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SOBRE LA FELICIDAD

Ayer tuve una conversación con una persona muy importante en mi vida y que
me ha hecho reflexionar sobre lo esencial, lo básico para encontrarse a sí mismo y para
abordar, dentro del mundo exterior, el mundo interior de cada ser humano. Es
importante esta persona porque la quiero. Es importante porque me hace recordar todos
los días que la vida se basa en hechos interiores y que la puesta en práctica de ellos es la
diferencia de buscar la felicidad y la negación que de ella hacemos en multitud de
ocasiones. Una de las cosas que me dijo es: "Yo ya no podré ser nunca feliz." Me lo
comentó de pasada y en el contexto de una conversación, pero me impactó esa negación
tan subjetiva y terrible.
Somos mente, biología y nos vemos modelados o intervenidos emocionalmente
por lo puramente social, hecho que me hace pensar que hemos de ser tratados por
nosotros mismos, cultivándonos, intentando trabajarnos en todos los aspectos que nos
hacen vivir en este ecosistema del que nada más se sale con la muerte.(Aunque uno
puede sentirse muerto en vida por la carencia de motivaciones) Por esto es por lo que
pienso que gran parte de nuestra felicidad depende de nuestros genes, de nuestras
vivencias anteriores a lo que nos lleva a ser adultos, no sólo cronológicamente
hablando, sino a la clara demostración de nuestro nivel mental. En esta madurez que
todos anhelamos y como he escrito en varios artículos de nuestra página TERAPIA Y
FAMILIA, la felicidad que deseamos igualmente la buscamos fuera cuando en realidad
la tenemos dentro de nosotros mismos y creemos que la lograríamos si no tuviéramos
problemas cuando la realidad palpable es que se puede conseguir si sabemos y podemos
enfrentarnos a ellos. Norman V. Peal decía que quería tener problemas porque era señal
de que estaba vivo.
Mi pensamiento se manifiesta claramente en la resolución de los problemas en
vez de batirse en retirada o lo que muchas personas hacen para no enfrentarse y creer
que siguen hacia adelante: dar media vuelta y seguir avanzando. En ocasiones esto es
dar la espalda a la realidad, tal vez por falta de medios y fuerzas psicológicas que nos
den las capacidades que todos tenemos para luchar en esta vida. Por lo tanto es "fácil"
pensar que la felicidad o la desgracia del género humano depende no menos de sus
cualidades que de su fortuna o de su suerte. Cualidades que dependiendo de la vida
vivida están más o menos desarrolladas y por lo tanto nos pueden servir como recursos
para salir adelante o como lastre para negarme mi autenticidad como esa persona que
soy.
Parafraseando a Unamuno, "una de las desventajas de no ser feliz es que no se
puede desear la felicidad." Uno mismo es capaz de negarse este anhelo ancestral que
muchos basan en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarse sin angustia
para enfrentarse a las vicisitudes de un nuevo gran día. Son las incapacidades del ser
humano que ahora, al cabo de los años, voy entendiendo y poniendo en práctica tanto en
mi vida profesional como en la personal. Pongo en práctica lo positivo de lo que veo en
los demás que son de los que aprendo y, dicho sea de paso, suelen ser mujeres las que
me enseñan. Lo voy comprendiendo porque analizando el comportamiento uno se da
cuenta de que el ser humano en muchas ocasiones es inerte y rutinario y lo que más
teme es el gran esfuerzo personal e individual que se requiere para poder salir de uno
mismo hacia los demás; de uno mismo hacia uno mismo para conocerse básicamente.
Sí, voy aprendiendo, y no me niego a abrirme a todos los estímulos para respirar
la vida porque "la propia esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la
impaciencia." (John Ruskin)
Pero sin querer idealizar el tema de la felicidad he de reconocer que cada uno
tiene una concepción distinta y respetable de este concepto. Por poner un ejemplo, la
soledad puede ser un infierno para los que pretenden salir de ella, en cambio, es cierto
que puede convertirse en una felicidad grandiosa para los ermitaños que quieren
esconderse en ella, aunque mi intención es insistir en que la felicidad es en muchas
ocasiones, yo diría que en la mayoría, una condición de la mente y no una condición de
las circunstancias. Si analizáis vuestras propias situaciones, vuestra historia personal
veréis que depende cómo hayáis actuado ante una situación el resultado ha podido ser
distinto aunque, creo sinceramente, que nadie debería tener la intención de negarse a ser
feliz y perderse las pequeñas alegrías mientras intentan encontrar la grandiosa felicidad.
Aunque, es cierto, como decía John Stuart Mill que es posible pasarse sin la felicidad
porque así lo hacen el 90% del género humano. Muchos buscan la felicidad como otros
buscan el sombrero: lo llevan encima y no se dan cuenta; intentan buscar la riqueza
exterior, que no está mal, por supuesto, pero abandonan la interior siendo víctimas de
ellos mismos.
La razón, según mi opinión, se basa en la propia negación, en la pobreza, que tanto la de
espíritu como la económica "son un gran enemigo de la felicidad humana. Destruye la
libertad y hace impracticables algunas virtudes y sumamente difíciles otras." Pero la
vida continúa, espero, para todos y va a depender de nosotros mismos que seamos
capaces de dar alas a lo que realmente queremos dejando de victimizarnos ante la propia
vida. Si soy víctima recibo castigo; si soy ganador y mis sueños y ganas, aunque con los
tropiezos de los ciclos evolutivos, siguen en alza, ganaré. Dependo de mí. Luchar para
ganar y lograr de algún modo conseguir la manera de sembrar la felicidad que es
compartirla con alguien.

JUAN JOSÉ LÓPEZ NICOLÁS. Orientador familiar


www.terapiayfamilia.blogspot.com

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