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7 Seuaie 4 Es una produccién de la DIVISION DE PUBLICACIONES INFANTILES, Y PEDAGOGICAS DE SALVAT e «ORGANIZACION MUNDO DE LOS NINOS» Direccidn: Juan Salvat Direccidn de la Division: Ramén Nieto Edicion y Grabacién: José Gaya Direceidn Anistica: Francese Espluga Equipo Editorial: Isabel Gortézar, Camila Batlles, José Linis Sanchez, Edistudio Canciones: Rosa Leén Sonorizacién: Gritos y Susurros, S.A. Publicado por SALVAT EDITORES, S.A. Mallorca, 41-49, Barcelona, 29. Espa © SALVAT EDITORES, S.A., Barcelona, 1983 © MARSHALL CAVENDISH, London, i983 Impreso por: Cayfosa Sta. Perpetua de Moguda (Barcelona) Depésito legal: B. 2.956-1983, ISBN: $4-345-6148-4 Printed in Spain Distribucién: Marco Ibérica, Distribucién de Ediciones, S.A. Carretera de Irn, Km. 13,350 Variante de Fuencarral ~ Madrid (34) Direccién en Argentina Salvat Editores Argentina, S.A. Corrientes, 2777, BUENOS AIRES, Disiribuidor para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires: Disiribuidora RUBBO, Garay, 4226, Disiribuidor para el interior: Distribuidora SADYE, S.A, Belgrano, 355. Titulo El extraito viaje de Narana El Gato (cancion) Gobolin, e gato faldero igarra y la hormiga Huustrador Rod Sutterby Montse Ginesta Malcolm Livings Mimo, el bute Peter Wengham La princesa y el guisante Kevin Maddison Veeinos ruidasos Kim Whybrow La Navidad de Papé Noe! Tony Ross Francis Philipps Direecién en Colombia Salvat Editores Colombiana, S.A. Carrera, 10, N.* 19-65, 4.° piso, Edificio Camacol Apartado aéreo 6532. BOGOTA. Direccién en Chile Salvat Editores Chilena, Lida. Providencia, 2008, Dpto A SANTIAGO DE CHILE Direccin en Ecuador: Salvat Editores Ecuatoriana, S.A. Carondelet 208, y 10-de Agosto Casilla 2957. QUITO, Direceién en México: Salvat Mexicana de Ediciones, 8.A. de C.V Mariano Escobedo, 438, MEXICO 5 DF. Direccién en Peri: Salvat Editores Peruana, S.A. Avda. Grau, 768, Miraflores. LIMA. Direccién en Puerto Rico: Salvat Ediciones de PR INC. G P 0 BOX 4846 San Juan, PUERTO RICO 00936. Direccién en Venezuela: Salvat Editores Venezolana, S.A. Gran Avenida, Edificio Artuca, CARACAS, tp CUENTA CUENTOS se publica en forma de 26 fasciculos de aparicion quincenal, cada uno de los cuales consta de 36 paiginas, incluidas las cubiertas y un encarte de 4 paginas para colorear. Con cada fasciculo se distribuye una cassette de unos 45 minutos de duracisn, en donde se reproducen los 182 cuentos, 12 canciones y 14 poemas de la serie, convenientemente sonorizados. Narrador J. Gaya, MLL, Sold, R. Turia Vor: Rosa Leén Marta Martorell Josep M. Angelat Rafael Turia Maria Luisa Sold Josep M. Angelat Ralael Turia tone Administracién de suscripcione: Salvat, S.A. de Distribuci Arrieta, 25 - Pamplona ( ion, Navarra) * EL EXTRANO VIAJE DE NARARNA E® un dia de sol, en pleno invierno, cuando Narana comenzo la larga caminata de vuelta a su pueblo. Habia pasado unos dias con su hermana en la montafia, y regresaba ahora a la costa al lado de su marido y los nifios. Con unos zapatos, parecidos a raquetas de tenis, Narana podia caminar facilmente por la nieve blanda. Pero de pronto cambié el tiempo. El viento arrecié y arremoliné la nieve. La pobre Narana apenas podia ver por dénde iba. El vendaval la tird al suelo y rod y rod6, Ilevada por la tormenta, hasta que topé con lo que parecian ser dos grandes arboles. Por fin amainé el ventarron y comenzé a despejarse el ciclo. Pero Narana no tenia ni idea de donde estaba. Frente a ella se extendfan cuatro lomas redondeadas; parecian los dedos de una mano gigantesca. Al caer la noche Narana Ileg6 a la cumbre de la loma mas alta, donde encontré un hueco para protegerse del viento. Rendida y desdichada, se acurrucé y se quedé dormida. Por la mafiana Narana fue caminando a lo largo de la loma. A un lado la cuesta era escarpada y estaba cubierta de extrafias matas. Al otro lado, enormes trazos azules surcaban la ladera como rios subterraneos. Bajo deslizdndose entre éstos, y emprendio la subida de la ladera opuesta. Caminé durante horas. De vez en cuando, ofa ruidos como de burbujas bajo sus pies. Estaba intrigada... “Qué lugar mas extrafio. Nunca me habia encontrado en un sitio como éste. éDonde estaré?” Llegé hasta una enorme meseta plana. A lo lejos podia ver una extensa selva negra que parecia tocar el cielo. Narana se encaminé hacia alli, pero a mitad de camino volvié a sorprenderla la oscuridad, y encontré un bosque donde guarecerse para pasar la noche. Al dia siguiente se desperté cansada hambrienta. Se eché a la boca un pufiado de nieve para calmar la sed, pero no pudo comer porque habia perdido toda su comida durante la tormenta. Apenas habia emprendido el camino hacia la enorme selva negra, cuando sintié que la tierra empezaba a palpitar y moverse bajo sus pies. “iBum! iBum! iBum!”, resonaba acompasadamente. -iEs un terremoto! La tierra se va a abrir y me tragara... 4 De pronto estallé en el aire un ruido atronador. ~iAh! iQuién eres ta? 6Y qué haces aqui, a donde nadie viene jams? Al principio Narana se quedo sin habla. Miraba a su alrededor pero no veia a nadie. —S-soy Na-Narana. Iba camino de casa y me perdi en la tormenta. iQuién es usted...? (Qué cosa es usted? 2Es el fantasma de la montafia? ~ -No. iSoy un gigante! Me amo; As Kinak. Duermo solo en esta gran lanura, asi puedo estirar las piernas sin aplastar pueblos ni arboles. -Pero idonde esta usted? -Estoy debajo de ti, Narana. Desde hace dos dias has estado andando sobre mi cuerpo. Empezaste en mi mano izquierda, y ahora estas sobre mi coraz6n. Me imagino que lo oyes. -iSi, si, claro que lo oigo! Ay, espero no haberle hecho dafio. La tierra tembl6 de nuevo, esta vez con mucha mas fuerza que antes. Narana rodaba y rebotaba... La risa del gigante resonaba en toda la Ilanura. No, pequefia, no me has hecho dafio. Ni siquiera cosquillas. Una manada de renos puede ser molesta, pero un solo ser humano ni se nota. El gigante dejé escapar una risita, y Narana se encontr6 de rebote en la nieve. —Te vi por primera vez cuando dormias hecha un ovillo entre mi pulgar y mi indice. Después te dejaste caer por mi mano y te encaramaste por la mufieca hasta mi brazo y mi . Lo que ves Pero yo no puedo verte bien ahora, a menos que levante la cabeza y te mire por encima de la nariz. éPor qué no trepas a mi cara? Narana tardé muchisimo en escalar hasta la cara de Kinak. Con la barba tan cerrada pens6 que era mejor dar un rodeo por el cuello y trepar hasta la oreja. Sera mejor que sigas derecha hasta la punta de mi nariz, no quisiera tragarte por error. Narana pidié al gigante que hablara bajito, porque le asustaba mucho su voz. Y cada vez que él hablaba, se caia. 5 Sin embargo, ella tenia que hablar a gritos, incluso desde su nariz. —Kinak, tendré que irme pronto, \ levo dos dias de retraso y mi familia debe estar muy preocupada. Bueno, si tienes que irte... Pero te | echaré de menos, Narana. Esto es muy solitario. Aunque podré volver a estirarme y dar la vuelta, No me he movido desde que noté que estabas sobre mi, por miedo a aplastarte. Gracias, Kinak, ha sido muy amable. Pero, idénde estoy? Eso no importa. éDénde vives? -En Tivnii, un pueblo junto al mar. ~Ah, bueno, no esta lejos. Puedo soplarte hasta alli. -iComo dice? -Ven, stibete a mi labio inferior y siéntate de espaldas a mi. Narana hizo lo que el gigante le ordend. Debajo de ella comenz6 a levantarse el labio a medida que Kinak inspiraba profundamente. Sopl6 con suavidad y Narana salié volando por los aires, dando volteretas como una peonza. Pocos segundos después aterriz6 sana y salva en un blando montén de nieve. Se puso de pie y se sacudié la ropa; a pocos pasos estaba su pueblo, Tivnu. Narana empezo a caminar alegremente hacia casa. Mientras andaba, parecio oir un débil rumor, como el retumbar de un trueno lejano. Sonaba como si fuera un gigante sollozando. También a ella se le escapé una lagrima. El Gato Estando el sefior don Gato sentadito en su tejado, le ha llegado la noticia que si quiere ser casado. Ale y ale pun, ale y ale pun, que si quiere ser casado. Con una gatita blanca, sobrina de un gato pardo; | de contento que se ha puesto | se ha caido del tejado. p | Ale y ale pun, | | a | ale y ale pun, j | se ha caido del tejado. Se ha roto siete costillas, el espinazo y el rabo; ya se ha muerto, ya se ha muerto, ya se ha muerto el pobre gato. Ale y ale pun, ale y ale pun, ya se ha muerto el pobre gato. Ya lo llevan a enterrar por la calle del pescado, las gatitas van de luto y los ratones bailando. Ale y ale pun, ale y ale pun, y los ratones bailando. Y al olor de las sardinas, el gato ha resucitado, eso dice la gente siete vidas tiene un gato. Ale yale pun, ale y ale pun, siete vidas tiene un gato. Seguro que te apetece un platillo de leche, Entra en la casa y te daré de comer. Gobolino se quedé atonito. En la cocina estaba Rosabel, la criada que Cuidaba de la dama Alicia en la torre Era la nieta del lefiador! ! GQué estas haciendo ahi? > =srit6 el anciano-. éPor qué no estas Con tu sefiora en la torre? qui! iEs un gato embrujado! El hizo que se derrumbara la torre y desperté al dragén. iEchale, abuelo! Ee noche oscura, Gobolino trotaba por un camino solitario a través de un bosque, cuando vio ante si a un viejo lefiador, caminando con un pesado fardo de lefia a sus espald: Gobolino se sentia solo y perdido, y se alegré mucho de encontrar a alguien. Silenciosamente sigui al lefiador hasta Hlegaron a una casita. El viejo dejé caer su carga de madera, se apercibid de la presencia del gatito y le dijo: —iBueno, bueno! éDe donde has salido tu? éTienes hambre, quizas? 8 pon Sas eS ee Pero el lefiador alzé a Gobolino en brazos y le hablé con ternura. -iEs verdad eso? Eres un gato embrujado? Por toda respuesta Gobolino dejé oir un maullido largo y triston. El anciano no podia creer que un gato tan bonito pudiera hacer algo realmente malo y se negé a echarle. Al principio Rosabel anduvo enfurrufiada yno le hablaba; pero después de unos dias también a ella empezo a gustarle Gobolino. Cada mafiana Gobolino se instalaba comodamente en una silla mientras Rosabel lavaba los platos y preparaba la comida. Rosabel, que era muy coqueta, cada noche le pedia a su abuelo dinero para comprar un vestido. Tanto le rogo y le suplicé que por fin el anciano le dio una moneda de plata. A la joven ya solo le tocaba esperar a que pasara la vieja vendedora de telas de seda y satén. Pocos dias después Ilegé la viej —Venga, pase junto al fuego y bébase una taza de té mientras me ensefia sus telas -le dijo Rosabel. La anciana lanz6 una risotada y ato su burro cerca de la casita. Al escuchar esa risa, Gobolino levants las orejas, se la qued6 mirando fijamente y penso: “S6lo las brujas se rien asi y tienen esas narices tan larg: tan ganchudas.” Rosabel eligié una tela de color de oro tan brillante que resplandecia bajo el sol. -iCudnto me costaria hacerme un. vestido de este hermoso satén dorado? -le pregunto. “Dos monedas de plata -respondid la bruja. os ~iPero sélo tengo una! iY qué? {Crees que voy a regalartelo? Cuando ya recogia las telas apresuradamente, dijo Rosabel: -INo, espere! No acepti alguna cosa a cambio? -le rogé la nifia-. Puede llevarse mi moneda de plata y uno de estos pasteles, o mi colcha de seda, o el reloj de cuco... ~iJo, jo, jo, jo! -se rid la bruja—. Yo como moras silvestres, duermo en cualquier zanja y para saber la hora miro al sol o la luna. No me ofrezcas pasteles, ni colchas, ni relojes. Hay una sola cosa aqui que aceptaria a cambio. Dame ese hermoso gatito y tu moneda de plata, y puedes quedarte el satén. -iPero Gobolino es de mi abuelo! El nunca me perdonaria que yo le regalara el gato. —Jummm. Bueno, no importa. Si cambias de parecer, estaré tres dias en la choza al final del bosque. Durante los dos dias siguientes Rosabel estuvo de muy mal talante. Al ter animo. Le sirvié a Gobolino un plato de natillas y le halagé con estas palabras: ~Gobolino, bonito, mira esto, es mi mejor bolso de terciopelo. Te gustaria dormir en él? “Qué buena es”, pens6 Gobolino. “Me equivoqué al pensar que tenia mal genio.” Y se metié en el bolso. Tan pronto como estuvo dentro, Rosabel até fuertemente las cintas para que no. pudiera salir. -iJa, ja! Ahora podré tener mi vestido dorado. Le diré al abuelo que te escapaste. r Y corrié por el bosque con el bolso de terciopelo hasta que lleg6 a la choza. La vieja estaba ya empezando a recoger sus cosas para marcharse. -iJo, jo! -se rid-. Ya sabia yo que vendrias. Le arrebaté el bolso y lo até a la silla del burro. Rosabel se llev6 su saten dorado a cambio de Gobolino y la moneda de plata. Durante semanas y semanas Gobolino a través de una tierra de brujas en la que nunca brillaba el sol Finalmente la vieja vendedora se detuvo para visitar a una amiga suya que vivia en una cueva en lo alto de una montafa. A la entrada de la cueva un gatito negro con los ojos tan verdes. como la hierba recibié a los recién _ Ilegados. Era Salima, la hermana gemela de Gobolino. j Los dos gatitos se pusieron muy contentos al encontrarse. Compartieron un gran tazon de sopa cocida en el caldero de la bruja, y Salima le enseiid a © Gobolino todos los trucos que habia | _aprendido. ’ pm Hizo salir extraiias melodias del “| ealdero, acompafiadas de cerditos voladores. Hizo invisible a la bruja y, por un instante, volvié roja la piel de Gobolino. —Enséfiame ahora tu lo que sabes hacer, Gobolino —pidié Salima. =No sabe hacer nada —dijo burlona la vieja-. Apenas saca unas chispitas y hace travesuras tontas. Pero se niega a hacer algo malo. —Es verdad. Nunca quise ser un gato de bruja. Los gatos de bruja son malos, malos, malos. iY los hechizos de las brujas son tanto o mas crueles! -iGato miserable! —chill6 la bruja-. Cruel has dicho? iEsa no es palabra para un gato de bruja! Lo agarré por la cola y lo arrojo en el caldero. Gobolino se hundia y volvia a | sacar la cabeza una y otra vez | jadeando... y toda la magia que tenia al | ‘hacer se disolvié en el caldo de la bruja. { ~Salta detras de mi, hermanito -le dijo Salima montando en una escoba. Con muchisimo esfuerzo Gobolino logré escapar del caldero y trepé a la escoba, que inmediatamente se remonto, por los aires, mds arriba que la | Montafia del Huracai -Oh, Salima, gracias por salvarme -sollozé Gobolino-. De veras, igracias! No hay nada que agradecer -respondié Salima-. Después de todo eres mi hermano. Pero eres una desgracia para la familia, y no quiero volver a verte. Te dejaré caer, ya es tiempo de que yo vuelva a casa. Vamos isalta! Salima le dio un empujoncito con la pata y Gobolino dando vueltas por = el aire hasta que fue a dar al fondo de un rio. y, me ahogo, me ahogo! ~gritaba desesperadamente. Cuando era un gatito embrujado podia nadar como un pez. Pero ahora apenas podia mantenerse a flote. Por suerte habia unos nifios jugando en la orilla. ica, mira! iEs un gatito! iRapido! iSaquémoslo de ahi! —Los nifios corrieron a por una rama y le pescaron, calado hasta los | huesos. p -Pero si es Gobolino, el mismo gatito que | oe rescatamos hace muchisimo tiempo. ¢Aun sabes sacar chispitas por el hocico? éY hacerte invisible? Gobolino sacudié su cabecita con tristeza. Pero los niftos lo arroparon bien y lo llevaron a casa. - —Mira, papd -gritaron desde la puerta-. iMira lo que encontramos ahogandose en el . Tio! Es otra vez ese gatito de bruja. ~Los gatos de bruja saben nadar, no se ahogan —respondié el padre. Tom6 a Gobolino entre sus manos y lo miré un buen rato. -Este no es un gato de bruja ~afirmé finalmente-. Es un gatito faldero comtin y corriente. —Entonces énos lo podemos quedar? —No veo por qué no. Los nifios se fueron a dormir, mas contentos que nunca. La mujer del granjero le puso a Gobolino un platillo de natillas y mds tarde lo dejo dormitar sobre su regazo. Después de tantas aventuras extrafias, Gobolino era feliz. Tenia un hogar para siempre. Por fin conseguia ser iel gato faldero! LaCIGARRA y la HORMIGA E un caluroso dia de verano y la cigarra se hallaba sentada en una brizna de hierba disfrutando del sol. “Es tan agradable esta época del a7io’, suspiraba. "No puedo entender por qué estén todos trabajando. Deberian seguir mi ejemplo y disfrutar del buen tiempo.” De pura felicidad comenz6 a saltar de 14 aqui pare alld. Salté por encima de una diminuta hormiga negra que luchaba por arrastrar un grano de trigo hasta su despensa. Deja yo de trabajar tanto te grité la cigarra-. Ven y aprovecha este hermoso fa. La hormiga le miré y dijo: —Es que pienso en el mafiana. Y 10 también deberfas hacerlo. Si no empiezos chora a almacenar alimentos, no tendras comida para pasar el invierno. La cigarra se rid Piensa mejor en el presente, le respondié. Una mafiana, algunos meses después, la cigorra se arrastraba por la tierra helada. Tenia tanto frio y tanta hambre que apenas podia moverse. ‘Al pasar junto a un grupo de hormigas, vio que estaban dando cuenta de un buen desayuno de trigo. Oh, por favor, dadme un poquitin de vuestra comida —les suplicé-. Vosotras tenéis mucho y yo no tengo nada. —Te conozco -grit6 una de las hormigas-. Té te refas cuando yo te dije que fueses previsora. Piensa en el presente, me decias. Pues bueno, vé y consiguete tu propia comida ahora. Y la hormiga le dio la espalda y terminé su desayuno. 15 inuto, el bufén, era un personaie triste. Casi nunca salia de su castillo de juguete, porque todo el mundo se rie de un Cada dia Minuto se quedaba solo en su cuarto leyendo historias de caballeros, 16 bufén, especialmente si es tartamudo: Y Minuto, que tartamudeaba, no soportaba que se rieran de él. dragones y héroes. El también sofiaba con ser un héroe y realizar hazafes, Anhelaba ser un gran espadachin, pero era demasiado torpe. Seguia paso a paso todas las reglas, pero siempre terminaba tropezando con su espada. Un dia, mientras miraba tristemente por unc de las ventanitas -iHa ra-rapta-tado de la torre, vio a Malatela, la horrible y feroz arafia. LUlevaba a la Reina Blanca! «a la Reina Blanca atrapada entre sus patos —Debo avi-visar al Rey. ié hacia el gran tablero y encontré al Rey y a sus peones totalmente dormidos. —De-despertad, de-despertad. Ha ocurrido algo te-terrible | Se armé un gran alboroto y el rey grité. “Prestad un caballo a este valiente. Yo mismo le daré mi propia espada. 18 —Pe-pero, tpor qué? Era el caballero negro que gritaba: Minuto se asusté al ofr la orden Preparate a pelear. real y un ruido detrés de él APe-pelear? Pobre Minuto! iTodos se refan de él! Pero, gracias @ es0, gané al caballero negro. Como un rayo salié en busca de Molatela. -iYo sa-solvaré a la Reina! El caballero negro se lanz6 a la carga. Pero cuando vio al bufén, solté una carcajada. Se rid tanto que se cayé del caballo. =No puedo pelearme con ese enano. He; mucho tiempo vivia un joven principe en una tierra lejana. Pero no era un principe feliz, pues no lograba encontrar una verdadera princesa con quien casarse. -iEres demasiado exigente! —le decia la reina-. Te he presentado a las princesas mas hermosas, mas inteligentes y mas encantadoras del mundo, pero ninguna ha colmado tu deseo. -Te estoy muy agradecido, madre -respondia el principe-. Es muy dificil encontrar una verdadera princesa. Pero, estoy seguro de que algun dia la hallaré. En lo mas | profundo de su coraz6n intuia | ZA que en alguna aes ¢ y GUISANCE parte, antes o después, la encontraria. Nunca dejaria de buscarla. —He conocido muchas jévenes que se dicen princesas -explicaba-. El mundo entero las llama princesas. Algunas son muy hermosas, otras muy inteligentes. Muchas son encantadoras. iPero mi princesa tiene que ser todo esto y mucho mas! Durante un afio navegé por los mares del mundo en busca de su novia perfecta. Visitd palacios en Persia y Peri, castillos en China y Espaiia. Pero no encontr6 el rostro apetecido. Cuando volvié a su pais el otofio estaba ya dando paso a un invierno frio y gris. Una noche, poco después de su regreso, hubo una tormenta terrible. Rugian los truenos, centelleaban los relampagos y un viento helado se colaba por las ventanas y puertas de palacio. El principe se habia ido a dormir, mientras el rey y la reina leian en la planta baja. El viejo rey sintid un escalofrio y acercé su silla al fuego. Dijo: —Me alegro de estar aqui bien abrigado. Sentirfa mucho que alguno de mis sbditos se encontrara en la calle con este tiempo. Nadie que tenga un poco de sentido comin habra salido en una noche como ésta -contestd la reina. No habia terminado de decir esto cuando se oyé un golpe en la puerta, y luego otro ms fuerte. El rey se apresur6 hacia la entrada. Quité todos los cerrojos y abrié. Una rafaga de viento llend el vestibulo de aguanieve, mientras un relampago iluminaba la estancia. -iBrrr! —dijo el rey temblando de frio-. iDios mio! éQuién eres tu? iOh, pobre nifia! Alli, en la puerta, en medio de la tormenta, se encontraba una hermosa joven. Su vestido estaba empapado y Sus zapatos cubiertos de barro. Sus cabellos largos y dorados chorreaban agua sobre sus hombros. Soy una princesa -respondié la desconocida. -Si, si, pequefia, por supuesto que lo eres -sonrié el rey-. Bueno, pero sera mejor que entres; aunque jamas he visto una princesa llegar sin un gran carruaje. “Ni yo”, pensé la reina. “Pronto averiguaré si es una princesa de verdad o no.” Asi que, mientras la joven se calentaba junto al fuego disfrutando de una buena cena, la reina y sus doncellas se pusieron a trabajar en los dormitorios. Primero quitaron toda la ropa de la cama de una de las habitaciones para huéspedes. Luego, la reina colocé un guisante seco debajo del colchén. Vaciaron todos los armarios de palacio hasta que reunieron otros veinte colchones, y uno sobre otro los colocaron encima del guisante. Habia colchones de todos los colores del arco iris, de todas las formas y tamaiios, y cualquiera de ellos era suficientemente grueso como para que una persona normal pudiera dormir sobre él con absoluta comodidad. Podéis imaginar qué espectaculo mas extrafio. Ya estd -dijo la reina-. Ahora comprobaré si es una princesa de verdad 0 no. -Te he preparado una cama —dijo a la encantadora joven-. Estoy segura de que pasards una buena noche. La nifia subié a los aposentos, se puso un camison y tuvo que usar una escalera para trepar a su cama. Durante la noche cesé la tormenta. A la mafiana siguiente, cuando la bella huésped bajé a desayunar, la reina sonrié para sus adentros. -iCémo ha dormido mi querida princesa? -le pregunt6 mientras la joven se sentaba a la mesa. -Lamento deciros que no he dormido nada bien -respondio la desconocida-. Siento parecer descortés, pero es que aun con todos esos colchones me sentia muy incomoda. Es imposible -dijo el rey-. iTe dimos la mejor cama de todo el palacio! La joven se sonrojé, temiendo haberse mostrado desagradecida. Bueno, pues me sentia como si estuviera acostada sobre un guijarro. Y_ esta majiana he amanecido toda amoratada. La reina apenas podia creer lo que estaba oyendo. -iEntonces eres una princesa de verdad! -exclam6-. Sélo una persona de sangre real puede tener una piel tan delicada y sensible. Sdlo una auténtica princesa puede sentir la molestia de un guisante, colocado debajo de veintitin colchones. Eso fue también lo que pensé el principe. Cuando bajé a desayunar, apenas miré a la hermosa joven supo inmediatamente que ella era la esposa con la que él habia sofiado. No necesitd presentacién. No necesité guisante ni colchones como prueba. Su corazon le habia dicho desde el primer momento que habia encontrado a su princesa. El rey proclamé un dia de fiesta para que todo el mundo pudiera festejar la boda del principe y la princesa. Y el principe ordené que se pusiera el guisante en una caja de cristal en el centro de la plaza de la ciudad para que todos lo vieran. Y hasta el dia de hoy el guisante sigue alli, para que el pueblo recuerde la historia de la verdadera princesa. eS. . Le SS : Let els I he una casita situada junto a la estacién del ferrocarril vivia un hombre muy desdichado. Y se sentia desgraciado porque su casa estaba justo ZZ pared por medio, por un lado, con la de un mecdnico de motos y, por el otro, con la de una maestra de musica. Cada mafiana el hombre se despertaba con los martillazos, golpes y rugidos de los motores del taller del mecanico. Parecia que el ruido iba a demoler su casa. Después llegaban los alumnos de la maestra de misica y comenzaba el chirriar de violines, el atronar de un piano, los alaridos de las trompetas o el quejido ensordecedor de una flauta desafinada. Parecia que el extrafio concierto iba a destrozar todos los cristales de la casa. El hombre que vivia entre estos dos ruidosos vecinos ya lo habia probado todo: tapones para los oidos, orejeras, meter la cabeza bajo la almohada, incluso una vez se encerro en el armario. Pero los motores seguian rugiendo y la misica seguia chirriando hasta que pens6 que le iba a estallar la cabeza. “Esto no puede seguir asi”, decidié una maiiana. Pero como no podia oir ni lo que pensaba, tuvo que decirlo a voz en grito: -iEsto no puede seguir asi! Fue a casa de su vecino el mecanico y le ofrecié dinero en cantidad a cambio de que vendiera su casa y se mudara. 0 que usted mande, jefe! -dijo el mecanico, que en su vida habia visto tanto dinero junto-. iMafiana mismo me mudo! Después el hombre fue a casa de su otra vecina, la maestra de misica, y le ofrecié todo el dinero que le quedaba para que vendiera su casa y se mudara. -Pero cémo no; por supuesto, querido vecino —le contesto la maestra, que tampoco habia tenido nunca tanto | dinero-. Me mudo mafiana mismo. ‘Asi, el hombre que vivia en el medio se fue contento a su casa y se encerr6 en el armario con sus tapones en los ofdos y una almohada en la y, | RUIDOGOS EA c oa rit we ¥ GN cabeza por ultima vez. No entendia cémo no se le habia ocurrido antes esta solucion. Al dia siguiente seguia tan contento, que hasta fue a casa de la maestra a ayudarla a empaquetar sus cosas. ~Espero que haya encontrado un bonito lugar para vivir -le dijo, mientras la ayudaba a bajar el piano por las escaleras. -Oh, si, gracias. Realmente tuve mucha suerte. Resulta que el mecanico de motos que vive al otro lado de usted también deseaba mudarse, no sé por qué. Asi que yo me voy a vivira su casa... iy él se queda con la mia! pecvmttad aod Noel pa Noel termino de abotonarse su camiseta mds gruesa, se puso su pulldver y su jersey de punto, se enfund6 su grueso chaqueton rojo y se enrolld la bufanda. “iQué noche para salir!”, pens6, mientras el granizo golpeaba las ventanas y los copos de nieve se escurrian por debajo de la puerta. “Es una noche para sentarse junto al fuego y comer tostadas calientes con mantequilla.” Se puso sus calcetines de lana mas gruesos, sacudié el lodo de sus botas y hurgé por aqui y por alla hasta encontrar unos guantes. Una vez vestido, se miré al espejo y exclamé: =No es raro que todos crean que soy gordo. iCon toda la ropa que Ilevo encima! Afuera, Rodolfo, el reno, esperaba impaciente la orden de ponerse en camino. Hacia tanto frio que los patines del trineo se congelaban por momentos. Papa Noel comprobé que Ilevaba todos sus regalos y arrancé a galope por el aire a través de una cortina de nieve. Jo, jo, jo, jo -solté una carcajada, aunque no del todo exultante-. El caso es que no puedo alegrarme con la Navidad de este afio, Rodolfo. {Por qué hay que celebrarla siempre a mitad del invierno, con un tiempo tan horrible? Rodolfo removié las campanillas del trineo, que tiritaban de frio, y dijo: -Estoy de acuerdo, éste no —— es tiempo para andar viajando. Un reno se puede romper una pata. Se detuvieron sobre un tejado, resbaladizo por el hielo. Rodolfo miré de reojo a Papa Noel, con toda su ropa. Oye, ino podrias prescindir de las chimeneas este afio? Papa Noel se encogié de hombros. -tY de qué otra manera voy a entrar en las casas? No querrs que Ilame a la puerta... Metié primero un pie, luego el otro, se tapé la nariz y se lanz6 hacia la oscuridad. Pero llevaba demasiada ropa. Resultaba demasiado grueso con. tanta lana para poder deslizarse hasta la parrilla de la chimenea y entrar en la primera casa. Atascado a mitad del camino, se retorcia, grufiia y soltaba todo el aire intentando hacerse mas delgado. Todavia ardia algun lefio debajo de él y el humo le hacia toser. Las suelas de sus botas se calentaban por momentos. Sélo cuando Rodolfo le tiré la bolsa de regalos encima, Papa Noel logré salir de la chimenea, disparado como el corcho de una botella. Qued6 tirado en la alfombra del salon, rodeado de Murmuraba: iNunca mas! El aiio que viene la Navidad tendra que ser antes. Incluso después de haber Ilenado los calcetines de los nifios y de haber vuelto a trepar al tejado, seguia protestando. -iNunca m: vendré antes. —iMucho antes? -le pregunté Rodolfo, desapareciendo bajo una nube de nieve” -En julio -contesté Papa Noel, que se sintid mejor sélo de pensar en ello-. Wo, jo, jo! Julio llegé muy pronto. Papa Noel estaba tan ocupado en su intento por conseguir tener todos los regalos a tiempo que ni siquiera pudo ir de vacaciones. —Bueno..., dicen que un cambio es. tan bueno como un descanso —le comenté a Rodolfo-. Realmente, este verano me hacen mucha ilusién las Navidades. Saca el carro de seis ruedas, no necesitamos ir de casa en casa con el viejo trineo. Papa Noel se afeitd, pues sdlo se dejaba crecer la barba en invierno por ! El afio que viene 28 causa del frio, y se vistié con sus tejanos favoritos, una camiseta y las sandalias. Se miré en el espejo. “Me siento en plena forma”, pensd, y se lanz6 a la calle. Debido a la ola de calor, en ese mes de julio los tejados estaban todos secos y era facil trepar a ellos. El carro de seis ruedas era liviano y, cuando aterrizaron en el primer tejado, Rodolfo se sentia atin descansado. La chimenea estrecha no era un problema esta vez. Papa Noel bajo por su interior tan facilmente como una carta cae en un buzon. Una vez dentro de la casa se paré en la alfombra de la sala a limpiarse el hollin de la nariz. Tras mirar a su alrededor, pronto se dio cuenta de que algo no andaba bien. No habia ningun vasito de jerez, ni siquiera un trozo de pastel, esperandole; tampoco habia el arbol de Navidad, ni guirnaldas, ni los regalos que compran las mamés y los papas. La casa tenia un aspecto solitario y vacio. Poco a poco comprendio lo que pasaba. iLa familia se habia ido de vacaciones! iQué faena! Se habian ido de vacaciones y no pensaron en él. Pero lo peor de todo es que no habia zapatos donde dejar los paquetes. O sea, que tuvo que arreglarselas para volver a subir la chimenea con todos los regalos a cuestas. -iNo me esperaban! -dijo, tratando de salir de la chimenea, sudoroso y molesto-. iSe fueron de vacaciones! éPuedes creerlo? -comenté a Rodolfo. Este no le prestaba atenciéri. Estaba ocupado sacudiéndose el enjambre de moscas y mosquitos que le acosaban, —Estas moscas no las hay en invierno -refunfufid sacudiendo su cola de reno. Lo mismo sucedié en todas las casas. O la familia se habia ido de vacaciones 0, lo que es peor, los nifios estaban despiertos por culpa del calor. Mas de una vez tuvo que volverse sigilosamente chimenea arriba por miedo a ser visto. Una familia incluso Ilamé a la policia porque escucharon tuidos extrafios en su chimenea. -Un ladrén -dijeron por teléfono-. Y creemos que hay otro en el tejado. -iNunca mas! —dijo Papa Noel saltando en el carro de seis ruedas y galopando sin parar hasta el amanecer. Los regalos, que no habian podido ser repartidos, se caian del carro por las sacudidas-. iConfundirnos con ladrones! iLo que faltaba! iNunca mas! Para repartir debidamente todos los regalos, tuvo que salir como de costumbre en la Nochebuena. Se abotond su camiseta mas gruesa, su jersey, su chaqueta de punto y su chaquetén rojo; se envolvid en su bufanda y se calz6 los guantes. Rodolfo sacé el pesado trineo y galoparon a través de la nieve sin mediar palabra. Papa Noel no tenia ninguna gana de gritar ni jo, jo, jo ni ja, ja, ja. Se habia olvidado su segundo par de calcetines y comenzaron a castafietearle los dientes. Cuando Ilegaron al tejado de la chimenea estrecha, Papa Noel se ajusto bien el cinturén, se puso la bolsa sobre 7 el hombro y se senté en la punta de la chimenea. =No sé para qué me mm-m-molesto -murmuraba mientras forcejeaba por entrar. Abajo, en la sala, diez guirnaldas cruzaban el techo de punta a punta. En un cubo rojo habia un pino alto de ramas estiradas, que sujetaban un centenar de luces de colores, y tiras y tiras de papel de plata. Una luz blanca entré por la ventana, reflejada en la nieve, e iluminé la estancia, lena de felicitaciones navidefias. “Para Papa Noel”, decia una nota en la mesa junto a un vasito de jerez y un trozo de pastel. Papa Noel bebio y comi6. Se sentia muy emocionado. En habitaciones cercanas los nifios dormian bien abrigados. A los pies de cada cama habia un zapato con una tarjeta especialmente dirigida a él. ~Ah, qué hermosa es la Navidad, . y un nudo en la garganta le impidio soltar su “Jo, jo, jo”. / a subir al tejado. Esta vez le resulté mas trepar y sus crecidos bigotes de invierno evitaban que el hollin se le metiera en la nariz. -Lo siento, Rodolfo -le dijo al salir de la chimenea-. Enel futuro pienso hacer los regalos en Nochebuena. Rodolfo no parecia escucharle. Contemplaba las estrellas, mas alla de los tejados cubiertos de nieve. Una luna de oropel se columpié al sonido de las campanas de la iglesia. =Jo, jo, jo -dijo el reno para si-. iQué hermosa es la Navidad! MINUTO, EL BUFON, TAMBORIL Y EL GITANO. EL GRAN ERROR DE AMADEO. >> LA ZORRA Y EL CUERVO. EL CANTO DEL MILANO

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