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ARTICULOS DE INVESTIGADORES DE
LA UNPSJB
SOBRE EL DIA DEL PETROLEO
Desde los inicios del siglo XIX, las luchas obreras se realizaron –entre otras cosas- por
establecer una relación más “justa y digna” entre el tiempo y el trabajo. La reducción de
horas y el aumento de salario o capital son persistencias que dejan fuera de cuestionamiento la
actividad misma; la razón del trabajo realizado. Hoy se presenta esta misma idea en torno a la
actividad petrolera. Los reclamos acontecidos entre el 2001 y el 2008 nunca hicieron hincapié
en el trabajo en sí, dado que apuntaban generalmente a una revalorización del tiempo bajo la
egida del aumento en el capital. Estos y otros aspectos me encuentro abordando en mi tesis de
licenciatura en historia, denominada: “TIEMPO NEGRO: El tiempo y sus usos. Petroleros en
Comodoro Rivadavia (2001-2008)”.
En vísperas de algún acontecimiento, la gente, ansiosa, espera el día a conmemorar,
para expresar comentarios, recapitulaciones, hechos que acontecerán en dicho momento, y
proyecciones a futuro. Esto sucede, por ejemplo, en los ya publicados –y en elaboración-
escritos en torno al bicentenario, en la mayoría de los estados latinoamericanos el próximo
año, incluido por supuesto el argentino. Esto mismo sucedió en relación a los 100 años del
petróleo en argentina; ahora bien, una vez pasada esta fecha, nos hallamos parados en el hoy.
Acontecida la celebración centenaria- hidrocarburífera, se recuerda y se proyecta nuevamente
pero nunca dejando de lado la presencia del “espíritu” que acompaña siempre al petróleo: las
crisis y los riesgos. Esto último, claro está, bajo la forma de lo oculto, lo inmanifiesto, su
secreto.
El último Boom petrolero acontecido (2001-2008) demostrado a simple vista con
la suba exorbitante del precio del barril de crudo, nuevamente evidencio este <anima> ya
nombrada. ¿a qué se refiere? Pues, antes se debe rondar lo obvio, aquello visto, sabido y
experimentado. De ello, se pueden nombrar 5 cosas:
1. El aumento de la población;
2. La escalada en los precios en torno a vivienda y alimentos;
3. El auge del consumo desenfrenado, asociado a un amplio espectro caracterizado
principalmente por: TV de plasmas, DVD, PC (y todo aquello relacionado con la tecnología),
automóviles, casas, electrodomésticos (o “bienes de segunda necesidad”), culto y explotación
del cuerpo (este último asociado a la proliferación de la prostitución VIP y callejera), drogas
(en su más amplio panorama), y proyecciones arquitectónicas en cientos de puntos de la ciudad
(evidenciando y potenciando violentamente la polarización social);
4. Nuevamente como sucedió con cada crecimiento poblacional, la lentitud
institucional por parte de los entes estatales por llevar adelante planes de infraestructura
acorde a la demanda de este creciente número de personas, derivando en las ocupaciones tan
discutidas y controvertidas, pero poco comprendidas.
5. Y el aumento de reclamos sociales provenientes de los más diversos sectores,
priorizando el del sector petrolero.
Todo esto sucedió en lo que nuestra razón concibe como tiempo. Cada una de estas innegables
circunstancias, son parte de aquel “tercer tiempo” (tomando como primer tiempo el tiempo
de los astros, y por segundo el tiempo histórico, aquel construido por los seres humanos), es
decir, el tiempo de la memoria: el tiempo para recordar y siempre proyectar. El tiempo, aquel
instante para la acción, es el lugar que usamos para vivir y ser cada uno de nosotros. Ahora
bien, ese uso del tiempo, dependerá de dos cosas: un pasado que guía, a un futuro proyectado-
deseado (acorde a las condiciones materiales del presente).
Para el caso de Comodoro Rivadavia, la explotación petrolífera parece hallarse en estas tres
particiones del tiempo: en su pasado, aquí en su presente, y allá en algún futuro.
El petróleo, mineral por excelencia, se opone claramente en su modo de explotación a la
agricultura, por ejemplo. Este último posee una concepción cíclica en su transcurso; el grano
lleva a más grano, la semilla engendra semilla, y así sucesivamente, nada se pierde y el
crecimiento es un constante renacimiento a partir de la muerte. Es decir, de la muerte de
la vida, renace más vida; la muerte es un estadio intermedio entre la vida. En cambio, el
petróleo, para ser obtenido debe ser arrebatado, quitado, expropiado –o explotado- de la tierra;
su conquista deviene de una destrucción primordial, donde los metros de tierra son perforados
(y a lo sumo, en algunos casos, rellenados con cemento) y eliminados.
El origen del petróleo arriba de la muerte, de la ruptura y del fin de algo, para luego “nacer” y
transformarse en mercancía. Jamás de la explotación petrolífera se obtendrá como fruto más
petróleo, sino devastación, aniquilación, asolación, arrasamiento y ruinas.
A esto se le suma el propio tiempo que encarna dicha explotación: como carrera abierta al
aprovechamiento máximo del suelo, el petróleo es rapidez, instantaneidad, fluidez y velocidad;
cada movimiento se realiza en un corto plazo de tiempo, y a su vez, esta acción depende de un
“joven” y reciente pasado, en concordancia con un cercano y próximo futuro a corto plazo.
Es decir, el petróleo “no tiene proyección futura, planes, ni perspectiva histórica”, porque
realmente no sabe –a ciencia cierta- que sucederá mañana. Su base económica se realiza sobre
una concepción expansiva de un recurso no-renovable.
Todo aquel que haya tenido contacto con la realidad petrolífera comprenderá y sabrá que el
trabajo de torre –base y sostén de toda la explotación- se caracteriza por su alto riesgo dadas
tres condiciones básicas:
A) Las reacciones instantáneas, imprevistas y espontáneas del pozo de petroleo,
derivando en catástrofes de la más diversa índole.
B) La negligencia.
C) Y la des-información dentro del grupo.
Así presentado, el petróleo es “una apuesta” al hoy; mañana no se sabe, con lo cual la norma
es vivir rápido dentro de las circunstancias dadas y sin pensar en lo próximo, porque quizás ni
siquiera se esté presente. Sumado a todo lo dicho, si se piensa que la población de la ciudad se
duplico en estos años analizados (en su mayoría con objetivos e intereses económicos) todo se
convierte en una acción y su consiguiente reacción. No es que “los tiempos cambian”. Lo que
acontece son transformaciones en las concepciones del tiempo, y esto visto en el presente se
nos “presenta” como fugaz, volátil, liquido y efímero. Todo, bajo el aura de la velocidad.
Lo sucedido en los últimos nueve años no fue más que un reflejo de la misma actividad
petrolera. Detrás de cada una de las realidades sociales, nombradas y reconocidas, se halla el
petróleo, volcado en las actitudes de una sociedad que pretende y desea seguir viviendo de este
recurso no-renovable.
Nunca estará de más hacer un silencio en la mirada y oír los latidos de la reseca tierra que nos
grita a mares sus muertes a cambio del mineral líquido. Es hora de mirar, plantear y decidir, si
se quiere (y vale la pena) seguir luchando por “más tiempo libre con mejores salarios”, o bien
cuestionar el anhelo y la continuidad de un sistema sustentado en lo “irrenovable”. Lejos de la
vida, desde su nacimiento, el petróleo engendra crimen, violencia, y muerte.
Auge petrolero: la nueva realidad y el fenómeno del consumo de los jóvenes petroleros
Lucía Fueyo (UNLP)
A partir del 2003 se abrió una nueva etapa que inserta a la ciudad alrededor de la industria
hidrocarburífera y con ella, nuevos modos de vida, de construcción de identidades y de
fenómenos suscitados por los nuevos trabajadores petroleros, ligados a un contexto de
globalización muy diferente al de otras épocas de la explotación petrolera y donde el consumo
se presenta como eje de todas las discusiones.
Comodoro Rivadavia vivió a partir de la reactivación económica, una realidad no sólo
particular respecto al resto del país, sino también contrastante con la situación vivida hasta el
2002 en la propia ciudad, que pasó metafóricamente, del infierno al cielo. En este contexto de
abrupta mejoría económica relacionada a la actividad históricamente primordial de la región,
emergía un nuevo proceso de construcción de identidades en torno a la explotación petrolera.
Las empresas tanto operadoras como de servicios petroleros comenzaron a tomar
gente, especializada o no, para desarrollar las tareas requeridas por el sector. En este proceso
una gran cantidad de jóvenes fueron los encargados de protagonizar esta nueva etapa y con
ellos, se comienza a percibir un nuevo fenómeno provocado por el alto nivel adquisitivo:
el auge del consumo. Este fenómeno me encuentro investigando en el marco de mi tesis de
licenciatura denominada: “Las representaciones sociales de los hombres jóvenes de Comodoro
Rivadavia que trabajan en empresas petroleras, en torno a prácticas de consumo”, en la
Facultad de Periodismo y Comunicación de la UNLP.
Este fenómeno de adquisiciones se presenta principalmente en los trabajadores
petroleros más jóvenes que son quienes en la mayoría de los casos aún viven con sus padres,
no tienen una familia que mantener y sus gastos son individuales. Con esta perspectiva, resulta
comprensible que los gustos y deseos personales traducidos en bienes, sean los primeros
placeres cumplidos para ellos, en un mundo además regido bajo las reglas del mercado.
A partir de este suceso convergen una serie de replanteos sociales construidos en torno
al nuevo petrolero, “nuevo rico”, enarbolados por el discurso ético tradicional que estigmatiza
al consumo como derroche en contraposición al ahorro, eje fundamental del progreso. Y con
dicho argumento se construyen dos visiones de mundo distintas en una misma sociedad: la que
acabamos de explicar, mayormente asentada en los trabajadores no petroleros, y la de quiénes
realizan labores en la industria y encuentran en el consumo justamente una concepción de
progreso y hasta en muchos casos, de “renaceres”.
Para analizar un fenómeno tan importante y complejo como el consumo, es necesario
ubicar la problemática en contexto y tratar de entender rasgos característicos de la historia de
la ciudad ensamblado con una contemporaneidad mundial cuyas tendencias globalizadoras son
parte de la cultura del mundo occidental. Esto implica comprender la historia de Comodoro
unida a los vaivenes de la industria petrolera, lo cuál genera un cúmulo de sensaciones
inclusive antagónicas entre sí. Lo que significó la privatización de YPF, no sólo en materia
económica sino también sociocultural, que llegó de la mano de un nuevo contexto mundial que
ancló de la peor forma en el país y todas las consecuencias que se sucedieron con las políticas
neoliberales en los 90´. Y la globalización que de la mano del mercado se metió de lleno en
las vidas y los sueños de la gente, descubriendo e incentivado deseos sólo posibles de cumplir
con dinero.
Al tener en cuenta estos aspectos reducidamente expuestos se podrían tratar de
desmembrar los elementos que operan a favor y en contra del fenómeno del consumo, que
recae mayoritariamente en la adquisición de autos y tecnología, apropiaciones que se pueden
obtener en el momento -lo cuál conlleva una concepción incierta del futuro, ligada tanto a estos
vaivenes económicos del petróleo y a la condición propia de juventud- como así también de
cierto tipo de consumo “tabú”, como drogas, casino, “sitios nocturnos”.
El consumo debe ser entendido no sólo como la apropiación de bienes sino el conjunto de
procesos socioculturales en que se inscriben la apropiación y usos de los productos. Una
construcción de sentidos que no se agota en la obtención de un bien sino que se registran en
él los procesos vividos por la persona en sociedad. Y muchos de estos jóvenes, encargados de
llevar adelante el funcionamiento de la industria petrolera, es decir, la economía de la mayor
parte de la región, vivieron en condiciones adversas durante los años previos al “nuevo boom”
y chocaron de golpe con una realidad que los invitaba a cambiar su rumbo considerablemente.
El fenómeno del consumo engloba aspectos inabarcables en esta descripción, que en realidad
intenta ser una invitación para pensar cuestiones intrínsecas en la sociedad, que llevan a
concebir el mundo de determinada manera, y esta visión dependerá de la construcción
identitaria de cada uno.
Intentar, para no recaer en la negación de fenómenos como el consumo- fundada en profundas
concepciones clasistas- que lleve a una posterior estigmatización del trabajador petrolero como
tal y de la industria misma, cuando en realidad, la historia de la ciudad ha vivido sus épocas
de mayor prosperidad con el auge de la misma, en oposición a los peores pasares, atravesados
siempre por una crisis del petróleo.
[2] Los nombres de personas aquí mencionados fueron modificados a modo de resguardar sus identidades.
Agradecemos a: Nelson H., Daniel L., Walter P., Pedro R., Pablo, Genaro, Guillermo, Carlos y Juan. Por la
información y predisposición para dar a conocer parte de sus vidas. También el número del equipo de perforación
aquí mencionado fue modificado.