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Plegaria de un hombre enfermo a una jarra de vino.

Aumentas tu temperatura, Oh fulgor acre!


Entre tus trazos puedo ver los de la sangre
enervada de un genuino campo de batalla.
Tus espritus empero develen los ritos y misterios
del rebasado fuerte y de la ciera atalaya.
Pues todava no se mueven y yacen ah, quietos.
Cuando quiebres tu rgida intemperie
t, mi cuerpo y yo seremos uno;
y una, la altsima serie.

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