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Raúl Letelier es un abogado y profesor de derecho que publicó un manifiesto llamando a una asamblea constituyente para reemplazar la constitución chilena actual. Un crítico argumentó que esto es inconstitucional, pero Letelier señala que el objetivo es precisamente reemplazar la constitución, no respetarla. Además, cita a Kelsen para mostrar que una revolución que cambia la constitución de forma no legítima pero efectiva es válida desde una perspectiva jurídica. Letelier concluye que
Raúl Letelier es un abogado y profesor de derecho que publicó un manifiesto llamando a una asamblea constituyente para reemplazar la constitución chilena actual. Un crítico argumentó que esto es inconstitucional, pero Letelier señala que el objetivo es precisamente reemplazar la constitución, no respetarla. Además, cita a Kelsen para mostrar que una revolución que cambia la constitución de forma no legítima pero efectiva es válida desde una perspectiva jurídica. Letelier concluye que
Raúl Letelier es un abogado y profesor de derecho que publicó un manifiesto llamando a una asamblea constituyente para reemplazar la constitución chilena actual. Un crítico argumentó que esto es inconstitucional, pero Letelier señala que el objetivo es precisamente reemplazar la constitución, no respetarla. Además, cita a Kelsen para mostrar que una revolución que cambia la constitución de forma no legítima pero efectiva es válida desde una perspectiva jurídica. Letelier concluye que
Es Mster y Doctor en Derecho por la Universidad Carlos III d
e Madrid. Profesor de Derecho Administrativo y Teora de la Justicia y Director de l Departamento de Derecho Pblico de la Universidad Alberto Hurtado. Se desempea ad ems como Abogado Asesor del Comit Contencioso-Administrativo del Consejo de Defens a del Estado.
Una revolucin jurdica.
Hace algunas semanas publicamos, junto a un grupo de profesores de de recho un manifiesto llamando a marcar el voto por una asamblea constituyente. Ha habido varias reacciones a este manifiesto. Una de las ltimas es la del profesor Hernn Corral, quien en una columna publicada en el llamado Diario Constitucional , se refiere a nuestra posicin. El argumento central de Corral no es novedoso y es que nuestro llamado a una Asa mblea Constituyente es inconstitucional debido a que el art. 15 de la CPR slo per mite las votaciones populares en los casos que expresamente lo dispone. Lo que h acemos entonces dice Corral es estar llamando a un acto inconstitucional mediante un procedimiento inconstitucional. No podemos sino coincidir con Corral. Por supuesto que lo que hacemos es inconst itucional. Como podra no serlo si lo que proponemos es precisamente la sustitucin de la actual Constitucin por otra que sea generada por una Asamblea Constituyente . Inconstitucional significa lo que precisamente hacemos y que no es otra cosa q ue oponernos a que la actual constitucin siga gobernndonos planteando, al mismo ti empo, una forma razonable para sustituirla por una nueva. El problema de Corral al descalificar por ese mero hecho la inconstitucionalidad n uestra propuesta es que acta como un positivista de corta mira pues no entiende que lo que un movimiento como este preconiza es precisamente la negacin de su premis a mayor, esta es, que la Constitucin solo puede ser cambiada mediante reformas co nstitucionales o mediante el procedimiento de modificacin en ella establecido. El sustrato de la opinin de Corral es que la validez de una constitucin deriva sola y nicamente de la constitucin anterior. Y esta premisa es totalmente falsa. Para justificar esa falsedad, bien vale leer al padre de todos los positivistas. El principio de legitimidad dice Kelsen (esto es, el principio que preconiza Corr al de que la validez slo deriva de una norma formal establecida con anterioridad) se aplica a un orden jurdico estatal con una limitacin altamente significativa. No tiene aplicacin en caso de revolucin. No nos asustemos con este ltimo concepto. Kel sen tena reservado para l un contenido ms jurdico que poltico. Una revolucin es dice jurista toda modificacin no legtima de la constitucin es decir, no efectuada conforme a las disposiciones constitucionales o, su remplazo por otra. Permtaseme que siga citando. Visto desde un punto de vista jurdico, es indiferente que esa modificacin de la situacin jurdica se cumpla mediante un acto de fuerza dirigido contra el gob ierno legtimo, o efectuado por miembros del mismo gobierno; que se trate de un mo vimiento de masas populares, o sea cumplido por un pequeo grupo de individuos. Lo decisivo es que la constitucin vlida sea modificada de una manera o remplazada en teramente por una nueva constitucin, que no se encuentra prescrita en la constitu cin hasta entonces vlida (TPD, p. 218). El hecho que hoy estemos hablando de sustituir (y no desconocer) la Constitucin d e 1980 tiene su base en esta misma cita de Kelsen. Nadie ni el mismo Corral puede insinuar que la constitucin que nos rige respet los requisitos dispuestos en la Co nstitucin de 1925 para su modificacin. Fue simplemente instituida por un acto de f uerza que con el tiempo devino eficaz y que fue irradiando validez a todo el sis tema. Pues bien, lo que preconizamos es precisamente esto: Ya no un acto de fuer za (de esos ya hemos tenido suficiente) sino un acto deliberativo donde slo la fu erza de los mejores argumentos prime. Una Asamblea Constituyente donde volvamos a repensar ese contrato social por el cual permanecemos da a da vinculados a esta comunidad. No se queda Corral en su crtica de fondo. Expresa que nuestro llamado no slo es in constitucional sino que debiese ser sancionado por el Tribunal Constitucional de clarndose inconstitucional nuestro movimiento imponindose adems responsabilidad en las personas que hemos firmado el manifiesto. Avisa que para ello hay accin popul ar. Veremos si este frreo defensor de la actual Constitucin ser tan defensor de ell a como para ser l quien ejerza esa accin. De ser as, seguro estar feliz Kelsen de se r llevado a los estrados judiciales. Finalmente, una ltima consideracin. Desde luego no es verdad que un llamado como e l que se ha hecho ponga continuamente en duda todo nuestro derecho. Todo profeso r de ciencias jurdicas es normalmente un amante de la certeza y de la seguridad j urdica. Queremos que todo funcione de acuerdo a las reglas del Derecho y nuestro respeto a esas reglas es irrestricto. Todo esto es as salvo cuando lo que discuta mos sea el ejercicio mismo del poder constituyente. Ah, en cambio, no hay segurid ad que valga. Todo vuelve a ser discutible (Santiago, 21 junio 2013)