otros lejos y unos se quedan duele cmo corren, cmo pasan. El suelo crece bajo los pies, y hay animales y estn silenciosos. Ninguna ciudad ya despierta o duerme. Se han encargado de echarle alma a cosas que jams: ayer en la carretera se han muerto dos, es diciembre y hay quien siente fro. Ante el cielo ciego la mole y el trabajo, las palmas hmedas -una nueva naturaleza, las cosas en su llana superficie, todas porosas anhelando a las otras, y mientras ms sol, ms. Es el verano ms violento en aos, ni alzar la vista ni salir sin cubrirse de la luz, la absoluta luz. Imaginarse: el encierro sin esto en los ojos, y aun de da, la misma plenitud. Ms all una cortina que sin demasiado viento, baila -algo oscuro, leve de humedad, insectos aplastados, una grieta desde un rincn hasta perderse porque est la cama, y sin hacer. Una taza en el velador, hojas muertas, sin nada en la superficie -todo lo que hay es eso, todo se concentra en s mismo. Los prpados, cerrados y duelen -irritacin, sed, hielo en vez de nervios y sangre, algo que no va de un lado a otro, sino se queda, permanece, espera. Todo tiene sustento en la humedad y la temperatura no en lo oscuro o la luz. He ah la vida, solamente -este paso casi insensible, del sueo a la densa vigilia. Y el peso de esa noche
pasada, cmo se anclaba al suelo,
las escenas incomprensibles en un lugar arrasado por el agua. Y un rostro plido, irreconocible -ayer la roja llama, una infinita gracia bajo otra quimera, otra anclada noche. Recin se inicia este ao; la densa, agobiante cortina cuando abres los ojos -y esa absoluta luz. Todo est dispuesto, cada uno de los aparatos espera encenderse, darte los medios para salir de una vez desde ac, pero como en sueos un rostro plido, irreconocible. Muerta para siempre toda idea de utilidad. Algo que el da desee entregar por su cuenta; es esto, slo? Repeticin, todo esto es repeticin -mismo rostro, misma piel, a veces pareciera cada gesto y sea real, que se acta mas no se finge. La enfermedad engendra gestos forzados de apariencia de salud; algo teatral, casi como burla despus del cruce -siempre el mismo, repetida la trama-, el mismo cruce de las carnes. No hay desvo. Todo est establecido desde antes. Deshacerse, trascender la figura del hambre. Se nos ha ido el amor; todo se define en cifras de respiro, en grados de sol sobre la piel del brazo, la mejilla, el prpado, el entero costado deseado. No hay formas eternas de las cifras; el Ser aprende a temblar, ofrecerse al vrtigo mayor. Nada es ya la desnudez.