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PROMOVIENDO EL VALOR

DE LA TOLERANCIA
Tú y la multitud
 
¿A qué no sabes cuántas personas viven en el mundo? A mediados
del año 2008 se calculaba que el planeta Tierra contaba con un total
de 6,700 millones de habitantes, toda una multitud repartida en
ciudades, islas, montañas, bosques y selvas del globo terráqueo, con
diversas costumbres, apariencias y tradiciones. El problema es que
al contar a la población por cientos, miles y millones, olvidamos que
cada uno de sus integrantes es una persona, un ser que vale por sí
mismo, que tiene capacidades de conocer y razonar y, a la vez,
comparte muchos elementos en común con el resto de la
humanidad.

Eso significa que cada uno de esos 6,700 millones de individuos es


representante de la especie humana, por lo que tiene el mismo valor
y debe gozar de las mismas oportunidades que todos los demás:
llenar su corazón de esperanza para alcanzar una vida mejor y
cumplir sus sueños, tener derecho a la justicia y el trabajo,
obtener logros por su esfuerzo mental y físico y, sobre todo,
conquistar la felicidad. Por ser una persona tú mereces todo eso y
por ser personas lo merecen todos los 6,700 millones: niños, niñas,
hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, campesinos, amas de casa…
Reflexiona: Aceptar
las diferencias
 
• Así como la población se cuenta por millones, es común escuchar que
“tantos miles” viven en extrema pobreza, mueren de desnutrición o no
reciben educación. No hay que guiarnos por las cifras, sino pensar en la
importancia de cada una de esas personas por separado, su lucha y sus
padecimientos. Cuando tratamos de verlos uno por uno, como en una
especie de amistad a distancia, comprendemos mejor las dificultades
por las que atraviesan y sentimos una mayor empatía y
responsabilidad con respecto a ellos No es lo mismo saber que en una
guerra murieron veinte mil hombres que pensar en el caso de uno de los
soldados que, al fallecer, dejó solos a su esposa y sus hijos. Por ser
representante de la humanidad, cada persona vale tanto como ella y el
mundo sólo será un lugar bueno y justo cuando todos y cada uno de sus
habitantes, persona por persona dejen de sufrir.

Reconocer el valor y la importancia única de cada ser humano es el mejor


camino para aprender la virtud de la tolerancia, que consiste en restar
valor a las diferencias superficiales y aceptar a quienes son distintos a
nosotros. En el mundo de hoy es común que la gente se organice en
grupos como las clases sociales, las religiones o los partidos políticos. Lo
mejor es recordar que, antes de estar en cualquiera de esos “clubes”,
nosotros y los demás somos personas. Eso es lo único que importa.
 
Problemas para
 
pensar
Aunque todos los que pertenecemos a la especie humana somos
iguales, ciertas diferencias superficiales nos hacen creer que unas
personas valen más que otras y que algunas no valen nada. Esto no
debe ser así. Cada ser humano, más allá de su apariencia, situación,
utilidad o problemas conserva su valor. Lo interesante es que lo
ayudemos a rescatar ese valor que, a veces, parece perderse. ¿Qué
harías tú para que el valor de las siguientes personas volviera a brillar
intensamente?
 
• Un pequeño que vende dulces en el crucero de una calle.
• Un enfermo de un mal que no se cura.
• Un hombre que está en la cárcel porque cometió un delito.
• Un anciano discapacitado que vive solo y triste.
• Un niño sordomudo.
• Una persona que sufre alguna deformidad en el cuerpo.
• Una persona que adicta al alcohol y las drogas.
 
¿Crees que cualquiera de ellas no es un “ser humano”? ¿Crees que
alguna de ellas no merece respeto? ¿Por qué? Escribe una historia
sobre el caso que más te interese y la forma en que tú lo ayudarías.
Lo que dicen los
libros
• “La persona es un individuo con capacidad de
razonar. Cada persona es perfecta y forma una
unidad autónoma, independiente y suficiente, que
no necesita de nada ni nadie más para existir. Cada
una de las personas está dotada de un espíritu con
dos facultades: la capacidad de conocer y la
voluntad. Éstas hacen que las personas tengan
conciencia y sean responsables de sus acciones.”

—Tomás de Aquino, Suma Teológi


Un laboratorio para la
persona
• Reconocer el valor común de cada persona nos ayuda a
aceptar sus diferencias con respecto a nosotros y a
aprender de ellas.

• Con seguridad en la escuela hay un compañero que


no te cae bien. Es momento de acercarte a él para
conocerlo mejor.
• Cada persona que conoces puede compartir contigo
sus conocimientos sobre la vida. Escucha, por
ejemplo, a los maestros de otros salones, a los niños
de otros grados, a las mamás de tus compañeros.
• Manifiesta y comparte tus valores, los detalles que
te hacen único.
• Haz un álbum fotográfico de las personas más
importantes para ti. Debajo de cada foto escribe qué
las hace semejantes a ti y qué las hace diferentes.
• Organiza reuniones de amigos en tu casa
simplemente para cambiar impresiones, jugar,
convivir y conocerse mejor.
LO QUE EL CATECISMO NOS
ENSEÑA
• La dignidad del hombre nace del hecho de haber sido
creado por Dios a su imagen y semejanza, haber sido
reconciliado por Cristo y estar llamado a la Bienaventuranza
del Cielo.
• Es tanta la dignidad del hombre, que el Concilio Vaticano II
afirma que el hombre es la "única criatura en la tierra a la
que Dios ha amado por sí misma" (Gaudium et Spes, 24,3).
• El hombre, ayudado por la gracia y usando bien de su
libertad, puede identificar su voluntad con la voluntad e
Dios, pues "Lo que Dios quiere es siempre lo optimo" (Santo
Tomas Moro a su hija Margarita).

• ¿De dónde nace la dignidad del hombre?


La dignidad del hombre nace de ser creado por Dios a su
imagen y semejanza, de haber sido reconciliado por Cristo y
de estar llamado, mediante la gracia, a alcanzar su plenitud
en la bienaventuranza del cielo.
• ¿Cómo puede el hombre llegar a la felicidad del
cielo?
Mediante el ejercicio de su libertad, practicando el bien,
cumpliendo en su vida el amoroso plan que Dios tiene para
él.
• ¿Qué es la libertad?
La libertad es la capacidad que tiene el hombre de
ejecutar por sí mismo acciones deliberadas. La libertad es
en el hombre signo eminente de la imagen divina.
• ¿Cuándo la libertad humana alcanza su grado
máximo?
La libertad humana alcanza su grado máximo cuando el
hombre descubre el pan de amor que Dios tiene para él y
lo vive plenamente en su actuación diaria.
Y recuerde que si requiere más
información solo tiene que visitar a
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Además pensando en ti y en tu familia
aquí te contamos la programación
cultural de la semana.

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