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5 El terapeuta como experto en conversaci6n La psicoterapia ha aparecido como una opcién para el manejo y tratamiento de los trastornos mentales y los problemas de salud mental siempre que tal tratamiento se ha planteado como posibili- dad (se retrotaiga este planteamiento a Platén, Pinel, Freud o Pavlov). Generalmente lo ha hecho vinculada a una determinada concepcién de tales trastornos 0 problemas. Y durante mucho tiem- po lo ha hecho en el lenguaje mas adecuado para dar cuenta de la concepcidn de los trastornos mentales que guiaba cada propuesta. Como consecuencia, intentar aproximarse a la literatura sobre psicoterapia de una determinada escuela, suponfa conocer un len- guaje compartido sélo por quienes la practican y adentrarse en unas publicaciones pensadas para ser lefdas por quienes comparten esa concepcién’, que por otro lado, siempre se han mostrado re- nuentes a leer textos basados en otras concepciones alternativas. En los tiltimos afios se han producido tres fenémenos que han puesto en cuestién este modo de actuar: el movimiento de integra- cién de las psicoterapias, la extensién de las ideas constructivistas y 1. Quizds la excepcién a esta norma han sido los padres fundadores de las grandes escuelas (El mismo Freud, Skinner o Watzlawick, por ejemplo). 344 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS. a confluencia en Ja consideracién de la psicoterapia como una prdc- tica narrativa por parte de terapeutas sefialados de diferentes escue- las y de terapeutas que han basado en ello sus propuestas de inte- gracién. El movimiento integrador A principios de los afios 50 el Comité de Formacién en Psicolo- gia Clinica de la Asociacién de Psicélogos Americanos solicité que se incrementara el grado de formacién en psicoterapia psicodind- mica que ofrecfan los programas de ese pais. Eysenck (1952) res- pondié a esta solicitud con un texto, que desaté una gran polémi- ca, Se trata de un texto muy eritico y muy discutible metodolégi- camente. Hay sin embargo una afirmacién inobjetable. A esas altu- ras, 50 afios después de lo que suele considerase como la funda- cién de la psicoterapia moderna, nadie habia logrado (en realidad prdcticamente nadie se habia propuesto) demostrar que la psicote- rapia tuviera alguna utilidad para el tratamiento de los trastornos mentales. Tras la aseveracién de Eysenck se llevaron a cabo multiples tra- bajos de investigacién que pretendian, no sélo demostrar Ia eficacia de las intervenciones psicoterapéuticas en general, sino también la eficacia diferencial entre las psicoterapias de diferente orientacién. Gracias a estos trabajos hace ya aiios que disponemos de pruebas empiricas de la eficacia de las intervenciones psicoterapéuticas. Pero, a pesar de los esfuerzos dedicados a ellos, los terapeutas de las diferentes escuelas nunca han conseguido demostrar de un modo consistente (una vez controlados los sesgos) la superioridad de la suya sobre la de los demés (Lambert y Bergin, 1994.) Este hecho, unido a la necesidad vivida por los clinicos de adap- tar las intervenciones a las caracteristicas de cada sujeto, llevé a un nuimero creciente de terapeutas a plantearse la posibilidad de pen- sar, de un modo organizado, en la forma de aprovechar lo que de Util hubiera en las propuestas psicoterapéuticas de cada orientacién, algo que muchos de ellos, una mayoria incluso, ya venfan hacien- EL TERAPEUTA COMO EXPERTO EN CONVERSACION 345, do de un modo mas 0 menos silvestre (Norcross, Prochaska, Galla- gher 1989; Garfield, 1980; Desviat, Fernandez Liria, Mas Hesse 1990). Este intento dio lugar en 1983 a la creacién de la Society for the Exploration of Pychotherapy Integration (SEP!) y a su 6rgano de expre- sién, el Journal of Pychotherapy Integration. Estos érganos y el movi- miento al que responden, han permeabilizado las barreras entre las escuelas y han forzado la tendencia a la utilizacién de un lenguaje comun. En su seno se han desarrollado cuatro grandes tendencias. La primera recibe el nombre de eclecticismo téonico y agrupa a tera- peutas que cémo Lazarus (1997) 0 Beutler (1983) creen que hoy no podemos disponer de una teorfa que explique, a la vez, por qué fun- cionan intervenciones basadas en supuestos tedricos tan diferentes como, por ejemplo, la exposicién y la interpretacin genética de la transferencia, pero s{ de sistemas que permitan que terapeutas de diferentes orientaciones puedan disponer de un criterio para sclec- cionar intervenciones basadas en una u otra orientacidn tedrica en base a los resultados de la investigacién. La segunda recibe el nombre de inlegraciin teérica y se refiere a terapeutas como Wachtel (1977, 1993, 1997) o Prochaska (Prochas- ka & Diclemente, 1984) que han construido sistemas teéricos que permiten explicar, a la vez, la eficacia de intervenciones de diferen- te fundamento teérico y servir de gufa para utilizarlas en la practi- ca clinica. La tercera se conoce como corriente de factores comunes y reine a terapeutas que cémo Jerome Frank (1973) sostienen que si las psi- coterapias de las distintas escuelas son eficaces en la misma medida no es porque los ingredientes a que los tedricos de cada una de ellas atribuyen su eficacia (la exposicién, por un lado, y la interpretacién genética de la transferencia, por otro, por seguir con el ejemplo anterior) sean eficaces en esa misma medida, sino porque la efica- cia hay que buscarla no en estos factores que son diferentes, sino, en otros factores que son comunes a todas ellas. Los partidarios de esta éptica han desarrollado procedimientos para detectar estos fac- tores y para entrenar a futuros terapeutas en su uso (Beitman, 1987, 1999, Garfield 1989). 346 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS: Por ultimo, algunos terapeutas, entre los que nos contamos, han encontrado en la éptica de las narrativas (a la que nos referiremos mas adelante) un marco tedrico desde el que abordar el problema mismo de la integracién (Gold, 1996, Omer y Allon, 1997; Ferndn- dez Liria y Rodriguez Vega, 2001). Probablemente el efecto mds importante de este movimiento para la historia de la psicoterapia ha sido el de haber cuestionado los dogmatismos de escuela y haber hecho posible el que psicote- rapeutas de formaciones diferentes puedan mirar abiertamente con interés, y no con recelo, a lo que los otros estén haciendo. Constructivism y psicoterapia El término constructivismo se aplica a las corrientes filoséficas que critican la idea de que los seres humanos nos relacionamos directa- mente con una realidad exterior que nos es directamente accesible por los érganos de los sentidos, para postular que la realidad, tal y cémo Ia percibimos, es algo conséruido en cuya conformacién parti- cipan condicionantes fisiolégicos, psicolégicos y sociales. Pueden rastrearse ideas constructivistas en casi todos los sistemas filoséfi- cos planteados desde la antigiiedad, aunque, entre los cldsicos, son més evidentes en Platén, los solipsistas, Vico, Kant, Dilthey o Huserl. Lo que todos los autores constructivistas tienen en comin es la idea de que, de algin modo, el sujeto o el grupo social con- forman la experiencia que este tiene del mundo exterior. El estatu- to ontoldgico que suponen a tal mundo exterior los distintos filé- sofos constructivistas es diferente: para unos, como los solipsistas, es una mera ilusi6n, para la mayoria (Platén, Vico, Kant, Husserl) es, sencillamente inaccesible. En los afios sesenta, los socidlogos Berger y Luckman (1963) escribieron un libro llamado La construccién social de la realidad, que ha tenido gran influencia en Ja extensién de esta dptica en el campo de las ciencias humanas en los ultimos afios. En él muestran cémo nuestra experiencia de la realidad est mediada por las categorias del lenguaje que compartimos con nuestros semejantes presentes y EL TERAPEUTA COMO EXPERTO EN CONVERSACION 347 pasados que, asi, contribuyen como un todo a tal experiencia, De acuerdo con esto, la interaccién social en general y el lenguaje en particular, cobran un relieve especial para la explicacién de cual- quier aspecto de la experiencia. En la psicologla y en la clinica ha habido precursores de este modo de ver las cosas, entre los que se cuentan autores como Kelly (1955), Piaget (1969), Vigotski (1979) o Bandura (1977). En los afios ochenta estas ideas se extendieron en las ciencias humanas (incluidas la psicologia, la sociologia, la politica y la antro- pologia que han inspirado la practica terapéutica) de la mano del movimiento que se conocid como pasimodernismo y que pretendia responder a la caida de la ilusién heredada de la Ilustracién, de un gran sistema de pensamiento, capaz de dar cuenta de toda la acti- vidad humana y atin de la Naturaleza misma, desde un mismo gran sistema tedrico. Hegel, el marxismo y el psicoandlisis, se convirtie- ron para los postmodernistas, en el paradigma de estos grandes sis- temas y la caida del muro de Berlin, en el simbolo del final de la ilusin (Lyotard, 1999). Fredman (1996) refiere la actitud constructivista a cuatro ideas: 1) Las realidades son construidas socialmente, 2) Las realidades se construyen a través del lenguaje, 3) Las realidades se organizan y se mantienen a través de historias y 4) No hay verdades esenciales. En la clinica, la influencia de estas ideas,. se tradujo en la critica de posiciones previas objetivistas y, consecuentemente, muy nor- mativas, sostenidas sobre todo por los terapeutas de escuelas mds positivistas (conductistas, cognitivos y sistémicos) pero también por psicoanalistas (piénsese en la Psicologia del Yo) o humanistas (que hablaban de verdaderos sentimientos), y en un aumento de la consi- deracién de la participacién del clinico, que se pretende observador, en lo observado en la consulta. Segiin este modo de ver las cosas, lo que se ofrece a los ojos del terapeuta-observador no es la reali- dad de un paciente o una familia, sino el resultado de la interaccién de éstos con ese mismo terapeuta. Es una situacién que ha sido -por referirnos a un término que se puso de moda coereada 0 cocons- truida por ambos, y que, hubiera sido diferente si el terapeuta hubie- ra sido distinto. 348 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS La consecuencia inmediata de esto es que deja de entenderse el objetivo de la terapia en términos de buisqueda y revelacién de una realidad, hasta entonces invisible, para pasar a hacerlo en términos de apertura de una de las (distintas) posibilidades de solucién de un problema. En cuanto a los medios de intervencién, el interés previo por metodologias de contrastacién de hipétesis 0 procedimientos para demostrar errores, deja paso al nuevo interés por la formula- cién de preguntas titiles y la creacién de un medio terapéutico que facilite la tarea de construir experiencias alternativas. Asi es como, por ejemplo, las preguntas dejan de ser consideradas un mero me- dio para obtener la informacién necesaria para actuar, para conver- tirse en lo sustancial de la intervencién, la alianza terapéutica deja de ser considerada un medio para permitir la aplicacién de una téc- nica (como la anestesia de la cirugia) para pasar a ser considerada en si misma, como un instrumento de cambio (Goldfried 1995)... El constructivismo ha contribuido a criticar la base misma de las asunciones dogmaticas en las que se basaba la actividad de muchos terapeutas y tenido un efecto importante en la “democratizacién” y la desmitificacién de la relacién terapéutica a la que nos referiremos con mas detalle mds adelante. También ha sido determinante en la critica de las pretensiones de universalidad de los terapeutas hom- bres, blancos, urbanos, del hemisferio norte y de clase media alta, dando pie a la consideracién de las cuestiones de género, cultura y clase que eran ignoradas porque tales terapeutas consideraban la suya como la forma natural y universal de ver el mundo. La psicoterapia como prdctica narrativa Una definicion de narrativas En la acepcién que aqui daremos a este término, la narrativa es un género literario que tiene como objeto producir emociones en el lector (0 destinatario) mediante el desarrollo de una trama (una relacién de sucesos significativos) que evoca un mundo, en el que participan unos personajes, definidos por esa misma trama. EL TERAPEUTA COMO EXPERTO EN CONVERSACION 349 Obsérvese que esta definicién puntualiza que el objetivo de una narrativa no es informar de unos hechos (el informe pertenece a un género literario diferente del cuento 0 la novela), sino provocar unas emociones. Este aspecto de implicar emociones tendré una importancia capital para lo que después digamos. “También lo tendr la importancia de que tales emociones se pro- vocan por la evocacin de un mundo. Hablamos de que “vivimos” una buena novela. “Nos metemos” en ella. Nos cuesta salir y recu- perar la conciencia de estar en nuestro mundo, cuando estamos embebidos en su lectura. Y ese mundo es evocado por el desarrollo de una trama (por la sucesién de unos hechos) en la que intervienen unos personajes cuyo significado para nosotros viene definido por esa misma trama {antes ni siquiera existian para nosotros). ‘Tener presente esta definicién completa nos ahorrard equivocos. Por qué las narrativas En los tiltimos afios la éptica de las narrativas ha sido adoptada por un ntimero creciente de terapeutas provenientes de diversas orientaciones tedricas y con formaciones y modos de trabajar muy diferentes. Se han sumado a ella psicoanalistas (Gill, 1982; Lu- borsky, Barber y Diguer, 1992; Schafer, 1976, 1983; Spence, 1982), terapeutas cognitivos (Goncalves, 1994; Gongalves, 2002; Guida- no, 1991), experienciales (Greenberg, Rice y Elliot, 1993) o sisté- micos (Efran, 1990; Hoffman, 1987, 1990; Linares, 1996; McNa- mee y Jergen, 1992; Sluzski, 1992; White y Epson, 1990). ¥ lo han hecho con planteamientos epistémoldgicos y filosdficos también muy diversos. Para algunos terapeutas integradores la éptica de las narrativas ofrece una suerte de metateoria capaz de integrar apor- tes provenientes de diversas escuelas. (Fernéndez Liria y Rodriguez Vega, 2001; Gold, 1996; Omer y Alon, 1997). Hay varios motivos para que esto haya sido asi, y los revisaremos antes de precisar un concepto de narrativa para uso en este texto. En primer lugar parece obvio que una de las cosas que terapeu- tay paciente hacen con mas frecuencia durante las sesiones de tera- 350 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS pia es hablar. Walter Percy decia que cuando uno consideraba la cantidad de tiempo que un psiquiatra empleaba en escuchar y hablar a los pacientes se extrafiaba de que la lingiifstica u otras cien- cias del lenguaje no fueran una materia bdsica en el aprendizaje, como la anatomifa lo es para los cirujanos (Rambo, 1993). Los con- ceptos y términos de que nos ha dotado el proceso de formacién que nos ha facultado para ser terapeutas, para referirnos a esta acti- vidad de conversar son realmente escasos, cuando no inexistentes. Sin embargo hay otras disciplinas en las que se han desarrollado conceptos, términos y procedimientos para entrenar habilidades en actividades como construir frases, contar o escuchar historias, dilu- cidar significados, establecer conexiones légicas 0 manejarse ante equivocos. Muchas de las habilidades que los terapeutas hemos de poner en juego para llevar a cabo nuestro trabajo se parecen mucho a las que han de utilizar escritores locutores 0 cuentacuentos. Pareceria itil que los terapeutas nos interesdramos por el arsenal tedrico y terminoldgico de profesionales de otros campos como la lingiifstica, la critica literaria, el comentario de textos, la teorfa de la comunicacién o la ensefianza de habilidades como la redaccién 0 la retérica, si ello nos proporciona instrumentos para entender nucs- tra actividad. Ello nos proporcionaria, ademas, un instrumental que no estaria hecho a medida de los terapeutas de una orientacién en detrimento de la de otros, sino que habria de servir para referirse, en general, a una actividad, que, cada cual a su manera, hacemos todos. Sdlo porque esto nos permite entender mejor nuestra activi- dad mds frecuente y nos proporciona un lenguaje comin, estarfa justificado el interés por las narrativas. Pero hay otro tipo de argumentos. Consideramos trastornos mentales o problemas de salud mental, no a los que atribuimos una causa “mental” (sin entrar en qué es Jo que podria significar tal cosa) sino a los que cualquiera que sea la causa a que los atribuya- mos, tienen manifestaciones “mentales”. Si nos atenemos a las cla- sificaciones al uso, el delirium es un “trastorno mental” porque tiene manifestaciones “mentales” como la desorientacién, las alucinacio- nes © las ideas delirantes, aunque se produzca como consecuencia de una intoxicacién, una alteracién metabélica o un traumatismo. EL TERAPEUTA COMO EXPERTO EN GONVERSACION 351 Aunque esté consagrada por la prictica, no seria fécil justificar Ia utilizacién del término “mental” para este tipo de trastornos. En realidad seria ponernos de acuerdo en que lo que tienen en comin es su naturaleza narrativa, Decimos que un paciente est desorien- tado si vive (0 sea se cuenta a él y nos cuenta a nosotros) que est4 en un momento o en un lugar diferente del que nosotros nos con- tamos que estamos. Decimos que otro paciente delira si se cuenta y nos cuenta a nosotros una explicacién diferente de la que nos dari- amos la mayoria para dar cuenta de una serie de acontecimientos. Decimos que un paciente tiene obsesiones si no pude dejar de con- tarse algo a pesar de poder contarse también lo contrario, que tie- ne fobias si vive (cree, se cuenta) como peligrosas situaciones aun- que sepa que no tendrfa motivos para ello... ‘Asi vistos, lo que llamamos trastornos mentales son narrativas que producen sufrimiento evitable (como sucede con lo que en su momento se Ilamaron trastornos neuréticos) 0 evocan mundos no compartibles con los del resto de los miembros de la comunidad y que impiden, por tanto las actividades de cooperacién o enfrentan al sujeto con el resto de sus integrantes (como sucede con lo que lla- mamos trastornos psicdticos). Quizds convenga reiterar aqui que esta naturaleza narrativa es lo que convierte en “mentales” a los “trastornos mentales”. Lo “men- tal” (lo “narrativo”) se refiere al escenario, no a la causa. Como decfamos antes, la causa de un delirium puede ser una intoxicacién, una deprivacién de una sustancia o una infeccién. Y su tratamien- to consisten en actuar sobre la causa 0 sobre los mecanismos por los que ésta actia. Pero el delirium consiste en que el sujeto vive una historia no compartida. Tiene una naturaleza narrativa. Esta narrativa pasa a ser considerada una enfermedad, como cualquier otra enfermedad en el momento en el que se produce un consenso social en que, efectivamente, se trata de algo indeseable y que existen, por un lado, la posibilidad de hacer algo por reme- diarla, y por otro, unas personas a las que esa cultura les enco- mienda la funcién de hacerlo (médicos, chamanes, psicélogos 0 brujos...) 352 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS La psicoterapia desde las narrativas La psicoterapia es un procedimiento de intervencién sobre estas narrativas no deseadas, que busca la generacién de narrativas alter- nativas a través de un proceso de comunicacién interpersonal. Adoptar la éptica de las narrativas significa, por tanto, funda- mentalmente, buscar los instrumentos para conceptualizar ¢ inter- venir sobre los trastornos mentales, no en el terreno de las ciencias naturales forzando, en la extrapolacién, conceptos y principios, sino en el de la actividad narrativa. Anteponer el interés por saber que es lo que convierte a una historia precisamente en esa historia Y que es lo que puede convertirla en otra, al de averiguar cual es la relacién entre esa historia y alguna verdad a la que se suponga que esa historia deberia remitirnos. Seguin este punto de vista la terapia consiste en transformar y expandir por medios lingiifsticos, las narrativas de una persona, aquellas historias que todos sostenemos y que dan sentido a nues- tra existencia dentro de la familia y la sociedad. El cambio humano ocurre a través de la evolucién de nuevos significados. Terapeuta y paciente en la dptica de las narrativas Entenderemos la terapia mejor en términos de una conversacién, que como una intervencién. El papel del terapeuta es abrir un espacio para la conversacién posiciondndose “siempre en un estado de ser informado por el cliente” (Stagoll, 1993; Anderson y Goolishian, 1988). El didlogo, mutuamente envolvente, lleva a la co-creacién de nuevas historias. El terapeuta adopta una posicién de “no saber”, de “abundante y genuino interés” en la realidad del paciente y en sus narrativas (Stagoll, 1993). En una comunicacién dialégica todos los participantes se abren ellos mismos a los otros y aceptan su punto de vista como digno de consideracién, Para Anderson, que intenta aplicar a la terapia, las tesis de Gadamer sobre la falta de univocidad del lenguaje, “la tera- pia es un proceso de expandir y decir lo no dicho”, el desarrollo a través del didlogo de nuevos temas y narrativas. Y la creacién de nuevas historias” (Anderson y Goolishian, 1988). El cambio en EL TERAPEUTA COMO EXPERTO EN CONVERSACION 353 terapia no es mds que el cambio del significado a través del didlogo y la conversacién. En esta perspectiva, la responsabilidad del terapeuta se centra en crear un contexto conversacional que permita la colaboracién mutua en el proceso de definicién del problema. Para ello explora desarrollando preguntas que produzcan nueva informacién, enten- dimiento e interpretacién. El papel del terapcuta es tanto el de un miembro del sistema pro- blema en una posicién igualitaria con el resto de los participantes, como un experto conversacional, un arquitecto del didlogo (Ander- son y Goolishian, 1988; Zimmerman, 1994). Asi, el terapeuta pue- de cumplir su funcién precisamente porque entra en la terapia en tuna posicién de no saber, sin una idea preconcebida sobre las dind- micas disfuncionales. No hay una estructura escondida que buscar y modificar. Mientras hablan, terapeuta y familia van. surgiendo ideas para la accién que son diferentes a las que la familia trafa antes de la terapia. Al final no hay un mensaje o prescripcién, sino simplemente otra cita para encontrarse. Nos parece que la metdfora de la terapia como arte de conver- sacién est4 mas cercana de nuestra actividad en la clinica que las metéforas bioldgicas y de maquinas que se han utilizado en otros momentos de la historia de la psicoterapia. El paciente construye su narrativa en el didlogo con el terapeu- ta. El papel de este no es remitirla a un esquema preestablecido por una teorfa de la mente de la que es experto. En lo que es experto cl terapeuta es en facilitar al paciente a partir del didlogo, la bits- queda de versiones alternativas a su narrativa saturada por el pro- blema que trae a consulta. La posicién de ignorancia del terapeuta, permite al paciente una posicién complementaria como experto de si mismo. Esto da lugar a una relacién mds igualitaria y mds respetuosa que la postura que se ha pretendido para el terapeuta en otros momentos de la historia de la psicoterapia. ‘Terapeutas que han contribuido a perfilar esta forma de ver las cosas, lo han hecho recordando la frase de Harold Goolishian: “si uno sabe lo que ha de hacer esta limitado; pero si sabe mejor lo que 354 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS no hard, entonces habré una enorme cantidad de cosas que podr4 hacer” (Anderson y Goolishian, 1992). EI rol del terapeuta Hay una serie de caracteristicas que nos permiten distinguir un rol del terapeuta acorde con Jo que hasta aquf venimos exponiendo de lo planteado desde algunas lecturas de las propuestas cldsicas de psicoterapia y de otros roles de ayuda como el de los educadores o amigos. Nos centraremos en tres caracteristicas de la relacién tera- péutica para desarrollar esta idea. Relacién igualitaria La relacién entre el terapeuta y su paciente, a diferencia, por ejemplo, de la que se establece entre los cirujanos y los suyos, es una relacién igualitaria. ¥ lo es, porque si bien es una relacién que se establece entre un sujeto necesitado de ayuda (para el que pode- mos seguir reservando el término de paciente) y un profesional ex- perto, en lo que es experto este profesional es, como hemos expues- to antes siguiendo las ideas de Anderson y Goolishan (1988), en conversar, O, mas exactamente, en mantener un tipo especial de conversacién que llamaremos conversacién terapéutica. Esta vision se opone a la del terapeuta como experto en trastornos 0 en el fun- cionamiento psicolégico, que guia al paciente valiéndose o hacién- dole ver aspectos de s{ mismo que eran, hasta entonces, desconoci- dos para él pero presupuestos por el terapeuta. Segtin este modo de ver las cosas, lo que corresponde al pacien- te es el rol, complementario al anterior; de experto en si mismo. No se trata, pues, de sustituir la narrativa lega o neurética del pacien- te, por una cientificamente informada, propuesta por el terapeuta. La narrativa inicial del paciente contiene el problema, pero tam- bién, de algvin modo, todas las soluciones que podrian surgir a tra- vés de una conversacién entre ambos. Si un paciente acude a la consulta, por ejemplo, diciendo que no duerme desde que era nifio, nos estd transmitiendo, por un lado, la queja de no dormir, por otro EL TERAPEUTA COMO FXPERTO EN CONVERSACION 355 nos est4 dando una incipiente pista de cémo entiende él el proble- ma y, por tanto, las soluciones a poner en préctica para mejorarlo. Desde luego, hay veces que las soluciones a construir con el pacien- te pueden requerir giros de 180 grados, con respecto a las ya inten- tadas (Segal, 1991). Pero eso no quiere decir que el terapeuta pue- da ofrecérselas hechas al paciente, basdndose en sus conocimientos sobre el psiquismo o sus trastornos (eso no sdlo no es psicoterapia, sino que, al menos alli donde la psicoterapia esta indicada, es inti- til), sino que el camino de co-construccién que han de recorrer jun- tos puede ser complicado. Relacién no directiva Como es ldgico una relacién en la que el terapeuta no es el que conoce, ni se sitiia frente a un paciente que es el que no sabe, no es una relacién directiva. No lo es porque no hay una direccién uni- lateral del proceso. En todo caso, el terapeuta participa con el paciente en la guia de Ja psicoterapia, ayuddndole a explorar los caminos preferidos por él o ella para llegar a cambios preferidos en sus narrativas. Las responsabilidades del terapeuta son contribuir a construir una relacién precisamente de ese tipo y generar las preguntas que puedan facilitar la tarea exploratoria. Esto implica una actitud de flexibilidad por parte del terapeuta, que ha de estar dispuesto a corregir el rambo y cambiar de direc- cién, para adaptarse a las necesidades de cada paciente o a Ja evo- lucién de las necesidades de un mismo paciente. Por ello nos parece que el terapeuta ha de estar preparado para colaborar en la construccién de pautas desde distintas posiciones (la historia biogrfica, el pensamiento, la conducta, el sistema de rela- ciones y creencias...) a partir de Ia narrativa del paciente. Ser capaz de dialogar para facilitar cambios en un paciente desde su historia biografica o ser capaz de hacerlo con otro paciente, para construir una narrativa de cambio desde el sistema de relaciones, exige del terapeuta un alto nivel de preparacién y entrenamiento y una acti- tud de gran flexibilidad. Hay terapeutas que consiguen con facili- 356 HABILIDADES DE ENTREVISTA PARA PSICOTERAPEUTAS dad esa versatilidad y otros que se sienten més cémodos trabajan- do desde una sola posicién desde la que construir la pauta. Cada terapeuta tiene un estilo propio. La terapia puede avanzar si el tera- peuta es capaz de poner en juego ese estilo y negociar su papel en a conversacién con el paciente y no de imponerlo por considerar- se en posesién de la verdad sobre el origen de los problemas y la forma de resolverlos. Relacién exploratoria Decir que la relacién terapéutica no es directiva, no quiere decir que el terapeuta adopte un papel de pasividad. El terapeuta man- tiene un rol activo. Una de sus responsabilidades mas importantes ser la de establecer y mantener durante todo el proceso una rela- Gién.exploratoria. Por exploratoria entendemos una relacién en la que el terapeu- ta adopta una actitud de auriasidad activa, que le leva a preguntar con “genuina ingenuidad ”, Este trabalenguas que nos hemos per- mitido, sintetiza algunos de los roles y actitudes del terapeuta. Es ingenuo, porque no sabe, es el paciente el que mas sabe sobre si mis- mo y sobre sus relaciones. No saber, a un ingenuo, le leva a pre- guntar. Es por eso que el terapeuta mantiene una actitud explora- toria. Y explora a uravés de la creacién de preguntas que generan nuevas perspectivas de ver el problema, donde el sufrimiento pue- de no estar presente o cobrar otro significado. Esa actividad se canaliza a través de una relacién, en la que el terapeuta es capaz de transmitir interés genuino por los problemas del paciente. La metdfora, frecuentemente utilizada sobre la neutralidad del terapeuta nos parece equivoca. En la historia de la psicoterapia se ha utilizado para sefialar que el terapeuta respeta los objetivos del paciente y no trata de imponer sus valores. Consideramos mas ade- cuada la metéfora que presenta al terapeuta como abogado del paciente. El abogado no es un cémplice, pero tampoco es el juez. Estd del lado del cliente y le brinda su ayuda. La idea de un tera- peuta absolutamente neutral estarfa en contradiccién con lo ante- riormente sefialado respecto al problema del observador.

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