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Hordas de m, durables, resistentes.

Un esparadrapo es el yo,
una venda, una pregunta: lanzamiento
en las orillas decoradas del torrente, creacin doblada sobre si
misma, tocndose las rodilIas
y duplicada en fantasma y deseo, sobre el divn del neurtico.
Ceniza del esquizo lanzada a la cspide,
altos enigmas ordenados sobre el rigor de la escritura tensa,
trazo: lea oblicua para la hoguera del yo, la madrugada repleta
del yo,
la maana constante, las banderas blancas, las piscinas extraas
ornamentadas con vocablos de bsqueda y consagracin,
Msica de la conciencia sin conciencia, elaborada con un mero
amasijo fosforescente,
con irisaciones inoportunas y sedantes,
sinestesia de baratijas en medio del discurso filosfico.

Nubes advienen, cortan mi pecho en delgados pedazos, tajos de


la acumulacin. Entro en la noche de tus ojos
para ver cmo duermes, qu sueas, quin eres, dnde. Hoy el
silencio es blanco, esta sobre tu boca pasajera
obligado a ser el reverso de mis imgenes. Cuando me ignoras,
encendida en Ia quietud de Ia cama y respirando bajo mis manos
con una indiferencia heroica, con un cuerpo marino y musical
desprendido de la vigilia turbulenta
y otorgado a la redonda rectitud del reposo.
Tu sueo es tambin desprendimiento: mi imagen te circunda

como una mana, coronada por el asedio de mi cuerpo junto


al tuyo.

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