Вы находитесь на странице: 1из 2

Como se sabe, hablar de amoralidad es inmoral; pero qu tal si lo bueno de la sociedad fuera lo que la hace pudrirse en vida, y lo malo

aquello de lo cual saldran de sus entraas miles, millones de vidas, como una epidemia de vitalidad? El sujeto extemporneo se da cuenta de esa verdad, o se la cree; tiene una sola fe, y es no tener fe alguna. Cmo erradicar la fe, el ideal, el sentido, el cogito, que tanto pesa como una malandra sobre las cabezas de la gente, como un smbolo, como un espectculo; peor an: pesa sobre sus cuerpos. Definitivamente no se puede hacer escribiendo sobre ello: se tiene que hacer antiescribiendo; pero no tiene que hacerse, por supuesto. El amoral tiene que estar preparado a que las cosas no salgan como quiere: tiene que ser ms pesimista que la peor de las situaciones, en vista de que no comanda nada, no manda, no propone ningn deber, ninguna deuda. Eso no quiere decir que tenga que ser exclusivamente pesimista (o que tenga que ser nada en absoluto): al mismo tiempo puede mantener la vista en alto, esperando los frutos de cierta corrosin, de cierto desgarramiento de consciencia, de cierta toma de armas, de cierto correr de los cuerpos (como cuando todos los cuerpos corren hacia un mismo lugar: como la Bastilla). Se comprende que esto es lo positivo para el amoral? No se puede ser amoral sin que el solo contacto con sus miembros haga estallar en pedazos el poder del Estado. Tal vez solo Ayn Rand y Piotr Kropotkin han comprendido esto mejor que nadie: el Estado es una casta sacerdotal, y no queremos (no le tenemos amor) al sacerdocio: le tenemos amor al cuerpo vivo, activo, que corre solo o en masa como un gran loco, como un milln de grandes locos, como un loco solo (entendiendo que desde Freud, la locura y la sanidad, la neurosis y la normalidad, no estarn nunca jams separadas). Alejarse demasiado de la contemporaneidad de la sociedad puede provocar dos cosas: o un alejamiento profundo de las cosas mundanas, terrenales (retiro mstico), o una especie de fermentacin de extemporaneidades, de cosas inauditas, de gestos inslitos y como no crebles. Solo hay ciertos pueblos a los que les creo todo, pero a los que no les creo nada, es a los amorales, a los extemporneos, y as lo piden ellos. No me crean.

Вам также может понравиться