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LAS FLORES DEL MAL

CUADROS PARISINOS
LXXXVI
PAISAJE
Quiero, para componer castamente mis glogas,
Acostarme cerca del cielo, como los astrlogos,
Y, vecino de los campanarios, escuchar soando
Sus himnos solemnes llevados por el viento.
Las manos en el mentn, desde lo alto de mi buhardilla,
Ver el taller que canta y que conversa;
Las chimeneas, los campanarios, estos mstiles de la ciudad,
Y los extensos cielos que hacen soar con la eternidad.
Es dulce, a travs de las brumas, ver nacer,
La estrella en el azul, la lmpara en la ventana,
Los ros de carbn subir al firmamento
Y la luna verter su plido encanto.
Ver las primaveras, los veranos, los otoos;
Y cuando llegue el invierno con sus nieves montonas,
Cerrar puertas y postigos
Para construir en la noche mis mgicos palacios.
Entonces soar horizontes azulados,
Jardines, chorros de agua llorando sobre alabastros,
Besos, pjaros cantando de noche y de da,
Y todo lo que el Idilio tiene de infantil.
La Rebelin, vociferando intilmente en mi vidrio,
No har levantar mi frente de mi pupitre;
Pues estar inmerso en esta voluptuosidad,
De evocar la Primavera con mi voluntad,
De extraer un sol de mi corazn, y de hacer
De mis pensamientos ardorosos una tibia atmsfera.
XCIII
A UNA TRANSENTE
La calle ensordecedora alrededor mo aullaba.
Alta, delgada, de luto, sufrimiento majestuoso,
Una mujer pas, con una mano fastuosa
Levantando, meciendo el festn y el dobladillo;
gil y noble, con su pierna de estatua.
Yo beba, crispado como un extravagante,
En su ojo, cielo lvido donde germina el huracn,
La dulzura que fascina y el placer que mata.
Un relmpagoluego la noche! Fugitiva belleza
Cuya mirada de hizo sbitamente renacer,

No te ver ms que en la eternidad?


En otra parte, muy lejos de aqu! muy tarde! jams quizs!
Pues ignoro hacia dnde huyes, no sabes dnde voy,
Oh t a quien (yo) hubiese amado, oh t que lo sabas!
Trad. Grace.

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