Y los ojos se le cayeron. Rodaron hasta los pies de Hayde.
Las dos bolitas gomosamente blancas
rebotaron en el empeine del pie izquierdo y fueron a parar debajo de la biblioteca del comedor. An as, Marcos poda ver desde los hoyos carnales. Desde el fondo, poda distinguirse un pequesimo punto rojo, infinito, como un laser.