Los fotgrafos lo miraron y comprendieron que era cierto.
Pero quin es usted? Quin demonios cree ser? -grit el fotgrafo. He estado esperando que me lo preguntara -dijo Ricardo-. Piense en mi. Vyase a su casa y piense en mi. Mientras haya un hombre como yo entre diez mil, el mundo seguir andando. Sin mi, todo ser un caos. Buenas noches, niera -dijo el fotgrafo, y todo un enjambre de mujeres, cajas de sombrero, cmaras, y valijitas de maquillaje se retir calle abajo, hacia los muelles-. Es hora de almorzar, queridas. Pensaremos algo ms tarde. Ricardo observ tranquilamente cmo se iban. No se haba movido. La multitud segua mirndolo y sonrea. Ahora, pens Ricardo, ir calle arriba hasta mi casa, con la puerta donde falta la pintura en el sitio que he rozado mil veces al pasar, y pisar las piedras que he gastado en mis caminatas de cuarenta y seis aos, y pasar la mano por la grieta de la pared de mi casa, la grieta que dej el terremoto de 1930. Recuerdo bien la noche, estbamos en cama, Toms no haba nacido an, y Mara y yo nos queramos mucho, y pensamos que era nuestro amor lo que mova la casa, tibia y grande en la noche; pero era un terremoto, y a la maana vimos la grieta en la pared. Y subir los escalones y saldr al balcn de hierro de la casa de mi padre, balcn que hizo con sus propias manos, y comer la comida que mi mujer me servir en el balcn con los libros al alcance de la mano. Y mi hijo Toms, que cre sacndolo de unas ropas, s, sbanas de cama, admitmoslo, con mi buena mujer. Y comeremos y hablaremos sin fotgrafos, sin telones, sin pinturas, sin escenarios, todos nosotros. Y todos nosotros seremos actores, muy buenos actores, por cierto. Y como para acompaar este ltimo pensamiento un sonido lleg a sus odos. Estaba subindose solemnemente los pantalones, con gran dignidad y gracia, cuando oy el hermoso sonido. Era como un aleteo de dulces palomas en el aire. Era un aplauso. La pequea multitud lo observaba mirando cmo representaba la ltima escena de la pieza, antes del intervalo para almorzar, con qu belleza y elegante decoro se suba los pantalones. El aplauso rompi como una breve ola en la costa del mar cercano. Ricardo alz la mano y les sonri a todos. Mientras suba hacia su casa le estrech la pata al perro que haba mojado la pared.