyada por la observacién de la conducta de los demds, no sélo est4 en condiciones de emitir juicios retrospectivos. Puede incluso captar los procesos psicolégicos mientras éstos tienen lugar. Es sabido que, como criticamente sefiala el psiquiatra MANKRED SpITZER (Universidad de Ulm), cada persona tiene su propia perspectiva sobre Jas cosas: «Por tanto, para mi las cosas son diferentes de cémo se le muestran a una persona que, por asi decir, me observa desde fuera. Para mi, el cielo es azul. Quienquiera que hurgue en mi cabeza, emplee los métodos que emplee, no encontrard nada azul. Y cualquiera que sea Ja decisién que yo tome aqui y ahora, es perfectamente posible que quien burgue en mi cabeza no encuentre nunca esa libertad. Sin embargo, me considero libre, igual que veo el cielo azul», Serrzer, quien se afana por transmitir de forma pedagégica esta idea, opina incluso que, «cuanto mejor conozcamos desde el punto de vista neurocientifico nuestra ma- quinaria de accién y decisién, tanto mas libres seremos»*”. El individuo experimenta una y otra vez a los dem4s como imprede- cibles a causa de sv libertad; y parecida experiencia tiene de si mismo. Asi, a menudo ocurre que una persona dice «no» cuando se espera de él un «si» y, al contrario, dice «si» cuando se espera de él un «no». Por eso, y aunque las personas nos dejamos guiar con demasiada facilidad por el instinto gregario, los prondsticos electorales y bursatiles yerran con frecuencia. En mi mismo experimento como hecho incontrovertible lo siguiente: por muy dependiente que sea tanto interior como exterior- mente y por muy determinada que esté mi existencia, tengo conciencia de que, en ultimo término, esto o aquello queda a mi discrecién: si ha- blo o me callo, si me levanto 0 sigo sentado, si prefiero esta o aquella bebida, esta o aquella prenda de vestir, este o aquel viaje. Aunque mi cerebro decida esponténeamente que mis ojos miren a una persona de- terminada o que mi pie evite un obstaculo: en cuanto, a diferencia de los citados experimentos, no se trata s6lo de breves pracesos fisicos (por 184 EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD ejemplo, levantar un brazo o un dedo), sino de procesos que requieren mas tiempo y me exigen reflexién —por ejemplo, la eleccién de profe- si6n, la aceptacion de un empleo, la biisqueda de pareja—, no tengo mas remedio que confrontarme con diferentes contenidos de pensamiento y alternativas de accién, debo decidirme y, dado el caso, corregir incluso mi decisién. Aqui, toda mi biograffa ha de ser tenida en cuenta*, El bidlogo del desarrollo ALFRED GIERER (Tubinga) lleva, pues, ra- z6n cuando, junto a la neurofisiologia y la introspeccién, acentiia las acciones intencionadas como tercera via de acceso a la conciencia y la libertad: «Expresado en la terminologia propia de la teorfa de la infor- macién: el anidlisis objetivo de los procesos cerebrales sdlo puede aportar una parte de la informacién sobre los estados y procesos de conciencia; la comunicaci6n intersubjetiva de la experiencia consciente a través del lenguaje revela més, y la accién intencionada otro tanto mas. En cierta medida, las tres vias de acceso son complementarias entre si, pero ni si- quiera juntas arrojan una imagen completa». Si uno, en vez de atenerse a la «algo empolvada mecAnica pre-cudntica de} siglo XIX», se guiara por las perspectivas de la teorfa mateméatica de la decisién, no tendria mAs remedio que «contar con los limites a los que, por principio, se halla su- jeto el desciframiento de la relacién cerebro-mente»’", Lo cual afectarfa al ancestral problema del libre arbitrio: «Probablemente, la voluntad de otras personas no puede ser conocida de manera exhaustiva por medio de procedimientos objetivos. Ni siquiera asf misma se conoce suficiente- mente la persona, pues la mirada introspectiva es incompleta; en muchos sentidas, slo en sus propias acciones se experimenta a si mismay’?. De cara al problema mente-cerebro, permitaseme reclamar aqui una tltima dilatacién del horizonte: El cosmos mental En lo que atafie a la explicacién del enigma de la aparicién de ta mente en el ser humano, el modérno estudio del cerebro no ha logrado, ni de lejos, los éxitos aleanzados por la microbiologia en la explicacién del surgimiento de la vida. Apenas presta atencién al cosmos mental con todas las maravillas de la ciencia, el arte, la miisica, la cultura, la filosofia y la religion, a pesar de que estos poderes imprimen su sello en los procesos neuronales. La investigacién del cerebro se halla muy alejada del mundo de la vida y atin més de Ja fistoria. Para Ya ciencia histérica, una explicacién cerebral por medio de un newronal turn [giro neuronal] —tal como propone el medievalista de Francfort JOHANNES FRIED°*— seria, haciéndonos eco de la opinién del historiador de la Mo- 185 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS dernidad MARKUS VOLKEL, un «juego de ingenio extremado» y escasa- mente fecundo: «éQué se supone que deberia movernos a interpretar la catedral de Chartres, el Cédigo Civil o las cicatrices de machete de las victimas de Ruanda como ‘meros epifenémenos de procesos neu- ronales’?»3, Por consiguiente, las fascinantes imagenes del cerebro sélo ofrecen por ahora informacién sobre dénde tienen lugar el pensar, el querer y el sentir, pero no —eso es lo que hemos constatado— sobre cémo acontecen y afin menos sobre cidles son sus contenidos. Quien observa los patrones de excitacién neuronal en absoluto ve al ser humano sin- tiendo, pensando, queriendo. Un mapa no es un paisaje; un cartégrafo no es un geégrafo y atin menos un caminante. Los diferentes colores con que aparecen marcadas las zonas cerebrales que intervienen en la escucha de misica o en la contemplacién de una imagen no hacen que resuene la musica, ni que ante nuestros ojos surja una imagen real. Los neurobidlogos sdlo perciben en el cerebro lo que es medible y verificable experimentalmente. Pero, desde esta perspectiva, no resulta posible describir de manera adecuada el mundo de los sentimientos humanos, ni la libertad, 1a voluntad, el amor, la conciencia, el yo o el sf mismo. ¢Y cémo van a descubrir entonces los neurobidlogos en el cerebro que lo que diferencia al ser humano de tos animales no sélo es la posibilidad de autorreferencia, sino también la referencia a lo tras- cendente (al margen de to que cada cual opine al respecto)? Los anima- les no tienen religién, Sin embargo: por muy fecundo que pueda ser el estudio psicoldgico de los sentimientos, actos y experiencias religiosas, asi como la comparacién con fendmenos patoldgicos (alucinaciones, etc.) tal y como hace ya tiempo ensay6 WILLIAM JAMES'*—, poco aporta la «neuroteclogia» de ciertos apologetas evangelicales que de- sean desarrollar una prueba neurobioldgica de la existencia de Dios apelando a que el ser humano necesita la fe y la religién tanto como el comer y el beber’’, En su excelente libro Bedienungsanlettung fiir ein menschliches Ge- hirn [Instrucciones de empleo de un cerebro humano]*, el neurobis- logo de Gotinga GERALD HOTHER llama de nuevo la atencién sobre la plasticidad del cerebro humano: cambia segiin el uso que se hace de él, y el modo en que se emplea define su caracter. Es mas, en cualquier momento de nuestra vida podemos decidirnos a utilizar el cerebro en el futuro de manera distinta de como venfamos haciéndolo. A dife- rencia de los gansos y los topos, los seres humanos tenemos «un ce- rebro que, en cierto modo, se programa a si mismo a través del uso. Asi pues, debemos decidir cémo y para qué queremos emplearlo»*’. El 186 EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD escalén mas primitive de conocimiento lo forman los «conecimientos. si-entonces», que también se dan entre los monos. Quien s¢ queda es- tancado en este plano de Jas simples relaciones de causa y efecto sigue siendo primitivo de por vida. Muchas personas descubren enseguida que en la mayorfa de fenédmenos concurren diversas causas. Pero el escalén superior del conocimiento es el conocimiento de uno mismo. Sélo el cerebro humano ha conseguido «desarrollar una idea abarca- dora de la esencia del ser humano y de su lugar en el mundo... la idea de la conciencia trascendental (o trans-personal o césmica)»**. Existe toda una serie de actitudes fundamentales (hoy a menudo olvidadas} para usar el cerebro de forma mas abarcadora, compleja y entrelazada que hasta ahora: «... confianza en el sentido de la realidad, honiradez, humildad, cautela, veracidad, fiabilidad, compromiso...»**. Libertad: una experiencia, por tanto, no sdlo del pensar y el sentir, sino del hacer. Pero también una experiencia de la omisian, del fracaso y de la culpa. Pues, al actuar, también puedo vivir una experiencia inmediata de tal negatividad: no lo he hecho, pero deberfa haberlo he- cho; lo prometf, aunque luego no he mantenido mi palabra; yo soy el culpable, reconozco mi culpa, pido perdén; pero también reclamo al otro que reconozca la culpa que le corresponde a él en vez de a mi... En efecto, équé seria la moralidad sin responsabilidad? ¢Y la res- ponsabilidad sin libertad? ¢Y la libertad sin compromiso? Justo en una época de amenazante falta de orientacién, fundamento y sentido, es necesario —por mor de ta amenazada humanidad del ser humano, ur- gida de refuerzo— tomarse esta pregunta muy en serio, reflexionando al mismo tiempo sobre lo siguiente: itambién la moralidad, la ética del ser humano se ha desarrollado poco a poco! Y, sin embargo, a pesar de todos los cambios que ha experimentado desde la hominizacién del ser humano, manifiesta una cierta continuidad. 5. Los ifucios DE LA ETICA HUMANA La pregunta por el principio de todas las cosas incluye también la pre- gunta: éde dénde proceden determinados valores, criterios y normas éticos? También de ella nos vamos a ocupar con la necesaria brevedad y concision. «Sélo los seres humanos pueden tener ética. Reconocer los hechos biolégicos no significa quedar eximidos de la responsabili- dad de elaborar dicha ética», escribe el médico molecular GERD Kem- PERMANN (Berlin)*, 187 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS Factores bioldgico-evolutivos yy socio-culturales Tampoco los tedlogos deberfan negar que la conducta ética del ser hu- mano esté anclada en su naturaleza bioldgica®'. Con raz6n subrayan los sociobidlogos como ALFRED GIERER la importancia de los factores evolutivo-bioldgicos en ta evolucién hacia el comportamiento ético: al principio, el ser humano, emergente del reino animal, se orientaba de forma ante todo egoista y asi tenia que ser. Justo en las primeras fases de la hominizacién, el ser humano, en aras de su supervivencia, se hallaba estrechamente ligado a las condiciones bioldgicas basicas tanto como coyunturales, Pero ya en los animales superiores se constata una conducta cooperativa inscrita en los genes, sobre todo entre parientes o individuos socialmente vinculados entre sf. Quizd pueda hablarse ya aqui de una suerte de altruismo «reciproco», entendido como una dis- posicién a ayudar a otros a costa del propio interés, aunque no exista intencién consciente: «Hoy por ti, mafiana por mi». Los servicios se ofrecen a cambio de contraprestaciones futuras. Por eso, los investigadores de la vida social hacen hincapié, tam- bién con razén, en los factores socioculturales, que en todas las so- ciedades desempefian un papel en la conducta ética. De hecho, una interpretacién biolégico-mecanicista no basta para explicar el origen de los valores y criterias éticos. No cabe duda de que, en el ser huma- no, la capacidad lingiiistica genera también una singular capacidad de cooperacién que, por muy basada que esté en una facultad de apren- dizaje inscrita en los genes, ha de ser aprendida socialmente. Junto con la evolucién del pensamiento estratégico se desarrollé también la capacidad de empatia, o sea, de comprender y compartir los temores, expectativas y esperanzas de otros, algo que se convirtié en elemento fundamental de la conducta social humana, \ Una vez concluida la época de las hordas de cazadores y tecolec- tores, el desarrollo cultural avanzado pudo Ileyarse adelante ‘sobre la base de las condiciones biolégicas fundamentales. Las normas, los va- lores y las ideas éticas concretas se fueron configurando poco a poco en el curso de un proceso socio-dinamico de suma complejidad. En este sentido, algunos tedlogos morales abogan por una «moral auté- noma», Alli donde apremiaron tas necesidades vitales, allf donde se hicieron manifiestas urgencias y necesidades interpersonales, alli se im- pusieron desde ef principio orientaciones para la accién y criterios regulativos de la conducta humana: determinadas convenciones, ins- trucciones, costumbres; en una palabra, criterios, reglas y normas éti- cos. Los cuales fueron ensayados por doquier por la humanidad en el 188 EL PRINCIPIO O& LA HUMANIOAD sutso de los siglos, es mas, de los milenios. Por asi decir, tuvieron que ir sedimentdndose. La ética primigenia como base de una ética mundial No hay ningtin pueblo sin religién y, mucho menos, sin ética, esto es, sin unos valores y criterios del todo concretos. Ya en las culturas tribales se encuentran normas no escritas, no formuladas en forma proposicio- nafs wna ética familiar, grupal, tribal, transmitida en relatos, pardbolas y comparaciones, una ética que —si es reconocida como «buena»— uni- versaliza: — un sentido de reciprocidad, justicia, generosidad (coma, por ejem- plo, en el intercambio de regalos); , —aun profundo respeto por toda forma de vida (como, por ejemplo, en las reglamentaciones de conflictos, en el castigo de la violencia, en la forma de tratar a la naturaleza); — determinadas reglas para la convivencia de los dos sexos (como, por ejemplo, en la prohibicién del incesto y en el rechazo del libertinaje); — gran respeto por los mayores (y, al mismo tiempo, atencién a los pequefios). Es llamativo que ciertas pautas éticas elementales parecen ser seme- jantes en el mundo entero. A juicio de fos antropélogos culturales, las notmas éticas no escritas constituyen la «roca» sobre la que se levanta la sociedad humana. Esta roca se puede denominar «ética primigenia» (Ur-Ethos), la cual constituye el nticleo de una ética humana comvin: la ética mundial (Welt-Ethos). Y ello no precisamente en el sentido de una tinica «religion primigenia» (Urreligion), existente (pero de hecho no constatable) en alguna tribu o algin pueblo. Al contrario, tal «ética pri- migenia» se encuentra en todas las tribus y pueblos. Asif pues, la «ética mundial» no sélo tiene su fundamento (sin-crénicamente) en. las normas fundamentales hoy comunes a Jas distintas religiones, sino también (dia- crénicamente) ep las normas fundamentales de las culturas tribales que ya se impusieron en tiempos prehistéricos (antes de las primeras fuentes escritas). Aunque, por supuesto, no toda norma es elemento de una éti- ca dada ya en el origen, con el fin de acentuar la continuidad existente en medio de todas las transformaciones, cabe afirmar lo siguiente: la ética mundial que hoy se vive en el espacio se basa en ultimo término en una ética primigenia dada bioldgica-evolutivamente de antemane y ensayada en el tiempo. Pero équé significa esto para la ética de las re- ligiones avanzadas, sobre todo para la de {a Biblia, que asimismo es relevante para la orientacién moral de numerosos cientificos? 189 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS También la ética btblica tiene una historia Sélo después de periodos de habituacidn y acreditacién se produjo el reconocimiento generalizado de tales normas arraigadas, que més tat- de fueron asimismo objeto de formulacion proposicional. En efecto, en deverminadas culturas se atribuyeron a la voluntad del Dios uno. Lo cual ocurrié de forma ejemplar en los «diez mandamientos» de la Biblia hebrea, que Israel, segan ta tradicién sinaitica, recibié por medio de una revelacién divina: no sélo «no matar, no rebar, no dar testimonio falso, no cometer adulterio», sino también: «Yo soy el Senor, tu Dios... iNo debes hacer esto o aquello!» (cf. Ex 20,1-17; Dt 5,6-21). También los diez mandamientos tienen, qué duda cabe, su histo- tia. Al igual que los relatos sobre el principio y el fin del mundo, las instrucciones éticas de la Biblia hebrea no han caido del cielo. La in- vestigaci6n del Antiguo Testamento lo ha demostrado por extenso®: no sélo para la tardia ética de los profetas y la atin posterior ética de la literatura sapiencial —que ya suena muy «seculare—, sino precisamente también para la temprana ética de las leyes mosaicas. Las instrucciones de la «segunda tabla», que se centran en las relaciones interpersona- tes, se remontan, en cualquier caso, a Jas tradiciones éticas y juridicas pre-israelitas, semindémadas. Las cuales tienen numerosas analogias en Oriente Medio. Ello no excluye que el grupo de Moisés trajera consigo dei desierto una serie de sugerentes instrucciones basicas para el pueblo de Yahvé y que el conjunto de Israel las heredara, Pero, independientemente de cual sea el origende los diez manda- mientos, estas fundamentales exigencias minimas para la convivencia humana preceden en su origen a la fe en Yahvé y no son, si se comparan con la ética de los pueblos que moraban entre Egipto y Mesopotamia, algo especffico de Israel. éQué es entonces lo espectficamente israelita? iLa atribucion de estas exigencias a la autoridad del Dios de la alianza, Yahvé, a quien se hallan referidas las obligaciones de la «primera tabla» y, de modo sefialado, el mandamiento principal de la vinculaci6én exclu- siva a Yahvé y la renuncia a otras divinidades! Asi pues, lo distintivo de la moral biblica no consiste en La invenci6n de nuevas normas éticas, sino en el hecho de que las instrucciones trans- mitidas son colocadas bajo la autoridad legitimadora y protectora del unico Dios verdadero y de la alianza con él. De este modo, las normas surgidas de ia experiencia humana no son, para Israel, una ley humana no vinculante, ni tampoco una mera ley divina general, sino las exigen- cias categéricas del unico Dios verdadero, el Dios de los padres, al que se conoce por la historia. Por medio de la incorporacién de una ética 190 EL PRINCIPIO OF LA HUMANIDAD sreexistente en la nueva relacién con Dios, se fragua una nueva moti- vacién de lo moral (los motivos decisives pasan a ser el agradecimiento, 2] amor, la ganancia de la vida, la libertad regalada), asf como una dina- nizacion de ésta (las normas existentes son desarrolladas, reelaboradas 2 asumidas). Pero équé novedad aporta a Ja ética de la Biblia hebrea la ética es- pecfficamente cristiana? Para una gran parte de los cientificos occiden- tales, el cristianismo sigue constituyendo el trasfondo cosmovisional implicito; sin embargo, en la scientific community [comunidad cientifi- ca] globalizada, las influencias de otras religiones desempefian un papel cada vez mds importante. La tinica Luz y las multiples luces éExiste en la ética algo distintivamente cristiano? La bisqueda es vana si se concentra en abstracto en alguna idea o principio, en alguna con- yiccién u horizonte de sentido, en alguna nueva disposicién o motiva- cién, é«Perdén», «amor», «libertad»? Por muy irrenunciables que estas actitudes sean para el cristianismo, ninguna de ellas es especifica de él. Muchas otras personas viven y actuan conforme a ellas. ¢Actuar en el horizonte de la «creacién» o la «consumacién»? También eso lo ha- cen otros: judios, musulmanes, humanistas de la mas diversa impronta. Pero écual es entonces el criterio de lo cristiano, de lo distintivamente cristiano? No es nada abstracto, ni tampoco una idea de Cristo, una cristologia o un sistema conceptual cristocéntrico, sino el Jestis concre- to y crucificado en cuanto Cristo vivo, en cuanto el Determinante. Por tratarse de una persona histérica concreta, Jestis posee una cla- ridad, una perceptibilidad y una realizabiflidad de las que carecen una idea eterna, un principio abstracto, una norma universal o un sistema conceptual. También puedérepresentar para el creyente un modelo fun- damental de vision y praxis de la vida, realizable de maltiples maneras. En concreto, hace posible aquello que hoy, a la vista de la desorienta- cién, la carencia de normas y sentido, la drogadiccién y la violencia, se reclama por todas partes: una nueva orientacién basica y una nueva actitud fundamental, pero también nuevas motivaciones, disposiciones y acciones; en definitiva, un nuevo horizonte de sentido y nuevas metas. Por eso, ya en el Nuevo Testamento, a Jestis se le Hama fa Luz: «la luz de los hombres» (Jn 1,4), «la luz del mundo» (Jn 8,12). De él puede aprenderse lo que tan ausente est4 en una sociedad de egoistas caracte- rizada por la competitividad a ultranza: tener en cuenta a los demas y compartir, perdonar y arrepentirse, ejercer la consideracién y la renun- 191 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS tia, ofrecer ayuda. Pues de los creyentes depende que el cristianismo, en la medida en que sea guiado verdaderamente por su Cristo y se deje Ilenar por éste de luz, carisma y espiritu, pueda erigir una patria espiritual, un hogar de la fe, de la esperanza y del amor. Segtin el Nuevo Testamento, incluso los xo cristianos pueden co- nocer al Dios verdadero, pues éste también se halla cerca de ellos, Y, si bien Jesucristo, en cuanto Luz, es el criterio decisivo para la accién cristiana, los cristianos no tienen mds remedio que admitir que existen otras luces: ~~ Para millones de personas, una gran parte de las cuales se halla dispetsa por el mundo entero, Moisés es el personaje central y el gran liberador y sus instrucciones para la vida se hallan recopiladas en la Tora de la Biblia hebrea. — Para cientos de millones de musulmanes del pasado y del pre- sente, la «Luz» que ilumina su camino es el Coran; y Mahoma, el pro- feta enviado por Dios, fue quien en persona y de forma convincente encarn6 el mensaje del Cordn. — Para cientos de millones de personas sobre la Tierra en el pa- sado y en el presente, Gautama es el «Despierto», el «Iluminado», el «Buda» y, por ende, la gran «Luz». ~— Para millones de chings, la luz orientadora de ta humanidad sigue siendo Confucio, tanto en su doctrina como en sv actitud fun- damental. — Para cientos de millones de indios, el_ marco orientador de la vida es el hinduismo, con sus diferentes Corrientes y sus plurales ma- nifestaciones, con su fe en un orden edsmico omnicomprensivo (dhar- mia). En una época en la que més de seis mil millones de personas pue- blan este planeta, ninguna religién esta legitimada-para cuestionar los caminos de salvacién de las demas. Partiendo del reconocimiento de la libertad del ser humano y, en especial, de la real libertad de credo, se trataria mas bien de respetar las sendas de fe propias de cada cual y de encontrarse con los demas en el didlogo para, de este modo, compren- derse mejor a si mismo. En fa tinica sociedad universal, la suerte de ja Tierra afecta a todos los seres humanos, independientemente de la re- ligién, filosoffa o cosmovisién que profesen. Los preceptos de la ética mundial pueden servir de orientacién fundamental para esta responsa- bilidad universal, fo cual no excluye en modo alguno las orientaciones especificas que brindan las distintas religiones o flosoffas. Al contra- rio, todas ellas pueden contribuir a su manera a la ética mundial. Pero équé futuro aguarda a la humanidad? ¢Y a la Tierra? ¢Y al 192 €L PRINCIPIOC DE LA HUMANIDAD cosmos? Puesta que, al menos fisicamente, las teorfas del principio y el fin del cosmos estan relacionadas entre si, y dado que también en las visiones biblicas pueden constatarse paralelismos entre principio y fin, en el epilogo me gustaria ocuparme del «final de todas las cosas», el cual, sin embargo, est4 tan oculto para nosotros como su principio. 193 Epilogo EL FINAL DE TODAS LAS COSAS Al igual que ya en el profeta Joel (2,10), también en el Nuevo Testa- mento se habla de que, en Ia ultima tribulacion, el Sol se oscurecer4, la Luna no dard su resplandor, las estrellas caeran del cielo y las potencias del cielo se conmoverdn (Mt 24,29). A Ja luz de las teorias fisicas sobre el fin del mundo, éno son éstas vistones fantasmagéricamente precisas? iPero ante las precipitadas conclusiones teolégicas sobre el fin del mun- do hay que estar tan advertido como ante las precipitadas conclusiones sobre el principio! También a este respecto la teologia tiene que reparar los dafios causados por ciertas ideas, que ademas han suscitado en los cientificos prejuicios comprensibles. Hipétesis fisicas sobre el fin del mundo Por supuesto, también los astrofisicos especulan sobre el final: segin ellos, dentro de aproximadamente cinco mil millones de afios, la galaxia de Andrémeda colisionaré con nuestra Via Lactea, y miles de millones de estrellas seran eyectadas por el Universo. Simulténeamente, el Sol au- mentaré de tamafo convirtiéndose en una «gigante roja». Pero, enton- ces, toda la vida que todavia exista sobre la Tierra quedara aniquilada. &Es todo esto tan seguro? Mucho de lo que los fisicas ensefian sobre tos «tres altimos minutos» del Universo tiene caracter especulativo. No en vano, el fisico britanico PauL Davies da a uno de sus libros, en el que ofrece un buen resumen de la futurologia, el apropiado subtitulo de Especulaciones sobre el destino ultimo del Universo’. En la actualidad, la mayoria de los cosmdélogos da por sentado que ef mundo es todo Io contrario de estable, inmutable, eterno: un «mun- 195 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS do entre el principio y ef fin» (Harald Fritzsch)?. Controvertida es, sin embargo, la pregunta —que vuelve a plantearse tras el descubrimiento en abril de 1992 de las estructuras del Universo mds antiguas conoci- das hasta ahora (fluctuaciones)— de si la expansién del Universo, que comenzé con él big-bang, se detendrd alguna vez, invirtiéndose en una recesién, o Si continuard indefinidamente. La primera hipétesis parte de la idea de un universo «pulsante> u «oscilante», idea que, sin embargo, como ya oimes, no puede ser en ab- soluto verificada. Algin dia, la expansion del Universo se desacelerara y llegara a detenerse, cediendo paso entonces a una retrocesi6n, de suerte que el Universo, en un proceso que durard4 muchos miles de millones de afios, se contraer§ de nuevo y las galaxias, con sus estrellas, termi- naran colisionando ynas con otras de forma cada vez mds rdpida, hasta que probablemente —se habla de que esto ocurriria, como muy pron- to, ochenta mil millones de afios después del big-bang— la disolucién de los atomos y nticleos atémicos en sus componentes conduzca a un nuevo gran estallido, a un big-crunch, a una gran implosién. Entonces, en una nueva explosién, quizd podria surgir un nuevo mundo. Quiza: pues tal universo «ascilante» entre fases recesivas y fases expansivas no es mas que pura especulacién. En efecto, hate falta una «fe» firme para aceptar, sin ningiin tipo de prueba empirica, que a cada big-crunch se- guird un nuevo big-bang, el cual generar un mundo nuevo con leyes naturales totalmente distintas. y La segunda hipotesis es la que “hoy parece gozar del apoyo de la mayorfa de astroffsicos: la expansién del Universo, el cual segén dis- tintas mediciones (las mas recientes, las del CNRS francés) seria muy plano, se prolonga indefinidamente, sin experimentar frenada alguna y sin invertirse en una recesion. En efecto, el Universo, acelerado tal vez por una «energia Oscura» (¢fluctuaciones del vacio?) repartida por el Universo entero, se expande de manera siempre acelerada. También en este escenario, las estrellas siguen wn determinado proceso: cuando se agota su provisién de energia, las estrellas masivas explotan en forma de supernova (con una luminosidad que se supone mil millones de veces mas intensa que la del Sol): la parte mids interior de la masa de Ja es- trella se colapsa en el nicleo por efecto de la gravedad y se forma una estrella de neutrones, Las estrellas m4s pequefias, como, por ejemplo, el Sol, terminan convirtiéndose en «enanas blancas», guiz4 con el ramafio de la Tierra. Tales enanas blaneas se estabilizan gracias a la presién de los electrones, que evitan el colapso gravitatorio. De la materia trans- formada en el nicleo de las estrellas y eyectada al exterior se forman nuevas estrellas y generaciones de estrellas, en las cuales también tienen 196 EFILOGO lugar procesos nucleares, que consumen la materia del interior de las es- trellas hasta no dejar mds que «cenizas estelares» (hierro y niquel). Poco a poco, del cosmos se aduefia el frio, la muerte, el silencio, la noche absoluta. Pero, ya mucho antes, el Sol se habrd convertido primero en una «gigante roja», engullendo a la Tierra, para luego apagarse definiti- vamente, una vez apurado su hidrégeno. éTambién todo esto es especulacién? De ningén modo, pues la in- cesante expansién del Universo es observable; ademas, los diferentes estadios de la evolucién estelar han sido verificados por los astrénomos de manera asombrosamente precisa. Pero chay que tener miedo de algo que, en todo caso, ocurrird s6lo dentro de cinco mil millones de afios, cuando las reservas de hidrdégeno en elinterior del Sol se hayan agotado? Visiones apocalipticas del fin El problema acuciante, amenazador, para el contempordneo medio no es tanto el fin del Universo, de cuya inmensa extensién temporal y espa- cial, de todos modos, las generaciones biblicas no podian hacerse idea alguna. El problema es, mas bien, el ocaso del mundo para nosotros: el fin de la Tierra y, mds conctetamente, de la humanidad: el fin del mun- do como fin de la bumanidad... ocasionado por el propio ser bumano. A la vista de las catastrofes mundiales, guerras, hambrunas, terre- motos, tsunamis y otras catdéstrofes naturales, muchos «cristianos rena- cidos» citan la deprimente y espantosa visién del Nuevo Testamento, atizando asf los miedos: «Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero atin no es el fin. Se levantard nacién contra nacién y reino contra rei+ no; y habrd pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares. Pero todo esto es sélo principio de dolores... Inmediatamente después de la tribulacidn de aquelios dias, el Sol se oscurecer4, la Luna no dard su res- plandot, las estrellas caeran del cielo y las potencias de los cielos seran conmovidas» (Mt 24,6-8.29), Hoy no hace falta haber leido ninguno de los relatos del fin del mundo escritos desde Por hasta DURRENMATT, ni haber visto ninguna pelicula de cat4strofes, para saber lo siguiente: idesde tiempos inme- moriales, somos la primera generacién humana que, merced al desen- cadenamiento de la energia atémica, estd en condiciones de acabar con ta bumanidad! Las «pequefias» bombas atémicas arrojadas sobre Hiros- hima y Nagasaki y el accidente del reactor nuclear de Chernobil han mostrado al ser humano en el mundo entero lo que podria significar una guerra nuclear a gran escala: ta Tierra se tornaria inhabitable. Pero 197 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COsAS hoy, puesto que, con el fin de la guerra fria, el peligro de una gran guerra nuclear ha decrecido, cada vez son mas las personas que temen que estallen «pequefias» guerras nucleares entre pueblos embriagados de fanatismo nacionalista o que sean desatadas por grupos terroristas. Pero, sobre todo, tienen miedo de un coiapso ecolégico, que destruiria igualmente la Tierra: cambio climatic, sobrepoblacién, el catastréfico problema de los residuos, agujero de ozone, aire polucionado, suelos emponzofiados, aguas contaminadas por productos quimicos, escasez de agua... A la vista de los samamente reales manmade problems (pro- blemas causadas por el ser humano], hasta el astrénomo y cosmélogo briténico Martin Rees, quien ya ha sido citado mas arriba en el con- texto de la hipotética teorfa de los mundos miiltiples (cf. cap. B), se explaya sobre sombrfos prondsticos, escenarios catastroficos y criticas a la ciencia en su ultimo libro, titulado Our Final Century? [{Nuestra hora final?}*, Visiones apocalipticas que perfectamente pueden convertirse en realidad si la humanidad no se decide con toda resolucién a imple- mentar medidas preventivas y reformas en todos los ambitos, desde la prevencién del cambio climético al control de la natalidad. Pero, precisamente en la potencia.lfder de Occidente, en Estados Unidos, la conversién eco-social sigue stendo una asignatura pendiente*. Alli, los criminales macro-atentados petpetrados por fandticos musulma- nes el 11 de septiembre de 2001 han generado més bien un boom sin precedentes de la fiteratura apocaliptica «cristiana». La fe moderna en el progreso, generalizada desde las primeras novelas tecnolégico-fu- turistas de JULIO VERNE en la década de 1860, se ha transformade en escepticismo y pesimismo trans-modemos. Aqui se mezclan historia y fantasia, apocaliptica y esoterismo, lo cristiano y lo pseudo-cristiano. Se han vendido millones de ejemplares de Left Behind [Dejados atrds}, una novela publicada por una editorial luterana y dilatada hasta al- canzar once volimenes en los que se muestra cémo «los malos» seran repudiados y «dejados atrds» cuando tenga lugar la segunda venida de Cristo. Mas conocido es Harmagedén, un libro llevado al cine, en el que, en la batalla final, los cristianos derrotan a las fuerzas del mal. Por supuesto, los estadounidenses se identifican con «los buenas», legiti- mando asi con frecuencia, también en el presente, su politica militar y sus guerras preventivas en aras del petrdleo y la hegemonia mundial. Ya el presidente RONALD REAGAN, quien no siempre diferenciaba con claridad la realidad virtual de la realidad verdadera y previendo una Star War [guerra de las galaxias], creia al igual que los testigos de Je- hov4 en Harmagedén, que, segin el libro del Apocalipsis (16,16), es 198 EPILQGO el lugar mitico en el que los espiritus demonjacos reuniran a los «reyes de la tierra entera» pata la gran batalla final, la cual ocasionard la ani- quilacién del actual estado de cosas. . Lo malo es que algunas personas consideran obras histéricas no- velas de suspense como El Cédigo da Vinci de DaN BROWN, en el que se habla de la «tiltima cena» y el «santo grial». Incluso un inteligente presidente de los Estados Unidos como fue BILI. CLINTON tomé al pie de la letra una novela (profusamente documentada gracias al apoyo de circulos neoconservadores del Pentégono) sobre la amenaza de un ataque biolégico contra su pais y dio a los militares ordenes pertinentes para prevenirlo’. Todos estos visionarios apocalipticos, con su enorme séquito de cristianos conservadores, necesitan ser ilustrados urgente- mente sobre el verdadero sentido de los pasajes apocalipticos de la Biblia. El sentido de las visiones btblicas Quien en los relatos neotestamentarios sobre la wiltima tribulacién, el os- curecimiento de Ja Tierra y la Luna, la caida de las estrellas y la conmo- cidn de las potencias del cielo ctea ver anuncios precisos sobre el fin del mundo o al menos de nuestro planeta; quien las interprete como una suerte de «des-velamiento» (apo-kalypsis) cronolégico o de informa- cién sobre las «realidades filtimas» que ocurrirén al final de la historia universal, malinterpreta los textos. / Igual que los relatos biblicos sobre la obra creadora de Dios fue- ron tomados del entorno de Israel de la época, asi también los relatos sobre la obra final de Dios fueron asimilados de la apocaliptica co- eténea, una corriente impregnada de expectativas postrimeras flore- ciente en el judafsmo y en el cristianismo en el periodo entre eras. Las fantasmagéricas visiones del Apocalipsis son una enérgica exhortacién —dirigida tanto a la humanidad como al individuo— a reconocer la seriedad de la situacion. Pero, asi como la protologia biblica no puede ser entendida como un reportaje de los acontecimientos originarios, la escatologia biblica no debe ser considerada un pronéstico de los sucesos finales. Por eso, tampoco aqui emplea la Biblia un lenguaje cientifico de bechos, sino mas bien un lenguaje metaférico de imdgenes, También en este caso se puede afirmar del lenguaje biblico: — Las imdgenes no han de ser tormadas al pie de la letra; de lo contrario, la fe se convierte en supersticién. ; — Pero tampoco han de ser rechazadas solo porque no se trate mas que de imAgenes; de lo contrario, la razén degenera en racionalismo. 199 EL PRINCIPIO DL TODAS LAS GOSAS — Las imagenes no pueden ser eliminadas o reducidas a conceptos abstractos, sino que han de ser entendidas correctamente: poseen su propia racionalidad; presentan la realidad con su propia ldgica; buscan revelar la dimensién profunda de la realidad, su contexto de sentido. Por consiguiente, se trata de traducir lo que pretende ser su mensaje desde el marco de comprensién y representacién de la época en que fueron elaboradas al dominante en la actualidad®. Asi pues, tados estos anuncios biblicos no pueden ser para noso- tros, en ningiin caso, un guién del ultimo acto de la tragedia humana. Pues no contienen ninguna «revelacién» especial de Dios que pueda apaciguar nuestra curiosidad acerca del fin. En ellos no se nos descubre —con infalible exactitud, como si dijéramos— los detalles de lo que nos espera, lo que en ese ultimo dia acontecer4 en concreto. Las «iltimas tealidades», igual que las «primeras», 10 son susceptibles de experiencia directa. Ni del «tiempo originario», ni del «tiempo final», hay testigos humanos. Y, del mismo modo que no tenemos ninguna inequivoca ex- trapolacién cientifica al respecte; tampoco disponemos de pronésticos proféticos precisos del futuro definitive de la humanidad, de la Tierra, del cosmos. Incluso la imagen biblica del gran juicio ptiblico del conjun- to de Ja humanidad, o sea, de miles y miles de millones de personas, es justo eso: una imagen. éCuél es entonces el sentido de estas imagenes y narraciones poé- ticas sobre el principio y el fin? Simbolizan lo incognoscible para la razén pura, lo que sélo puede ser objeto de esperanza o temor. Los enunciados biblicos sobre el fin del mundo transmiten un testimonio de fe sobre la consumacién de la obra de Dios en su creacion: itambién al final de la historia del mundo y del ser humano est Dios! De ahi que la teologia no tenga necesidad de favorecer este o aquel modelo cientifico; su Unico interés es hacer comprensible a los seres humanos a Dios en cuanto Origen y Consumador del mundo y del hombre. Pues también aqui toda persona se ve confrontada con una opcidén, con una decisién de fe. Segdn el mensaje de la Biblia, la historia del mundo y la vida del ser humano se dirigen a esa udtima meta de metas que llamamos Dios y, més en concreto, Dios consumador. Y, aunque el ser humano no pueda ofrecer pruebas demostrativas de este Dios, como tampoco del Dios creador, al menos si que tiene razones de peso para afirmarlo: desde aquella confianza para él tan razonable, contrastada e ilustrada desde la que ya ha afirmado la existencia divina. Pues, si el Dios que existe es de verdad Dios, entonces no lo es s6lo para mi aqui y ahora y hoy, sino que también lo sera al Ilegar el fin del mundo. Si es el Alfa, también serd el Omega: como se dice en la liturgia, Dios de eternidad en eternidad. 200 EPILOGO La muerte como ingreso en la Luz Yo, personalmente, he aceptado la «apuesta» de BLAISE PASCAL y apuesto —no en raz6n de un cAlculo de probabilidades o una légica matematica, sino en raz6n de una confianza razonable— por Dios y el infinito contra cero y nada. No creo en los ornamentos legendarios afiadidos con pos- terioridad al mensaje neotestamentario de {a resurreccién, pero sf en su nucleo originario: que a Jesis de Nazaret la muerte no lo condujo a la nada, sino a Dios’. Asi pues, desde la confianza en este mensaje, como cristiano espero, al igual que muchas personas de otras religiones, que la muerte no desemboque en la nada: !o contrario se me antoja sumamen- te irracional y caretite de sentido. Espero més bien que la muerte lleve a la realidad primera y ultima, a Dios. Y eso es algo que —més alld del espacio y el tiempo en la oculta dimensién real del infinito— trasciende toda razon e imaginacién humana. Sin algiin tipo de conocimiento es- pecial, équé nifio creeria capaz al capullo de una oruga de desarrollar la existencia libre, no atada ya a la tierra, luminosa, de una mariposa? Por supuesto, soy consciente del riesgo permanente de esta apuesta basada en la confianza incondicional, pero estoy convencido de que, aunque a la hora de la muerte perdiera la apuesta, nada habria perdido de cara a mi vida. No; en cualquier caso, habria vivido mejor, mas alegre, con més sentido, que si no hubiese tenido esperanza alguna. Esta es mi esperanza ilustrada, bien fundada: la muerte es una des- pedida que conduce hacia dentro; es ingreso en el Fundamento y Origen del mundo, nuestro verdadero hogar; es vuelta a casa. Una despedida quizé —segun cada persona— no exenta de dolor y miedo, pero espero que serena y apacible; en cualquier caso, sin quejas ni lamentaciones, sin amargura ni desesperacién, sino més bien en confiada espera, silente certeza y (después de que todo Io que tenia que ser arreglado ya lo esté) humilde agradecimiento por todo lo bueno y menos bueno que defi- nitivamente dejamos atras. Gracias sean dadas a Dios*. De este modo puedo entender, pues, el inaprensible todo de la realidad: Dios como Alfa y Omega, el principio y el fin de todas las cosas. Y, por tanto, fa muerte como ingreso en la Luz: Con las palabras sobre la luz escritas en la primera pagina de la Biblia, en el libro del Génesis, he iniciado esta obra. Con las palabras sobre Ia luz escritas en la ultima pAgina de la Biblia, en el libro del Apocalipsis, me gustaria concluirlo: «Alli no habr4 més noche; y no tienen necesidad de luz de lampara ni de luz del sol, porque Dios el Sefior los iluminaré y reinaran por los siglos de los siglas» {Ap 22,5). 204 NOTAS iSea@ la lux! > Gn 1,1-3. Cf. I. Kant, «Beantwortung der Frage: Was ist Aufklarung?», en id., Werke, ed. de W. Weischedel, vol. VI, Frankfurt a.M., 1964, pp. 51-61, cita p. 53 (Qué es Hustracién?, trad. de A. Maestre, Tecnos, Madrid, 2002]. Cf. M. Horkheimer y Th. W. Adorno, Dialektik der Aufklirung. Philoso- phische Fragmente, Frankfurt a.M., 1969 [Dialéctica de la Hustracion. Frag- mentos filosoficos, introd. y trad. de J. J. Sanchez, Trotta, Madrid, *2006}, Cf. A. Einstein, «Religion und Wissenschaft»: Berliner Tagblatt (11 de no- viembre de 1930), luego recogido en id., Mein Weltbild, ed. de C. Seelig, Berlin, 1955, pp. 15-18, cita p. 16 [Mi visién del mundo, tad. de S, Gallar- do y M. Biibeck, Tusquets, Barcelona, 2003]. Ibid., p. 17. / Ibid., pp. 17 s. . 6Una teoria unificada de todo? Cf. N. Copérnico, De revolutionibus orbium coelestinm libri VI [1543], nueva ed. critica, Hildesheim, 1984; trad. alemana: Uber die Kreisbewegun- gen der Weltk&rper, libro I, ed. de G. Klaus, Berlin, 1959 (Sobre las revolu- ciones de los orbes celestes, trad. de C. Minguez, Tecnos, Madrid, 1987]. Th. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, 1962; trad. alemana: Die Struktur wissenschaftlicher Revolutionen, Frankfurt a.M., 21976 (con Postseriptum), p. 175 [La estructura de las revoluciones cien- tificas, trad. de C. Solis Santos, Fondo de Cultura Econémica, Madrid, 72005]. Cf. J. Kepler, Astronomia nova, Prag, 1609 (Gesammeite Werke, Miinchen, 203 10. 12, 13. 14. EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS 1937ss., vol. TID); trad. alemana: Newe Astronomie, ed. de M. Caspar, Miin- chen, 1929, V. Bialas, Johannes Kepler, Miinchen, 2004, esp. cap. Ill, «La armonia del mundo», traza una nueva imagen global de Kepler. Cf. G. Galilei, Dialogo [1632]; trad. alemana: Dialog tiber die beiden hauptsdchlichen Weltsysteme, das ptolemdische und das kopernikanische, ed. de R. Sexl y K. von Meyenn, Darmstadt, 1982 [Didlogo sobre ios dos mdximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicana, trad. de A. Bel- tran, Alianza, Madrid, 1995]. Cf. id., «Carta a B, Castelli del 21 de diciembre de 1613», en Opere, vol. ¥, Firenze, 1965, pp. 281-288. G. Denzler, «Der Fall Galilei und kein Ende»: Zeitschrift fiir Kirchernge- schichte 95/2 (1984), pp. 223-233, cita p. 228. Cf. las investigaciones del historiador de la ciencia M. Segre, «Light on the Galileo Case»: Isis (The History of Science Society) 88 (1997), pp. 484-504, donde se documenta que el papa Juan Pablo JI, en un segundo discurso pronunciado al final. del proceso en 1992, se retracté en la prdcti- ca de lo que habia amunciado en 1979: Cf. fd., «Galileo: a ‘rehabilitation’ that has never taken place»: Endeavor 23/1 (1999), pp. 20-23; Id., «Hielt Johannes Pau! II sein Versprechen?», en M, Segre y E. Knobloch (eds. ), Der ungebandigte Galilei, Beitrage zu einem Symposion, Stuttgart, 2001, pp. 107-111. Cf. 1, Newton, Philosophiae naturalis principia mathematica, London, 1687, 21726; nueva ed. en 2 vols., Cambridge/Mass., 1972; trad. alemana: Mathematische Grundlagen der Naturphilosophie, Hamburg, 1988 [Princi- pios matematicos de la filosofia natural, wad. de E. Rada, Alianza, Madrid, 1998-2002]. El fisico y tedlogo estadounidense LG. Barbour, a quien se deben impor- tantes contribuciones al didlogo entre ciencia y religin, ofrece un preciso anilisis cientifico-filoséfico de las diferencias epistemoldgicas entre la fisica clasica y la nueva fisica. Véase su libro Religion and Science, San Francis- co, 1998, cap. 7; trad. alemana: Wissenschaft und Glaube. Historische und zeitgendssische Aspekte, Gottingen, 2003 {Religién y ciencia, trad. de J. M. Lozano Gotor, Trotta, Madrid, 2004]. . Cf. A. Einstein, Uber die spezielle und die allgemeine Relativitatstheorie [1917], Braunschweig, 21973, esp. §§ 30-32: «Consideraciones sobre el mundo como un todo» [Sobre la teoria de la relatividad especial y general, trad. de M. Paredes, Alianza, Madrid, 2005]. Cf. E. Hubble, The Realm of the Nebulae, New Haven, 1936. Cf. A. Einstein, carta a Max Born del 4 de diciembre de 1936, en Albert Einstein, Hedwig und Max Born. Briefwechsel 1916-1955, Miinchen, 1969, pp. 129 s. (cf. también pp. 118 s.). Para una critica de Ja teoria de supeteuerdas y de las «llamadas grandes teorias de unificacidn», cf. M. Gell-Mann, The Quark and the Jaguar, New York, 1994; trad. alemana: Das Quark und der Jaguar. Vom Einfachen zum Komplexen — die Suche nach einer neuen Erkldrung der Welt, Miinchen, 204 15. 16. 17, 18. 19. 20. 21, 22. 23. 24, 25. 26. 27. 28. NOTAS 1994, cap.10 [El quark y el jaguar, trad. de A. Garcia y R. Pastor, Tusquets, Barcelona, 1995]. Cf. $, Hawking, A Brief History of Tine: From the Big Bang to Black Holes, Toronto, 1988; trad. alemana: Eine kurze Geschichte der Zeit. Die Suche nach der Urkraft des Universums, Reinbek, 1988 [Historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros, trad. de M. Ortufio, Circulo de Lectores, Barcelona, 1998]. Id., A Brief History of Time, p. 175. fd., Historia del tiempo, p. 264. Ibid., p. 263. Ibid. Ibid., p. 264. Cf. Id., «Gédel and the End of Physics», accesible en el sitio de internet: www,damtp.cam.ac. uk/strtst/dirac/hawking. Para Los entendidos, la formulacién precisa: en todo sistema formal axio- matizado, recurrente, libre de contradicciones, representable en la légica de primer grado y en el que quepa describir los maimeros naturales por medio de la adicién y la multiplicacién, existen siempre formulas que no pueden ser demostradas ni refutadas en ese sistema, La demostracién se lleva a cabo con una formula que, tras una adecuada codificacién segin la atitmética, afirma su propia indemostrabilidad. Esta indicacién se ta debo, asi como otras valiosas sugerencias, al profesor de Légica, Fundamentos ¢ Historia de la Matematica, Ulrich Felgner. Cf. la visi6n panordmica que ofrece C. Parsons, «Mathematics, Founda- tions of», en Encyclopedia of Philosopiy, vol. 5, London, 1967, pp. 188- 213. Cf. H. Kiting, éExiste Dios? Respuesta al problema de Dios en nuestro tiem- pa, trad. de J. M. Bravo, Trotta, Madrid, 2005 {orig,: Existiert Gott? Ant- wort auf die Gottesfrage der Neuzeit, Miinchen, 1978), cap. A IIl,1; . H. Hermes, Aufzdhibarkeit, Entscheidbarkeit, Berechenbarkeit, Berlin, 1961, prdlogo. Hermes recurre aqui al primer teorema de incompletud de Gédel. Para las dificultades que implica el paso del lenguaje coloquial al lenguaje formalizado de la matemitica, cf. {d., Einfidbrung in die mathematische Lo- gk. Klassische Pradikatenlogik, Stuttgart, 21969, Ibid. M. Kline, «Les fondements des mathématiques»: La Recherche 54 (marzo de 1975), pp. 200-208, cita p. 208. Cf. id., Mathematical Thought from Ancient to Modern Times, New York, 1972 [Pensamiento matemdtico de la antigttedad a nuestros dias, trad. de M. Martinez et al., Alianza, Madrid, 1992]. . §, Hawking, «Gédel and the End of Physics», cit, . Ibed. . Ibid. . J. Corawell, «. 38. Al Circulo de Viena pertenecfan, amén de Moritz Schlick, Kurt Gédel y Ru- dolf Carnap, sobre todo Herbert Feigl, Philipp Frank, Hans Hahn, Victor Kraft, Karl Menger, Otto Neurath y Friedrich Waismann (también estaba vinculado Hans Reichenbach, que a la sazén residia en Berlin). 39. K.R. Popper, Logik der Forschung [1934], 6.9 ed. correg., Tiibingen, 1976, p. 24 [La logica de la investigacién cientifica, trad. de V. Sanchez de Zavala, Circulo de Lectores, Barcelona, 1995]. 40. Asi R. Carnap, «Uberwindung der Metaphysik darch logische Analyse der Sprache»: Erkenntnis 2 (1931), pp. 219-241, cita p. 227. 41. K.R. Popper, Logik-der Forschung, p. 11. 42. Ibid., p. 225. 43. Cf H. Albert, Traktat iber kritische Vernunft, Tabingen, 41975, pp. 13-15 [Tratado sobre la raz6n critica, wad. de R. Gutiérrez, Sur, Buenos Aires, 1973], modifica este esquema convirtiéndolo en el «trilema de Miinchhau- sen»: regressus in infinitum — citcularidad — interrupcién del proceso o dogmatismo. 44. K. R. Popper, Logik der Forschung, p. XIV. 45, Ibid., p. XEX. 46. En la proxima seccidn se ofrecerd también de forma indirecta una respuesta al monismo materialista o naturalista, tal y como Io defiende, por ejemplo, el bidlogo E. D. Wilson, cuyo libro Consilience se tradujo al aleman con el titulo —y al castellano con el subtitulo— de La unidad del conocimiento (Die Einheit des Wissers, Berlin, 1998 [Consilience: la wnidad del conoci- miento, trad. de J. Ros, Circulo ‘de Lectores, Barcelona, 1999). 47. W. Heisenberg, , pp. 45-58. 26. thid., p. 49. 27. Asi lo cita el fisico britanice D. Deutsch, cuyos argumentos a favor de la existencia de universos paralelos convencen mas bien de lo contrario. Véa- se Spiegel-Gesprach 11 (2005): «Die Welt ise bizar. 28, H. Goenner, «Das Urknallbild des Kosmos: Beginnt die Zeit?», en H. A. Miller (ed.), Kosmologie. Fragen nach Evolution und Eschatologie der Welt, Gartingen, 2004, pp. 24-38, cita p. 34. 29. M. Rees, «Andere Universen ~ ine wissenschaftliche Perspektive», p. 49. 30. Ibid., p. 57. 31, Para prevenir especulaciones desaforadas, los escolasticas formularon el siguiente principio: «entia non sunt multiplicanda sine necessitate, no se 209 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 42, 43. 44, EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS deben multiplicar los entes sin necesidad». Y precisamente la nueva fisica —la teoria cudntica y la teoria de la relatividad— tuvo tanto éxito porque de sus procesos de construccion teérica excluyé por principio estados de cosas o rasgos no susceptibles de constatacién, como el éter universal, la simultaneidad absoluta o la posicién exacta del electrén. Las teorias cien- tificas bien fundadas se caracterizan siempre no s6io por su racionalidad, sencillez y potencial explicativo, sing también por la conformidad empiri- camente contrastada con los hechos y por el contenido experimental que demuestran, Quiza convendria que algtin tedlogo exhortara a los fisicos a no petderse en hipstesis cosmoldgicas como antafio les ocurrié a los tedlogos especu- lativos de la Edad Media, quienes, por ejemplo, discutian sobre cudntos seres espirituales (Angeles) podian acomodarse sobre la punta de una aguja. M, Rees, «Andere Universen — Eine wissenschaftliche Perspektive», p. 51. Ibid., p. 52. Cf. F, J. Tipler, «Ein Designer-Universum», en T. D. Wabbel (ed.}, 7 An- fang, pp. 72-87. Ibid., p. 72. Ibid. Ibid., p. 73, Ibid. Parecidas reparos experimento ante el muy sugestivo libro del fisico-qui- mico aleman Lothar Schafer Versteckte Wirklichkeit. Wie uns die Quan- tenphysik zur Transzendenz fuibrt, Stuttgart, 2004. Schafer, catedratico de Quimica Fisica en la Universidad de Arkansas, atribuye al mundo cudntico «propiedades similares a las de la conciencia», pero que «no deben ser con- fundidas con capacidades fisicas» (p. 61). De ahi infiere la existencia de un «principio de conciencia en ef Universo», presente desde el comienzo mis- mo, de suerte que «el trasfondo de la realidad [tendrfa] propiedades afines a las de la mente» {p. 119). Con todo, el autor presupone que la hipstesis de una trascendencia de tales caracteristicas no se puede probar riguro- samente, sino que es un asunto de confianza y esperanza (cf. pp. 152s.) . E. Hoyle, Ten Faces of the Universe, San Francisco, 1977, siguié mante- niendo, debido a sas convicciones ateas, la teoria del estado estacionario atin mucho tiempo después de que la mayoria de sus colegas la hubo aban- donado. Cf. S. Hawking, A Brief History of Time: From the Big Bang to Black Holes, Toronto, 1988; trad. alermana: Eine kurze Ceschicbte der Zeit. Die Suche nach der Urkraft des Universurms, Reinbek, 1988, p. 179 (Historia del tiem- po. Del Big Bang a los agujeros negros, trad, de M. Ortufio, Circulo de Lectores, Barcelona, 1998]. E. B Fischer, Einstein, Hawking, Singh @ Co. Bacher, die man kennen mu, Minchen, 2004, p>. 28-35, cita p. 34. R. Gott y Li-Xin Li, «Can the Universe create iteself?»: Phys. Rev. D 58 (1998), 023501-2. Con estas especulaciones se confronta criticamente ed 210 45. 46. 47. 48. 49, 50, Si. 52, 53. 54, 55. NOTAS filésofo B. Kanitscheider, «Kosmologie zwischen Mythos und Physik», en H. A. Miller (cd.), Kosmologie, Fragen nach Evolution und Eschatologie der Welt, Gottingen, 2004, pp. 153-168. H. Pfister, «40 Jahre Faszination Physik», leccién de despedida, Universi- dad de Tubinga, 14 de febrero de 2001, Cf. E, Du Bois-Reymond, «Die sieben Weltratsel» (discurso pronunciado el 8 de julio de 1880 en la sesién «Leibniz» de la Akademie der Wis- senschaften), en [d., Vortrdge tiber Philosophie und Gesellschaft, ed. de S. Wollgast, Hamburg, 1974, pp. 159-187; véase en el mismo volumen la conferencia pronunciada el 14 de agosto de 1872: «Uber die Grenzen des Naturerkennens», pp. 54-77. Cf. E. Haeckel, Die Weltritsel. Gemeinverstdndliche Studien uber Monis- tische Philosophie, Bonn, 1899. En 1968 se consiguié unificar la fuerza electromagnética y la fuerza nu- clear débil en la fuerza clectrodébil, que forma parte del modelo estandar de la fisica de particulas elementales. Hasta ahora no se ha podido con- firmar la gran unificaciOn, que integra la fuetza electrodébil y la fuerza nuclear fuerte en una Gnica fuerza. Esta solo se manifiesta a energias muy elevadas; a energias mas bajas, esa unidad se rompe. Hasta la fecha no se ha logrado encontrar una formulacién matematica consistente de la unificacién de todas las fuerzas, incluida la gravedad. Esta informacién se la debo, al igual que algunas otras valiosas sugerencias, al fisico teérico Amand Fassler, catedratico en Tubinga. M. Gell-Mann, The Quark and the Jaguar, New York, 1994, trad. alema- na: Das Quark und der Jaguar. Vor Einfachen zum Kontplexen — die Suche nach einer neuen Erkldrung der Welt, Miinchen, 1994, cap. 13, cita p. 263 [El quark y el jaguar, wad. de A. Garcia y R, Pastor, Circulo de Lectores, Barcelona, 1995]. C£ W. Faul, «Einblicke in die Zwergenwelt — Warum die Nanotechnolo- gie im 21. Jh. eine Schliisselfunktion hat», conferencia radiofénica difun- dida en SWR 2. (Sitdwestrindfunk 2} el 24 de octubre de 2004. S. Hiittemeister, «Der Aufbau des Kosmos: Seine Evolution und Escha- tologie», en H. A. Miiller (ed.), Kosmologie. Fragen nach Evolution und Eschatologie der Welt, Gottingen, 2004, pp. 5-23, cita p. 22. B. Pascal, Pensées 84. M. Heidegger, Was ist Metapbysik? (Antrittsvorlesung Freiburg iB. 1929), Nachwort zur 4. Auflage 1941, Einleitung zur 5. Auflage 1949, Frankfurt aM., "1975, pp. 42 y 47 [Qué es metafisica?: seguido de «epilogo a éQué es motafisica? e introducctén a Qué es metafisica?», trad. de H. Cortés y A. Leyte, Alianza, Madrid, 2003]. Cé. H. D. Mutschler, Physik ~ Religion - New Age, Wirzburg, 1990, pp. 2558. W. Heisenberg, «Narurwissenschaftliche und religiése Wahrheit» (discur- 86 pronunciado ante la Katholische Akademie de Baviera con motivo de la recepcidn del premio Guardini el 23 de marzo de 1973), en Id., Schritte fiber Grenzen. Gesammelte Reden und Aufsdtze, 2.* ed. ampl., Miinchen, 211 EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS 1973, pp. 335-351, cita p. 349 [Mds alld de la fisica: atravesando fronteras, trad, de C. Carreras Mata, BAC, Madrid, 1974]. 56. L. Kant, Kritik der reinen Vernunft, p. 677, C. &Creacién del mundo 0 evolucion? 1, Cf. H. Kiing, La encarnacién de Dios: introduccion al pensamiento teold- ico de Hegel como prolegémeno para una cristologia futura, tad. de R. Jimeno, Herder, Barcelona, 1974 (orig.: Menschiwerdung Gottes. Eine Ein- fibrung in Hegels theologisches Denken als Prolegomena zu einer ksinftigen Christologie, Freiburg, 1970). 2, Cf Ch. Darwin, On the Origins of Species by Means of Natural Selection, London, 1859; trad. alemana: Uber die Entstebung der Arten durch nattirli- che Zuchtwahl, Stuttgart, 1860 [El origen de las especies, trad. de A. Froufe, Edaf, Madrid, 1979). 3. Cf. H. Spencer, The Principles of Psychology, London, 1855; {d., First Prin- ciples, London, 1862, como vol. 1 de A System of Synthetic Philosophy. 4, Cf. Th. R. Malthus, An Essay on the Principles of Population, vols. LI, London, 1798 (Ensayo sobre la poblacién, trad. de J, A. Moral, Akal, Tres Cantos, 1990]. 5. Cf. Ch. Darwin, The Descent of Man and Selection in Relation of Sex, London, 1871; trad. alemana: Die Abstarmmung des Menschen und die ge- schlechtliche Zuchtwahl, Stuttgart, 1871 [E/ origen del hombre, trad. de V. Leén, M. E. Editores, Madrid, 1994]. 6. Para la interpretacion actual de la teoria de Darwin, cf. E. Mayr, One Long Argument, Cambridge/Mass., 1991; trad. alemana: ... und Darwin bat doch Recht. Charles Darwin, seine Lehre und die moderne Evolutionsbiologie, Miinchen, 1994 [Una larga controversia: Darwin y ef darwinismo, trad. de S, Casado, Critica, Barcelona, 1992}; fd., Toward a New Philosophy of Biology, Cambridge/Mass., 1988; trad. alemana: Eine neve Philosophie der Biologie, Miinchen, 1991. 7, Concilio particular de Colonia, de 1860, en Collectio Lacensis V, 292. Cf. la posterior respuesta de la Pontificia Comision Biblica en 1909 sobre el cardcter histérico del Génesis: «peculiaris creatio hominis» (Denzinger 2123), asi como los procesos doctrinales contra determinados tedlogos (por desgracia, las actas correspondientes, meticulosamente archivadas en el Vaticano, no han sido publicadas hasta la fecha). 8. Cf. E. Haeckel, Generelle Morphologie der Organismen, Allgemeine Grund- ziige der organischen Formen-Wissenschaft, mechanisch begriindet durch die von Charles Darwin reformierte Deszendenz-Theorie, vols. I-H, Berlin, 1866. 9. Pio XII, Allocutio ineunte anno Pontificiae Academiae Scientiarum, 30 de noviembre de 1941 (Denzinger 2285). En las nuevas ediciones del Denzin- ger, este texto, incémodo para el magisterio actual, es suprimido, igual que otros; por eso cito la edicién «clasica» del enquiridién, que se realiz6 en la época de Pfo XIL 212 11. 12, 13. 14. 18. 16. 17. . Id., «Comment je vois» [1948], en CEuvres, vol. XI, p. 182. 19. 20. 21. 22. 23. 24, . M. Buber, «Gortesfinsternis. Betrachtungen zur Beziehung zwischen Re- 26, NOTAS . fd., Litterae Hncyclicae «Humani generis», del 12 de agosto de 1950 (Den- zinger 2327). Cf. H. Kiing, Libertad conquistada, Memorias, trad. de D, Romero, rev. de J. L. Beltran, Trorta, Madrid, >2004 (orig: Erkdnepfte Freiheit. Erinnerun- gen, Miinchen, 2002), cap. Il]: «Por la libertad de conciencia», S. Jacoby, «How U. S. fundamentalism survived»: International Herald Ti- bune (20 de enero de 2005). Estas encuestas de opinién son contrastadas con resultados de sondeos atin mds recientes en la vision de conjunto que ofrece D. Quammen, «Lag Dar- win falsch? Nein! Die Belege fiir die Evolution sind itberwiltigend»: Natio- nal Geographic/Deutschland (noviembre de 2004), pp. 86-119, A, Flew, «Theology and Falsifications» [1950}, en A. Flew y A. Macintyre (eds.), New Essays in Philosophical Theology, London, 1955, pp. 96-130, cita p. 97. Cf. A. Comte, Cours de philosophie positive, vol. XI, Patis, 1830-1842. P. Teilhard de Chardin, «Comment je crois» [1934], en CEuvres de Pierre Teilbard de Chardin, vol. X, Paris, 1969, pp. 115-152, cita p. 117 [Le que yo creo, trad. de F, Pérez, Trotta, Madrid, 2005]. Ibid. En el anilisis de la problematica de P Teilhard de Chardin (como, mas ade- lante, en el de la de Alfred N. Whitehead) me ha sido de gran ayuda una ponencia sobre estos dos autores que mi compaiiero de promocién, el pro- fesor doctor Karl Schmitz-Moormann, fallecido por desgracia a termprana edad, present6 en una jornada de estudio de nuestro coloquio de doctoran- dos de la Universidad de Tubinga. Con su participacién en la edicién y tra- duccidn alemana de los escritos de Teithard, asf como en la edicién francesa de los diarios det padre jesuita, Schmitz-Moormann se hizo acreedor de teconocimiento imperecedero. Cf. el reportaje central del National Catholic Reporter del 20 de mayo de 2005: «

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