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El debate sobre el problema agrario en los setenta y ochenta* Luisa Paré** En la década de los setenta la cuesti6n agraria ocupé un lugar muy impor- tante tanto en las materias impartidas en las universidades, sea en las facul- tades de antropologia, sociologia, eco- nomia o en las escuelas de agricultu- ra, como en la investigacion. Esta situacién va a la par con Ia crisis de produccién agropecuaria, el estrecha- miento gradual de la reforma agraria desde fos cuarenta hasta principios de los setenta, la crisis politica del 68 yal auge del propio movimiento cam- pesino a lo largo de la década. La antropologfa de hecho se ha- bia circunscrito anteriormente a el * Ponencia presentada al coloquio de la revista Nue- va Antropologia: “Andlisis y categorizacién de las clases ylos sujetos sociales en el agro”, México, 20-21 sept, 1990. **1IS-UNAM. Nueva Antropologta, Vol. XI, No. 39, México 199] Ambito rural pero desde una perspec- tiva mas bien etnogrAfica y culturalis- ta, Para una retrospectiva de la visi6n antropolégica del mundo rural es lec- tura obligada el trabajo de Cynthia Hewitt, El Campo mexicano: una vi- sién antropolégica publicado en Méxi- co en 1989. Otras revisiones creativas son las que realizan Lasse Krants en 1977 en la revista Nueva Antropologia y Jorge Zepeda Patterson una década después (Zepeda: 1988). En su aspecto aplicado, la mayor preocupaci6n de la antropologia en los sesenta y setenta giraba en torno a la integracién a la sociedad nacio- nal de los grupos étnicos que eran el objeto de estudio fundamental de nuestra disciptina. (Aguirre Bel- tran: 1957, 1967). A mediados de los setenta se presenta un debate bastan- 10 te intenso en torno a la cuestién agra- ria, tanto en el 4mbito académico como en el polftico. En las siguientes paginas intento, mds que reconstruir el debate (bastante conocido en el medio), contextuarlo y seiialar los dis- tintos rumbos por donde ha venido avanzando. Sefalaré algunos foros, circunstancias 0 autores que influye- ron en Ia discusién. Obviamente esta reconstruccién no dejar4 de ser en gran parte subjetiva ya que, tanto el contexto politico como el teérico-aca- démico en que se fundamenta corres- ponde al recorrido personal que me tocé vivir o por el que opté y no hard justicia a muchos autores que no ci- taré por restricciones de espacio. Sibien algunos antropélogos par- ticipamos en este debate polémico, ste no se dio unicamente en el seno de la antropologia mexicana sino que se presenté también en las escuelas de economfa, agronomfa y hasta al- gunos fildsofos intervinieron. Una ge- neracién de antropélogos que inicia- mos nuestra vida de investigadores a principios de los setenta nos interesa- mos por nuevas dimensiones de la problemAtica rural en el contexto no s6lo de Ja participacién del campesi- nado en fas revoluciones cubana y vietnamita y de la experiencia del Che Guevara en Bolivia sino también inquietos por entender las rafces e implicaciones de experiencias mas cercanas a nosotros, las guerrillas cam- pesinas de los sesenta y principios de los setenta, las tomas de tierras en Tlaxcala y la famosa caravana de la Central Campesina Independiente LUISA PARE (cc1) desde Puebla y Tlaxcala a prin- cipios de los setenta, el encarcela- miento de Ram6n Danzos Palomino, dirigente de la cci y miembro del Comité Central del Partido Comu- nista Mexicano. Varios antropdélogos, entre ellos, Rodolfo Stavenhagen par- ticipaban en el proyecto de investiga- cién sobre la problematica agraria de mayor envergadura en la época, el del Centro de Investigaciones Agra- rias sobre Estructura Agraria y Desa- rrollo Agricola. A nivel periodistico, el maestro de sociologia rural de la ENAH a fines de los sesenta, fue el primero en llamar la atencién sobre la existencia de un amplio y explota- do sector de Ja poblacién rural con- formado por los jornaleros agricolas. Su tesis de doctorado en Francia pu- blicada en México bajo el titulo de Las clases sociales en las sociedades agra- rias (1969) fue el primer trabajo de un antropélogo que tratara especifi- camente de las clases sociales en el campo y la estructura agraria. Otro antropélogo que contribuy6é de ma- nera importante al andlisis de la arti- culacién del campesinado con la so- ciedad nacional, especialmente como resultado de diversos programas de la reforma agraria y planes de desa- rrollo en general es Arturo Warman con sus dos trabajos més clésicos (1972; 1976). Un primer aspecto a destacar es que en esta discusi6n de principios de los setenta, algunos antropdlogos que abordamos el andlisis de las luchas agrarias, de las formas de explotacion de los campesinos y de los que no EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... i legaron a serlo o dejaron de serlo no nos auxiliamos precisamente de la antropologia sino mas de la econo- mfa agricola y en general del marxis- mo tanto para el andlisis econémico como politico (Bartra, R.: 1974, 1975), (Paré, L.: 1977), (Boege, E.: 1989). 4 posteriori y de manera autocritica po- driamos decir que, salvaguardando la obtencién de la informacién a par- tir de trabajo de campo, tiramos el agua de Ja bafiera con todo y el nifio, en este caso la antropologia. Una re- accién comprensible quizé a una et- nografia e incluso a una etnologia que nos parecfa limitada para enten- der las determinaciones estructura- les de la situacién campesina. Como marco de referencia tedri- co a nuestros andlisis empfricos que abordan temas como la unidad de produccién campesina, su reproduc- cién, su capitalizaci6n o descapitali- zacién, diferenciaci6én interna del campesinado, las clases sociales en el campo, las transferencias de valor de Ja agricultura a la industria, el traba- jo socialmente necesario, las estruc- turas de poder, el caciquismo, etc., discutimos acerca de los conceptos de formacién social, modos de produc- cién, etc. En el Congreso de Ameri- canistas de septiembre de 1974, Ro- ger Bartra y Pierre Vilar organizan una mesa sobre los Modos de Produc- cién y la revista Historia y Sociedad abre la discusién sobre la formacién social mexicana y los modos de produccién. Paralelamente se discute sobre e] mo- do de produccién asiatico y las socie- NA. 39 dades hidratilicas (Wittfogel: 1966 y Palerm: 1972). Dos aspectos centrales ocuparon a mi manera de ver el centro del debate en la década de los setenta: —Una caracterizacién de clase del campesinado y de las vias de desarrollo del capitalismo en la agricultura en México. —El potencial revolucionario del campesinado, con un énfasis so- bre su definicién como clase a partir de un andlisis concreto de sus demandas, luchas y organi- zaciones. Dado que el campesinado no se acomoda fScilmente en el modo de produccién capitalista, ni como reali- dad social ni como categoria, mucha tinta corrié para intentar caracteri- zarlo como clase. Para entender los mecanismos de acumulaci6n y las for- mas peculiares de produccién cam- pesina, no resultaban satisfactorias las categorfas existentes ni !a diferencia- ci6n social en base a la tenencia de la tierra oa los indicadores de los censos de poblacién y agricola, ganadero y ejidal (propiedad de menos de 5 has, mas de 5 has y ejidatario). La pro- puesta de Ricardo Pozas ¢ Isabel Hor- casitas, expuesta en su libro Los indios en las clases sociales de México (1976) en el que Ja poblacién rural queda agru- pada en burguesia, pequefia burgue- sfa y proletariado tampoco caracteri- zaba las peculiares formas de produc- cién campesina. 12 LUISA PARE. Tanto los andlisis concretos como la discusi6n te6rica se refieren am- pliamente a la evoluci6n demogrAfi- ca y econémica del campesiuado ; su caracterizaci6n de clase, . sf como :1 del proletariado agricola 2n relacién con el proceso del desarrollo de rela- ciones capitalistas de produccién en la agricultura o, dicho de manera esquemitica, la cuestién de la repro- duccién o refuncionalizacién del campesinado o su proletarizacién. Colateralmente a estas cuestiones se discutfan las vias de desarrollo del capitalismo en la agricultura (farmer, junker, mexicana) y la obra de Lenin, sobre todo El desarrollo del capitalismo en Rusia, era de cabecera. Las reflexiones sobre el papel desempefiado por los campesinos en las revoluciones de China, Vietnam y Cuba y la experiencia del Che Gue- vara en Bolivia necesariamente sir- vieron de marco de referencia para discutir acerca del potencial revolu- cionario de las distintas clases en el agro, en particular el papel del cam- pesinado en el sistema politico mexi- cano y el tipo de demandas mis fac- tibles de unificar a los trabajadores del campo en un proyecto nacional. La polémica académica giré en torno a la famosa cuestién de la arti- culacién de los modos de produccién y a la inevitable y eminente desapa- ticién del campesinado o su perte- nencia a un modo de produccién ca- pitalista en el cual sus peculiares for- mas no capitalistas de produccién eran refuncionalizadas constantemente. “Algunos autores (Bartra, R.: 1974 y De la Pema, S.: 1977) destacaban el proceso de proletarizacién del cam- pesino mexicano y consideraban co- mo fa contradiccién principal la que opone ai trabajador asalariado del campo a la burguesfa agraria, y como sujeto revolucionario por excelencia al obrero agricola, movilizado en tor- no a sus reivindicaciones laborales y su sindicalizaci6n. A la vez prevefan la m4s o menos rapida extincién del campesinado, dadas las condiciones desfavorables en las que se tenfa que enfrentar a la agricultura capitalista en el mercado. Por otra parte, se cuestionaba el potencial politico del campesinado como sujeto revolucio- nario debido a que, a través del pro- ceso de reforma agraria, desde la Re- volucién, se ha constituido como un sector importante de la base social de apoyo al Estado” (Bartra, R.: 1977). Como alternativa a los andlisis que ubicaban al campesinado 0 como una clase social dentro del modo de pro- duccién capitalista como pequefia burguesfa (Pozas: 1974) 0 como re- manente de un modu de produccién anterior como el feudalismo (De la Pejia, S.: 1977), Roger Bartra, en la misma linea que Gutelman (1974) y Jos estructuralistas franceses, plantea la idea de un modo de produccién mercantil simple. En cambio los “campesinistas” ubi- can a la economia campesina como una forma de produccién no capita- lista refuncionalizada por el propio capitalismo (Dfaz Polanco: 1979). Los estudios teéricos sobre la ren- ta de la tierra constituyen quiz4 las EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA. aportaciones teéricas mas importan- tes en este periodo. En marzo de 1979, Cuadernos Agrarios dedica un ndmero doble, el 7/8, al tema. Ademas de los trabajos de Edith Ktimowsky, Juan Castaingts, Blanca Rubio y Julio Moguel, destaca el extenso trabajo de Armando Bartra sobre “La renta ca- pitalista de la tierra”. En su aplica- ci6n al caso de México, Armando Bar- tra sefiala que la teoria de la renta ha sido utilizada por algunos investiga- dores marxistas como Roger Bartra y Michel Gutelman para concluir que Jos campesinos (si bien no individual- mente pero como un todo) han here- dado “de los terratenientes el papel de representantes de la propiedad privada de la tierra y monopolio sobre el suelo” por lo que para la burguesfa en su conjunto Ja renta puede con- vertirse en un serio obstéculo para la inversién de capital en la agricultura (Bartra, Roger: 1974). Para Armando Bartra es una peculiar concepcién de la renta de la tierra la que lleva a esta conclusi6n, a la cual confronta la con- cepcién que segun él Marx tiene de la renta, es decir un remanente del precio regulador del mercado sobre el precio medio de produccién. No es el caso del campesinado que, ademas de su salario y su ganancia media después de vender su producto, ob- tendria supuestamente algtin ingre- so adicional que conformarfa la renta dela tierra. En un andlisis exhaustivo donde examina tanto la renta dife- rencial como la absoluta y las trans- ferencias de valor de la agricultura a la industria, A. Bartra concluye que NA.39 13, “si formas de propiedad y clases se- mejantes entran en contacto con el capitalismo, al extenderse en un me- dio precapitalista, éstas pueden ser subsumidas y refuncionalizadas cons- tituyéndose en producto del capital més que en herencia histérica”. En este andlisis de la renta rechaza la concepcién del modo de produccién capitalista como un modo de produc- cién que coexistirfa con el capitalista en la formacién social mexicana. Co- mo la renta de la tierra constituye un recorte considerable y creciente a la cuota media de ganancia “la conclu- sién evidente es que, en estas condi- ciones, el capital no puede menos que producir también los mecanismos, en las relaciones de produccién y circu- laci6n que contrarrestan esta tenden- cia” (p. 71). En cuanto a la lucha por la tierra se sostiene, no el carActer pequefio burgués de ésta sino potencialmente, en alianza con Ja clase obrera, una lucha contra la propiedad territorial capitalista en parte porque la incopo- racién del campesinado pobre a las filas del proletariado agricola se plan- tea en términos tan asimétricos que la lucha por mejorar las condiciones laborales y obtener un pago “justo” de la fuerza de trabajo es prdctica- mente imposible (Bartra A: 1979). Los que se dedicaron a poner ad- jetivos y etiquetas a los protagonistas de esta discusién no les han hecho Justicia. En efecto, quién si no el “des- campesinista” por excelencia, Roger Bartra (1976) introdujo en México, a nivel de debate, a Chayanov, la biblia 14 LUISA PARE de los campesinistas. E] trabajo de Fernando Cortés y Oscar Cuéllar “Le- nin y Chayanov, dos enfoques no con- tradictorios” apareceria en Nueva An- tropologia (mim. $1) diez afios después. Si bien es cierto que, en 1975, cuando la ccl se transforma en cloac (Central Independiente de Obreros Agricolas y Campesinos), en los docu- mentos de su V Foro parece tomarse demasiado al pie de la letra los plan- teamientos que sostienen que la con- tradiccién principal en el campo es ahora la que opone a los asalariados con el gran capital y, por lo mismo, la demanda principal las reivindica- ciones laborales de los obreros agri- colas, pronto la realidad misma la obligé a mantener un abdnico de de- mandas correspondientes a la com- pleja y multifacética situaci6n del cam- pesinado. Quiz4 sea tiempo de poner por escrito lo que muchos sabemos y otros intuyen, es decir que el fondo del debate y el parteaguas entre ambas posiciones, la campesinista y la des- campesinista, correspondia a concep- ciones distintas acerca de la estrategia politica en la lucha por el socialismo. De alguna manera, en el campo de los descampesinistas se encontraban intelectuales més afines a la linea del Partido Comunista Mexicano mien- tras que en el otro bando se encon- traban los “populistas” y “maoistas”. Estos, después de las revoluciones en China, Cuba y Vietnam y dadas las restricciones estructurales para la r4- pida integracién del campesinado al proletariado industrial e incluso agré- cola y dados sus antecedentes histéri- cos en las grandes gestas agrarias de los siglos XIX y XX, apostaban al po- tencial revolucionario de esta clase. Paralelamente a esta discusién, otros autores avanzan en la investiga- cién para documentar cémo se da este proceso de desarrollo del capita- lismo o de modernizacié6n en el cam- po mexicano. Aqui ta contribucién mas importante es, a mi manera de ver, la de Cynthia Hewitt con su obra La modernizacién de la agriculiura mexi- cana, 1940-1970, México, Siglo XXI editores, 1978. A nivel académico tres revistas fueron los principales foros de discu- sién teérica sobre la agricultura y el campesinado en los setenta. Historia y Sociedad habia iniciado la discusién desde mediados de los setenta con el articuto de Roger Bartra (1965) sobre las sociedades prehistéricas. A media- dos de 1975 nacié Nueva Antropolo- gia, revista independiente que siguié apareciendo a lo largo de 15 aiios, hasta la fecha. Los articulos consigna- dos en la bibliograffa y que aparecie- ron en esta revista nos sefialan que éste también fue un importante foro de discusi6n y reflexién. Un foro importante de discusién y polémica lo proporcion6é Cuadernos Agrarios, revista que vio la luza princi- pios de 1976 en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo y posterior- mente se independiz6 aunque siem- pre aglutiné instituciones y miem- bros de comunidades universitarias como fueron institutos de investiga- ciones sociales y econémicas de la EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... 15. UNAM, la uaM, El Colegio de México, la Universidad de Yucatan, de Chia- pas, etc. En la segunda mitad de los setenta y principios de los ochenta la revista desempefié un papel agluti- nador de estudiantes, investigadores y activistas preocupados en la discu- sién de temas agrarios. De este modo, convocé junto con otras instituciones a dos congresos nacionales sobre pro- blemas agrarios, y organiz6 foros re- gionales (Sinaloa y Chiapas) sobre la problematica de los asalariados agri- colas con la particularidad de reunir académicos con campesinos. En las paginas de esta revista y en eventos que organizé6 como un foro en la Facultad de Economia cuyos resultados fueron publicados bajo el titulo de Polémica sobre las clases sociales en el campo mexicano {Paré, L.: 1977) se dio el debate bautizado por quiénes no participaron siquiera en él como debate entre campesinistas y descam- pesinistas. (Feder, E.: 1978 y Lucas, A.: 1982, Schejtman: 1981). Afortunadamente no toda la dis- cusién sobre el problema campesino en los setenta —ni la mds importan- te— se gesté en los circulos académi- cos o gubernamentales. En el periodo de la insurgencia sindical, o sea a mediados de los setenta, varios gru- pos vinculados a organizaciones cam- pesinas produjeron buena cantidad de materiales, testimonios y andlisis. A nivel hemerografico gran impor- tancia tienen para la reconstrucci6n del movimiento campesino las créni- cas publicadas en las revistas Solidari- dad del ster, en Punto Critic y en el NA 39 suplemento cultural de la revista Siem- pre, sin olvidar e] periédico Zapata de la ctoac y muchos érganos informa- tivos de organizaciones campesinas y materiales producidos por organiza- ciones no gubernamentales y grupos de apoyo y cuyo principal objetivo era manejar los andlisis a un nivel accesible para los protagonistas de los propios movimientos. LOS OCHENTA O EL FIN DEL AGRARISMO REALMENTE EXISTENTE Alinicio de la década se extingue la euforia del boom petrolero para dar paso, con el régimen de Miguel de la Madrid (1982-88), a la época de la austeridad. Paralelamente a esta nue- va politica que, en lo fundamental, sigue en la senda de la politica anti- campesina de su antecesor sélo que sin recursos para proyectos como el sam, el debate sobre la cuestién agra- tia en esa década se torna mas auste- ro. En los ochenta las escuelas donde se imparte 1a sociologfa rural ven caer dr4sticamente sus presupuestos para trabajo de campo y la matricula desciende también, El énfasis se des- plaza del andlisis de la estructura agra- ria y de las clases sociales en el campo a cuestiones mds coyunturales como es la politica agropecuaria, en parti- cular la experiencia del saAM que es Nevada a muchos foros internaciona- les, la autosuficiencia alimentaria (Barkin, D. y Suarez, B.: 1985), aspec- tos sectoriales sobre la ganaderfa 16 LUISA PARE (Rutsch: 1984; Fernandez: 1980; Fe- der: 1982), el henequén, (Villanue- va: 1984) la catia y el azticar (Paré: 1987), el café (Nolasco), el tabaco, (Jauregui: 1980), el mafz (Montafiez y Warman: 1985), la crisis de la pro- duccién agropecuaria (Calva), las transnacionales, (Arroyo et al.: 1985), las organizaciones campesinas oficia- les ( Hardy: 1984) e independientes (Canabal: 1983; Flores et al.: 1989; Bartra, A; 1985) y los movimientos sociales en el campo en general. La cuestién étnica ocupa un espacio im- portante, en particular en la revista Nueva Ariropologia- En los estudios con énfasis en lo econémico y en el creptisculo del boom petrolero egan los écos todavia de la discusi6n iniciada en la década ante- rior acerca de la orientaci6n de la producci6n agropecuaria en relacién a las ventajas comparativas. A nivel gubernamental, predomina la orien- tacién de las inversiones y los recur- sos para el campo hacia la agricultura de exportacién en detrimento del fo- mento a la produccién de bdsicos y por ende, a la economfa campesina. Parte de las fuerzas de oposicién en el campo se oponen al nuevo instru- mento legislativo, la Ley de Fomento Agropecuario que, en su primer es- bozo apenas era el preludio de lo que se verfa a mayor escala con el régi- men de Salinas de Gortari, es decir la asociacién entre campesinos y em- presarios, nacionales o extranjeros y Ja privatizaci6n virtualmente de la tierra y de los recursos naturales eji- dales o comunales. A nivel del movi- miento campesino no se logra dar Ja unidad de accién y existen dos gran- des bloques, uno que aglutina a orga- nizaciones que luchan todavia por la tierra (organizados sobre todo en la cNpa) y otro en torno a la apropiacién del proceso productivo (UNORCA). Este parteaguas de algtin modo tiene su correspondencia en las co- rrientes intelectuales que analizan la situacién en el campo. La polémica no es ahora entre lucha por la tierra o lucha sindical 0 sea el sujeto cam- pesino o el sujeto “proletario agrico- Ja”, sino entre la lucha por la tierra y el uso del suelo por un lado y, por el otro, el esquema productivista con alternativas apenas para un sector reducido de los campesinos, aquellos con tierras de suficiente calidad y condiciones climaticas aptas para ser sujetos de créditos. Distintas opciones politicas y partidarias acomparian ca- da uno de los proyectos. Armando Bartra (1988) y Adriana Lépez Mon- Jardin (1989) por un lado, y Gustavo Gordillo (1988) por el otro, se ubica- rian en los extremos opuestos de esta discusién: En tiempos de crisis y reconver- sién politica, despolitizar la ne- gociacién con el estado y promo- ver reformas profundas al mar- gen de la nueva oposicién, con- duce, por omisién, a legitimar el sistema politico existente y pue- de derivar en neo-clientelismo; un corporativismo tecnocratico y ‘moderno’ pero igualmente opresivo que el anterior. Cuan- EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... 17 do la oposicién politica deviene movimiento de masas, las rei. vindicaciones sociales se poli zan y los proyectos reformistas sustanciales tienden a plantear- se, menos en la alianza y mAs en la oposicién (Bartra: 1988; 16- 17). La reforma politica con sus limi- taciones trajo consigo algunas expe- riencias de participacin popular, en este caso campesina, en los procesos electorales mismos que fueron objeto de estudio (Lopez Monjardin: 1988; Gémez Tagle: 1989; Krotz: 1990). Una mayor integracién de la mu- jer a la produccién, sea como jorna- lera o migrante a las ciudades y una participacién cada vez més destacada en los movimientos populares ha oca- sionado que gran numero de estudios abordara su probleméatica, tanto des- de el punto de vista demografico co- mo en su vida cotidiana. Entre las antologfas m4s importantes en los ochenta destacan las que fueron coordinadas por Magdalena Leén y Carmen Diana Deere (1986) y Josefi- na Aranda (1988), asi como los traba- jos elaborados en el marco del Semi- nario sobre la Mujer en El Colegio de México. Una nueva Ifnea de investi- gacién se abre en esta época con es- tudios sobre Ia otra cara de la mone- da, los empresarios agricolas y sus or- ganizaciones (Cartén de Grammont: 1990). Entre los trabajos de cardcter glo- bal destacan en la década de los ochen- ta los de Alejandro Schejtman (1981) NA39 y de Gustavo Esteva (1980) aunque no levantaron polvo en cuanto a po- lémica. El primero, poco después de hacer una reflexién mas sobre la can- sada polémica entre campesinistas y descampesinistas (1981), hace un es- fuerzo para, a partir de datos censales modificar la tipologfa elaborada 10 afios antes por el Centro de Investi- gaciones Agrarias (cEPAL: 1981). La batalla por el’ México rural, libro publi- cado poco después que su autor, Gus- tavo Esteva, organizara una reunién “En defensa del Ejido” en Ciudad Obregé6n, Sonora, en 1980, no logra aglutinar a las fuerzas que insisten en una vfa campesina en la agricultura mexicana, en la defensa de las formas de organizacion campesina, y sefiala en base al andlisis de las operaciones mundiales del agrobusiness que las con- secuencias para México no serfan muy alentadoras de seguir ciegamente el camino trazado por la nueva divisién internacional del trabajo. El discurso oficial insiste en que ya se acabé a fase distributiva de la reforma agraria y que el problema en el campo es de productividad, de alli que el sam no haya tenido plantea- mientos relativos a la desigual distri- bucién de fa tierra sino al fortaleci- miento de regiones de produccién campesina mas apropiadas para ga- rantizar una buena productividad y recuperacién de las inversiones. De alguna manera la investigacién res- ponde al cambio de los vientos en la politica agropecuaria. El Instituto de Investigaciones de las Naciones Uni- das para el Desarrollo Social (uNRisD) 18 LUISA PARE apoya una serie de investigaciones que enmarca en el programa Siste- mas Alimentarios y Sociedad (sas) que realizan equipos interdisciplinarios. Este programa se dedicé a estudiar en diferentes contextos nacionales las causas del deterioro del sistema ali- mentario. Algunos de sus resultados aparecen en la bibliografia (Oswald Ursula:1986; Tudela, F.:1989; Gar- cia, R.: 1988). En este mismo proyec- to se inscribe el amplio trabajo de investigaci6n coordinado por Fernan- do Rello sobre las organizaciones cam- pesinas en México, algunos de cuyos resultados han sido editados por co- nasupo en fasciculos accesibles (Avila y Cervantes:1986; Leén y Steffen: 1987; Duran: 1986). En 1983, Pablo Gonz4lez Casano- va emprende la coordinacién de in- vestigaciones sobre movimientos so- ciales no sélo en el campo sino a nivel urbano popular, magisterial, obrero, indigena, ecologista, cristiano, etc., tanto a escala nacional como regional (Flores, Sarmiento y Paré: 1989; Me- jia Pifleros M.C. y Sarmiento, S.: 1987). Los estudios interdisciplinarios son cada vez mAs frecuentes y se da un acercamiento fecundo y trascen- dental entre la biologfa y las ciencias sociales que conduce a experiencias interesantes en el terreno del manejo de los recursos naturales, el rescate del etnoconocimiento (Barrera y Boe- ge: 1988; Boege: 1988) y técnicas tra- dicionales de manejo de recursos, et- cétera, Destacan los trabajos de Enri- que Leff (1986) y Victor Manuel To- ledo (1980) como articuladores del encuentro entre la antropologia y las ciencias sociales en general con la biologia y la geografia. A fines de 1980 la revista Antropologia y Marxis- mo dedica un ntimero (3) al tema so- ciedad-naturaleza. Sin desconocer los antecedentes de la ecologfa antropo- légica mexicana, representados por Wistano Luis Orozco, Andrés Molina Enriquez y Miguel Othén de Mendi- zabal ni la influencia de la ecologia cultural norteamericana, sefiala un nuevo camino: “quiz4 pueda plan- tearse —sobre bases més firmes— el retorno creador a la antropologfa, construyendo una alternativa teérica y politica integradora y comprensiva de la riqueza y los quehaceres del marxismo y la antropologia, en una perspectiva siempre critica”. Seguin los editores: la expansién de un capitalismo salvaje, y el fortalecimiento del sector empresarial monopolista, asociados a la transnacionaliza- cién irreversible de la economia nacional, por el asunto de los recursos naturales, su explota- cién y distribucién en el escena- rio mismo de las luchas sociales fundamentales de nuestro pats. En el nivel de las luchas sociales, ante un medio ambiente cada vez més agredido y una tecnologia mo- derna cada vez més agresiva, las or- ganizaciones campesinas articulan fre- cuentemente demandas de tipo eco- légico a sus reivindicaciones demo- EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... 19 crticas y agrarias: ejemplos herdicos son las luchas de los campesinos del Pacto Riberefio en Tabasco coaliga- dos contra Pemex, de los comuneros de Santa Fe de la Laguna en Michoa- can y de los de Veracruz en contra de diferentes proyectos nucleares, o de los xochimilcas y campesinos del Es- tado de México contra diversos yectos de urbanizacién que significan pérdidas de tierras o de aguas subte- rrdneas. En los ochenta, la revista Nueva Antropologia y Textual de Chapingo son Jos foros de discusion més importan- tes después que Cuadernos Agrarios hu- biera interrumpido su publicaci6n en 1980, aunque realiza todavia un se- gundo congreso nacional sobre pro- blemas agrarios en 1982. En 1983 los esfuerzos de Arturo Warman desde la revista Nexos para despertar una nue- va polémica ya no tuvieron mucho eco, Sera hasta 1987 cuando El Cole- gio de Zamora en su coloquio Las so- ciedades rurales hoy, lograra juntar un buen niimero de investigadores que abordar4n una problematica muy am- plia: politica agropecuaria, tenencia de la tierra, ecologia, la mujer, las estrategias, las organizaciones de pro- ductores, los actores sociales, proce- sos electorales, etcétera. Hacer una revisién bibliografica de cada uno de los temas mas recu- rrentes en los ochenta rebasa mi ca- pacidad. Escogeré tres que nos de- muestran el desplazamiento del inte- rés en entender cémo sobreviven los campesinos mas que preguntarse so- bre su destino, Se trata de las estrate- NA. 39 gias de subsistencia del grupo domés- tico o sea la familia campesina, las investigaciones sobre la mujer cam- pesina y los estudios sobre los movi- mientos sociales en el campo. Lourdes Arizpe es probablemente la antropéloga que mas aportaciénes ha hecho a un tema inseparable de las estrategias de sobrevivencia y la reproduccién de la familia campesi- na como es la migracion (Arizpe: 1978; 1985). Desde una perspectiva mds eco- némica y demografica los estudios de Orlandina de Oliveira, Marielle Pe- pin Lehalleur y Vania Salles (1988) nos ayudan a entender el contexto social de la reproducci6n campesina y, ademis de aportar datos concretos, constituyen un método de anilisis. El trabajo sobre estrategias de sobrevi- vencia de los campesinos coordinado por Arturo Warman en Yucatén en 1979 publicado en 1985 sugiere que son dos las unidades constitutivas de la clase campesina que tienen rele- vancia: la comunidad agraria que es la instancia de negociacién de las con- diciones de la produccién y la unidad doméstica o sea la familia; por lo mismo el estudio dedica una buena parte a la mujer, asu nueva insercién. al mercado de trabajo que en sus efectos econdémicos y fisicos desastro- sos es analizada como una estrategia del sistema para la restauracién pre- caria de las condiciones perdidas por la clase campesina. La diversificaci6n es lo que caracteriza a esta estrategia de sobrevivencia. Los estudios sobre fa mujer son cada vez mds numerosos en los >chen- 20 tadebido a una mayor incorporacién de ésta en el mercado de trabajo y en las luchas sociales y también al auge del movimiento feminista en México. En la década se organizaron varios simposios mexicanos de estudios de la mujer (1981, 1982, 1983) auspicia- dos por diversas instituciones acadé- micas y, en 1983, en El Colegio de México, se instituy6 el Programa In- terdisciplinario de Estudios de la Mu- jer que puso en marcha un seminario permanente del cual han resultado gran cantidad de talleres y articulos (Urrutia, 1986). En 1986, la revista Nueva Antropo- logia (vol. VIII, num. 30, nov. 1986) dedicé un numero especial a Estudios sobre la mujer: problemas tedricos. En este numero, entre otras aportacio- nes encontramos trabajos de Marta Lamas sobre la categorfa “género” y de Lourdes Arizpe sobre las mujeres campesinas, asf como de Teresita de Barbieri y Orlandina de Oliveira so- bre las mujeres como nuevos sujetos sociales. En mayo de 1987, el Instituto de Investigaciones Sociolégicas de la Uni- versidad Autonoma Benito Judrez de Oaxaca organiza la Primera Reunién Nacional de Investigaciones sobre las Mujeres Campesinas cuyos resulta- dos fueron publicados en un libro compilado por Josefina Aranda titu- lado Las mujeres en el campo que cubre una variedad de temas como la mujer y la migracién, el trabajo, la salud, la participaci6n en los movimientos so- ciales, etcétera. Uno de los temas que ha suscitado buen numero de u LUISA PARE jos ha sido el de la incorporacién de la mujer al trabajo asalariado (Lara, 1988). Paralelalmente a la intensa discu- sin teérica y a las investigaciones empiricas sobre la problematica de la mujer campesina, obrera y de las co- lonias populares, mujeres de éstos mismos sectores en diversos procesos de organizacién se retinen para dis- cutir sus problemas y demandas espe- cfficas. Una de tales iniciativas la constituy6 ef Primer Encuentro de Mujeres Campesinas Indigenas que tuvo lugar del 6 al 10 de octubre de 1986 en San Cristobal de las Casas con participacién de 20 mujeres tzot- ziles. El colectivo cipHaL desempenié un papel importante para introducir la problematica de la mujer en las organizaciones campesinas como la CNPA en particular (Carbajal: 1988). Estos esfuerzos redundaron en Ia re- alizacién del Encuentro Nacional de Mujeres Campesinas celebrado en fe- brero de 1986. Una visién global del movimien- to campesino, hasta hace poco sélo el libro de Francisco Gémezjara El mo- vimiento campesino en México, nos lo proporcionaba. A fines de los ochenta se realizan importantes esfuerzos en esta direccién, Los herederos de Zapa- ta de Armando Bartra publicado en 1988, ademés de presentar un enfo- que distinto extiende esta historia has- ta la actualidad, de la misma manera que lo hace la obra colectiva del ce- HaM coordinada por la antropéloga Carlota Botey, La historia de la cuestion agraria en México. EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... 21 La vieja discusién “lucha por la tierra-lucha sindical por las condicio- nes laborales” ha sido superada por los hechos mismos y por el desenvol- imiento del propio movimiento campesino que se desempeiia en to- dos los frentes. Desde principios de la década de los ochenta Ja discusién afortunada- menie pierde ese tono teleolégico, quiz4 se torna mds modesta en cuanto parece limitarse a dar cuenta de lo que sucede, a hacer la crénica del movimiento. Se examinan las movili- zaciones y encuentros con sus contenidos programdticos y sus consignas, los nive- les de articulactén con movimientos so- ciales de mayor alcance (regional, na- cional, internacional), las ali¢nzas o relaciones intersectoriales, la relacién entre las organizaciones de masas y los partidos politicos, etcétera. El es- fuerzo est4 encaminado més hacia una caracterizacion mética del mo- vimiento (independiente, oficial, refor- mista, revolucionario, negociador, contestario, agrarista, productivista) que hacia un anidlisis de la vida inter- na de las organizaciones que lo inte- gran. Muchos trabajos privilegian los esfuerzos organizativos de mayor ar- ticulacién regional o nacional (por ejemplo las coordinadoras). Tal es el caso de los estudios realizados en la importante obra colectiva dirigida por don Pablo Gonz4lez Casanova sobre movimientos sociales tanto a nivel nacional como regional y el de Ana Marfa Prieto (1986). La visién que muchas veces se presenta del movimiento es mas una NA.39 vision hacia fuera que hacia dentro del propio movimiento: Es decir existe una preocupa- cién por definir las circunstan- cias externas que unen, las ca- racterfsticas de los ‘enemigos de clase’ o de las politicas guberna- mentales contra las cuales reac- cionan los movimientos, resis- ten o plantean alternativas dis- tintas. Como consecuencia de lo anterior, la mayor parte de los andlisis sobre movimientos so- ciales que pretenden una visién anivel nacional ofrecen un mar- co de referencia econdmico, es decir referido a las causas o rai- ces estructurales de la protesta campesina. Otros (Bartra, A: 1985; Canabal, B.: 1987; Flores et al.: 1989) encuentran en el impacto de la polftica agraria, a la vez reflejo de determinada correlacién de fuerzas entre las clases sociales Jas causas del de- terioro de las condiciones de vi- da del campesinado (Paré: 1990). El trabajo de Blanca Rubio (1987) que se inscribe en esta tendencia ofre- ce una interesante relacién entre las regiones donde se desarrolla el mo- vimiento campesino y los cambios en la politica agropecuaria, en particu- lar los cambios en tos patrones de cultivo y el empleo en el sector. Hoy, a quince aiios de la polémica y en tiempos de perestroika, PRIstroika y postmodernidad, la nueva politica pa- 22 LUISA PARE recerfa estarle dando razén a los que anticipaban el avance del proceso de descampesinizacién. En efecto, la re- conversién en el sector agropecuario parece estar acelerando el proceso en sus extremos; la privatizacién del eji- do y la asociacién mixta campesinos- empresarios equivaldra a una euta- nasia para el moribundo ejidatario y probablemente permitira a un redu- cido sector de campesinos medios ca- pitalizar y a una capa restringida de campesinos acomodados y burguesfa rural consolidarse en este proceso. No se trata de concluir que haya ga- nado una posicién tedrica sobre la otra —la descampesinista sobre la campe- sinista— y un proceso sobre el otro, sino de constatar mas bien que el enfrentamiento discursivo entre vi- siones parciales de un proceso com- plejo y diverso cedié el lugar, tanto en el terreno académico como en el politicoa una visién més dialéctica de la realidad. Después de 12 afios (1970-1982) de Algida lucha por la tierra, si bien ésta sigue vigente, son tristes sus lo- gros en los ultimos afios. En cambio tienen mayor presencia gran canti- dad de organizaciones de producto- res, algunas nacidas y crecidas en el seno de la cnc, otras disidentes y otras ms que aparecieron en un contexto independiente. No se trata de un cam- bio de eje sino de la diversidad de manifestaciones de las reivindicacio- nes en el campo Ia cual corresponde a la diversidad de actores sociales, unos en lucha todavia por el pedazo de tierra con qué subsistir, otros, en lucha para negociar mejores condi- ciones de precios, créditos, o para defender sus recursos de la expropia- cién o contaminaci6n, etcétera. Actualmente el debate no involu- cra la apuesta a favor de un frente de lucha sobre otro. El parteaguas teéri- co y politico se presenta mas bien entre diferentes estrategias para el apuntalamiento a la economia cam- pesina. O bien desde adentro de los aparatos de gobierno o, desde afuera, aunque, en este ultimo caso, puede ser aprovechando la coyuntura que ofrecen ciertos programas guberna- mentales o queddndose totalmente al margen en un actitud purista, heréi ca, poco pragmitica, con un conten’ do més religioso e incluso mesidnico que politico. Por un lado, una vision que, desde los aparatos de gobierno intenta, a través de programas de asistencia social, apoyar y defender a la economia campesina de los efectos descampesinizadores paradéjicamen- te resultantes de la politica econémi- ca global y, por otro, los que desde fuera pretenden seguir construyen- do organizaciones autogestionarias ca- paces de disputar el poder e imple- mentar otro modelo de desarrollo econdémico. Los proyectos de mayor envergadura y no asistencialistas o marginales involucran al Estado, mas que como inversionista como en el pasado, como Celestina para la feliz, boda de los campesinos con empresa- rios nacionales o multinacionales o para un especie de menage a trois o venta de la esposa como el episodio EL DEBATE SOBRE EL PROBLEMA... 23 don Galleto (Gamesa) Pepsi-Cola con jatarios de Nuevo Le6n.¥ BIBLIOGRAFIA AGUIRRE Beltran, Gonzalo, El proceso de acul- turacién, México, UNAM, 1957. ___ Regiones de refugio, México, Instituto In- digenista Interamericano, Ediciones Es- peciales: 46, 1967. ARANDA Bezaury, Josefina, Las mujeres en el campo, Oaxaca, Universidad Autonoma Benito Juarez, 1988. 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