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Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad
de religin, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se
ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos
sancionado que, tanto todos los dems, cuanto los cristianos, conserven la fe y
observancia de su secta y religin... que a los cristianos y a todos los dems se
conceda libre facultad de seguir la religin que a bien tengan; a fin de que
quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros
y a todos los que viven bajo nuestro imperio. As, pues, hemos promulgado con
saludable y rectsimo criterio esta nuestra voluntad, para que a ninguno se
niegue en absoluto la licencia de seguir o elegir la observancia y religin
cristiana. Antes bien sea lcito a cada uno dedicar su alma a aquella religin
que estimare convenirle.
Copias de las constituciones imperiales de Constantino y Licinio, traducidas del
latn al griego
Consecuencias[editar]
El edicto de Miln no slo signific el reconocimiento oficial de los cristianos,
sino que trajo como consecuencia profundos cambios dentro del Imperio
romano, as como el comienzo de la expansin de la Iglesia. La aplicacin del
edicto devolvi a los cristianos sus antiguos lugares de reunin y culto, as
como otras propiedades que haban sido confiscadas por las autoridades
romanas y vendidas a particulares: las propiedades habrn de ser devueltas a
los cristianos sin exigir pago o recompensa de ningn tipo, y sin admitir ningn
tipo de fraude o engao. Esto le brind al cristianismo (y a cualquier otra
religin) un estatus de legitimidad junto con la religin romana, y en efecto,
depuso a esta ltima como la religin oficial del imperio romano y de sus
ejrcitos.
Todava no se han recuperado registros en piedra del edicto. Las citas que se le
conocen provienen de los captulos 35 y 48 del documento histrico De
mortibus persecutorum (Sobre la muerte de los perseguidores), escrito por
Lactancio.