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i De No RN BULAN elec ki PTE Controversia ‘Tercera etaps 197 # diciembre de 2011 Centro de Investigacién y Edueacién Popular (Cinep) Corporacién Region Escuela Nacional Sindical (ENS) Instituto Popular de Capacitacién (IPC) Foro Nacional por Colombia DIRECTOR Alejandro Angulo Novoa, 5 Cinep EDITOR ESPECIAL NUMERO 197 Mauricio Archila Neira Centro de Investigacién y Edueacién Popular (Cinep) COMITE EDITORIAL Mauricio Archila N. (Cinep) Rubén Ferndnder (Corporacién Regin) Guillermo Cortea (ENS) Maria Soledad Betancur Betancur (IPC) Clara Rocio Rodrigues Pico (Foro) COMITE CIENTIFICO ‘Alejandro Grimson Instituto Nacional de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional San Martin, Argentina Angela Stienen Universidad de Bema, Suiza Carlos Figueroa Ibarra Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autonoma de Puebla, México Clara Inés Garcia Instituto de Estudios Regionales (Iner), Colombia David Recondo Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales de la Fundacién Nacional de Ciencias Politicas, Francia Francisco Leal Buitrago Universidad de los Andes, Colombia Guillermo Hoyos Instituto Pensar de la Pontificia Ui Javeriana, Colombia Jenny Pearce Universidad de Bradford, Inglaterra Margarita Lopez Centros de estudios del desarrollo de Universidad Central, Venezuela Pilar Riafto Alcala University of British Columbia, Canada Rodolfo Arango Rivadeneira Universidad Nacional, Colombia COLABORAN EN ESTE NUMERO ‘Arturo Escobar Mauricio Archila Neira Jorge vin Bonilla Vélez Martha Cecilia Garcia V. Alvaro Delgado Sohely Rua Castaieda Mauricio Torres Tovar Jorge A. Core R. Alexander Perera Fernandez COORDINACION EDITORIAL Helena Gardeazibal Garzon ASISTENCIA EDITORIAL Jorge A. Cote R. DIAGRAMACION Alberto Sosa FOTOGRAFIAS DE CARATULA Mauricio Archila Neira IMPRESION Editorial Cédice Lida, ISSN: 0120-4165 “Tarifa Postal Reducida No 1092 Carrera 5 No. 33B-02 ‘Teléfono: 2456181 hherp:/vnw.cinep.org.co/controversia hem controversia@cinep.org.co Bogoté, D.C. Colombia Revista indexada en Publindex en categoria C de Coleiencias América Latina en una encrucijada: éModernizaciones alternativas, postliberalismo o posdesarrollo?* Por Arturo Escobar** ‘Al maestro Orlando Fals Borda, luchador incansable, In Memoriam, por su honestidad intelectual y su compromiso politico ‘con América Latina, con la vida y con el mundo. Introduccion El “giro a la izquierda” y la coyuntura actual* América Latina es la nica regién del mundo donde actualmente se pueden star desarrollando ciertos procesos contrahegeménicos a nivel del Estado. Algunos argumentan que tales procesos pueden conducir a una reinvencion del socialismos para otros, lo que esta en juego es cl desmantelamiento de las politicas neoliberales de las tres iltimas décadas —el fin de la “larga noche neo- Tiberal”, como denominan este perfodo circulos progresistas de Ia regién— 0 ta formacién de un bloque sudamericano (y anti estadounidense). Otros des- tacan el potencial para “un nuevo comienzo”, que podria taer aparejada una reinvencidn de la democtacia y del desarrollo o, mas radicalmente aun, el fin ia aire preva Primer este no eu estado del Ext pr aunque aralia una sere 08 ES Tre ae eco To planes de deseo las eorrasconcoctonales Las pokes don Us a Petes sn suscepibles de er examinaas con base on mares deferens so70 es la biopolitica sbernalalidad, origina ar elon empeci de em (aso, Quito) sobre “Eengraine dl Estado ca Amis fan vara deralladamente acerca de las tradiiones del liberalismo y sus no véase Hindess (2004). ¥ tercero, Te devarrollados por Foucault. Para recientes andliss latinoamericanos sob , 2009), Segundo, este trabajo diversas form ara una discusi6n util sobre los significados del i cecal ox an gevumen de un trabajo pubiciio en inglés en a zevsta Clare! Snes 6 80 de 2010. La a is exons inella el caso de Venezucla, que ha sido omit en este aril 12 traduceién de dicha 2010, 33-86, versién fue publicada en Victor Bretén, editor, 410 Controversia del predominio de la sociedad liberal de los ultimos doscientos afios, basada en la propiedad privada y la democracia representativa. Anibal Quijano quiza haya sido quien mejor lo expresa: “Es una época de luchas y de opciones. América Latina fue el ambito original donde surgié el capitalismo moderno/colonial; aqui tuvo su momento funda- cional. Hoy es, al fin, el verdadero centro de la resistencia mundial contra este modelo de poder y de la generacién de alternativas al mismo” (2008, 3). ‘A pesar de las diversas y contradictorias formas que ha adoptado en la ltima década, el denominado “giro a la izquierda” en América Latina su- giere que muchos gobiernos asumen la necesidad de una reorientacién del curso seguido durante las pasadas cuatro décadas. Esto es claro en los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador; en menor medida en Argentina, Paraguay, Nicaragua, Honduras y El Salvador; y en los casos de Brasil, Chile y Uruguay, gue constituyen lo que algunos observadores han definido como el grupo de los “reformadores pragmaticos”. Por qué tal cosa esta sucediendo en América Latina con mayor intensidad que en cualquier otra regién del planeta, es una pregunta que no puedo responder aqui, pero esta relacionado con el hecho de que América Latina fue la region que més fervientemente adopté las reformas acoliberales, donde el modelo fue aplicado con mayor rigurosidad, y donde los resultados son mas ambiguos, Fue con base en las tempranas experiencias latinoamericanas que se disefié el Consenso de Washington. El hecho de que muchas de las reformas de afios recientes sean definidas como “anti-neolibe- rales” parece especialmente pertinente. Que estos paises estén entrando en un orden social post-neoliberal -no digamos post-liberal- sigue siendo un tema de debate. ‘También hay una sensacién de que dicho potencial no necesariamente se desarrollara, y que los proyectos en marcha no son panaceas; por el contrario, son vistos como fragiles y llenos de tensiones y contradicciones. Pero existe la impresion de que las cosas se estén moviendo en muchas regiones del continente, desde el sur de México hasta la Patagonia, y especialmente en América Latina en unaencrucijada 11 buena parte de Sudamérica. Es posible sugerir formas de pensar sobre las transformaciones en curso que no menoscaben su potencial, al interpretarlas mediante categorias ya superadas, ni que magnifiquen su alcance atribuyéndo- les utopias que pueden estar lejos de los deseos y acciones de sus principales protagonistas? :Es suficiente pensar desde el ambito de las modernas Ciencias Sociales, o se deben incorporar otras formas de conocimiento, como las de aquellos activistas-intelectuales que habitan los mundos de muchos de los mo- vimientos sociales actuales? En otras palabras, los interrogantes de desde donde piensa uno, con quién y con qué intencién se vuelven elementos importantes de la investigacién que es, mas que nunca y simulténeamente, teérica y politica, Contexto y ciertas caracteristicas de las actuales transformaciones Algunos enunciados acerca de las transformaciones Algunos enunciados sobre las transformaciones en marcha denotan lo que puede haber de nuevo en ellas. Para Luis Macas, antiguo dirigente de la Co- naie, “nuestra lucha es epistémica y politica”, quetiendo decir con esto que no se trata solo de la inclusién social, sino del carécter del conocimiento mismo y de la cultura. El socidlogo aymara Félix Patzi\lo resume afitmando que los movimientos sociales en Bolivia estan por “la total transformacion de la socie- dad liberal” (Conferencia en Chapel Hill, 2005). A lo que se referia era al fin de la hegemonia de la modernidad liberal, basada en las nociones de propiedad privada y democracia representativa, y en la activacion de formas comunales de organizacién, apoyadas en las practicas indigenas. Los antropélogos Mario Blaser y Marisol de la Cadena hacen eco de estas controversias; para Blaser, las transformaciones demuestran “proyectos cultural-politicos que parecen des- bordar los criterios de la modernidad” (2007, 11), mientras que de la Cadena ve tales transformaciones en términos de un descentramiento ontolégico-po- litico de la politica moderna (2008). El socidlogo Fernando Calderén observa en el momento actual “una inflexién politica en el proceso de cambio socio- cultural” y el surgimiento de “un nuevo ciclo histrico”, que potencialmente 12 Controversia peede conducir a una renovacién de la democracia y de lo que se considera desarrollo (2008). La percepcién de que las transformaciones en curso suponen una ruptu- =2 con el pasado fue puesta elocuentemente de manifiesto por el presidente Correa en su discurso inaugural, al contrastar la “época de cambios” con el “cambio de época”: ino “América Latina y Ecuador no estén pasando por una época de cambios, s por un genuino cambio de época... [Podemos] iniciar la lucha por una revo- lucién ciudadana que sea coherente con el profundo, radical y rapido cambio del actual sistema politico, econémico y social; un sistema perverso que ha destruido nuestra democracia, nuestra economia y nuestra sociedad” (Rafael Correa, 15 de enero de 2007). En una primera aproximacién, la novedad y las tensiones de las transfor- s=aciones podrian percibirse como una serie de contrastes: entre modelos neo- Serales de desarrollo y politicas anti-neoliberales; entre un estado-naci6n tini- oy estados plurinacionales y pluriculturales; entre una cultura nacional (mes- =ea/blanca) y una multiplicidad de culturas e interculturalidad; entre América Latina y “Abya Yala” —el nombre dado al continente por los movimientos Sedigenas- entre capitalismo y desarrollo y socialismo del siglo XXI; sociedad eral y modernidad versus sistemas comunales y modernidades alternativas ~~ no modernidad; y entre liberacion econémica y social (la “vieja izquierda”) y descolonizaci6n epistémico/cultural y descolonial. La realidad esta muy lejos Ge poder ser dividida con tanta nitidez; con frecuencia se exagera lo novedoso elo nuevo y se minimiza la continuidad con lo antiguo. Algunos rasgos comunes En el escenario post-Consenso de Washington, las ideas de izquierda han pa- sado de una actitud defensiva a una postura proactiva; las alternativas a las seformas favorables al mercado han propiciado “la constitucién de un nuevo América Latina en unaencrucijada 13. centto de referencia discutsivo para la politica... la izquierda es ahora el cen- tro” (Arditti, 2008, 71). Si consideramos los tres casos mis claramente aso- ciados con el “gito a Ia izquierda” —Venezuela, Bolivia y Ecuador-, se pueden identificar algunos rasgos comunes. Los tres tegimenes ofrecen propuestas radicales para transformar el estado y la sociedad que incluyen: a) una pro- fandizacién a favor de una democracia sustancial, directa y participativa; b) tun proyecto politico y econdmico anti-neoliberal; ¢) estados pluriculturales y plurinacionales en los casos de Bolivia y Ecuador; d) en menor medida, modelos de desarrollo que incorporan la dimensién ecol6gica. Las Asambleas Constituyentes han sido un vehiculo esencial para la refundacidn del estado y de la sociedad, También son rasgos comunes: una significativa movilizacion popular, la agudizaci6n de los conflictos sociales, el fortalecimiento del estado yelabandono de los partidos politicos tradicionales (partidocracia), incluso de los partidos de la vieja izquierda. Finalmente, una postura antiestadounidense y antiimperialista, y una clara voluntad de desempefiar un papel progresista en la escena internacional, mediante la creacién de un conjunto de nuevos bloques regionales y nuevas instituciones, desde la Unasur, el Banco.del Sur y el Alba?, hasta la propuesta de una moneda comin. La coyuntura actual Blaser (2007) ha sugerido que el momento actual en el continente debe ser visto en términos de una(doble crisis) la crisis de la hegemonia del modelo modernizador neoliberal de las tiltimas tres décadas; y la persistente hege- monia durante mas de quinientos afios del proyecto modernizador iniciado con la Conquista, es decir, la crisis del proyecto de traer la modernidad al continente, Nlernativa Bolivasiana para los Pueblos de América Latina y el Caribe (Alba) fue ereada por Hugo Chavez fen 2001 y actualmente tiene nucve miembros. Es considerada la estructurn anti-neoliberallatinoamericana para la integracién ccondmica y politica que aspira a romper con la dominacién imperialist 14 Controversia La crisis del modelo neoliberal En América Latina, el neoliberalismo comenzé con los brutales regimenes militares de Chile y Argentina en la década de 1970; a comienzos de los no- venta, se habia generalizado en todos los paises de la regién (excepto Cuba). Casi desde el comienzo aparecieron signos de resistencia. Desde los motines reclamando alimentos que estallaron en diversos paises latinoamericanos a fines de los afios 80 y principios de los 90, las manifestaciones contra el Gatt en la India en esa misma época y el alzamiento zapatista en 1994, hasta las multitudinarias manifestaciones en Seattle, Barcelona, Quebec y Génova, la idea de un iinico e inevitable orden mundial bajo la égida de una modernidad capitalista ha sido cuestionada de diversas maneras. Conocidas en América Latina como “reformas del mercado” las reformas estructurales impuestas por el neoliberalismo intentaron reducir el papel del es- tado en la economia, asignarle el protagonismo a los mercados y favorecer la estabilidad macroeconémica; algunos analistas consideran que tales reformas aportaron ciertos éxitos (por ejemplo, un mayor dinamismo de algunos sec- tores exportadores, una mayor inversion extranjera directa, mayor compctiti- vidad en determinados sectores, control de la inflacién, y la introduccién de politicas como las de descentralizacién, igualdad de género y multiculturalis- mo). No obstante, los mismos analistas reconocen los elevados costes de estos supuestos beneficios en términos de incremento del desempleo y del trabajo informal, el debilitamiento de los vinculos entre comercio internacional y pro- duccién nacional, mayor desequilibrio estructural entre determinados sectores de la economia (dualismo estructural), impacto ecol6gico (incluyendo la expan- sién de monocultivos como la soya, la palma acciteta y la cafia de azicar como agrocombustibles), un agudo incremento de las desigualdades en la mayoria de paises y un aumento de los niveles de pobreza en muchos de ellos. A mediados de la pasada década, uno de los més reconocidos economistas latinoamericanos declar6, “posiblemente no haya un solo pafs en la regién en que los niveles de desigualdad sean menores de lo que eran hace tres décadas; al contratio, hay mu- chos paises en los que las desigualdades han aumentado” (Ocampo, 2004, 74). América Latina en una encrucijada 15 Segiin el ecologista uruguayo Eduardo Gudynas} muchas de las reformas neo- liberales continian vigentes. En tal sentido, mas que “el comienzo de un nue- vo sueio”, las transformaciones promovidas por los gobiernos progresistas podrian describirse como “el suefio de un nuevo comienz0”; es decir, mas retdricas que reales*, Pero al menos algunos factores importantes del mantra neoliberal han sido superados. Bl estado vuelve a set un actor principal en la gestién de la economia, especialmente a través de politicas redistributivas; y algunas de las empresas piblicas anteriormente privatizadas han vuelto a ser nacionalizadas, particularmente en el sector de los recursos energéticos. Mas all del nivel politico, serfa importante investigar hasta qué punto los procesos en marcha han cambiado aquellos imaginarios y deseos que tan profundamen- te arraigaron durante las décadas neoliberales; por ejemplo, las ideologias del individualismo y del consumismo, asi como la “mercantilizaci6n’” de la ciuda- dania, En otras palabras, queda por valorar el impacto de las reformas, tanto a nivel social como cultural. La crisis del proyecto moderno Un inciso sobre el uso que hago del término “modernidad” en este articulo* lo utilizo para referirme a los tipos de coherencia y cristalizacion de las formas (iscursos, practicas, estructuras, instituciones) que durante los uiltimos siglos han ido surgiendo de ciertos compromisos culturales y ontolégicos de las so- ciedades europeas. Hay una interesante convergencia entre ciertas narrativas filos6ficas, biolégicas y de los pueblos indigenas que afirman que la vida supo- ne la creacién de la forma (diferencia, morfogénesis) a partir de la dinamica de Ia materia y la energia®. Seguin tales visiones, el mundo es un pluriverso en in- cesante movimiento, una red siempre cambiante de interrelaciones que abar- can a los humanos y a los no humanos. Es importante sefialar, no obstante, Tista distinétdn y razonamiento fueron hechos por G Latinoamericano de UNC-Duke University, 6 de febre Para um anilisis mas detallado véase Escobar, 2008, > Fin algunas narrativas indigena tincion” (eéase, por ejemplo, Blaser —en imprenta- s idynas en su presentaciéin ante el Consorcio de Estudios 2006, la ereacidn de la Forma es considerada el pasaje de la “indistincion” a la “dis re el caso de los Yshiro de Paraguay 16 Controversia que el pluriverso también da origen a la coherencia y cristaliza en practicas y estructuras mediante procesos que tienen mucho que ver con los significados y el poder, Con la ontologia moderna, ciertos constructos y pricticas se han vuelto preponderantes, como la primacia de los humanos sobre los no huma- nos (separacion de naturaleza y cultura) y de ciertos humanos sobre otros (la separaci6n colonial entre nosotros y ellos); la idea del individuo separado de la comunidad; la creencia en el conocimiento objetivo, la razdn y la ciencia como los tinicos modos validos de conocer; y la construccién cultural de “la econo- mia” como un ambito independiente de la practica social, con “el mercado” como una entidad autorregulada fuera de las relaciones sociales. Los mundos y conocimientos construidos sobre la base de estos compromisos ontoldgicos se han tornado “un universo” que’ha adquirido cierta coherencia en formas socio-naturales como el capitalismo, el estado, el individuo y la agricultura industrial. Esto no significa que la “modernidad” sea una e inmutable; al contrario, ésté cambiando permanentemente debido a su propio dinamismo y a las criti- cas y presiones tanto internas como externas. En este trabajo, el término “mo- dernidad” hace referencia al tipo de euromodernidad dominante, basada en las separaciones antes mencionadas. Hay otras formas de modernidad, y tal vez hasta modernidades que no estén tan indeleblemente influidas por sus relacio- nes con la euromodernidad (Grossberg, 2008). La ontologia dualista contrasta con otras construcciones culturales, especialmente aquellas que enfatizan la continuidad entre lo natural, los seres humanos y lo sobrenatural; la imbrica- cién de la economfa en la vida social y el caracter restringido del mercado; y una visi6n del mundo profundamente relacional que condiciona las nociones de identidad personal, comunidad, economia y politica. Al universalizarse a si mismas, tratando a los demas grupos como diferentes ¢ inferiores a través de relaciones de conocimiento-poder (colonialidad), las formas dominantes de curomodernidad han negado la diferencia ontolégica de esos otros. Volvere- mos sobre este debate en la parte final de este trabajo, cuando analicemos el concepto de relacionalidad. Por ahora, quiero subrayar la coexistencia de dos proyectos, “el mundo como uniyerso” versus “el mundo como pluriverso”; en América Latina en una encrucijada_ 17 este tltimo proyecto, sus fuentes pueden localizarse en vatiados espacios de la vida intelectual, social y biol6gica, mientras que el primero contintia caracteri- zando el disefto cultural de lo que llamamos “globalizacion”®, Uno de los procesos destacados de las ultimas décadas, tanto en América Latina como en el resto del mundo, es la vigorosa incorporacién de los pue- blos indigenas a la escena politica, El alzamiento zapatista y la eleccién de Evo Morales como presidente de Bolivia en 2006 han contribuido enormemente al reconocimiento de este hecho en el ambito internacional. Aun en paises como Colombia, que tienen un porcentaje pequefio de poblacién indigena, han pasado a tener un papel prominente en los movimientos de resistencia, especialmente contra cl TLC con Estados Unidos. En las pasadas dos décadas, también han aparecido considerables movimientos de afrodescendientes en Colombia, Brasil y Ecuador. El resurgimiento de lo indigena y lo negro resalta el caracter hist6rico de la euromodetnidad, es decir, el hecho de que la “mo- dernidad” es un modelo cultural entre muchos, Los debates criticos acerca de la modernidad han dejado de ser territorio exclusivo de los intelectuales blancos o mestizos, para convertirse en cuestién de debate entre intelectuales y movimientos indigenas y negtos. Los pueblos y movimientos indigenas “han sido capaces de constituir un heterogéneo y multiforme polo de resistencia y de confrontacién social y po- litica que sitda al movimiento indigena como sujeto central en lo concerniente ala posibilidad de una transformacién social” (Gutiérrez y Ezcarzaga, 2006, 16). Tal afirmacién ha sido confirmada por la creaci6n de los “caracoles o Juntas de Buen Gobierno” en Chiapas, los acontecimientos en torno a la Sexta [sta es una afirmacién muy incomph sobre un debate complejo que abarea al menos cuatro posturas: a) la modernidad como un proceso universal de origen eutopeo —discursos intra curo/americanos-; b) las modderni clades alternativas —variaciones especificamente locales dela misma modetnidad universal-;c) las modernidades mills, es decig, la modernidad como multiplicidad sin un origen tinico o una euna cultural (Grossbers, 2008); d) la modernidad/colonialidad, que define al inextricable entramado de la modernilad con la elastien idn colonial de los pueblos en jerarquias, y la posibilidad de “alternativas a la modernidad” o transmodernidad (Mignolo y Escobar, 2009). Para una reciente actulizacion del debate, especialmente entre Grossberg y Blaser, vease Blaser (de prosima aparicisn) 18 Controversia Declaracién de la Selva Lacandona, los movimientos auténomos en Oaxaca (Esteva, 2006), los reiterados alzamientos en Ecuador y Bolivia, la activaci6n de pequefios pero perceptibles movimientos en Guatemala, Peri, Chile, Ar- gentina y Colombia, y las numerosas cumbres y encuentros de representantes de pueblos originarios, en los que se debaten ampliamente esta “ofensiva poli- tica’”’ y un “nuevo proyecto de civilizacién” (Mamani, 2006a). Los elementos clave de esta ofensiva estén relacionados con la defensa del tertitorio. como emplazamiento de la produccién y lugar de la cultura; el derecho a una cuota de autodeterminacién respecto al control de los recursos naturales y del “de- sarrollo”; y la relacién con el estado y con la nacién, principalmente articulada sobre la nocién de plurinacionalidad. Ninguno de estos aspectos est libre de contradicciones. La etiqueta “pue- blos originarios”, por ejemplo, podria situar a estas sociedades fuera del tiem- po y de la historia, mientras que el enfoque territorial tenderia a constrefir a los grupos indigenas en espacios geoculturales (Rivera Cusicanqui, 2008). Bl wicepresidente de Bolivia, \Alvaro Garcfa Linera)(2007b) previene sobre las iccturas esencialistas de ¢ de los mundos indigenas, a las que percibe como hibri dos de pricticas modernas y no modernas, mis que como portadoras de no modernidades. gModernizaciones alternativas 0 proyectos decoloniales? MG razonamiento es el siguiente: las actuales transformaciones socioecond- =icas, politicas y culturales sugieren la existencia de dos proyectos potencial- =eare complementarios, pero también contradictorios: a) “modernizaciones, aernativas”, basadas en un modelo de desarrollo anti-neoliberal y tendien- _ ss 2 una economia postcapitalista y a una forma alternativa de modernidad ena “modernidad satisfactoria”-, en palabras de Garcia Linera, Este proyec- s sene su origen cn el fin de la hegemonja del proyecto neoliberal, peto no s= compromete significativamente con el segundo aspecto de la coyuntura, es decir, la crisis de la euromodernidad; b) proyectos descoloniales, basados América Latina en una encrucijada 19 en un conjunto diferente de pricticas por ejemplo, comunales, indigenas, hibridas y, principalmente, pluriverbales ¢ interculturales-, tendientes a una sociedad postliberal -una alternativa a la curomodernidad-. Este segundo proyecto surge del segundo aspecto de la coyuntura y pretende transformar al neoliberalismo y al desarrollo. Permitanme establecer dos salvedades. Primero, considero que ambas opciones de algtin modo se estin dando a nivel tanto de los estados como de los movimientos sociales; mientras que a nivel del estado predomina la orientacién hacia la modernizacién alternativa, la segunda opci6n no esta del todo ausente. En cambio, mientras la segunda opcién estaria representada por algunos movimientos, diversas formas del pen- samiento y de las movilizaciones de izquierdas continuan siendo rigurosamente modernizadoras. De ahi la importancia de analizar estas opciones a nivel de a) el estado; b) los movimientos sociales; c) los nexos entre sus interacciones. Tedricamente hablando, mi interrogante es: ges posible pensar y Hegar mas alld del capital como expresién dominante de la economia, de la euromodernidad como construccién cultural dominante de la vida socio-natural, y del Estado como expresin central de la institucionalizacién de lo social? Si esta hipétesis es valida, podriamos hablar de tres escenarios: postcapitalista, postliberal y pos testatista. Tal cosa requetirfa una radical transformacién del monopolio de la economia, del poder y del conocimiento, que hasta hace muy poco ha caracte- tizado a las sociedades modernas/coloniales. Un criterio basico para responder estas preguntas y determinar el caricter de los cambios es saber hasta qué punto estan siendo cuestionadas las premisas basicas del modelo de desarrollo. Segundo, entiendo el “post” que antepongo a capitalista, liberal y estatista de un modo muy especifico. Se ha dicho sobre la nocién de “posdesarrollo” (Escobar, 1995) que sefialaba hacia un futuro pristino en el que el desarrollo ya no existirfa, Nada de eso pretendia tal nocién, que intuia la posibilidad de vislumbrar una era en la que el desarrollo dejase de ser el principio central or- ganizador de la vida social y que, més atin, vislumbraba que tal desplazamiento ya estaba aconteciendo en el presente. Otro tanto con el “postliberalismo”, como un espacio/tiempo en el que la vida social no estuviese completamente 20 Controversia determinada por los constructos de la economia, lo individual, la racionalidad -~ instrumental, la propiedad privada y demas factores que caracterizan al libe- “— ralismo y la modernidad. No es una situaci6n a la que se haya de llegar en el futuro, sino algo que esta en permanente construccién. De manera semejante, “postcapitalismo” implica considerar a la economia como constituida por di- versas practicas capitalistas, capitalistas alternativas y no capitalistas; supone un estado de cosas en el que el capitalismo ya no es la fuerza econdmica hege- ménica, en que el dominio de “la economia” no esta completa y “naturalmen- te” en manos del capitalismo, sino de un conjunto de economias: solidaria, cooperativa, social, comunal y hasta criminal, que no pueden ser reducidas al 0) capitalismo (Gibson Graham, 2006). En otras palabras, el prefijo post indica la nocién de que “la economia no es esencial ni naturalmente capitalista, las of sociedades no son naturalmente liberales y el Estado no es, como habfamos ‘7 creido, el tinico modo de establecer el poder social”. Sucintamente, el “post” implica que el capitelismo pierde su centralidad en |~ ln definicion de la economia, el liberalismo en la definicién de sociedad ydelo c politico y las expresiones estatales de poder en la definicién de la matriz de las corganizaciones sociales, Esto no quiere decit que el capitalismo, el liberalismo y las formas estatales dejen de existir; significa que su centralidad discursi- va y social ha sido parcialmente desplazada, permitiendo asi ampliar la gama de experiencias sociales existentes que son consideradas alternativas validas y czeibles a lo que hoy predomina (Santos, 2007A). En conjunto, el postlibera- smo, el postcapitalismo y las formas postestatistas indican alternativas a las formas dominantes de la modernidad eurocentrada; algo que podria definirse como alternativas a la modernidad 0 transmodernidad (Dussel, 2000). Que dicha nocién no es s6lo una presuncién de los investigadores, sino que puede deducirse de los discursos y las pricticas de algunos movimientos sociales y de intelectuales préximos a tales movimientos, sera lo que demostraremos en fo que resta de este articulo. El argumento sobre la posibilidad de 6rdenes sociales postliberales, postca- pitalistas y postestatistas es hasta ahora mas un atgumento sobre su potencia- América Latina en una encrucijada 21 lidad —en el campo de lo virtual— que sobre “cémo son las cosas en realidad”. En este sentido, seguir siendo una hipstesis de trabajo a perfeccionar y una declaracién de posibilidad, y como tal es planteada en este trabajo, con énimo de discusion. Pero también debo enfatizar que esto no le resta realidad a las tendencias que describiré. Los movimientos sociales actuales no sélo orga- nizan “protestas”, sino que articulan una potencialidad de cémo podrian set la politica y el mundo en otro contexto. Es en estos espacios donde no slo se incuban, sino que se experimentan y analizan nuevos imaginarios ¢ ideas acerca de cémo re/ensamblar lo socio-natural’. Ecuador: entre el neodesarrollismo y el posdesarrollo Ecuador ejemplifica las tensiones entre modernizaciones alternativas ¢ ir més alld de la modernidad, que en esta seccién analizaré como una tensién entre neodesarrollismo y posdesarrollo. Con el término neodesartollismo hago refe- rencia a formas de comprensién y practicas de desarrollo que no cuestionan las premisas fundamentales del discurso desarrollista de las tiltimas cinco décadas, aun cuando se introduzcan cambios importantes (Escobar, 1995 y 2009). Por posdesarrollo, me refiero a la apertura de un espacio social donde puedan refu- tarse tales premisas, como lo estan haciendo ciertos movimientos sociales. Rafael Correa fue clegido presidente en noviembre de 2006 con el apoyo de un amplio movimiento politico, Alianza Pais. La legada de Correa al poder estuvo precedida por una ola de revueltas indligenas iniciada en 1990. En sep- tiembre de 2008, una nueva Constitucién fue ratificada mediante referendum popular. Segiin declaré Alberto Acosta, presidente de la Asamblea Constitu- yente, la nueva Constitucién tiene “un objetivo fundamental: la repolitizacién de la sociedad ecuatoriana, reflejada en una creciente toma de conciencia por parte dé la mayorfa sobre la necesidad y, sobre todo, la posibilidad de un cam- EL razonamiento sobre la politica de lo vietual en relacin a los movimientos proviene de Deleuze y Guattat éanse Pscobar y Osterwell (2009); Osterweil (2008) 22 Controversia bio”. La nueva Constitucién establece que la finalidad del desarrollo es el sumak ansay, 0 “buen vivir”. Esto implica una “ruptura conceptual” con las inter- pretaciones del desarrollo de las tltimas scis décadas. El “buen vivir representa una oportunidad de construir colectivamente un nuevo régimen de desarrollo” (Acosta, 2009, 6). Para Catherine Walsh, “la vision integral y la condicién bisica del buen vivir ha estado en la base de las cosmovisiones, las filosofias de vida y las practicas de los pueblos de Abya Yala y de los descendientes de la diéspora africana durante siglos; ahora son recuperadas como gufas para la refundacién de los estados ¥ las sociedades boliviana y ecuatoriana” (2009a, 5). Para Gudy- nas (20092, 2009b), los derechos a la naturaleza, la “Pachamama”, reconocidos en la nueva Constitucién ecuatoriana representan un “giro biocéntrico” sin precedentes, en consonancia tanto con las cosmovisiones de los grupos étnicos como con los principios de la ecologia. El mandato constitucional para repen- sar el pais como una sociedad plurinacional ¢ intercultural es también admira~ ble. Todos estos autores, sin embargo, sefialan los tremendos obsticulos para trasladar tales principios a politicas y practicas coneretas. Mas avin, queda claro que muchas de las politicas puestas en practica por los gobiernos progresistas estan refiidas con los principios del “buen vivir”. El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010, subtitulado Planificacién para la Revolucién Ciudadana, nos permite ilustrar las tensiones entre neodesarrollismo y posdesarrollo. El Plan establece doce metas de desarrollo humano vinculadas con: a) democracia y patticipacién; b) un modelo econémico alternative y politicas sociales inclusivas; c) una genuina integracién social, politica y econdmica la- tinoamericana. El concepto de desarrollo humano incluye el desarrollo end6- geno, la diversidad cultural, el “buen vivir”, y la sustentabilidad ecolégica. El Plan define al desarrollo de la siguiente manera: “Por desarrollo entendemos la busqueda del bienestar colectivo (buen vivir) para todos, en paz y armonia con la naturaleza, y la ilimitada supervivencia YX de las culturas humanas. El buen vivir presupone que las verdaderas libertades, U/ portunidades, habilidades y potencialidades que los individuos poseen puedan ampliarse de tal modo que les permitan alcanzar simulineamente aquellas me- América Latina enunaencrucijada_ 23 tas consideradas como deseables por cada individuo —visto simultaneamente como un ser humano particular y como universal~¥ por la sociedad, los tetritorio y las diversas identidades culturales” (Senplades s. £, 59; énfasis afiadido). Es ésta una definicion interesante; no obstante, el lector atento percibira los conceptos ortodoxos sobre desarrollo (que he destacado en letra cursiva tanto en ésta como en otras citas de esta secci6n). Primero, aun cuando el Plan establece la necesidad de una definicion amplia de desarrollo que “no adhiera solo a la meta del crecimiento econdmico” (ibid., 59), la necesidad de creci- miento impregna la mayoria de aspectos del Plan; la premisa del crecimiento ¢s cuestionada como un fin, pero no como un medio, Hasta cierto punto, el Plan afirma la posibilidad de subordinar el crecimiento a otras metas, aunque las contradicciones son patentemente claras. Por ejemplo, el Plan menciona “dreas estratégicas para potenciar el crecimiento econémico que pueda favo- recer el desarrollo humano (energia, hidrocarburos, telecomunicaciones, mi- neria, ciencia y tecnologia, agua, y desarrollo rural)” merecedoras de “especial atencidn por parte del Estado” (ibid., 73). Esta nocién de areas estratégicas es Problematica, pues parece exenta de los criterios culturales y ecoldgicos que subyacen al concepto de sumak kawsay; las recientes politicas gubernamentales sobre mineria se basan en este principio’. Habria que considerar si no hay “areas estratégicas” que sean esenciales para el sumak kawsay'y que también de- berian ser fortalecidas. Hay una asimetria en el Plan, entre aquellos elementos que contribuyen al crecimiento econémico y aquellos que podrian favorecer estrategias viables para el “buen vivir”. Esta asimetria nos remite a una visién economicista y tecnocratica del desarrollo’, En resumen, el Plan de Desarrollo 2007-2010 y la Constitucién de 2008 abren la posibilidad de “cuestionar el significado histético del desarrollo”, 1 Sean Alberto Acosta, aunque la ley de Correa sobre mineria representa un avance sgnificativo respecta a las kcyes anteriores, vila algunos aspectos de In Constitucin. Las politicas agrarias de Correa favorecen al ran agto-nezocio y el uso de agroquimicos. En ambas areas, las mejotas se ven perjudicadas por una falta de cohe. rencia entre las politicas reales v los prineipios sociaistas (entrevista en Quito, 18 de agosto de 2009) Para mas detalles sobre este aspecto del Plan véase Escobar (2008) 24 Controversia como sefiala Acosta (2009, 12). La nocién de desarrollo como “buen vivir”: a) cuestiona el imperante “maldesarrollo” (Tortosa, 2009), resaltando la incon- veniencia de un modelo basado en el crecimiento y el progreso material como principios rectores; b) refuta la idea de desarrollo como un fin, enfatizando que el desarrollo es un proceso de cambio cualitativo; c) permite, en principio, estrategias que van mis alld de la exportacién de productos primatios, opo- aiéndose a la “reprimarizacién” de la economia, hoy tan en boga en todo el continente; d) aborda la cuesti6n de la sustentabilidad del modelo; ¢) ha hecho posible el debate sobre otros conocimientos y practicas culturales —por ejem- plo, indigenas y afroamericanas~ en el ambito nacional. Otros aspectos innovadores de los planes y la Constitucién serfan: a) al percibir a la naturaleza como parte constitutiva de la vida social, las nuevas constituciones hacen posible un cambio conceptual a favor del biopluralismo, dentro del cual la economia podria verse como algo integrado en sistemas so- Galles y naturales mayores, siguiendo los principios de la economia ecolégica. Esto hace posible una nueva ética del desarrollo, que subordine los objetivos econdmicos a los criterios ecoldgicos, la dignidad humana y la justicia social “Acosta, 2009); b) el desarrollo como “buen vivir” busca articular la econo- =aia, el medio ambiente, la sociedad y la cultura de forma novedosa, reivindi- c2ndo cconomias mixtas y solidarias (p. 47 del Plan);-c) introduce temas de jsticia social ¢ intergeneracional como principios de desarrollo; d) reconoce Jus diferencias culturales y de género, destacando a Ia interculturalidad como 20 de los principios rectores (Walsh, 2009b); e) favorece nuevos criterios, como la soberanja alimentaria, el control de los recursos naturales 0 el acceso al agua como un derecho humano"®, Todos éstos son cambios positivos. Pero, zconstituyen una “ruptura con- <=ptual” suficientemente amplia como para permitir los cambios radicales que 4 Constitucién vaticina? Para responder a esta pregunta, es necesario sefialar Para una introducci6n y el anilisis de las nociones de “buen vivir", derechos de la naturaleza y plurinaciona. Sad, véanse los tiles volimenes breves de Acosta y Martinez (2009, 2009, 200%), y Guynas (Wa y b) América Latina en una encrucijada_ 25 algunos problemas persistentes: a) contimia habiendo una serie de concep- tos contradictorios, incluso en torno al papel del crecimiento, anteriormente mencionados; b) hay una ausencia de claridad respecto al tipo de procesos necesarios para poner en préctica el Plan debido a dichas contradicciones; ©) se mantiene una visién general macrodesarrollista, que va en contra de la sustentabilidad ecolégica; d) petsiste una fuerte orientacion individualista, que se contradice con el potencial colectivista y relacional subyacente a la nocién de “buen vivir”; tal problema es inherente a una interpretacién del “desarrollo humano” basado en las “aptitudes”. Son muy importantes las etiticas que la Conaie, la principal red de orga- nizaciones indigenas de Ecuador, ha hecho a muchos de los aspectos del go- bierno de Correa. Para ella, la vision modernista del desarrollo es contraria a la interculturalidad. Y pese a que el Plan incorpora el concepto de un estado plurinacional, segiin las organizaciones indigenas el gobierno no ha adoptado sus propuestas, basadas en “la existencia de una diversidad de nacionalidades y pueblos, que constituyen diferentes entidades histéricas, econémicas, politicas y culturales”, El planteamiento de la Conaic a la Asamblea Constituyente era una “propuesta de vida” que implicaba una critica de las politicas neoliberales; reforma agraria integral; reparaciones sociales, culturales, ecoldgicas y econd- micas por los dafios ocasionados por las industrias petroleta, maderera y mi- nera; el cese de las concesiones a las empresas extranjeras; y el autogobierno de cada grupo étnico dentro del Estado y una sociedad intercultural dentro de Ja cual los diversos grupos pudiesen coexistir en paz y respeto mutuo, Muchas de estas demandas fueron ignoradas en la Constitucién de 2008. En general, muchas organizaciones indigenas ven al gobierno de Correa como defensot de una modernizaci6n alternativa basada en el conocimiento académico y, mas alla de sus posturas anti-neoliberales, con una participacién insuficiente de los pueblos indigenas, las minorias étnicas y los trabajadores. Ja interculturalidad es un concepto clave originalmente desartollado por la Conaie y que, con el transcutso de los afios, fue siendo perfeccionado por las otganizaciones de indigenas y aftodescendientes. Se refiere al didlogo y 26 Controversia la coexistencia entre diversos grupos culturales en condiciones de igualdad (Walsh, 2009b, 41) y pretende quebrar la centenaria imposicin de una vision cultural nica, Sobre todo, representa “un proceso dindmico y un proyecto de zeacién y construccién fundados en las acciones de la gente, que reconoce y enfrenta los legados coloniales atin vigentes y que invita a un diélogo entre sgicas, racionalidades, saberes, mundos y maneras de ser que tienen dere- cho a ser diferentes” (ibid., 59). Sin duda, la viabilidad de esta noci6n exige cambios profundos en las estructuras sociales en las que se sustenta el estado ssonocultural, monoepistémico y uninacional; como proyecto politico, es mas probable que logre afianzarse si se lo impulsa desde la base y no desde arriba. El estado, no obstante, ha adherido considerablemente a esta vision, al Sablar simultineamente de “revolucién intercultural” y de “revolucién ciuda- Gana”, Hallamos claramente definida esta meta tanto en el Plan de Desarrollo 2007-2010 como en la Constitucién de 2008. EI Plan sefiala que la intercul- sealidad inaugura una “nueva agenda politica” y que debe influir “sobre la =s6n a largo plazo del desarrollo”, Para Walsh, pese a tales avances, “la im- portancia e implicaciones de la interculturalidad en el proceso de cambios ceatinuan siendo terreno resbaladizo”, especialmente en relacién a los cam- bins estructurales necesarios para crear las condiciones en que las diferencias s=tomen visibles (ibid., 151). La articulacién entre plurinacionalidad e inter- cetturalidad —que tenga en cuenta aspectos esenciales como la definicién de saci6n, territorialidad, educacién, derechos y la ley- sigue siendo algo dificil @ alcanzar, Para avanzar més decididamente hacia la interculturalidad con el Ge de derribar las estructuras culturales, politicas y epistémicas del colonia- SS=o, concluye Walsh, seria necesario un giro descolonizador. Volveremos sobre esta nocién al final de este trabajo. Gabe sefialar que, aunque se han establecido elementos importantes para ese structura estatal alternativa, es necesario resaltar la voluntad politica que seauicre el disefio de politicas sociales, culturales y ecolégicas efectivas en sSmnoss de “buen vivir”, interculturalidad y derechos de la naturaleza. Como ‘Gedonas, Guevara y Roque (2008) han sefialado en su provisional pero bien ‘América Latina en una encrucijada 27 documentada evaluacidn de las politicas sociales de los regimenes progresistas en América del Sur, en todos los casos, hay una brecha considerable y una falta de coherencia entre las declaraciones y la practica real. Dicha brecha no es accidental; al contratio, confirma el hecho de que todos los regimenes progresistas siguen atrapados en los conceptos desarrolistas. sta serfa una conclusién injusta en lo que respecta a las constituciones, dado que las nuevas han surgido de profundas negociaciones, abiertas a interpretaciones diversas y a continuados procesos po- liticos en el desarrollo de su redaccién. Como sefiala Coraggio, “pretender un discurso coherente de las constituciones es exigir de ellas mucho mas de lo que permiten los procesos politicos y el caricter transitorio de la etapa de redaccién, incluyendo la imposibilidad de anticipar un discurso préctico para una época que atin no es la nuestra” (Comunicacién personal, 19 de julio de 2009). Para resumir el caso de Ecuador: a pesar de que en los nuevos discursos el “desarrollo” ha perdido cierta centralidad, abriendo espacios para los as- pectos vinculados con la cultura, la naturaleza y lo no econémico, el modelo ptopuesto continda siendo, en muchos sentidos, modernizador y regido por expertos. Aunque bosqueja una era de posdesarrollo, no avanza hacia ella de forma decidida; al final del presente trabajo analizaremos qué otras condicio- nes deberfan cumplirse para que tal fuese el caso!" Bolivia: Un proyecto postliberal y descolonizador? “Lo que existe en El Alto es na escuela de pensamiento comunal”. Estas pala- bras del socidlogo aymara Félix Patzi Paco, pronunciadas en una conferencia ener cerea de 920 millon "Una propuesta prometedora es la de ma el Parque Nacional Vasun, habitado por pucblos indigenas y enn una ica biodiversdad, como una med para contribuir a paiar el cambio climitico. La propuesta “pretende transformar antiguas concepeiones de la eco sonia $e rar una neva légica econémica para el siglo XXI, donde (Presidente Cortea, discusso pronunciado en obte ls propuestas para Yasuni, véanse hrrpr/ / artine Aliee (2007); y Acosta, Guelynas, Martinez y Vogel (2009) 28 Controversia ea Chapel Hill el 17 de noviembre de 2005 —tan solo un mes antes de que Evo Morales fuese elegido presidente de Bolivia con el 53,7% de los votos— sesumen la principal apuesta del actual proceso boliviano: las propias formas de pensar y de ser. El Alto, una ciudad principalmente aymara cercana a La Paz, que en tan s6lo tres décadas alcanz6 una poblacién de casi un millén de Eabitantes, la mayoria de ellos campesinos emigrados por causa de las refor- mas neoliberales de la década de 1980, se habia convertido segin Patzi en una escuela de otra manera de pensar, de un pensamiento comunal. Los conflictos que han acompajiado al gobierno de Morales desde su inicio reflejan cuestio- nes fundamentales sobre la visién del mundo; tales conflictos representan las controversias en torno al proceso simultaneo de emancipacién y de descoloni- zaci6n, opina Cristina Rojas (2009). Demuestran la existencia de “una crisis de paradigma, un agotamiento de la ideologia hegeménica” como resultado de la “cebelidn contra la estructura racial de la sociedad boliviana” (Patti, 2007, 308). Ex esta seccién plantearemos el interrogante de hasta dénde es posible cl espectro politico de “derecha-izquierda” y asi considerar la po de un tercer espacio politico, el de lo descolonial; interrogante que plantearse en Bolivia de manera mas convincente que en cualquier pais de las Américas. Esta interpretacién visualiza la posibilidad de una postliberal. De hecho, la politica descolonial y el postliberalismo sur- como dos aspectos del proceso mediante cl cual ciertos grupos de ese sin imaginando, y quizés construyendo, “mundos y conocimientos de Sencm”. Como en el caso de Ecuador, el proceso en Bolivia se desarro- el fondo de la doble crisis del neoliberalismo —en su especialmente aplicacién en Bolivia desde mediados de los afios ochenta— y de la . La dominacién étnica y de clase por parte de la minora no in- bs sido de las mas duras del continente, raz que explica la amplitud d de los levantamientos indigenas que se han sucedido desde la de 1970. ‘LeGonstitucién de 2008 declara que Bolivia es “un estado unitario, plu- = io, libre, independiente, soberano, democriatico y so- América Latina en una encrucijada 29 cialmente descentralizado, con autonomias territoriales” que se basa en “el pluralismo politico, econémico, judicial, cultural y lingiifstico”. Esta defi- nicién evidencia la complejidad de la refundacion del estado-nacién, mas atin cuando en su Predmbulo declara que “dejamos en el pasado el estado colonial, republicano y liberal”. Parte de lo novedoso del documento, y tal vez la causa principal de tensién, es que la Constitucién busca armonizar las formas liberales y comunitarias de gobierno a todos los niveles. El lado liberal es concebido en términos de igualdad y redistribucién, como lo explicase el vicepresidente del pais, al afirmar que uno de los fines del MAS —Movimiento al Socialismo~ era “la doble conquista de la igualdad”: derechos politicos para la poblacién indigena e igualdad econémica me- diante la redistribucién de la riqueza nacional (Garcia Linera, 2007a). La Constituci6n sittia a las formas de politica comunal en el mismo nivel que la democracia representativa, y considera a la educacién como democri- tica, pero también participativa, descolonizadora y comunal (articulo 78, citado en Rojas, 2009, 12)!2, De manera semejante al caso de Ecuador, la Constitucién boliviana establece que la meta social es el suma qamaita (“vivir bien” o “vivir bien en armonia”), un concepto profundamente arraigado en las ontologfas 0 cosmovisiones indigenas!?. La Constitucién prevé un tipo alternative de "? La eleceién de los miembros de la Asamblea Constituyente (AC) tuvo lugar el 2 de julio de 2006; la AC incluyé representantes de 14 fuerzas politicas: 137 del partido de Morales, el MAS (de un total de 225) y 60 de Podemos, el princip 21 comisiones sobre temas como la visién del pais, nacionalidades, derechos, organizacidn estatal, autonomias regionales, desarrollo social integral, hi drocarburns, coca y desarrollo amazdnico. La AC se reunié ea Sucre, presidida por Silvia Lazarte, quechua grupo de la oposicién, Hu y defensora de los derechos de la mujer; redacté el borrador de la nueva Constitucidn, compuesto por 411 articulos, aprobada por los dos tercios requeridos de los votos el 9 de diciembre de 2007, provocando dis Suere y otros departamentos orientales y meridionales de la “Media Luna” Beni, Pando, Santa Ia dlite terrateniente, que tal movimiento. Mientras Cruz y Tatija~, liderados por sectores de la derecha, el agro-negocio regional proclamaron la autonomia y amenavaron con la secesion, Morales declaté ilegs bajada estadounidense continuaba con sus hostilidades, el gobierno de Morales recibie el apoyo estas para la Constitucion desde la perspectiva de la cenas de la autonomia, véase Chaver (2008) que de la Unasar, Para un anilisis de las diversas pre tensidn entre las concepeiones “departamentales ‘Véase Medina (2001) para un intento temprano de establecer un dilogo entre las visiones oceidentales dlualistas del desarrollo y la interpretacion holistca del swma gama, véase también Yampara (2001) para una celaboracidn rigurosa de este concepto en el contexto de una comunidad aymara en particular, 30 Controversia desarrollo y una economia mixta que permitan modelos publicos, colecti- vos, individuales, comunales, asociativos y cooperativos, Esta de mas decir gee las tensiones que esta concepcién genera son numerosas, por ejemplo catre las autonomias indigenas dentro del contexto de un Estado plurina- Sonal y Jas formas de autonomia depattamental defendidas por los grupos” 4 negocios privados; entre democracia directa y democracia representa va; la radical redistribucién de la tierra de acuerdo a los derechos de sus propietarios indigenas originales versus los regimenes de propiedad mixta ee permiten tanto la propiedad comunal como la privada, pero sin nin- gin limite para esta ultima; la administracidn de los recursos naturales por. parte del estado segin criterios de desarrollo integral versus un modelo é economia mixta en el que los recursos son manejados por el mercado. Por debajo de la oposicién a Morales y la exigencia de mayor autonomia para los departamentos de la “Media Luna” se esconde el control de los recursos naturales, especialmente la tierra y los hidrocarburos. En Bolivia, 20.2% de la poblacién controla el 48% de la tierra; la “autonomia” exigi- & por las élites regionales lo que Chavez (2008b, 8) muy acertadamente define como el “bloque sensorial” y que también es conocida como la “oligarquia camba”— no es otra cosa que el rechazo a la teforma agraria. ‘Les beneficios de los hidrocarburos estan desigualmente distribuidos, con “= provincias de la “Media Luna” acaparando buena parte de ellos. Esta sscarnizada resistencia de las élites ha hecho que algunos intelectuales semaras afirmen que “Bolivia sufte de élites enfermas”, no sélo por su sspacidad en el control de los recursos, sino también por su imposicién de == modelo de civilizacién opuesto al de los pueblos indigenas (Mamani, 07), como “enferma”. Sobre la autonomia proclamada por la provincia de Santa Cruz y la reorganizacion de igarquia camba”, véanse Patzi (2007, 299-319) y Stefanoni (2007), La economia politica del control ‘cursos que hay detris de la oposicion de la derecha esta muy bien documentada en Weisbrot y wal 20084 América Latina en una encrucijada 31 — Este conflicto entre la vision liberal del mundo y la de los indigenas ha estado en el origen de las luchas indigenas al menos desde la rebelién de Tupac Amaru y Tupac Katari en 1780-1781. Como sefialé Silvia Rivera Cusicanqui en sus trabajos pioneros, los modos de vida liberales y comu- nales han ido de la mano a lo largo de buena parte de la historia de Bolivia, entretejidos “en una cadena de relaciones de dominacién colonial” (1990, 20). En ocasiones, los grupos indgenas han sido capaces de combinar habilmente formas liberales de democracia representativa (por ejemplo, en los sindicatos) con las formas de democracia directa de los aytlus', Aun con posterioridad a la Revolucion de 1952, el “espiritu liberal” logr6 penetrar en cl concepto de reforma agraria, socavando la organizacién social y territorial del ayllu (ibid., 24). En general, las formas politicas (por ejemplo, los sindicatos) han funcionado contra la légica de los ayllus, “blo- queando asi su expresién autonoma” (ibid., 32); por ende, el proceso de construccién del estado-nacién se ha basado en la negacién de la alteridad andina. Como sefiala Rojas, “esta es la paradoja liberal: los mecanismos de integracion —el mercado, la escuela, el sindicato— son nuevas fuentes de exclusion” (2009, 7). Todo esto requiere una “descolonizacion radical de las estructuras sociales y politicas sobre las que se ha construido nuestra coexistencia social” (Rivera Cusicanqui, 1990, 51). Rivera Cusicanqui identifica tres grandes ciclos hist6ricos u horizontes que se solapan y articulan de manera especifica en determinadas regiones y momentos hist6ricos. El primero, el ciclo colonial, se extiende desde 1532 hasta el presente; el segundo, el ciclo liberal, se inicia con las reformas liberales de fines del siglo XIX (la abolicién del ayllu y el surgimiento de la ciudadania); el tercero, o ciclo populista, comienza con la Revolucién SB ayllu “es la célula bisica de la omganizacidn social andina desde épocas prehispanicas; constituye una del siglo XIX, los términos ‘ayll’ y >eganizacion segmentatia, compleja, tertitorial y de parcaresco. A parti ‘comunidad? se tornaron sindni cen gran medida al proceso de fragmentacion experimentade por la sociedad andina desde la época colonial” (Rivera Cusicanqui, 1990, 13). Para una detallada prescatacion de las dimensiones twrritoriales, organizativas y eulrurales de un ayllu especifico como modelo cultural, véase el ‘excelente trabajo de Yampara (2001 32 Controversia Nacional de 1952 y llega hasta el presente. ¢Seria posible afirmar que la eleccién de Evo -Morales.da comienzo a un cuatto-ciclo, ebpostliberal, se- grin el marco de referencia establecido pot Rivera Cusicanqui? Tal cosa no implicaria que los horizontes anteriores hubiesen desaparecido, sino que habrian sido parcialmente desplazados y | Sin duda fue la raz6n por la que en 2000 las tensiones entre la logica liberal y la comunal alcanzaron tan alta intensidad. ¢Deberfa inter- pretarse esto como el agotamiento del conflicto en sus formas historicas conocidas, y tal vez el del propio modelo liberal? El resto de esta secci6n estard dedicado a analizar esta hipdtesis. Histéricamente, una tradicién “nacional-popular” de resistencia, como se la ha denominado"®, culminé en la conocida revolucién de 1952, en la que la clase trabajadora, los campesinos y algunos sectores de la clase media derrocaron al orden oligarquico en el poder desde la independencia nacional en 1825. El poderio de esta tradicidn de organizacién popular de abajo hacia arriba fue tan manifiesto que se ha dicho que “en ningtin otro pais de Amé- ica Latina las clases populares habjan logrado tanto por propia iniciativa” Hylton y Thompson, 2007, 8). En la década de 1970, la conciencia de clase popular y.campesina comenz6 a converger con la conciencia étnicaa medida que resurgia el katarismo y gracias a influyentes intelectuales indigenas como Fausto Reinaga. La parcial transformacién desde una orientacién nacional- popular hacia una de cardcter indigena-popular —“el cauteloso acercamiento entre la mina y el campo” (Rivera Cusicanqui, 1990, 28)— estaba ya vigente en las movilizaciones contra las drasticas reformas neoliberales de 1984-85 impuestas pot Siles Suazo"”, el movimiento cocalero de la década de 1990 y, con gran intensidad, en los alzamientos populares de 2000-2005, en los que el discurso aymara alcanzé enorme prominencia. Qué surgiré de esta oleada de movilizaciones plurales es algo que no esti claro. Como minimo, algunos argumentan que el gobierno del MAS esta favoreciendo un nuevorordena © Vease Hylton y Thompson (2007, 7) en la linea del weérieo politico bolivian René Zavaleta xente asesorada por Jeffrey Sachs, del Instituto Harvard para el Desarrollo Internacional América Latina en una encrucijada 33 Mientorestatal —aut6nomo y plurinacional— y, probablemente, una sociedad mas abierta, justa y participativa, en sintesis, un nuevo concepto y una nueva Practica de la democracia y de la nacién (Pnud, 2007)'8, El vicepresidente y sociélogo Alvaro Garefa Linera es quien mejor ha arti- culado una perspectiva de izquierdas. Para él, la meta del gobiernodel MAS es. obtener un alto grado de control de la producci6n de riqueza y de'la distribu-, ciGn de la plusvaifa (con una meta preestablecida de controlar el 30% del PIB, que nunca sobrepas6 el 7% con los anteriores gobiernos). Este control de la economfa podria set la base sobre la cual articular las “tres modernizaciones”: del sector industrial; de la microempresa artesanal urbana; y del sector comu- nal rural, Garcia Linera reconoce que sin duda hay una légica que proviene de los mundos indigenas, que no esté separada ni es antagénica con la logica Occidental. Esta es una visién nueva en la izquierda; sin embargo, considera que ciertas posiciones que se atribuyen a la diferencia indigena pecan de ro- mantizar y esencializar la imagen de lo indigena; “en lo profundo”, afirma, “todos quieren ser modernos” (2007b, 152). De all-el énfasis en la igualdad como opuesta a la diferencia, que est bien expresada en su conceptualizacién de un “capitalismo andino-amazénico”, que articule formas capitalistas y no capitalistas y que, mediante la accién virtuosa del Estado, pueda generar la plusvalia necesaria para sustentar una transicién hacia un orden postcapitalista (ibid., 158, 159). Esta visién centrada en el estado, dialéctica y teleolégica de la transforma- cién social, posee una serie de elementos renovadores, aunque continua den- * Para antecedentes sobre el periodo neoliberal y el significado de las luchas populares c indigenas, ademis de Hylton y Thompson (2007), véanse Postero (2007), Crabtree y Whitehead (2008), Powers (2006), Arhona (2007), Medeitos (2005), vel esto de fuentes en castellano citadas en esta seccion. Las siguientes paginas web Contienen utiles perspectivas bolivianas sobre los acomtecimientos actuales: Presidencia de Bolivia: hnp:/ wonupresidencia gobbo/; Portal del gobierno de Bolivia: htp://wwwbolivia govbo/; Capitulo Boliviano de Derechos Humanos:capbol@derechoshumanosholivia.ong: Universidad para la de Investigacin Estratégiea ¢n Bolivia, Upieb: http://wwwupichedubo; Periddlico Pukara, Cultura, Sociedad y Politica de los Pucblos Originarios: hep://wwwperiodicopukara.com/; Programa de Investigacion Estratcxica en Bolivia, Pich » Revista Tinkazos: hrtp:/ /pieb.com.bo/ 34 Controversia ag de los confines de la establecida perspectiva eurocéntrica y modernizadora a izquierda’’, Tiende a reactualizar los imaginarios desarrollistas (Stefanoni, 207). El resto de esta seccién estara dedicada a presentar y analizar una inter- pectacién completamente diferente, que busca romper con el marco de referen- Giz de la modernizacién y del estado que comparten tanto los liberales como la sxquierda. Tales interpretaciones sugieren la posibilidad de politicas y formas de erganizacion social no capitalistas, no estatistas y no liberales. Este enfoque se Ses2 en una teotia social y en un conjunto de enunciados totalmente diferentes, = partir de los cuales surge una interpretaci6n diferente de las luchas respecto a ls dindmica de los movimientos, sus formas de organizacién y sus fines. Sobre la protesta popular y la forma comunitaria de lo politico?” Entre 2000 y 2005, Bolivia fue testigo de una oleada de alzamientos populares six precedentes caracterizados por la vigorosa presencia de los grupos indi- eenas. Las “‘guerras del agua” en Cochabamba y las “guerras del gas” por la eacionalizacin de los hidrocarburos de 2003 —“el-afio: rebelde”, como se lo &2 llamado- fueron los momentos culminantes en esta ola insurreccional, Al- e2nos observadores han considerado estos alzamientos como un importante sxdicador del resurgimiento de los mundos indigenas y del rechazo al sistema SSeral basado en la democracia representativa y la propiedad privada. Este ha sido especialmente el caso desde 2003 en el area urbana de Ell Alto, donde se ce que ha emergido un nuevo tipo de politica, considerablemente influido por las practicas comunales indigenas. Esta breve presentacién de la postura de Garcia Linera es extremadamente esquemitica y no pretende dar cuenta de la complejidad de su pensamiento. Véase la recopilaciéin de sus eseritos hecha por Pablo Stefanoni Garcia Linera 2008). > La interpretacidn detallada e ora los socidlogos aymaras Vélix Patzi Paco y Pablo Mamani, el escritor uruguayo Rall Zibechi, y Ia socidloga mesicana Raquel Gutigerer Aguila. Los trabajos de Silvia Rivera Cusicangui y otros intelecruales bolivianos gue seria analizados en esta seccidn son tambien importantes para la perspectica que aqui desarrollo, Avngue esta seccifn ha sido propuesta por diversos intelectuales y actvista, incluyen- dichos autores tienen experiencias ¢ influencias académicas ¢ intelecruales diferentes, hay en sus enfoques algunos aspectos compartidos América Latina en una encrucijada 35 Para el socidlogo aymara Félix Patzi Paco, estos movimientos “apuestan Por la transformacién desde la perspectiva de su propia filosofia y de sus pro- pias pricticas econémicas y politicas... En tal sentido, las autonomias indige- nas responden a un nuevo paradigma politico” (Patzi, 2004, 187-188). Para él, és una lucha en torno a qué tipo de sociedad quieren construir los bolivianos, De maneta similar, Pablo Mamani habla de un “mundo indigena-popular” en movimiento, definido como: “Una gran articulacién politica, cultural, ideol6gica y territorial entre lo indigena ¥ lo popular. Lo indigena, como la gran matriz civilizacional con su poblacién y sus dimensiones linguifsticas, culturales y territoriales; lo popular, representado Por indigenas de los sectores urbanos que ya no se sienten indigenas, ademis de trabajadores, intelectuales, y otros sectores que no pertenecen a la élite. Aqui, lo indigena aparece como la matsiz orientadora del proyecto, mientras que lo popu- lar constituye la matriz ideolégica de la nueva articulacién politica” (2008, 23). Las reivindicaciones que plantean estas interpretaciones no dejan de ser audaces; lo que est en juego es la organizacién de la sociedad en términos di- ferentes a los del liberalismo, Raquel Gutiérrez Aguilar lo argumenté de forma mas sucinta; en Bolivia, escribid, “A partir de 2000, las formas comunales-populares y nacional-populares frac- turaron el paradigma liberal de forma indudablemente abrupta.... Lo que que- d6 demostrado fue... la posibilidad de alterar profundamente la realidad social para preservar, transformandolos, ancestrales mundos de vida colectiva, y ge- erar formas nuevas y fructiferas de gobierno, de asociacién y de autorregu- lacién. En cierto sentido, las ideas centrales de esta senda podrian sintetizarse en Ia triada: dignidad, autonomiay eooperacion” (2008, 351). " Mameni hace referencia al componente indigena como la dalla, 0 masas indigenas que habitan todas las regiones del pas, Hay, no obstante algunas cspecificidades por las que el mundo holla le la eon anna tariamente aymara y quechus— con su diversidad de lenguajes y formas histicas, es percibido en factual proyecto cultural-politica, Fsto ha levado a la derecha a hacer referenc 10 el que juin el un “fundamentalismo aymara”, dds ls poderosasreclamaciones de auteicteminaciGn de los grupos aymaras (2008, 25) 36 © Controversia La insurteccidn, en otras palabras, significé el inicio de un continuo pro- <> de reconstruccién social, desde lo local y comunal hasta lo regional y sscional, En lugar de reconstruir el orden social desde las alturas del estado como en el proyecto del MAS), el proyecto indigena-popular va mas allé del estado; desde esta perspectiva, los estados “no son los instrumentos adecua- os para generat relaciones sociales emancipadoras” (Zibechi, 2006, 25). Tales seezpretaciones van més alli del marco de referencia centrado en el Estado, are centrarse en la gente movilizada como una multiplicidad y en las acciones Se una maquina social comunal, que-dispersa las formas de poder de la ma- qainaria estatal (ibid., 161). Estas investigaciones se centran en las pricticas que sustentaron el alza- cxieato ¥ la insubordinacién acontecidos en mayo de 2000, incluyendo: a) las Sechas urbanas auténomas de Ell Alto; b) la insurgencia comunal rural indige~ xx ©) las luchas de los cocaleros y otros grupos campesinos ¢ indigenas en las ==siones orientales del pais. La distincién entre “formas comunales” y “formas cccusales” permite a estos intelectuales vislumbrar formas de “autorregulacion Se be coexistencia social mas alla del Estado moderno y del capital” (Gutié- ==> A 2008, 18), y revelar la existencia de una sociedad “caracterizada por setecones sociales, modos de trabajo y formas de organizacién no capitalistas «a0 Bherales” (Zibechi, 2006, 52). Los principales rasgos de la regulacion no “ecscea y no liberal incluyen las asambleas deliberativas para la toma de deci- Sones, la horizontalidad en las organizaciones y la rotacién en las funciones. ‘Ceracterizacién de las luchas Las luchas pueden describirse en términos de autoorganizacion enfocada «ts construcci6n de formas de poder no estatales, estas son definidas como “sermas de poder que no estan separadas ni divididas de la sociedad, por Sexpio, que no crean un grupo especifico que tome las decisiones, luche o seexcie los conflictos internos” Gbid., 40). Tales formas se manifiestan como “sccogobiernos barriales” 0 “antipoderes dispersos”, es decir, formas de po- de> difusas, cuasi microbianas ¢ intermitentes, Mamani (2006b) sugiere que en ‘América Latina en una encrucljada 37 El Alto se puso en prictica una territorialidad alternativa a la del estado, que reemplaz6 a las formas del poder establecido. Sustentando esta tertitorialidad hay relaciones sociales basadas en un sistema organizado comunalmente tanto a escala econémica como politica (Patzi, 2004). Otras caracteristicas de las luchas serian: 1) Un tipo de lucha que no aspira a tomar el poder, sino a reorganizar la sociedad sobre la base de las autonomias locales y regionales, En la socie- dad aymara, “las capacidades aparecen distribuidas y dispersas por todo el cuerpo social y, en iltima instancia, estén sujetas a las decisiones de las asambleas, ya sca en el campo o en las ciudades” (Zibechi, 2006, 29)22, Existen mecanismos en la sociedad aymara que limitan la formacion de un Cuerpo representativo que tome las decisiones, entre ellos, la deliberacién colectiva para la toma de decisiones, la rotacién de los representantes, y la permanente presin desde abajo sobre las instituciones de los movimien- tos sociales. 2) Un tipo de lucha que se caractetiza por la activacién de relaciones sociales y formas de organizacién no capitalistas y no liberales. Esto también se ha dado en areas urbanas, donde las formas comunales fueron reconstruidas sobre la base de principios similares de territorialidad”3, 3) Las luchas que intentan contrarrestar la tendencia del Estado y la izquierda de neutralizar las diferencias, por ejemplo, mediante proyectos de desarro- llo y modernizacién (Medeiros, 2005). De este modo, las formas autoges- tionarias de economia, aunque estén articuladas con el mercado, no son organizadas segiin principios liberales ~es decir, que las organizaciones es- ten separadas de la vida cotidiana y basadas en jerarquias, la planificacién racional y la instrumentacién— sino que se guian por principios comuna- son ise también Mamani (2005) y Rivera Cusicangui (1990, 33-38) sobre onganizacin de los aya y Yampa, 2001 les familiares, pricticas econdmicas, relaciones de género, redes, formas de organiza Fin términos de uni cin, véanse Zibechi (2006, 59) y Mamani (2005, 20066) 38 Controversia les, La resultante seleccién de formas econdmicas podria ser caracterizada como una “economia diversa”, en la que coexisten formas capitalistas, capitalistas alternativas y no capitalistas (Gibson-Graham, 2006). © Un tipo de lucha que surge de un conjunto diferenciado de normas y pric- ticas culturales. Lo que se logré con la insurreccién fue “una sociedad otra”, el objetivo no era lograr el control del estado, sino “organizarse como los poderes de una sociedad otra” (Zibechi, 2006, 75), 0, en palabras de Mama- ni, “comprometerse con el Estado, pero slo para desmantelar su raciona- lidad y asi imaginar otro tipo de racionalidad social” (2008, 25). Son estas firmes declaraciones a favor de una légica postestatista y de una espacialidad no liberal, Segiin esta interpretacion, lo que estd en juego en la oleada de insurrec- Sones es lograt sociedades en movimiento, en lugar de movimientos sociales Dwechi, 2006, 127-129 y Gutiérrez A., 2008). Es esta una diferencia impor- caste que est en el nticleo del argumento sobre el postliberalismo. Tal pers- pectiva implica también una visién diferente del poder; segiin esta visién, el == que propone la dinamica popular es la emancipaci6n de las relaciones de poder instituidas por la modernidad: cambiar el mundo sin tomar el poder SGotiérrez A., 2008, 41), La emancipacién se convierte en una praxis de sestocamiento y fuga”: trastocamiento material del orden existente y fuga & los contenidos seminticos y simbolicos que confieren significado a lo ins- sesdo (“éxodo semantico”). Esto también implica una valoracién positiva del scicter desarticulador de las luchas (la capacidad de los movimientos de des- sectenar, desconfigurar), es decir, su funcin de subvertir las formas de poder Seschuidas y naturalizadas (Gutiérrez. A., 2006). De esta interpretacién surge una cuestién fundamental, la de “ser capaz de “cxshilizar en el tiempo un modo de regulacién que esté fuera, contra y més alld Se orden social impuesto pot la produccién capitalista y el Estado liberal” Qesca hace eco de John Holloway y de las propuestas zapatistas América Latina en una encrucijada 39 (Gutiérrez A., 2008, 46). El concepto de “sistema comunal” y la légica comu- nitaria hacen posible indagar en la complejidad de dicha cuestion. EI “sistema comunal” La lectura alternativa de las luchas populares propuesta por la anterior inter- Pretacién sugiere que tales luchas surgen de la materialidad histéricamente sedimentada y de las formas culturales de los grupos en ellas involucrados, En una conceptualizacién, estas formas son analizadas en términos de “sistema comunal”. Conviene citar al completo las palabras de uno de sus partidatios, el socidlogo aymara (¢ inicial ministro de educacién en el gobierno de Morales), Félix Patzi Paco: “Con el concepto de comunal o comunitario hacemos referencia a la propie- dad colectiva de los recursos combinada con la gestion y utilizacién privadas, Nuestro punto de partida para el anilisis de los sistemas comunales son, sin duda, las sociedades indigenas. En contraste con las sociedades modernas, las sociedades indigenas no han reproducido los patrones de diferenciacién ni |a separacidn entre dominios (politicos, econdmicos, culturales, etc.); por lo tanto, funcionan como un sistema tinico que relaciona el entorno interno y el externo, El sistema comunal se puede apropiar del entorno liberal sin que esto implique la transformacién del sistema (y viceversa)” (2004, 171-172). En la economia comunal, como es practicada por muchos grupos urbanos € indigenas, los recursos naturales, la tierra y los medios de trabajo son de Propiedad colectiva, aunque distribuidos y utilizados de forma privada. La ver- dadera propietaria es la comunidad, aunque el individuo y la familia son los Propietarios del producto de su trabajo, Todo el sistema esti controlado por la colectividad. En las zonas urbanas, esto puede asumir la forma de una empresa comunal, incluso en el sector cultural. La dimensién politica es tan importante como la dimensién econémica; el poder no esti en manos del individuo ni de un grupo especifico, sino de la colectividad. En la forma politica comunal, “la soberania social no se delega; se ejerce directamente” mediante diversas formas de autoridad, servicios, asamblea, etc. el representante manda porque obedece” (ibid., 176). 40 Controversia Ls propuesta del sistema comunal implica tres puntos basicos: 1) La per- relativizacién de la economfa capitalista y la expansién de las em- comunales y de formas no capitalistas de economia; 2) la relativiza- & la democracia representativa y su sustitucién por formas comunales sGemocracia; y 3) el establecimiento de mecanismos de pluralismo cultural base para una genuina interculturalidad entre los diversos sistemas s (Ibid., 190). Este ultimo punto es importante, dada la tendencia ficar las posiciones basadas en una visién enérgica de la diferencia aduciendo “separatismo” y, hasta “racismo a la inversa”. Patzi es al sefialar que el sistema comunal no se basa en la exclusi6n de ningun “e=50. Utiliza los avances del conocimiento y tecnoldgicos de la sociedad ‘Bexil pero los subordina a la logica comunal; en el proceso, el sistema co- ‘musal mismo se vuelve mis competitivo y justo. Tal propuesta no pretende “ess cucva hegemonia, sino el fin de la hegemonja de cualquier sistema. Para geenzar esta meta, se requiere una transformacién importante, quizé la re- Ssedacion de las sociedades del continente, basindose en ottos principios @ sociabilidad. La segunda critica habitual a las propuestas de un orden de alterizacién, seme el sugerido por Patzi, es su caricter romantico, localista o esenciali- ado. Patzi tiene cuidado en no plantear culturas puras o eternas, Sitta al liberal en el contexto histérico: “Consideramos que el capitalismo y ‘= forma liberal de sociedad han cumplido su ciclo; durante los pasados cua- ‘==> siglos fueron capaces de expandirse por todo el planeta”. Considera a los comunal y libetal como parte del mismo espacio social, no como si =Ssscesen sepatados uno del otro. Como sefiala el Colectivo Situaciones en 2 Epilogo al libro de Zibechi aqui citado, esta visién de lo comunal siempre S=plica “comunidad en movimiento”; mas que una entidad preconstituida, la semunidad “es el nombre dado a un cédigo organizativo y politico especifi- = 2 una tecnologia social singular”; la comunidad evoca “energias colectivas serroboradas”; como tales, y “en contra del sentido comin, la comunidad produce dispersién”, que puede tornarse esencial para la invencién de moda- Sdades amplificadas y no estatistas de cooperacién (Zibechi, 2006, 212, 215). América Latina en una encrucijada 41 En la siguiente seccién hablaremos mas sobre los otros riesgos implicitos en el lenguaje de la comunidad desde una perspectiva feminista descolonial, Una tercera critica habitual a las posiciones articuladas con base en la dife- rencia es que niega la modernidad de aquellos a los que consideran diferentes. Sin duda es importante evitar insinuar que lo indigena “no es moderno”; pero también es crucial comprender de qué manera es mas que eso, La afirmacién de no modernidad en el contexto postliberal no implica un rechazo de la capacidad de los grupos subalternos de “ser modernos” o de funcionar en Ambitos modernos. Aun las nociones modernas fundamentales, como el cre- cimiento o la tecnologia, tienen su sitio dentro de una perspectiva pluriversal, pero este crecimiento debe ser visto desde la perspectiva de una racionalidad no economicista. En torno al término “comunal” hay importantes diferencias entre los intelectuales y los movimientos sociales bolivianos. Desde principios de la década de 1980, el Taller de Historia Oral Andina (Thoa) esta embarcado en un importante proyecto centrado en la reconstitucién del ayllu. Una de las principales intervenciones de este grupo ha sido defender la necesidad de una ruptura epistémica con el conocimiento convencional mediante el uso de la historia oral para fundamentar los esfuerzos transformadores “desde lo propio”, es decir, a partir de la historia y el pensamiento in- digenas. Desde esta perspectiva, lo comunal es visto como un concepto reduccionista que necesita ser sometido a la critica epistémica. El Thoa enfatiza la reconstitucién del ayllu, un proceso que abarca la totalidad de la experiencia social, cultural y territorial de los mundos indigenas, con el potencial para un verdadero Pachakwii, una profunda transformacién en la que todo cambia, volviendo a centrar la existencia en el “vivir bien”, Esta visi6n sostiene la importancia de los tertitorios ancestrales de los aymaras y quechuas —ayllus, markas y suyus— y la armonia entre todos los seres. Politicamente, el énfasis recae en la reconstruccién de las autoridades y formas de gobierno originarias; la permanente busqueda de autonomfa de las catotce naciones aymara y quechua sobre la base de las concepciones 42 Controversia F pricticas sociales originarias (las complementariedades, incluida la de snero); y el desarrollo de una concepcién y prictica de la autonomia me- Sante el uso de categorias propias®®, Los intelectuales indigenas ponen énfasis en el caractet pluriversal de su pesspectiva. Como escribe Mamani, “Las culturas indigenas son complejas y Seamicas... tienen su propia plasticidad que les permite apropiarse y convertir == original lo que les es ajeno, hacerlo suyo” (2007, 7). Como sefiala en otra arte, “no es una cuestién de construir una hegemonia indigena-popular to- ‘ssleadora, sino una hegemonia bifurcada, mucho més compleja y que pueda s=scular un proyecto cultural ¢ hist6rico capaz de convencer a los demés y al gebiemo sobre la base de este acuerdo” (2008, 26). El ataque de la derecha sem “los indios”, al contrario, no es simplemente racista, sino que refleja ‘%= Srolerancia ontolégica. Los blancos y los mestizos se han opuesto durante Sgios a cualquier formacién social pluralista. Histéticamente, “los indios” han ‘Ssado mis abiertos al pluriverso, como intuyese Rivera Cusicanqui: “Desde sus primetos actos de rebeldia por ejemplo, 1771-81 en Bolivia, los grupos indigenas siempre propusieron un modelo inclusivo de sociedad. Hoy dia, buscan igualmente revertir la situacién colonial en beneficio de to- dos los grupos, aunque reconaciendo ef becho de nna mayoria indigena, Esto abre la posibilidad de una ‘profunda descolonizacién’ —una ‘indianizacién’ de toda la sociedad, que incorpore las modernidades indigenas basadas en lo comunal, con su particular sociabilidad que es alternativa en relacién a la occidental” (2008, 4; énfasis afiadido). Sis breve descrpciin de un grupo tan importante, que + consituyé en weno a Silsia Rivera Cascangul = pemcpios de la década de 1980 y que desde entonces viene produciendo desacadon trabsjos hitoneos etic. resulta inadecuada Se basa en presenacionesysubsecuentes conversacionen con Marcelo Fernander Gis membre Thoa desde hace tes décadascinvestigador de los sistemas legals tadcionales Fermin, Sie. + con Vamila Guiérez Calisaya, del Consejo Nacional de Arius y Matkas del Qullessyu, Conama SSHeP. Pca estos ds intelecrualesaymars, el gobierno del MAS no ha logeado tender hacia wn espacio des Sel ex el que In econsiucia delat sel posible. Esto no signifien que Thom tenga ova propoesea meat claborads pura ambos autores, an no se ha logeado define desl el mismo als una eons sais Sees ea autonominy dela polite (Gurr Casas, 200) América Latina en una encrucijada 43 O, como lo expresase Marisol de la Cadena, hoy en América Latina, la indige- nidad “es una formacién histérica caracterizada por su elocuente adopcién de instituciones modernas y no modernas” (2008, 9). Volvamos a las conclusiones de Gutiérrez Aguilar para cerrar esta secci6n: del anilisis previo surge una cuestién fundamental, la de “ser capag de estabiligar en el tiempo un modo de regulacin que esté fuera, contra y mas allé del orden social impuesto por la produccién capitalista y el Estado liberal” (2008, 46). A estas alturas, deberia estar claro que la emancipacién dentro del esquema liberal o de la mayorfa de las concepciones de izquicrda no seria posible. Es necesario un decidido desplazamiento hacia lo descolonial 0, como Rojas es- ctibiese (2009), pensar en términos de cmancipacién-descolonizacién; si la emancipacién-descolonizacién ha sido practicada en diversos momentos de la historia gseria este el caso actualmente? La nocién de indianizaci6n de la so- ciedad de Rivera Cusicanqui -una completa inversién de la occidentalizacion hegeménica~ parece sefialar en esa direccién. Esto significa ir mas alli de lo descolonial como opcién cultural-politica. No obstante, hacer tal cosa reque- titia un verdadero “desclasamiento epistémico” por parte de la izquierda -es decir, la izquierda tendrfa que renunciar a su supuesto papel de portadora de la verdad y a sus intentos de controlar las acciones de los grupos subalternos. Como demuestra el caso boliviano, este “desclasamiento epistémico” no es ficilmente alcanzable desde posiciones estatales. Aun cuando la Asam- blea Constituyente fue considerada por los movimientos popular-indigenas como un espacio importante para reconstituir el orden colonial-republicano, la Constitucién acabé “dando refugio, en gran medida, a lo liberal” (Mama- ni, 2008, 27). Para el gobierno del MAS, el desafio es “mantener un didlogo abierto con las bases, un didlogo capaz de reactivar la potencia y creatividad de la extraordinaria, multiforme y polifnica capacidad social -propia de los indigenas bolivianos y de las masas populares— para desorganizar el orden constituido sobre la base de sus propias formas de organizacién, reinventando y proponiendo nuevas reglas de juego” (Linsalata, 2008, 17), Partiendo de los ptincipios politicos auténomos compartidos por varios de los autores aqui 44 Controversia los, existen serias dudas respecto a la capacidad del estado y de la para abrirse a los lenguajes y las demandas de los movimientos au- de acuerdo a estos lineamientos”®, forma comunal y las ontologias relacionales2” al debate sobre el postliberalismo ha estado la idea de que hay culturales que difieren def liberal. En cuestin esta la coexistencia y ‘econstruccién de multiples mundos, un tema que esta siendo abordado ema novedosa en los tiltimos tiempos. Una discusién rigurosa de esta Sa esta mas alla del propésito de este trabajo; no obstante, desearia hacer observaciones sobre estas tendencias antes de acabar. Ssh términos antropoldgicos y filos6ficos, muchos mundos basados en el eden ser vistos como ejemplos de visiones del mundo u ontologias rela- Las ontologias relacionales son aquellas que evitan las divisiones entre y cultura, individuo y comunidad, nosotros y ellos, que son centrales en éa de la modernidad liberal. Esto quicre decir que algunas de las luchas = continente —incluyendo las luchas por la autonomia en Chiapas y Oaxaca, indigenas, de afrodescendientes y algunas luchas campesinas en Colom- Pex, Ecuador, Guatemala, Bolivia y otros paises~ pueden ser interpretadas De cin modo debe entenderse esto en el sentido de que los gobiemos de izquierda no deben ser apoyados $iScaemciin personal es que deben seraporatos y defendkidos; sin dua es fundamental hacerlo. Pero tambign es seperunte el debate en toro a ellos. Para algunos, el pensamniento de izquierda impide al MAS entender la hucha sexdie= como algo mis que una bandera politica —“una banderita para ganar” (Quispe, 2008, 30), Mamani con ses ee error la negociaciom de Garcia Linera durante el proceso de la Asamblea Constinayente (2008, 26). De tal sren ls vision y Ia politica de deseolonializaci6n anunciada durante los peimeros meses del gobierno de Morales {Se sto progresivamemte relegada por el circulo de poder del Presidente; “parecer” ~concluye Patzi al analizar ssstberwe intento de descolonizar las estructuras educativas como Ministeo de Educacién y Cultura en 2006~ que ee Morales ya no esti interesado en las transformaciones profuundas” (2007, 346). Garcia Linera deseribe su sSgee como “Ta dléetica entre movimiento Estady entre energit socal y la objetvacin de dicha eneng” NT. 159). La perspectiva de ‘sociedades en movimiento’ no tiene eabida dentro del pensamiento dialétic Ba adeas de esta seccidn son parte de un proyecto eoleetivo con Marisol de la Cadena y Matio Blaser, Por esta sete walizo la primera persona del plural. Véase Blaser, de la Cadena y Escobar (2008), de la Cadena (2008), Bisse (en imprenta), Escobar (en imprenta. América Latina en una encrucijada 45 como “luchas ontolégicas”. Mucho mas all de un mero “giro a la izquierda”, estos “mundos y conocimientos de otra manera” tienen el potencial de desnatura- lizar la distincién hegeménica entre naturaleza y cultura sobre la que se sustenta el orden liberal y que, a su vez, proporciona cl fundamento para las distinciones entre civilizados ¢ indios, colonizador y colonizado, desarrollado o subdesartollado®. El surgimiento de ontologias relacionales desorganiza de forma fundamen- tal a la base epistémica de la politica moderna. Las ontologias dualistas, con- sideramos nosotros, estin siendo desafiadas por las ontologias relacionales emergentes, en las que s6lo existen sujetos en relaci6n, incluyendo las relacio- nes entre humanos y no humanos. Por citar un ejemplo, que la naturaleza o Ja Pachamama esté dotada de “derechos” segiin la Constitucién de Ecuador, va més alla de ser un ejemplo de sabidurfa ecolégica. La Pachamama es una extrafia entidad que no puede ser fécilmente adaptada a la estructura filoséfica de una constitucién moderna; es una nocién impensable dentro de cualquier perspectiva moderna, dentro de la cual la naturaleza es considerada un objeto inerte a ser apropiado por los seres humanos. Su inclusién en la Constitucion puede por lo tanto considerarse un acontecimiento epistémico-politico que trastoca el espacio politico moderno, dado que tiene lugar fuera de tal espacio, como un desafio al liberalismo, al capitalismo y al astado. Algo similar puede decirse de las nociones de sumag kawsay y de suma gamaiia. Ambas nociones se basan en supuestos ontoldgicos segiin los cuales todos los seres existen siempre en relacién, nunca como “objetos” o individuos. La defensa de visiones del mundo relacionales puede observarse en diver- sas luchas actuales, especialmente en los Andes y la Amazonia, que movili- zan a no humanos —monta‘ias, agua, suelo, hasta petréleo— como entidades Deseo aclarar que uillizo ontologia en un sentido historieo, mis que metafisico —el modo en que verde dergmente son las cosas". Fen otras palabras, las ontologias reflejan suposiciones colectivas sobre los tipos de enidades que se cree que existen en el mundo. Dicho esto, la ontologga moderna, basada en la separacion de la naturaleza y la cultura, ha producido mundos socio-narurales de caracteristicas especiales ~por ejemplo, planta: ciones, onganismos modificados genérieamente— que han cendido a destruit la integridad biofisiea del planeta Algunas ontologias relacionales ba seme enfatizar que actualmente los mundos dualista y relacional se solapan considerablemeate caracterizado -o pueden caracterizar~ diseiios mas sustentables, Permita- 46 Controversia seatientes, es decir, como actores en Ja escena politica por ejemplo, en las protestas contra la mineria, contra las represas y los pozos de petrdleo, la mo- Bficacién genética, los derechos de propiedad intelectual y la deforestacién. Las reivindicaciones indigenas suelen ser interpretadas como “creencias”; sanque convendria que se comenzase a reconocer su importancia, como sos- Gene Marisol de la Cadena al analizar la irrupcidn del “ritual andino” en las Sanifestaciones politicas convocadas por grupos indigenas contra las explo- ssciones mineras en Pert. “Las indigenidades emergentes”, afirma, “pueden ‘augurar una politica diferente, plural, no porque estén determinadas por ates caractetizados por su género, raza, etnicidad o sexualidad en busca de derechos, sino porque despliegan practicas no modernas para representar a les entidades no humanas” (2008, 6). El interés por la relacionalidad se extiende por todo el mundo y en una amplia variedad de terrenos tedticos —desde la geografia, la antropologia y ls estudios culturales hasta la biologfa, la informatica y la ecologia. Algunas & las principales categorias relacionadas con esta tendencia incluyen ensam- Binics, redes y actor-redes, ontologias no dualistas y relacionales, emergencia © sstoorganizaci6n, horizontalidad, hibridez, virtualidad, y similares”. Estas seadencias revelan un audaz intento de enfocar la teoria social de un modo com- ieumente diferente —lo que ha dado en Ilamarse “alternativas planas”. En estos ssbajos, hay una atencién renovada sobre la materialidad, ya sea centrandose en peicticas 0 relaciones, redes, personificaciones, representaciones o ensambladuras s=xx diversos elementos de la esfera social, biofisica y -en ciertos casos— sobre- sexoral. Fl énfasis esta puesto en establecer la produccién de lo real mediante las “esttples relaciones que vinculan los agentes humanos y no humanos, superan- Ge divisiones que antes se daban por sentadas —naturaleza/cultura, sujeto/objeto, Tres pioneros importantes en el estudio de la relacionalidad han sido Tim Ingold, Marilyn Strathern y Phi- Sppe Descola, Actualmente, la tendencia es sustentada particularmente por el postestructuralismo y Ia feno- -Senologia y; en algunas versiones, por el postmarxisme, las reorias actor-red, la teoria de la complefidad, y las Sosofias de la inmanencia y de la diferencia, como las de Deleuze y Guar en ciertos casos, también son peosocadas por la investigaciéin etnogrifica con grupos que son percibidos como expresiones de ontologias Jacionales 6 por movimientos sociales que construyen sus estrategias politicas en términos de redes dispersas. ase Escobar (en imprenta) para una explicacion mas detallada América Latina en una encrucijada 47 yo/otro~ en pos de arquitecturas de lo real en términos de redes, ensamblajes y formaciones socio-naturales hibridas. Tales enfoques constituyen propuestas para trabajar sobre dos de los mas perjudiciales rasgos de la teoria moderna: los bina- tismos dominantes y la reduccin de la complejidad. Algunos de los movimientos actuales parecen buscar, intuitiva o explicitamente, una prictica informada por conceptos relacionales (Zibechi, 2006; Gutiérrez A., 2006; Cecefia, 2008). Queda por verse cémo se desenvolverin en términos de la efectividad de sus acciones. Las implicaciones de la relacionalidad para el argumento aqui presentado son enormes, al menos en cuatro aspectos: ecolégico, politico, cultural y es- pacial, Primero, el corte con la divisién naturaleza/cultura debe considerarse un elemento central de muchas de las actuales movilizaciones politicas y eco- logicas, :Esta preparado el estado para hacerlo? Es improbable, a juzgar por el peso de las concepciones liberales y desarrollistas que predominan en los estados progresistas, més all4 de importantes aperturas, Sin duda, la situacién es més seria si uno considera regimenes como los de México, Per y Colombia que, al imponer una brutal forma de modernidad neoliberal, reprimen con especial virulencia las movilizaciones de ontologias relacionales de indigenas, campesinos y afrodescendientes, Cuando se los imagina desde la aventajada posicién de los mundos relacionales, el postcapitalismo y el postliberalismo requeririan ante todo una critica del régimen cultural del individuo, es decir, su presunta autonomfa y su separacién de la comunidad. Atascado en la pro- duccién de “ciudadanos modernos” ~individuos que producen, consumen y toman decisiones a partir de su propio libre albedrfo— el estado parece incapaz. de afrontar cualquier recomposicién de la producci6n cultural de personas y comunidades. Uno de los grandes logros fue, precisamente, el afianzamiento del individualismo y del consumo como normas culturales. La emergencia de la relacionalidad hace también percibir la arbitrariedad de los drdenes espaciales desplegados por el liberalismo. Las reformas neoliberales para promover la descentralizacin y la reorganizaci6n territorial en las décadas de 1980 y 1990 tenian como objetivo racionalizar atin mas las formas existentes de tertitorialidad de acuerdo con divisiones politicas preestablecidas, sin nin- 48 Controversia =m modificacién substancial. Sin embargo, el acceso a derechos y territorios colectivos para los grupos étnicos, facilitado en parte por las reformas de ese pexiodo, sefialaron la posibilidad de moverse en una direccidn diferente. Las ‘sexritorialidades no libcrales siempre habian existido™ y estan saltando a la pales- ==con mayor fuerza. Esta senda en pos de territorialidades no liberales podria sez facilitada por los gobiernos progresistas; la “nueva geometria del poder” de Hxzo Chiver tiende potencialmente en esa direccién. Este concepto —propues- se micialmente por la geografa britanica Doreen Massey—pretende transmitir un sectido de la complejidad de las relaciones entre espacio, lugar y escala. Implica = Spo de pensamiento relacional que pone énfasis en, primero, que siempre ecsrc la necesidad de pensar los lugares y las comunidades dentro de redes de setaciones y formas de poder que se extienden mis alla de lo local; segundo, que Jes lugares son siempre los sitios de negociaci6n y de continua transformaci6n; = sxcero, que cualquier nocidn relacional de espacio y lugar exige una politica bs responsabilidad hacia aquellas conexiones que dan forma a nuestras vidas fegares, lo que Massey (2004) llama “geografias de responsabilidad”. Las geografias de responsabilidad que surgen de la relacionalidad estan co- seczadas con la cultura, la subjetividad, la diferencia y la naturaleza. Esto quiere gests que las nuevas geomettias del poder deben afrontar directamente nuestro scerramiento cultural y ecol6gico. De este modo, la plurinacionalidad y la Seeerculturalidad deben ser explicitamente analizadas como procesos espaciales ‘@arcan desde lo local hasta lo global, y desde lo humano hasta lo no humano. Ls sociedad liberal resuelve la cuestion de la responsabilidad de un modo que ‘== 50 funciona; extendidas en todas direcciones y por todo tipo de procesos, “desde la migraci6n a la destruccién ambiental, la espacialidad liberal y la politica -& s=sponsabilidad de la modernidad podrian estar desplomandose. El énfasis en el cardcter construido —histdrico y espacial— de cada lugar y dad es también un factor disuasorio contra las lecturas esencializadas le comunidad. Los peligros de esencializar las diferencias son reales, y tal Wace Yampara 2001 y Rivera Custeangui 1990 para encontrar explicaciones wnizacion cultural spac! de los aus. América Latina en una encrucijada 49 vez més agudamente sentidos por las feministas de, 0 que trabajan con, gru- Pos y movimientos étnicos. Existen, sin duda, muchas posturas ante este tema, y aqui slo me referiré a una de ellas, la que podria denominarse feminismo descolonial latinoamericano emergente. Se puede decir que este feminismo tiene dos tareas principales: cuestionar y deconstruir las practicas colonialistas de los discursos occidentales modernizadores, incluyendo el feminismo, espe- cialmente su dependencia de las nociones liberales de autonomia y derechos individuales; y cuestionar las exclusiones y opresiones que pueden estar inser- tadas en determinadas construcciones de identidades subalternas, especial- mente cuando dependen de discursos de autenticidad, territorio y comunidad; cuestionar, en otras palabras, “aquellas construcciones de ‘ser indigenas’ que pueden estar conduciendo a nuevas exclusiones” (Hernandez, 2009, 3). ‘Lo mis interesante de esta tendencia es que esta en estrecha consonancia con aquellos intereses culturales y politicos de las mujeres indigenas que reivindican “perspectivas no esencialistas que incluyan la reformulacion de las tradiciones. .. desde perspectivas que sean mis inclusivas de hombres y mujeres”, sefialando asi la necesidad de cambiar aquellas “costumbres” que las excluyen y las marginan (ibid., 9). En otras palabras, este feminismo descolonial, ademds de cuestionar los discursos feministas herederos de la Tlustracién, descubre las construcciones Patriarcales de lo femenino escondidas en los llamamientos a favor de la tradicién y la diferencia. Dos espacios han sido importantes para esta tarea: las crecientes redes transnacionales de mujeres indigenas y afrolatinoamericanas; y determina- dos movimientos tionamiento cotidiano de las construcciones patriarcales de lo indigena (Rivera Zea, 2008). Un tercer aspecto de este feminismo es su naciente cuestionamiento de la propia categoria de “género” por considerarla parte de las concepciones dualistas y, por lo tanto, inaplicable ~al menos en su forma liberal~ a los mundos relacionales. En lo concetniente a las ontologias relacionales, zes posible imaginar maneras de hablar sobre “mujeres” y “hombres” (femenino y masculino) que no pongan entre paréntesis la profunda relacionalidad de los mundos de los que for- man parte, pero haciendo visibles las formas de poder que en ellos habitan? Cuar- to, en algunos feminismos descoloniales, existe la intencién de someter al propio sociales, en los que las mujeres se han embarcado en el cues- 50 Controversia seacepto de colonialidad a la critica epistémica, por consideratlo insuficiente para ‘aisjar la experiencia de las mujeres (Lugones, 2009), Para volver a las ontologias relacionales y concluir esta seccién. Segiin es en- ‘s=adida por sus partidarios indigenas, y parcialmente adoptada por el estado, la secxculturalidad pone en cuestién la matriz. colonial del poder (Quijano, 2000), sBceado un horizonte descolonial para toda la sociedad. El riesgo esta en que, = mxencia de cambios econémicos y politicos significativos, la interculturali- Sed puede dat paso a una nueva ronda de pluri-multiculturalismo (Walsh, 2009, BSN), 0 retroceder de “lo pluri” a “lo multi”. Conjuntamente, sefiala Walsh (ibid., 25D, a interculturalidad, la descolonialidad y el “buen vivir” tienen el potencial & Sxvorecer disefios novedosos para la sociedad, el estado, y la vida de todos, echo para la relacién entre los humanos y la naturaleza. ‘Conclusion ‘Peofundamente inmersa en la historia de la modernidad occidental desde la ‘Geaquista, la region conocida como América Latina podria estar al borde de ‘exmbios de época. Las actuales evaluaciones de estos cambios varfan desde & pero reformismo a la ruptura radical, o a un punto de bifurcacién. Sin Ged es pronto para decir si las transformaciones aqui analizadas equivaldrin = ena época de cambios dentro del espacio cultural-politico definido por la ==omodernidad, o un paso adelante hacia un verdadero cambio de época [Los dos iimos axpectos recén estin comenzando a ser abordadon, Exist, sin dud abundante hteratraantzo pologica sobre relaciones de nero no dualistas (en trminos de género vemicul, génceo analigico, y complemen tanexiad de pénero), ¥ son ests puntos de paride esenciales para una posterior deconstruccion del “gener” y para le bésqueda de ortos idiomas para deseibir las relaciones entre mujeres y hombres (séase Fscobar, 2018, 256-250 pura un debate sobre las nociones no modernists de la diferencia de énero y su aplicacon alos movimientos afto- ~colombianos). Hl concepto de “poder diirquco” en Bolivia, segin el cual as aurondades tradcionales deben inclu ambres y mujeres parece especialmente promtedor en términos de idiomas no modernists de complementari- i y autoridad compartda (conversacvin con Marcelo Femindee. Oseo, Chapel Hil abil de 209; véase también Caivez 2008B: 59; Rivera Cusicangui sobre la complementaiedad entre comunidades aymara). Sobre ferinismos se Suares y Hernindez (2018) Fse Hbro establee un dilogo entre feminists del Sur, en parte de la tcora postcolonial ecoloniales, smmediane una n América Latina en unaencrucijada 51 —un Pachakuti- para remitirnos al concepto utilizado por Rafael Correa en su discurso inaugural. Si hemos de prestar atencidn a la opinién de los shink-tankes de la derecha, en Washington y en la regi6n, el giro a la izquierda se acerca a st fin y ya esta a la vista un claro regreso alos valores de la modetnidad, después del “barbarismo” de la tiltima década. Durante el periodo de reformas neoliberales, las transformaciones del es- tado condujeron a la espacialidad de la descentralizaci6n (teforma politica), el multiculturalismo (reforma cultural), y la flexibilizacién de la economia (te- forma de los mercados, a menudo conducente a la teprimatizacién). Estas reformas protegicron los constructos culturales y espaciales del estado-nacién moderno, con todas sus formas de violencia contra las culturas y los lugares: afianz6 atin mas el régimen de lo individual; e hizo de la naturaleza una enti- dad atin mas abstracta y remota que podia ser apropiada despiadadamente por el bien de un modelo extractivista globalizado. La década de 1999 a 2009 ha presenciado importantes desafios a estos procesos en algunos paises, tanto a aivel estatal como de movimientos sociales y, quiza con mejores resultados, en el nexo de ambos -tal serfa el caso de las reformas constitucionales en Ecua- dor y Bolivia; esto ha implicado notables esfuerzos para repensar al estado en términos de plurinacionalidad, a las sociedades en términos de intercultu- talidad y a las economias en términos de formas capitalistas y no capitalistas, América Latina est4 fomentando una nueva politica de lo virtual, de mundos y conocimientos de otra manera. Aparte de la encarnizada defensa de los drde- nes estableciclos por parte de las nuevas derechas, las tensiones y contradiccio- nes de los proyectos transformadores son enormes. Debido al peso histérico del liberalismo, el estado esta mejor capacitado para controlar o gobernar, que para liberar las energias de los movimientos sociales. Los estados y los movimientos declaran trabajar por la justicia, aunque la lucha por la diferencia y la igualdad invariablemente flaquea cuando se trata de las mujeres -y a menudo cuando se trata de grupos de indigenas y afrodescendientes— resaltando la necesidad de descolonizar las relaciones patriarcales y raciales como elemento central de cualquier proyecto de transformacién social. En general, el modelo de desarro- 52 Controversia ‘ contintia causando estragos en el entorno natural debido a su dependencia 4b acumulacién, alimentada por la explotacién de los recursos naturales por Semplo, hidrocarburos, soja, cafia de azticar, palma aceitera, Finalmente, aque- es movimientos que més claramente reivindican una politica de lo virtual son ‘es que més explicitamente padecen la represién ~como en Colombia, México y Pexi., o los més dispuestos a dejarse seducir para participar en proyectos esta- salis progresistas, abdicando asi de su potencial més radical”, Pero las posibilidades hist6ricas derivadas de los discursos y acciones de al- {gs2os movimientos y—en menor medida~ de algunos estados, no dejan de ser seales Finalizamos con algunos interrogantes en torno a esto. ¢Puede la lgica == Beral (comunal) lograr una expansién estable de sus practicas no capitalis- == y no estatistas? , La Paz, Poud. Nancy, 2007, Now We Are Citizens. 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