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Existen unas limitaciones previas como son el carácter casi inabarcable y los
problemas de composición que afectan en su conjunto a toda la literatura griega.
Heródoto tiene claro cuáles son los acontecimientos que va a a narrar. Casi se puede
decir que escribe una historia bien trazada (sic). La intencionalidad de Tucídides le hace
situarse en otro ángulo, pese a que el Dr. Alfageme insistió en el cuidado con que hay que
manejar los datos.
Heródoto cuenta los acontecimientos y, a la vez, nos hace partícipes de la línea con la
que los une para llegar a su fin, por ello cuenta e interpreta los acontecimientos. Tucídides
prefiere ser testigo de ellos y hacer del lector un espectador al que oculta cuidadosamente la
trama argumental. Tucídides presenta los acontecimientos y sugiere una interpretación hacia la
que encamina al lector.
Heródoto está interesado en celebrar las hazañas de los hombres -lo que le sitúa en la
tradición homérica- y por el principio de la guerra entre griegos y bárbaros -no por la causa-.
Tucídides dice que compuso tomando notas pero utiliza una estructura sintáctica
perfectamente trazada con una serie de participios encadenados que parecen más propios de
la lengua escrita y siente la necesidad de presentar pruebas objetivas para justificar la guerra.
Recurre a la explicación prolongada y literaria que recuerda a Heródoto pero rompe con la
tradición épica que le parecía poco satisfactoria e incompatible, no admite fines y tiende a un
pensamiento causal. La Guerra del Peloponeso ha superado a todas las anteriores y recurre a
la arqueología para justificarlo, lo cual cobra pleno sentido si se compara con los
acontecimientos inmediatos.
Frente a Heródoto que narra sucesos anteriores, Tucídides está interesado en narrar
sucesos estrictamente contemporáneos. La vigencia de la expresión del Dr. Alfageme no deja
de ser sorpresiva: "Heródoto es un arqueólogo y Tucídides un periodista (sic)".
Heródoto une los discursos con una frase de transición, cuenta los discursos y le da
colorido a la historia, aparentemente se limita a poner en escena a los personajes de la historia.
Tucídides se hace presente tras cada discurso y dedica un capítulo a analizar la intervención
de los oradores, la reacción de los ciudadanos y las consecuencias que puede tener esa
intervención; estos incisos sirven para distanciar al lector de la obra y proporcionarle una
panorámica y una perspectiva a posteriori, una mirada retrospectiva que se repite
sucesivamente.
Heródoto dramatiza, utiliza recursos de la tragedia para sus personajes, aunque los
griegos conocían sobradamente el resultado de las guerras contra los persas. Tucídides
adopta en sus discursos formas más elaboradas, se admite la vuelta a asuntos tratados y
sugiere una reflexión. Existe una diferencia de régimen político pero la obra de Heródoto está
hecha para ser leída ante un auditorio conocedor de la libertad de palabra.
Todos los discursos admiten una doble lectura por el uso de la ironía trágica.