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Jorge E. Salomón
Politólogo Investigador
NelsonAndrés Hernández
Candidato al título de Profesional en Estudios Políticos
David F. Velasco
Candidato al título de Licenciado de Historia
Grupo de Apoyo:
Anabell Ocampo
Jesica Villegas
Linda María Ochoa
Diego Casas
Tabla de contenido
PRESENTACIÓN 5
INTRODUCCIÓN 9
1.TRESDIMENSIONESDELESTUDIO 12
2.¿QUÉHACÍANLOSCALEÑOSENLOSINICIOSDELSIGLOXX? 12
2.1 Por la muy noble y leal villa el tiempo como que no transcurría 12
2.2 Un mapa mental del Cali físico urbano de 1910 14
2.3 Soñaban en la llegada del Ferrocarril del Pacífico 15
2.4 Conversaban con su Torre Mudéjar 16
2.5 En la Biblioteca Centenario iniciaban el aprendizaje de la lectura 19
2.6. Estudiaban en la escuela primaria y se educaban y asimilaban una cultura educativa 22
2.7 Se aventuraban a excursiones en los Farallones de Cali 30
2.8 Y en materia de juegos y de construirse un medio mmbiente sano y saludable ¿qué hacían
ayer y qué hacemos hoy? 36
2.9También se iniciaban en el debate ciudadano
3.GENERABANCONFLICTOSY,DEALGÚNMODO,LOSTRATABAN 39
4. CALIENLAPRIMERADÉCADADELSIGLOXX:ENTREINICIALESYBÁSICOS
SERVICIOSPÚBLICOS,UNAEMERGENTECONCIENCIACIUDADANAYUNA
ESPLENDIDACELEBRACIÓNDELCENTENARIO 44
5. ELACCESODECALIALACONDICIÓNDECAPITAL:NOTODOFUERELACIONESDE
PODER,LACIUDADANÍATAMBIÉNCONTÓ 54
6. ELCOLEGIODESANTALIBRADA,ELCHOQUEDECULTURASEDUCATIVASYLA
CALEÑIDAD 57
CONCLUSIONES 63
DOCUMENTACIÓNBÁSICA 65
Reconocimiento
ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz agradece a la Secretaría de
Educación Municipal y a la Subsecretaria de Planeación Sectorial esta
oportunidad de diálogo con la Comunidad Educativa de la Ciudad en procura
de contarle una experiencia pasada de construcción de ciudadanía y de
'caleñidad', de la cual es mucho lo que podemos aprender; de modo igual,
nuestros reconocimientos a la Dirección del Colegio de Santa Librada por los
apoyos brindados para la oportuna realización de este Estudio- Acción.
Presentación
En la Introducción a esta Cartilla, encontramos su más adecuada presentación.
Sin embargo, queremos aprovechar la ocasión para destacar las que, para
nosotros, han constituido dos muy buenas conclusiones de este trabajo de
simbolización de la vida cotidiana de los caleños en los inicios del siglo XX:
De un lado, la estrecha correlación encontrada entre Escuela Primaria, un
importante despegue del proceso de formación de ciudadanía y una más
definida y enriquecida forma histórica de 'caleñidad', conjunto todo él
atravesado por un tipo particular de Cultura Educativa; y del otro, las maneras
como la conciencia ciudadana de los caleños fue emergiendo y tomando forma
acunada en procesos y dinámicas de realización de un primer paquete, más o
menos orgánico, de servicios públicos básicos.
Se entenderá, entonces, para qué nos sirve la historia: Para aprender, de
modo crítico, experiencias humanas, en este caso educativa, al contrastar los
presentes pasados, el de 1910, por ejemplo, con el presente actual. Es ésta la
recordación que hacemos, en la Introducción, a toda la Comunidad educativa:
Que, hace cien años, cuando Cali, apenas inaugurándose como Capital, celebró,
entusiasta, el Primer Centenario, en otro contexto de vida humana y de
posibilidades técnicas, también había habido conciudadanos nuestros que
pensaban, sentían, querían y practicaban su ciudad y que, para esos efectos, se
preocuparon, como expresión de lo social ciudadano, por empezar a construir
una Casa Colectiva, nunca exenta de voces discordantes en diaria
contradicción. En definitiva, queríamos precisar qué había sido la caleñidad
hace cien años y, como contraste, qué podíamos entender por ella en la
actualidad procurando así asimilar, de modo crítico, algunas enseñanzas
pasadas.
En lo metodológico, iniciamos el estudio preguntándoles a esos
6 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
conciudadanos qué era lo que hacían en los inicios del siglo XX. Aunque nos
faltaron muchas, alcanzamos a definir dos decenas de dimensiones de
cotidianidad, cuyas conclusiones no caben en una cartilla. Entre las respuestas
que nos dieron hubo una que dijo que, entre las cosas que hacían en esa época
se encontraba," estudiar en la Escuela Primaria, educarse y asimilar una Cultura
Educativa". Una lectura cuidadosa de este acápite, es básica para una
inteligencia adecuada de las hipótesis que hemos enhebrado alrededor del
papel que, en ese entonces, cumplió la instrucción primaria en la emergencia
de una conciencia ciudadana, así como en la redefinición histórica de la
'caleñidad'.
Importante y muy enriquecedor resultó también el primer acercamiento
que hicimos al Colegio de Santa Librada. Mediante una somera periodización
de momentos claves y críticos en la historia de sus Planes de Estudio, en la
segunda parte del siglo XIX, sobre todo, pudimos rastrear una serie de
fenómenos asociados a las Culturas ciudadanas examinadas en clave de
Culturas Educativas. No se podrá olvidar que el Santa Librada fue el único
Colegio de bachillerato que hubo en Cali en el siglo XIX; tampoco se podrá
ocultar que ése fue un Colegio inscrito en la tradición santanderina de una
educación ligada al ideario de un ciudadano laico, racional y liberal
democrático. En la segunda parte del siglo XIX, dos Culturas encontradas y
en choque casi permanente, hicieron presencia en la sociedad colombiana.
Fueron ellas, en primer lugar, una Cultura ciudadana secular que, próxima al
partido liberal y a las sociedades democráticas, mantuvo en alto el ideal de un
ciudadano laico, fuese la que fuese la religión que practicase; y en segundo
lugar, estuvo la Cultura ciudadana religiosa que, cercana al partido conservador
y a las Sociedades Católicas, pregonó y valorizó al ciudadano creyente,
cristiano por excelencia regulado en sus conductas por la moral católica.
Entre 1850 y 1870- la única etapa de claro acceso a la modernidad que ha
tenido la sociedad colombiana- la Cultura ciudadana secular logró importantes
avances quedando la Cultura ciudadana religiosa en un lugar secundario,
aunque en permanente ebullición y confrontación; pero, entre 1880 y 1910 -
una etapa de involución en términos de modernidad- se cambiaron los papeles
alcanzando ésta última el lugar dominante. Lo que en definitiva enfrentó a
esas dos culturas, sufriendo sus afectos otras subculturas ciudadanas más ligadas
a los actores subalternos (las subculturas indígena y negra) fue la orientación
de la educación, los valores con los que se debían enhebrar las Culturas
educativas y que, en la práctica, resultaban definitivos en la determinación de
las actitudes y conductas ciudadanas.
Pues bien, en Cali, en la segunda parte del siglo XIX, EL Colegio de Santa
Librada fue el espacio privilegiado del choque conflictivo entre esas dos
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Culturas educativo ciudadanas. Es por esto por lo que, como hipótesis, que
exige mayor exploración, precisamos en una de las conclusiones," De modo
directo o indirecto, ya para exaltarlo ya para cuestionarlo, en el período
comprendido entre 1880 y 1910, el Colegio Santa Librada fue un referente
básico tanto de la intelectualidad caleña como de la ciudadanía en su conjunto.
De allí de ese Colegio, de su apuesta curricular, sobre todo, había fluido una
Cultura educativa en tono secular, que tuvo significativa influencia en los
procesos de formación de un amplio sector de la dirigencia dominante. Esto
no obstante, con la Regeneración, la Cultura ciudadana religiosa cada vez
más en ascenso, hizo presencia en sus aulas. Entonces, fue así como del choque
dialéctico entre esas dos Culturas educativas, la una en resistencia y la otra en
auge, fue tomando forma esa simbiosis, entre secular y religiosa que, bajo
distintas formas simbólicas y prácticas, ha sido una nota característica de la
caleñidad en los distintos presentes pasados del siglo XX.
A nadie se le ocultará, entonces, el carácter exploratorio de este estudio.
7
Introducción
A todos ustedes les queremos contar algunas de las cosas que conversamos
con nuestros conciudadanos de hace cien años cuando Cali, apenas
inaugurándose como Capital del nuevo Departamento del Valle, entusiasta y
muy ciudadana, celebró lo que hemos llamado el Primer Centenario de la
10 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
primeros treinta años del siglo XX. En su sabroso libro, "Crónicas del Viejo
Cali", nos introdujo en las maneras como los caleños de ese entonces pensaron,
sintieron y practicaron su terruño.
Pues bien, hecho este primer recorrido, en una segunda ronda de sesiones,
destacamos algunas dimensiones del proyecto, que considerábamos de especial
interés por encontrarse asociadas a procesos de formación de ciudadanía, así
como a la génesis de una nueva forma histórica de caleñidad. Digámoslo de
modo más claro: La recordación del Bicentenario y del Primer Centenario de
Cali constituían una ocasión de oportunidad para preguntarnos por las
ciudadanías de ese entonces, así como por las lecturas subjetivas que éstas
hacían de su terruño. Pero, al grupo lo rondaba otra inquietud, ligada ésta a su
enfoque de la historia. En definitiva, nos dijimos, la historia como saber es
interesante e importante en la medida en que nos mantenga vinculados al
presente. Por lo tanto, íbamos a estudiar, así nos cohesionamos como grupo,
las ciudadanías e identidades citadinas del pasado, buscando siempre aprender
de ellas. De ser así y convencidos del carácter histórico de esas huellas, que el
caminar de Cali ha dejado regadas en los presentes pasados, aspirábamos a
venirnos hasta este presente del 2010 para decirles a sus actuales habitantes
que, hace cien años, en otro contexto de vida humana y de posibilidades
técnicas, también hubo conciudadanos nuestros que pensaron, sintieron,
quisieron y practicaron su ciudad y que, para esos efectos, se preocuparon,
como expresión de lo social ciudadano, por empezar a construir una Casa
Colectiva, nunca exenta de voces discordantes en diaria contradicción. En
definitiva, queríamos precisar qué había sido la caleñidad hace cien años y,
como contraste, qué podíamos entender por ella en la actualidad procurando
asimilar, de modo crítico, algunas experiencias pasadas.
Con el problema de la caleñidad, con frecuencia, nos hemos embrollado
demasiado, quizá por pretender precisarlo y fijarlo a toda hora sin haber
estudiado, con rigor, su ya larga historia. Claro que una caleñidad sin historia
no es más que un concepto frío y abstracto, pues no existe, digámoslo así, una
esencia caminante a la que puede colgársele esa denominación. Lo que la
investigación histórica busca desentrañar, es, más bien, un discurso subjetivo,
unas valoraciones sociales, unos sentimientos y afectos, unas actitudes, unas
conductas y prácticas, un estilo y horizonte de vida, unos retos y unas dudas
como se lo planteó Andrés Caicedo, una moral, que tienen que ver con el
terruño, sea éste pequeño, mediano o grande, en un momento dado de su
historia.
Y si ese terruño es Cali, por Caleñidad podemos entender ese conjunto de
'subjetividades y objetividades' en cada uno de los momentos de su historia.
De ser ello así, en materia de investigación importa tanto contar el número de
11
12 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
Interrelacionadas, por cierto, éstas fueron las tres dimensiones del trabajo:
1. "Cali, Primer Centenario y Caleñidad." Un Día en el Cali de los Inicios del
Siglo XX. (documento soporte, 80 cuartillas)
2. "La Participación de la Ciudadanía en el acceso de Cali a la condición de
Capital del nuevo Departamento del Valle" (documento soporte, 30
cuartillas)
3. El Colegio de Santa Librada, las Culturas Educativas y el Primer Centenario
(documento soporte, 50 cuartillas)
Aunque sobre cada una de estas tres dimensiones presentamos el
correspondiente Estudio, en esta Cartilla aspiramos a contarles tres cosas
centrales: Primero, algunos de los resultados allegados, segundo, alguna forma
de mirada contrastante entre la Caleñidad de 1910 y la del 2010 y, tercero,
alguna manera de diálogo entre esos dos presentes, el de hace un siglo y el de
ahora.
2.1 Por la muy noble y leal Villa, el tiempo como que no transcurría
Quizá no hacían cosas muy distintas de las que hacemos ahora. Sin embargo,
su vida era más sencilla, más elemental, menos compleja aunque
históricamente muy específica, pues era la vida de su época. El tiempo
sicológico de esos caleños debió ser muy largo, pues en su cotidianidad casi
nada nuevo acaecía. En la muy leal y noble Villa de Cali, el hoy era la repetición
del ayer y el mañana la réplica del hoy. De ese modo, los caleños se mantenían
atrapados por tres días casi idénticos. Solo de fecha en fecha, las festividades
esperadas fracturaban la monotonía de la cotidianidad. Y así sucedía también,
casi de década en década, cuando en sus calles hacía presencia la política
nacional bajo la máscara de las guerras civiles. Entonces, a las haciendas
ganaderas y mieleras que encintaban el poblado, llegaban los mandaderos de
los señores de la guerra a reclutar peones o se adentraban hasta la Plaza de la
Constitución, el sitio del mercado semanal y de la lúdica periódica, a cazar
parroquianos para ponerlos al servicio del terrateniente, el nuevo 'General' de
turno, que se había levantado en armas contra el gobierno de Bogotá. Cuando
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Pero, en 1910, ¿cómo era la traza o el casco urbano del municipio de Cali?
Hagamos un simple y elemental mapa mental cuadrangular tratando de
arrebatarle a la actual ciudad lo que constituía la traza o casco urbano del Cali
de 1910. (Ver la Carátula) Para ser más gráficos, pongamos en la pared esa
caricatura de mapa para decir que en la línea de arriba estaba la primera calle
o sea la parte alta de la colina de San Antonio. Vengámonos ahora desde la
cima, de manera recta, por la actual carrera 12 hasta llegar a la otra sima, la
actual calle 25. Vengámonos enseguida por esta hasta llegar al río Cali pero
sin pasar a la otra orilla y subamos con él hasta encontrarnos de nuevo con
San Antonio. Ese era el espacio urbano del Cali de 1910. Allí habitaban y
respiraban 13.765 caleños y caleñas, para que nos entiendan las feministas,
en seis barrios, todos con nombres de santos (San Antonio, San Pedro, Santa
Librada, Santa Rosa, San Nicolás) o de una Virgen (La Merced) o relacionado
con un evento ligado a las gestas de los orígenes del Cristianismo (El Calvario).
Para acentuar ese carácter hagiográfico de la emergente urbe, habría que decir
que, mirada en panorámica, en ella se destacaban los conventos de frailes y de
monjas (San Francisco, el Convento de la Merced, El Convento de San
Agustín, El Convento de Misiones de San Joaquín y el Convento de las
Carmelitas Descalzas). Como para no extrañar entonces la descripción que
de Cali hizo en 1820 un oficial inglés, perteneciente al Batallón Albión, "Desde
una colinita (San Antonio), escribió, se distingue Cali, a donde se acostumbra
ir a pasear por las tardes a caballo. Desde este lugar se contemplan
perfectamente todos los jardines particulares así como los que pertenecen a
los monasterios. Están muy bien cuidados por los hermanos legos y ofrecen
un carácter pintoresco cuando se ve a los frailes con los hábitos de su orden,
pasear pausadamente por las umbrías de su retiro".
Pero, además de su aire conventual, la aldea había adquirido ya un definido
carácter de clase, "la ciudad se componía, escribió el ´chato' Buenaventura
otro de los excelentes cronistas de la época, de dos barrios, que podrían
calificarse de dos repúblicas: El 'Empedrado' donde vivía toda la gente de
posición social y El 'Vallano', donde raza y estirpe eran menos claras. Ambos
tenían conciencia, orgullo y se odiaban como los patricios y los plebeyos en la
Roma antigua. Sólo había una tregua, la víspera del Corpus, en que el
Empedrado iba al Vallano y se lo recibía con general beneplácito y se le ofrecía
ponche y empanadas".
Aunque por economía de espacio, no podemos presentar los resultados
logrados alrededor de cada una de estas variadas dimensiones de cotidianidad,
vamos a detenernos en algunas, que, en nuestro concepto, pueden tener especial
interés para la actual niñez y juventud caleñas.
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2.3. Soñaban
Ritmados por las necesidades urgentes de sus elites dirigentes, tres sueños de
largo plazo anidaban en la intimidad de ese burgo como colectivo humano.
En 1937 los caleños, atrasados en un año, trajeron a la memoria de su presente,
el IV Centenario de su Fundación. Inauguraron, entonces, la Estatua de
Sebastián de Belálcazar, quien, con su dedo índice señalando el mar, les recordó
cómo su ciudad - Puerto 'seco' simbólico de un Puerto real- había cristalizado
ya uno de sus más históricos sueños, llegar en tren hasta Buenaventura para
irse por el mar buscando el futuro. No todo en el Fundador de Cali había sido,
entonces, su problemática relación con el Pizarro que traicionó a Atahualpa y
a Manco Capac. El segundo sueño grande lo vieron realizado los caleños en
1915 cuando, proveniente de Buenaventura, el tren, trepidando por sus calles,
siguió de largo hacia Armenia y Manizales. Empezarían los caleños a llegar
entonces hasta la economía cafetera con los productos de sus haciendas
ganaderas y mieleras en trenes que se regresaban repletos de cargas de café,
que, una vez semiprocesadas, las trilladoras del poblado exportaban vía
Buenaventura. Y el tercer sueño histórico de los caleños de principios del
siglo XX, tuvo su realización cuando su Ciudad, en disputada emulación con
Buga la 'Señorial', accedió en 1910 a la condición de Capital de uno de los
departamentos más pujantes del país. Se había zafado Cali, entonces, de una
clásica subordinación política a Popayán.
15
16 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
Como primera dimensión destaquemos aquella que dice que en 1910 los
caleños charlaban con familiaridad con su Torre Mudéjar,
En los inicios del siglo XX, los toques de campana dados por el hermano
Lazo desde la torre Mudéjar de San Francisco, regulaban los tiempos de todos
los relojes de Cali. Eran los más cumplidos y precisos. A las cuatro de la
mañana, convocaban a las beatas y madrugadores a la primera de las misas, a
los frailes para que subiesen al coro a rezar los maitines, así como a los
hacendados para que mandasen a ensillar los caballos que los llevarían a sus
fincas. Como ese primer toque se daba con esquilón, también lo oían las
sirvientas y sirvientes de las casas señoriales, así como los peones de las
haciendas que rodeaban la aldea y que, a esa hora, iniciaban una jornada de
trabajo que se prolongaba hasta las seis de la tarde. El segundo toque 'era el
tradicional y alegre toque de las siete, toque alegre con la esquila y que según
la gente del pueblo decía: 'café con leche, anda acostarte que son las siete'. Y el
último toque eran las nueve campanadas en la campana mayor, que ordenaban
que todo el mundo debía estar acostado. Cuando llegó el Ferrocarril, su gerente
solicitó al Comandante del Cuerpo de Bomberos que, por favor, hiciera sonar
la sirena a las doce del día "de acuerdo con el reloj de la estación, situada en la
calle 25, a fin de que todo el mundo pusiera sus relojes con la hora oficial y
supiera así el horario de los trenes." 1 A partir de entonces, esas campanas sólo
las siguieron escuchando, de acuerdo con Plumitas, "unas viejitas Miller y el
doctor Pedro P Scarpetta que vivían al pie de la Torre".
En la actualidad del 2010, ya casi nadie escucha las campanas de la Torre
Mudéjar y los habitantes de Cali continúan pasando por esa esquina sin ni
siquiera mirarla. Sin embargo, nada funde ni ha fundido tanto a la ciudad con
el pasado como esta ya casi olvidada aunque muy visible torre.
Sobre quién la inspiró y quién dirigió los planos de su construcción, los
imaginarios populares se han entremezclado con los estudios historiográficos.
Algunas de las consejas populares de la época, recogidas por la tradición oral,
atribuyeron al diablo y a sus asesores su planeamiento y edificación. Eran las
épocas en las que los demonios y las brujas se mantenían muy activos en la
cotidianidad del ciudadano del común. Para confirmarlo, sobraban los que
habían visto a satán "desnudo y renegrido, con cuernos, rabo y patas de fauno,
echando chispas por los ojos, encaramado en la veleta de la torre".2 En otros
imaginarios populares, a la construcción de la Torre habían estado ligados o
un "liberto moro" o un "esclavo negro" de origen congolés. Ya en una línea
más cercana a la historiografía, el señor Santiago Sebastián asemejó la Torre
Mudéjar a la Giralda de Sevilla mientras que Don Demetrio García Vásquez,
1. Lotero, Gustavo. ‘Crónicas de Plumitas’. En. Cali-450 Años. Op.cit. pág. 245
2. Lenis Andrés J.Crónicas del Viejo Cali. Cali. Litolenis, 1979.
17
18 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
1. Ayala, Ernesto. Centenario en Cali: Compilación de los discursos pronunciados con motivo de la
gran fecha. Imprenta Comercial, 1910. Pg.38.
19
20 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
Esta Biblioteca fue la única que funcionó hasta 1953 cuando fue fundada la
Biblioteca del Valle del Cauca. Habrá que decir que el trato dado por distintas
Administraciones a esta primera y enorme empresa cultural de Cali, no ha
sido la que se merece, sobre todo en lo relativo a localización, dotación,
mantenimiento, expansión y presupuesto. En ella se encuentran numerosos
libros, que no se hallan en ninguna biblioteca del país, excepción hecha quizá
de la Biblioteca Nacional de Bogotá.
El Cali actual, solidario debe darle la mano para que, sólidas y refrescadas,
pasen a la otra orilla del futuro, dos entidades que hacen parte íntima de su
historia cultural: de un lado, la Biblioteca Centenario, durante medio siglo la
única biblioteca pública existente en la ciudad y, del otro, el Colegio de Santa
Librada, que durante 79 años del siglo XIX fue el único Colegio de bachillerato
existente en el poblado. En este Colegio, sin afanes por las armas, se formó en
ese tiempo una buena proporción, pluriclasista y multiétnica, de ciudadanía
caleña ligada a un pensamiento crítico de inspiración, más bien, secular.
Pero, no podemos dejar por fuera la dimensión que señala que, entre otras de
las cosas que, en la cotidianidad de la primera década del siglo hacían los
caleños, estaba el estudiar. Aunque la cifra no es precisa, para 1910, alrededor
del 60% de los caleños eran iletrados, no sabían leer ni escribir. Constituye
éste un dato prudente pues, para 1918, de acuerdo con el Informe del Alcalde
publicado en la Gaceta Municipal de diciembre de ese año, el 51% de los
aldeanos no sabían leer ni escribir mientras que un 1% leía pero no escribía.
Porcentaje éste, por cierto, muy favorable para la Aldea, pues Colombia, para
la época, tenía un 80% de analfabetas.
En la actualidad sabemos que la educación, en la medida en que nos instale
en la vida, cumple variadas e interrelacionadas funciones.
La primera de ellas es la instrumental de formar para ayudar sobrevivir, es
decir, de formar para el trabajo, que nos posibilita la supervivencia. Hasta ese
momento de 1910, el 60% de los caleños, para desempeñarse en el mundo del
trabajo y para adquirir las destrezas y habilidades necesarias para
desempeñarse en él, no habían tenido otro recurso que el de las faenas
cotidianas que habían venido desempeñando en las haciendas, latifundios y
talleres artesanales, mundo ése al que ya se encontraban enganchados
numerosos niños. Es decir, el trabajo era su Escuela: aprendían a trabajar
trabajando y asimilando la cultura laboral, que les legaba el pasado. Esto no
obstante, en la primera década del siglo XX, en Cali se hizo un esfuerzo notable
por facilitar el acceso de los niños a la Escuela primaria. En 1910 en el burgo
caleño, según el Visitador de Instrucción Pública, había 32 establecimientos
de instrucción, 18 públicos y 14 privados para un total de 4.216 educandos,
casi todos en primaria. 1 No puede sino llamar la atención el porcentaje elevado
de estudiantes de primaria que había en el poblado en 1910, tanto en relación
con el casco urbano como con la población económicamente activa. En medio
de un 60% de analfabetas, a la instrucción pública había accedido el 17% de
la población de la aldea, una cantidad ligeramente inferior a la población
económicamente activa, que era, más o menos, la cuarta parte de la población
total. Como sustentara el profesor Javier Fayad, efectivamente existía en Cali
una institución escolar especializada en niños.2
Pero, en las sociedades donde, de modo necesario, existen los roles de
mandar y obedecer, la educación también debe cumplir la función de enseñar
la práctica del mandato racional y de la obediencia sana. En esta materia, ni
1. Sobre los establecimientos de educación pública y privada que había en Cali en julio de 1910, ver,
(http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/dos/dos7d.htm)
2. Fayad, Javier Alfredo. La niñez en Santiago de Cali a comienzos del siglo XX. Genealogía de
instituciones y construcción de subjetividad. Tesis para optar al Doctorado, abril 2006. Pgs. 225-227
23
24 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
3. Idem
4. Silva, Renán. La Educación en Colombia, 1880-1930, en, NHC, Tomo IV, 1989, pgs. 61-110.
Municipio de Santiago de Cali - Secretaría de Educación - Ecopaz
5. Loy Mayer, Jane. Los ignorantistas y las Escuelas: la oposición a la reforma educativa durante la
Federación colombiana. En, Revista colombiana de Educación, No 9, Primer Semestre 1982.
6. "Los Principios", Popayán, 30 de septiembre de 1873; 14 de enero de 1875; 17 y 27 de marzo de
1876; "Boletín Cultural y Bibliográfico", No 22, Vol. XXVII, 1990.
7. Silva, Renán. Op.cit. Pgs. 61-110.
25
26 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
29
30 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
había que aprender a manejarlos con la ayuda del profesor y de una larga
regla represiva y de sus coscorrones. El manejo del tintero, constituía un
verdadero drama, "los tinteros, recordó unos de los asistentes a las tertulias de
la Cámara de Comercio, se llevaban colgados y amarrados con una piola y se
les colocaba una especie de ruana que servía para limpiar la pluma. Todo ello
originaba que la mayoría de los alumnos anduvieran con los dedos y ropas
manchadas con tinta".12
Al correlacionar educación y vida presente y futura, esto escribió un
intelectual orgánico de la época, Ezequiel Gamboa Young, en julio de 1910,
'La religión es el verdadero fundamento de toda instrucción y de toda
educación. Por mucho que un hombre se distinga en las ciencias, si no tiene
sentimiento religioso podrá excitar el aplauso de las gentes pero no alcanzar
consideración verdadera".13
Fue así como sobre la niñez, y, sobre todo, sobre ese libro mental para vivir
la vida que llevamos todos en la cabeza y que en la actualidad denominamos
cultura, cayó el peso de la subcultura ciudadano religiosa vigente. Fueron
otros tiempos y otros horizontes de vida, vale, decir, otra fue la Cultura
educativa. Esto no obstante, hace cien años, ésta también valoraba una
educación inscrita en procesos y dinámicas de formación de ciudadanía.
12. "Tertulias del Viejo Cali" .Cámara de Comercio de Cali. Educación, Cap.X. Op.cit. Pgs. 139-151
13. Idem."
Municipio de Santiago de Cali - Secretaría de Educación - Ecopaz
31
32 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
excursión, damos alguna noticia de una empresa que atañe muy cerca a Cali,
y que sin ruido ni ostentación se está llevando a cabo en el corazón de los
Farallones de Cali.
Tiempos hacía que sentíamos verdaderos deseos de hacer una excursión a
los picos conocidos con el nombre de los Farallones de Cali…Pudimos realizar
nuestro anhelo gracias a la amistosa invitación que nos hizo Don Guillermo
Chávez, para bendecir el molino instalado en la mina de oro que tiene en
explotación en la falda oeste de la Cordillera occidental de los Andes…
Hermosa es, en verdad, la perspectiva que de lejos presenta la cordillera…sus
múltiples picos, todos de forma cónica, parecen centinelas gigantes que puestos
sobre una elevada y fuerte muralla custodian día y noche…Calculamos que
de Cali a la mina del Socorro hay una distancia de 40 a 45 kilómetros, pues
invertimos cerca de ochos horas en el viaje. Durante la travesía no nos
cansábamos de mirar la magnificencia de una naturaleza salvaje que se
presentaba ante nuestros ojos con la rica y exuberante vegetación que ofrecen
los trópicos: árboles gigantescos que parecen desafiar los picos de las cordilleras
donde nacen; helechos de extraordinaria grandeza, que recuerdan al
excursionista las primeras épocas de vegetación de nuestro globo, y hermosas
parásitas que si llenan de admiración por la belleza de sus colores, roban
particularmente la atención por lo caprichoso de sus formas. A todo esto, que
hubiera inspirado al hombre menos poeta, hay que agregar la topografía
particular del terreno por demás accidentado y que ofrece al viajero ya
profundas quebradas en cuyos abismos se oye el lejano rumor de las aguas,
ya hermosas cascadas que recrean la vista; aquí un precipicio, más allá
elevados riscos o peñas que parecen desplomarse; y mientras tanto hay que ir
ascendiendo siempre por una cordillera que tiene tres mil metros de elevación
sobre el nivel del Pacífico, pudiendo observar el excursionista, durante el
ascenso, que desde el pie de la Cordillera cambia tres veces la vegetación,
debido, sin duda, a las tres diferentes temperaturas que dominan en la zona la
sierra. No se cansa la mente de admirar las grandezas de la naturaleza en tales
lugares; pero al llegar al punto llamado Bellavista, y después en la cima misma
de la Cordillera se puede espaciar la vista por permitirlo el desmonte hecho en
la primera y a causa de la elevación de la segunda, no podemos menos de
lanzar una exclamación al ver el hermosísimo panorama que se presenta.
Nada más bello habíamos contemplado, que el paisaje ofrecido a nuestros
ojos ese día. A nuestros pies se divisaban los montes y las alturas de Pichindé;
los picos conocidos por peñas blancas y también con el nombre de peña del
muerto a los montes donde el jaguar o tigre, el oso y otros animales son los
únicos moradores de estas selvas…
Después de haber contemplado llenos de entusiasmo tan hermoso panorama,
Municipio de Santiago de Cali - Secretaría de Educación - Ecopaz
1. Revista Caucana, Cali, 1 y 3 de octubre de 1908. ( El texto presentado fue elaborado por uno de los
excursionistas)
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34 Un día en el Cali de los inicios del Siglo XX
un día del mes de agosto de 1914, en la carrera 5ª con calle 12, Cali presenció
el primer accidente automovilístico de su historia. Por chambonería del chofer,
el cartagueño Jerónimo Castillo, el auto se estrelló sobre la pared de la casa
de Doña Inés Camacho de Ocampo. Hubo cinco heridos, tres de gravedad,
entre ellos el chofer y Don Ulpiano Lloreda González, que pasaron varias
semanas en el Hospital de San Juan de Dios.
las pasiones, y dejándonos llevar dulcemente por lo que tanta suavidad nos seduce, se pierde la
inocencia…a la vez que nuestro ángel tutelar vela su rostro para no presenciar la fealdad que llena
nuestra alma".
En resumen, de acuerdo con los santos de la iglesia y con el reverendo Morquillas el baile
en sí era moralmente condenable, pues los exegetas habían dicho que "los mejores de los bailes
no son buenos, y encierran grande peligro cuando intervienen personas de ambos sexos". El
libelo del padre Guardián cayó en Cali como una bomba explosiva. Hubo hojas volantes y
provocó un debate público alrededor de las tesis del Torquemada criollo. En medio del debate,
Morquillas caracterizó ese baile concreto como asociado a una moralidad de clase, y dijo que si
para algunos de los participantes en el debate en ese baile no había habido "más que virtud y
moralidad", había sido porque el evento se había realizado "en los barrios altos de la ciudad"; pero
que si se hubiese realizado en las localidades bajas, realizados por personas no honestas o que
bailasen "con maneras indecentes", lo habrían tenido por ilícito. Con motivo de tanto agite, todo
el mundo en el poblado se envolvió en una semana de dimes y diretes. Conmocionados todos por
el tono de ese debate, los más honradamente pacatos, pudieron pensar, como precisó Lenís,
"¿Cómo pudieron estos cristianos de Cali atreverse a bailar?". Esto no obstante, Don Mariano
Arguelles, uno de los polemistas que le había salido al paso al Padre Guardián, acusó, según
Lenis, " de imprudencia al reverendo franciscano por el lenguaje empleado en sus ataques contra
el baile , y por la crudeza y escabrosidad de las citas teológicas, sobre todo; y sostuvo, asimismo,
que había notoria injusticia en tal intervención, tendiente a denigrar e impedir unas fiestas muy
simpáticas, singularmente movidas, aceptadas sin reparo en toda sociedad culta, e
'indiscutiblemente honestas' ". De cara a este suceso, un periodista de la época, un generador de
opinión pública como decimos hoy, ubicó, de modo sano, el papel de la palabra en las discusiones
públicas ciudadanas. Fue el caso del ya citado Don MarianoArguelles.Así adelantó el problema
de la relación entre la verdad y la palabra, "La forma, escribió en El Correo del Cauca, es decir el
lenguaje en que está escrito el folleto y los términos de que se vale el PadreAlfonso para
insultarme, los dejo a estimación de la sociedad sensata y pensadora. Ella comprende que insultos
no son razones, y que quien a dicterios acude evidencia que de su parte no están ni la verdad ni
lajusticia.Laverdadpuedeindignarse,peroserenayfuerteporsímisma,nuncaempleaellenguaje
procaz de la sinrazón".
'El Correo de Cauca', por su parte, recogía las miradas críticas de la
ciudadanía sobre las conductas de las autoridades municipales. Le escribo,
señaló un lector, para "decirle a Usted que por estos lados de la Posada del mal
abrigo, no está la situación mejor que en otros puntos de la república. Y sabe
usted qué es lo que hay! Aunque parezca paradoja, lo que hay, es que no hay.
No hay café, no hay cacao, no hay billetes, no hay trabajo, no hay nada; pero
sí hay miseria. Mientras tanto, sentimos congoja en el espíritu, pero ¡hay!, hay
música y con ellas nos alentamos, hay periódicos y con ellos nos animamos,
hay libros, y con ellos vivimos".
A veces pasamos unos sustos madres, pues al salir a la calle vemos en las
paredes unos grandes letreros que dicen: Pueblo, a matar el Alcalde; muera el
Alcalde, muera, muera, y como esto es horripilante y no podemos contener
nuestros nervios nos decimos: En qué tierra vivimos? - Habrá matasiña!.
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Pero pronto pasan los días y con ellos vemos que los escritores de la muralla
han perdido el tiempo y su carbón, que el susto pasó, y que nos vamos
civilizando…no señor, que somos gente muy civilizada!
Cuánto gusto nos ha dado la noticia que ha llegado a la Posada del mal
abrigo, de que ustedes tienen ahora un buen Alcalde, pues ya se pude ver a la
Sultana del Valle limpia como tacita de plata y andando todo como debe y
como convino. Me parece que ahora pagaremos las contribuciones
voluntariamente porque veremos que ellas se invierten en el ornato de la
población.
Como estamos en tiempos un poco peligrosos en orden al orden público,
suplicamos a quienes nos lean que no vayan a creer que creamos que estamos
por estos andurriales en asuntos revolucionarios…Como íbamos diciendo,
somos progresistas, y si hoy somos reyistas decididos, como cuentan que
alguien que decía que era un conservador toda su vida, liberal entusiasta y
obandista rematado, casi que casi, estamos por decir que, aunque
revolucionarios, por inclinación, somos por este tiempo reyistas decididos…y
cuántos no serán de nuestra Escuela? Oh! Caracteres…¿A dónde sois ido?
Como estamos en época que llamará la historia de Concordia Nacional, se
nos tachará de que queremos alguna Secretaría si hemos de decir alguna frase
culta de aplauso a la administración del Dr Molina, quien aun cuando en
achaques de política y de Ferrocarril trató de contentar a todos sin contentar a
nadie, es un buen organizador de la Hacienda Pública, y emprendió en la
composición de los caminos, cuya sola nota es suficiente para merecer bien
de la patria….".
Finalmente, en esa época de transformación del espacio físico urbano, hubo
fuertes debates, recogidos y auspiciados por los periódicos, sobre asuntos de
interés público. Tal fue el caso, por ejemplo, de las reacciones que provocó
un impuesto a la plusvalía que habían obtenido algunas edificaciones
favorecidas por el mejoramiento y embellecimiento de las calles. Excelente
ocasión ésta que se nos presenta para contrastar las reacciones de ciudadanías
históricamente distintas de cara a problemas de interés público. Ocurrió que
algunos de los favorecidos por las obras pero afectados por el impuesto,
protestaron y preguntaron por el soporte jurídico de la medida en una coyuntura
en la que el presidente Reyes acababa de decidir que el impuesto producido
por ciertos caminos se dedicase al mejoramiento de las calles de los poblados.
De todas maneras, el Alcalde mantuvo vigente la decisión del impuesto de
valorización.
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lugar a una cosa semejante que se quede en proyecto". Esa ciudad no era otra
que Cali y la burguesía aludida era la clase dirigente de esta ciudad. Sin demora
"El Correo del Cauca" recogió el guante destacando los inconvenientes de
todo género y las erogaciones que habían tenido que hacer para realizar la
obra "varios caballeros caleños y otros avecindados en la población" que
"concibieron la feliz idea de hacer un parque en la Plaza de la Constitución".
"Las familias honradas de los artesanos, anotó el periódico, tienen libre
entrada al parque y mal podríamos impedirle su acceso, pues que la honradez
y el trabajo son los únicos pasaportes en las sociedades republicanas". Esto no
obstante, según el editorialista, existían unos enormes peligros: que "nuestras
familias escapen siquiera de la presencia de las Margaritas Gautier que
desgraciadamente pretenden ocupar puesto de honor en esa clase de
espectáculos y que el rapazuelo malcriado no profiera delante de las damas
sus vocablos licenciosos".
Esto no obstante, la historia contemporánea de Colombia nos demostraría
cómo casi todos los esfuerzos que se han hecho en el país por construir lo
público, han estado teñidos de una buena dosis de patrimonialismo, vale decir,
de 'apropiación privada de lo público'. Fue así como en 1910, alguna fracción
de la aristocracia caleña pensó que, de muchos modos, la Plaza Caicedo era
"parte de su patrimonio personal" y que, por lo tanto, podía impedir el libre
acceso a él a ciertas categorías de la población.
Sobre las distintas dimensiones de la vida cotidiana de los caleños de hace
cien años, por economía de espacio, sólo hemos podido presentar resultados
en relación con algunas de ellas; esto no obstante, no podemos terminar este
acápite sin contarles cuatro cosas: primero, que los inicios del actual "Deportivo
Cali" se remontan al año 1908 cuando por vez primera se jugó fútbol en la
pequeña aldea, que tuvo sus iniciales canchas en los mangones de Galilea,
Versalles, Centenario, San Antonio, Gualí y la Chanca. Los colores del Cali
F.C. fueron rojo-verde y rojo-blanco con pantalón blanco. Entre los primeros
jugadores estuvieron los señores Rafael González Rebolledo, Nazario, Juan
Pablo y Pilo Lalinde. Uno de los organizadores fue Raúl Ayala Herrera, quien
fundó el "Cali-Fútbol-Club", trajo de Costa Rica el primer balón y esbozó la
bandera y el escudo del equipo. Este fue bordado por la señorita caleña doña
María Francisca Borrero. Segundo, que el 17 de septiembre de 1911 se realizó
el sorteo ordinario de una Lotería de origen privado, llamada Lotería del Valle.
Se rifaron quince mil pesos de la época repartidos entre cuatro ganadores,
que apostaron al número 764.Tercero, que, aparecieron las bicicletas como
medio de diversión y, quizá, de actividad deportiva. Y cuarto, que, en esa
época, los amoríos y enamoramientos se iniciaban en las sabrosas retretas
realizadas los sábados por la noche o los domingos por la tarde.
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Desde finales del siglo XIX, los esfuerzos de muchos empezaron a modificar
el territorio urbano con importantes proyectos, casi todos ellos asociados a
una demanda de servicios públicos, a una mejora notable en la presentación
del poblado y a un esfuerzo sistemático por construir un espacio público
ciudadano no estatal de carácter centrípeto, es decir, con fuerza para atraer y
atrapar al ciudadano común.
Empecemos por este último proyecto, definido por un esfuerzo tesonero,
de más de una década, por transformar la Plaza de la Constitución en Parque
'Cayzedo' - así se escribía- en espacio público por excelencia. Ya lo dijimos,
cruzada por muchos problemas estuvo esta iniciativa. Por ejemplo, no todas
las categorías de población colaboraron; hubo periódicos problemas de
financiamiento, superados, en parte, mediante jugosas, para la época, colectas
ciudadanas; a un sector de la aristocracia se le salió su enfoque de Estado
pretendiendo ver en el nuevo espacio 'un componente más de su patrimonio
privado'. Desde la época de la Colonia, la primera función de la Plaza de la
Constitución había sido la de ser el sitio del mercado semanal. Allí se levantaban
los toldos para las ventas hebdomadarias. De modo progresivo, la Plaza fue
asumiendo otras funciones, simbólicas (espacio para el parloteo imaginario
semanal), lúdicas (festividades cívicas, periódicas corridas de toros,
improvisado hipódromo, retretas), religiosas (procesiones) y curativas (sitio
donde se podía acudir en busca de yerbateros o naturistas, chamanes y
adivinos). Pero, no obstante, tantos tropiezos, en las Celebraciones del 20 de
julio de 1910 el Parque 'Cayzedo' fue inaugurado como el Primer Parque que
tuvo la ciudad, vale decir, como el primer espacio público ciudadano por
excelencia.
Vale la pena recordarles ahora a los actuales caleños, que el Concejo de
1913 anticipó la idea de hacer de las orillas del río Cali, con veinte metros de
amplitud, un enorme y largo Parque Longitudinal, lo que quedó plasmado en
el Acuerdo No 12 de 1913 "por el cual se propende el ornato, comodidad e
higienización de la ciudad destinando a tal objeto las márgenes del río y se
prohíbe en ellas construcciones extrañas a tal fin…Debe arborizarse a lo
largo del río en una amplitud de 20 metros".
Esta etapa de la Historia de Cali, la comprendida entre 1896 y 1915, puede
ser considerada como la del gran esfuerzo sistemático por parte del Concejo,
de la Alcaldía y de categorías importantes de ciudadanos, por poner a funcionar
unos servicios públicos básicos en materia de un nuevo y más funcional
acueducto, de inicios del alumbramiento eléctrico, de transporte público
concretado en un Tranvía a vapor, de navegación fluvial por el río Cali, de
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economía de los trapiches movidos por fuerza hidráulica. Ese fue, entonces,
el tono del discurso, pleno de optimismo, de Belisario Zamorano, "sí, señores,
dijo, no habrán sido muchas las vueltas que haya dado el cuadrante del tiempo,
antes de que aparezca Cali, como una de las ciudades más prósperas y
adelantadas, en este Continente, desde el Golfo de México al Cabo de
Hornos… ¡Que digo, señores!...No es que nos sorprenderá, sino que la
palpamos, ya la sentimos. Ella nos empuja de un modo irresistible. Sí, Señores!
Pensad en una noche de retreta de gala, en el Parque Central, hoy Parque
Caicedo; en ese concurso inmenso de gentes de diferentes clases y gremios
que viene y van; en ese bullicio de mucha gente, de muchísimos niños, todos
alegres y contentos, todos departiendo cordialmente, todos diciéndose de sus
impresiones del día…Sí, Señores; la impresión que causa ese espectáculo, es
la impresión de una ciudad de quinientos mil habitantes, a la cual han llegado,
ese día, el Tren del Tranvía repleto de gentes venidas en unos de los Vapores
del Puerto fluvial de Mallarino; y también el tren del Ferrocarril del Pacífico,
con gentes llegadas del puerto marítimo de Buenaventura. Ah! Esto será: un
sueño mío; pero es un hermoso sueño, que creo que es vuestro también.
Señores, os suplico digáis conmigo, viva el progreso, viva el pueblo del Valle",
día, a las 8. a.m., La Junta Central de Ornato le iba a hacer entrega al Concejo
de ese nuevo espacio ciudadano.
En nuestro trabajo que le sirve de soporte a esta Cartilla, al correlacionar
caleñidad y condiciones del clima, decimos que el imaginario que asocia
'caleño a incumplido' no es real, que lo que ha sucedido es que cuando la
ciudad amanece empapada por la lluvia, sus habitantes, por lo general, no
madrugan viéndose obligados a correr por unas horas la agenda de cada día.
Pues, bien, eso fue lo que sucedió ese 21 de julio de 1910. Había llovido toda
la noche y la entrega del Parque se corrió para la 1 de la tarde. Una vez
bendecido el Parque, la tribuna la ocupó nuestro ya conocido cronista Andrés
J Lenis, "en la vida moderna, dijo, la necesidad de los paseos se impone como
la primera, así porque ellos son garantía de salubridad pública, como porque
fomentan la sociabilidad de los pueblos y marcan una tendencia hacia la
estética, fundamento de prosperidad duradera."
Acto continuo, vino un evento propiamente popular, es decir, del sabor de
la ciudadanía subalterna: toda la gente se fue hasta el Hipódromo del
Centenario donde resultaron ganadores, en velocidad, 'El Mago', y en
resistencia, 'Caramelito'. Esa misma noche, por otra parte, el Parque 'Cayzedo'
'tuvo todo lo que puede hacer amable la vida de un esteta: música, aromas,
mujeres bellas 'cuyos ojos iluminan como en noche tranquila las estrellas'. A
nadie se le cobró por ingresar al parque a la retreta, lo que significa que la anti
ciudadana restricción patrimonialista que algunos habían pretendido imponer,
había sido derrotada.
En ese mismo sitio del hipódromo tuvo lugar, desde ese día hasta el 7 de
agosto, la Exposición Agrícola y Pecuaria. Concursaron ejemplares caballares,
vacas y cerdos. Pero, también se exhibió lo que la emergente semi industria
caleña producía, en otra Exposición, la Artística e Industrial. No se podrá
olvidar que ese burgo 'con pujo de ciudad' presentaba ya indicadores de una
importante evolución comercial, productiva y financiera. Entre 1898 y 1909
se habían creado 42 empresas comerciales con variados giros y más de una
docena de almacenes donde se vendían productos importados como calzado
'Regal', corbatas 'Trembay', camisas 'Hendan', ropa interior 'B.V.D', trajes
'Derosburg' y sombreros 'Borsalino'. A estos almacenes, a comprar, sólo
entraban los aristócratas y un puñado de subalternos en calidad de empleados.
Para darle forma al comercio local, también existían, entre grandes y pequeñas,
casi un centenar de almacenes. En ese período también se fundaron 13
industrias, que oscilaban entre la producción artesanal y la semimanufactura
donde, para el consumo local y suregional, se transformaban materias primas
producidas en la región como café, tabaco, cacao, piedra de cantera, plátano y
maíz. Innumerables, y casi censar, eran las tiendas y las muchas docenas de
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bares y cantinas que, regadas, funcionaban por todas partes. Importa destacar
que, para esa década, la prostitución ya era un fenómeno importante, manejado,
en lo moral, en base de sermones domingueros en los púlpitos, en lo ciudadano,
del Código de Policía o de la exigencia de llevar a todas las calles el alumbrado
público para inhibir su visibilidad, y, en lo sanitario, de la visión profiláctica
de la que se estaban apropiando médicos y autoridades.
Pero, aunque estemos ya un poco cansados, sigamos acompañando a
nuestros conciudadanos de hace un siglo, en sus dos últimos días de
celebraciones. El día 22 el cañón tronó en la loma de las Mesas. Ese día, el
hermano Mazo fue tan puntual como siempre., a las 4.a.m., en el toque de las
campanas de la Torre Mudéjar, pues iba a ser ése un día dedicado a Fray
Damian Gonzalez. "Se trataba, redactó el cronista, de perpetuar en bronce la
memoria del humilde franciscano…el más santo y el más grande de los que
ha producido la sagrada Orden de Asís en Cali". Y en realidad que este monje
había sido una persona de enorme condición humana. Recordemos sólo un
detalle y un contraste que reflejan su perfil. Primero, el detalle. Unas famosas
festividades caleñas, que duraban tres días y que se quedaron pegadas a ese
tiempo, fueron las Fiestas de San Juan. "Se cuenta que en la víspera del San
Juan, los participantes iban a caballo en busca del Fraile Damián González, se
descubrían, apeaban y de rodillas recibían la bendición. Al decirles el Fraile:
vayan con Dios, montaban y salían corriendo por la carrera 6ª a "iniciar ese
festejo entre cristiano y pagano. Venga ahora el contraste, pues Fray Damián
era colega de Orden de otro sacerdote que, como vimos atrás, había condenado
el baile por pecaminoso.
En la tarde de ese 22, las distintas Corporaciones existentes en la ciudad
hicieron sesiones solemnes. A la una, por ejemplo, en la sesión de la Sociedad
de Medicina y Ciencias Naturales del Valle, el Doctor Evaristo García, uno
de los más eminentes científicos de la época en Colombia, presentó su estudio
sobre "Los Gusanos Urticantes en el Valle del Cauca".
En la alborada del 23 de julio los cañones retumbaron con voz de duelo, la
ciudad había amanecido de luto tras la muerte repentina de Don Juan de Dios
Borrero. No hubo ni inauguración del Parque San Mallarino ni batalla de
flores ni canto del Himno de Cali por La Banda del Batallón Pichincha. Sólo,
a la 1 p.m., la Sociedad de Artes y Oficios realizó su sesión solemne.
Importa destacar, finalmente, que, para este Primer Centenario, la prensa
caleña realzó las festividades , pues varios periódicos - El Correo del Cauca,
El Correo del Valle, El Día, La idea Liberal, El Doctrinario, La Instrucción
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No es del caso ahora hablar de todas las reformas educativas que, en medio de
cruentas guerras civiles se hicieron Colombia, sobre todo, en la segunda parte
del siglo XIX. Hasta hubo una guerra civil, la de 1876, que tuvo lugar en el
centro de nuestro Valle geográfico, y que tuvo una clara connotación religioso-
educativa. De todas maneras, importa destacar, que la primera Política que se
insinuó y tomó forma en Colombia fue la Política educativa cuando la misma
Política de Comercio exterior era todavía vacilante y oscilante. Fue en la década
de 1830 cuando el General Santander levantó una apuesta de Nación que,
afincada en un proceso de construcción de ciudadanía, colocaba en la
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educación su eje central. Esta apuesta que, desde 1921 hizo presencia en Cali
con la fundación de un colegio republicano santanderino, El Santa Librada, y
la Reforma educativa de 1870 que empezó a verse desmontada en 1886 con
la nueva Constitución, fueron sucesos protagónicos en la configuración
estructural y funcional de la cuestión educativa en el Cauca en general y en
Cali en particular. En Cali, el Colegio Santa Librada, único Colegio de
Bachillerato que hubo en la ciudad hasta finales del siglo XIX, funcionó en
la esquina de la carrera 4 con calle hasta 1942, en una edificación que perteneció
al convento de los agustinianos.
En esa época, cuando la educación formal apenas se insinuaba, hubo dos
tipos de organizaciones civiles, que tuvieron mucha incidencia en la formación
informal - transmisión y asentamiento de valores- así como formal - ciertas
bases de instrucción- de los sectores populares subalternos, sobre todo. Fueron
ellas las Sociedades Católicas, de las que estuvieron más cerca los
conservadores, y la Sociedades Democráticas más próximas al partido liberal.
Diríamos que en ellas empezaron a formarse los primeros líderes de los
subalternos. Como para decir que no sólo los aristócratas sino, también los
subordinados tenían sus líderes y dirigentes. Pues bien, ambas organizaciones
estuvieron asociadas a dos culturas, que entraron en conflicto, sobre todo, a
partir de 1870, de un lado, la Cultura ciudadana secular, y, del otro, la cultura
ciudadana religiosa. La primera propiciadora de un ciudadano laico, racional
y democrático, la segunda, en cambio, más cercada al ideal de un ciudadano
cristiano, creyente, patriota y de buenas costumbres. Entonces, en esa época
de la historia colombiana, más que choque de clases, hubo un choque de
culturas ciudadanas.
El decreto Orgánico de 1870, tenía carácter nacional, pero sometido a la
voluntad soberana de los Estados, la dificultad operativa se encontró en el
artículo 36, más a-religioso que antirreligioso, pues si bien la enseñanza de la
religión no era obligatoria, tampoco se la reemplazaba por una cátedra atea o
anti-religiosa o asociada a otra religión, sino que la Escuela laica se obligaba
a brindar un espacio y un tiempo para que los niños, de acuerdo con la voluntad
de los padres, recibiesen la instrucción católica de sus propios ministros o
párrocos.
Cuando triunfó la Regeneración de Rafael Núñez y de Miguel Antonio
Caro con su nueva apuesta educativa, ése fue el contexto en el que quedó
ubicado el Colegio Santa Librada, que históricamente había estado más
enhebrado en los ejes de la cultura ciudadana secular. El Santa Librada quedó
enredado entre dos Culturas Educativas.
En amena conversación que, por estos días, hemos tenido con el actual
rector del Colegio Santa Librada, Ramón Ignacio, Atehortua nos contó que
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CONCLUSIONES
* El Estudio realizado casi nos impuso una conclusión central: Que, por lo
general, las ciudadanías, las conciencias ciudadanas y sus identidades
citadinas sólo se construyen, se alientan, se reaniman y reproducen a partir
de referentes objetivos importantes. La historia del Cali de la primera década
del siglo XX nos lo demostró de manera amplia y variada: La Ciudadanía
avanzó en conciencia e identidad ciudadanas, es decir, en maduración de la
caleñidad, a partir de un paquete de nuevos servicios públicos, de un programa
de emblanquecimiento y embellecimiento del poblado y de tenaces esfuerzos
por construir un espacio público ciudadano por excelencia, la Plaza Caicedo.
* Los caleños celebraron, de modo entusiasta, el primer Centenario y lo
pudieron hacer, por una razón básica: porque, todavía larvado, se estaba
insinuando un proceso de toma de conciencia citadina estrechamente
asociado a esa primera oferta de servicios públicos, a una mejora notable de
la estética urbana y a un tenaz esfuerzo por construir un espacio público
ciudadano.
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DOCUMENTACIÓN BÁSICA
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1940. Espacio, Poblamiento y Cultura. Cali, 1985.
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siglo XX". En, Prospectiva. Revista de Trabajo Social de la Universidad
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Universidad del Valle, 1968.
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14. Bellas Artes. Para Pensar la Ciudad. Cali. 2006.
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16. Buenaventura, Manuel María. Del Cali que se Fue. Cali. Imprenta
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18. Bonilla Aragón, Alfonso. "Pidiendo las llaves del toril". Editorial Feriva,
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España: Ed. Maucci, 491 pgs. ; "En la Colina de San Antonio". En, Santiago
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29. Lotero, Gustavo. "Crónicas de Plumitas". En, Santiago de Cali-450 Años".
Op.cit. Pgs. 245-250.
30. Ocampo Cepeda, Francisco. El Socialismo revolucionario en Cali. Tesis
Municipio de Santiago de Cali - Secretaría de Educación - Ecopaz
34. Ramos, Domingo. Colección de las charlas publicadas en "El Correo del
Cauca". Cali. Tipografía moderna de Palau Velásquez y Cia. 1915.
35. Rivera y Garrido, Luciano. "Algo sobre el Valle del Cauca". En, Datos
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Imprenta R.A. Pastrana. 1886. Santiago de Cali 450 Años de Historia.
Alcaldía de Cali. S.F.
36. Tertulias del Viejo Cali. Cámara de Comercio de Cali. S. F.
41. Zawadski, Clara. "Cultura". En, Santiago de Cali. Interprint Editores Ltda.
67
EDUCACIÓN, UN NUEVO LATIR