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No os extrais de esto: llega la hora en que todos los que estn en los
sepulcros oirn la voz del Seor (Juan 5:28)
Se despertarn unos para la vida eterna, otros para el castigo eterno (Daniel
12:2) (Juan 5:29)
El infierno devuelve las almas (Apocalipsis 20:13)
La Resurreccin es la segunda unin sustancial del alma con su cuerpo. Es,
por tanto, la accin por la cual el cuerpo humano vuelve a la vida que haba perdido
con la muerte.
Resucitar es volver a la vida. No es una nueva creacin divina. No es que Dios
vuelva a llamar a la vida, porque en la muerte del cuerpo, el alma no se aniquila,
sino que sigue viviendo.
Resucitar supone que el mismo hombre, que haba dejado de ser por la
muerte, aparezca de nuevo. Es un cambio sustancial por el que lo que haba
existido antes y haba pasado despus a estado de corrupcin, eso mismo se
produce de nuevo (Surez).
La resurreccin es un acto divino; no es un acto humano. Por ese acto, se
hace volver a la vida a los muertos.
Ese acto divino es en la carne, no en el alma.
La resurreccin del alma se hace mediante la gracia:
Si fuisteis, pues, resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde
est cristo senado a la diestra de Dios (Col 3, 1).
Jess ensea
Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en
comparacin con la gloria que ha de manifestarse en nosotros; porque el continuo
anhelar de las criaturas ansa la manifestacin de los hijos de Dios, pues las
criaturas estn sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razn de quien las sujeta,
con la esperanza de que tambin ellas sern libertadas de la servidumbre de la
corrupcin para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues
sabemos que la creacin entera gime, hasta ahora, y siente dolores de parto, y no
slo ella, sino tambin nosotros, que tenemos las primicias del Espritu,
gemimos dentro de nosotros mismos suspirando por la adopcin, por la redencin
de nuestro cuerpo. Porque en esperanza estamos salvos; que la esperanza que se
ve, ya no es esperanza. Porque lo que uno ve, cmo esperarlo?; pero si esperamos
lo que no vemos, en paciencia esperamos (Rom 8, 18-25).