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LA CIENCIA EN ESCENA Daniel Raichvarg puede decir que en el teatro existen dos grandes concepciones acerca de Ia comunidad cientifica, dos vertientes que ‘rientan la preferencias dramatirgicas de Jos autores. La primera se expresa en una voluntad de entender la ciencia como la luz ue guia los pasos de la humanidad —esta concepcién es el kimno a la ciencia.' Can- tando una y otra vez su fe en la Raz6n, su admiraci6n ante los descubrimientos de la ciencia o su respeto por el sabio, los auto- res exponian tanto un credo como una es- peranza: ver ala ciencia y a los cientificos transformar el mundo para bien. Sila cien- cia tiene relaciones con el mundo es desde “un plano superior” y el mundo esté allf para limitar a la ciencia, para ponerle obs- ‘culos que sus amas deberén ayudar aqui- tar. Desde esta perspectiva el sabio es un héroe-heraldo, participa en un (melo}drama con traidores a laciencia, donde los malos hacen frente alos buenos. Esta concepcién es una verdadera apologfa: es el teatro himno a la ciencia. En la segunda concepci6n, radicalmen- te diferente, que llamaremos el teatro cri- tico de la ciencia, la comunidad tientifi- cca.es remplazada por la comunidad en st. Conjunto, y no goza de ninguna prerroga- tiva: la ciencia es considerada un produc- to social y, como otros productos, esté sometida a cuestionamientos; los cienti- ficos pueden ser enjuiciados por ser cien- tificos, y sus ideas pueden ser discutidas por ser peligrosas para otros sectores de Ia actividad humana. Como precedente, Jos dramaturgos desarrollan la idea de que las implicaciones teéricas y précticas (tec- nol6gicas) de la ciencia a menudo tienen cconsecuencias importantes para la socie- dad que las ve nacer, pero no siempre posi- bri junio 1998 CNCUS 5 tivas: transforman Ia vida més allé de su simple materialidad y merecen un debate que se efectuard en las obras de teatro. Ademés, paralelamente con esta imagen de ciencia-ciudadana, el cientifico est recordéndose a si mismo su deber de ciu- dadano: ya no es el héroe-heraldo melo- dramético, también puede ser malvado. cepciones sobre la ciencia, al igual que en ‘otros campos, “la cronologfa no es més que ‘una necesidad prictica...y los hitos no tie- nen més que un valor operativo y relativo. Nada nace ni muere absolutamente”? Asf,aun cuando las obras Galvani (An- draud, 1854) y Galilée (Ponsard, 1867) ya son ricas en figuras eriticas y dardn pie a ¢éLas aventuras de Galileo podrtan no inspirar a los dramaturgos? ;Un argumento en cuatro actos de un {filésofo socialista, comentado por él mismo; tres actos en alejandrino de un autor romdntico; y 14 actos épicos de un militante marxista! Tal concepcién corresponde @ una muy fuerte voluntad de poner a Ja ciencia en tela de uicio, que acenttia el contraste con laprimera imagen més “cientificista”. Por su dimensi6n critica, esta concepcién par- ticipa de una gestién moderna: ciencia~ tecnologia-sociedad, que no solamente trata de explicar las relaciones entre estos tres campos, sino que pretende desarro- lar una reflexién critica acerca de ellos Si tenemos que hablar de una ruptura entre ambas concepciones, ésta se situard en dos aspectos: en el plano social de la recepci6n de la obra, estar definida por la intensidad de los debates; en el drama- ‘irgico, por el otorgamiento al cientifico de algunos atributos del malvado. Cierta- mente, la evoluciGn social y politica del mundo, como la cultural, en gran parte es responsable de una ruptura temporal en la historia del teatro de las ciencias: has- ta alrededor de 1890, el himno a la cien- cia es la concepeién postica que domina, mientras que con el cambio de siglo la concepei6n critica —més realista—con- duce las plumas de los autores. Las ciencias tienen cada vez més im- pacto en la vida de los ciudadanos; ade~ ‘mds ocurriré pronto la Gran Guerra... Los dos periods son de innegable du- reza y productividad. Sin embargo, duran- te la guerra, los atributos de ambas postu- as no estén bien delimitados tanto en la historia del teatro como en Ia de las con- BNCAS 50 abritjunio 1998 ‘grandes debates, la obra Pasteur (Guitry, 1919) todavia serd un gran himno, En tan- {to que en todas estas obras teatrales se ha- bland de ideas cientificas, de lugares de tra- bajo del cientifico (cubsculo, laboratorio), de relaciones entre la ciencia y la socie~ dad de una época, del cientifico con los. reyes, los emperadores, los presidentes de las replicas; del cientifico consigo mis- ‘mo —que mucho més allé de los siglos, siempre esté encerrado en su torre de mar- fil, no se hablaré en ellas de las espe- ranzas 0 las angustias frente a las conse~ cuencias de un descubrimiento, ni del amor, e! humor y a muerte. Todas las obras. de teatro de las ciencias de ese entonces se alimentan de estas dos concepciones, ‘més o menos explicitamente, Algunas figuras himnicas aparecersin en escena en el teatro critico de las ciencias, donde, a veces, la actuacin seri dificil de interpretar, como el personaje de la hija de Galileo, recurrente en las obras consagra- das a mateméticos-astrénomos. Los docto- res modernos, comedia-exhibici6n en vo- devil de Barré y Radet —representada por Jos comediantesitalianos habituales dl rey, €l 16 de noviembre de 1784, cuando Mes- ‘mer y su baqueta conductora de electrici- dad dominaba los salones— llevaba una critica picaresca de las teorfas que llegaban ‘un poco répido, y sin confirmar, al Ambito de la medicina. ;Dénde termina el cientifi- co orgulloso de su ciencia?, gd6nde comien- zac! cientifico ciudadano del mundo?, gdénde acaba la relacién dual entre espectador y la ‘obra de teatro y dénde comienza larelacién ccolectiva entre el espectador-ciudadano y la ciencia? Hay fragmentos de escenas decada tuna de las dos vertientes que pueden desli- zarse suavemente de una a otra. Cuestién, de interpretacién y a veces de momento, Ex caso Gauitzo Para poner al dia un fenémeno nada me- jor que una comparacién, método experi- mental obligado. Con tres obras de teatro acerca de Ga- lileo, en un lapso de 85 afios, el historia dor del teatro critico de las ciencias, y el espectador, tienen varias opciones: Pie- rre-Joseph Proudhon, 1843; Francois Ponsard, 1867; Bertolt Brecht, 1938, ¢Las aventuras de Galileo podrian no inspirar a los dramaturgos? ;Un argu- ‘mento en cuatro actos de un fil6sofo so- cialista, comentado por él mismo; tres actos en alejandrino de un autor roman- fico; y 14 actos épicos de un militante marxista! Entre 1843 y 1938 el mundo conocié algunos trastornos: dos guerras (una ter- cera, sise toma en cuenta la segunda ver- si6n de La vida de Galileo, escrita por Brecht después de Hiroshima), tres re- voluciones politicas (1848, la Comuna de Paris y la Revolucién Rusa), la lege da al poder de ideologias dafiinas para la ciencia burguesa (el comunismo y el fas- cismo), sin contar con las revoluciones cientfficas (€1 microbio, el dtomo y su ‘comitiva, los rayos X, la radiactividad ar- tificial), De aquf surge la pregunta: qué cconsecuencias tuvieron esos afios y tras- tomnos en la percepeién y la puesta en escena de la vida de Galileo? En nuestra biisqueda nos ayudaré un personaje que cruza como Ofelia, el fon- do de la escena montada en toro al cé- lebre Pisan con el poeta, y que pasa asi- mismo al fondo de aquella escena con el fil6sofo y el militante: la hija de Gali- leo, Tan diéfana esta hija que se le presta poca atencién; nuestra mirada pasa a tra- vés de ella. Nadie 0 casi nadie se intere- 35 sce de La vida de Galo de Bett Br, 1960. sa en Ia Signora Galilée de 1a obra de Proudhon, Virginia Galilée, en la obra de Brecht, como se habfan interesado en el personaje de Ponsard: Antonia Gi Ike, Aunque, en realidad, ,sabemos si Galileo procre6? Por lo general, la vida familiar de los

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