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que habían mendigado por su mente clavándole agujas sin compasión, toda
acechaba peligro y debía hacer algo. Las primeras gotas de lluvia le obligaron a
hacer el paso que no quería, pero lo hizo, puesto que no había más remedio.
Así que se fue corriendo, le gustaba hacer ruido con sus botas al pisar los
pequeños charcos que se habían depositado a lo largo del callejón por el cual
siempre se detenía a mirar, de una manera tal, que parecía que iba a atravesar
cartera, la abrió y sacó una de las fotografías, era un muchacho con el pelo
con la mirada fija, y una lágrima le recorrió todo su rostro hasta caer
fotografía.
Le costó, pero al fin llegó, su cuerpo ya no estaba para estas carreras, pero en
este caso, era totalmente urgente actuar. Cogió las llaves y las puso en la
cerradura con sigilo, como si no quisiese que nadie supiera que se adentraba
de aquel blanco marfil y una capa de barniz que reflejaba los días de buen
tiempo. Entró, todas las luces apagadas, dando pasos suaves fue a los cuatro
habitáculos que había en la planta baja, para comprobar que en esa casa solo
Al estar seguro, subió por las anchas escaleras que había hacia la segunda
por la planta, si alguien se había colado en lo que era su morada. Las paredes
empapaban la frente, miró a un lado y al otro, corrió las cortinas y miró a través
de la ventana y dentro del armario. Una vez inspeccionados todos y cada uno
frente de la cama y cerró los ojos durante unos instantes. Después se levantó,
cama hacia uno de los extremos de la habitación, aquella cama que quedó
y levantó la trampilla que se escondía y vio las dos cajas, cogió esa que él
lugar.
intento fallido por levantarse y quedó arrodillado ante la cama con la caja
caja, arrodillado aún, la miró de reojo como si fuese insano mirarla fijamente, y
frío, las pulsaciones aumentaron, y sus respiraciones eran cada vez más
cama, justo donde dormía su mujer. Aquel que le había matado, le arrebató la
joya de la mano, y le dejó allí, después dio media vuelta, y cuando estaba a
para ver desde mi casa aquel verde selvático que inundaba los ojos del que