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we Pe4SA Sheu! Congreso Ciencia y Fe Universidad CEU-San Pablo. Madrid, 20-21 de Mayo de 2013, La dimensién donal de la vida humana Prof. Dr. Aquilino Polaino-Lorente Catedratico de Psicopatologia. Universidad CEU-San Pablo Enviado a Paco Molina el dia £7 de junio de 2013. La dimensién donal de la Introduccion 3Es la vida humana un valor? Algunas razones para afirmar el valor de la vida humana Eldon de la vida y Ia cuestin acerca del origen El regalo y el trueque Algunas consecuencias de la vida humana entendida como un don La forma de donarse La dignidad y la dimensién donal del ser humano Etica de Ia gratuidad, libertad y felicidad A modo de epilogo Introduccién Es un hecho evidente que ninguna persona se ha dado Ia vida a si misma. Lo que no es, no puede engendrarse a si mismo, puesto que de la nada, nada se hace. Asi es la condicién humana, Toda persona es engendrada por sus padres: un hombre y una mujer. En esas cireunstancias, nadie puede elegir ser hombre o mujer, como tampoco puede elegir a sus padres. Del mismo modo, no es posible elegir las circunstancias geogrificas, ni el tiempo histérico en que vivimos, como ni siquiera - Jo mis intimo de nosotros mismos, y lo que tal vez mds nos importa-, nuestro sexo y forma de ser. Segiin esto, el acto de ser nos es dado sin que nosotros podamos decidir acerca de él. Lo mismo sucede a los padres respecto de sus hijos: tampoco pueden elegir y determinarse por un hijo, singular y concreto, con unas determinadas caracteristicas psicobiolégicas. Sin embargo, muchas de nuestras peculiaridades, que también nos han sido dadas, no estin acabadas, sino que estin en potencia de legar a su término, a su plenitud. Y, por lo tanto, respecto de ellas, las personas somos libres. Las personas las pueden rehacer o deshacer, cambiar o transformar, crecer 0 menguar. Son caracteristicas personales que estdn menos determinadas biolégicamente y, por tanto, abiertas a diversas posibilidades y, en consecuencia, las personas tienen respecto de ellas mds grados de libertad. Esto pone de manifiesto lo que es propio de la libertad humana: una libertad limitada, encarnada y condicionada; pero jams cerrada y determinada desde su origen. Tampoco es una libertad absoluta, sino relativamente absoluta. sla vida humana un valor? De acuerdo con el pensamiento platénico, el ‘ser’ y el ‘valor’ se equiparan. El ‘ser verdadero’ son las Ideas, que poseen un valor eminente y tienen Ia mayor dignidad. Por el contrario, el no ser se ha equiparado con la ausencia de valor. De aqui que todo lo que es, en cuanto que es, vale. Segiin esto, Ia equiparacién entre ser y valor es un juicio de valor ~no una teoria de los valores-, en el que el ser es suficiente y determinante del valor. La teoria de los valores, como tal teoria, emerge en los siglos XIX y XX en los textos de algunos filésofos personalistas. De acuerdo con Max Scheler', las teorias de los valores pueden agruparse en los tres tipos siguientes: (1) la teoria platénica del valor; (2) la teoria nominalista del vator; y (3) la teoria de la apreciacion, De acuerdo con la teoria_platénica, el valor es algo absolutamente independiente de las cosas, en el que las mismas cosas valiosas se fundamentan, Un bien Io es sélo por el hecho de participar en un valor. Esta posicién intelectualista apela a 1a razén contra la sensibilidad, que es la que descubre el valor, ademas de identificar el valor con Ia idealidad de los objetos ideales, De acuerdo con Ia teoria nominalista, el valor es algo relativo al hombre y fundado en su subjetividad y en ciertas actitudes a ella vinculadas (agrado 0 desagrado, deseo o repugnancia, atraccién o repulsién), pero que no pueden constituir Ia esencia tiltima del valor. El nominalismo axiolégico -como el nominalismo ético, gnoseolégico y metafisico, a los que suele ir vinculado- reduce los valores a algo inferior, a un objeto de las earacteristicas antes mencionadas. Segiin esta teoria, no es que las cosas valgan y segin su valor agraden o no, sino que es el agrado 0 no lo que hace que las cosas sean 0 no valiosas, El subjetivismo y emotivismo ético es su consecuencia, por cuanto que niega el valor de la ‘cosa-en-si’ y sélo contempla el valor de la ‘cosa-para-mi’, La estimacién del valor queda desvinculada de Ia ‘cosa-en-si’ y se trasforma en mera abstraccién independiente, subjetivista y relativista. De acuerdo con la tercera teoria, ia teoria de Ia apreciacién, el valor aparece vinculado a las nociones de aprecio, preferencia y seleccién, Con Nietzsche” (1991), ! Scheler, M. BI resentimiento en la moral. Caparros Editores. Madrid, 1993 * Nietzsche, F. Ecce Homo, KSA, 6. Alianza. Madrid, 1994. el valor se constituye en algo meramente preferencial -e independiente de la realidad-, sobre el que se fundamentan las concepeiones del mundo y de la vida. Las teorias anteriores no parece que puedan dar razén del valor de la vida humana. Por el contrario, como escribe Ferrater Mora? (1979), “los valores son objetivos y no dependen de las preferencias individuales. Los valores mantienen su forma de realidad mas allé de toda apreciacién y valoracién. Los valores no se fundamentan en los actos de agrado 0 desagrado (relativismo), como tampoco son el fundamento de todos los actos (absolutismo). No tiene valor lo meramente deseable, como tampoco lo deseable es en funcidn de lo valioso, La objetividad del valor manifiesta precisamente su autonomia respecto a cualquier estimacién subjetiva. La ontologia del valor no es un mero sistema de preferencias subjetivas califieadas como ‘cosas preferibles’, pero tampoco es la de los seres absolutamente trascendentes”, Scheler no admitié ninguna de las tres teorias anteriores, porque ninguna de ellas, en su opinién, era capaz de desarrollar una ‘axiologia pura’, La axiologia no ha de confundirse con un sistema de preferencias estimativas. Los valores son aprehendidos por una intuicién emotiva, distinta de una mera aprehensin psicolégica. En este punto ha de distinguirse entre una teoria pura de los valores mismos (lo que se corresponde con una teoria l6gica de! objeto) y una teoria de las posturas valorativas (lo que se corresponderia con una teoria del pensamiento), El valor, segiin 1a teoria de los objetos, no se caracteriza por el ser -como los objetos reales ¢ ideales- sino por el valer. El valor no tiene ser sino valer. Lo que caracteriza al valor es ser valente, como lo propio del ser es el ente. Al ser vilido lo que corresponde es lo que tiene validez. Los valores son intemporales (no vienen determinados por las notas de la espacialidad, causalidad, etc.), por lo que se les ha confundido con las idealidades. Los valores no son independientes, pero su dependencia no ha de entenderse una subordinacién a instancias ajenas, sino como una no independencia , como la necesaria adherencia del valor a las cosas. Los valores hacen siempre referencia al ser y son expresados como predicaciones del ser. Los valores, por no ser entidades indiferentes como las otras realidades, se presentan siempre en forma polar. Esa polaridad de los valores es In consecuencia del desdoblamiento de cada cosa valente en un aspecto positivo (valor) y en un aspecto negativo (disvalor). Por eso a la belleza se opone la fealdad, a la salud la enfermedad y a la vida la muerte, como al nacimiento el aborto y al ser el no ser. Los valores son totalmente independientes de la cantidad. De aqui que no puedan establecerse relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas. Lo propio de los valores es la cualidad pura. Vivir 0 no vivir es también una cualidad pura y no algo que se pueda tener, segin cierta gradualidad, en mas o en menos. No se puede fraccionar la vida ni tampoco la muerte, No pucde admitirse que una persona esté medio viva o medio muerta, La persona esta viva o esti muerta. Cierto, que puede haber mayor o menor calidad de vida, como también hay “aunque segiin un concepto equivoco, relative y poco fundado en la antropologia- algunas vidas humanas mas valiosas que otras. Pero todas esas valoraciones son, a fin, funcionalistas, circunstanciales y mundanizadas, meras apariencias sociolégicas, ninguna de las cuales importa demasiado, puesto que casi ninguna de ellas sobrevivird en el imaginario colectivo de las personas, > Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofia, Alianza Diccionarios. Madrid, 1979. Los valores son objeto de jerarquia, porque no son indiferentes ni en Ia polaridad ni en las mutuas relaciones que pucden establecerse entre las diversas especies de valor. Pero esa jerarquia no es dependiente de esta o aquella apreciacién subjetiva, sino de un compromiso axiolégico, que es una anatogia det ‘compromiso ontolégico’. Gracias a este compromiso y 2 Ia teoria material de los valores se ha podido estudiar la relacin existente entre los valores y los sujetos que valoran. Desde Ia perspectiva filos6fica, se concluye hoy que Ia vida humana es un auténtico valor, condicién sine qua non de cualquier otro, como se observard mas adelante. Algunas razones para afirmar el valor de la vida Lineas atras se han aducido algunas de las ‘razones’ que demuestran el valor de la vida humana‘. A modo de resumen, se sintetizan a continuacién algunas de ellas, Desde una perspectiva muy amplia -psicolégica, antropoldgica, filosdfica y teoldgica- puede afirmarse lo que sigue: El valor de cada vida humana comienza y est completo desde el momento de Ia fecundacién, El valor de cada vida humana no puede ser reducido a otras formas 0 modos de ‘realidad’, El valor de cada vida humana subsiste por si mismo, con total independencia de cualesquiera otras valoraciones humanas, incluidas ciertas actitudes subjetivas relativas a las ‘cosas preferibles’. El valor de cada vida humana esta persona es un fin en si misma, El valor de cada vida humana no se fundamenta en el agrado o desagrado (relativismo) de la propia persona, y todavia menos en el de los demas. El valor de cada vida humana no depende de los meros deseos que, por si mismos, ni constituyen ni sirven de fundamento a ese valor. EI valor de cada vida humana -expresado precisamente en su objetiva singularidad-, reafirma su total autonomia respecto de cualquier otra estimacién subjetiva, El valor de cada vida humana -conforme a su originalidad, no repetibilidad, singularidad, no intereambiable y dnica intimidad- se manifiesta como la mayor novedad posible en el mundo, como el novi por antonomasia sobre la tierra’, El valor de cada vida humana desvela a un ser cuya singularidad ontolégica es incomunicable. E} valor de cada vida humana patentiza una “subsistencia-coexistente”, al mismo tiempo que libre e independiente de cualquier otra, El valor de cada vida humana emerge de su dignidad de persona. Una dignidad que tiene que ver con la interioridad, ta singularidad ontolégica culado al imperativo ético de que cada * Polaino-Lorente, A. “Razones para afirmar el don de la vida”. Ponencia al 1 Congreso Internacional Multidisciplinar “Mujer y realidad del aborto”. Asociacién Extremefia de Amigos del Foro Espafiol de la Familia, Acta de! Congreso. Céceres, 2008, 53-67. * Polaino-Lorente, A. *ZEs la vida un Valor? Por qué?”. Ponencia al VIII Congreso Catélicos y Vide Pablica. Actas dei Congreso. Universidad San Pablo-CEU, Madrid, 2006, * Polo, L. Quién es ef hombre. Rialp. Madrid, 1991 irrepetible, ef hecho de descansar-en-si-misma, la capacidad activa de ser, Ia irrestricta apertura a la verdad, la capacidad de darse-a-los-otros y Ia libertad personal’, El valor de cada vida humana pone de manifiesto la urgente exigencia de ‘recuperar al sujeto’, a la persona mis alld de cualquier objetivacién y/o subjetividad reificadora, por muy relevante que fuere la vigencia social, cultural o cientifiea de estas, El valor de cada vida humana es Ia de un ser —relativamente absoluto-, que es imagen y semejanza de Dios y es amado por si mismo, de forma incondicional, eterna ¢ inmerecida, Eldon de la vida y la cuestién acerca de su o igen La pregunta esencial y primera que interpela a cada persona es aquella que indaga en el propio ser y que puede formularse con la cuestién acerea de “zquién soy yo?” Basta hacerse esta pregunta para que comparezcan de inmediato, como arrastrada por ella, las personas que estén en su mismo origen, es decir, el padre y la madre. No reparar en la cuestién acerea del propio origen es predisponerse sufrir una cierta amnesia respecto del ser personal. Si se olvida el propio origen, acaba por extinguirse en la memoria la mayoria de sus contenidos, de los que solo permanecen algunos restos aislados y, en consecuencia, se pierde la continuidad de sentido vital, mientras la vida se fragmenta, Es cierto que la vida personal se proyecta casi siempre hacia delante y no hacia atrés. Pero es muy dificil que vaya adelante si el atrds del que se partié no est suficientemente explicitado 0 no es bastante liteido en la conciencia personal, No hay adelante si mo hay un atrds. Esto no significa que todo lo que se haga en la vida adelante es relativamente dependiente del afrds del que se partié. En cierto modo, hay casi siempre una fuerte conexién entre ellos. No puede ser de otra forma, puesto que el adelante de In vida no parte de Ia nada. Se diria, y podria admitirse que, en algiin modo, el atrds de la vida esti subsumido en el adelante de la vida, Muchas de las falsificaciones vitates y biogréficas que hoy se atienden en las consultas psiquidtrieas estan suscitadas por /a pérdida de la sustantividad de la existencia personal, por ef olvido del propio origen y porque la propia existencia esté pendiente tinicamente de lo inmediato, El origen constituye con frecuencia uno de esos dominios inexplorados de Ia Persona que, por no haber sido atendido y explorado en modo suficiente, ha llegado a perder Ia titularidad de pertenencia que, como tal dominio, le caracterizaba respecto de la persona que era y es su propietaria. Recuperar mediante la memoria el dominio sobre el propio origen es hoy una tarea urgente. La vida, como dice Eliot’, es “una mezcla de memoria y deseo”. En los deseos estamos casi siempre y, sin embargo, apenas si ejercitamos la memoria, Gracias a Ia memoria de lo que hemos sido, reactualizamos la ausencia de lo que fuimos, que ahora, en tanto que ya actualizada, deviene en presencia, en una cierta 7 Polaino-Lorente, A. “Introduccién al concepto de personalidad”, en Polaino-Lorente, Gabanyes y Del Pozo. Fundamentos de Psicologia de la Personalidad. Rialp. Madrid, 2003. Eliot, T. 8. Poesias reunidas 1909/1962. Alianza. Madrid, 1978. no ausencia. Si se recupera el origen, nuestros proyectos y aspiraciones se ensamblan con sus propias raices y, por consiguiente, se vertebran mejor y mas se vigorizan. La robustez de los proyectos personales, asi lograda, hace que éstos resistan a lo efimero de los meros instantes temporales, desarticulados entre si unos de otros. Los proyectos en los que el propio origen esti comprometido se reafirman como un continuo vigoroso que va mas alli de Ia mera sucesién de los fugaces antes temporales. Un proyecto es tanto mds personal cuanto mas enraizado esté en lo que fue su origen y en el origen de la persona que ha de levarlo a cabo. La eficacia de la recuperacién del pasado contribuye a fortalecer y optimizar el futuro. La actual pervivencia del origen, dilata y optimiza la creatividad del proyecto vital por el que se ha optado y, ademas, lo autentiza. Al disefio y realizacién del proyecto de la propia vida contribuyen tanto los estinutos del medio como la insatisfaccién personal relativa a nuestro pasado. En realidad, esa eterna insatisfaccién de la persona para consigo misma es también la que pone en marcha la capacidad de decisin de Ia libertad personal. Si estuviéramos perfectamente satisfechos de nosotros mismo, zpara qué ‘se crepitar de la libertad, que pugna por comprometerse en una u otra eleccién nueva? Si la satisfaccién fuera absolutamente plena, la persona no dispondria de ningtin porqué para actuar y, en consecuencia, no habria proyecto, y se paralizaria, Pero esa insatisfaccién hunde sus raices siempre en el autes y en el ahora de nuestras vidas ~casi nunca en el adelante, y cuando lo hace, desde luego con menor consistencia, Una insatisfaccién ésta que, de uno u otro modo, siempre aleanza al miieleo duro de la persona, Es Ia carencia de la plena satisfaccién consigo mismo, la que impulsa a la persona a la bisqueda de una cierta plenitud. Plenitud que, al menos teéricamente, se.aplaza siempre a un después que en no siempre llega. Ciudadano de dos mundos ~ser de esta manera y querer ser de otra- enfrentados entre si y tal vez un tanto contradictorios, el hombre lucha por la permanencia en ambos y por la unidad entre ellos: e/ ser que ya es (y que aparece como clausurado en lo ya sido) y el ser que quiere ser (al menos como posibilidad, por encima y mis allé de la experiencia que tenga acerca de si mismo). Esta dindmica de la persona se resuelve, en ocasiones, de una forma errénea. Esto es lo que sucede cuando, para obtener to que queremos llegar a ser, tratamos de abolir y extinguir, hasta su aniquilacién, el ser que fuimos y que todavia somos. En realidad, es muy excepcional ¢ infrecuente que una persona empiece alguna etapa de su vida desde cero. Comenzar desde cero supondria la enajenacién o ariquilacién del ser que es 0 que fue. Tal amputacién es, ademis de muy dolorosa, imposible. No se puede partir del yo, sin el yo" . En otras circunstancias, seria patético sacrificar lo que la persona quiere ser, A su modo, es ésta también una suerte de aniquilacién, aunque entendida mas bien como renuncia, Renunciar al proyecto vital, que como tal persona se concibid, supone estancarse, no progresar, paralizarse. Y todo ello sin que todavia se haya Jogrado una plena satisfaccién con lo que la persona es, que a la postre es la que elige y toma esa decision. ° Polaino-Lorente, A. “La cuestién acerea del origen: El olvido del ser y Ia necesidad de la anamnesis en Ja actual paternidad humana. Familia ef vida, 1999, 2-3: 68-94. No, no es facil al hombre renunciar a ser ciudadano simultineo de esos dos mundos intimos. No puede renunciar al mundo clausurado de su origen, porque en él se autoconstituye como lo que es en la actualidad. Pero tampoco puede renunciar a Ja apertura, al proyecto, a /as posibilidades de lo que puede, quiere o debe llegar a ser. La salida més hicida y menos traumatica para este problema es la de /a integracién, ta de la armonia y concordia entre esos dos mundos. Lo que seria 6ptimo es que uno y otro se fusionaran sin solucién de continuidad, que el ciudadano de uno de ellos fuera la natural protongacién del ciudadano del otro, sin que entre ellos medie ningiin hiato que los separe, aunque si los distinga. La coherencia de esta solucién no es facil de lograr, pero es por Ia que conviene optar a fin de evitar las crisis vitales y la angustia que les acompatia. No se produciria aniquilacién de ninguno de estos mundos si, realmente, fo que la persona es coincidiera con el recorrido de una etapa transitoria que, derechamente, se encamina hacia su propio fin, hacia la consecucién de fo que se quiere ser. En ese caso, acabarfan por identificarse -sin rupturas, sufrimientos y tragedias- lo que se es con lo que se quiere ser. Pero esto es ya, en buen modo, gozar de la felicidad. He aqui la importancia de plantearse, con todo rigor, Ia cuestion acerea dél origen de nuestro ser. Sin embargo, a pesar de que continuemos con Ia indagacién en busca de la nostalgia que acerca de si mismo experimentamos, nuestra capacidad de evocar se torna incompetente y no acierta a encontrar lo que precisamente buscaba. La nostalgia de si mismo nos remite a la cuestién del propio origen, a fa cuestién del origen de nuestro propio ser. El esfuerzo realizado por la evocacién, a partir de estos protosentimientos ~ tenemos constancia de ello- casi nunca aleanza su fin. Es, ciertamente, un hecho tozudo que casi se confunde con el misterio. El hecho debié de ser cierto, porque sin 6 no habria tal sentimiento, ni nostalgia del sentimiento, ni basqueda de Ia causa de esa nostalgia, ni evocacién de tal sentimiento. Pero la evocacidn encuentra muchas dificultades y la bisqueda, naturalmente, se vuelve incierta, ambigua, confusa y compleja. Pero el recuerdo, no obstante, es cierto, tozudo, perseverante y, desde luego, bien asentado. Aunque no sepamos muy bien por qué —de eso trata y a eso se dirige tal basqueda-, el hecho es que en algiin momento tuvimos que experimentar, de forma indubitable, que nos querian, que nos aceptaban como éramos, que nos acogian y que, abierta y frontalmente, se alegraban por Ia bondad de nuestra existencia reall, Este hecho est tan firmemente asentado en nuestro ser, tan densamente consolidado en cada persona -mas alli de las circunstancias que rodearan su nacimiento, de quiénes fueran sus padres, de que fueran conocidos 0 no por ella, € incluso a pesar de todos los errores que afectaron a su propia vida, por graves que éstos fuesen-, que insiste, persiste y acompaiia de forma connatural cualquier biografia personal a todo lo largo de su andadura, La pujanza, vigor y robustez de este sentimiento son tales que se identifican con lo sustantivo y radical de la experiencia amorosa. Este sentimiento, originario y primero acerca de si mismo, coincide con una de las mejores definiciones que se han establecido acerca del amor humano: la afirmacién puesta en boca de quienes proclaman con toda certeza: jes bueno que tii existas! '° Polaino-Lorente, A. En busca de la autoestima perdida, Desclée de Brower. Bilbao, 2003. Resulta légico que, a pesar de su obviedad o precisamente por ella, la persona se sienta interpelada por la cuestidn acerea de su origen. De hecho, resulta muy contestar a la pregunta mas elemental acerca de uno mismo -,quién soy yo?-, sin que simultineamente comparezean otras personas, los padres, de los que procede el acto fundacional que nos constituye en la persona que somos. La vinculacién entre el ser del hijo y el ser de los padres, con independencia de que unos y otro se olviden o no de ello, es natural y radical, pues esté en el mismo fundamento e inicio del ser que cada persona es. Hay numerosos indicios, empiricamente verificables, de esta vinculacién radical y radicada en el propio ser. En cierto modo, resulta impensable que pueda hablarse con total independencia acerca de los padres o que se descontextualice el propio ser, desvinculindolo de su origen y omitiéndose ese sentido de procedencia y perteneneia respecto de aquéllos. La pregunta acerca del origen queda casi siempre sin la apropiada respuesta. Las respuestas que a ella se dan (la mera procedencia y/o vinculacién entre el ser personal y el de los padres) son, de ordinario, insuficientes, lo que conduce a formular nuevas cuestiones y a realizar més indagaciones. Se diria que ef anielo de saber acerca de si se torna persistente en su busqueda, a través de la indagacién en el encadénamiento de unas a otras generaciones, de las que se procede. Esto desvela que la cuestién acerca de si lo que, sin duda alguna, mas interesa a cada quien- no se limita a la mera corporalidad sino que, yendo més alld de ella, se postula de forma inquisidora respecto de la forma del propio ser y acerea del alma de la persona. Tal cuestionamiento sigue un itinerario que partiendo del propio ser se eleva por encima de si a la busqueda del Ser. El término origen, procede del sustantivo origo, del verbo latino orior, que significa nacer, aparecer, levantarse, Desde una perspectiva antropolégica, pueden distinguirse dos acepciones diferentes en este término, segim se tome como principio real o como fundamento y causa. Como principio real, el término origen indica aquello de lo que algo procede, el simple comienzo de algo o alguien. En el orden real, el término origen es principio real de los efectos que produce; en el orden /égico, el término origen es sélo principio légico, premisa de las conclusiones de las que algo se infiere. En el aimbito de la persona, el término origen est mis cerca del orden real que del orden logico. Como fundamento o causa, el término origen designa el principio real del cual algo o alguien proceden con una relativa dependencia en el ser. El término origen enfatiza mds la procedencia que ta dependencia, puesto que la persona de cuyo origen se trata es un ser libre, tinico y distinto de cualquier otro". En lo relativo a la paternidad y maternidad de \a persona, el término origen no abarca todas las causas que se concitan en el origen del hijo, sino sdlo algunas de ellas (las causas material y eficiente, pero no las causas final y formal). Por eso mismo no debiera establecerse una dependencia (estrictamente causal) del hijo respecto de sus padres. Los hijos dependen en muchas cosas de sus progenitores, especialmente durante las primeras etapas de la vida. Pero en la medida que el hijo crece y puede valerse por si mismo no debiera acontecer que el hijo continie siendo dependiente de sus padres. "' Polaino-Lorente, A. Ob cit. El hecho de que los padres no sean la causa final y formal de sus hijos, pone de manifiesto la sana y natural independencia de éstos respecto de aquellos. Cuando, por las razones que fuere, se mantiene un fuerte grado de dependencia entre hijos y padres, entonces se les hace un flaco servicio los hijos, porque se distorsiona el desarrollo de su personalidad hasta un extremo enfermizo y, en definitiva, no se respeta el ser libre que cada uno es. Por eso es tan importante para entender Ia identidad Ia cuestién acerca del origen de la persona. A las personas les va en ello su misma identidad. La dependencia de los hijos respecto de los padres debiera por eso manifestarse siempre como una dependencia relevante, pero menor, relativa y transitoria. De hecho, nadie puede vivir su vida al dictado 0 por encargo de lo que otras personas decidan por él. Cada persona ha de aleanzar su propio destino y para ello se precisa de Ia libertad, que, en modo alguno es delegable y/o renunciable. Nada tan cierto como el olvido del ser en la vida cotidiana de los hombres. En Ia actualidad, la principal amnesia de la persona es el olvido del hogar del ser, que es el propio hombre, lo que \e impide el conocimiento propio, que queda siempre relegado y sumergido en In indiferencia alimentada el propio olvido. Es este olvido Jo que genera /a nostalgia de si mismo —una nostalgia inoperante, a pesar de lo que tiene de regreso a su primera inocencia-, que palpita con afioranza en el modo de pensar humano acerca de si mismo y el sentido de su vida. Si tan dificil resulta hoy el conocimiento personal es porque la persona no se abre al ser ni se deja cuestionar por todo cuanto existe. En el fondo, porque no se deja interpelar por el ser personal en que ella misma consiste, por lo que de verdad le hace ser y ser Io que es. Es preciso dejar que se manifieste el ser personal y abrirse al Ser que lo funda y al que, en alguna forma, remite; s6lo desde esta perspectiva de dejar ser al ser, tal vez la persona pueda encontrar Ia respuesta satisfactoria acerca de su origen. El olvido del ser pone de manifiesto la previa abolicién de esa actitud de apertura y admiracién ante el misterio del propio origen que es lo que, precisamente, posibilita su esclarecimiento. En el actual horizonte se ha extinguido cualquier pregunta acerca del Ser que Es, del Ser que funda ese fundamento fundado, que es el hombre. He aqui el contenido de esta amnesia tan particular que anida en el hombre contempordneo. Una amnesia que, en su radicalidad, llega a condicionar la ignorancia ineluso acerca del ser participado. Sila persona se comporta como si sufriera de amnesia respecto de su propio origen, es porque desconoce Ia participaciéu gratuita de su ser y el hecho de ta donacién que el Ser le hizo. El olvido del ser -como sefiala Cardona", a quién hasta aqui hemos seguido-, supone también ef olvido de la opcién por la que aquél se olvidé, ta extincién del recuerdo acerca del propio origen asi como del sentido, direccién y destino de la propia vida, Hoy es urgente recuperar esa facultad que es la memoria. “La memoria - escribe Giussani- es la continuidad de la experiencia de algo presente, Ia continuidad de la experiencia de una persona presente, de una presencia que no tiene ya las cualidades y la inmediatez. de cuando uno agarra la nariz de otro y tira de ella (...) La memoria es la conciencia de una Presencia”?, ” Cardona, C. Olvido y memoria det ser’, Bunsa. Pamplona, 1997. " Giussani, L. 28e puede vivir asf? Encuentro. Madrid, 1996. 10 Si se recordase el origen del propio ser, muy probablemente se evocarian también las primeras relaciones entre padres e hijos, y todo lo que ellas significaron y continiian significando para la persona. No deja de ser curioso que también casi se hayan olvidado las implicaciones que las relaciones entre padres e hijos tienen respecto del desarrollo de los sentimientos, la autoestima y la formacién ética de estos dltimos. Si los hijos se sienten afirmados en su valer, es légico que cese también Ia inseguridad y Ia experiencia de su debilidad™. Silos padres aprueban el comportamiento de sus hijos, forzosamente han de aprobar también el valor de su ser. En cierto modo, la seguridad y auto-confianza que el nifio puede alcanzar respecto de si mismo se apoyan y sostienen en la seguridad y confianza que proceden de sus padres. Cuando esto sucede, es comprensible que el nifio actie como si dijera: “Mi padre confia en mf; ninguna debilidad mia me puede detener; mi padre no se equivoca; lo intentaré otra vez, yo soy capaz y no puedo defraudar a mi padre”, Esta anto-confianza basica, tan necesaria en ef nifio, es algo que le ha sido prestado por sus padres. Gracias a ella el nifio se atreve a acometer actividades, tareas, funciones, que sin ella jamas se atreveria, Una vez, que gracias a ese atrevimiento, el hijo las realiza, la auto-confianza inicial de que partia no es ya una auto-confianza virtual, sino real: la auo-confianza que resulta como consecuencia del hecho de haber realizado bien una tarea determinada y, ademiis, de saberlo. Adin asi, el hijo contintia precisando del reconocimiento y aprobacién del padre que ha de juzgar las acciones por él realizadas. La manifestacién por parte del padre acerca de Ia bondad de lo que el nifio ha realizado es al mismo tiempo que un juicio confirmatorio de su valia personal, la manifestacién y expresin del afecto paterno. El nifio experimenta, entonces, que es querido por su padre, simultineamente que sus acciones son calificadas por éste como buenas. Esta condicién constituye un asentamiento sélido y bien fundado en el que fa afirmacién de si mismo y el comportamiento ético comienzan a arraigar. De hecho, Ia conducta ética no se limita a un mero cumplimiento de la normativa vigente, sino que hunde sus raices en el nucleo afectivo, en el querer que es lo que da sentido conforme al fundamento tales normas. Las normas se asumen e interiorizan -una vez que se conocen-, no por ellas mismas sino por el amor al autor en que aquellas estin fundadas. De aqui que, como dice Giussani, “Ia fuente de la moral es querer a alguien, no cumplir leyes”" La vinculacién entre padres e hijes, en las primeras etapas de Ia vida, no es solo una mera relacién entre personas, sino lo que por estar en el origen mismo de cada persona y en su apenas iniciada apertura al mundo, deviene en algo auto- constitutivo de su propio ser. No puede olvidarse esto y, simultdneamente, tratar de conocerse y estimarse a si mismo, Por eso, es harto recomendable al realizar estas indagaciones acerea del propio ser, remontarse desde el olvido del origen (anmesia) a su recuerdo (aramnesis). El término anamnesis, del griego and, reiterar, y_mnesis, memoria, significa el acto de evocar sucesos, acontecimientos, objetos y personas que, sin estar actualizados, no obstante, estiin almacenados en la memoria. La anamnesis no es ** Polaino-Lorente, A. “El manso y decidido afin de afirmar al otro en su valer”, Themata. Revista de Filosofia, 1992, 9: 271-288. " Giussani, L. Ob cit, Ml otra cosa que el arte de recordar; una forma de actualizar los contenidos de la memoria a través de la reminiscencia. En Io relativo a la anamnesis del ser, este término deriva también de Ia raiz hebrea zkr, que designa la operacién de recordar, Pero en este contexto, recordar no es un mero proceso memoristico, a cuyo través se evoca un recuerdo 0 una persona del pasado, sin compromiso alguno por parte de quien recuerda, Recordar, en el contexto hebreo, significa traer ef pasado hasta el presente para, de esta manera, transformar el contenido recordado en un impulso eficaz para hacer algo ahora. Esto quiere decir que, de acuerdo con tal significado, lo recordado deviene en motivacin, proyeccin, proyecto, _trayeetoria, egoimplicacién. No se trata aqui de sdlo recuperar el pasado en cuanto tal, sino de trasladar el pasado al presente (una cierta actualizacién), para que en este ultimo resulten eficaces las implicaciones derivadas de su significado. Acaso por ello, en el marco de los ritos, la anamnesis se confunde con un acto ritual que se realiza como memorial (le-zikkaron), con todas las consccuencias que esto conlleva, de forma que se dé alcance al preciso sentido del rito. En consecuencia con esta iiltima etimologia, la anamnesis del ser es mas un memorial que un mero recuerdo. En tanto que memorial es propiamente una actualizsicién, la proclamacién en el presente de lo recordado, con plena fidelidad y vigencia al hecho por él significado. Esto quiere decir que se deja atris y no se presta atencién a lo que pueda tener de mero recuerdo del pasado, gracias a lo cual deviene en una actualicacién inteligible vinculada al presente y abierta al futuro. No se trata, pues, de la mera reminiscencia platénica, al modo de un desmayado recuerdo que se vivié a propésito de las ideas eternas de un tiempo ya ido. La anamnesis del ser constituye un modo de preconocimiento —un saber incompleto, incierto y ain no sabido del todo, pero a la postre un cierto conocimiento-, de una realidad, de algtin modo, ya presente. Esta es, al fin, una de las soluciones que tal vez pueda contribuir a ayudar a Ias personas a que se conozean més y se amen mejor a si mismas, El regalo y el trueque Lo que se pone de manifiesto a través de la evidencia de estos hechos es que la vida humana es un regalo, De ordinario, los regalos que las personas reciben no son conocidos ni elegidos previamente por sus destinatarios. Si se entiende la propia vida como un regalo es ldgico que previamente no haya sido consultada, Porque lo que no era no puede ser objeto de consulta. De aqui que un hijo no debiera decir a sus padres, por ejemplo, que no se gusta tal y como es; y que, por esa razén, desea que le cambien por otro. Comportarse de esta forma implicaria muchas consecuencias negativas e injustas, como el rechazo del regalo, la no aceptacién de si mismo, Ia frustracién de la voluntad de los donantes, ademas de la imposibilidad de satisfacer tal peticién, El punto de partida del hijo destinatario de la recepeién de su propio ser deberia platearse otras cuestiones como ,espero ser el ser que soy? ¢Me acepto como soy? ;Considero que mi vida como tal es el mayor y el primer valor de cuantos he encontrado en el mundo? La contestacién a las anteriores preguntas conduce inexorablemente a plantearse la cuestién acerca del origen. De una parte, Ia vida Ie ha sido dada de forma gratuita e inmerecida; y, de otra, ese regalo es justamente el que le 12 constituye en la persona que es. A ello hay que afiadir que el despliegue de sus potencialidades —y su misma configuracién como la persona singular que Hegaré a ser- muy probablemente seri modulado por el querer de sus padres, la educacién que reciba, el didlogo que entre ellos se establezea, etc. Todo hace pensar, con cierto fundamento, que no ha recibido un solo regalo — el principal, el de In generacién-, sino que ese primer regalo se prolonga en una secuencia incontable de numerosos regalos que aqui y ahora también se le prometen (los desvelos, preocupaciones y sufrimientos de sus padres, ademas de su generosidad, paciencia y compromiso con el hijo, que siempre sera querido de forma incondicional por si mismo y con independencia de sus peculiaridades y comportamientos). Constituiria un error irreparable, por eso, considerar lo recibido como una minucia, por el simple hecho de que de pronto y sin apenas darse cuenta de ello, ese hijo se encuentra existiendo. De hecho, la raz6n para regalar algo a alguien es la pura gratuidad y magnanimidad. De estar mediada esa accién por una pequefia razén de justicia — Por muy pequefia que fuera- ya no seria un regalo, sino la satisfaccién de un derecho. En el regalo, Ia voluntad del donante no espera obtener compensacién alguna respecto de lo regalado o de la persona del aceptante. En’ este mismo sentido, cuando los padres engendran a sus hijos no suelen hacerlo en razén de esperar una determinada compensacién de ellos (que les cuiden cuando sean mayores y no puedan valerse por si mismos), sino que trasmiten ese inmenso valor que es la vida por la simple razén de ser un bien en si mismo y también para todos ellos y Ia entera sociedad. Luego, la vida del hijo agradecer 0 no este bien natural que condujo a los padres a traerlo a este mundo. Aunque, por lo general, los padres dan de forma ilimitada a sus hijos y, sin embargo, la mayoria de los hijos entre los que, lamentablemente, se incluye el autor de estas lineas- apenas si devuelven un poco de lo mucho que recibieron, A pesar de ello, los padres confian en el inmenso valor que es la vida de un hijo y parten de la conviccién de que el hijo aceptara y acogera con alegria ese valor en que consiste su vida. Esto quiere decir que padres e hijos entienden la vida como lo mis valioso que pueden dar a otro o recibir de otro, es decir, ambos ponen en valor, de forma incuestionable, la vida humana. El trueque, en cambio, es otra cosa y se rige de un modo diverso. El trueque consiste en una operacién de “intereambio de bienes y servicios, sin mediar la intervencién de dinero” (RAE), entre dos personas pre-existentes, Pero muy al contrario, el regalo de la vida atafie precisamente a la vida: lo que se regala cs la misma vida, en ausencia y antes de cualquier intereambio. Mas atin, el desvalimiento del hijo recién nacido exige de los padres muchas atenciones y desvelos que debieran considerarse como la prolongacién del regalo de la vida, como la secuencia imprescindible para que esta no perezea. Y, junto a ello, la implicacién de las enteras personas de los padres en el hijo, puesto que sus afectos, cogniciones, obtencién de recursos, habitos de comportamiento, incluso el sentido y finalidad de sus respectivas vidas hincan sus raices en la persona de la nueva vida naciente, que es el hijo. “Es de bien nacidos ser agradecidos”, reza el viejo refrin. Ese agradecimiento tiene su fundamento no solo en cl valor de la vida humana, sino también en el valor de lo mucho que los padres fe han dado al hijo. Cada uno de esos padres ni es ni ha vivido como un “ser-en-si” y tampoco como un “ser-para- si”. De lo contrario, no lo habrian engendrado y no se habria producido ta eclosion y manifestacién del valor que es el hijo. Cada uno de ellos ha optado por entender 13 su vida como Ia de un “ser-para-otro” y, precisamente por eso, han engendrado y se han entregado a su propio hijo. De esta forma el hijo entiende que no debe vaciar de significado el sentido de ese valor que tiene su vida, especialmente porque se la han regalado. Algunas consecuencias de la vida humana entendida como un don La vida humana ademds de ser un regalo es también un don", Si la vida es un regalo y un don, entonces es algo apasionante y fascinante, algo que no merecemos. Aunque no me hayan pedido permiso para hacerme como soy, mi actitud ha de ser de agradecimiento por esta vida —la mia- que es un inmenso regalo que me han hecho. Ante la propia vida, las personas adoptan diversas actitudes. Cuando alguien debe algo a otra persona se convierte en acreedor, en una persona que, en cierto modo, es rehén del propio débito. Cuando una persona ha firmado unas letras y tiene que pagarlas, procura calcular y restringir sus gastos para que al final de cada meg pueda pagar Ia letra, Su libertad, obviamente, se restringe. Ante mi propia vida no soy un acreedor, pero si un deudor, porque me han hecho un regalo que no merezco y, por tanto, tengo conciencia y actitud de ser un deudor frente a ese regalo que es mi vida y que resulta impagable. A lo que parece, no es bueno, psicolégicamente, ser deudores. El camino que tenemos para salir de Ia deuda es abonar lo que debemos. Pero, como lo tnico que tenemos es la vida -y se frata de un valor inconmensurable-, resulta que es imposible cancelar. Lo imico que podemos hacer respecto del don de Ia vida recibido es donarlo a otros. Si la vida es un regalo que no merezeo (puesto que nadie se da el ser a si mismo), y es algo especialmente valioso, ,cémo puedo satisfacer la carga que tengo frente a quienes me han regalado el don que es mi vida? Esta es una cuestién que nos debemos plantear, Parece contradictorio pensar que mi vida, en tanto que mia, es lo mas valioso de que dispongo. Y, al mismo tiempo, considerar que la vida de otro nuevo ser cualquiera no vale nada. Atribuyo el miximo valor a mi vida, en tanto que mia, pero a la vez, desealifico y sostengo que no vale nada cualquier otra vida. Sila vida es un valor para mi y cuando la veo realizada en otro como posibilidad o potencialidad afirmo que es un disvalor... algo falla, légicamente. Este es un argumento falaz que ha moldeado Ia actual cultura. Ya es hora de que vayamos corrigiendo este fatal error. ‘Un ejemplo palpable se observa en lo que esti sucediendo con Ia familia. Cuando una mujer se queda embarazada, en jugar de recibir felicitaciones, muchas personas le dan el pésame, Esa desaprobacién social, hoy generalizada en miltiples contextos, modela el mapa cognitivo de los cényuges, de los padres que '6Por su naturaleza, el don supera e] mérito, su norma es sobreabundar. Nos precede en nuestra propia alma como signo de la presencia de Dios en nosotros y de sus expectativas para con nosotros. (...) Incluso nuestra propia verdad, Ia de nuestra conciencia personal, ante todo, nos ha sido “dada”. En efecto, en todo proceso cognitive la verdad no es producida por nosotros, sino que se encuentra 0, mejor aiin, se recibe, Como el amor, “no nace del pensamiento 0 la Voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano” (Benedicto XVI. Caritas in Veritate, Roma, 29. VI. 2009. EDIBESA, Madrid, 2009, n, 34; en lo sucesivo, CiV). 14 son abatidos por ese rechazo social de Ia realidad, entretejido con solo argumentos negativos y falaces. Lo que sucede con Ia familia es que hay una percepcién selectiva, sesgada y errénea, por cuyo defecto sélo se toma conciencia de lo negativo, de la carga que supone crear una familia. Desde una perspectiva social, es evidente que hay que trabajar mds -para cubrir las necesidades de los hijos- que si dinicamente hubiera que hacer frente a los gustos y caprichos personales. Por otro lado, no se considera la alegria que se vislumbra en los ojos de un nifio pequefio cuando descubre en el horizonte a su padre. Eso, cuanto vale? Si cada hijo se observara como un regalo y los padres percibieran que son Ia causa de ese regalo, las cosas se verian de diferente forma. Resulta contradictorio hasta el punto de no entenderse- que en Ia actual sociedad sean numerosas las personas que sobrestiman los bienes materiales y que, al mismo tiempo, subestimen bienes més altos, como el bien que es cada persona, El hombre que no se dona termina arruindndose. No podemos ser cada vez mis imperfectos, mas cerrados en nosotros mismos porque de esa forma acabamos con lo que es propio de la condicién humana, El hombre no esta hecho para si, sino para los demas. Y en la medida en que se da, se realiza y perfecciona en su ser personal, La persona que no se dona, que se hurta a si misma a la donacién se empobrece. Hay personas que limitan la donacién de su vida, sin que concurran factores de peso que justifiquen ese comportamiento. Sino hay un conjunto de razones que hagan comprensible esa limitacién, se estin equivocando. Casi todas las donaciones son transitorias, finitas, y con el tiempo se agotan. Pero hay un tipo de donacién que es inagotable. Es aquella donacién por cuya virtud se regala un don (la vida de otro) que, en si mismo, es eterno y perdura para siempre. zEn qué consiste el amor humano? En la auto-expropiacién en favor de otro, en a donacién y aceptacién reciprocas y continuadas. Eso es exactamente el matrimonio. La unién sexual dentro del matrimonio es un acto donal por antonomasia, por cuya virtud un hombre y una mujer se dan corporal, vital, entera y reciprocamente. Por tanto, en esa unién del acto matrimonial lo que se da es un don, que, a su vez, tiene la posibilidad de configurarse como una persona independiente, como un ser libre, como un hijo (el don del don), El fruto de ese acto es un ser para toda la eternidad, Esa donacién es perpetua, porque es causa de un don que es eterno. Para que se engendre un hijo, como consecuencia de esa unién, tiene que haber dos personas que se den reciprocamente, pero tiene que haber, ademés, otra tercera persona que intervenga dando el alma —los padres no pueden generar el alma del hijo-, para que ahi emerja un ser humano. Es decir, los dos donantes, generan un don que es en si mismo un nuevo ser, pero que exige la donacién de una fercera persona, que es muy superior a los dos donantes humanos, a la misma donacién y al don del hijo. Ese hijo es la hechura de los padres, pero es también la hechura de Dios. El nifio, en el seno materno, es imagen y semejanza de Dios, es un ser humano que no tiene réplica, Por tanto, nadie puede tomar esa imagen y destruirla, porque también estaria destruyendo la donacién de los padres, el don de Dios y el ser del hijo, que es una persona ademis de una imagen irrepetible de Dios. 15 Lo que hace mojor al hombre y a la mujer es esta donacién sin condiciones, algo que los configura como una realidad nueva, al transformarlos y constituirlos en padre y madre. Pero lo mas perfecto hay siempre que predicarlo de una persona conereta y singular, de acuerdo a sus circunstancias. Para la persona es mas perfecto “querer” que no conformarse sélo con “ser querido”. Cuando una persona elige siempre y sélo la opcién de ser querido, puede decirse que es apenas una persona- aceptante (“tomante” universal), Por el contrario, la persona que siempre da (donante universal), con independencia de que reciba o no, erece y se enriquece mas que quien inicamente toma, aunque tampoco este es el amor perfecto, No obstante, el grado de felicidad es menor en la persona que siempre opta por ser querida, Esto no quiere decir que no tengamos que aceptar el hecho de ser queridos. Lo necesario y mas perfecto en el amor humano es dar y recibir, que es lo que debe acontecer en el matrimonio, porque en eso consiste querer y ser querido. Esto es lo que en verdad puede Hamarse amor. Lo més perfecto es querer y ser querido, De hecho, cuando una persona carece de afecto (no tiene quien le quiera) no puede crecer ni realizarse como persona. Lo mismo sucede cuando a una persona le quieren mucho los demés, pero ella no se quiere a si misma."” La forma de donarse La persona tiene que ser donante, pero sin ser un ingenuo del que otros se aprovechan para trepar. Si yo fuera ingenuo y me comportara como ingenuo, estaria contribuyendo a que el otro se configurase como un “trepa” y oportunista, Por lo tanto, en la donacién que hago, no entrego los valores a otro de una forma viciada, porque aunque la accién fuese buena, desde el punto de vista del donante, el resultado final seria desastroso. Si con su donacién el hombre hace del otro es un ser vicioso, utilitarista, oportunista, esta contribuyendo a que el otro, no solamente no sea perfecto, sino que ademds adquiera imperfecciones. La accién de donar -si la consideramos en tanto que accién gratuita para cl otro-, es excelente y nos hace mas perfectos en tanto que donantes. Pero si esto se contempla desde el polo opuesto, desde Ia perspectiva del que siempre y sélo acepta, en este dltimo caso Ia donacién presta un mal servicio porque causa al otro una cierta corrupcién de su persona, Lo que es aqui objeto de anilisis es el efecto de la donacién en el aceptante del don. Cambiamos ahora de perspectiva y situémonos en el lugar del donante. El donante apunta intencionalmente al otro en su accién de donar. Para donar es necesario salir de si, abandonar sus problemas y preocupaciones, olvidarse de su persona. Salir de si para darse a otro perfecciona al donante. Pero si hubiera un error, si los resultados de esa donacién fuesen malos para el aceptante (porque se le esti ayudando a convertirse en un pardsito, por ejemplo), entonces no seria verdad coneluir que el donante esta ereciendo gracias a Ta donacién que ha hecho. Por consiguiente, podria suceder que la persona que se esti configurando como un “donante universal”, al no disponer del necesario "' Polaino-Lorente, A. Familia y autoestima. Ariel psicologia. Barcelona, 2004. 16 control sobre la intencionalidad, el fin y las consecuencias de sus acciones, aunque en apariencia sea generoso, es también un individualista e insolidario que se prefiere a si mismo, aunque cause el mal a otro. Lo que no podemos hacer es deformar a las demas personas mediante nuestra donacién, porque eso querria decir que erramos en Ia forma de darnos a los otros, En la medida en que somos buenos donantes nuestro comportamiento muestra algo que podria ser imitado por el aceptante, Este es el punto de partida para el crecimiento de Ia otra persona. El crecimiento del aceptante hunde sus raices en el respeto y la piedad —un cierto talante-, del donante. Pero conviene advertir que la donacién no se lleva a término, no acaba de ser donacién, no cumple su propésito hasta el instante exacto en el que la otra persona acepta esa donacién. La donacién reciproca es lo que hace que la vida valga la pena. Si una persona persiste en su libertad de seguir dando su vida a otros, porque le da Ia gana, sera infinitamente mds rica, aunque no disponga de tiempo alguno para ella. En tanto que donante, continuo y estable, esa persona seré mucho mas libre (al menos respecto de lo dado: su vida), que si no se atreve a dar nada a nad La dignidad y la dimensién donal del ser humano Es posible que hoy se dé un cierto rechazo social hacia las personas que han cometido grandes errores en sus vidas. Se pasa por encima de ellas sin considerar que su ser continiia siendo valioso, aunque se hayan equivocado en el modo de conducir sus vidas, Cuando una persona se equivoca al hacer uso de su libertad, lo que hay que hacer es ayudarla a sulir del error, de la ignorancia en la que esti sumida, El primer paso para sacar a esa persona adelante es quererla y respetarla como lo que es. Lo otro seria instrumentalizar la amistad, pensando que somos expertos en Ta “ingenieria del cambio personal”, lo que podria constituir una intrusion vejatoria y humillante para Ia otra persona, Las personas tienen errores y no nos podemos escandalizar de esos errores. Para ello una buena cura psicolégica es amarse a si mismo a pesar de los errores que se hayan podido cometer, a pesar de los defectos y limitaciones que uno tenga. Sin esto es imposible aceptarse y quererse. Si Ia persona se quiere y respeta —a pesar de los errores que ha cometide- podra eambiar. Si, por el contrario, no se quiere a si misma —a causa o con independeneia de lo realizado por ella- es muy dificil que legue a cambiar. “A cada persona hay que quererla con sus errores, e incluso querer esos errores”. Empleamos mal nuestra libertad cuando pensamos que hay que querer a las personas, pero sin aceptar sus errores. En cada rostro humano, aunque refleje numerosos errores, siempre aparece la imagen de Dios. Por eso mismo Ia persona es digna. No se puede hacer dafio a ninguna persona, porque cada persona es imagen de Dios. Nadie debiera romper una escultura de Dios, nica e irrepetible en el mundo, ni repudiarla o dejar de tratar de comprenderla aunque no Ia entienda. El rostro de la persona no debiera Jamas ser ultrajado o rechazado. Pongamos un ejemplo un tanto extremado: si una persona trata a una Prostituta, debiera ver In imagen de Cristo en forma de prostituta (j!). Si se lo 17 propone y lo intenta, entonces comprendera y acogerd el error de la prostituta, de manera que queriendo el error de la prostituta pueda sacarla de la prostitucién, Si esa persona dice que quiere a la prostituta como persona, pero experimenta una gran repugnancia y aversién hacia su comportamiento, no la comprendera. Y si no la comprende, tampoco entenderd su error y, por tanto, no podra ayudarle a salir del error. Cualquier persona, por muy errénea que haya sido su conducta, por muy sufriente, humillada y dolida que esté, también es Cristo, Es mis: cuanto mas sufriente mas préxima a Cristo, mejor imagen y semejanza es de Dios. Sia esa persona se la tratara como si fuera el mismo Cristo, se sentira fortalecida, querida, comprendida y animada, Acogerla de esta forma ayudard su generosidad para sacar de la debilidad la escasa fortaleza de que dispone y salir del error, cambiar de vida y procurar ser feli Para que esta dimensién donal del ser humano se Hevea cabo es preciso que con anterioridad se opere en el donante un gran cambio. Antes de darse al otro, el donante tiene que vigorizar su fortaleza para salir de Ia flojera, de lo que le repugna, de lo que no le gusta, de lo que detesta, de lo que no comprende, de la sinrazén del error, del propio yo y del pecado. Para tratar de ayudar a esa persona a cambiir, el donante ha de contemplarse a si mismo bajo la especie y el formato de ese mismo pecado, trastorno o sufrimiento en el otro que pretende aliviar, La ética no siempre ha sido explicada y entendida de forma acertada, Algunos ~hayan estudiado o no a Kant- la reducen a mera normativa, ley 0 deber abstracto, Es lo que laman Ia jética del deber! Esto hay que entenderlo correctamente y en modo alguno signifiea que no haya que cumplir las normas y leyes justas. Pero Ia ética va mas alld del mero cumplimiento de las leyes. La ética no consiste en poner un burdo y ispero corsé que limita la libertad de la persona y, por el momento, en nada mis. La ética es el arte de la felicidad. Lo propio de la ética es ensefiar a la persona qué tiene que hacer y cémo tiene que comportarse para ser feliz. Hay una profunda interaccién entre el ser de la persona y las acciones que realiza, El operar sigue al ser y, segdn esto, muchas acciones humanas buenas derivan del ser bueno de la persona. Pero, al mismo tiempo, esas buenas acciones humanas reobran sobre el ser de la persona y 1o hacen bueno. Las mis de las veces, In intencionalidad y motivacién para hacer el bien no se limitan a un mero cumplimiento de la ley. Por eso, precisamente, no debiera entenderse la ética como un apéndice derivado del marco legislativo, lo que supondria arrojarla a un falso reduccionismo. Las personas hacen el bien porque quieren ser buenas; y quieren ser buenas porque es asi como son felices. De otra forma —con solo el cumplimiento estrieto de las leyes-, no serian felices y no encontrarian el sentido de sus vida: Aunque el hombre quiere hacer el bien, a veces puede equivocarse, y elegir el mal que no quiere hacer. Cuando se equivoca su vida se torna desgraciada. Sin embargo, a pesar de haber cometido un error, puede salir de él y redrientar su comportamiento apelando a los mandamientos. Ese reajuste y rectificacién de su conducta, de acuerdo con la esclarecedora referencia de los mandamientos, es lo que vuelve a orientarle y encaminarle hacia In felicidad. 18 Pero para alcanzar Ia plenitud de su ser, a la persona no le basta con satisfacer una ética minima: la del cumplimiento de las leyes de la ética del deber. La persona puede descubrir otro nivel ético mas elevado —que asume y no contradice la ética normativa- y que es mas conforme con Ia pretensién de felicidad de la condicién humana: la ética de /a gratuidad. La étiea de Ia gratuidad tiene un triple fundamento: (a) la consideracién donal de toda vida humana; (b) la unidad del género humano como comunidad y fraternidads y (c) la légica del don. Del primero ya me he ocupado lineas atras. Para el segundo remito al lector interesado a la Caritas in Veritate. Respecto del tercero, transcribo a continuacién un fragmento de dicha enciclica: “Al afrontar esta cuestién decisiva, hemos de precisar, por un lado que la légica del don no excluye la justicia ni se yuxtapone a ella como un afiadido externo en un segundo momento y, por otro, que el desarrollo econémico, social y politico necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresién de la fraternidad”.'® De no poner en marcha esta ética de la gratuidad, el mercado no recuperard Ja confianza de la que tanto necesita para su propio funcionamiento; se pondré en peligro la cohesién de la que esté tan falto el tejido social; y se lesionard gravemente la justicia en muchas personas. Esta exigencia esti hoy especialmente urgida a causa de Ia globalizacién y de Ia actual crisis econémica-financiera, De aqui que, como nos aconseja Benedicto XVI, “en el orden de las ideas como de los comportamientos, (que) no sélo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como Ia transparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la \égica del don, como expresién de fraternidad, pueden y deben fener espacio en la actividad econdmica ordinaria”.” Si tal es Ia exigencia que se nos propone en el ambito de Ia actividad econémica, ;Cuitles serdn las exigeneias en lo relativo a la donacién personal, al don de si mismo? Se trata de una solidariedad mis existencial y personal que teériea y verbal, de manera que todos nos sintamos responsables de todos o, formulado en singular, que cada persona se sienta responsable de las personas de su entorno. Conviene no olvidarnos de esta consideracién. “La puerta de la felicidad se abre siempre hacia fuera”. Es dindose a si misma como Ia persona puede encontrar su plenitud y felicidad, A modo de epilogo A modo de sintesis coneretaré en los parrafos que siguen fo que considero son los cuatro puntos cardinales de la dimensién dona!” de fa persona humana: "Civ, n. 34, ? Ci, n. 36 * “1a caridad en la verdad —escribe Benedicto XVI- pone al hombre ante fa sorprendente experiencia del don. La gratuided esté en su vida de muchas maneras, aunque frecuentemente pasa desapercibida debido a una visidn de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad. El ser humano esta hecho para el don, el cual manifiesta y desarrolla su dimension trascendente” (Benedicto XVI. Caritas in Veritate, Roma, 29. VI, 2009. EDIBESA, Madrid, 2009, n. 34; en lo sucesivo, CiV). 19 1, Entender y querer lo mejor de nosotros mismos como los dones valiosos que hemos recibido. 2. Entender que respecto de esos dones continuamos siendo libres para acrecerlos 0 amenguarlos. Son dones, ciertamente, pero no estin optimizados ni finalizados; y necesitan de nuestro concurso para ello. 3. Entender que hemos de estudiar la forma de darnos para que -sin buscar compensacién alguna- acertemos con la ética de la gratuidad en el exclusive servicio al crecimiento de las personas y sus respectivos dones. 4, Entender que la persona puede sentirse deudora respecto del don de la vida personal que ha recibido. Esta deuda, por muy diversas razones, no es posible conculcar. No obstante, esta deuda puede y debe paliarse dindola a la generacién siguiente. Entendida asi, la vida personal es como un “don-testigo” que se pasa de una a otra generacién. La donacién de si puede satisfacerse: sea engendrando en el matrimonio nuevas vidas (los hijos) a las que entregarse (parentalidad biolégica y espiritual), 0 sea entregindose al servicio de otras vidas ya engendradas (parentalidad espiritual no biolégica). En uno y otro caso, lo que la persona ha recibido gratis ha de darto gratis.

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