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Los Sécrates de Nietzsche Como fue observado, en la ‘iltima parte del siglo xix algunos acadé- micos profundizan una linea de trabajo erudita y cientffica, en la estela de la obra de Schleiermacher, sensibles a la biisqueda de una verdad histérica de los griegos y de Socrates en particular. Eduard Zeller (Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung, 3 vols., 1844-1852) y Erwin Rohde (Psyche, 1893) son nombres importantes de esta tradicién que inspira a jévenes espiritus como el de Friedrich Nietzsche quien, en su temprano El nacimiento de la tragedia (1872), lanza una dura critica a Socrates y lo que él representa, el socratismo. Ese texto es fuertemente desacreditado por el reconocido fildlogo Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, con quien Nietzsche y su amigo Rhode entablan una encendida polémica. El testimonio de Nietzsche sobre Sécrates es oscilante y ambiva- lente. Aun en aquella dura critica deja ver un aire de admiracién. En textos de esa misma década del 70, como Schopenhauer como educador (1874) y “El caminante y su sombra” (en Humano, demasiado humano, 1879), las menciones positivas crecen. Con todo, las referencias a Sécrates son constantes pero dispersas y la critica es retomada con toda ferocidad particularmente en “B] problema de Sécrates” (en Crepusculo de los idolos, 1888). A continuacién, veremos las lineas principales de ese recorrido. La tragedia de la raz6én En El nacimiento de la tragedia, la critica a Socrates es la otra cara de la moneda de la defensa nietzscheana de la tragedia griega. (73) 74 WaLTeR Omar Konan Sécrates es alli, ademas de responsable intelectual de la desaparicién de la tragedia, sinénimo del germen de lo que hay de peor en la cultura contempordnea a Nietzsche (la ciencia, el racionalismo, la moral) frente a la suprema cultura tragica del arte y de la pasion. En esta obra, el problema de Sdcrates es visto en los siguientes términos: Socrates seria el enemigo ntimero uno del arte tragico, en tanto defiende una cosmovisién teérica frente a la experiencia tragica del mundo (§ 17). Nétese la doble oposicién entre dos modos de relacio- narse con el mundo (uno mas contemplativo y otro mas experimental) y el cardcter de cada uno de ellos, uno mas abstracto y tedrico frente a otro concreto y artistico. Justamente en un texto donde Nietzsche reflexiona sobre El naci- miento de la tragedia, dieciséis afios después de su publicacién y que fuera incluido como prefacio de la segunda edicién, traza el sentido principal de esa obra, que califica de temeraria e imposible: “Ver la ciencia con la éptica del artista, y el arte, con la de la vida” (“Ensayo de autocritica”, p. 2). Para ello, postula una doctrina que llama “dioni- sfaca” y que consiste en una valoracién artistica, amoral, de la vida. Ella implica un aspecto positivo, en tanto supone comprender afirma- tivamente el profundo fenémeno dionisfaco entre los griegos, y tam- bién un aspecto negativo, en la medida en que requiere denunciar las figuras de lo apolineo que enfrentaron y Ilevaron a la disolucién de ese fenémeno, como es el caso de Sécrates, un “décadent tipico”, y denun- cia también el fenémeno a é1 asociado, el socratismo. Sécrates repre- senta para Nietzsche mucho mas que una persona, es todo un espiritu contrario al espiritu dionisfaco: la teorizaci6n, moralizacién y raciona- lizacién de la vida. Junto a S6crates, son en parte también criticados Kant y Schopenhauer, ambos Por prolongar el socratismo en la cultura moderna; éste, por pretender imponer la resignacién en el mundo dela vida; aquél por postergar el arte como medio de revelacién metafisica a costa del conocimiento practico, moral. De todos modos, Nietzsche esta en ese libro muy préximo de Kant y més atin de Schopenhauer. Al fin, ambos son también implfcita- mente criticos del racionalismo y el optimismo socraticos. Kant mues- tra los limites de la pretensién de la razon de develar la esencia meta- fisica del mundo. Schopenhauer cuestiona los poderes de la razén para conocer los abismos mas profundos del ser y propone un arte —la musica— como instancia de acceso principal a la esencia del mundo, Asi, ambos se inscriben en una linea antirracionalista y son también aliados de una vision pesimista, tragica, de la vida. Nietzsche sittia a ambos como fuentes para un renacimiento de la cultura tragica, junto Los S6cRATES DE NIETZSCHE wi a Richard Wagner, quien serfa el responsable de recuperar para la musica del siglo xIx la potencia dionisfaca del mundo. Con todo, en su Ultimo perfodo va a echarse atrds sobre esta alianza con Kant y Schopenhauer, a la que va a considerar como lo peor del libro en tanto unos y otro estarian igualmente asociados a la tradicién del pensa- miento metafisico y moral que intenta confrontar.' Qué fue lo peor de Sécrates? 4Cémo se especifica su condenable doctrina y herencia? Sécrates no sélo representa un ideal contrario sino que es acusado de haber combatido y asesinado la tragedia. Para el Sécrates de Nietzsche, el problema de la tragedia seria doble: a) no dice la verdad; b) no esta dirigida a quien tiene entendimiento, el fil6- sofo (§ 14). El arte tragico representarfa para Sécrates sélo lo util, lo agradable, y serfa por lo tanto nocivo en la formacién de los jévenes. Al contrario, ese Sécrates postulaba una conexidén necesaria entre la vir- tud y el saber, entre la fe y la moral. Quien conoce el bien no podria no ser virtuoso y quien es virtuoso no podria no ser feliz. Ese optimismo racional significa la muerte del arte tragico (§ 14). Para consumar esa muerte, la estrategia socrdtica fue socavar la tragedia desde dentro, alidndose a Eurfpides, tanto que éste no tiene voz propia sino que por él habla “un demén que acababa de nacer, llamado Sécrates” (§ 12). Asi, Eurfpides se dejé influir por el socratismo no dionisfaco que con- diciona lo bello a lo inteligible y lo virtuoso al conocimiento. Acabé siendo, en el arte, el representante del socratismo estético, de la idea de que todo tiene que ser consciente para ser bello. Sécrates es entonces el médico que cree que el error es la enferme- dad y el conocimiento, su remedio. Su ideal de hombre teérico retine una serie de actividades que considera supremas (juzga, conceptualiza, razona), incluso virtudes morales (compasi6n, sacrificio, heroismo) y las considera pasibles de ser ensefiadas y aprendidas. Frente al pesimismo practico del artista, Sécrates afirma el optimismo teérico de si mismo, del filésofo. Asi, Sécrates seria el progenitor, prototipo, antecesor de la ciencia que representa para Nietzsche la “oposicién mds ilustre a la considera- cién tragica del mundo” (§ 16). Como tal, desprecia los instintos, el arte, 1. En una tesis de doctorado defendida recientemente en la Universidad del Estado de Rio de Janeiro, Adriany Ferreira de Mendonga sostiene que la alianza de Nietzsche con Kant y Schopenhauer en El nacimiento de la tragedia —que la autora no considera mas fuerte que la que lo une a Aristéfanes, cuyas referencias sin embargo suprime en la edi- cin publicada del libro se debe a su pretensién de que el texto fuera aceptado por el establishment de la filosofia en ese momento (Ferreira de Mendonga, 2006). 76 WALTER OMAR KoHAN negando asi justamente el lugar donde se encuentra la sabidurfa. La ciencia y el arte se opondrian entre si tanto como la légica y la musica. Socrates es también un monstruo de un “iinico ojo cicl6peo” que nunca consiguié percibir la “demencia del entusiasmo artistico” (§ 14). Como sugerimos, Nietzsche no esta tan preocupado con Sécrates cuanto con el socratismo, esa tendencia cultural que persiste en su con- temporaneidad. Mas atin, en una conferencia escrita con anterioridad a El nacimiento de la tragedia, llega a afirmar: “El socratismo es mas anti- guo que Sécrates” (“Sécrates y la tragedia”, en Nietzsche, 1991: 225), esto es, que las fuerzas que disuelven el arte anteceden y mucho a “el primer gran heleno que fue feo”. En efecto, lo que Sécrates ha hecho, segtin Nietzsche, fue simplemente darle forma a una tendencia anti- dionisfaca igualmente arraigada desde tiempos antiguos en la cultura helénica. Un aspecto curioso de esta primera critica nietzscheana a Sécrates es que no hay referencias textuales directas a sus fuentes; no hay mencién de los textos que Nietzsche tiene en vista para sustentar su lectura. Sin embargo, la ausencia de referencias explicitas a Jenofonte y Aristéfanes y algunas referencias al género didlogo, sumadas a la presencia en los didlogos de Platén de algunas tesis atri- buidas a Sécrates, hacen pensar que son ésos los didlogos que Nietzsche tiene en vista. De hecho, Nietzsche diferencia a Sécrates de Platén, para “salvar” a este ultimo, lo que a él mismo espantaria algu- nos afios después. Tanto que alli mismo dice que “el divino Platén fue en este punto victima del socratismo” (Nietzsche, 1991: 225). El noble poeta, autor de tragedias que su decadente maestro le obligé a que- mar, habria abandonado el arte bajo esa perversa influencia y enton- ces cre6 los didlogos que sittian a su maestro como el personaje prin- cipal de la trama de la ciencia, la moral y la dialéctica, las tres perversiones del espiritu humano. En un sentido m4s personal, Nietzsche (1991) ve a Sécrates como una naturaleza anormal en la medida en que en él estaba invertida la relacién entre instinto y conciencia. Si en los hombres el instinto es la fuerza creadora y la conciencia su freno, en Sécrates es al contra- rio: su instinto se expresa a través de una voz demoniaca que lo disuade en ciertas circunstancias (§ 13). Esta inversion hace de Sécrates un monstruo, un ser no mitico, con un superdesarrollo de su naturaleza légica frente a su sabiduria instintiva. Con todo, su instinto légico, que no le permitia volverse contra si mismo, era de una fuerza tal que Nietzsche lo coloca a la altura de las mayores fuerzas instintivas. Era tal la conviccién natural de Sécrates que refutarlo era imposible, que Los SécratEs DE NIETZSCHE 77 “sdlo una forma de condena era aplicable, el destierro; tendria que haber sido licito expulsarlo al otro lado de las fronteras, como a algo comple- tamente enigmatico, inclasificable, inexplicable, sin que ninguna poste- ridad hubiera tenido derecho a incriminar a los atenienses de un acto ignominioso” (§ 13). De modo que lo monstruoso de Sécrates no es sélo su enemistad tan profunda por Dioniso sino que, por detras de esa ene- mistad, hay un semejante, alguien que se le parece demasiado. Por otras razones, tanto Platén como Sécrates no estan tan distan- tes de la tragedia. Por un lado, la relacién entre el didlogo platénico y la tragedia es mucho mas intima de lo que Platén estaria dispuesto a reconocer. Ambos géneros absorben a los que los anteceden. Nietzsche reconoce que Platén legé a la posteridad una nueva forma de arte y que, si bien en ella la filosofia (dialéctica) somete la poesia a una forma de esclavitud, el didlogo combina de tal manera la narracién, la lirica y el drama, la prosa y la poesia, que permitié la transmisién de todos los géneros que fusionaba para los siglos siguientes. En ese contexto, Nietzsche quiere ver algo mas en Sécrates: Si hemos de suponer, pues, que incluso antes de Sécrates actué ya una tendencia antidionisiaca, que sdlo en él adquiere una expresién inauditamente grandiosa: entonces no tenemos que arredrarnos de preguntar hacia dénde apunta una aparicién como la de Sécrates: que, si tenemos en cuenta los didlogos platé- nicos, no podemos concebir como un poder unicamente disolvente y negativo. Y aun cuando es muy cierto que el efecto mas inme- diato del instinto socratico persegufa una descomposicién de la tragedia dionisfaca, sin embargo una profunda experiencia vital de Sécrates nos fuerza a preguntar si entre el socratismo y el arte existe necesariamente tan s6lo una relacién antipédica, y si el nacimiento de un “Sécrates artistico” es en absoluto algo contra- dictorio en si mismo. (§ 14) Nietzsche da algunas pistas para pensar por qué Sécrates no debe ser considerado un poder “tinicamente disolvente y negativo” y en qué consistiria su “profunda experiencia vital’, afirmacién llamativa que aparece sdlo unas paginas después de haber puesto a Sécrates en la vereda de enfrente de la experiencia y de la vida. Menciona el senti- miento de vacio o deber incumplido que Sécrates habria tenido frente al arte, y ese llamado a cultivar la musica que se le presentaba en suefios y al que se refiere al inicio del Fedén el dia de su muerte. Alli Sécrates dice que en prisién ha puesto en verso las fabulas de Esopo y el himno a Apolo, a lo que se habia negado sistematicamente 78 Water OMAR KoHAN durante toda su vida (Fedén 60c-e). Explica que muchas veces tuvo un suefio que lo compelfa a producir y practicar musica y que él inter- pretaba como una exhortacién a seguir haciendo filosofia, que era para él la misica mds excelsa. Pero una vez que un rito religioso impidié que Sécrates muriera enseguida después del juicio, temeroso de que lo solicitado significara hacer una misica popular, entonces decidié no correr el riesgo de desobedecer ese mandato y compuso poemas. Hizo un poema al dios y para no tratar en su poema de razo- namientos sino de mitos, no siendo él un mitdlogo, decidié dar forma poética a algunas fabulas de Esopo. Nietzsche comenta este episodio y se pregunta: Aquella frase dicha por la aparicién onfrica socratica es el ‘unico signo de una perplejidad acerca de los limites de la natu- raleza ldgica: jacaso ocurre ~asi tenia é1 que preguntarse— que lo incomprensible para mf no es ya también lo ininteligible sin mas? {Acaso hay un reino de sabiduria del cual est desterrado el l6gico? {Acaso el arte es incluso un correlato y un suplemento necesarios de la ciencia? (§ 14) El reconocimiento por parte de Nietzsche de la figura de Sécrates viene también, al menos en parte, del papel de guia de un tipo de exis- tencia -el hombre te6rico— nunca antes visto. Socrates, al fin, inventa un modo de vivir; es cierto que se trata de un modo de vida repulsivo y decadente, pero no es menos cierto que se trata de un tipo nuevo y que, ademés, indirectamente, lleva la ciencia hasta el arte. En efecto, aunque Sécrates sea responsable de una creencia metafisica nociva e ilusoria —la de que, siguiendo el hilo de la causalidad, el pensar Iega no s6lo a conocer sino también a corregir los abismos mds profundos del ser-, lo es también de una creencia que obliga a la ciencia a llegar hasta sus limites y transmutarse en arte. De esa manera, Socrates fue para Nietzsche un punto de inflexién en la medida en que su optimismo teérico Ilevé a percibir los limites de la logica para resolver las cuestiones que el propio Sécrates con- dujo a la ciencia a plantearse y, de esa manera, abrié las puertas para el conocimiento tragico. Asf, su avidez insaciable y optimista de cono- cimiento se transmuta en “resignacién tragica y en necesidad de arte” (§ 5). Al fin, aun ese decadente Sécrates es para Nietzsche un camino que conduce al arte. Los Socrates DE NIETZSCHE 79 Un enfermo de vida En ‘El problema de Socrates”, texto de la uiltima fase de la vida de Nietzsche, aparece renovada una visién critica respecto de la vida que Socrates representarfa. Sécrates es presentado como un melancélico, un dubitativo, un enfermo, por haberse opuesto a la vida. En verdad, Socrates es slo el nombre de algo compartido por “los mas sabios de todas las épocas”. Se trata de un caso que ilustra la decadencia de todos los sabios en la medida en que no han apreciado el valor supremo de la vida. La vida aparece en este texto como un valor superior a todos, incuestionable. Quien cuestiona la vida, se cuestiona a si mismo y el valor de su propio saber (“El problema de Socrates”, § 1, en Nietzsche, 2002). El problema de Sécrates es, entonces, no reconocer el valor de la vida. Hay diversas causas para ello. Primero, era plebeyo y feo, perte- necia a los estratos sociales y estéticos mas bajos, tanto que, en fun- cién de la importancia que tenia la estética para los griegos, Nietzsche pone en cuestién que de hecho Sécrates haya sido un griego, si esto quiere decir algo mas que la simple pertenencia a una pélis. Su feal- dad expresaba un caos y una anarquia de instintos incompatibles con la cultura griega. Como reaccién a ese caos, Sécrates despreciaba los instintos y sobreestimaba la razon, a la que otorgé el lugar supremo de control y vigilancia. Su espiritu decadente se proyecta en la ecua- cién que identifica esa raz6n controladora con la virtud y la felicidad. Se consuma asf la inversién de todos los valores (§ 2-3), Como método, Sécrates engendré la dialéctica, instrumento de deca- dencia en la medida en que en una cultura que se precia de tal, quien tiene razén no precisa demostrarla. La dialéctica es tirdnica: quien vence deja al vencido en la posicién de tener que demostrar que no es idiota; lo enfurece y no le da ayuda. Como Kierkegaard, Nietzsche considera la ironia de Socrates negativamente: la ironia de la dialéctica socratica es una muestra de resentimiento y rebeldia plebeya (§ 7). Con todo, eso no explica las razones del éxito de Sécrates, la fasci- naci6n que ejercié en los medios aristocraticos de Atenas. Para ello, Nietzsche ofrece al menos tres explicaciones: 1) la dialéctica era una nueva forma de lucha, de agonistica, y los griegos eran apasionados por la lucha; 2) Sécrates era un gran erotico, un seductor, y fue muy habil al introducir la dialéctica, y con ella la raz6n y la moral, en la ins- titucién pederdstica, para seducir a los jévenes nobles, y 3) Sécrates era muy intuitivo e intuyé que Atenas necesitaba de él, que los instin- tos estaban andarquicos en todos los atenienses y que era necesario alguien que los dominara (§ 8-9). 80 WALTER OMAR KoHAN De cualquier manera, el remedio, la raz6n, era peor que la enferme- dad y consumé la destruccién de una fuerza cultural. Justamente, la decadencia consistié en pensar que el remedio, la raz6n, era sinénimo de virtud y de felicidad, y que esta ultima llegarfa luchando contra los ins- tintos mds vitales cuando, en verdad, se identifica con ellos. En el reme- dio estaba la muerte y en la muerte —no en la razén-, el remedio. Por eso Sécrates quiso morir, porque su vida habfa sido la de un enfermo (§ 12) y su voluntad de morir no fue sino un testimonio de su fracaso. Oscilaciones de un testimonio En el también tardio Mas alla del bien y del mal (1885), el problema de Sécrates es formulado en otros términos, igualmente criticos: haber negado el perspectivismo, “condicién fundamental de toda vida” (Prélogo). En ese mismo texto, insiste en separar a Platén de Sécrates, al aristécrata del plebeyo corruptor. Sostiene que hay un elemento no platénico en los didlogos, que consiste en afirmar que los hombres sélo pueden obrar mal involuntariamente, por error, y que entonces basta corregir el error para ser bueno (§ 190). Nietzsche atribuye este ele- mento al socratismo, critica su presupuesto identitario entre lo bueno, lo util y lo agradable, y carga contra Sécrates por engafiarse a si mismo ~y con él a todos los atenienses— respecto de que la razén podria domi- nar los instintos, lo inferior a lo superior (§ 191). En muchos otros textos anteriores a esta tiltima etapa el testimo- nio de Nietzsche sobre Sécrates es menos pasional y en textos de una etapa intermedia el tono llega a ser elogioso e incluso reverente. En Schopenhauer como educador llama indirectamente a Sécrates “hom- bre original” y “genio” y dice que, en virtud de las condiciones adver- sas de su cultura para tales hombres, si Sécrates hubiera vivido en su tiempo, no habria Iegado a los setenta afios (Nietzsche, 1999b, § 6). En Aurora, el discurso se mantiene critico pero el tono es otro, extre- mamente considerado. En un sobrio fragmento, dice que Sécrates y Platén, a quienes se refiere como “admirables creadores”, han sido victimas del prejuicio de considerar que la accién recta siempre acom- pafia al entendimiento recto. Nietzsche apunta alli agudamente que no hay relacién necesaria entre conocer una acci6n y llevarla a cabo, y que el transito entre entender algo y hacerlo continua siendo un misterio (§ 116). Con todo, en un mismo texto hay referencias encontradas. En los aforismos editados como Humano, demasiado humano (1878), hay Los Socrates DE NIETZSCHE 81 algunas alusiones criticas: en una de ellas, tilda a Sécrates de piedra que, arrojada en medio de las ruedas, hace saltar la maquina del pen- samiento griego en pedazos (Nietzsche, 2004, v § 261); en otra dice que el demonio socratico no fue sino una afeccién auditiva mal interpretada de Sécrates (§ 126), pero la gran mayoria de esos aforismos tiende lazos afirmativos con Sécrates. Por ejemplo, en otro aforismo se permite dar Ja raz6n a Sécrates y a Platén nada menos que respecto de que el hom- bre siempre hace el bien, lo que le parece bueno (1itil), en el sentido de que siempre busca la autoconservaci6n (11 § 102). ¥ en un tercero critica el modo en que los hombres piensan que son maestros justamente en todas las cosas en que no lo son y evoca para ello “la experiencia de Sécrates” en una muy probable alusién a las conversaciones con polfti- cos, poetas y trabajadores manuales relatadas en la Apologia para dar sentido a la sentencia del oraculo que lo consagraba como el mas sabio (vi § 361). En un fragmento del verano de 1877, vuelve a dar la razén a Sécrates sobre el modo arrogante en que las personas que “carecen de cultura cientifica” suelen hablar de asuntos serios y dificiles (23 [17]). En un aforismo dedicado hostilmente a Jantipa, esposa de Sécrates, y al modo en que ésta lo “ayudé” a cumplir su tarea torndndole la casa inhabitable e inhéspita, se refiere al herofsmo de Sécrates y lo trata de “espiritu libre” (vm § 433). En otro, dice que las mujeres gritan y pertur- ban el destino del pensador que recibe la cicuta, como fue el caso de Sécrates, quien no tuvo mds remedio que hacerla expulsar de la prisién, segtin se narra en el Fed6n; alli Nietzsche llama a Sécrates “librepen- sador” (vi § 437). En un fragmento de octubre-diciembre de 1876, cali- fica de muy pertinente el modo en que Socrates se defendié ante los jue- ces “ante el foro de la historia universal”, aunque éstos lo hayan incomprendido y condenado (19 [12]). La cuestién matrimonial vuelve a aparecer en un texto tardio, La genealogia de la moral (1887), en una referencia al pasar que deja entrever una consideraci6n singular. En efecto, Nietzsche alli comenta que todos los “grandes filésofos” le escapan a todo aquello que los dis- traiga de desplegar su potencia y, entre otras cosas, cita el matrimonio como una de esas distracciones de las que escapan. Sostiene que un filésofo casado es un “personaje de comedia” y que Sécrates es en ver- dad una excepcién, que se ha casado por ironfa, para demostrar la pro- pia tesis de Nietzsche acerca del casamiento (Nietzsche, 2000, mI § 7). Es notorio entonces que conviven en Nietzsche sentimientos encon- trados respecto de Sécrates, de Platén y de la relacién entre ambos. Si bien vimos que, en los pasajes criticos que presentamos, intenta salvar a Plat6n, en algunos casos la situacién se invierte. Por ejemplo, en 82 WALTER OMAR KoHAN —— fragmentos péstumos de septiembre de 1876, al comparar los testimo- nios de Platén y de Jenofonte sobre Socrates, considera que el primero ofrece una caricatura difusa, critica su calidad de dramaturgo por no haber conseguido fijar la figura de Sécrates ni siquiera en un didlogo y juzga que lo ha sobrecargado de tantas cualidades que lo ha hecho irreconocible como persona. Elogia en cambio los Memorabilia de Jenofonte, pero advierte que es un libro que hay que saber leer (Nietzsche, 2004, 18 [47]); a un fragmento escrito entre la primavera de 1878 y noviembre de 1879 da el titulo de “La envidia de Platén”, a quien acusa de querer confiscar a Sécrates para si y privar de él a todos los socraticos; califica también su testimonio de ahistérico. Su descon- fianza hacia Platén crece con el tiempo hasta hacerlo un sinénimo de lo que hay de peor en la cultura: moralismo, idealismo, cristianismo, Razones de una lectura Al final, son tan copiosas las referencias de Nietzsche a Sécrates que estamos lejos de salir de un inicio. Con todo, gc6mo apreciar los testimonios tan encontrados que acabamos de presentar? En lineas generales, cuando se lee el testimonio de un filésofo sobre otro, puede no ser interesante buscar una imagen tnica, perfectamente coherente del principio al fin. En el caso de Nietzsche, esta recomendacién resulta particularmente significativa. Su imagen de Socrates estd car- gada de elementos contradictorios, en tensién, y también en movi- miento como los que habitan su pensamiento. No podrfa ser de otra manera: Nietzsche vive pensando, su pensamiento esta vivo, se des- plaza, se vuelve sobre sus propios puntos fijos. Por lo tanto, la imagen que ofrece de Sécrates no podria no tener esas mismas caracteristicas. Estas mismas palabras valen para el propio Platén, que ofrece tantos Socrates diferentes en sus didlogos. Y en cierto modo para todos los filésofos que no piensan siempre de la misma manera. Algunos lectores de Nietzsche, como Alexander Nehamas (2005: 235), se han preguntado insistentemente por qué Nietzsche carga tan vehementemente contra Sécrates; por qué culpa al Sécrates de los did- logos platénicos en vez de culpar a su creador, el propio Platén, y por qué no vio, en todo caso, un paralelo entre él y Socrates, alguien que, como él, es al fin un “inmoralista”, una figura que también se opone radicalmente a los valores de su mundo (236). Si un filésofo debe medirse por el tipo de vida que es capaz de construir, también en eso, argumenta Nehamas, Nietzsche y Sécrates estan mucho mas cerca de Los SOcRATES DE NIETZSCHE 83 lo que el propio Nietzsche parece estar dispuesto a aceptar. Nehamas insiste en preguntar por qué entonces Nietzsche ataca tan duramente a Socrates (238). Su tesis es que Nietzsche estaba demasiado cerca de Sécrates para admitir esa proximidad, que significarfa un pufial en su propio pensamiento. Si Sécrates fuese un aliado, lo serfa de tal manera que Ja propia originalidad del proyecto nietzscheano estaria en peligro. En el fondo, Nietzsche dudaba si de hecho habfa podido emanciparse de Sécrates, si su propio proyecto no era el mismo que el de ese per- sonaje. Esto es, los dos contestaban a la cultura dominante de su tiempo y Nietzsche se constitufa a si mismo a través de un movi- miento semejante al de Sécrates. La creacién de si tenia un valor tan importante para Nietzsche que reconocer su proximidad de Sécrates habria significado poner en duda el valor de la propia creacién de si (240-241). Tal vez no sea necesario entrar en el complejo mundo interior de Nietzsche para relacionarse con las figuras que ofrece de Sécrates. Es siempre un poco ilusorio el historiador de las ideas cuando se disfraza de psicoanalista y pretende decir la verdad sobre las razones profun- das de un autor para leer a otro. Quiz4 sea mas interesante simple- mente constatar que conviven una multiplicidad de lecturas en la lec- tura que un filésofo hace de otro filésofo e intentar dar sentido a las razones de esa multiplicidad entendiendo que, ellas mismas, pueden ser diversas y en movimiento. Hay muchos Sécrates en Nietzsche. Es verdad que sobre todo al ini- cio y al final de su obra parece predominar una imagen antagénica, pero aun alli hay también otras imagenes. Creo que la razén principal de por qué hay muchos Sécrates en Nietzsche es muy simple: es la misma raz6n por la que hay muchos Sécrates en Platén. Hay muchos Sécrates en Nietzsche porque hay muchos Nietzsche, asi como hay muchos Sécrates en Platén porque hay muchos Platones. Hay muchos rostros de un filésofo en todos los rostros que un filésofo pinta de otro, cuando se interesa profundamente por aquél en diversas etapas de su pensamiento y no se trata de alguien que aspire al sistema 0 a la uni- dad de pensamiento. E] impacto de la muerte de Sécrates dio un tono especial a los didlogos que Platén escribié inmediatamente después de su muerte. A medida que el tiempo pasa, el testimonio cambia. Con todos los lectores de “Sécrates” sucede algo similar. Si Foucault hubiera escrito sobre Sécrates en la época en que su interés se centraba en la descripcidn de una analitica del poder, otro habrfa sido seguramente su retrato de Sécrates. Los ejemplos podrian multiplicarse. 84 WALTER OMAR KOHAN Hay también razones mas especificas. Sécrates es un filésofo en el que la vida ocupa practicamente todo el lugar. Sécrates, en tanto nada escribe, todo lo vive. Su pensamiento es su vida. En este sentido, ningtin filésofo se aproxima més al valor que Nietzsche da a la vida. Por eso, es probable que buena parte de la carga negativa de su testimonio tenga que ver con la relacién de Sécrates con la muerte y lo que ésta afirma en relacién con la vida, por haber dado lugar a la muerte por sobre la vida, por lo que su actitud final en el juicio deja ver frente a la vida y la muerte. Para Nietzsche, esa actitud de Sécrates revela, al contrario de lo que muestra para Foucault, una vida decadente, enferma, mons- truosa. Por eso, nada irrita mas a Nietzsche que las tltimas palabras de Sécrates, a las que considera oscuras y blasfemas. En efecto, interpreta el pedido final de Sécrates a Critén que cierra el Fedén acerca de no olvi- darse de pagar la deuda que tienen con Asclepio como un reconocimiento de que la vida es una enfermedad, de que al fin Sécrates ha vivido la vida como un sufrimiento.? De modo que esas tltimas palabras revelan el fondo de una actitud vital débil, decadente, pesimista, enferma. Sécrates, que erige su vida en su filosofia, al morir, mata no sélo su vida sino la vida que lega para el pensamiento y para la cultura, la vida que importa pensar y las fuerzas vitales que es preciso vivir. Su testimonio final serfa una reivindicacién de la muerte sobre la vida. Con todo, Nietzsche, como todo filésofo, tejfa alianzas de diversa indole con otros filésofos en funcién de sus intereses ocasionales. Es interesante notar algunos paralelismos que 61 mismo establece con el modo en que Sécrates entiende el ser profesor. Por ejemplo, en La cien- cia jovial, dice, con Sécrates, que expulsarfa a un discfpulo que nunca dice “no” e igualmente expulsaria otro que siempre responde con “la medida exacta” (Nietzsche, 1989, § 32); en Mads alld del bien y del mal, concede como necesaria la maliciosa iron{fa socratica para sacar los dis- fraces de los viejos y conservadores aristécratas (§ 212). Ya hemos visto también pasajes en los que Nietzsche elogia la experiencia pedagégica de Sécrates y el cardcter agon{stico de su método. Al menos como pro- fesor, Nietzsche da muestras de no sentirse tan distante de Sécrates. Mas atin, resulta importante percibir ciertas afinidades entre Sécrates y Nietzsche en su manera de pensar la educacién, aun en pasajes en los que éste no cita a Sécrates. Por ejemplo, ambos son fuer- 2, Foucault muestra en su clase del 15 de febrero de 1984 que la interpretacién de que Socrates quiere decir allf que la vida es una enfermedad es insostenible, en funcién de otros pasajes del Fedén (como 62b, 67a y 69c), la Apologia y otros didlogos de Platén. Los SocRaTES DE NIETZSCHE 85 temente criticos de la educacién dominante en su época (véase la cri- tica que Nietzsche realiza en Schopenhauer como educador a las insti- tuciones educacionales y a los educadores de su época) y piensan que existe una especie de incompatibilidad entre el ejercicio filoséfico y las instituciones; en la relacién pedagégica, los dos tienen dificultades para ocupar el lugar de maestro y, sin embargo, consideran que habi- tan un lugar privilegiado, superior, en la sociedad de su tiempo; los dos sostienen que la educacién debe tener que ver con preparar a los jéve- nes para pensar y vivir filosdficamente, aunque esto haya querido decir cosas muy diferentes en uno y en otro. En todo caso, Nietzsche es un aristécrata (al menos en sentido pla- ténico), enemigo de la plebe, un moralista inmoralista, un decadente transgresor, un enfermo derrochando salud, un genio, un fanatico de la vida, del cuerpo, del arte, de la creacién, del pensamiento, al fin, un entusiasta de todo lo que no sea banal y dogmatico. Es verdad: resulta tentador pensar que casi lo mismo podria decirse de Sécrates, en par- ticular de la imagen inventada por Platon. De todas maneras, alguien que se ama y se odia a sf mismo con la intensidad con que lo hace Nietzsche, {por qué no habria de hacer lo mismo con alguien que en cierto modo inaugura su propio camino como Sécrates? Socrates. Si todo va bien, llegaré el dia en que para progre- sar ético-racionalmente se preferird recurrir a los dichos memo- rables de Sécrates que a la Biblia, y en que Montaigne y Horacio seran usados como precursores y guias para la comprensién del sabio mediador mds simple e imperecedero, Sdcrates. A él se remontan los caminos de los mas diversos temperamentos, esta- blecidos por la razén y el habito y que apuntan sin excepcién ala alegria de vivir y del propio sf; de donde podria concluirse que lo mas peculiar de Sécrates fue su participacién de todos los tem- peramentos. Sécrates aventaja al fundador del cristianismo por su gozosa clase de seriedad y por esa sabiduria llena de picardia que constituye el mds hermoso estado anfmico del hombre. Ademas, su entendimiento fue mayor. (Nietzsche, 2004, 1 § 86) Todo en Nietzsche es apasionado y exagerado. Todo en Sécrates aparece aqui grande, gigantesco. Vale notar que la exaltacién de Socrates esta dirigida al Sécrates de Jenofonte y no al de Platén, lo que hace pensar que una parte sustantiva de la furia que Sécrates des- pierta en Nietzsche podria estar dirigida mas propiamente contra ese retrato especifico que ofrece Platén en sus didlogos que sobre el mismo Sécrates. Al contrario, en el testimonio que acabamos de reproducir, 86 ‘Watter OMAR KoHAN todo conduce afirmativamente a Sécrates. Todo nace de su simplicidad y la raz6n aqui no esta refiida con la alegria de vivir y la propia cons- truccién de si mismo. No hay nadie mas diverso que Sécrates. Y tam- bién no hay nadie mas diverso que Nietzsche. Por eso la diversidad de Socrates en Nietzsche. Porque aun en esto Nietzsche (1999a) parece haber sido fiel a su espiritu docente, aquel que decia que “es preciso que el maestro ponga a sus discipulos en guardia contra 6]. Esto forma parte de su humanidad” (§ 447). Como nadie, Nietzsche nos ha ense- fiado -tal vez seria mejor decir “nos ha permitido aprender”— al darnos esa lectura potente, paraddjica y tensa de Sécrates. Nos ha ayudado a pensar, poniéndonos en guardia contra Sécrates y un cierto modo lineal de leerlo, enaltecerlo, reverenciarlo. Ademés, a través de su vision contrastante del memorable ateniense, nos ha llevado a enfren- tarnos a las razones y los sentidos con que leemos a Sécrates en parti- cular y a un filésofo en general. Asf, casi sin quererlo, Nietzsche se nos ha vuelto casi un Sécrates, aquel que, al decir de Nicias, llevaba siem- pre a dar raz6n de sf, cualquiera fuera el tema de la conversacién.

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