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que ocupara su lugar, su lugar debajo de sus piernas. Pero el perro se qued
quieto y agach la cabeza. Y a pesar de que le ofrecieran otro pedazo de queso,
no se movi.
Aquiles estaba muriendo pero el dueo no lo saba. Crea que estaba enfermo,
quizs muy enfermo, pero no muriendo. Y despus de ocho aos de
enfermedades permanentes y entrometidas, entrometidas como una vecina
chismosa pensaba el dueo-, la muerte no se vea en el panorama. Empero,
llam al veterinario y lo exhort para que lo atendiera. Cuando abrieron la puerta
para seguir al consultorio, Aquiles se levant. Sus patas delanteras se apoyaron
con gran esfuerzo para soportar su cuerpo de 40 kilos. Se irgui, a pesar del
agudo dolor, mir a su dueo, ladr y entr.