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Bioética y dignidad de la persona Roberto Andorno Bioética y dignidad de la persona SEGUNDA EDICION Version espaiiola ampliada y actualizada del texto original en francés: La bioéthique et la dignité de la personne, Presses Universitaires de France, Paris, 1997 ‘Titulo origin La bioéthique et fa dignité de la personne Disefio de cubieste: Félix Pavén 1 edicién, 1998 24 edicién, 2012 Reservados todos los derechos. Bl contenido de esta obra esti protegido por la Ley, que establece penas de prison yfo multas, dems de las correspondientes indemnizaciones por datos y perjuicios, para quienes repradujeren, plagiaren, dstribuyerea 0 ‘comitnicaren publicamente, en iodo o en parte, una obra iter ia, atistca o cientifica, o su transformacién, interpretacion © ‘jeoncién actistice Fijada en cualquier tipo de soporte o conan ‘cada a través de eualquier medio, sin la preceptiva autorizacion, © RoneRTo ANDORNO, 2012 ‘© Publicado originariamente por Presses Universitaires de France, 1997 @ EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAVA, S.A.), 2012 Juan Igaacio Luca de Tens, 15 - 28027 Madrid ISBN: 978-84-309.5445.2 Depésito legal: M-25-2012 ‘Printed in Spain. Impreso en Espaia por Closas Orcoyen INDICE InTRODUCCION IREERA PARTE LABIOETICA 0 LA ETICA DELA VIDA LAS BASES DE LA BIOBTICA - Li ANBIGOEDAD DEE. PROGRESO CIENTIFICO RE GLAMA LIMUTES ssn 11, ETIcA RELATIISTA ViRsts ICA OBIETIVISTA «CALIDAD DE VIDAS ¥ «DIGNIDAD DE LA VIDA IN. LOS PRINCIPIOS DELA BIOETICA sus 1. El principio eminente de a bodtca: ef ves- pto de la dignidad humana El principio de benafcencia Elprincipio de autonomia El principio de wlnerabilidad = Los prncipias propios del dmbito de la sa. ld piblica LA mio nica Y #1 DERECHO VILA norerwacionalizacion be a miotsica {QUE ES LA PERSONA? . |. 4SER PERSONA EQUIVALE A ast DIGNOD TH, Ea PERSONA: Uw INDIUIDUO HUMAN. TCA rRsonA: UN SeR ADTOCONSCIENTY TN UN DEDATE Mas QUE TEBRICO {7} 8 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Cap HII, LA EUGENESIA: LA UTOP[A DEL HOMBRE, PERFECTO ws rene 1. LOS ORIGENES DE LA EUGENESIA JIL_LA NUEVA BUGENESIA: EL DIAGNOSTICO PREIM- PLANTATORIO ~ LBL espero DE LA DIFERENCTA . TV. _ZESISTE UN DEER DE PRESERVAR LA TUMANI ab? . SEGUNDA PATE LA PERSONA EN EL CENTRO DE LA BIOETICA Can IV. EL COMIENZO DE LA PERSONA .... T. LA APROXIMACION BIOLOGICA HLA APROXIMACION FILOSOFICA TL. Ea APROXIMACION ETICO-TURIDICA CAP. V._ LA PROCREACION DE LA PERSONA 1. PROCREACION ¥ PRODUCCION ... TL EL CONGELAMIENTO DE EMBRIONES » TL LA EXPERIMENTACION CON EMBRIONES CAP.VI__LAIDENTIDAD DE LA PERSONA 1. EL, RECURSO A DONANTES DE GAMETOS TL. _L§ MATERNIDAD SUBROGADA .. TIL Los sxAMENES GENETICOS: TV. LACLONACION een \._LAS INTERVENCIONES NLA LINEA GURMINAL Cae, VIL EL. PIN DE LA PERSONA 1, LA INTERROGACION ACERCA DE LA MUERTE IL. LA CONSTATACION DE LA MUERTE .. TLL CARACTER #eROPORCIONALY 0 «NO PROFORCIO- NAL» DE Los TRATAMIERTOS IN. LA EUTANASIA Concnusi6n BinLioGatla INTRODUCCION Es peligroso hacer ver al hombre set semejaniza con las bestias, sin mostrarle a la vez su grandeza. Blaise PASCAL. El desarrollo extraordinario de las ciencias biomé- dicas que se observa en las tltimas décadas esta en la base del poder descomunal que estamos adquiriendo sobre nosotros mismos y nuestra propia especie. Esto plantea, no sdlo a los investigadores, sino también a Jos juristas, a los poderes piblicos y a los ciudadanos en general, preguntas nuevas y dificiles. @Hasta donde puede avanzarse en el creciente dominio del hombre sobre el hombre? {Puede hacerse —debe ha- cerse— todo lo que resulta técnicamente posible en materia de procreacién asistida, de mejoramiento de la «calidad» de los futuros nifios, de desdoblamiento de 1a paternidad o maternidad entre varios indivi- duos? EI ser humano, tal como 1o conocemos, me- rece ser preservado? {Tienen las caracteristicas pro- pias de la condicién humana un valor intrinseco? 20 9] 10 BIOETICA ¥ DIGNIDAD DE LA PERSONA son meros datos contingentes que podemos modelar a voluntad? ‘Al mismo tiempo que se plantean estos nuevos in terrogantes, viejas cuestiones relativas a la relacién médico-paciente comienzan a ser vistas desde una perspectiva distinta, que pone especial énfasis en los derechos y autonomia del paciente. Se insiste —con raz6n—en la importancia de superar una vision exce- sivamente paternalista de la medicina y de reconocer al paciente un mayor poder de autodeterminacién res- pecto de los tratamientos a los que desea 0 no some- terse, Para agrupar los esfuerzos dirigidos a dar respues- tas a estos interrogantes se ha acufiado un nuevo tér- ino: bioética. Este vocablo est compuesto a part de dos palabras griegas: bios (vida) y ethikds (ética). La bioética es, por tanto, Ja ética de la vida. La bioética es ante todo ética. Esto significa que forma parte de aquella rama de la filosofia que se ocupa de estudiar la moralidad del obrar humano. La ética es, en efecto, la disciplina que considera los ac- tos humanos en tanto buenos 0 malos. Pero la bioética es una parte de la ética y no toda la ética. Ella se ocupa de la vida en cuanto tal. La pre- gunta central que se plantea es: gcdmo debemos tra- tar a la vida, sobre todo, a la vida humana? En efecto, sin perjuicio de la creciente y justificada preo- cupacién por el respeto a los animales y al medio am- biente, es ante todo la cuestién del respeto a la vida humana la que se coloca en el centro del debate bioé- tico, Resulta interesante observar que la palabra «bioé- tica» fue al principio resistida en Europa continental, INTRODUCCION rt porque hacia pensar que era la biomedicina la que se elaboraba, a su gusto, su propia ética, Ahora bien, la ética, en tanto disciplina filoséfica, esté por encima de Jas ciencias particulares. No corresponde a las bio- tecnologias dirigir a la ética, sino que es a la ética a quien incumbe dirigir a las biotecnologias. Por ello, se preferia hablar de «ética biomédica» antes que de «bioética»', Sin embargo, en esta guerra terminoldgica, ef neo- logismo parece haber terminado por imponerse gra- cias a la gran fuerza expresiva de que esta dotado. La palabra «bioética» permite reunir en una misma dis- ciplina reflexiones sobre temas en apariencia hetero- géneos, que inferesan no s6lo a la ética médica, sino también al derecho, a la filosofia y a la politica. El punto comin de los nuevos interrogantes es e/ valor del ser humano en su corporeidad frente a los desa- rrollos biomédicos. Por ello, puede afirmarse, en una primera aproximacién, que la reflexién bioética no hace mas que retomar el cuestionamiento eterno del ser humano sobre st mismo y su dignidad, aplican- dolo al campo especifico de fa biomedicina?. "La palabra «biogtica» fue empleada por primera vez en los Esta- 40s Unidos en 1971 por ef oneélogo Van Rensselaer Potter en su libro Bioethics bridge 10 the fidure. Al aio siguiente, el nuevo término fue fempleado para dar nombre a una institucion fundada por Andrew He~ Hegers en la Universidad de Georgetown (Washington), que estarla de- dicada a estudio de estas nuevas cuestiones: The Joseph and Rose Ken- nedy Institute of Ethics for the Study of Human Reproduction and Bigethics (hoy conocido como Kennedy Institute of Ethics) 7 En el mismo sentido, efi la definicién propuesta en la primera edicidn de la Eneyelopedia of Bioethics (diigida por W. Reich, Nueva York, 1978, vo. I, Introduction, p. xix): cLa biodtica es el estudio sis- BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Sin embargo, en razon misma de su compl ligada a los desarrollos biotecnolégicos, esta rama de Ja ética posce caracteristicas que le son propias. En particular, la bioética supone una aproximacién inter- _ disciplinaria, prospectiva, global y sistematica a los nuevos dilemas’. Es interdisciplinaria, ya que, al in- teresarse directamente por el valor de la vida humana y las repercusiones sociales de los nuevos desarrollos, no.concierne sélo a los médicos y bidlogos, sino tam- bién a los juristas, fildsofos, tedlogos, autoridades pilblicas, psicélogos, etc. Prospectiva, porque mira ~ necesariamente hacia el futuro de la humanidad. Glo- | bal, porque muchos de los nuevos desatios no sélo ~~ afectan a individuos aislados, sino a la humanidad en Su conjunto. Sistemdtica, porque pretende organizarse como una reflexién coherente y estructurada, con principios propios, y no como una simple casuistica, La Primera Parte de este libro pone de relieve las -cutestiones relativas a los fundamentos de la bioética (cap. 1), a la nocién clave de «persona» (cap. TI) y al problema planteado por la cugenesia (cap. III) _ La Segunda Parte analiza cuatro dimensiones de la personalidad que tienen especial relevancia en los de- _ bates bivéticos: el comienzo de la persona (cap. IV), _ Su procreacién (cap. V), su identidad (cap. VI) y su fin (cap. VID). temtico de la conducta humana en el campo de las ciencias de Ta vida '¥ de la salud, ata luz de los valores y de los principios morales * Chk. G. Duranb, La bioéthique, Cerf, Paris, 1989, pp. 21 ss, PRIMERA PARTE. LA BIOETICA O LA ETICA DE LA VIDA* Una vez més, la tinica euestion que euenta, es la del vator de la existencia humana, Claude BRUAIRE * En esta primera parte consideraremos los fundamentos de fa biog tica (cap. D, y en especial, lo que constituye su naicleo duro: Ia persona ap. 1D, para luego sefalar los interrogantes mis fundamentales que se plantea respecto del futuro de la hummanidad (cap. 1D CAPITULO I LAS BASES DE LA BIOETICA I. LA AMBIGUEDAD DEL PROGRESO TECNOCIENTIFICO RECLAMA LIMITES Los avances de la medicina y la genética estin con- tribuyendo de modo extraordinario al desarrollo de nuevos procedimientos preventivos, diagnésticos y terapéuticos. Peto, al mismo tiempo, dan lugar a nue- vos interrogantes que, por su gravedad, no pueden ser ignorados: ztenemos el derecho de hacer todo lo que es técnicamente posible en materia de procreacion asistida, de uso de embriones humanos como material de experimentacién, de modificaciones en el ADN de nuestra descendencia? ;Pueden duplicarse delibera- damente individuos con una misma informacion ge- nética? zTenemos un «derecho a no saber» nuestros propios datos genéticos? ;Debe prolongarse indefini- damente y a cualquier precio el tratamiento de los en- fermos terminales cuando la técnica lo permite? gEn base a qué criterios debe decidirse la distribucién de U5) 16 BIORTICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA recursos escasos (6rganos para trasplantes, equipos médicos de alta complejidad, etc.) cuando de ellos de- pende la vida de los pacientes? Estos son s6lo algunos de los nuevos dilemas que genera el desarrollo tecnocientifico y que hasta hace algunas décadas eran inimaginables. El positivismo triunfante presentaba la ciencia y la técnica como ac- tividades «neutras», colocadas mas alla del bien y del mal, El proyecto tecnocientifico escapaba al juicio critico en tanto instrumento del progreso ilimitado en el que la humanidad se creia embarcada. Segiin este esquema, propio del pensamiento iluminista, el desa- rrollo cientifico bastaba por si mismo para asegurar la instauracion de una sociedad arménica gracias a la aplicacién sistematica de métodos racionales en todos los campos. Después del empleo de la bomba atémica en Hi- roshima, y mas recientemente, la perspectiva de la de- nominada «ingenieria humana» (human engineering) y de la clonaci6n, la actitud ante la ciencia se ha vuelto profundamente ambivalente; por un lado, si- gue habiendo una suerte de confianza ingenua en los beneficios que promete, como si se mantuviera in- tacto el mito decimondnico segun el cual la ciencia es, por si sola, capaz de salvar al mundo de todos sus malest; por otro lado, al mismo tiempo, hay un temor creciente ante los riesgos desmesurados que algunas tecnologias representan para la humanidad. Hoy se constata que la ciencia se ha vuelto subrep- ticiamente «tecnociencia», es decir, que se ha puesto ' Cf. M, MIDGLEY, Science as Salvation. 4 Modern Myth and its Meaning, Routledge, Londres, 1992. LAS BASES DE LA BIOETICA. q7 al servicio de finalidades puramente operativas, des- ligadas de toda reflexion acerca del sentido ultimo de os productos que genera. Es como si las posibles aplicaciones inmediatas de los desarrollos tecnolégi- cos bastaran para justificarlos @ priori y ahogaran de raiz toda consideraci6n ética. Tal como lo destaca un fildsofo, ya no se plantea «cual es la naturaleza o esencia de...?», sino «cual es la funcién de...?», «qpara qué sirve?», «como funciona», «como ha sido producido?»?. Desde esta perspectiva, de tipo utilitario, et mundo natural deja de ser visto como expresién de la belleza y armonia del cosmos para volverse una suerte de cantera cuya tinica funcién es la de producir bienes de consumo. Lo que desde la noche de los tiempos era un objeto de contemplacién, pasa a ser un simple ob- jeto de explotacién. Este reduccionismo impregna en buena medida la concepcién moderna de la ciencia, que se mueve en el campo de lo cuantitativo, de la representacién formal. El medio por excelencia de este tipo de representa~ cidn es la matemética. Es por ello que el verdadero paradigma del pensamiento tecnocientifico es el ob- jeto matemético. No debe olvidarse que el objeto ma- tematico es construido, no nos es dado como los ob- jetos naturales. El objeto matematico es el modelo segtin el cual la ciencia busca reconstruir la realidad natural, que deviene asi, de algin modo, una «multi- plicidad matematica»’, 2G, Hortos, Le signe ef la technique, Aubier, Paris, 1984, p. 61. DE, Hussne., Crisis de las ciencias enropeas y la fenomenologia trascendental, Folio Ediciones, México, 1984, p. 27. 18 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA En esta dptica, la naturaleza sdlo sirve para aportar bienes y servicios al ptiblico consumidor. Ella debe entregar su energia escondida a instancias de la téc- nica, que tiene como tarea el «provocarlay’. Resuena en esta nueva perspectiva un eco del llamamiento car= tesiano a los hombres para que se conviertan, a través de la técnica, en «duefios y poseedores de la natura- leza» (maitres et possesseurs de la nature), Con la limica diferencia de que, tal vez, Descartes no habia imaginado que esta empresa de conquista de la natu- raleza podia algin dia volverse contra el hombre mismo. Cuando se llega a este punto, es decir, al propio ser humano como terreno de conquista, resulta dificil precisar quién domina a quién y quién gana sobre quién. Esta sensacién de vacio existencial crea en mu- chos el temor de que estamos marchando hacia una deshumanizacién de las generaciones futuras, Como lo advertia proféticamente C. S. Lewis en 1943: «si el hombre elige tratarse a si mismo como materia prima, se convertird en materia prima; no en materia prima a manipular por si mismo, como ingenuamente imagi- naba, sino a manipular por Ia simple apetencia [...] de sus deshumanizados Manipuladores»®, Este cambio radical de perspectiva respecto de la naturaleza, incluyendo al mismo género humano, re- “M, HEIDEGGER, «Die Frage nach der Technik, en Die Technik und lie Kehre, Neske, Tubingen, 1980, p. 16. SR. Descareres, Discours de la méthode, Vie partic, Vrin, Paris, 1967, p. 62. ©C.S, LEWIS, The abolition of man, Harper Collins, Nueva York, 2001, p. 73 LAS BASES DE LA BIOETICA 19 ‘conoce entre sus principales inspiradores a Condorcet y Bacon. Condorcet pensaba que si el siglo xvit ‘cumplia con sus dos tareas esenciales —extender la aplicacién del método cientifico a toda la gama de co- nocimientos humanos y codificar en formulas el mé- todo cientifico— ya habia asegurado la perennidad a las verdades descubiertas por las ciencias. Entonces, el progreso cientifico aportaria necesariamente cl progreso moral. El Siglo de las Luces habia inaugu- rado la era en la que, por fin, el ser humano dejaria de oscilar entre el saber y la ignorancia: «cada siglo agregara nuevas luces al que le ha precedido; y este progreso, que ya nada podra detener ni suspender, no tendré otros limites que los de la duracién del uni- verson?. Condorcet llega incluso a prever la construccién, por medio de la ciencia, de una sociedad nueva en la que ya no existiran diferencias sociales, habiendo de- saparecido las enfermedades y Ja ignorancia: «nues- tras esperanzas en el destino futuro de la especie hu- mana pueden reducirse a estas tres cuestiones: la destruccién de la desigualdad entre las naciones; los progtesos en la igualdad dentro de un mismo pueblo, y por fin, el perfeccionamiento real del hombre»*. Pero se tiene la impresion de que el progreso que tiene en mente concierne a la humanidad globalmente considerada, y no tanta a los individuos concretos, > Coporce, «Discours prononcé dans Académie frangaise le Jjeudi 21 février 1782, a la réception de M. le marquis de Condorcet», cen Oenwres de Condorce,t. I, Firmin Didot, Pati, 1847, p. 392, * ConpoRCET, Esquisse «l'un tableau historique dex progrés de Pesprit humain, Editions Sociales, Pacis, 1971, p. 253, 20 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA que juegan un papel secundario®, En este sentido, y anticipandose a las medidas eugenésicas modernas, sefiala que no cabe imponerse como un deber el «car gar el mundo con seres intitiles y desdichados'”, Por este motivo, se sefiala a Condorcet como «el padre de Ja cugenesia republican»! El mismo ideal de un intervencionismo creciente en Ja naturaleza se observa en Bacon, para quien la téc- nica no se satisface con imitar a la naturaleza, que- dando en un segundo plano, sino que busca superarla ¢ inchiso modificarla. Después de todo, no habris guna diferencia esencial entre lo natural y lo arti La idea segtin la cual ia unica tarea de la técnica con- sistirfa en completar la naturaleza o en corregirla no serfa més que un vano prejuicio. Es este prejuicio el que, segin Bacon, ha vuelto los asuntos humanos tan desesperados, Por ello, «los hombres debieran conven- cerse de este principio: que las cosas artificiales no di- fieren de las cosas naturales por la forma o la esencia, sino s6lo por su causa eficiente [...]; y cuando las co- sas estan dispuestas pata producir un cierto efecto, que éste se produzca por el hombre o sin el hombre, poco importa»"?, Si al principio la técnica parece imitar a la naturaleza, es por una simple raz6n estratégica, a fin de vencerla mas tarde, ya que «sdlo se triunfa sobre fa naturaleza imiténdola»'?. ° «El perfeccionamicnto o la degeneracién ongénicas de las razas ve~ _gctales 0 animales pueden ser vistas como uns de las leyes generates de Ja naturaleza. Esta ley se extiende a Ja especie humana (ibid, p. 379), "Tid, p. 270, J. TestaRr, Le désir du géne, Frangois Bourin, Paris, 1992, p, 32. " R Bacon, De dignitare et augmenis scientiarum, Il, 2. ' aatura enim non nisi parendo vincitury (Aforismo 3, Novum Or- ‘gan. LAS BASES DE LA BIOETICA 21 En el esquema baconiano, la transformacién de la naturaleza por medio de la técnica es la tarea mas ele- vada que puede imaginarse para el ser humano. Des- pués de comparar una serie de ambiciones humanas, Bacon concluye: «pero que un hombre trabaje para restaurar y acrecentar el poder y el imperio del género humano sobre el universo, esta ambicién es la mas noble de todas»"4, Es verdad que la visién judeocristiana ya habia en buena medida desacralizado el mundo natural, estable- ciendo una diferencia neta entre el mundo y Dios, y co- locando al ser humano en la cispide de la creacién. Pero también es cierto que esta perspectiva continuo comprendiendo Ia nocién de «naturaleza» en un sen- tido teleolégico, como una suerte de ley interna a los seres, y especialmente al ser humano. A éste se le juzgo capaz de conocer esta ley interna —la ley natural— por medio de su raz6n y de vivir en armonia con ella. Pero el pensamiento tecnocientifico no reconoce ninguna «ley natural» en sentido moral, puesto que slo funciona con las dimensiones cuantitativas de la materia, Es incapaz de ir mas alld de lo puramente empirico y cuantificable y, por tanto, de captar la esencia de las cosas, su «naturaleza» en sentido aris- totélico. Mas atin, Ia tecnociencia niega que existan tales esencias, cuando en realidad lo que ocurre es que ellas son solamente cognoscibles por via de abs- tracci6n a partir de lo real’, Cabe incluso preguntarse % Novum Organi, Aforismo 129. . | 'S ARISTOTELES, Analiticas Posteriores, 1,19; Btica a Nicémaco, vi3. 22 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA si es posible entender el mundo que nos rodea y a nosotros mismos si negamos las esencias, Con el tér- mino «esencia», en el fondo, simplemente se quiere indicar que cada realidad tiene ciertas caracteristicas que hacen que sea precisamente eso y no otra cosa, y que, en el caso de los seres vivos, explica que se com+ porten de una manera y no de otra. Por eso, advierte con razon Mary Midgley que la idea de una finalidad intrinseca a los seres es tan basica que ni siquiera po- driamos pensar, ni menos atin entender la realidad sin ellals, Es interesante observar que el proyecto racionalista de dominio de la naturaleza parte, de alguna manera, del «someted la tierra» biblico, pero lo exacerba hasta su paroxismo, El hombre deja de ser el administrador del mundo natural, para devenir su duefio absoluto. Todo cae bajo su poder, incluso su propia naturaleza, que es como su ultima tierra de conquista. Desde el momento en que el ser humano considera a las cosas sdlo desde la perspectiva del pensamiento tecnicista, todo Jo Teva a creer que sus progresos seran ilimita- dos. Fuera de los obsticulos estrictamente técnicos, tiene la impresién de que nada puede impeditle avan- zar'7, «Teleology —reasoning from purpose— is, I believe, a much ‘more pervasive, much fess dispensable element in human thought than has usually been noticed. Iwill suggest that itis doubtful, infact, whe- ther our imaginations can work at all without it. [..] Purpose-centred thinking is woven into all our serious attempts to understand anything, and above all into those of science» (M. MipGLEY, Science us Salva tion. A Mader Myth and its Meaning, op. cit, p. 9) "” B, Edelman destaca el cardcter tendenciatmente dorninante del pensamiento tecnocientifico, que no tolera ninguna visién de la natura- LAS BASES DE LA BIOETICA 23 En la perspectiva baconiana del progreso, la cien- cia ya no busca conocer la realidad, sino transfor- maria; o mejor dicho, conocerla para transformarla. Esta primacia de la técnica sobre la ciencia posee, se- giin Hottois, tres earacteristicas esenciales'*: a) No eticidad: la técnica es considerada como algo absoluto, sin limites ni barreras, exceptuadas la de orden puramente prictico que todavia no se logran dominar. La técnica se vuelve asi una actividad neu- tra, desprovista de toda valoracién. El imperativo téc- nico podria enunciarse asi: chay que hacer todo lo que es posible hacer, realizar todos los experimentos, im- pulsar todas las investigaciones». La actividad técnica es de este modo pensada como el ejercicio de una li- bertad radical o nihilista. . b) No ontologismo: la primacta de la técnica obliga a hacer abstraccién del ser mismo de las cosas, porque cl ser es identificado con la inmovilidad, con la rigidez. El ser es visto como un adversario de la di- ndmica tecnicista, que no puede dejar de avanzar. Todo lo que existe, animado o inanimado, humano 0 no humano, puede ser igualmente privado de su natu- raleza propia y sometido a manipulacién. ©) No simbolismo: la técnica omnipotente es irra cional, porque solo respeta la «razén técnica» y avanza else nano dint de In que mismo promo (Suet de Saisie sclecon,drebines de phlei da 1989.1 34 pis) $0. orto, rots de homme technique contemporaine: bert sponte ibe milton Ley des piorophagus, 1985, mapa 24 BIORTICA'Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. ciegamente en todas las direcciones posibles. Por ello, Puede ponerse al servicio de cualquier poder que someta al hombre, porque no comprende Ia diferencia profiunda que existe entre el «ser-personay y el «ser-cosan. _ Esto explica el que la tecnociencia sea a menudo vista en la actualidad con gran temor, como una suerte de maquina incontrolable que nadie sabe ma- nejar y que avanza de modo imprevisible. Fl cienti- fico presenta al piiblico la imagen de un aprendiz de brujo que, al mismo tiempo que esta dotado de pode- res casi sobrenaturales corre el riesgo permanente de verse sumergido por los mismo: Agi élha deseneadenado” * poderes mépios que Desde Juego, serfa absurdo condenar el progreso tec- nocientifico como si fuera intrinsecamente perverso. Este Progreso nos ofrece continuamente nuevos bienes y servicios, gracias a los cuales podemos gozar de una mejor calidad de vida y hacer que nuestras condiciones de trabajo sean mds humanas, al reducir el tiempo dedi- cado a tareas rutinarias o embrutecedoras. Por ello, puede afirmarse que el progreso, es decir, todo lo que contribuye al despliegue de las potencialidades propias de cada ser humano, es siempre positivo. El centro del problema consiste en distinguir el progreso verdadero del progreso aparente, Hoy sabe- mos muy bien que no todo nuevo medio técnico sirve forzosamente al desarrollo de la personalidad hu- " Chk. I. Laprites, Les enjenx de ta rationaliré. Le dé) ; . fe la rationalité, Le défi de la selence et de la technologie aux eutures, Avbiet-Uneseo, oak tort LAS BASES DE LA BIOETICA 25 mana, La tarea, muy ardua, consiste en distinguir lo que personaliza al ser humano de lo que lo desperso- naliza, lo que le hace mas libre de lo que le hace mas esclavo, ya que seria igualmente ingenuo el tener por intrinsecamente malo todo nuevo desarrollo tecno- cientifico como el creerlo forzosamente bueno, ‘La cuestién se complica por el hecho de que las biotecnologias ya no operan sdlo sobre el mundo ex- terior, sino sobre ef propio ser humano. Esto torna fa- laz toda comparacién con los progresos tecnolégicos de épocas precedentes y desvirtiia el argumento segiin el cual, en definitiva, toda creacién humana puede ser usada pata bien para mal. Es cierto que toda nueva tecnologia, ya sea en el campo de las comunicaciones, de la energia o del transporte, ha levado a poner a nuestra disposicién nuevos instrumentos, cuyo uso es ambiguo. Pero las invenciones de épocas precedentes nos dejaban siempre la posibilidad de aceptarlas o re- chazarlas, en base a una eleccién libre y luego de ha- cer una valoracién razonable de sus efectos positivos y negativos. En cambio, la «ingenicria humana» ame- naza con actuar sobre esta misma capacidad de elec- cién —la libertad sont court— a través de la predeter- minacién genética de los individuos. Algunos de los desarrollos recientes de la biomedicina se ubican en un nivel radicalmente distinto al de los desarrollos técnicos precedentes, ya que amenazan, no con cam- biar los instrumentos que usa el ser humano, sino con cambiar al mismo useario™. © Chk L, R. Kass, Toward a More Natural Science. Biology and Human Affairs, The Free Press, Nueva York, 1985, p. 18. 26 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Sc advierte entonces que la generacién presente, 0 mejor dicho, ciertos individuos de la generacién pre- sente, estén a punto de adquirir un poder inaudito so- bre las generaciones futuras; que nos acercamos cada vez mas a la apropiacién de nuestra propia naturaleza para modelarla a nuestro gusto, sin conocer realmente el impacto que esto tendré sobre la humanidad futura, Por ello, todos reconocen hoy la necesidad de fijar li- mites a ciertas experiencias biomédicas, a fin de pro- teger la identidad humana de una modificacién irre- versible de sus caracteristicas, El problema se plantea cuando se quieren precisar las bases de estos limites, que atin deben fijarse: qué ética adoptar como fundamento de la bioética? Este interrogante se justifica porque las conclusiones a las que se Ilegue dependerin totalmente de los principios de los que se parta. Lo que est claro es que la bioé- tica debe interrogarse acerca de sus fundamentos. De lo contratio, corre el riesgo de disolverse en un aglo- merado difuso de ideas acomodadas a la moda 0 al gusto de cada uno. Surge de esta forma la necesidad de determinar Jos fundamentos de la bivética; se ha- bla en este sentido de la metabioética. I. ETICA RELATIVISTA VERSUS BTICA OBJETIVISTA De un modo esquemético, pueden distinguirse dos grandes corrientes de pensamiento en relacién a los fundamentos de la ética en general y, por ende, de la bioética en particular. Una, que en sentido amplio Puede denominarse relativista (0 subjetivista), sos- LAS BASES DE LA BIORTICA 27 tiene que los principios éticos no son en “s mis verdaderos 0 falsos, sino simple resultado de a 2 ode la eleccién. La otra corriente, objetivi. a, Ha 2 enccambio, que es posible acceder, por medio de la ra z6n, al conocimiento aa bien, el cual es objetivo y i los individuos. ne del relativismo existen corrientes diversas, entre las cuales pueden sefialarse el no cognitivismo, el utilitarismo y el contractualismo”'. Las tres eon tes tienen como punto comin la exclusion de toda tentativa por trascender de la materialidad contin- gente de lo real; el bien no es verdadoraments como; ido por la razén, sino s6lo construido por la volun a 0 percibido por los sentimientos; no hay acciones i énsecamente malas. nl no cognitivismo rechaza la capacidad de la ra~ z6n humana para acceder a alguna verdad en materia de moral. La eleccién ética no tiene nada que ver con Ja raz6n, ya que no es verificable empiricamente. e parte de la negacién de toda posibilidad de trascen« er de lo puramente fenoménico. David Hume ene ae los principales inspiradores de esta corriente. Su Pe ; samiento es, en efecto, de un escepticismo radica acerca de la capacidad cognoscitiva del ser arma Esto le conduce a atribuir al sentimiento —y no a la razén— el rol de determinar la bondad de las accio- nes humanas”, urin, }, pp. 12-33, ” Trenrise of Human Nature, Green and Grose, Londres, 1886, libro Il 28 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA 1 uiilitarismo y el contractualismo, por su parte, aspiran a superar el individualismo y a identificar ori, terios que puedan ser compartidos por todos, El utili. tarismo se apoya sobre el criterio de la utilidad social, Busca maximizar el placer y minimizar el dolor. El cileulo costo-beneficio, traspuesto del plano indi dual al social, viene a constituir la regla moral valida para todos, El contrac tualismo, por su parte, hace coincidir el bien moral con el acuerdo entre los suje~ tos: el bien es construido por medio de una decisién colectiva; no tiene una sustancia predeterminada, sino que posee un contenido variable. En cambio, para el pensamiento objetivista el bien no es el resultado de una eleccién arbitraria, indivi- dual o colectiva. El bien no es construido, sino reco- rocido. La razon humana es juzgada capaz, aunque con esfuerzo, de distinguir lo que contribuye al bien de Ja persona de aquelio que puede daiiarla; se admite que hay acciones intrinsecamente malas, especial- mente aquelias que van contra los bienes basicos de la Persona’, En esta corriente, la persona es vista como el fin de todas las instituciones sociales, politicas y €conémicas. Por ello, también puede ser llamada co- triente personalista. Toda la ética cldsica, desde Aris~ U6teles, esta aqui implicada, Desde este enfoque, la moralidad de un acto esti determinada principal- mente por su objeto y por la intencién del sujeto. Para |. Part, seccién I). Para un anélisis mds detallado del escepticismo hue ‘reali, Ver: ¥. MICHAUD, Hume et la fin de la philosophie, PUR. Pati, 1983, ® Clic J. Fives, Maton Oxford, 1980, cap. IV. ral law andl natural rights, Clarendon Press, gue un act necesario - sicl objeto es haya sido realizad ya que Ia buena i justifiear una cont ceptable, cia con ¢ 6n del a Sustfica Jos medios». qU. «CALIDAD DE VIDA» Y «DIGNIDAD 29 LAS BASES DE LA BIORTICA © pueda ser calificado como bueno», es aque estos dos elementos To sean. Por tanto, malo, el acto también fo es, an cuando lizado con la mejor de las intenciones, intencién no basta por sf sola par deta: el robo de wn banco es ina aun euand se reales para hacer beneficen: 1 botin, Se trata, en definitiva, is alice: intiguo principio segin el cual « DE LA VIDA» sentes étieas —el relativismo as dos grandes corrientes - a habjetivisino dan lugara dos aproximaciones di Terentes y hasta opuestas det valor de bv nan i iday y la de la adi de la «calidad de vida» y i ces ideo. Esta tiltima se apoye an ue ecient an dentro de la reflexion filosé poo de eyalidad de vidan, en cambio, posee una ison ms ciente. Como uno de sus primeros antecet nies, DO dlemos reeordar un pequeto libro de dos namics alemnanes,publicado en 1920, titulado ET derecho de suprimir las vidas que no merecen ser VI da red itores, el jurista Karl Binding y el psiguaa Aled Hoche, formulaban asi el probiema: gexisten eras vidas bumanas que han perdido a tal punto aca dad en juri rolongacién no tenga, al de eben jurdicon gue su profongaci6n no tenga 8 valor, ni para los porta a a sociedad? La respuesta de los aos tra afirmativa, y les llevaba a sostener que esta 30 31 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. cluidos en esta categoria, en primer lugar, aquellos in- cia, oe), para quienes seri mejor la mete. dividuos que por causa de enfermedades o de incapa, jonamiento que se hace es el siguiente: dado que la cidades fisicas, son irrecuperables para una vida ples alidad de vide» actual del individuo es inferior al ¥ que, en pleno conocimiento de sa estado, manifien “estindarfijado, y que las perspectivas de mejorar son tan el deseo de morir; y en segundo lugar, los enfer. baja o nexistentes, su muerte son on mos mentales incurables. , objetivo lant por esto omisin, Esta nein Estas ideas no permanecieron como un simple tema 3 Cane asi pa justifiear Ieuan 0 a de debates académicos, sino que fueron puestas en dio ‘cuando el balance entre las perspectivas positi préetica en el programa nazi de exterminio de los en as y negativas de la salud del paciente Hevan a esti- fermos mentales. Sobre esta base, los hospitales psi- mar gue su vida ya no tiene «calidad», o que ha quidtricos de Alemania fueron literalmente vaciados perdido «significacion. 6 Hoy, la tesis segiin la cual es preferible la muerte a Este tipo de razonamiento esti basado en una 16- LAS BASES DE LA BIOETICA luna vida con una enfermedad grave e incurable reapa- gica consecuencialista. Segiin este enfogue, el nico rece en el debate sobre la ayuda al suicidio y la euta: Siterio para valorar la moralidad del obrar humano hasia. Es cierto que la expresién «calidad de vida» no © estd dado por las consecuencias favorables o desfavo~ Se asocia necesariamente a estas précticas, ya que ables que de él se siguen’*. Esta corriente, inspirada puede significar simplemente que debe mejorarse el en el uiilitarismo, aspira a una maximizacion de los nivel de cuidados de quienes padecen una dolencia resultados: si el cotejo entre el placer —identificado Brave, sobre todo si es incurable (cuidados paliativos ‘al bien— y el dolor —identificado con el mal— que tratamiento del dolor, ete.), Asi entendida, la nocion derivan de ia accion da un resultado favorable al pti- de «calidad de vida no genera mayores discrepan. mero, la accién es «cbuenar. El objeto mismo del acto cias. El problema surge cuando se la usa para copre no cuenta. Es interesante observar que este razona- sar la idea de que hay vidas humanas que no tinea miento supone transponer a la ética un modelo de cél- suficiente «calidad», o, en otros términos, que ciertas culo propio de la técnica. . vidas se ubican por debajo de la «norman, Esta idea Como ya se ha destacado, las conchusiones de las se acerca peligrosamente de la nocidn, ya mencio. dos grandes corrientes éticas indiendas no son las nada, de «vidas sin valor vitaby (lebensumwerte Le. mismas. En las corrientes relativistas, el respeto de La ben), dado que presupone que hay seres humanos (en- vida humana no es incondicional, puesto que ella slo fermos terminales, recién nacidos afectados de graves 2 Desde Inego, la ética clisica, en el momento de valorar ka mora~ lidad de un acto, también tiene en cuenta sus consectencias, que Puc don incidir a los Fines de agravar 0 atenuar la responsabilidad de autor, ‘pero no les reconoce wn valor exclusiva. ™K, BINDING y A. Hoc, Die Fr 7 ie Freigabe der Yernicheu su werten Lebens, Felix Meiner Verlag, Leipsig 1900." © 2. BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA es estimada en la medida en que sea capaz, de sentir placer o dolor (utilitarismo), 0 de tomar decisiones (no cognitivismo), 0 de intervenir en la concertacién del contrato social (contractualismo). La vida, por tanto, no es respetada incondicionalmente, sino en la medida en que posea una cierta «calidad», Para la corriente objetivista 0 personalista, en cam- bio, todo ser human 10 posee una dignidad que le es propia. Por ello, merece ser respetado como un fin en Si, cualquiera que sea su grado de desarrollo, su salud fisica 0 mental. 2Por qué? Porque es una persona, es decir, un ser dotado de espiritu, ¥ munca es aceptable actuar directamente contra un bien basico —como la vida— de un ser humano inocente. Ciertamente, esta Postura no conduce a favorecer el encarnizamiento te- rapéutico, como veremos luego, sino simplemente a Poner de relieve que la muerte no debe ser jamés per- Seguida por si misma como objeto del acto. La nocién de «persona», identificada a la de individuo humano, esta asi en la base de la bioética personalista, IV._LOS PRINCIPIOS DE LA BIOETICA, Una disciplina esencialmente valorativa como la bioética es dificilmente concebible sin la referencia a ciertos criterios que ayuden, tanto en Ia elaboracién de conclusiones generales (en el caso de las biogticas te6rica y normativa), como en la toma de decisiones Coneretas (en el caso de la bioética clinica). Debe te. netse en cuenta que la nueva disciplina no se agota en !a mera deseripcién neutra de los dilemas que plan- ‘ean las pricticas biomédicas, sino que adquiere su LAS BASES DE LA BIORTICA 33 sentido mas pleno con la biisqueda de esa Hee cuadas a tales dilemas. Para ello, necesita inel s il ie ‘mente contar con algiin tipo de referencias valorati- vias, que reciben el nombre de «principio», a La propuesta de principios bioéticos mas in u- Yente es Ia claborada por fs norteamericanos To Beauchamp y James Childress en su libro eats of Biomedical Ethics®®, Segiin este enfoque, los oe cipios que guian las decisiones en la materia pue en reducirse a cuatro: autonomia, beneficencia, no m leficencia y justicia. El principio de autonomia se refiete bisicamente al derecho de los pacientes y participantes en investigaciones biomédicas a ser co- rrectamente informados acerca de la isteryeonisn que se les propone, sobre todo, de su naturaleza, al _ jetivos y riesgos, y a decidir libremente si se pom © no a ella. El principio de beneficencia exige del médico la realizacién de actos conducentes a promo- ver la salud del paciente. El principio de no mae cencia enfatiza la necesidad de no causar un bari paciente. El principio de justicia ordena una tsi cién equitativa de los recursos sanitarios sign les entre las personas que los necesitan. Segiin al es- quema de Beauchamp y Childress, los cuatro princi- pios tienen el mismo valor. Ello significa que el mé- dico siempre tiene el deber de respetarlos, excepto cuando entran en conflicto entre si. En este caso, s6lo las circunstancias pueden establecer un orden jerdr- quico entre ellos. i 9. Latina * in de eta brn fu publica en 197 verison (Oxford University Press, Nuova Yok, 2008) 34 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Esta propuesta ha sido criticada, entre otras ras zones, porque los principios son presentados como ctiterios independientes que funcionan fuera del con. texto de una teoria moral mas amplia que los armo- nice. Esto explica el que no quede claro cémo pueden ser conciliados cuando entran en conflicto??, En el mismo sentido, se ha dicho que los principios se vuel- ven «estériles y confusos» por la falta de un funda- mento ontolégico y antropolégico, por lo que resulta necesario que sean objeto de «una sistematizacién y Jerarquizacién» que permita armonizarlos?*. Algunos autores también han criticado el empleo de un proce- dimiento deductivo, sosteniendo que no se debe par- tir nunca de criterios abstractos fijados a priori, sino de las situaciones individuales a resolver, para a con- tinuacién inducir criterios generales, que se pueden aplicar analégicamente a otros casos”, Estas criticas estén en buena medida justificadas. La teoria principialista de Beauchamp y Childress ne cesita ser corregida, como de hecho sus propios auto- res lo han hecho en las tiltimas ediciones del Princi- ples of Biomedical Ethics. De todas maneras, claro que la referencia a ciertos principios resulta ine. vitable. En toda solucién dada a un problema ético subyacen criterios que orientan la respuesta. Pero esto parece © B. Ger, C. M CULVER y K. D. CLOUSER, Bioethics. A Systema- tic Approach, Oxford University Press, Nueva York, 2006, pp. 99-125, fg SGRECCIA, Manuale di bioetica, 3.*ed,, Vita e Pensiero, Milén, 1999, p, 173, 2 A. JONSEN y S. TOULMIN, The Abuse of Moral Reasoning, University of California S. TouLMIN, «The Tyranny 1981, vol. 11,n.° 6, p. 31. Casuistry: A History of Press, Berkeley, 1988; of Principles», Hastings Center Report, LAS BASES DE LA BIOETICA 35 no significa que los denominados «principios bioéti- cos» deban ser vistos como un esquema sii generis separado del resto de la teorfa ética. En realidad esta- mos ante principios éticos generales, validos para todo el amplio espectro del obrar humano, que sim- plemente encuentran aqui un campo especifico de jicacion. pe ewecnsidad de principios tampoco implica desco- nocer la importancia del juicio prudencial, en el sen- tido de la phronesis, 0 sabiduria prictica de que habla Aristételes, que debe sin duda intervenir para sopesar Jas circunstancias particulares de cada caso”. Sin em- bargo, la bioética no puede volverse una simple casu- istica, ciega para toda finalidad general, La existencia de principios en este campo nos recuerda que esta dis- ciplina pose objetivos generales, que ella aspira a rea- lizar ciertos valores, en especial, el de garantizar la dignidad y derechos de los pacientes y participantes en investigaciones biomédicas. 1. EL PRINCIPIO EMINENTE DE LA BIOBTICA: EL RESPETO DE LA DIGNIDAD HUMANA La preocupacién central de la bioética es que las pricticas biomédicas estén en armonia con el respeto de la dignidad humana. Este constituye el punto de re- ferencia decisivo para entender Ia actividad biomé- 2 Ci. a Nicimaco, Vi, L140 b. La prdenci eae seve ie mntingente, mientras que la ciencia recae sobre lo necesario (6 AUUEN, La prudence ches Arse, PUR, ari, 1993) 36 © BIOBTICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA dica en general y darle su sentido ultimo. En otras pax labras, la idea de que cada individuo posee un valor intrinseco e inalienable opera como el necesario telén de fondo, no sdlo de cada decision clinica concreta, sino de la teoria bioética como un todo y de las nor: mas que regulan la materia. Si nos esforzamos por promover la autonomia de los pacientes, es porque vemos a éstos como «sujetos», no como «objetos», es decir, precisamente porque poseen dignidad. Algo se- mejante podria decirse de los principios de beneficen- cia, de no maleficencia y de justicia. Sin la idea de dignidad, todos estos principios se vuelven ininteligi- bles, Por este motivo se puede afirmar que la dignidad humana juega un verdadero rol unificador del con- junto de la ética biomédica, Este rol central de la dignidad esta en consonancia con la idea cominmente admitida de que ella repre- senta un valor absoluto 0 incondicional, mientras que los demés valores humanos, incluso los mas impor- tantes, son en alguna medida relativos y admiten ex- cepciones. Esto significa que nunca y bajo ninguna circunstancia podemos someter una persona a un tra- tamiento indigno. En contra de lo que podria pensarse, la idea de dig- nidad humana, que cumple un rol indiscutible en el derecho internacional de los derechos humanos, no es pacificamente aceptada en el mundo de la bioética. Por ejemplo, Ruth Macklin ha criticado el valor emi nente que se atribuye a esta nocidn en los documen- tos internacionales sobre bioética, sosteniendo que estamos ante un concepto puramente retérico y super fluo, que deberia ser simplemente abandonado, ya que sélo quiere significar ia exigencia de respeto de LAS BASES DE LA BIOETICA, 37 Ja autonomia de pacientes y de participantes en estu- dios cientificos". Esta conclusién parece apresurada. Es cierto que en ocasiones se emplea la nocién de dignidad de forma abusiva y puramente retérica, como si ella pu- diera resolver por si sola todos los dilemas bioéticos 9 como si bastara invocarla para evitarse el trabajo de desarrollar una argumentacién en favor o en con- tra de una determinada practica. Pero esto no justi- fica considerar la idea de dignidad como imutil o como un mero sindnimo de la idea de respeto. Sin duda, la dignidad inherente al ser humano genera un deber de respeto hacia él. Sin embargo, tal respeto no es mas que una consecuencia de la dignidad. Por ello, confundir ambas nociones seria como identifi- car una campana con el sonido que ella produce, la causa con el efecto, La dignidad tampoco puede reducirse a la autono- mia de las personas. Si bien el respeto de la autono- mia forma parte de lo exigido por la dignidad hu- mana, estas dos nociones no se superponen. Si asi fuera, los individuos que aiin no gozan de autonomia, como fos recién nacidos, o los que ya la han perdido de modo irreversible, como aquellos afectados por enfermedades mentales graves, no poseerian ninguna * dignidad y, en consecuencia, ningin derecho, lo que no 6 el caso. Es verdad que fa idea de dignidad normalmiente no aporta una solucién inmediata y precisa a dilemas 3 R MACKLIN, «Dignity is a useless concept», British Medical Journal, 2003, vol. 327, p. 1419. I ON EH A ROMER RPS 38 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA bivéticos concretos, sino que funciona por intermedio de otros principios, tales como la exigencia del con- sentimiento informado del paciente, el cuidado de su integridad fisica y psiquica, el mantenimiento del se- creto profesional, la prohibicién de tratos discrimina- torios, etc, Pero en todos los casos la idea de dignidad hu- mana juega un rol paradigmético que revela el sen- tido tiltimo de la actividad biomédica. Tener esta idea en mente ayuda a los profesionales de la salud a no perder de vista que cada paciente no es ni un «caso», ni una «enfermedad», ni un «diagndstico», sino que es una persona dotada de un valor inefable y que debe por tanto ser tratada con el mayor respeto y cui- dado. Cuando se tiene esta actitud, se le esta diciendo tacitamente al paciente: «usted es una persona y no un objeto»; «su existencia tiene un valor intrinseco, no solo para usted, sino también para mi y para to- dos». Estas afirmaciones, que normalmente estén implicitas en la actividad clinica, no son en absoluto secundarias, sino que tienen una importancia funda- mental para evitar la deshumanizacién de la labor médica, En sintesis, no es superfluo calificar al respeto de la dignidad humana como criterio supremo de Jas actividades biomédicas. Aun cuando este prin- cipio posea una significacién muy amplia, ilumina —o mejor dicho, debe iluminar— cada decision conereta en la labor de los profesionales de la sa- lud. Al mismo tiempo, esta llamado a servir de guia Ultima para la formulacién e interpretacién de las normas deontolégicas y legales relativas a la bio- medicina. LAS BASES DE LA BIOETICA 2. EL PRINCIPIO DE BENEFICENCIA Una vez sefialado el criterio rector de la bioética Le] respeto de la dignidad humana— es necesario iencionar los otros principios més especificamente re- Jacionados con la materia. El primero de ellos es el que dispone que el ejercicio de la medicina debe orientarse hacia el bien del paciente. Al menos desde Hipécrates (siglo V a. C.) se reconoce que éste es el objeto propio de la medicina, Jo que le da su razon de ser y la carac~ teriza de forma mas tipica, distinguiéndola de otras ac- tividades humanas. En efecto, el juramento hipocratico afirma, como queriendo definir la quintaesencia del arte de curar, que los tratamientos tendran por finalidad «el bien de los enfermos». En términos modernos puede expresarse esta misma idea diciendo que la me- dicina se orienta esencialmente al diagnéstico, preven- cién y tratamiento de enfermedades". ; Este prineipio deriva directamente del imperativo de respeto de la vida, que es el bien mas basico de la persona, la conditio sine qua non del despliegue de todas sus potencialidades, el primero de sus derechos fundamentales. Ello explica el que a continuacién de la exigencia de buscar el bien del paciente, el mismo juramento hipocratico afirme: «no daré a nadie un ve- neno, aunque me lo pida, ni a nadie sugeriré que lo tome; igualmente, no proporcionaré a ninguna mujer ‘una sustancia abortiva». » Cit B, PELLEGRINO y D, THOMASMA, For the Patient's Good: the Restoration of Beneficence in Health Care, Oxford University Press, ‘Nueva York, 1988. 40 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA, Desde luego que no es siempre facil determinar lo que es en beneficio del paciente. En primer lugar, porque todo tratamiento suele implicar ciertos ries- gos 0 efectos colaterales y por ello seré necesario so- pesar en cada caso sus ventajas y desventajas a fin de determinar el curso a seguir. En este sentido, el jura~ mento hipocratico aclara que el médico debe aplicar Jos tratamiento en beneficio de los pacientes «segin su capacidad y buen juicio». En otras palabras, el principio de beneficencia incluye el esfuerzo orien- tado a discernir cuando la biisqueda de un cierto be- neficio se justifica, a pesar de los riesgos, y cuando, por el contrario, debe renunciarse a un determinado bien potencial para el paciente en razén de lo elevado de los riesgos. Una segunda raz6n de la dificultad para precisar lo que es en beneficio del paciente estriba en el hecho de que el médico no estd habilitado para definirlo de forma solitaria, sin consultar los deseos, expectativas, intereses y temores del paciente. En las sociedades mo- dernas hay consenso acerca de la necesidad de que la decisién en favor de una determinada terapia (0 de la re- nuncia a una terapia) sea el resultado de una delibera- cidn conjunta del médico y el paciente, Bs decir, lo que es bueno para éste no es el fruto de una evaluacién pu- ramente técnica hecha por un profesional, sino que se integra también con una dimensién subjetiva, que apor- ta el destinatario de la intervencién médica. Una aplicacién peculiar del principio de benefi- cencia tiene lugar cuando una accién médica produce dos efectos, uno bueno y otro malo. Se habla enton- ces de la «accién de doble efecto» o del «principio del voluntario indirecto». Por ejemplo, para aliviar los LAS BASES DE LA BIOETICA 41 dolores de un enfermo terminal, se le suministra mor- fina, que puede tener el efecto secundario de abreviar su vida; para extirpar un tumor cancerigeno a una mu- jer embarazada se la somete a una intervencién qui- rrirgica que puede tener el efecto no deseado de ha- cerle perder e] hijo. En tales casos, el acto médico es éticamente aceptable cuando se cumplen ciertas con- diciones: a) que la accién prineipal sea en si misma buena y que la intencién del agente también lo sea. Esto sig- nifica que el mal no debe ser directamente querido, sino s6lo aceptado como un efecto secundario de la accién principal. En otras palabras, no se debe causar directamente un mal para obtener un bien; 6) que haya razones proporcionadas para actuar de esa manera, es decir, que el efecto positivo sea pro- porcionalmente superior, o al menos equivalente, al efecto negativo. Una dimension peculiar de la busqueda del bien del paciente se expresa cn forma negativa a través del imperativo de no maleficencia (primum non nocere: an- te todo, no dafiar). El juramento hipocratico también incluye este mandato cuando declara: «me abstendré de hacerles dafio 0 injusticiay (a los enfermos). Este deber de abstencién es sin duda més fuerte y urgente que el de procurar un bien en sentido positivo. El mé- dico aspira a curar al paciente y pone para ello todos los medios necesarios, pero si no lo logra, debe, al menos, hacer lo posible para no causatle un perjuicio. Por ello, puede afirmarse que la no maleficencia tiene prioridad sobre la beneficencia (entendida ésta en 42 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA sentido estricto). Es decir, el no dafiar constituye la obligacion primaria del médico®. EL PRINCIPIO DE AUTONOMIA En aquellos supuestos en los que el destinatario de la practica biomédica es mayor de edad y posee pleno discernimiento entra en juego un criterio adicional en la toma de decisiones: el principio de autonomia, Este imperativo exige el respeto de la capacidad de autodeterminacién de pacientes y sujetos de investi- gacién, que deben tener el derecho de decidir por si mismos si aceptan o rechazan un determinado trata- miento o investigacién, después de haber sido debida- mente informados acerca de su naturaleza, objetivos, ventajas y riesgos. La valorizacién de la autonomia de! destinatario de la prictica médica constituye uno de los grandes aportes de la moderna ética biomédica, que ha contri- buido a superar la visin excesivamente paternalista de la medicina tradicional. Este énfasis en la autono- mia de pacientes y sujetos de investigacién encuentra su concrecién més destacada en la necesidad del «consentimiento informado», Esta exigencia supone excluir que un tratamiento o estudio pueda Ievarse a cabo contra la voluntad del individuo o en base al en- gafio o a cualquier forma de coaccién. ® Cfi: D. GRacta, Fundamentos de bioética, Triacastela, Madrid, 2008, p. 103; id, Como arqueros al blanco. Estudios de bioética, Tria. castela, Madrid, 2004, p. 229, LAS BASES DE LA BIOETICA 43 La tarea del profesional es en este modelo muy di: tinta a la propia del modelo paternalista: su obliga- cién moral no consiste en procurar el mayor beneficio posible tal como él lo entiende, independientemente de lo que opine el paciente. Se trata, por el contrario, de ayudar a éste a descubrir y a decidir qué es lo que le parece mas beneficioso para si mismo, en funcién de sus circunstancias personales. En otras palabras, el profesional ofrece ahora al paciente un punto de par- tida: lo que desde su perspectiva como profesional de la salud, con sus conocimientos y experiencia, estima que es la decisién clinica mas acertada. A partir de ahi se inicia un proceso dialdgico, donde el intercambio mutuo de informacién tiene una importancia clave, que culmina cuando el paciente decide en forma au- tonoma qué opcidn diagnéstica o terapéutica acepta y cual rechaza*, En la actualidad, la exigencia de consentimiento informado se encuentra en todos los cédigos de ética médica y en las regulaciones legales en la materia. In- cluso es reconocida por un instrumento internacional de caracter vinculante como es el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Politicos de 1966, aunque éste slo se refiere al consentimiento para las investiga- ciones biomédicas (art. 7). La Declaracién Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de 2005 es el primer instrumento global de caracter legal (aunque no vinculante) que extiende este principio a toda acti- vidad biomédica. P. SIMON LoRDA y J. JODEZ. GUTIERREZ, «Consentimiento infor- mado», Medicina Clinica, Barcelona, 2001, vol. 117, pp. 99-106. 44 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA No hay dudas de que el rol central que la autono- mia del paciente tiene en la medicina moderna y el abandono del antiguo paternalismo médico constitu- yen fenémenos altamente positivos, en cuanto supo- nen reconocer en forma plena el estatus de persona del paciente. Sin embargo, el énfasis puesto en la autonomia tampoco debe llevarnos a caer en el extremo opuesto, el del relativismo moral, que seria funesto para todo esfuerzo ético. Ello ocurriria si la autonomia fuera crigida como principio supremo de Ja relacion mé- dico-paciente, sin ninguna vinculacién con bienes ob- jetivos que trasciendan a los sujetos en cuestion. Como ejemplo extremo de esta postura se destaca el norteamericano H. Tristram Engelhardt, quien ve la ética médica laica como una mera empresa no vio- lenta de solucién de conflictos, sin referencia a nin- guin bien objetivo®’. Esta posicién lleva a privar a la ética de toda significacion racional, porque nos pre- senta «voluntades subjetivas desbordantes de conte- nido pero irracionales, las que [...] son radicalmente libres de hacer cualquier cosa y de creer cualquier cosa, de producir cualquier tipo de regla moral pro- moviendo cualquier concepcién de “su bien», Esta claro que cuando lo correcto o incorrecto de una decisién clinica se reduce al tinico hecho de que tefleja los deseos del paciente, la ética médica se em- pobrece cnormemente. Mas aiin, se puede decir que, © HL TRIsTRAM ENGELHARDT, The Foundations of Bioethics, 22° ed., Oxford University Press, Nueva York, 1996, %°G, Horrors, Aux fondements d'une édhigue contemporaine, H. Jonas et H. T. Engelhardt en perspective, Vrin, Paris, 1993, p. 27. LAS BASES DE LA BIOBTICA 45 en itima instancia, este enfoque priva de sentido al arte de curar, ya que el profesional de la salud se con- vierte en una suerte de mercenario al servicio de cual- quier pretensién del paciente, por irracional que sea En realidad, el principio de autonomia no exige que el médico abdique ni de su saber profesional, ni de su conciencia, ni de su deber de velar por la salud de quienes se confian a su cuidado. De lo que se trata es de encontrar un equilibrio razonable entre los impera- tivos de beneficencia y de autonomia, En la busqueda de tal equilibrio, se ha sugerido que la labor clinica deberia basarse en una visidn relacional del bien, es decir, en la idea de que la terapia mas conveniente re- sulta del didlogo y de la interrelacién entre el médico y el paciente, y no de una decisién solitaria de nin- guno de ambos sujetos”. ‘Téngase en cuenta que, llevado al extremo, el ab- solutismo de la autonomfa individual podria tornar le- gitimas, no sélo pricticas de eutanasia activa (hoy re- chazadas en Ia inmensa mayoria de los paises), sino incluso actos de autoaniquilacién colectiva, ya sea de determinados grupos (por ejemplo, sectas) 0 de la hu- manidad en su conjunto. De hecho, no faltan autores que, partiendo de una visin profundamente pesi- mista de la existencia, defienden la necesidad de pro- mover un consenso social a fin de evitar mis naci- micntos y lograr de este modo, a medio o largo plazo, la extincién del género humano®, © E, PELLEGRINO y D. THOMASMA, op. cit, p. 40. % D, BENATAR, Betfer Never (o Have Been. The Harm of Coming into Existence, Oxford University Press, Nueva York, 2006. 46 BIOETICA ¥ DIGNIDAD DE LA PERSONA Pero, a menos que se adopte una perspectiva nihi- lista como la mencionada, hay que reconocer que la autonomia de la voluntad no funciona en el vacio, sino que se ejerce dentro de la estructura propia de la condicién humana; la libertad no es el fin ultimo de nuestra existencia, sino que es el medio por excelen- cia del que disponemos para desarrollar todas las po- tencialidades que encierra nuestro ser. ‘También cabe recordar que hay innumerables deci- siones «aut6nomas» que, por ir en contra de la digni- dad del propio individuo, no se consideran normal- mente legitimas, ni por las normas éticas ni por las juridicas. Por ejemplo, esta claro que, por mas «auté- nomo» que sea el deseo de una persona de trabajar en condiciones proximas a la esclavitud, tal deseo no es reconocido como valido por las leyes. El derecho abun- da en normas de este tipo, llamadas «de orden pibli- co», que no pueden ser dejadas de lado por la voluntad de los particulares, precisamente en cuanto tienden a prevenir précticas contrarias a la dignidad humana, En el campo médico también existen numerosos ejemplos en tal sentido: ni el consentimiento a una experimenta- cién cientifica que implica un riesgo desproporcionado para la propia vida, ni el deseo de verse amputado un miembro sano, nila voluntad de vender un rifién para cubrir necesidades propias o de la familia, ni la peti- cidn de eutanasia activa se consideran compatibles con a dignidad humana en la inmensa mayoria de los pai- ses. En sintesis, puede decirse que es la dignidad hu- ® Bs lo que se denomina «Bodily Integrity Identity Disorders (en). LAS BASES DE LA BIOBTICA. a7 mana la que fija el marco en el que las decisiones au- jonomas gozan de legitimidad*. ~ 4, EL PRINCIPIO DE VULNERABILIDAD En muchas ocasiones, el destinatario de la prdctica biomédica no es «auténomoy en el sentido antes in Me ado, sino que, por diversas razones (edad, salu rental, situacién socio-econdmica, ete.), se encuentra en una situacién de especial fragilidad, que le expone a ser explotado 0 a suftir dafios en st intgsidad a sica. Por ello, la sociedad tiene la responsabilida < prever medidas particulares para evitat abusos. Es lo {que en bioética se conoce con el nombre de «princi i nerabilidad». Pe Sette que existe una fragilidad propia de la condicién humana, En tal sentido, todos somos «vul- nerables», aunque solo sea por el hecho de que esta- ‘mos expuestos a padecer enfermedades y de que, sin duda, todos vamos a morir algiin dia. La vulnerabili- dad inherente a la existencia humana reclama la soli- daridad y el cuidado por parte de los individuos y de Ja sociedad en su conjunto. Esta perspectiva existen- cial segim la cual todos formamos parte de una om presa comin —la Humanidad—, que es inevital ie: mente frigil, nos ayuda a respetar y amar a los T unr atresia i pct etd ese inno on a sont a a Se is cién a la ética usistencial, Plaza y Valdés, Madrid, 2008, p. 84). 49 48 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. LAS BASES DE LA BIOETICA $ an particu- semejantes, sobre todos a quienes padecen actual = que, por las razones antes a a ectate mente de alguna dolencia. jarmente expuestas a ser uti za voporia se incluyen, No hay que olvidar que la nocién misma de «nor. ex eso centificos nesta categoria se inluyen, malidad» es en buena medida una construccién s entre otros, menores, EET iadivideos econémi- cial. Como lo puso en evidencia Georges Canguil. acids Fea OO eeietnbn de esta hem, la «normatidad> y la «enfermedad no son Carmen necesitas;Preismente en azn de ex siempre condiciones claramente distinguibles en té. syulnerabilidad, cuando Ta participach permitida, se minos fisiolégicos objetivos, sino que dependen en _ fos on imetigzeonesbiomedicas est perma, se buena medida de cada individuo, de su aptitud para ___ exigen clertas medida a apligue mas que un relacionarse con aquello que le rodea y de formula ejemplo, que I ives a aan que el proyecto sus propias normas de interaccién con el medio", riesgo y una incomodidad minis independiente, Pero, més allé de la valnerabilidad propia de la con- sea aprobado por un comi Mtimiento de un represen dicién humana, esta claro que en el imbito médico fa je se cuente con el consen vulnerabilidad adquiere caracteristicas peculiares, En tante legal, etc.)*. primer lugar, porque la relacién médico-paciente esta inevitablemente caracterizada por un cierto desequili. brio de poder y conocimientos entre amas partes, lo cual impone ai médico un deber especial de no abusat de la fragilidad del paciente®. Tal vuinerabilidad es, desde luego, mucho mas marcada cuando los pacien. : out indivi édico-pa- fes son menores o padecen de alguna enfermedad pat cionan a nivel de Ia relacién individual ‘te wn quica, en cuyos casos resulta necesaria la intervencién ciente, existen otros que tienen Soea edad on ot de un representante legal para asegurar que la practica | Punto de vist ote io de justiciay el de so no sea contraria al bien del paciente. q conjunto. Ellos son: el principio de jt En segundo lugar, porque las investigaciones bio- lidaridad. médicas con seres humanos crean situaciones en las que los tiesgos de abusos son mayores. En este am- bito, se denomina «personas vulnerables» a aquellas 5, LOS PRINCIPIOS PROPIOS DEL AMBITO DE LA SALUD PUBLICA ‘Ademis de los principios mencionados, que fun- Swe emanates ternational Organizations of Medical Sciences (CIOMS), m trnat on 4G, CANGUILHEM, Le normal et le pathalogique, PUF, Paris, 1993, 1B. PELLEGRINO y D. THomasMa, The Virtues in Medical Prac. ‘ee, Oxford University Press, Nueva York, 1993, 50 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA A) El principio de justicia En biodtica, se suele hacer referencia al «principio io de justiciay para indicar la necesidad de asegurat tna, a distribucién equitativa de los recursos nitaria y evitar discriminaciones arbitrarias en las po. cos de aad Pibliea Exe principio implica ante lel Estado is los cindadanos tengan acceso, al menos, a ut minis de atencién sanitaria de calidad. eee _ El derecho a la atencién médica importantes dentro de la denominada wena ae racién de derechos humanos». Se trata de dereches de «cealizacién progresivan, lo que signifiea que los Es. tados se comprometen a adoptar las medidas neces, ras, «hasta el méximo de los recursos de que dispon. an alge propresvaent pena cfectividad le . ©1 bien los insti in coals 0 epeiton po de cuidados santaron deben brindarse, el Comi Feonémicos, Sociales y Cultualesie la ONU eee el érgano encargado de la interpretacién del Pacto in- teracional sobre tales derechos, ha enumerade I elementos de los euidados sanitarios que son esencia. les pata la vigencia efectiva de este derecho: la dispo. nibilidad de los cuidados, su accesibilidad (es decir que se provean en base a ctiterios no diseriminatorios) su aceptabilidad (que se brinden de un modo wae + Pacto Internacional de Der c rns de 1968 esl aal de Derechos Beondicos,Socisiesy Cut LAS BASES DE LA BIOETICA sl 0 de los valores éticos y culturales) y 1a buena ca- del servicio”. nla practica, hay que reconocer que los costos arecientes de la atencién médica se presentan actual- ~ fhente como un obsticulo serio para asegurar el acceso Mfos servicios de salud de una gran masa de indi- duos, incluso en los paises mas ricos. Paradéjica- arrollo socio-econdmico, el aumento de ‘Ja expectativa de vida y Ja tecnificacion de la atencion ~ sanitaria se estén erigiendo cn enemigos potenciales del acceso igualitario a los servicios médicos. Este fe- jaGmeno explica la actual tendencia a racionalizar drasticamente los gastos en salud piblica y a facilitar tna expansién creciente de los sistemas privados de salud, Por otro lado, estos cambios, aunque compren- sibles desde el punto de vista puramente econdmico, plantean serios interrogantes desde la perspectiva de la justicia, ya que amenazan con profundizar las inequi: ‘dades en el acceso a los servicios de salud. Una aplicaci6n especifica del principio de justicia es el relativo a los dilemas que genera la inevitable es- casez de ciertos bienes y servicios en materia sanita- ria (por ejemplo, érganos para trasplantes, equipos de dialisis, tratamientos de mantenimiento vital, ete.) en. comparacién con el némero de personas que necesi tan de ellos. La cuestién ética consiste en determinar cual es la forma mas equitativa de distribuir tales bienes y cuales son los criterios mas adecuados a tal mente, cl dest 45 Comité para los Derechos Econdmicos, Sociales y Culturales (ONU), Observacidn general n.° 14: El derecho al disfrate del més alto nivel posible de salud (art, {2 del Pacto Taternacional de Derechos Eeo- némicas, Sociales y Culturales, 2000). 52 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA fin. @Es legitimo dar prioridad a los jovenes sobre los ancianos? ¢Debe tenerse en cuenta en la seleccién de os posibles beneficiatios el mérito personal de cada uno? Por ejemplo, {debe tener priotidad en el acceso un trasplante de higado una mujer, madre de tres ni- fios pequefios, sobre un aleohélico inveterado? Es la gravedad de la situacién del paciente lo determinante en la decisién? .0 se debe resolver el dilema en fun- cién de las probabilidades de que la intervencién mé- dica resulte exitosa? B) El principio de solidaridad Existen ciertas intervenciones biomédicas en las que, de modo excepcional, el beneficiario no es el destinatario directo de ellas, sino un tercero o la so- ciedad en su conjunto, Por este motivo, no son justi- ficables en base al principio de beneficencia, sino al de solidaridad. Los dos ejemplos mis destacados son {a donacién de éry:mos para trasplantes y las investi- gaciones médicas en seres humanos. En el primer caso, el beneficiario sera quien reciba el érgano; en el segundo, sera la sociedad toda, en cuanto se espera que tales estudios contribuyan a un mejor conoci- miento de las enfermedades y al desarrollo de tera- pias mas eficaces, La solidaridad se apoya en la conviceién de que el ser humano es sociable por naturaleza, es decir, que no puede vivir sdlo y necesita de los demas. Fs tazo- nable que, estando todos los seres humanos ligados enttre si como miembros de una gran familia, se ayu- den mutuamente y compartan las cargas de los demas, LAS BASES DE LA BIOETICA 53 Desde luego, se requiere una extremada cautela an- tes de autorizar, en nombre de la solidaridad, interven- ciones biomédicas en beneficio exclusivo de terceros. De otro modo, se corre el riesgo de instrumentalizar a las personas de un modo contrario a su dignidad. En tal sentido, numerosos documentos internacionales enfatizan el principio segin el cual «el interés y el bienestar del ser humano deben prevalecer sobre el in- terés exclusivo de la sociedad o de la ciencia»'®, Dado el cardcter excepcional de estas pricticas, que pueden implicar riesgos no despreciables, su le- gitimidad esté condicionada al cumplimiento de ciertos requisitos, principalmente: el consentimiento libre ¢ informado del individuo; el bien para la salud de un tercero 0 de la poblacién en general; la gratui- dad del acto de disposicién del érgano o de la parti- cipacion en la investigacién; la minimizacion de los riesgos para la vida y la salud del individuo en cues- tidn, Conviene sefalar que la regulacién de las investiga~ ciones médicas con seres humanos, que se inicié sobre todo con el denominado «Cédigo de Nuremberg» de 1947, marca en alguna medida no slo el nacimiento de la moderna ética biomédica, sino también del dere- cho internacional de los derechos humanos. El «Codigo de Nuremberg», que en realidad no fue ningéin «eédigo», sino la sentencia del tribunal que conden a los médicos nazis que utilizaron a los pri- * Cif: Declaracin Universal sobre Bioétiea y Derechos Humanos de 2005 (art. 3, inciso 2); Convencién sobre Derechos Humanos y Biome- dicina del Consejo de Europa de 1997 (art. 2), 54 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA, sioneros de los campos de concentracién para sus es- tudios, enumera diez principios basicos para la expe- rimentacién médica con seres humanos, entre los que se destacan: el cardcter «absolutamente esenciaby del libre consentimiento de los participantes en las inves- tigaciones (Principio n.° 1); la necesidad de evitar to- do suftimiento y dafio innecesatio, fisico 0 mental, los sujetos (Principio n.° 4) y de abstenerse de aquellas in- vestigaciones que previsiblemente pudieran acarrear su muerte o un dafto irreparable (Principio n.° 5); la proporcionalidad de los riesgos (Principio n.° 6); la ea- lificacién cientifica de quienes conducen el experi- mento (Principio n.° 8); y el derecho de los parti pantes a revocar su consentimiento en todo momento (Principio n.° 9). No es casual que apenas un afio después de formu- lados los diez principios que componen este docu- mento, lag Naciones Unidas adoptaran la Declaracién Universal de Derechos Humanos de 1948. En efecto el documento fundacional de los derechos humanos a nivel internacional se inspir6 en buena parte en las re- velaciones que Hlevaron ala adopeién del Cédigo de Niiremberg‘. Como lo observa con agudeza George Annas, «la Segunda Guerra Mundial fue el crisol en que se forjaron tanto los derechos humanos como la bioética, y desde entonces ambos han estado vincula- dos por la sangren**, © Cfi, R. BAKER, «Bioethics and Human Ri . . ies and Human Rights: A Historical Pers- pectiver, Cambridge Quarterly of Healthcare Ethics vector, Cambri ly Inhcare Eihies, 2001, vol. 10, # G. J. Annas, American Bioethics. Crossit seca is, din pics. Crossing Human Rights and He iy Law Bowndaries, Oxford University Press, Nueva York, 2004, El derecho es una de las disciplinas més direeta- mente interpeladas por los nuevos dilemas bioéticos y ‘la que se reclama, a veces en forma perentoria, tes puestas normativas. Desde luego que la tarea del de- Fecho en este Ambito no es nada facil, Cuando surgie- ron con mas fuerza estos debates, a comienzos de los aos 1980, ningin pais contaba con normas juridicas para regularlos, La insuficiencia del derecho positivo se hizo entonces patente. El paso de la ética al dere- cho fue, y sigue siendo, una tarea ardua, Varios paises crearon comités nacionales de ética para preparar de algiin modo el camino en tal sentido. Pero la concre- cidn legislativa fue mas lenta que la reflexién de los expertos. Asi, por ejemplo, en Francia, el Comité Consultivo Nacional de Etica para las Ciencias de la Vida fue creado en 1983, pero sdlo once afios después: consiguié el Parlamento aprobar tres leyes vinculadas alos temas de bioética. Un fendmeno andlogo se pro- dujo en otros paises, lo cual muestra la dificultad que encuentra el legislador para intervenir en estas cues- tiones. La ardua situacién del legislador en este Ambito es comprensible. No hay que olvidar que el problema de fijar Jos limites entre la ética y el derecho ha sido siempre uno de los mas complejos de la filosofia, EL jurista Ihering afirmaba que esta cuesti6n era «el cabo ‘de Hornos de la ciencia juridica», queriendo destacar con ello que la frontera entre la ley y la moral es un escollo en el cual han naufragado numerosos esfuer~ zo8 doctrinales y legales. El legislador teme dar res- puestas que sean, 0 demasiado restrictivas para los 56 BIOBTICA'Y DIGNIDAD DE LA PERSONA cientificos, demasiado débiles pata garantizar Ig dignidad de la persona, De este modo, se encuentra como una nave entre dos pefiascos, sin saber cémmo, hacer para avanzar y satisfacer exigencias que pare. cen contradictorias, Peto mas alld de la cuestin de las dudas compren- sibles del legislador, parece claro que éste no puede eludir su deber esencial. La ley esta principalmente destinada a garantizar la dignidad y tos derechos de las personas. Ella debe fijar las bases para asegurar el tespeto de cada individuo frente a los posibles abusos de las practicas biomédicas. Resulta ya clasico sostener que el derecho esté Ia- mado a fijar cl minimum ethicum dela sociedad, es de- cir, los principios morales de base que son indispensa- bles para una vida social digna’®, La ley no podria, por Gjemplo, legitimar el homicidio © el robo, porque la aceptacién de tales conductas seria incompatible con una coexistencia humana civilizada, En cambio, puede tolerar otras conductas que, si bien son antiéticas, no afectan, por su menor gravedad, el equilibrio social Lo que busca ante todo el derecho es evitar que la sociedad humana sea regida por la ley del mas fuerte, Para ello propone la justicia y la equidad como con. diciones necesarias para la paz, social. Pero su fin in. mediato no consiste en hacer virtuosas a las personas; atin cuando, a través de sus exigencias minimas, con- tribuya sin duda a esta finalidad, que es de naturaleza Propiamente ética. 7? Chi: G. JELLNer, Die sozialethische Bedeutung von Recht, Un- recht und Strafe, Hsing, Berlin, 1908, p. 45, LAS BASES DE LA BIOETICA Laexpresion minimum ethicum pretends poner de = Jalieve que el orden juridico no es un sistema cerrado, : épti 8 ino que, por el contrario, en- ‘aséptico a los valores, sino © - a su fundamento tltimo en ta ética, y en parti ‘ular, en el primer principio de la razén prictica, que orden hacer el bien y evitar ef mal. El derecho no es, ~ por tanto, un orden amoral, desde el momento que as- it usticia al ser humano. | eon ean cmne fs consumes, dian Jos romanos; es en vista del ser humano crue existe el derecho. ¥ el ser humano es uno; él no Puede ado: blar su personalidad entre la ética y el derec! Se, ya que gu conducta también es una. Por ello, no puede vr que su conclueta cotidiana siga, en mayor o menor me- dida, criterios éticos. Esta «forzado» por su propia ae turaleza a ser un «animal ético», un ser que debe el - gir constantemente entre acciones buenas 0 meno buenas, malas o menos malas. Por esto, un derecho neutro o amoral, indiferente a la realidad humana, @ est colmada de valores, seria un derecho immoral . Dicho de otto modo, el derecho persigue ordena las relaciones interhumanas, y por ello no puode wn abstracci6n de lo que es el ser humano, de la verdad de su ser. Por el contrario, debe «hacer justicia a esta ve dad», Ello expliea por qué el derecho no es ni pues e ser un conjunto de normas anbitrariasimpuestas port Iegislador, como el positivismo juridico Jo ha preten- dido. Muy por el contrario, Jas leyes aspiran a ou e zar el respeto de la dignidad y derechos de cada pe Siappichelli, Turin, §, Cotta, Dirirto, persona, mondo umano, Giappichelli, Tu 1989, p. 271 58 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA sona, y de este modo, a que la armonia reine en las re- laciones sociales. Si el derecho busca institucionalizar la justicia, y la justicia tiene por definicién un conte- nido moral, es inevitable admitir que existe una cone- xi6n necesaria entre el derecho y la moral‘t, {Cuil es el limite preciso entre estos campos de la raz6n practica que son el derecho y la ética? Es cli- sico sefialar que una de las caracteristicas tipicas de lo juridico es la alteridad. Mientras la ética se interesa (al menos primariamente) por los actos humanos en la medida en que contribuyen al perfeccionamiento mo- ral del sujeto agente, el derecho centra su atencidn exclusiva en lo que concurre al bien del otro (es decir, en la justicia), y de este modo, en el bien de la socie. dad en su conjunto. La principal preocupacién del derecho es que los ciudadanos acttien con justicia en sus relaciones reci- procas. Ahora bien, segiin la definicién clasica, la jus- ticia consiste en dar a cada uno Io suyo, es decir, en dar a cada uno su derecho (jus suum cuique tribuere) Segtin Cicerén, cstc dar a cada uno lo suyo implica en ltima instancia reconocer a cada uno su propia dig- nidad. Para el jurisconsulto romano, la nocién de «dignidad» integra el micleo mismo de lo juridico. Al momento de definir a la justicia y al derecho, reem- plaza la expresién ius sum de la definicion de Ul- piano por swam dignitatem’2, Las nociones de ius y de *'Cfi. R, ALEXY, El concepto y ta validez del derecho, Gedisa, Bar= celona, 2004; id, La instinucionaiizacién de la justicia, Comares, Grae nada, 2005. © lusttia est habitus animé communi utilitate conservata, ‘que tribuens dignitatem (De invemtione, Il, 160).. swam cui- LAS BASES DE LA BIOBTICA 59 dignitas son asi identificadas®, Por tanto, 7 ecespetn Gel derecho del otro» equivale al «respeto de su dig: humano». mide ertende entonces que dara eada uno To suo supone ante todo tratarlo en funeion de lo que es, un + digno, y no cometer contra é1 discriminaciones bitrates. Hay discriminacién arbitraria cada ve xe el acto de dar a cada uno lo suyo —respetar a a ign dad— se hace depender de condiciones no obj mente relacionadas con el derecho de que se fi: . la titularidad de un derecho esta Serene a hecho de ser un individuo humano, babes ee el cidn toda vez que se niegue este derecho a ai en bajo el pretexto de que es un individuo de cou ae diferente por su edad, raza, sexo, estado de salu bs El principio juridico de 20 A cin . a importancia decisiva en bios i , ‘sta see pe de determinar qué actos deles biotecno- logias son compatibles con el respeto de ls per humana, y si toda persona es igualmente gna, pa rece légico concluir que toda persona debe Ce ist mente protegida contra cualquier abuso en see biomédico. La reflexion sobre la justicia, es z a bre lo que es debido a ail eon por tant ro de la reflexion 7 recho en este campo no consiste en aa a ojos 7 rrados cualquier innovacién tecnolégica, Sin da a ley debe partir de la realidad social comets poe ubica en un nivel distinto al de la sociologia. © (fis F SENN, De la justice et du droit, Srey, Paris, 1927, pp. 19 ss 60 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA cho «no es un instrumento técnico de ingenieria so- cial, a sueldo de cualquier modificacién de las cos- tumbres o de las pricticas a las que debiera plegarse ineluctablemente para satisfacer todos los intereses 0 deseos particulares. El derecho es, por esencia y ante todo, una instancia de valoracién de los hechos»*, El mayor riesgo que corre el derecho frente a las pricticas biomédicas es el de abandonar su propia 16- gica, que es una ldgica de justicia, para plegarse a una ldgica de dominacién de los mas fuertes sobre los més débiles. Para evitar esto, el derecho debe saber distin- guir bien entre ciencia y cientificismo. La ley debe ga~ rantizar el progreso de la ciencia, pero no esta obligada a seguir ciegamente las desviaciones del cientificismo. Mientras la ciencia reconoce sus propios limites y se abstiene de transgredirlos, el cientificismo decreta que no hay limites y se autoproclama capaz de resolver por si solo todos los problemas humanos, El derecho est llamado a desempefiar un papel fundamental en bioética. Se quiera o no, la tarea de conjurar los nuevos peligros para la dignidad humana recae principalmente sobre él, en razén de que la ética no tiene por si sola la fuerza suficiente para ase- gurar el respeto de la persona, Es a la ley a quien incumbe la tarea de ejercer el poder politico, de de- fender al ser humano de los abusos a que esti ex- puesto, sobre todo en los momentos mas fragiles de su existencia (al comienzo y al fin); es a la ley a quien corresponde evitar que nuestros congéneres, % C. LABRUSSE-RIOU, Eerits de bioéthique, PUR, Paris, 2007, pela, LAS BASES DE LA BIORTICA 6L presentes y futuros, sean reducidos a puras relaciones de utilidad y rentabilidad. VI LA INTERNACIONALIZACION DE LA BIOETICA Una de las etapas mas interesantes en el desarrollo reciente de la bioética es la de la internacionalizacién de sus principios. Este proceso se explica en el con- texto de la globalizacion creciente que tiene lugar en todos los ambitos y de la expansién de los intercam- bios cientificos internacionales. Esta claro que los nuevos desafios propios de la bioética ya no pueden ser encarados dentro de los estrechos limites de cada pais, Las implicaciones globales de la biomedicina y la genética trascienden forzosamente las fronteras po- liticas y exigen la cooperaciéa de los Estados en la bisqueda de soluciones adecuadas a los nuevos dile- mas. La internacionalizacién de la bioética se lleva a cabo por medio de acuerdos graduales sobre princi- pios generales, evitando normas demasiado especifi- cas que harian dificil el consenso*’. En este sentido, se pueden destacar especialmente los esfuerzos desa- rrollados por la UNESCO y el Consejo de Europa. La UNESCO (Organizacién de las Naciones Uni- das para la Educacién, la Ciencia y la Cultura) dio en 1997 un primer gran paso hacia Ja internacionaliza- cién de la bioética con la adopcién de la Declaracion ° Cfi, N, LENOIR y B. MATHIEU, Les normes internationales de la bioéthigue, 2. ed., PUR, Paris, 2004, p. 49. 64 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA, ‘También el Consejo de Europa est desempefiando un papel destacado en el esfuerzo orientado a desarro- Ilar normas internacionales en materia de bioética. En 1997, el Consejo abrié a la firma de los Estados miembros la Convencién de Derechos Humanos y Biomedicina, también conocida como «Convencion de Oviedo». La Convencién enuncia una serie de principios generales, entre los que se destacan: la pri- macia del ser humano sobre los intereses de la socie~ dad o de la ciencia (art. 2); el acceso equitativo a los servicios de salud (art. 3); la necesidad del consenti- miento informado para someterse a un tratamiento (arts. 5 a 9); el respeto de la confidencialidad (art. 10); el principio de no discriminacién por razones genéticas (art. 11); la prohibicién de diversas practi- cas, tales como los examenes genéticos predictivos sin finalidad médica (art. 12), las terapias génicas germinales (art. 13) y la seleccién del sexo en las téc- nicas de procreacién asistida (art. 14); el enunciado de reglas generales acerca de la experimentacién no terapéutica con seres humanos (arts. 15 a 17); la pro- hibicién de crear embriones in vitro con fines de ex- perimentacién (art. 18); las condiciones para llevar a cabo trasplantes de érganos (arts. 19 y 20); la prohi- bicién de la comercializacién de productos del cuerpo humano (arts. 21 y 22); el principio de responsabili- dad civil segiin el cual la victima de un dafio injusti- ficado tiene el derecho a la reparacién integral del perjuicio suftido (art. 24) Los principios enunciados en la Convencién se completan con Protocoles adicionales sobre temas es- pecificos. A la fecha, ya se han adoptado cuatro pro- tocolos adicionales: sobre clonacién humana (1998), LAS BASES DE LA BIOETICA 65 trasplantes de érganos y tejidos (2002), investigacién biomédica (2005) y eximenes genéticos con fines de salud (2008). Asimismo, la Convencidn de Oviedo ha institucionalizado cl Comité Director de Bioética (CDBD,, integrado con representantes de diversos pat- ses miembros del Consejo de Europa’, 57 Ver mi comentario de 1a Convencién: «The Oviedo Convention: ‘A European Legal Framework at the Intersection of Human Rights and Health Lawn, Journal of International Biotechnology Lav, 2005, ».° 2, pp. 133-143. CAPITULO IL {QUE ES LA PERSONA? |, «SER PERSONA» EQUIVALE A «SER DIGNO» Resulta hoy urgente, quizis més que nunca, inte- rrogatse acerca de qué es el ser humano en tanto su- jeto, es decir, en tanto persona. Empujado por las bio- tecnologias, el hombre vuelve a plantearse la eterna pregunta sobre si mismo y su destino, Esto es perfectamente comprensible. Las solucio- nes a los nuevos problemas desatados por los desarro- flos biomédicos dependen casi enteramente de la res- puesta que se dé a Ia pregunta sobre Ia persona, En efecto, «como trabajar por la supervivencia de una vida humana sobre Ia tierra, si desconocemos las ca- racterfsticas especificas de esta vida?! 'D. JANICAUD, «Ladiew critique aux utopies», en G. Hoitois (comp,), Aux fondements d'une éthigue contemporaine. FI. Jonas et H. T Engelhard, Vein, Paris, 1993, p. 101 [67] 68 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA En el fondo, lo que esta en juego en los nuevos di- Jemas bioéticos es la esencia misma del hombre como. sujeto, que se resiste a la cosificacién hacia la cual parece ser empujado, E] escenario tecnolégico actual da lugar a Jo que Jean Ladriére califica como «un ver- dadero fendmeno de induccién existencial» sobre el set humano, que comienza a ser visto segtin las éini- cas categorias tecnocientificas y es asi reducido al es- tatus de cosa que se puede modelar a imagen de los odjetos técnicos?, Se habla en este sentido de una «reificacion» (de res, cosa) de la persona. Este término, que habia sido creado por el marxismo para criticar al sistema capi- talista?, reaparece hoy en el campo de la bioética con un sentido mucho mis radical. Ya no se lo emplea para censurar a un sistema econémico que amenaza con «cosificar» a los obreros, reduciéndolos al salario que perciben. La nueva cosificacién es mucha més di- recta, puesto que acttia de un modo inmediato sobre el cuerpo mismo del ser humano. Ya no es el obrar de la persona lo que se ve amenazado de cosificacién, sino su ser mismo en su radicalidad mas absoluta, Se advierte por qué es particularmente importante hoy en dia reflexionar sobre la nocién de persona, planteandose dos preguntas, una ontoldgica y la otra 6tica: qué es la persona?, {cual es su valor? Para intentar un esbozo de respuesta a estos interro- gantes, resulta itil acudir a la etimologia de Ia palabra 2 wApproche philosophique de la problématique bioéthiquen, en I~ Bde Malherbe y R. de Meyer (comps), Ethigue et génétique, Cabay, Louvain-la-Neuve, 1983, p. 22 3 Cfi, G. LUKACS, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, México, 1969, pp. 90 ss, QUE ES LA PERSONA? 69 en cuestion. El término latin persona se ha formado a partir del griego prosdpon (rostro), que servia tanto para designar el rostro humano en su realidad fisica y con- creta, como la méscara que Mevaban los actores, y luego, por metonimia, el papel que la mascara simboli- zaba. Este origen de la palabra no es casual, El rostro es Jo que exterioriza a la persona del modo mis inmediato; el rostro, siempre singular y tinico, expresa apropiada. mente el caracter irreductible de la personalidad. Como lo destaca Emmanuel Levinas, el rostro es el medio por excelencia para descubrir el infinito que esti presente en cada ser humano. La relacién con el rostro es «una relaci6n con lo absolutamente otro» y que se nos pre- senta bajo la forma de una prohibicién: «no matards»'. Con el término «persona», que nos remite al rostro, se busca asi hacer referencia al ser que no se perienece mas que a si mismo (dominus sui), es decir, que es ra- dicalmente incapaz de pertenecer a otro en tanto simple objeto. Esta claro que esta autopertenencia no impide que la persona pueda, sin perder su condicién de sujeto, darse voluntatiamente a los demés, es decir, amar. Con esto, ella no deja de autopertenecerse; muy por el con- trario, para poder darse a los demas, la persona debe pri- ‘mero poseerse a si misma del modo més pleno posible. Y esta autopertenencia debe subsistir mientras subsiste el acto de donacién de si. En lugar de anonadarse, ella se «personaliza» atin mas al servir a los demas, en ra- zon de su naturaleza profundamente social. Esta autopertenencia tampoco debe entenderse en sentido juridico. El derecho no considera el cuerpo +B, LEVINAS, Totalité et infin. Essai sur Vestértorité, Le Livre de Poche, Paris, 2000, p. 217, 70 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA como una apropiedad» de la persona. La razon es muy sencilla: el cuerpo no es una «cosa» externa so- bre la que se pueda ejercer un derecho subjetivo como el que se ejerce sobre las cosas. Mas aun, entre la per- sona y st cuerpo no hay, estrictamente hablando, vincu- lo jutidico alguno, puesto que ambas realidades se identifican. En otras palabras, la persona no posee un cuerpo, sino que ella es un cuerpo. Ello explica que la mayorfa de los juristas de todos los tiempos se hayan resistido a la idea de un derecho sobre el propio cuerpo (ius in se ipsum ), por ser con- tradictoria: el derecho implica por definicién una re- lacion de alteridad. Alli donde solo hay una persona, no hay relacién juridica. De este modo, la nocién de propiedad sobre el cuerpo es contraria a la naturaleza misma del hombre, que es una unidad. Bl ser humano no puede desdoblarse dentro de si mismo entre un asuijeto de derecho» y un «objeto de derecho» sin que su unidad més radical quede afectada, El jurista Ul- piano afirmaba en este sentido que dominus membro- rum suorum nemo videtur>. La relaci6n de un sujeto con su cuerpo corresponde en realidad al plano de ia naturaleza y no al plano del derecho; es aquélla y no éste quien hace que el hom- bre sea y deba permanecer él mismo en su propio cuerpo. Bn otras palabras, «el lazo juridico vincula a un sujeto con oto, no consigo mismo; esto tiltimo ya lo ha hecho por él la naturaleza»®. Kant agrega otro ar- gumento en este mismo sentido, al afirmar que el + «Nadie es propietaro de sus miembros» (Digest, 9, 2, 13). ©X, DUON, Le sujet de droit en son corps. Une mise @ épreuve du droit subjectif, Varcier, Brasclas, 1982, n° 916. {QUE ES LA PERSONA? 7 hombre no es propietario de su cuerpo, porque «él es responsable de la humanidad en su propia personay’. Por esta raz6n, los desarrollos biomédicos no obli- gan al derecho a traducir en términos juridicos el lazo que une a la persona con su cuerpo. Por el contrario, el derecho aparece como el garante de la unidad de la persona, que de otro modo se veria afectada por una interpretacién dualista de tipo «sujeto-objeto», La persona se identifica con su cuerpo. Y sin em- bargo, no es en razén de las cualidades de su cuerpo que ella es la realidad mas sublime sobre la tierra. Es gracias a su acto de ser, dotado de una intensidad iimica, que ella posee una dignidad constitutiva. To- més de Aquino, habitualmente muy parco en sus ex- presiones, no duda en exclamar, frente a la maravilla del ser-personal, que «la persona es lo mas perfecto que existe en toda la naturaleza»’. Y el camino que adopta para precisar esta nocién consiste en conside- tar los grados de individualidad de los seres. Lo «in- dividual», lo «uno» se presenta, en efecto, de un modo distinto segiin el grado de perfeccién de cada ser (mineral, vegetal o animal). En la ctispide de esta escala de individualizacién creciente se encuentran los seres racionales, los mas «individuales» de todos, a tal punto que son tnicos; es por ello que «estas sus- tancias racionales han recibido un nombre especial, y este nombre es el de persona»?. 11 Kant, La Metafisica de las Costumbres, 2." ed., Teenos, Madrid, 1994, § 17 de la Primera Parte; Doctrina del Derecho, * Persona significat id quod est perfectissinum in tota natura (Stam teoldgica, 1,4. 29, & 3). ° Ibid. 72 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA m8 2QUE ES LA PERSONA? oie Kant asigna a la persona el valor La dignidad intrinseca, que se refiere al valor tin fin os Shy pee aaece Ser siempre tratada, comp je posee todo ser humano en virtud de su mera con- He cn St Buca como un simple medio para icin humana, sin que ninguna cualidad adicional cor Infereses ajenos. La dignidad de la persona eg rexigible. Se trata de un valor que esta indisoluble~ «algo que se ubica por encima de todo precio y, por lo rente ligado al propio ser de la persona y por ello es tanto, no admite nada equivalente»; mientras las coz el mismo para todos y no admite grados, En este sen- sas tienen «precio», las personas tienen «dignidady!0, fdo, todo ser humano, atin el peor de los criminales, En otras palabras, la dignidad, como prerrogativa ca: “ag un ser digno y por tanto, no puede, bajo ninguna racteristica de las personas, es un valor absoluto que ircunstancia, ser sometido a tratamientos degradan- escapa a todo cAlculo utilitarista de costos-beneficios, “tes o inhumanos, como la tortura o [a esclavitud!?. La formulacién kantiana de la dignidad conlleva "La dignidad ética, que hace referencia, no al una exigencia de no instrumentalizacién de la pers © serde la persona, sino a su obvar: En tal sentido, el ser Sona y es sumamente esclarecedora en el campo dela ~ frumano se hace él mismo mayormente digno cuando bioética. Ella implica, por ejemplo, que no se puede = gu conducta esti dirigida a la realizacién del bien. someter a un individuo a experimentos cientificos sin sta dignidad es el fruto de una vida virtuosa y, por su consentimiento 0 cuando los riesgos son despro- tanto, admite diversos grados. Asi, puede decirse que porcionados, por importantes que puedan ser los be: = un hombre honesto tiene mas dignidad que um estafa- neficios potenciales para la sociedad; que no es tole- dor, Se trata de una dignidad dindmica, en el sentido rable que personas en estado de extreme pobsors sp de que es construida por cada uno a través del ejerci- vvean forzadas a vender un érgano para cubrir sus ne ___ cio de su libertad. cesidades; que no se pueden producir clones humanos © predeterminar las caracteristicas genéticas de una persona futura s6lo para satisfacer los descos de los padres potenciales. En todos estos casos hay una ins- trumentalizacién indebida de la persona y por tanto una prictica contraria a la dignidad. Para evitar malentendidos, es importante aclarar que la nocién de «dignidad» puede ser usada en dos sentidos distintos: Cuando nos referimos a la «dignidad de la per- sonay en el presente trabajo, lo hacemos normal- mente en el primer sentido, es decir, como sinénimo del valor que debe reconocerse al ser humano por su mera condicién humana. Fste es el sentido que da a la dignidad la Declara- cién Universal de Derechos Humanos de 1948 cuando 8 Chi arts, 4y S de Ia Declaracién Universal de Derechos Hum nos, segiin los evales existen cierlos derechos humanos que son abso- lutas, en el sentido de que no admiten limitacién 0 reglamentacién al- gona: el derecho a no ser sometido a fa tortura, ala esclavitud y a otros fratamientos inhumanos o degradantes. 1. Kaw, Fndamentaiin deka meafsicn de las cstumbre, Ariel, Barcelona, 1999, p. 189, “ ‘sunires, 14 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. afirma que hay una «dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana» (Preémbulo) y que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dig- nidad y derechos» (art. 1). Esta misma idea queda todavia mas en claro cuando sefiala que todos pueden invocar estos derechos «sin distincién alguna, en espe- cial, de raza, de color, de sexo, de lengua, de religién, de opinién politica, de origen nacional o social, de fortuna, de nacimiento o de cualquier otra situacién» (art. 2), Desde luego, si bien la nocién de dignidad humana aparece con especial fuerza en la escena internacional después de la Segunda Guerra Mundial, ello no quiere decir que nos encontremos ante un concepto nuevo. Al contrario, desde antiguo se ha advertido que el ser humano, en cuanto ser espiritual, es decir, dotado de razén y libertad, es «el objeto mas prodi- gioso de la naturalezay"2, Los griegos explicaron Ia peculiar situacién del hombre por la presencia en él de un elemento divino. Este elemento se encuentra en lo mejor de su ser, que es el alma. La formula aparece tanto en Platén' como en Aristételes'. Cabe recordar en este sentido un pa- saje particularmente bello de Platén sobre el alma hu- mana: «Dios nos ha dotado a cada uno como de un genio divino... Y podemos afirmar que esta alma nos eleva por encima de la tierra, en razon de su afinidad con el cielo, ya que no somos una planta terrestre sino celestial. Es arriba, en efecto, donde se produjo el na- "B. PASCAL, Pensées, Gallimard, Paris, 1977, Fragment 185, p. 160. © Chr. La Repiblica, IX, 589 ¢; Teeteto, 176 b. 'Cht, Elica a Nicémaco, X, 7, {QUE ES LA PERSONA? B cimiento primitivo de nuestra alma, y es arriba donde Dios ha colocado muestra cabeza, que es como nues- tra raiz, y de este modo, ha dado al cuerpo entero la posicién verticaly's, En el pensamiento griego antiguo, el alma humana es el lugar privilegiado de encuentro de lo humano y lo divino. Ella es comparada a menudo a un espejo que permitiria percibir un reflejo auténtico de la divi- nidad. El hombre es visto como una estatua tallada por el mismo Zeus, siendo por ello mucho mas vene- rable que cualquier estatua de Fidias'®, La misma idea se encuentra en el pensamiento es- toico. Cicerén compara el intelecto humano con una estatua consagrada, sicut simulacrum aliquod dica- tum'’, La nocién de dignidad es presentada por el ju- risconsulto romano como el cardcter distintivo del ser humano respecto de los animales. Cicerén se ocupa de destacar que este principio constituye el punto de partida necesario de cualquier reflexién ética'*, Con el cristianismo se difunde la conviccién segin Ja cual el ser humano, en cuantu persona, es decir, en cuanto ser racional y libre, es el tinico que ha sido he- cho a imagen y semejanza de Dios": cada alma hu- mana es una obra maestra de Dios y su fin ultimo "= Timeo, 90 a, ' Cf. 1 PéPIN, Idées greeques sur Mhomme et sur Dieu, Les Belles Lettres, Paris, 1971, p. 8 De legibus, 1, 22, 59. 'S Chr. De offcis, 1, 30. Para un anilisis profundo de la nocién de ddignidad humana en el pensamiento antiguo, en especial en los estoi- cos, ver A. PELE, La dignidad humana. Sus origenes en el pensamiento clasico, Dykinson, Madrid, 2010. "Cf. Gen. 1, 26. 76 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA consiste en orientarse hacia su Creador para gozar de una vida bienaventurada en {a eternidad divina. Por su origen y por su destino, cada ser humano es un ser sagrado”®, Hacia fines del siglo xvul, esta certeza sobre las bases trascendentes de la dignidad humana comienza a diluirse, El racionalismo aspira a reemplazar el fun- damento trascendente por uno inmanente, tal como el de la autonomia moral kantiana. Este nuevo enfoque tiene la ventaja de evitar la referencia a nociones me- tafisicas como las de Dios y alma que, segiin buena parte de la filosofia moderna, marcada por un fuerte escepticismo, escapan a nuestro conocimiento”. Pero paradéjicamente, la visién inmanente de la dignidad conduce a diluir su valor y, en ultima instancia, la torna incomprensible. ¢Cémo puede el hombre mere- cer un respeto absoluto si esté privado de todo vinculo con Io absoluto? {Cémo es posible que un ser limi- tado, contingente y mortal, como es cada hombre, tenga una dignidad intrinseca si lo mas profimdo de 2 «Lo que se encuentra en lo mis profndo de la dignidad de Ia per= sona es que ella no tiene con Dios s6lo Ia semejanza comin que tam- bign tienen las otras criaturas. La persona se le asemeja conto algo pro- pio, porque ella es « Ja imagen de Dios, ya que Dios es espiita y ella procede de Fl teniendo como principio de vida un alm espiritual, un spirit capaz de ser elevado por la gracia a participar de ta vide misma de Dios, para, al fin, conocer y amarte como £ se conocs y se ame (J. MARITAIN, La personne ef le bien commun, Desciée de Browser, Pe- ris, 1947, p. 35), Aunque hay que reconocer que Kant, a pesar de su tentativa de cortar con toda metafisica, sigue sosteniendo que tanto la existencia de Dios como la inmortalidad del alma, en cuanto «postulados de fa razon prictica», son necesarios para Ia existencia de ta moral (Critica de la razén prictia, Espasa-Calpe, Madrid, 1981, libro H, caps. 4 y 5) {QUE BS LA PERSONA? 7 su ser no refleja de algiin modo una realidad trascen- dente que es ilimitada, necesaria e imperecedera? Si la autonomia es el fundamento exclusivo de la digni- dad, gcémo puede argumentarse de ahora en adelante que cada ser humano, aun el mas débil, enfermo y falto de autonomfa moral, posee un valor inherente? De este modo, nos encontramos actualmente en un verdadero callején sin salida, ya que continuamos creyendo en la dignidad humana, sin saber bien sobre qué fundarla. Esto nos conduce facilmente a una vi- sion superficialmente contractualista los derechos hu- manos: hay que respetar tales derechos porque la ley © los tratados internacionales asi lo disponen, pero nos abstenemos de plantearnos el porgué profundo de este imperativo. Resulta paradéjico que, justo cuando més los nece- sitamos, nos falten los motivos sustanciales para pro- teger al ser humano de los abusos a los que lo expo- nen ciertos desarrollos biotecnolégicos. No es casual que las biotecnologias hayan hecho renacer en estos tiltimos afios el debate en torno a la nocién misma de «persona», en especial, en los mo- mentos limites de su existencia, al comienzo y al fin En este sentido, examinaremos brevemente las dos vi- siones opuestas de Ja persona: la que la identifica con el individuo perteneciente a la especie humana y la que la asimila al ser autoconsciente. I LA PERSONA: UN INDIVIDUO HUMANO La definicién de «persona» mas célebre es sin duda la formulada por Boecio, en el siglo VI de LS —— 73 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA, nuestra era: sustancia individual de naturaleza ra- cional”?, En esta aproximacion a la realidad personal, de tipo ontoldgico, la persona es identificada con un ser vivo que pertenece a una naturaleza determinada: una naturaleza racional. Pero debe destacarse que este enfoque no reduce la personalidad a la razon o a la conciencia, sino que reconoce a la persona en la totalidad humana. La conciencia no es mas que un acto de fa persona, importante sin duda, pero no el unico ni el decisivo; el acto consciente supone que la persona ya existe antes de tal acto; es decir, la con- ciencia no es constitutiva de la persona, sino que es una expresion de ella. El recién nacido no posee atin conciencia de si, al igual que el hombre en estado de coma, lo que no les impide ser personas, Es cierto que a través de la autoconciencia cada uno de noso- tros constata la existencia de su propia personalidad, pero ello no significa que ésta sea creada por ese acto®, La persona es un ser de naturaleza racional, pero ella no se reduce a su razon, ni menos atin a su con- ciencia. En verdad, ella pertenece a una naturaleza que se caracteriza por la razén y la conciencia. Gra- cias a esa naturaleza, ella se constituye en sujeto y se distingue netamente del resto del mundo natural. ® De persona et duabus naturis, ¢. 3, Patrologie Latine,t. 64, col. 1343, ® Para un analisis profundo de la distincién entre las nociones de «persona» y de «autoconciencia» en el debate en torno al embrién, ver 4. Chosay, «The Personhood of the Human Embryo», Jounal of Me- dicine and Philosophy, 1993, vol. 18, pp. 399-417. 2QUE ES LA PERSONA? 719 Cada persona tiene mayor densidad ontolégica que todo el universo material que la rodea™. Ningin ser humano tiene por qué probar sus capa- cidades intelectuales para ser respetado como un fin en si. Su estatus de persona en una realidad que su- pera la actividad neuronal. En otras palabras, la no- cidn de «persona» tiene un caracter ontoldgico y no simplemente fenomenoldgico®. De aqui se coneluye que el concepto de «persona» es perfectamente aplicable a fodo ser humano vivo, incluso cuando no haya desarrollado atin todas sus potencialidades (como en el feto, en el recién nacido o en el nifio), 0 que las haya perdido irremedia- blemente (como en ciertos casos de demencia espe- cialmente graves). Al mismo tiempo, debe sefialarse que el hombre, alin perteneciendo a una naturaleza, Ja trasciende. Esto significa que no se identifica con ella, Cada uno de nosotros advierte sin dificultades que posee una Cabe recordar aqui un eélebre pasaje de Pascal: «El hombre no es ‘mis que una cafa, la mas débil de la naturaleza, pero una cata pen- sante, No es preciso quo el universo entero se alce para aplastarle: un ‘vapor, una gota de agua bastan para hacerle perecer. Pero aiin cuando cl universo lo aplastara, el hombre seria todavia més noble que lo que le mata, porque sabe que muere y conoce la ventaja que el universo tiene sobre él; pero el universo no sabe nada de eso» (Pensées, op. city Fragment 186, p. 161). 2 J.-P. CHANGEUX, Lfhomme neuronal, Fayard, Paris, 1983: «Nada se opone a que, en adelante y en el plano teérico, las conductas del hombre sean deseriptas en términos de actividades neuronales» (p. 364). También defienden el materialismo neuronal Danie! Dennett (Consciousness: Explained, Little Brown, Boston, 1991) y Patricia Churchland (Newrophilosophy: Toward a Unified Science of the Mind/Brain, MIT Press, Cambridge, 1986) 80 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA, cierta estructura ontolégica comin con sus congéne- res: la naturaleza humana; pero al mismo tiempo sabe bien que él mismo es mucho mds que una naturaleza. Se afirma en este sentido que «si la naturaleza de- signa una estructura de orden, un status abstracto, es la persona la que le da movimiento y vida, dindole forma con sus componentes fisicos ¢ intelectuales. La persona es este acto de ser; de existir, que actualiza 0 realiza las posibilidades de la naturalezan™, {Por qué cada ser humano «desborda» la natura- leza que le es propia? Porque es una persona, es de- cir, porque su grado de individualidad es tan elevado que, sin romper con Ia naturaleza comin, cada hom- bre es un ejemplar tinico, no solamente desde el punto. de vista fisico, sino y sobre todo, por la parte mas in- tima de su ser, su espirituc”, Se impone asi la distincién entre las nociones de «naturaleza humana», tomada no en sentido bioldgico sino filoséfico, y de «persona humana». Entre los hombres se pueden encontrar constituciones fisicas y capacidades intelectuales muy diversas. Pero la natt- raleza es la misma para todos, aun cuando ella se en- cuentre disminuida en algunas de sus facultades. En consecuencia, la igualdad entre todos los seres humanos, afirmada por las declaraciones de derechos ¥ por las leyes, no es una simple metifora, sino que tiene un fundamento bien real. Todos los hombres son iguales por su naturaleza comin. Pero, dentro de una 2 1-M. TRIGEAUD, Persona ou la justice au double visage, Studio Ritoriate di Cuttura, Génova, 1990, p. 194, ® «Porque es imposible que la parte que razona en nosotros no sea spiritual» (B. PASCAL, Pensées, op. cit, Fragment 185, p, 159) QUE ES LA PERSONA? 81 ‘misma naturaleza, cada persona es tinica. No hay aqui ninguna contradiccién: es justamente la personalidad Jo que juega el rol de elemento individualizador de la naturaieza humana. Por ello, Mounier tenia razén al sostener que, estrictamente hablando, la persona no es definible, ya que s6lo se puede definir lo que integra un género, y no lo que es tinico y singular: «La expli- cacién, por definicién, deja escapar lo singular, lo que es uno c indivisible. La persona no es “algo” que se pueda encontrar después de un andlisis, o una combi- nacién definible de caracteristicas. Si ella fuera una suma de cualidades, seria inventariable, pero resulta que es el lugar de lo no inventariablen*®. Por este motivo, toda definicin de la persona no es mAs que una aproximacién pobre y necesariamente incompleta, que no hace mas que explicitar la natura- leza que se descubre en este hombre, Si se quisiera set preciso, no habria que decir que e/ hombre es una per sona, sino que este hombre lo es. . ‘La persona no es, por tanto, un micleo espiritual aislado del cuerpo, ni una manifestacion de! mundo de las ideas, sino la totalidad humana, animada por un principio espiritual, Cada persona es un «yo», que @s al mismo tiempo espiritual y corporal, siendo espiritu por el mismo titulo que es cuerpo. ; Como lo veremos més adelante, esta perspectiva conduce a sostener —o, al menos, a presumir— que el hombre es persona desde cl momento mismo en que comienza a vivir y que conserva su estatus de per- sona mientras permanezca con vida. No se exige de 3B, Mounier, Le personnalisme, PUR, Patis, 1951, p. 53. vee | 82 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA 1, por tanto, que acredite la posesion de determinadas caracteristicas particulares para ser reconocido como: un fin en si: la simple pertenencia a la especie hu- mana le basta para ser tenido por digno del respeto que se debe a las «personas». Tl. LA PERSONA: UN SER AUTOCONSCIENTE En una perspectiva opuesta a la que acabamos de considerar, se encuentra la vision dualista, de raiz car- tesiana, que radicaliza la distincién entre los dos co- principios constitutivos del ser humano. Es sabido que Descartes reduce a la persona a la res cogitans, es decir, a su pensamiento. El cuerpo, en cambio, no es mas que una res extensa, una «cosa» que ocupa un es- pacio fisico, y que pertenece mas al mundo de los ob- jetos que al de la dimensién personal: «Supe que yo era una sustancia cuya esencia 0 naturaleza es sélo pensamiento, y que para existir no tiene necesidad de ningin lugar, ni depende de ninguna cosa material, De modo que yo, es decir, mi alma por la que soy lo que soy, es enteramente distinta de mi cuerpo...»®, La vision dualista ha influido mucho en la filoso- fia moderna, que tiende a excluir al cuerpo de la re- ® Discours de la méthode, 1V° pattie, Vein, Paris, 1987, p. 33. Chk también las Meditationes de prima philasophia: «Tengo una idea dis- tinta del cuerpo, en tanto él es solamente una cosa extensa que no piensa, y es cierto que yo, es decir, mii alma, por la que soy lo que soy, fs entera y verdaderamente distinta de mi cuerpo y que puede ser 0 cexistr sin 6b» (Vrin, Paris, 1978, meditacién 6°, p. 76), {QUE ES LA PERSONA? | flexion sobre la persona”, Se la encuentra, por ejem- plo, en Locke y en Hume. Locke define a la persona ‘Gomo «un ser inteligente pensante, que posee razon y reflexion y puede considerarse a si mismo como la misma cosa pensante en diversos tiempos y luga- resy"!, Para Hume el hombre no es mas que «una co- feccién de diferentes percepciones que se suceden ‘unas a otras con una increible rapidez y que estén en un flujo y movimiento perpetuosy”, Como se advierte, en el esquema dualista de la per- sona, el cuerpo deja de ser un elemento constitutive de la persona para volverse un objeto exterior sobre el cual se ejerce un dominio andlogo al que se tiene so- bre las cosas. El cuerpo se torna un simple instru mento al servicio del pensamiento. Ello explica que, cuando la técnica nos da la posibilidad de ejercer un poder cada vez mayor sobre el cuerpo, Ia realidad cor- poral del ser humano —y todo lo que ella implica: su vida, su enfermedad, su condiciin mortal, ete. — sea vista como un dato puramente técnico. Por este ca- mino, es la persona misma en su dimensién corporal Ta que viene a ser asimilada a las cosas, es decir, a simples materiales regidos por criterios de eficacia y utilidad, Radicalizando la visién dualista de la persona, el biveticista norteamericano H. Tristram Engelhardt es- 59 Solamente en estas iltimas décadas, en parte como consecuencia de los dilemas bioéticos, se observa una revalorizaci6n del cuerpo en la reflexi6n filosafica &\ An Essay: Concerning Human Understanding, Clarendon Press, Oxford, 1975, libro Il, cap. 27, $9, p. 35. 2A Treatise of Human Nature, Green and Grose, Londres, 1886, li- bro I, LV! parte, seccién 6, p. 534, 84 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. tablece una distincién neta entre las personas en sen tido estricto y la vida biolégica humana”. Las perso- nas en sentido estricto son seres autoconscientes, cionales, libres en sus elecciones, capaces de juicio moral. Sélo a ellas les concierne el principio de auto- nomia y su cotolario, el deber de respeto mutuo. Por tal motivo, segiin esta posicién, «no todos los seres hhumanos son personas» y sélo hay derechos para los seres autoconscientes™. : En cambio, todos los individuos humanos que no. retnen los requisitos enunciados entran en la catego- ria inferior de vida bioldgica humana. Es que, segin Engelhardt, «que un ser pertenezca a una especie de- terminada no interesa desde la perspectiva de la mo- ral seculary"’. En consecuencia, y dado que no son personas, estos seres no estan protegidos mas que por un simple deber de beneficencia, si son capaces de experimentar dolor y en la medida en que tengan una cierta significacién para alguna persona en sentido estricto’*, Por tanto, «los fetos, los recién nacidos, los enfer- mos mentales graves y los que se encuentran en coma irreversible son ejemplos de seres humanos que no son personas, Aunque se trate de miembros de la es- pecic humana, no tienen en si mismos un estatus com- pleto en la comunidad moral secular, No pueden ha- » Chr. The Foundations of Bioethies, pp. 135 ss. 84 «Not all humans are persons» (The Foundations of Bioethics, : p. 138). 3° HT. ENGELHARDT, ibid. % Cf ibid, p. 143. El autor destaca que este deber de beneficencia cs el mismo que se tiene respecto de los animales. {QUE ES LA PERSONA? 85 cer reproches ni evaluar nada positivamente, de la misma manera que no son susceptibles de reproche ni ~ de elogio alguno [...]. No son actores plenos de la em- presa moral secular. Sélo las personas poseen ese ¢s- tats. El respeto de la persona se reduce asi al respeto de su autonomia moral, Por tanto, si no hay tal autono- mia, no hay nada que respetar. Tal como lo sintetizan bien dos autoras, para la tesis de Engelhardt, «ni si- quicra un recién nacido es persona: los lazos que ira ejiendo le permitirin construir poco a poco su auto- nomia, a condicién de que sea capaz de tal aprendi- zaje. Un recién nacido anencefalico no sera jamas una persona. 4 fortiori ni un embrién humano ni un feto son personas, sino slo personas futuras o posibles 0 probables»*, En una linea de pensamiento cercana a la de Engel- hardt, Peter Singer sostiene que la vida de los recién nacidos con retardo mental no vale mas que la de pe- rros 0 chimpancés adultos. Al contrario, sostener la primacta de la vida humana constituye una suerte de «especismo», es decir, un privilegio arbitrario en favor de los seres humanos®. Singer critica el principio 2" Ibid, p. 139. Segin Engethardt, «no tiene sentido hablar de res- peto de Ia autonomia de fetos, recién nacidos o enfermos mentales gra- Yves», ya que en estos casos, «ao hay autonome que se pueda ofender. ‘Tratur a estos sees sin tener en cuenta lo que no poseen ni poscersin ja- ims no les despoja de nada segtin los criterios de la moral secular. Caen. fuera del santuario de fa moral secular» (ibid, % A. FAGOFLAROBAULT y G, DELAISI DB PARSEWAL, «Les droits de Membryon (foetus) humain et Ja notion de personne humaine potenti Ile», Revue de métaphysique et de morale, 1987, n° 3, p. 372. Clk. Animal Liberation. A New Ethics for Our Treatement of Ani- ‘mals, Avon, Nueva York, 1977. 86 BIORTICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA mismo de respeto incondicional de la vida humana, sosteniendo que este principio tiene una base rel giosa, en especial, en la tradicién judcocristiana. Por ello, este autor considera legitimo el infanticidio de los recién nacidos afectados por enfermedades graves", TV. UN DEBATE MAS QUE TEORICO Esté claro que la nocién de «persona» que se adop- te como punto de partida condiciona nuestra conducta respeeto de la vida humana, O la persona es identifi. cada sin mas con todo ser humano vivo, 0 se exige de éste algo mas (por ejemplo, la autoconciencia, la au- fonomia moral, la capacidad de dolor, ee.). La primera posicién conduce a adoptar una actitud de respeto hacia todo individuo humano, cualquiera sea su edad o su estado de salud, y por consiguiente, a juzgar que ciertas practicas, tales como el aborto, el infanticidio, la experimentacién con embriones o la cutanasia son éticamente inaceptables. En cambio, la segunda posicién conduce a una ac- titud de indiferencia hacia los seres humanos mas débiles, que pueden ser expuestos a tratamientos de- gradantes o directamente suprimidos sin mayores re- “® t¥emos rechazado el principio tradicional de santidad dela vida humana, porgue este principio otorga una signifieacién exeesiva a algo —la especie biolégica— que no tiene ningin signifieado mora intrin- seco» (P. SINGER y H. KUHSE, Should the Baby Live? The Problem of Handicapped Infants, Oxford University Press, Oxford, 1985, p, 129), Cf. también: P Stiae, Rethinking Life and Death, The Collapse of Our Traditional Ethies, St. Martin's Giffin, Nueva York, 1996. {QUE ES LA PERSONA? 87 aros. El respeto sélo se dirige aqui a un niimero li- fnitado de individuos selectos, los que tienen la suerte de poscer ciertas cualidades que se juzgan «esencia- Jes». Los limites temporales de la persona —su co- mienzo y su fin— se vuelven difusos, y de este modo, es el respeto mismo de la persona el que se debilita, Segiin Robert Spaemann, esta segunda posicién va contra la idea misma de «derechos humanos», ya que esta nociGn implica que nadie esta autorizado para de- cidir si otro individuo humano es un «sujeto de dere- chos». Por el contratio, es la sola pertenencia a la es- pecie homo sapiens lo que deberia determinar su status de «persona». Todo otro criterio convertiria a algunos hombres en jueces de otros y la nocién de de~ rechos humanos quedaria suprimida de raiz. Pero si aceptamos que los derechos humanos existen, parece innegable que el primero de estos derechos consiste en que nadie esta autorizado para poner en discusién la pertenencia de otro a la categoria de «sujeto» y a privarlo de sus derechos. Por ello, «s6lo cuando el hombre es reconocido como persona sobre la base de lo que es simplemente por naturaleza, puede decirse gue el reconocimiento se ditige al hombre mismo y no a alguien que cae dentro de un concepto que otros han convertido en criterio para el reconocimiento, Como es natural, de aqui se deduce que todo limite temporal para su reconocimiento inicial como hom- bre es convencional, y por lo tanto, tirénicon*', 4. R, SeAEMANN, «La naturaleza como instancia moral de apcla- ccidn», en C. I. Massini (comp.), £T iusnaturalismo actual, Abeledo-Pe- rrot, Buenos Aites, 1996, pp. 347-364. CAPITULO ITI LA EUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE PERFECTO 1. LOS ORIGENES DE LA EUGENESIA, ‘Uno de los dilemas mas dificiles y sutiles que debe enfrentar la biogtica actualmente es sin duda el de la cugenesia, El témino «eugenesiay, que viene del griego y significa literalmente «buena generaciom 0 buena raza», es empleado para referirse a la ciencia que aspira a mejorar los rasgos hereditarios bumanos mediante varias formas de intervencion 0 seleccion. Es cierto que la idea de un amejoramiento» de las cualidades de los individuos que componen el tejido social no es nueva, sino que constituye uno de los sue~ jios mas antiguos de la humanidad. Ya Platon proponia para su Estado ideal medidas concretas para asegurar ta reproduccién de los ciudadanos «superiores» y evi- tar la de los «inferiores»', En el siglo Xvul, Descartes "fi, La Repitblica, 460, ro V y especialmente los parigrafos 458 a [89] L 8 90 BIOETICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA veia la medicina como el instrumento del perfecciona- miento del hombre y el fundamento de la nueva moral que proponia: «si es posible encontrar un medio que haga a los hombres més sabios y habiles de lo que lo han sido hasta ahora, es en la medicina donde debe- mos buscarloy?, Actualmente, las biotecnologias con- fieren a este antiguo suefio un nuevo impulso, ya que creen poder realizarlo por primera vez en la historia, Si la idea es antigua, ef término «eugenesiay tiene apenas algo mas de un siglo: fue acufiado en 1883 por Francis Galton para designar a la ciencia que queria fundar con e! propésito de «permitir a las razas mas dotadas prevalecer sobre las menos dotadas»*. Galton, que era primo de Charles Darwin, tomé de éste la idea de la seleccién natural para aplicarla al ser humano, pero sustituyéndola por una seleccién deliberada. Pero fue a comienzos del siglo xx cuando las tesis de Galton comenzaron a ser aplicadas. A partir de 1905, fueron creadas «sociedades de eugenesia» en distintos paises, y en especial, en Estados Unidos, Alemania y los paises escandinavos. Las medidas eu- genésicas propuestas estaban repartidas en dos cate- gorias: positivas y negativas. Las positivas buscaban favorecer la procreacién de los sujetos capaces de transmitir los «buenos» caracteres, generalmente a través del otorgamiento de subsidios estatales. Las negativas tendian a excluir de la procreacién a los * Discours de la méthode, Vie pattie, en Cvres, t. VI, Vein, Paris, 1973, p, 62, Cli también el Prefacio de tos Principes en: Eines, t, IX-2, Vrin, Paris, 1971, p. L. >'D. KEVLES, In the Name of Eugenies, Knopf, Nueva York, 1985, pix LA BUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE. 91 portadores de caracteres «indeseables». Entre las me- didas negativas adoptadas por los paises citados cabe sobre todo mencionar la esterilizacién forzada de mi- “fes de personas, en su mayoria mujeres, previamente calificadas como «débiles mentales». En la Alemania nazi, la obsesion eugenésica legs a su paroxismo. La politica de «higiene racial» condujo a la supresién de los enfermos mentales que se encon- traban internados en las clinicas psiquidtricas. Los ho- rrores cometidos en este periodo obscuro de la historia, en nombre de la «purificaci6n de la raza aria», pusie~ ron en evidencia el cardcter inhumano del punto de partida adoptado, El proceso de Nuremberg, en el que fueron reveladas las practicas de los médicos nazis, marcé el punto culminante de la conmocién publica. Desde entonces, cientificos que al principio eran eugenistas entusiastas y partidarios de un «mejora- miento» de la humanidad a través de la ciencia, se volvieron mas escépticos al respecto. Es el caso de Jean Rostand, quien escribia en 1956, a propésito de las perspectivas de control total de la procreacién hu- mana; «Hoy, en ciertos momentos, nos invade una li- gera duda... Y nos preguntamos si la ciencia no esté a punto de tocar una suerte de limite mas allt del cual sus avances pueden mas daitinos que beneficiosos [uk por audaces que seamos —o que creamos serlo— [...], debemos reconocer que hay algo en no- sotros que se inguieta, que se rebela, que protesta viendo esbozarse en las brumas del futuro el extrafio paraiso que nos prepara la biologian’. $ Peur-on modifier Phomme?, Gallimard, Patis, 1956, p. 95. 92 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Las ideas eugenésicas cayeron entonces en el ol- vido, Sin embargo, los tiltimos aiios son testigos de un renacimiento de la eugenesia, bajo una nueva forma, vinculada a las técnicas de procreacién asistida. I. LA NUEVA EUGENESIA: EL DIAGNOSTICO PREIMPLANTATORIO, Las téenicas de fecundacién asistida, desarrolladas desde 1980 para dar a las parejas con problemas de fertilidad la posibilidad de tener un hijo, corren hoy el riesgo de cambiar de objeto para volverse instrumen- tos de eugenesia. Ello se ve particularmente claro en un aspecto preciso de estos procedimientos: el diag- néstico preimplantatorio (DPD. La cuestién del retorno de la eugenesia por medio de la seleccién de embriones fue abiertamente plante- ada en Francia por el bidlogo Jacques Testart, quien fuera paradojicamente el primero en llevar a cabo con éxito una fecundacion in vitro en ese pais. Sein Tes- tart, la seleccién embrionaria nos coloca claramente en presencia de una nueva forma de eugenesia. Es nueva, porque ya no se trata de una seleccién humana efectuada en grises campos de concentracién por un régimen autoritario, sino de practicas realizadas en la- boratorios perfectamente asépticos y relucientes, y con el consentimiento aparente de todos’. Seguin Testart, el embridn es el «blanco preferido» de esta cugenesia implacable y silenciosa. Pero mas alla del embrién —si bien a través de él— es la inte- Cf. Le désir du géne, Frangois Bourin, Paris, 1992 LA BUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE. 93 gridad de la especie humana la que aparece afectada. Esto se debe a que el DPI aspira, en una primera etapa, a someter a los embriones a un andlisis gené- tico previo a la transferencia, para descartar los que presenten algiin tipo de deficiencias 0 no correspon- dan a los descos de los padres. Se trata de una euge- nesia negativa. En una segunda etapa, se buscard canejorary la calidad de los nifios, a través de las po- sibilidades que brindard el conocimiento del genoma humano. Se pasard asi a una eugenesia positiva. ‘A Testart no deja de sorprenderle que este proceso tenga lugar en medio de la pasividad general, cuando se trata de una reiteracién, aunque en forma consen- sual y no violenta, de las politicas eugenésicas que do- minaron Europa durante la primera mitad del siglo Xx. En su opinion, el recurso a la seleceién embrionaria es mas grave incluso que la clonacién, que se limitaré a aplicaciones limitadas y clandestinas. En cambio, el DPI abre subrepticiamente las puertas a una nueva forma de eugenesia, «dulce, democratica e insidiosa», cuyas consecuencias a largo plazo para la humanidad nos son totalmente desconocidas. El bidlogo francés demuncia con fuerza el incremento gradual de las indi- caciones del DPI, que se alinea cada vez mas con una politica eugenésica®. Segiin Testart, sélo falta la tecno- logia que permita producir évulos en abundancia para que estalle la demanda de nifios «de calidady’, © J, TestaR, «De la proeréation assistée 4 un nouvel cugénismen, cen N. el HAGGAR y M. PORCHET (comps.), Le vivant, Enjewx: éthique cet développement, UHarmattan, Paris, 2005, pp. 39-56. 7 1, TESTART, «Des ovules en abondance?», Médecine/Sciences, 2004, n.° 20, pp. 1041-1044 94 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA En realidad, el temor de Testart de que el DPI seria empleado con fines de eugenesia positiva ya se esta concretando, Desde hace pocos afios, la técnica también estd siendo usada para seleccionar, no slo un embrién que sea sano sino que, ademés, sea histocompatible con un hermano ya nacido que sufte de una enfermedad susceptible de tratamiento mediante un trasplante celue lat. En este caso, el embrién es elegido para servir como «bebé-medicamento», es decir, como donante de célu- las en beneficio de su hermano. Este procedimiento es problematico, en primer lugar, porque ciertos embrio- nes serin descartados, aunque scan sanos, por el s6lo hecho de no ser compatibles con el hermano enfermo; en segundo Iugar, porque é1 supone una instrumentali- zacién grosera del hijo concebido a través de este pro- codimiento, ;Cual sera el desarrollo psicolégico de ese nifio al saber que fue «elegido» slo porque era compa tible con su hermano mayor y que, de no haberlo sido, hubiera sido eliminado sin la menor contemplacién? A Io anterior cabe agregar que la pretensién de dis- tinguir entre cbuenos» y «malos» genes es demasiado simplista, ya que ciertos genes, que son favorables en un determinado contexto, pueden ser desfavorables en otros. Los genetistas destacan asimismo que, en verdad, Jo que es bueno desde el punto de vista genético para una poblacién es ta diversidad y no la homogeneizacién, Esta diversidad no es un fardo para fa humanidad, sino una riqueza que se debe proteger de toda tentacidn de es- tandardizacion de la especie humana’. LA EUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 95 También el filésofo aleman Jigen Habermas ha ctiticado con vigor la «eugenesia liberal» que supone el DPI, por cuanto implica ejercer un poder exorbi- tante y desmesurado sobre nuestra descendencia y conduce de este modo a una pérdida de libertad de las generaciones futuras’. La nueva cugenesia recibe el calificativo de «liberal» porque ya no es impuesta por el Estado con fines de apurificar» la raza, sino que son Jos particulares quienes aspiran a seleccionar el hijo de «mejor calidad» a través de las posibilidades abiertas por la tecnologia. Sin embargo, no hay que olvidar que tal seleccién se realiza en base a los criterios propues- tos por los cientificos y que son incorporados en las leyes. Pero, mas alla de este relative cambio de acto- res, que implica una suerte de «privatizacién» de la cugenesia, la cuestién ética de fondo sigue siendo la misma: gla seleccién humana no contradice el princi- pio de base de la democracia segiin el cual todos los seres humanos tienen el mismo valor? Segtin Habermas, a fuerza de querer reemplazar la contingencia de nuestro origen natural por una e/ec- cién deliberada por medio de la tecnologia, se pone en juego, nada més ni nada menos, que nuestra condicién de sujetos. En efecto, la contingencia que domina la procreacién natural se revela como la condicién nece- saria para el poder ser-uno-mismo (Selbstseinkinnen) y para afirmar la fundamental naturaleza igualitaria de nuestras rclaciones interpersonales!®, En otras pala 9 J, HapeRMas, Die Zukunff der mensclicen Natu: Auf dem Weg zu einer liberalen Eugenik?, Subrkamp, Frincfort, 2001, En espaiiol: Elfutro de la naturaleca humana: ¢Hacia una eugenesia liberal”, Pai 46s, Barcelona, 2002. ‘Ibid, p. 29. 96 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA bras, la conciencia misma de ser-persona se desdibuja en quien ya no se ve a si mismo como simplemente dado, sino como seleecionado pot ottos individuos por el mero hecho de poseer ciertas cualidades, Tal ine dividuo vivira con la conciencia de que ha merecido nacer solamente porque posefa las caracteristicas que- ridas por otros y no porque sw vida tuviera un valor in- trinseco. Ademas, cabe preguntarse si la ideologia eu- genésica no lleva subrepticiamente a estigmatizar a quienes hoy padecen ciertas discapacidades graves ya que, al menos de modo implicito, se les est diciendo que si en la época en que fueron concebidos hubiéra- mos contado con las actuales tecnologias de seleccién ‘embrionaria, hoy no vivirian. Otro elemento a tener en cuenta en el andlisis del DPI es su tendencia expansiva irrefrenable, Esto se ad- vierte bien cuando se analiza la evolucién legislativa del tema en aquellos paises que han autorizado la tée- nica (por ejemplo, Gran Bretafia, Francia y Espafia): si bien el DPI habia sido inicialmente autorizado «a ti- tulo excepcional», luego las situaciones en las que se permite se han ido gradualmente ampliando. Cada nuevo paso juega el rol de fait accompli que se invoca para justifiear el paso siguiente, colocando al legisla- dor cn una auténtica pendiente resbaladiza'! "Como lo sefala Ia bioeticista alemena Regine Kollek, el DPT «tiene una tendencia intrinseea a superar todas las barreras que se le quisieran imponer de antemano», «Vilhe nad Distanz: komplementiire Perspektiven der ethischen Urteisbildiangy, en M. Diiwell y K. Steigle- der (comps), Bioethik: Eine Eiyfthrung, Subrkamp, Fréncfort, 2003, Pp. 230-237. Ver también mi trabajo: «Le diagnostic préimplantateire dans les legislations des pays européens: sommes-nous sur une pente slissante?», Biaethica Forum, 2008, vol. 1, n° 2, pp. 96-103. LA EUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 97 Es que, una vez que se ha aceptado el principio de Ja seleccién humana, una vez que se ha cruzado el Rubicén de la eugenesia, todo lo que sigue es simple- mente avanzar en la misma direccién; no hay razones de fondo para decir «solamente hasta aqui y no mas». El caso paradigmatico en tal sentido es ol de Espafia: la ley de 1988 prevefa que el DPI tendria tinicamente por finalidad «detectar enfermedades hereditarias, a fin de tratarlas, si ello es posible, o de desaconsejar su transferencia para procrear» (art. 12, par. 1). La ley de 2006 no s6lo amplia enormemente los motivos por los que se permite este procedimiento (art. 12, ine. 1), sino que agrega que también se autorizaré «para cual- quier otra finalidad», en la medida en que se cuente con la conformidad de la autoridad sanitaria corres- pondiente, previo informe de la Comisién Nacional de Reproduccién Humana Asistida. Es decir, la ley da luz verde a toda forma de seleccién embrionaria, bas- tando para ello la autorizacién de meros organismos administrativos. Como se advierte, lo que al principio se habia aceptado a titulo excepcional pasa ahora, su- brepticiamente, a ser la regia. Til, EL RESPETO DE LA DIFERENCIA. Se trata ahora de precisar cual es exactamente el problema ético que plantea la eugenesia, ya que no parece existir ningun inconveniente en el hecho de que los padres aspiren a tener un hijo sano. Qué pax dres no tienen tal deseo? De hecho, muchas recomen- daciones que se dan a las mujeres embarazadas y que se orientan a evitar dafios a la salud del concebido, 98 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA son perfectamente razonables (por ejemplo, la absten- cién de tabaco, de alcohol, de drogas o de ciertos me- dicamentos), En el mismo sentido, es de esperar que el desarrollo de las terapias génicas sométicas pueda en los préximos aiios contribuir eficazmente a la pre- vencién y tratamiento de determinadas enfermedades de origen genético, incluso antes del nacimiento. Pero el objetivo de evitar el nacimiento de hijos en- fermos plantea un problema ético cuando el medio para alcanzarlo consiste en eliminar a los portadores de enfermedades, como ocurre a menudo cuando, como consecuencia del diagndstico prenatal o del diagnéstico preimplantatorio, se descubre alguna anomalia o una simple predisposicién en el feto o en el embridn. En este caso, puede decirse que el reme- dio es peor que la enfermedad y s6lo es comprensible si se parte de un postulado filosoficamente discutible: que es mejor la muerte que vivir con una enfermedad grave, El punto de partida es contestable, porque el no-ser nunca puede compararse con el ser; {No hay un abismo infinito entre ambos? Ademés, ,quiénes somos nosotros para decidir que la vida de otro no vale la pena set vivida? En otras palabras, cuando el «remedio» que se pro- pone para una enfermedad es lisa y llanamente la su- presién del enfermo, nos encontramos frente a una contradiccién insuperable. ,No hay algo profunda- mente perverso en la logica que conduce a sactificar a los «desviados de la norma» de hoy para que no existan el dia de maiiana? Pero esto no es todo. El respeto hacia las genera- ciones futuras nos exige también una prudencia ex- trema en el ejercicio de los nuevos poderes, en parti- LA BUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 99 cular cuando se trata de técnicas que operan sobre la informacién genética humana, ya que en este juego todos corren el riesgo de perder: la humanidad futura, en lugar de beneficiarse con la seleccién de los «me- jores> caracteres, se veria reducida a un mero objeto de los manipuladores del presente. Por ello, no es del todo exacto que exista un poder del cual esté investida toda la especie humana y que se acrecienta gradual- mente. Por el contrario, existe el riesgo de que las ge- neraciones futuras, en lugar de heredar tal supuesto «poder, sean las mas sometidas a las decisiones de los planificadores del pasado. «La naturaleza humana serd la iiltima parte de la naturaleza en rendirse. La batalla se habré ganado [...]. Pero, en verdad, 2quién la habré ganado?!» Es verdad que, en cierta medida, cada generacién ha siempre ejercido un poder sobre la que la sucedia. ‘Nosotros somos herederos de una cultura, de una his- toria determinada. Pero cada uno de nosotros perma- nece libre en lo esencial, es decir, en lo que es él mismo, en su identidad. Las eventuales intervenciones en la linea germinal humana, en cambio, estén a punto de dar a nuestra generacién un poder inaudito: el de = ©. 8. Lewis, The abolition of man, Touchstone, Nueva York, 1996, p. 70. Cf. también las reflexiones de Berard Edelman acerca le la logica interna de In eugenesia: «A través de la generalizacién del diagnéstico prenatal, no solamente se “normalizara” la humanidad fu- tra, sino que ademas y sobre todo, se la conformara con nuestros de- signios presentes [.... Con tal motivo, nosotros no seremos el medio para realizar mejores gencraciones futuras; por el contrario, se tratard, para nosotros, de modelarlas, de determinarlas segin nuestro propio deseo. Su “mejoramiento” es la excusa de nuestra tiranfa» («Génétique et libertén, Droits, no 13, 1991, p. 38). 100 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA modelar a nuestro gusto a quienes nos sucedan. Si esto se cumpliera, la idea que presenta a la historia como tuna emancipacién progresiva de todo lo que esclaviza al hombre se revelaria como una farsa dolorosa. Ademas, la idea misma del mejoramiento de los hombres por medio de la ciencia es, si no errénea, al menos peligrosa. Sobre todo, cuando ella es absoluti- zada al punto de devenir el ideal supremo al que todo Jo demas ha de ser sacrificado. Se cae entonces en el terreno de la utopia. Y sabemos bien, por experiencia, que la utopia se inclina con gran facilidad del lado del totalitarismo, por la sencilla razén de que en los regi- menes utopicos los individuos sélo cuentan en la me- dida en que sirvan para la realizacién del objetivo co miin fijado por los planificadores. El pensamiento eugenésico es ut6pico porque da por supuesto que la imperfeccién fisica y moral del ser humano se puede corregir por medio de la tecnologia, de modo semejante a como se repara una maquina de- fectuosa. Esta actitud es doblemente errénea: primero, porque no advierte que la imperfeccién del ser hn- mano es constitutiva de su ser. Es decir, no se trata de una falencia propia de quienes padecen de alguna en- fermedad o discapacidad, sino que, en ultima instan- cia, afecta a todo ser humano por igual, incluso a los aparentemente mas sanos, ya que todos estamos ex- puestos al dolor fisico y moral y, en ultimo término, a la muerte. En segundo lugar, porque la utopia eugené- sica sobrevalora ingenuamente la dimensién biold- gico-corporal del ser humano y se olvida de su nticleo mas profundo y la raiz misma de su personalidad: su espiritu. Aun cuando los hombres del futuro sean con- cebidos en laboratorios de la manera mas aséptica posi- LA BUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 101 ble y preservados de la transmisién de enfermedades gracias al empleo de gametos anénimos seleccionados y de un examen genético implacable, aun cuando pue- dan vivir doscientos afios o mds, aun cuando se les in- serten cualidades fisicas o mentales especiales, ;quién nos garantiza que serain mejores en el sentido mis pleno de la palabra, es decir, en el sentido moral? ;Quién nos asegura, por el contrario, que no serin peores? En otras palabras, cuando la ciencia nos promete hijos de «me- jom calidad, cabe preguntarse: «mejores» para qué?, {mejores en funcién de qué criterios? Como lo destaca Robert Spaemann, gquién nos ase- gura que l’homme de l'homme sera mejor que ’homme de la nature? Sobre todo, {para quién y para qué fines seria mejor? Se podria responder: para fines humanos, Pero si los fines humanos se derivan precisamente de la naturaleza humana, y ésta viene a ser_modificada, icémo se hard para reconocer tales fines!? La situacién actual explica el esfuerzo de Hans Jo- nas para reemplazar los «suefios presuntuosos de las utopias» por un «suefio de la moderacién»™. La uto- pia nos promete eliminar el mal fisico y moral de la humanidad. Pero si el precio a pagar es la pérdida de libertad del hombre predeterminado del mafiana, re- sulta demasiado elevado, Una vez mis, el remedio es © Cr, «La naturaleza como instancia moral de apelaciém», op. ct. EE fildsofo aleman agrega, con agudeza: «La dignidad humana est in- separablemente unida a su espontaneidad natural. Ciertamente su natu- raleza es contingente, pero toda modificacion conscientemente planea- dda de la naturaleza humana no disminuiria esa contingencia, sino que la elevaria hasta lo insoportable». "HL JONAS, «De la gnose au Principe responsabilité» (entrevista), Esprit, mayo de 1991, p. 18. PARTS ANF . Rat cere 102 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA peor que la enfermedad. Por ello, en tal caso es prefe- rible la no realizaci6n de la utopfa. El ser humano, tal como es, capaz de bien y de mal, debe ser respetado en su condicién falible. Bl «suefio de la moderaciém propuesto por Jonas pasa por la aceptacién funda- mental de la fragilidad de la condicién humanal’, Los nuevos poderes técnicos nos obligan a volver a reconocer que somos seres falibles. Pero ello no bas- ta, También debemos volver a aprender a respetar, y mas ain, a amar a todo ser humano, mas allé de todas las deficiencias de que pueda padecer. Sin duda, hay que luchar contra las enfermedades y, si cllo fuera po~ sible, erradicarlas del planeta. Pero sabiendo siempre distinguir entre la enfermedad y el enfermo. Es a la primera a la que se debe suprimir, no al segundo. IV. EXISTE UN DEBER DE PRESERVAR LA HUMANIDAD? Uno de los problemas més dificiles que plantean las biotecnologias, y que parece superar nuestra capaci- dad de reflexi6n ética, es el referido a Ia preservacién del género humano: fenemos en nuestras manos, por primera vez en la historia, el fituro de la humanidad. Es verdad que con las armas nucleares ya habjamos ' in su esencia, en su sustancia, el hombre, fal como ha sido crea- do, tal como ha salido de Ia voluntad creadora divina 0 del azar de 1a Cevolucién, no tiene negesidad de ser mejorado, Cada uno de nosotros ‘puede desarrollar las posibilidades mis profundas de su ser. Pero no le corresponde tratar de superar esto, porgue el hombre es insuperable (Bi. Jonas, ibtd, p. 19). LA EUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 103 adquirido el poder de destruirla. Pero las posibilidades de intervencién sobre el genoma humano nos dan tam- bién el poder de modificarla, ‘Surge entonces la gran pregunta: tenemos el dere- cho de modificar 0 de aniquilar nuestra propia espe- cic? En otros términos, estamos obligados a preser- var la humanidad? La ética clasica no se habia planteado nunca este tipo de interrogantes, porque ella se sitda en el aqui y el ahora, buscando regular las relaciones entre los hom- bres en la proximidad del espacio y del tiempo. Ella re- gula las conductas que debemos tener respecto de nues- tros contemporineos, y nos manda amar al préjimo, Ahora bien, los nuevos sujetos pasivos de nuestra nueva responsabilidad ya no son prdjimos (es decir, «prbximosn), sino que son individuos fejanos, que ni siquiera existen atin, Esto hace que la reflexion ética sea dificil, y hasta imposible, si permanecemos en los esquemas de la ética clasica: gs¢ puede ser responsa- ble respecto de alguien que atin no existe? Para Hans Jonas, la respuesta es afirmativa. En su obra El principio responsabilidad desartolla los funda- mentos de una «ética para la civilizacién tecnolégica» y trata de refutar las voces nihilistas segiin las cuales nada nos dice que la existencia de la humanidad sea preferible a su ausencia, Segun Jonas, los poderes inau- ditos de los que disponemos actualmente dan lugar a un nuevo deber para la humanidad: el de existir's, "HL Jonas, Das Prinzip Verantwortung, Insel Verlag, Frincfort, 1979. Bn espaftok: EI principio responsabilidad. Ensayo de una ética para una eivilizacién tecnolégica, Herder, Barcelona, 1995. 104 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA. Por esta razon no podemos considerar que la ruina de la humanidad sea una eventualidad aceptable del progreso técnolégico. La simple posibilidad de la desaparicién del ser humano sobre la tierra es un riesgo inadmisible. La existencia o la esencia del hombre no deben jamas ser puestas en la balanza de ventajas y pérdidas del obrar técnico”. Es cierto que el género humano no tenia desde siempre un «derecho» a existir. Y sin embargo, una vez que la humanidad es, ella debe continuar siendo. Podria no haber existido, y sin embargo, es necesario que sea. Este es el miicleo de la paradoja de la «ética de la responsabilidad» de Jonas: lo que se debe pre- servar a cualquier precio es al mismo tiempo la pre- cariedad de la condicién humana. El nuevo imperativo ético jonasiano afirma: «Obra de tal modo que los efectos de tu accién sean compa- tibles con la permanencia de una vida auténticamente humana sobre la tierra»'®. El mismo imperativo puede ser formulado de modo negativo: «Actia de tal ma- nera que los efectos de tu accién no destruyan la po- sibilidad futura de tal vida»'*. Jonas descarta por anticipado la objecién segun la cual el deber ser no puede deducirse del ser, sefia- lando que éste es uno de los dogmas mis endurecidos de nuestra época”", En respuesta a tal postura, trata de fundar una suerte de «ética ontoldgica»: es del ser mismo de la humanidad de donde nace un «si global», 1 Chr. Das Prinzip Verantwortung, op. cif, p. 81. ™ Das Prinaip Verannwortug, op. elt, p. 36. ° Tid. 2° Cfi. Das Prinzip Verantwortung, op. cit, p. 92. LA BUGENESIA: LA UTOPIA DEL HOMBRE... 105 un deber ser en favor de su supervivencia; la humani- dad no tiene derecho al suicidio; tenemos una respon- sabilidad ontolégica de preservarla. El primer impe- rativo nos manda: que una humanidad sea. Segiin este esquema, el gran desafio que nos pre- senta la tecnociencia es el siguiente: ;cémo hacer para preservar la humanidad? Porque lo que debe- ‘mos proteger hoy es la existencia misma del hornbre como ser moral, es decir, como ser abierto a lo nuevo, en especial, gracias a la natalidad, a la venida impre- visible de nuevos individuos. El recién nacido es pre- cisamente el arquetipo de la nueva responsabilidad, porque toda su vida consiste simplemente en estar; en ser, y su sola presencia hace nacer en nosotros una responsabilidad frente a él: de cuidarlo, de alimen- tarlo, de preservar su integridad. De manera andloga, la sola presencia de la humanidad, tal como es, crea en nosotros una responsabilidad: la de preservarla. Para que nuestros contemporaneos sean conscien- tes de esta nueva responsabilidad, la pedagogia jona- siana propone la «heuristica del miedo», que consiste en tratar de prever la deformacién posible a que esté expuesta la humanidad futura, a fin de obtener el con- cepto de humanidad que se trata de preservar?!, Es precisamente el imaginarnos el mal posible lo que mas nos ayuda a evitarlo, puesto que el mal es siem- pre més facil de conocer que el bien. Es gracias al te- mor del peligro que nos amenaza como podemos aprender a valorar aquello mismo que esta amena- zado, No nos planteariamos el interrogante acerca del 2 Cf. Das Princip Verantwortung, op. cit, p. 63 106 BIOETICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA valor de la existencia de la humanidad si ella no co- triera un riesgo. Se debe, por tanto, hacer prevalecer la «profecta del infortunion, el «riesgo de un fracaso infinito» por encima de la «probabilidad de un éxito finito»: «se debe reconocer mayor peso al pronéstico de desgracia que al de salvacién»®, ya que las deci- siones que deben tomarse en este campo no se pres- tan al riesgo de la apuesta. En los afios venideros sera cada vez mas necesaria una sabiduria especial. La esperanza reside en que la humanidad no sucumba a las nuevas fuerzas desenca~ denadas, sino que sea capaz de dominar su propio do- minio, es decir, de subordinarlo al sentido de la vida humana sobre la tierra, La ética jonasiana es, en este sentido, de gran ayuda. ™ Das Prinzip Verantwortung, p10. SEGUNDA PARTE LA PERSONA EN EL CENTRO DE LA BIOETICA* ¥ dado que cada persona es inica, cada nacimiento es el del primer sombre del mundo, Martin BUBER: * Hoy en dia tenemos una conciencia mAs clara de la dignidad hu mana que en ottas épocas, Por ello, nos resistimos a toda cosificacién del ser hurnano, como las gue la historia de la humanidad ha conocido (cl esclavo de la Antigiedad, el siervo de Ia gleba del Medioevo, el obrero industrial del siglo X1X, el ciudadano oprimido de los Estados tofalitarios del siglo 2x). Sin embargo, la dignidad humana es hoy de nuevo puesta @ prueba, esta vez no por tn particalar sistema politico o social, sino a raiz de ciertos desarrollos biotecnolégicos. El poder de _modelar los cuerpos para conformarlos & fa imagen que los cientificos se hacen del «hombre perfecto» nos perturba. Hasta qué punto es le- gitimo producir seres humanos en laboratories? {Cémo asegurar que ‘quienes nos sucedan sigan siendo «sujetos» det mado més pleno y no se conviertan en meros «objetosn de fos manipuladores del presente? 28s legitimo reducir Ia persona a su informacién genética? En pocas palabras, ;cudles son los limites de los nuevos poderes del hombre so- bre el hombre? Estas son algunas de las preguntas que Ia binétia esta Tamada a plantearse. CAPITULO IV EL COMIENZO DE LA PERSONA La antigua controversia sobre el momento de la animacion en el ser humano, que dividia a las escue- las filosdficas y teolégicas en la Antigiiedad y en la Edad Media, renace hoy en la cuestién relativa al es- tatuto del embrién!. " La controversia en torno a la animacién del ser humano aspira a precisar en qué momento, enire el tiempo de la coneepeién y el del na- ‘imiento, el cuerpo vivo ya es constitutivo de una persona. Para los partidarios de la enimacién inmediata, ello ocurre en el momento sismo en que el cuerpo comicnza a existir, es decir, desde el momento de la concencién, Para los partidarios de ta animacion mediate, esto ocurre algunos dias mas tarde, cuando el cuerpo alcanza un cierto grado de desarrollo, Debe destacarse, sin embargo, que esta antigua controversia distinguia netamente el debate tedrieo (qué es el em- bin?) del debate préctico (gebmo debemos tratarto?) ¥ jugaba princi- palmente en el primer campo. Por ello, era perfectamente posible, tal ‘como hacia Tomas de Aquino, sostener Ia tesis de la animaciin mediata ¥ rechazar, sin embergo, la prictica del aborto. Para un andlisis deta- ilado de td historia de esta controversia, ver P. CASPAR, Penser I’em- ‘bry0n, d'Hippocrate d nous jours, Bd, Universitaires, Paris, 1991 [109] 110 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA El resurgimiento de la cuestin se debe al desarro- Ilo de la fecundacién in vitro, ya que ésta implica arrebatar al embrién de su ambiente natural —el cuer- po materno—, exponiéndolo a practicas antes ini- maginables para la vida en gestacién, tales como el congelamiento 0 la experimentacién. La antigua pre- gunta reaparece asi en nuestros dias, aunque con wna perspectiva distinta: gqué es el embrién que esté en huestras manos?: guna persona?, guna cosa?, jun ser intermedio? Pero, jes concebible una categoria inter- media entre la persona y la cosa?? ; El andlisis del estatus del embrién nos obliga a efectuar tres aproximaciones diferentes al tema: la bioldgica, la filosdfica y la ético-juridica. I. LAAPROXIMACION BIOLOGICA Existe actualmente consenso en considerar que la concepeidn implica, desde la perspectiva biolégica, el comienzo de un nuevo ser vivo. Los conocimientos cientificos actuales nos muestran bien que la pertenen- cia de un ser vivo a una especie dada esti determinada por la informacién genética contenida en sus células. En el caso de los animales que se reproducen se- xualmente, el conjunto de esta informacién genética queda fijada desde Ia fusion de los nitcleos del esper- matozoide y del dvulo. Dado que cada embrién hu- mano posee un genoma humane, que es idéntico al del 2 Cf mi tesis La distinction juridique entre les personnes ot les choses & épreuve des procréations artificeltes, LGDJ, Pass, 1996. EL COMIENZO DE LA PERSONA. i adulto que esté llamado a devenit, esté claro que per- tenece —tanto como el adulto—a la especie humana. De hecho, ningiin ser vivo y, en particular, ningin em- brién podria devenir especificamente humano en el curso de su desarrollo bioldgico si no lo era ya antes, Empleando una comparacidn, puede decirse que del mismo modo que un bulbo de tulipan ya contiene todo el «programa» de La planta y, si las condiciones son favorables, va a culminar en flores de tulipan, asi también el embridn contiene desde el inicio (es decir, desde Ia fusin de los gametos) todo el «programa» para el desarrollo del individuo’, La misma fecundacién in vitro ha contribuido, sin quererlo, a poner esto en evidencia, ya que hoy pode- mos ver c6mo se desarrolla el embrién y sabemos bien que el bebé que nacerd no sera otra cosa mas que ese mismo embrién desarrollado. Se constata, sin nin- guna duda al respecto, que existe un proceso continuo entre el embri6n, el feto y el recién nacido. El embrién es, por tanto, desde el punto de vista bioldgico, un individuo humano dotado de su propia informacion genética. Sin embargo, debe evitarse el reduccionismo que conduciria a identificar la indivi- dualidad biolégica con la unicidad de la informacién genética. Bsta ultima no es ni necesaria ni suficiente para la primera. En efecto, dos gemelos monocigéti- cos, atin poseyendo informaciones genéticas idénticas, son dos individuos diferentes. Cada uno posee una existencia distinta, un acto de ser propio y singular. 20, Home, Medizin olme Ethik?, Sulrkamp, Frincfort, 2002, p. 80, 112 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Otro ejemplo sitve también para distinguir estas dos nociones: una célula de la piel de un hombre adulto, que puede ser separada y cultivada, pertenece también a la especie humana; en sus 46 cromosomas posce toda la informacién genética del individuo, al igual que un embrién. Sin embargo, esa célula no es un «individuo humano» en el mismo sentido que lo es un embri6n, porque s6lo este tiltimo esté orientado a devenir un nifio y luego un adulto. En cambio, una cé lula de Ia pie! nunea sera un hombre completo, ya que no es foripotente, sino que se ha «especializado» para cumplir un rol particular‘. Los datos biolégicos nos muestran que, desde el co- mienzo, el embridn es jumano. Pero ellos no nos pue- den decir si es una persona, ya que esta nocién perte- nece al Ambito filos6fico. El bidlogo no esté habilitado para decirnos desde cudindo el nuevo ser est dotado de un espiritu, porque este aspecto inmaterial de la persona escapa por su naturaleza al objeto de Ia ciencia y a los medios de que ella dispone. Por ello, hay que dirigirse a la filosofia para tratar de entender qué es una persona y si esta nocién es aplicable al embrién humano. Il, LA APROXIMACION FILOSOFICA Ya hemos seftalado la definicién clasica, propuesta por Boecio, segin la cual la persona es la sustancia individual de naturaleza racional. Bn el caso dela clonacién por transferencia de ndcleo, que implica que una eélula somitica recupera su totipotencialidad originaria, habs que decir que sélo en el momento de la transformacién en fotipotente, ¥y no antes, la eéfula pasaria a sor un embrin, EL COMIENZO DE LA PERSONA 113 Se trata ante todo de precisar si el embrion es un individuo. Algunos han negado esta cualidad, par- tiendo del hecho de que el embrién puede dividirse en las dos primeras semanas de su vida. Por ello emplea- ron durante algunos afios el término «preembrién» — actualmente en desuso— para referirse al nuevo ser durante ese perfodo’. Es sabido que en ese periodo cada una de las células que componen el embrién es totipotente, es decir, que en caso de separarse da lugar a otro embrién dotado de la misma informacién gené- tica que el de origen. Si el embrién puede dividirse, no seria por tanto un individuo. Otro argumento contrario al estatus de persona del embrién sostiene que éste carece de identidad propia, ya que durante los primeros catorce dias de vida no seria mas que una masa indiferenciada de células que seran luego reemplazadas por las que realmente cons- tituirén el embrién, que asumiran roles especificos y diferenciados de un nico ser. Y, dado que la diferen- ciacién celular se da a partir del dia 14.°, no habria an- tes un individuo humano®. Estos argumentos son objetables. En primer lugar, porque la posibilidad de la divisién del embrién en dos © mas embriones no entra realmente en conflicto con la nocién de «individuo» antes de tal divisién. En efecto, nadie duda en calificar de «individuos» a los + Ci. Ethies Committe of the American Fertility Society, «Ethical considerations ofthe new reproductive technologies», Feil and Ste- rit, Sept. 1986, vol. 46, n.°3, Supl. 1, Seceién 4 © Cf. N. FORD, When did I begin? Conception of the human indivi- dual in history, philosophy and science, Cambridge University Press, Cambridge, 1988, pp. 168 ss 114 BIOETICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA animales unicelulares como amebas y bacterias, que sélo se reproducen por divisién, al igual que numero sas plantas. Es que la nocién de «individuo», al menos en biologia, no remite a la imposibilidad de divi ion, sino ala idea de organizacién de la estructura viviente, El individuo es «un ser organizado, sea animal o vege- tal, respecto de la especie a que pertenecey’. El indivi- duo vive una existencia propia y, generalmente, no puede ser dividido sin ser destruido’, Pero en aquellos casos en que es capaz de dividirse, resultarin varios individuos de la misma especie. En otras palabras, «todo ente bioldgico es un individuo cuando es un organismo, es decit, una entidad integrada por estruc- turas y funciones, cualquiera que sea su grado de com- Plejidady’, En realidad, no hay argumentos serios para sostener que el embrién no es un individuo biolégica- mente humano desde el primer momento de su exis- tencia®®, En el mismo sentido, los nuevos datos acerca de la posibilidad de la clonacién humana por transferencia de nucleo ponen en evidencia to absurdo del argu- * Diccionario de la lengua espafiola, 22." ed., Real Academia Espa- ‘ola, Madrid, 2001. Es verdad que el Diecionatio también admite como acepci6n de «individwow: «que no puede ser divididon. Sin embargo, «esta acepcién no parece referitse especificamente a los seres vivos (muchos de los cuales se reproducen por division), porque de vleu ma. neta seria incompatible con la anterior. 8h, Trésor deta langue francaise (1983), CNRS, tomo 10, p. 114, OP CASPAR, Lindividuation des étres. Aristote, Leibniz et mmc. nologie contemporaine, Lethielleux, Patls, 1985, p. 148. Chr. D. S, ODERBERG, «The Metaphysical Status of the Embryo: Some Arguments Revisited», Journal of Applied Philasoply, 2008, vol 25,n2 4, pp. 263-276. EL COMIENZO DE LA PERSONA 1s mento de la divisibilidad para negar individualidad al embrién, Porque tal tesis Hevaria a sostener que el adulto a partir de cuya célula se generara un clon no seria en realidad un «individuo» y por eso, en ultima instancia, jningtin ser humano seria un individuo! También resulta objetable Ia tesis que reduce al em- brién a una «masa indiferenciada de células», porque olvida el hecho de que las células que se diferencian después del dia 14.° no se forman de la nada, sino a partir del nuevo ser que ha comenzado a existir en el momento de la fecundacién del 6vulo. De hecho, todo el proceso esta dirigido por la informacién genética que posee el embrién desde ese momento. Por otra parte, también en el cuerpo humano adulto hay un continuo reemplazo de células y sin embargo, nadie niega que alguien sea e/ mismo individuo siendo nifio que siendo adulto. Por qué entonces habria que dis- tinguir entre el «preembrién» y el embrién como si fueran dos individuos diferentes? En sintesis, aunque parezca tautolégico, hay que admitir que ef embrién humano es un individuo hu- mano. La cuestién central es: ,pertenece a una natu- raleza racional como lo exige la defii n boeciana de «persona»? Si se toma la nocién de «naturaleza humana» en sentido biolégico, es decir, como sindnimo de «espe~ cie humana», estamos obligados a concluir que el em- bridn pertenece a una naturaleza racional y que es, por lo tanto, una «persona». En cambio, si se toma la nocién de «naturaleza hu- mana» en un sentido filosdfico, que implica necesa- riamente la presencia de un espiritu, se llega a un ca- llején sin salida, puesto que no se puede ni sostener ni 116 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA negar con certeza que el embrién sea una «persona», Ninguna de las dos respuestas se impone con nitidez. El cuerpo mintsculo del embridn esti sin duda vivo y es bioldgicamente humano. Pero, c6mo saber si su principio vital es de naturaleza espiritual? Ahora bien, es precisamente esta duda ontolégica la que nos conduce, en el plano ético, a respetarlo como a una persona, Es la solucién cominmente se- guida para casos andlogos tanto en el ambito ético como en el juridico: toda vez que hay dudas acerea de la posicién a seguir, debe adoptarse la que sea mas fa- vorable al sujeto mas d&bil!!, Por otta parte, aiin cuando no se considere al em- brién como una persona en sentido pleno, existen ra- zones para hacerle merecedor de respeto ya que, nor- malmente, si se le deja desarrollarse, seré un nifio y luego un adulto, Segin algunos, esta sola perspectiva Bs interesante destacar al respecto que la Iglesia eatéliea no se pronuncia de modo categérica sobre Ia cuestisn ontolégica del co- mienzo de la persona, sino sélo sobre fa euestién ética: «Ciertamente ‘ningiin dato experimental es por si suficiente para reconocer [en el er= bridn} un alma espiritual; sin embargo, los conocimientos cientificos sobre el embrién humano oftecen una indicacién preciosa para discer- nir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: Ze6mo un individuo humano podria no ser persona hu- sana? [..]. Por tanto, el fruto dela generacion humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitucién del cigoto, «exige el respeto incondicional que es moralmente debido al ser humano ‘en su totalidad corporal y espiritual. El ser kumano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepcién y, por es0, a ‘partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, prineipalmente el derecho inviolable de todo ser hurnano ino- cente a la vide» (Instruceién sobre el respeto de la vida humana ma- ciente y fa dignidad de ta procreaciin —Donum vitae— 22 de febrero de 1987), EL COMIENZO DE LA PERSONA. 17 de futuro impide que se le someta a tratamientos de- gradantes”, tras posiciones negatorias de la personalidad del embrién se apoyan en un presupuesto filosdfico no de- mostrado segiin el cual, para ser «persona» es necesa- rio que el sistema nervioso alcance un determinado desarrollo. Sin embargo, quienes sostienen esta tesis no Megan a ponerse de acuerdo acerca de cudl seria el de- sarrollo exigido. Para algunos, ese momento es el dia 14.° desde la fecundacién, cuando el primer rudimento del sistema nervioso comienza a formarse, Esta tesis coincide con la basada en la posible gemelacién puesto que el plazo es el mismo para ambos fendmenos. Otros autores fijan distintos momentos para el inicio del res- peto, ya sea en la semana 8, cuando la actividad eléc- irica del cerebro es perceptible a través de un electro- encefalograma, 0 en Ia 20.* semana, cuando el nuevo ser es capaz de ciertas fimciones (sensaciones, memo- ria, aprendizaje, ctc.), 0, en fin, un cierto tiempo des- pués del nacimiento, cuando el nifio comienza a ser au- toconsciente de su propia existencia, La tesis de la autoconciencia, que ya hemos men- cionado al tratar acerca de la nocién de «persona», adolece de una falla fundamental: /a ausencia de un sujeto. En efecto, la autoconciencia no es en si autosu- ficiente; los actos de la conciencia son los actos de al- guiien. Para ser autoconsciente, primero es necesario ser, Ademis, si el ser de la persona reposara entera- " Sobre esta base, el Comité Consultivo Nacional de Eties para las Ciencias de la Vida de Francia calificé al embrién como «persona hu- ‘mana en potencian en su dictamen del 22 de mayo de 1984, 118 BIOBTICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA mente en la autoconciencia, ello implicaria que la per- sona viene al ser gradualmente. Un nifio de un afio s6lo seria parcialmente una persona. Abora bien, el ser personal, dotado de unicidad, no puede por principio venir a la existencia gradualmente. Sélo las cosas constituidas por una multitud de elementos pueden co- menzat a existir segtin diversos grados. Se puede ha- blar de una «mitad de casa», pero no se puede hablar de una «mitad de persona» 0 de una «semi-persona», La tesis de la autoconciencia supone un reduccio- nismo intelectualista, dado que toma una parte de la persona (el ejercicio actual de la autoconciencia) como si ella fuera e/ todo. Como consecuencia, discri- mina a los seres humanos segiin su inteligencia, atri- buyendo a los individuos intelectualmente mas po- bres un valor inferior a los demas. Se olvida en esta postura que el ejercicio de la au- toconciencia no es una actividad mas «personaly 0 més «humana» que otras, De hecho, todas las funcio- nes biolégicas fundamentales (p. ¢j., alimentarse, pro- creat, ele.) no son en el ser humano meras funciones puramente animales 0 «a-personales», Por el contra- tio, son actos profundamente personales. En este sen. tido, los rituales que habitualmente rodean a esas di: versas actividades en los distintos pueblos nos muestran que ellas poseen una significacién particu- lar, y suponen mucho mas que meros «datos bioldgi- cos». En otras palabras, «la personalidad no es en el hombre algo separado de su animalidad>"* © R. SPAEMANN, Personen, Versuche tiber den Unterschied zwischen envas» und qiemandy, Klett-Cotta, Stuttgart, 1996, p. 256. EL COMIENZO DE LA PERSONA 119 En sintesis, las tesis mencionadas, se basan en una visién funcionalista, y por ello superficial, del ser hu- mano. Confunden de este modo el plano del ser y el plano del obrar, La sustancia de la persona viene a ser disuelta en sus fiunciones (por ejemplo, su autocon- ciencia) e incluso identificada con ellas. La persona~ lidad es asimilada a una suma de actividades en lugar de ser teconocida como el acto fundante del indivi- duo que pertenece a una naturaleza racional. Desde una perspectiva sustancialista de la persona, como la que sostenemos, el ser de la persona no de- pende del ejercicio de ciertas funciones en el ser vivo. Por tanto, no basta con observar en el embrién la ausencia de ciertas capacidades —que requieren for- zosamente de tiempo para desartollarse— para negar su personalidad, Ill, LA APROXIMACION ETICO-JURIDICA Ante la impotencia de la biologia y la filosofia para decirnos con absoluta certeza si el embrién es una persona, corresponde a la ética y al derecho resolver la cuestién, ya no en el plano ontolégico, en el cual la solucién se revela imposible, sino en el plano prdc- tico, del obrar, es decir, definiendo cual ha de ser nuestra conducta respecto del embrién. Por tanto, de Jo que se trata en definitiva es de nuestro deber ser hacia el embrién, y no tanto del ser del embrién en si. Chk. V. POSSENTI, Approssimazioni all'essere, Il Poligrafo, Padua, 1995, p. 119. 120 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA Eneefecto, tanto el derecho como la ética son disci- plinas que fancionan en el plano practico y no aspiran directamente a determinar la ontologia de las realida- des que nos rodean. Sin duda se apoyan en la realidad, pero la superan, creando ficciones y presunciones, se- giin las exigencias de 1a justicia, cuando el conoci- miento de la realidad resulta dificil o imposible. En este sentido, resulta interesante recordar la res- puesta que daba al tema ef Derecho romano, ya que los sistemas juridicos occidentales se inspiraron prin- cipalmente en él al abordar la cuestién del estatus del concebido: segiin los textos romanos, el conceptus era reconocido como una persona en todo lo que pudiera favorecerle, siendo la concepcién, y no el nacimiento, aquello que servia de punto de referencia para una se- rie de importantisimos efectos juridicos, tales como la adquisicién de la nacionalidad, del estado civil o de la condicién de hombre libres. La regla infans conceptus pro nato habetur quoties de commodis eius agitur («el nifio concebido es te- nido por nacido toda vez. que se trate de su propio in- terés»), contenido bajo diversas formas en el Digesto de Justiniano", tenia el valor de un verdadero princi- pio general del derecho que asimilaba el concebido al ya nacido!’, '© BI romanista Pictro Bonfante reconoce que «la institueién del ‘nasciturus tenia en el Derecho romano una importancia que ha perdido en el Dereelo modernon (sttuzioni a diriao romano, 8.*ed, Nall, Milén, 1925, p. 37). '* Digesto, 1,5, 7 y 26:38, 16,7 50, 16, 231 " Ce: B. CATALANO, Divito e persona, Studi su origine e attualiti del sistema romano, Gisppicheli, Turin, 1990, pp. 198 ss EL COMIENZO DE LA PERSONA. 121 En Francia, por ejemplo, este principio fue recibido por el antiguo derecho" y luego por el Cédigo civil, que lo adopté de modo implicito. Los trabajos prepara torios del Cédigo civil francés muestran claramente que la personalidad del conceptus no era una simple ficcién legal, sino que, por el contrario, era una reali- dad constatada por la ley porque, tal como se afirmé en la ocasién, «el nifio existe realmente desde el instante de la concepcién»'’, De otro modo no se explica por qué la mayoria de los Cédigos civiles de Europa e His- panoamérica reconocen al concebido la calidad de he- redero y admiten la posibilidad de constituir legados en favor suyo, siempre que nazca con vida, Esta solucién a veces se ha interpretado erréneamente en el sentido de que la extincién de los derechos patrimoniales de quien nace muerto implica que la personalidad s6lo co- mienza con el nacimiento, tratandose, sin embargo, de dos cuestiones muy distintas. ‘Ante todo, debe advertirse que no hay derechos subjetivos sin sujeto; y es claro que en estos casos el sujeto de tales derechos no es otro que el concebido. Si bien él puede perder esos derechos si no nace con vida, esto no implica borrar su personalidad, dado que «la muerte no es retroactiva»”*, El anilisis histérico permite advertir que, en contra de la interpretacién ° Chr Collection de décisions nouvelles et de notions relatives é la jurisprudence actuelle, por 1. B. Denisart, 62 ed, tH, Desaint, Pais, 1768, p. 88 © Recuell complet des travaux préparatoires du Code civil, . XU, por P.A. Fenet, Pais, 1827, p. 128. Chi. G. MéMeTEsu, «La situation juridique de enfant congu. De Ja rigacur classique 4 exaltation baroquen, Revue trimestrielle de droit civil, 1990, p. 621. 122 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA corriente que se hace de las normas citadas, la ficcién. prevista por la ley no es la personalidad del conce- bido, sino al contrario, su falta de personalidad cuando nace muerto, y esto s6lo a los fines patrimo- niales. Es un abuso extender esta ficcién de no perso- nalidad a otros émbitos no previstos por Ia ley. En otras palabras, el derecho de los paises de tradi- cién continental tiende a presumir la personalidad desde el momento de la concepcién. Tal como ya lo hemos sefialado, el sistema juridico no hace mas que retomar un principio clisico, que es ético y juridico a la vez, segtin el cual, cada vez que existan dudas acerca de la decision a tomar, debe adoptarse aquella que sea mas favorable al sujeto en cuestidn, especial mente, cuando se trata del mas débil. Es lo que ocu- me, por ejemplo, en derecho penal: mientras no se pruebe la culpabilidad del acusado de un delito, se le presume inocente (in dubio pro reo). En el caso del embri6n, este mismo criterio conduce a sostener que, mientras no se pruebe que estamos frente a una sim- ple «cosa», debe presumirse que es una «persona» (in dubio pro vita, 0 mejor, in dubio pro persona). De este modo, mas alla del debate interminable acerca del estatuto ontolégico del embrién humano, la ética y el derecho determinan, no lo que es el em- bridn, sino cémo debemos tratarlo, Desde esta pers- pectiva, por lo que se ha expuesto, lo mas razonable es sostener que el embrién humano merece ser tratado con el respeto que se debe a las personas. CAPITULO V LA PROCREACION DE LA PERSONA I. PROCREACION Y PRODUCCION La persona humana es «procreada», no «produ- cida». Habitualmente, cuando se hace referencia a los seres humanos, se prefiere emplear el término «pro- creaciém» y no el de «reproducciém», pata poner de relieve que hay alli mucho mas que un simple fend- meno biolégico: es el comienzo de una persona, de un ser que es un fin en si, que no es solamente cuerpo, sino también, y al mismo tiempo, espiritu. En este fendmeno hay sin duda una parte de miste- tio, que hace decir a un Kant azorado que «es impo- sible comprender cmo puede generarse un ser do- tado de libertad a través de una operacién fisica»!, | La Metafisica cle tas Costumbres, 2. ed., Tecnos, Madrid, 1994, {§ 28 de la Primera Parte: Doctrina del Derecho. Dos mil afios antes que [123] 124 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA En cualquier caso, el término «procreacién» se emplea para sefialar que cada persona que viene al mundo implica, de un cierto modo, una nueva crea- cién, con la que los padres cooperan «pro-creando», Sin exagerar, puede afirmarse que Ia legada al mundo de cada nueva persona constituye un verda- dero acontecimiento en el cosmos. Es como si el uni- verso entero comenzara de nuevo con ella. En efecto, cada persona es un fin en si. Esto signi- fica que ella no puede ser instrumentalizada. En otras palabras, significa que ella merece ser amada o mas atin, que el amor es la tinica actitud verdaderamente justa respecto de ella, Si esto es asi, es necesario que elacto mismo por el que viene a la existencia sea tam- bién un acto de amor fisico-espiritual de un «padres y una «madre». Pareciera que sélo este acto —la unién sexual— esta «a la altura» de su consecuencia natural: la aparicién de una nueva persona sobre la tierra, Es la dignidad misma de la persona la que exige que su llegada al mundo sea «causada» por un acto de amor de un hombre y una mujer que, por este hecho, se transforman en «padre» y «madre». Dicho de otro modo, hay una forma humana de ve- nir al mundo, que es la unién amorosa, a la vez espi- ritual y corporal de los padres. Los seres humanos Kant, Aristoteles mauifestaba también una estupefaccion aniloga ante cl fenémeno de la procreacién humana, Reflexionando acerca del ori- gen de la facultad intelectual en el ser humano y de la imposibilidad de que tal facultad sca transmitida por los padres a través de la materia aportada por ellos, conclufa: «S6lo queda como posibilidad que eli telecto venga de afitera-y que s6lo él sea divino, ya que una actividad corporal no tiene nada en comin con Ia actividad Suyan» (De la genera cexén de los animales, 736 b). ‘LA PROCREACION DE LA PERSONA 125 procrean, mientras que los animales se reproducen. La diferencia no es simplemente de matiz. El amor es ana facultad propia de los seres espirituales. Sélo un «padre» y una «madre» humanos pueden, por un acto de amor, procrear una nueva persona. Esto explica la dificultad que se tiene para imaginar que un hombre pueda ser el resultado de una combina- cién de laboratorio. La idea de un homo fabricatus choca con nuestra percepcién mis intima de la dignidad de la persona. Pareciera que ésta no puede ser nunca el resultado de un proceso productivo como el que tiene lugar en la fabricacién de cosas. La naturaleza més in- tima del hombre se resiste a la cosificacién de su ser. Sin embargo, desde 1978, este fendmeno es posible en los hechos. A través de la fecundacién in vitro, los médicos pueden ahora concebir embriones humanos: en sus laboratorios. Por primera vez en la historia, el hombre se fabrica a si mismo. Es cierto que el em- brién es normalmente transferido al Utero en las 24 0 48 horas siguientes a su concepcién, a menos que sea congelado, Pero ello no obsta a que el acto por el que comienza a existir sea el acto técnico de un técnico. ‘Los mismos términos empleados para hacer referencia a las actividades ligadas al procedimiento («selec- cién», «congelamiento», «donacién», «calidad», etc.), muestran bien que la logica que gobierna a fecunda- cidn extracorporal esté muy cerca de la que gobierna la fabricacion de objetos. Y si el nifio viene a la exis- tencia en tanto «producido», se explica facilmente que haya mayores exigencias con él que con los nifios con- cebidos dei modo natural. Todavia no se ha tomado del todo conciencia del cambio radical que supone la fecundacién in vitro en 126 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA nuestra concepcidn de lo que es el ser humano, del sentido de Ia procreacién y de las nociones de «pa- dre», «madre» e «hijo». Porque la «Técnica» asume aqui el rol de causa de la persona. La relacién entie ella y el hombre se invierte. No es tanto la persona quien se sirve de la técnica, sino que mAs bien es la técnica la que parece servirse de la persona y, de he: cho, es la técnica Ia que «produce» a la persona. En el plano literario, la idea segin fa cual la auto- poiésis —o auto-fabricacién— del hombre es un pro- cedimiento superior a la procreacion natural, ya habia sido profetizada por Goethe y por Aldous Huxley, En el Segundo Fausto (1831) se puede contemplar al sa- bio Fausto quien, después de haber realizado una se- tic de viajes fantasticos, es transportado por Mefisté= feles a su laboratorio. Alli se encuentra con Wagner, el antiguo alquimista, quien ha logrado crear un hom- bre en una probeta. E! pasaje mas destacable es el de los versos 6.835 a 6.870: Wagner: Se esté formando un ser bumano. Mefistéfeles: Un ser humano? gY qué pareja de enamorados ha encerrado usted en la chimenea? Wagner: iPor Dios! La procreacién, tal como se usaba hasta ahora, la deciaramos vana simpleza [1.1 Todo eso ha perdido ahora su dignidad. Si el animal continita complaciéndose en ello, el hombre, con sus nobles facultades, ha de tener en lo sucesivo un ofigen més alto y mas puro [..}. Un gran proyecto parece una locura al principio; LA PROCREACION DE LA PERSONA, 127 pero de hoy en ms nos reiremos del azar, ¥y asi, un cerebro destinado a pensar de un modo su- perior, seré también obra de un pensador, Por su parte, Un mundo feliz (Brave New World, 1932) de Aldous Huxley describe una sociedad futu- rista en la cual un Estado cientifico se ocupa de ase- gurar la fabricacién de ciudadanos en grandes plan- tas de produccién, a partir de gametos de sujetos anénimos. Las nociones de «padre» y «madre» se han perdido en el olvido. Mas atin, el sélo hecho de pensar en tales nociones dentro de la especie humana provoca una vergiienza indescriptible. Los habitantes de este mundo son «felices» en los roles que la So- ciedad les acuerda, puesto que han sido condiciona- dos para ello desde su nacimiento. La vida no tiene pasado ni futuro; todo se reduce a un presente sopo- tifico y desprovisto de sentido; la existencia coti- diana esta rodeada de placeres sensibles. A los ciuda- danos del «mundo perfecto» no les falta nada, pero... ya no saben para qué viven. Estas dos visiones, a las que parecen acercarnos mis y més ciertos desarrollos biotecnolégicos, nos ayudan a comprender mejor la Iégica que inspira la procreacién extracorporal y a prever sus posibles con- secuencias, Antes hemos destacado que sélo el acto de amor fi- sico-espiritual de un hombre y una mujer parece ser «digno» de engendrar una nueva persona. Contra esta tesis se sostiene a menudo que la decision de recurtir a la fecundacién in vitro es de por si un «acto de amor», que puede reemplazar al acto sexual sin ma- 128 BIORTICA ¥ DIGNIDAD DE LA PERSONA LA PROCREACION DE LA PERSONA 129 yores problemas éticos. Sin embargo, desde el punto Ja unica garantia de objetividad ética de que dispone- de vista ético —y no puramente téenico—ta analogia_ ios; es Io que evita que caigamos en la arbitrariedad; parece un poco apresurada. Porque, si se considetan: es lo que nos ayuda a no cometer injusticias con las los hechos y no sélo la intencién de los sujetos ei personas. cuestiOn, se advierte que, a pesar de los deseos respe- Por otra parte, desde el momento en que el ser hu- tabilisimos de ta pareja, el nifio sera el resultado del mano puede ser concebido in vitro, nada impide que acto técnico de un tercero. Puede darse incluso que el Jos gametos utilizados sean extrafios a Ia pareja. En- niffo no tenga ningun vinculo biolégico con la pareja, tonces, a la cosificacién radical insita a la fecunda- si se emplean gametos de donantes. Es que el amor. cién in vitro se agrega otra mas. Cabe preguntarse: procreativo humano no reside s6lo en la intencién, fo una vez Ilegado a la edad adulta, como podra ese es sélo espiritual, sino que es también y al mismo nifio hacerse una idea de las figuras paterna y ma- tiempo, carnal; se manifiesta exteriormente en los az terna?, y sobre todo, {qué representacién de la sexua- tos del cuerpo. Negar la importancia de la realidad” lidad podra hacerse, cuando ninguno de los compo- corporal en el amor humano seria desconocer la doble nentes que han dado lugar a su existencia implica una dimensién del hombre: a la vez corporal y espiritual. soxualidad relacional? EI nifio, af igual que el adutto que esté llamado a = Seconstata entonces que la aceptabilidad ética de la ser— tiene necesidad de sentirse «hijo» del amor car- =” fecundacién in vitro no es tan simple como puede pa- nal de un hombre y una mujer, y no el resultado asép-. recer a primera vista. Ella plantea, ademés, numerosos tico de un trabajo de laboratorio. problemas accesorios, tales como el congelamiento de Esta claro que, si se parte de una ética consecuen- : embriones, su seleccién antes de la transferencia y su cialista, se puede llegar a una conclusi6n distinta dela empleo como material de experimentacién. Estas difi- ; cultades obligan a un mayor esfuerzo en el desarrollo que sostenemos. En efecto, dentro de 1a éptica conse- ‘ cuencialista —y del utilitarismo en general— no se de las técnicas alternativas a la fecundacién extracor- otorga importancia al objeto mismo del acto, sino poral, tales como la microcirugia de trompas u otras. s6lo a sus consecuencias. ¥ si la consecuencia es que El recurso a la adopeién también deberia ser facilitado en ciertos casos se alcanza el objetivo buscado —el por la ley. nacimiento de un nifio sano— la técnica serd ética- mente correcta, Pero la logica consecuencialista es peligrosa, porque equivale a sostener que el fin justi- IL fica los medios. La buena intencién subjetiva puede justificar cualquier aberracion objetiva. Por ello, el atenerse al objeto mismo del acto para elaborar un. juicio ético correcto no es una postura caprichosa. Es EL CONGELAMIENTO DE EMBRIONES En 1983 un equipo australiano logré desarrollar con éxito una técnica de congelamiento —o «eriocon- servacién»— de embriones, lo que permitiria conser- 130 BIOBTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA var los embriones excedentes para transferencias ulte- tiores’. Desde entonces, la técnica ha conocido una gran difusin en todo el mundo, El congelamiento de embriones tiene las ventajas de hacer el procedimiento menos traumético para la mujer y menos costoso. En caso de fracaso de la pri- mera tentativa, no es necesario proceder a una nueva hiperestimulacién hormonal para obtener mas évulos, La técnica tiene también un motivo econdémico, por- que el tratamiento hormonal es una de las etapas mas costosas de la fecundacién in vitro. Sin embargo, el procedimiento plantea importantes dilemas éticos, No slo porque buena parte de los em- briones muere en la descongelacién, sino también porque esta técnica coloca a las incipientes vidas hue manas de algin modo «fuuera del tiempo». Y cabe pre- guntarse si se ha reflexionado suficientemente sobre la significacién antropolégica profunda de este proce- dimiento antes de aplicario a los seres humanos, De hecho, ignoramos totalmente las consecuencias a largo plazo de esta técnica en la salud fisica y, sobre todo, psicoldgica de los individuos que han permane- cido congelados durante algunos afios al comienzo de su existencia. Por otro lado, la crioconservacién genera un pro- blema insoluble: :qué hacer con los embriones conge- lados que ya nadie desea? La cuestién surge porque ciertas legislaciones, al aceptar el procedimiento, han 2 Cf. A. TROUNSON y L. Mou, «Human pregnancy following eryopreservation, thawing and transfer of an eight-cell embryo», Na- ture, 1983, n.° 305, p. 707, LA PROCREACION DE LA PERSONA 131 dado lugar a la creacién de bancos de embriones, y obligan a los médicos a destruir aquellos que ya han estado conservados durante un cierto nimero de afios, generalmente cuatro o cinco. Surge inevitable la pre~ gunta: jeste fin trégico no muestra por si mismo el caracter inhumano de la técnica? Estas vidas, produ cidas in vitro, luego congeladas y finalmente destrui das, no son los testigos mudos de lo absurdo de todo ef procedimiento? Algunas leyes prohiben la crioconservacion de em- briones. En este sentido, la ley alemana de proteccién del embri6n de 1990 obliga a los médicos a transferir a la madre biolégica todos los embriones obtenidos, que no pueden ser mas de tres. Normas andlogas es- tan previstas en la ley austriaca de 1992, en la ley suiza de 1998 y en la ley italiana de 2004. En estos paises, por tanto, no se pueden crear «bancos de em- briones humanos», En cambio, otras leyes en la mate- ria, como la espafiola de 1988 (hoy reemplazada por Ja Ley 14/2006), la briténica de 1990 y la francesa de 1994 (reformada en 2004 y 2011), admiten el conge- lamiento durante un cierto numero de afios, después de los cuales los embriones son destruidos o donados a otra pareja oa la ciencia. I. LA EXPERIMENTACION CON EMBRIONES La fecundacién in vitro no persigue solamente dar un hijo a una pareja infértil. También constituye el medio por excelencia para obtener embriones con fi- nes de experimentacién, ya sea porque éstos han sido 132 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA generados expresamente con ese objeto 0 porque se trata de embriones «sobrantes» de las técnicas de pro- creacién asistida. Resulta evidente que, desde el mo- mento en que el embrién ya no es protegido por su ha- bitat natural —el cuerpo de su madre— nada impide que sea utilizado para fines contrarios a su propia su- pervivencia. Esta claro que el empleo de embriones humanos como simple material de investigacién constituye la forma mas grave de cosificacién de la vida humana que se pueda imaginar, atin cuando ella pase habitual- mente desapercibida por la sociedad. Como lo sefiala Bertrand Mathieu, no hay algo grotesco en el hecho de que la opinién piblica se conmueva recurrente- mente ante el uso de ratones en experimentaciones cientificas y, en cambio, muestre total indiferencia ante el uso de embriones humanos con ese mismo fin*? Cabe mencionar que los paises europeos estén to- talmente divididos en lo que respecta a esta cuestidn. La Convencién Europea sobre Derechos Humanos y Biomedicina («Convencién de Oviedo») prohibe ex- presamente la produccién de embriones humanos con fines de experimentacién cientifica (art. 18, inc. 2). Es decir, no se prohibe la experimentacién en si, sino s6lo la generacién deliberada de embriones con ese ‘objeto. No se excluye, por tanto, el uso de embriones «sobrantes» de la fecundacién in vitro con tal fin, si Ja ley nacional lo autoriza. Esta norma tiene gran re- levancia en lo que se refiere al uso de células madre © tronco (stem cells) provenientes de embriones, asi > La bioéthique, Dalloz, Paris, 2009, p. 102. LA PROCREACION DE LA PERSONA, 133 como a la denominada clonacién terapéutica. En efecto, el articulo 18 no distingue el procedimiento por el cual se obtienen los embriones, con lo cual in- cluye tanto la fecundacién in vitro como la clonacion. Por consiguiente, y dado que la obtencién de células embrionarias con fines terapéuticos implica necesa- riamente la experimentacién con embriones, cabe in- terpretar que la clonacién terapéutica esta prohibida en virtud de esta norma. CAPITULO VI LA IDENTIDAD DE LA PERSONA El ser humano es el ‘inico sobre la tierra que posee un grado de individualidad tal que le permite decir «yon, diferenciarse de los demis, ser él mismo, exis- tir como «personan. Si por naturaleza todos los hom- bres son iguales, en lo mAs profundo de su ser cada uno es diferente y tinico; cada uno tiene su propia bio- grafia; cada uno posee una historia personal irrepeti- ble. Desde el comienzo de su existencia, cada persona tiene una identidad propia, que se enriquece a través del ejercicio de su libertad. El desarrollo actual de las biotecnologias presenta riesgos también para este as- pecto de la personalidad humana. Podemos seftalar al menos cinco de estos nuevos fenémenos: I. Fi recurso a donantes de gametos. II, La maternidad subrogada. IIL. Los exémenes genéticos. TV. Laclonacién. V. Las intervenciones en la linea germinal. [135] 136 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA 1. EL RECURSO A DONANTES DE GAMETOS En ciertos casos, las téenicas de fecundacién asis- tida pueden recurrir a gametos de terceros, especial- mente cuando el esperma del cényuge es pobre en es- permatozoides 0 no posee la calidad suficiente para permitir una fecundacién, Se acude entonces a una in- seminacin artificial con gametos de donante (IAD) 0 a. uma fecundacién in vitro con gametos de donante (FTV-D). Se habla en este sentido de técnicas «heter6- logas», por oposicién a las chomdlogas», que son las sealizadas con gametos de ambos conyuges. Estas técnicas implican la introduccién dentro de a pareja de material genético de un tercero. Es esta circunstancia la que plantea el problema ético, no solamente en virtad del principio de la monogamia, que rige en la ética y el derecho de la mayorfa de los, paises, sino también por el interés del nifio en contar con una ascendencia conocida. Las técnicas heteré- logas hacen que el nifio no tenga un vinculo biolé- gico con ambos miembros de la pareja. Normal- mente, sera hijo biolégico de ia mujer (a menos que también se hayan empleado évulos de una donante), pero no seré hijo del marido de ésta. Se produce asf una disociacién entre la paternidad aparente y la pa- ternidad biolégica. Buscando brindar una solucién a un problema —la falta del hijo— las técnicas heter6logas terminan crean- do otro mayor, puesto que provocan el nacimiento de un nifio con vacio de ascendencia. ¢Estamos real- mente seguros de que podemos cortar con tanta faci- lidad tos lazos genealdgicos de una persona sin poner en peligro su estabilidad psiquica futura? LA IDENTIDAD DE LA PERSONA 137 En este sentido, resulta sintomético constatar que tanto los psicélogos como los psiquiatras, que cono- cen bien la importancia del «nombre del padre» en el desarrollo de la personalidad, adoptan una postura su- mamente critica respecto del uso de gametos de do- nantes andnimos!. En realidad, las técnicas heterélogas no hacen mas que acentuar la I6gica fundamental que caracteriza a la procreacién asistida: la disociacién. Es que la diso- ciacién inicial entre la relacién sexual y la procrea- cién genera, en una suerte de reaccién en cadena, otras disociaciones a diversos niveles: disociacién de la paternidad biolégica y de la paternidad social; di- sociacién de la maternidad genética, de la maternidad uterina y de la maternidad social; disociacion del lu- gar de fa concepcién y del lugar de nacimiento, etc. Esta serie de fragmentaciones disuelve las nociones constitutivas de la familia: {qué es un «padre»?, ,qué es una madre»?, gqué es un «hijon?, zeudl es el rol del lazo de sangre en las relaciones paterno-filiales? Es verdad que las técnicas heterdlogas alcanzan el objetivo buscado: el nifio. Pero, gel precio que se paga no ser tal vez excesivo? Porque es poco probable que puedan saltarse tan facilmente los lazos de sangre sin ninguna consecuencia psicolégica para los diversos sujetos intervinientes: para el hijo, que ignoraré toda su vida quién es su padre biologico; para la madre, que puede desarrollar una actitud posesiva ante el * Cif. G. DeLAIS! DE PARSEVAL, «enfantprothisen, Le Suppleé- ment, septiembre de 1990, p. 51; R. Hiccms, «Cronigue d'une nai- sssance suspenduen, en J. Testart (comp,), Le magasin des enfants, Bou- tin, Paris, 1990, p. 306. 138 BIOETICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA hijo, ya que ella es la tinica que tiene con él un vineu- lo biolégico; para el marido de ésta, que vera en el nifio un constante reproche de su incapacidad para en- gendrar; en fin, para el donante, que tendrd «hijos fantasmas» a quienes no conoce, ni sabe cudintos son, En todo caso, desde el punto de vista juridico, no hay dudas: la identidad de la persona aparece esen- cialmente ligada a su origen biol6gico. El nombre, la nacionalidad y el orden sucesorio estén en relacién’ directa con la relacién de filiacion de base bioldgica. Es el orden genealdgico el que hace «pensable y con- cebible» la sucesién de la vida y la muerte, es decir, la sucesion de padres a hijos y de hijos a nietos?, Es este orden el que permite que el ser humano no gire en el vacio, es decir, que no enloquezea. Sin duda, la adopeidn ya supone una filiacion fic ticia, que no corresponde a la realidad biolégica. Sin embargo, la Iégica que inspira a esta institucién es muy distinta de la que anima a Jas técnicas heterdlo- gas. La adopcién busca solucionar un problema ac- tual: un nifio ya existente que ha sido abandonado por sus padres, o cuyos padres han fallecido. La procrea- cidn heterdloga, en cambio, provoca artificialmente un problema para luego pretender darle una solucién, también artificial. Mas alla de la cuestion de su admisibilidad ética, las técnicas heterdlogas plantean también un problema nelamente juridico: gel nifio tendré derecho a saber quién es su padre biolégico, o al menos a recibir cier- tas informaciones acerca de él? La tendencia en el de- 2 Ce. R LEGENDRE, Lnestimable objet de fa transmission, Etude sur le principe généalogique en Occident, Fayard, Pari, 1985, p. 123. LA IDENTIDAD DE LA PERSONA, 139 recho comparado parece ser la de reconocerle este d recho, por considerarse que se trata de un dato que esta intimamente ligado a su propia identidad. Suecia ha sido el primer pais en reconocer, en 1984, este derecho al nifio concebido con gametos de donantes. Actual- mente, la misma solucién existe en Alemania, Suiza, ‘Austria y Gran Bretafia, En esta evolucién ha tenido un rol decisivo Ia Convencién Internacional de los De- rechos del Nifio, del 20 de noviembre de 1989, que dispone que «el nifio tiene el derecho a conocer a sus padres y a ser educado por ellos» (art. 7). IL LA MATERNIDAD SUBROGADA La amaternidad subrogada» es otra practica médica que presenta problemas en el plano de la identidad de la persona. Este procedimiento consiste en que una mujer da a luz un nifio con el objeto de entregarlo luego a la pareja que se lo ha «encargado» previamente en base a un contrato. El recurso a este procedimiento puede obedecer a que la mujer que desea tener un nifio sufte de esterilidad y por tanto es incapaz de concebir un hijo ella misma, o que simplemente desea ahorrarse las incomodidades propias del embarazo y del parto, Existen dos procedimientos diferentes: a) el de la madre portadora, en el cual una mujer acepta que se le transfiera un embrién in vitro ajeno, es decir, que ha sido concebido con los gametos de la pareja que > Ci. B, BLYTH y A, FARRAND, «Anonymity in donorassisted con- ception and the UN Convention on the Rights of the Child, The dnter- national Journal of Children's Rights, 2004, vol, 12,n.° 2, pp. 89-104, 140 BIORTICA Y DIGNIDAD DE LA PERSONA encarga el nifio; 6) el de la madre substituta, que con- siste en inseminar a una mujer con el esperma del ma rido de aquella que desea un hijo, En esta segunda si- tuacién, la madre subrogada es madre tanto desde el punto de vista biolégico como gestacional, por lo que el problema de identidad del nifio se presenta aqui con mayor agudeza, La practica de la maternidad subrogada tiene a su favor el que brinda un nifio a una pareja que no podia tenerlo por razones médicas. Pero, ges éticamente aceptable que una mujer disponga en favor de otra de lo mas intimo de su ser, de lo que, en alguna medida, la distingue como mujer: su capacidad gestacional? {No se rebaja de este modo a cumplir un rol pura- mente instrumental? Por este medio, zno se niega ella misma como persona? {No se corre el riesgo de crear una nueva forma de explotacién de la mujer? El problema se plantea no sélo respecto de las mu- jeres més necesitadas dentro de un mismo pais, sino in- cluso a nivel internacional, ya que en forma creciente se acude a madres portadoras de la India u otros paises en desarrollo para, a cambio de una suma de dinero, evitarse las incomodidades del embarazo y del parto*. Pero alin cuando el contrato fuera gratuito, zno existe el peligro de que la difusién de la practica como si fuera un «acto de generosidad» lleve a que al- gunas mujeres, en especial las parientes proximas de la estéril (hermanas, primas), suftan presiones inso- + Cir: U, RENGACHARY SMERDON, «Crossing bodies, crossing bor- drs: international surrogacy between the United States and India», Cumberland Law Review, 2008, vol. 39, n.° 1, pp. 15-85, LA IDENTIDAD DE LA PERSONA 141 portables por parte de la familia a fin de que acepten llevar el nifto de la otra? ‘Tampoco hay que olvidar que la mujer no se limita a disponer de su cuerpo, sino que dispone también de su hijo. Ahora bien, desde que fue abolida la esclavi- tud, las personas no pueden ser ni vendidas ni dona- das, {Cual sera la reaccién del nifio al enterarse de que fue concebido para ser vendido por su propia ma- dre? Cémo no va a tener dificultades en la elabora- cién de su propia identidad y del valor de su vida? {Cual sera su concepto de «madre» desde el momento en que cuenta con dos «madres»? Lo que parece claro es que la practica de la materni- dad subrogada no esté pensada en funcidn del interés del menor, Si se observan los numerosos conflictos que ya se han planteado en diversos paises, ya sea por- que la madre substituta quiere conservar al nifio, 0 porque ninguna de las dos lo quiere debido a que na~ ce discapacitado, se puede advertir que la practica no juga necesariamente en favor del nifio. Por el con- trario, el sistema cn su conjunto es extremadamente fragil. Tal como lo han sefialado dos autores, «basta con que la madre portadora se niegue a entregar al nifio, 0 que el padre no quiera reconocerlo, 0 que la esposa de éste se resista a hacer el pedido de adop- cin, y todo el sistema se derrumba. Resulta desagra- dable pensar que la vinculacién de un nifio a una u otra de ambas familias se efectita a través de una se- rie de artificios cuyo resultado depende de la buena voluntad de todas las partes intervinientes»>, 2 JL. BAUDOUN y C. LABRUSSE-RIOU, Produire I'homme: de quel dvoit?, PUK, Paris, p. 128. 142 BIOETICAY DIGNIDAD DE LA PERSONA ‘A nivel legislativo, algunos paises (tales como Es- pafia, Alemania, Italia, Suiza y Francia) prohiben toda forma de maternidad subrogada, tanto a titulo one- roso como gratuito; otros la autorizan cuando es gra- tuita (Gran Bretafia, Canada, Australia, Bélgica y los Paises Bajos). Finalmente, un tercer grupo de paises también la permiten cuando tiene lugar a cambio de ‘una suma de dinero (India, Israel y algunos estados de Estados Unidos). Il, LOS EXAMENES GENETICOS Los exémenes genéticos también generan nuevos dilemas éticos y juridicos. Por un lado, es innegable que el acceso a la informacién genética humana abre perspectivas extraordinarias para la prevencién y el tratamiento de innumerables enfermedades. Existe actualmente consenso para afirmar que la detecci6n de las predisposiciones genéticas va a jugar un rol mayor en las proximas décadas, transformando en su base el funcionamiento mismo de la medicina. Pero, al mismo tiempo, este nuevo conocimiento crea amenazas inéditas para la intimidad de las per- sonas, Concretamente, le hacen correr al ser humano el riesgo de volverse, en cierto modo, un «ser trans- parente» desde el punto de vista biolégico. Es por ello que, en forma creciente, los documentos interna- cionales en la materia dejan en claro que el deber ge- neral de confidencialidad que pesa sobre los profe- sionales de la salud e investigadores también se aplica a los datos genéticos de pacientes o participan- tes en investigaciones y que, por tanto, no pueden ser LA IDENTIDAD DE LA PERSONA. 143 divulgados a terceros sin el consentimiento de tales sujetos®, Es cierto que el «excepcionalismo genético», es decir, la idea segtin la cual los datos genéticos difie- ren radicalmente del resto de los datos de salud de las personas, no responde a la realidad. En tal sentido, no slo los datos genéticos, sino todas las informaciones sobre el estado de salud de una persona son confiden- ciales y merecen ser protegidas. Sin embargo, esto no impide reconocer que las informaciones genéticas presentan algunas caracteristicas peculiares y por eso la adopcién de reglas especificas para asegurar su tu- tela esta justificada. La Declaracion Internacional sobre los Datos Ge- néticos Humanos de la UNESCO de 2003 lo ha resu- mido de la siguiente manera: «Los datos genéticos humanos tienen un cardcter especial porque: i) pue- den indicar predisposiciones genéticas de los indivi duos; ii) pueden tener consecuencias importantes para la familia, incluida la descendencia y por varias generaciones, y a veces para todo el grupo al que per- tenezca la persona en cuesti6n; iii) pueden contener informacién cuya relevancia no se conozca necesaria- mente al momento de extraer las muestras bioldgicas; iv) pueden ser importantes desde el punto de vista cultural para las personas 0 los grupos» (att. 4), La Comisi6n de Genética Humana de Gran Bretafia agrega dos razones adicionales a las mencionadas: en ® Ver Dectaracién Universal sobre el Genoma Humano y los Dere- cchos Humanos, 1997 (art. 7); Conveneién europea de derechos huma- nos y biomedicina, 1997 (art. 10.1); Declaracién de Helsinki sobre in- vestigacién biomédica en seres humanos, 1964-2008 (att, 23), 144 BIOETICA ¥ DIGNIDAD DE LA PERSONA primer lugar, a diferencia de otros datos de salud, la ine formacién genética tiene un cardcter identificatorio ‘nico porque, salvo el caso de los gemelos monocigé- ticos, cada individuo tiene una constitucién genética ex- clusiva; en segundo lugar, la informacién genética puede ser obtenida a partir de una cantidad muy pe- quefia de material biolégico (de un pelo, de una mues- tra de sangre 0 de saliva, etc.), incluso sin que la, misma persona lo advierta’. Las directivas existentes en materia de bancos de datos genéticos consideran el encriptado de tales da~ tos como una medida suficiente para proteger la con- fidencialidad de los datos genéticos. Pero, para evitar malentendidos, es importante tener presente que el encriptado no es una verdadera «anonimizacion» de la informacién genética, dado que es siempre posible identificar a las personas de quienes provienen los da- tos, en la medida en que se tenga acceso al cédigo co- rrespondiente. Por ello conviene hablar de «anonimi-. zacién reversible» 0 «seudo-anonimizacién», para distinguirla de la verdadera anonimizacién (absoluta © irreversible) que seria aquella en la que se hubicra destruido Ja lista de mimeros identificatorios de las muestras o datos. Aunque hay que reconocer que, en verdad, tal «anonimizacion irreversible» es en buena. medida imposible tratandose de datos genéticos: dado que la identidad wnica de cada individuo es revelada por su ADN, tal identidgd podria en teoria descubrirse * Human Genetics Commission (HGO), Inside Information, Ba- ancing interests in the use of personal genetic data, Londtes, 2002, pp 28-32; K. Mason, A. MCCALL SMITH y G. Laurus, Law and Med cal Eihies, 6° ed, Butterworths, Londres, 2002, p. 207. LAIDENTIDAD DE LA PERSONA, 145 si una muestra biolégica anonimizada fuera compa- rada con otra que no hubiera sido anonimizada. A pe- sar de esta eventualidad, el concepto de «anonimiza- cién» (en el sentido de cencriptado») suele ser visto, en principio, como suficiente garantia de confiden- cialidad, ‘Una cuestién adicional que genera el creciente ac- ceso a Jos datos genéticos personales es la posible in- cidencia negativa de esa informacién en la integridad psiquica del mismo individuo. El hecho de saberse afectado por una determinada predisposici6n genética a una enfermedad grave (por ejemplo, el mal de Alz- heimer o el de Huntington), sobre todo cuando no existe ningdn tratamiento o prevencién (como es el caso en Ja inmensa mayoria de las enfermedades de ‘base genética), puede resultar insoportable para mu- chas personas, que puede levarlas a caer en una grave depresién o incluso en el suicidio. Por ello, parece ra- zonable reconocer de modo general el «derecho a no saber el resultado de los eximenes genéticos, al me- nos mientras el ejercicio de este derecho no cause un dafio a terceros*, Otra posible consecuencia negativa del acceso a la informacién genética de las personas es que emplea- dores y compafiias de seguros podrian exigir la reali- zacion de eximenes genéticos o que se den a conocer los resultados de exdmenes previos a fin de seleccio- nar a los candidatos a puestos de trabajo o a seguros de vida o de salud, Esta practica, de ser admitida, Ile- "Ctr, mi articulo «The sight not to know: an autonomy-based ap- proach», Journal of Medical Ethies, 2004, vol. 30, pp. 435-440.

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