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na inesperada llamada tele. fonica de mi primo Marino me pone en antecedentes, "Alo mejor no recuerdas que en las fiestas de este afio se cumplen cin- cuenta afios del acidente...” eCincuenta afos ya? (Dios mil Cincuenta aos, cdma pasa el tiem po! toda una vida Una vida que he tenido la suerte de vivir, todo un regalo del destino. La llamade de mi primo, inevitable- mente, me transporta hasta aque- llos momentos terribles que per- manecen dentro de mi aunque con el trascurso de los afios l6gicamen te de una forma menos dolorosa éCémorno voy a recordarlos?, claro {ue osrecuerdo, comoenunanube, poco definidos pero indelebles. Recuerda sentir que me envolvié un prolonged fogonazo, las carre- ras, los gritos. Alguien me despojs de la poca ropa quemads que aun Wevaba colgando. Fue mi abvelo sin saber atin que era yo, su nieto, quien se encontraba debajo de una negra capa de piel quemada, Recuerdo que me intradujeron en la ermita que estaba junto a la en- trada de la Virgen y me sentaron, Uuntandome aceite por las pier- nas, también recuerdo que alguien pasé su mano por mi cabeza para retirar todo el pelo chamuscado y humeante que atin me quedaba y ese olar a ceniza caliente y pelo ‘quemado si que se me ha grabado permanentemente. Recuerdo cuando desde alli mismo me subieron en el coche de D. José el médico, hasta el hospital de Alba- cete y su voz, que insistia sin cesar alo largo de aquel entonces, inter- minable trayecto: “Que no se dus ma el chiquillo, que no se duerma’ ‘A pesar de encontrarme con un fuerte shock, lo que jamés he ol- vidado fueron las palabras que of decir, como en penumbra, al grupo de médicos que nos atendieron en primera instancia, “estos tres no pasan de esta noche”, Asi de tre mendo, as{ de tajante. En unos ins- tantes icdmo te cambia la vidal. iEllos dos se fueron! ... a noticis supuso un auténtico mazazo para el pueblo, aquel otofio se tiad de una profunda congoja. Todo lo que ocurrié a continuacién fue un sufrimiento cotidiano y per ‘manente, no solo para mi, sino para mi familia que vefan como me iba de- teriorando poco a poco sin que die- ssen ningin resultado las dolerosas curas diarias alas que era sometido, Todo este suceso no hubiese tenido mas trascendencia que la desgra- cia sufrida por los implicados y sus familias si no hubiese sido por los acontecimientos que se produjeron acontinuaciény queme ha motivado para escribirestasdificileslineas. Hay hechos que tienen que ser re cordados. Que no se olviden nunca, Sera injusto que con el paso de los afios desapareciera de la memoria colectiva de un pueblo, Los évenes, las generaciones actua~ les de caudetanos, deben recibir en herencia el saber cémo sus mayores reaccionaran ante aquella tragedia En los meses siguientes recuerdo haber recibido constantes visitas de todo aquel que tenia la oportunidad de trasladarse hasta el hospital de Albacete donde todavia permane: ciamos los tres iltimos afectados, quedndome finalmente yo solo, que lejos de ir majorando, empeors ba inexorable mente en una pralon gada lucha contra el desgaste. Esa situacién tenfa un limite y era evidente que yo estaballegandoadl Aiguien de mi familia concluyé que 2 nica solucién pasaba por ser trasla dado a Madrid, @ una clinica privada donde habia especialistas cualifica- dos en tratar a grandes quemados y que por el contrario, de continuar en Albacete, seria inevitable un final previsible y ano tardar mucho Hay que recordar que estamos ha- blando de hace cincuenta afios y la sanidad publica era inexistente, nade que ver con a actualidad, La opcién pasaba por otra vuelta de tuerca a sumar a la légica an- gustia que se vivia en mi familia porque la situacién econémica no les permitia hacer frente a seme- jantes desembolsos. Y en mitad del trasiego mental para encon- trar esos recursos, se produjo el mmilagro Entre mi abuelo Agustin y el cura paérroco del pueblo, pensaronen re: currir a las gentes de Caudete. Se solicité una colecta popular para recaudar la mayor cantidad de fon dos posibles encaminados a cubrir los gastos que podia suponer el traslado y posterior tratamiento enla clinica Ruber de Madrid, Jovenes de Caudete, tengis que saberlo, La respuesta fue multitu dinaria, el pueblo se volcé, hasta el punto que el traslado se pudo reali zar casi inmediatamente Desconozco muchos detalles de todo aquello pero llegaron a mis of dos que incluso hubo chiquillos que estaban ahorrando para comprerse una bicicleta y donaron en su tota- lidad todo lo guardado para ayudar a mirecuperacién, Apart de ahi empezé una rdpida y contiauada mejoria.Amime supuso variosmeses mas de convalecencia pero la recuperacién llegé hasta el punto que en las fiestas del afo si uiente pude pasear de nuevo por el pueblo, cojeando y demacrado, pero vivo gracias 2 Caudete. gMerece 0 no merece la pena re~ cordar aquel acontecimienta?. ¢No es un ejemplo de verdadera solida~ ridad, término éste tan usado y ala vez tan vituperado tltimamente?, Mi agradecimiento a las personas que me han dado la posibilidad de manifestar a través de estas Iineas ‘no solo mi eterno y sincera agrade- cimiento, porque siempre he tenido lacertezade que sigo vivo gracias a la generosidad de que fueron capa: 05 los caudetanos en aquel aciago afio, sina de tratar de rescatar un ejemplo de comportamiento social que con orgutlo lo pueden llevar en su corazén todos los caudetanos. Pero sobre todo, que no se olvide. Esteban Quintana Vila

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