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Finanzas en pareja

Las relaciones económicas pueden ser fuente de


conflictos cuando un miembro siente que el otro
abusa

¿Cuenta corriente conjunta? ¿Una para gastos


comunes y otra individual para cada miembro de la
pareja? Aclarar ciertas líneas maestras en el ámbito de la
economía familiar desde el primer día de convivencia
ayuda a evitar discusiones sobre el dinero que pueden
desencadenar en problemas muy graves como la
desconfianza y la separación. Pero, ¿dónde está el
equilibrio? En nuestro país la mayoría de los matrimonios
se sigue acogiendo, sin plantearse otra alternativa, al
régimen económico previsto por defecto: el de sociedad
de gananciales. Se ignora el derecho preventivo y se
rehuye un asesoramiento que podría remediar problemas
de convivencia, incluso de divorcio.
Sin embargo, en muchos otros países europeos, como
también ocurre en España, las parejas negocian la forma
de llevar sus cuentas día a día de una forma más
igualitaria y participativa. Lo importante no es si ambos
miembros ganan un sueldo parecido o si uno está en el
paro, sino que lo fundamental es su forma de aceptar y
gestionar sus propias diferencias. En cualquier caso,
algunos especialistas consideran saludable mantener tres
cuentas: una conjunta para los gastos y el sostenimiento
de la vida en común, y otra personal para cada uno de los
miembros de la pareja.
Tema tabú en muchas parejas

De la misma manera que no se suele pactar entre los


miembros de una pareja el modo en que se van a arreglar
para realizar las tareas domésticas, lo habitual es no
tratar, y mucho menos acordar, la forma en que ambos
van a manejar el dinero en su vida en común. Pero, tanto
en uno como en otro caso, "si no se ha hecho se tendrá
que hacer".

Los temas relacionados con la manera en que van a


llevarse las cuentas pueden abordarse "sobre la marcha",
pero al menos se tendrán que trazar unas claves. No
obstante, hablar de estas cosas con anticipación se
considera de mal gusto; es casi
como poner en tela de juicio el
mito del amor, ese concepto
básico que se resume en la frase:
"Contigo pan y cebolla".
"Concretar las barreras
económicas implica una distancia
que puede interpretarse por la otra parte de la pareja
como falta de afecto".

"Pero el matrimonio, socialmente, es un contrato entre


dos personas en el que el acuerdo económico es
fundamental. Es, además, un acuerdo de colaboración y
de entrega del uno al otro, que se plasma en la forma de
llevar las finanzas".

La economía afecta a todos los aspectos de la vida y, por


lo tanto, también a la relación amorosa. "En nuestra
sociedad, quien tiene el dinero es quien decide".

A la hora de gastar, las decisiones de gasto están


relacionadas con el rol que cada miembro de la pareja
adopta como consumidor. "Hay decisiones que están
dominadas por el hombre (por ejemplo, la compra de
herramientas), otras por la mujer, como podría ser la ropa
para los niños, y otras que son compartidas, aunque esta
realidad va cambiando poco a poco".

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