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(fliegecojonera@gmail.com)
Todavía no se apoda “Stalin” (acero en ruso, сталь), eso será diez años más
tarde. Se puso el apodo de “Koba” por un héroe nacionalista, medio Robin
Hood, que luchó con tácticas de guerrilla por la independencia de Georgia. Se
había hecho popular gracias a una novela histórica de Alexander Kazbegi
titulada “El Patricida” (1883). Como a cualquier humano, los apodos que eligió
para despistar a la policía son reveladores del alma: Guerrillero-Bandido y
Hombre-de-Acero. En el cenit de su poder, se hacía llamar todavía Koba por su
círculo más íntimo, y su única obra teórica de importancia, “El Marxismo y la
cuestión nacional” de 1913, estaba firmada como K.(oba) Stalin. Su casi púber
esposa se llama Ekaterina Svanidzé, “Kato”, una joven de origen campesino de
15 años de edad. Existe una única fotografía, donde da una excelente impresión
en su postura elegante. Trabaja como costurera en el Ejercito Imperial del Zar.
Ha nacido en una aldea diminuta, Didi-Lilo y es hermana de un militante
bolchevique, su camarada y amigo Alexandr Svanidzé. En 1939 no será un
obstáculo para que Koba diezme a toda la familia de su primera mujer: la NKVD
lo detendrá junto con su mujer, María, quién será ejecutada en 1942. El mismo
día Stalin hace fusilar a otra hermana de su mujer, también de nombre María.
Parece que los Svanidzé se habían permitido ciertas críticas superficiales hacia
su dictadura personal. Ekaterina es una joven piadosa, saca adelante el
matrimonio proletario como costurera y ojaladora. Venera a su marido como a
un semi-dios y, durante las reuniones nocturnas clandestinas, ruega
incesantemente al Señor para que Koba renuncie a sus ideas heréticas y
violentas y sea un ejemplar padre de familia. Esta boda con una joven ajena a
toda actividad política es curiosa en un militante ruso de inicio del siglo XX. La
hermosa, dulce pero inculta Ekaterina, once años menor que él, le infunde
autoestima y seguridad. Todo confirma su devoción por él y el amor tosco de
Koba por la mujer-niña, de cabellos azabaches y grandes ojos negros que, según
la leyenda bolchevique, se metió debajo de una mesa la primera vez que
militantes socialistas aparecieron en su hogar. Stalin recordará, en 1910, los
hermosos trajes que le confeccionaba…
Stalin no es sólo brutal en política. Yakov, y sus otros hijos, sabrán algo de ella.
Su hija mujer Svetlana describe su laconismo y frialdad glacial, su actitud
despótica con respecto a él: “Ante su padre, Yakov se sentía como un paria”.
Yakov desea independizarse: lo excomulga sin contemplaciones. Yakov se casa
con la mujer que quiere, la joven Zoia: se niega a recibirla o conocerla. Stalin,
con amplios poderes discrecionales, corta el suministro de víveres a su hijo en
pleno racionamiento. El 9 de abril de 1928 le escribe a su segunda mujer:
“Transmite de mi parte a Iacha [Yakov] que se ha comportado como un
hooligan y un delirante con el que no puedo tener nada en común. Que viva
donde quiera y con quien quiera”. Yakov intenta suicidarse (no será la primera
vez). La bala le roza el corazón. Tardará en recuperarse de la gravedad de la
herida. Stalin está más furioso que antes, lanza sarcasmos e ironías sobre su
suicidio: "¡No sabe hacer ni eso!". Después de graduarse en la escuela, Yakov se
traslada a Leningrado para trabajar como obrero en una usina eléctrica, según
los deseos de Stalin de que viva una verdadera existencia proletaria. Se inscribe
en una universidad para obreros, contrariando al Vzhed. Se vuelve a trasladar a
Moscú donde intenta obtener el diploma de ingeniero. El verano de 1935 es la
estación de los disgustos familiares para Stalin: el año anterior Yakov
abandonaba a su primer mujer (a la que dejaba con un hijo) y se aparecía en
Moscú en un coche último modelo acompañado por Iulia Meltser (a la que
detendrá en un campo hasta 1943), una antigua cantante de cabaret de Odessa,
judía, recién divorciada de su marido y mayor que Yakov. Poco después una
amante ocasional de Yakov, Olga Mijailina, daba luz a un niño al que inscribió
con el nombre del padre y al que su abuelo Stalin no vio jamás. El pequeño
Evgueni llegaría a ser el más fiel defensor de la memoria política del dictador y
abuelo invisible: en las elecciones legislativas rusas de 1999, ya coronel de
reserva, sería uno de los líderes de la lista con el nombre insólito de “Un Bloque
Stalinista para la URSS”. Stalin dirige a la familia como al partido y los asuntos
de estado: decisión autoritaria y sin ruegos ni preguntas. A Yakov lo obliga a
inscribirse en la Academia de Artillería del Ejército Rojo en 1937, graduándose
de teniente de reserva en 1940. Según los documentos de la Academia, Yakov no
era un alumno brillante, pero era un estudiante silencioso y aplicado; intervenía
activamente en cuestiones políticas; en marxismo-leninismo sus notas eran más
bajas que en las otras disciplinas. Coherencia: Yakov conocía a fondo la falsedad
ontológica del DiaMat. Finalmente Stalin lo obliga a afiliarse al Partido
Comunista al año siguiente, justo cuando las tornas de la guerra se desatan
sobre Rusia.